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MEDIOS DE CULTIVOS ESPECIFICOS PARA HONGOS karol

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MICOLOGIA 
	MEDIOS DE CULTIVOS ESPECÍFICOS PARA HONGOS
	REQUERIMIENTOS NUTRICIONALES DE LOS HONGOS PATÓGENOS PARA EL HUMANO
	FORMAS DE NUTRICIÓN
	FORMAS DE REPRODUCCIÓN
	RESPUESTA INMUNE
MEDIOS DE CULTIVOS ESPECÍFICOS PARA HONGOS
Agar BHI con antibióticos
El agar BHI adicionado de cloranfenicol y cicloheximida se utiliza para el aislamiento selectivo de hongos patógenos. La cicloheximida inhibe el crecimiento de hongos saprófitos mientras que el cloranfenicol actúa como agente antibacteriano tanto de bacterias Gram positivas como Gram negativas. La incorporación de ambos antimicrobianos proporciona una mayor selectividad frente a hongos saprófitos y bacterias.
PAPA DEXTROSA AGAR (PDA)
Es un medio muy usado que sirve para aislar todo tipo de hongos. Beauveria, Paecilomyces, Lecanicillium (Verticillium) y Metarhizium, los más importantes hongos parásitos de insectos, al igual que los parásitos de plantas y los hongos saprofitos crecen muy bien y esporulan en este medio.
SIEMBRA
La siembra se realiza con el fin de aislar o repicar los hongos para su uso inmediato o para mantenerlos viables por un tiempo corto. La siembra o aislamiento en cultivo puro consiste en dejar crecer el hongo elegido bajo condiciones en las que pueda desarrollar y esporular convenientemente. Para ello es necesario verter el medio de cultivo, dejarlo enfriar, acidificarlo si fuera necesario y colocar una pizca del hongo a sembrar. 
El azul de lactofenol o azul de algodón
La concentración de sus componentes hace que sea ideal para teñir a las estructuras fúngicas, debido a que el fenol elimina al microbiota bacteriano acompañante, mientras que el ácido láctico genera una película protectora alrededor de la estructura fúngica. Finalmente, el azul de anilina tiene afinidad para adherirse a las estructuras del hongo.
Examen directo à 
Se efectúa con hidróxido de potasio (KOH) y adicionando tinta azul de Parker o solución de Albert. Se observan cúmulos de blastoconidios y filamentos cortos, a lo que se le ha llamado “albóndigas con espaguetis”. 
Cultivos à Se realizan en medios de Sabouraud agar más antibióticos adicionado de 5 a 15% de aceite de oliva; se mejoran además al añadir asparagina. Es también útil el medio de Dixon modificado, el cual es el más específico para el aislamiento, estudio y mantenimiento de las cepas. Se incuban a 25 o 37°C durante ocho días, desarrollando colonias cremosas, blanco-amarillentas. 
Luz de Wood à Para evaluar las lesiones dermatológicas a detalle. 
Biopsia à Las estructuras fúngicas se encuentran en la capa córnea y se aprecian mejor con tinción de PAS.
REQUERIMIENTOS NUTRICIONALES DE LOS HONGOS PATÓGENOS PARA EL HUMANO
Los hongos patógenos son especies zootrópicas que requieren tejido vivo para el crecimiento, al menos durante una parte de su ciclo; en cambio, los hongos oportunistas son necrotróficos o saprotróficos, es decir, usan componentes orgánicos generados por vertebrados o compuestos orgánicos de invertebrados. De acuerdo al sustrato que utilizan, los hongos necrotróficos pueden dividirse en queratinofílicos (emplean queratina), lipofílicos (usan lípidos), osmofílicos (que viven en ambiente con poca actividad acuosa), así como urofílicos y coprofílicos (Trichosporon y P. boydii), y simbiontes endógenos (Candida). Los hongos tienen gran importancia para conservar el equilibrio de la Naturaleza, puesto que desintegran o reciclan casi todos los restos orgánicos y permiten así completar el ciclo de la materia y de la energía; intervienen en la producción del humus del suelo, muy importante para su fertilidad; a esto se le denomina biodesintegración y es indispensable en la biosfera.FORMAS DE NUTRICIÓN 
Los hongos presentan las propiedades fundamentales de la materia viva: irritabilidad, conductividad, contractilidad y capacidad de reproducción; tienen como característica común la ausencia de clorofi la; por tanto, no pueden realizar la fotosíntesis y deben nutrirse a partir de materias orgánicas ya elaboradas (son heterótrofos); tienen la capacidad de descomponer organismos muertos o sus productos (saprofi tos o saprótrofos) y obtener el nutrimento de otros organismos vivos o huéspedes (parásitos). Sus paredes contienen básicamente polisacáridos (sobre todo α glucanos, mananos y quitina), además de manoproteínas. Cuando el parásito ocasiona una enfermedad declarada en cualquier individuo expuesto, se llama patógeno. Algunos hongos se relacionan a otro organismo para nutrirse mutuamente (simbiosis) como son los líquenes (la combinación de hongos y las algas), así como son las micorrizas (asociación de hongos y raíces de plantas), que sirven para incrementar la absorción de nutrimentos del suelo. Los hongos tienen características ecológicas estratégicas que, aunadas a su ambiente físico, como son temperatura, actividad acuosa y aerofi lia, les permiten satisfacer sus requerimientos nutricionales.
FORMAS DE REPRODUCCIÓN 
 
Para conservar su capacidad de adaptación, los hongos deben reproducirse con facilidad. Las hifas se desarrollan a partir de una espora por emisión de un tubo germinativo; la forma más simple ocurre por crecimiento apical de las hifas; no hay crecimiento intercalar, pero las células no terminales pueden emitir ramifi caciones. La reproducción se lleva a cabo por medio de esporas y Los hongos que presentan ambas formas se llaman holomorfos. La reproducción sexuada o perfecta se produce por la unión de dos núcleos, mientras que la asexuada o imperfecta (hongos mitospóricos), se da a partir de un micelio aéreo o reproductor, sin fusión de los núcleos. Las esporas o elementos celulares que sirven para la dispersión se denominan propágulos. La reproducción sexuada se relaciona con cambios evolutivos y adaptativos para sobrevivir a modifi caciones ambientales, mientras que la asexuada asegura una amplia diseminación en la naturaleza. Por un fenómeno de pleomorfi smo, el hongo sufre una mutación irreversible, pierde sus órganos de reproducción y se transforma en un hongo velloso de micelio estéril (Mycellia sterillia).
Reproducción sexuada
Consta de una serie de fenómenos como: 
1) Producción de órganos sexuados y gametos. 2) Fusión de protoplasma de estos (plasmogamia). 3) Fusión nuclear (cariogamia). 4) Meiosis en hongos haploides. 5) Aparición de factores genéticos. 6) Desarrollo de cuerpos fructíferos y esporas sexuadas. Cuando es imposible identifi car con precisión los gametos masculino y femenino, se conocen como positivo (+) y negativo (–), que equivalen a donador y receptor, respectivamente. 
En el proceso sexuado se pueden producir precursores y hormonas sexuales, como sirenina, anteridiol y ácidos trispóricos. La sirenina, por ejemplo, se genera en los gametos femeninos, tiene la función de atraer a los gametos masculinos por quimiotaxis; el anteridiol, también femenino, inicia el desarrollo de anteridios y estimula a las ramas masculinas para generar oogoniol (feromona cuya estructura química base es similar al colesterol), el cual induce la producción de oogonios. La plasmogamia, en ocasiones se acompaña de formación de hifas protectoras alrededor del huevo y evoluciona de manera diferente según se trate de hongos inferiores o superiores. En los superiores (ascomicetos o basidiomicetos), la fusión nuclear da lugar a células binucleadas o dicariones, y en los inferiores (zigomicetos) se observan heterocariones, es decir, núcleos distintos desde el punto de vista genético. El apareamiento puede ser del talo proveniente de una sola espora y se llama homotálico; si los gametos son iguales, la reproducción es isogámica, el elemento de la fusión se denomina cigoto, y la espora, cigospora; ésta es la reproducción sexuada en zigomicotina (Mucoromycotina). La unión que ocurre entre talos diferentes de una misma especie (oogonio y anteridio) se llama heterotálica; la reproducción, heterogámica; el resultado de la fusión, oosfera, y la espora, oospora. Es la reproducción sexuada en mastigomicotina (oomicetos). La reproducciónsexuada en zigomicotina (Mucoromycotina) se da por la unión de dos hifas especializadas (cigóforos) que en sus extremos producen estructuras de fusión llamadas septos gametangiales que separan el área que contiene el núcleo del resto de la hifa; más tarde ocurren plasmogamia y cariogamia entre ambas hifas, lo que da por resultado un procigosporangio, que conforme madura pasa por fases de cigosporangio y cigospora. Finalmente, a partir de ésta, germina una hifa que dará origen a un nuevo esporangio. En ascomicotina, la reproducción sexuada ocurre por fusión entre hifas vegetativas, o una espora masculina (espermacio) y una hifa receptora femenina (tricogino) dependiente del ascogonio u órgano sexual femenino. La hifa ascógena contiene dos núcleos (dicarión), los cuales se dividen, un par se desplaza al ápex o vértice, las paredes se reacomodan y se forma la asca madre; hay fusión nuclear y surge un núcleo diploide. La asca madre se alarga y pasa por anafases I y II; entonces se delimitan las ascosporas, las cuales quedan fi nalmente contenidas en sacos o ascas que se encuentran dentro de estructuras fi lamentosas redondeadas (peritecios y cleistotecios). 
En basidiomicotina, la reproducción se lleva a cabo por fusión de dos hifas vegetativas monocariotas (un núcleo), mediante un asa de conexión llamada “fíbula” o “clamp”, las paredes se disuelven y los núcleos se aparean (dicarión). Después de la división meiótica de los núcleos apareados se forma un cuerpo fructífero (una seta), donde se desarrollan los basidios; en estas últimas estructuras, los núcleos se dividen por mitosis y los núcleos resultantes haploides, ya rodeados de pared y membrana celular, emigran hacia las basidiosporas.
La parasexualidad es un sistema genético alterno que puede sustituir la reproducción sexuada en hongos imperfectos; se desconoce por qué siguen este proceso menos eficaz.
Reproducción asexuada
La reproducción mitospórica (antes imperfecta) es la más conocida y, por lo general, sirve para identifi car al hongo; suele llevarse a cabo por medio de esporas generadas por una célula especializada o conidiógena, las cuales son externas y se llaman conidios, y sólo en los zigomicotas son internas y se llaman endosporas o esporangiosporas. 
Endosporas 
Son esporas internas que caracterizan a los hongos inferiores. Se dividen en esporas móviles o zoosporas que no se observan en hongos patógenos para humanos, y en esporas inmóviles o esporangiosporas (aplanosporas), contenidas en una vesícula o esporangio. Este último, a su vez, se encuentra sostenido por un fi lamento portador o esporangióforo, que tiene un tabique de forma especial o columela. Dichas esporas se liberan por rotura de la vesícula; los fragmentos de esta última que permanecen unidos a la columela constituyen el collarete. El mecanismo de esporangiosporogénesis da lugar a la formación de esporangiosporas por fragmentación del citoplasma del esporangio, sin que su pared esté involucrada, y difi ere por completo de la producción de conidios. La ontogenia de la esporangiospora incluye un sistema de fragmentación y la separación eventual de los primordios de vesículas es iniciada por su coalescencia. 
Esta separación coincide con la aparición de vesículas fragmentadas formando un complejo de citomembranas a partir del núcleo y del retículo endoplasmático, que convergen para separar los primordios en esporas independientes (las membranas fragmentadas se convierten en plasmalema); y cuando están maduras son liberadas al romperse la pared esporangial, o permanecen dentro si la pared persiste. 
Conidiogénesis 
Por este mecanismo se producen los conidios, que son las formas de reproducción asexuada características de los hifomicetos. Las células que dan lugar a los conidios se conocen como conidiógenas; a menudo se observa una estructura diferenciada que sostiene una o más células conidiógenas y se llama conidióforo. Este aparato conidial de complejidad variable puede ser muy simple desde el punto de vista morfológico; por ejemplo, en Sporothrix los conidios se originan en hifas vegetativas o pueden ser portados por hifas especiales o conidióforos y constituyen un aparato conidial completo que consta de conidio, célula conidiógena y conidióforo. Los conidios pueden estar ligados a asociaciones micelianas, como los coremios; esporodoquios (en cuyo caso, los conidios se unen al micelio a través de un estroma basilar), como en Fusarium, o los acérvulos (cuerpos fructíferos asexuales conformados por hifas aplanadas en las que los conidios se unen de manera directa sin necesidad de un estroma bacilar), por ejemplo, Cylindrosporium. Hay dos patrones básicos de conidiogénesis: tálica y blástica. En esta última, se presenta un pequeño brote en la célula conidiógena que da lugar al coni-dio. En la tálica, toda la célula conidiógena se convierte en uno o más conidios.
Conidiogénesis blástica. Está dada por gemación, como en las levaduras y existen dos modalidades básicas: holoblástica y enteroblástica. El mecanismo de formación de la holoblástica es semejante al de infl ar un balón y en su desarrollo se involucran todas las paredes celulares. La enteroblástica sucede cuando el conidio sale por una abertura en la pared de la célula madre, se rodea de una nueva pared y deja una cicatriz. La gemación holoblástica puede ser indiferenciada o ser parte de un conidióforo y tiene dos formas:
I. sincronógena: todos los conidios se forman al mismo tiempo, como en el género Cephaliophora.
II. simpodial: en la cual se constituye un solo conidio y la célula conidiógena crece lentamente para generar un nuevo conidio; este mecanismo se puede repetir muchas veces, por ejemplo, Dreschlera.
 Se conocen hongos pigmentados que producen los conidios a través de un poro holoblástico (poroconidios) de forma simpodial, como Bipolaris. Cuando un conidio holoblástico genera el siguiente, también por el mismo mecanismo, se forma una cadena que puede ser acropétala, donde el conidio más joven es el más distal. En la gemación enteroblástica, las células conidiógenas son más diferenciadas y a menudo dan lugar a conidios en cadenas con sucesión basipétala; el conidio más joven es el más cercano a la célula conidiógena. Existen dos formas: fi alídica y anelídica. En la gemación enteroblástica fi alídica, en el sitio de salida del conidio queda como remanente un collarete a través del cual se producen otros que pueden quedar unidos (catenulados) o en un moco (no catenulados), como en Aspergillus y Phialophora, respectivamente. En la gemación enteroblástica anelídica al aparecer el primer conidio, éste deja una cicatriz y los subsiguientes se forman a través de ésta y dan lugar a una zona en anillos, por ejemplo, Scopulariopsis .
Conidiogénesis tálica. Los conidios se forman de un elemento preexistente, pues en la parte terminal o intercalar de una hifa se forma un conidio después de la constitución de un tabique. Hay dos formas: holotálica y tálica-ártrica. En la holotálica, el elemento completo se convierte en un solo conidio que puede ser limitado por un tabique y sacrifi car su parte vecina (separación rexolítica) o suceder de manera alternativa a fusión de tabiques en la base conidial, por ejemplo, Microsporum. En algunos hongos melanizados de pared gruesa, a menudo estas células se denominan clamidosporas.
 En la tálica-ártrica, el fi lamento se convierte en una serie de conidios que son liberados en la maduración, y se distinguen cuatro tipos: holoártrico, enteroártrico, endógeno y sarcínico. En el tipo holoártrico, la hifa simplemente se fragmenta (separación esquizolítica) en una serie de conidios, por ejemplo, Geotrichum. En el enteroártrico, la hifa genera de manera alternativa dos clases de células, una desarrolla pared gruesa y se convierte en conidio y la otra muere y se sacrifi ca para liberar los conidios (rexólisis), por ejemplo, Coccidioides .
En el tipo endógeno, la hifa forma paredes internas que rodean el núcleo y cada una se convierte en un conidio individual,la pared original se rompe y los conidios se liberan, por ejemplo, Aureobasidium. En el tipo sarcínico, la hifa aumenta de espesor y genera tabiques transversales y longitudinales, y cada célula es convertida en un conidio, por ejemplo, Botryomyces. Para facilitar la identifi cación de los conidios de manera práctica, se puede señalar que es terminal si se origina en el extremo distal de la hifa; intercalar, si sucede en algún punto a lo largo de la hifa; basípeto, si el conidio más joven se encuentra en la base de una cadena de conidios; acrópeto, cuando el más joven se localiza en el extremo distal, y sincronógeno, si varios conidios se desarrollan al mismo tiempo a partir de la célula conidiógena. Modalidades más frecuentes de reproducción asexuada Se pueden señalar las siguientes: blastosporas, simpodulosporas, fi alosporas, anelosporas, porosporas, artrosporas y aleuriosporas. Blastosporas. Conidios formados por gemación o blastogénesis de la célula conidiógena, que permanece fi ja; éstos se observan aislados, en racimos o cadenas, como en las levaduras y Cladosporium. Simpodulosporas. Conidios que nacen por gemación, pero la célula conidiógena sigue creciendo después de la formación de cada conidio, lo cual da el aspecto de ciempiés; las esporas se llaman simpodulosporas y a veces presentan un pequeño dentículo que las une a la célula conidiógena y adquieren el aspecto de escofi na, en cuyo caso se llaman radulosporas , por ejemplo, en Beauveria y Sporothrix schenckii. Es muy clara la disposición simpodial en Dreschlera . Fialosporas. Se producen en una célula conidiógena con forma de fl orero, por lo que se llama fi álide. Tienen una parte ensanchada en su base, un cuello terminal y un collarete. Las fiálides varían con el hongo, pero en cada uno se caracterizan por su tamaño, forma y actividad o disposición constantes.
 Es posible que se encuentren de manera directa en la hifa vegetativa, como en Phialophora (no catenulada) o que las porte un conidióforo complejo, como en Aspergillus (catenulada) y Verticillium. Anelosporas. El primer conidio aparece en la extremidad de la célula conidiógena como un simple ensanchamiento, pero cada nuevo conidio se produce por gemación a través de la cicatriz en forma de anillo que deja el conidio precedente, de ahí el nombre de estas esporas; se observan, por ejemplo, en Scopulariopsis. Porosporas (poroconidios, dictiosporas, fragmentosporas). Conidios de pared gruesa y pigmentada con divisiones de tipo mural. También se llaman dictiosporas y se generan a través de un poro de la célula conidiógena. El hongo puede crecer en dirección distal a partir de la cicatriz del conidio precedente y adoptar un aspecto simpodial, como en Ulocladium, o el conidio puede dar lugar a nuevos conidios y constituir cadenas, por ejemplo, en Alternaria. Aleuriosporas. Se forman por simple ensanchamiento de la extremidad de la célula conidiógena, que da lugar a un solo conidio. Pueden ser unicelulares (microaleuriosporas o microconidios) o pluricelulares (macroaleuriosporas o macroconidios), por ejemplo, Trichotecium, Sepedonium y dermatofitos. Artrosporas. Conidios que se producen por la simple separación de tabiques en la hifa; el aspecto recuerda los vagones de un ferrocarril, como en Geotrichum (forma holoártrica) y Coccidioides (forma enteroártrica).
RESPUESTA INMUNE
El sistema inmune innato constituye la primera línea de defensa del organismo frente a los patógenos. Codificados a nivel de la línea germinal, los denominados Receptores de Reconocimiento de Patrones (PRRs), son empleados por las células de la inmunidad innata para reconocer estructuras altamente conservadas presentes en los microorganismos, colectivamente llamados Patrones Moleculares Asociados a Patógenos (PAMPs). El reconocimiento de los PAMPs fúngicos por los PRRs provoca en las células inmunes la inducción de vías intracelulares que promueven su activación, la producción de diferentes mediadores y la inducción de funciones efectoras. Esta etapa de reconocimiento también es importante en el establecimiento del inicio de la respuesta inmune adaptativa y es fundamental en la definición de su perfil. Este sistema de reconocimiento innato permite discriminar entre aquellos elementos fúngicos de hongos comensales frente a los que el sistema inmune debe permanecer tolerante, de aquellos otros provenientes de agentes patogénicos frente a los cuales debe ejercer una eficiente protección. Las complejas interacciones entre el hongo y su hospedador comienzan en la interface célula-célula. La célula fúngica difiere de la célula del huésped principalmente por la presencia de una pared que rodea a la membrana plasmática. Los tres componentes mayoritarios de la pared y que se encuentran presentes en todos los hongos de importancia médica son: la quitina, los y glucanos y los mananos. La composición de la pared varía ampliamente entre los diferentes hongos, así por ejemplo la pared de C. albicans, está compuesta por una capa de k-(1,3)-glucanos ligados a -(1,6)-glucanos y quitina, en la cual los Omananos, los N-mananos y las proteínas se encuentran inmersas. H. capsulatum expresa una única forma de -(1,3)-glucanos que recubre una capa interna de -glucanos. La composición de la pared de los hongos puede variar asociada a la prevalencia del morfotipo levaduriforme o al crecimiento micelial, como así también después de la división celular, la morfogénesis o la exposición a drogas antifúngicas. En algunos hongos, los PAMPs presentes en su pared pueden estar enmascarados por estructuras inertes tales como -glucanos en el caso de H. capsulatum, o por la presencia de hidrofobinas como ocurre con A. fumigatus . 
Fragmentos de ARN y ADN fúngico también pueden comportarse como PAMPs y ser reconocidos por receptores de la inmunidad innata. Recientemente se describió que ciertos factores de virulencia como las Aspartatoproteinasas SAP4 y SAP6, enzimas hidrolíticas liberadas por C. albicans, promueven la activación de PRRs solubles ubicados en el citosol de células macrofágicas17. Estos diversos ejemplos ilustran la habilidad del sistema inmune innato de “sensar” elementos provenientes de los patógenos. Durante el curso de una infección fúngica, numerosos PRRs expresados en las células del hospedador, están involucrados en el reconocimiento de un gran espectro de PAMPs fúngicos. La respuesta inmune resultante dependerá no sólo de la estimulación relativa de los PRRs individuales, sino del grado de sinergismo o cooperación entre los receptores innatos y su localización celular. Receptores de reconocimiento de patrones Existen varias familias de PRRs agrupadas en base a su filogenia, estructura y función. Las tres más importantes involucradas en el reconocimiento de los hongos son: los receptores tipo Toll-like (TLR), receptores de lectinas tipo C (CLR) y los receptores tipo NOD (NLR) (Figura 1). Mientras que los TLRs y CLRs se encuentran mejor caracterizados y algunos de sus ligandos están identificados, el rol de los NLRs en la respuesta antifúngica.
TLRs. Los TLRs corresponden a una familia de receptores ubicados estratégicamente en la membrana plasmática y endosomal. Inician su señal intracelular utilizando las proteínas adaptadoras MyD88 o TRIF, las cuales determinan la activación del factor de trancripción NFkB y de los genes reguladores de Interferón (IRS). La respuesta desencadenada mediante la señalización de estos receptores conduce a la producción de Interferones Tipo I (IFNs), citocinas proinflamatorias TNF- e IL-12 y la promoción de la respuesta inmune adaptativa. Los TLR 1- 4, 6, 7 y 9 reconocen una amplia variedad de especies fúngicas a través de la interacción con diferentes moléculas no completamente identificadas. Los TLRs más importantes involucrados en el reconocimiento de PAMPs fúngicos son TLR2, TLR4 y TLR9 que reconocen Zymosan, fosfolipomananos, O-mananos, glucuronoxilomananos y DNA fúngico. La contribución de un TLR particular puede variar dependiendo de la especie del hongo,su morfotipo, ruta de ingreso al organismo y la existencia o no de cooperación con otros PRRs19. Estudios experimentales y clínicos aportan evidencia sobre el rol de los TLRs en la respuesta a los hongoS patógenos. Ratones que carecen de la proteína adaptadora MyD88 presentan una mayor susceptibilidad a las infecciones por C. neoformans, C. albicans, A. fumigatus, B. dermatitidis y P. brasiliensis. Sin embargo, pacientes pediátricos con deficiencia en MyD88 no muestran una mayor susceptibilidad a la adquisición de micosis. Interesantemente, el polimorfismo en TLR1 y TLR4 predispone a la Candidiasis diseminada. 
En pacientes con transplantes de células hematopoyéticas alogénicas las mutaciones en TLR4 están asociadas a la susceptibilidad a Aspergilosis Invasiva y polimorfismos en el promotor de TLR9 aumenta el riesgo a la Aspergilosis Broncopulmonar Alérgica. Otro rol relevante de esta familia de receptores es su capacidad de modular la respuesta de los CLRs. Por ejemplo, TLR2 que reconoce fosfolípidos fúngicos, sinergiza con el receptor Dectin-1 promoviendo la fagocitosis y producción de citocinas por parte de macrófagos. 
CLRs. Caracterizados por la presencia de un dominio lectina tipo C, los CLRs son una familia de receptores especializados en el reconocimiento de carbohidratos. Sus principales ligandos son:
Glucanos y mananos. El interés en estos receptores emerge debido a su importancia en el reconocimiento antifúngico y en la inducción de la inmunidad innata y adaptativa frente a los hongos. Algunos CLRs contienen motivos intracitoplasmáticos que conducen a la activación de cascadas intracelulares, mientras que otros que pierden esos motivos, pueden ser utilizados como proteínas adaptadoras e iniciar procesos de transducción 30. Pertenecen a este grupo los receptores Dectin-1, Dectin-2, Receptor de Manosa (RM), el receptor de Complemento CR3 y DC-SIGN.
Este CLR reconoce: -glucanos presentes en la pared en la mayoría de las especies fúngicas y es necesario para el desarrollo de inmunidad frente a varios patógenos incluyendo especies de Candida, Aspergillus, Pneumocystis y Coccidioides. Dectin-1 es expresado principalmente en células mieloides y dirige complejas vías intracelulares caracterizadas por la activación de la SyK (spleen tyrosine kinase) y CARD9 (caspase recruitment domain-containing protein 9) y la vía que involucra a RAF. Estas vías pueden actuar de manera coordinada y promover la activación del factor nuclear NFkB y la expresión de genes de citocinas16,18,31. Las señales generadas conducen a la aparición de múltiples respuestas celulares como fagocitosis, estallido respiratorio, producción de citocinas pro y antiinflamatorias y activación de los inflamasomas. Recientemente este receptor ha sido involucrado en la modulación de la autofagia y en la inducción de IFNs tipo I.
Bajo la denominación de Dectin-2 se incluyen a un grupo receptores entre los que se destacan: Dectin-2, Dectin-3 y Mincle. Dectin-2 reconoce estructuras altamente manosiladas que son comunes en las paredes de los hongos, recientemente también se identificaron como sus ligandos -manosa y glicoproteínas ricas en residuos de -manosa30. Este receptor participa del reconocimiento de especies como C. albicans, P. brasiliensis, A. fumigatus y Malassezia.
El RM promueve la endocitosis de por parte de las células dendríticas (DC) de moléculas fúngicas manosiladas, favoreciendo su procesamiento y la presentación antigénica a los Li T. Su activación induce la secreción de IL-12, GM-CSF, IL-8 e IL-6 30. Interesantemente en estudios efectuados con células mononucleares de sangre periférica humanas estimuladas con mananos de C. albicans se indujo la producción de IL-17, citocina importante en la inmunidad antifúngica36. El receptor DC-SIGN es un CLR que se encuentra expresado en células mieloides humanas con capacidad de reconocer glicanos ligados a manosa o fucosa. Pacientes con Aspergilosis Pulmonar Invasiva presentaron polimorfismos en este receptor, aunque aún se desconoce las causas moleculares involucradas37. El receptor CR3 participa en el reconocimiento de partículas que contienen -glucanos y promueve su endocitosis por parte de los polimorfonucleares neutrófilos (PMN) humanos. Durante la respuesta frente a A. fumigatus este receptor ubicado en la superficie de células innatas también participa en la inducción de la inmunidad antifúngica adaptativa ya que modula el perfil de respuesta Th1 y Th17. Inflamasomas Los inflamasomas son una familia de proteínas cuya activación promueve el ensamble de diversos componentes citoplasmáticos constituyendo una compleja estructura con actividad enzimática. La inducción de la actividad de caspasa-1, enzima proteolítica activada por el inflamasoma, es la responsable del clivaje de la pro-IL-1 (precursor inactivo), para dar origen a la molécula biológicamente activa de IL1β. La transcripción de la pro-IL-1 está asociada a señales generadas a partir de TLR2/TLR4 y Dectin-1, y la liberación de la IL-1β a la actividad de los inflamasomas. Esto muestra que la producción de IL-1β requiere de dos niveles de inducción. De manera similar, la producción de IL-18 está asociada a esta vía, sin embargo no existe hasta la presente evidencia de que esta citocina sea relevante para la respuesta antifúngica. El inflamasoma más estudiado es el NLRP3 (Nucleotide oligomerization domain like receptor family, pyrin domain containing 3) que se encuentra expresado en macrófagos, monocitos, DCs y células epiteliales. Las primeras evidencias sobre este receptor derivan de estudios realizados en animales deficientes, donde se observó una mayor susceptibilidad a candidiasis oral, Candidiasis vulvovaginal (CVV) y a las infecciones diseminadas por este hongo. El ligando que produce el ensamble de este inflamasoma aún no se encuentra identificado. Recientemente se reportó que las enzimas SAP4 y SAP6 de C. albicans participan en su activación. En monocitos humanos los fragmentos de hifas, pero no los esporos de Aspergillus inducen la producción de IL-1β por esta vía. En un grupo de pacientes con Candidiasis Vulvovaginal Recurrente (CVVR) se identificaron polimorfismos en el inflamasoma NLRP3. El inflamasoma NLRC4 (NLR family CARD domain-containing protein 4) también desempeña un rol protectivo durante la candidiasis diseminada y su función es particularmente importante a nivel tisular. Recientemente se ha descripto que la activación de Dectin-1 por C. albicans, promueve la actividad de un inflamasoma no canónico que utiliza la caspasa-8.
Mecanismos efectores de la inmunidad innata en la defensa antifúngica La piel y las superficies mucosas constituyen las barreras físicas que impiden el ingreso de patógenos al medio interno. Diferentes mediadores inmunes preformados y células de la inmunidad innata poseen localizaciones claves en los diferentes sitios anatómicos y son importantes en el mantenimiento de la vigilancia inmunológica frente a los microorganismos, en los acuerdos básicos del comensalismo y en la protección durante la invasión. Las células epiteliales (CE) conforman una barrera activa que protege los distintos tractos de la agresión de diferentes patógenos y mantiene el equilibrio con la flora comensal. Las CE producen un amplio espectro de péptidos antimicrobianos (PAM) que están presentes en forma constitutiva en las superficies mucosas, y responden rápidamente a la exposición de estímulos inflamatorios o patogénicos aumentando su concentración y variedad. La expresión de PRR en las CE permite detectar la presencia de diferentes microorganismos e inducir la activación de vías intracelulares que promueven la secreción de alarminas, PAMs y mediadores inmunes como IL-1, IL-6, IL-8, y TNFα. Una interesante experiencia realizada con CE orales reveló que estas células pueden discriminar entre la forma saprofítica de C. albicans y su transición a la fase hifal, e inducir en respuesta al fenotipo patogénico del hongo la activación de vías de señalización intracitoplasmáticas. De esta manera, el morfotipo levaduriformees tolerado y la emisión de la pseudohifa es considerada una señal de peligro ante la cual, la CE inicia la respuesta inflamatoria local. Estas células también contribuyen al reclutamiento de los PMN. Las liberación de alarminas e IL-8 por las CE vaginales en respuesta a Candida favorecen el infiltrado de PMN y contribuyen a la aparición de síntomas en la CVV. Células epiteliales de otra localización anatómica como las del epitelio pulmonar, no sólo actúan como barrera eficiente sino que también tienen capacidad para fagocitar las conidias de Aspergillus. Sin embargo su capacidad microbicida es baja. Se reportó que líneas celulares humanas de epitelio pulmonar expresan receptores TLR y que en respuesta al estímulo con conidias de Aspergillus exponen el receptor Dectin-1 en su membrana, evidenciando su capacidad de activación y amplificación de la respuesta. El reconocimiento de los patógenos fúngicos a través de los receptores innatos conduce a la inmediata activación de los mecanismos inmunes efectores, reclutamiento de poblaciones celulares, producción de citocinas, inducción de fagocitosis y activación de mecanismos fungicidas. Diferentes poblaciones celulares que forman parte de la inmunidad innata contribuyen a la respuesta antifúngica como los PMN, monocitos, macrófagos, DC, células NK y las recientemente clasificadas como linfocitos innatos. Algunas de estas poblaciones actúan en forma directa sobre el hongo provocando su muerte y otras mediante la producción de mediadores inmunes. Los mecanismos efectores innatos contienen al patógeno durante la maduración de la respuesta adaptativa y la definición hacia un perfil celular o humoral más apropiado para la protección contra un patógeno determinado. La función efectora de los fagocitos incluye la muerte y la inhibición del crecimiento del hongo, así como la activación de mecanismos que contrarresten su infectividad, incluyendo efectos sobre el dimorfismo y el cambio de fenotipo. Aunque la actividad antifúngica es intrínseca a las células fagocíticas, ésta puede ser amplificada por moléculas como las opsoninas y las citocinas derivadas de los LiT. La combinación de mecanismos oxidativos y no-oxidativos como la degranulación y liberación intracelular o extracelular de moléculas efectoras, secuestro de iones, etc. son utilizados por estas células para dañar al patógeno. Enzimas como la NADPH oxidasa y la iNOS (óxido nítrico sintasa inducible) inician las vías oxidativas y la producción de metabolitos microbicidas. El estallido respiratorio produce Intermedios Reactivos del Oxígeno (IRO) que provocan peroxidación lipídica, modificación de proteínas y daño del ADN fúngico. Luego de la invasión tisular, los macrófagos residentes en los tejidos son fagocitos esenciales durante las primeras etapas de la respuesta antifúngica. Esta célula puede además exhibir distintos fenotipos funcionales, el perfil M1 o inflamatorio asociado a la vía clásica de activación, o el perfil M2 o antiinflamatorio proveniente de la vía de activación alterna. Ciertos hongos como C. albicans pueden inducir el fenotipo antiinflamatorio favoreciendo la sobrevida del hongo a través del cambio del perfil M1 al M2. Por otra parte, también se demostró que durante la protección contra hongos patógenos respiratorios como P. brasiliensis ambos fenotipos, M1 y M2 participan en el control del crecimiento del hongo, actuando en diferentes etapas durante del proceso infeccioso. Además de la eliminación del patógeno a través de las vías clásicas, otro mecanismo fungicida utilizado por los PMNs es la formación de NETs (neutrophil extracelular tramps), verdaderas redes biológicas conformadas por ADN, histonas y proteínas antimicrobianas. Estas estructuras fueron descriptas en PMN humanos expuestos A. fumigatus, C. albicans y C. neoformans. Pacientes neutropénicos presentan severas manifestaciones clínicas durante la infección por C. albicans evidenciando la relevancia del rol protector de los neutrófilos en la respuesta a este hongo. Individuos con enfermedad Granulomatosa Crónica ligada al cromosoma X, que poseen fallas en la generación de IRO, manifiestan una mayor susceptibilidad a la Aspergilosis Invasiva. La inflamación es también un elemento clave en la infección y en la enfermedad fúngica. La respuesta inflamatoria en la que está presentes PMN, mediadores innatos y citocinas proinflamatorias es fundamental para limitar la infección, sin embargo, una inflamación exacerbada o no controlada puede contribuir al daño tisular y ser parte de los componentes inmunopatogénicos desencadenados durante las micosis
Bibliografía: 
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Estrada. G. I. (2019). Micología general. Recuperado de http://www.ucm.edu.co/wp-content/uploads/libros/Micologia_general.pdf
Siller, M. (2017). Métodos rápidos de identificación de hongos. Revista Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica, vol. 35, (5), 303-317. Recuperado de https://www.elsevier.es/es-revista-enfermedades-infecciosas-microbiologia-clinica-28-articulo-metodos-rapidos-identificacion-bacterias-hongos--S0213005X16304037

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