Logo Studenta

Copia de VOLVIENDO A PENSAR BION

¡Este material tiene más páginas!

Vista previa del material en texto

54 VV. R. BION
Las experiencias que he descripto me obligan a con­
cluir que al comienzo de la posición depresiva infantil, 
los elementos del pensamiento verbal aumentan en in­
tensidad y en profundidad. En consecuencia los do­
lores de la realidad psíquica son exacerbados por ello y 
el paciente al regresar a la posición esquizoparanoide, 
se volverá destructivamente contra su capacidad em­
brionaria para el pensamiento verbal como uno de los 
elementos que lo han llevado a su dolor.
4
DESARROLLO DEL PENSAMIENTO 
ESQUIZOFRENICO 1
42. En este capítulo que debe ser considerado como 
una introducción preliminar planteo tres cosas: a) Dis­
cuto hasta qué punto la personalidad psicótica difiere 
de la no psicótica. b) Examino la naturaleza de esa 
divergencia, c) Desarrollo las consecuencias de la mis­
ma. La experiencia en el Congreso de Ginebra de­
mostró que una tentativa de dar ilustraciones clínicas, 
en un capítulo tan condensado como éste, confunde 
más que esclarece. La presente versión, por consi­
guiente, está restringida .a una descripción teórica.
Las conclusiones a las cuales yo llego están basadas 
en contactos analíticos con enfermos esquizofrénicos y 
corroboradas en la práctica. El hecho de que yo haya 
logrado cierto grado de esclarecimiento, se debe prin­
cipalmente a tres obras de estudio. Como ellas ocupan 
un lugar muy importante en este capítulo, voy a re­
cordarlas.
Primera: la descripción de Freud, a la cual me re­
ferí en el artículo para el Congreso de Londres de 
1953, sobre el aparato psíquico activado por las pre-
1 Leído en el Congreso Psicoanalítico de Ginebra, 24-28 de julio de 1955.
56 W . R . BION
siones del principio, de la realidad y, en particular, 
por esa parte del mismo que trata del reconocimiento 
consciente de impresiones sensoriales.
Segunda: las sugerencias de Freud en El malestar 
en la cultura sobre la importancia del conflicto entre los instintos de Vida y de Muerte.
Aunque Freud pareció retroceder sobre este punto; 
el mismo fue tratado por Melanie Klein. Melanie Klein 
cree que este conflicto persiste durante toda la vida, 
y esta creencia es de gran importancia, me parece, 
para la comprensión de la esquizofrenia.
Tercera: la descripción de Melanie Klein sobre fan­
tasías de ataques sádicos al pecho, hechas por el niño 
durante la fase esquizoparanoide, y su descubrimiento 
de la identificación proyectiva. La identificación pro- 
yectiva es una disociación de una parte de la perso­
nalidad del paciente y una proyección de la misma en 
el objeto en el cual se instala, a veces como persegui­
dor, dejando empobrecida a la psiquis de la cual se ha separado.
Los disturbios esquizofrénicos provienen de una in­
teracción entre a) el ambiente y b) la personalidad. 
En este capítulo dejo a un lado el ambiente y dirijo 
la atención sobre cuatro rasgos fundamentales de la 
personalidad esquizofrénica. El primero, es un predo­
minio de impulsos destructivos tan fuerte, que hasta 
los impulsos de amor, son invadidos por ellos y conver­
tidos en sadismo.
El segundo, es un odio a la realidad, el cual como 
Freud indicó, se extiende a todos los aspectos de la 
psiquis que ayudan a reconocerla. Yo agrego el odio 
de la realidad interna y todo lo que contribuya a sü 
reconocimiento. .El tercero, se deriva de estos dos y 
es un miedo continuo a una aniquilación inminente. 
El cuarto, es una formación precipitada y prematura
VOLVIENDO A P E N S A R 57
de relaciones de objeto, entre las cuales la transferencia 
es la principal, cuya fragilidad está en contraste mar- 
:ado con la tenacidad con la cual se mantiene. La 
prematurez, la fragilidad y la tenacidad son patognó- 
micas y se derivan del miedo a la aniquilación por 
ios instintos de muerte. El esquizofrénico está preocu- 
pádo^con este interminable conflicto, entre la destruc­
tividad por un lado y el sadismo por otro.
TRANSFERENCIA
Las, relaciones con el analista son prematuras, pre­
cipitadas y muy dependientes. Cuando el paciente las 
intensifica por la presión de sus instintos de vida y 
muerte, dos fuerzas concurrentes de fenómenos se ma­
nifiestan: Primera, la identificación proyectiva, con 
el analista como objeto, se transforma en hiperactiva; 
resultando estados dolorosos y confusos tales como 
Rosenfeld los ha descripto. Segunda, las actividades 
mentales y otras mediante las cuales el impulso do­
minante (sea instintos de vida o instintos de muerte) 
lucha para expresarse; están sometidas en seguida a 
una mutilación por el impulso dominado momentá-, 
neamerste.* Encontrándose el paciente impulsado por el deseo 
de escapar de los estados confusionales, y atormentado 
por las mutilaciones, se esfuerza en restaurar las res­
tringidas relaciones; la transferencia se vuelve otra vez 
informe, como es característica de ella. No importa 
sfel paciente pasa derecho a mi consultorio, como si 
apenas estuviese consciente de mi presencia, o si de­
muestra una afabilidad expansiva y sin humor; k res­
tricción de las relaciones es evidente. La restricción y 
la expansión se suceden alternativamente durante todo 
el análisis.
58 W . R. BION
LA DIVERGENCIA
43. En resumen: dejando a un lado el efecto del 
ambiente externo, la personalidad esquizofrénica de­
pende de la existencia en el paciente de cuatro carac­
terísticas: a) Un conflicto nunca resuelto entre los 
instintos de vida y muerte; b) un predominio de im­
pulsos destructivos; c) odio a la realidad interna y 
externa; d) una relación de objeto frágil pero tenaz. 
Estas características extrañas hacen que el paciente 
esquizofrénico progrese de la posición esquizopara- 
noide a la depresiva, de una manera muy distinta de 
la personalidad no psicótica. Esta diferencia surge del 
hecho de que este conjunto de características conduce 
al uso masivo de la identificación proyectiva. Por con­
siguiente, es a la identificación proyectiva que quiero 
referirme ahora, pero mi examen de ella, será limitado 
a su despliegue por el esquizofrénico contra todo aquel 
aparato de percepción que, según Freud, es activado 
por las exigencias del principio de la realidad.
DIVERGENCIA DE LA PERSONALIDAD 
PSICOTICA DE LA NO PSICOTICA
44. Ya mencioné la concepción de Melanie Klein 
de la posición esquizoparanoide, y el pagel importante 
desempeñado en ella por las fantasías infantiles y ata­
ques sádicos al pecho materno. Ataques idénticos se 
dirigen contra el aparato de percepción, desde el prin­
cipio de la vida. Ésta parte de la personalidad es re­
cortada, dividida en fragmentos pequeños, y entonces 
usando la identificación proyectiva es expulsada de la 
personalidad. Habiéndose librado del aparato de per-
VOLVIENDO A PE N SA R 59
;epción consciente de la realidad interna y externa, 
el paciente logra un estado en que no se siente ni vivo 
ni muerto.
Este aparato de percepción consciente está íntima­
mente relacionado con el pensamiento verbal y con 
:odo lo que provee, en la etapa primitiva a que me 
refiero, la base de su comienzo.
La identificación proyectiva de la percepción cons­
ciente, y los comienzos. del pensamiento verbal, aso­
ciados con ella, constituyen el factor central en la 
distinción entre la personalidad psicótica y la no psicó- 
cicá. A mi parecer,' esto ocurre al principio de la vida 
dél paciente. Estos ataques contra el yo y contra la 
base del pensamiento verbal naciente, y la identifica­
ción proyectiva de los fragmentos, aseguran que desde 
este punto en adelante habrá una divergencia cada 
vez más amplia entre las partes psicóticas y no psicó- 
ticas de la personalidad hasta que, al fin, se siente que 
no hay manera de atravesar el abismo.
DESTINO DE LOS FRAGMENTOS 
EXPULSADOS
45. En la medida en que la destrucción sea exitosa, 
el paciente experimenta un fracaso en su capacidad 
de percepción.Todas sus impresiones sensoriales pa­
recen haber sufrido una mutilación de una naturaleza 
que haría pensar que han sido atacadas, como el pecho 
es atacado en las fantasías sádicas del bebé. El pa­
ciente se ve encarcelado,en el estado mentál a que 
ha llegado e incapaz de escaparse de él, porque siente 
la falta del aparato de percepción de la realidad, el 
cüar hace posible la huida y la libertad misma, hacia 
lá cual él quisiera escapar. Este sentido de encarcela-
60 W . R. BION
miento es intensificado por la presencia amenazante 
de los fragmentos expulsados dentro de cuyos movi­
mientos planetarios, él se encuentra confinado. La 
naturaleza de este encarcelamiento se aclarará median­
te la discusión del destino de estos fragmentos expul­
sados a la cual me voy a referir ahora.
Dentro de la fantasía del paciente las partículas 
expulsadas del yo tienen una existencia independiente 
ejncbñtrolada fuera de la personalidad. Pero, sea que 
contengan objetos externos o que sean contenidas por 
ellos, desempeñan allí sus funciones, como si la ordalía 
a que han sido sometidas sirviera sólo para incremen­
tar su número y provocar hostilidad contra la psiquis 
que las ha rechazado. Por consiguiente, el paciente se 
ve rodeado de objetos grotescos, cuya naturaleza pa­saré a. describir.
LAS PARTICULAS
46 . Cada partícula es sentidá como si fuera un ob­
jeto reaTexterno que es encapsulado en un fragmento 
de la personalidad, que lo ha envuelto. El carácter 
de esta partícula completa, dependerá en parte, del 
objeto real; por ejemplo, un gramófono y, parcial­
mente, del carácter de la partícula de la personalidad 
que íos envuelve. Si el fragmento de la personalidad 
es relacionado con la vista, el gramófono al pasar el 
disco se ve como mirando al paciente; si es relacio­
nado con el oído, entonces el gramófono al pasar el 
disco se ve como escuchando al paciente. El objeto 
enojado, por verse envuelto, se distiende por decirlo 
así, cubre y controla el fragmento de la personalidad 
que lo envuelve; en ese sentido la partícula es vivida 
como convertida en una cosa.
VOLVIENDO A PE N SA R 61
Dado que estas partículas son usadas por el paciente 
como si fuesen prototipos de ideas —que llegarán a 
convertirse en palabras más tarde— esta invasión del 
fragmento de la personalidad por el objeto contenido 
pero controlador, hace sentir al paciente que las pala­
bras son realmente las cosas reales que designan, y 
por eso conducen a las confusiones descriptas por 
Segal, que provienen del hecho que el paciente no sim­
boliza sino iguala.
CONSECUENCIAS PARA EL PACIENTE
47. El paciente se mueve ahora no en un mundo 
de sueños, sino en un mundo de objetos que ordina­
riamente son los accesorios de los sueños. Estos objetos 
primitivos pero complejos, tienen características que 
en personas no psicóticas pertenecen a la materia, a 
objetos anales, a los sentidos, a ideas, al superyó y a 
las demás cualidades de la personalidad. Uno de los 
resultados, es que el paciente trata de usar objetos 
reales como si fueran ideas, y se encuentra perplejo 
cuándo eílos obedecen a las leyes de la ciencia natural 
y ño a las del funcionamiento mental, 
í La identificación proyectiva se encuentra relacionada 
con la incapacidad de la personalidad psicótica de 
introyectar. Si desea asimilar una interpretación, o si 
quiere traer de vuelta aquellos objetos que acabo de 
describir, lo logra por la identificación proyectiva dada 
jvuelta, y por el mismo camino. Esta situación fue su­
cintamente expresada por el paciente que dije que 
usaba el intestino como un cerebro. Cuando le dije 
que él había tragado algo (es decir, que lo había en­
tendido) me contestó: “El intestino no traga” . La 
doctora Segal ha descripto en su artículo, que tuve la
62 W . R. BIO N
suerte de leer antes del congreso, algunas de las vici­
situdes de pacientes en la posición depresiva. Yo qui­
siera agregar ahora, que gracias a ese empleo de la 
identificación proyectiva, el paciente, no puede integrar 
sus'objetos sólo puede aglomerar y comprimirlos. Sea' 
que sienta que algo ha sido puesto dentro de él, o que 
él mismo lo ha introyectado, experimenta la entrada 
del objeto como un asalto, una retaliación de parte 
del mismo por su propia intrusión violenta dentro de él.
REPRESION
48. Es claro entonces, que mientras la personalidad 
no psicótica, o una parte de tal personalidad, emplea 
la represión, la psicótica ha empleado la identificación 
proyectiva. Por consiguiente, no hay represión, y lo 
que debería ser su “inconsciente” es reemplazado por 
el mundo de accesorios de los sueños en el cual, según 
mí descripción, se mueve.
PENSAMIENTO VERBAL
49. El comienzo del pensamiento verbal que he des- 
cripto como perteneciendo a la posición depresiva, se 
encuentra gravemente perturbado, porque es el que 
sintetiza y articula las impresiones, y es esencia para' 
la percepción de la realidad interna y externa: por 
esa razón es sometido a continuos ataques como los 
que he descripto.
Además, una excesiva identificación proyectiva en 
= la posición esquizoparanoide, impidió la suave intro- 
■ yección y asimilación de impresiones sensoriales, y por 
consiguiente, el establecimiento de la base firme de 
buenos objetos del cual depende la iniciación del pen­
samiento verbal.
VOLVIENDO A PE N S A R 63
f El hacer una tentativa de pensar involucra un con- 
trol y por consiguiente un retorno a la personalidad 
1 de las partículas expulsadas y de sus derivados. La 
identificación proyectiva es entonces invertida, y la 
I aglomeración concomitante, y la compresión conducen 
a una verbalización muy compacta. Este tipo de cons­
trucción es más apropiado para la música que para 
ia articulación de palabras tal como se emplean en la 
comunicación no psicótica.
Además, ya que estas partículas, como lo hemos 
i descripto, son cosificadas, el paciente puede sentirse 
| dividido, por su reentrada. Y también,, dado que es- 
' tas partículas incluyen fragmentos de percepción cons­
ciente de impresiones sensoriales, se experimentan los 
! sentidos como dolorosamente comprimidos y agudi­
zados, hasta un punto intolerable. Se puede ver que 
el paciente está dominado por alucinaciones táctiles, 
auditivas y visuales intensamente dolorosas. La depre­
sión y la ansiedad, dado que dependen del mismo 
mecanismo, son intensificadas similarmente hasta que 
el paciente se ve obligado a tratar con estas emociones 
de la manera descripta por Segal.
CONCLUSION
50. Mi experiencia de estas teorías en la práctica 
me ha convencido de que el tratamiento de la persona­
lidad psicótica no tendrá éxito hasta que los ataques 
destructivos del paciente a su yo y la sustitución por 
la represión y la introyección de la identificación pro- 
i yectiva, hayan sido elaboradas. Es más, yo considero 
que hasta en el neurótico, hay una personalidad psi­
cótica que tiene que ser tratada de igual manera antes 
de lograr éxito.
5
DIFERENCIACION DE LAS PERSONALIDADES 
PSICOTICAS Y NO PSICOTICAS 1
51. El tema de este trabajo, es el de que la diferen­
ciación entre las personalidades psicóticas y no psicó­
ticas, depende de diminutas esciciones de toda aquella 
parle de la personalidad que está referida a la con- 
cienci5g!3ff de la realidad interna y externa, y la ex­
pulsión de estos fragmentos de tal forma, que ellos 
entran dentro o engolfan sus objetos. Describiré este 
proceso en detalle y luego discutiré sus consecuencias 
y cómo afecta el tratamiento.
Estas conclusiones derivaron del contacto analítico 
con esquizofrénicos y las he comprobado en mi prác­
tica. Les llamo la atención sobre ellas, porque me lle­
varon a consecuencias analíticamente significativas en 
mis pacientes y que no deben ser confundidas ni con 
las remisiones conocidas muy bien por los psiquiatras, 
o con Tesa clase de mejoría que es imposible referir a 
las interpretaciones que se han hecho o a cualquier 
cuerpo coherente de teoría psicoanalítica. Pienso que 
las mejorías que he visto, merecen una investigación 
psicoanalítica.
1 “Differentiation of the psychotic from the non-psychotic personalities”. Int. ]. Psa. 38, 3-4, 1957.
VOLVIENDO A PENSAR 65
52. Debo mi esclarecimiento de los puntos oscuros 
que persistenen el análisis de psicóticos principalmente 
a tres trabajos. Como son cruciales para la compren­
sión de lo que sigue, voy a recordárselos: Primero: la 
descripción de Freud (2) que cité en mi trabajo al 
Congreso de Londres de 1953 (1), sobre el aparato 
mental que es puesto en actividad por las demandas 
del principio de realidad y en particular, aquella parte 
del mismo que está en relación con la conciencia de 
los órganos de los sentidos. Segundo: la descripción 
de M. Klein (5) sobre los ataques sádicos fantaseados 
por el niño contra el pecho durante la fase esquizopa- 
ranoide, y tercero: sii descubrimiento de la identifica­
ción proyectiva (7). Por este mecanismo, el paciente 
escinde una parte de su personalidad y la proyecta en 
el objeto donde se instala, a veces, como perseguidor, 
pero dejando la psiquis de la cual se escindió empo­
brecida.
53 . Por temor de que se suponga que atribuyo el 
desarrollo de una esquizofrenia exclusivamente a cier­
tos mecanismos separados de la personalidad que los 
emplea, enumeraré cuáles son las precondiciones que 
yo supongo necesarias para que estos mecanismos ope­
ren y sobre los que quiero focalizar la atención de 
ustedes. Está el ambiente, que no discutiré por ahora, 
y la personalidad, que debe poseer cuatro rasgos esen­
ciales: Una preponderancia de impulsos destructivos 
tan grande, que aun el impulso a amar, es cubierto 
por él y convertido en sadismo; un odio de la realidad 
interna y externa que se extiende a todo lo que pueda 
despertar conciencia de la misma; pánico de aniqui­
lación inminente (7), y finalmente, la formación de 
relación de objetos prematura y precipitada, con cuya 
primera línea está la transferencia, y cuya fragilidad 
contrasta notoriamente con la tenacidad con la que
66 W . R. BION
es mantenida. Esa prematuridad, esa fragilidad, y la te­
nacidad, son patognomónicos y tienen una derivación 
importante sobre el conflicto, nunca decidido en el 
esquizofrénico, entre los instintos de vida y de muerte.
54. Antes de que consideremos los mecanismos que 
resultan de estas características, quiero exponer breve­
mente algunos puntos referentes a la transferencia. El 
vínculo con el analista es prematuro, precipitado y de 
una intensa dependencia; cuando bajo la presión de 
sus instintos de vida y muerte, el paciente ensancha el 
contacto, se ponen de manifiesto dos corrientes con­
currentes de fenómenos. Primero, la escisión de su 
personalidad y la proyección de los fragmentos dentro 
del analista (es decir, la identificación proyectiva) que 
se hace hiperactiva con los consecuentes estados confu- 
sionales que Rosenfeld (9) ha descripto. Segundo: Jas 
actividades mentales y toda otra a través de las cuales 
el impulso dominante, sea de vida o de muerte, trata 
de expresarse, "son de inmediato sujetas a mutilaciones 
por el im pulso tem porariam ente subordinado. E l p a ­
ciente perseguido por esas mutilaciones, y tratando de 
escapar al estado confusional, retoma a una relación 
restringida. Oscilaciones entre tentativas de ensanchar 
el contacto y tentativas de restringirlo se suceden con­
tinuamente a lo largo del análisis.
55. Volviendo ahora a las características que enun­
cié como intrínsecas de la personalidad esquizofrénica, 
diré que constituyen un legado que asegura que su 
poseedor progresará a través de las posiciones esqui- 
zoparanoide y depresiva de una manera marcadamen­
te diferente de los que no tienen dichas características. 
La ^diferencia gira alrededor del hecho de que esta 
combinación de cualidades lleva a fragmentaciones 
mínimas de la personalidad, particularmente del apa­
VOLVIENDO A PE N SA R 67
rato de tomar conciencia de la realidad que Freud des­
cribió como entrando en juego ante el requerimiento 
del principio de realidad; y además, a una excesiva 
proyección de estos fragmentos de la personalidad en 
objetos externos.
He descripto algunos aspectos de estas teorías en mi 
trabajo para el Congreso Internacional de 1953 (1), 
cuando hablaba de la asociación de la posición depre­
siva, con el desarrollo del pensamiento verbal y la sig­
nificancia de esta asociación para la toma de concien­
cia de la realidad interna y externa. En este trabajo 
retomo el mismo tema, solamente que en un estadio 
más temprano, diríamos, el comienzo de la vida del 
paciente. Me refiero a fenómenos de la posición esqui- 
zoparanoide que posteriormente están asociados cdn 
el comienzo del pensamiento verbal. Espero que esto 
surja así de aquí.
56. Las teorías de Freud y Melanie Klein a las cua­
les me referí' anteriormente, deben ser consideradas 
ahora con más detalle. En su trabajo Neurosis y psi­
cosis de 1924, Freud definía uno de los hechos que 
mejor distinguía la neurosis de la psicosis: “ En la 
primera, el yo, en virtud de su lealtad a la realidad, 
suprime una parte del ello (la vida instintiva) mientras 
que en la psicosis, el mismo yo está al servicio del ello, 
y se retira de una parte de la realidad” (4). Presumo 
que cuando Freud habla de la lealtad del yo a la reali­
dad, habla del desarrollo que él describe que tiene 
lugar cuando el principio de realidad se instituye. Di­
ce: “ Las nuevas demandas hacen necesario una suce­
sión de adaptaciones en el aparato mental, que a causa 
de nuestros conocimientos insuficientes o inciertos, sólo 
podemos detallar en forma muy elemental” . Luego 
apunta la siguiente lista: La mayor importancia de 
los órganos de los sentidos dirigidos hacia el mundo
68 W . R. BION
exterior y de la conciencia ligada a ellos; la atención 
a la que considera una función especial que investiga 
el mundo exterior para que sus señales sean ya fami­
liares si una necesidad interna urgente emerge; un 
sistema de notación cuya tarea es la de depositar los 
resultados de esta actividad periódica de la conciencia, 
y que él describe como una parte de lo que llamamos 
memoria; el juicio, que debe decidir si una idea par­
ticular es verdadera o falsa; el empleo de la. descarga 
motora para una alteración apropiada de la realidad 
y no simplemente como una descarga del aparato men­
tal de un incremento de estímulo; y finalmente, el 
pensamiento que es el que según Freud, hace posible 
tolerar la frustración, que es un acompañante inevita­
ble de la acción, en virtud de sus cualidades de forma 
experimental de acción. Como veremos, yo extiendo 
mucho más la función e importancia del pensamiento, 
pero por lo demás, acepto esta clasificación de las fun­
ciones del yo, que Freud adelantó putativamente, ha­
ciendo concreta la parte de la personalidad que trato 
en este trabajo.
Concuerda con la experiencia clínica y esclarece su­
cesos que habría encontrado infinitamente más oscuros 
sin ella.
Haré dos modificaciones en la descripción de Freud 
para acercarla más a los hechos. No creo, al menos 
en cuanto a los pacientes que encontramos en nuestra 
práctica analítica, que el yo se retire nunca totalmente 
de la realidad. Diría que su contacto con la realidad, 
está encubierto, por la predominancia en la mente y la 
conducta del paciente, de una fantasía omnipotente 
encaminada a destruir, tanto la realidad como la con­
ciencia de la misma, y así entonces, alcanzar un estado 
que no es ni la vida ni la muerte. Desde que el con­
tacto con la realidad nunca se pierde completamente,
VOLVIENDO A PENSAR 69
los fenómenos que estamos acostumbrados a asociar 
con la neurosis, nunca están ausentes y, sirven para 
complicar el análisis, cuando se ha hecho un progreso 
suficiente al estar presentes en medio de material psi- 
cótícó. Sobre el hecho de que el yo mantiene contacto 
con la-'realidad, depende justamente la existencia de 
una personalidad no psicótica paralela, pero oscure­
cida por la personalidad psicótica.
57. Mi segunda modificación, es la de que el retiro 
de la realidad, es una ilusión, no un hecho y emerge 
dél despliegue de identificación proyectiva en contra 
del aparato mental enumerado por Freud. Es tal la 
predominancia de esta fantasía, que parece evidente 
queno es fantasía, sino un hecho para el paciente, 
quien actúa como si su aparato perceptual pudiera ser 
escindido en diminutos fragmentos y proyectado en 
sus objetos.
Como resultado de estas modificaciones llegamos a 
la conclusión que pacientes bastante enfermos, tanto 
como para ser clasificados como psicóticos, contienen 
en su psiquis, una parte no psicótica de la personali­
dad, víctima de los múltiples mecanismos neuróticos 
con los cuales el psicoanálisis nos ha familiarizado; y 
una parte psicótica de la personalidad, mucho más 
dominante que la parte no psicótica, que existe pero 
como una yuxtaposición negativa con la anterior, y 
por la cual se ve oscurecida.
Una concomitancia al odio de la realidad que 
Freud remarcó, son las fantasías de ataques sádicos al 
pecho, que ocurren en el niño psicótico, y que Melanie 
Klein describió, como parte de la fase esquizoparanoi- 
de (8). Quiero destacar que en esta fase, el psicótico, 
escinde sus objetos, y simultáneamente toda la parte 
de su personalidad que le daría conciencia de la reali­
dad que él odia., en muy diminutos fragmentos, y es
70 W . R. BION
por eso, que el sentimiento del psicótico, es que no 
podrá nunca restaurar sus objetosPo su yo.' Como re- 
sultádo de estos ataques de escisión, todos'aquellos, 
aspectos de su personalidad que le proveerían de fun­
damentos para la comprensión intuitiva de sí mismo 
y dé otros, están perturbados desde el comienzo. Todas 
las' funciones que Freud describió, como una respuesta 
evolutiva al principio de la realidad en estadios poste­
riores, es decir, conciencia de las impresiones senso­
riales, la atención, lar'tnéfxioria, el juicio, el pensamien- 
tdfha atraído contra ellosj en una forma tan primaria 
como pueden poseerla al comienzo de la vida, los.ata­
ques sádicos de escisiones eviscerantes que las condu- 
cénlTésfar diminutamente fragmentadas y luego a ser 
expulsadas de la personalidad, para penetrar o enquis- 
tar los objetos. En la fantasía del paciente, las par­
tículas del yo expelidas, llevan una existencia inde­
pendiente e incontrolada, tanto sea contenidas en, o 
conteniendo los objetos externos; continúan ejerciendo 
sus funciones como si la expulsión S"ta cual han sido 
sujetas, hubiera servido solamente, para aumentar su 
número y provocar hostilidad contra la psiquis que 
las había expulsado. En consecuencia, el paciente se 
siente como rodeado por objetos bizarros cuya natu­
raleza-describiré a continuación.
58. fiada partícula es sentida como consistiendo de 
un objeto real que estaría encapsulado en una paTte 
dé la personalidad que lo ha engullido. La naturaleza 
de esta partícula, completa, dependerá parcialmente, 
del carácter del objeto real, digamos, un gramófono, y 
parcialmente del carácter de la partícula de la perso­
nalidad que le ha engolfado. Si la parte de la perso­
nalidad, está en la relación con la visión, cuando el 
gramófono suena, será sentido como observando al 
paciente; si lo está con la audición, el gramófono tiene
VOLVIENDO A PENSAR 71
el sentido como que está escuchando al paciente. El 
objeto, enojado por la situación, se hincha, .diríamos., 
y cubre y controla la pieza de la personalidad que la 
engolfa; es en ese sentido que la partícula de la perso­
nalidad se jia vuelto una “cosa” ._ Dado que estas par­
tículas son de las cuales depende el paciente para 
usarlas como prototipo de ideas —posteriormente para 
formar la matriz de la cual emergerán las palabras— 
esté~dommio de una parte de la personalidad por el 
objeto .contenido pero controlador, lleva al paciente, a 
sentir^ que las palabras son en verdad las cosas que 
nombran, y esto, aumenta la confusión, descripta por 
Segal, porque el paciente equipara pero no simboliza. 
A causa ae que el paciente, usa estos objetos bizarros, 
para_obtener sus pensamientos, nos lleva ahora a un 
nuevo problema. Si consideramos que uno de losxobje- 
tivos del paciente para usar la escisión y la identifica­
ción proyectiva, es la de desprenderse de la conciencia 
de la realidad, está claro que podría, adquirir el má­
ximo de separación de la realidad,' con la mayor eco­
nomía de esfuerzo, si pudiera lanzar estos ataques 
destructivos contra el vínculo, cualquiera que este sea, 
qú5“coiiecta las impresiones de sus sentidos con la con- 
ciehcÍa7~En mi trabajo para el Congreso Internacional 
de 1953’ ( 1) , mostré que la conciencia de la realidad 
psíquica, depende del desarrollo de la capacidad del 
pensamiento verbal, cuyos fundamentos están ligados 
con~Ta "posición depresiva. Es imposible considerar 
esté ahora. Los referiré al trabajo de Melanie Klein 
de 1930, sobre “La importancia de la formación de 
los símbolos en el desarrollo del yo” (6), y al trabajo 
para la Sociedad Británica de Psicología en 1953 de 
Hanna Segal (10) . En este último Segal demuestra 
la importancia de. la formación de símbolos y explora 
su relación con el pensamiento verba! y las tendencias
72 W . R. BION
reparatorias normalmente asociadas con la posición 
depresiva. Yo hago referencia aquí a un estadio más 
temprano de la misma historia. Creo que el daño que 
se hace mucho más evidente en la posición depresiva, 
en realidad se inició en la fase esquizoparanoide, cuan­
do se echan las bases para el pensamiento primitivo, 
pero que no llega a establecerse a causa de la exage­
ración de la escisión y de la identificación proyectiva.
59. Freud atribuye al pensamiento, la función de 
proveer un medio para restringir la acción. Pero ade­
más dice: “ Es probable que el pensar sea originaria­
mente inconsciente, ya que emergió de la mera idea­
ción y viró a las relaciones entre las impresiones de 
objeto, y que luego se revistió con cualidades percepti­
bles para la conciencia solamente a través de su cone­
xión con las huellas mnémicas de las palabras” (2). 
Mis experiencias me han llevado a suponer que existe 
déíHe el comienzo, alguna clase de pensamiento, refe- 
ride—a lo que llamaríamos ideografía y visión, más 
q'uO"á las palabras y al oído. Este pensamiento, de­
pende de una capacidad paramuna introyección y pro­
yección de objetos equilibrada y a fortiori de la toma 
de conciencia de los mismos. _ Esto, está dentro de la 
capacidad de la parte ño psicótica de la personalidad, 
en parte, a causa de la escisión y expulsión del aparato 
de la conciencia que he descripto, y en parte, por 
razones que voy a describir ahora.
Gracias a las operaciones de la parte no psicótica
de M.personalidad, el paciente es consciente de que
la introyección conduce a la formación del pensamien­
to inconsciente del cual Freud habla como “ aplicado 
a las relaciones entre las impresiones de objetos” . Creo 
ahora que es este pensamiento inconsciente el que 
Freud define como aplicado a las relaciones entre las 
impresiones de objeto el que es responsable por “ la
conciencia ligada a” las impresiones sensoriales. Me 
apoyo en su afirmación hecha doce años más tarde 
en su trabajo El Yo y el Ello. Allí dice que la pre­
gunta: “ ¿Cómo se hace una cosa consciente?” puede 
ser más ventajosamente planteada: “ ¿ Cómo una cosa 
se hace preconsciente?” Y la respuesta sería: “ Co­
nectándose con las imágenes verbales que le corres­
ponden” (3). En mi trabajo de 1953 (1) dije que 
el pensamiento verbal está ligado con la conciencia de 
la realidad psíquica; pienso que esto también es cierto, 
en cuanto al pensamiento preverbal del cual hablo 
ahora. En vista de lo que he dicho de los ataques dél 
psicótico sobre el aparato mental que le permite tomar 
conciencia de la realidad externa e interna, se podría 
esperar que el despliegue de identificación proyectiva 
sería particularmente severo, en contra del pensamien­
to, de cualquier clase que sea, que estuviese dirigido 
a relaciones entre las impresiones de objeto; porque 
si este vínculo pudiera ser roto, o mejor aún, no 
forjarse nunca, por lo menos la conciencia de la reali­
dad podría ser destruida, aunque la realidad misma 
nunca lo fuera. Pero, en verdad, el trabajo de destruc­ción ya está hecho a medias, por lo menos dado que 
el material del cual se forma el pensamiento en el no 
psicótico mediante una introyección y 'proyección, 
equilibrada, no está disponible para la parte psicótica 
■déla personalidad, a causa de que la proyección e 
introyección han sido desplazadas por la identificación 
proyectiva y solo quedan los objetos bizarros que he 
descripto!
i 60. En realidad, no solamente el pensamiento pri­
mitivo es atacado a causa de que conecta las impre- 
siones sensoriales de la realidad con la conciencia, sino 
¡que dada la mayor destructividad del psicótico los 
procesos de escisión se extienden a los vínculos, dentro
VOLVIENDO A PENSAR 73
74 W . !R. BIO N
del proceso mismo del pensamiento. Tal como lo im­
plica la frase de Freud de que el pensamiento redunda 
en las relaciones entre las impresiones de objeto, esta 
primitiva matriz de ideografías, de la cual surge el 
pensamiento, contiene en sí misma eslabones entre una 
ideografía y otra. Todos éstos son atacados, hasta que 
finalmente, dos objetos, no pueden ser puestos en con­
tacto de manera tal de dejar a cada uno sus cuali­
dades intrínsecas intactas y además con la capacidad 
de producir un nuevo objeto mental a través de él. 
Consecuentemente, la formación de símbolos cuya efec­
tividad-terapéutica depende de la posibilidad de juntar 
dos objetos, de manera tal que su semejanza sea mani- 
fiestaT y sin embargo, su diferencia quede inalterada, 
resulta muy dificultoso. En un estadio aun posterior, 
e l' resultado de estos ataques de escisión se ven en la 
negación de la articulación como principio para la 
combinación de las palabras. Esto no significa que 
los objetos no pueden ser juntacfos; como mostraré más 
adelante cuando hable de la aglomeración, esto no es 
cierto de ninguná manera. Pop otra parte, desde que 
“lo que conecta” no solo ha sido minuciosamente frag­
mentado, sino también proyectado dentro de objetos y 
unido con otros objetos bizarros, el paciente se siente 
rodeado por minúsculos eslabones que estando impreg­
nados ahora con crueldad, unen objetos cruelmente.
Para concluir la descripción de la fragmentación del 
yo y su expulsión en, y alrededor de sus objetos, diré 
que creo que estos procesos que he descripto son el 
factor central, en tanto que tal factor pueda ser aisla­
do sin distorsión, en la diferenciación de la parte 
psicótica de la no psicótica de la personalidad. Esto 
tiene lugar en el comienzo de la vida del paciente. 
Los ataques sádicos sobre el yo y sobre la matriz del 
pensamiento, y la identificación proyectiva de los frag­
VOLVIENDO A PE N SA R 75
mentos, hace que desde aquí en adelante haya una 
divergencia cada vez mayor entre las partes psicóticas 
y no' psicóticas de la personalidad, hasta que al fin 
el espacio entre ambas es sentido como imposible de 
ser cubierto.
| 61. Para el paciente, las consecuencias son de que
ahora se mueve, no en un mundo de sueños, sino en 
un mundo de objetos que ordinariamente constituyen 
los artefactos de los sueños. Las impresiones de sus 
sentidos parecen haber sufrido una mutilación, tal co­
mo si hubieran sido atacados, en la forma en que el 
pecho es sentido que fue atacado en las fantasías sá­
dicas del niño (5). El paciente se siente prisionero en 
ese estado mental al que ha llegado, e incapaz de es­
caparse, a causa de que siente que le falta el aparato 
de la conciencia de la realidad, que es simultáneamente 
la llave de escape y la libertad a la cual escaparía. 
La sensación de aprisionamiento se intensifica por la 
amenazadora presencia de los fragmentos expulsados, 
dentro de cuyo movimiento planetario se halla el pa­
ciente. Estos objetos, primitivos pero complejos, par­
ticipan de las cualidades que en la personalidad no 
psicótica, son peculiares a la materia, objetos anales, 
sensaciones, ideas y superyó.
62. La diversidad de tales objetos, al depender de 
la sensación en la cual están sumergidos, advierte más 
de lo que la rápida indicación que he dado del modo 
que se originan. La Reacción de estos objetos con el 
material del pensamiento ideográfico, lleva al paciente 
á confundir objetos reales con ideas primitivas; y luego 
aTá confusión, cuando obedecen las leyes de las cien­
cias naturales y no las del funcionamiento mental. 
Si el paciente desea recuperar uno de estos objetos, en 
una tentativa de restitución de su yo, y en análisis 
justamente, se siente impelido a hacer tal tentativa,
76 W . R. BION
tiene que recuperarlos por una identificación proyec- 
tiva revertida y por el mismo camino por el cual fue­
ron expelidas. Ya sea que sienta que uno de estos 
objetos ha sido puesto de vuelta por el analista, o que 
sienta que él los ha retomado, lo mismo sentirá el 
ingreso como una agresión. El grado extremo al cual 
ha llevado la escisión de los objetos y del yo, hace que 
cualquier tentativa de síntesis sea muy dificultosa. 
Además, como se ha librado de “lo que junta”, su 
capacidad para la articulación, sus métodos para la 
síntesis son sentidos como macilentos; puede compri­
mir pero no puede juntar; puede fundir pero no pue­
de articular. Como resultado de la eyección y al igual 
que toda otra partícula expelida, la capacidad para 
juntar es sentida mucho peor que lo que era cuando 
fue evacuada. Toda articulación que tiene lugar, es 
hecha vengativamente, es decir, de una manera ex­
presamente contraria a los deseos del paciente en ese 
momento. En el curso del análisis, este proceso de 
compresión o aglomeración pierde algo de su malig­nidad y entonces emergen nuevos problemas.
63. Debo llamar la atención de ustedes a un punto 
que requiere un trabajo por sí mismo y por lo tanto 
no puedo más que mencionarlo aquí. Está implícito 
en mi descripción que la personalidad psicótica o 
parte de la personalidad, ha usado la escisión y la 
identificación proyectiva como sustituto de la repre­
sión. Cuando y donde la parte no psicótica de la per­
sonalidad, recurre a la represión como modo de eli­
minar ciertas tendencias de la mente, tanto sea de la 
conciencia como de otras formas de manifestación y 
actividad, la parte psicótica de la personalidad intenta 
librarse del aparato del cual la psiquis depende para 
llevar a cabo las represiones; el inconsciente parece­
ría estar reemplazado por un mundo de elementos de 
los sueños.
64. Trataré ahora de describir una sesión real; es 
una experiencia clínica basada en estas teorías más 
bien que una descripción de las experiencias sobre las 
cuales basé estas teorías, pero espero que podré señalar 
el material de sesiones previas que me llevaron a inter­
pretar las cosas tal como lo hice.
El paciente, en el momento de esta sesión, de la que 
describo una pequeña parte, ha estado viniendo por 
espacio de seis años. A veces llegaba con 45 minutos 
de atraso, pero nunca perdió una sesión; las sesiones 
nunca sobrepasaron su límite de hora. Esta mañana 
llegó con 15 minutos de atraso y se tiró sobre el diván. 
Empleó cierto tiempo, en girar de un lado para otro, 
ostensiblemente tratando de acomodarse. Al final, 
dijo: “No creo que consiga hacer algo hoy; debí haber 
llamado a mi madre”. Hizo una pausa y luego prosi­
guió: “No; pensé que iba a ser así”, una pausa más 
prolongada y entonces: “Nada más que cosas inmun­
das y olores” ; y luego: “Creo que he perdido mi vista” . 
Habían pasado 25 minutos, y yo hice aquí una inter­
pretación; pero antes de repetirla, quisiera relatar al­
gún material previo, que espero hará más comprensible 
mi intervención.
Cuando el paciente maniobraba en el diván, le esta­
ba observando algo que era familiar para mí. Cinco 
años antes me había explicado que su médico le acon­
sejó una operación para la hernia y que su incomo­
didad y sus movimientos eran a causa de la misma. 
Pero era evidente que se trataba más que de la hernia y 
la actividad racional. Le había preguntado a veces, 
cuál era la causa de estos movimientos y a estas pre­
guntas respondió: “Nada”. Otra vez dijo: “No sé”. 
Sentí que ese “nada”era una invitación velada a que
VOLVIENDO A PENSAR 7 7
78 W . R. BIO N
me ocupara de mis propias cosas, tanto como la ne­
gación de algo muy malo. Proseguí a través de sema­
nas y años observando sus movimientos. Un pañuelo 
fue acomodado cerca de su bolsillo derecho; arqueó 
su espalda ¿seguramente un gesto sexual? Un encen­
dedor se escapó de su bolsillo. ¿Lo levantaría? Sí. No. 
Tal vez, no. Bueno, sí. Fue recogido del suelo y colo­
cado al lado del pañuelo. Inmediatamente una llu­
via de monedas, corrió sobre el diván hasta el suelo. 
El paciente quedó tieso y esperó. Sus gestos parecieron 
sugerir que tal vez fue imprudente recoger el encen­
dedor, pues había provocado la caída de las monedas. 
Esperó alerta, furtivamente. Y finalmente hizo la ob­
servación que transcribí. Me acordé de sus descrip­
ciones producidas a lo largo de muchos meses, acerca 
de las tortuosas maniobras que tenía que emprender 
antes de ir al toilette, o bajar para el desayuno o tele­
fonear a su madre. Yo estaba acostumbrado a recor­
dar muchas de sus asociaciones libres que podían ser 
fácilmente apropiadas, para la conducta que mostró 
en ésta como en muchas otras mañanas. Pero éstas 
fueron ahora mis asociaciones, y una vez que probé 
hacer uso del material en una interpretación, esa fue 
exactamente la respuesta que él había dado. Una 
interpretación que recordé, había tenido buen resul­tado.
Le señalé entonces que él había sentido más o me­
nos lo mismo acerca de estos movimientos que lo que 
había sentido acerca de un sueño que me había con­
tado -—no tenía idea acerca del sueño, ni idea acerca 
de los movimientos. “Sí”, dijo. “Eso es.” “Y sin em­
bargo, repliqué, usted una vez tuvo una idea acerca 
de esto; pensó que era la hernia.” “Eso no es nada” 
replicó, y se quedó callado, casi astutamente diría, 
para ver si yo había pescado el punto. “Así que nada
VOLVIENDO A PE N SA R 79
es realmente una hernia” dije. “No tengo idea, res­
pondió, sólo una hernia.” Quedé sintiendo que su 
“no tengo idea”, era igual al “Sin ideas”, acerca de 
los sueños y los movimientos, pero por lo menos en 
aquella sesión no pude ir más lejos. A este respecto 
los movimientos y los sueños eran francos ejemplos de 
tentativas mutiladas de cooperación, y acerca de esto 
también le había llamado la atención.
65. Se les ocurrirá, como a menudo se me ha ocu­
rrido a mí, que estaba observando una serie de presen­
taciones dramáticas minúsculas, preparaciones para el 
baño o la alimentación de un bebé,, o el ..cambio de 
pañales, o una seducción sexual. Más a menudo, sería 
correcto decir, que la presentación era un conglome­
rado, de.pedazos sacados de un número de tales escenas, 
y fue esta impresión que me llevó finalmente a su­
poner que estaba observando una actividad ideomótd- 
ía, es decir, un medio de expresar una idea sin nom­
brarla. De aquí hay un corto paso a pensar que esta 
clase de actividad motora, es la que Freud ha descrip- 
to como característica de la supremacía del principio 
del placer (1). Porque en cuanto que yo estaba obser­
vando fenómenos psicóticos, el_ paciento ño podía estar 
actuando como respuesta a lá percepción de realidad 
externa; estaba mostrando la clase de descarga motora 
que Freud describió como bajo la supremacía del prin- 
cipio del placer “ha servido para descargar el apa­
rato mental del. incremento de estímulos, y para llevar 
a" cabo tal tarea ha enviado inervaciones hacia el 
interior del cuerpo (expresiones gesticulares de afec­
to)” . Esta impresión, fue la que tuve de nuevo cuando 
el paciente dijo: “No creo que pueda hacer algo hoy” . 
Era una observación que podía referirse a la probabi­
lidad de producir material para interpretaciones, o 
igualmente a la probabilidad de que yo produjera al-
80 W . R. BION
guna interpretación. “Debiera haber telefoneado a mi 
madre”, podía significar que su fracaso en hacerlo era 
el castigo por no ser capaz de hacer análisis. También 
significaba que su madre sabría cómo hacerlo —ella 
podría obtener asociaciones de su material, o inter­
pretaciones de mí; algo dependía de lo que su madre 
significara para él, pero en este punto yo estaba a 
oscuras. Ella apareció en el análisis como una simple 
mujer trabajadora que había tenido que salir a trabajar 
para mantener la familia; este punto de vista era sos­
tenido con el mismo grado de convicción con que 
sellaba sus afirmaciones de que la familia era extre­
madamente rica. Se dignó concederme algunos vis­
tazos de ella, como una mujer con tal cantidad de 
compromisos sociales que le restaba escasísimo tiempo 
para satisfacer las necesidades tanto del paciente, que 
era su hijo mayor, o de su hija, dos años mayor que 
el paciente, o del resto de la familia. La describió, si 
algo tan inarticulado puede ser llamado descripción, 
privada de sentido común o cultura, y sin embargo 
habituada a visitar galerías de arte de fama interna­
cional. Me dejó inferir que en la crianza de los niños 
fue ignorante y afanosa en extremo. Puedo decir que 
para esa época a la que me estoy refiriendo, conocía 
poco más de su madre real que lo que habría conocido 
una persona que se ha librado de su yo en la forma 
que he descripto como típica de la personalidad psicó- 
tica. Sin embargo, tenía estas impresiones y otras que 
omito, y sobre ellas basé mis interpretaciones. La res­
puesta del paciente a estas interpretaciones fueron de 
franco rechazo y absoluta inadmisibilidad a causa de 
ser equivocadas, o acertadas, pero inoportunamente 
dichas, por ser sentidas, como que yo había estado 
usando su mente (en verdad sería su capacidad de 
contacto con la realidad) sin su permiso. Se observará
VOLVIENDO A PENSAR 81
que con esto, él expresaba una negación celosa de mi 
insight.
66. Cuando el paciente dijo, después de una pausa, 
que él sabía que esto sería así, presumí con seguridad 
que era yo el que tenía pocas probabilidades de hacer 
algo en esa sesión y que su madre era alguna persona 
o cosa que podría habilitarlo para manejarse más sa­
tisfactoriamente. Esta impresión se fortificó más por 
la próxima asociación.
Si las teorías que describí son correctas, entonces, en 
cualquier situación dada, un paciente que está sufi­
cientemente enfermo como éste, que se hallaba inter­
nado, tiene dos problemas para resolver: uno, pertene­
ciente a la parte no psicótica de la personalidad, y otro 
de la parte psicótica. En este caso particular, y en 
este particular momento, la personalidad psicótica y 
sus problemas todavía oscurecían la personalidad no 
psicótica y sus problemas. Sin embargo, como espero 
mostrar, la última podía ser discernible en el material. 
La personalidad no psicótica estaba preocupada con 
un problema neurótico, es decir, un problema que se 
centraba en la resolución de un conflicto de ideas y 
emociones, al cual había dado lugar las operaciones 
del yo. Pero la personalidad psicótica estaba dedicada 
al problema de reparar el yo, y la clave de esto residía 
en el temor de haber perdido su vista. Desde que era 
el problema psicótico el que se imponía, me encaré 
con él tomando primero su última asociación. L e , 
dije que esas cosas y olores inmundos era lo que él 
sentía que me había obligado a hacer, y que sentía que 
mé había compelido a defecar esas cosas y olores in­
mundos, incluyendo la vista que él había puesto en mí. 
El paciente saltó convulsivamente y lo vi escudriñar 
cuidadosamente lo que parecía ser el aire que lo ro­
deaba. Entonces le dije que se sentía rodeado por
82 W . R. BIO N
pedazos de cosas malas y mal olientes de sí mismo, 
iricluyéndo sus ojos que él sentía haber expulsado por 
su año. Replicó: “No puedo ver” . Entonces le dije 
que _ sentía que había perdido la vista y su habilidad 
para hablar a su madre o a mí, cuando se había libra­
do de esas habilidades, evacuándolas para evitar el 
dolor.
67. En esta última interpretación, yo usaba una se­
sión de varios meses antes, en la cual, el paciente se 
quejaba de que el análisis era una tortura, una tortura 
de recuerdos.Le mostré entonces, como lo había evi­
denciado en esta sesión con sus saltos convulsivos, que 
él Había conseguido anestesiarse librándose de sus re­
cuerdos y de cualquier otra cosa que pudiera hacerle 
sentir dolor.
Eí dijo: “Mi cabeza se está partiendo; pueden ser 
mis anteojos oscuros”. Unos cinco meses antes, yo 
había estado usando anteojos oscuros; el hecho no 
había producido reacción visible alguna desde ese día 
hasta ahora; pero es menos sorpresivo el asunto si con­
sideramos que al usar anteojos oscuros, yo fui sentido 
por él como uno de los objetos a los cuales me había 
referido cuando describí el destino de las partículas 
expelidas del yo. Ya expliqué que la personalidad psi- 
cótica parece que tuviera que esperar la ocurren­
cia de un suceso apto, antes de que se sienta en 
posesión de una ideografía apropiada para usarla en 
la comunicación consigo mismo o con los otros. Re­
cíprocamente, otros sucesos que podrían haber tenido 
significación inmediata para la personalidad no psi- 
cótica, son desaprovechados a causa de que son senti­
dos significantes, solamente como ideografías que no 
sirven para una necesidad inmediata. En el ejemplo 
presente el problema creado por mi uso de los anteojos 
oscuros, estaba oscurecido para la parte no psicótica
VOLVIENDO A PE N S A R 83
de la personalidad a causa de que la parte psicótica 
era la dominante, y en esta parte, el suceso era mera­
mente significante como una ideografía para la cual 
no había una necesidad inmediata. Cuando por fin 
el hecho irrumpió en el análisis, tuvo la apariencia 
superficialmente, de una especie de reacción diferida; 
pero tal punto de vista depende de la suposición que 
la asociación de los anteojos oscuros era una expresión 
del conflicto neurótico en la parte no psicótica. Y en 
verdad, no era una expresión diferida de un conflicto 
de la parte no psicótica, sino como mostraré, la movi­
lización de una ideografía necesaria para la parte 
psicótica para reparar de inmediato al yo dañado por 
el exceso de identificación proyectiva que he descripto. 
Tales obstrucciones de hechos que pasan originalmente 
en silencio, no son importantes por su aparición dife­
rida, sino porque evidencian la actividad de la parte 
psicótica de la personalidad.
Suponiendo entonces que los anteojos oscuros son 
aquí la comunicación verbal de una ideografía, es ne­
cesario determinar la interpretación de la ideografía. 
Temo que deberé comprimir tal vez hasta hacer in­
comprensible, las evidencias que poseo. Los anteojos 
contenían un recuerdo de la mamadera. Había dos 
anteojos o mamaderas, o sea, que se parecían al pe­
cho. Eran oscuros a causa del desagrado y del enojo. 
Eran de vidrio para vengarse de sus intentos de ver 
a través de ellos cuando eran pechos. Eran oscuros a 
causa de que él esperaba a la oscuridad para espiar a 
sus padres en coito. Eran oscuros a causa de que había 
tomado la mamadera, no para sacar leche, sino para 
ver lo que sus padres hicieron. Eran oscuros porque 
él los había tragado y no solamente la leche que con­
tenían. Y eran oscuros a causa de que los buenos obje­
tos claros se habían hecho negros y malolientes dentro
84 W . R. BION
de ellos. Todos estos atributos fueron logrados a través 
de las operaciones de la parte no psicótica de la per­
sonalidad. Agregado a estas características, estaban 
aquellas que he descripto como perteneciéndoles como 
parte del yo expulsada por identificación proyectiva; 
por ejemplo, su odio por sí mismo, como parte de sí 
mismo, que él había rechazado. Usando este cúmulo 
de experiencias analíticas, y aun concentrado en el 
problema psicótico, es decir, fa necesidad de reparar 
el yo para poder encarar las demandas de la situación 
externa, le dije:Analista. Su vista ha vuelto a ponerse dentro suyo, 
pero le parte la cabeza; usted la siente como una vista 
muy mala a causa de lo que usted le ha hecho a ella 
antes.
Paciente (moviéndose con dolor, como si protegiera 
su canal posterior). Nada.
Analista. Parecería ser su canal posterior.
Paciente. Censuras morales.
Le dije que su vista, los anteojos oscuros, fueron sen­
tidos como una conciencia que le castigaba, en parte, 
porque había tratado de librarse de ellos para evitar 
dolor, y en parte, porque él los había usado para es­
piarme, así como había espiado a sus padres. No siento 
que haya hecho justicia a lo compacto de la asociación.
Se observará que no he podido ofrecer una suges­
tión, en cuanto a que podía estar estimulando estas 
reacciones en el paciente. Esto no es extraño porque 
estoy tratando con un problema psicótico que al con­
trario del no psicótico, está relacionado precisamente 
con la destrucción de todo el aparato mental que trae 
conciencia de los estímulos de realidad, y por consi­
guiente, no puede discernirse la naturaleza y ni aun la 
existencia de tales estímulos. Sin embargo, la siguiente 
observación del paciente dio la clave.
VOLVIENDO A PENSAR 85
Paciente. El fin de semana; no sé si aguantaré.
Esto es un ejemplo de la forma en la cual el pa­
ciente sentía que había reparado su capacidad de con­
tacto y podía por lo tanto decirme que era lo cjue 
sucedía a su alrededor. Este era un fenómeno ya 
familiar para él y no se lo interpreté. En cambio le dije:
Analista. Usted siente que debe poder seguir sin 
mí. Pero para conseguirlo, siente que necesita poder* 
ver qué sucede a su alrededor, aun para poder comu­
nicarse conmigo; para poder contactar conmigo a la 
distancia, tal como hace con su madre, cuando usted 
le telefonea; así que trató de reobtener su habilidad 
para mirar y hablar de mí.
Paciente. Brillante interpretación. (Con brusca con­
vulsión.) ¡Dios mío!
Analista. Siente que puede ver y comprender ahora, 
pero lo que ve es tan brillante, que le causa un in­
tenso dolor.
Paciente (apretando sus puños y mostrando mucha tensión y ansiedad). Lo odio.
Analista. Cuando usted ve, aquello que usted mira, 
—la pausa del fin de semana y las cosas que espía en la 
oscuridad— lo llenan de odio y de admiración ha­cia mí.
Creo que en este punto la restauración del yo im­
plicó que el paciente se había enfrentado con su pro­
blema no psicótico, la resolución de sus conflictos 
neuróticos. Pienso así por las reacciones de las siguien­
tes semanas en que mostró su incapacidad de tolerar 
los conflictos neuróticos estimulados por la realidad y 
sus tentativas de resolverlos por identificación proyec­
tiva. A esto seguía tentativas de usarme como su yo, 
ansiedades acerca de su insania, posteriores tentativas
86 W . R . BION
para reparar su yo y volver a la realidad y la neurosis; 
y así el ciclo se repetía.
68. He descripto esta parte de una sesión en detalle, 
porque puede ser usada para ilustrar varios puntos sin 
sobrecargar al lector con un número de ejemplos dife­
rentes de asociaciones e interpretaciones. Lamento 
tener que excluir material muy llamativo y dramático, 
porque incluirlo implicaría agregar una abrumadora 
cantidad de descripción del diario análisis con su carga 
de claras incomprensiones, errores y demás, lo que 
produciría un cuadro completamente confuso. Al mis­
mo tiempo, no quiero dejar dudas de que el approach 
que describo, es el que según mi opinión, produce 
sorprendentes resultados. El cambio que tuvo lugar en 
este paciente durante las semanas en las que pude 
demostrar el interjuego que acabo de describir, fue tal 
que creo cualquier analista lo aceptaría de veras como 
una mejoría psicoanalítica. La conducta del paciente 
se ablandó; su expresión se hizo mucho menos tensa. 
En los comienzos y finales de sesiones podía mirarme 
a los ojos y no me evadía, ni como era frecuente antes, 
fijaba la mirada lejos como si yo fuera la superficie 
de un espejo delante de la cual él ensayaba algún 
drama interior, peculiaridad que me ayudó a menudo, 
a darme cuenta de que yo no era una persona real 
para él. Infortunadamente estos fenómenos no son 
fáciles de describir, y no intento hacerlo, porque quiero 
llamar la atención sobre una mejoría quehe encon­
trado, y aún encuentro en otros pacientes, sorpren­
dente y desconcertante. Como toca el tema principal 
de este trabajo, volveré sobre él retomando la discusión 
teórica que he interrumpido para introducir mi ejem­plo clínico.
69. Si el pensamiento verbal es lo que sintetiza y 
articula las impresiones y es así esencial para la con­
VOL'VIENDO A PEN SA R 87
ciencia de la realidad interna y externa, es de esperar 
que estará sujeto una y otra vez, a lo largo del aná­
lisis, a destructivas escisiones e identificaciones pro- 
yectivas. He descripto el comienzo del pensamiento 
verbal como perteneciendo a la posición depresiva, 
pero la depresión propia de esta fase, es en sí misma, 
algo por lo cual la personalidad psicótica protesta, y 
en consecuencia, el desarrollo del pensamiento verbal 
cae bajo ese ataque, siendo sus elementos expulsados 
de la personalidad a medida que se desarrollan por la 
identificación proyectiva cada vez que ocurre la depre­
sión. En su trabajo del Congreso Internacional de 
1955, Hanna Segal (11) describió la manera por la 
cual la psiquis maneja la depresión; los remitiría a 
aquella descripción complementándola con esa parte 
de la posición depresiva que he incluido aquí, en la 
discusión sobre el desarrollo del pensamiento verbal. 
Pero dije que aun en la fase más temprana, la posición 
esquizoparanoide, los procesos del pensamiento que ya 
estarían en desarrollo son también destruidos. En este 
estadio no hay problema de pensamiento verbal sino 
solamente progreso de un pensamiento primitivo de 
tipo preverbal. Una identificación proyectiva excesiva 
en este estadio tan temprano impide una introyección 
adecuada y la asimilación de las impresiones senso­
riales, y por lo tanto niega a la personalidad una base 
firme sobre la cual la iniciación del pensamiento pre­
verbal pueda proseguir. Además, no solamente el 
pensamiento es atacado por ser en sí mismo un ele­
mento vincular, sino que los factores que llevan a la 
coherencia de los pensamientos en sí, son igualmente 
atacados en tal forma, que al final los elementos del 
pensamiento, las unidades diría, de las cuales se cons­
truye el pensamiento, ya no pueden ser articuladas. 
El desarrollo del pensamiento verbal, por consiguiente.
8 8 W . R. BION
está comprometido tanto por los ataques continuos que 
he descripto como típicos en la posición depresiva, 
como por el'hecho de la larga historia de ataques so­
bre cualquier clase de pensamiento, de cualquier clase 
que preceda.
El esfuerzo de pensar que es una parte del eje cen­
tral 'de todo el proceso de reparación del yo, incluye 
el jjso de modos preverbales primitivos que han’ sufri­
do la mutilación y la identificación proyectiva. Lo que 
significa que las partículas del yo expulsadas, y sus 
acúmulos, tienen que volver a estar bajo control y por 
lo tanto dentro de la personalidad. La identificación 
proyectiva es entonces revertida y los objetos vuel­
ven por el mismo camino por el que fueron expelidos. 
Esto fue expresado por un paciente que decía que 
tenía que usar un intestino y no un cerebro para pen­
sar" y reforzó la agudeza de su descripción corrigién­
dome en una ocasión posterior, cuando le hablé de 
haber tomado algo tragándolo; el intestino no traga, 
me dijo. Para volver, estos objetos deben ser compri­
midos. Debido a la hostilidad con que. fue rechazada 
la función de articulación, ahora un objeto, los objetos 
solamente pueden ser unidos inapropiadamente o aglo­
merados. Sugerí en mi ejemplo clínico, que los anteo­
jos oscuros eran un ejemplo de esta clase de aglome­
ración de objetos bizarros que eran el producto de la 
identificación proyectiva del yo. Además, debido a la 
incapacidad del paciente para distinguir entre tales 
objetos y los objetos reales, es que debe esperar por 
sucesos apropiados que lo provean con ideografías que 
sus'impulsos de comunicar requieren. Este caso fue lo 
recíproco de esto, es decir, un ejemplo de almacenaje 
de un suceso no a cuenta de su significación neurótica, 
sino por su valor como ideografía. Esto significa que 
este particular uso de los anteojos oscuros es franca­
VOLVIENDO A PENSAR 89
mente avanzado. El almacenaje de tal suceso para ser 
usado como ideografía, se aproxima a la descripción 
de Freud de la búsqueda de datos de manera tal, que 
ya’seaíT familiares si surge una urgente necesidad in­
terna, como una función de atención, como uno de 
lolTásjaéctos del yo. Y también nos muestra, si bien 
rudimentariamente en este ejemplo, una ingeniosa 
aglomeración que sirve para transmitir significados. 
La* mejoría sorpresiva y desconcertante de que hablé, 
tendría que ver con esto de la aglomeración ingeniosa. 
Porque encontré, no solamente que los pacientes re­
curren más y más al pensamiento verbal ordinario, 
mostrando así un aumento de la capacidad del mismo 
y una consideración mayor por el analista como ser 
humano, sino que se hacen cada vez más hábiles en 
el manejo de este lenguaje más bien aglomerado cjue 
articulado. Lo importante del lenguaje civilizado es 
que simplifica grandemente las tareas del pensador o 
del que habla. Con tal instrumento los problemas 
pueden ser resueltos, a causa de que por lo menos 
pueden ser establecidos, sin el mismo ciertos interro­
gantes, cualquiera que sea su importancia, no podrían 
siquiera ser propuestos. Lo extraordinario es el tour 
de forcé por el cual primitivos modos de pensamiento 
son usados por el paciente para establecer temas de 
gran complejidad. Y esto mejora aun con nuevos y 
bien recibidos progresos. Y digo bien recibidos, por­
que aún no estoy satisfecho de que sea correcto ignorar 
el contenido de una asociación porque trabajar con 
ella tendría al analista hablando infinitamente más 
tiempo que al paciente. ¿ Cuál es por ejemplo la inter­
pretación correcta del contenido de “censuras mora­
les”? Y habiéndolo decidido, ¿cuál es el procedimiento 
correcto? ¿Hasta donde debe seguir uno la aclaración?
90 W . R. BION
Las partículas que deben ser empleadas participan 
de las cualidades de las cosas. El paciente parece sen­
tir ésto como un obstáculo adicional en sus reentradas. 
Como esos objetos expelidos por identificación pro- 
yectiva se vuelven infinitamente peores después de la 
expulsión que lo que eran cuando fueron originaria­
mente expelidos, el paciente se siente forzado, asaltado, 
y torturado por este reingreso, aun deseado por él. 
Esto se ve en el ejemplo que di por el movimiento 
convulsivo del paciente y por su sorprendente reacción 
a la “brillante” interpretación. Pero esto último, tam­
bién. muestra que los sentidos, como parte del yo' ex­
pelido, también son "dolorosamente comprimidos al 
reingresar.'.Esta'es a menudo la explicación de las ex­
tremadamente dolorosas alucinaciones táctiles, auditi­
vas"}- visuales presas de las cuales parece estar labo­
rando. La depresión y la ansiedad, estando sujetas a 
lós mismos mecanismos, son igualmente intensificadas 
hasta que el paciente se ve obligado a encararlas con la 
identificación proyectiva, como ha descripto Segal.
CONCLUSION
70. La experiencia de estas teorías en la práctica 
me ha convencido que ellas tienen real valor y con­
ducen a mejorías que todo psicoanalista debe sentir 
como merecedoras de prueba y escrutinio. Recípro­
camente, no creo que pueda lograrse un progreso real 
con psicóticos hasta que no se dé todo el valor a la 
divergencia entre la personalidad psicótica y no psicó- 
tica, y en particular al rol de la identificación pro­
yectiva en la parte psicótica de la personalidad como 
reemplazante de la regresión en la parte neurótica de 
la personalidad. El ataque destructivo del paciente a
VOLVIENDO A PENSAR 91
su yo y la substitución de la identificación proyectiva 
por la represión e introyección deben ser elaboradas. 
Considero que esto es también verdad eryri neurótico 
severo, en quien creo hay una personalidad psicótica 
oculta por la neurosis tanto como la personalidad neu­
rótica está oculta por la psicosis en el psicótico,y que 
tiene que ser descubierta. y tratada.
BIBLIOGRAFIA
1) Bion, W. R. (1953). “Notas sobre la teoría de la es­
quizofrenia” . Int. J. Psycho-Anal., vol. 35, 1954. Cap. 
• IV de este libro.
2) Freud, S. (1911). “Los dos principios del suceder psí­
quico”. Bibl. Nueva, tomo 2, pág. 495.
3) — (1923). El yo y el ello. Bibl. Nueva, tomo 2, pág. 9.
4) — (1924). Neurosis y psicosis. Bibl. Nueva, tomo 2, 
pág. 449.
5) Klein, M. (1928). “Estadios tempranos del complejo 
edípico”, en Contribuciones en psicoanálisis, Buenos Ai­
res, Hormé, 1964.
6) — (1930). “La importancia de la formación de los sím­
bolos en el desarrollo del yo”, en Contribuciones al psi­
coanálisis, Buenos Aires, Hormé, 1964.
7) — 1946). “Notas sobre algunos mecanismos esquizoides” , 
en Desarrollos en psicoanálisis, Buenos Aires. Hormé, 
1967.
8) — Desarrollos en psicoanálisis, Buenos Aires, Hormé, 
1967.
9) Rosenfeld, H. (1952). “Tranference-phenomena and 
Tranference-analysis in an Acute Catatonic Schizoprenic 
Patient”. Int. J. Psycho-Anal., vol. 33.
10) Segal, H. (1955). “Paper on Symbol-formation read to 
the Medical Section of the British Psychological Society” .
11) — (1956). “Depression in the Schizophrenic” . Int. J. 
Psycho-Anal., vol. 37.
8
ATAQUES AL VINCULO 1
92. En trabajos anteriores (3) he tenido ocasión, al 
referirme a la parte psicótica de la personalidad, de 
hablar de los ataques-destructivos del paciente a cual­
quier cosa que siente como teniendo la función de 
vincular un objeto con otro. En el presente trabajo, 
Ime propongo mostrar el significado de este tipo de 
ataque destructivo en la formación de algunos de los 
síntomas observados en casos limítrofes con la psicosis.
El prototipo de todos los vínculos que deseo consi­
derar'es el pecho o el pene primitivos. Doy por su­
puesto una familiaridad con las descripciones de Me- 
lanie Klein sobre las fantasías infantiles de ataques 
sádicos al pecho (6), la escisión de sus objetos por 
parte del lactante, la identificación proyectiva, que es 
el nombre que da al mecanismo por el cual partes de 
la personalidad son escindidas y proyectadas en objetos 
externos, y, finalmente, con su punto de vista sobre 
estadios tempranos del complejo de Edipo (5). Con­
sideraré los ataques fantaseados al pecho como el pro­
totipo de todos los ataques a objetos que sirven de 
vínculo y la identificación proyectiva como el meca-
1 Tnt. J. Psycho-Anal., vol. 40, partes V-VI, 1959.
VOLVIENDO A PE N SA R 129
nismo utilizado por la mente para deshacerse de frag­
mentos del yo producidos por su propia destructividad.
^Describiré primero las manifestaciones clínicas, pero 
no en el orden dictado por la cronología de su apari­
ción en la consulta, sino en aquel que permita que ia 
exposición de mi tesis sea lo más clara posible. Luego 
presentaré material seleccionado para demostrar el 
orden que estos mecanismos asumen cuando su interre­
lación está determinada por la dinámica de la situación 
analítica. Concluiré formulando observaciones teóricas 
sobre el material presentado. Los ejemplos provienen 
del análisis de dos pacientes, en una etapa avanzada 
de sus análisis. Para conservar el anonimato, no haré 
distinción entre los pacientes, y distorsionaré los hechos 
de una manera que espero no perturbará la exactitud 
de la descripción analítica.
La observación de la propensión del paciente a ata­
car el vínculo entre dos objetos, se ve simplificada 
porque el analista establece un vínculo con el paciente 
a través de la comunicación verbal y de la capacita­
ción que le presta su experiencia psicoanalítica. La 
relación creativa depende de esto y, por lo tanto, será 
fácil ver los ataques que se le hacen.
No me ocupo aquí de las resistencias típicas a las 
interpretaciones, sino que amplío a las referencias que 
hice en mi trabajo “La diferenciación de las personali­
dades psicóticas y no psicóticas” (3), a los ataques 
destructivos al pensamiento verbal mismo.
EJEMPLOS CLINICOS
93. Describiré ocasiones que me proporcionaron la 
oportunidad de formular una interpretación al pacien­
te, en un momento en que se la podía comprender.
130 W . R . BION
sobre una conducta destinada a destruir cualquier cosa 
que vincule a dos objetos.
Estos son los ejemplos:
I) Tuve oportunidad de dar al paciente una inter­
pretación que explicitaba los sentimientos afectuosos 
hacia su madre por la capacidad de ésta para tratar 
con un niño difícil. El paciente intentó expresar su 
conformidad y, aunque bastaba con decir unas pocas 
palabras, su manifestación se vio interrumpida por un 
tartamudeo muy pronunciado, de modo que su comen­
tario se extendió sobre un período de un minuto y 
medio. Los sonidos emitidos se parecían a inspiracio­
nes forzadas por falta de aire; estos jadeos se mezcla­
ban con burbujeos, como si estuviera sumergido en el 
agua. Le llamé la atención sobre estos sonidos y él 
mismo reconoció que eran insólitos, y proporcionó la 
descripción que acabo de hacer.
II) El paciente se quejaba de que no podía dor­
mir. Con muestras de miedo dijo: “ ¡N o puedo seguir 
así!” Mediante frases entrecortadas e inconexas, daba 
la impresión de que sentía superficialmente que alguna 
catástrofe iba a ocurrir, quizás algo parecido a la locu­
ra, si no lograba dormir. Refiriéndome al material de 
la sesión anterior, sugerí que temía soñar si se dormía. 
Él lo negó y dijo que no podía pensar porque estaba 
mojado. Le recordé su uso del término “mojado” , 
como expresión de desprecio hacia alguien que consi­
deraba débil y sentimental. No estuvo de acuerdo e 
indicó que el estado al cual se refería era exactamente 
el opuesto. Por lo que sabía del paciente, sentí que 
su corrección era válida en ese momento y que de 
alguna manera el “ estar mojado” se refería a una ex­
presión de odio y envidia del tipo de las que asociaba 
a ataques urinarios sobre un objeto. Por lo tanto, dije
VOLVIENDO Á PE N SA R 13,1
que además de este miedo superficial, temía dormir 
porque para él representaba el escurrimiento de su 
propia mente. Asociaciones posteriores demostraron 
que sentía que mis buenas interpretaciones eran cons­
tante y permanentemente fragmentadas por él y se 
transformaban en orina mental que se escurría incon­
trolablemente. El sueño era entonces inseparable de 
la inconsciencia, a su vez idéntica a un estar sin mente, 
estado sentido como irreparable. D ijo: “ Ahora estoy 
seco” . Contesté que él sentía que estaba despierto y 
podía pensar, pero que este buen estado sólo podía 
mantenerse precariamente.
III) En esta sesión el paciente trajo un material 
ocasionado por el intervalo del fin de semana. Su 
reconocimiento de tales estímulos externos se había 
hecho demostrable en una etapa comparativamente 
reciente del análisis. Hasta ese momento, su capacidad 
para aprehender la realidad era dudosa. Sabía que 
tenía contacto con la realidad porque había solicitado 
él mismo análisis, pero su comportamiento durante 
la sesión no permitía suponerlo. Cuando interpreté 
algunas asociaciones como prueba de que sentía que 
había visto y aún estaba viendo el acto sexual entre 
dos personas, reaccionó como si hubiera recibido un 
violento golpe. En ese momento no pude decir dónde 
había experimentado la agresión, y aun ahora, retros­
pectivamente, no tengo una impresión clara. Sería 
lógico suponer que el golpe había sido proporcionado 
por mi interpretación, y que, por lo tanto, vino de 
afuera, pero mi impresión es que lo sintió como pro­
viniendo de adentro; el paciente vivenciaba frecuente­
mente lo que describía como un ataque a puñaladas 
desde adentro. Se incorporó y quedó mirando fija­
mente al espacio. Le dije que parecía ver algo. Re­
plicó que no podía ver lo que veía. Gracias a expe-
132 W . R. BION
riendas previas pude interpretar que sentía que estaba 
“viendo” un objeto invisible; experiencias siguien­
tes me convencieron que en estos dos pacientes, de 
cuyos análisis extraje el material para este trabajo, 
hubo momentos en los que padecían alucinacionesvi­
suales-invisibles. Más adelante ofreceré mis razones 
para suponer que en éste y en el ejemplo previo ope­
raban mecanismos similares.
IV) En los primeros veinte minutos de la sesión el 
paciente hizo tres observaciones aisladas que no tenían 
ningún sentido para mí. A continuación dijo que pa­
recía que una muchacha que había conocido, lo estaba 
comprendiendo. Esto fue seguido por un movimiento 
violento, convulsivo, que él pareció ignorar. Parecía 
idéntico al ataque a puñaladas que mencioné en el 
último ejemplo. Traté de llamar su atención sobre 
este movimiento, pero ignoró mi intervención de la 
misma manera que ignoró el ataque. Dijo entonces 
que el cuarto estaba lleno de una bruma azul. Más 
tarde dijo que la bruma había desaparecido, pero que 
estaba deprimido. Interpreté que se sentía compren­
dido por mí. Esto era una experiencia agradable, pero 
el sentimiento agradable de ser comprendido había sido 
inmediatamente destruido y expulsado. Le recordé que 
recientemente habíamos visto su uso de la palabra 
“azul” como descripción condensada de una conversa­
ción sexual censurable. Si mi interpretación era co­
rrecta y los acontecimientos posteriores así lo sugieren, 
significaba que la experiencia de ser comprendido ha­
bía sido fragmentada, convertida en partículas de abu­
so sexual, y proyectada. Hasta este momento sentía 
que la interpretación se aproximaba a su vivencia. 
Las interpretaciones siguientes referidas a que la des­
aparición de la bruma se debía a la reintroyección y 
conversión en sentimientos depresivos, parecían tener
VOLVIENDO A PENSAR 133
menos realidad para el paciente. Pero, acontecimientos 
posteriores demostraron que podían ser correctas.
V) Esta sesión, como la de mi último ejemplo, em­
pezó con dos o tres observaciones como que hacía 
calor, que el tren había estado lleno y que era miér­
coles; esto ocupó treinta minutos. Surgió en mí la 
impresión de que estaba tratando de mantener el con­
tacto con la realidad, impresión que fue confirmada 
cuando dijo, a continuación, que temía una crisis. Un 
poco después dijo que yo no lo comprendería. Inter­
preté que él sentía que yo era malo y no aceptaría lo 
que él quería poner en mí. Lo hice en estos términos 
a propósito, porque había mostrado en la sesión pre­
via que sentía que mis interpretaciones eran un intento 
de expulsar sentimientos que él deseaba depositar en 
mí. Su respuesta fue que sentía que había dos nubes 
de probabilidades en el cuarto. Interpreté que él es­
taba tratando de deshacerse del sentimiento de que mi 
maldad era real. Dije que esto significaba que necesi­
taba saber si yo era realmente malo, o si vo era alguna 
cosa mala que había provenido de dentro de él. Aun­
que en el momento este punto no tenía una importan­
cia decisiva, me pareció que el paciente trataba de 
decidir si estaba alucinado o no. Esta ansiedad, recu­
rrente en su análisis, se asociaba al miedo de que la 
envidia y el odio a la capacidad de comprender, lo 
llevaba a introducir un objeto bueno y comprensivo, 
para destruirlo y expulsarlo; procedimiento que había 
conducido a menudo a la persecución por parte del 
objeto destruido y expulsado. Le era importante saber 
si mi negativa a comprender era una realidad o una 
alucinación, pero solamente porque esto determinaba 
qué experiencias dolorosas vendrían después.
VI) La mitad de la sesión transcurrió en silencio: 
el paciente entonces anunció que un pedazo de hierro
134 W . R. B IO S
había caído al suelo. Después hizo una serie de movi­
mientos convulsivos en siléncio, como si sintiera que 
lo atacaban físicamente desde adentro. Dije que no 
podía establecer contacto conmigo debido a su miedo 
a lo que ocurría dentro de él. Confirmó esto diciendo 
que sentía que lo asesinaban. No sabía qué haría sin 
el análisis, ya que éste lo mejoraba. Dije que se sentía 
tan envidioso de él mismo y de mí, porque podíamos 
trabajar juntos para mejorarlo, que nos incorporó a 
los dos como un pedazo de hierro muerto y un suelo 
muerto que se juntan, no para darle vida, sino para 
asesinarlo. Se puso muy ansioso y dijo que no podía 
seguir. Dije que no podía seguir porque estaba o muer­
to o vivo, y tan envidioso que tenía que determinar el 
buen análisis. Hubo una disminución marcada de la 
ansiedad, pero el resto de la sesión fue ocupada por 
observaciones aisladas sobre hechos reales que impre­
sionaban otra vez como un intento de mantener el 
contacto con la realidad externa como método de ne­
gar sus fantasías.
ASPECTOS COMUNES DE ESTOS 
EJEMPLOS
94. Los episodios referidos fueron elegidos porque, 
en cada uno, el tema dominante era el ataque destruc­
tivo a un vínculo. En el primero, el ataque se expresó 
en un tartamudeo, destinado a impedir que el paciente 
utilizara el lenguaje como vínculo entre él y yo. En 
el segundo, el dormir era vivenciado por él como igual 
a una identificación proyectiva que'se desarrollaba sin 
que él la pudiese controlar. Dormir significaba para 
él que su mente, fragmentada, fluía como corriente de 
partículas agresoras.
VOLVIENDO A P E N S A R 135
Estos ejemplos aclaran el proceso del soñar esqui­
zofrénico. El paciente psicótico parece no tener sue­
ños, o por lo menos no referirlos hasta una etapa 
bastante avanzada del análisis. Mi impresión actual, 
es que este período aparentemente sin sueños es un 
fenómeno análogo a la alucinación visual-invisible. Es 
decir, que los sueños se componen de material tan in­
finitamente fragmentado, que carecen de componente 
visual. Cuando el paciente experimenta sueños que 
puede traer, porque han versado sobre objetos visuales, 
parece sentir' que estos objetos tienen una relación 
c ir io s objetos invisibles de la etapa previa, análoga 
a. las'de las heces con la orina. Los objetos que apa­
recen en las experiencias que llamamos sueños, son 
vivénciados por el paciente como sólidos y, como tales, 
se diferencian de aquellos contenidos oníricos consis­
tentes en un continuo de fragmentos diminutos c in­
visibles.
En el momento de la sesión el tema principal no 
era el ataque al vínculo sino las consecuencias del ata­
que, previamente realizado, que lo había despojado 
del estado de ánimo necesario para poder establecer 
una relación satisfactoria entre él y su cama. Aunque 
no apareció en la sesión que relato, la identificación 
proyectiva incontrolable (lo que el dormir significaba 
para él) era vivenciada como un ataque destructivo 
contra el estado de ánimo de los padres en el coito. 
Había por lo tanto una doble ansiedad; por un lado, 
miedo de ser despojado de su mente; por otro, miedo 
de no poder controlar sus ataques hostiles (con armas 
provenientes de la mente misma), contra el estado de 
ánimo que constituye el vínculo entre la pareja paren- 
tai. El dormir y el no dormir eran inaceptables por 
igual.
136 W . R . BION
En el tercer ejemplo, donde describo alucinaciones 
visuales de objetos invisibles, somos testigos de un mo­
do de ataque a la pareja sexual. Mi interpretación, 
por lo que pude entender, fue vivenciada por él como 
si fuera su propia sensación visual de un acto sexual 
entre los padres; esta impresión visual es diminuta­
mente fragmentada y expulsada en partículas tan pe­
queñas que constituyen los componentes invisibles de 
un continuum. El procedimiento total sirve al propó­
sito de impedir la vivencia de sentimientos de envidia 
hacia el estado de ánimo parental por medio de una 
expresión inmediata de la envidia en un acto destruc­
tivo. Más adelante haré otras aportaciones sobre este 
odio implícito de la. emoción y sobre la necesidad de 
evitar su reconocimiento.
En el cuarto ejemplo, el relato de la muchacha que 
comprendía y la bruma, mi comprensión y su agrada­
ble estado de ánimo, habían sido vivenciados como un 
vínculo entre nosotros que podría dar lugar a un acto 
creativo. El vínculo había sido visto con odio y con­
vertido en sexualidad hostil y destructiva que volviera 
estéril a la pareja analista-paciente.
En el quinto ejemplo, de las dos nubes

Continuar navegando

Otros materiales