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54 VV. R. BION Las experiencias que he descripto me obligan a con cluir que al comienzo de la posición depresiva infantil, los elementos del pensamiento verbal aumentan en in tensidad y en profundidad. En consecuencia los do lores de la realidad psíquica son exacerbados por ello y el paciente al regresar a la posición esquizoparanoide, se volverá destructivamente contra su capacidad em brionaria para el pensamiento verbal como uno de los elementos que lo han llevado a su dolor. 4 DESARROLLO DEL PENSAMIENTO ESQUIZOFRENICO 1 42. En este capítulo que debe ser considerado como una introducción preliminar planteo tres cosas: a) Dis cuto hasta qué punto la personalidad psicótica difiere de la no psicótica. b) Examino la naturaleza de esa divergencia, c) Desarrollo las consecuencias de la mis ma. La experiencia en el Congreso de Ginebra de mostró que una tentativa de dar ilustraciones clínicas, en un capítulo tan condensado como éste, confunde más que esclarece. La presente versión, por consi guiente, está restringida .a una descripción teórica. Las conclusiones a las cuales yo llego están basadas en contactos analíticos con enfermos esquizofrénicos y corroboradas en la práctica. El hecho de que yo haya logrado cierto grado de esclarecimiento, se debe prin cipalmente a tres obras de estudio. Como ellas ocupan un lugar muy importante en este capítulo, voy a re cordarlas. Primera: la descripción de Freud, a la cual me re ferí en el artículo para el Congreso de Londres de 1953, sobre el aparato psíquico activado por las pre- 1 Leído en el Congreso Psicoanalítico de Ginebra, 24-28 de julio de 1955. 56 W . R . BION siones del principio, de la realidad y, en particular, por esa parte del mismo que trata del reconocimiento consciente de impresiones sensoriales. Segunda: las sugerencias de Freud en El malestar en la cultura sobre la importancia del conflicto entre los instintos de Vida y de Muerte. Aunque Freud pareció retroceder sobre este punto; el mismo fue tratado por Melanie Klein. Melanie Klein cree que este conflicto persiste durante toda la vida, y esta creencia es de gran importancia, me parece, para la comprensión de la esquizofrenia. Tercera: la descripción de Melanie Klein sobre fan tasías de ataques sádicos al pecho, hechas por el niño durante la fase esquizoparanoide, y su descubrimiento de la identificación proyectiva. La identificación pro- yectiva es una disociación de una parte de la perso nalidad del paciente y una proyección de la misma en el objeto en el cual se instala, a veces como persegui dor, dejando empobrecida a la psiquis de la cual se ha separado. Los disturbios esquizofrénicos provienen de una in teracción entre a) el ambiente y b) la personalidad. En este capítulo dejo a un lado el ambiente y dirijo la atención sobre cuatro rasgos fundamentales de la personalidad esquizofrénica. El primero, es un predo minio de impulsos destructivos tan fuerte, que hasta los impulsos de amor, son invadidos por ellos y conver tidos en sadismo. El segundo, es un odio a la realidad, el cual como Freud indicó, se extiende a todos los aspectos de la psiquis que ayudan a reconocerla. Yo agrego el odio de la realidad interna y todo lo que contribuya a sü reconocimiento. .El tercero, se deriva de estos dos y es un miedo continuo a una aniquilación inminente. El cuarto, es una formación precipitada y prematura VOLVIENDO A P E N S A R 57 de relaciones de objeto, entre las cuales la transferencia es la principal, cuya fragilidad está en contraste mar- :ado con la tenacidad con la cual se mantiene. La prematurez, la fragilidad y la tenacidad son patognó- micas y se derivan del miedo a la aniquilación por ios instintos de muerte. El esquizofrénico está preocu- pádo^con este interminable conflicto, entre la destruc tividad por un lado y el sadismo por otro. TRANSFERENCIA Las, relaciones con el analista son prematuras, pre cipitadas y muy dependientes. Cuando el paciente las intensifica por la presión de sus instintos de vida y muerte, dos fuerzas concurrentes de fenómenos se ma nifiestan: Primera, la identificación proyectiva, con el analista como objeto, se transforma en hiperactiva; resultando estados dolorosos y confusos tales como Rosenfeld los ha descripto. Segunda, las actividades mentales y otras mediante las cuales el impulso do minante (sea instintos de vida o instintos de muerte) lucha para expresarse; están sometidas en seguida a una mutilación por el impulso dominado momentá-, neamerste.* Encontrándose el paciente impulsado por el deseo de escapar de los estados confusionales, y atormentado por las mutilaciones, se esfuerza en restaurar las res tringidas relaciones; la transferencia se vuelve otra vez informe, como es característica de ella. No importa sfel paciente pasa derecho a mi consultorio, como si apenas estuviese consciente de mi presencia, o si de muestra una afabilidad expansiva y sin humor; k res tricción de las relaciones es evidente. La restricción y la expansión se suceden alternativamente durante todo el análisis. 58 W . R. BION LA DIVERGENCIA 43. En resumen: dejando a un lado el efecto del ambiente externo, la personalidad esquizofrénica de pende de la existencia en el paciente de cuatro carac terísticas: a) Un conflicto nunca resuelto entre los instintos de vida y muerte; b) un predominio de im pulsos destructivos; c) odio a la realidad interna y externa; d) una relación de objeto frágil pero tenaz. Estas características extrañas hacen que el paciente esquizofrénico progrese de la posición esquizopara- noide a la depresiva, de una manera muy distinta de la personalidad no psicótica. Esta diferencia surge del hecho de que este conjunto de características conduce al uso masivo de la identificación proyectiva. Por con siguiente, es a la identificación proyectiva que quiero referirme ahora, pero mi examen de ella, será limitado a su despliegue por el esquizofrénico contra todo aquel aparato de percepción que, según Freud, es activado por las exigencias del principio de la realidad. DIVERGENCIA DE LA PERSONALIDAD PSICOTICA DE LA NO PSICOTICA 44. Ya mencioné la concepción de Melanie Klein de la posición esquizoparanoide, y el pagel importante desempeñado en ella por las fantasías infantiles y ata ques sádicos al pecho materno. Ataques idénticos se dirigen contra el aparato de percepción, desde el prin cipio de la vida. Ésta parte de la personalidad es re cortada, dividida en fragmentos pequeños, y entonces usando la identificación proyectiva es expulsada de la personalidad. Habiéndose librado del aparato de per- VOLVIENDO A PE N SA R 59 ;epción consciente de la realidad interna y externa, el paciente logra un estado en que no se siente ni vivo ni muerto. Este aparato de percepción consciente está íntima mente relacionado con el pensamiento verbal y con :odo lo que provee, en la etapa primitiva a que me refiero, la base de su comienzo. La identificación proyectiva de la percepción cons ciente, y los comienzos. del pensamiento verbal, aso ciados con ella, constituyen el factor central en la distinción entre la personalidad psicótica y la no psicó- cicá. A mi parecer,' esto ocurre al principio de la vida dél paciente. Estos ataques contra el yo y contra la base del pensamiento verbal naciente, y la identifica ción proyectiva de los fragmentos, aseguran que desde este punto en adelante habrá una divergencia cada vez más amplia entre las partes psicóticas y no psicó- ticas de la personalidad hasta que, al fin, se siente que no hay manera de atravesar el abismo. DESTINO DE LOS FRAGMENTOS EXPULSADOS 45. En la medida en que la destrucción sea exitosa, el paciente experimenta un fracaso en su capacidad de percepción.Todas sus impresiones sensoriales pa recen haber sufrido una mutilación de una naturaleza que haría pensar que han sido atacadas, como el pecho es atacado en las fantasías sádicas del bebé. El pa ciente se ve encarcelado,en el estado mentál a que ha llegado e incapaz de escaparse de él, porque siente la falta del aparato de percepción de la realidad, el cüar hace posible la huida y la libertad misma, hacia lá cual él quisiera escapar. Este sentido de encarcela- 60 W . R. BION miento es intensificado por la presencia amenazante de los fragmentos expulsados dentro de cuyos movi mientos planetarios, él se encuentra confinado. La naturaleza de este encarcelamiento se aclarará median te la discusión del destino de estos fragmentos expul sados a la cual me voy a referir ahora. Dentro de la fantasía del paciente las partículas expulsadas del yo tienen una existencia independiente ejncbñtrolada fuera de la personalidad. Pero, sea que contengan objetos externos o que sean contenidas por ellos, desempeñan allí sus funciones, como si la ordalía a que han sido sometidas sirviera sólo para incremen tar su número y provocar hostilidad contra la psiquis que las ha rechazado. Por consiguiente, el paciente se ve rodeado de objetos grotescos, cuya naturaleza pasaré a. describir. LAS PARTICULAS 46 . Cada partícula es sentidá como si fuera un ob jeto reaTexterno que es encapsulado en un fragmento de la personalidad, que lo ha envuelto. El carácter de esta partícula completa, dependerá en parte, del objeto real; por ejemplo, un gramófono y, parcial mente, del carácter de la partícula de la personalidad que íos envuelve. Si el fragmento de la personalidad es relacionado con la vista, el gramófono al pasar el disco se ve como mirando al paciente; si es relacio nado con el oído, entonces el gramófono al pasar el disco se ve como escuchando al paciente. El objeto enojado, por verse envuelto, se distiende por decirlo así, cubre y controla el fragmento de la personalidad que lo envuelve; en ese sentido la partícula es vivida como convertida en una cosa. VOLVIENDO A PE N SA R 61 Dado que estas partículas son usadas por el paciente como si fuesen prototipos de ideas —que llegarán a convertirse en palabras más tarde— esta invasión del fragmento de la personalidad por el objeto contenido pero controlador, hace sentir al paciente que las pala bras son realmente las cosas reales que designan, y por eso conducen a las confusiones descriptas por Segal, que provienen del hecho que el paciente no sim boliza sino iguala. CONSECUENCIAS PARA EL PACIENTE 47. El paciente se mueve ahora no en un mundo de sueños, sino en un mundo de objetos que ordina riamente son los accesorios de los sueños. Estos objetos primitivos pero complejos, tienen características que en personas no psicóticas pertenecen a la materia, a objetos anales, a los sentidos, a ideas, al superyó y a las demás cualidades de la personalidad. Uno de los resultados, es que el paciente trata de usar objetos reales como si fueran ideas, y se encuentra perplejo cuándo eílos obedecen a las leyes de la ciencia natural y ño a las del funcionamiento mental, í La identificación proyectiva se encuentra relacionada con la incapacidad de la personalidad psicótica de introyectar. Si desea asimilar una interpretación, o si quiere traer de vuelta aquellos objetos que acabo de describir, lo logra por la identificación proyectiva dada jvuelta, y por el mismo camino. Esta situación fue su cintamente expresada por el paciente que dije que usaba el intestino como un cerebro. Cuando le dije que él había tragado algo (es decir, que lo había en tendido) me contestó: “El intestino no traga” . La doctora Segal ha descripto en su artículo, que tuve la 62 W . R. BIO N suerte de leer antes del congreso, algunas de las vici situdes de pacientes en la posición depresiva. Yo qui siera agregar ahora, que gracias a ese empleo de la identificación proyectiva, el paciente, no puede integrar sus'objetos sólo puede aglomerar y comprimirlos. Sea' que sienta que algo ha sido puesto dentro de él, o que él mismo lo ha introyectado, experimenta la entrada del objeto como un asalto, una retaliación de parte del mismo por su propia intrusión violenta dentro de él. REPRESION 48. Es claro entonces, que mientras la personalidad no psicótica, o una parte de tal personalidad, emplea la represión, la psicótica ha empleado la identificación proyectiva. Por consiguiente, no hay represión, y lo que debería ser su “inconsciente” es reemplazado por el mundo de accesorios de los sueños en el cual, según mí descripción, se mueve. PENSAMIENTO VERBAL 49. El comienzo del pensamiento verbal que he des- cripto como perteneciendo a la posición depresiva, se encuentra gravemente perturbado, porque es el que sintetiza y articula las impresiones, y es esencia para' la percepción de la realidad interna y externa: por esa razón es sometido a continuos ataques como los que he descripto. Además, una excesiva identificación proyectiva en = la posición esquizoparanoide, impidió la suave intro- ■ yección y asimilación de impresiones sensoriales, y por consiguiente, el establecimiento de la base firme de buenos objetos del cual depende la iniciación del pen samiento verbal. VOLVIENDO A PE N S A R 63 f El hacer una tentativa de pensar involucra un con- trol y por consiguiente un retorno a la personalidad 1 de las partículas expulsadas y de sus derivados. La identificación proyectiva es entonces invertida, y la I aglomeración concomitante, y la compresión conducen a una verbalización muy compacta. Este tipo de cons trucción es más apropiado para la música que para ia articulación de palabras tal como se emplean en la comunicación no psicótica. Además, ya que estas partículas, como lo hemos i descripto, son cosificadas, el paciente puede sentirse | dividido, por su reentrada. Y también,, dado que es- ' tas partículas incluyen fragmentos de percepción cons ciente de impresiones sensoriales, se experimentan los ! sentidos como dolorosamente comprimidos y agudi zados, hasta un punto intolerable. Se puede ver que el paciente está dominado por alucinaciones táctiles, auditivas y visuales intensamente dolorosas. La depre sión y la ansiedad, dado que dependen del mismo mecanismo, son intensificadas similarmente hasta que el paciente se ve obligado a tratar con estas emociones de la manera descripta por Segal. CONCLUSION 50. Mi experiencia de estas teorías en la práctica me ha convencido de que el tratamiento de la persona lidad psicótica no tendrá éxito hasta que los ataques destructivos del paciente a su yo y la sustitución por la represión y la introyección de la identificación pro- i yectiva, hayan sido elaboradas. Es más, yo considero que hasta en el neurótico, hay una personalidad psi cótica que tiene que ser tratada de igual manera antes de lograr éxito. 5 DIFERENCIACION DE LAS PERSONALIDADES PSICOTICAS Y NO PSICOTICAS 1 51. El tema de este trabajo, es el de que la diferen ciación entre las personalidades psicóticas y no psicó ticas, depende de diminutas esciciones de toda aquella parle de la personalidad que está referida a la con- cienci5g!3ff de la realidad interna y externa, y la ex pulsión de estos fragmentos de tal forma, que ellos entran dentro o engolfan sus objetos. Describiré este proceso en detalle y luego discutiré sus consecuencias y cómo afecta el tratamiento. Estas conclusiones derivaron del contacto analítico con esquizofrénicos y las he comprobado en mi prác tica. Les llamo la atención sobre ellas, porque me lle varon a consecuencias analíticamente significativas en mis pacientes y que no deben ser confundidas ni con las remisiones conocidas muy bien por los psiquiatras, o con Tesa clase de mejoría que es imposible referir a las interpretaciones que se han hecho o a cualquier cuerpo coherente de teoría psicoanalítica. Pienso que las mejorías que he visto, merecen una investigación psicoanalítica. 1 “Differentiation of the psychotic from the non-psychotic personalities”. Int. ]. Psa. 38, 3-4, 1957. VOLVIENDO A PENSAR 65 52. Debo mi esclarecimiento de los puntos oscuros que persistenen el análisis de psicóticos principalmente a tres trabajos. Como son cruciales para la compren sión de lo que sigue, voy a recordárselos: Primero: la descripción de Freud (2) que cité en mi trabajo al Congreso de Londres de 1953 (1), sobre el aparato mental que es puesto en actividad por las demandas del principio de realidad y en particular, aquella parte del mismo que está en relación con la conciencia de los órganos de los sentidos. Segundo: la descripción de M. Klein (5) sobre los ataques sádicos fantaseados por el niño contra el pecho durante la fase esquizopa- ranoide, y tercero: sii descubrimiento de la identifica ción proyectiva (7). Por este mecanismo, el paciente escinde una parte de su personalidad y la proyecta en el objeto donde se instala, a veces, como perseguidor, pero dejando la psiquis de la cual se escindió empo brecida. 53 . Por temor de que se suponga que atribuyo el desarrollo de una esquizofrenia exclusivamente a cier tos mecanismos separados de la personalidad que los emplea, enumeraré cuáles son las precondiciones que yo supongo necesarias para que estos mecanismos ope ren y sobre los que quiero focalizar la atención de ustedes. Está el ambiente, que no discutiré por ahora, y la personalidad, que debe poseer cuatro rasgos esen ciales: Una preponderancia de impulsos destructivos tan grande, que aun el impulso a amar, es cubierto por él y convertido en sadismo; un odio de la realidad interna y externa que se extiende a todo lo que pueda despertar conciencia de la misma; pánico de aniqui lación inminente (7), y finalmente, la formación de relación de objetos prematura y precipitada, con cuya primera línea está la transferencia, y cuya fragilidad contrasta notoriamente con la tenacidad con la que 66 W . R. BION es mantenida. Esa prematuridad, esa fragilidad, y la te nacidad, son patognomónicos y tienen una derivación importante sobre el conflicto, nunca decidido en el esquizofrénico, entre los instintos de vida y de muerte. 54. Antes de que consideremos los mecanismos que resultan de estas características, quiero exponer breve mente algunos puntos referentes a la transferencia. El vínculo con el analista es prematuro, precipitado y de una intensa dependencia; cuando bajo la presión de sus instintos de vida y muerte, el paciente ensancha el contacto, se ponen de manifiesto dos corrientes con currentes de fenómenos. Primero, la escisión de su personalidad y la proyección de los fragmentos dentro del analista (es decir, la identificación proyectiva) que se hace hiperactiva con los consecuentes estados confu- sionales que Rosenfeld (9) ha descripto. Segundo: Jas actividades mentales y toda otra a través de las cuales el impulso dominante, sea de vida o de muerte, trata de expresarse, "son de inmediato sujetas a mutilaciones por el im pulso tem porariam ente subordinado. E l p a ciente perseguido por esas mutilaciones, y tratando de escapar al estado confusional, retoma a una relación restringida. Oscilaciones entre tentativas de ensanchar el contacto y tentativas de restringirlo se suceden con tinuamente a lo largo del análisis. 55. Volviendo ahora a las características que enun cié como intrínsecas de la personalidad esquizofrénica, diré que constituyen un legado que asegura que su poseedor progresará a través de las posiciones esqui- zoparanoide y depresiva de una manera marcadamen te diferente de los que no tienen dichas características. La ^diferencia gira alrededor del hecho de que esta combinación de cualidades lleva a fragmentaciones mínimas de la personalidad, particularmente del apa VOLVIENDO A PE N SA R 67 rato de tomar conciencia de la realidad que Freud des cribió como entrando en juego ante el requerimiento del principio de realidad; y además, a una excesiva proyección de estos fragmentos de la personalidad en objetos externos. He descripto algunos aspectos de estas teorías en mi trabajo para el Congreso Internacional de 1953 (1), cuando hablaba de la asociación de la posición depre siva, con el desarrollo del pensamiento verbal y la sig nificancia de esta asociación para la toma de concien cia de la realidad interna y externa. En este trabajo retomo el mismo tema, solamente que en un estadio más temprano, diríamos, el comienzo de la vida del paciente. Me refiero a fenómenos de la posición esqui- zoparanoide que posteriormente están asociados cdn el comienzo del pensamiento verbal. Espero que esto surja así de aquí. 56. Las teorías de Freud y Melanie Klein a las cua les me referí' anteriormente, deben ser consideradas ahora con más detalle. En su trabajo Neurosis y psi cosis de 1924, Freud definía uno de los hechos que mejor distinguía la neurosis de la psicosis: “ En la primera, el yo, en virtud de su lealtad a la realidad, suprime una parte del ello (la vida instintiva) mientras que en la psicosis, el mismo yo está al servicio del ello, y se retira de una parte de la realidad” (4). Presumo que cuando Freud habla de la lealtad del yo a la reali dad, habla del desarrollo que él describe que tiene lugar cuando el principio de realidad se instituye. Di ce: “ Las nuevas demandas hacen necesario una suce sión de adaptaciones en el aparato mental, que a causa de nuestros conocimientos insuficientes o inciertos, sólo podemos detallar en forma muy elemental” . Luego apunta la siguiente lista: La mayor importancia de los órganos de los sentidos dirigidos hacia el mundo 68 W . R. BION exterior y de la conciencia ligada a ellos; la atención a la que considera una función especial que investiga el mundo exterior para que sus señales sean ya fami liares si una necesidad interna urgente emerge; un sistema de notación cuya tarea es la de depositar los resultados de esta actividad periódica de la conciencia, y que él describe como una parte de lo que llamamos memoria; el juicio, que debe decidir si una idea par ticular es verdadera o falsa; el empleo de la. descarga motora para una alteración apropiada de la realidad y no simplemente como una descarga del aparato men tal de un incremento de estímulo; y finalmente, el pensamiento que es el que según Freud, hace posible tolerar la frustración, que es un acompañante inevita ble de la acción, en virtud de sus cualidades de forma experimental de acción. Como veremos, yo extiendo mucho más la función e importancia del pensamiento, pero por lo demás, acepto esta clasificación de las fun ciones del yo, que Freud adelantó putativamente, ha ciendo concreta la parte de la personalidad que trato en este trabajo. Concuerda con la experiencia clínica y esclarece su cesos que habría encontrado infinitamente más oscuros sin ella. Haré dos modificaciones en la descripción de Freud para acercarla más a los hechos. No creo, al menos en cuanto a los pacientes que encontramos en nuestra práctica analítica, que el yo se retire nunca totalmente de la realidad. Diría que su contacto con la realidad, está encubierto, por la predominancia en la mente y la conducta del paciente, de una fantasía omnipotente encaminada a destruir, tanto la realidad como la con ciencia de la misma, y así entonces, alcanzar un estado que no es ni la vida ni la muerte. Desde que el con tacto con la realidad nunca se pierde completamente, VOLVIENDO A PENSAR 69 los fenómenos que estamos acostumbrados a asociar con la neurosis, nunca están ausentes y, sirven para complicar el análisis, cuando se ha hecho un progreso suficiente al estar presentes en medio de material psi- cótícó. Sobre el hecho de que el yo mantiene contacto con la-'realidad, depende justamente la existencia de una personalidad no psicótica paralela, pero oscure cida por la personalidad psicótica. 57. Mi segunda modificación, es la de que el retiro de la realidad, es una ilusión, no un hecho y emerge dél despliegue de identificación proyectiva en contra del aparato mental enumerado por Freud. Es tal la predominancia de esta fantasía, que parece evidente queno es fantasía, sino un hecho para el paciente, quien actúa como si su aparato perceptual pudiera ser escindido en diminutos fragmentos y proyectado en sus objetos. Como resultado de estas modificaciones llegamos a la conclusión que pacientes bastante enfermos, tanto como para ser clasificados como psicóticos, contienen en su psiquis, una parte no psicótica de la personali dad, víctima de los múltiples mecanismos neuróticos con los cuales el psicoanálisis nos ha familiarizado; y una parte psicótica de la personalidad, mucho más dominante que la parte no psicótica, que existe pero como una yuxtaposición negativa con la anterior, y por la cual se ve oscurecida. Una concomitancia al odio de la realidad que Freud remarcó, son las fantasías de ataques sádicos al pecho, que ocurren en el niño psicótico, y que Melanie Klein describió, como parte de la fase esquizoparanoi- de (8). Quiero destacar que en esta fase, el psicótico, escinde sus objetos, y simultáneamente toda la parte de su personalidad que le daría conciencia de la reali dad que él odia., en muy diminutos fragmentos, y es 70 W . R. BION por eso, que el sentimiento del psicótico, es que no podrá nunca restaurar sus objetosPo su yo.' Como re- sultádo de estos ataques de escisión, todos'aquellos, aspectos de su personalidad que le proveerían de fun damentos para la comprensión intuitiva de sí mismo y dé otros, están perturbados desde el comienzo. Todas las' funciones que Freud describió, como una respuesta evolutiva al principio de la realidad en estadios poste riores, es decir, conciencia de las impresiones senso riales, la atención, lar'tnéfxioria, el juicio, el pensamien- tdfha atraído contra ellosj en una forma tan primaria como pueden poseerla al comienzo de la vida, los.ata ques sádicos de escisiones eviscerantes que las condu- cénlTésfar diminutamente fragmentadas y luego a ser expulsadas de la personalidad, para penetrar o enquis- tar los objetos. En la fantasía del paciente, las par tículas del yo expelidas, llevan una existencia inde pendiente e incontrolada, tanto sea contenidas en, o conteniendo los objetos externos; continúan ejerciendo sus funciones como si la expulsión S"ta cual han sido sujetas, hubiera servido solamente, para aumentar su número y provocar hostilidad contra la psiquis que las había expulsado. En consecuencia, el paciente se siente como rodeado por objetos bizarros cuya natu raleza-describiré a continuación. 58. fiada partícula es sentida como consistiendo de un objeto real que estaría encapsulado en una paTte dé la personalidad que lo ha engullido. La naturaleza de esta partícula, completa, dependerá parcialmente, del carácter del objeto real, digamos, un gramófono, y parcialmente del carácter de la partícula de la perso nalidad que le ha engolfado. Si la parte de la perso nalidad, está en la relación con la visión, cuando el gramófono suena, será sentido como observando al paciente; si lo está con la audición, el gramófono tiene VOLVIENDO A PENSAR 71 el sentido como que está escuchando al paciente. El objeto, enojado por la situación, se hincha, .diríamos., y cubre y controla la pieza de la personalidad que la engolfa; es en ese sentido que la partícula de la perso nalidad se jia vuelto una “cosa” ._ Dado que estas par tículas son de las cuales depende el paciente para usarlas como prototipo de ideas —posteriormente para formar la matriz de la cual emergerán las palabras— esté~dommio de una parte de la personalidad por el objeto .contenido pero controlador, lleva al paciente, a sentir^ que las palabras son en verdad las cosas que nombran, y esto, aumenta la confusión, descripta por Segal, porque el paciente equipara pero no simboliza. A causa ae que el paciente, usa estos objetos bizarros, para_obtener sus pensamientos, nos lleva ahora a un nuevo problema. Si consideramos que uno de losxobje- tivos del paciente para usar la escisión y la identifica ción proyectiva, es la de desprenderse de la conciencia de la realidad, está claro que podría, adquirir el má ximo de separación de la realidad,' con la mayor eco nomía de esfuerzo, si pudiera lanzar estos ataques destructivos contra el vínculo, cualquiera que este sea, qú5“coiiecta las impresiones de sus sentidos con la con- ciehcÍa7~En mi trabajo para el Congreso Internacional de 1953’ ( 1) , mostré que la conciencia de la realidad psíquica, depende del desarrollo de la capacidad del pensamiento verbal, cuyos fundamentos están ligados con~Ta "posición depresiva. Es imposible considerar esté ahora. Los referiré al trabajo de Melanie Klein de 1930, sobre “La importancia de la formación de los símbolos en el desarrollo del yo” (6), y al trabajo para la Sociedad Británica de Psicología en 1953 de Hanna Segal (10) . En este último Segal demuestra la importancia de. la formación de símbolos y explora su relación con el pensamiento verba! y las tendencias 72 W . R. BION reparatorias normalmente asociadas con la posición depresiva. Yo hago referencia aquí a un estadio más temprano de la misma historia. Creo que el daño que se hace mucho más evidente en la posición depresiva, en realidad se inició en la fase esquizoparanoide, cuan do se echan las bases para el pensamiento primitivo, pero que no llega a establecerse a causa de la exage ración de la escisión y de la identificación proyectiva. 59. Freud atribuye al pensamiento, la función de proveer un medio para restringir la acción. Pero ade más dice: “ Es probable que el pensar sea originaria mente inconsciente, ya que emergió de la mera idea ción y viró a las relaciones entre las impresiones de objeto, y que luego se revistió con cualidades percepti bles para la conciencia solamente a través de su cone xión con las huellas mnémicas de las palabras” (2). Mis experiencias me han llevado a suponer que existe déíHe el comienzo, alguna clase de pensamiento, refe- ride—a lo que llamaríamos ideografía y visión, más q'uO"á las palabras y al oído. Este pensamiento, de pende de una capacidad paramuna introyección y pro yección de objetos equilibrada y a fortiori de la toma de conciencia de los mismos. _ Esto, está dentro de la capacidad de la parte ño psicótica de la personalidad, en parte, a causa de la escisión y expulsión del aparato de la conciencia que he descripto, y en parte, por razones que voy a describir ahora. Gracias a las operaciones de la parte no psicótica de M.personalidad, el paciente es consciente de que la introyección conduce a la formación del pensamien to inconsciente del cual Freud habla como “ aplicado a las relaciones entre las impresiones de objetos” . Creo ahora que es este pensamiento inconsciente el que Freud define como aplicado a las relaciones entre las impresiones de objeto el que es responsable por “ la conciencia ligada a” las impresiones sensoriales. Me apoyo en su afirmación hecha doce años más tarde en su trabajo El Yo y el Ello. Allí dice que la pre gunta: “ ¿Cómo se hace una cosa consciente?” puede ser más ventajosamente planteada: “ ¿ Cómo una cosa se hace preconsciente?” Y la respuesta sería: “ Co nectándose con las imágenes verbales que le corres ponden” (3). En mi trabajo de 1953 (1) dije que el pensamiento verbal está ligado con la conciencia de la realidad psíquica; pienso que esto también es cierto, en cuanto al pensamiento preverbal del cual hablo ahora. En vista de lo que he dicho de los ataques dél psicótico sobre el aparato mental que le permite tomar conciencia de la realidad externa e interna, se podría esperar que el despliegue de identificación proyectiva sería particularmente severo, en contra del pensamien to, de cualquier clase que sea, que estuviese dirigido a relaciones entre las impresiones de objeto; porque si este vínculo pudiera ser roto, o mejor aún, no forjarse nunca, por lo menos la conciencia de la reali dad podría ser destruida, aunque la realidad misma nunca lo fuera. Pero, en verdad, el trabajo de destrucción ya está hecho a medias, por lo menos dado que el material del cual se forma el pensamiento en el no psicótico mediante una introyección y 'proyección, equilibrada, no está disponible para la parte psicótica ■déla personalidad, a causa de que la proyección e introyección han sido desplazadas por la identificación proyectiva y solo quedan los objetos bizarros que he descripto! i 60. En realidad, no solamente el pensamiento pri mitivo es atacado a causa de que conecta las impre- siones sensoriales de la realidad con la conciencia, sino ¡que dada la mayor destructividad del psicótico los procesos de escisión se extienden a los vínculos, dentro VOLVIENDO A PENSAR 73 74 W . !R. BIO N del proceso mismo del pensamiento. Tal como lo im plica la frase de Freud de que el pensamiento redunda en las relaciones entre las impresiones de objeto, esta primitiva matriz de ideografías, de la cual surge el pensamiento, contiene en sí misma eslabones entre una ideografía y otra. Todos éstos son atacados, hasta que finalmente, dos objetos, no pueden ser puestos en con tacto de manera tal de dejar a cada uno sus cuali dades intrínsecas intactas y además con la capacidad de producir un nuevo objeto mental a través de él. Consecuentemente, la formación de símbolos cuya efec tividad-terapéutica depende de la posibilidad de juntar dos objetos, de manera tal que su semejanza sea mani- fiestaT y sin embargo, su diferencia quede inalterada, resulta muy dificultoso. En un estadio aun posterior, e l' resultado de estos ataques de escisión se ven en la negación de la articulación como principio para la combinación de las palabras. Esto no significa que los objetos no pueden ser juntacfos; como mostraré más adelante cuando hable de la aglomeración, esto no es cierto de ninguná manera. Pop otra parte, desde que “lo que conecta” no solo ha sido minuciosamente frag mentado, sino también proyectado dentro de objetos y unido con otros objetos bizarros, el paciente se siente rodeado por minúsculos eslabones que estando impreg nados ahora con crueldad, unen objetos cruelmente. Para concluir la descripción de la fragmentación del yo y su expulsión en, y alrededor de sus objetos, diré que creo que estos procesos que he descripto son el factor central, en tanto que tal factor pueda ser aisla do sin distorsión, en la diferenciación de la parte psicótica de la no psicótica de la personalidad. Esto tiene lugar en el comienzo de la vida del paciente. Los ataques sádicos sobre el yo y sobre la matriz del pensamiento, y la identificación proyectiva de los frag VOLVIENDO A PE N SA R 75 mentos, hace que desde aquí en adelante haya una divergencia cada vez mayor entre las partes psicóticas y no' psicóticas de la personalidad, hasta que al fin el espacio entre ambas es sentido como imposible de ser cubierto. | 61. Para el paciente, las consecuencias son de que ahora se mueve, no en un mundo de sueños, sino en un mundo de objetos que ordinariamente constituyen los artefactos de los sueños. Las impresiones de sus sentidos parecen haber sufrido una mutilación, tal co mo si hubieran sido atacados, en la forma en que el pecho es sentido que fue atacado en las fantasías sá dicas del niño (5). El paciente se siente prisionero en ese estado mental al que ha llegado, e incapaz de es caparse, a causa de que siente que le falta el aparato de la conciencia de la realidad, que es simultáneamente la llave de escape y la libertad a la cual escaparía. La sensación de aprisionamiento se intensifica por la amenazadora presencia de los fragmentos expulsados, dentro de cuyo movimiento planetario se halla el pa ciente. Estos objetos, primitivos pero complejos, par ticipan de las cualidades que en la personalidad no psicótica, son peculiares a la materia, objetos anales, sensaciones, ideas y superyó. 62. La diversidad de tales objetos, al depender de la sensación en la cual están sumergidos, advierte más de lo que la rápida indicación que he dado del modo que se originan. La Reacción de estos objetos con el material del pensamiento ideográfico, lleva al paciente á confundir objetos reales con ideas primitivas; y luego aTá confusión, cuando obedecen las leyes de las cien cias naturales y no las del funcionamiento mental. Si el paciente desea recuperar uno de estos objetos, en una tentativa de restitución de su yo, y en análisis justamente, se siente impelido a hacer tal tentativa, 76 W . R. BION tiene que recuperarlos por una identificación proyec- tiva revertida y por el mismo camino por el cual fue ron expelidas. Ya sea que sienta que uno de estos objetos ha sido puesto de vuelta por el analista, o que sienta que él los ha retomado, lo mismo sentirá el ingreso como una agresión. El grado extremo al cual ha llevado la escisión de los objetos y del yo, hace que cualquier tentativa de síntesis sea muy dificultosa. Además, como se ha librado de “lo que junta”, su capacidad para la articulación, sus métodos para la síntesis son sentidos como macilentos; puede compri mir pero no puede juntar; puede fundir pero no pue de articular. Como resultado de la eyección y al igual que toda otra partícula expelida, la capacidad para juntar es sentida mucho peor que lo que era cuando fue evacuada. Toda articulación que tiene lugar, es hecha vengativamente, es decir, de una manera ex presamente contraria a los deseos del paciente en ese momento. En el curso del análisis, este proceso de compresión o aglomeración pierde algo de su malignidad y entonces emergen nuevos problemas. 63. Debo llamar la atención de ustedes a un punto que requiere un trabajo por sí mismo y por lo tanto no puedo más que mencionarlo aquí. Está implícito en mi descripción que la personalidad psicótica o parte de la personalidad, ha usado la escisión y la identificación proyectiva como sustituto de la repre sión. Cuando y donde la parte no psicótica de la per sonalidad, recurre a la represión como modo de eli minar ciertas tendencias de la mente, tanto sea de la conciencia como de otras formas de manifestación y actividad, la parte psicótica de la personalidad intenta librarse del aparato del cual la psiquis depende para llevar a cabo las represiones; el inconsciente parece ría estar reemplazado por un mundo de elementos de los sueños. 64. Trataré ahora de describir una sesión real; es una experiencia clínica basada en estas teorías más bien que una descripción de las experiencias sobre las cuales basé estas teorías, pero espero que podré señalar el material de sesiones previas que me llevaron a inter pretar las cosas tal como lo hice. El paciente, en el momento de esta sesión, de la que describo una pequeña parte, ha estado viniendo por espacio de seis años. A veces llegaba con 45 minutos de atraso, pero nunca perdió una sesión; las sesiones nunca sobrepasaron su límite de hora. Esta mañana llegó con 15 minutos de atraso y se tiró sobre el diván. Empleó cierto tiempo, en girar de un lado para otro, ostensiblemente tratando de acomodarse. Al final, dijo: “No creo que consiga hacer algo hoy; debí haber llamado a mi madre”. Hizo una pausa y luego prosi guió: “No; pensé que iba a ser así”, una pausa más prolongada y entonces: “Nada más que cosas inmun das y olores” ; y luego: “Creo que he perdido mi vista” . Habían pasado 25 minutos, y yo hice aquí una inter pretación; pero antes de repetirla, quisiera relatar al gún material previo, que espero hará más comprensible mi intervención. Cuando el paciente maniobraba en el diván, le esta ba observando algo que era familiar para mí. Cinco años antes me había explicado que su médico le acon sejó una operación para la hernia y que su incomo didad y sus movimientos eran a causa de la misma. Pero era evidente que se trataba más que de la hernia y la actividad racional. Le había preguntado a veces, cuál era la causa de estos movimientos y a estas pre guntas respondió: “Nada”. Otra vez dijo: “No sé”. Sentí que ese “nada”era una invitación velada a que VOLVIENDO A PENSAR 7 7 78 W . R. BIO N me ocupara de mis propias cosas, tanto como la ne gación de algo muy malo. Proseguí a través de sema nas y años observando sus movimientos. Un pañuelo fue acomodado cerca de su bolsillo derecho; arqueó su espalda ¿seguramente un gesto sexual? Un encen dedor se escapó de su bolsillo. ¿Lo levantaría? Sí. No. Tal vez, no. Bueno, sí. Fue recogido del suelo y colo cado al lado del pañuelo. Inmediatamente una llu via de monedas, corrió sobre el diván hasta el suelo. El paciente quedó tieso y esperó. Sus gestos parecieron sugerir que tal vez fue imprudente recoger el encen dedor, pues había provocado la caída de las monedas. Esperó alerta, furtivamente. Y finalmente hizo la ob servación que transcribí. Me acordé de sus descrip ciones producidas a lo largo de muchos meses, acerca de las tortuosas maniobras que tenía que emprender antes de ir al toilette, o bajar para el desayuno o tele fonear a su madre. Yo estaba acostumbrado a recor dar muchas de sus asociaciones libres que podían ser fácilmente apropiadas, para la conducta que mostró en ésta como en muchas otras mañanas. Pero éstas fueron ahora mis asociaciones, y una vez que probé hacer uso del material en una interpretación, esa fue exactamente la respuesta que él había dado. Una interpretación que recordé, había tenido buen resultado. Le señalé entonces que él había sentido más o me nos lo mismo acerca de estos movimientos que lo que había sentido acerca de un sueño que me había con tado -—no tenía idea acerca del sueño, ni idea acerca de los movimientos. “Sí”, dijo. “Eso es.” “Y sin em bargo, repliqué, usted una vez tuvo una idea acerca de esto; pensó que era la hernia.” “Eso no es nada” replicó, y se quedó callado, casi astutamente diría, para ver si yo había pescado el punto. “Así que nada VOLVIENDO A PE N SA R 79 es realmente una hernia” dije. “No tengo idea, res pondió, sólo una hernia.” Quedé sintiendo que su “no tengo idea”, era igual al “Sin ideas”, acerca de los sueños y los movimientos, pero por lo menos en aquella sesión no pude ir más lejos. A este respecto los movimientos y los sueños eran francos ejemplos de tentativas mutiladas de cooperación, y acerca de esto también le había llamado la atención. 65. Se les ocurrirá, como a menudo se me ha ocu rrido a mí, que estaba observando una serie de presen taciones dramáticas minúsculas, preparaciones para el baño o la alimentación de un bebé,, o el ..cambio de pañales, o una seducción sexual. Más a menudo, sería correcto decir, que la presentación era un conglome rado, de.pedazos sacados de un número de tales escenas, y fue esta impresión que me llevó finalmente a su poner que estaba observando una actividad ideomótd- ía, es decir, un medio de expresar una idea sin nom brarla. De aquí hay un corto paso a pensar que esta clase de actividad motora, es la que Freud ha descrip- to como característica de la supremacía del principio del placer (1). Porque en cuanto que yo estaba obser vando fenómenos psicóticos, el_ paciento ño podía estar actuando como respuesta a lá percepción de realidad externa; estaba mostrando la clase de descarga motora que Freud describió como bajo la supremacía del prin- cipio del placer “ha servido para descargar el apa rato mental del. incremento de estímulos, y para llevar a" cabo tal tarea ha enviado inervaciones hacia el interior del cuerpo (expresiones gesticulares de afec to)” . Esta impresión, fue la que tuve de nuevo cuando el paciente dijo: “No creo que pueda hacer algo hoy” . Era una observación que podía referirse a la probabi lidad de producir material para interpretaciones, o igualmente a la probabilidad de que yo produjera al- 80 W . R. BION guna interpretación. “Debiera haber telefoneado a mi madre”, podía significar que su fracaso en hacerlo era el castigo por no ser capaz de hacer análisis. También significaba que su madre sabría cómo hacerlo —ella podría obtener asociaciones de su material, o inter pretaciones de mí; algo dependía de lo que su madre significara para él, pero en este punto yo estaba a oscuras. Ella apareció en el análisis como una simple mujer trabajadora que había tenido que salir a trabajar para mantener la familia; este punto de vista era sos tenido con el mismo grado de convicción con que sellaba sus afirmaciones de que la familia era extre madamente rica. Se dignó concederme algunos vis tazos de ella, como una mujer con tal cantidad de compromisos sociales que le restaba escasísimo tiempo para satisfacer las necesidades tanto del paciente, que era su hijo mayor, o de su hija, dos años mayor que el paciente, o del resto de la familia. La describió, si algo tan inarticulado puede ser llamado descripción, privada de sentido común o cultura, y sin embargo habituada a visitar galerías de arte de fama interna cional. Me dejó inferir que en la crianza de los niños fue ignorante y afanosa en extremo. Puedo decir que para esa época a la que me estoy refiriendo, conocía poco más de su madre real que lo que habría conocido una persona que se ha librado de su yo en la forma que he descripto como típica de la personalidad psicó- tica. Sin embargo, tenía estas impresiones y otras que omito, y sobre ellas basé mis interpretaciones. La res puesta del paciente a estas interpretaciones fueron de franco rechazo y absoluta inadmisibilidad a causa de ser equivocadas, o acertadas, pero inoportunamente dichas, por ser sentidas, como que yo había estado usando su mente (en verdad sería su capacidad de contacto con la realidad) sin su permiso. Se observará VOLVIENDO A PENSAR 81 que con esto, él expresaba una negación celosa de mi insight. 66. Cuando el paciente dijo, después de una pausa, que él sabía que esto sería así, presumí con seguridad que era yo el que tenía pocas probabilidades de hacer algo en esa sesión y que su madre era alguna persona o cosa que podría habilitarlo para manejarse más sa tisfactoriamente. Esta impresión se fortificó más por la próxima asociación. Si las teorías que describí son correctas, entonces, en cualquier situación dada, un paciente que está sufi cientemente enfermo como éste, que se hallaba inter nado, tiene dos problemas para resolver: uno, pertene ciente a la parte no psicótica de la personalidad, y otro de la parte psicótica. En este caso particular, y en este particular momento, la personalidad psicótica y sus problemas todavía oscurecían la personalidad no psicótica y sus problemas. Sin embargo, como espero mostrar, la última podía ser discernible en el material. La personalidad no psicótica estaba preocupada con un problema neurótico, es decir, un problema que se centraba en la resolución de un conflicto de ideas y emociones, al cual había dado lugar las operaciones del yo. Pero la personalidad psicótica estaba dedicada al problema de reparar el yo, y la clave de esto residía en el temor de haber perdido su vista. Desde que era el problema psicótico el que se imponía, me encaré con él tomando primero su última asociación. L e , dije que esas cosas y olores inmundos era lo que él sentía que me había obligado a hacer, y que sentía que mé había compelido a defecar esas cosas y olores in mundos, incluyendo la vista que él había puesto en mí. El paciente saltó convulsivamente y lo vi escudriñar cuidadosamente lo que parecía ser el aire que lo ro deaba. Entonces le dije que se sentía rodeado por 82 W . R. BIO N pedazos de cosas malas y mal olientes de sí mismo, iricluyéndo sus ojos que él sentía haber expulsado por su año. Replicó: “No puedo ver” . Entonces le dije que _ sentía que había perdido la vista y su habilidad para hablar a su madre o a mí, cuando se había libra do de esas habilidades, evacuándolas para evitar el dolor. 67. En esta última interpretación, yo usaba una se sión de varios meses antes, en la cual, el paciente se quejaba de que el análisis era una tortura, una tortura de recuerdos.Le mostré entonces, como lo había evi denciado en esta sesión con sus saltos convulsivos, que él Había conseguido anestesiarse librándose de sus re cuerdos y de cualquier otra cosa que pudiera hacerle sentir dolor. Eí dijo: “Mi cabeza se está partiendo; pueden ser mis anteojos oscuros”. Unos cinco meses antes, yo había estado usando anteojos oscuros; el hecho no había producido reacción visible alguna desde ese día hasta ahora; pero es menos sorpresivo el asunto si con sideramos que al usar anteojos oscuros, yo fui sentido por él como uno de los objetos a los cuales me había referido cuando describí el destino de las partículas expelidas del yo. Ya expliqué que la personalidad psi- cótica parece que tuviera que esperar la ocurren cia de un suceso apto, antes de que se sienta en posesión de una ideografía apropiada para usarla en la comunicación consigo mismo o con los otros. Re cíprocamente, otros sucesos que podrían haber tenido significación inmediata para la personalidad no psi- cótica, son desaprovechados a causa de que son senti dos significantes, solamente como ideografías que no sirven para una necesidad inmediata. En el ejemplo presente el problema creado por mi uso de los anteojos oscuros, estaba oscurecido para la parte no psicótica VOLVIENDO A PE N S A R 83 de la personalidad a causa de que la parte psicótica era la dominante, y en esta parte, el suceso era mera mente significante como una ideografía para la cual no había una necesidad inmediata. Cuando por fin el hecho irrumpió en el análisis, tuvo la apariencia superficialmente, de una especie de reacción diferida; pero tal punto de vista depende de la suposición que la asociación de los anteojos oscuros era una expresión del conflicto neurótico en la parte no psicótica. Y en verdad, no era una expresión diferida de un conflicto de la parte no psicótica, sino como mostraré, la movi lización de una ideografía necesaria para la parte psicótica para reparar de inmediato al yo dañado por el exceso de identificación proyectiva que he descripto. Tales obstrucciones de hechos que pasan originalmente en silencio, no son importantes por su aparición dife rida, sino porque evidencian la actividad de la parte psicótica de la personalidad. Suponiendo entonces que los anteojos oscuros son aquí la comunicación verbal de una ideografía, es ne cesario determinar la interpretación de la ideografía. Temo que deberé comprimir tal vez hasta hacer in comprensible, las evidencias que poseo. Los anteojos contenían un recuerdo de la mamadera. Había dos anteojos o mamaderas, o sea, que se parecían al pe cho. Eran oscuros a causa del desagrado y del enojo. Eran de vidrio para vengarse de sus intentos de ver a través de ellos cuando eran pechos. Eran oscuros a causa de que él esperaba a la oscuridad para espiar a sus padres en coito. Eran oscuros a causa de que había tomado la mamadera, no para sacar leche, sino para ver lo que sus padres hicieron. Eran oscuros porque él los había tragado y no solamente la leche que con tenían. Y eran oscuros a causa de que los buenos obje tos claros se habían hecho negros y malolientes dentro 84 W . R. BION de ellos. Todos estos atributos fueron logrados a través de las operaciones de la parte no psicótica de la per sonalidad. Agregado a estas características, estaban aquellas que he descripto como perteneciéndoles como parte del yo expulsada por identificación proyectiva; por ejemplo, su odio por sí mismo, como parte de sí mismo, que él había rechazado. Usando este cúmulo de experiencias analíticas, y aun concentrado en el problema psicótico, es decir, fa necesidad de reparar el yo para poder encarar las demandas de la situación externa, le dije:Analista. Su vista ha vuelto a ponerse dentro suyo, pero le parte la cabeza; usted la siente como una vista muy mala a causa de lo que usted le ha hecho a ella antes. Paciente (moviéndose con dolor, como si protegiera su canal posterior). Nada. Analista. Parecería ser su canal posterior. Paciente. Censuras morales. Le dije que su vista, los anteojos oscuros, fueron sen tidos como una conciencia que le castigaba, en parte, porque había tratado de librarse de ellos para evitar dolor, y en parte, porque él los había usado para es piarme, así como había espiado a sus padres. No siento que haya hecho justicia a lo compacto de la asociación. Se observará que no he podido ofrecer una suges tión, en cuanto a que podía estar estimulando estas reacciones en el paciente. Esto no es extraño porque estoy tratando con un problema psicótico que al con trario del no psicótico, está relacionado precisamente con la destrucción de todo el aparato mental que trae conciencia de los estímulos de realidad, y por consi guiente, no puede discernirse la naturaleza y ni aun la existencia de tales estímulos. Sin embargo, la siguiente observación del paciente dio la clave. VOLVIENDO A PENSAR 85 Paciente. El fin de semana; no sé si aguantaré. Esto es un ejemplo de la forma en la cual el pa ciente sentía que había reparado su capacidad de con tacto y podía por lo tanto decirme que era lo cjue sucedía a su alrededor. Este era un fenómeno ya familiar para él y no se lo interpreté. En cambio le dije: Analista. Usted siente que debe poder seguir sin mí. Pero para conseguirlo, siente que necesita poder* ver qué sucede a su alrededor, aun para poder comu nicarse conmigo; para poder contactar conmigo a la distancia, tal como hace con su madre, cuando usted le telefonea; así que trató de reobtener su habilidad para mirar y hablar de mí. Paciente. Brillante interpretación. (Con brusca con vulsión.) ¡Dios mío! Analista. Siente que puede ver y comprender ahora, pero lo que ve es tan brillante, que le causa un in tenso dolor. Paciente (apretando sus puños y mostrando mucha tensión y ansiedad). Lo odio. Analista. Cuando usted ve, aquello que usted mira, —la pausa del fin de semana y las cosas que espía en la oscuridad— lo llenan de odio y de admiración hacia mí. Creo que en este punto la restauración del yo im plicó que el paciente se había enfrentado con su pro blema no psicótico, la resolución de sus conflictos neuróticos. Pienso así por las reacciones de las siguien tes semanas en que mostró su incapacidad de tolerar los conflictos neuróticos estimulados por la realidad y sus tentativas de resolverlos por identificación proyec tiva. A esto seguía tentativas de usarme como su yo, ansiedades acerca de su insania, posteriores tentativas 86 W . R . BION para reparar su yo y volver a la realidad y la neurosis; y así el ciclo se repetía. 68. He descripto esta parte de una sesión en detalle, porque puede ser usada para ilustrar varios puntos sin sobrecargar al lector con un número de ejemplos dife rentes de asociaciones e interpretaciones. Lamento tener que excluir material muy llamativo y dramático, porque incluirlo implicaría agregar una abrumadora cantidad de descripción del diario análisis con su carga de claras incomprensiones, errores y demás, lo que produciría un cuadro completamente confuso. Al mis mo tiempo, no quiero dejar dudas de que el approach que describo, es el que según mi opinión, produce sorprendentes resultados. El cambio que tuvo lugar en este paciente durante las semanas en las que pude demostrar el interjuego que acabo de describir, fue tal que creo cualquier analista lo aceptaría de veras como una mejoría psicoanalítica. La conducta del paciente se ablandó; su expresión se hizo mucho menos tensa. En los comienzos y finales de sesiones podía mirarme a los ojos y no me evadía, ni como era frecuente antes, fijaba la mirada lejos como si yo fuera la superficie de un espejo delante de la cual él ensayaba algún drama interior, peculiaridad que me ayudó a menudo, a darme cuenta de que yo no era una persona real para él. Infortunadamente estos fenómenos no son fáciles de describir, y no intento hacerlo, porque quiero llamar la atención sobre una mejoría quehe encon trado, y aún encuentro en otros pacientes, sorpren dente y desconcertante. Como toca el tema principal de este trabajo, volveré sobre él retomando la discusión teórica que he interrumpido para introducir mi ejemplo clínico. 69. Si el pensamiento verbal es lo que sintetiza y articula las impresiones y es así esencial para la con VOL'VIENDO A PEN SA R 87 ciencia de la realidad interna y externa, es de esperar que estará sujeto una y otra vez, a lo largo del aná lisis, a destructivas escisiones e identificaciones pro- yectivas. He descripto el comienzo del pensamiento verbal como perteneciendo a la posición depresiva, pero la depresión propia de esta fase, es en sí misma, algo por lo cual la personalidad psicótica protesta, y en consecuencia, el desarrollo del pensamiento verbal cae bajo ese ataque, siendo sus elementos expulsados de la personalidad a medida que se desarrollan por la identificación proyectiva cada vez que ocurre la depre sión. En su trabajo del Congreso Internacional de 1955, Hanna Segal (11) describió la manera por la cual la psiquis maneja la depresión; los remitiría a aquella descripción complementándola con esa parte de la posición depresiva que he incluido aquí, en la discusión sobre el desarrollo del pensamiento verbal. Pero dije que aun en la fase más temprana, la posición esquizoparanoide, los procesos del pensamiento que ya estarían en desarrollo son también destruidos. En este estadio no hay problema de pensamiento verbal sino solamente progreso de un pensamiento primitivo de tipo preverbal. Una identificación proyectiva excesiva en este estadio tan temprano impide una introyección adecuada y la asimilación de las impresiones senso riales, y por lo tanto niega a la personalidad una base firme sobre la cual la iniciación del pensamiento pre verbal pueda proseguir. Además, no solamente el pensamiento es atacado por ser en sí mismo un ele mento vincular, sino que los factores que llevan a la coherencia de los pensamientos en sí, son igualmente atacados en tal forma, que al final los elementos del pensamiento, las unidades diría, de las cuales se cons truye el pensamiento, ya no pueden ser articuladas. El desarrollo del pensamiento verbal, por consiguiente. 8 8 W . R. BION está comprometido tanto por los ataques continuos que he descripto como típicos en la posición depresiva, como por el'hecho de la larga historia de ataques so bre cualquier clase de pensamiento, de cualquier clase que preceda. El esfuerzo de pensar que es una parte del eje cen tral 'de todo el proceso de reparación del yo, incluye el jjso de modos preverbales primitivos que han’ sufri do la mutilación y la identificación proyectiva. Lo que significa que las partículas del yo expulsadas, y sus acúmulos, tienen que volver a estar bajo control y por lo tanto dentro de la personalidad. La identificación proyectiva es entonces revertida y los objetos vuel ven por el mismo camino por el que fueron expelidos. Esto fue expresado por un paciente que decía que tenía que usar un intestino y no un cerebro para pen sar" y reforzó la agudeza de su descripción corrigién dome en una ocasión posterior, cuando le hablé de haber tomado algo tragándolo; el intestino no traga, me dijo. Para volver, estos objetos deben ser compri midos. Debido a la hostilidad con que. fue rechazada la función de articulación, ahora un objeto, los objetos solamente pueden ser unidos inapropiadamente o aglo merados. Sugerí en mi ejemplo clínico, que los anteo jos oscuros eran un ejemplo de esta clase de aglome ración de objetos bizarros que eran el producto de la identificación proyectiva del yo. Además, debido a la incapacidad del paciente para distinguir entre tales objetos y los objetos reales, es que debe esperar por sucesos apropiados que lo provean con ideografías que sus'impulsos de comunicar requieren. Este caso fue lo recíproco de esto, es decir, un ejemplo de almacenaje de un suceso no a cuenta de su significación neurótica, sino por su valor como ideografía. Esto significa que este particular uso de los anteojos oscuros es franca VOLVIENDO A PENSAR 89 mente avanzado. El almacenaje de tal suceso para ser usado como ideografía, se aproxima a la descripción de Freud de la búsqueda de datos de manera tal, que ya’seaíT familiares si surge una urgente necesidad in terna, como una función de atención, como uno de lolTásjaéctos del yo. Y también nos muestra, si bien rudimentariamente en este ejemplo, una ingeniosa aglomeración que sirve para transmitir significados. La* mejoría sorpresiva y desconcertante de que hablé, tendría que ver con esto de la aglomeración ingeniosa. Porque encontré, no solamente que los pacientes re curren más y más al pensamiento verbal ordinario, mostrando así un aumento de la capacidad del mismo y una consideración mayor por el analista como ser humano, sino que se hacen cada vez más hábiles en el manejo de este lenguaje más bien aglomerado cjue articulado. Lo importante del lenguaje civilizado es que simplifica grandemente las tareas del pensador o del que habla. Con tal instrumento los problemas pueden ser resueltos, a causa de que por lo menos pueden ser establecidos, sin el mismo ciertos interro gantes, cualquiera que sea su importancia, no podrían siquiera ser propuestos. Lo extraordinario es el tour de forcé por el cual primitivos modos de pensamiento son usados por el paciente para establecer temas de gran complejidad. Y esto mejora aun con nuevos y bien recibidos progresos. Y digo bien recibidos, por que aún no estoy satisfecho de que sea correcto ignorar el contenido de una asociación porque trabajar con ella tendría al analista hablando infinitamente más tiempo que al paciente. ¿ Cuál es por ejemplo la inter pretación correcta del contenido de “censuras mora les”? Y habiéndolo decidido, ¿cuál es el procedimiento correcto? ¿Hasta donde debe seguir uno la aclaración? 90 W . R. BION Las partículas que deben ser empleadas participan de las cualidades de las cosas. El paciente parece sen tir ésto como un obstáculo adicional en sus reentradas. Como esos objetos expelidos por identificación pro- yectiva se vuelven infinitamente peores después de la expulsión que lo que eran cuando fueron originaria mente expelidos, el paciente se siente forzado, asaltado, y torturado por este reingreso, aun deseado por él. Esto se ve en el ejemplo que di por el movimiento convulsivo del paciente y por su sorprendente reacción a la “brillante” interpretación. Pero esto último, tam bién. muestra que los sentidos, como parte del yo' ex pelido, también son "dolorosamente comprimidos al reingresar.'.Esta'es a menudo la explicación de las ex tremadamente dolorosas alucinaciones táctiles, auditi vas"}- visuales presas de las cuales parece estar labo rando. La depresión y la ansiedad, estando sujetas a lós mismos mecanismos, son igualmente intensificadas hasta que el paciente se ve obligado a encararlas con la identificación proyectiva, como ha descripto Segal. CONCLUSION 70. La experiencia de estas teorías en la práctica me ha convencido que ellas tienen real valor y con ducen a mejorías que todo psicoanalista debe sentir como merecedoras de prueba y escrutinio. Recípro camente, no creo que pueda lograrse un progreso real con psicóticos hasta que no se dé todo el valor a la divergencia entre la personalidad psicótica y no psicó- tica, y en particular al rol de la identificación pro yectiva en la parte psicótica de la personalidad como reemplazante de la regresión en la parte neurótica de la personalidad. El ataque destructivo del paciente a VOLVIENDO A PENSAR 91 su yo y la substitución de la identificación proyectiva por la represión e introyección deben ser elaboradas. Considero que esto es también verdad eryri neurótico severo, en quien creo hay una personalidad psicótica oculta por la neurosis tanto como la personalidad neu rótica está oculta por la psicosis en el psicótico,y que tiene que ser descubierta. y tratada. BIBLIOGRAFIA 1) Bion, W. R. (1953). “Notas sobre la teoría de la es quizofrenia” . Int. J. Psycho-Anal., vol. 35, 1954. Cap. • IV de este libro. 2) Freud, S. (1911). “Los dos principios del suceder psí quico”. Bibl. Nueva, tomo 2, pág. 495. 3) — (1923). El yo y el ello. Bibl. Nueva, tomo 2, pág. 9. 4) — (1924). Neurosis y psicosis. Bibl. Nueva, tomo 2, pág. 449. 5) Klein, M. (1928). “Estadios tempranos del complejo edípico”, en Contribuciones en psicoanálisis, Buenos Ai res, Hormé, 1964. 6) — (1930). “La importancia de la formación de los sím bolos en el desarrollo del yo”, en Contribuciones al psi coanálisis, Buenos Aires, Hormé, 1964. 7) — 1946). “Notas sobre algunos mecanismos esquizoides” , en Desarrollos en psicoanálisis, Buenos Aires. Hormé, 1967. 8) — Desarrollos en psicoanálisis, Buenos Aires, Hormé, 1967. 9) Rosenfeld, H. (1952). “Tranference-phenomena and Tranference-analysis in an Acute Catatonic Schizoprenic Patient”. Int. J. Psycho-Anal., vol. 33. 10) Segal, H. (1955). “Paper on Symbol-formation read to the Medical Section of the British Psychological Society” . 11) — (1956). “Depression in the Schizophrenic” . Int. J. Psycho-Anal., vol. 37. 8 ATAQUES AL VINCULO 1 92. En trabajos anteriores (3) he tenido ocasión, al referirme a la parte psicótica de la personalidad, de hablar de los ataques-destructivos del paciente a cual quier cosa que siente como teniendo la función de vincular un objeto con otro. En el presente trabajo, Ime propongo mostrar el significado de este tipo de ataque destructivo en la formación de algunos de los síntomas observados en casos limítrofes con la psicosis. El prototipo de todos los vínculos que deseo consi derar'es el pecho o el pene primitivos. Doy por su puesto una familiaridad con las descripciones de Me- lanie Klein sobre las fantasías infantiles de ataques sádicos al pecho (6), la escisión de sus objetos por parte del lactante, la identificación proyectiva, que es el nombre que da al mecanismo por el cual partes de la personalidad son escindidas y proyectadas en objetos externos, y, finalmente, con su punto de vista sobre estadios tempranos del complejo de Edipo (5). Con sideraré los ataques fantaseados al pecho como el pro totipo de todos los ataques a objetos que sirven de vínculo y la identificación proyectiva como el meca- 1 Tnt. J. Psycho-Anal., vol. 40, partes V-VI, 1959. VOLVIENDO A PE N SA R 129 nismo utilizado por la mente para deshacerse de frag mentos del yo producidos por su propia destructividad. ^Describiré primero las manifestaciones clínicas, pero no en el orden dictado por la cronología de su apari ción en la consulta, sino en aquel que permita que ia exposición de mi tesis sea lo más clara posible. Luego presentaré material seleccionado para demostrar el orden que estos mecanismos asumen cuando su interre lación está determinada por la dinámica de la situación analítica. Concluiré formulando observaciones teóricas sobre el material presentado. Los ejemplos provienen del análisis de dos pacientes, en una etapa avanzada de sus análisis. Para conservar el anonimato, no haré distinción entre los pacientes, y distorsionaré los hechos de una manera que espero no perturbará la exactitud de la descripción analítica. La observación de la propensión del paciente a ata car el vínculo entre dos objetos, se ve simplificada porque el analista establece un vínculo con el paciente a través de la comunicación verbal y de la capacita ción que le presta su experiencia psicoanalítica. La relación creativa depende de esto y, por lo tanto, será fácil ver los ataques que se le hacen. No me ocupo aquí de las resistencias típicas a las interpretaciones, sino que amplío a las referencias que hice en mi trabajo “La diferenciación de las personali dades psicóticas y no psicóticas” (3), a los ataques destructivos al pensamiento verbal mismo. EJEMPLOS CLINICOS 93. Describiré ocasiones que me proporcionaron la oportunidad de formular una interpretación al pacien te, en un momento en que se la podía comprender. 130 W . R . BION sobre una conducta destinada a destruir cualquier cosa que vincule a dos objetos. Estos son los ejemplos: I) Tuve oportunidad de dar al paciente una inter pretación que explicitaba los sentimientos afectuosos hacia su madre por la capacidad de ésta para tratar con un niño difícil. El paciente intentó expresar su conformidad y, aunque bastaba con decir unas pocas palabras, su manifestación se vio interrumpida por un tartamudeo muy pronunciado, de modo que su comen tario se extendió sobre un período de un minuto y medio. Los sonidos emitidos se parecían a inspiracio nes forzadas por falta de aire; estos jadeos se mezcla ban con burbujeos, como si estuviera sumergido en el agua. Le llamé la atención sobre estos sonidos y él mismo reconoció que eran insólitos, y proporcionó la descripción que acabo de hacer. II) El paciente se quejaba de que no podía dor mir. Con muestras de miedo dijo: “ ¡N o puedo seguir así!” Mediante frases entrecortadas e inconexas, daba la impresión de que sentía superficialmente que alguna catástrofe iba a ocurrir, quizás algo parecido a la locu ra, si no lograba dormir. Refiriéndome al material de la sesión anterior, sugerí que temía soñar si se dormía. Él lo negó y dijo que no podía pensar porque estaba mojado. Le recordé su uso del término “mojado” , como expresión de desprecio hacia alguien que consi deraba débil y sentimental. No estuvo de acuerdo e indicó que el estado al cual se refería era exactamente el opuesto. Por lo que sabía del paciente, sentí que su corrección era válida en ese momento y que de alguna manera el “ estar mojado” se refería a una ex presión de odio y envidia del tipo de las que asociaba a ataques urinarios sobre un objeto. Por lo tanto, dije VOLVIENDO Á PE N SA R 13,1 que además de este miedo superficial, temía dormir porque para él representaba el escurrimiento de su propia mente. Asociaciones posteriores demostraron que sentía que mis buenas interpretaciones eran cons tante y permanentemente fragmentadas por él y se transformaban en orina mental que se escurría incon trolablemente. El sueño era entonces inseparable de la inconsciencia, a su vez idéntica a un estar sin mente, estado sentido como irreparable. D ijo: “ Ahora estoy seco” . Contesté que él sentía que estaba despierto y podía pensar, pero que este buen estado sólo podía mantenerse precariamente. III) En esta sesión el paciente trajo un material ocasionado por el intervalo del fin de semana. Su reconocimiento de tales estímulos externos se había hecho demostrable en una etapa comparativamente reciente del análisis. Hasta ese momento, su capacidad para aprehender la realidad era dudosa. Sabía que tenía contacto con la realidad porque había solicitado él mismo análisis, pero su comportamiento durante la sesión no permitía suponerlo. Cuando interpreté algunas asociaciones como prueba de que sentía que había visto y aún estaba viendo el acto sexual entre dos personas, reaccionó como si hubiera recibido un violento golpe. En ese momento no pude decir dónde había experimentado la agresión, y aun ahora, retros pectivamente, no tengo una impresión clara. Sería lógico suponer que el golpe había sido proporcionado por mi interpretación, y que, por lo tanto, vino de afuera, pero mi impresión es que lo sintió como pro viniendo de adentro; el paciente vivenciaba frecuente mente lo que describía como un ataque a puñaladas desde adentro. Se incorporó y quedó mirando fija mente al espacio. Le dije que parecía ver algo. Re plicó que no podía ver lo que veía. Gracias a expe- 132 W . R. BION riendas previas pude interpretar que sentía que estaba “viendo” un objeto invisible; experiencias siguien tes me convencieron que en estos dos pacientes, de cuyos análisis extraje el material para este trabajo, hubo momentos en los que padecían alucinacionesvi suales-invisibles. Más adelante ofreceré mis razones para suponer que en éste y en el ejemplo previo ope raban mecanismos similares. IV) En los primeros veinte minutos de la sesión el paciente hizo tres observaciones aisladas que no tenían ningún sentido para mí. A continuación dijo que pa recía que una muchacha que había conocido, lo estaba comprendiendo. Esto fue seguido por un movimiento violento, convulsivo, que él pareció ignorar. Parecía idéntico al ataque a puñaladas que mencioné en el último ejemplo. Traté de llamar su atención sobre este movimiento, pero ignoró mi intervención de la misma manera que ignoró el ataque. Dijo entonces que el cuarto estaba lleno de una bruma azul. Más tarde dijo que la bruma había desaparecido, pero que estaba deprimido. Interpreté que se sentía compren dido por mí. Esto era una experiencia agradable, pero el sentimiento agradable de ser comprendido había sido inmediatamente destruido y expulsado. Le recordé que recientemente habíamos visto su uso de la palabra “azul” como descripción condensada de una conversa ción sexual censurable. Si mi interpretación era co rrecta y los acontecimientos posteriores así lo sugieren, significaba que la experiencia de ser comprendido ha bía sido fragmentada, convertida en partículas de abu so sexual, y proyectada. Hasta este momento sentía que la interpretación se aproximaba a su vivencia. Las interpretaciones siguientes referidas a que la des aparición de la bruma se debía a la reintroyección y conversión en sentimientos depresivos, parecían tener VOLVIENDO A PENSAR 133 menos realidad para el paciente. Pero, acontecimientos posteriores demostraron que podían ser correctas. V) Esta sesión, como la de mi último ejemplo, em pezó con dos o tres observaciones como que hacía calor, que el tren había estado lleno y que era miér coles; esto ocupó treinta minutos. Surgió en mí la impresión de que estaba tratando de mantener el con tacto con la realidad, impresión que fue confirmada cuando dijo, a continuación, que temía una crisis. Un poco después dijo que yo no lo comprendería. Inter preté que él sentía que yo era malo y no aceptaría lo que él quería poner en mí. Lo hice en estos términos a propósito, porque había mostrado en la sesión pre via que sentía que mis interpretaciones eran un intento de expulsar sentimientos que él deseaba depositar en mí. Su respuesta fue que sentía que había dos nubes de probabilidades en el cuarto. Interpreté que él es taba tratando de deshacerse del sentimiento de que mi maldad era real. Dije que esto significaba que necesi taba saber si yo era realmente malo, o si vo era alguna cosa mala que había provenido de dentro de él. Aun que en el momento este punto no tenía una importan cia decisiva, me pareció que el paciente trataba de decidir si estaba alucinado o no. Esta ansiedad, recu rrente en su análisis, se asociaba al miedo de que la envidia y el odio a la capacidad de comprender, lo llevaba a introducir un objeto bueno y comprensivo, para destruirlo y expulsarlo; procedimiento que había conducido a menudo a la persecución por parte del objeto destruido y expulsado. Le era importante saber si mi negativa a comprender era una realidad o una alucinación, pero solamente porque esto determinaba qué experiencias dolorosas vendrían después. VI) La mitad de la sesión transcurrió en silencio: el paciente entonces anunció que un pedazo de hierro 134 W . R. B IO S había caído al suelo. Después hizo una serie de movi mientos convulsivos en siléncio, como si sintiera que lo atacaban físicamente desde adentro. Dije que no podía establecer contacto conmigo debido a su miedo a lo que ocurría dentro de él. Confirmó esto diciendo que sentía que lo asesinaban. No sabía qué haría sin el análisis, ya que éste lo mejoraba. Dije que se sentía tan envidioso de él mismo y de mí, porque podíamos trabajar juntos para mejorarlo, que nos incorporó a los dos como un pedazo de hierro muerto y un suelo muerto que se juntan, no para darle vida, sino para asesinarlo. Se puso muy ansioso y dijo que no podía seguir. Dije que no podía seguir porque estaba o muer to o vivo, y tan envidioso que tenía que determinar el buen análisis. Hubo una disminución marcada de la ansiedad, pero el resto de la sesión fue ocupada por observaciones aisladas sobre hechos reales que impre sionaban otra vez como un intento de mantener el contacto con la realidad externa como método de ne gar sus fantasías. ASPECTOS COMUNES DE ESTOS EJEMPLOS 94. Los episodios referidos fueron elegidos porque, en cada uno, el tema dominante era el ataque destruc tivo a un vínculo. En el primero, el ataque se expresó en un tartamudeo, destinado a impedir que el paciente utilizara el lenguaje como vínculo entre él y yo. En el segundo, el dormir era vivenciado por él como igual a una identificación proyectiva que'se desarrollaba sin que él la pudiese controlar. Dormir significaba para él que su mente, fragmentada, fluía como corriente de partículas agresoras. VOLVIENDO A P E N S A R 135 Estos ejemplos aclaran el proceso del soñar esqui zofrénico. El paciente psicótico parece no tener sue ños, o por lo menos no referirlos hasta una etapa bastante avanzada del análisis. Mi impresión actual, es que este período aparentemente sin sueños es un fenómeno análogo a la alucinación visual-invisible. Es decir, que los sueños se componen de material tan in finitamente fragmentado, que carecen de componente visual. Cuando el paciente experimenta sueños que puede traer, porque han versado sobre objetos visuales, parece sentir' que estos objetos tienen una relación c ir io s objetos invisibles de la etapa previa, análoga a. las'de las heces con la orina. Los objetos que apa recen en las experiencias que llamamos sueños, son vivénciados por el paciente como sólidos y, como tales, se diferencian de aquellos contenidos oníricos consis tentes en un continuo de fragmentos diminutos c in visibles. En el momento de la sesión el tema principal no era el ataque al vínculo sino las consecuencias del ata que, previamente realizado, que lo había despojado del estado de ánimo necesario para poder establecer una relación satisfactoria entre él y su cama. Aunque no apareció en la sesión que relato, la identificación proyectiva incontrolable (lo que el dormir significaba para él) era vivenciada como un ataque destructivo contra el estado de ánimo de los padres en el coito. Había por lo tanto una doble ansiedad; por un lado, miedo de ser despojado de su mente; por otro, miedo de no poder controlar sus ataques hostiles (con armas provenientes de la mente misma), contra el estado de ánimo que constituye el vínculo entre la pareja paren- tai. El dormir y el no dormir eran inaceptables por igual. 136 W . R . BION En el tercer ejemplo, donde describo alucinaciones visuales de objetos invisibles, somos testigos de un mo do de ataque a la pareja sexual. Mi interpretación, por lo que pude entender, fue vivenciada por él como si fuera su propia sensación visual de un acto sexual entre los padres; esta impresión visual es diminuta mente fragmentada y expulsada en partículas tan pe queñas que constituyen los componentes invisibles de un continuum. El procedimiento total sirve al propó sito de impedir la vivencia de sentimientos de envidia hacia el estado de ánimo parental por medio de una expresión inmediata de la envidia en un acto destruc tivo. Más adelante haré otras aportaciones sobre este odio implícito de la. emoción y sobre la necesidad de evitar su reconocimiento. En el cuarto ejemplo, el relato de la muchacha que comprendía y la bruma, mi comprensión y su agrada ble estado de ánimo, habían sido vivenciados como un vínculo entre nosotros que podría dar lugar a un acto creativo. El vínculo había sido visto con odio y con vertido en sexualidad hostil y destructiva que volviera estéril a la pareja analista-paciente. En el quinto ejemplo, de las dos nubes
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