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12 Anatomía y Fisiología Humana 1 Entre un 60 y un 80 por ciento del peso corporal es agua, la sustancia química individual más abun- dante en el cuerpo, que ofrece la base líquida para las secreciones y excreciones corporales. El agua se ob- tiene principalmente de los alimentos o líquidos inge- ridos y se elimina del cuerpo mediante la evaporación de los pulmones y la piel, y en las excreciones del cuerpo. Para una buena salud, la temperatura corporal debe mantenerse aproximadamente a 37 °C (98 °F). Si la temperatura corporal desciende por debajo de este punto, las reacciones metabólicas se ralentizan y, final- mente, se detienen; si es demasiado elevada, la veloci- dad de las reacciones químicas aumenta demasiado y las proteínas del cuerpo comienzan a descomponerse. En ambos casos se produce la muerte. La mayoría del calor corporal se genera mediante la actividad de los músculos esqueléticos. La fuerza ejercida sobre la superficie del cuerpo por el peso del aire recibe el nombre de presión atmos- férica, de la que dependen la respiración y el intercam- bio de oxígeno y dióxido de carbono en los pulmones. A altitudes elevadas, donde el aire es más tenue y la presión atmosférica es inferior, el intercambio gaseoso puede ser demasiado escaso para mantener el metabo- lismo celular. La sola presencia de estos factores de superviven- cia no es suficiente para el mantenimiento de la vida: también deben estar presentes en cantidades adecua- das, pues tan dañinos son los excesos como las caren- cias. Por ejemplo, los alimentos ingeridos deben ser de gran calidad y tomarse en las cantidades correctas; en caso contrario, es probable sufrir una enfermedad nu- tricional, como obesidad o muerte por inanición. ¿ L O H A S E N T E N D I D O ? 4. Además de metabolizar, crecer, digerir alimentos y excretar los desechos, ¿qué otras funciones debe llevar a cabo un organismo para poder sobrevivir? 5. El oxígeno es necesario para la supervivencia. ¿Por qué resulta tan importante? Véanse las respuestas en el Apéndice D. Homeostasis Cuando se piensa detenidamente sobre el hecho de que el cuerpo se compone de miles de billones de células en actividad casi constante y de que una proporción realmente elevada de dicha actividad se realiza sin erro- res, empieza a apreciarse la maravilla que es, en reali- dad, el cuerpo humano. La palabra homeostasis des- cribe la capacidad del cuerpo para mantener unas condiciones internas relativamente estables a pesar del cambio permanente en el mundo exterior. Aunque la traducción literal de homeostasis es “inmutable” (homeo = lo mismo; stasia = quieto), el término no indica real- mente un estado inmóvil, sino un estado de equilibrio dinámico o un equilibrio en el cual las condiciones in- ternas cambian y varían, pero siempre entre límites re- lativamente estrechos. En general, el cuerpo mantiene la homeostasis cuando se cubren sus necesidades de forma adecuada y funciona sin problemas. El mantenimiento de un en- torno interno constante depende de virtualmente todos los aparatos: las concentraciones séricas adecuadas de nutrientes vitales deben ser continuas, la actividad mio- cárdica y la tensión arterial deben controlarse y ajus- tarse de forma constante, de forma que la sangre reciba el impulso adecuado para llegar a todos los tejidos cor- porales, no debe permitirse la acumulación de dese- chos y la temperatura corporal debe controlarse con precisión. Mecanismos de control homeostático La comunicación en el interior del cuerpo resulta esen- cial para la homeostasis y se consigue principalmente mediante los sistemas nervioso y endocrino, que utili- zan señales eléctricas emitidas por los nervios o por las hormonas en sangre, respectivamente, como portadoras de información. Los detalles sobre el modo en que es- tos dos sistemas reguladores operan constituye la mate- ria de los capítulos posteriores, pero esta sección ex- plica las características básicas de los sistemas de control nervioso y hormonal. Independientemente del factor o acontecimiento que se regula (la variable), todos los mecanismos ho- meostáticos de control se componen de al menos tres componentes (Figura 1.4). El primer componente es un receptor, un tipo de sensor que controla y reac- ciona a los cambios en el entorno, los estímulos, y en- vía información al segundo elemento, el centro de control, mediante la vía aferente. (Puede resultar útil, para recordar este dato, el hecho de que la informa- ción que viaja por la ruta aferente se acerca al centro de control.) El centro de control, que determina el nivel (punto fijado) en el cual debe mantenerse una varia- ble, analiza la información que recibe y, a continua- ción, determina la repuesta o el curso de acción apro- piados. El tercer componte es el efector, que ofrece los medios para la respuesta del centro de control al estí- mulo y que recibe la información del centro mediante la vía eferente. (La información eferente se escapa del centro de control.) Los resultados de la respuesta sirven
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