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perficiales, el estrato espinoso y después el estrato granuloso, se vuelven más finas y se llenan cada vez más de queratina (queratinizadas). Finalmente mueren, de modo que forman el terso estrato lúcido. Esta úl- tima capa epidérmica no se encuentra en todas las zo- nas cutáneas; sólo se produce donde la piel carece de vello y es más gruesa, es decir, en las palmas de las ma- nos y las plantas de los pies. La combinación de la acu- mulación de queratina en ellas, que secreta un glucolí- pido hidrorrepelente en el espacio extracelular, y su distancia cada vez mayor del suministro sanguíneo (en la dermis) condenan con eficacia las células del estrato lúcido y las células epidérmicas más superficiales por- que éstas son incapaces de obtener los nutrientes y el oxígeno adecuados. La capa más externa, el estrato córneo, tiene un grosor de entre 20 y 30 capas celulares y representa unos tres cuartos del grosor epidérmico. Los remanen- tes celulares muertos a modo de placa, completamente llenos de queratina, se denominan cornificados o cé- lulas callosas (cornu = cuerno). El dicho común “La belleza es sólo superficial” es especialmente intere- sante teniendo en cuenta que casi todo lo que vemos al mirar a alguien está muerto. La queratina es una pro- teína excepcionalmente resistente. Su abundancia en el estrato córneo permite que la capa proporcione un “abrigo” duradero para el cuerpo, que protege las cé- lulas más profundas del extorno externo hostil (aire) y de las pérdidas de agua, y ayuda al cuerpo a resistir las agresiones biológicas, químicas y físicas. El estrato cór- neo se frota y se descama lenta y continuamente como la familiar caspa. Una persona media pierde unos 18 kg de estas escamas durante toda su vida, lo que proporciona una fuente alimentaria para los ácaros que viven en los hogares y en las sábanas. Esta capa se sustituye por células producidas por la división de las células más profundas del estrato basal. De hecho, dis- ponemos de una epidermis totalmente “nueva” cada 25-45 días. La melanina, un pigmento que varía entre los co- lores amarillo, marrón y negro, se produce mediante cé- lulas especiales con forma de araña denominadas me- lanocitos, que se encuentran principalmente en el estrato basal. Cuando la piel se expone a la luz solar, que estimula la producción del pigmento melanina por parte de los melanocitos, se produce el bronceado. A medida que los melanocitos producen melanina, ésta se acumula en ellos en los gránulos fijados a la membrana denominados melanosomas. A continuación, estos grá- nulos se desplazan hasta los extremos de los finos bra- zos de los melanocitos, donde son absorbidos por los queratinocitos más cercanos. Dentro de los queratinoci- tos, la melanina forma un pigmento de revestimiento en la parte superficial, o expuesta al sol, de sus núcleos que protege su material genético (DNA) de los efectos dañinos de la radiación ultravioleta de la luz solar. Las pecas y los lunares aparecen donde la melanina se con- centra en un punto. DESEQUILIBRIO HOMEOSTÁTICO A pesar de los efectos protectores de la mela- nina, una excesiva exposición solar acaba produciendo da- ños en la piel. Hace que las fibras elásticas se agolpen, lo que produce que la piel se curta. También disminuye la ac- ción del sistema inmunitario. Esto puede ayudar a explicar por qué muchas personas infectadas con el herpes simplex, o llaga del resfriado, tienen más tendencia a presentar una erupción después de tomar el sol. La sobreexposición solar también puede alterar el DNA de las células cutáneas, lo que produce cáncer de piel. Las personas de raza negra no sue- len padecer cáncer de piel, lo que revela la impresionante efi- cacia de la melanina como bronceador natural. ▲ Dermis La dermis es nuestra parte “oculta”. Se trata de una en- voltura fuerte y elástica que ayuda a mantener el cuerpo unido. Al adquirir productos de piel (bolsos, cinturones, zapatos y cosas por el estilo), estamos comprando la dermis tratada de animales. El tejido conectivo denso (fibroso) que forma la dermis consta de dos zonas principales: la papilar y la reticular. Al igual que la epidermis, la dermis varía en grosor. Por ejemplo, es especialmente gruesa en las pal- mas de las manos y en las plantas de los pies, pero es bastante fina en los párpados. La capa papilar es la zona dérmica superior. Es irregular y cuenta con proyecciones de fijación desde la superficie superior, denominadas papilas dérmicas (papill = pezón), que cortan la epidermis por arriba. Muchas de las papilas dérmicas contienen bucles capi- lares, que aportan nutrientes a la epidermis. Otras alo- jan receptores del dolor (terminaciones nerviosas li- bres) y entran en contacto con los receptores denominados corpúsculos de Meissner. En las palmas de las manos y las plantas de los pies, las papilas se orga- nizan en modelos definitivos que forman puentes con forma de lazo y espiral en la superficie epidérmica, lo cual aumenta la fricción y mejora la capacidad absor- bente de los dedos y los pies. Los modelos papilares es- tán determinados genéticamente. Los puentes de los de- dos están llenos de poros sudoríparos y dejan películas Capítulo 4: La piel y las membranas corporales 117 4
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