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tras el flujo sea uniforme y no se interrumpa. Si choca contra alguna obstrucción, el flujo se vuelve turbulento y genera so- nidos, como los soplos cardiacos, que pueden oírse con un estetoscopio. Los soplos cardiacos son bastante comunes en los niños pequeños (y algunas personas mayores) con un corazón perfectamente sano, probablemente porque sus pa- redes cardiacas son relativamente finas y vibran con la san- gre que se precipita. Sin embargo, los soplos en pacientes que no se incluyen en ninguno de estos grupos indican, la mayoría de las veces, problemas valvulares. Por ejemplo, si una válvula no se cierra firmemente (es incompetente), se oirá un silbido después de que se cierre esa válvula (supues- tamente), a medida que la sangre fluya hacia atrás a través de una válvula parcialmente abierta. Los sonidos nítidos tam- bién pueden oírse cuando la sangre fluye enérgicamente a través de las válvulas estenosadas (ensanchadas). ▲ Gasto cardiaco El gasto cardiaco (CO) es la cantidad de sangre bom- beada hacia afuera por cada lado del corazón (en reali- dad, cada ventrículo) en un minuto. Es el producto de la frecuencia cardiaca (HR) y el volumen sistólico (SV). El volumen sistólico es el volumen de sangre bombeado hacia afuera por un ventrículo con cada la- tido del corazón. En general, el volumen sistólico au- menta a medida que se incrementa la fuerza de la con- tracción ventricular. Si se utilizan los valores de reposo normal de frecuencia cardiaca (75 latidos por minuto) y el volumen sistólico (70 ml por latido), el gasto cardiaco medio de un adulto puede suponerse fácilmente: CO � HR (75 latidos/min.) � SV (70 ml/latido) CO � 5.250 ml/min El volumen sanguíneo normal de un adulto es de unos 6.000 ml, así que todo el suministro sanguíneo pasa a través del cuerpo una vez por minuto. El gasto cardiaco varía en función de la demanda del organismo. Aumenta cuando el volumen sistólico se incrementa, cuando se aceleran los latidos del corazón o cuando se dan ambas circunstancias; disminuye cuando alguno de estos facto- res o ambos se reducen. Centrémonos en la regulación del volumen sistólico y de la frecuencia cardiaca. Regulación del volumen sistólico Un corazón sano bombea hacia afuera en torno al 60% de la sangre pre- sente en los ventrículos. Como se ha indicado arriba, corresponde aproximadamente a 70 ml (unos 60 centili- tros) con cada latido. Según ley del corazón de Starling, el factor fundamental que controla el volumen sistólico es el grado en que se estiren las células musculares car- diacas justo antes de contraerse. Cuanto más se estiren, más fuerte será la contracción. El factor importante de estiramiento del músculo cardiaco es el retorno venoso, la cantidad de sangre que entra en el corazón y dilata los ventrículos. Si un lado del corazón empieza a bom- bear más sangre que el otro de repente, el mayor re- torno venoso en el ventrículo contrario lo forzará a bombear hacia afuera una cantidad igual, para evitar embotellamientos en la circulación sanguínea. Cualquier cosa que aumente el volumen o acelere el retorno venoso también aumenta el volumen sistó- lico y fuerza la contracción (Figura 11.8). Por ejemplo, un latido cardiaco lento da más tiempo a los ventrícu- los para que se llenen. El ejercicio acelera el retorno ve- noso porque aumenta la fuerza y la frecuencia cardia- cas. La acción mejorada de los músculos esqueléticos activos de apretar las venas que devuelve la sangre al corazón, el denominado bombeo muscular, también de- sempeña una función principal en el aumento del re- torno venoso. En cambio, un retorno venoso lento, como el que puede resultar de una intensa pérdida de sangre o de una frecuencia cardiaca extremadamente rápida, reduce el volumen sistólico, lo que hace que el corazón lata con menos fuerza. Factores que modifican la frecuencia cardiaca básica En las personas sanas el volumen sistólico tiende a ser re- lativamente constante. Sin embargo, cuando el volu- men sanguíneo disminuye de repente o cuando el co- razón está gravemente debilitado, el volumen sistólico se reduce y el gasto cardiaco se mantiene gracias a un latido cardiaco más rápido. Aunque la contracción car- diaca no depende del sistema nervioso, su frecuencia puede variar temporalmente mediante los nervios autó- nomos. De hecho, la influencia externa más importante de la frecuencia cardiaca es la actividad del sistema ner- vioso autónomo. La frecuencia cardiaca también se mo- difica mediante diversas sustancias químicas, hormonas e iones. Algunos de estos factores se resumen en la Fi- gura 11.8. Control nervioso (ANS) En las épocas de estrés físico o emocional, los nervios de la división simpática del sis- tema nervioso autónomo estimulan más enérgicamente los nodos SA y AV y el propio músculo cardiaco. Como resultado, el corazón late más rápido. Éste es un fenó- meno familiar para cualquier persona a la que hayan asustado o que haya tenido que correr para coger el au- tobús. El corazón bombea con determinada rapidez en condiciones habituales, pero se acelera cuando así lo re- quieren determinadas circunstancias. Puesto que un flujo sanguíneo más rápido acelera la frecuencia con la que la sangre fresca alcanza las células corporales, se pone a su disposición más oxígeno y glucosa durante las épocas de estrés. Cuando la demanda disminuye, el corazón se ajusta. Los nervios parasimpáticos, principal- mente los nervios vagos, ralentizan y estabilizan el cora- zón, de modo que le den más tiempo para reposar en los momentos ajenos a las crisis. En los pacientes con insuficiencia cardiaca congestiva (una enfermedad en la que el corazón está casi “gastado” debido a la edad), 372 Anatomía y Fisiología Humana 11
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