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Inmunidad humoral activa y pasiva Cuando las células B encuentran antígenos y producen anticuerpos contra ellos, nos encontramos ante la in- munidad activa (Figura 12.14). La inmunidad activa se adquiere (1) de forma natural durante procesos in- fecciosos bacterianos y virales, durante los cuales po- demos desarrollar los signos y síntomas de la enferme- dad y sufrir un poco (o mucho), y (2) de forma artificial al recibir vacunas. La diferencia en la forma en la que el antígeno invade el organismo, bien sea por sus propios medios o introducido en forma de va- cuna, es irrelevante. La respuesta del sistema inmunita- rio es muy similar. En realidad, una vez que se ha re- conocido que las respuestas secundarias son mucho más enérgicas, el resto consiste en desarrollar vacunas que “primen” la respuesta inmunitaria facilitando un primer contacto con el antígeno. La mayoría de las va- cunas contienen patógenos muertos o atenuados (vi- vos pero extremadamente debilitados). Las vacunas proporcionan dos beneficios: (1) nos evitan la mayoría de los signos y síntomas (y el males- tar) de la enfermedad que de otro modo tendrían lugar durante la respuesta primaria y (2) los antígenos debi- litados siguen teniendo la capacidad de estimular la producción de anticuerpos y fomentar la memoria in- munitaria. Las denominadas vacunas de refuerzo, que pueden intensificar la respuesta inmunitaria en en- cuentros posteriores con el mismo antígeno, también están disponibles. Las vacunas han eliminado casi por completo la viruela y en la actualidad están disponi- bles contra microorganismos que causan neumonía, polio, tétanos, difteria, tos ferina, sarampión y muchas otras enfermedades. En Estados Unidos, muchas enfer- medades infantiles potencialmente peligrosas se han visto reducidas de forma drástica gracias a los progra- mas de inmunización activa. La inmunidad pasiva difiere bastante de la activa, tanto en la fuente del anticuerpo como en el grado de protección que facilita (véase la Figura12.14). En vez de estar hechos a partir del plasma del propio organismo, los anticuerpos se obtienen del suero de un donante hu- mano o animal inmune. Como resultado, las células B no son estimuladas por el antígeno, la memoria inmuni- taria no se produce y la protección temporal facilitada por los “anticuerpos prestados” termina cuando se de- gradan de forma natural en el organismo. La inmunidad pasiva se otorga de forma natural al feto cuando los anticuerpos de la madre atraviesan la placenta y entran en la circulación sanguínea fetal y tras el parto, durante la lactancia. Durante varios meses tras el parto, el bebé permanece protegido contra todos los an- tígenos a los que la madre haya estado expuesta. 420 Anatomía y Fisiología Humana 12 0 1 2 3 4 5 6 Repuesta secundaria Respuesta primaria Tiempo (semanas) Antígeno inyectado Antígeno inyectado C on ce nt ra ci ón re la tiv a d e an tic ue rp os en e l p la sm a sa ng uí ne o Activa Pasiva Activa Pasiva Inmunidad adquirida Adquirida de forma natural Adquirida de forma artificial Infección; contacto con un patógeno Anticuerpos que pasan de la madre al feto a través de la placenta Vacuna; patógenos atenuados o muertos Inyección de suero inmune (gama- globulina) F I G U R A 1 2 . 1 3 Respuestas humorales primaria y secundaria a un antígeno. En la respuesta primaria, el nivel de anticuerpos en sangre se incrementa gradual- mente y luego desciende con rapidez. La respuesta secun- daria es más rápida y más intensa. Además, los niveles de anticuerpos permanecen altos durante mucho más tiempo. F I G U R A 1 2 . 1 4 Tipos de inmunidad adquirida. Los recuadros naranjas representan los tipos activos de inmunidad en los que se establece la memoria inmunitaria. En los recuadros dorados se representan los tipos de inmunidad pasiva de corta duración; no se incluye memoria inmunitaria.
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