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Cubierta de Gustavo Macri 
la . edición, 1999
I.u rcprntíuccií^d loLul o pdirciiíl de ca le libro, en cu alqu ier forma que s ia . 
idciilica ü niotiincada. cacriu a m áquina, por el a is lem a ■‘m ulU gruph', 
riiiíi*-«u;rofo. imprcHo por fotocopia. futi>duplicación, ole., no au lor iiad a 
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Rubén Darío 118, México D.F.
Queda hecho el depósito que previene la Ley 11.723 
Impreso en la Argentina - Printed in Argentina
Impreso en Talleres Gráficos D'Aversa,
Vicente López 318, Quilmes. en julio de 1999
ISBN 9.50ri2-6074-7
mailto:t@internet.siscotel.com
ÍNDICE
In troducción ................................................. 9
1. Estudios argentinos sobre el MMPI-2,
María M artina C a su l lo ........................................................ 11
2. Características generales del M M PL2,
María Elena Erenlla y Arturo P r a d o ............................. 25
3. Aplicación del MMPI-2 en el ám bito clínico,
María Elena E r e n l l a ................................ 263
4. El M M PL2 en el ám bito forense,
Victoria F e iT an te ................................................................... 319
5. El MMPI-2 en tareas de selección laboral,
Mercedes Fernández Liporace ........................................... 373
Anexo. Versión argentina del inventario M M PI-2 429
INTRODUCCION
Los capítulos que integp'an este texto son el resultado de 
tareas de investigación concretadas desde e! año 1991 por 
integrantes de la segunda cátedra Teoría y Técnicas de Ex­
ploración y Diagnóstico, Modulo I, de la Facultad de Psicolo­
gía de la Universidad de Buenos Aires.
Esas tareas pudieron concretarse como parte de proyectos 
de investigación aprobados y parcialmente subsidiados por la 
Universidad de Buenos Aires y el CONICET, dada mi condi­
ción de profesora universitaria y miembro de la Carrera del 
Investigador en el Consejo Nacional de Investigaciones Cien­
tíficas y Técnicas.
Deseo expresar mi más sincero agradecimiento a los pro­
fesionales y técnicos que las hicieron posibles, en especial al 
docto: Jam es Butcher del Departam ento de Psicología de la 
Universidad de Minnesota.
En el transcurso de los últimos ocho años hemos presen­
tado trabajos y ponencias sobre aplicaciones diversas del 
MMPI-2 en congresos, jornadas y encuentros tanto naciona­
les como internacionales.
Como todo recurso evaluativo, el MMPI-2 tiene alcances y 
limitaciones. Los profesionales que concretan tareas diagnós­
ticas deberán decidir, a part ir de contar con información 
actualizada sobre el instrumento, en qué circunstancias es 
recomendable su administración y en cuáles no lo es.
10 MAPÍA M ARTINA CASULLO
Toda evaluación diagnóstica supone in teg rar distintos ti­
pos de datos; uno de ellos^remite a la información que puede 
brindar el cliente o paciente sobre sus autopercepciones cons­
cientes, siempre contextualizadas. Al responder los ítemes 
del MMPI-2, la persona nos es tá diciendo algo acerca de la 
m anera en la que in te n ta n pretende ser m irada por los otros.
M aría M artina Ca.sullo 
Buenos Aires, junio de 1999
M aría M artina Casulla*
1
ESTUDIOS AEGENTINOS SOBRE EL MMPI-2
El Inventario Multifásico de Personalidad de Minnesota 
es una técnica psicológica autoadministrable de amplia difu­
sión en el ámbito clínico desde su publicación en los Estados 
Unidos en la década del *40.
En nuestro país, esa primera versión del instrumento fue 
traducida y adap tada aí castellano per los integrantes del 
Servicio de Exam en Psicológico del Departamento de Orien­
tación Vocacional de la Universidad de Buenos Aires (1964). 
Nunca fue una técnica muy utilizada en tareas de psicodiag- 
nóstico clínico sino que más bien su uso estuvo focalizado en 
las tareas de selección de personal en el campo de la psico­
logía laboral así como en investigaciones con pacientes psi­
quiátricos en ámbitos universitarios.
Con la revisión de la primera versión y su reaparición como 
lVIMPI-2 (Butcher, DahJstrom, Graham, Tellegen y Kaemmer, 
1989) puede decirse que se inicia una nueva era en la historia 
de esta prueba psicológica, a nivel internacional.
A partir del año 1991, en la Facultad de Psicología de la 
Universidad de Buenos Aires, la cátedra Técnicas Psicomé- 
tricas comenzó a t raba ja r en su traducción, adaptación, va­
lidación y estandarización.
^Doctora en Psicología, investigadora del CONICETy profesora regular 
de la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires.
En julio del año 1992, tuve oportunidad de asistir, en la 
ciudad belga de Brujas, a un seminario intensivo sobre la nueva 
versión del MMPÍ-2 a cargo de los profesores estadounidenses 
Butcher, Graham y Ben-Porath. En esa ocasión nos vinculamos 
con los profesores Avila Espada y Jiménez Gómez, de la Univer­
sidad de Salamanca (España), así como con la profesora Reyes 
Lagunes, de la Universidad Nacional Autónoma de México, to­
dos ellos interesados en trabajar en la adaptación de la piueba 
al idioma castellano. Ese encuentro dio origen a una relación 
permanente de camaradería y amistad que perdura en el pre^ 
sente con la incorporación de la colega María Emilia Lucio, 
responsable de la edición mexicana del instaimento publicado 
por la editorial El Manual Moderno en 1996.
En los años 1993 y 1996 asistí a seminarios sobre la prue­
ba en Hawai y Minnesota, en los que pude obtener informa­
ción sobre nuevas investigaciones y a su vez p resen tar 
nuestros propios estudios.
Este capítulo ofrece una descripción general de las tareas 
de adaptación y estandarización realizadas, y presenta algu­
nos datos empíricos referidos a población general, estudian­
tes universitarios, pacientes con enfermedades reumáticas e 
ingresantes a una institución militar.
12 APLICACIONES DEL MMPI-2
1. P r o c ed im ie n to s para d esarro llar una versión 
a rg en tin a de la. técn ica
Se tomó como punto de partida la versión en inglés del 
cuadernillo con los 567 ítemes que integran el inventario, 
publicado jun to con el manual por University of Minnesota 
Press (1989). Dos psicólogos bilingües trabajaron en la t ra ­
ducción al castellano y su posterior pasaje al inglés (back 
translation). Se fijó como objetivo lograr tanto la validez con­
ceptual como lingüística de los reactivos; en caso de situacio­
nes contradictorias o dudosas, se optó por dar prioridad a la 
equivalencia conceptual, en la medida de lo posible.
Tbdos los ítemes que integran la prueba fueron traducidos del inglés 
al español por la autora María Martina Casullo y una colega bilin­
güe, de manera independiente; procedimos, a continuación, a deter­
minar el uso correcto de términos, así como su sensibilidad cultural. 
Varios términos fueron modificados a efectos de adecuarlos a usos 
locales o cotidianos del habla. La versión final obtenida fue evaluada 
contrastándola con la versión original en inglés; se realizaron las 
comparaciones necesaiias para verificar posibles discrepancias.
Tuvimos que preparar los materiales específicos necesarios 
para concretar la administr*ación y evaluación de las pruebas 
a ser analizadas, así como la organización de actividades de 
capacitación.
Las psicólogas Erenlla, Diuk y Maristany (1992) redacta­
ron un texto sobre el MMPI-2 que provee información básica 
sobre la técnica, su desarrollo histórico, las escalas que la 
integran y los criterios generales de evaluación. Contar con 
esta publicación era sum am ente necesario para poder en tre­
nar y capacitar a los profesionales, y estudiantes universita­
rios que recolectarían los datos.
Por otra parte, el estudio del MMPI-2 fue incorporado al 
programa oficial de la as ignatura Teoría y Técnicas de Explo­
ración y Diagnósticoque se enseña en la Facultad de Psico­
logía de la Universidad de Buenos Aires.
Por último, du ran te los años 1992 y 1993, se organizó una 
serie de talleres sobre el MMPI-2 a los que asistieron psicó- 
. logos y psiquia tras interesados en participar en las tareas de 
estandarización.
EST U D IO S ARG ENTINO S SOBRE EL MMPL2 13
2. Los estu d io s rea lizad os
2.i. La m uestra de población general
En una p rim era etapa se obtuvieron datos sobre la base 
de una m uestra de 600 sujetos de ambos sexos, quienes fue­
ron entrevistados por estudian tes de la carrera de Psicología 
de las universidades de Buenos Aires, Belgrano y La Plata. 
Los estudiantes fueron seleccionados entre quienes hubiesen 
aprobado la asigna tu ra correspondiente al área de Evalua­
ción Psicológica de los planes de estudio vigentes y realiza­
ran una e tapa de entrenam iento.
Todas las pruebas fueron administradas de forma individual, 
con la participación voluntaria y anónima de los respondentes. 
Se les solicitó datos sobre ocupación y educación (propios o de 
la persona a cargo) a fin de poder deteiminar el nivel econó­
mico social (NES). Las tareas de recolección de datos se inicia­
ron en abril de 1992 y prosiguieron hasta noviembre de 1993.
Los criterios de inclusión en la muestra fueron los siguientes:
a) Mujeres y varones con edades entre 18 y 65 años,
b) Sujetos con educación prim aria o básica completa.
c) No es ta r bajo tra tam iento psiquiátrico en el momento 
de responder al inventario ni haberlo estado en los 
últimos cinco años.
d) El consentimiento voluntario.
Del total de 600 protocolos obtenidos en la prim era etapa 
del estudio fueron eliminados 64 debido a puntuaciones en la 
escala F (validez) superiores a dos desviaciones es tándar con 
respecto a la media aritmética.
Se establecieron los siguientes criterios de exclusión:
a) La persona estaba o había estado en tra tam iento psi­
quiátrico en los últimos cinco años.
b) El protocolo contenía 25 o más ítemes sin responder.
c) La puntuación directa o bruta en la escala F era superior a 25.
De la aplicación de esos criterios resultó necesario elimi­
n a r el 12 % de la muestra.
D urante el año 1994 continuamos administrando la prue­
ba en la ciudad de Buenos Aires y los distritos del conurbano
14 APLICA CIONES DEL MMPI-2
E S T U D IO S A R G EN TIN O S SOBR E EL MMPI-2 15
de la provincia de Buenos Aires has ta obtener una muestra 
integrada por 500 varones y 550 mujeres.
Para el total de la m uestra , la media de edad cronológica 
es de 36 años (varones) y de 35 años (mujeres).
Segiin el NES, la m uestra analizada está conformada por:
Bajo
Medio
Alto
10 % 
85 % 
5 %
En las tablas siguientes se indican los valores promedio y 
de desviación pa ra las escalas de Validez, Clínicas, de Con­
tenido y Suplem entarias , según sexo. Procedimos a determi­
nar la diferencia entre los valores promedios mediante el 
cálculo de la prueba “t ” de Student.
En este capítulo sólo se mencionan las escalas que inte­
gran cada uno de esos grupos. El lector encontrará en el 
capítulo 2 de este texto una descripción detallada de cada una 
de ellas.
Tabla 1. Escolas de validez
ESCALA VARONES M U JERES “t"
M s M s
L (sinceridad) 6 3.0 7 2,3
F (validez) 9 6.3 8 5.9 *:|l
K (defensas) 14 4.7 14 4,4
Fb (posterior) 6 6,2 7 5.8
VRIN 8 3.3 9 3,0
TRIN 10 2.0 11 2.5
Se encontra ron diferencias significativas según sexo en cuatro escalas (* p = 
0,01; *• p á 0,05).
Estos datos justifican el uso de normas estadísticas dife­
rentes (haremos) para varones y mujeres.
16 A PLICA CIONES DEL MMPl-2 
T a b la 2 . E s c a l a s b á s i c a s o c l ín ic a s
ESCALA V/VKONES M U JE R ES “C
M s M s
l i s
Hipocondría 16 4,6 17 5,2 •1»
ü
Depresión 22 4.9 24 5,8 1c
H y
Histeria 22 4,6 23 6,1 m +
P tl
P.sicopiilín 24 3,9 23 5,7
M F
Mnsculinidad
Ferainiílad 25 5.4 32 4,4 .
P a
Paranoia 12 4.2 13 4.4
P t
Psicaslenia 31 6.3 33 6.7 ♦
Se
Esquizofrenia 34 9,4 36 9.2 *
Mn
Hipomntiín 22 5.1 22 4,6
Si
Introversión
social 30 8.1 33 7.6
Para a lgunas de es tas escalas también se han encontra­
do d ife renc ias s ign if ica tivas según sexo (*p = 0,01; **p 
= 0,05) por lo que es necesario emplear normas estadísticas 
diferentes pa ra varones y mujeres. Es importante destacar 
que los valores presentados incluyen la adición de K, o una 
fracción del mismo en las escalas Hiponcodría, Psicopatía, 
Psicastcnja, Esquizofrenia e Hipomanía.
EST U D IO S ARGEiNTINOS SOBRE EL MMPI-2 17
En la tabla siguiente se consigan los datos correspondien­
tes a las escalas de contenido.
Tab la 3. E sca las de con ten ido
ESCALA V/VRONES M U JE RES ••r
M s M s
Ansiedad 10 4,1 12 4.2
Miedos 7 4.0 10 4.6 *
Obsesiones 7 3.0 9 3.5
Depresión 9 5.3 12 6.9 ♦
Problemas de sa lud 10 4.9 12 5.5 «
Pensamientos bizarros 4 4.0 4 3.7
M os libelad 7 3,0 8 3.5 ♦
Cinismo 12 4,4 12 5.1
Prácticas antisocia les 10 3.7 9 3.7
Personalidad tipo A 10 3.4 10 3.6
Baja au to es t im a 7 4,2 9 -1.5 *
Disconformidad social 8 4,7 8 •1.5
Problemas fam iliares 8 3.7 10 4.6
Problemas laborales 11 5.3 13 6.2 t
Actitudes hacia el 
t ra tam ien to 7 4.5 9 5.2
En varias de estas escalas se han encontrado diferencias 
significativas según género (p = 0,01), por lo cual, como en los 
casos anteriores presentados, es necesario utilizar normas 
estadísticas diferentes para mujeres y varones al interpretar 
las puntuaciones obtenidas.
En la tabla 4 se consignan los valores estadísticos con'es- 
pondientes a las escalas suplementarias.
18 A PLICA CIONES DEL MMPI-2 
T a b la 4. E s c a l a s s u p l e m e n t a r i a s
ESCALA V.ARONES
M
M U JE R E S
M
Ansiedad 14 7,0 17 8.8
Represión 16 4,6 18 4,2
Fuerza del yo 33 6,6 30 5,9
Mac.'\jidrew de alcoholismo 23 5,2 21 4,2
Cunlrol de hosti lidad 13 3,3 14 2,8
Dominancia 14 3,4 14 3,3
Responsabilidad social 18 4,2 21 3,9
Dificultades académicas 18 5,9 19 7,5
Genero 33 6.2 35 4.1
Estrés postraumático 14 7,7 16 8,5
Estrés postraumático 18 4.9 21 12.0
Timidez 5 3.0 6 2,2
Evitación social 3 2,3 3 2,1
Alienación 8 3.0 8 3.3
El lector puede observar que para algunas de las escalas 
también se han hallado diferencias significativas entre los 
valores promedios según sexo, por lo cual es necesario el 
empleo de haremos diferentes para mujeres y varones cuan­
do se analizan e in terp re tan las puntuaciones directas obte­
nidas por un sujeto.
2.2. Estudios sobre validez y confiabilidad
La versión argen tina del MMPI-2 fue adm inistrada a una 
m uestra de 150 pacientes externos, en asistencia psiquiátri­
ca en el Hospital F rancés de la ciudad de Buenos Aires. Al 
mismo tiempo, se solicitó a los profesionales a cargo de la 
admisión que concretaran el psicodiagnóstico teniendo en 
cuenta las dimensiones evaluadas en las escalas clínicas de 
la prueba, exceptuando introversión social. Con esos diag­
nósticos se procedió a calcular la correlación entre las pun-
tuaciones obten idas en el MMPI-2, utilizando la prueba de 
Pearson. Se obtuvo un valor promedio de 0,81. Esta tarea 
fue coordinada y superv isada por el doctor Miguel Márquez, 
jefe del Servicio de Psicopatología del antedicho hospital 
general.
Por o tra parte , esa misma versión argentina fue adminis­
trada a un grupo de estudiantes universitarios (N - 100), 
quienes volun tariam ente aceptaron colaborar en nuestro es­
tudio. A las cinco sem anas se concretó el retest con los mis­
mos su je to s (N = 97). Los coeficientes de correlación 
promedios obtenidos fueron:
E sc a la s clínicas: 0,86
E sc a la s de validez: 0,89
E sc a la s de contenido: 0,78
E sc a la s su p le m e n ta r ia s : 0.75
E ST U D IO S ARG ENTINO S SOBRE E L M M P i-2 19
2.3. Estudios con poblaciones especiales
El MMPI-2 fue incluido en la batería psicodiagnóstica a 
adm in is tra r en un grupo de ingresantes a una institución 
militar con sede en la provincia de Buenos Aires (N = 689). 
Procedimos a calcular las diferencias estadísticas entre los 
valores promediosde esa m uestra y los correspondientes a la 
m uestra de población general masculina (N = 500), para cada 
una de las escalas de validez y clínicas.
Sólo se encon traron diferencias significativas en las esca­
las L (sinceridad), H isteria y Masculinidad/feminidad. Los 
ingresantes obtuvieron puntuaciones más elevadas en la es­
cala L, hecho entendible si se tiene en cuenta que respon­
den el inven tarío en el marco de un proceso de selección de 
asp iran tes . A su vez obtuvieron un valor promedio menor en 
las escalas que evalúan características histéricas de perso­
nalidad e identificación con patrones culturales masculinos 
o femeninos. Como era esperable en función de la profcvsión
que in ten tan realizar (ser soldados), sus respuestas son mas 
asimilables a una autoidentificación "machista o viril”.
Estos mismos datos argentinos sobre ingresantes a una 
institución m ilitar fueron comparados con los obtenidos en 
una m uestra similar en un estudio concretado en Tailandia 
(1995) sobre la base de 282 sujetos evaluados. No se encon­
traron diferencias estadísticas significativas para ninguna de 
las escalas de validez o clínicas entre los valores argentinos 
y tailandeses.
El MMPI-2 tam bién fue utilizado en investigaciones que 
conjuntam ente con el doctor Miguel Márquez y médicos del 
servicio de reumatología del mencionado Plospital Francés 
se concretaron con pacientes mujeres con enfermedades reu­
máticas.
En las mujeres con diagnóstico de artritis reum.atcidea 
(AR N; 27) fue posible verificar la presencia de la denomina­
da tríada neurótica (puntuaciones elevadas en las escalas 
hipocondría, depresión e histeria), así como una identidad de 
género m arcadam ente diferente de la correspondiente a la 
m u e s t ra do población genera l fem enina es tudiada: se 
autoperciben más sensitivas, modestas e idealistas, con m a­
yores dudas acerca de su "condición femenina”.
Comparativamente, en las pacientes son más bajas las 
características maníacas, por lo que parecen ser más apáti­
cas, dépresivas, con bajas autoestima y confianza en sí m is­
mas. Puntuaciones más elevadas'en la escala de validez L 
(sinceridad) parecen es ta r indicando un esfuerzo consciente 
en las pacientes reumáticas por disimular sus malestares 
afectiyos, dato que corresponde relacionar con un menor re­
conocimiento de sentimientos de rabia o enojo y mostrarse 
menos emprendedoras y diligentes que sus pares de la pobla­
ción general estudiada.
También se estudiaron características de personalidad en 
una m uestra de pacientes mujeres con diagnóstico médico de 
fibromialgia (FM, N: 24), síndrome caracterizado por la pre­
sencia áe dolores difusos y puntos dolorosos sensibles.
2 0 APLICA CIONES DEL MMPI-2
La comparación de valores obtenidos en esta muestra de 
pacientes con los correspondientes a la población general 
femenina p resen ta a aquéllas con marcadas características 
neuróticas (puntuaciones elevadas en las escalas Hipocon­
dría, D epresión , H is ter ia) , más ansiosas, compulsivas e 
introvertidas, menos afectivas, muy obsesivas en sus pensa­
mientos, más autocríticas e inhibidas.
La comparación de datos correspondientes a las pacientes 
con A K y FM revela un valor promedio más elevado en la escala 
de validez F entre las pacientes con FM, lo que permite pensar 
en la presencia de un trastonio de tipo neurótico má; severo; 
también tienen más intereses “masculinos" que las mujeres con 
AjR, tendiendo a mostrarse más competitivas y dominantes. Las 
pacientes con í 'M son más moralistas y rígidas, se autcperciben 
con mayores confusiones y temores relacionados con su rol 
sexual y son más sinceras al responder el inventario.
Interesa destacai" que tanto las pacientes con FM como las que 
sufren de AR rev-elan, a través de las respuestas al MMPI-2, pro­
blemas vinculados con la confonnación dé sus identidades de 
género (ser o actuar como mujer) y una personalidad básicamen­
te neurótica caracterizada por: disforia intermitente o crónica, 
relaciones interpersonales insatisfactorias, tendencias a repetir 
situaciones vitales desventajosas, fracaso en el desairollo de la 
capacidad introspectiva, ausencia de síntomas psicóticos.
Otro estudio analiza las características de personalidad en 
mujeres que han tenido abortos (N: 26) en el Servicio de Obs­
tetricia del Hospital Álvarez (Reynal, 1997). Se comparan gru­
pos con aborto espontáneo (E) y provocado (P), encontrándose 
que la única diferencia significativa corresponde a la escala de 
psicopatía, con valores más elevados para el grupo P.
EST U D IO S ARG ENTINO S SOBRE EL MMl’I-2 21
3. C om entarios fin a les
Los datos presentados y analizados en este capítulo per­
miten a f irm ar que contamos con una versión válida y confia­
ble del MMPI-2 para ser administrada a sujetos que viven en 
hábitats urbanos y han-completado sus estudios primarios o 
básicos.
La técnica puede responderse en forma individual o gru- 
pal. Cabe destacar que en aquellos casos en los que el exa­
m inador com pruebe la presencia 'de d if icu ltades en la 
comprensión lectora, resulta aconsejable que le lea al sujeto 
examinado ítem por ítem, a fin de asegurarse que compren­
dió la frase que tiene que responder en términos de verdade­
ra o falsa para éPella.
En los restantes capítulos de este texto los lectores podrán 
informarse acerca de las características generales del MMPI- 
2, la composición por ítemes de las distintas escalas que lo 
integran, así como de sus aplicaciones posibles .en trabajes 
con pacientes psiquiátricos, peritajes forenses y en el campo 
de la selección de personal.
Los estudios realizados hasta la fecha de publicación de 
este texto han sido posibles gracias a la colaboración b r in ­
dada tanto por numerosos profesionales como por es tud ian ­
tes de las carreras de Psicología de las universidades de 
Buenos Aires y de Belgrano, en la ciudad de Buenos Aires, 
y de la Universidad de La P lata en la provincia de Buenos 
Aires.
Si bien puede afirmarse que se ha hecho bastante, mucho 
más es lo que aún resta investigar.
2 2 APLICACIONES DEL MMPI-2
B ib liografía
Brenlla, M. E.; Diuk, L., y M aris tany, M. (1992): E va luación obje­
tiva de la personalidad . Aportes del M M P I - 2 / B u e n o s Aíres, 
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Butcher, J.; D ah ls trom , W.; G ra h am , J.; Tellegen, A , y K aem m er, 
B. (1989): MMPI-2. M a n u a l for A d m in is tra t io n a n d Scoríng, 
M inneapolis , U niversity of M innesota Press .
Casullo, M. M. y García S. L. (1996): “Studies of the MMPI-2 in 
A rg e n t in a ”, en J. B u tch e r (ed.), In ternational a d ap ía t íons o f the 
M M Pl-2 , M inneapolis , U nivers i ty of M inneso ta Press .
M árquez, M.; Casullo, M. M., y Romanowicz, A. (1996): Caracterís^ 
ticas de per so n a lid a d en pacientes mujeres con en ferm edades 
reumáticas. T rabajo p resen tado en el Congreso In te rnac iona l de 
P s iq u ia t r ía , M adrid , agosto.
Pongpanich , L.O. (1996): “Use of the MMPI-2 in T h a i l a n d ”, en J 
B u t c h e r (ed .) , I n t e r n a t i o n a l a d a p ta t i o n s o f the M M P T 2 , 
M inneapolis , U n ivers i ty of M inneso ta Press.
Reynal, C. (1997): E stud io de perfil de personalidad en mujeres que 
han tenido abortos (tesis de licenciatura), Buenos Aires, UCA.
ESTUDIOS ARGENTINOS SOBRE EL MMPI-2 2 3
CARACTERÍSTICAS GENERALES DEL MMPI-2
María Elena Brenl la* 
Arturo Prado**
9
1. In t roducc ión y an teceden te s del MMPI-2
l . L La personal idad y su evaluación
E! estudio de la personalidad tiene interés tanto para el desa- 
iToUo de teorías psicológicas que provean modelos de conocimien­
to y predicción de la conducta individual como para la orientación 
de sujetos normales y la interv'ención y ayuda a los sujetos per­
turbados. Se trata de un campo complejo en el que no existe una 
terminología única y donde cada autor utiliza las palabras con los 
matices que más convienen al objeto de suinvestigación y a los 
métodos de que se siive. Así pues, en tanto muchos autores 
norteamericanos hablan de personalidad para designar la e.xis- 
tencia de una estructura interna desarrollada a lo largo de los 
años que determina la conducta entendida en su sentido más’ 
amplio -esto es, la observable y la no observable-, los autores 
europeos prefieren referirse al término carácter, que subraya los 
aspectos constitucionales, volitivos y ético-morales de esta estruc­
tura del sujeto. Otro término próximo a los anteriores, a veces
*Licenciada en Psicología, bccar ia de inves tigación y docente en la 
F a c u l ta d de Psicología de la U n ive rs idad de B uenos Aires , donde cursa s u s 
estud ios de doctorado.
*"^Psicólogo. Profesor e in te g ran te del g ab in e te psicopedagógico en In 
U n iv e rs id ad A u s tra l de Valdivia, Chile.
utilizado como sinónimo, es el de temperamento, que correspon­
de, en un sentido estricto, a la vida afectiva y a la reacción del 
individuo ante situaciones emotivas.
El primer problema que encontramos en el estudio de la 
personalidad es la falta de definición aceptada por todos los 
investigadores. Con la noción de personalidad sucede algo 
análogo a la de energía. Todos sabemos, intu itivam ente, de 
qué se trata. Sin embargo, cuando se in ten ta definirla, los 
términos pueden resu lta r imprecisos o ambiguos. N inguna 
de las definiciones de personalidad elaboradas h a s ta ahora 
puede considerarse es tr ic tam ente verdadera o falsa. Se t ra ta 
simplemente de hipótesis de trabajo que sirven a teorías más 
o menos elaboradas, cuyo objetivo es explicar el comporta­
miento global y llegar a un mejor conocimiento de las perso­
nas para, en la medida de lo posible, orientarlas, aliviar sus 
dificultades, evitar trastornos y proporcionar condiciones fa­
vorables para su adecuado desarrollo.
Las diversas teorías de la personalidad difieren p.iacipal- 
mente en cuanto a los mecanismos aceptados en el control de 
la conducta. En general, se posicionan en ün continuum cuyos 
dos extremos, el control interno y el externo, representan la 
denotación del mismo. En el primero se s ituarían las teorías 
psicoanalíticas, para las cuales la conducta estaría determ ina­
da principalmente por aspectos instintivos, constitucionales, 
de raíz biológica; en el otro extremo es ta r ían las teorías 
conductistas más radicales, donde no existe una es truc tu ra 
de la personalidad propiam ente dicha y la conducta depende 
única y exclusivamente del ambiente externo y las conse­
cuencias de las acciones.
La discusión de modelos y teorías de la personalidad re­
sulta importante para elegir los mejores métodos para medir­
la, sean éstos biológicos, psicológicos o ambos. En lo a tinente 
a la evaluación psicológica, las fuentes de información más 
utilizadas son la observación, la entrevista y las técnicas 
proyectivas y psicométricas. Como es de esperarse, profundi­
zaremos aspectos relacionados con las últimas y, en particu­
lar, lo que podríamos l lam ar “pruebas de rasgos”.
2 6 APLICA CIONES DEL MMPI-2
La noción de rasgo es una modalidad artificial pero útil 
para acceder a la complejidad del concepto de personalidad. 
La esencia consiste en tomar en cuenta aspectos parciales 
más sencillos que luego deben in tegrarse para comprender la 
totalidad que significan. Según Guilford (1959), rasgo se 
puede definir como “el modo distinguible y relativam ente 
permanente en que un individuo difiere de otro". Para que un 
r asgo sea útil, debe cumplir las siguientes condiciones:
• Debe ser una característica en la cual las personas 
d i fi£ran-fiatre^-ell as.
• Ha de serjdentificable, de fonua que diversos investi­
gadores puedan ponerse de acuerdo sobre la existencia 
del mismo en un sujeto determinado.
• Sujpresencia en un sujeto de^e ser^relativamente esta- 
ble a lo largp_delJiempo.
El número de rasgos que pueden ser descritos es muy amplio 
y actualmente no existe unanimidad en cuanto a su nominación 
y descripción. El rasgo es considerado...com^ 
continua, con un límite superior y otro inferior, dentro de los 
cuales pueden situarse las personas. Los rasgos pueden ser 
unipolares o bipolares. Esta distinción refiere a la posibilidad de 
deternnna7lLuPpunto cero en una característica y llegar liasta 
un punto máximo. Éste sería el caso de las escalas clínicas del 
LEVIPI, donde podríamo^distinguir-rasgos .unipolares, por ejem­
plo, desde la carencia total de depresión hasta la depresión 
máxima. El rasgo bipolar, en cambio, se extiende desde un punto 
neutro hasta dos puntos extremos y opuestos, como en el 
continuum optimismo¡pesimismo del 16 PF de Cattell.
• Como señala Levy (1963), la argumentación en contra de 
los rasgos sobre la base de que los seres humanos somos de­
masiado complejos para ser descritos en términos de dimen­
siones aisladas es poco consistente, si tenemos en cuenta que 
la utilización de sólo diez rasgos con diez posiciones distintas 
en cada uno de ellos ofrecería una cantidad de posibilidades 
e.xprosada por un número de diez ceros. También hemos de
CAR.XCTERÍST1CAS G E N E IU L E S DEL MMPI-2 2 7
considerar que la utilización de los rasgos permite hacer com­
paraciones entre sujetos que no serían posibles por otros mé­
todos. La evaluación de la personalidad a través de pi*uebas 
presupone la aceptación de una estructura de la personalidad, 
es decir, que existen patrones duraderos de conductas propios 
del sujeto y, por tanto, independientes de las situaciones en 
que se encuentra, que pueden ser investigados y conocidos, 
así como usados posteriormente para entender a otros indi­
viduos. La existencia de estos patrones es cuestionada por 
algunos psicólogos (Mischel, 196S) que subrayan los determi­
nantes ambientales de la conducta, así como la importancia 
de los refuerzos que ac túan sobre ella para que ésta se m an­
tenga o desaparezca, no sólo porque crean que la conducta 
viene principalmente condicionada a estos determinantes, 
sino porque éstos son más fáciles de estudiar, lo que permite 
convertir la psicología en una ciencia experimental.
En el extremo opuesto, Ailport (1937) señala que existen en 
la personalidad características o aspectos comunes que posibi­
litan la comparación, de forma útil, de la mayoría de las perso­
nas de una misma cultura. Estas características se establecen 
empíricarnente a través de medidas y obsen/aciones cuando se 
comprueba que los individuos, en general, responden de un 
modo similar durante un cierto tiempo. Junto a estas caracte­
rísticas, distingue las disposiciones personales, que son propias 
de un sujeto y, por tanto, mucho más difíciles de estudiar.
Ailport (1937) define la personalidad como '7a organiza' 
ción dinámica en el interior del individuo de los sistemas 
psicofísicos, que determ inan su conducta y su pensam iento 
característicos'*.
Para nuestra finalidad de exploración, y dado que la mayor 
denlos jnsHm yalqrácTóh pue-
den^daptarse a cualquier,teoría, podemos definir la persona- 
lidad como: aquellas características. duraderas de un sujeto 
que son deternúnantes de su conducta. Esta definición nos 
sugiere de inmediato varias preguntas: ¿de dónde provienen 
estas características?, ¿son hereditarías, aprendidas durante 
la primera infancia o desarrolladas durante toda la vida?, ¿qué
28 A PLICA CIO N ES DEL MMPÍ-2
posibilidades existen de que cambien? Estas cuestiones nos 
remiten a las diversas teorías de la personalidad y son respon­
didas por cada psicólogo, según su formación particular.
En la evaluación de la personalidad podemos distinguir 
aquella actividad que permite ílegar a la comprensión de la 
conducta de un sujeto en particular, es decir, la evaluación 
clínica, de la que se lleva a cabo en la investigación para 
fundamentar una teoría, realizada generalmente sobre grupos 
de personas. Los objetivos serán realizar una predicción so­
bre la conducta fu tura o bien explicar una conducta pasada.
Pararealizar su trabajo de,evaluación, el psicólogo se s ir­
ve tradicionalmente de entrevistas, datos biográficos y prue- 
bas_ tipificadas, pero no existe un procedimiento común entre 
todos los profesionales y la elección de los métodos que u t i ­
liza cada uno está en función de su experiencia, preparación, 
preferencias individuales y posibilidades de acceso a la for­
mación, material y bibliografía disponibles.
La eficacia es muy importante en el momento de elegir un 
instrumente, de tal forma que si ésta es pequeña, puede ser 
mejor no utilizar ninguno. Para, valorar este aspecto, se__to- 
man en cuenta el factor tiempo, que incluye la dedicación del 
psicólogo a otras personas.o tareas y ía urgencia de disponer 
de un dictamen en un momento determinado, y el factor eco- 
rx;niTá7~yalorable deben e v a lu a r a mu-
chas_]^rsonas, en cuyo caso, se rá poco aconsejable un 
contacto personal directo.
Los sistemas estandarizados de evaluación deben cumplir las 
siguientes condiciones para ser aplicados de un modo confiable:
1. Los estímulos utilizados en el proceso de evaluación, 
deben ser siempre idénticos y p resentados de igual 
forma para todos los sujetos.
2. Han de tener normas, cualitativas o cuantita tivas, que 
permitan clasificar las respuestas.
3. Deben poder establecerse relaciones útiles entre las 
respuestas obtenidas y la es tructura de la personali­
dad o la conducta observada de los sujetos.
CAIUVCTERÍSTICAS G E NER ALES DEL M M PL2 2 9
Los diversos instrum entos que se emplean en la actuali­
dad participan en mayor o m enor grado de cada una de estas 
condiciones. En base al proceso que se ha seguido para su 
construcción, pueden distinguirse tres tipos principales de 
pruebas:
1. TeóricQ-racionales, con estímulos elegidos sobre la base 
del sentido común o de una teoría particu lar de la per­
sonalidad.
2. Ejnpíricas, p a ra las que los estímulos fueron elegidos 
sobre la base de su utilidad.
3. Factoriales, en las que las dimensiones son definidas 
por métodos analítico-matemáticos.
Entre las aportaciones teóríco-racionales, que fueron las pri­
meras desarrolladas en psicología de la personalidad, podemos 
citar como antecedentes históricos el Woodworth's Personal Bata 
Sheet, sobre cuya base se desarrollai:on posteriormente los cues­
tionarios. Otras pruebas racionales son las siguientes:
• Las pruebas de completamiento de frases, en las que el 
sujeto tiene que escribir finales para frases incompletas, 
de muy diversos temas, que pretenden evocar material 
relevante para la evaluación de la personalidad.
• Inventarío de Preferencias Personales de Edwards: éste 
es un cuestionario de papel y lápiz, construido según la 
teoría de las necesidades de Murray. P a ra evitar el 
efecto de la deseabilidad social, el cuestionario obliga 
al sujeto a elegir forzadamente entre parejas de ele­
mentos equilibrados en este aspecto.
• Estudio de valores de Ailport, Vemon y Lindzey: es un 
cuestionario constru ido a pa rt i r de la tipología de 
Spranger.
• Test de Rorschach: en esta prueba, el sujeto tiene que 
interpretar una serie de manchas de tintas simétricas, 
unas coloreadas y otras no. Su valoración se basa más en
3 0 A PLIC A C IO N ES DEL MMPI-2
los aspectos formales de las respuestas que en el conte­
nido de las mismas; así, toma en cuenta el número de 
respuestas, tiempo de reacción, influencia de la forma, el 
color o el movimiento en la determinación de cada una de 
las respuestas, así como también su originalidad.
• Holtzman Inkblot Technique: Es una prueba semejan­
te al Rorschach, que pretende solucionar algunos pro­
blemas que presenta ese test, permitiendo sólo una 
respuesta por lámina y presentando al sujeto un nú ­
mero mayor de estímulos.
• Test de Apercepción Temática: E n esta prueba el sujeto 
debe idear una historia para cada una de las imágenes 
presentadas. Murray, su creador, supone que las nece­
sidades y presiones con que se enfrenta el héroe de las 
historias reflejan los problemas que tiene que afrontar 
el propio sujeto en su vida diaria.
• Las pruebas de dibujos: en ellas se en trega al sujeto 
un papel y un lápiz y se le pide que dibuje algo. Estas 
técnicas son ampliam ente usadas por su facilidad de 
aplicación y la sencillez del m ateria l, a pesar de que 
estudios controlados han demostrado que sólo la cali­
dad general del dibujo perm ite in tu ir el nivel de adap­
tación del sujeto.
Entre los instrumentos de|^base empírica podemos citar los 
siguientes;
• El Inventario Multifásico de Personalidad de M inne­
sota (MMPI), del que nos ocuparemos am pliam ente en 
este texto.
• El Cuestionario de Personalidad de California (CPI), 
que contiene muchos ítemes del anterior y fue cons­
truido para realizar investigaciones de la personalidad 
en sujetos normales. Sus dieciocho escalas fundam en­
tales se agrupan en cuatro áreas; equilibrio personal, 
socialización, potencial de logro e intereses.
C.ARACTERÍSTICAS G E N ER .\L E S DEL M M Pí-2 31
• También algunos tests de intereses, como el Inventario 
de Intereses Profesionales de Strong y Campbell, se 
incluirían en esta categoría.
Los instrumentos factoriales utilizan complejos instrumen­
tos matemáticos en su elaBdríción. A través de éstos, se agru­
pan los ítemes cuyas respuestas muestran una relación y se 
descubren todas las relaciones posibles, interpretándose poste­
riormente estas agrupaciones desde el punto de vista psicoló­
gico. Entre los instrumentos de este tipo están los siguientes:
• El 16 PF de Cattell que evalúa dieciséis dimensiones 
fundamentales de personalidad, que el autor considera 
como estruc tu ras un ita r ias naturales. No existe acuer­
do entre los diversos autores sobre el número y nombre 
de los factores necesarios para describir la personali­
dad total, y con diferentes procedimientos factoriales 
se llega a resultados distintos.
• El CAQ de ICrug y Cattell que evalúa doce dimensiones 
patológicas desde un punto de vista factorial. Esta 
prueba nace precisam ente como úna crítica de sus a u ­
tores hacia el MMPI, iniciándose, en parte, de un a n á ­
lisis factorial de éste.
Las controversias sobre la personalidad no existen única­
mente cuando se t ra ta de proponer una definición, o bien, 
cuando se discute sobre el modo de estudiarla, sino también 
cuando se debe decidir qué tipo de técnica hay que'emplear.
Durante el último siglo, la experimentación há ganado 
terreno en todas las ciencias, donde se incluye a la psicología 
y la valoración de la personalidad.
La dificultad del estudio de la personalidad se manifiesta 
también en la descripción de la misma. El método científico 
utilizado para describir a un sujeto poco tiene que ver con la 
descripción literaria. Esta última quiere presentar el cuadro 
psicológico de un individuo vivo y concreto, se centra en el
32 Af>LICAC10NES DEL MMPI-2
aspecto exterior, se fija en detalles sobre su modo de expresar­
se, de gesticular, etc. La descripción científica está delimitada 
por el uso de conceptos y términos de los que se pueden deri­
var, con mayor o menor acierto, otras propiedades menos apa­
rentes del individuo. La mayor dificultad en este caso es 
reducir a pocos rasgos esenciales las cualidades de los datos 
recogidos en la investigación^
Dado que el número de términos y de las expresiones psi­
cológicas significativas usadas comúnmente es altísimo, la 
tarea no resulta fácil. Asimismo, el hecho de que la mayoría de 
los términos usados en diagnóstico referidos al comportamien­
to sean los mismos del lenguaje vulgar, hace que las expresio­
nes en su forma, no en su contenido, puedan crear confusión. 
La persona, engaüada por el lenguaje, puede considerar tales 
expresiones como propiedades del comportamiento constituti­
vo de la personalidad, aunque en realidad no lo sean. La com­
prensión intuitiva de una persona es difusa, global y está 
sometida a m uchas posibilidades de equivocación.
El conocimiento de la personalidad no puede limitarsea 
estas aportaciones, lo que hace necesario la determinación 
de las propiedades constantes, en lugar de las modalidades 
de comportamiento transitorio en función de la situación o 
el estado de ánimo. Por ello, los resultados de los tests de 
personalidad h a n de in te rp re ta rse extrayendo de ellos, a 
través de inferencias, dichas características estables, des­
pués de un amplio estudio de la fiabilidad y validez de las 
técnicas u tilizadas.
Es de esperar que alguna de. estas manifestaciones de la 
personalidad se aclaren en el transcurso de este libro.
C A R /\CTERÍSTICA S GENERALES DEL MMPI-2 3 3
\í .2 . Antecedentes y desarrollo del M M PI
Al igual que en la exploración intelectual, la evaluación de ia 
personalidad recibió su primer gran impulso durante la Prime- 
ra Guerra Mundial, donde se necesitaba identificar los reclutas^
eniQcionalmente incapacitados de aquellos que no lo estaban, 
para servir en el ejército. En respuesta a esta demanda en 
1920,(WoodvvortIi>y PofTenberger, desarrollaron de^^Eva-
lucición Personal de Woodworth, una escala de autoevaluación 
para d e t e c t a ^ Sin embargoV no^emplea-
ron ninguna perspectiva empírica o teórica en la selección de los 
ítemes incluidos eri^^Ltest.
Más tarde, e n Q ^ 3 3 ) Bernreuter desarrolló el Jnyen.tario 
de P e rsona lidad que" llevaFá su nom bre, el cual meiií.a 
neuroticismo, dom n an cm , introversión y autosuficiencia. Al 
iguaT que otros inventarios de personalidad de aquel enton­
ces, se diseñó de una m anera racional m ás que empírica. En 
su construcción se incluían ítemes de una escala en particu­
lar, los que basándose en la expérienciá clínica, se pensaba, 
medían un tipo específico de patología.
Fuertes criticas devastaron el Inventario de Personalidad 
de Bernreuter y otros inventarios racionales de personalidad 
de esa época. Por ejemplo, en un, estudio realizado en la 
década del ’30, se adm in is tró el inventario a 224 pacientes 
con un diagnóstico clínico conocido y se examinaron sus 
puntajes, observándose que sólo discriminó a un 39 % de los 
pacientes neuróticos, a un 23 % de los pacientes esquizofrénicos 
y a un 21 % de los pacientes maníaco-depresivos. Ademá.s cla­
sificó enúneam ente varios grupos de pacientes psicóticos como 
neuróticos. Así, los primeros inventarios de personalidad, cons­
truidos sobre una base racional, fueron poco útiles en el diag­
nóstico.
A finales de la década del ’30, las técnicas proyectivas 
tenían un pape l e s te la r en el campo de la evaluación psico­
lógica, especialmente la prueba de Rorschach. Sin embargo, 
Hathaway, m entor del MMPI, criticaba el hecho de que la 
interpretación del Rorschach se basaba más en la historia 
clínica y en lo que los m anuales decían que en las propias 
respuestas del paciente.
El panoram a en cuanto a pruebas objetivas tampoco era 
a lentador. Las p ru eb as u til izadas e ran el inventario de
3 4 A PLIC A C IO N ES DEL MMPí-2
Woodworth y la prueba de Bernreuter. La primera de ellas 
era do escasa aplicabilidad clínica, ya que había sido diseña­
da durante la P r im era G uerra Mundial y estaba destinada a 
clasificar personal militar. El Bernreuter, por su parte, no 
ofrecía mayor información de la que podía obtener un en tre­
vistador m ínim am ente adiestrado.
En el vasto desierto de la evaluación psicométrica de los años 
'30 se produce el encuentro entre dos investigadores: Hathaway 
y Mclíinley, quienes desde- una perspectiva empírica, ins­
cribieron unas páginas nuevas por el avance riguroso en -la 
evaluación de la personalidad. Buscaron desarrollar un inventa­
rio que pudiera vencer los problemas de los inventarios previos.
Hathaway, un hombre con múltiples intereses -electróni­
ca, matemáticas, estadística, fisiología, neuroanatomía y filo­
sofía-, estudió ingeniería en la Universidad de Ohio y más 
tarde psicología en la m isma universidad. Ya en su época de 
estudiante, construyó un psicogalvanómetro, antecedente del 
“detector de m en t ira s”, y un apara to para la medición del 
tiempo de reacción.
En 1929 llegó a ser profesor asistente de dicha universi­
dad. En 1930 pasó a la Universidad de Minnesota para rea^ 
lizar su doctorado en psicología, el que obtuvo en 1932. Allí 
entró en contacto con el doctor J. C harn ley McKinley, 
neuropsiquiatra, jefe de la un idad de neuropsiquiatría.
De acuerdo con sus estudios de fisiología y anatomía, 
Hathaway estaba interesado en lo que realmente ocurría en 
el cuerpo y creía que cualquier descubrimiento en el estudio 
de la personalidad tenía que es ta r de acuerdo con los cono­
cimientos fisiológicos o, de lo contrario, debían revisarse los 
conocimientos en ambos campos.
Hathaway manifestó tam bién una resistencia hacia las 
teorías puras, con fundam entos escasos o vagos, a las que 
consideraba como prem aturas. Este rechazo lo impulsó a dar 
prioridad a las técnicas de la práctica clínica que demostra­
ran su utilidad y sus posibilidades de aplicación.
CArLACTERISTICAS GENER.ALES DE!. MMEI-2 35
Ti'abajando en contacto con el doctor McKinJey, se dio cuenta 
de que estas técnicas podíaji contribuir poco a los procedimien­
tos diagnósticos, por lo que decidió desarrollar rutinas psicoló­
gicas aplicables a problemas médico-psiquiátricos. En aquella 
época, el material disponible en el áina de diagnóstico y pronós­
tico para el estudio de la personalidad era escaso. Hathaway 
estudió el test de Rors'chach con Klopfer y Beck, pero no tardó 
en desecharlo por el subjetivismo de las interpretaciones. Entre 
las paiebas objetivas, el inventario de Woodworth y el cuestio­
nario de Bernreuter no proporcionaron un material de aporte 
significativo por su vetustez y la escasa infoiTnación válida, por 
lo que también fueron desechados (Núñez, 1979: vii-xl).
La finalidad de crear una nueva prueba psicológica era ir 
más allá en la información que pudiera obtenerse en una 
entrevista con el paciente y añadir otra nueva y, ele modo 
análogo a lo que se podía conseguir con las pruebas fisioló­
gicas, descubrir áreas problemáticas ocultas.
Basándose en estos pensamientos, Hathaway se planteó 
las siguientes condiciones que debería cumplir el nuevo ins- 
trume_nto: •
• Aplicabilidad a problemas prácticos, no se tra taba de 
identificar ex trañas variables poco relevantes.
• Se debía part ir de la propia sintomatología d d sujeto 
como fuente p rim aria de información.
• Debía p resen ta r mayor efectividad que la obtenida con 
otros instrumentos.
• Debía ser de fácil a d m inistración y bajo costo en cuan­
to a adiestram iento de los examinadores.
• Debía m anejarse m ediante construcciones estadísticas 
sencillas.
• Debía m anejar la taxonomía psiquiátrica que impera­
ba en la clínica de la época (la kraepeliana).
Inicialmente, H athaw ay se mostró poco interesado por do­
tar a sn instrumento de sofisticados mecanismos de control de
3 6 APLICA CIONES DEL MMPI-2
la sinceridad en las respuestas de los sujetos a quienes era 
administrado. Consideraba que las entidades guosopatológicas 
eran evidentes en y a los pacientes, y ya que éstos acudían 
voluntariamente a los hospitales, no resultaba esperable que 
intentasen modificar, deliberadamente, la naturaleza de sus 
contestaciones. Pese a todo, el MMPI final dispuso de un so­
fisticado sistema dedicado a valorar la sinceridad y la actitud 
del sujeto frente al cuestionario. Evidentemente, los pacientes 
sí distorsionaron las respuestas, probablemente a causa de 
características atinentes a su padecimiento.
Hathaway y McKinley, al crear el MMPI, en lugar de em­
plear preguntas independientes, cada una con un propósito 
especial, incluyeron en un solo inventario una amplia variedad 
de comportamientos significativos. Deseaban crear un gran 
número de ítemes, a part ir de los cuales pudiesen construirse 
un variado núm ero de escalas, con la esperanza de abarcar 
un gran núm ero de descripciones válidas de personalidad.
Finalmente, los principios básicos sobre.losque se constru- 
yó-el-MMPI fueron nueyamente delineados para conseguir 
estas finalidades, y se consideraron los siguientes puntos:
1. La piaieba debía t^.-ier aplicación práctica en los pro- 
blema-s-clíjijcqs que requirieran evaluación de la perso­
nalidad, y sólo en ellos.
2.- Dado que las bases para todas las decisiones acerca del 
diagnóstico y conocimiento de la gran variedad de pade­
cimientos de un paciente es su propia descripción o la de 
otras personas, se pensó en el uso de formas verbales 
del tipo “soy...” como la principal fuente para recoger 
información sobre la clase y el grado de enfermedad. 
Esto-señala el carácter autodescriptivo del inventario.
3. La prueba debería contribuir cuantita tivam ente más 
que.uiLa^entreyisLa.al.diagnóstico del sujeto.
4. El inventario debía ser eficaz ^ n su administración y 
tener un costo menor en tiempo y adiestramiento pro­
fesional que cualquier otro método diagnóstico.
CARACTERÍSTICAS G EN ER A LES DEL MMPI-2 3 7
5. Debía aportar, asimismo, una medida de la actitud del 
sujeto frente a la prueba, el grado de colaboración o su 
actitud defensiva frente a ésta.
Otro elemento que se consideró fue el de evitar construir 
una prueba a l tam en te e litista . Su in strum en to debía ser 
aplicable al mayor núm ero de sujetos posibles, por lo que el 
nivel de complejidad de los ítemes debía ser entendible para 
sujetos con los años de~escóTáridad óbTipítbriá. Por ello el 
sisteiim de respuesta y el contenido de los ítemes se caracte­
rizarían por ser simples y directos.
Con estos presupuestos, Hathaway creyó poder construir 
una prueba única, que pudiera reunir todas las variables 
diagnósticas de in terés clínico. Una decisión de importancia 
fue elegir la nosología de Kraepelin como criterio de clasifi­
cación psicopatológica. H a thaw ay la tomó como modelo y 
empleó, además, los conocimientos estadísticos que perm i­
tían conocer el valor predictivo de cada uno de los elementos 
que componían el cuestionario.
El inventario fue desaiTollado en el Hospital de la Univer­
sidad de Minnesota, en gioipos de pacientes y no-paciéñtes 
(visitas y pérional clínico voluntario para responder al test).
Estos no-pacientes fueron representativos de la población 
adulta del Estado de M innesota du ran te los años ’30: la 
mayoría casados, en un rango de edades entre los 16 y 65 
años, promediando en los 35 años de edad, que vivían en 
pequeños pueblos o á reas rurales y, en su mayoría, con uri 
octavo año de educación prim aria.
Se utilizaron grupos de contraste de sujetos normales, 
elegidos al azar en tre los v isitan tes y el personal del H os­
pital de la Universidad de Minnesota, al que se añadió un 
pequeño porcentaje de es tud ian tes de la n iism a univers i­
dad, con el propósito de equilibrar los efectos de la edad y 
el nivel cultural sobre la m uestra . P a ra que un sujeto p u ­
diera formar parte de es te grupo, era necesario no es ta r en 
tra tam iento médico.
38 A P LIC A C IO N ES DEL MMPI-2
Los sujetos normales y aquellos pertenecientes a los g/u- 
pos criterio, fueron sometidos al cuestionario para obtener 
las escalas preliminares. Estas e s taban formadas por los 
ítemes que diferenciaban de una m anera significativa a los 
pacientes normales de los enfermos. Así pudo construirse, 
para cada grupo criterio, una escala experimental.
Las escalas experimentales fueron probadas en enfermos 
que hab itua lm ente acudían al hospital con sintomatología 
menos pura que la de otros pacientes. Se retuvieron, en 
cada escala, sólo aquellos elementos que eran capaces de 
diferenciar entre sujetos normales y enfermos del hospital. 
La inclusión o rechazo de un ítem en una escala nunca 
dependió de su contenido, como tampoco se incluyó ningún 
ítam que no dem ostrara empíricanue^'-te su capacidad dis- 
criminativa.
Poi’ lo que se refiere al tra tam iento estadístico, el autor 
recuriió al método de las diferencias simples, buscando aque­
llos ítemes que discrinninaban mejor a ios sujetos que perte­
necían a una categoría psiquiátrica de los que pertenecían a 
otra o eran normales. Es de destacar que Hathav/ay siempre 
prefirió el enfoque empírico en su labor de investigación.
Así, Hathav/ay y McKinley, reunieron más de 1000 ítemes 
potenciales, siendo eliminados aquellos muy similares o con un 
contenido muy pobre, o que tenían escaso valor predictivo, o 
poco interés para el diagnóstico. Quedaron así reducidos a 504 
ítemes.
Cada frase fue escrita de modo ;tcd de ev itar la impres
un fonriatQ_,de.-interrogación o examen. M uchas de estas 
proposiciones estaban referidas a un trastorno, displacer o 
experiencias bizarras, por lo que losjteme^s fueron redac ta ­
dos com.o frases declarativas, en p rim era persona del si^ 
la r^ '^O a m ayoría , enunc iada_de m o d o sa 
estructuraJdeTqsTtemes.JÍel-MMEI está desarro llada .en un 
j p , ™ A t T o “Falso”, y ha sido empleado princi­
palmente en psicología clínica, aunque se han descrito otras 
aplicaciones, por ejemplo, en seleci¿ón-de-personal.
CARACTERÍSTICAS GENERALES DE L MMPI-2 ' 3 9
Empleando los 504 ítemes, ÍHathaway y McKinley, constru­
yeron una serie deWraJaTóüantitativas, que podían ser usadas 
para diagnosticar conducta anomnal. Clasificaron arbitraria­
mente los ítemes en 25 categorias de foirna estiicta, en un 
esfuerzo para evitar la duplicación de éstos. Las categorías de 
contenidos de los ítemes pueden obseivarse en la tabla 1.
4 0 APLICA CIONES DEL MMHl-2
T'.ibla J. C a te g o r ía s de cop.tcnidos de los í tem es del M M PI
Catcfíoríns de contenidos N úm ero de ítemes
AcliLuilcs .sociales
Actitud política, ley y ordca 4i;
Moral 3.1
A.5jcLo, depresivo 32
1 Alucinncicncs, ilusiones, ideas de rcrcreacia 31
F.aaiilia y m atr im oninlos 29
Fobias 29
Afecto, m anía 21
Hábitos 20
Actitudes rciigiosas 20
Neurología genera l 19
Actitudes se.xualcs 19
Ocupacionnl LS
M entira lá
Obsesivo, compulsivo 15
Educacional 12
Nervios cranea les 11
Cinstrointcs tinnl 11
Vasomotor, lenguaje, secretorio 10
Salud genera l 9
Sndismo, n insoquismo 7
G enitour inario 0
Motilidnd y coordinación fi
Cnrdiorcspiratorio 5
Sensibil idad 5
TOTAL 504
Nota. Lns categorías y LanmAos son de H a thaw a y y McKinley (1940). No ¡nten- 
tnbnn pbtenor un núm ero pnrl icu lnr de ítemes pnrn una categoría. La tabla 1 mucs- 
trn que nlgiinns cnlcgoríns c.'^lrtn .‘̂ olire-repro.'^cnUidas y otras bnjo-repro.scnUidas.
Para seleccionar los ítemes a una escala específica (por ejem­
plo, Hipocondría) se empleó una aproximación empírica. Los 
ítemes debían ser contestados de una forma diferente por el 
grupo críterio (por ejemplo, pacientes hipocondríacos) al ser 
comparados con el grupo normal: Se emplearon giripos de cri- 
teiio para cada una de las categorías a pa rt ir de las cuales los 
autores deseaban diseñar una escala. Esto les llevó a incluir, 
para cada grupo, a enfermos que presentaban de una forma 
bastante pura el trastorno.
Debido a que la selección y evaluación fue estrictamente 
empírica y no racional-teórica, permitió la aceptación o re­
chazo de ítemes a una escala específica.
No siempre es posible discernir por qué un ítem en par­
ticular disting'.ie al grupo criterio del normal. Muchas.veces, 
e! contenido no parece lo suficientemente significativo, sin 
embargo, el ítem discrimina sin ambigüedades entre un gru­
po y otro. En el MMPI, los ítemes fueron seleccionados sóli­
dam ente, ya que el grupo criterio respondió en forma 
sistemática y diferente respecto de otros grupos (pacientes 
con otro diagnóstico; no-paciéntes).
Ha_^hRw.ay-y^--McIünl^ comenzaron a t r a j^ _ ^ r _ ^ êl in­
ventario a fines de los años '30, con soporte financiero de la 
EsciIeI¥T[e"G7admirdos de la U niversidad de Minnesota. En 
1940 publicaron su p rim er artículo sobre el inventario 
(Hathaway y Mclíinley, 1940). En éste, indicaron los pasos 
que habían seguido al escribir y editar los ítemes. En lus 
años posteriores, los autoresobtuvieron nuevas ideas para 
potenciar los ítemes de varias fuentes, incluyendo técnicas 
habituales del examen psiquiátrico, experiencia clínica de los 
autores, textos de psicopatología y de otros cuestionarios ya 
existentes, en trev istas psiquiátricas y diagnóstico diferencial, 
actitudes sociales y emocionales, y procesos de personalidad. 
Cada ítem fjm redactado_e_n una frase de alguna
experiencia personal, c reenda o actitud.
El contenido de los ítemes originales reflejaban el rango 
de desorden psiquiátrico, médico o neurológico, en el cual los 
investigadores estaban interesados.
CARACTERÍSTICAS GEN ER A LE S DEí,MMIM-2 41
Una vez recopiladas las frases que se considerarían en la 
versión definitiva de la prueba, se efectuó una serie de ensa­
yos, encaminados a detectar cuáles eran los ítemes capaces de 
discriminar entre un grupo control y los subgrupos de criterio. 
De este modo, vemos cómo la derivación de las escalas fue 
totalmente empírica, incluyendo sólo aquellos ítemes con po­
der discriminativo e independientemente de su contenido.
La primera escala que se derivó fue la de Hipocondriasis. 
Las frases que se incluyeron en esta escala fueron aquellas 
que el grupo experimental contestaba con una frecuencia mí­
nima que resultara el doble de la frecuencia del grupo control. 
De este modo, algunos ítemes significativos en cuanto al con­
tenido debieron descartarse por no cumplir este criterio.
La escala está basada en un contraste sistemático entre 
las respuestas dadas a las frases del inventario por un grupo 
cuidadosamente seleccionado de pacientes neuróticos, quie­
nes nianifestaban un desorden hipocondríaco, y por las re s ­
puestas dadas por el grupo de ¡os no-pacientes, formado por 
los visitantes al hospital. Los ítem.es que fueron respondidos 
de forma diferente por estos dos grupos, a un grado estadís­
tico significativo, fueron identificados y combinados en una 
escala preliminar de hipocondría (Hipocondriasis) (McKinley 
y Hathaway, 1940).
Debido a que el procedimiento para desarrollar la escala 
1 tipifica el procedimiento de derivación para la mayoría de 
las escalas clínicas, se describirá en detalle.
El primer paso en el desarrollo de la escala 1 fue seleccio­
nar un grupo criterio apropiado. Definieron hipocondría como 
una preocupación neurótica anorm al respecto a la salud f ís i ­
ca propia y excluyeron la ocurrencia sintomática de caracte­
rísticas hipocondríacas en individuos psicóticos. Usando esta 
definición, seleccionaron 50 casos puros de hipocondría como 
grupo de criterio.
El paso siguiente fue seleccionar grupos de individuos 
normales. El primer grupo normativo, que sirvió como refe­
rencia para determ inar el perfil es tándar del MMPL consis-
4 2 A PLIC A C IO N ES DEL MMPI-2
tió en 724 individuos, quienes eran amigos o familiares de 
pacientes en el Hospital de la Universidad de Minnesota.
El único criterio de exclusión era estar en tratamiento 
médico. Este grupo reflejó unarimparcialidad representativa 
de la situación m arita l y sexual de la población de Minnesota 
entre los 16 y 55 años. Se emplearon cuatro grupos norma­
tivos adicionales en el desarrollo de la escala 1 y otras esca­
las clínicas en el MMPI, y se formaron dos grupos para medir 
y comparar las variables que pudiesen influenciar la res­
puesta a los ítemes, tales como edad, clase social, o educa­
ción, tanto por el grupo criterio como por el gi’upo normativo.
Un giTipo consistió en 265 alumnos egresados de Enseñan­
za Media y otro compuesto por 265 trabajadores calificados. 
Un tercer gi'upo normativo consistió en 254 pacientes que 
estaban hospitalizados por algún problema o enfermedad fí­
sica. Ninguno de ellos tenía sintomatología psiquiátrica ob­
via. El cuarto grupo consistió en 221 pacientes de la unidad 
de psicopatología de los hospitales universitarios que aún no 
habían sido diagnosticados.
Una vez que el grupo criterio y los otros grupos de referen­
cia se establecieron, comenzó el proceso de selección de los 
ítemes. Para el gi'upo criterio, y para cada uno de los grupos 
normales, se calculó la frecuencia de respuestas “Verdadero” 
y “Falso” por ítem. Un ítem era considerado significativo y se 
seleccionaba provisionalmente para la escala si la diferencia 
en frecuencia de respuesta entre el grupo criterio y el norm a­
tivo o de referencia era al menos el doble del error es tándar 
de la proporción de respuestas “Verdadero/Falso” de los dos 
grupos comparados.
Por ejemplo, la frecuencia de respues tas p a ra dos ítemes 
potenciales p a ra la escala 1, se e n c u en tra n en la tab la 2. 
En este ejemplo, sólo dos grupos, el grupo cri ter io de 
hipocondríacos y el grupo normativo original, son com para­
dos. iVntes que algún ítem fuese finalmente seleccionado, el 
grupo criterio tam bién era comparado con el otro grupo nor­
mativo.
CARACTERÍSTICAS GENERALES DEL M MPí-2 4 3
Se empleó la siguiente fórmula para evaluar la significa­
ción de las diferencias en tre dos proporciones independientes 
del test:
4 4 ^M>LICACIONES DEL MMPI-2
p l . p2
Z =
p l q [(1/nl) + (l/n2)]
donde p = la proporción de respuestas ‘"Verdadero” del total 
del grupo
p l = la proporción de respuestas “Verdadero” en la prime­
ra m uestra
p2 = la proporción de respuestas “Verdadero” en la segun­
da muestra
q 1 - p
n i = el número de personas en la prim era m uestra
n2 = el número de personas en la segunda m uestra
Tabla 2. F recuenc ia de r e s p u e s t a s por g rupo p a ra dos í tem es posüdcs 
p a r a la e sca la 1 (H ipocondría)
Grupo
N orm ales (a) H ipocondriacos (b)
h a n Verdadero Falso Verdadero Falso
l.Tongti pocos ü
ningvin dolor 211 (81 7o) 51 (19 7r) 17 (34 7c) 33 (60 7c)
2. La mayor parte
del tiempo me
duele la cabeza 10 (4 7o) 252 (96 7o) 5 (10 7o) 45 (90 7c)
(n) n = 262 
ih) n = 60
Así, los valores de p y q para el prim er ítem serían los 
siguientes:
211 + 17 228
p = ---------------------------------------- . 0,73
262 + 50 312
C/VRACTERÍSTICAS GENERALES DEL MMI'I-2 4 5
q = 1 - p = 1,0 - 0,73 = 0,27
Sustituyendo estos valores por los de la fórmula, resulta:
0,81 - 0,34
Z =
(0,73) (0,27) [(1/262) + (1/50)]
0,47
0,069
= 6,81
Observando una tabla es tándar de valores Z, se observa 
que éstos m ostra rán una probabilidad menor que 0,001. 
Hathaway y McIUnley consideraron significativo cualquier 
porcentaje diferente de por lo menos el doble del error e s tán ­
dar de la proporción independiente o cualquier valor Z igual 
o mayor que + 2.
Ya que un Z de .+ 2 tiene una probabilidad levemente menor 
que 0,05 usando un test de dos colas, seleccionaron esencial­
mente sólo aquellos ítemes que fueran significativos más allá 
de 0,05. Así, el primer ítem en el ejemplo anterior sería ten ta ti­
vamente incluido en la escala 1 y una respuesta “Falso” sería 
la respuesta “desviada” ya que los pacientes hipocondríacos 
responden más frecuentemente en la dirección “Falso”.
Si este ítem tam bién diferenciaba al grupo hipocondríaco 
de los otros grupos normativos empleando un procedimiento 
idéntico, éste sería incluido en la escala 1.
Empleando el mismo procedimiento para el segxindo ítem 
de m uestra, obtendríamos:
0,04 - 0,10 
Z = -----------------------------------------—
4 6 A PLIC A C IO N ES DEL MMPI-2
(0,048) (0,952) [(1/262) -t- (1/50)]
-0,06
Z = ------------ = -1,82
0,033
Este ítem no es tar ía incluido en la escala 1, ya que la 
proporción de aprobación no es significativamente distinta 
entre los dos grupos.
Con esto criterio se eliminaron aquellos ítemes que no 
fuesen significativamente estadísticos para ser considerados 
en la escala 1. El mismo procedimiento se siguió para las 
demás escalas clínicas. .
Posteriorm ente al desarrollo de la Escala Hipocondría 
(Hs) (McKinley y Hathaway, 1940), se diseñaron otras cua­
tro escalas, para otros grupos de pacientes neuróticos: E s­
cala Depresión (D) (H athaw ay y McKinley, 1942b); Escala 
Psicastenia (Pt) (H athaw ay y McKinley,1942b) y Escala H is­
teria (Hy) (McKinley y Hathaway, 1944a y b).
Más tarde se diseñaron otras escalas pero, esta vez, em­
pleando pacientes que m anifestaban desórdenes psicóticos: 
psicosis m aníaco-depresiva, fase m aníaca, Escala M anía 
(McKinley y Hathaway, 1944a y b). Escala Paranoia (Pa) y 
Escala Esquizofrenia (Se) (Hathaway, 1956).
Una de las escalas que m ás problemas presentó en su 
diseño fue la de Esquizofrenia, debiéndose invertir una can­
tidad de tiempo considerable y numerosos ensayos. Aun así, 
se considera que es la escala más débil en cuanto a su con­
tenido y a su interpretación, validez y fiabilidad. Inicialmen­
te, se' a is laron 152 ítem es que cum plían las exigencias 
requeridas para in tegrarse en la escala •Esquizofrenia. Sin
embargo, el alto número de falsos-positivos que ofrecía, obli­
gó a nuevos planteos que culm inarían reduciendo el número 
de ítemes y añadiendo la corrección m ediante el factor “K”. 
De este modo, se logró un porcentaje de decisiones del orden 
del 60 % (estimación que se puede considei'ar como realmen­
te optimista).
F inalm ente, dos escalas completaron el set de las escalas 
básicas del MMPI: Desviación psicopática (Pd) (McKinley y 
H athaw ay , 1944a y b) y M a sc u lin id a d -F em in id a d (Mf) 
(Hathaway, 1956).
En 1946, se agi'egó al MMPI la Escala “Introversión Social" 
(Si), desarrollada en la Universidad de Wisconsin, por Drake 
(Drake, 1946), completando el perfil clínico es tándar del 
MMPI. Drake seleccionó los íternes del MMPI que diferencia­
ban a 50 estudiantes universitarios, quienes obtuvieron so­
bre el percentil 75 en el Inventario de M innesota T-S-E 
(Evans y McConnell, 1941). Drake limitó su trabajo inicial al 
área Introversión-Extroversión en el área social, medidos en 
el Inventario T-S-E de Minnesota. Realizó el análisis sobre 
m uestras de hombres y mujeres, y sus normas fueron tan 
similares que combinó los datos normativos para los dos sexos 
en un solo grupo, antes de incorporarlos en el perfil estándar 
del MMPI.
La Escala M asculinidad-Fem inidad íxie. desaiTollada en for­
ma diferente de las otras escalas clínicas. Los 55 ítemes, la 
mayoría relacionados con una orientación sexual, fueron agre­
gados a los del MMPI, después de que los datos ya habían sido 
reunidos de la m uestra normativa original, constituyendo así 
559 ítemes. Ya que el MMPI contiene sólo 550 ítemes, no está 
claro qué sucedió con los otros 9 ítemes. Así, el gnipo criterio 
de hombres homosexuales, que fueron incluidos en el desarro­
llo de la escala Masculinidad-Feminidad, no podían ser con­
trastados con el grupo normativo original en estos 55 ítemes. 
Aquí, se emplearon 54 soldados hombres, como gmpo norma­
tivo. y los' ítemes que los distinguían de los hombres homo­
sexuales fueron incluidos en esta escala. Además, .fueron
CARACTERÍSTICAS GENER.ALES DEL MMI>I-2 - 4 7
características tradicionales del MMPI intactas. Sin embar­
go, una mirada más detallada, revelará importantes refina- 
n-ientos y modificaciones en su construcción. Existen nuevos 
ítemes, cubriendo áreas de contenido no representadas en el 
MMPI original; indicadores adicionales de validez; escalas 
suplementarias y de contenido, y un nuevo método de eva­
luar l(js componentes de las escalas en puntajes T.
f)ü APLICACIONES DEL MMPI-2
1.3. R c -u s la i id a r iz a c ió n : el M M P l - 2
Desd0(^lW3 a 1989y año en el que e! MMPI-2 fue publica­
do, pasaron nnás de cuai’enta y cinco años en los que la ver­
sión original del MMPI se convirtió en la prueba psicológica 
más utilizada. Durante todos esos años, ni una sola coma de 
la prueba fue modificada.
Sin embargo, a medida que fue transcurriendo el tiempo, 
comenzaron a observarse ciertas dificultades en el análisis y 
la aplicación del inventario.
Por una parte, empezaron a detectarse frases que podían 
considerarse obsoletas. El contenido de algunos ítemes tam- 
biélTTüú cmí frecuencia objetado en i*elación a sus contenidos 
y al énfasis püesto en temas religiosos, sexuales u otros 
hábitos fisiológicos que muchos sujetos consideraban irrele­
vantes en la evaluación psicológica.
Otra cuestión que llevó a la revisión del MMPI fuella 
ausencia de í t^nes relacionados cqn.algunas materias de-in­
dudable interés, como los intentos de suicidio, el consumo-de 
drogas o el abuso de alcohol, que se encontraban escasamen­
te representadas en la versión original de la prueba. Esta 
situación se confirma con el escaso éxito logrado por las es­
calas suplementarias desarrolladas en la primera versión de 
la-prueba para estas materias.
F inalm ente, muchos teóricos cuestionaban las normas 
originales aduciendo que no eran lo suficientem ente re ­
presentativas de la población general norteam ericana sino 
que correspondían sólo a una región de los Estados Unidos, 
Minnesota.
Desde los años '70 existía conciencia de estas necesida­
des, concretamente en el “MMPI Sym posium ” de 1970 se 
aceptó de forma unánim e la necesidad de una revisión de 
la prueba. Sin embargo, la gran envergadura de esta tai*en 
sumada a las d incultades de fmanciam iontü para acome­
terla, aplazaron dui*ante algunos años el inicio de la revi­
sión. Finalm ente en 1982, la Universidad de Minne.sota 
nombró un comité de revisión foi*mado por J. N. Butcher, 
W. G. Dalhstrom y J. R. Graham. A su vez, la University of 
Minnesota Press proporcionó los fondos necesarios pai'a la 
revisión. Por último, la National Compute!* Sy.stems íacilitó 
todos los procedimientos para el proceso de los datos de la 
nueva versión del MMPÍ.
Desde un primer momento se determinó que todos los 
esfuerzos realizados debían m antener una continuidad entre 
e! MMPI original y su versión revisada. Esto asegurai’ía que 
la información acumulada por numerosas investigaciones des­
de la publicación de la prueba fuei*a todavía relevante en la 
nueva versión.
Uno de los pasos iniciales fue la selección de una m ues­
tra normativa realm ente rep resen ta tiva de la población 
estadounidense ac tual, obviando las deficiencias de la 
m uestra o r ig inal de H a th a w a y . El p roced im ien to de 
muestreo empleado para establecer las normas de! MMPI 
estaba limitado por una rep resen ta tiv idad inadecuado do 
los rangos de edades, nivel educacional, estra tos c u l tu ra ­
les y socioeconómitos, étnicos y raciales. El nuevo progra­
ma de muestreo nacional dio la oportunidad de rem ediar 
estas limitaciones al neu tra lizar los sesgos de la muesti*a 
anterior. . •
Para mejorar el instmmento se añadieron nuevos ítemes 
cuyos contenidos no estaban representados en el MMPI origi­
CARACTERÍSTICAS GENERALES DEL MMIM-2 S I
nal. Por ejemplo, los que hacen referencia a satisfacción laboral 
o a relaciones de pareja. Se volvieron a redactar otros utilizados 
en la forma anterior y se eliminaron aquellos de compren­
sión más difícil o cuyo valor diagnóstico fuera dudoso.
Por otra parte, se diseñaron indicadores de validez adi­
cionales, escalas de contenido y escalas suplem entarias , 
integrando estra teg ias de análisis de investigadores indepen­
dientes, que ahora forman parte del material original de la 
prueba.
Las escalas suplem entarias del MMPI-2, incluyen, entre 
otras escalas, un conjunto de nuevos indicadores de validez: 
la Escala F Bock ¡FBI y las medidas de inconsistencia VRIN 
y TRIN, un set de escalas nuevas de contenido, y una medida 
de identificación del i*ol femenino y masculino.
Un aspecto im portante de la revisión del MMPI y publi­
cación del MMPJ-2 (Butcher, Dahlstrom, Graham, Tellegen, 
y Kaemmer, 1989) fue la introducción de un nuevo set de 
escalas de contenidos. Las escalas de contenido del MMPI-2, 
de.sarrülladas y descritas por Butcher, Graham, VVilliams y 
Bcn-Porath (1990), fueron diseñadas para proveer uim mejor 
comprensión del contenido de los ítem es del inventario 
revisado.
Siguiendo la tradición de las escalas de contenidos elabo­
radas por Wiggins (1966) en el instrumento original, las es­
calas decontenido del MMPI-2 fueron desarrolladas para 
complementar y agregar información, derivada del perfil de 
las escalas clínicas del MMPI-2, *'
Las escalas de Contenido del MMPI-2 fueron diseñadas 
por etapas, cólhbihándo''añálisis Tacio,nalé's'.y La
métaúTú''Úénvar'Tirrá~sei-ie de escalas mejorando las áreas 
de contenido del inventario revisado. Se puso especial inte- 
res en desarrollar escalas que fuesen in ternam ente consis­
tentes en ambos niveles de análisis,’ tanto psicométricos como' 
semánticos. El resultado consistió en la formulación de 15 
escalas que representan las áreas de contenido incluidas en 
los 567 ftemes dcl MMPI-2.
5 2 A PLICA CIONES DEL MMPI-2
O tro m e jo ram ien to su s tanc ia l es que los ítemes del 
MMPI-2 han sido editados para eliminar ambigüedad, diri- 
g irsé 'coh ’pa lab ras de acuerdo con el sexo y poseer un con- 
tenjdo_^actual izado.
La mayoría de los agregados se diseñaron para mejorar la 
cobertura de las áreas y los tópicos que no habían recibido 
atención adecuada en el tra tam iento original de los ítemes. 
Estos reem plazaron aquellos culturalmente caducos o con 
escasa significación psicométrica y enriquecieron la evalua­
ción, sup lem en ta ria de áreas de funcionamiento familiar, 
desórdenes de la alimentación, abusos de sustancias e in ter­
ferencias en el trabajo.
El impacto potencial de estos cambios en los ítemes fue 
evaluado exam inando la forma de responder a ellos a t r a ­
vés de una correlación ítem-escala y por un estudio tosí- 
re le s t . B e n -P o ra th y B u tc h e r (1989) c o m p ara ro n las 
respuestas de los s u je to s ’al MMPI original y los ítemes 
reescritos del MMPI-2 y encontraron que la mayoría de 
éstos no diferían s ignif ica tivam ente de las respuestas dcl 
otro grupo de sujetos. En aquellos ítemes cuyo patrón de 
respuesta cambió s ignifica tivam ente no se encontraron d i­
ferencias apreciab les cuando se comparó su distribución 
en las escalas clínicas y sup lem en ta rias con las fi*ases ori­
ginales de los ítemes. Todos estos resu ltados indicaron que 
el nuevo o rdenam ien to .de las frases no* a lte raba sus pío- 
piedades psicom étricas.
La continuidad entre el MMPI y el MMPI-2, por ende, se 
mantuvo. Los ítemes en las escalas clínicas y de validez del 
MMPI perniánec^nT^Fñcialnriente intactos en el MMPI-2. 
excepto por la eliminación de 13 ítemes de contenido y el rc- 
0rdenamjeriüp__de _63~ ítemes.
La tabla 3 i lus tra los cambios que fueron hechos en la 
tránsición de los '566 ítemes en el MMPI a los 567 ítemes en 
el MMPI-2.
CARACTERÍSTICAS GENERALES DEL MMPI-2 5 3
'lablct 3. Cambios en los í temes MMPI / MMPI-2
5 4 APLICACIONES DE!. MMPI-2
Esrnln cliniinndo.s
itvntcs tipo de en/Mbios
fjcnnn Iteren cnnihinn A B C D
L 1.5 2 l l
!• A (10 12 l 5 6
K 30 i l
Hs 1 32 5 1 3 1
D 3 57 2 1 1
l!y (10 9 4 2 3
IM 50 4 2 1 1
Mf A 56 6 1 2 1 2
Pa 40 2 l 1
Pl 4S 2 1 1
Se 78 13 1 7 5
Ma 46 7 4 2 l
Si 1 69 6 3 2 i
otras 16 3 7 3 3
Noifi: A = eliiniiuicióo por probable soxisnio; D = modernización del lenguaje; 
C = gramiilical; D = sinipincacioncs.
La distribución de los puntajes brutos fue derivada sepa­
radamente para hombres y mujeres en las 13 escalas de 
validez y clínicas. La finalidad de las puntuaciones típicas es 
comparar a un sujeto con el grupo normativo en un rango o 
escala, o bien los niveles que el propio sujeto alcanza en 
diversas escalas. Esta segunda suposición no es del todo co­
rrecta en pruebas que utilizan puntuaciones T lineales, a 
menos que la distribución de cada escala sea idéntica. Por 
ello el MMPI-2 utiliza para sus escalas clínicas puntuaciones 
T normalizadas, que se obtienen a partir de una distribución 
centil y que garantizan que los porcentajes que quedan por 
encima y por debajo de una puntuación T determinada sean 
los mismos para cada escala.
Los puntajes de la estandarización en ocho de las diez 
escalas clínicas básicas (omitiendo las escalas 5 y 0) han sido
distribuidos en una forma claramente distintiva: poi* ejem­
plo, en lugar de determinar una puntuación lineal T del 
puntaje bruto promedio y desviación estándar de una.escala, 
los puntajes T fueron generados para producir esencialmente 
el mismo rango y distribución para todas las escalas básicas 
usadas en el procedimiento ti-adicional de codificación (por 
ejemplo, el código de dos y tres puntos). También se proveen 
comparaciones en estas puntuaciones T, tanto con puntajes 
tradicionales T, empleados en el perfil del MMPI, como con 
los formatos de puntajes T normalizados, propuestos por otios 
investigadores.
Es im portan te notar que ambos, el promedio de los 
puntajes brutos y las desviaciones estándar para los sujetos 
en el grupo nuevo de referencia, son mayores que aquellos 
encontrados para hombres y mujeres en el grupo normativ'o 
original examinados por Hathaway y McKinley. Así, los 
usuarios experimentados del MMPI descubrirán que los 
puntajes T basados en las nuevas normas no sei'án tan di­
ferentes que aquellos basados en las normas originales del 
test. Se requiere para su interpi’etación un ci*itei-io menos 
restrictivo, que reconoce particularmente el significado po­
tencial in terpreta tivo de elevación en el i*ango 65-69 de 
puntajes T.
Los datos del grupo- de los no-pacientes de hombres y 
m ujeres de M innesota .fueron usados para convertir los 
puntajes brutos en puntajes lineales T, para las escalas de 
validez y clínicas. Estas normas del test han sido usadas en 
los perfiles es tándar del MMPI, en los Estados Unidos y en 
muchos otros países.
Un examen de estas distribuciones reveló que un sesgo 
positivo, el cual caracterizó la distribución para la mayoría 
de las escalas en las normas del MMPI de 1940, también 
caracterizaba la distribución de las escalas en el grupo nor­
mativo contemporáneo para hombres y mujeres. Consecuen­
temente, cuando los puntajes tradicionales lineale.s T son
CARACTERÍSTICAS GENERALES DEL MMP!-‘2 55
computados, el mismo valor del puntaje T, digamos un 
puntaje de 70, representa diferentes valores percentiles en 
diferentes escalas. Esta característica poco deseada ha sido 
ahora extraída con un mínimo de cambios, derivando pun­
tuaciones T uniformes {Tellegen, 1988).
Los puntajes uniformes T tienen una distribución que se 
aproxima a la típica distribución lineal de puntuación T de 
las escalas clínicas del MMPI-2. Más específicamente, esta 
distribución típica puede ser vista como un compuesto de 16 
distribuciones, llamadas puntuaciones T lineales, sin correc­
ción K, en 3 do las escalas clínicas (omitiendo las escalas 5 
y 0), en ambos grupos normativos de hombres y mujeres.
listas puntuaciones es tándar son puntuaciones normaliza­
das con una media de 50 y una desviación típica (estándar) 
de 10, pucliendo calculai-se como se explica a continuación.
Los datos imprevscindibles que se precisan para calcular 
la.s puntuaciones típicas son: media y desviación típica. La 
Ibrmula que se debe aplicar es la siguiente:
T = 50 -h [10(X - M)]IDS; donde X es la puntuación directa 
obtenida por el sujeto en una escala determinada y M y DS 
respectivamente, la inedia y desviación estándar del grui)o 
de contraste en la misma escala.
En la interpretación de las escalas clínicas del MMPI-2 se 
tiende a focalizar en la elevación de las escalas. Sin embargo, 
debería reconocerse que ninguna forma divisara de líneas 
puede establecerse entre elevaciones' normales y anormales; 
generalmente, es útil t ra ta r los valores de puntuaciones T de 
65 o mayores como clínicamente significativos, remplazando 
el nivel de puntuación T de 70 o mayor recomendado en el 
MMPI original.
Consúltese MMPl-2: M anual for Adniinistration and Scoring 
(Butcher, Dahlstrom, Graham, Tellegen y líaemmer, 1989). y 
Evaluación de la personalidad y Cap. I. Aportes del MMPI-2 
(Brenlla, Diuk y Maristany, 1992) para obtener información 
acerca do l(i5 estudios de confiabilidad y validez del MMPI-2.
5G APLICACIONES n E L M M P i-2
CARACTERÍSTICAS

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