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Meltzer, D Exploración del autismo,Introducción a la versión castellana y cap 3

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DONALD MELT.ZER 
JOHN BREMNER 
SHIRLEY HOXTER 
DOREEN WEDDELL 
ISCA WITTENBERG 
EXPLORACION 
. 
· DEL AUTISMO 
Un estudio psicoanalítico 
Supervisión y pró~o de 
R. Horacio Etch~yen 
EDITORIAL PAIDOS 
BUENOS AIBES 
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I 
INfRODUCCION A LA VERSION CASTILLANA 
El libro que tiene en sus miinos el lector surgió del trabajo clínico con niños 
autistas de un grupo de psicoanalistas y psicoterapeutas de orientación !deiniana 
durante la década de 1960, bajo la conducción de Donald Meltzer. 
Lo que iniciabnente fue un grupo de discusión sobre el material dinico de 
los casos tratados, se convirtió en un grupo de .investigación con el ¡l?trocinio 
del Melanie Klein Trust y, fi.nalmente , en el equipo que redactó un h"bro donde 
aparece un enfoque original del "autismo precoz infantil" de Kanner, que ilumina 
diversos aspectos del desarrollo temprano e interroga sobre algunos teom funda:. 
mentales de .la teoría psicoanalítica. 
La obra se divide en tres partes. La primera, que escribe el doctor Meltzer, 
expone Jos lineamientos teóricus de la investigación y la psicología del autismo; 
ia segunda ofrece los hallazgos clínicos que son la columna vertebral del libro 
y sus teorías; la última desarrolla las implicaciones derivables de esos estudios 
en dos parámetros teóricos: la relación del autismo con los estados obresivos y 
la construcción del espacio mental -la dimensionalidad, como la Ilarna .Meltzer-
.en el niño autista (o, mejor dicho, postautista). 
Si bien la modestia y la actitud metodológica de los autores calif!C!n a esta 
labor como exploración, vale Ja pena advertir al lector que no sólo se encontrará 
con un rico material clínico, lleno de sugerencias y de observaciones precisas, 
sino también con un cuerpo de teoría que seguramente lo llevará a voh'\:r a pen-
sar algunos de los conceptos básicos del psicoanálisis. Porque, efectiv".<!llente, a 
través de su trabajo clínico y al confrontar a los distintos pacientes entre sí, los 
autores llegaron a localizar algunas modalidades del funcionamiento mental de 
los nifíos autistas, que aparecen y reaparecen contínuunente, y que sin duda 
tienen también alcance general. Estos fenómenos son, principal.mente, tma forma 
especial de disociación que ya Meltzer estudió en. Sexual States o[ Mi:nd 
con el nombre de desmantelamiento, una falla a.otoria y singular en las 
categorías de espacio y tiempo, una utilización arcaica de los mecani:!mos ob-
sesivos y el fenómeno de la desmentalización, que puede considerane como 
el caso extremo del desrnantelarrúento. 
Desde el punto '<le vista nosográfico el aporte más importante del hl>ro es., 
sin duda, la neta separación que establece entre el estailb autista (autismo precoz 
infantil . propiamente dicho) y lo$ estados postautistm. La relación. entre uno y 
otros · es la clásica de enfermedad y secuela, como proceso y defecto esquizo-
frénico, por ejemplo. · 
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.• 
12 R. H. ETCHEGOYEN 
Lo que caracteriza al estado autista es la suspensión inmediata Y transitoria 
de la actividad mental. Este fenómeno, Ja desmentalización (la elegante palabra 
inglesa mindlessness se convirtió en la edición castellana en el insatisfactorio neo-
logismo "desmentalización"), parece ser un intento de paralizar literalmente la 
vida mental, con su cualidad significativa y su inherente relación de objeto. La 
desmentalización se compone de una serie de hechos (o eventos), pero no de 
experiencias en cuanto acontecimientos significativos capaces de almacenarse 
como símbolos mnémicos a la manera de los elementos alfa de Blon. Se crata 
de una serie de secuencias linealés neuro-fisiológicas cerebrales, no de actos 
psíquicos, donde se suspende la \·ida mental como en el petit mal. Como es na-
tural, si esto es así, en el análisis nos encontramos con una momentánea suspen-
sión de las transacciones transferencialcs. 
Esta concepción del estado autista surge, pues, de b. observación psicoana-
lítica en su campo específico, la transferencia; y alcanza una importante confir· 
mación indirecta al estudiar el desmantelamiento en los estados postautistas. 
Cuando este fenómeno opera en toda su amplitud, cuando se van desrnante· 
!ando uno a uno Jos diversos sentidos, se l:ega a la desmentalización del estado 
autista, en que se suspende la percepción del paso del tiempo. 
Mientras que la disociación (splittíng), tal como la entiende Mcl3nie Klein, 
emplea impulsos destructivos Para efectuar ataques al vínculo ubjetal 1 Bion), 
el desmantelamiento · es un proceso muy diferente. Ante todo. es pasivo, pues 
se realiza a través de una momentánea suspensión de la atención, en el estricto 
sentido en que ya lo descubrió Harry Stack SuUivan en sus esquizofrénicos de 
los años treinta. La atención se deja atraer por los estímulos, con lo que se 
pierde el "sentido común" de Bion (y de Sullivan). Los sentidos vagan y se ads-
cnben versátiles á Jos estímulos más llamativos del momento. Con este procedí-, ' 
miento, el aparato mental se descompone: en el doble sentido de que no fun-
ciona y queda en pedazos. Este proceso, sin embargo -afirma Meltzer- en cuanto 
se realiza pasivamente y no echa mano al sadismo ni a Ja violencia, no tiene por 
qué acompañarse (ni de hecho se acompaña) de angustia, de dolor mental. . 
Este razonamiento, central sin duda en las teorías del libro, debe considerarse 
plausible pero difícil de testear. Para sostenerlo hay que recurrir a la hipótesis 
ad-hoc de que el sadismo que aparece en los historiales clínicos de los niños autís-
tas presentados (y desde luego en los perversos, donde el desmantelamiento expli· 
ca buena parte de Ja psicopatologíá, como propone Meltzer en el capítulo 15 de 
Sexual States of Mind cuando estudia el juguete fetichista) no se refiere a Ja 
esencia de Ja situación sino a lo que se agrega. Esto merece, a mi juicio, una cui-
dadosa reflexión, máxime si se tiene en cuenta que Ja suspensión de Ja atención 
que se describe como el punto de partida de todo el proceso es al fin de cuentas 
un acto activo que, por tanto, hace responsable al yo que lo ejecuta. No se puede 
descartar que operen aquí mecanismos fuertemente sádicos, ct>mo Jos que Bion 
describe en' las otras psicosis, como el ataque al aparato mental y al pensamiento 
- paralelo al ataque al vínculo-. 
la geografía de Ja personalidad en cuanto al espacio vital o mental, que ya 
pr-eocupa a Meltzer en 1966 (Anal Masturbation and projective identificaticn) 
INTRODUCCtON 13 
y en 1967 (The Psychoana1]1ÍCl1l Process ), adquiere esta vez una diáfana claridad. 
Se definen sus cuatro (o cinco) regiones especiales: interno o externo al self, 
dentro y fuera del objeto r. quinto, el n<rlugar de las formaciones delirantes. 
Salomón Resnik, entre otroi autores, se ha ocupado penetrantemente en los ú1-
timos años de la vivencia dri .espacio, una línéá de investigación que viene de la 
fenomenología categorial d.e ciertos existerA";alistas, como por ejemplo Ellen-
berger, que se apoyan en Le remf?S vécu, de M.ii}ko'il>'Ski, y en los también clásicos 
.trabajos de Binswanger sob·~_ra manía. 
Los niños autistas sufren un retardo en el desanollo 1 porque no pueden dife-
renciar estas cuatro áreas de ra fantasía. Este proceso es muy temprano y no se ve 
afectado en otras enfermedad>!S mentaJ.e.s ~para los autores - he aquí su importancia-
es anterior a las confusionei geográficas de la identificación · proyectiva masiva. 
Lo que llama Ja atenció::. en .el comportamiento del niño en el cuarto de juego 
(en la transferencia) es qu~ no puede adquirir la experiencia. de estar dentro y 
fuera .del objeto, porque el objeto (madre) es plano, bidimensional, sin espesor 
ni interior. El objeto apare..-e abierto y sin defensas, sin esfínteres, y es sólo a 
través de la reconstrucción lfe esos esfínteres a partir de un pezón-pene guardián, 
que se repara Ja figura rn.ai<!rna y se la transforma en un continente adecuado, 
como lo prueban convincen.:emente el hermoso material de Bauy y el excelente 
trabajode su analista en el c<:::-ítulo . quizá central del hbro. 
Los autores se inclinan a pensar que esta especial configuración del objeto 
materno tiene que ver sin dtrl.a con la actitud de llll2 madre que no presta al niño 
Ja debida atención (como b sugiere el hallazgo de cuadros depresivos post-par-
tum), pero principalmente .:on la estructura del niño, por sus intensos deseos 
posesivos, sus celos, su exa..:erbada y voraz sensualidad, etcétera, En este punto 
los autores se acercan al á:"!a del desarrollo emocional pñmitivo de Winnicott 
pero no a sus soluciones, ~'l. que no piensan que todo depende de las deficien-
cias radicales de Ja madre. sino también y especialmente de los impulsos del 
hijo, de su estructura mental. 
-be· todos modos. Ja e!U'Uctura del yo que observan en Jos niños autistas 
acerca a los autores a los co:lceptos freudianos de identificación primaria y de nar-
cisismo primario, donde se mperponen la identificación y Ja caiga de objeto, con 
lo que tendríamos que reph:uear todo el desarrollo temprano en cuanto a Ja teo-
ría de las posiciones, de Melz::ie Klein. 
Uno de los aportes más brillantes del libro es el estudio de los mecanismos ob-
sesivos en los ·niños autistas. Sigue aquí Meltzer una línea de· investigación que lo 
ha preocupado desde su ya citado trabajo de 1966, y en realidad antes, cuando en 
1963 hizo su valiosa Contrieución a la merapsicologúz de los atados ciclotímicos. 
Los mecanismos obsesivos ienen que ver primariamente con el control omnipo-
tente y Ja separación de los t0bjetos en Ja constelación edípica. Los niños postautis-
tas prueban que -estos me:anismos p1:1eden ejercitarse sin recurrir al sadismo 
y al ati:que al vínculo, smi simplemente al desmantelamiento que desconecta 
los objetos entre sí en el mmdo interno sin que sobrevenga daño o dolor mental. 
(Cabe aquí el mismo intemgante anterior: ¿cómo es posfüJe que los celos no se 
acompañen de sadismo?) 
14 R. H. ETCHBGOYBN 
Meltzer considera que los mecanismos obsesivos de los niños autistas son los 
más primitivos de la patología y, en ese sentido, ofrecen una perspectiVa singular 
para comprenderlos mejor en . otras áreas, porque aquí muestran, con particular 
simplicidad, la esencia del fenómeno que puede descubrirse sencillamente como 
una técrúca de aislamiento sensorial. Como hemos visto, la tesis del desmantela-
miento implica que los procesos más primitivos de la percepción se realizan a tra-
vés de la integración de los sentidos, en el pasaje del nivel neurofisioJógico al 
méntal. A esta categoría pertenecería la función a1fa de Bion, que reúne el mate-
• rial en bruto del funcionamiento mental, los datos a los cuales se les va a atribuir 
un significado (véase pág. 189 de esta obra). Vale la pena destacar que, para 
Me 1.tzer, este sigrúficado no se obtiene por un proceso de creciente abstracción 
sino por la conjunción constante de las preconcepciones con las realizations de 
Bion. 
La esencia del autismo radicaría en este punto, es decir, en el punto en que 
apoya el mecanismo obsesivo, como un tjpo especial de funcionamiento mental 
que ataca en su origen la capacidad de realivir los actos mentales que llevan a esta-
bÍecer el sentido CÓmún de Bion, es decir, a Integrar las diversas experiencias 
sensoriales a las cuales se les pueda asignar significado (véase pág. 1 90). El me-
canismo obsesivo arcaico que opera en el autismo tiende a separar las expe· 
riendas sensoriales a través del desmantelainiento, de modo que se les quita 
su significado, en cuanto descienden del nivel del .. sentid<.i común" al de eventos o 
hechos neurofisiológicos. 
El otro campo de investigación que se abre a partir del autismo es el de Ja 
concepción de la mente en función del espacio, donde Meltzer parte del breve 
pero inagotable trabajo de Esther Bick de 1968. 
Mientras que el mundo "desmentalizado" del autismo propiamente dicho se 
puede caracterizar como unidimensional, el mundo del estado postautista es cla-
ramente bidimensional. 
El mundo unidimensional superpone el tiempo y la distancia con el instinto 
(trieb), tal como lo describe Freud en el Proyecto, en.el capítulo séptimo, y en los 
Tres ensayos. Es un mundo radial que tiene su centro en el sel[, del que parten 
los impulsos hacia los objetos. · 
El mundo bidimensional -que en alguna forma Freud describió en El yo y 
el ello- concibe el objeto como una superficie, y el yo no puede ser más que otra 
superficie sensible, que percibe las cualidades sensoriales del objeto. En este 
mundo no cabe la introyección de los objetos ni el pensamiento y la memoria: 
nada cambia y el tiempo es circular. Como h~os visto antes, este tipo de rela-
ción tiene su punto de partida en un objeto-abierto, sin defensas ni esfínteres, 
un pecho sin pezón-pene que lo haga resistente a la penetración. (La similitud 
de algunas de estas concepciones con las descripciones del psiquismo fetal de 
Amaldo Rascovsky saltan a la vista.) . 
Es sólo después que los objetos se han podido vívenciar como resistentes....-
ª.13: penetración que dejan de ser de papel y adquieren orificios, esfínteres, espa-
cialidad. La ~tapa decisiva del análisis de Bany (y también de John) se da preci-
samente en este conflicto fundamental. 
• 
INTRODUCCION IS 
Sólo ahorn puede el sel[ sentirse contenido en el objeto, puede ubicarse den-
tro o fuera de él, y sólo ahora ~orno dice E. Bick- empiezan a operar los meca· 
nisrnos de identificación proyectiva; el tiempo se hace reversible y oscilatorio, 
en cuanto se lo compu~ como entrar y salir del objeto. Es el mundo tridimen-
sional, donde funciona soberana Ja identificación proyectiva. 
Como ya sabemos por trabajos anteriores de Meltzer, un mundo tetradimen-
sional se alcanza por fin cori el advenimiento de la posición depresiva, es decir, 
con la· operación de la identificación introyectiva que nos hace sentir dolorosa-
mente que el tiempo es irrecuperable y avanza siñ cesar. 
Hay que subrayar que el tipo bidimensional de relación de objeto recién 
descrito se define tarnbiép. por una forma especial de identificación: la identifica-
ción adhesiwz. 
Uno de los capítulos más importantes del libro es, sin duda, el que trata del 
proceso de identificación. Freud había distinguido dos tipos de identificación, 
primaria y secundaria, esta última heredera del complejo de &iipo y proveniente 
del proceso de introyección que Ferencti describió en 1909; aquélla, anterior a 
toda carga de objeto. · 
A partir del trabajo de 1946, y siguiendo hasta cierto pun:to estos geniales 
atisbos freudianos, Meiltnie Klein distingue también dos tipos de identificación, 
proyectiva e introyectiva, que dentro del marco de sus teorías quedan referict'ls 
a la posición esquizoparanoide y depresiva. Durante muchos años los seguidores 
de Melanie Klein consideraron que identificación proyectiva era sinónimo de 
identificación narcisista, tanto como identificación introyectiva lo era de' duelo 
y pérdida, de relación objeta!. 
El trabajo de Esther Bick abre un nuevo sendero al afirmar que, al lado de 
(¡y antes de!) la id~ntificación proyectiva, eúte otro tipo narcisístico de iden-
tificación, la identificación qdhesíva, nombre éste que quiere subrayar el tipo 
superficial, de piel a piel, que caracteriza el proceso. Por todo lo que se ha dicho 
antes, se comprende que la identificación adhesiva de Bick está ligada inequí-
vocamente, en las teorías de M.eltzer, a la relación de objeto bidimensional. 
Estos conceptos, identificación adhesiva y relación de· objeto bidimensional, 
parecen ser dos instrumentos sensibles para comprender algunos aspectos de la 
psicopatología, que ya llamaron la atención de Helene Deutsch, Winnicott y mu-
ch~ otros. Es discutJ.l>le, en cambio, si implican también una teoría del desarro· 
llo temprano. Si consideramos, como a veces parecen pensar E. Bick y los autores 
de este hl>ro, que la rela.ción de objeto bidimensional y la identificación adhesiva 
son condición necesaña para que se pongan en marcha los procesos de disocia-ción e idealización que según M. Klein inician el desarrollo humano, deberemos 
entonces admitir algo previo a Ja posición esquizoparanoide. Esto nos acerca al 
narcisismo primario de Freud y de Anna Freud, de Spitz y tantos otros teóricos 
del psicoanálisis, lo mismo que al desarrollo emocional prirrútivo de Winnicott y a 
laS _ideas que José Bleger expuso brillantemente entre nosotros a partir de sus con-
ceptos de sincretismo, posición glischro-<:árica y objeto aglutinado. 
Recuerdo una conversación que, tiempo después de haber terminado mi 
análisis, mantuve con Racker sobre la depresión primaria q).Je él -<:orno Enrique 
16 R.H.ETCHEGOYEN 
Pichon Riviere- ponía al comienzo del desarrollo. Decía Heinrich que le pro-
puso esta idea a Melani.c KJein y que ella pensó y dudó, hasta que finalmente 
dijo que no, que no había una depresión primero que la posición esquizoparanoi-
de. (Después, León Grinberg reformuló el problema al postular que la culpa per-
secutoria es anterior a la posición depresiva.) 
Conversando recientemente con Meltzer, le pregunté si creía que 1',s hallaz-
gos con Jos niños autistas implicaban una revisión del de~arrollo. Conte.stó con 
prudencia y modestia que se está explorando algo nuevo pero es todav;a impo-
sible decidir hasta dónde pueden llegar (y llevar) estas ideas. 
Para terminar este largo prólogo - que ya se está convirtiendo en una intro-
ducción algo pesada a un libro hermoso- diré que creo posible que, al comienzo 
del desarrollo, las relaciones de objeto sean simultáneamente bi y tridimensio-
nales y que los mecanismos de introyección y proyección no necesiten un ámbi-
to especial y espacial para ponerse en marcha. Es posible que, como diría un 
etólogo, vengamos programados para ello -es decir, que existan en nosotros 
a priori las categorías kantianas- y que, como nos recuerda bellamente el poeta, 
se hace camino al andar. 
R. Horacio Etchegoyen. 
Buenos Aires, 2 de mayo de 1979. 
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PARTE A 
TEORIA 
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temente se rompe en pedacitos. Piffie ~ el hechicero, un duende científico que 
explora y controla el universo, con el puño de hierro dentro del g~nte de ter· 
ciopelo. Tomados en conjunto son un solo niño en diferentes estadios de. recu-
peración, a partir de un estado de desmentalizació~ al que en~raron en la mf~n­
cia para preservar a sus objetos y evadir el dolor de ver el dano que no pod 1an 
reparar y que ellos mismos oodía.n haber causado. 
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CAPITIJLO lrI 
AUTISMO PROPfAMENTE DICHO - TIMMY 
John Bremner y Donald Meltzer 
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Este niiío hermoso y robusto, comenzó el tratamiento a los seis años y nueve 
meses de edad; asistió a sus sesiones cinco veces por semana durante aproximada-
mente cuatro años, con resultados significativos por momentos pero al fin de 
cuentas decepcionantes. De cualquier forma , el proceso analítico tal como fue 
visto en aquella época y luego comprendido retrospectivamente por medio de la 
comparación con otros casos, forma la base de nuestra concepción del estado 
autista propiamente dicho. La dificultad de exposición es muy grande y debemos 
por ende delinear con antelación el plan a desarrollar, para que pueda ser seguido 
más fácilmente. 
Presentaremos en principio una historia compuesta de hechos seleccionados 
de su desarrollo, es decir, hechos de especial importancia en la experiencia del 
tratamiento. Vamos luégO a reproducir una de las primeras sesiones con Timmy, 
elegida por la fonna completa en que ejemplifica los fenómenos que tuvieron 
lugar en el cuarto de juego. Sobre este fondo de historia y descripción clínica 
vamos luego a describir, de manera más general, las transacciones ocurridas en los 
primeros tres años de tratamiento, para demostrar cómo la mente y el cuerpo del 
terapeuta tomaron posesión de un conjunto de cualidades y funciones que podían 
reunir la dis~ mentalidad del niño. Sólo entonces pudo desarrollarse un pro-
ceso reconocible como transferencia infantil. Finalmente, describiremos los even-
tos transferenciales· y sus manifestaciones exteriores durante un período del cuarto 
año del análisis. centrado en un episodio muy interesmte en relación con la conti-
nencia fecal de Tunmy. muy bien establecida previamente. 
46 J. BREMNER Y D. MELTZER 
HISTORIA DEL DESARROLLO 
. Timmy era el tercero de cuatro niños nacidos de una pareja muy unida, Y 
el único manifiestamente perturbado. Los padres eran gente inteligente·y culta, 
pertenecientes a la clase media alta; la elevada posición del padre ~n una frrma 
internacional requería que vivieran en el exterior. Las dos excepc1~nes a ~a 
regla fueron un período de larga convalescencia de la madre cuando Tunmy ten1~ .· 
cinco meses, y los primeros tres años de su psicoterapia. 
Los primeros cinco meses de su vida fueron una delicia para la madre Y el • 
amamantamiento fue muy exitoso, suplementado con mamaucra solamente du-
rante un viaje de vacaciones en el tercer mes de \ida, xnuy bien tolerado por el 
bebé. La madre se ocupaba de su cuidado completamente, a pesar de tener una 
niñera, hasta su enfermedad, que requirió hospitalización y trajo como- conse-
cuencia el destete abrupto del bebé a los cinco meses de edad. Tal vez "abrupto" 
sea un término demasiado fuerte, ya que en las dos semanas previas se aumentó 
la alimentación suplementaria por mamadera y se hizo necesario que la niñera 
fuera más activa en el cuidado del bebé. 
La. separación absoluta de la madre fue de unas pocas semanas y no se notó 
ninrun atraso llamativo en el desarrollo de Timmy. A los once meses se sostenía 
bie~ de pie, podía decir "mamá" y "papá" bien claramente, era alerta Y alegre. 
Al año caminaba cómodamente. La relación entre la madre y el bebé, sin embar-
go, no se recobró por parte de ambos .Y el cuidado del bebé. pasÓ' imper~ptible­
rnente más y más a manos de la devota ni.fiera. Cuando un mes despues de su 
triunfo en caminar ~010, ella debió regresar a su país natal, Tirnmy se puso des-
consolado, alternando entre el llanto y la rabia, rechazando a su madre salvo 
cuando ella le leía. Su desconsuelo nocturno continuó por muchos meses du-
rante el retorno de la familia al extranjero, a pesar de que aceptó en forma amis-
tosa una nueva niñera, que suavemente le enseñó a controlar sus esfínteres du-
rante el siguiente año. 
Durante su segundo año de vida Timmy era alegre y amistoso, progresó en 
su vocabulario y era muy propenso a hacer reír a la gente. Poco tiempo antes 
de que Timmy fuera al hospital para tratar una pequeña hernia umbilical a los 
dos años y un mes, la madre quedó embarazada de Bobby. Esto fue una expe-
rien<.ia profundamente traumática, a partir de la cual el padre ubica el deterioro 
del niño, aunque sus manifestaciones sólo fueron evidentes luego del nacimiento 
de Bobby. Retrospectivamente, puede apreciarse que los ocho meses que separan 
estos dos sucesos no mostraron mucho progreso en el habla; parecía haberse 
convertido más en espectador de la vida familiar que en participante. Tal vez su 
control de esfínteres fallaba de vez en cuando, tal vez aparecían en su lenguaje 
ciertas repeticiones semejantes a tics. Lo único que ·causó indudable preocupa-
ción en ese lapso fue que se escapó de su casa por primera vez, cuando su madre 
estaba próxima al fin del embarazo. 
Pero la secuela del nacimiento de Bobby fue inequívoca y muy alarmante. 
Bobby parecía ser invisible e inaudible para Tirnmy, cuyo lenguaje, que ya estaba 
compuesto de. inglés y francés bien delimitados, se marcl1itó; un intento de jardín 
de infantes fracasó, corno falló también un intento de psicoterapia. Parecía nece-
AUTISMO PR.OPIAMENTE D.ICHO. 47sitar la constante presencia de su madre o de su niñera, tenía inexplicables explo-
siones de llanto o de rabia, se golpeaba la cabeza contra la pared y cuando estabá 
afligido corría sin propósito rn¡.entras se· mordía el pufio. El único logro nuevo fue 
aprenda a an'Eiar en bicicleta; pero, debido a su tendencia a e'Scaparse, la madre 
debía atarlo a sí misma cuando lo llevaba al parque. Cuando su niñera se fue, acep-
tó a la nueva; pero retornó su desconsuelo y su conducta se hizo más claramente 
destructiva hacia las cosas pertenecientes a la madre, especialmente las flores de 
su jardm. A veces se quedaba en cama, rechazaba la comida y se daba a tomar 
gran cantidad de bebidas en pequeñas dosis. No podía tolerar ser aJabado, rompía 
• papel reiteradamente y destruía de inmediato cualquier cosa que hiciera en plas-
tilina o arena. 
Cmndo Timmy tenía seis años y nueve meses, la familia decidió realizar otro 
intento de psicoterapia, que mantuvieron muy bien durante cuatro años, a pesar 
de. mochas dificultades y de un cierto grado de decepción. Para completar los 
datos de la historia, queremos agregar la descripción de una de las primeras sesio-
nes dcl tratamiento. Los lugares donde el terapeuta realizó cierta actividad des-
criptiva o interpc-etativa se marcan con un asterisco (*); pero no daremos su con-
tenido. En general., en esta época el terapeuta por supuesto no comprendía nada 
.muy específico, y en gran medida se limitaba a una forma de actividad de comen-
tarios constantes, en la cual las acciones y emociones d,el niño eran descritas en 
. función del tipo de las relaciones y los objetos más infantiles, incluyendo cual-
quier indicación de transferencia. 
SESION NUMERO QUINCE - LUNES 
"Tímmy lleg:a vistiendo un impermeable azul y con un aspecto sombrío y 
decidido. Co.rre a la ventana (que da a un jardín agradable) y agita el puño. Le 
ofrezco tomar su impermeable y me lo permite; pero inmediatamente corre alre-
dedor del cuarto de manera salvaje amenazando con su puño a las sillas, la luz y 
tal vez a las floces del jardín. imuny vacía entonces la bolsa de plastilina que ha 
to.mado de la caja de juguetes, mastica un poco y la escupe por todo el cuarto de 
una rmnera aparentemente al azar. Va a la pileta, toma el jarro, que primero 
muerde y luego llena con agua, la s~rbe y escupe en el alféizar de la ventana, vir-
tiendo Ja que resta en el rincón del alféizar (*). Luego de correr por todos lados 
durante quince minutos viene al rincón donde yo estoy sentad.o, tira la plastilina 
y se pone un poco en la boca. Ahora Timmy comienza un complicado proceso 
de dejar caer pedacitos desde su boca sobre mi (*). Ríe; se apoya en mí pierna Y 
pone pedacitos de plastilina en mi frente (*). Se aleja hacia Ja ventana y se sumer-
ge en sus pensamientos, cantando para sí uñsmo y comiendo trocitos de plasti-
lina (~). Vuelve a mí, se apoya y succiona trist~mente su pulg;u (*). Vuelve a 
la caja, toma una pequeña pipa de plástico y la muerde (*). la tira y lleva un poco 
de plastfüna al diván que está próximo a mi silla, indicando q~e quiere que lo le-
vante con. mis manos, señalando mediante mo'VÍillÍentos del cuerpo algo así como 
el deseo de ser hamacado (*). Cuando le digo que es momento de terminar parece 
l. BREMNER YD.MELTZER 
encantado. Salió del cuarto corriendo y comenzó a chupar s•1 pulgar tan pronto 
como atravesó la puerta. 
"El comportamiento descrito podría corresponder a cualquier nifiito psicó-
tico. Hly que agregar color a. 1~ desaipción para captar su verdadera cualidad. 
En ningún momento da Timmy la. impresión de escuchar o tenerme en cuenta 
de una manera que sea diferenciable de su relación con el contenido del cuarto 
0 . de Jos objetos en el jardín. Produce nrios sonidos que tienen una cualidad 
emocioaal vaga, pero ninguna semejanza con ·el habla. Cuando aparenta reúse 
de mi interpretación, no tiene sin embalgo ese carácter, sino que es una risa in-
terna y postergada. Inclusive su comportamiento al final de la sesión no se presen-
ta como una respuesta al decirle yo que ya es la hora, sino que es el mismo que 
presenta otras veces, cuando sale corriendo del cuarto en respuesta a una inspira-
ción interna. Claramente las manos son para levantarlo, mi pierna es una superficie 
para apoyarse, el abrigo vuela de él. Yo no me siento ignorado, me siento inexis-
tente. El espectáculo de su incompre11.S11>le comportamiento no me hiere o com-
place, me entristece profundamente. Me cansa; me siento aliviado cuando se va, y 
tengo que hacer un gran esfuerzo para recordar la sesión y transcribirla, sabiendo 
qÚe si lo postergo se va a escapar por los intersticios de mi memoria; dejando 
solamente su incoada tristeza.'" 
LOS PRIMEROS TRES AÑOS DE TRATAMIENTO 
En esta sección intentaremos rewrir la enorme cantidad de fenómenos que 
Timmy presentó en el cuarto de juegos, ordenados de manera que pueda hacerse 
evidente la evolución de un proceso transfetencial. Pero deseamos también hacerlo 
de manera descriptiva, tan hbre como sea posible de la jerga del marco referencial 
particular dentro del cual se realizó el trabajo interpretativo. En un principio , nos 
parecía que Ja tendencia general de la conducta y los sentimientos de Timmy en-
traban en dos categorías particulares, más tarde en una tercera y finalmente en 
una cuarta. Las dos primeras, su relación sensual con los objetos y su relación 
corporal con el espacio , fueron al comienzo tan primitivas y fragmentadas, que 
sólo gradualmente hicieron su aparición la tercera, su relación con el tiempo, y la 
• 
cuarta, sus relaciones objetales en la fantasía. 1Gra.dualmente llegamos a la con-
clusión de que este prirnitivismo de la relación sensual con los objetos y de la re-
lación corporal con el espacio eran las propiedades esenciales del autismo propio, 
de las cU3.les pudo él más tarde emerger por períodos más y más largos, .y retomar 
una existencia en el tiempo y una relación con los objetos de la fantasí~.Jl 
El autismo propio parecía estar compuesto por una galaxia de ítems r.elacio-
nados al azar. La sesión número ~uince nos muestra algo de esto; pe~o debemos 
dar. una desaipción más completai El comportamiento autista de Timrny nos pa-
reció csta.r compuesto por eventos-sensuales, que en las mejores circunstancias 
. sólo tenían una continuidad muy tenue. Desde el principio tomó un interés sen-
. . sual JX'r l;icrto¡ artículos -tal vez .. inteñs" sea un término demasiado complejo-~ 
\ Durante los cuatro affos de tratamiento estos artículos y su modo de relacionars·é 
' 
AUTISMO PROPIAMENTE DICHO 49 
con ellos no varió. Tendía a chupar el cerrojo de la ventana. a morder a la peque-
fla ternera, a chupar la vaca, a beber dé un jarrito y también a escupir en él, a 
mostrar el pufto aJ jardín, a las flores, los pájaros o los niilo$ de los jardines veci-
nos, a refunfuf\ar y sacudir sus dedos a los lunares y trazos de linóleo con su mano 
en la boca, a apoyarse en el diván o en la pierna del terapeuta, a escuchar el sonido 
distante de los aeroplanos, lamer el vidrio de la ventana, oler la plastilina o el 
asiento, acariCÍ3J' la cara del terapeuta, morder .la pipa de plástico, masti:1)arse 
contra el diván o la rodilla del terapeuta. . • 
A partir de este deslumbrante muestrario, arribamos~ lo conclusión de que en 
el estado autista propiamente dicho existía una desrnenulización en la cual su 
equipo sensorial era desmantelado y dejaba de tener un modo de funcionamiento 
unido o consensual. Parecía que cada modalidad tendía a buscar tm__artículo se-
parado del ambiente con el cual establecer contacto, y qae el comportamiento 
motor que a esto se asociaba era de lo más rudimentario, mecánico, de un estilo 
libre de toda fantasía, sin tener origen en otro artículo, Di continuarse en los si-
guientes._,fEn tanto que todo parecía corresponder a los ~pojos de fantasías y 
relaciones objetales descompuestas-, la actividad interpretatir.l del terapeuta estaba 
dirigida a identificar la imagen fragmentada, de maneramuy semejante a como un 
arqueólogo reconstruye un vaso a par:tir de los escombros m un basural. Esto es, 
en un sentido, muy diferente de la práctica analítica de reronstrucción de la fan-
tasía inconsciente a partir de sus derivados conscientes. Com:spondería, más bien, 
a la reconstrucción por parte del arqueóloi¡o de una cultun a partir de cacharros. 
lo que implica elevar la interpretación a un nivel de abi;:racción más alt~ Eñ-
este sentido, casi no podrían llamarse psicoanalíticas las i:tterpretaciones hechas 
por el terapeuta en el estado autista propiamente dicho, y1 que no intentan de-
terminar las ansiedades y las defensas, la metapsicología, sino solamente reunir 
los fragmentos de una experiencia desmantelada. No quereos decir que fue esto 
lo que el terapeuta se propuso hacer; sino lo que se encollllÓ haciendo de hecho. 
1 Cuando se encontraba en el estado autista propiamme dicho, junto a esta 
relkión sensual desmantelada con los objetos, Tirnmy pRSentó una confusión · 
casi total en lo que respecta a la geografía de su ambiente. Tendía a sumergirse 
en el cuarto, a empujar su cabeza contra el vidrio de la ¡r..erta del jardín. Podía 
en un momento aparecer triunfante sobre los pájaros del jardín, y amenazarlos 
con celos al momento siguiente. Tanto podía sumergirse en el diván o enterrar 
su cabeza en los almohadones, como podía asimismo suIMgirse en el terapeuta 
o enterrar la cabez.a en su abdomen. ~immy era capaz de mirar intensamente a 
través de la ventana y un mome'Iifu más tarde hacer lo mismo dentro de la 
boca, oído u ojo del terapeuta. Sus intentos de salir corrie:ido d!e la pieza no po-
dían distinguirse de correr hacia dentro de la pieza, el jardfu, el diván o los brazos 
del terapeuta. Escupir fuera de su boca, en el cuarto, dentro del jarro, fuera 
de un escondite, parecían serle indiferenciables y la oriennción hacia adentro o 
hacia afuera tan rápidamente reversibles que resultaban disparatadas. Un sonido 
podía invadir su espacio tan concretamente como la visi.5n de un hombre tra-
bajando en el jardín . 
A partir <de estas características de la conducta de Tímmy, junto con el grado 
de superficialidad en el contacto con los objetos, llegamos a la conclusión de que 
• 
' 
so J. BREM NER Y D. M.ELTZER 
su espacio vital carecía de forma, y que su objeto, y probablemente también su 
cuerpo, eran bidimensionales hasta el punto de que no había escondites en el 
universo de su autismo, y ningún objeto podría ser poscíd-0 en un escondite in-
terno. Ciertamente nunca intentó. colocar cosas en su bolsillo o vaciarlo. Las cosas 
introducidas en su boca o sus m:mos parecían salir de nuevo tan rápidamente 
que uno tenía la impresión de que se le habían caído. 
['ero esta superficie, esta cualidad bidimensional del mtnldo de T1DUny, tenía 
un aspecto atormentador que ibai más allá de la frustración de su impulso de 
esconderse en un objeto, o de esconder posesivamente un objeto dentro suyo. 
Estas superficies .parecían estar pobladas por rivales diminutos, representados 
especialmente por los lunares del linóleo y los pájaros del jardín. Debido a esta 
-·perturbadora contaminación, a menudo parecía que estaba forzado a ir de objeto· 
a objeto, de modalidad sensorial a modalidad sensorial.~que durante los pri-
meros meses estas experiencias eran acompañadas solaiñente por un gruñido 
de rabia, podían a veces salir de su mutismo total las palabras "bebé" y "Bobby" 
que usaba como si fueran intercambiables_. \ 
Al principio todo estaba contamina<n0 Gradualmente f ue algo que se locali-
zaba en unas vagas figuras humanas de una colorida copia del "Ascot" de Dufy 
que colgaba de la pared del cuarto de juegos. Durante el cuarto año la conta-
minación comenz0 a fijarse a sonidos ocasionales que los lújos del terapeuta 
producían en la parte alta de Ja casa. El material del cuarto año, que presenta-
remos brevemente, fue, de alguna manera, precipitado por el único inci<lente 
en que Timmy vio, por un fostante, al salir de su sésión, a uno de los lújos del 
terapeuta. · 
Al mismo tiempo que Ja contaminación con Jos Bobby-bebés fue gradual-
mente localizada, dejando un espacio relativa'mente sin perturbación, también el 
tiempo del análisis fue dividido. En los primeros meses la única evidencia de CO· 
nocinüento del tiempo de que Tirnmy diera señales era que la cualidad de su 
conducta autista era más violenta Juego del fm de semana, como en Ja sesión que 
hemos presentado (Nº 15). Pronto también los viernes tomaron esta caracterís· 
tica, y gradualmente incluyó las vacaciones. El desconsuelo comentado en la 
historia reapareció y alcanzó un crescendo en el cuarto año, de manera que 
había noches en que era inconsolable; lloraba, se golpeaba la cabeza, una vez 
incluso atravesó con ella el vidrio de una ventana. 
RetrospectiYamente, se ·puede entonces describir un cierto progreso en los 
compartin1ientos de su vida. Tomó una forma' muy interesante, que tuvo su 
germen en las primeras sesiones y adquirió su forma más desarrollada en el ma-
terial del cuarto año. Es necesario notar que en la decimoquinta sesión Timmy 
escupió y volcó agua en el alféizar de la ventana que da al jardín. En la mayo-
ría de las sesiones, corría constantemente "entre la puerta de entrada al cuarto 
de juegos y la puerta del jardín. Estos dos aspectos pronto se metamorfosearon 
en comportamiento de "cordón" (cordoning) y comportamiento "espejo". 
El "cordón" sobrevino primero y consistió en el uso de escupidas, y más 
tarde también de orina, con el fm de clausurar el acceso entre el aiarto de juego 
Y el jardín, como si fuera un campo ºminado. Una vez que esto quedó estable-
cido, tendió a aparecer una nueva forma finalista de conducta, para reemplazar 
AUTISXO PROPIAMENTE DICHO 51 
su salir corriendo feliz visto en la sesión quince, o el más frecuente enroscarse 
Y negarse a salir~ Lo que J'immy descubrió fue SU imagen en el espejo del CO· 
rredor, Y comenzó a despedirse de su imagen reflejada, a menudo con diversos 
métodos de sacar la Iei:tgua. ·. 
Durante los primeros tres años del análisis, . mien~ras el espacio transferen-
cial se iba a;iarando de los despojos del estado autista propiamente dicho, co· 
menzó a tomar lugar otro desanollo que alteró gradualment~ la cualidad estética 
de las horas. De un proceso en el cual ciertos aspectos ocasionales de la transfe-
rencia podían ser localizados en el tumulto del fenómeno autista, emergió algo 
un poco más coherente. El proceso transferencia! podía ahora verse incrustado 
en la matriz de los ítems autistas. Fue éste un proceso muy directo, y gradual-
mente vino a estar más y más centrado en un objeto particular, la cabeza del 
terapeuta, quizás incluso su mente. Los ítems de contacto con el cuerpo del te· 
rapeuta, algunos de los cuales aparecieron en la sesión quince, y que tenían esa 
~uali_dad impersonal que los_ hacía indiferenciables del contacto con los objetos 
lllarumados del cuarto, cambiaron en fonna consistente y característica. Dos regio-
nes ganaron importancia: el área bajo Ja silla del terapeuta y su cabeza. 
Al principio del tratamiento, Tirnmy tomaba en forma característica los 
objetos de la caja de juguetes uno a uno, para luego descartarlos con rabia des-, . 
parramandolos a troche y moch~ una vez mordidos, olidos o chupados. Este tirar 
al azar se convirtió en un modelo bastante regular de distrfoución casual en Jos 
rincones del cuarto, bajo el diván o debajo de la pileta. En est-0 incluyó más tarde 
al papele~o. pero finalmente les juguetes comenzaron a ser tirados en la falda del 
terapeuta y, finalmente, a ser apilados bajo su silla. 
Coincidente con esta tendencia,~JJ<lucta de Tirnmy hacia la cabeza del 
terapeuta fue grad4'1lmente más personal y complicada. Miraba dentro de los 
orificios, acariciaba sus mejillas y su cabello, lo lamía y olía su aliento. A veces, 
mientras hablaba, intentaba taparle la boca· con su mano o su codo. Pero final-
mente tendía más y más a poner su oreja cerca de la boca del terapeutae incluso 
acercar su propia boca y hacer movimientos de succionar o comer. Pero los ante-
ojos~e bjgote eran sus enemigos. o al menos sus rivales, y eran atacados en varias 
forma bre este fondo de convergente apego, comenzó a tomar forma cierto 
drama, ue a continuación presentaremos en detalle: el "material comprimido" 
(squeezling material). De la matriz autista por un lado, y de la reiteración de Ja 
obsesionalidad por el otro, inten:f:aremos elegir una serie de ítems que van a contar 
esta historia, indicando el número de la sesión correspondiente a cada uno. 
EL MATER lAL "COMPRIMIDO"" 
A esta altura, la familia debió retornar al extranjero, y Tirnmy quedó al cui-
dado de una arna de llaves quien, junto con su esposo y un hijo algo mayor que 
el paciente, se dedicaban con ternura a este nií'io atractivo y encantador. Timmy 
• Squ.eieze, a11retar, apretujaf, compri:miI, estrujar, exprimir, hacer pasar apfetado, etcétera. 
[N. del S.) 
' 
52 J. BREMNER Y D. MELTZER 
hablaba' bastante u"tiliz.ando frases cortas en inglés, francés e italiano, y en su :na-
nejo presentaba muy pocas dificultades. Durante las .maffanas asistía a una peque-
ña escuela especializada donde era muy popular._ moderadamente socializado y 
de alguna manera constructivo, pero aún básicamente ineducable. (697) Antes 
de que reaccionara al haber visto al hijito del terapeuta pasaron tres días; pero 
cuando la tormenta estalló fue un huracán de rabia y adhesividad, acompaffado 
por un deterioro de su salud generalmente robusta, y un paradójico aumento en 
su habla, incluyendo un canto: "Oh querida, oh querida", con la reconocfüle 
entonación de "Clementina". (700) La tos de Timrny empeoró luego -'l e_ que el 
terapeuta debió cancelar una sesi·ón. Lloró la mayor parte de la noche, se pensó 
que tenía dolor de oídos, comió poco y permaneció dos días en cama. Pero en 
los diez. días de vacaciones que siguieron, Timmy estaba alegre y bien, excepto -
que no defecó durante los tres d!ías anteriores a la vuelta al análisis. (703) Antes 
de esa sesión estaba muy excitado, repetidamente llamaba "ni.no t_ravieso" 
(naughty boy) al terapeuta y al irse, cuando miró al espejo, señaló al terapeuta 
y repitió su acusación. (706) El sonido de cierto martilleo en el cuarto contiguo 
le hiz.o hacer una mueca y decir "papá"; pero (707) cuando esto se repitió ente-. 
rró la cabeza en el pecho del terapeuta y sollozó, poniendo su boca cerca de la del 
terapeuta cuando éste hablaba. (710) Ahora parecía asustarse un poco de los pá-
jaros del jardín, tendiendo a cubrirse la boca cuando éstos pasaban volando. Fue 
en este conte>..<o cuando ocurrió el primer incidente de «compresión". Consistió 
en estar de pie en equilibrio en una sola pierna y hacer esfuerzos para defecar, 
mientras su rostro se enrojecía notablemente. Era constipado y frecuentemente 
parecía tener dolores de vientre. (714) En esta época con frecuencia Timmy pare-
cía ser más fríamente destructivo. Al pisotear la pequeña ternera de plástico decía 
"matar, matar" y parecía sentirlo realmente. Cuando (715) buscó en la caja la 
ternerita y la sacó, lloró amargamente y estuvo inconsolable hasta que encontró 
la vaca bajo la silla del terapeuta, donde la había escondido previamente. 
(716) A este drama de compresión, constipación y violencia, se agregó una 
especie de soplido que incluía soplar en la boca del terapeuta. Poco después (721 ) 
estuvo enfermo con un catarro gástrico y fiebre, que hicieron que la madre volvie· 
ra para visitarlo y se lo llevara con ella por una semana de convalescencia. Ella 
estaba encantada con el progreso de Timmy y se sintió más cerca de él de lo que 
se había sentido desde que fuera su bebé. Pero él no defecó durante toda la se-
mana, rec1'.az.ó todo purgante, y sólo defecó luego de haber vuelto al análisis.: 
('.29) En esa sesión se cayó y aunque se lastimó levemente, lo tomó con una ' 
cierta sonrisa. (733) Su acción de comprimir se acompañaba a.hora con el pasaje 
de gases, a Yeces con su trasero apuntando hacia el jardín, a veces también soplan-: 
do o haciendo burbujas con su boca. (734) En la siguiente sesión tiró la vaca: 
en el papelero y la recobró; luego comenzó a jugar con el papelero de una forma · 
n~eva, haciéndolo rodar, admirando el reflejo de su superficie, abrazándolo. en el 
~iván mientras se masturbaba, diciendo "po-po" . Luego de un abrazo desconsi-
{i erado a b cabeza del terapeuta, retornó al papelero, trató de trepar encima y 
mal lmente se arostó en el suelo con una pierna dentro de éste y succionándose 
e Pulgar. ' 
Su uso del lenguaje en las sesiones progresó ahora muy rápidamente. Ta!llbién 
• 
' 
( 
AUTISMO PROPIAMENTE DICHO 53 
n_iejoró I~ cali_dad de la comunicación reflejada en su comportamiento. (741) El 
Viernes S11Uulo pelearse con adversarios imaginarios, soplando, pasando gases 
escupiendo Y gritándoles "váyanse" . . El lunes (747) dejó caer una bola fecaÍ 
de sus pantalones mientras hacía presión, pero inmediatamente la hiz.o rodar 
otra vez. e.n los pantalones hasta que prácticamente desapareció en sus ropas. 
Est~ marco ~¡ comienzo de una larga odisea en el análisis que, al asemejarse a 
f~meno~ bien con~cido~ en el tratamiento de niños psicóticos que no son 
autistas ni son esqu1zofrenicos, no es particularmente relevante para nuestra 
presentación. En un sentido, se había alcanzado el punto.de partida del autismo 
de Ti1JU11Y Y el punto en que se detuvo su desarrollo. Los fragmentos de autis-
mo que fueron evidentes en la sesión quince, cobraron vida una vez más. La 
d_~entalización del autismo fue en ese momento reemplazada por el restable-
curuento del proceso d_e desarrollo. Pero a esta altura Timmy tenía diez años y su 
d~~l~o corresp~nd1a a una edad de dos. La aparición del hijo del analista 
precipito la dramatica repetición del nacimiento de Bobby. 
. ¿Qué sentimos, entonces, que ha sido el logro del análisis hasta este punto, 
dqando por el momento de lado la atenuación por parte de este niffo de la bús-
q~C<la de refugio. en los. estados autistas? Creemos que ha logrado el estableci-
~~to de un objeto con un espacio dentro, adecuado para la recepción del su· 
fruruento m~?tal ~el. niño (el papelero y el espacio bajo la silla del terapeuta). 
Parece tamb1en ex1stl! un objeto, la cabeza del terapeuta, del cual puede intro-
yectar algo capaz de confortar, tal vez ya algo nutritivo para su mundo interno. 
Dado el material de "compresión" y la perturbación somática concomitante 
parecería q u·e. hubiera log_rado un mundo interno del cual podía hacer desapa: 
rc:er a sus rivales, relegandolos al mundo exterior (la pintura de Dufy y los 
n~s del terape.u~a. en el cuarto de amoa). Esta localiz.ación de sus rivales pare-
CIO darle la posibilidad de distinguir a éstos de sus perseguidores (el martilleo del 
cuarto contiguo) aunque aún no estuvieran claramente diferenciados de papá en 
coito con mamá (su primera respuesta al martilleo). De este modo, parece haberse 
fonnado el f~damento estructural para el desarrollo de la personalidad. &a, sin 
e~go, ternblemente tarde y ya muy fuerte el hábito de emplear maniobras 
aut~s. Fue claro en las -~esiones que, frente al sufrimiento, se retraía y debía ser 
rearumado por la atracc1on de la cabeza-pecho del analista y por su voz-leche. 
RECAPITUI.ACION 
. . ¿Podemos relacionar ahora, en alguna medida, los hallazgos del pro~ ana-
htaco con los pocos hechos bien establecidos de la historia del desarrollo de Tim· 
my? Luego de tan paciente trabajo y manteniendo a buen recaudo nuestra ima-
ginación, permitiremos ahora un poco de vuelo a la fantasía.IEste bebé, inteligente 
Y_ altamente sensual, disfrutó una felicidad arrobadora y r~ en los .primeros 
CUICO meses de su v!da, prácticamente nunca solo, ya en los brazos de su madre, 
en su pecho o al cuidado de su devota niíleral ¿Habrá fantaseado que este estado 
era el logro de sus exitosos ataques fecalesdu\gidos contra los bebés internos de 
-
' 
54 
J;BREMNER Y D. MELTZER 
la madre para luego descubrirque_ había -~nvenenado el pe~ho? La enfern:edad 
d su madre fue una hepatitis de instalaCJOn lenta, y ella aun lo amaman~o d_u-
e t las dos primeras semanas del comienzo. ¿Era la leche amarga? ¿Sentta que 
ran ~ 1 illa de su madre revelaba su culpabilidad? La mamadera debe haber 
la pie amar . -· 1 ifi - d t ovocado un alivio de esta culpa catastrófica, pero. reqwno e sacr 1c10 e es a 
prla · •0 altamente sensual con er cuerpo materno, solo para encontrar que el cas-re CIO - - C . d ) bd r 0 esperado (la cirugía umbilical) acontecía de todos modos. ua~ o e a o-
¡g da vez más hinchado de su madre declaró el triunfo de su nval, no hubo 
men ca d ·- 1 
ara Timmy otra·cosa que "matar, matar", o ~rrer en busca e su runera, ~ue ~ 
ha
p b · salvado de su primer desastre AF.te mtento de escaparse estaba mas allá 1a ya ~,- . . -1 · 1 de sus posibilidades físicas, y entonces recurno a esca~e de ser e ~1smo, o 
que requirió, sin embargo, un~ operació~ m~y se~era. Como puede un ruño encon-
trar estos medios, permanece aun en el JTUSteno mas pavoroso. 
DISCUSION 
El ~aso de Túnmy, tal vez por haber sido el más perturbado de los niños estu-
diados, se convirtió gradualmente en la piedra angular alrededo~ de la c~I- _se 
;a'ó la concepción de autismo y postautisrno durante los anos de revJS1on er..,1 ~ d 
sistemática del material en seminarios. De ctnlquier man.era, Y c_omo _c~ a nu~va 
escritura lo demostró sentimos que sólo hemos desentrañado la superf1c1e del neo 
material. Como en ~nas paredes de las cuevas en la Dordoña, donde _los 
animales han sido grabados más que díbujados, cada rayo de luz descu~re a la vista 
un nuevo animal del conglomerado de garabatos. Algunas de las mteresantes 
pregunus provocadas por el comportamie~to de T~y van a ~ncontrar un~ 
exposición más rica o definida en el material de otros niños. Por eJe~plo, podra 
observarse que el estado mental de John al comienzo <le su tra~m1ento ~arte 
aproximadamente del punto al que llegó Timmy luego de cuatro an~s. Lo mismo 
-se observará respecto de Barry y luego de Piffie. Por esta razo.n los hemos 
organizado en forma lineal y virtualmente podrían enhebrarse juntos para ha~er la 
historia de un solo niño y de un análisis razonablemente- completo Y exi~oso. 
Timmy realmente demostró de la manera más clara có~o opera _la maruobra 
autista y - su yuxtaposición con la fantasía y l:as relaciones _objetales. John 
realmente nos mostró el papel del sufñmiento depresilU catastrofico que choca 
contra un ~rganismo desnudo. Barry demostró paS'O a paso t:l proces? de const~uc.­
ción de un objeto con un espacio interno y lDl seif ~n un mundo interno. Piffie 
escribió realmente, con brillantes detalles, los m=rnsmos obsesivos que crearon 
su autismo, aplicados de una manera constructri.: pan mo?ular el dolor _del 
proceso de desarrollo, así como demostró cuál es su mtederencia con el apr~n~1za­
je. Pero los distintos niños demostraron también todos los aspectos en d1stmtos 
grados. 
Debido a esto, nos limitaremos aquí a discuts los aspectos de la e)(periencia 
con Tin1my que no encontrarán m?jor ilustración en otro.~r. . _ 
La primera pregunta que surge es acerca de la relaaon de la mamobra auhs~a 
con e[ suicidio. ·Estamos tratando con el ejemplo máximo de lo que, Melanie ¿ .. -
AUTISMO PROPIAMENTE DICHO 55 
Klein llamó, al referirse a los accidentes de los nií\os, "intentos de suicidio con 
medios insuficientes"? ¿Podemos ver en la primera huida de Timmy de su ca.sa al 
Capitán Dates saliendo al campo de hielo? Esta idea no es en ninguna fonna 
incompatible con el pensamiento de que salió a buscar a su primer nii\era, y 
parecería caracterizar al suicidio depresivo no violento, no mutilante. Nos parece 
muy convincente como punto de vista que el autismo propiamente dicho merece 
más que ninguna otra forma de trastorno mental el calificativo de "perder la - -
cabeza". El hecho de que parezca ser por momentos muy reversfüle, no~ parece la 
mejor invención de la no-violencia. Pero esto lleva a la pregunta sigl.;.,,,te. 
¿Es sostenible nuestra visión del autismo como un estado mental total más 
que disociado? Cabe preguntarse en qué evidencia basamos la conclusión de que la 
reversibilidad es algo fundamentalmente distinto del rápido cambio de estaé"'41e 
ánimo que se observa cuando la disociación es muy severa y cuando el sentido de 
la identidad no está firmemente anclado, como en la mayoría de los psicóticos no 
esquizofrénicos, o en adolescentes. En realidad, de hecho comenzamos con la 
suposición de que estábamos observando la operación de procesos di.sociati:ms, y 
sólo cambiarnos nuestro punto de vista luego de pasados algunos aftos. Peruamos 
que esto no es sorprendente, ya que la evidencia necesariamente debe ser retros-
pectiva. Si comparamos el material "comprimido" de Tirruny con el nifto de la 
sesión quince, vemos que aparte de la arquitectura nada ha cambiado. Todoo los 
elementos estaban presentes al comienzo, pero sólo después de cuatro ai'los se hace 
observable una estructura de personalidad con objetos internos y externos. En 
realidad y aun luego de tales esfuerzos, Timmy no estaba más cómodo que el 
primer cerdito en su casa de paja; pero uno puede ver la posibilidad de una~ de 
palos., y eventualmente de ladrillos, que no va a ser volteada por el primer lobo 
de dolor mental que pase. 
¿Implica esto que nosotros consideramos que los procesos estudiados en estos 
niños son puramente patológicos y no aparecen en la historia del desarrollo 
normal? ¿O es que pensamos, al conuario, que estos procesos son tan primitivos 
como para estar cerca dcl momento del desarrollo en que los mecanismos esqui-
zoides comienzan a operar? El trabajo realizado con otro tipo de pacientes, con 
enfennedad de gravedad variable, pero donde la fragilidad de la organización del 
yo es un problema central, parecería sugerir lo último. El trabajo pionero en esta 
área es el de Esther Bick sobre la función psíquica de la piel, que da el sosté~ de la 
clínica a la exposición de Wilfred Bion sobre el concepto de continente y 
contenido en la vida mental. Esta actitud parece aún más reforzada poc la 
evidencia de que los mecanismos obsesivos primitivos del tipo del desmantela-
miento juegan un papel en la formación del fetiche, como fuera descrito por un(). 
de los autores (D.M.). Estos problemas teóricos serán discutidos en los capirulos 
de la sección C. 
Ahora nuestro enfoque va a variar un poco, para mirar el proceso de des:m:o-
llo de este niño desde un punto de vista ligeramente distinto. Lo que aquí querría-
mos considerar es el papel que posi'blemente juegan en el autismo de Timmy la 
intensidad de sus sensaciones y el modo particular de su percepción sensorial. 
En el capítulo anterior se h.iz.o mención a "la posesión g~zosa y triunfante 
del objeto materno", como rasgo común a todos estos niños. Estuvo por cierto 
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56 J. BREMNER "{ O. MELTZER 
esente en Timmy, pero de manera distinta a la que apareció en Barry Y P~te, 
pr tal vez ligeramente distinta, también, a cómo se presentó en John, de qwcn 
firfuny era muy semejante. La diferencia parece radica~ en el grado de estructura 
de la mente de Timmy y en su naturaleza. . . . . . 
Para comprender esto debemos observar los termtnos mas de c~rca: S1 nura-
al término "triunfo", vemos que implica que alguien toma conciencia de que 
m~~e una cosa Av estado que no posee ningún rival. El hecho de que un?. pueda 
~t:·afar alcanzand0 un logro no exc!uye la noción de un ~ival , porque la d~1cultad 
_ :iende a ser personificada como el rival sobre el cual se tnunfa. Para exper.unentar 
triunfo la noción de rival d;;be existir en la mente de alguna forma, no. ~porta 
cuín tenue pueda ser. Es muy posible que para T~y este conce~to ex1st1era en 
una for::-.:l- concreta dentro de su propio cuerpo, mas que como ~bJeto. de~~-­
do dentro de su propia mente. Es cierto, sin embargo, que este objeto nval mvad.ió 
la mente de Timmy y fue allí desarrollado lo suficientecomo ~ ser proyect.a~o 
en una forma reconocible, aunque por lo general muy extrana, como en algun 
pequeño objeto en movimiento, o en los puntos y marcas del piso. El hecho de 
que los llamara Bobby/?ebé demuestra que. tenía ui:ia m~~e capaz de formar Y 
contener una construccion mental, pero temamos la unpresion de que ambas eran 
vestigiales. . 
El otro término que querríamos considerar es "posesión". "Posesión" denota 
una relación, y la conciencia de ella implica un conocimiento cuando menos de 
una identidad parcial, una comprensión de la naturaleza de la cualidad de vínculo 
propia de la posesión, y del lazo entre esta identidad y el objeto poseído Y lo que 
lo rodea. Estos son procesos mentales muy complejos, que requieren una mente 
estructurada, y Tirruny no parecía tenerla. 
Este tipo de. proceso mental sólo raramente era alcanzado por Tirnmy, Y aun 
así de una manera muy r4dimentaria. Si usamos en este caso el término "poses:ivi-
dad" es para tratar de comprender su comportamiento y darle un significado. Pero 
en su mayor parte este término era demasiado sofisticado, especialmente en lo que 
respecta a la primera mitad del tratamiento. Tal vez lo que él sentía era voracidad 
o apetito por un cierto tipo de sensación más que· por un objeto maternal la 
cualidad sensorial a menudo parecía estar ligada laxamente a cualquier contra-
parte mental de un objeto tal, ya que una y otra vez pudimos ver cómo se dirigía 
a cualquier objeto externo, aun cuando fueran tan distintos entre sí como un 
wldaQito de juguete, la esquina de una mesa o la superficie de una pieza de made-
ra lustrada, a condición de que pudiera chuparlos, lamerlos o acariciarlos. Era como 
si el universo estuviera' lleno de innumerables pechos, o mejor dicho partes de 
pecho, y que cuando uno se perdiera siempre habría otros que podrían encontrar· 
se y que servirían lo mismo. Esto era posible porque Timmy se relacionaba con 
ellos de un solo modo sensorial. Veremos más adelante que John tambien depen-
día de un solo dato sensorial en su exploración de la realidad. 
Aun cuando, triunfante, 'firnmy eviden~iaba que sólo una parté suya posefa 
a una parte del objeto materno, de la cual sólo temporalmente pudieron excluirse 
k>J . rivales contaminadores. Es imposíble decir hasta qué punto tal idea había ~ 
ddo articulada 'Significativamente de alguna manera en la mente de Tirnmy. Diría-
mos que, prácticamente, poco o nada. La profundidad de cualquier. proceso 
AUTISMO PROPIAMENTE DICHO 57 
mental parecía ser muy somera y el proceso parecía estar relacionado básicamente 
con una emoción o sentimiento. Para él, la posesión parecía ser algo así como un 
contacto gozo10 sin interferencias, una experiencia sensorial con una cierta cuali-· 
dad emocional, que puede muy bien no hacer lugar para el reconocinúento de 
ninguna otra; una experiencia en la cual los rivales no eran tanto exduidos como 
inexistentes, hasta que la conciencia de este sentimiento se desvaneciera o cam-
biara. En este punto podía suceder que los rivales apareciera.n de golpe y se les 
atribuyeran entonces la pérdida. o bien que el mismo runmy sufriera un colapso 
sobrecogido por una enorme ola de ansiedad depresiva, que terminaba en un 
comportamiemo maníaco. 
En los momentos de frustración era posible ver una disociación rudimenta-
ria, un intento de expulsar el pecho contaminado y sus rivales y de retener dentro 
del pecho bueno, lo cual le daba a Timmy una significación fugaz de su compor-
tamiento. Sin embargo, esto se acompañaba en general de una rabia tal, que uno 
bien podría imaginarse que su conciencia de su furia era tan total corno para 
impedir el establecimiento de la otra mitad de la disociación, es decir de cualquier 
concepto pe en objeto interno bueno. Hasta q_ué punto dependía de la real expe-
riencia sensorial de contacto el mantenimiento de este objeto interno, :era evidente 
por el hecho de que, en estos estados, Timmy invariablemente se ponía un pulgar 
en su boca succionándolo y sosteniéndolo con s•Js dientes_mientras agitaba furio-
samente en puño de la otra nnno a sus rivales, representq.dos por Jos puntos y 
marcas. 
Por otro laúo, si éste era el resultado, la intensidad de su dolor no dejaba 
lugar internamente para el restablecimiento del objeto; ni tampoco externamente, 
ya que todo su universo era congoja. Era corno si todo Jo bueno hubiera desapare-
cido en la nada. a Ja manera en que se describen las últimas y horripilantes teorías 
concernientes a los huecos negros en el espacio: una estrella o inclUSÍ'fe una galaxia 
pueden pasar aparentemente fuera del universo, a una nada inimaginable. El pro-
ceso de duelo no podía realizane por esta razón y porque no se había desarrollado 
en la mente de Timmy runguna estructura espacial, ningún lugar continente. De 
haber sido capaz de hacet" un duelo, hubiera podido tomar su mente. de la inten-
sidad de su dolor por la pérdida al recuerdo de las buenas cualidades del objeto, 
hasta poder restablecerlo dentro suyo. Su objeto bueno era entonces irrecuperable 
y estaba más allá de toda posibilidad de ser recordado como símbolo interno, 
aunque pasible de ser restablecido por el reconocimiento. Esta pérdida absoluta 
sólo podía imensificar so pena y su desesperación. Sin otros recunos, su único 
camino era entonces la renegación maníaca omnipotente, con frecuencia acom-
pañada por h proyección de b rabia y la desesperación y por una búsqueda 
inquieta e incesante de otro objeto para chupar, acariciar, mirar o sentir. 
En el mundo marcadamente bidimensional de rmuny había objetos aguar-
dando que se estableciera contacto, y no estamos afumando que cuando Timmy 
carecía de actividad mental no tuviera memoria para nada, particularmente en 
lo que respeaa a reconocimiento o sensación. Su memoria podía aproximarse 
a lo que podríamos llamar memoria de tipo computadora, que reconoce por 
medio de un molde sensorial. Hasta los gusanos pueden ser entrenados a reconocer 
el camino correcto a Jo largo del laberinto. Por lo tz.nto, aunque Timrny sólo 
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58 J. BR.EKNER Y D. MELTZER 
tenía un objeto bueno mínimo en su mente, podía ponerse en contact~ con él 
nuevamente tal como era, desde que cualquier objeto externo que tuviera una 
de las cualidades maternales requeridas podía proveer un conocimiento sensorial 
en alguna manera concordante. Sólo necesitaba ser chupable, tener una cualidad 
táctil específica o proveer alguna otra sensación de ese orden. 
· Vemos entonces, en este momento, un ·niño con una tendencia muy fuerte 
a depender de un solo modo de percepción sens0rial, mutilado por ·esto en su 
capacidad de formar objetos internos significativos o de relacionarse adecuada· 
mente a los externos o de pensar. Los súnbolos a través de los cuales su mente 
se podía desarrollar parecían estar físicamente ligados a ?bjetos e~ternos en r~zón • -
de su necesidad de recurrir a un solo modo de percepdon sensonal, que era inca-
paz de relacionar con otras sensaciones para fonnar un todo significativo. Física 
y emocionalmente su comportamiento era caótico y repetitivo,. ~ientras su 
memoria parecía funcionar casi totalmente a nivel de un reconoc¡m1ento muy 
limiitado, más que por el recuerdo simbólico. Estaba casi exclusivamente interesa-
do en sus relaciones con los componentes del pecho y con el estrecho campo de 
rela.ciones con sus rivales por aquellos componentes. 
Miremos ahora a Tirnmy; en una etapa posterior en su tratamiento aparece 
en · el cuarto de juego poniendo en escena una situación con el pecho. No fúe 
hasta Jos últimos años de su análisis que Timmy mostró claramente que estaba 
expérimentando varias sensaciones simultáneamente. Por ejemplo, en una sesión 
miró a las nubes y al cielo azul, mientras chupaba el picaporte de· la ventana y a 
veces lamía el vidrio. Al mismo tiempo, podía extender una rru.no Y acariciar 
suavemente con la punta de los dedos la lisa pintura. del marco de madera de la 
ventana, mientras daba simultáneamente la impresiónde escuchar la voz del 
terapeuta con mucha intensidad. Entonces se bajó, se dirigió al terapeuta Y se 
apoyó contra él, mirándolo a los ojos a través de los anteojos, lamiéndolos; su 
boca se acercó entonces a la del terapeuta e hizo con sus labios movimientos 
' de estar comiendo, al tiempo que el terapeuta hablaba, mientras también acari-
ciaba su mejilla y su oreja. De repente, la plácida escena se derrumbó Y Timmy 
metió el pulgar en su boca y con su puño golpeó el dibujo de pequeñas marcas 
en el cuero del zapato del terapeuta. En sesiones anteriores estas marcas habían 
sido identificadas con Bobby-bebés. 
El cuadro que vemos a.hora es muy distinto; pero, ¿podemos estar seguros 
de que estamos viendo un Timmy bebé al pecho? ¿No se tratará, más bien, por 
ejemplo, de varios Timmies bebés cada uno con un pedacito de pecho? La trans-
ferencia es sobre un objeto para nada unitario y coherente sino, al contrario, 
totalmente disperso en la extensión del espacio entre las percepcione:· sensoriales, 
de las cuales sólo algunas provienen de la fuente viviente. El vínculo entre las 
partes consiste en que son experimentadas simuháneamente; pero, en cada caso, 
salvo tal vez en el de la voz, se ignora una enorme cantidad de cualidades para 
seleccionar la única relevante. El hecho de que pudiera hacer un uso tan hábil de 
tan discordante material tiende a convencernos de que, en realidad, tenía en men· 
te alguna idea de relación que le permitía mantener las partes unidas. Pero estaban 
sólo ligeramente vinculadas: con mucho anhelo pero de manera incompleta . . Ca:re-
cía en particular de la· cualidad organizadora de la visión. Tenía poca flexibilidad 
AUTISMO PROPIAMENTE DICHO 59 
y profundidad, y era actuada muy concretamente. No hay d!uda de que la idea 
estaba en la mente de Timmy y era impuesta al material externo, pero aun pare-
cía, al menos parcialmente, estar bajo la influencia de una sola percepción senso-
rial; por ejemplo, la suavidad de la superficie pintada representaba la piel de la 
madre, con total ignorancia de la dureza, la forma o la temperatura. 
Cuando Tunmy se dirigió a la cabeza del terapeuta oomo pecho, tuvimos la 
impresl{~;i de que su experiencia transferencia! se había centrado más y era para 
él más vívi:<h, aunque todavía muy concreta. En el tiempo transcurrido desde 
que deja ·1a ventana hasta que alcanza al terapeuta ha bab~do, sin embargo, una 
clara renuncia a la~ relaciones físicas concretas de succionar, lamer y acariciar, 
mientras retiene las pertenecientes a la visión y a la audición. ya que mientras 
se. acerca al terapeuta io mira fijamente. Por este corto período de tiempo, las 
sensaciones recha7..adas deben haberse fusionado en una configuración significati-
va, asociadas con las sensaciones visuales y auditivas interrelacionadas del objeto 
externo. 
Finalmente todo esto se derrumbó frente a la amenaza de los bebés rivales, 
pero sin que hubiera habido grito alguno de niño, ningún ruido invadiera el 
consultorio, ningún pájaro que pasara volando por la ventana, y el terapeuta 
no había cambiado ni dejado de hablar. Es casi seguro que el estímulo había 
provenido de Timmy. 
Hasta ahora hemos considerado la parte que posiblemente juegan las sensa·· 
cioncs aisladas en el modo de percepción, mientras que el papel desempeñaJo 
por la intensidad de la percepción sensorial ha quedado en gran parte implícito. 
Nos preguot:mios si no existe la posibilidad de que juegue realmente un papel 
muy grande. 
Sabemos que sensaciones muy intensas pueden interferir e inclusive impedir 
el funcioruwñento mental normal. Dolor violento, luz intensa, un ruido extrema-
damente penetrante e incluso un intenso placer pueden llenar la mente tanto 
como para no dejar lugar a nada más. Una sola emoción muy fuerte y no modifi-
cada por otr>..s puede tener el mismo efecto, y, si bien no aseguramos que la 
conciencia sensorial de Timmy fuera de este orden, podem:is legítimamente 
preguntarnos si es que no tendía en esa ·dirección. 
Podemos preguntamos si la intensidad de la experiencia sensual original con 
el pecho, el celeite al sentir contra su mejilla la sedosidad de la piel de la madre, 
· la suavidad de la leche en su boca, su gusto delicioso en la lengua, la exquisitez 
de su fraganci~ al amamantar, si en resumidas cuentas estos deleitosos placeres, 
cada uno con su propia fuerza singular, no fue lo que hizo muy difícil para este 
bebé tan sensual póner desde un principio todas las piez.as juntas en una tota· 
lidad. 
También podemos preguntarnos si esta intensísima sensualidad no podría 
haber sido intensificada por la madre identificada con su bebé, de tal manera 
que ella experimentaba el placer del bebé como si fuera el suyo propio para 
mantener a raya la ansiedad depresiva. De ser así, la madre se transforma en 
cómplice del bebé y aumenta la sensualidad de éste, en lugar de contenerlo dentro 
de su mente en identificación introyectiva. 
Si la irltew;idad de la captación sensorial realmente jugó un papel importante, 
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60 J; BREMNER Y D. MELTZER 
entonces podría dar Jugar a una percepción sensorial única, dado que la sensación 
más intensa tendería a cubrir a las otras sensaciones recibidas simultáneamente. 
Esto interferiría con Ja primitiva pero inmensamente in1portante función mental -..-
de establecer vínculos por asociación, haciendo difícil la formación lle un objeto 
materno total, consensual y coherente, el pecho. Si éste fuera el caso, tal objeto 
sería frágil y pasible de fragmentarse en sus partes constituyentes, com-0 también 
la mente del bebé, no siendo capaz ni uno ni otro de contenerse mutuamente, 
con lo que el desarrollo mental quedaría detenido. Esta idea, afín al concepto 
de trauma sensorial, (¿shock de color en el Rorschach?) se sugiere como una 
extensión del término descriptivo "sensorial". 
En esta cadena de hechos, la voracidad y los celos jugarían un papel muy 
importante y ambos eran rasgos muy marcados en Timmy. La voracidad reforzaría 
la tendencia a obtener el máximo de cada sensación y de esta manera aumentaría 
su intensidad; pero. al hacerlo hace fracasar su mismo propósito, porque el acos-
tumbranúento tendría lugar con más rapidez. Cuando esto sucediera, se desperta-
rían los celos. Al reducirse la jntensidad del placer de la captación sensorial, puede 
imaginarse que Timmy devenía gradualmente consciente de la existencia de otros 
bebés o aun de otro bebé Timmy disfrutando de otra deliciosa sensación. La 
voracidad aumentaría sus celos, y este sentimiento discordante provocaría un 
desmoronamiento caótico en su relación con el pech0. 
Puede ser que algo por el estilo haya sucedido en la crisis de su relaCión con 
la cab~za del terapeuta, representando al pecho. En este estado Tirnmy era muy 
semejante a aquel hombre apasionado por Ja música que, al escuchar una rica y 
variada sinfonía, Juego de un rato encontraba que sólo era capaz de escuchar un ins-
trumento y quedaba, en consecuencia, convencido de que su vecino le estaba roban-
do Ja sinfonía. 
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CAl'ITULO IV 
DEPRESION PRJMARIA EN EL AUTISMO - JOijN 
Isca Wittenberg 
INTRODUC'CION 
Quisiera describir algunas de las experiencias que viví con Jolu1 durante su 
primer año de tratamiento analítico conmigo. Muchas veces estas experiencias 
fueron tan dolorosas para uno de los dos, o para am~s. que enfrentar Ja tarea 
de revivirlas de nue\'O rnentaJrnente requiere un esfuen.o considerable. Describiré 
en detalle algunas de hs secuencias del juego y de la conducta de Joh.n, confiando 
en que con esto peraUtiré aJ lector sacar sus propias conclusiones acerca ·de la 
naturaleza de sus relaciones. En la mayoría de los casos no cito las interprefacio-
ncs qu~ hice; pero, en mis oomentarios sobre la sesión, indico de qué manera 
entend1 lo que sucedm. Me propongo plantear muchas preguntas y sólo tentati-
vamente sugerir algunas de las causas que explicarían la propensión de ·John 2 
P~_rderse a sí mismo en un estado de ausenciade actividad mental ( desrnentaliza-
c1on) o, de un modo alternativo , a caer en una forma particular de depresión 
catastrófica. Si bien la implacable proyección de la desesperanza hacía muv 
difícil a ve-ces tolerar a este niño, la apasionada naturaleza de John, su capacidad 
para la ternura, su vulnerabilidad al dolor depresivo y su pedido de ayuda. evoca-
ban en mí un afecto y una preocupación intensos. 
Se observará que la comprensión del material se realiza sobre la base de la 
teoría derivada del tnbajo de Melanie Klein. La necesidad de que Ja madre con-
tenga el dolor proyecudo de la mente infantil, señalada por W. R. Bion, concibe 
a la madre como un continente, y se vincula así con d trabajo de E. Bick acerca 
d~ la fun~ón continente de la piel. Sin embargo voy a presentar las sesiones, y 
~is reflexiones sobre ellas, tan libres de términos técnicos como resulte posible, 
mtentando transmitir la impresión que este niño me produjo y los sen.tirnicntos 
que fue capaz de engeIXira.r en mí.

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