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Miller J A Del objeto a al sinthome

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VII 
Del objeto a al sinthome 
Veo que algunos de ustedes tienen un periódico que es el número 5 
de Le Nouvel Áne y que nos muestra con qué tenemos que vérnoslas, a 
saber, las consecuencias que se siguen de la nueva alianza establecida 
desde hace ya cierto tiempo entre el amo y el saber, pues esta inven-
ción de la Historia Clínica Personal desnuda a un amo que ante todo 
l'Cquiere saber -saber bajo la forma de una información susceptible de 
11cr informatizada, digitalizada. 
Los esquemas que antaño Lacan dio de los cuatro discursos revela-
ban que la vocación inicial propia de la función del amo no ~a el sab~r, 
si no que por el contrario i:staba separada de este. El saber y la fun-
r ión misma del trabajo se dejaban a otro: el esclavo. Que el saber haya 
venido al lugar del amo es una ~nnovación. Hay que hacer en efecto 
11na escisión, que Lacan ilustró, entre el lugar del amo y el término gue 
ocupa ese lugar. Esto es especialmente ilustrativo de esa conversión a la 
que asistimos y que aporta la notación del saber, 52, en el lugar que era 
11cupado por el significante del amo, 51. 
52 ___,. 51 
Esto además nos lleva a preguntarnos si hoy sigue habiendo amos. 
( «1be decir que 1::1º está demostrado. Este esquematismo tiende a hacer-
11( lS pensar que quienes ocupan el lugar del amo son más bien esclavos, 
11 11Liguos esclavos emancipados. Tal era además la visión de uno de los 
1nncstros de Lacan, Alexandre Kojeve. 
97 
JACQUES-ALAIN MILLER 
En la Antigüedad, ser amo tenía un sentido a partir de esa disyun-
ción, pero esta desaparece una vez que el lugar del amo toma a su cargo 
el saber. Podemos reconocer el ejercicio de ese saber amo en lo que la 
elucubración política y sociológica después llamó burocracig. 
Si nos guiamos por la referencia que brinda el esquematismo laca-
niano, notamos que ~l dominio !::lue ejerce e~ saber 3_punta a un ele-
mento de goce (!Y. 
S2 -a 
:t;:se saber tiene como verdad velada -verdad que revela.. s~_ lugar- el 
~ignificante del amo, a saber, el ajemento de obligación, de ~oacción, so 
pena de. Pero es un elemento que permanece entre líneas. 
S2 - a 
S1 
Poder e impotencia 
La Historia Clínica Personal, por ejemplo, no se propone dentro de 
un discurso de amenaza. Por el contrario, en el nivel del enunciado se 
dice que es por nuestro bien, un bien que es racional. La Historia Clínica 
Personal se propone dentro de un discurso de explicación y de bene-
volencia. Observen además que esa benevolencia tiene gran alcance. 
Bastó con que manifestáramos cierta molestia, cierta interrogación, cier-
ta incomodidad -ya que a fin de cuentas el último número de Le Nouvel 
A.ne no va más allá de esto-, para que yo tuviera ya los testimonios más 
adulatorios, más atentos, diciéndome que tienen cosas que explicarme, 
sin duda para calmarme. Esto es lo que interpreto, pero en fin, no es en 
absoluto lo mismo cuando los llaman por teléfono para amenazarlos 
que cuando lo hacen para lisonjearlos. El significante amo, el S1, está 
aquí entre líneas, en el nivel de la enunciación, mientras que en el nivel 
del enunciado alguien inteligente puede ser encantador por completo. 
Si seguimos el esquema, ese dominio por medio del sabe~ ~se_ domi-
nio surgido del saber, apunta a un elemento de goce .... que Laca.~ 9-enomi-
98 
DEL OBJETO a AL SINTHOME 
na !!:....Y q~ perturbador en_ sí, perturbador en relación con ese sabª : 
está en exceso. Ese dominio por medio del saber apunta a reducirlo, 
entonces, a fin de obtener lo que escribimos mediante la sigla del sujeto 
tachado. 
fo - a - -i 
S1 S 
Nótese que en este esquema el sujeto tachado no es el sujeto del 
inconsciente. Tampoco parece hecho para obtener lo que podríamos 
denominar habladurías. No atribuyo ese deseo, esa finalidad, a los 
promotores de la Historia Clínica Personal, porque su tarea pasa, a la 
inversa, por la explicación. No se dirige a chismosos sino a personas de 
la época del saber amo. Más bien traduciré entonces este sujeto tachado 
orno la ~educción del sujeto a lo gue se de.!!9mJna -por lo demás, me 
pregunté desde cuándo- la variable de a;usJ...e. En ese estado entramos en 
los cálculos. (El estatus de variable es, al fin y al cabo, el estatus lógico 
del sujeto, un estatus que Lacan reconoció y que es una de las significa-
iones del sujeto tachado.) 
Esta alianza contemporánea entre el amo y el saber, esta d~cadencia 
del amo antiguo por la promoción del saber a la función de ordenar y 
de regular la sociedad, de anticipar su p_9rvenir, e~tá ; n marcha hace 
mucho tiempo, por supuesto. Hallamos S_!-1 m~a, ~u incj_denc_@., en 
:ierto número ~e saberes que perteE~cen a _E.Uestra época y que están 
hcchos~ra senjr a ese do~~i:_?; en particular, l~ psicología. Lacan lo 
manifiesta numerosísimas veces en su enseñanza, sobre todo en la que 
más recientemente tenemos a nuestra disposición, a saber, la que figu-
ra en las conferencias que dio en la época de su seminario La ética del 
¡1sicoanálisis y que habían tenido lugar en la facultad de Saint-Denis, en 
In ciudad de Bruselas, ante un auditorio acerca del cual cabe decir que 
!'Staba precisamente marcado como católico. 
Ustedes dispondrán de esas conferencias dentro de poco. ¿Qué día 
1•s hoy? ¿19? Pues bien, me dijeron que estará en librerías el 20 o el 21. 
, ;c rá un pequeño volumen de Lacan al que di el título de El triunfo de la 
rl'I igión, precedido de Discurso a los católicos. Allí, en la página 21, encon-
1 rn mos lo que puede ayudarnos a situar la época con la cual tuvimos 
99 
JACQUES-ALAIN MILLER 
que vérnoslas de manera manifiesta el año pasado, a saber, las famosas 
TCC, o sea, las terapias cognitivo-comportamentales. Por cierto, en la 
época de esas conferencias de Lacan no se empleaba este término, pero 
creo que de todos modos podemos inscribir esas terapias cognitivo-
comportamentales en el marco de lo que Lacan denomina tan mara-
villosamente un credo de tonterías -el término credo fue propuesto a la 
asistencia por razones evidentes-: "el credo de tonterías, del que no se 
sabe si la psicología contemporánea es el modelo o la caricatura". Aún 
me hace reír ... 
Dentro de ese credo de tonterías Lacan inclu~ para terminar la 
enumeración, Ja noción de condu<:!;a. (En esa época se decía conducta 
en vez de comportamiento, e incluso se subrayaba la diferencia entre 
ambas cosas; ya hemos dado un paso más allá, pero de hecho se trata 
de la misma cosa.) Dice Lacan: "La noción de conducta se aplica de 
manera unitaria para descomponer hasta la necedad todo dramatis-
mo de la vida humana". Esto me parece absolutamente roborativo y 
sin duda coherente con lo que hemos sacado a la luz el año pasado, 
a saber, la afirmación de que .!:.1_9ramatismo de la vida humana -sus 
significaciones trágicas o también cómicas- resulta anulado cuando se 
lo descompone en los mecañISmos que nos -presentan. Entonces, antes 
que seguir esos mecanismos que nos pro ponen, hay que recordar que 
ese dramatismo de la vida humana es un elemento de pleno ejercicio. 
Este recordatorio no es una mera protesta moral o humanista. El dra-
matismo de la vida humana es de hecho, y hacer que desaparezca en la 
manipulación de comportamientos reducidos a combinaciones elemen-
tales da origen a un campo de experiencia en el cual ya no reconocemos 
qué está en juego. 
Les leo otro pasaje de este pequeño volumen de Lacan: 
No es que yo no reconozca ninguna eficacia al fárrago de sucesiones colecti-
vas de experimentaciones finalmente paliativas que se concreta bajo el rótu-
lo de la psicología moderna. Hay allí formas leves de sugestión, si puede 
decirse así, que no dejan de tener efectos, y que pueden hallar aplicaciones 
interesantes en el campo del conformismo, incluso de la explotación social 
[parecería que en eso estamos]. Por desgracia, veo este registro sin influjo 
para actuar sobre una impotencia que no hace más que aumentar a medida 
que se nos presentan mayores oportunidades de poner en práctica dichos 
efectos. 
100 
DEL OBJETO a AL SINTHOMEObserven que e~y profundo reco!!_oq~r estos tres momeutos. Pri-
mero reconocer que en esas prácticas, cuya última edición hoy viene 
dada por las terapias cognitivo-comportamentales, opera algQ_gue es 
del orden de la sugestión, aunque esta esté ~ligerad~. Lo está según 
J esquema que puse en el pizarrón. En efecto, n~ es el ejercicio dire~­
lo y conminatorio d~l ª..!!1º' no es directamente Haz esto_ o Ha7:.!!.Euello: 
noten que ~en intenta suscitar e inducir en el sujeto una autocoer-
ción mental. Por eso l_a sugestión está aligerada en comparación_son lfil> 
formas brutas de la hipnosis. No es hipnosis en sentido estricto, es un 
aligeramiento de lo que opera en la hipnosis. Sabemos además que 
(• ! aligeramiento es hoy en día una~e las formas prevalentes de la pro-
ducción de objeto~..:.. Yogures descremados,1 dicen, descremados 30%, y 
He supone que se puede llegar al 0%. ¡Aligeramos! Incluso aligeramos el 
fominio. En la Historia Clínica Personal, solo 30% de dominio ... 
Es cuestión entonces de reconocer en primer lugar que hay suges-
l ión, aunque bajo formas aligeradas. En segundo lugar hay que poner 
l'n evidencia que esas form~ enc~tran su lugar natur_al de aplicación 
en la uniformación: se Eretende reconducir la particularidad_ del ~ujeto 
n un universal. En tercer lugar hay que reconocer que lo que más se 
v uelvep atente por el ejercicio de ese dominio es la impotencia para - ~~- -
1wperar o reducir la función de lo que aquí denominamos objetoª'-
Por eso no estoy en absoluto a favor de- fascinarse por los amos, por 
1•1 dominio. Yo también estoy a favor de aligerar, de aligerar la situa-
1'ión. A dominio aligerado, subversión aligerada. Este número 5 de Le 
Nouvel Ane, que algunos de ustedes tienen aquí en mano, corresponde 
1•xactamente a un discurso subversivo aligerado: 30% de subversión, 
11nda más. No estoy a favor de subir el tono, debido a que la verdad 
de la época, que Lacan subraya en el último pasaje que les leí, es más 
hicn que el poder es la impotencia. Esta equivalencia entre el poder y 
111 impotencia domina la época, en efecto, según el propio testimonio 
de quienes se sacrifican y se esfuerzan por manejar ese poder. No lo 
lngran: ese es su testimonio más constante. No hay que tomarlo como 
tina simulación. Que el poder es impotencia está escrito lógicamente en 
1·1 esquemita que puse en el pizarrón: 
1 . A llégé significa tanto "aligerado" como "descremado". [N. del T.] 
101 
JACQUES-ALAIN MILLER 
Sz~a 
Esta coyuntura de época requiere entonces miramientos, y esto tiene 
las consecuencias más precisas en las redacciones y las reacciones que he-
mos de producir, ya que también vale para el psicoanálisis. Lo que está 
en juego no tiene el tono de lo que Lacan expresa en el célebre título de 
"La dirección de la cura y los principios de su poder". Principios de su 
poder ... Hay en este título una ostentación de bíceps que no correspon-
de en absoluto a la tonalidad que hallamos en la última enseñanza de 
Lacan. Diré que si en el psicoanálisis ponemos el acento en el poder, 
solamente logramos poner en evidencia al mismo tiempo la imp,oten-
cia. En ese momento vacilamos, sufrimos por la perspectiva que hoy en 
día nos abre ampliamente el amo aligerado y que es precisamente la de 
querer la desaparición del psicoanálisis. 
La vez pasada puse un poco de malicia en presentarles esa posi-
ble desaparición del psicoanálisis, sabiendo que eso los atormenta. Me 
dediqué un poquito a trabajar ese punto, pero en fin, no se trata de eso, 
sino de la prosecución del psicoanálisis en la época aligerada y de que, 
por ese hecho, de ningún modo puede presentarse y comprometerse en 
ella en la misma forma que antes. Obsérvese que hoy el psicoa.:i-álisis 
se ejerce en una época en la cual el poder es im2otencia. A esto corres-
ponde la modestia exhibida por Lacan para con el psicoanálisis en su 
última enseñanza. La cosa andará tanto mejor si no hacemos competen-
cias de poder. Además, bien se ve que son los otros quienes organizan 
esas competencias, bajo el aspecto de cuadros de eficacia en los cuales 
el psicoanálisis siempre se encuentra en el último puesto, con orejas de 
burro, si me permiten. Son ellos quienes organizan esas competiciones 
en cuanto al poder terapéutico. 
Pues bien, nosotros apuntamos a algo diferente por completo. Para 
alcanzarlo se requiere cierto esfuerzo de pensamiento que es precisamen-
te el que anima a la última enseñanza de Lacan. Debemos reconocer que 
hasta ahora no hemos extraído -no extraje- de esta enseñanza toda su 
potencia operatoria, pero el momento llegó ahora, no antes, y para ello 
nos ayudará, y ya nos ayuda, el seminario El sinthome. No lo pidan en 
librerías al mismo tiempo que el pequeño volumen que les presenté y 
que será publicado antes del fin de la semana. Deberán esperar hasta 
marzo para tener este seminario cuyas galeras recién termino de corregir. 
102 
DEL OBJETO a AL SINTHOME 
Logicizacíón del objeto a 
Lo que anima al seminario El sinthome requiere que olvidemos o al 
menos contextualicemos lo que sabemos acerca del psicoanálisis y de la 
enseñanza de Lacan. Lo gue más sabemos -como decía Petit Jean en Los 
I itigantes, "lo que más sé es mi comienzo" - es el objeto a, que en sentido 
estricto es la ~nvención de Lacan en el psicoanálisis y él mismo lo pro-
mo_vió a título de tal. En efecto, el objeto a tiene en el psicoanálisis una 
c~raordinaria potencia de aglutinación: así como el significante amo, 
51, permite pensar al mismo tiempo la función del padre, el Nombre-
del-Padre, la identificación, etcétera, el objeto a revela lo que tien_e~ 
común múltiples fenómenos de la experiencia_gue ha~í~n sido aislados 
ontes de Lacan. Como se da el mismo nombre a esos fenómenos múlti-
ples, puede mostrarse que operan según la misma estructura. 
Pues bien, ahora habría que dar el paso del objeto a al sinthome. Ya 
es hora. Nada se opone a que podamos hacer un uso del sinthome tan 
útil y tan convincente como el que desde hace al menos veinte años 
hacemos del objeto a de Lacan. Quisiera entonces facilitarles ese paso 
por el camino en que se abrió para mí, y por supuesto con la esperanza 
de que esta exposición pueda fortalecer los cimientos de ese paso. 
En un movimiento de retrospección, me parece que lo gue ~rmitió 
a Lacan pasar de una concepción clínica del objeto a al sinthome fue 
precisamente haber llegado tan lejos como le era posible en el cami-
no de la logicización del objeto a. El esquema de reflexión que intento 
omunicarles es que nos perdemos debido a que Lacan llegó lo más 
lejos posible. En efecto, en el movimiento de llegar lo más lejos posible 
' n una dirección, las formulaciones se exacerban en esa dirección hasta 
l' ncontrar un impasse que entonces inaugura una dirección diferente 
l'n ciertos puntos. 
Entonces, a medida que nos acercamos a la nueva dirección que hay 
que seguir, a medida que nos acercamos a ese punto de impasse que 
por sí mismo abrirá otro camino, lo que se multiplica y se densifica es 
l'l obstáculo. Cuando nos acercamos a ese punto de impasse podemos 
volverlo visible, pero a condición de haber primero afilado todas las 
.1ristas de la dirección precedente. En la enseñanza de Lacan, cuanto 
más nos acercamos a ese punto, tenemos más enunciados que dificul-
lon captar la nueva dirección. Cuanto más nos acercamos al momento 
103 
JACQUES-ALAIN MILLER 
en que esa dirección va a inaugurarse, más elementos en contra tene-
mos -si no comprendemos este esquema de reflexión. Esta es la para-
doja que intento hacerles captar. 
Ahora les daré algunas referencias para que capten qué es lo que 
está en juego. 
Por ejemplo, vean en el volumen de los Otros escritos el texto de 
La can redactado después de su seminario "El acto psicoanalítico", que 
precisamente rinde cuentas de dicho seminario para el Annuaire des 
Hautes Études. El carácter lógico del objeto a es aquí afirmado en varias 
oportunidades de una manera perentoria pero, por supuesto, apoyada 
en avances previosde la enseñanza de Lacan que de algún modo son 
aquí llevados a cierta incandescencia. En este texto vemos planteadas, 
formuladas, ciertas tesis sobre el estatus del objeto a -acerca de las cua-
les ya he llamado la atención- que legítimamente fueron consideradas 
como el punto de culminación de los pasos anteriores de la enseñanza 
de Lacan. Por ejemplo, que el objeto a como tal es una consistencia lógi-
ca. Aquí comprendemos que el término consistencia es en verdad lo que 
da cuenta del vocablo objeto. Esto es lo que Lacan anuncia diciendo que 
lo pondrá a prueba en la continuación de su enseñanza -lo dice de un 
modo negativo-: "Nada indica que el objeto a no tenga una consistencia 
que se sostiene e~hlgica pura". Basa esto en que al fin y al caoo basta 
con poner un S1 en el lugar del amo para que haya transferencia, lo cual 
es la hipótesis misma del sujeto supuesto saber: .Por el hecho de que se 
da un carácter significante primario al significante reducido a su más 
simple expresión de rasgo unario, hay transferencia. Si lo admitimos 
-es lo que Lacan intentaba fundar en su ''Proposición del 9 de octubre 
de 1967 ... ", siempre en los Otros escritos-, no hay pues razón alguna 
para considerar que el objeto a sea algo diferente de una consistencia 
lógica. No les demuestro la cosa, simplemente les doy referencias para 
que puedan orientarse. 
Al mismo tiempo, el objeto a que Lacan construyó a partir de datos 
clínicos y que reconoció en lo imaginario antes de articularlo en lo 
simbólico, se le presenta -hay que hacer ciertas superposiciones para 
notarlo- como un irreal, es decir, como un producto derivado de lo que 
en este texto sobre el acto analítico (página 396 de los Otros- escritos) 
denomina "la estructura defkcióñ con la que se enuncia la verdad". 
Pues bien, la estructura de ficción con la que se enuncia la-verdad en aj 
104 
DEL OBJETO a AL SINTHOME 
psicoanálisis no es otra cosa q~e el s~jeto supuest_9 saber. Así la traduz-
co, y así comprendo entonces esta frase: "A_partir de la estructura de 
ficci~n con la que se enuncia la v~rd~d", el sujeto dará cuerpo [éto~]2 
con su ser mismo a la producción_" de un irreal". 
El término étoffe es por cierto un eco del término presente en los 
gramáticos Damourette y Pichon, que oponen dos estatus lingüísticos 
del sujeto en la lengua, a saber, el je y el moi: el moi es el sujeto denso 
[étoffé], distinto de su puro índice, que es el Í!l· ¿Quién anda allí? Res-
puesta: Soy yo [moi], es decir, Soy, en mi presencia corpórea, quien llama a 
la puert~ . Además no hace falta llamar a la puerta. Si telefoneo, también 
digo Soy yo, ya llego, con todos mis atributos. En la frase de Lacan, diré 
entonces, esta oposición se refleja en la oposición entre el sujeto tachado 
- el sujeto vacío, el sujeto de pur<:_ marcación- y ~' _g~e ya ~s el cue~po 
[étoffe] del sujeto. Este es además el término que Lacan emplea allí en 
otras ocasiones. 
je 1 moi denso 
S 1 a 
Creo pues que debemos entender que a partir del sujeto S!:!puesto 
saber el sujeto p_uede hacer que su ser mismo sirva para la producción 
de un irreal que es el objeto a -objeto que está, por la operación del len-
guaje, c!_estinado a aligerarse, si me permiten. En todo caso, aunque en 
este texto Lacan sea bastante discreto sobre este punto, eLQQjeto a como 
pura y simple consistencia lógica está por cierto ultraaligerado. Es el 
objeto aligerado, el objeto con 0% de materia, el objeto ínte_gramente 
signifi~e. 
Cabe preguntarse en qué contexto de reflexión Lacan llegó a situar 
l objeto a como irreal. En el fondo, el primer objeto a que había encon-
lrado era la imagen en el~sp~jo. Es lo que de entrada denominó a-a'. 
La imagen en el espejo ya está un poco aligerada en materia de reali-
dad. Sin duda, cuando hay que reconocer el objeto a en la producción 
2. Étoffe ("estofa") es el material usado para fabricar algo; por extensión, es la calidad, 
densidad, carácter, condición o talento de una persona. [N. del T.] 
105 
JACQUES-ALAIN MILLER 
anal, no puede decirse en verdad que esté aligerado, pero ustedes saber 
que Lacan se aplica a explicar que no es directamente eso lo gue está 
en juego en el !:>Sicoanálisis; parte de allí pero de inmediato lo aligera 
en dirección al 0% de materia, o sea que es algo significante. Entonces, 
¿en qué contexto de reflexión llega Lacan a situar el objeto a como un 
irreal? Lacan no produjo ese escrito sobre "El acto psicoanalítico" al 
final del año universitario, ya que el fin del año 1968 era particularmen-
te convulsionado. Por otra parte, nunca hacía las reseñas de sus semi-
narios al final del año universitario; dejaba pasar algún tiempo antes 
de entregarlos al Annuaire des Hautes Études que se los reclamaba. Lo 
sé porque, como estaba ocupado en la redacción de su texto "Posición 
del inconsciente ... ", me pidió que redactara la reseña del seminario Los 
cuatro conceptos fundamentales ... Luego la reescribió, aunque -me dijo-
siguiendo mi plan. El resultado es la reseña del Seminario 11 que figura 
en los Otros escritos. 
Debido a episodios como este, se creyó que yo redactaba los escritos 
de Lacan a partir de cierta fecha, pero al respecto solo existe el hecho 
de que trabajé a sus órdenes -por lo demás, muy aligeradas. En efecto, 
le hice estos pocos favores en la época en que disponía de mucho más 
tiempo que él para hacer cierto número de trabajos e investigaciones; 
entre ellos, este tipo de reseñas. 
Lacan redactó entonces la reseña de El acto psicoanalítico cuando ya 
estaba en curso el seminario siguiente -creo que en la recopilación de 
los Otros escritos está la fecha-, es decir, _cuando ya había propuesto la 
identidad del objeto a como plus-de-gozar. Siguiendo el pa;o de mayo 
de 1968, cuando había puesto en te la de juicio precisamente la vertiente 
explotación social del asunto, construyó ese plus-de-gozar como el aná-
logo de lo que en Marx es la plusvalía. No lo esconde, lo dice con clari-
dad: el plus-de-gozar está consfruido del mism~ ~odo que !a plusvalía. 
Cuando habla a los católicos, estigmatiza la psicología diciendo que es 
un credo de tonterías, y cuando se dirige a un auditorio de estudian-
tes inflamados les dice que el objeto a es como la plusvalía. Lo dice 
ara gue comprendan!...Eara atraparlo~. Forma parte de la ~ptación, 
como se decía en la retórica antigua. Hay que comenzar por capturar 
la benevolencia del auditorio intentando hablar su lenguaje. Pero esta 
analogía entre la plusvalía y eio ojeFoa,¿qué implica? Pues bien, impli-
ca que podemos abordar el objeto a como una consistencia lógica, que 
106 
DEL OBJETO a AL SINTHOME 
.rodemos tratarlo a partir del significante, ya que eso vale en ambos 
sentidos: si decimos que la plusvalía es plus-de-gozar, el plus-de-gozar 
es plusvalía. 
¿Y qué es la plusvalía? Es una canQ?a<;!_ x, 2ero numerable, cifrable; 
I!!.ás o menos cifrable, es cier.!Q, P-.e~o__A! _!11.enos lo ~12otencialm~nte. 
Su principio es que no pagamos por el trabajo su just<? p.!:_ecio_; Saber el 
justo precio es por supuesto más difícil de determinar con exactitud, 
pero en fin, sabemos que viene como un añadido y que e! simple hecho 
d~ decir plus integ!_a entonces esa cantidad x en una adición. 
Noten que cuando ese año Lacan construye este asunto del plus-de-
gozar, de hecho toma como referencia, aunque parezca olvidarlo, una 
sucesión numérica conocida como sucesión de Fibonacci, por un matemá-
tico italiano que metió mano al asunto, que lo trabajó y lo puso de relie-
ve. Es una sucesión muy simple que s?lo comienza a operar en '7_erdag_ 
a partir del tercer términ<?. Para construirla ponen un 1, otro 1, y luego 
hacen la suma de estos dos 1 y obtienen el número 2. He aquí pues los 
tres primeros números de la sucesión de Fibonacci: 1, 1, 2. Luego siguen 
así: para hallar el número siguiente, adicionan los d~p¿-ecedentes, lo 
cual les da el número 3, después recomienzan con el número 3 y la 
cifra precedente, lo cual da 5, después 8, después 13, etcétera. Pueden 
continuarasí hasta que surja un contratiempo. De hecho, no surgirá 
ninguno, ya que esto sigue hasta el infinito. 
~ 
,-""---, ,-""---, ,-""---, ,-""---, ,-""---, ,-""---, 
11 2 3 5 813 
Entonces, para situar el objeto a como plusvalía, Lacan trabaja sobre 
esta sucesión de Fibonacci, que tiene propiedades muy divertidas, ya 
que v~mos en ella surgir una constante. Pero no entro en el detalle. Solo 
es cuestión de ver que Lacan intenta atrapar el objeto a mediante algu-
nas manipulaciones numéricas y que en el escrito sobre "El acto psicoa-
nalítico" eso se traduce en la idea del objeto a como consistencia lógica. 
Lo más divertido es que tenemos una ley de formación de los tér-
minos de la sucesión de Fibonacci, a saber, que cada número está for-
mado por la adición de los dos números precedentes, pero que esta le _ 
general solo comienza a.a12licars~12ªrtir del tercer término. Entonces, 
107 
JACQUES-ALAIN MILLER 
si intentamos axiomatizar esta sucesión estamos obligados a tener axio-
mas especiales para los dos primeros números. Dicho de otro modo, 
! enemos aquí un fenómeno q_u~ ~lo c~mienza a existir cuand'2 hay t~~s 
~os. Eso quizá les recuerde algo concerniente al nudo borromeo ... 
Este tipo de propiedades es lo que atrae a Lacan, lo que atrae su gusto. 
Homeostasis y repetición 
Tomo esta construcción como testimonio del esfuerzo de Lacan 
por abordar el objeto a, por llegar lo más lejos posible en la te!ltati-
va de explicarlo a partir de lo numérico, a partir ~el significante. Esta 
construcción revela que lo que con Lacan denominamos objeto a es el 
goce pensado a partir del saber, a,partir del significante, el goce pe~= 
sacfüeñeloroen simbólico. Aquí aparece ya la noción que traduce la 
frase de Lacan Hacer que el goce pase a la contabilidad, o sea que, según 
el modelo de la plusvalía, hay un goce previo que de algún modo es 
intercambiable por algo numérico - no numerario sino numérico- pero 
hay una cantidad suplementaria que escapa a esa contabilidad, que no 
está contada en ese intercambio. Dicho de otro modo, en la noción de 
plus-de-gozar ya existe la noción de una t;scisión interna en el goce: h~ 
una parte que se intercambia con lo numérico -el goce que pasa a la 
contabilidad (a)-_y además un goce no numérico que, como tal, es una 
cantidad suplementaria que constituye una infracción a ese intercam-
bio G). La idea de una escisión interna en el goce no nace mas que dejar 
ardescubierto lo que ya implica la oposición entre la homeostasis y la 
repetición, que considero bien conocida por ustedes y que figura en el 
seminario Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis. 
JO a 
homeostasis repetición 
La homeostasis es el modo en que Lacan retraduce y explica el prin-
cipio de placer, su regla de quietud, una quietud que - la experienCíá 
clínica obliga a decirlo- es perturbada por la insistencia de un elemen-
to que en la época del Seminario 11 Lacan presenta como un real,u n 
elemento del orden de lo real que se repite, q_ue no está extinguido, y 
108 
DEL OBJETO a AL SINTHOME 
que Freud captó bajo la forma de lo que denominó pulsión de muerte. El 
Rrincipio de placer se ubica entonces bajo la homeostasis, y el elemento 
real, bajo la repetición. -
JO a 
homeostasis repetición 
principio de placer real 
La pulsión de muerte forma parte de cierto dramatismo que Lacan 
logifica muy rápido en el Seminario 11, precisamente mediante su arti-
culación conjuntista en la cual figura el objeto a -enmarcado pues por 
esquemas lógicos. 
a 
Entonces, cuando Lacan dice que nada indica que el objeto a no sea 
simplemente una consistencia lógica, no hace más que reunir los ele-
mentos de lo que sacó a la luz en los años precedentes de su enseñanza. 
Es algo real, dice Lacan, pero presten atención, ya que de hecho ~ 
elemento gue aquí llamamos real proviene de lo simbólico. Como hace-
mos que el goce pase a la contabilidad, aparece un elemento real que 
depende de esta operación. Ese elemento real que Lacan nos indica es 
un producto de lo simbólico. 
Por otra parte, Freud localizó ese real en su experiencia clínica bajo la 
forma de lo que denominó reacción terapéutica negativa. Algo en el sujeto 
no quiere dejarse curar, pero lo que hay que observar es que si hay reac-
ción terapéutica negativa es porque primero hubo lo que podríamos 
llamar iniciativa terapéutica. La reacción terapéutica es la repercusión de 
la iniciativa terapéutica, lo cual también quiere decir que ese real es la 
repercusión de la captura del goce por parte de lo simbólico. 
Pues bien, la _perspectiva del sinthome es ante todo -creo haberlo 
109 
JACQUES-ALAIN MILLER 
dicho ya aquí- la de positivar la reacción terapéutica negativa. Lo que 
en Freud aparece como un obstáculo, lo que en el psicoanálisis aparece 
siempre como un obstáculo cuando ostentamos nuestros bíceps con el 
poder de la cura, tiene por ~osto el surgimiento de eso negativo, de esa 
reacción terapéutica negativa. 
En el primer esquema que puse en el pizarrón, las cosas están bas-
tante claras. De un lado tenemos el principio de placer como regulación 
homeostática, y del otro lado, aparte, tenemos a como elemento suple-
mentario y real, es decir, como un elemento que no acepta la reducción 
homeostática y que insiste en las diversas formaciones del inconsciente, 
en los sueños, en los actos fallidos, etcétera. Pero nótese que después 
Lacan desplaza la localización de ese exceso. Llegado el caso, !110c!_ifi-
ca incluso la definición del principio de placer. En efecto, a partir del 
~ome;to en que tomamos en cuenta que en-Freud hay un principio 
de realidad que debe corregir algo del principio de placer, nos decimos 
que quizás eso se deba a que el exceso ya está comprendido en el princi-
pio de placer mismo. Podemos entonces redefinir el principio de placer 
de modo tal que incluya el objeto a, y considerar que en ese momento 
entra en juego esa prolongación que es el principio de realidad. 
Para ir rápido, ya que aquí intento proceder a un ordenamiento de 
los términos, de los conceptos, diré que dar una nueva definición del 
principio de placer que no lo reduzca a la homeostasis pero que incluya 
el exceso en ese nivel, que incl?Yª su propia perturbación, da origen a 
lo que hallamos y ya hemos leído en el seminario Aún, a saber, un goce 
-Lacan ya no habla de homeostasis en sentido estricto, pero intento 
empalmar los hilos- que testimonia, si me permiten, una homeostasis 
~uperior, es decir, un goce que incluye lo _gu~ lo perturb3. 
Recién escribí la escisión entre el goce y el plus-de-gozar, pero en el 
seminario Aún los términos son desplazados de modo tal que se trata 
de un goce que incluye ambos términos. Podemos entonces escribirlo 
así: 
J 
~ 
En el seminario Aún Lacan efectúa cierta unificación del goce. Al 
recorrer ese laberinto y referirnos asimismo a Freud, habíamos cons-
110 
DEL OBJETO a AL SINTHOME 
tatado que en ese seminario se ve cómo ~esaparece la divergencia o la 
oposición entre la homeostasis y!.§! repetición. Nada de plus-de-gozar 
tampoco. g_plus-de-gozar des~~rece en la perspectiva de ese semina-
rio en la medida en g~n él se enunci<:_el s_oncep_!o de lo que denominé 
una homeostasis superior que incluye las p_erturba~o~es y los ~xcesos del 
plus-de-gozar. 
Este es un raso esencial en dirección al 3 inthome. Perturba seria-
mente las líneas del credo lacaniano, del credo lacaniano de tonterías; 
no las tonterías de Lacan, ya que él las corrige de continuo, sino las 
nuestras. Son nuestras tonterías por las razones que di, a saber, que el 
discurso precipita en enunciados que inaugurarán el camino siguiente 
pero que antes de inaugurarlo se condensan como obstáculo. No obs-
tante, el salto se da precisamente porque en cierto momento se produce 
esa condensación. 
Este estado de la cuestión se anuncia en el texto de "Televisión" que 
encuentran en los Otros escritos -ven que nos acercamos al seminario El 
sinthome, ya que este es de 1975-1976 y "Televisión" es de 1973-, donde 
Lacandice que el sujeto es feliz. Yo había dicho que este es feliz debía 
considerarse en el nivel de la pulsión, pero L~can agrega: "toda suerte", 
la suerte [heur] gue está en felicidad (bo~1eur], "le es buena para aquello 
que lo mantiene, esto es, para que se repita". T~a suerte, toda casuali-
dad, toda fortuna -en el sentido clásico de ¡ortuna, es decir, lo que ocu-- -- - · -
rre de manera contingente-, todos los ~identes, todos _!_os incidente~ 
de su vida, todo resulta bueno al slljeto para lo que lo mantie~. He 
aquí lo que denominé homeostasis superior. 
¿Dónde está, en todo eso, lo que hace buena fortuna? Exactamente en todas 
partes. El sujeto es dichoso. Esta es incluso su definición, puesto que no 
puede deber nada sino a la suerte [heur], a la fortuna, dicho de otra manera, 
y que toda suerte le es buena para aquello que lo mantiene, esto es, para 
que se repita. 
Lo que mantiene al sujeto es también l~q~e lo re~. Nada mejor \ 
puede decirse para mostrar que la diferencia entre Ja hom~o~.s.tasi_s_y_la_ 
repetición ya no ~era. En todos los accidentes de l~ ~ida, incluso en 
el síntoma, reconocemos que hay un elemento QUe contribu.~...fil_oo.a] 
bienestar consciente del sujeto, por lo menos a su 2erseveración en el 
~er. Nótese que esto ya ~ace desa¡:mrecer lo ~egativo del síntoma, hace -
111 
JACQUES-ALAIN MILLER 
~esaparecer la idea de que el síntoma es lo que molesta y 12or ~o debe 
ser curado. 
Ven que todos estos jueguitos conceptuales muestran que en cada 
etapa la clínica no es la misma. La incidencia clínica se mueve. La rers-
pectiva clínica y sus consecuencias prácticas son desplazadas. Aquí, en 
"Televisión", estamos a punto de reconocer dentro del síntoma un ele-
mento que contribuye a la realización del objetivo ~e la pers~veración 
en el ser. 
En ese pasaje de "Televisión" que les cité vemos que es cuestión de 
desaprender la oposición entre la homeostasis y la repetición, oposición 
por la cual a menudo se entra en la enseñanza de [acai:l-:-Tiil había sido 
mi caso cuando lo escuché por primera vez, durante su seminario Los 
cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, y por eso elegí establecer 
primero ese seminario que tiene un tenue aspecto de manual de psi-
coanálisis, aligerado por supuesto. Muchos se introdujeron como yo 
en la enseñanza de Lacan por esa oposición, y entonces aprendieron, al 
igual que Los hombres tendrán Sodoma y las mujeres tendrán Gomarra, é!l no 
~dar la homeostasis con la repetició!l Pero a partir de este pasaje de 
"Televisión" hay que desaprender esa oposición. Ello no significa que 
era falsa, sino que Di!Y un punto de vista superior en el cual lo gge apa-
recía como disyunción fundamental ahora aparece como algo armonio-
~mo una conjunción entre k>s contrario~: Esto es algo crucial en los 
fundamentos de la perspectiva del sinthome. 
Goce = Significante 
Antes veíamos muy bien dónde estaba la incidencia del significante. 
Su incidencia era contabilizar el ii?ce y J?roducir su suplemento numé-
~ico, que es el objeto a. Estamos muy de acuerdo, ¿no? Pero después, 
en el nivel siguiente, ¿c!ónde está el significante? ¿Dónde está, si los 
desórdenes del goce son parte de la buena ventura del goce? Pues bien, 
"Televisión" nos da la respuesta, muy inquietante, en fórmulas bastan-
te misteriosas, bastante sorprendentes por su masividad, pero al mismo 
tiempo lógicamente deducibles. Esas fórmulas contribuyen a plantear 
lo que podría denominar un teorema de equivalencia general entre el goce 
y el significante: 
112 
DEL OBJETO a AL SINTHOME 
J=S 
Así traduzco dos fórmulas que encuentran en los Otros escritos. Pri-
mero la de la página 541: "el goce que Freud supone al término del 
proceso primario, e_? en los desfiladeros lógicos adonde él nos conduce 
con tanto arte en lo que aguel consiste p_E21Jiamente" (Lacan aquí nos 
dice que el goce consiste eE._lo~aberintos lógic~), y después la de la 
página 542: "Es lo real lo que permite desanudar efectivamente aquello 
en lo que consiste el síntoma, a saber un nudo de significantes[,] esos 
nudos que se construyen realmente haciendo cadena con la materia 
significante". Con estas dos fórmulas tenemos una suerte de reducción 
global del goce al significante: goce y significante son lo mismo, el goce 
consiste en lógica. Este es el punto de vista del objeto a como consisten-
cia lógica pero extendido a ese goce de homeostasis superior. 
De ahí que Lacan diga algo del estilo Pero nada más simple, miren a 
Freud, ¿qué es la libido, sino un mito que solo consiste en el desciframiento que 
Freud hace? Esto que denominé teorema de equivalencia generalizada entre 
el goce y el significante permite a Lacan decir por ejemplo que el proceso 
primario en el inconsciente es, según Freud, algo que se descifra, no 
que se cifra. (Este es un desplazamiento respecto de la tentativa de refe-
rir todo el asunto a la sucesión de Fibonacci, pero dejémoslo de lado.) 
No tenemos el significante según su operación de recorte del goce, de 
la cual cae el objeto a, sino una equivalencia global entre el goce y el 
significante. El aspecto que tanto sedujo del objeto a como resto de la 
operación simbólica ya no está presente en esta perspectiva. 
El paso del sinthome, del sinthome en sentido estricto, ¿en qué con-
siste? Ese paso supone haber captado esta equivalencia generalizada 
pero también centrar la perspectiva sobre lo tocante a otro goce que está 
fuera de este marco, es decir, relativizar la equivalencia entre el goce y 
el significante. 
J 1J=s 1 
No hay duda de que la equivalencia entre el goce y el significante se 
funda en el psicoanálisis. Fue Reich, no Freud, quien, en el momento de 
pasar out, se paseaba con su aparatito de medir la libido. Ven las con-
113 
JACQUES-ALAIN MILLER 
secuencias que pueden derivarse de un error teórico. Reich se paseaba 
con su medidor de libido, pero es evidente que tal no era el caso para 
Freud. Es verdad que Freud fue quien situó la libido, pero en su prácti-
ca pasaba su tiempo haciendo pequeños esquemas en red, con letritas 
y palabras que se ponen y se quitan, etcétera. Eso ya estaba presente en 
su "Proyecto de psicología". Cabe decir entonces que, a partir de Freud, 
en el psicoanálisis el goce es algo significante. 
El goce es algo significante, sí, pero en el psicoanálisis, y el sinthome 
plantea justamente la cuestión de qué es ese goce sin el psicoanálisis, 
cuando no está el sedicente hermeneuta, el as del significante, cuando 
no está el acróbata del significante, el malabarista del significante. ¿Qué 
significa esto? OK al teorema de equivalencia generalizada, pero a condición 
de referirlo a la operación psicoanalítica, de plantear -como Lacan lo hace al 
final de su escrito "Joyce el Síntoma"- que la operación psicoanalítica con-
siste en recurrir al sentido para resolver el problema del goce, lo cual significa 
que el psicoanálisis aporta su propio desciframiento. 
Sin duda, ustedes pueden decir que si el psicoanálisis aporta su des-
ciframiento, se debe a que este ya estaba allí, pero al decirlo creen en el 
Buen Dios. Lo que constatamos es que el psicoanálisis aporta su propio 
aparato de descifrar. Este aparato es menos visible que el pobre Reich 
con su aparato de medir el goce. (Por otra parte, Reich fue encarcelado, 
pero eso quizá también les ocurra a los otros.) El aparato del psicoanáli-
sis es menos visible que la caja de orgón de Reich, pero en fin, al menos 
es un aparato que parece arreglar el problema del goce. ¿Problema del 
goce? Pues bien, no hay problema: sujeto supuesto saber, campo de la palabra, 
desciframiento, y listo. Si hacemos así, obtenemos resultados. Reich tam-
bién debía de obtenerlos. Pero aquí de hecho solo es cuestión de referir 
la equivalencia generalizada a la operación psicoanalítica, es decir, lo 
que Lacan denomina dejarse engañar por el padre. 
La operación analítica consiste en valerse de algunos instrumentos. 
El primero es ver que están en juego asuntos que tuvieron origen en la 
infancia. Enverdad se ha sugestionado a las poblaciones con esto. Está 
el padre, y después los tejemanejes que sobrepasan al operador mismo 
y que dan origen al efecto de transferencia, al sujeto supuesto saber, lo 
cual permite aislar sobre la marcha misma el objeto a, e incluso librarse 
de él. Los libran del objeto a, pif, paf, y después adiós. 
Sin duda exagero, me dejo llevar, pero es mi modo de subrayar ese 
114 
DEL OBJETO a AL SINTHOME 
aspecto del análisis que podemos captar a partir del sinthome y no solo 
a partir de ese horror en el cual el síntoma gira solo y el analista nada 
puede hacer. Aquí les muestro el lado cómico del asunto. El lado cómico 
del psicoanálisis es el aspecto de artificio que tiene la operación analíti-
ca. Al final el objeto a es liberado, y luego, como es un irreal, ¡hop!, están 
curados, andan bien. Cuando nos aferramos bien del análisis, hacemos 
que nazca una consistencia especial en el discurso. Luego, como esa 
onsistencia no logra mantenerse por razones internas, la continuación 
del discurso hace que la consistencia nacida en el discurso tenga una 
posibilidad de reventar como una burbuja. A partir de la estructura de 
ficción del sujeto supuesto saber, hemos entonces producido un irreal, 
es decir, un goce muy aligerado, un goce lleno de sentido, y esto hace 
que después ustedes resulten aligerados de la burbuja, estén curados. 
El goce legible 
En este contexto el Nombre-del-Padre aparece como un instrumento 
del cual podemos prescindir. Sobre todo podemos prescindir de creer 
en él. Es un camino que no siguen algunos psicoanalistas que notan que 
~s un instrumento algo oxidado pero que tienen la impresión de que les 
birlaron su llave inglesa y gritan ¡Al ladrón, al ladrón! como Harpagón; 
habían guardado el Nombre-del-Padre en su cofre, y hete aquí que los 
desvalijan y no saben cómo. Aquí Lacan les dice: Déjense robar, nadie 
¡1uede quitárselo. El Nombre-del-Padre es un instrumento, podemos 
prescindir de creer en él, pero en el psicoanálisis tal como está cons-
1 ruido su aparato, al menos por ahora, ese Nombre-del-Padre forma 
parte de los muebles, está en la máquina, es uno de los engranajes de la 
máquina psicoanalítica. 
El Nombre-del-Padre es el S1 que les permite fabricar sentido con 
goce. Hay en esto un punto de vista pragmático y bricolador. No hace 
falta dar la lata al respecto. El Nombre-del-Padre es en efecto un S1, 
t:•s decir, lo que ayuda a volver legibles las cuestiones, a volver legible 
1•1 goce. Decirse que en el fondo el padre quiso gozar de cierto modo, 
Impidiendo que otra figura, el chiquillo, gozara como quería, y que ese 
padre que pone orden goza en infracción, puede ayudar a volver legi-
ble la historia -la de ustedes-; puede incluso demostrarse que de allí 
115 
JACQUES-ALAIN MILLER 
provienen todos los términos que empleamos, todo nuestro pequeño 
instrumental: S, 51, 52, a ... Pero el paso del sinthome -el indispensable, 
el que me esfuerzo en imitar para no quedar solo de ese lado, para 
llevarlos conmigo en esta lectura, en esta reflexión- consiste en pensar 
el goce sin el 51 que lo vuelve legible. Es como afrontar lo ilegible del 
Finnegans Wake de Joyce, en el cual el 51 no opera. 
Para pensar el goce sin el 51, tenemos una respuesta banal: la for-
clusión del Nombre-del-Padre. Hay un significante que falta, un sig-
nificante ausente que ni siquiera deja tras de sí la huella de su falta. 
Pero observen que la forclusión del Nombre-del-Padre es la psicosis 
pensada a partir del psicoanálisis. Incluso decir simplemente psicosis ya 
es pensar a partir del psicoanálisis. Por eso Lacan no privilegia el diag-
nóstico de psicosis a propósito de Joyce, aun si parece darlo a entender, 
ya que todo su esfuerzo consiste en pensar, no la psicosis a partir del 
psicoanálisis, sino el psicoanálisis a partir de la psicosis. 
Esta es la respuesta de Lacan - respuesta absolutamente vigente 
cuando él la lanza- a El Anti Edipo de Deleuze y Guattari, quienes en 
efecto pescaron algo al decir que en el psicoanálisis pensamos a partir 
de la neurosis. A su manera intentaron pensar a partir de la psicosis, 
especialmente de la esquizofrenia. Ergo, no era más que un espejo de 
proyección, si se quiere, pero en cierto modo el seminario El sinthome es 
la positivación de El Anti Edipo de Deleuze y Guattari. 
¿A qué condujo esta positivación? Al esfuerzo de Lacan. Este esfuer-
zo que en su momento avanzó con dificultad y que luego no adquirió 
la amplitud y la precisión deseables -ya que mucho se dijo por alusión 
y de inmediato se interrumpió- sigue siendo, sin embargo, el de con-
tinuar el psicoanálisis por otros medios. Esto significa ante todo salir 
del inconsciente y de sus límites, porque el inconsciente también forma 
parte de la vieja caja de herramientas. El inconsciente no es más que el 
sujeto supuesto saber, es decir, la atribución de un saber al goce. Por 
otra parte, eso es lo que escribe Lacan en el esquema del discurso ana-
lítico bajo la forma del objeto a sobre el significante del saber, 52, lo cual 
significa que se atribuye un saber al goce. 
a ~ S 
52 51 
DEL OBJETO a AL SINTHOME 
En efecto, así como hay que suponer un saber en lo real - suposición 
fundante de la física matemática, según Galileo-, para que el psicoaná-
lisis funcione hay que suponer un saber en el goce, e incluso suponer 
que el goce es algo significante, que el goce se descifra, y que lo que 
denominamos inconsciente es ese saber en cuanto que se lo supone suje-
to -lo que ya marca una diferencia con la física matemática, en la cual 
no se supone que sea sujeto. Suponer que hay saber en lo real excluye 
que ese saber sea sujeto. En la física se trata de un saber que no habla, 
pero en el psicoanálisis el saber supuesto al goce habla, se lo supone 
sujeto, y eso es lo que denominamos inconsciente. 
Bien, creo que cumplí con mi contrato por hoy. Hasta la semana 
próxima. 
19 de enero de 2005 
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