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Uhalclo Cuesta PSICOLOGÍA SOCIAL DE LA COMUNICACIÓN CATEDRA Signo e imagen / Manuales Director de la colección: jcnaro Talens Reservados todos los derechos. El contenido de esta ohm está protegido por la Ley, que establece penas de prisión y/o multas, adornas de las correspondientes indemnizaciones por daños y perjuicios, pura quienes reprodujeren, plagiaren, distribuyeren o comunicaren públicamente. en todo o en parte, una obra literaria, artística () científica, o su transformación, interpretación o ejecución artística fijada en cualquier tipo de soporte o comunicada a través de cualquier medio, sin la preceptiva autorización © Ubaklo Cuesta cultura Libre «:J Ediciones Cátedra (Grupo Anaya, S. A.), 2000 juan I~nado tuca de Tena, 15. 28027 Madrid Ik'púsito legal: M, 16.H43-2000 I.S.B.N.: H/¡-:~7(l-IHI 'Í-o I'rlllfet/ 111 .\lml" Impreso en Lavel. S. A. A mis padres, que llenaron mi infancia de ternura, Ya mi mujer, Victoria, en torno a la que gira lodo. Agradecimientos Es frecuente que se hable de la influencia de los libros sobre sus lectores, aunque lo es menos que se hable de la que ejerce sobre el propio autor. Es éste un libro que ha ejercido una gran influencia so- bre mí, al escribirlo y, sobre todo, al pensarlo. Ha sido escrito, fun- damentalmente. para nuestros alumnos universitarios y sobre ellos de- searía que actuase su contenido en forma similar a como actuó sobre mí al concebirlo pensando en ellos. Puesto que ellos son, en defini- tiva, el último objetivo de esta obra, a ellos va, en primer lugar, mi agradecimiento. La Universidad se constituye por alumnos en primer lugar y por profesores y personas que ofrecen a ésta sus servicios. A estos últimos, a todos ellos, pero especialmente a los profesores de mi Departa- mento, el C.A.P. 11, y a nuestro director, profesor Jesús Gareía [imé- nez, deseo también mostrar un profundo agradecimiento, porque sin ellos, sin su apoyo personal y académico, no hubiera podido llevarse a cabo esta obra. Al profesor Luis Buceta, autor del prólogo de esta obra, funda· dar de la Psicología Social de la Comunicación o Psicosociología de la Información en esta Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid, al que debo la enorme respon- sabilidad de continuar, con rigor universitario, el desarrollo de esta disciplina. Y, por último, a mi maestro, recientemente fallecido, el Profesor Úbcda Purkiss, fundador de la Psicología en España, maestro de una importante mayoría de intelectuales actuales en el campo de la Psi- cología y la Neurología. Con él comencé mi primera andadura uni- versitaria hace ya casi 20 años. 9 Prólogo LUIS BUCETA Los nuevos saberes son consecuencia de anteriores ramas del co- nocimiento de las cuales se van desprendiendo al adquirir entidad pro- pia por la aparición de nuevas tecnologías o instrumentos que per- miten ahondar en el conocimiento de algún ámbito hasta entonces incipiente. Así, de aquel tronco común que fue la filosofía, se van despren- diendo, al aplicar nuevos métodos de estudio, la Sociología, desde la perspectiva del conocimíento de la realidad social y la Psicologia, des- de la visión de un posible mejor conocimiento del ser humano y su conducta. Ambas ramas del conocimiento han sido protagonistas des- tacadas en el siglo XX y, aunque hay enfoques propios y relativamente independientes, lo cierto es que no se puede estudiar la realidad formal sin los comportamientos humanos que la componen, pero, aún me- nos, se puede comprender la conducta sin tener en cuenta el contex- to formal en el que han de vivir y del que reciben los factores esti- mulantes motivadores y las situaciones sociales en que han de responder en cada caso. De ahí surge la Psicología Social que preci- samente trata de ver CÓ~O estas últimas influyen en la sociedad y su desarrollo. Así aparece el ser humano como ser influido e influyente a la vez. Los psicólogos sociales son los que aportan el estudio de las con- ductas colectivas o conductas de masas, recogiendo las iniciales preo- cupaciones acerca de este tipo de comportamientos, puestas de ma- nifiesto por Le Bon, Freud y, entre nosotros, Ortega. No todos lo hacen, mas bien pocos, pero otros son conscientes de que no pueden quedar fuera fenómenos sociales como la moda, la opinión pública, 11 la propaganda, los medios de formación de la opinión (Young, 1963) o la comunicación y persuasión dentro de los manuales generales de Psicología. Young avanza, dentro de un manual general, un estudio sobre los medios de comunicación imperantes en su época como el periodismo, la radio y el cine. Cuando los medios de comunicación han alcanzado la relevancia que todos conocemos, convirtiéndose en un hecho social de profun- das repercusiones, me parece muy acertado que el profesor Ubaldo Cuesta, en este libro, considere como área relevante de las Ciencias de la Información, la Psicología Social de la Comunicación. Por mi parte, estimo que las Ciencias de la Información, para alcanzar este rango, necesitan, obligatoria e imprescindiblemente, apoyarse en la Psi- cología Social. No hay en las Ciencias ninguna independiente y ais- lada, todas se apoyan y aprovechan los saberes de las otras. En las Ciencias Humanas esto es aún más claro y la interdisciplinariedad no es expresión de la falta de formalidad de una rama científica, sino al contrario, implica la comunicación creativa y superadora de los co- nocimientos convergentes. Entre los profesionales de la comunicación son, precisamente, los periodistas los que deben tener mayor capaci- dad para conocer e interpretar los acontecimientos sociales y las con- ductas de las personas. Los acontecimientos que transmiten son si- tuaciones de personas comportándose. Hay que decir, en honor al primer Decano de la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid, profesor Adolfo Muñoz Alon- so, que en el primer plan de estudios había una asignatura de Psico- logía Social común para todas las ramas. Me congratula que en el plan de estudios actual de nuestra Facultad se haya puesto una asignatura común a las tres licenciaturas con el nombre de Fundamentos Psicoso- ciales de la Información. Tengo la esperanza de que el peso de estos «fundamentos de psicología social» aumente con el paso del tiempo, como consecuencia lógica del alcance real que la Psicología Social debe tener en la sistematización y consolidación de estas nuevas, pero en expansión imparable, Ciencias de la Información. Esta obra es la expresión manifiesta de cómo la Psicología Social aporta a la comu- nicación y a la información bases y contenidos imprescindibles para su comprensión y desarrollo. La obra del Profesor Ubaldo Cuesta es un libro que no resulta fá- cil de leer. No debe servir este comentario para engendrar el desánimo del lec- tor interesado en la Psicología Social de la Comunicación ni se debe interpretar como crítica malintencionada hacia su autor. Es un libro de' dificil lectura por varios motivos. El primero y quizá más impor- tante, porque responde y se desarrolla partiendo de algunas exigencias que el autor toma de Ortega y Marías: sisternatismo, reverberaciones, 12 involución del libro hacia el diálogo. Contenido narrativo, en defini- tiva, dramático, en el sentido más orteguiano del término. Este dra- matismo del libro, en cierto sentido similar a aquél con el que se construye la vida psíquica, obliga al autor a dirigir su narración de forma sistemática, construyendo unos esquemas o conceptos a partir de otros, los cuales a su vez engendran y desarrollan otros nuevos, y así sucesivamente, en un acto constructivo. No es reverberación mo- nótona ni aburrida, ni innecesaria o banal, sino íntima necesidad del autor para exponer con rigor, con el rigor de su razón vital el reper- torio de lo que sabe acerca de esta disciplina. Esto introduce un gran valor al libro, puesto que lo hace propio, íntimo, en cierto sentido, construido desde las entrañas intelectuales del escritor y, desde luego, si se aplica elesfuerzo necesario, también lo hace mucho más com- prensible. Ahora bien, es necesario, como hemos dicho, aplicar el es- fuerzo necesario, salvar la tentación inicial de abandonarse a una lec- tura superficial que, entonces sí, hace difíciles ciertos pasajes del libro. Un alto contenido epistemológico contribuye también a incre- mentar la dificultad del libro. El profesor Cuesta no ha podido hacer concesiones en ese sentido. Fuertemente inclinado hacia la filosofía de la ciencia, se abandona con rigor y, quizá también con compla- cencia, a la reflexión sobre las bases teóricas o aprioris de la discipli- na. Esta reflexión es interesante: por la importancia de sentar unas ba- ses sólidas sobre las cuales construir una ciencia emergente como es la Psicología Social de la Comunicación, donde se cruzan las ya de por sí complejas díficultades de la Psicología Socíal, con las no me- nores de las Ciencia de la Comunicación Existe otra razón, y de peso, por la que esta reflexión epistemo- lógica resulta pertinente: la profunda revisión de las bases del cono- cimiento que está desarrollándose actualmente en todas las áreas del saber, como consecuencia de la revolución de paradigma que ha su- puesto en las ciencias fundamentales, especialmente en la mecánica cuántica, la introducción de conceptos como (caos», «complejidad», «procesos borrosos", etc. Por eso algunos autores se atreven a decir que parece maduro el momento para no seguir atribuyendo el mo- nopolio de lo real a leyes. En palabras de éste y otros autores, si esto es efectivamente así, el espíritu newtoniano y el aristotélico podrían reanudar el diálogo. Una lectura atenta de los pasajes epistemológicos que propone el profesor Cuesta en este libro descubre cómo este diá- logo no ha sido nunca roto por algunos científicos de la conducta. Una tendencia humanista que arranca en Aristóteles y, pasando por Spinoza, Leibniz, Bergson, Lipps, Brentano, Husserl, llega hasta no- sotros con Morente, Gaos, Zubiri, Ortega y me alcanza a mí mismo a través de nuestro admirado profesor y maestro Pinillos. Es recon- fortante observar que la labor de una cátedra, como la que ejerzo des- 13 de hace ya tantos años en la facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid, proporciona frutos de va- lar como el que ahora prologo, y que esta tendencia «humanista» se perp~túa en los que nos siguen. Si algo tiene de valor una cátedra es, precisamente, esto: perpetuar proyectando un saber impregnado de un talante. de razón vital. Y, por último, la densidad. La densidad de esta obra es otro mo- tivo de dificultad. El nivel de conocimientos alcanzado actualmente en la Psicología Social de la Comunicación es importante en canti- dad, calidad y rigor. Por fortuna, el autor de esta obra se toma en se- rio su disciplina. Lo que es muy de agradecer. La consecuencia es que el autor expone teorías, modelos. hipótesis, experimentos, de forma deos.a, sin hacer concesiones ni a planteamientos especulativos, faltos de. ngor o de apoyo empírico ni a presentaciones llamativas o super- ficiales. El resultado es un manual serio, bien construido, donde los ~odelos o teorías planteados se apoyan en reflexiones teóricas pro- pias del proceso de formalización y axiomatización de las ciencias y en experimentos científicos contrastados y avalados por la rigorización y ~ontrol del método positivo, sin ceder, tampoco, a un experimen- talismo «duro» a ultranza. Así, el autor no hace más que cumplir lo que ha prometido en otro de sus libros, Fundamentos psicosociales de la publicidad. Algunos modelos cognitivos y neocognitivos (1999): El panorama de los Fundamentos Psicosociales de la Comunica- ción Persuasiva y especialmente de la Comunicación Publicitaria, no puede ser más alentador. Después de más de ochenta años de inves- tigación empírica se ha alcanzado un cuerpo teórico razonablemente consistente que permite acoger en su seno diferentes hipótesis de tra- bajo. Este cuerpo teórico está sustentado en datos empíricos, no se tra- ta de un conjunto de propuestas elucubrativas. Disfruta de una con- siderable validez interna, de constructo y externa o de aplicación. La labor que tenemos por delante es ahora más grata que la de nuestros precursores. El autor desarrolla, en efecto, su labor de construir los Fundamen- tos Psicosociales de la Comunicación o Psicología Social de la Comu- nicación sin ceder a propuestas elucubrativas y, probablemente, como él mismo afirma, lo hace enfrentándose a la tarea de forma grata. ESTRUCTURA y CONTENIDO DE LA OBRA Decía Angel Benito, maestro de periodistas y de profesores, al pro- logar rru proplO libro de Fundamentos Psicosociales de la Información que compartía la opinión de Montaigne, Plauto, Terencio, Lope y Queve- 14 do según la cual la función del prólogo debe ser esclarecedora, ha de desvelar a los inminentes lectores (quizá ya inquietos ante innecesa- rios prolegómenos) la estructura del libro que se avecina. Yo creo que, además, se trata de aclarar las aportaciones que el libro y su' autor pro- porcionan a la disciplina y comparten con sus lectores. Conviene decir, antes que nada, que es éste un manual universi- tario. La misión de la universidad es muy compleja. Émile Durkheirn, Ortega y tantos otros autores han coincidido en apuntar tres grandes ejes de vertebración en su misión: formar hombres íntegros e inte- lectuales, formar profesionales competentes y formar investigadores al tiempo que se investiga. Es en este sentido, ciertamente ambicioso, en el que debe entenderse que éste es un manual universitario. Escrito desde presupuestos universitarios, ya que el profesor Cuesta comenzó a impartir cursos universitarios a la edad de veinte años, como cola- borador becado con el profesor Yela, catedrático de Psicologia Expe- rimental en la Universidad Complutense de Madrid y con el profesor Ubeda Purkiss, fundador de la Psicología en España y, desde enton- ces, ha continuado una trayectoria ininterrumpida en la docencia e investigación universitaria que dura ya más de veinte años, y conce- bido con una fuerte vocación universitaria, este manual pretende, en efecto, colaborar, en la medida de sus fuerzas, a la formación de in- telectuales íntegros, profesionales e investigadores de la Comunicación Social. La obra se compone de una introducción y once capítulos, desa- rrollados en tres bloques o partes fundamentales en las que el libro se articula. A lo largo de la introducción el autor se concentra en acotar y de- finir en qué debe consistir el fenómeno psicosocial como objeto de estudio científico cuando nos enfrentamos con el estudio de la Psi- cología Social de la Comunicación. Es, por lo tanto, una reflexión so- bre el objeto formal de la disciplina. Es un capítulo importante, a pe- sar de su brevedad. En él, casi desde las primeras líneas, opta por una postura, se toma una posición intelectual: se defiende la Psicología So- cial de la Comunicación como una ciencia no experimentalista dura, sino como una ciencia con una «vinculación postulativa con la reali- dad empírica, de la que emerge y hacia la que retorna», Ahora bien, se trata de un empirismo «abierto», que permita recoger un método adecuado para el estudio de los fenómenos psicosociales de la comu- nicación, en la línea de una Psicología Social humanista como la que señalamos anteriormente, donde tenga cabida el estudio de los fenó- menos íntimos, intrínseca y hondamente humanos, psíquicos y so- ciales, donde la reflexión teórica en ocasiones filosófica, es altamente apreciada. El profesor Cuesta es rotundo en este sentido: «El experi- mentalismo más exigente ha desaparecido.» 15 En cuanto al objeto formal de estudio, entiende que la Psicología Social se ocupa de la determinación mutua entre mente y sociedad. Así las cosas, la Psicología Social de la Comunicación estudia los aspec- tos de la conducta comunicativa que intervienen en esta determina- ción mutua. Ahora bien, para llegar a comprender bien estos aspec- tos, es necesario conocer los procesosbásicos en los que se apoyan. La Psicología Social de la Comunicación se vuelca, en opinión del au- tor, hacia la triple perspectiva de lo macrosociológíco (así, el estudio de los prejuicios sociales, estereotipos, efectos sociales de los medios de comunicación), lo microsociológico (formación de pequeños grupos y comunicación endogrupal, redes de comunicación intergrupal) y lo psicológico (así, el estudio del procesamiento de la información o los mecanismo perceptivo atencionales). La parte primera del manual es clásica o conservadora en su es- tructura y avanzada en su fondo y planteamientos. Partiendo del esquema clásico, se centra en analizar el objeto de estudio de la disci- plina y el método con el que debe abordarse este estudio. El autor pro· pone que el objeto de la Psicología Social de la Comunicación, corno el de toda ciencia, pero especialmente de las sociales, no consiste en una realidad dada. No es algo cerrado y que está ahí, sino que se-va construyendo con el acontecer de la historia científica. El objeto, en cuanto objeto formal de una ciencia, avanza y evoluciona y se modi- fica con el transcurrir de la propia disciplina. Definirlo de forma ce- rrada y definitiva equivaldría a hacerlo rígido e inmovilizarlo. Éste es el gran riesgo de algunos modelos que no son esencialmente empíricos. Visto así, como realidad creada esencialmente por el hombre, el ob- jeto de la Psicología Social de la Comunicación es una realidad so- cial, un punto de vista, una forma de articular los resultados dentro de un determinado esquema mental previo, de un paradigma. Natural- mente, la definición que se dé de objeto no sólo incide sobre el modo de articular los resultados de las investigaciones en un determinado cuerpo de vertebración teórico, sino también en aspectos tan rele- vantes como el tipo de datos a observar en el mundo fenoménico, los instrumentos a emplear y el tipo de problemas científicos que nos ocuparnos de resolver. Es evidente, por consiguiente, que objeto y mé- todo son dos entidades interdependientes, donde la una refluye sobre la otra Sin embargo, con todo, la evolución epistemológica contemporá- nea avanza hacia la integración de los diferentes modelos y paradig- mas, permitiendo aproximaciones hacia los problemas científicos mu- cho más ricas, más realistas y mucho menos restrictivas. A esto se dedica, precisamente, el profesor Cuesta en los apartados consagrados a las dicotomías. El autor propone que una verdadera integración del objeto debe pasar por la integración de los presupuestos intelectuales 16 previos, sobre los que se asienta la Psicología Social de la Comunica- ción: así, la integración del concepto estructura con el de función, cons- ciente e inconsciente, condición y principio y así sucesivamente. Termina esta primera parte el autor planteando los modelos de la comunicación más importantes que podrían adscribirse a las dos gran- des corrientes epistémicas contemporáneas: las que siguen una orien- tación empírico-analítica y aquellas más volcadas hacia un plantea- miento funcional-interaccionista. En la segunda parte del manual, el autor va construyendo su dis- curso de forma narrativa, vital, y no aborda unos conceptos sin antes haber establecido claramente aquellos otros de los que nacen éstos, de los cuales son, por así decir, hijos evidentes y naturales. Por ello plantea esta segunda parte de la obra como Fundamentos Psicosocia- loes Básicos de la Comunicación, lo que le va a permitir plantear la Tercera y última parte como Modelos Cognitivos de la Comunicación. A juicio del autor, los modelos contemporáneos más actuales y de mayor interés son aquellos que arrastran la tradición de los derivados de las Teorías del Aprendizaje y del Aprendizaje Social para culminar en las recientes teorías neo cognitivas. A partir de este planteamiento, el segundo bloque temático se ar- ticula en cinco capítulos. El primero (que constituye el cuarto del ma- nual) se consagra a explicar los modelos originarios: el planteamiento de la escuela de Hovland, desarrollado entre los años 40 y 50 en la Universidad de Yale. En esencia, éste representa el modelo Neocon- ductista que pone en práctica un verdadero programa de investigación que analiza el famoso esquema comprehensivo quién dice qué, a quién, por qué canaly con qué efectos. De la mano de estos esquemas el autor nos conduce hacia los «nuevos modelos» (siempre dentro del esque- ma iniciado en Yale), los llamados de la emotividad intensa: básica· mente, el modelo motivacional y el de las respuestas paralelas. Iniciado así el planteamiento, el autor se vuelve rápidamente, casi sin solución de continuidad hacia 10 que, en el fondo, le es más que- rido: el hombre, la persona en sí misma, el sujeto en términos de Psi- cología Social de la Comunicación. En realidad, todo el segundo bloque temático está dedicado al sujeto como parte activa y, especialmente, proactiva del proceso comunicativo. Así, el capítulo quinto analiza las bases psicológicas del sujeto corno receptor, con especial atención a las características del receptor y, muy especialmente, al mecanismo activo de éste como individuo, opuesto a algo pasivo que recibe el mensaje sin mediar intervención o control dinámico sobre él, ya que el autor repudia los modelos que conciben al individuo como algo inerte, guia- do como un autómata por presiones ambientales o sociales. A con- tinuación se concentra en el sujeto como agente del proceso de la información (centrándose especialmente en la conducta representati- 17 ve-cognoscitiva, como planteamiento inicial para el estudio de los me- canismos perceptivo-atencionales, con especial dedicación a los aten- cionales, de enorme relevancia en comunicación social). Termina este segundo bloque temático introduciendo al sujeto donde debe estar: en un entorno o contexto. Esto es importante, por- que la vida de las personas es situacional o contextual, circunstancial en suma. Aquí el profesor Cuesta ha optado por concentrarse en el contexto al que antes denominábamos micro sociológico, al analizar los canales o redes de comunicación, con especial de dedicación ha- cia los grupales. Es una opción la que ha tomado aquí el autor. Con- siderando el enorme bagaje intelectual que existe actualmente sobre las redes de comunicación o canales de comunicación, el autor hu- biera podido extender mucho más la longitud de esta parte, pero ha escogido presentar estos datos y no otros. Cuando un autor escribe 'un libro debe, como en su vida real, escoger constantemente entre dife- rentes trayectorias. Precisamente, ésta es la esencia del libre albedrío y de la vida misma: la forma en la que las personas nos hacemos car- go de lo que nos acontece, escogiendo, en cada momento aquello que creemos es nuestro deber. La última parte de la obra está consagrada a los modelos cogniti- vos contemporáneos de la comunicación. Se abordan aquí las teorías más recientes que, desde la óptica de la relación mutua mente-socie- dad, es decir, desde lo psicosocial, explican el acto comunicativo. El autor escoge la perspectiva cognitiva, la cual constituye hoy día el pa- radigma más importante y fructífero desde el punto de vista de la in- vestigación académica, básica y aplicada, pero es necesario decir que no es el único punto de vista existente en este campo. Así, no se debe olvidar la existencia de planteamientos psicohistóricos o evolutivos, del interaccionismo simbólico psicolíngüístico, etc. El Procesamiento de la Información es el título del primer capí- tulo de esta tercera y última parte del manual. Consiste en un análi- sis y descripción de las bases cognitivas del procesamiento de la in- formación, tal y como son descritas por las teorías clásicas de la psicología cognitiva. Sirve este capítulo, en realidad, para sentar las bases de los siguientes, donde se encuentra la verdadera aportación de la Psicología Social a la Teoría de la Comunicación. Sin embargo, es de lectura inexcusable, porque sin él se hace difícilmente comprensi- ble lo siguiente: lasTeorías de la Cognición Social (y comunicación y percepción) y las Teorías que tratan del Sujeto como Procesador Ac- tivo de la Información. Son éstos dos de los capítulos más interesan- tes de la obra, tanto por el contenido como por el método o modo de plantearlo: el autor comienza por tirar del hilo de las Teorías del aprendizaje vicario desarrolladas especialmente por Bandura y Wal- ters para explicar los efectos de la comunicación audiovisual a través 18 de los modelos simbólicos plásticos; por esta vía, hace y deshace la madeja de la construcción de la realidad social como consecuencia de los efectos de los medios, pero, y esto es lo más importante, remi- tiendo siempre al mecanismo psicológico y social (psicosocial) por el que discurren estos fenómenos, explicando, dibujando, analizando, ta- les mecanismos. De este modo es cómo el autor contribuye a la cons- trucción de una disciplina científica de la Comunicación, rigurosa, de contenido serio, sólido, coherente en su validez interna o de cons- tructo. Todo ello conduce al último capítulo de modo casi natural, des- embocando en las teorías más recientes sobre el sujeto como proce- sador activo de la información: las teorías sobre el procesamiento cen- tral/periférico propuestas por algunos autores como Chaiken y desarrrolladas por otros como Petty y Cacciopo en modelos como el llamado «de la probabilidad de elaboración (ELM)>>, en las cuales se plantea las diferentes formas de procesar la información audiovisual en función del estado psicológico, especialmente atencional, del re- ceptor y las consecuencias que esto conlleva sobre los efectos finales de la comunicación. En el Epilogo el profesor Cuesta plantea algunas cuestiones de in- terés, volcándose hacia el futuro y presentando los «Escenarios y Ten- dencias de la Psicología Social de la Comunicación». Como era de es- perar, el primer planteamiento es epistemológico. Así el autor cierra el ciclo: comienza la obra con un fino análisis epistemológico en don- de plantea la unión de las dicotomías clásicas epistémicas en ciencias sociales y termina dando un paso más allá, indagando hacia dónde pueden avanzar los nuevos planteamientos epistemológicos una vez sentadas estas bases integradoras. En línea con autores como Bhaskar, propone superar el voluntarismo e individualismo ya que la realidad social no es producida por el individuo, así como el determinismo es- tructural, puesto que el individuo puede innovar las propias estructu- ras. Estos planteamientos han sido también llevados, muy reciente- mente, al ámbito de la comunicación social por Bandura, aunque el autor no lo cite aquí expresamente. Sin embargo el profesor Cuesta no deja estos planteamientos epis- temológicos suspendidos en el aire, sin una aplicación concreta y útil que los vivifique. Antes al contrario, propone, a continuación, lo que él denomina áreas prioritarias de investigación, desarrollándolas en cin- co apartados: 1) Del conocimiento a la actitud, es decir, la conexión entre el procesamiento y representación de la información y la con- ducta, a través de las actitudes, 2) De la actitud al conocimiento, es decir, la conexión entre las actitudes y los modos de procesamiento y representación de la realidad social, 3) Los modos de procesamien- to de la información, 4) El análisis de los factores ligados a la persa- 19 na, tales como las variables de personalidad, y 5) La influencia social incosnciente, donde se remite a la tradición especialmente francesa (Moscovici) del estudio de las minorías, mayorías y procesos de con- versión. Un libro apasionante, si se lee con rigor y, especialmente. con vo- cación universitaria. Un manual universitario que no sólo ayudará a los alumnos de las Facultades de Ciencias de la Información a pro- fundizar en los conocimientos psicológicos de su disciplina, sino que, en cierta medida, contribuirá a re-crear esta disciplina,' porque, como dice el propio autor en su último párrafo: En realidad, da la impresión que estamos asistiendo a la construc· ción de un nuevo modelo de Psicología Social de la Comunicación tanto en lo que se refiere a los contenidos como a la metodología. A la construcción de un nuevo escenario en este campo. 20 Introducción EL FENÓMENO PSICOSOCIAL y EL ESTUDIO CIENTÍFICO DE LA PSICOLOGÍA SOCIAL DE LA COMUNICACIÓN A través de estas páginas trazaremos un esbozo de lo que consi- deramos el «corpus» central de un área de las Ciencias de la Infor- mación tan relevante como es la Psicología Social de la Comunica- ción. Esbozo sucinto, breve, necesariamente incompleto, pero que ha pretendido presentar el carácter de «germen», en el sentido de algo que lleva dentro de sí la potencia para llegar a germinar en una dis- ciplina rica en contenido y plena de matices, como exige una rama del saber que trata con lo social y humano, con lo puco-social. La comunicación es un hecho social. No sólo un hecho social (en el sentido que describiremos a continuación de «lo social», lo que nos viene dado y con lo que nos encontramos al nacer), sino un hecho de profundas repercusiones sociales, de gran significación en la socie- dad contemporánea, origen, en parte, y fundamento de determinados comportamientos humanos, sociales y nacionales. Ésta es una de las razones, .nada desdeñable, de por qué la aproximación psicológica y psicosocial constituye uno de los puntos de vista más valioso para analizar el significado de la comunicación en nuestra sociedad, tanto desde una perspectiva social como individual. La psicología -y espe- cialmente la psicología social- con sus áreas de conocimiento y sus métodos que le son propios, constituye una valiosa aportación a la sistematización y consolidación de las Ciencias de la Información, las cuales se encuentran en uno de los nudos más complejos de la acti- vidad social. Hemos citado, hace unos instantes, el término «sus métodos», Como podrá' observarse a lo largo de las páginas de este libro, el pro- 21 blema de! método en la Psicología Social de la Comunicación es un concepto que rezuma constantemente, que fluye sin cesar abonando con fertilidad los conceptos teóricos y las investigaciones empíricas que se desarrollan en este campo. La cuestión del método que le es propio a esta disciplina va íntimamente unido al problema, más am- plio y hondo, de la filosofía de la ciencia o epistemología. A nivel epistémico sugerimos una postura neopositivista que po- dríamos denominar «abierta»: proponemos un concepto de la ciencia de lo humano que se apoye en los modelos epistemológicos clásicos que nacen con Galileo en el dominio de las ciencias hoy llamadas «duras') (como la física) pero despojado .de sus, digamos. accidentes his- tóricos, empleando la expresión acuñada por e! profesor Pinillos (1966). Un concepto epistémico de la ciencia que no cree en la certeza, como certeramente vieron Popper o Kuhn, pero que se apoya, en todo mo- mento, en una vinculación postulativa con la realidad empírica, de la que emerge y hacia la que retorna en un proceso circular de reflexión teórica-inflexión empírica, propia de un esquema inductivo-hipotética-de- ductivo que coloca la esencia de su conocer, la prueba de su validez. en la contrastacián empírica, en la «correlación epistémica con la rea- lidad fenoménica», empleando el concepto tan querido por Northrop. Un fundamento epistémico de estas características, mucho más pro- fundamente desarrollado en las páginas que siguen, de corte «abier- to», permite acoger en su seno un método mucho más adecuado a los objetos de estudio de esta disciplina de lo que lo era e! método "clá- sico), de la psicología o psicosociología positivista clásica más reciente. En este sentido, el experimentalismo más exigente ha desapareci- do. En su lugar aparecen diseños más amplios donde, sin perder e! rigor metodológico de las ciencias empíricas, caben conceptos esen- cialmente humanos como la propositividad o intención, o el compor- tamiento teleológJco o guiado por el futuro. Bajo estas condiciones pue- den contemplarsefenómenos netamente humanos que se salen del esquema causativo mecanicista propio de los fenómenos de la fisica. Así, la causa puede ser posterior al efecto (tal es el comportamiento teleológico) o una misma causa puede generar diferentes efectos. Con- ceptos todos éstos, por otra parte, no exclusivos de las ciencias so- ciales, puesto que comienzan a estar presentes, incluso, en el mundo de la flsica, donde los modelos mecanicistas de! tipo causa-efecto han sido ampliados con modelos probabilísticos y, más recientemente, con modelos no lineales generadores de caos, o con modelos de incerti- dumbre. En el área de la Psicología Social de la Comunicación las conse- cuencias de estos «nuevos- puntos de vista son de importantes reper- cusiones. Así pensemos en los nuevos modelos sobre los «efectos de los medios)" donde se presentan esquemas no mecanidstas con análisis 22 de efectos acumulativos producidos a muy largo plazo, en series tem- porales y multi-causados. En el mismo sentido encontramos los aná- lisis que se están realizando recientemente sobre elprocesamiento de la información, la discusión sobre procesamiento periférico o heurístico y sistemático o central, en base a los deseos, intenciones, motivaciones o relevancia concedida por el sujeto a la situación comunicativa. Todos ellos presentan avances epistemológicos importantes respecto a las in- vestigaciones clásicas de escuelas como la neoconductista de Hovland en la Universidad de Yale sobre los efectos de la comunicación. Una consecuencia de mayor alcance de estos nuevos puntos de vis- ta puede consistir en la superación del estado actual del corpus teóri- co de la Psicología Social de la Comunicación. Actualmente la situa- ción es poco sólida conceptualmente. Se caracteriza por un estado propio de las áreas del saber pre-paradigmáticas, en el sentido otor- gado a aquel conjunto de conocimientos que no han alcanzado to- davía la madurez conceptual suficiente como para presentar un cuerpo ordenado e inter-relacionado de datos que constituyan un paradigma científico, con sus correspondientes axiomas, leyes y postulados. Por el contrario, el panorama actual es de cierto atomismo, de disgrega- ción. Nos encontramos con gran cantidad de investigaciones empíri- cas y con sus consiguientes datos colocados de forma dispersa, sin dis- frutar de un desarrollo central teórico que los articule y vertebre. En ocasiones, incluso, los datos son de tipo descriptivo, situación propia de las ciencias muy nuevas o emergentes que se encuentran a un ni- vel taxonómico o clasificatorio previo al verdadero desarrollo de mo- delos explicativos. . El avance de los nuevos puntos de vista metodológicos y episté- micos puede propiciar la creación de modelos teóricos rigurosos y de cierta amplitud, similares al de Petty y Cacioppo (1981,1988) que he- mos expuesto ampliamente en este manual, los cuales comiencen a vertebrar y a dar «cuerpo» a esta disciplina así como a los datos ac- tualmente dispersos. Sin duda que, de desarrollarse así, como espera- mos, los acontecimientos, tanto científica como académicamente, su- pondrá un impulso importante al desarrollo de las Ciencias de la Información en su conjunto. Esta afirmación nos conduce al último punto de estas reflexiones iniciales: La naturaleza de una Psicología de la Comunicación, en cuanto integración profunda y rigurosa -que no mera yuxtaposi- ción- entre una originaria Psicología Social y un campo del saber como es la Información. Como muy bien señala Turner (1995), la Psicología Social adopta el supuesto según el cual existen procesos psicológicos (es decir, proce- sos mentales de percibir, sentir, pensar, recordar, evaluar, etc.) que de- terminan la forma en que funciona la sociedad y la forma en la que 23 tiene lugar la interacció~ social. También adopta el supuesto según el cual los procesos sociales, a su vez, determinan las características de la psicología humana. Es esta determinación mutua de mente y sociedad lo que estudia la Psicología Social. En algunas áreas de investigación se pone el énfasis en las bases psicológicas de la conducta social (por eJer:nplo, el pal?el de cierto tip~ de estructura autoritaria de la perso- nalidad en el tipo de procesamiento, central o periférico, de la infor- ma~ió.n .transmitida por los medios de comunicación social); en otras, el énfasis se pone en cómo la interacción social modifica el funciona- miento psicológico (por ejemplo, el efecto de la comunicación social sobre los cambios en las actitudes y creencias privadas de las persa- na.s). ,L?s co.nc:ptos, principi?s, explicaciones y teorías son siempre psicolágicos, SI bien en un sentido especial, suponiendo y dando siem- pre por sentado que existe una interacción con la actividad social y con los procesos y productos sociales. D.esde esta naturaleza, sin forzar ni salirse de este espíritu, es de- cir, siempre desde el análisis de los procesos psíquicos en relación e in- teracción con los fenómenos sociales, la Psicología Social de la Comuni- cación se ocupa de estudiar la conducta de la comunicación. Haciendo nuevos esquemas clásicos, puede definirse esta «conducta de la co- municación» desde el esquema famoso de Laswell inspirado en la teo- ría de la información: quién (el emisor o fuente) dice qué (el mensaje) por qué canal (el contexto) a quién (el receptor o audiencia) con qué efecto (los efectos) Esquema reinterpretado a la luz de las nuevas aportaciones de la Psicología Social de la Comunicación. Así, respecto al análisis de la fuente, frecuentemente se ha analiza- do una fuente ficticia. Se ha dado la paradoja de estudiar los efectos de las características de una fuente ausente y presente a la vez, que es descrita por el investigador, pero que no se llega a ver nunca. Esta fuente está constituida por elementos artificiales, tales corno una foto de apoyo, una voz, o una imagen animada por ordenador o en 3D. La mayor parte de las veces no es más que una descripción hecha de ella. En realidad, no ha sido tanto la fuente en sí misma lo que así se ha estudiado cuanto la imagen de esa fuente que los sujetos se cons- truían a partir de los escenarios definidos por los experimentadores. El análisis psicosocial que proponernos desde el nuevo enfoque metodológico, conceptual y epistémico lleva a estudiar, en un primer lugar una fuente real, como permite ahora una metodología experi- 24 mental menos rígida en su validez interna pero más realista, es decir con mayor validez externa y de constructo. Por otra parte, el análisis de las fuentes se desarrolla ahora a partir de la interacción entre la pro- pia fuente y el significado que le atribuye el sujeto o la audiencia: en las páginas que siguen veremos cómo el receptor procesaría la infor- mación en base a características «superficiales') de la fuente (extrínse- cas al mensaje) tales corno el atractivo, o se centraría en aspectos in- trínsecos del discurso, según sus propias necesidades o intereses. Los modelos o Teorías de los Usos y Gratificaciones avanzan en una aproxi- mación similar, desde el momento en que la fuente no es algo «dado» de forma pasiva al sujeto, sino que ésta es tratada y, de alguna ma- nera, definida por elpropio receptor o audiencia, por el grupo social en el caso de la comunicación social. El análisis de los mensajes también debe evolucionar de forma sus- tancial. Su estudio a través de la ciencia de la Psicología Social no ha sido especialmente brillante. Su planteamiento ha escorado entre dos polos: la negación más absoluta o un enfoque experimentalista puro. La negación ha partido de autores o escuelas que entendían que el mensaje no constituye parte del objeto de la psicología, sino de otras disciplinas puesto que, según ellos, lo propio de la Psicología Social es exclusivamente el comportamiento. Así, Zajonc (1980) uno de los psicólogos sociales más brillantes y de mayor prestigio en el mun- do académico, se expresaba en los siguientes términos: Es cómodo analizar la comunicación distinguiendo en ella, de for- ma abstracta,los tres elementos siguientes: comportamiento del emi- sor, comportamiento del receptor y tipos de mensajes intercambiados entre ellos. El análisis de los mensajes no es del interés directo de la psicología, así que no lo examinaremos aquí. Una opinión que resulta, ciertamente, sorprendente, pues la esen- cia del acto comunicativo la constituye, precisamente, la información contenida en el discurso: La información constituye la esencia del proceso de la comunica- ción y la persuasión. Toda tentativa persuasiva se hace en la confian- za de que el sujeto será influido por la información contenida en el mensaje. La eficacia del mensaje depende. en gran medida, de la na- turaleza de esa información. Es por lo tanto un poco desconcertante ver que el contenido del mensaje no ha sido prácticamente atendido (Fishbein y Ajzen, 1981). Cuando se ha analizado el mensaje desde la Psicología Social clá- sica escorándose hacia el enfoque más experimentalista, se ha hecho investigando las características del mensaje en cuanto estímulo. En efecto, desde una aproximación mecanicista, fundamentalmen- te neoconductista, o cognitivista de corte experimentalista y reduccio- 25 nista, el mensaje constituye un mero estímulo capaz de desencadenar cadenas asociativas o un mero estímulo que busca la preganancia -es decir, en términos de las teorías cognitivas clásicas como la de Fes- tinger o la de Osgood, de equilibrio o consonancia cognitiva. El modo de abordar e! análisis de! mensaje desde el punto de vista de la Psicología de la Comunicación que aquí sostenemos plantea en- focar el problema desde el sujeto y sus procesos mentales activos o, por ser todavía más preciso y más exigente con el método, pro-activos (en contraposición a un esquema que plantea unos mecanismos re-ac- tivos). Un ejemplo de lo que planteamos se encontrará en el modelo de Rossiter y Percy expuesto en el capítulo dedicado a modelos neo- cognitivos del procesamiento de la información, donde se analizan los procesos psicológicos a los que se somete el contenido de la informa- ción que llega al sujeto. Dos son los aspectos últimos a desarrollar dentro del esquema pro- puesto de la Psicologia Social de la Comunicación: la cuestión del su- jeto receptor y de los efectos sobre él generados por el acto comunicativo. Respecto al amplisimo tema de los efectos, probablemente el campo más estudiado desde la Psicología en los últimos cincuenta años, son muchos los avances que se han producido y que se deben producir desde el nuevo enfoque que venimos preconizando. El enfoque del problema era, una vez más, mecanicista, claramente identificado en propuestas como la de la Bala Mágica o el modelo de la AgUja Hipo- dérmica: los medios envían un mensaje que llega, como una bala má- gica y rotunda o como un suero inyectado, al tejido social; éste -el tejido social- se ve impactado por el estímulo que constituye el men- saje emitido por los medios y sufre el correspondiente efecto, clara- mente mesurable (habitualmente, en aras de simplificar todavía más el problema, la medición se realiza en términos de cambio de actitud). El panorama contemporáneo debe llegar a ser notablemente más sutil y complejo: el análisis de los efectos a largo plazo en series tem- porales complejas (probabilísticas o caóticas en ocasiones, como ocu- rre con los grandes efectos climatológicos); los problemas de depen- dencia o interdependencia con otros factores a la hora de determinar los efectos; la influencia e inter-relación de los media y la política; los efectos llamados de conversión o efectos sutiles de la sociedad sobre sí misma (lo que autores cama Moscovici han denominado «la influen- cia social inconsciente). No digamos nada sobre el nuevo (y apasio- nante) enfoque de «las minorías y los procesos de conversión» que han llevado a plantear que las minorías tienden a producir cambios pro- fundos y perdurables en las actitudes y las percepciones, cambios que en algunos casos pueden incluso escapar a la conciencia del blanco de influencia, mientras que, por el contrario, las mayorías suelen produ- cir una sumisión o conversión superficial y temporal (Maass, 1991). En 26 un sentido muy similar se encuentran los recientes enfoques sobre las influencias selectivas de los medios de comunicación social, en base a rasgos depersonalidad o estructuras caractereológicas o sociales. Los nue- vos análisis sobre la construcción de la realidad social, enfocados a tra- vés de la sociología del conocimiento tal y como la proponen Berger y Luckmann o de la construcción de la memoria semántica, como han desarrollado autores como Delclaux y Seoane, constituyen también fo- cos de enorme interés en la construcción de la Psicología Social de la Comunicación. Por último, e! sujeto, la persona. Entendida como objeto formal de estudio de esta disciplina, no como sujeto que meramente actúa, pues- to que así concebida se constituye en objeto de la psicología general. El objeto formal, en cuanto objeto construido por una disciplina con- creta, en cuanto una forma de entender una realidad fenoménica y, también de estudiarla con unos métodos, dependientes en parte del objeto, que le son propios. Pues bien, así entendido, el sujeto, como objeto de estudio en la Psicología Social de la Comunicación debe ser escrutado desde ángulos muy diversos y ricos. Hemos propuesto en el presente libro únicamente «los vectores», en este sentido, más relevantes. Nos encontramos aquí, por ejemplo, con las recientes teorías so- bre la percepción, especialmente la percepción de la realidad social e interpersonal. Los modelos de la Psicología Social basados en las Teo- rías de la Atribución, junto con los modernos desarrollos de la Psicolo- gía Cognitiva, especialmente de la cognición social y la emoción, aportan a este campo de estudio una nueva forma de abordar gran parte de los mecanismos mentales que se activan como consecuencia de la in- teracción entre los fenómenos sociales propios del hecho comunica- tivo y la mente del individuo social. Finalmente conviene subrayar las recientes tendencias en el análi- sis de los fenómenos mentales propios del sujeto en su relación con los medios, tales como las derivadas de las hipótesis del equilibrio y la disonancia cognoscitiva, de la reactancia y el juicio social, la inferencia so- cial o los modelos combinatorios del cambio de actitudes. Todos ellos procesos netamente psicológicos y sociales, psicosocia- /es en realidad, surgidos de la interacción entre la actividad social y la actividad mental. Procesos que no sólo se encuentran a la base de la comunicación social y humana, sino que realmente la definen y configuran. Desde este punto de vista, la psicología, una ciencia cada vez más rigurosa y precisa en sus métodos, sus contenidos y su técnica, se debe consolidar como uno de los instrumentos esenciales a la hora de de- finir e interpretar los procesos, estructuras y mecanismos básicos que conforman el entramado de la comunicación social, colaborando con 27 la construcción del saber científico que conforman las Ciencias de la Información. Y, en este sentido, la psicología se ocupa de la parte «humana" de la comunicación. Pero, apuntábamos al principio, aquí debemos tra- tar con «lo social» y «lo humano», (con lo humano que se desarrolla en el marco de lo social, en realidad), con lo psicosocial. Porque el ser humano es profunda y radicalmente social. Ortega expresó esto con claridad cuando apuntó que la naturaleza del ser humano es no tenerla, ya que su realidad es su propio yo y sus cir- cunstancias. Es en este contexto en el que el hombre ha sido definido como in- definidamente «menesteroso»: desde su nacimiento hasta su muerte, en 10 que constituye su vida biográfica, indefinida porque siempre está pro- yectándose; está continua e incesantemente necesitando y buscando. Es éste un elemento esencial de la naturaleza humana que nos lle- vará, más adelante, a comprender mecanismos muy relevantes de su comportamiento, trascendentes en áreas tales como la motivaciónbá- sica, la búsqueda de interacción social y otros especialmente relacio- nados con los fundamentos psicosociales de la comunicación huma- na. En el contexto que ahora desarrollamos, este punto de partida a cerca de la naturaleza del hombre se presenta en su máxima plenitud: el hombre, al nacer y durante un periodo muy prolongado de su exis- tencia (el más prolongado de todos los mamíferos superiores), se en- cuentra en condiciones de total menesterosidad, de total dependen- cia. Su desarrollo, no sólo físico, sino cognitivo y emocional, depende de las personas que se ocupan de él; primariamente los padres o las figuras que los substituyan y casi inmediatamente, pero con una re- levancia mucho menor en cuanto a la profundización en su estruc- tura psicológica, las personas encargadas de su «cuidado», los llama- dos agentes de socialización, precisamente porque se encargarán de construir algunos de los parámetros más relevantes sobre los que irá edificando su realidad social. Es evidente que este proceso se ha repetido, de forma idéntica en cuanto a su mecanismo, aunque probablemente diferente en cuanto a su contenido, con estas personas, las cuales, a su vez, han sido so- cializadas por otros agentes sometidos al mismo proceso. De súbito, nos encontramos, pues, con que este proceso trasciende la esfera de lo individual y nos presenta un fenómeno radicalmente distinto, una realidad cualitativamente diferente: lo social. Lo social se constituye así como algo heredado, recibido a través de otros, los cuales, a su vez, han sido también herederos. Lo social, por tanto, es algo «dado», puesto ahí, con lo que nos encontramos querárnoslo o no, constituido, primariamente, por «usos') que, a fuer- za de ser de todos y estar fraguados por todos, son impersonales. 28 La Psicologia Social europea, especialmente a partir de la obra de Gurvitch (1963), distingue diferentes planos horizontales de observa- ción a la hora de enfrentarse al estudio científico de esta realidad so- cial, llamados frecuentemente (géneros de tipos sociales». Por un lado se encuentra el plano macrosociológico, referido al análisis del grupo hu- mano en cuanto estructura lo suficientemente organizada, compleja y especializada como para satisfacer básicamente las necesidades de una amplia mayoría de sus miembros. Por otro lado se encuentra el plano de las agrupaciones parciales, en cuanto las unidades de análisis que cons- tituyen la base sobre la que se componen las sociedades globales a las que nos referíamos anteriormente, tales como los grupos de perte- nencia, la clase social, los grupos de referencia, las relaciones que for- man grupos de parentesco, los grupos de trabajo, de presión social... y un largo etcétera. Finalmente sobreviene el plano de las llamadas formas de sociabilidad. es decir, el nivel de análisis referido a los dife- rentes modos de interacción social entre las unidades de análisis más pequeñas del «hecho social»: el individuo. Se incluye aquí el estudio de los diferentes tipos de interacción de los individuos entre sí, las di- ferentes formas de interacción del individuo con la sociedad y de la sociedad con el individuo. De esta manera nos enfrentamos con el hecho irrenunciable de una doble aproximación al estudio de la realidad social: lo que podríamos denominar el enfoque microsociologico frente al enfoque macrosociológi- co, por utilizar una terminología de corte esencialmente europea. Apro- ximación doble e irrenunciable, como apuntábamos anteriormente, por- que resulta imprescindible, al abordar el estudio de los fenómenos que se producen en el universo de lo social, referirse constantemente a fe- nómenos provenientes de ambas esferas de la micro y la macro psi- cología social, de tal manera que el científico de las ciencias sociales realiza su análisis en un constante «ir y venir>' de un plano de análisis a otro. En palabras del propio Gurvitch (1963, vol. 1, pág. 119): Imposible estudiar una agrupación concreta cualquiera sin integrarla en una sociedad global particular, por una parte, y, por otra, sin des- cribir la constelación singular del microcosmos de vinculaciones so- ciales que la caracteriza. Cabe pues la siguiente observación metodo- lógica: tan imposible es hacer microsociología sin tener en cuenta la tipología diferencial de las agrupaciones y la tipología de las socieda- des globales, como hacer macrosociología sin tomar en consideración la microsociologia. Estos tres aspectos «horizontales» de la sociología se fundan y sostienen recíprocamente, por cuanto están indisoluble- mente vinculados en la realidad de las cosas. Sin embargo para ofrecer una aproximación lo más precisa posible de los fenómenos y procesos que se desarrollan en este complejo mun- 29 do de 10 social, es necesario introducir un plano de análisis adicional: el de los procesos psicológicos individuales en cuanto actuantes en y a consecuencia de lo social; procesos tales como la formación, de- sarrollo y cambio de las actitudes, los procesos de cognición social, la formación de esquemas mentales, la percepción de la realidad so- cial, etc. Por consiguiente, el estudio de lo social debe enmarcarse en una triple perspectiva: lo macrosociológico, lo microsociológico y lo psi- cológico. Este es el enfoque con el que se ha concebido este manual, el cual, por otra parte, es lo suficientemente explícito, en este senti- do, en su propia denominación cuando dice «Psicología Social de la Comunicación», 30 PRIMERA PARTE Fundamentos epistemológicos de la Psicología Social de la Comunicación CAPÍTULO PRIMERO El objeto de la Psicología Social de la Comunicación 1.1. EL OBJETO CIENTÍFICO En un pequeño ensayo sobre «Psicología de la Comunicación» (1991) reflexionábamos, a comienzos de esta década, sobre algunas de las cuestiones de mayor relevancia en tomo al método y al objeto de los Fundamentos Psicosociales de la Información. Decíamos entonces que el método del saber científico es único y común para todas las disciplinas o ramas de la ciencia, en cuanto ciencia positiva: el mé- todo científico. Ciertamente que el planteamiento y desarrollo de di- cho método varía notablemente de unas áreas de conocimiento a otras e, incluso, de unas escuelas o tendencias intelectuales y académicas a otras. Lo cual, por otra parte, y como tendremos ocasión de ver más adelante detenidamente, resulta especialmente cierto en áreas tan com- plejas como las que se ocupan de los fenómenos sociales. De esta ma- nera, la «aplicación» concreta del método puede inclinarse con mayor o menor intensidad hacia el empleo del razonamiento abstracto, la ló- gica simbólica, la matematización o la axiomatización, el empleo de una observación sensista-fisicalista, el uso de técnicas experimentales o casi experimentales, etc. Todo ello es cierto y sus consecuencias de cara a la adecuada conceptualización del saber sobre el que se des- pliegue el método son innegables pero, en definitiva, el método en sí es uno, único y común a los diferentes saberes positivos. Su único re- quisito ineludible, al que deben plegarse finalmente todos los rnode- los, consiste en la posibilidad de contrastar el presupuesto intelectual con la realidad sensible. Ciertamente, esta contrastación puede ser lle- 33 vada a cabo desde diferentes estrategias: puede ser correlacional, pro- babilística, epidemiológica, refutativa, etc. Pero, sea como fuere, lo que de forma esencial define al método es este contraste con la res- puesta positiva o realidad fenoménica. De esta manera la posibilidad de realizar una aproximación con- ceptual rigurosa, precisa y, sobre todo, especifica de la Psicología So- cial de la Comunicación o de los Fundamentos Psicosociales de la In- formación nos obliga a detenernos, especialmente, en su objeto. Ciertamente que, insistimos una vez más, las diferentes formas de plantear el método, el posicionamiento intelectual frente al contraste empírico e incluso las diferentes técnicas e instrumentos propios de la disciplina colaborarán a «perfilar» la conceptualizaciónteórica de nuestra disciplina. Pero lo que primaria y esencialmente define a una disciplina es el análisis de sn objeto. 1.2. EL OBJETO COMO REALIDAD SOCIAL Hasta tal punto se entreteje lo social con la realidad del ser hu- mano y sus obras que no puede abordarse ningún fenómeno huma- no, ni siquiera uno tan aparentemente aséptico como el objeto cien- tífico, sin apelar previamente a sus presupuestos psicosociales. La ciencia previa al empleo del método empírico, (previa a la pro- puesta de Galileo y al enfoque novedoso que supuso la «Nueva Scien- za- del Renacimiento) actuaba. básicamente, según una dialéctica de- ductiva: a partir de un saber apodíctico y necesario, axiomático, en el que se encuentra todo el saber sintetizado, se van desarrollando los diferentes conocimientos que se extraen, por pura reflexión, de estos axiomas en los que potencialmente se encuentra todo. Desde tales pre- supuestos, cobraba sentido el intento de definir, de una manera ce- rrada y definitiva, el objeto de estudio de la disciplina, puesto que lo que se acote en dicha definición servirá como punto de partida para desarrollar todo el conocimiento subsiguiente. Por el contrario, en el contexto de las ciencias positivas, el saber se obtiene, fundamentalmente, por la vía de un proceso inductivo: a par- tir de la observación de un fenómeno dado se plantea un problema de solución posible en términos empíricos; para resolver, entender e interpretar dicho problema (de relevancia social, intelectual o ambas) el científico desarrolla, por la vía de la índucción, una serie de HIPÓTE' SIS. Estas hipótesis generarán, vía deducción, unos postulados, cuya contrastación empírica con la realidad nos proporcionará la verifica- ción O refutación de estas propuestas teóricas. De esta manera, se van incorporando nuevos postulados al entramado del conocimiento. 34 En este contexto, el objeto de una ciencia no es algo cerrado y de- finitivo, sino algo que la propia disciplina va creando, una «forma de ver la realidad». Citando al Prof. Pinillos: El objeto es un resultado de la ciencia, y no al~o q,ue está ahí es- perando a que se levante el opaco telón q~,e nos impide verlo ta,l y corno es. El objeto es, pues, una construcción, no un mero dato I?I- cial de la ciencia' es literalmente un artefacto intelectual que trabajo- samente va elaborándose en el curso de la historicidad científica (Pi- nillos, 1966, pág. 185). Se introduce así el concepto de historicidad cientifica en la ~onfigu ración del objeto científico, un concepto de enorme relevancia e~ el campo que nos ocupa del Fundamento PsiCl?social de la !nfo~maCIón, pero también se desliza la ide~ de que el objeto de u~a CIenCIa es un~ «construcción», un artefacto intelectual, lo que, precisamente, la p~I cología denomina un «constructo psi~ológico" ,creado por, la propia dinámica social. Desde este punto de Vista, el objeto de la ciencra con- siste en una forma de entender, estudiar e interpretar una parcela de la realidad, previamente seleccionada, y en una forma d~ articular este conocimiento en un conjunto de datos, llamado paradigma o mode- lo, según sea el nivel de desarrollo alcanzado. . Este planteamiento nos condnce de pleno al concepto q~e da ti- tulo al apartado que se desarrolla: el objeto de la psicosociologia o PSI- cología social (en realidad, en gran medida, el de. todas las ciencias empíricas, pero de forma muy particular ~ determl1:ant~ ~n el de la psicología social) se construye en el devenir de la historicidad de esa ciencia y, por consiguiente, es una realidad ~reada SOCialmente, una realidad social. Como hemos apuntado antenorrnente, en el caso de las ciencias de lo psica social la construcción social del objeto cientí- fico involucra la propia construcción de la realidad toda, puesto que esta ciencia trata del conocimiento del hombre. De esta forma de- sembocamos en una especie de «sociología del conocimiento", tal como fue concebida por primera vez por el filósofo alemán Max Scheler en 1924 en su ensayo «Probleme einer Soziologie des Wis- seos" brillantemente desarrollada posteriormente por Berger y Luck- rnann en 1968 en una obra cuyo título es más radical: «La construc- ción Social de la Realidad». En palabras de estos autores: Sostenernos, por lo__ tanto, que la sociología del conocimiento d~ berá ocuparse de todo lo que una sociedad con~idera corno ,«C~:mOC1 miento» sin detenerse en la validez o no de dicho «conocimiento» (sean cuales fueren los criterios aplicados). Y cualquiera que sea el al- cance con que todo «conocimiento» humano se desarrolle, se trans- mita y subsista en las situaciones sociales, la sociología del conoci- 35 ~iento deberá tratar de captar los procesos por los cuales ello se rea- liza de una manera tal, que Una «realidad» ya establecida se cristaliza para e,l hombre d~ l~ calle. En otras palabras, sostenemos que la so- c~ologla del conocimiento se ocupa del análisis de la construcción so- cial de la realidad. . Dos ,aspect?s, esenciales para acotar con precisión el objeto de la Psicología SocIal, de la Comunicación, se derivan de este hecho fun- damental. En pnmer lugar, que .e~ objeto de esta ciencia no es algo cerrado, a~otado .de forma definitiva. Más bien, consiste en un con- cep~o flexible, abierto y cambiante, que irá evolucionando en base a param.etro.s, tales cama el desarrollo de las técnicas e instrumentos de tnvesttgacrón, las demandas sociales y políticas, el avance o abando- no de, determinados modelos, etc. En segundo lugar, se nos aparece e~ ,feno,m~~o del sur~lmlento de diferentes «objetos» en esa construc- cion hIs~onca del objeto. Recordemos, en este sentido, que Heidbre- der, en epo,ca tan temprana c<?~o los primeros inicios de la psicología c.ontemporanea, ~n 1923 escribía una obra de título muy representa- trvo en este sentido: Seven Psychologies. Y, en efecto, podía hablarse en ~quellos .momentos, si no de siete psicologías sí, cuando menos: de siete «~bJetos» claramel?te definidos y diferenciados de psicología. , ~ partir de e,stos ?OS Im~o.rtantes fenómenos se presenta, en el ámbito del estudio epistemológico del objeto de las ciencias de lo so- cial, ~.lI~_? de los ~lementos ~ás relevantes a la hora de configurar la definición del objeto de estudio de esta disciplina: la multiplicidad fren- te a la unidad del objeto de la ciencia de lo psicosocial. 1.3. MULTIPLICIDAD «FRENTE A" UNIDAD DEL OBJETO En 1~79 Mayor afirmaba en su obra Hacia una Psicología de la Co- muntcaaon Humana que texto, situación y significado son las coordena- das sobre ~as ~ue se articulan los procesos de conducta y los proce- sos comUnICatIVOS. És~os sería~ los tres .grandes elementos, los grandes ejes que ver- tebrana~ el objeto propIO de los Fundamentos Psicosociales de la In- formación, .en cuanto objeto formal. Esta afirmación debe ser inter- pr~tada ,baJO .la premisa, siempre presente en la disciplina de la psicología social, de que el objeto propio de los Fundamentos Psico- ~oC1ales de la Información es la conducta; conducta comunicativa e I-?mersa ~n un p~oceso, informati.v0' obv~~mente. 0, aplicando mayor fI,g<?r, la mflu.encla re~lproca, la interaccion, entre los procesos psico- lógicos y los informativos y, sobre t<?do;, ~a integración que como pro- ductor y constructor lleva a cabo el individuo o grupo social entre un 36 texto o unos patrones conductuales, una situación interactiva o contex- to especialmente sociocultural y un significado que le permite abrirse a la trascendencia de sí mismo. Resulta, pues, evidente que la conducta se encuentra a la base misma del objeto formal de los Fundamentos Psicosociales de la Comunica- ción. No toda la conducta, obviamente, sino únicamente una parce- la específica y concreta del repertorio conductual humano, conside- rada, además, desde el punto de vista del proceso psicológico de la comunicación. Todo ello nos conducirá a consideraciones tales como que el objeto más propio de esta disciplina es no tanto la conducta- en-sí, como la parcela significativa de la conducta,la cual representa el factor estimulante que desencadena todo el proceso comunicativo e informativo. Es este punto de vista el que nos obliga a desarrollar una aproxi- mación rigurosa y previa del estudio de la conducta desde el enfoque de la psicología social y que nos conduce al fenómeno de la multi- plicidad y unidad del objeto, puesto que el estudio de la conducta, por parte de las ciencias sociales, ha sido sometido (y continúa siéndolo) a este fenómeno. 1.4. LAS DICOTOMÍAS QUE CONFORMAN EPISTEMOLOGICAMENTE LA MULTIPLICIDAD DEL OBJETO EN LA PSICOLOGÍA SOCIAL DE LA COMUNICACION Como hemos apuntado, el objeto científico de la psicología, des- de el punto de vista del objeto formal, se ha caracterizado por una enorme «dispersión)', por una multiplicidad de formas de entenderlo e interpretarlo. Estas diferentes «formas» de entender el objeto han lle- vado al desarrollo de díferentes modelos o paradígmas, la mayor par- te de los cuales, con mayor o menor entidad e influencia científica y académica, subsisten en la actualidad. Ahora bien, estas diferentes interpretaciones del objeto formal no se producen de forma arbitraria, sino que obedecen a un plantea- miento epistémico y, por consiguiente, previo, a la concepción del ob- jeto. El conocimiento, análisis y discusión profunda y crítica de estas premisas epistemológicas constituye uno de los pilares más importan- tes a la hora de abordar un enfoque riguroso de las bases psicosoeia- les de la comunicación, puesto que de ellas, de estas premisas y de la opción intelectual que se realice entorno a esta, cuestión, depende no sólo el tipo de modelo o paradigma teórico que se desarrollará, sino todo el conjunto de elementos que es preciso poner en funciona- miento para llegar a configurar tales modelos (nos referimos a ele- mentos como el proceso de matematización, la formalización del dis- 37 curso científico, la axiomatización, el tipo de metodología cientí- fica, etc.). Como se ha apuntado anteriormente, estas premisas epistemológi- cas reflejan, y a la vez se apoyan, en una forma de entender e inter- pretar la realidad, entre la cual se encuentra la del propio ser huma- no. Constituyen, por consiguiente, una verdadera «psicosociología del conocimiento». Entre estas premisas destacan las siguientes: Una concepción sensista «del mundo>', de la realidad fenoménica, que enlaza y deriva de un planteamiento materialista de la rea- lidad en su sentido más radical. Este punto de partida impli- cará, a nivel metodológico, una determinada manera de com- prender el método científico en aspectos tan relevantes como la observación empírico-científica (qué es, cómo desarrollarla y, sobre todo, qué se debe y puede observar). Este planteamien· to derivará, según se tome una u otra postura, hacia una de las dicotomías de mayor relevancia en el estudio de la conducta humana: PROCESOS PSÍQUICOS «frente a» PATRONES CONDUC- TUALES. Una concepción «atomista» de la naturaleza del ser humano. Es decir, un planteamiento (situado a nivel de postulado ontoló- gico) según el cual, el conocimiento exhaustivo de las partes elementales que configuran el psiquismo humano es suficiente para conocer y comprender «el todo». Una concepción ato- mística de este tipo deriva, obviamente, de un postulado pre- vio reduccionista, según el cual, lo más complejo es reducible a lo más simple (en el planteamiento más radical de esta pos- tura todo, hasta el fenómeno más complejo, que es, precisa- mente, el de los fenómenos psicosociales, serían reducibles a las leyes de la física). Estos postulados, de corte apriorístico, conducen a la dicotomía ESTRUCTURA «frente a» FUNCIÓN (plan- teamiento estructural o funcional de la mente humana y de los fenómenos psicosociales). Finalmente, encontramos una aproximación mecanicista del acontecer de los fenómenos psicosociales. Este punto de vista supone una concepción fisicalista de las relaciones entre los acontecimientos que se producen en la realidad, sea esta fisica o psicosocia1. De este modo, las relaciones entre los aconteci- mientos son interpretados dentro de un modelo lineal de «cau- sa-efecto», circunscribiendo el término «causa» a la contingen- cia inmediatamente anterior, previa, al efecto (es decir, la causa eficiente) prescindiendo de análisis más internos que llevarían a la consideración de otro tipo de «causas» (causas finales o te- 38 leológicas, propositivas etc.). La postura adoptada frente a es- tos planteamientos conducirá a la dicotomía DETERMINANTES EX- TERNOS «frente a- PROPOSITIVIDAD. 1.4.1. ¿Procesos psíquicos o patrones conductuales? Cuando Copérnico (1473·1543) presentó Y discutió su teoría he- liocéntrica, Kepler (1571-1630) planteó un modelo empírico acerca de las órbitas elípticas de los planetas, y Galileo (1564-1642) descubrió al- gunos de los principios fundamentales de la di~ámica de los cuerpos en movimiento, probablemente no eran conscientes de que estaban sentando las bases de una nueva forma de hacer ciencia que «arras- traría» a saberes tradicionalmente reservados a la filosofía, como la psi- cología. Probablemente tampoco eran conscientes de que, poco des- pués, bajo la fuerte influencia del empirismo inglés, cristalizada en el pensamiento de autores como Berkeley (1685-1753), Hume (1711-1776) o Hartley (1705-1757) se constituiría una forma de entender la eren- cia de lo humano dominada por el férreo control del «empmsmo'', de una especie de análisis sensista de lo humano que toma como pun- to de partida la negación de los fenómenos psíquicos, internos, com<;> cualitativamente diferente de los externos. De esta manera se postulo que el objeto de las ciencias del hombre debe~ ser los fenó~enos «pú- blicamente observables). Es esta postura radicalmente sensista, en la más pura tradición del empirismo inglés a la que nos hemos referido. a) Patrones conductuales De esta forma «la conducta» y, poco después, «los patrones con- ductuales» complejos, se constituyen en el único y verdadero objeto de la psicología. A partir de este postulado epistemológico se constru- yen diferentes modelos, todos ellos respetando escrupulosamente este principio. Entre ellos destaca la Escuela Soviética iniciada con Sechenov (1829-1905) y brillantemente desarrollada por Bechterev (1857-19207) y especialmente por Pavlov (1849-1936) y representada en la psicología actual por Luria, el cual, desde este modelo, ha realizado importantes contribuciones a la comprensión de los mecanismos psiconeurológi- cos del lenguaje y la comunicación con obras como El desarrollo dellen- guaje y la formación de 105 procesos mentales (1959), Desórdenes cerebrales y análisis de/lenguaje (1958) o Cerebro y lenguaje (1970). Esta comente de pensamiento, retomando algunos de los principios del funcionalismo americano y de la etología centroeuropea, generará el llam~do para- digma de la Psicología Objetiva, cuyo modelo más representativo se en- cuentra en el conductismo y neoconductismo. 39 En esta corriente destacan autores de especial brillo intelectual, como Skinner, representantes de un esquema fuertemente sensista y mecanicista, donde todo el comportamiento humano, por complejo que sea, puede interpretarse a partir de la consideración única y ex- clusiva de los procesos públicamente observables (concepción sensista y fisicalista en su más pura acepción) es decir, de las respuestas emiti- das por el organismo (respuestas fundamentalmente conductuales, aun- que no sólo, puesto que se admite cualquier otro tipo de conducta públicamente observable, tal como la psicofisiológica o la sub-verbal). De este planteamiento surge, el conocido esquema R = f(E), según el cual, las respuestas (R) surgen determinadas contingentemente como una función determinada de su relación con la situación estimular (E). Este tipo de aproximaciones no han sido muy utilizadas en el con- texto del análisis psicosocial de la comunicación. Sin embargo, sus puntos de vista pueden resultar útiles a la hora de comprender de- terminados procesos psíquicos en su interaccióncon el entorno en el contexto de la comunicación (véase, por ejemplo, los trabajos de Skin- ner sobre El Percibir, El Controlcognoscitivo de los estímulos, El comporta- miento verbal o El conocimiento como posesión de información, Skinner, 1974). Derivados de un esquema sensista fisicalista se encuentran otras teo- rías pertenecientes a una especie de neoconductismo social (en ocasiones conocido, aunque en otro contexto, corno Teorías del aprendizaje so- cial, como el representado por Bandura y Walters). Dentro de estas tendencias han destacado importantes aportaciones al estudio de la in- formación desde un enfoque psicosocial, algunas de ellas vigentes en la actualidad. Tal es el caso de la llamada Escuela de Yate (Hov- land, 1957; Sherify Hovland, 1961; véase también, para una revisión crítica de estos modelos, Fishbein y Ajzen, 1975). b) Procesos psíquicos En el «polo opuesto» de esta dicotomía que venimos analizando se encuentran los procesos psíquicos. Es decir, aquellos autores, escuelas o tendencias que, a nivel epistemológico, parten de una consideración contrapuesta a lo anterior: la aceptación de variables internas, interio- res al propio objeto de estudio (en este caso al sujeto, puesto que nues- tro objeto formal de estndio es el sujeto mismo). La base lógico-filosófica que sostiene un planteamiento de este tipo ha sido muy discutida, puesto que los modelos derivados de estos planteamientos pueden caer con facilidad en razonamientos especula- tivos similares a los empleados en la lógica de la ciencia pre-positiva, derivando hacia explicaciones circulares, viciosas o que apelan a prin- 40 cipios internos o cualidades ocultas. Como claramente afirmaba Ne.w- ton en su Prefacio a los Principios de Filosofia Naturr:l, se debe presCI~· dir -apuntaba el autor- de las formas substanciales y de las cuali- dades ocultas y evitar todas las preguntas acerca de la «naturaleza» del movimiento para dedicarse al estudio de los fenómenos móviles y de sus relaciones. Sin duda que el concepto «relación» es clave para com- prender esta nueva forma de interpretar los fenómenos a la luz de. la nueva ciencia. Galileo afirmaba en su obra Diálogos acerca de dos Cien- cias nuevas que a ••• el momento no parece oportuno para investigar la causa de la aceleración del movimiento natural, acerca de la cual va- rias opiniones han sido expuestas por varios filósofos [...) Nuestro pro- pósito es exclusivamente investigar y demo~trar alg~na.s de las yrt?- piedades del movimiento acelerado". Es decir, prescindir del a1!~hsls de las «causas» en cuanto causas últimas o internas o prepositivas. Prescindir de la idea de Principio y de Entelequia aristotélico. Substi- tuir el concepto aristotélico de «naturaleza" por el físico de «relacio- nes entre fenómenos». Este planteamiento, enormemente fructífero y epistémicamente aceptable para el mundo de los fenómenos fisicos, supone e:lO~mes dificultades y limitaciones en el mundo de los fenómenos :PSlqUICOS, puesto que supone renunciar a las variables internas del sujeto, a la propositividad en suma. Algunos modelos cuyas aportaciones han sido relev~nte~, a la hora de entender los mecanismos psicosociales de la cornurucacion se han apoyado sobre los presupuestos epistemológicos que suponen la acep- tación de estas variables internas. Por ejemplo, las teorías de la Ces- talt, del Psicoanálisis Social, la Psicología Topológica, la Psicología Comprensiva y Humanística o la Psicología Fenomenológica. Todos ellos modelos o escuelas que, desde diferentes ópticas, pero comp~r tiendo el punto común del análisis de pro~esos internos, pr?porc~o~ nan importantes apoyos científicos al estudio de las bases PSlCosoCla- les de la comunicación. Las bases epistemológicas que soportan estas posiciones parten del hecho incontrovertible de la existencia en el ser humano de estructu- ras fenoménicas cerradas, que manifiestan una actividad interna propia e independiente del medio, porque, precisamente, el obj~tivo de e~ta actividad es controlar dinámica e instrumentalmente a dicho medio. Éste es el concepto de «sistema», el cual ha sido sistematizado por Ber- tanlanffy en su famosa T.G-S. (Teoría General de Sistemas, 1950) y de- sarrollada en España inicialmente por autores como Ubeda (1954), aun- que donde realmente surge es en el concepto psicofisiológico, de «horneostasis» propuesto por Claude Bernard y desarrollado, en el am- bita de las bases biológicas de la conducta, por Cannon (1932). Ahora bien, la aceptación de estas premisas o presupuestos lógi- 41 cos, que, como hemos dicho, permiten la adopción de modelos como el de la Gestalt o el de la Psicología Comprensiva, suponen impor- tantísimas consecuencias. Seguramente la mayor de todas ellas con- siste en el abandono del concepto de «causalidad mecánica), según el cual, a toda causa le sigue, de forma mecánica un efecto. Por el con- trario, en un escenario como el propuesto a partir de la Teoría de los Sistemas, se acepta que la causa mecánica, exterior al organismo, es, o puede ser, meramente un causa eficiente o concausa, existiendo de forma simultánea una causa última, la cual puede encontrarse en el futuro y, por consiguiente, ser posterior a su efecto. De este modo, nos encontramos con el comportamiento llamado teleológico, el cual es propositivo, multipotencial, reversible y futurible. Todo lo cual es de enorme interés en el campo de la Psicología Social de la conducta comunicativa, puesto que si algún comporta- miento es primaria y esencialmente futurible este es, precisamente, el comunicativo. Y esta afirmación resulta especialmente oportuna en un apartado en el que nos estamos refiriendo a la epistemología de la ciencia, es decir, a un tipo de lenguaje especial y específico: el len- guaje de la ciencia. Y ello porque, como bien apuntaba Comte, el len- guaje de la ciencia debe ser especialmente predictivo y anticipiuorio: «Savoir pour prévoir: prévoir pour savoir- -decía Comte-; obvia- mente, puesto que a la ciencia le interesa conocer la explicación del comportamiento de los fenómenos para, conociendo sus causas o con- tingencias, poderlos predecir y controlar en una suerte de control (pro- babilístico, eso sí) del futuro; el hecho de si ese conocimiento es o no y en qué medida certero o falsable o indemostrable, es otra cues- tión que no invalida, en absoluto, el carácter futurizo y teleológico del lenguaje científico (puede verse un desarrollo de estas cuestiones en la obra de Stove Poppery Después traducida en Temas, 1995). Pero, volviendo al lenguaje común, que es el que verdaderamente constituye el eje de unos fundamentos psicosociales de la comunica- ción, aquí también aparece este componente proyectivo, puesto que como muy bien vio Aranguren en 1965 la concepción del «signo» (de todo signo) como una cifra ininteligible en sí misma, porque está codificada conforme a una clave que es me- nester descibrir -o intentarlo al menos, a riesgo de equivocarse-, pone el acento, como hemos visto, en lo que tiene de información re- ferida siempre al futuro (aunque a veces por la mediación del pasado) y, por consiguiente, predictiva. El signo es dotado de un valor antici- patorio, que permite adelantarse a la consumación de los aconteci- mientos y evitarlos o modificarlos. Toda información es, pues, siem- pre proyectiva, predeterminativa o normativa; naturalmente, no con un carácter apodíctico, sino probabilístico, definido, según veremos, por el número de alternativas necesarias para controlar los posibles re- 42 sultados. Esto, que es evidente en los sistemas científicos de predic- ción -prospectiva, radar, programación lineal, traducción automática de lenguas etc.-, no es menos verdadero respecto de la ciencia en cuanto tal e incluso en cuanto al lenguaje ordinario, donde la comu- nicación va delimitándose progresivamente, auto-regulándose y auto- corrigiéndose de acuerdo con las respuestas del receptor y el grado de comprensión que manifieste del mensaje transmitido. De hecho, sobre este concepto de predicción probabilistica