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Manual de psicología de los grupos 2 Consulte nuestra página web: www.sintesis.com En ella encontrará el catálogo completo y comentado 3 http://www.sintesis.com 4 Manual de psicología de los grupos M.a del Carmen Martínez Consuelo Paterna 5 6 Reservados todos los derechos. Está prohibido, bajo las sanciones penales y el resarcimiento civil previstos en las leyes, reproducir, registrar o transmitir esta publicación, íntegra o parcialmente, por cualquier sistema de recuperación y por cualquier medio, sea mecánico, electrónico, magnético, electroóptico, por fotocopia o por cualquier otro, sin la autorización previa por escrito de Editorial Síntesis, S. A. © M.ª del Carmen Martínez Consuelo Paterna © EDITORIAL SÍNTESIS, S. A. Vallehermoso, 34. 28015 Madrid Teléfono 91 593 20 98 http://www.sintesis.com ISBN: 978-84-995842-7-0 7 http://www.sintesis.com Índice Introducción PARTE I Objeto y Metodología 1. La definición de grupo 1.1. El problema para la definición del grupo 1.2. Intentos de delimitación 1.2.1. Criterios usados en las definiciones, 1.2.2. Categorías sociales y grupos 1.3. Clasificación y tipos de grupo 1.3.1. Primarios, de referencia e informales, 1.3.2. Otros tipos de grupo 1.4. Ámbitos de aplicación de los grupos 1.4.1. Área de la salud, 1.4.2. Ámbito educativo, 1.4.3. Ámbito organizacional 2. Métodos y técnicas en el estudio de los grupos 2.1. Investigación básica e investigación aplicada 2.1.1. El código ético 2.2. La investigación con grupos 2.2.1. La investigación cuantitativa, 2.2.2. La investigación Cualitativa 2.3. Algunos métodos de investigación con grupos 2.3.1. Estudios de campo, 2.3.2. La investigación-acción y los grupos, 2.3.3. Estudios de simulación 2.4. Técnicas de recogida de información 2.4.1. Cuestionarios y escalas, 2.4.2. La observación, 2.4.3. La 8 entrevista grupal, 2.4.4. El grupo de discusión 2.5. Análisis de la información 2.5.1. Análisis cuantitativo, 2.5.2. Análisis cualitativo PARTE II Estudio del grupo 3. Formación y desarrollo del grupo 3.1. Motivos y dimensiones relevantes para la formación 3.1.1. Necesidades que satisface el grupo, 3.1.2. Las cuatro dimensiones básicas 3.2. Las etapas en la vida del grupo 3.2.1. Modelos lineales, 3.2.2. Modelos secuenciales, 3.2.3. Modelos integradores, 3.2.4. Fases finales del grupo 3.3. El proceso de socialización grupal 3.3.1. Procesos psicológicos en la socialización grupal, 3.3.2. Etapas de la socialización 3.4. El proceso de cohesión 3.4.1. Concepciones acerca de la cohesión, 3.4.2. Determinantes de la cohesión, 3.4.3. Relevancia de la cohesión para el grupo 4. Estructura grupal 4.1. Concepto y elementos 4.1.1. Estatus y roles como ejes de la estructura grupal 4.2. Proceso de diferenciación de roles 4.2.1. Tipos de roles, 4.2.2. Conflictos de rol 4.3. Proceso de diferenciación de estatus 4.4. Relevancia del sistema normativo 4.4.1. Tipología y funciones de las normas 4.5. Comunicación y redes sociales 4.5.1. Facilitación de la comunicación 5. Los procesos de influencia en grupos 5.1. ¿Qué es la influencia social? 5.2. La influencia de las mayorías: conformismo 5.2.1. Investigaciones sobre la conformidad, 5.2.2. ¿Por qué se 9 conforman las personas?: influencia normativa e informativa, 5.2.3. Factores que influyen en el conformismo 5.3. La influencia de las minorías: la innovación 5.3.1. Determinantes de la influencia de las minorías, 5.3.2. Los efectos de la influencia minoritaria: la conversión, 5.3.3. La resistencia a la influencia: psicologización 5.4. Explicaciones de los procesos de influencia 5.4.1. Modelos de un solo proceso para mayorías y minorías, 5.4.2. Modelos de dos procesos diferentes de influencia 5.5. Formas extremas de influencia social: la obediencia 5.5.1. Experimentos sobre la obediencia, 5.5.2. Determinantes situacionales y psicosociales, 5.5.3. El caso del adoctrinamiento intenso 5.6. Poder y autoridad: naturaleza, tipología y funciones 5.6.1. Efectos y consecuencias del poder 6. Liderazgo 6.1. Definición y tipos 6.2. Poder y liderazgo 6.3. Explicaciones y concepciones sobre liderazgo 6.3.1. Las centradas en la persona, 6.3.2. Las centradas en la situación, 6.3.3. Las centradas en los seguidores, 6.3.4. Modelos de interacción entre seguidores y líder, 6.3.5. Las explicaciones integradoras 6.4. Funciones del liderazgo 6.5. El ejercicio del liderazgo 6.5.1. Elementos relacionados con la eficacia, 6.5.2. Elementos moderadores: cultura y género, 6.5.3. Efectividad del liderazgo y coordinación 7. El rendimiento del grupo 7.1. Facilitación social 7.1.1. Explicaciones de la facilitación 7.2. Tareas y tipologías 7.2.1. Análisis de tareas 7.3. Rendimiento y productividad grupal 7.3.1. Rendimiento individual versus grupal 7.4. Pérdidas de motivación grupal 7.4.1. Productividad potencial y real, 7.4.2. La motivación en el grupo, 7.4.3. Ganancias en la motivación grupal 10 7.5. Estrategias para el aumento de la eficacia 7.5.1. Requisitos para el éxito de un equipo, 7.5.2. Cómo minimizar las pérdidas del rendimiento grupal 8. Toma de decisiones en grupo 8.1. Aumento del riesgo: efecto de polarización 8.2. Explicaciones de la polarización 8.2.1. Proceso de influencia informativa, 8.2.2. Teoría de la comparación social, 8.2.3. Modelo de autocategorización 8.3. El pensamiento grupal: un caso extremo de polarización 8.3.1. Formas de evitar el pensamiento grupal 8.4. Técnicas para la toma de decisiones en grupo Bibliografía 11 Introducción El aprendizaje es una acción, una búsqueda, una movilización. Implica también intenciones, emociones y sobre todo la capacidad de integrar conocimientos, procedimientos y herramientas; elementos que pueden encontrarse en lugares y planos diferentes y distantes. Para aprender necesitamos interactuar con el objeto de aprendizaje, enfrentarnos a los problemas que nos pueda generar, conocer las diferencias que suponen los cambios de tiempo o espacio, o sea, la influencia de los contextos sobre él. Incluso para aprender necesitamos tener la oportunidad de elegir y la opción de equivocarnos. Es fácil ahora deducir que leer es sólo una manera o estrategia para formarse. La lectura es una parte necesaria, pero en ella no acaba el aprendizaje. Es preciso poner en práctica lo leído, integrarlo en otro conjunto amplio de elementos y actualizar, mostrar en la acción, en las decisiones, en las palabras y en las elecciones lo que hemos aprendido. Desde esta perspectiva se ha concebido este texto y desde la concepción de enseñanza- aprendizaje para las asignaturas de grado en el marco del EEES. Este proceso de enseñanza y aprendizaje está guiado por la adquisición de competencias propias de una profesión. Si bien no es éste el lugar ni el momento para hacer un análisis de lo que es una competencia, sí conviene delimitarla para poder orientar al lector en la lectura de cada capítulo y en lo que de cada uno debe extraer para desarrollarlas. El concepto moderno de competencia laboral surge en los años 70 como consecuencia de la desconfianza en la utilidad de los tests de inteligencia, de aptitud, rendimiento y personalidad, como predictores de éxito laboral. Para David McClelland (1973) la competencia personal incluía aquello que saben las personas, sus conocimientos generales o específicos; sus aptitudes: capacidades, habilidades, destrezas; y las actitudes ante sí mismos, los demás y las exigencias del entorno: voluntad, deseos, gustos, valores, etc. Otros planteamientos han surgido desde entonces pero todos consideran las competencias como un conjunto integrado que se construye interrelacionando y activando un cúmulo de cualidades, aptitudes y saberes. Una competencia no es un conocimiento, una actitud o una habilidad aislada, sino una unión integrada, construida idiosincrásicamente ante una demanda o tarea. Expertos en el tema como Gonzci (1996), Le Boterf (2000) o Levy-Leboyer (2003) estarían de acuerdo en asumir que una 12 competencia es algo construido y multidimensional que siempre se refierea un contexto y que se plasma en las actuaciones profesionales que llevamos a cabo. Pero el reto de todos, y sobre todo de los docentes, es afrontar el tema de la construcción y adquisición de competencias. Una propuesta, más empírica que conceptual, es la ofrecida por Avolio y Iacolulti (2004). Estas autoras se basan en las características que presenta el experto y en el conjunto de acciones que éste realiza: • Percibir una situación. • Captar el problema que la situación plantea a partir de sus conocimientos. • Seleccionar y usar la alternativa que considera más adecuada para resolver el problema. • Evaluar la solución adoptada. En función de esto, la conformación de la competencia implicaría: 1. Disponer de los distintos tipos de saberes necesarios: conceptos y principios científico-técnicos (saberes conceptuales), saberes técnicos (reglas de acción, normas, criterios) y prácticos (experiencias que no se derivan de reglas sino de la cultura del oficio). 2. Movilizar los saberes: la movilización de saberes conlleva integrarlos y asociarlos entre el reconocimiento de aquellos que dentro de su bagaje son necesarios. Implica percibir la situación problemática e intuir las necesidades y demandas. Esta tarea se facilita por los esquemas de percepción, pensamiento y acción que las personas van construyendo en la práctica profesional. 3. Los esquemas no se aplican de forma mecánica: el proceso de adaptación es fundamental para afrontar una variedad de situaciones, de ahí la importancia de la flexibilidad y ajuste según la singularidad de la situación. 4. El desempeño competente requiere de la puesta en juego de un conjunto de esquemas de situación. En el ejercicio laboral los esquemas se refieren a formas de razonar propias de la profesión, a maneras de pensar intuitivas, a los procedimientos para identificar y resolver los problemas. 5. Los esquemas se construyen durante el proceso formativo y en la práctica laboral cotidiana, convirtiéndose en mediadores entre los saberes y la acción del sujeto. 6. La competencia supone en la persona determinadas actitudes y comportamientos. Especialmente relevante nos parece el modelo de Velde (1999), citado por Navío (2001), quien considera que la competencia se conforma a través del significado que el individuo confiere a su acción profesional. Este significado se construye en la interacción 13 que se lleva a cabo en dos niveles contextuales: uno macro (cultural, ideológico) y otro micro (próximo, interpersonal). El contexto social es traducido mediante una concepción personal y profesional del sujeto. El contexto próximo que otorga sentido y significado está conformado por el contexto de trabajo, la experiencia y la situación que ocupa el trabajador. El aprendizaje de conceptos, procedimientos y valores aún enfocados desde una perspectiva global conlleva el uso de estrategias y métodos variados. Así, a modo de ejemplo, el aprendizaje de una competencia manipulativa o instrumental no puede desconsiderar la importancia del aprendizaje por observación o modelado y la relevancia de la práctica, la repetición, el refuerzo y el feed-back interno entre otros aspectos. Otro ejemplo demostrativo puede estar en la resolución de problemas de papel y lápiz. Esta tarea compleja enfatiza inicialmente los conocimientos previos, las actividades cognitivas, los errores conceptuales, pero también el nivel de práctica adquirida, la motivación y los factores afectivos y emocionales que bloquean el razonamiento. Admitir la complejidad del aprendizaje y la construcción de competencias por parte del alumnado enfatiza la labor del docente como mediador entre las características del objeto a aprender, las situaciones de aprendizaje y el sujeto. Una toma de decisiones que obliga a reflexionar sobre los procedimientos para un aprendizaje efectivo. Desde una perspectiva general, las decisiones a tomar por los profesores en el proceso de enseñanza-aprendizaje de las competencias deben considerar: a) La naturaleza principal del objeto de aprendizaje pues delimita el enfoque principal metodológico o estratégico de aprendizaje. b) El nivel de partida de los alumnos en los aspectos relevantes asociados al objeto de aprendizaje: conocimientos previos, errores conceptuales, práctica demostrada, habilidades implicadas, etc. c) La consideración de las variables afectivas, motivacionales y relacionales como condicionantes de aprendizajes y resultados. No mantenemos las mismas relaciones con todos los objetos de aprendizaje. d) El contexto en el que se produce el aprendizaje y su relación con los ambientes en los que éste debe ser demostrado. En este libro se asume la definición de competencia considerada como la integración de conocimientos, habilidades, procedimientos, valores y actitudes que permite la actuación eficaz y concreta en el espacio y el tiempo para responder a una demanda profesional. Si nos centramos en la Psicología de los Grupos podemos afirmar que la competencia general de la misma es • Aplicar los principios psicosociales del funcionamiento de los grupos para contribuir a su mejora y al desarrollo personal de sus miembros, atendiendo al contexto en que se desarrolle la actividad de éstos, sus objetivos y tareas, sus 14 recursos y tiempo, ya sea en una institución, empresa o en la comunidad, actuando en todo momento de acuerdo a criterios de integridad profesional, manteniendo y promoviendo el respeto ante la diversidad de sus miembros y aplicando los principios de igualdad, respeto y autonomía. Esta competencia se puede y debe desglosar en unidades de competencias más específicas que son las que se abordan a lo largo de este texto. En concreto serían • UNIDADES DE COMPETENCIA 1. Evaluar, interpretar e informar, al grupo y a otros posibles interesados, de los procesos de interacción, la dinámica y la estructura grupal que ha generado éste en el contexto y momento en el que se produce. Obviamente para ello es importante que se sepa – Diferenciar entre distintos tipos de grupalidad y las consecuencias que para la persona tiene cada una de ellas. – Aplicar y elaborar los instrumentos propios del trabajo con grupos. – Determinar los procesos de influencia que se producen en el grupo y las consecuencias actitudinales y conductuales que conlleva. 2. Coordinar la acción grupal para mejorar su rendimiento atendiendo a las características de la tarea y de los miembros del grupo, según las exigencias y tipo de contexto en el que se desarrolle la actividad. En este caso es imprescindible que sepa – Establecer y delimitar la tarea del grupo y las actividades que requiere su consecución. – Adecuar en lo posible la tarea a las características del grupo, las exigencias temporales, los recursos y el contexto en el que se actúa. – Ayudar al grupo, evitando sesgos, en el proceso de toma de decisiones. 3. Diseñar y efectuar investigaciones tomando como unidad de análisis el grupo adecuándose a la metodología propia de la disciplina. – Formular hipótesis, planificar el diseño y elegir la metodología 15 adecuada a la investigación. – Aplicar las técnicas de recogida de información, los instrumentos y las técnicas de análisis adecuadas a las mismas. – Realizar el informe de investigación pertinente siguiendo los criterios de la A.P.A. 4. Trabajar y actuar con principios éticos en todos los momentos de la vida del grupo, atendiendo a los aspectos de privacidad, libertad y respeto. – Guardar y custodiar la información y documentación producida por el grupo. – Custodiar los informes y datos que sobre el grupo se elaboren de acuerdo a criterios éticos. Referencias Avolio de Cols, S. e Iacolutti, M.D. (2003). Enseñar y evaluar en Formación por competencias laborales. BID- FOMIN-CINTERFOR. Buenos Aires. Boyatzis, R. E. (1982). The competent manager: A model for effective performance. Nueva York: John Wiley & Sons. OCDE/Comisión Europea (2004). Orientación profesional: manual para responsables políticos. París. Gallart, A. (1997). Manual de Evaluación paraexperiencias de formación destinadas a jóvenes de sectores de pobreza (en colaboración con Claudia Jacinto). Buenos Aires: Red Latinoamericana de Educación y Trabajo. Gonzci, A. y Athanasou, J. (1996). Instrumentación de la Educación Basada en Competencias. Perspectivas de la teoría y práctica en Australia. En Competencia Laboral y Educación Basada en Normas de Competencia. SEP. CNCCL. CONALEP. México. Le Boterf, G. (2001). Ingeniería de las competencias. Barcelona: Gestión 2000. Levy-Leboyer, C. (2003). Gestión de las competencias. Cómo cualificarlas, evaluarlas y desarrollarlas. Barcelona: Gestión 2000. McClelland, D. C. (1973). Testing for competence rather than intelligence. American Psychologist. 28, pp. 1-14. Navío, A. (2001). Las competencias del formador de formación continuada. Análisis desde los programas de formación de formadores. Tesis doctoral. TDX-0123102-162328. Disponible en http://www.tdx.cbuc.es/. 16 http://www.tdx.cbuc.es/ PARTE I Objeto y Metodología 17 1 La definición de grupo Objetivos y competencia con la que se relaciona Los objetivos de este capítulo son de gran relevancia para la adquisición de la primera competencia relativa a la identificación de los diferentes tipos de grupalidad, ya que en él se determina lo que debe ser considerado grupo y lo que no, así como las clasificaciones que podemos hacer de ellos en función de sus características. La relevancia de las taxonomías reside en proporcionar información sobre los aspectos sustanciales que diferencian unas agrupaciones de otras, de acuerdo a criterios que deben ser importantes para efectuar las distinciones. Dichas diferencias pueden concretarse en los contextos de aplicación profesional en los que se aborda el trabajo con grupos, obedeciendo a la tarea específica en cada caso. Por todo ello y en concreto se debe aprender en esta unidad a: • Diferenciar un grupo de una categoría social. • Conocer el proceso por el cual una categoría puede llegar a convertirse en un grupo. • Identificar los tipos de grupo, los aspectos y las dimensiones básicas con las que caracterizarlo. • Relacionar las definiciones de grupo con los modelos teóricos que las sustentan. • Caracterizar los distintos ámbitos de aplicación de los grupos. La sociedad occidental en la que vivimos está llena de organizaciones empresariales, equipos deportivos, sindicatos, partidos políticos, sociedades literarias, organizaciones no gubernamentales, asociaciones de enfermos, iglesias, sinagogas, mezquitas, sociedades gastronómicas, clubes deportivos, asociaciones de madres y padres, familias, grupos de amigos, compañeros del trabajo, etc. ¿Todas estas formas, digamos, de reunión son iguales? La respuesta es obvia: en unas cosas sí y en otras no. Si se puede identificar algo común a todas ellas eso nos permitiría definirlas mediante dicho elemento, el cual se convertiría en el rasgo definitorio de las mismas. De no ser así, habría que señalar lo que las hace diferentes y establecer una doble o triple clasificación. En principio, un rasgo común es que todas están formadas por personas. ¿Es suficiente para considerarlas homogéneas? Éste es el problema que centra el análisis de este capítulo. Considerar las entidades anteriores como una mera reunión de individuos anula cualquier intento de análisis de la grupalidad, ya que focaliza el estudio y la intervención sobre la persona. Esto plantea la necesidad de indagar más para poder identificar otros aspectos que nos 18 permitan encontrar una definición de grupo, fundamentalmente para poder identificarlos y saber trabajar con ellos. 1.1. El problema para la definición del grupo Al abordar la tarea de delimitación conceptual del término grupo se puede estar de acuerdo con la afirmación relativa a la ausencia de un único referente para el vocablo. Causa de esta situación es que la definición entraña más dificultades de las apreciadas a primera vista, y básicamente porque toda definición mantiene una estrecha relación con la forma de trabajar, investigar e interpretar lo que ocurre en un grupo. Como algunos autores señalan, la definición no es importante en sí misma sino en la medida en que sirve de punto de partida o manifiesta diferentes aproximaciones teóricas acerca de los grupos. Además, no es éste un problema que podamos considerar aisladamente ya que se relaciona con dos cuestiones básicas en el estudio de los fenómenos grupales: la de la realidad del grupo y el nivel de análisis. Según Mullen (1987) la definición de grupo viene determinada por las creencias sobre el estatus de realidad de los sujetos y la opción tomada sobre cuál de las dos entidades es el adecuado objeto de estudio y de intervención. Históricamente la realidad del grupo se ha expresado a través de varias concepciones, siendo las posiciones más radicales la de Durkheim, para quien el grupo es más real que las personas y la de Allport, quien defendía el extremo opuesto. De forma resumida se afirma que existen cuatro formas de adjudicar realidad a un grupo (Golembiewski, 1962): a) el grupo como realidad conceptual: aquí grupo y persona son conceptos analíticos, no entidades concretas. b) el grupo como entidad nominal: con esto se hace referencia al conjunto de individuos como última realidad, bien estén aislados o reunidos. Desde este enfoque los fenómenos de grupo se hallan en la interacción de los sujetos. c) grupo como entidad menos básica: este punto de vista asume el grupo como realidad perceptual existente en la mente de las personas, ya sean miembros u observadores. Pero esta realidad perceptual no debe confundirse con la “objetiva”: el grupo es conceptualmente válido pero no real. d) grupo como reificación: en este caso se considera que tiene realidad y es anterior a los individuos por lo que como entidad posee atributos distintos de los de sus miembros. Los pioneros en el estudio de los grupos, Mead, Sherif, Asch y Lewin, entre otros, creían en la realidad del grupo y en sus propiedades, las cuales son consecuencia de las interrelaciones de las personas. La analogía de Asch (1952) entre el grupo y la molécula de agua es concluyente. Sherif (1936) situó la realidad del grupo en las percepciones 19 comunes de los sujetos como miembros de la misma unidad social y en las relaciones establecidas entre ellos. Asociados a estas percepciones se encuentran los diferentes productos grupales como normas y valores que son asumidos y guían la conducta de los miembros del grupo. Ser miembro de una unidad social y comportarse como tal tiene consecuencias psicológicas que incluso aparecen cuando los miembros del grupo no están presentes. En conclusión, no se puede defender la reificación del inconsciente colectivo (Fraser, 1978) pero tampoco es aceptable una visión desde la que se considere al grupo como mera etiqueta que designe a una reunión o conjunto de individuos. Nadie niega hoy que los grupos existan, pero sí son muchos los que siguen considerándolo, operacionalmente hablando, como un mero agregado. Y en un amplio sentido el problema de la realidad del grupo no es otro que el de su evaluación y operacionalización. En la medida en que la interacción produce roles, diferencia estatus y crea vínculos afectivos podemos decir que los grupos son, de hecho, reales. Y será por tanto el estudio de los roles, el estatus, el contexto y demás aspectos definitorios y caracterizadores de la grupalidad lo que debamos analizar. Blanco et al. (2004) señalan de manera clara cinco argumentos que prueban la realidad del grupo y que lo alejan del individualismo psicologicista que en esencia lo anula. En primer lugar el grupo no es real porque reúna a una serie de personas. Muchos individuos juntos no son un grupo, aunque puedan llegar a serlo. Lo que los convierte en realmente un grupo es el proceso de interacción que produce una representación compartida entre las personas que lo forman, que aparece gracias a los procesos de influencia. No obstante, y aunque gran número de investigadores manifiesten su acuerdo con la afirmaciónanterior, persiste otra cuestión. Mientras que la legitimación del concepto de grupo debida a la conexión con el de interdependencia no es discutida a nivel social, Turner et al. (1990) consideran que la aceptación de la realidad psicológica del grupo tiene ciertos problemas. De hecho con la noción de interdependencia hubo una vuelta implícita al individualismo puesto que ésta se estudió como relación entre individuos aislados. Respecto al nivel de análisis parece evidente que si se asume el grupo como entidad menos básica, el objeto de análisis sólo puede ser el sujeto. Sin embargo, el énfasis individualista no ha estado exento de críticas, recayendo la explicación de esta preferencia en razones de tipo metodológico: es más fácil medir y controlar a sujetos que a grupos; ideológicas: congruencia con el modelo capitalista (Taylor y Brown, 1979); ignorancia de los hallazgos sociológicos y antropológicos (Shaffer, 1978). Pero las críticas no han suplantado al sujeto por el grupo como primera unidad de análisis. Según Mullen (1987) más bien el individuo está siendo progresivamente mejor comprendido en el contexto grupal, pero eso es distinto de analizar grupos. Algunos intentos de reconciliación entre los dos niveles de estudio han sido propuestos por autores que sostienen que debemos estudiar qué es lo que contribuye o determina que algo sea percibido como una entidad en sí misma, o sea, como grupo. El concepto acuñado es el de entitatividad: el grado en que poseen existencia real o tienen naturaleza de entidad. La unidad de análisis será aquella que en un determinado 20 momento posea más entitatividad: a veces lo será el sujeto y otras el grupo. Partiendo de los principios perceptivos y gestálticos se asume que a mayor semejanza, proximidad, destino común y “buena forma” mayor grado de realidad percibida. Dicho de otro modo, los anteriores factores son los responsables de que percibamos a un grupo. Un agregado funcionará como grupo en la medida en que el tamaño se mantenga constante, haya semejanza entre los sujetos y éstos se dediquen al mismo tipo de actividad. Recientemente se aprecia cierto interés por analizar las diferencias entre cómo se percibe a las personas y a los grupos, o cuál es la característica que más favorece la percepción de un grupo como una entidad. En principio parece que semejanza y organización son las dos dimensiones más relevantes para percibir entitatividad (Yzerbyt et al., 2004). Por lo que respecta a los elementos emocionales, como los sentimientos, el grupo tiene un amplio rango de variabilidad. Por ejemplo, se percibe más entitatividad en un equipo deportivo y en una familia que en una orquesta o en un sindicato. Y menos en judíos, mujeres y negros. Menos aún entre los que suben a un autobús (Lickel et al., 2000). Tres elementos están implicados en esta clasificación: el grado de semejanza entre sus miembros, el nivel de interacción y el grado de interdependencia. Precisamente las tres dimensiones que se han usado tradicionalmente como ejes para la definición de grupo. Lo que estos estudios nos demuestran es que se percibe más grupalidad cuantas más características se aúnan en un conjunto de personas. Un aspecto relevante en el estudio de la entitatividad, y que posteriormente nos ayudará a entender la diferencia entre categoría y grupo, es el relativo a los efectos de la misma. Algunos estudios, como los de Dasgupta et al. (1999), han mostrado que la mayor semejanza física en grupos conduce a realizar sobre ellos evaluaciones de semejanza psicológica y a considerar que actuarán contra los que no son miembros de su grupo. Esto nos conduce a la propuesta de Merton (1964) cuando afirmaba que el hecho relevante de los grupos es que son conocidos por otros. Más específicamente, no podemos desligar al grupo del contexto en el que se genera o aparece. 1.2. Intentos de delimitación La estrategia comúnmente usada a la hora de la delimitación conceptual ha sido realizar un análisis sobre el contenido de las definiciones para identificar el factor o criterio considerado fundamental para garantizar la existencia de un grupo. Cartwright y Zander (1972) aluden a la importancia de la interdependencia para la conceptualización del grupo pese a que también consideran relevantes los aspectos perceptual, motivacional y normativo. Concretamente su definición alude al conjunto de sujetos que tienen relaciones entre ellos, lo que los hace interdependientes en un grado significativo. Para ellos esta definición es más amplia que las frecuentemente propuestas, como por ejemplo la enunciada por Bales (1950), quien entiende que el grupo se configura por los sujetos dedicados a la interacción cara a cara. Para Gil y Alcover (1999) un procedimiento adecuado para delimitarlo es la unión de los criterios usados por distintos autores para 21 definir el grupo. Ello proporcionaría el conjunto básico de rasgos que los grupos suelen presentar: interacción, percepción de grupo por parte de los sujetos que lo forman y de los que no pertenecen a él, normas compartidas y participación en roles, así como continuidad y permanencia debido a la gratificación que el grupo supone para el sujeto. 1.2.1. Criterios usados en las definiciones Los intentos de clasificar las definiciones de grupo que se han ofrecido son varias. Una de ellas es la realizada por Shaw (1979) quien considera que existen seis criterios en torno a los cuales se pueden clasificar las definiciones de grupo, que en cierto modo se solapan. a) El primer criterio es el perceptivo: los sujetos se perciben como grupo por lo que desarrollan conciencia del mismo. La definición propuesta por Bales (1950) está dentro de este criterio puesto que lo define como el conjunto de personas que interactúan y que tienen una percepción de cada uno de los demás miembros que forman parte del mismo y también incluimos aquí aquellas definiciones que hablan de la percepción colectiva de unidad. b) El segundo criterio es el motivacional: sólo la satisfacción de necesidades es el elemento necesario para considerar que un agregado es un grupo. Las definiciones que hablan del grupo como elemento gratificador o las que se refieren a la necesidad del mismo para la satisfacción de necesidades son claros ejemplos de este criterio. c) En tercer lugar podemos identificar el relativo a los objetivos, que en realidad está íntimamente ligado con el anterior. Si la satisfacción de necesidades remite siempre a un objetivo, la consecución del mismo podría ser el elemento definitorio del grupo. d) La organización es el cuarto criterio identificado por Shaw (o.c.), muy utilizado por los sociólogos aunque también encuentra defensores entre los psicólogos sociales. Este criterio fue usado por Sherif y Sherif (1956) en su definición al hablar del grupo como la unidad social, con estatus y relaciones de rol, que mantiene un sistema propio de valores. En el mismo sentido se pronuncia Newcomb (1978) al hacer hincapié en normas y valores como elementos indispensables. Las propiedades organizacionales del grupo serían el funcionamiento organizado, la interrelación de elementos y un mecanismo regulador. Sin embargo, este acento en las propiedades estructurales es un inconveniente puesto que estas definiciones son meras descripciones, para él parciales, de un solo aspecto del grupo: la estructura. Vemos pues que Shaw está haciendo una explícita referencia al hecho de que la definición de grupo debe contener una o más características: el tema de si la definición debe ser 22 exhaustiva o restrictiva. e) El quinto criterio, la interdependencia, tiene en Lewin (1951) su máximo exponente. Esto supone que un conjunto de sujetos que comparten un destino común y que mantienen una relación interdependiente son en sí mismos un grupo. En el mismo sentido se pronuncian Cartwrihgt y Zander (1972) cuando especifican que con el término grupo se hace referencia a la entidad social que tiene en común la propiedad de la interdependencia. f) El último criterio identificado por Shaw es elde la interacción, que en sí se encuentra relacionado con el de interdependencia. La postura más extrema en esta concepción es la que sólo alude en su definición a este rasgo al defender que cierto número de personas que se comunican a menudo cara a cara forman un grupo. La propuesta final de Shaw (1979) es que las definiciones basadas en la interdependencia o la interacción son las que describen más directamente los elementos básicos del concepto grupo. Su afirmación es que para la existencia del grupo cabe suponer que primero los sujetos estén motivados para la unión y sean conscientes por tanto de la existencia del mismo. No obstante en su definición sólo incluirá el criterio de la interacción: “dos o más personas que interactúan mutuamente” (p. 25). En la misma línea se pronuncia Hare (1976) cuando expone que la interacción es el rasgo fundamental que caracteriza al grupo y del que surgen otros como las metas, los roles, las normas y una red de relaciones afectivas. Indudablemente la interacción es el elemento clave generador de interdependencia, de la percepción del grupo como algo real, de las metas y normas organizadas alrededor de ciertas posiciones. De forma similar la interacción permite obtener información acerca de las relaciones entre los miembros y también conocer cuál es el posicionamiento de éstos en relación a otros grupos. Vemos pues que el uso del criterio interacción permite varios enfoques, por lo que se podría considerar más adecuado hablar, no tanto de la estructura, sino del proceso interactivo. Otros intentos clasificadores propuestos por Turner (Turner et al., 1990) y Brown (2000) hacen referencia solamente a tres criterios fundamentales que engloban todo el rango de definiciones. Concretamente Turner cree que son los de identidad (perceptual/cognitiva), estructura e interdependencia los que diferencian unas definiciones de otras. a) Con el de identidad se hace referencia al hecho de que los sujetos se perciben a sí mismos como grupo, compartiendo una identidad común. b) A través del tiempo las relaciones se estabilizan, organizan y regulan, por lo que se desarrolla un sistema que prescribe conductas, creencias y actitudes. c) Al hablar de interdependencia se alude a una relación positiva que es según el autor el criterio más extendido. Pero existen distintos tipos de interdependencia. Así mientras unos aluden al sentido de “unidad funcional” o 23 dinámica, tal como hacen Lewin (1951) y Asch (1952), otros la entienden desde el punto de vista motivacional: la asociación con otros es gratificante en la medida en que se satisfacen necesidades. En cualquier caso parece haber un amplio acuerdo en que las relaciones interdependientes son un factor relevante. Cuadro 1.1. Criterios básicos para la definición de grupo Para Turner este criterio no es, pese a todo, válido por lo que propone otro de bases cognitivas. El autor cree que la interdependencia fue la solución al problema histórico de la realidad del grupo en el momento del establecimiento de la psicología grupal como disciplina, pero no necesariamente útil hoy día. La investigación sobre categorización social y el paradigma del grupo mínimo parecen demostrar que la atracción e interdependencia no son condiciones necesarias para producir una conducta grupal: la mera imposición de una supuesta pertenencia grupal, por parte de una cierta autoridad, parece generar cierta atracción entre los sujetos y una forma de conducta grupal. Partiendo de la teoría de la identidad social Tuner et al. (1990) proponen que el grupo es el conjunto de sujetos que comparten la misma identificación social o que se definen a sí mismos en función de la pertenencia a la misma categoría social. No obstante esta definición presenta para Brown (2000) ciertos problemas, ya que la considera demasiado subjetiva pues parece no captar un rasgo importante: la existencia de los grupos siempre tiene lugar en un marco social. Es imposible estudiar un grupo si su existencia permanece oculta. Por ello amplía la definición de Turner afirmando que el grupo existe cuando dos o más sujetos se definen a sí mismos como miembros de una entidad social y son así reconocidos por al menos otro grupo. Pero esta aclaración parece innecesaria en la medida en que para percibirse como grupo es necesario que alguien o algunos queden fuera. Toda categorización es una clasificación que forma conjuntos. La misma definición acepta Stangor (2004) aunque especifica que el grupo se constituye por tres o más individuos que son percibidos por ellos mismos y por los otros como grupo. Además afirma que, aunque su definición no recoge un criterio estricto y es bastante amplia, tiene la ventaja de incluir en ella todo tipo de grupo y de permitir que sea la 24 percepción de entitatividad la que garantice la presencia de un grupo. En resumen, se puede afirmar, tomando como elemento clasificador el contenido de las definiciones existentes sobre grupo que éstas pueden ser ordenadas en cinco categorías: – teleológicas: basadas en fines, metas y objetivos últimos. – descriptivas: basadas en la definición de la estructura del grupo. – antecedentes: las que aluden al elemento que provoca la reunión; la motivación. – relacionales/procesuales: las relativas a la interdependencia e interacción. Teniendo en cuenta que la interacción puede no conllevar interdependencia, mientras que lo contrario es imposible. – percepivo-cognitivas: basadas en procesos de autoidentificación y categorización. Si atendemos al número de elementos o rasgos incluidos en las conceptualizaciones hallamos dos clases fundamentales: las que hacen mención a un único atributo o dimensión y las que integran dos o más caracteres, es decir, unidimensionales y multidimensionales respectivamente. La importancia de uno u otro tipo de definición no reside en el número de dimensiones usadas para caracterizar el grupo. Según Carmen Huici (1987) la aparente riqueza de estas últimas parece contrastar con un menor potencial teórico y una aplicación restringida a los llamados grupos pequeños. En contraposición, y considerando como criterio evaluativo la contribución al avance teórico, las unidimensionales surgen y se desarrollan desde un análisis teórico más profundo que informa mucho más que una mera delimitación conceptual. Cuadro 1.2. Definiciones según número de criterios para la definición UNIDIMENSIONALES MULTIDIMENSIONALES Bass (1960); Homans (1950) Merton (1947); Mills (1967) Lewin (1951); Cattell (1951) Stogdill (1959) Hare (1976); Fraser (1978); Turner (1982) Schäfers (1984) 1.2.2. Categorías sociales y grupos En sentido estricto categoría y grupo psicológico son entidades diferentes. En el citado estudio sobre el grado de entitatividad percibido en diferentes agrupaciones Lickel et al. 25 (2000) diferenciaban entre categorías sociales, aquellas agrupaciones basadas generalmente en un único criterio socialmente relevante, como es el género, la religión, la pertenencia étnica o nacional, grupos íntimos, de tarea y asociaciones. La controversia suscitada entre la necesidad de diferenciar entre categoría social y grupo surge tras la afirmación de Rabbie y Lodewijk (1996) de que una agrupación de sujetos caracterizados por un rasgo común, el color de la piel, el sexo, o cualquier otro atributo, no constituyen un grupo humano. En concreto, sobre lo que se está llamando la atención es sobre el hecho de que el proceso de categorización sea razón suficiente para generar un grupo. Ésta es una clara alusión y una forma de responder a la propuesta de la teoría de la auto-categorización sobre la definición de grupo basada en el criterio de despersonalización: percibirse como miembro de una categoría social. Otras definiciones de grupo han diferenciado entre el grupo como categoría y el grupo como interacción. Mientras los primeros se caracterizan por la semejanza los segundos se describen por la interacción. Un aspecto básico que ayuda a entender las diferencias entre estos dos conceptos es el hecho de considerar laposición de la individualidad en cada una de ellas: mientras que en las primeras la individualidad es periférica en las segundas es un aspecto central. De ahí la separación establecida entre grupos interactivos o categóricos; o dicho de otro modo, la diferenciación entre grupos interpersonales y grupos categóricos. Sin duda, el tema central en esta cuestión es saber si una teoría general sobre grupos se puede aplicar a las categorías sociales. Esta controversia parece responder también a dos tradiciones de investigación diferentes: de un lado el estudio de lo que tradicionalmente se ha denominado la dinámica grupal, centrada en los procesos intragrupales de entidades con interacción cara a cara, y de otro el estudio de la dinámica intergrupal más orientada a las consecuencias del proceso de categorización social desarrollada tras las investigaciones de Tajfel y el paradigma del grupo mínimo. Mientras la primera orientación ha sido criticada por considerar al grupo como una entidad aislada de su contexto, del tiempo y del espacio histórico en el que el grupo vive, a la segunda se le critica el poco interés por el análisis de los procesos intragrupales. La cuestión parece ser, como comentan Postmes et al. (2006), si la Teoría de la Categorización del yo puede explicar lo que ocurre en grupos pequeños o sólo es útil en la explicación de los procesos intergrupales y de las categorías sociales. Según ellos usar el término grupo para referirnos a un agregado o una categoría, basada en un criterio como pudiera ser el sexo, la raza o la religión, no es incorrecto. Más bien al contrario, es reflejo de que en determinadas circunstancias cualquier categoría social puede ser psicológicamente relevante y afectar nuestra conducta. Dicho de otro modo, una categoría social puede funcionar y convertirse en un grupo de tal forma que influya sobre nuestra comprensión del mundo y nuestra forma de actuar dado el significado emocional de la misma. Pensar que los grupos deben tener necesariamente una entidad física con interacciones cara a cara puede ser sólo una forma de grupalidad. Pero existen otras. Por ello no es el tamaño, ni el tipo de interacción, ni la meta que persigan lo que otorga la cualidad de grupo a un conjunto de personas: la cuestión es la representación psicológica compartida por las personas y cómo ésta les afecta. Ya Tajfel argumentó sobre la necesidad de 26 diferenciar entre conducta interpersonal y grupal. Para ello podemos ayudarnos de tres criterios: la presencia al menos de dos categorías sociales diferentes, o mejor dicho, la utilización de un criterio que permita diferenciar a las personas a partir de él; la variabilidad en las actitudes y conductas hacia los otros, y la variabilidad de las conductas y actitudes de los miembros hacia los que consideran de su propio grupo. La distinción interpersonal-grupal no debe ser concebida como una dicotomía, puesto que nos llevaría de nuevo a la separación rotunda entre persona-grupo y sociedad, sino como un continuo. Individual y grupal, personal y social son entidades interdependientes. Y la categorización del yo en términos de identidad es, según la teoría de la categorización del yo, un proceso reflexivo y no la mera activación de una estructura cognitiva. Ahora bien, el continuo interpersonal-grupal no significa que los mecanismos y procesos psicológicos que explican un tipo de conducta puedan ser aplicados para explicar otra. Como señala Brown (2000) la conducta interpersonal se explica aludiendo a dos dimensiones: la naturaleza de la relación entre las personas en interacción y sus características individuales. Sin embargo en las situaciones grupales lo característico son las uniformidades entre las personas que conforman los grupos y no sus diferencias. Comprender la relación entre la identidad personal y la social es básico para entender la conducta grupal. En primer lugar aquélla no es fija, sino dinámica y derivada de los productos grupales, valores, ideologías, creencias y estructuras sociales. Como afirman Turner et al. (2006) el cambio personal es posible gracias a los cambios sociales que afectan a la creación de nuestra identidad personal. Por ello la forma mediante la que explicamos la conducta siempre está basada en comparaciones: el yo personal refleja las comparaciones con miembros del endogrupo. En la conducta grupal las comparaciones se realizan con los miembros del exogrupo. Pero en cualquier caso toda categorización del yo es siempre una representación social, un proceso intrínsecamente social, comparativo, relacional y contextual en interdependencia con la realidad social. Es por esto que podemos afirmar que el dualismo individuo-grupo, y que Mead ya desdibujó, está claramente resuelto por las aportaciones de Tajfel y Turner. Desde esta perspectiva es fácil entender que cualquier categoría o colectivo puede estar funcionando como grupo dependiendo de la dinámica del contexto y la situación. Los judíos, los musulmanes, los gitanos, las mujeres ¿funcionan como categorías sociales o como grupos? Estas categorías sociales han sido y son tratadas como grupos en multitud de ocasiones. Lo que con frecuencia los ha llevado a percibirse como iguales en función de algún aspecto concreto y a comportarse de manera más o menos homogénea. La utilización incluso de una categoría médica (VIH) conlleva la generación de una categoría social que genera fundaciones, asociaciones y grupos sociales. 1.3. Clasificación y tipos de grupo Si prolíficos han sido los intentos de definición del concepto de grupo no podemos decir menos de los relativos al establecimiento de una tipología grupal. Incluso ésta ha sido 27 también una tarea controvertida en la medida en que algunos criterios usados para la clasificación no se consideran oportunos. Por ejemplo la diferencia antes comentada entre grupos categóricos e interpersonales puede conducir a pensar que existen diferentes consecuencias psicológicas o procesos de influencia para cada uno de ellos. Realizar tipologías y clasificaciones tiene como base la identificación de diferencias que deben aportar información válida para cuando trabajemos con cada tipo de grupo. De no ser así, la clasificación no es informativa de nada y en consecuencia inútil. Veamos algunas de las tipificaciones más usuales para conocer la información que nos aportan. La clasificación establecida por Anzieu y Martin (1997) se organiza según el grado de estructuración manifestado por las diferentes agrupaciones. Con ella se identifican cinco categorías fundamentales recogidas en el cuadro 1.3. Cuadro 1.3. Clasificación de los grupos humanos Fuente: Adaptado de Anzieu y Martin (1997) Esta tipología se ha elaborado a partir de los siguientes factores: tamaño, duración, 28 nivel de organización, conciencia de los objetivos, relaciones entre los individuos, efectos del grupo sobre las creencias de los sujetos y realización de acciones conjuntas. Cada uno de estos criterios permite a su vez realizar otras clasificaciones. Basándose en las metas Golembiewski (1962) identifica tres tipos de grupos: el instrumental, que satisface necesidades personales; el de aceptación, en el que hay una satisfacción recíproca de necesidades, y el vectorial: que sirve a una meta altruista no personal. Asimismo partiendo del criterio temporal podemos hablar de grupos estables o permanentes, entendiendo de larga duración, frente a los de una existencia más breve y de carácter puntual. En función del tipo de unión y la naturaleza de la misma podemos hablar de grupos biológicos, nomológicos y psicológicos, categorización que es un intento de abarcar la gama de formas de vida social pero que poco informa de las características de los grupos psicológicos. Igualmente, si tomamos los objetivos que se persiguen podemos establecer una categorización que alude a los grupos de autoexperiencia, de trabajo, terapéuticos, de instrucción, etc. Los primeros son aquellos en los que se reflexiona sobre el comportamiento de los sujetos; los de trabajo persiguenla ejecución de una tarea de forma colectiva; los llamados de instrucción son los que se centran en sí mismos y en su funcionamiento; los terapéuticos tienen como finalidad la solución de los problemas psicológicos de sus miembros. Otra tipología ampliamente conocida es la elaborada por McGrath (1984) quien diferencia entre los grupos constituidos artificialmente, como los jurados, las comisiones de estudio, los grupos para desarrollo de programas, etc. o los sistemas naturales de larga duración como la familia. Otra forma de clasificar a los grupos se basa en considerar los criterios tradicionales (tamaño, duración, grado de interacción, objetivos y semejanza) y aunarles otros menos usuales como son el grado de importancia que tienen para los individuos que los componen, el grado de permeabilidad que muestran en relación a la entrada de nuevos miembros y la búsqueda de resultados. De acuerdo a todos ellos se diferenciaría entre categoría, grupos de tarea, de intimidad y asociaciones laxas. Por su parte Stangor (o.c.) entiende que como grupo social podemos considerar tanto al grupo de referencia, como a los grupos de trabajo, una categoría social, una cultura y una muchedumbre. Entiende que cada uno cumple funciones diferentes y que, pese a sus características distintas, lo válido de la clasificación es desafiar a la teoría para identificar los principios básicos a todo tipo de grupo. Como exponen Postmes et al. (o.c.) las tipologías siempre dejan fuera algún tipo de grupo y corren el riesgo de reducir el estudio a las formas más usuales y cotidianas, y por tanto repetidas, de grupo. Por ejemplo pocas tipologías están integrando los movimientos sociales o las comunidades virtuales como nuevos tipos de grupos. Quizá porque desafían concepciones tradicionales acerca de la grupalidad. Uno de los criterios más importantes para el establecimiento de las tipologías es aquel en el que se toma en cuenta el tipo y la calidad de la relación establecida entre los miembros. Desde este aspecto la clasificación más relevante es la que diferencia entre grupo de pertenencia y de referencia. 29 1.3.1. Primarios, de referencia e informales A) Grupo primario Se debe a Charles Horton Cooley la designación de grupo primario y su delimitación conceptual y analítica, siendo ésta una de las categorías más relevantes en Sociología y Psicología Social. No obstante algunos precursores del término fueron Simmel (con la importancia concedida a los pequeños grupos) o Durkheim (con la importancia concedida a los grupos secundarios). En su definición Cooley afirma que el término alude a la cooperación y relaciones estrechas entre sus miembros; son primarios porque intervienen de manera fundamental en la formación de la naturaleza social del individuo en los que surge el yo social de la persona. Son por tanto la base para la autoidentificación y determinación de la personalidad. Este carácter íntimo impide que los sujetos puedan distanciarse de un modo excesivamente abstracto de la experiencia con cada uno de sus miembros, lo que los diferencia de los grupos secundarios más sometidos al control institucional. No resulta difícil apreciar cómo este concepto está cargado de significados teóricos y prácticos ya que se espera de él que proporcione la clave para explicar la naturaleza social de la persona junto con las condiciones necesarias para el cambio, evolución social y formación de la identidad. Es por esto que durante los años 30 y 40 hubo una escisión y aparecieron nuevos conceptos sobre grupos de los que se fueron desgajando el de grupo informal, de orientación, de tareas, de referencia, de pares, a los que aludimos en las clasificaciones anteriores. Ante la complejidad del término, el propio Cooley, junto con otros colaboradores abordaron una simplificación utilizando sólo cinco factores para definirlo: asociación cara a cara, no especializada, de relativa duración, con reducido número de miembros que permite una relativa intimidad entre ellos. Por otra parte, con el fin de lograr una mejor delimitación, podemos añadir que el grupo primario es un caso especial de grupo pequeño, aunque no todo grupo pequeño es primario. Asimismo debemos señalar que el primario no tiene la misma significación para todos los miembros que lo forman. A partir de Cooley, y junto con Mead y la escuela de Chicago, comenzaron a realizarse investigaciones sobre la influencia de los grupos primarios. Así, en trabajos para el ejército estadounidense se demuestra que la mejor unidad social existente en la Armada puede considerarse un grupo primario, siendo éste la mejor garantía de la cohesión en al aparato militar. De esta forma y en la medida en que empiezan a considerarse otras formas como grupos primarios, llamados de resocialización, se comienza a cuestionar el sentido y validez del término. Probablemente la proliferación de grupos de resocialización puede ser consecuencia de que el grupo primario originario es incapaz de cumplir sus funciones o bien que el tratamiento dado por los investigadores es inadecuado. El grupo primario puede por tanto ser un pequeño grupo que existe durante un tiempo suficiente para establecer lazos emocionales firmes entre los miembros, 30 presentando éstos un conjunto de roles rudimentarios pero diferenciados que poseen una representación de sí y un sistema normativo capaz de controlar las actividades de sus miembros. Como podemos apreciar se está proponiendo una identificación entre grupo pequeño y primario que parte de la importancia concedida al establecimiento de relaciones íntimas en las que el sujeto es aceptado como persona y a la eliminación de situaciones como anonimato, alienación, aislamiento, etc. Posiblemente la ventaja de esta formulación es establecer una conexión entre grupos primarios y sistemas secundarios, entendidos éstos como la tendencia a la organización y racionalización, división del trabajo, más que un determinado grupo u organización social. En este sentido más que una dicotomía podemos pensar que existe una relación de continuidad entre grupo primario y secundario de forma que el primero proporciona al sujeto los criterios para valorar a los secundarios y en definitiva a la sociedad. B) Grupo de referencia El término grupo de referencia no es una denominación que aluda a características estructurales sino un concepto relacional que denota la conexión entre las formaciones sociales y las personas. Esto es, trata de explicar la influencia de grupos sociales sobre el pensamiento, la percepción y el comportamiento del individuo. En este sentido el término demuestra su riqueza en la medida en que puede ser tanto un referente de los distintos tipos de grupos como, al menos como pretenden algunos autores, una teoría explicativa de alcance medio. No resulta difícil encontrar algunos trabajos antecedentes de lo que después se convertiría en la formulación sobre grupos de referencia. Podemos citar, por ejemplo, a Williams James cuando establece que el desarrollo y la estabilización interna del self social se activa por ideas que proceden de otros sujetos o grupos; de forma similar Cooley anticipa cuando escribe que el grupo al que nosotros intentamos conformarnos es elegido entre un conjunto de grupos accesibles. También es factible establecer una conexión entre este concepto y el de “otro generalizado” propuesto por Mead (1959). No obstante, el trabajo más decisivo para la consolidación del término fue el de Merton (1964), si bien es cierto que ha tenido elaboraciones posteriores en el ámbito de la sociología que lo han ido delimitando: aportaciones que van dando al término distintas connotaciones. El concepto se ha aplicado en un sentido analítico e interpretativo. Tanto los grupos como las personas de referencia representan criterios sociales de comparación que el sujeto emplea para juzgarse y valorarse. Este grupo representa determinadas actitudes en las que la persona se basa para determinar las suyas, ya sea en sentido positivo o negativo. Similar orientación podemos encontraren los trabajos de Muzafer y Carolyn Sherif (Sherif y Sherif, 1969), para quienes el grupo de referencia designa el origen de los objetivos y aspiraciones de una persona, al tiempo que le proporciona valores y expectativas, lo que constituye un punto de anclaje social para la identidad del individuo. 31 La disconformidad en actitudes y acciones con el grupo en el que el sujeto está inmerso hace necesaria la distinción entre inclusión objetiva y subjetiva. Es también inevitable disociar analíticamente el grupo al que se pertenece de aquel del que se obtienen los criterios fundamentales que determinan la acción, lo que permite aceptar como causa determinante de la acción del individuo al grupo de referencia. Otros trabajos suelen afirmar que la adquisición de ciertas actitudes depende directamente de la relación que establezca el sujeto con uno o varios grupos, el cual puede servir como grupo de referencia, y ello al margen de las consecuencias positivas o negativas que tenga para el sujeto. Un enfoque similar fue propuesto por el matrimonio Sherif (o.c.) para quienes las normas del grupo se convierten en las actitudes de la persona. Este concepto implica que la persona elige a los grupos a los que desea adaptarse. Al hablar de grupo de referencia analizamos una relación que se presta a dos enfoques analíticos, interdependientes y complementarios: la perspectiva personal (del individuo al grupo) y la grupal (del grupo al sujeto). a) Perspectiva personal El punto de vista de la persona ha sido fundamental para la construcción de la teoría en gran parte de la orientación psicosocial. La idea fundamental aquí es que el grupo social no constituye en sí mismo un grupo de referencia sino que es el sujeto quien establece la relación con él. La mayoría de las aportaciones y diferenciaciones conceptuales relativas al grupo de referencia se han establecido desde esta perspectiva, donde habría que distinguir el tipo de formación social con la que el sujeto establece la relación, la cualidad y matiz afectivo de ésta, los contenidos de dichas asociaciones y las funciones que cumple esta relación. Según el tipo de formación social podemos diferenciar entre grupo, persona y categoría de referencia. Si adoptamos la definición propuesta por Sherif y Sherif (1969) el grupo de referencia es aquel con el que el individuo se relaciona como miembro o aspira a relacionarse psicológicamente. Por persona de referencia entendemos aquella que se convierte en portador de valores, normas o pautas para el individuo. Pero cabe aquí hacer la diferenciación con “modelo de rol” que se define como el esquema de referencia mucho más limitado y relativo a un conjunto reducido de roles. Aquí el individuo es el portador de un único rol que es objeto de imitación. Por categorías de referencia se entienden los agregados de individuos que ocupan posiciones similares y que exhiben las mismas características (grupo profesional, generacional, etc.). Como consecuencia de esta diversidad de connotaciones se ha propuesto sustituir la noción de grupo de referencia por la de “otro de referencia”, la que designaría cualquier tipo de entidad u objeto real o imaginario que influya en el comportamiento del sujeto. En cualquier caso, y sea cual sea la unidad de referencia, lo importante del concepto es que la persona se pone interiormente en relación con ella. Según las cualidades y matiz emocional de la relación existente entre sujeto y grupo podemos hablar de grupo de 32 referencia positivo o negativo. Mientras existe la tendencia a adoptar las normas y modelos de las unidades consideradas positivas, las negativas conllevan el rechazo de normas y modelos y también cierta disposición a la creación de normas contrarias. Pero la clasificación más usual de los grupos de referencia es aquella que responde a un criterio funcional. Según la propuesta de Kelley (1952) podemos distinguir entre el normativo y el comparativo. El primero establece principios, normas y reglas, determina actitudes, etc. Mediante la función comparativa el sujeto se evalúa a sí mismo y a los demás. Esta idea ocupa un lugar destacado en las teorías de la comparación social y el intercambio, como la propuesta por Festinger (1954) o Thibaut y Kelley (1959). Pese a que analíticamente estas dos funciones puedan diferenciarse, a menudo suelen satisfacerse conjuntamente por un único grupo. Precisamente Runciman (1966) afirma que el grupo de referencia designa el papel de un sujeto en contexto de desigualdad, por lo que fundamentalmente sirve para las comparaciones que establece, al margen de que presente o no una función normativa. Es básicamente una cuestión de evaluación de categorías de estatus y en consecuencia de uno mismo. Pero aún hay otra noción más amplia del término en la que se destaca como función primordial del grupo de referencia ofrecer al sujeto una visión del mundo y de sí mismo y un punto de referencia en el que pueda integrar y organizar todas sus percepciones. El grupo aporta pues la interpretación del significado del mundo y del propio individuo, según la concepción clásica del interaccionismo simbólico. b) Perspectiva grupal Las anteriores delimitaciones y diferenciaciones están remitiendo a la elección del grupo de referencia y a las consecuencias que dicha elección tiene. Se necesita por tanto completar esta aproximación con otra perspectiva, la grupal. Es decir, el análisis de la estructura social, del entorno del sujeto y de las condiciones institucionales que afectan la elección del grupo de referencia. Respecto a los factores que influyen en la elección del grupo de referencia se mencionan tres tipos: los relativos al sujeto, al sistema social y las características del grupo. Respecto a los relacionados con el sujeto cabe destacar dos: – el sujeto elegirá como grupo de referencia aquel que ofrezca mayores oportunidades y más posibilidades para su desarrollo. – cuanto más aislada sea la posición de una persona en el grupo mayor probabilidad hay de que elija como grupo de referencia uno de no pertenencia. En cuanto a los factores del sistema social se alude al nivel global de la estructura social como algo relativamente abierto y favorecedor de la elección libre de un grupo de referencia. Esto es, la estructura que permita la movilidad social favorecerá este tipo de elección. Si esta posibilidad se ofrece el sujeto puede dedicarse a un proceso de 33 socialización anticipada que supone la adopción de normas y actitudes antes de que tenga lugar el cambio que entraña la movilidad social. En último lugar y respecto a los factores relativos al grupo son el grado de conformidad requerido por el grupo, la duración de la permanencia y la precisión con que se define la pertenencia las características que determinan la elección. Ahora bien puede ocurrir que el individuo deba elegir entre diferentes grupos. En este caso es probable que aquel grupo o sujetos con los que el individuo está en interacción sean el esquema de referencia más importante, ya que los sujetos con los que se interactúa están conformando las normas o valores de una o varias categorías sociales. Probablemente el criterio más importante que rige la elección de este tipo de grupo es la calidad de relaciones interpersonales establecidas con los individuos que lo forman, lo que en principio no tiene que contradecir la afirmación anterior si se admite que el mayor número de interacciones se realiza con personas con las que se mantienen relaciones interpersonales positivas. C) Grupos informales La designación de grupo formal o informal hace referencia a la peculiar situación del grupo en una organización social. En este sentido el par conceptual formal/informal está siendo empleado para designar la contraposición existente entre lo explícito que se atiene a una forma y lo implícito que no se atiene a ella. Mientras el calificativo de formal suele aplicarse a una organización, el de informal puede usarse tanto para ésta como para el grupo. En el ámbito de las ciencias sociales se aplicanambos términos a procesos, estructuras, características de las formaciones sociales, grupos, organizaciones, etc., sin que este múltiple uso sea signo de imprecisión o especial clarificación. En cuanto al inicio del estudio de los grupos informales hay que señalar que fue el equipo de la universidad de Harvard, dirigido por Elton Mayo, quien obtuvo resultados importantes en sus investigaciones sobre organizaciones industriales en las que se podía diferenciar entre la organización planificada racionalmente y la personal descubierta entre los miembros de la empresa, lo que constituyó el avance de la separación conceptual entre lo formal e informal. Aunando varios criterios se puede distinguir, mediante cuatro aspectos, la caracterización formal/informal. La primera es producto de una planificación racional, expresión material de las condiciones de estructuras de trabajo, comunicación y poder; presenta prescripciones fijas y orienta a determinados fines a sus miembros. En resumen posee un carácter racional, planificador, normativo y finalista. La informal es fruto de procesos espontáneos de interacción; es expresión de condiciones reales en las estructuras y se basa en acuerdos de los sujetos orientados hacia sus necesidades y experiencias. Es decir, su carácter es espontáneo, efectivo, normativo-informal y de necesidad. No obstante, esta caracterización posee carácter estático que revela el interés de los investigadores en materias de relaciones humanas pero llama la atención sobre el peligro 34 de elaborar cuadros tipológicos excesivamente rígidos, además de que el rasgo formal o informal es sólo un aspecto parcial de todo el conjunto de caracteres que definen una formación social. La primordial diferencia que interesa reside en el tipo de comportamiento que una u otra formación exige para sus miembros. En las informales las expectativas de conducta no sólo se formulan de forma implícita sino que son además cambiantes, mientras que en las formales son mucho más rígidas y estáticas. Por otra parte los aspectos internos del grupo informal se definen por la interdependencia en términos de solidaridad, mayor o menor en función de que se den ciertas dimensiones como sentido de pertenencia, cohesión, interacción, etc. 1.3.2. Otros tipos de grupo En los distintos ámbitos profesionales en los que la psicología de los grupos se aplica se han ido desarrollando diversas técnicas y conformando, más que tipos de grupos, formas de trabajar en grupo de acuerdo a la teoría que los sostiene y a los fines o metas de los mismos. Como Pilar González (1997) ha destacado los campos de aplicación están en permanente desarrollo ya que pueden abarcar casi la totalidad de la actividad humana: desde la atención sanitaria hasta la formación, la actividad en el ámbito de la comunidad y el desarrollo en el contexto organizacional. Diferentes textos y manuales se han publicado sobre los ámbitos de aplicación: Di María y Falgares (2005) sobre grupos de formación y autoayuda; y Ovejero (1990) sobre aprendizaje cooperativo; Guimon (2003) sobre grupos en la actividad clínica; Gil y García (1996) sobre grupos en organizaciones, etc. Asimismo, en la actualidad se están desarrollando, gracias a la aplicación de las nuevas tecnologías, nuevas formas de grupalidad denominadas grupos o equipos virtuales. • Equipos virtuales Cuando hablamos de equipos virtuales nos referimos a que sus miembros no mantienen interacciones cara a cara sino que éstas se producen a través de las nuevas tecnologías de la comunicación. Lo más característico de estos grupos no es que incorporen miembros de diversas zonas, incluso países diferentes sino que su trabajo se realiza vía emaíl, videoconferencia y demás herramientas telemáticas (Poole y Zhang, 2005). Estos equipos son por tanto grupos en la medida en que comparten metas comunes, mantienen interacciones y coordinan habilidades específicas que generan su posición en el equipo. La finalidad de todo equipo virtual es la productividad, es decir, conseguir su meta de forma eficaz y efectiva. Para ello es importante que el bienestar de los miembros sea óptimo y que el grupo sea capaz de dar apoyo a quienes lo forman para que éstos 35 satisfagan sus necesidades. Un aspecto importante es el soporte tecnológico y las estructuras impuestas por las TIC, esto es, las condiciones en las que opera el equipo. La mayoría de los estudios están confirmando que un aspecto esencial en estos equipos es que sus miembros sepan trabajar independientemente y que mantengan alta tolerancia a la incertidumbre. De hecho, parece que las personas que mejor funcionan en este tipo de grupos son las individualistas y también aquellas que tienden a confiar en otros. Otro aspecto relevante que influye en estos grupos es el origen cultural de sus miembros, y aunque este aspecto es relevante en toda interacción, en estos grupos se acentúa dada la imposibilidad de contacto cara a cara. No obstante también parece que la ausencia de contacto visual evita el efecto de ciertos estereotipos culturales. Otra característica de estos equipos es que pueden ser de más tamaño que los habituales de manera que hasta 12 o más miembros pueden formar un equipo eficaz, estando también la estructura de liderazgo claramente definida sobre todo cuando los miembros tienen un papel estable. Otro aspecto importante en estas estructuras es el modelo de recompensas que los sujetos obtienen. La carencia de contacto físico parece reducir la motivación extrínseca en los miembros; por eso el sistema de recompensas e incentivos debe incluir tanto los de tipo individual como los basados en el equipo. Pero sin duda uno de los aspectos más interesantes es el relativo a la comunicación. La mayoría de los estudios recomiendan que al menos son necesarios ciertos contactos cara a cara en este tipo de grupos: al menos una en su constitución y dependiendo de la duración una por año. Con ello se pretende desarrollar conexiones sociales entre los miembros además de fomentar una mejor visión de la tarea. Precisamente los estudios que han demostrado que estas interacciones no son necesarias parecen haber usado la tecnología más avanzada, WORM de alta velocidad, canales de audio-vídeo abiertos que generan la sensación de estar allí. Lo que sí es objeto de acuerdo es la necesidad de mantener constante un horario de comunicación entre los miembros. Otra característica que parece usual en este tipo de grupos es la atribución negativa entre los miembros: no contestar un email suele ser interpretado como una ausencia de interés y compromiso con el grupo. Evidentemente la creación de un sentido de grupo, o de una identidad social, se lleva a cabo mediante el compromiso con la tarea. Por ello la confianza parece el sustrato sobre el que se construye la efectividad del grupo virtual. Cuando un miembro cumple con sus tareas y obligaciones genera confianza en los demás, pero lo inverso también es frecuente. La estructuración y funcionamiento de estos equipos tienen que solventar los problemas concretos de acceso a la información. Ésta debe estar siempre disponible a los miembros lo que incluye la realización de agendas, timelines, deadlines y reminders. Otro elemento importante es tener abiertos canales permanentes de contacto como el Teamscope, así como los directorios compartidos y los registros de actividades que se convierten en la historia del grupo. No obstante los equipos virtuales tienden a generar tantos o más conflictos que los grupos cara a cara. Curiosamente las atribuciones personales son más frecuentes en estos equipos que en los tradicionales de forma que cualquier fallo tecnológico primeramente se imputa a los miembros del equipo, incluso 36 suele aparecer la tendencia de generar subgrupos en función de la localización geográfica de los miembros, ellos, los asiáticos y nosotros, los estadounidenses (Cramton, 2001). Esta nueva forma de comunicación ha generado ajustes en los modelos teóricos tradicionales que explicaban la comunicación y las relaciones grupales.Como explica Canto (2004) tanto el modelo SIDE como la teoría de los estímulos sociales reducidos presentan explicaciones alternativas a fenómenos ya conocidos como la desindividuación. En cualquier caso la comunicación a través del ordenador supone un nuevo reto a la investigación grupal. 1.4. Ámbitos de aplicación de los grupos El desarrollo teórico, la investigación y la aplicación del conocimiento sobre grupos han permitido al profesional de la Psicología desarrollar estrategias de trabajo para diferentes ámbitos y contextos. Se puede mencionar, como en su momento señaló Pilar González (1997), que son principalmente tres los campos en los que se ha producido un mayor desarrollo: en el ámbito de la salud, en el de las organizaciones y en el educativo. Asimismo Carmen Huici (2004) ha señalado el desarrollo en el ámbito jurídico y en el de las relaciones intergrupales, como otros importantes desarrollos. No obstante, debemos tener en cuenta que la mayoría de las actividades del psicólogo requerirán el conocimiento y la aplicación del saber sobre grupos. De forma esquemática se señalan a continuación algunos de los aspectos más característicos de los citados dominios. 1.4.1. Área de la salud Si en un principio, sobre todo a finales de la Segunda Guerra Mundial, los grupos fueron utilizados como recurso terapéutico aplicado a la psicoterapia, en la actualidad éstos son una herramienta útil para la mejora de cualquier aspecto relativo a la salud. Sin duda los grupos terapéuticos representan uno de los primeros intentos de aplicar los procesos de grupo para el cambio del funcionamiento individual. Los sujetos participan en estos tipos de grupos para corregir, eliminar o rectificar aspectos disfuncionales y mejorar su funcionamiento psicológico. Esta forma de trabajo se ha desarrollado desde diferentes aproximaciones por lo que facilitar una definición de grupo psicoterapéutico no es fácil. La aplicación de modelos y teorías grupales en el ámbito psicoterapéutico ha generado modelos y formas de trabajo tan dispares que aunar en una definición tal disparidad podría suponer un cierto sesgo. Lo adecuado, como hacen Burlingame et al. (2005), es considerar tres dimensiones para explicar las diferencias entre los distintos modos de trabajo. La primera dimensión es el modelo teórico desde el que el líder del grupo intenta producir el cambio en los sujetos. Atendiendo a dicho criterio se puede diferenciar entre: 37 – Grupo de orientación analítica: el fin perseguido es la reconstrucción moderada de la dinámica de la personalidad y por lo general tiende a impedir los contactos y la socialización fuera del grupo. – Psicoanálisis de grupo: su fin meta es la reconstrucción amplia y completa de la personalidad, evitando la socialización fuera del grupo y la dependencia hacia el líder. – Grupo transaccional: su objetivo es la modificación de la conducta a través de mecanismos de control consciente, analizando las relaciones positivas y los acontecimientos negativos que acontecen dentro del grupo. Evita asimismo el análisis del pasado fomentando el aquí y ahora. – Grupo conductual: se pretende el alivio de los síntomas específicos, modificando conductas asociadas al desorden, fomentando la confianza en el líder pero evitando la dependencia intragrupal. – Grupo conductual-cognitivo: la adquisición de habilidades y la disminución de los síntomas se pretende alcanzar mediante la re-estructuración de esquemas cognitivos disfuncionales mediante ejercicios estructurados. – Grupo de apoyo: sin un líder formal y partiendo de un problema común el grupo tiene como objetivo la mejor adaptación partiendo del apoyo proporcionado por los demás miembros, los cuales se perciben de forma más implicada que un coordinador ajeno al problema. – Grupos no directivos: basados en el modelo rogeriano se considera que la modificación de la conducta procede mediante un clima de encuentro empático y apoyo emocional incondicional de los encuentros no directivos. – Grupo psico-educativo: se centra en dar información sobre la enfermedad y enseñar estrategias de dopping a sus miembros. Por ello son homogéneos respecto al diagnóstico con tiempo y agendas muy cerradas. La segunda dimensión que determina el trabajo grupal es la población a la que se dirige. Si antes de los años setenta los grupos se componían de pacientes con diagnósticos heterogéneos con posterioridad a los 90 se han empezado a observar los buenos resultados de determinados tratamientos para problemáticas específicas. Por ello parece que, a modo de ejemplo, el modelo conductual se efectúa más a menudo con desórdenes de personalidad mientras los alimentarios se trabajan con técnicas no directivas. La tercera dimensión que identifican Burlingame et al. (o.c.) es la estructura, o mejor el conjunto de rasgos que determinan el funcionamiento del grupo como son el tamaño, la composición, el marco, la duración, la acción del terapeuta, si es abierto o cerrado, las características de las sesiones, etc. Por su parte Villegas (1997) diferencia entre las modalidades de trabajo grupal usando como criterio la acción del terapeuta y también la concepción ontológica que se tenga del grupo. Ello le permite diferenciar entre terapia en grupo (Gestalt y Análisis transaccional), de grupo (Dinámicas y analíticas) y Co-terapia (Grupos encuentro y 38 ayuda). A partir del modelo psicoanalítico pronto comenzaron a aparecer distintos enfoques en los que alternativamente se ha dado más importancia al sujeto o al grupo en el momento del tratamiento. Concretamente los analistas dinámicos dan preponderancia a las fuerzas del grupo como factor facilitador de la terapia mientras que los analistas llamados de grupo hacen precisamente hincapié en los individuos. Pero pese a las diferencias de las distintas orientaciones siempre hay una serie de aspectos comunes asumidos por todos los analistas: – Consideran que el material que proporciona el inconsciente es con el que el grupo debe trabajar. – Todos se dedican a la interpretación del material proporcionado por los sujetos. – Admiten la existencia de los mecanismos de defensa. – Resaltan la importancia de la transferencia en el desarrollo del proceso terapéutico. Las diferencias entre un tipo de tratamiento grupal e individual radican en que en aquél la contribución libre de cada miembro es interrumpida por el resto del grupo, por lo que se genera una asociación libre grupal. Además en las sesiones grupales la interpretación corre a cargo tanto del terapeuta como de los miembros. Característico también de la situación grupal es el hecho de que se producen múltiples relaciones de transferencia, lo que tiene como consecuencia, en primer lugar, dificultar la regresión del paciente al tiempo que lo hace menos dependiente del terapeuta. Este último aspecto supone que el orientador del grupo adopte un papel más activo que permita el control adecuado de las transferencias. Las ventajas de una situación terapéutica grupal suelen ser que el grupo reconstruye la situación original en la que los sujetos tuvieron sus conflictos, por lo que se facilita la aparición de patrones de conducta repetidos. Además el grupo es una situación más real que la clásica entre paciente y terapeuta y no desvincula al sujeto de factores interpersonales, le da más oportunidades para las identificaciones y así se favorece una estructuración del yo y superyó más adecuada. Sin embargo los inconvenientes no están ausentes. En algunos casos la asociación libre no es posible ya que se interrumpe constantemente, aunque algunos especialistas consideran que ésta es una forma secundaria de asociación que es preciso analizar. Otro de los inconvenientes es que el grupo suele centrarse demasiado en el problema actual y se impide así la profundización en las causas inconscientes del problema. Incluso la presencia de otros individuos puede llegar a tener una influencia negativa si no se canalizan adecuadamente las expresiones y emociones. Las funciones del analista en este tipo de
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