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Tumores benignos de los nervios periféricos 1051 convulsiones, que se observan en 4 a 7%, es decir, con más frecuencia en los casos de NF-1 que en la población general. Es importante verificar la tensión arterial con fre- cuencia y tratar la hipertensión de inmediato una vez detectada. A fin de diagnosticar la hipertensión, deben efectuarse estudios para detectar la posible presencia de un feocromocitoma (es decir, titular la concen- tración urinaria de catecolaminas y metanefrinas) y de estenosis de la arteria renal. En algunos casos, tiene buenos resultados la angioplastia transluminal percutánea de la arteria renal como tratamiento de la estenosis de la arteria renal secundaria a displasia fibromuscular. Consideraciones básicas respecto del tratamiento quirúrgico • Los neurofibromas que compriman estructuras vitales, obstruyan la visión o crezcan con rapidez justifican un tratamiento inmediato. • Los tumores de las vainas de los nervios perifé- ricos que sean sintomáticos y estén ubicados en los plexos braquial o lumbosacro son quirúrgicos cuando causan déficit motor o dolor intenso, aunque el riesgo de disfunción neurológica pos- quirúrgica ciertamente es elevado. Además, cabe mencionar el riesgo de degeneración maligna, que conlleva un pronóstico muy poco auspicioso; la decisión de operar exige un análisis profundo y minucioso. Cuando el tumor invade el tejido ner- vioso de un único nervio, puede estar indicado resecar el nervio y colocar un injerto nervioso. No obstante, es fundamental tener en cuenta la capacidad específica de regeneración de cada nervio. Siempre conviene sopesar los beneficios posibles comparando el índice de sospecha de que haya un tumor maligno y los riesgos potencia- les de dejar secuelas neurológicas a largo plazo. • Puede resultar dificultoso el acceso quirúrgico a los neurofibromas plexiformes, por lo que suelen recidivar tras la resección, debido a que quedan grupos residuales de células tumorales en las partes blandas profundas. La resección de algunas de estas lesiones puede provocar una hemorragia importante, de modo que se debe planificar la intervención previendo esta posibilidad. • Puede llegar a ser necesario resecar los tumores raquimedulares, a fin de prevenir una tetraplejía o paraplejía progresiva. Operar apenas aparecen los síntomas neurológicos es importante para conseguir el mejor resultado quirúrgico posible. La intervención quirúrgica quizá no garantice la resección completa del tumor, pero puede tener una función paliativa en algunos casos. • La intervención traumatológica está indicada en los casos que presentan escoliosis de pro- gresión rápida o algunos de los defectos óseos graves. Gracias al uso de corsés y yesos, cada vez es menos necesario amputar a los pacientes que presentan pseudoarticulación. Los casos de defectos de los huesos largos obtienen me- jores resultados de la atención continua de un traumatólogo. • En algunos hipertensos que presentan estenosis de la arteria renal, es preciso resecar y corregir la arteria en lugar de efectuar una angioplastia o incluso después de haberla efectuado. Pronóstico Aunque la mayor parte de las personas que padecen NF-1 llevan una vida sana y relativamente larga, la esperanza de vida general puede llegar a verse redu- cida hasta en 15 años. Las principales causas de la mayor morbimortalidad derivada de la enfermedad son la hipertensión, las secuelas de las lesiones ra- quimedulares y los tumores malignos. Neurofibromatosis tipo II (NF-2) La neurofibromatosis central o de tipo 2 (NF-2) es un trastorno genético multisistémico que suele generar schwannomas vestibulares bilaterales, schwannomas raquimedulares, meningiomas, gliomas y cataratas juveniles, pero escasos signos cutáneos, que son más característicos de la NF-1. Aunque son bastante varia- bles tanto la edad en que aparecen las manifestaciones iniciales como la gravedad de los síntomas, la NF-2 está asociada a una morbilidad significativa y a una menor esperanza de vida. Por otra parte, a menudo se dificulta el diagnóstico en la infancia debido a la ausencia de compromiso del sistema nervioso central a esa temprana edad. Fisiopatología La NF-2 es una enfermedad de herencia autosómica dominante, producto de una disminución de la pro- ducción de la proteína denominada merlina, que tiene una supuesta función oncosupresora. Basta con que un solo gen de la NF-2 presente deleción parcial o mutación para que los afectados presenten signos de la enfermedad. El gen de la NF-2 está ubicado en el brazo largo del cromosoma 22; se han identificado muchas mutaciones en este gen, y se supone que la mayoría deriva en la producción de una proteína truncada, que no cumple con su función habitual. El producto genético denominado merlina es un oncosupresor, de modo que la escasa producción de esta proteína predispone a la formación de diversos tumores del sistema nervioso central y periférico. La mitad de los afectados por NF-2 padece la enfermedad como re- sultado de una nueva mutación genética (mutación de novo).
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