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~ Tristan Tzara Villon Robert Creeley Entrevista con Charles T omlinson POEMAS Robert Gamo Bruna Lombardi José Emilio Pacbeco NOTICIAS ENERO - FEBRERO POESlA Poemas de Robert Ganzo No. 22 enero-febrero 1975 Vol. 4 No.4 1 Robert Ganzo Poemas Robert Ganzo nació en Caracas en 1898. Desde muy joven vive en París, donde ha realizado su obra totalmente escrita en francés, una poesía que se propone como el más alto conocimiento al que pueda aspirar el ser humano. 6 José Emilio Pacheco Poemas 9 Tristan Tzara Villon 19 Rodolfo E. Modern Reminiscencia de lo uno Durante la ocupación nazi, Robert Ganzo fue uno de los poetas que más valiente y tenazmente luchó en la Resistencia. A esta lucha pertenece sus Tracts, poemas-manifiestos que circularon clandestinamen. te durante la ocupación y fueron publicados en 1947 con esta adver- tencia del autor: son manifiestos, no son poemas.20 Bruna Lombardi Poemas 23 Robert Creeley Conversacióncon Charles Tomlinson La escultura auriñaciense, La Venus de Lespuge, descubierta porRené de Saint Péner en Lespugue (Alta Garona) suscitó en Ganzo el poema de este título, publicado por primera vez en 1940. Acerca de Lespuges, el poeta y crítico Leon-Gabriel Gros ha escrito: "Nc creo que haya otro ejemplo de poemas que rem ate así en glorificaciói. de la Poesía ... Lespugue tiene todas las posibilidades de durar tanto como dure la lengua que Ganzo emplea. El lirismo de este siglo no había dado, desde El Cementerio Marino, otra obra a la vez tan des- lumbrante por la forma y tan rica por el contenido. Lespugue es el más grande poema de erotismo religioso que se haya escrito en nues- tro tiempo". NOTAS COMENTARIOS 37 Poemas de la dinastía T .aríg Reynaldo Pérez-Só Hasta el presente, la obra poética de Robert Ganzo comprende los siguientes títulos: Orinoco, Lespugue, Río, Dominio, Lenguaje, Tracts, Canciones, Cólera y Resurgencias. REDACCION: Alejandro Oliveros / Eugenio Monteio , ,r di+ada por el POESIA, revista bimestral de poesía y +serte poe rca e I I U CAdo 3052· Valencia, VenezuelaDepartamento de Literatura de a . . - p . robert ganzo robert ganzo Es la hora: anúlate, memoria, Volvamos a esos fondos marinos donde el ensueño abre estuches en los dédalos y el moaré. euando tú nadas de rama en rama tu aliento sube del follaje, y el cielo, en los claros de agua, tiembla en el oro de tu estela. Pulpos del sueño. Tentáculos sembrando relámpagos y flores en mis ojos náufragos. Vislumbres hacia la otra orilla de los crepúsculos. Todo arde en mis ojos: la orilla es clamores y llamas de pájaros. Tú, la extranjera, sin percibir el verde en ceniza de los juncos, Gama de la mejor a la peor palabra confundidas al fin en mis ojos. y toda dislocada -peor o mejor- la tarde expira en lo maravilloso. sonríes, ¿a qué primavera de onda que en su beso te lleva tan lejos de nosotros, de este mundo lleno de un brusco otoño abrasado? Siento deslizarse vuestras sondas, hilos de oro. y salvado por vuestra cárcel voy, de pie en mi razón, con los brazos tendidos entre dos mundos. Pero aquí, sólo alba, silencio, mis ojos que se abren sobre tu seno desnudo, y tú nadando de rama en rama allá, de donde yo he venido. ' 2 3 robert ganzo robert ganzo H e encontrado los secretos de arena, de corales, de algas y de sangre. Mas, quiero ser irreconocible o estar muerto y ya renaciendo, o sostenido por hilos de espacio, a semejanza de una cometa volando en el azul, cuando el instante suscitado me borra en lo profundo del cielo más puro; El húmedo estío de llantos se desgrana en un suelo límpido y movedizo. y el árbol se ha sometido al vien;o de una onda que él apenas roza. o de pronto, en el fuego que danza a mi albedrío entre mis manos, quiero que en mil caminos una llama ilumine un recuerdo. Una tarde muriendo, ya sin fuerzas voltea azules relojes de arena ' para las penas no olvidadas bajo la memoria de la corteza. Pero entonces, a los duros oídos de las noches, cuenta y llora, Espíritu negro, cómo he debido, para este saber, otras maravillas dejar en otras partes. Pero, ¿qué habrá tras semejante cerca? Nada próximo a nosotros, a no ser el largo temblor enmudecido de un alma apresada en esta fronda. 4 5 Poemas de josé emilio pacheco ¡osé emilio pacheco (Escenas del invierno en Canadá) 11 M iro caer la nieve Estoy en medio de la nieve que cae iluminada por una luz del otro mundo 111 Hablemos nuevamente de la nieve, digamos: su virtud cardinal es el silencio. Sabe caer con absoluta suavidad en la noche y al despertar la vemos adueñada de la tierra y los árboles La nieve existe porque su descenso deja su huella en mí me va cubriendo con su seda apagada • Entre el aire de nieve me encamino hacia la noche de Toronto inmensa llanura lividez deshabitada ¿A dónde irá esta nieve que hoy te rodea? Esta nieve que misteriosamente circunda la casa y la ciudad volverá al aire será agua, viento y luego otra vez nieve Tú no tienes sus virtudes mutantes y te irás morirás serás tierra serás polvo en que viene a apagarse la nieve Abro otra puerta No hay misterio Entiendo que el mundo comenzó por ser de nieve En lo alto de la nieve las estrellas se dirían de nieve iluminada y próxima a caer Apocalipsis silencioso y voraz como la nieve 6 ¡osé emilio pacheco villon Tristan Tzara IV La atormentada vida de Villon, a menudo flanqueaba por dra- mas y riesgos, sucesivamente jalonada por arrepentimientos y caídas, dada a una burla y mistificación en las cuales la hondura del pensa- miento roza la ligereza y el desafío, debe el destello de su trazo y de su misterio al hecho de haber sido agrandada por la necesidad del poeta de expresarse a lo largo de ella, no con ayuda de un co- mentario, sino con la voz misma de esa interna ternura, rescoldo cons- tante de calor, la cual, al tomamos por testigos, nos hace solidarios de su fracaso. Resulta tan fuerte e insinuante el valor persuasivo de la poesía de Villon, que parece como si tocase un estado de con- ciencia al desnudo, en tanto que la misma desnudez de su voz tiene huellas de un dolor que sobrepasa los hechos temporales donde se sitúa. A través del particularismo individual de su poesía alcanza Vi- llon lo universal. A veces éste aparece determinado de tal forma que se nos escapan los detalles; sin embargo, su semejanza resulta tan bien fundada que, aun incomprensibles, se destacan en la visión co- herente, si no imaginaria, de un mundo firmemente constituido. N umeroso es tu brillo sobre la nieve sol afilado que remotamente vienes a interrumpir tanta grisura con un número fuera de programa Dices como una araña: -Estoy aquí aún tengo fuerzas para conjurar las edades de hielo que se ciernen contra mi diminuto protectorado Existe un mundo de Villon, un mundo que ha delineado sus con- tornos a través de la poesía de Villon y que se nos impone hasta confundírsenos con la imagen que nos hacemos de ese siglo XV, a la vez ruidoso y guasón, ilustrado y pleitista, libertino y burgués. No obstante, el mérito de su poesía no radica en la creación descriptiva de ese mundo, sino en la puntualización de una realidad propiamente poética, sobrepasando así las contingencias formales y anecdóticas del medio ambiente. Otros viejos planetas se congelaron o los dejaste caer en llamas como un fallido borrador del que no quieres ni acordarte Hoy subrayas que somos tu propiedad y repartes en torno de tu luz la feroz advertencia .. de este mVlerno De tanto inquirir sobre lo que la poesía es, se tiende a perder de vista su objeto peculiar, el de no ser significante sino en la me- dida en que es excepcional, único e irremplazable en la escala de va- lores espirituales. Quiero decir que su eficacia se halla contenida en la expresión de su calidad vivida, aunque su poder de comunicación no esté rigurosamente conforme con la intención del poeta. Lo impor- tante es que ella responde a una serie de justificaciones latentes en el ánimo del lector, quien, a su vez, se encarga de hacer asumir una interpretación valedera en el seno de cadaproposición. No hay por qué preguntarse la significación exacta de la poesía de Villon en tal o cual época, pues si bien el centro de nuestra atención hoy se ha 8. 9 desplazado, su poesía contiene suficiente vigor para conmovemos forzándonos a seguida en cualquiera de sus múltiples derivaciones. Lo que a toda obra poética confiere el encanto sonoro del eco remoto que despierta se halla, en cierto modo, encubierto por la uni- dad de tono, el feliz encuentro de la experiencia vivida y de su justa tradición dentro de un lenguaje que infringe su valor conceptual. Un lenguaje popio de la poesía existe, pero cada poeta debe estar en posibilidad de reinventarlo, de adaptado según su conveniencia. Lo que entonces se plantea es saber si, una vez reducidos los factores propios de su trama, puede manifestarse un residuo común en la base de la poesía, como un sentimiento propio de la naturaleza huma- mana, una función latente de su espíritu. ¿En qué medida esta fun- ción, unida al acto de pensar, actúa sobre el hombre? ¿Podrá eri- girse, separada del conjunto de las actividades mentales, en un modo de conocimiento? En Villon, la sencillez con que espera dar un resultado comu- nicable a hechos reales torna más sensible las súbitas elevaciones de tono, en las cuales sentimos circular ese aliento lírico que escapa a la descripción. Hay en su poesía una dirección intencional de su pensamiento hacia una meta que se traza: la de convencer al lector, la de conquistar su adhesión a ideas y sentimientos, y otra parte que de ello se desprende en estado naciente, digámoslo así, cuyo real centro de gravedad recae sobre una facultad más secreta del espí- ritu, manifestada por una actividad no sometida al control de la conciencia. Será notable, después de Villon, el intento de definir más explí- citamente el género poético. Pero la especialización en este campo, al establecer el régimen de tabúes poéticos, así como el de sus atri- butos formales y sentimentales, al mismo tiempo vuelve más arduo el reconocimiento de la parte de poesía residual. ¿Se trataba de un esfuerzo de los poetas por alcanzar lo esencial de la poesía? Lo cierto es que por pretender cultivar la poesía separándola de lo prosaico, articulándola en un sistema estrecho, se ha llegado a ocultar el poder de la emoción real de natuarleza poética bajo un fárrago de fórmulas académicas. Contados poetas, a través de los tiempos, han sabido re- ducida a sus justas proporciones. Cabe afirmar que la voluntad prác- tica de producir obras poéticas mata la poesía. En tal situación, ésta resultaría sólo un exceso, un resto, una calidad añadida a la voluntaria determinación del poeta. La poesía de Villon participa de un estado de espíritu ingenuo cuya frescura de sentimiento no aparece empañada todavía por las 11 especulaciones intelectuales que no tardarán en introducirse. Estas, tributarias de la toma de conciencia de la razón discursiva y paralelas al avance científico, delatan a la era moderna. igualmente moderna en poesía, aquélla que al reaccionar contra el amor romántico, ya convencional, de los trovadores, y contra el for- malismo religioso sin contacto con la realidad de su tiempo, anuncia el otoño de la Edad Media. Por esta postura realista, y partiendo de h~chos de su propia vida para alcanzar una visión personal del mundo, Villon dota a la crítica poética de un nuevo criterio. En adelante la autenticidad de la poesía será una calidad que reside en un acuerdo valedero y orgánico entre el hecho aprehendido y su expresada trans- posición. La poesía será verdadera si el sentimiento que la anima ha sido vivido íntimamente, y no si ha resultado de alguna fórmula impuesta. Es necesario, en fin, que el poeta la haya experimentado de un modo bastante intenso para que su expresión poética le sea naturalmente adecuada. Hay que convenir que en nuestros tiempos, sobre todo desp~és de Verlaine, la poesía reencuentra en Villon un parentesco que dif.í- cilmente pueden ofrecerle las épocas intermedias. Tal correspondencia en gran parte se debe a la creciente preocupación de los poetas por situar a nivel puramente humano los móviles esenciales de un mundo más próximo a la naturaleza del hombre que ese otro, hostil, desar.ro- llado para su perjuicio. A través de su sensibilidad el poeta, zahendo por la dureza de un presente caótico e injusto, que está cada vez menos adaptado a los deseos y requerimientos del hombre, ha bus- cado en la nostalgia del pasado la imagen proyectada hacia el futuro de un mundo paradisia1 para siempre perdido. Nada hay en ello de fortuito. La evolución de la poesía a partir de ese movimiento revo- lucionario que fue el Romanticismo --contrapartida, a su vez, de la Revolución Francesa y del ideario de los Enciclopedistas-, debía conducir al poeta a reaccionar, gracias a la posición singular que ocu- paba en la sociedad, en contra de ella, valiéndose de la única arma a su alcance: su afectividad. El rechazo a adherirse a las premisas de la sociedad era generado por sus pésimas condiciones. ¿No habían alcanzado estas últimas proporciones tales que los mismos principios de la sociedad yacían enterrados bajo el peso de la injusticia? La poesía de Villon no es sólo una poesía de circunstancia, es, sobre todo, una poesía de la circunstancia. Al decantar la realidad ~el mundo circundante para extraerle el material de la imagen poé- tica, el P?eta modern~ otorga al hecho vivido un sentido que, por sede particular, no deja de estar centrado sobre el primer contacto que tuvo con él. Si la imagen poética, tal como hoy la concebimos, se debe sobre todo al equilibrio más o menos sutil de dos elementos tomados de esferas distintas entre sí,' equilibrio que tiene por fin la constitución de una unidad nueva, superior a la entidad de cada uno de sus elementos contrapuestos, y destinada a formar un cuerpo con la totalidad del poema, en Villon la imagen se confunde con la me- táfora del lenguaje concretizado bajo forma de proverbio o locución. Puede también más cómodamente fundirse en el cuerpo del poema. La función metafórica del lenguaje se hallará de alguna forma en el origen de la imagen poética. Más, siendo la facultad de invención en el dominio del habla una actividad humana que encontramos asociada al mecanismo del pensamiento, ¿no habrá que deducir, a partir de este dato, que la función poética está íntimamente ligada al proceso de elaboración del pensamiento? En el plano ideológico ese resentimiento social se tradujo en re- chazo de todas las formas del pensamiento burgués, consideradas co- mo una emanación -y uno de sus sustentos, también- de la casta en el poder; en el plano poético aparejó la evasión ante 10 real y la reintroducción masiva de 10 fantástico, de lo maravilloso y del sueño en la creación artística. Puede decirse que nuestra época, que comen- zó con el Romanticismo, si adversó violentamente la época clásica precedente, ha encontrado en la Edad Media un eco valedero, así como se ha acercado, por encima de la poesía y el arte grecolatinos, a épocas bíblicas y proto-históricas, a fin de orientar sus tendencias estéticas hacia un ahondamiento estilizado de 10 real perceptible. Antes que expresar un sentimiento de la naturaleza exterior al hombre, de la cual se perciba como reflejo, Villon procuró definir la naturaleza humana en sus variadas sensaciones, tal como han sido selladas en el cuerpo del lenguaje para servir a las relaciones entre los hombres. Como se ha observado, Villon carece de la facultad de ma- ravillarse ante la naturaleza. No experimenta la necesidad de contem- plada, necesidad que hallamos, más o menos desleída, en la mayoría de los poetas de su época. ¿No convendría ver en ello uno de los De este modo la poesía moderna halla uno de los elementos de su mecanismo funcional en la poesía de Villon. Así como Baudelaire, en quien nos complace ver el iniciador de la poesía moderna por el re- conocimiento del mundo real, encarna en su sinceridad una reacción contra el Romanticismo, Villon se sitúa en el inicio de una corriente12 13 --_•...•----_.- síntomas de su estricta sinceridad? El sentimiento que lo embarga alahondar en la condición humana sólo es valedero cuando aparece si-tuado ante la única instancia reconocida, la del propio Villon. Tal ahondamiento, que al parecer excluye cualquier otra ternura ante el mundo objetivo, ¿no implica, acaso, que la suma de preocupaciones relativas a su vida conciernen por ello mismo al mundo, tal como se refleja en su conciencia? Fue un poeta maldito, en verdad, al modo de Verlaine, Bau- delaire, Rimbaud, Lautréamont ,sus pares en el sufrimiento, la rebeldía y la miseria. Fue su precursor en ese dominio donde la condición so- cial hace que el poeta, al margen de ésta, se alce en soledad orgullosa y permanente desafío. Una actitud de las que exigen, por la disminu- ción voluntaria en el campo del sufrimiento, la correspondiente ele- vación en el imaginativo, este último campo dotado de virtudes exal- tantes y particularmente apto para fomentar leyendas. En el caso de Villon convendría, guardando la parte del mito, revisar la imagen en- teramente simplista que han creado algunos de sus comentadores. ¿Qué resabio moralista los lleva a excusar al "mal muchacho" que Villon fue, y ello como condescendencia, en nombre de la obra que nos de- jara? Es necesario ver en la discriminación entre la labor def poeta y su vida una concepción superada, pero tenaz, según la cual la poesía sería apenas una forma de trabajo subordinada a un oficio. La vida de Villón está imbricada a tal punto en su obra que no sólo es im- posible concebir la una sin la otra, sino que, interdependientes, escla- reciéndose recíprocamente, aparecen a la distancia como dos fases in- separables de una sola realidad. Se constata en la obra de Villon el carácter específicamente mo- derno que es el drama de la adolescencia, el de la dificultad para adap- tarse a las condiciones de la sociedad. ¿En qué momento, y gracias a cuál fenómeno nace la inclinación del adolescente hacia la vida ima- ginativa? Se trata del problema de las determinaciones instintivas, que no ha recibido respuesta satisfactoria hasta nuestros días. Debe- mos suponer que al madurar en él un impulso violento, aunque difuso, de objetivo indeterminado, el adolescente vacila en comprometerse con una de las vías que se le abren en la cual la magia de la aventura hace el papel de un llamado liberador. Si a primera vista parece como si el delirante, el niño, el criminal y el poeta presentan característi- cas comunes, ya sobre el plano de la imaginación, ya sobre el de la acción, el ensayo con que intenta resolver su inadaptación síquica tro- 15 pieza con diversas dificultades. Para unos la solución consiste en crear un mundo a su imagen, lo que a menudo los lleva a organizarse en grupos. ¿Fue acaso una operación de esta índole, luego de una con- tenida rebeldía que, al dejar al descubierto su sensibilidad descar- nada, herida demasiado pronto, susceptible y vulnerable, actuó sobre Villon como un mazazo, sin que la escogencia entre acción e imagi- nación se le planteara en forma precisa? El caso es que pronto apa- recerán una y otra estrechamente ligadas, complementándose, entre- mezclando sus causas y sus efectos hasta convertirse implícitamente en reglas de conducta y razones de vida. sino la que implicaba total ruptura con los de tentadores del poder? Ya en su obra se hace sentir una burguesía tramposa y aborrecible. Si los románticos pusieron al descubierto el carácter deleznable de esa burguesía, Villon no deja de manifestar igual horror. Frente a ella, el populacho, destinatario de todas sus simpatías, estaba lejos no sólo d.e, saber defe~derse, sino incluso de conocer la naturaleza de la opre- sion que sufría. La lucha se situaba entonces a nivel de la persona humana y de las responsabilidades individuales. Apenas comenzaban las leyes a delimitar su radio de acción en base a las categorías defi- nibles de sujetos. Villon insurge contra la malevolencia de los hombres rechaza el sistema del cual ellos sólo son instrumentos. Pero estos llamados a una v.ida ~~jo~ ,sobre l~ tierra tienen por telón de fondo a la muerte que S111 distinción derriba a grandes y pequeños. Aparecen recorridos por acentos desgarradores. La cínica y mordiente ligereza de los sarcas- ~os .que desplie~a confiere una dignidad a sus llamados que en nada disminuye la acidez de su lenguaje. Más tarde seguiremos los trazos del tono coloquial de la poesía de Villon a lo largo de la historia po.ética. Su resonancia repercute en las obras de Verlaine y Apolli- naire. Brota con un sentido fraterno y confidencial de palabra tenue y grave, otras veces gracioso, el cual, a pesar de su alejamiento, o tal vez a causa de éste, llega hasta nosotros. El conocimiento del hombre, del hombre que vive en lucha con 10 real sensible de sus límites y de su entendimiento, señalan el fin de la gratuidad en poesía. ~l h~cho real no sólo est~ inc~rporado al espíritu del poeta sino que el mismo se vuelve materra poenca. En dramática unidad confunde el sentido y el signo, el punto de partida y la senda recorrida. De esta for~a se .crea un objeto nuevo; una nueva realidad emergida de la realidad circundante halla lugar entre los objetos de sensación. Como toda época de inflación, los desórdenes ocurridos con mo- tivo de la inflación inglesa ofrecen a los jóvenes estudiantes del siglo XV múltiples ocasiones de dar libre curso a su turbulencia. Se com- prende que Villon, al procurar una salida a su temperamento, en oposición a las fuerzas del orden representadas por sus allegados, haya encontrado en la compañía disoluta pero pintoresca de aquellos es- tudiantes, un eco al sueño de aventura que le servía como visión del mundo. Así, por afinidad de intereses, y sobre la base de una volun- tad común de rebelarse contra el medio, nacen los círculos cerrados, los clanes. Las leyes, jergas, iniciaciones, los grados jerárquicos de es- tos agrupamiento s muestran sus similitudes con la sociedades secre- tas de los pueblos primitivos. Citaré como ejemplo la casta ambu- lante de iniciados, los Areoi de las Islas Marquesas, constituida por lo que hoy llamaríamos actores, baladistas y poetas. Su consagración de orden religioso les permitía todas las licencias, incluso la de ma- tar. Las fuerzas conjugadas de atracción y repulsión que ejercían sobre la población revestían el carácter de un terror sagrado. Ese doble movimiento de terror y admiración populares debió jugar paralelamente, aunque en menor grado estre los Coquillard (1) I cuya historia ha indagado Marcel Schwob con el acierto que conocemos. La organi- zación de estos últimos, aunque desprovista de atributos religiosos (lo religioso y 10 social, entre los primitivos, constituyen la expresión de un mismo apremio), ¿no procede de un mecanismo similar al de la formación de los clanes? Rateros y estafadores, mas también le- trados y poetas, portadores de secretos de la ciencia, iniciados en ri- tos misteriosos, si los Coquillard aparecían ante la población como seres peligrosos, rodeados de leyenda, para algunos de sus afiliados, como Villon, ese grupo correspondía a sus aspiraciones de total li- beración. .<= cada poeta la poesía es puesta en tela de juicio. Si cambia su apariencia al transformarse, acaso no deje de proseguir por nuevas sendas la exploración de temas permanentes. Considerada en la raíz de sus. atrib.utos y de su esencia, se llega a pensar que era necesario destruir la Idea que de ella nos hacíamos para verla renacer de sus ce~as. Pero el destino de la poesía, a través de contradicciones y tropiezos que son también los de la historia, será el de conducir la e~perienc~a v~vida hacia el conocimiento objetivo. El poeta no sólo VIve la hi~torIa, en p~rte la de.termina. La existencia misma, para él, e~ un fenomeno poético, a la inversa de aquéllos para quienes escri- bir poemas constituye una profesión. Son muchos los que al tomar parte por una de estas posiciones se pronuncian en contra de la otra. En el ámbito estrictamente individual en que suconciencia bus- caba apoyo, ¿qué otra senda habría tentado la sensibilidad de Villon 16 17 Mas cuando la canalización de tendencias, tanto hacia la invención expresada como hacia la acción sensible, ocurre de modo inexorable, la poesía, a la luz de esa conjunción, reviste su significación r rofun- da. Y en virtud de esta significación la poesía escrita apenas consti- tuye un hito, un pasaje, un limitado indicio sobre el campo inmen- so que abarca la vida del poeta. Nunca una coincidencia entre las dis- tintas formas de operación mental y afectiva referentes a la vida y a la imaginación se dio más naturalmente que en Villon. La poesía es una superación y una afirmación; superación del lenguaje, del he- cho; afirmación objetiva que actúa sobre el mundo como factor de transformación y enriquecimiento. En esa mezcolanza de valores de acción recíproca que es la vida artística, la gestión del espíritu parece agrandar la vida misma, y por tanto, en la medida que en ello parti- cipa, da testimonio de la manera más fidedigna. reminiscencia de lo uno ( 1) Coquillard: grupo de mendigos medievales. rodoIfo e. modern NO tan curiosamente van adhiriéndose a los labios, como engañosa miel, algunos términos. Así, en los espacios de la boca, y entre una ambiciosa lengua, ruedan y se deslizan hacia las profundidades, esferas de la nada o el vacío, las certidumbres de alguna eternidad, amores y centurias infinitas, el alma o las sustituciones que le corresponden. El cielo tambalea desde sus columnas un aire articulado con trabajo vomita convicciones que el barro sepulta con arbitrariedad. Los bosques crecen rodeados de caminos circulares y un puño de luz puede brillar apenas. ' Pero los puentes a Bizancio se han hundido y el paso es bien difícil para un traslado ' corto. Pájaros asimismo confundidos emiten. , 'gntos asperos a través de rutas similares que apuntan al centro cabal del extravío. 18 19 dos poemas de bruna lombardi Bruna Lombardi nació en Río de Janeiro, en 1952, pasó la infan- cia en Roma y se encuentra residenciada en San Pablo desde el año 1963. Escribe cuentos, crónicas, poesías y actualmente desarrolla una novela. Muchos de sus trabajos han sido publicados por diarios y re- vistas de Brasil, México, Venezuela (Imagen) Guatemala, Perú, Co- lombia, España y Estados Unidos. Sus poemas nos devuelven la fe en la persistencia de la magia y nos exponen el estigma de los gestos. Su verso libre no es esa prosa dispuesta en renglones que abruman nuestros días: es algo orgánico, con música interior. En su voz la realidad vital se ensancha en trascendencia emocional, todo ello en lenguaje de imágenes, de verdadera artista. Bruna, con su honda e intensa poesía existencial, desnuda de artificios, impetuosa y frenada a la vez, surge como una de las más sorprendentes revelaciones de la novísima poesía brasileña. A. F. S. 20 bruna lombardi amalgama I-Iombre de tierra, de arcilla y de harina de raíces en el suelo y muchas fuentes, el mismo sol que te satura mora en mis entrañas el mismo hilo que te liga a la tierra también me prende. La misma carne, la tuya, es flaca en mí en mí que ya soy hecha de tus ansias, de tus nieblas, de tu sudor y de tu conflicto. El mismo olor de tus partes en mis manos resiste el viento de polvo. Las estaciones y el aislamiento. Ya no soy tuya, es cierto. Quizás nunca lo fuera, quizás hubiera sido, quizás un día sea. Quizás te habite en sueños recónditos quizás ni te des cuenta. Quizás ya ni percibas. Quizás no sepas todavía. El sortilegio es tan vasto. Tan infinitas las señales de tus pies en mi pasado, de tus manos por mi cuerpo. Hombre de pedazos. De surcos hechos en la piedra. Quizás yo sea el río que corre por encima de tí. Mis aguas te corroen y te convierten en sedimentos. Traigo tus guijas en mi lecho tus partes me dan forma. Tu barro me enturbia. Hombre de alas. Compañero, mi contacto es a través de tus sentidos. Mi noche tiene tu complicidad. Tu serpiente posee mi veneno. La misma sangre. Es inútil que te alejes. 21 bruna lombardi robert creeley conversando con charles tomlinson después Para realizar esta entrevista Tomlinson fue a la casa de Creeley en Placitas, Nuevo México, a fines de la primavera de 1963. La noche terminó. Tú y yo, nosotros, estuvimos juntos derrocando sombras, llenando la casa de voces y los vasos de coñac. Arrollando en los tapices extraños recuerdos, llenos de veludo, de casas demolidas, de polvo, de líquenes, de orín. Tú y yo muchas páginas atrás teníamos otro colorido otro peso, otra respiración. Había silbos de trenes cortando túneles y pasajes polvorientos de vacas. Había hoteles suburbanos y sábanas oliendo a humedad y a lilas. Tomlinson: -Supongo que lo que vamos a hablar va a estar motivado, en cierto modo, por la antología de Donald Hall Contemporary Ameri- can Poetry (Poesía Americana Contemporánea) publicada el año pa- sado, donde se intenta demostrar a los lectores de habla inglesa la extremada influencia de W. Carlos Williams (el williamsismo) sobre una gran parte de la nueva poesía norteamericana; y también por el hecho de que al fin estamos en las vísperas de la publicación de W. C. Williams en Inglaterra. Sin duda pues tenemos razones para tra- tar el tema de Williams, pero preferiría empezar contigo, Robert. Recientemente leía una entrevista de Donald Davie en donde decía que tu poesía y los textos en prosa de Charles Olson demostraban que el arte moderno estaba como tomando "un nuevo plazo de vida insospechada". Para un inglés, por supuesto, no es fácil admitir que Olson escribe prosa tanto como poesía. Sin embargo, el supuesto im- plícito más importante en lo que Davie decía parece ser algo así, co- mo que se sentía que de algún modo el movimiento moderno intro- ducido por Eliot, Pound, Schoenberg, Webern, los cubistas, etc., se había roto, se había venido abajo. Ahora tú, como artista americano que eres, ¿sientes esa ruptura en la continuidad del arte moderno, es- pecialmente en el campo de la poesía? Tú y yo estuvimos juntos evocando fantasmas cavernas, gradas, vacíos, cicatrices, adormideras, muros, se- ñales, dulzuras, estaciones, mientras el aire nos velaba con la impaciencia del tiempo. Juntos repartiendo cosas fermentadas, despojos de naufragios en la historia de un puerto. Juntos oyendo la pulsación de las venas de la pared por donde corre una sangre silenciosa, las paredes cubiertas de papel y manchas y hendiduras y se- ñales de manos y señales de goteras. Juntos trenzando un hilo interminable . espantando los espíritus de la noche que van enloqueciendo las cosas. Espantando los espíritus como se espantan moscas. Creeley: -No, no mucho realmente. Lo que creo que pasó, al menos en el contexto de los Estados Unidos, es que la poesía dominante de los años veintes y treintas, dominante publicitariamente quiero decir -poesía como la de Ranson, Tate y Bishop, y la de los más jóvenes como Jarrell- tendía a bloquear, no a sofocar pero sí a ocultar, la verdadera tradición que operaba en la poesía de Zukofsky, Rezni- koff y George Oppen. Allí, pienso, estaba la continuidad que en efec- to no sufrió ningún corte sino que se prolongó hacia adelante. Por otra parte, también supongo que las vidas personales de los poetas en la línea que nos interesa, les hacía imposible mantener todo el 22 23 tiempo una posición aparentemente clara. Entre esos, de hecho Pound estaba viviendo en el extranjero, H. D. también estaba en Europa y W. C. Williams llevaba una vida que podría definirse primordial- mente como la vida de un médico. Zukofsky, por su parte, es muy apartado y está muy lejano de ser el tipo de persona que disfruta exhibiéndose públicamente. Creo también que, en parte, después de haberse desvanecido la literatura de tipo social de los estruendosos años veinte, la gente presumió que la verdadera línea iniciada en el mismo período se había, igualmente, acabado. En realidad nosotros sa- bemos que siempre hubo gente escribiendo durante este período; tene- mos alIado de Williams y Zukofsky, a H. D. y losmás jóvenes, descon- tentos con la escuela Ransom y Tate, que se les acercaban. Todos ellos eran abiertamente accesibles. Tomlinson: -¿Se podría decir entonces que fue Pound el primer enlace de continuidad que sintió tu generación? Creeley: -Así lo creo. Su gran virtud, al menos para los jóvenes de este país, fue ante todo el damos un sentido de responsabilidad con res- pecto a "lo escrito", ya como escritores o lectores. Nos dio un cuerpo de actitudes suscinto, claro e inconfundible para leer poesía. Yo no creo que ningún otro crítico nos haya dado algo tan inmediatamen- te útil. Tomlinson: -¿Es allí donde Pound les vacunó contra la Nueva Crítica? Creeley: -Sí. En otras palabras, él nos previno contra la torpeza y con- fusión que puede resultar del uso demasiado consciente del simbo- lismo. Recuerdo que recientemente (creo que fue Bridson ), en una entrevista radial con Pound hacía referencia a unos frescos italianos, y el comentario de Pound era: "no, no, eso es simbolismo. Yo no es- toy interesado en eso". En otras palabras, aunque para Bridson este era un paralelo imposible, Pound siempre ha intentado hacer una cla- ra demarcación entre un símbolo que de hecho agota sus referencias, en contraste con un signo o marca que está constantemente reno- vando sus referencias. Tomlinson: -Lo que tú dices de Pound me parece que también se acerca bastante a tu propia poesía. Recuerdo una vez que el Times Literary 24 Supplement mencionó tu poema '1 know aman' (Conozco a un hom- bre) en donde el nombre John aparece, y alguien exclama: "Por el amor de Dios". Bueno, para el T. L. S., tanto John como Cristo estaban colocados en un profundo nivel simbólico. Esta es exacta- mente la clase de cosas que los ingleses tienden a hacer cuando leen a \1Villiams,cuando leen a Pound, cuando te leen a tí: no pueden con- tentarse con lo que tú les presentas, de alguna manera tratan de exca- var en búsqueda de algo que ellos creen que debe estar allí, y si ese "algo" no está allí se sienten muy frustrados. Creeley: -Bueno, de nuevo yo supongo que eso parcialmente se debe al hecho de que las dos culturas están realmente separadas por sus respectivos mundos espirituales. Quiero decir, que cuando uno vive en Estados Unidos, aún tan recientemente como en los años de mi niñez, las características de ese medio usualmente exigen un recono- cimiento inmediato de los hechos y datos substanciales del ambiente. Yo creo que esto es lo que Williams quizo decir con "No ideas sino en las cosas" ("no ideas but in things"). Es esa característica vernácu- la que tanto se ha asociado con el llamado pragmatismo americano. Tomlinson: -En eso es donde Williams regresa hacia lo nuestro, cuando interpreta los determinantes del ambiente tal y como New Jersey se los presenta. ¿Crees que esto lo convierte en un poeta local? La ac- titud de los ingleses parece decir que Williams no es para la ex- portación. Creeley: -Bien, yo sé por ejemplo de tu interés en Machado, y tam- bién pienso en Chaucer y muchas otras figuras mayores de cualquier nacionalidad que dependen, digamos, de lo particular de la referen- cia local para la substancia de sus detalles. Esto se ha dicho una y otra vez y yo no creo que el énfasis que Williams pone sobre un conjunto de detalles locales lo ha limitado más que a Chaucer o Ma- chado. Soy tan sentimental como para creer también que uno parte de lo inmediato y particular -allí es donde lo universal se encarna (si se encarna en alguna parte). Tomlinson: -Siempre he creído que respecto a Williams uno debiera ante todo considerar 'el nivel de discurso'. Hugh Kenner tiene una mara- villosa descripción de él donde dice que Williams presenta en su 25 verso "la contínua fascinación de observar una palabra suceder a la otra como las secciones de una progresiva abertura telescópica, así como si no hubiera nada más misterioso que el discurso natural; y simultáneamente observar una secuencia completa de palabras arquear- se en el espacio y desvanerse en un solo eco, de un modo tal que no se da en el lenguaje natural. Estoy seguro que si uno "toca" a Williams en este nivel, se puede aceptar su localismo. Creeley: -Yo creo (en referencia a lo que dice Kenner)) que el mis- mo Williams nos ha dado una definición suscinta de lo que él inten- ta hacer: cuando él dice por ejemplo que el poeta "piensa" con su poema y que esto es en sí mismo su profundidad. En otras palabras un poema puede ser el ejemplo de toda la complejidad de un modo de pensar. Williams nos hace conscientes de todos los conflictos que envuelven el acto de pensar. Así en un poema de Williams uno puede encontrarse con una aparente yuxtaposición de sentimientos que de- jarían de ser comprensibles si no se tomasen literalmente, como el contexto mismo donde se revela la mente que cambia hacia di- versos puntos de contacto en el mismo acto de escribir. No hay uni- dad de punto de vista en el sentido clásico del término. Esto es algo, yo creo, que a Williams nunca le interesó. El era consciente de que nuestra mente cambia cada vez que vemos algo, y, ¿qué es lo que él dice? -"Un nuevo mundo no es sino una mente nueva". De este modo, el contexto revela continuamente 10 que sentimos y 10 que somos. Tomlinson: -Tú has mencionado a Zukofsky, quien es todavía más desco- nocido en Inglaterra que el mismo Williams. Al menos uno ve a Williams en antologías, mientras que a Zukofsky aparte de en Active Anthology (Antología Activa) de Pound, publicada ya hace mucho tiempo, y la reciente publicación de Ian Finlay, Sixteen Once Publisbed, no ha tenido ninguna otra oportunidad. ¿Crees tú que Zukofsky ten- ga algo que enseñar a los escritores contemporáneos que no esté ya en Williams? Creeley: -Bueno, volvamos a 10 que antes hablábamos, al "sentido de continuidad". Resulta interesante la edición del largo poema de Zukofs- ky A (que por cierto yo creo es todavía más largo que los doce vo- lúmenes comprendidos en la edición). Es un proceso. Es un poema con- tínuo muy parecido en su naturaleza y propósito a los Cantos de 26 Pound. La composicion del poema se extiende al menos desde los años 20 a los 50. Es como un libro de notas de cada día, o un diario que intenta reflejar la realidad en la vida de un hombre. Zukofsky siente que uno escribe el mismo poema toda la vida y que por ejem- plo carece de sentido el decir cosas como "Oye, tú sabes, yo escribí un gran poema en el año 56 y ahora en el 63 he escrito uno muy malo". No se puede hacer tal distinción en la obra de un hombre. Tomlinson: -¿Pero se podría decir que este estilo difiere mucho del Paterson de Williams? Creeley: -Sí. Yo siempre he experimentado una reaccion equivocada ha- cia esa obra en particular. Algunas secciones de ese poema son fabu- losas, sin embargo yo siempre he sentido que el calificado comenta- rio de Charles Olson es relevante en este caso; el que aparece en Ma- yan letters donde Olson dice que Williams parecía no saber lo que era el todo de un complejo urbano. Realmente cuando Williams cre- ció, Rutherford era todavía un pueblo pequeño. Siendo ya médico pre- senció el cambio del pueblo. Pero yo no creo que él estaba apropia- damente equipado para 'reconocer' a la ciudad en que se estaba con- virtiendo el pueblo de Rutherford, y ciertamente en Paterson la ciu- dad aparece aún más complicada de lo que es, ejemplo de una fea ciudad industrial que es sin embargo muy substancial. Williams siem- pre sintió que no entendía ni una palabra de lo que Zukofsky escribía. En pocas palabras lo que Zukofsky ha logrado es hacer finísimas y difíciles distinciones entre el oído y la inteligencia, aprehender los matices tanto del oído como de la inteligencia en un alto grado de perfección. Y por supuesto es muy difícil comprender a un hombre que sigue de cerca el flujo de sus pensamientos. y es aún más difícil comprenderlo si además está usando todas las técnicas que él mismo ha desarrollado o heredado para el tratamiento particular de las pa- labras como sonidos. Yo creo que Zukofsky es un artista muy cons-ciente de su arte. En este sentido no creo que exista en los Estados Unidos, con las posibles excepciones de Robert Duncan y Olson, nadie que le iguale. Si lees sus traducciones de Catulo en las cuales trata de transponer o 'transliterar', o cualquiera que sea el término preciso, la textura del sonido latino a la lengua americana, verás un extraer- dinario "tour de Force". Yo realmente creo que todo eso que Pound estaba haciendo -la preeminencia de las vocales en la creación del tono, la cuestión de la medida, el "efecto total" en téminos de so- 27 nido e impresión visual de una pieza poética- todos est~s ~spectos fueron tremendamente trabajados por Zukofsky, como por rungun otro. Tomlinson: -Tengo la impresión que para captar la cohesión musical de lo mejor de Zukofsky uno tiene simplemente que remontarse a los escritores isabelinos, a alguien como Campion. Ya que hemos habla- do de Pound Williams y Zukofsky, hay otra figura sobre la cual yo quisiera preguntarte, -¿Crees que nada haya quedado de Cummings? Creeley: . .. , . -No, porque la batalla de Cummings con la disposición tlp?~ gráfica del poema ha perdido vigencia. Una vez que la gente admitió que la tipografía podía ser variable y que esto podía ayudar al efecto poético, su valor particular se pe~~ió -igual que la l~cha por el su- fragio después que les fue permitido votar a las mujeres (personal- mente me cuesta mucho identificarme con la gente que peleó por el sufragio porque, quiero decirte, ahora 10 tenemos, entonces para qué hablar de eso ... ). Tomlinson: -Presumiblemente con Cummings el poema va perdiendo ener- gía en una especie de frenetismo futurista. Creeley: -Así lo creo. Me gustan mucho algunos de sus primeros poemas, tanto los sonetos como aquellos que son pretendida mente ingenuos. En ellos uno encuentra un bello argot, pero me parece que él siempre ha estado limitado porque es como un estudiante, con lo que quiero decir que su pensamiento, curiosamente, no. ha ido ~ás all~ de~ ~vel de ingeniosidad de un estudiante de los prrmeros anos unrversitanos. Tomlinson: -Sí, cuando él quiere convencerlo a uno cae algunas veces en un "vibrato" peligroso. Pero tú piensas que 10 que hasta ahora has dicho se ajusta a la clase de cosas que Cummings hizo en prosa, ¿en Eimi por ejemplo? Creeley: -Bueno, se podría añadir una nota a pie de página sobre Cum- mings. Quizás uno no puede desentenderse de él tan fácilme?te como yo lo he hecho. Yo ciertamente creo que su prosa es muy interesan- 28 te. El Enourmous Room es un clásico en su tipo y Eimi, convengo es un verdadero libro. Y al respecto, me parece interesante la estimación que Pound hacía de Cummings cuando 10 comparaba con un escritor como Catulo. Aunque, francamente, yo nunca lo sentí así, esto, pien- so, más bien refleja esa curiosa ambivalencia de Pound frente al amor que creo es la única cosa que pueda generalizarse acerca de su obra: La intensidad o substancia del amor. Tomlinson: -Lo que nuestro tiempo necesita es un Catulo, ¿entonces Pound amorosamente busca un suplente? Creeley: -Sí, él realmente lo hace. Pero no creo que ese sea Cummings. Tomlinson: -Bueno, la razón de que haya traído a colación el asunto de Cummings es porque yo sé de personas que han hablado de su pre- sencia en la poesía tuya. A mí siempre me había sonado esto un poco raro, yo presumo más bien que tu trabajo está mucho más en la di- rección de un poeta como Charles Olson. ¿No es así? Creeley: -Bueno, pienso que se podría tratar con bastante facilidad la cuestión del ser de mis poemas si se hace .r.eferencia --como lo hace Cummings- al peso o significado de una audiencia. Yo no tengo una audiencia, y esto califica lo que yo escribo. Mis poemas tienen la limi- tación, desgraciadamente quizás, de hablar de un modo muy particu- lar. No hablo para una mayoría de personas. Cummings, sin embar- go, a pesar de su insistencia en la identidad singular del "yo" se dirige a un grupo social. Tomlinson: -¿Crees que el manifiesto de Olson Projective verse (Verso Proyectivo) alteró apreciablernente la dirección en que tú te estabas moviendo? Creeley: -Bien, sí 10 hizo. Pero las cosas comenzaron tiempo atrás, en 1949 cuando un amigo y yo tratábamos de fundar una revista y bus- cábamos un núcleo de contribuyentes. Al principio, cuando recibí los poemas de Olson, recuerdo que le contesté con esa locuacidad de los 29 22 a 23 años (o cualquiera fuera la edad que yo tuviera entonces) diciéndole 'Ud. es un tipo que quiere conseguir su lenguaje'. Recibí entonces una bella carta de Olson que decía: "¿Qué quiere Ud. decir?" No estaba molesto, sino que más bien quería invitarme como diciendo "Vamos, hablemos sobre eso", y así comenzó nuestra corresponden- cia. En general, Olson se expresaba muy clara y articuladamente acer- ca de lo mío, y empezaba a enseñarme qué hábitos y actitudes hacia el verso bloqueaban la particular intensidad emocional que yo estaba tratando de alcanzar. De este macla me enseñó cómo mi lenguaje no se conformaba a mi modo de pensar. Esas mismas cartas fueron más tarde incorporadas a ese ensayo sobre el verso proyectivo --en la primera sección cuando él habla de la importancia de la sílaba, del papel que la respiración juega, del sentido en que la inteligencia in- terviene y de la escogencia del lenguaje para un poema donde toda la filosofía del hombre está trabajando. Tomlinson: -Creo que aquí hay algo que a un lector inglés le gustaría saber: cuando Olson dice "las dos mitades (de la poesía) son la cabeza a través del oído a la sílaba, y el corazón a través del ritmo respiratorio al verso". ¿Hasta dónde lo podríamos entender literalmente? ¿Son esas palabras primordialmente metafóricas? Creeley: -Exactamente. Veamos primero 10 del corazón: cometeríamos un error si interpretáramos que 10 que él quiere fuera algo así como un reloj o un metrónomo para los latidos del corazón. Tomlinson: -Sin embargo yo he visto que esa ha sido la suposición de algu- nos reporteros de revistas norteamericanas. Creeley: -Es absurda. Lo que él realmente trata de decir es que el cora- zón no es sólo un ejemplo elemental de ritmo, sino que es, aún más, la medida base con que el hombre cuenta para medir todos sus rit- mos ya que los latidos del corazón son como un metrónomo adentro del cuerpo. De este modo cuando Olson dice 'el corazón a través del '. ritmo respiratorio al verso', lo que él quiere indicar es que es en el verso adonde se realiza la composición básica. El verso es la unidad básica en un poema que define, por el contexto que ella crea, el com- plejo rítmico del desarrollo de un poema. Tú sabes, no se puede usar una sola palabra, se necesita un complejo de palabras, o palabras en 30 un contexto para establecer una continuidad rítmica. El verso es esa unidad básica a partir de la cual se crea un contínuo rítmico'. Real- mente con esto no se dice nada, después de todo es mucho más claro hablar de un pentámetro yámbico o un verso de cinco sílabas de tales o cuales características. Pero Olson cree que debemos aprender a sen- tir claramente el complejo acentuacional de una unidad particular. Y el corazón tiene que ver con las emociones. Cuando uno se excita el corazón se acelera y esto desde luego crea un ritmo más rápido y hace más corta la respiración. Ahora, con respecto a la cabeza, la inteli- gencia a través del oído a la sílaba' que él también llama "rey y alfiler". La sílaba dice, es la unidad sobre la cual todo se construye. El cora- zón sigue siendo el sentimiento primario. En contraste, la cabeza dis- crimina. Es discriminadora de lo que oye. Generalmente la gente ha- bla de lo que 've' en un poema -esto está bien, yo lo entiendo. Mu- cha de la poesía de nuestro tiempo ha sido escrita como un aconte- cimiento visual, sin embargo, creo, el mejor acontecimiento parece ser aquel en el cual uno 'oye' el poema. Yo necesariamente no compar- to todo el entusiasmo fácil que rodea a los recitales públicos, pero sí pienso en toda esa poesía que se ha perdido porque no fue escuchada.Tomlinson: -Me parece advertir que estamos volviendo a lo que Williams estaba haciendo. ¿Es quizás la obra de Olson como una continuación de lo que ya estaba implícito en la concepción del verso en Williams, en su insistencia sobre el valor del verso? Creeley: -Sí. Sin embargo, recuerdo haberle preguntado a Olson sobre Williams. Eran hombres muy distintos. Creo que Olson siempre res- petó a Williams y su poesía, pero Olson quería algo que incluyese to- da una realidad cultural, mientras que Williams, exceptuando las úl- timas partes de Paterson, no estaba interesado en esto realmente. A Williams le interesaba más lo que quizás podríamos llamar la "pro- yección de una impresión", sobreentendiendo toda la inteligencia posi- ble de esa percepción. Olson, por su parte, buscaba algo que incluye- ra (acompasara ) todas las variables de un organismo social. En este sentido está mucho más cerca de Pound. Creo que para Olson, Pound era el poeta más importante entre los que le precedía, al menos en el contexto americano. Sin embargo, vale la pena advertir que a Olson siempre le irritó el que Pound no fuera más lejos del S.V.A.C. en donde siempre se detenía. Olson se proponía llegar más lejos, al me- nos hasta los Hititas y Sumerios (le gustaba imaginarse las organiza- ciones de la inteligencia pre-socrática ). También su sentido de la eco- 31 nomía difería mucho del de Pound y sus concepciones del complejo social eran muy distintas. En su historia personal se encontraba, por ejemplo, el haber sido presidente de varias secciones de lenguas extran- jeras en el partido Demócrata, creo que esto ocurrió durante la se- gunda candidatura de Roosevelt para presidente. En resumen a Olson le interesaba superar lo que él creía eran los errores de Pound, y pretendía que la organización del poema fuera más allá de un sistema cerrado al ego. Esa era su posición frente a Pound. Tomlinson: -Bien, ¿pareciera entonces que ha habido una continuidad di- recta, y una conversación abierta sobre la poesía norteamericana des- de ... ? desde los años 20? Creeley: -Sí. Y aquellos que han intervenido en este tipo de conversación, apartando los críticos Ransom-Tate, demuestran un deseo muy particu- lar de enfrentar la realidad contemporánea. Así lo ha hecho constan- temente Pound. También Williams. A mi modo de ver lo hace Olson y también Zukofsky. y yo ante todo prefiero relacionarme con perso- nas que están tratando de investigar el sentido de lo contemporáneo, en lugar de ser uno de esos acartonados caballeros del sur (Southern gentleman). Me gusta ver antigüedades, pero no me gusta hacerlas yo mismo. En otras palabras odio las cosas falsas. Tomlinson: -Qué tipo de organizadión era el Black Mountain College? Creeley: -Comenzó como un acto de protesta de parte de un grupo de profesores del Rollins College en Florida, que era una universidad experimental alrededor de los años veinte. Tomlinson: -¿Fué Dewey la inspiración intelectual del Black Mountain? Creeley: -Sí, la orientación vino de John Dewey. Esas personas que se separaron a raíz de la protesta, querían reorganizar toda su concep- ción de la enseñanza. Lo que primero hicieron fue alquilar un hotel, uno de esos espaciosos hoteles veraniegos, en Black Mountain, que es un pueblo muy bello del norte de Carolina. Sin embargo, resulta muy curioso que hubieran escogido ese sitio para un instituto de esa clase, 32 ya que dicho lugar está en el corazón de una zona poblada en su ma- yoría por creyentes bautistas -Billy Graham es del Black Mountain-. Curiosamente digo, ellos escogieron uno de los sitios más reacciona- ~ios.de los Estados Unidos. A pesar de eso el primer grupo que llegó l~sP.lrado en Dewey estaba orientado hacia la búsqueda de un enten- dlII~lento ~on la comunidad y a la participación colectiva. Después, hacia el final de los años treinta, aparece una nueva influencia de orden didáctico proveniente del grupo de la Bauhaus (aunque Joseph Albers estaba allí desde los comienzos). Este nuevo tipo de hombres estaban muy dentro del concepto funcional de las artes y de la diná- mica de la inteligencia, pero no se inclinaban hacia la ética social de los otros. Este fue el espíritu en que Joseph Albers fue director. Es al fi~al de, los años cuar~nta cuando Albers se va a Vale para desempeñar allí el cargo de Director de La Escuela de Diseño y, por Cierto tiempo, el college se quedó sin director. Alrededor de los años 51 ó 52, Olson llega a ser rector y él será la cabeza de la última etapa del Instituto. El Instituto en sí era completamente dirigido por su c~er?o de. profesores: No había dirección administrativa, ni consejo académico, m era propiedad de alguna otra entidad fuera del Insti- tuto. El colegio pertenecía y era administrado por sus profesores --ca- da profesor alcanzaba ese status tan pronto era nominado. Entonces se convertía en un miembro responsable de toda la organización. Cuan- do yo estuve allí el college se había encogido amargamente: el núme- ro de inscritos había descendido a algo así como a veinte estudiantes. Rec~erdo .q:re los salarios eran muy reducidos y en el fondo, el que alguien vinrera dependía ante todo del prestigio que se le atribuía al Instituto. Tomlinson: -Ud. mencionó a Albers. Me preguntaba si en la época que Ud. estuvo en el Black Mountain College había mucho contacto entre escritores y pintores como K1ine y De Kooning? Creeley: -Lo hubo y muy substancial. No con Albers, pero sí con la gente que llegó en los años cincuenta especialmente para un curso de v:rano -K1ine~ Motherwell, De Kooning, Vicente Guston y otros pintores que mas tarde fueron llamados los pintores de la acción los expr~sionistas abstractos. Todos ellos, con excepción de De Ko~ning y Kline, estaban entonces comenzando a ganar cierta fama. Este fue un tiempo muy volátil en sus vidas. Los primeros años de la década de los cincuenta fue para ellos un período extraordinario. Sí cierta- mente, había un intercambio muy estrecho entre escritores y pintores. 33 Tomlinson: -El modo cómo ellos operaban tuvo alguna influencia en el modo cómo los poemas se comenzaban a escribir en ese tiempo? hacer regresar el carro a la vía" o algo así. Uno está actuando, tratan- do efectivamente que el carro regrese a la dirección en que iba porque de otro modo se corre el peligro de caer por la pendiente. Creeley: -Realmente no como una influencia, smo como una reafirma- ción, ya que sus experimentos corrían paralelos. Me acuerdo de un comentario que Pollock hizo una vez refiriéndose a su obra. Dijo: "Cuando estoy pintando no soy consciente de lo que estoy haciendo. Es después de un período de 'reconocimiento' que yo empiezo a dar- me cuenta de lo que he hecho. No me asusta hacer cambios o des- truir imágenes porque creo que la pintura tiene una vida propia. Yo trato de dejarla que se realice. Es solamente cuando pierdo con- tacto con ella que el resultado es desastroso. De la otra manera se logra la armonía pura y el fluir fácil". Tomlinson: -Todo esto parece que tiene que ver con el énfasis que Olson ponía (hablando sobre poesía) en el moverse rápidamente de una percepción a otra o detenerse completamente? Creeley: -Sí. El dice que una cosa debe seguir inmediatamente a la otra, lo cual implícitamente se opone al tan frecuente hábito entre ciertos escritores de hablar sobre 10 mismo y sobre lo mismo sin considerar en su hallazgo otras posibilidades, sin transmitir ninguna energía. 34 Creeley: -Bueno, sobre eso uno también podría referirse al tan desco- nocido ensayo de Robert Duncan sobre Olson. En la estética de Olson --que para Duncan ya ha sido en cierto modo anticipada por Emer- son y Dewey-, en dicha estética la teoría no se puede abstraer del hacer, la belleza se parece a la belleza de un arquero que apunta ha- cia un blanco. Con esto se refiere una vez más a Pound. Y de allí pasa a contrastar el "espíritu visual" del siglo XIV italiano con el "espíritu muscular" de la pintura norteamericana del siglo XX. E in- cluso va más lejos cuando subraya la diferenciaque hay entre una energía 'referida hacia algo' (visual), como es el caso de los vorti- cistas y los futuristas, y una energía que está encarnada en la pintura misma (sentida) que sería entonces "tanto muscular como visual", y como él apunta tanto "contenida como expresa". El usa como ejem- Tomlinson: -¿Crees tú que estos procedimientos podrían adaptarse al ofi- cio poético? ¿Crees que uno pudiera referirse a la poesía en estos términos? Tomlinson: -En el fondo de 10 que tú y Olson dicen me parece oir un eco del ensayo de Fenollosa, editado por Pound sobre los carácteres ideo- gráficos chinos como medio de poesía, en los cuales se enfatiza el verbo como transmisor de energía. Creeley: -Sí. Este es un documento muy importante para el desarrollo de la poesía norteamericana desde Pound. Creeley: -Bien, Olson dice más o menos lo mismo cuando se refiere a la forma abierta de composición o a la 'composición por áreas' en el Verso Proyectivo, donde él propone trabajar en relación estrecha con el poema que se está escribiendo y no bajo la influencia de un poe- ma que algún otro haya escrito. Valéry en su colección de ensayos The Art 01 Poetry (El Arte de la Poesía) al referirse, o mejor dicho al definir la poesía lírica dice que es en ella donde forma y conte- nido son inextrincables, donde la forma se descubre a cada ins- tante, donde no puede haber una determinación previa de la forma pues ella va apareciendo en el mismo acto de escribir. Esto corre pa- ralelo a 10 que dice Olson, y el paralelismo es aún más obvio con lo de Pollock para quien 10 que importa es el tratar de articular esa responsabilidad que es exigida por 10 que uno ve. Esta situación es tremendamente precaria porque uno puede destruirlo todo en un instante. Uno tiene que permanecer siempre en actitud alerta para poder darse cuenta de 10 que está pasando y asumir toda la respon- sabilidad respecto a 10 que se debe hacer aún antes de que uno ad- vierta su significación total. Es como encontrarse en un carro que al patinar comienza a girar vertiginosamente -entonces uno usa todos sus conocimientos técnicos sobre el asunto para tratar de controlar- lo, pero en esos momentos uno no puede detenerse a pensar "debo Tomlinson: -Cómo valorarías ese concepto de "energía" tal y como apare- ce en una buena parte de las discusiones sobre arte norteamericano? 35 plos de Hofman, Pollock y Kline. Tú vez, que esa es una caracte- rística común a todas las artes en los Estados Unidos. Se da en los ex- perimentos de John Cage, donde la atención está literalmente centrada en lo que es el hacer. Tomlinson: -Tu referencia a Robert Duncan me hace pensar (a pesar de ciertas concordancias teóricas muy generales) en las grandes diferen- cias entre los distintos miembros del grupo de poetas asociados a la revista del Black Mountain College que tú editabas. Estoy pensando en la gran distancia que hay entre Duncan y tú, o entre Duncan y De- nise Levertov, o entre Paul Blackburn y Gary Snyder. Cuando edi- tabas la revista del Black Mountain, buscabas cierto tipo de poesía que tuviera un común denominador? Creeley: -No del todo. o tenía en ese tiempo, gustase o no, una concep- ción hecha sobre la poesía que yo respetaba, sin embargo, estaba dis- puesto a publicar algunas piezas que se alejaban de la clase de poesía que yo escribía. En la revista del Black Mountain el contenido y es- tilo de las poesías que se publicaban variaban dentro de un amplio rango: hay allí algunos poemas de Duncan que son muy curiosos (ra- ros) --del período en que él estaba influenciado por las enseñanzas de Gertrude Stein. Tomlinson: -Una última pregunta. Entre todos los grandes de la genera- ción anterior todavía no hemos mencionado a Eliot. Crees que Eliot continúa siendo una influencia importante en los poetas norteameri- canos? Creeley: -No. Eliot es mucho menos accesible que todos los demás de los cuales hemos hablado. Sin embargo, hay un poeta mucho más an- terior que sigue siendo más influyente que Eliot. Tomlinson: -y ese es? Creeley: -Esa es la figura contra quien La Nueva Crítica y las universi- dades han conspirado hasta hoy para ignorar: ese es Walt Whitman. 36 notas - comentarios Poems o/ the Late T'ang Traducción e Introducción de A. C. Graham Penguin, Book, 1973 - 173 p.p. No se intenta dar una versron más, sino más bien redescubrimos, girar las agujas hacia otras dimensiones, dar a los lectores de Occidente algunos poemas muy pocos conocidos (o poetas) del período T'ang (Siglos VIII y IX). El traductor realiza una selección muy cuidadosa de textos y poetas. Ellos, Tu Fu (712-20) con poemas de los últimos cuatros años de la vida de éste. Poemas logrados en la misma "amargura del exilio y la ruina del Imperio, pero con la serenidad duramente ganada por los años del aislamiento". Parece ser que estos textos nunca habían sido tocados para ser vertidos en lenguas occidentales. Debe recordar se que Tu Fu, a quien se le considera uno de los más grandes poetas chinos, no fue incluido en los trabajos de Pound ni Walley. En estos poemas, los últimos, aparecen ya las tendencias y cambios de lenguaje por operarse en el siglo IX: 'My Shadow stichks to the where gibbons scream,/ But my spirit whirlys by the towers sea- serpents breathe./ Let me go down next year with the spring waters ... ' Meng Chiao (751-814) con expresiones duras, al menos, para los oídos orientales. Del círculo de Han Yu, quizá el mejor y el más viejo de los poetas: "The cold wind harshly combs by bones ... " nos atrae una cierta violencia, dureza que no deja de arrebatarnos: "in depths of shadows frozen for centuries". Han Yu (768-824), más que poeta, en- sayista. Su poesía, sin embargo, está impregnada de la simplicidad y fortaleza de la vieja prosa china (Vieja Escuela). Este le da una gran originalidad y flexibilidad. Sus poemas se convertían en armas para la defensa del Confucionismo contra el Budismo invasor. Lu T'ung, aunque un poeta menor, no nos deja de sorprender con el poema Eclipse. Texto de tipo político, una refinada alegoría de la situación del momento. Para completar el trabajo Grahan nos ofrece algunos poemas de Li Ho quien es un verdadero caso en la poesía china recientemente redescubierta. Poeta ausente de la antología de Three Hundred T'ang 37 Poems, logró romper con su tiempo, el gusto de la época, por esa en- fermiza sensibilidad que tantas veces lo relaciona a un poeta occidental muy posterior: Charles Baudelaire. Seguidor de Han Yu en las expe- riencias de versificación de la Vieja Escuela. Toda la atmósfera de lo fantasmal y demoniaco, se dice, se ha dado cita en los versos de Li Ho. Con Tu Mu (803-52) y Li Shang-yin (812?-58) -éste último se dedicó a un tema que en China ha sido relegado como muy poco im- portante: el amor-, Grahan nos permite adentrarnos en ellos a tra- vés de unas versiones hechas con gusto y delicadeza. The Patterned Lu- te y Untitled Poems son muestras de una sensibilidad profunda, rara que nada desmerece y donde deberíamos detenernos. La selección de textos y su presentación, nos dan una idea, posi- blemente, muy cercana de los poetas. Se logra sentir esa individualidad, casi siempre perdida en las traducciones occidentales, de cada uno de los poetas. Acá un poema de Tu Fu nos suena con una voz distinta a la que podría darse en Tu Mu o Li Ho. Sea éste uno de los méritos, entre otros. El resto nos queda a nosotros como lectores. rps 38 textos y autores 1rás y no volverás (V. POESIA 17) es la última Colección de versos del joven poeta mexicano José Emilio Pacheco. Los poemas que pu- blicamos fueron enviados por su autor especialmente para nuestra revista. La traducción del ensayo de Tristan Tzara sobre Villon, es de Eugenio Montejo. La entrevista de Robert Creeley apareció originalmente en el número especial de the Review (No. 10, enero 1964) dedicado a los poetas del Black Mountain College; posteriormente fue recogida en el tomo Contexts o/ Poetry (Four Seasons Foundations, Bolinas 1973). Esta entrevista es el primero de una seriede textos que POESIA pu- blicará sobre las actividades del grupo de poetas reunidos alrededor de Charles Olson, en el Black Mountain College. En una de nuestras próximas entregas publicaremos la primera versión española del ma- nifiesto Projective Verse, de Charles Olson, así como una selección poética que incluye textos de Olson, Duncan, Creeley, Levertov, Dorn, ete. 39 "El artista debe profetizar no en el sentido de que prediga lo que ha de ocurrir, sino en el sentido de que diga a su público, a riesgo del descontento de éste, los secretos de su corazón. Su función como artista es hablar, desahogarse. Pero qué es lo que ha de decir, no es, como la teoría individualista del arte nos quisiera hacer creer, los secretos del artista mismo. Como portavoz de su comunidad, los se- cretos que debe externar son los de ella. La razón por la cual los necesite es que ninguna comunidad conoce el propio corazón; y al no tener este conocimiento una comunidad se engaña sobre el único tema cuya ignorancia significa la muerte. Para los males provocados por esa ignorancia el poeta como profeta no sugiere ningún remedio, por- que ya ha dado uno. El remedio es el poema mismo. El Arte es la medicina de la comunidad para la peor enfermedad del espíritu: la .corrupcián de la conciencia". R. G. Collingwood "The Principles of Art". (Versión castellana "Los Principios del Ar- te". F. C. E. -:-:-México 1960). 40 UNIVERSIDAD DE CARABOBO DIRECCION DE CULTURA Rector Vice-Rector Académico Vice-Rector Administrativo Secretario Director de Cultura ANIBAL ]OSE RUEDA LUIS CARRILLO LUIS DELGADO FILARDO EZEQUIEL VIVAS TERAN GABRIEL DE SANTIS '------------------------------------------------- EN LOS PROXIMOS NUMEROS TEXTOS DE ALFREDO SILVA ESTRADA FERNAND VERHESEN GUILLERMO SUCRE CHARLES OLSON JOHN KEATS JULES SUPERVIELLE RAUL GUSTAVO AGUIRRE portada 01-22 02-22 03-22 04-22 05-22 06-22 07-22 08-22 09-22 10-22 11-22 12-22 13-22 14-22 15-22 16-22 17-22 18-22 19-22 20-22 21-22 contra
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