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11 22 33 AAggrraaddeecciimmiieennttooss Hola mis hermosas bellezas agradeceros el trabajo y el esfuerzo por el hermoso trabajo y oramos por vosotras. A todas las que han hecho posible tener este pecadito os mando ángeles para que velen por vosotras. Se os quiere por toda la felicidad que entregáis desinteresadamente y espero que os llegue todo el amor de todas las amigas de letras, son la más fehaciente demostración de que Dios existe en la tierra... ya que abren sus corazones desinteresadamente y comparten con todas todo lo lindo que saben..... ¡¡¡gracias!!!! Os mando mil besos… y bendiciones de vuestra amiga la loba y todas las amigas de letras 44 INVESTIGADORA CORDINADORA de traducción y corrección CORRECION y revisión AYNE MISTRAL P@NDOR@ TRADUCTORAS EMMA B RAVEN ALIE EUGENIA TAEVA CORRECTORAS SAMANTHA MAMI SUGAR DISEÑADORA GRAFICA, Y DE PLANTILLA Quiero dar la bienvenida y nuestro agradecimiento a nuestra nueva diseñadora 55 AArrgguummeennttoo EELL PPRRÍÍNNCCIIPPEE PPEERRFFEECCTTOO SERIE DRAGON LORDS 02 DE MICHELLE M. PILLOW Nadja Aleksander tiene todo lo que podría desear en la vida excepto su libertad. Huyendo de un compromiso con el hombre que su controlador padre ha elegido para ella, Nadja reserva un pasaje en la primera nave espacial que encuentra. Destinada a un planeta de machos primitivos, Nadja planea encontrar a un sencillo y trabajador hombre que le permita vivir sus días en tranquilidad. El príncipe Olek de Draig, el real embajador, está encantado con su refinada y ruborizada novia. Cuando ella le elige para ser su compañero, pareciendo feliz en su decisión, su corazón late con fuerza; hasta la mañana siguiente cuando descubre que su pequeña princesa no quiere tener nada que ver con él. Olek no sabe que ha hecho para enfadar a su atractiva esposa pero él está decidido a encender de nuevo la chispa que ardió entre ellos la noche que se conocieron. 66 IINNDDIICCEE Agradecimientos ......................................................................... 3 Argumento .................................................................................. 5 Capítulo 1 ................................................................................... 7 Capítulo 2 ................................................................................. 25 Capítulo 3 ................................................................................. 45 Capítulo 4 ................................................................................. 65 Capítulo 5 ................................................................................. 83 Capítulo 6 ................................................................................. 99 Capítulo 7 .............................................................................. 117 Capítulo 8 .............................................................................. 131 Capítulo 9 .............................................................................. 151 Capítulo 10 ............................................................................ 169 Capítulo 11 ............................................................................ 193 Capítulo 12 ............................................................................ 215 Capítulo 13 ............................................................................ 237 Capítulo 14 ............................................................................ 254 Capítulo 15 ............................................................................ 271 Capítulo 16 ............................................................................ 289 Capítulo 17 ............................................................................ 309 Capítulo 18 ............................................................................ 335 Capítulo 19 ............................................................................ 352 Capítulo 20 ............................................................................ 370 77 CCaappííttuulloo 11 Nadja Aleksander respiró con dificultad mientras daba un último vistazo alrededor de su habitación a bordo de la aéreonave médica. La seda cubría las paredes, ricas y lujosas. Tenía todas las comodidades modernas conocidas a su disposición. Una bella cama, una criada a su servicio y personal médico, que cada mañana observaba sus niveles sanguíneos y automáticamente le diseñaban una dieta diaria. Nadja había crecido en habitaciones espaciosas como lo era esa, viajaba por la galaxia, con su padre era cirujano, mientras él se trasladaba, de asignación médica en asignación médica. Ella había visto muchas cosas, descubrió muchas culturas y lugares. Había sido aceptada en la mayoría de hogares de la realeza, le habían dado cualquier cosa que deseara, excepto su libertad. Era una prisión de barras doradas, pero sin embargo, una prisión. Enrollo su cabello castaño claro en un moño en la nuca y deslizó una capa por sus hombros. Su corazón latía nerviosamente, mientras pensaba lo que iba a hacer. Nunca había estado sola por su cuenta, sin su familia cerca. Dejó una carta para su madre en el vestidor, y esperó que la mujer la perdonara, aunque Nadja estaba segura de que nunca entendería su necesidad de escapar. Los gruesos pliegues de su 88 abrigo la envolvieron con su forro de piel. Caminando hasta la puerta metálica, la abrió pulsando un botón y se paró a escuchar. En el muelle inferior, podía oír la celebración que duraría hasta la madrugada. Era su fiesta de compromiso, y nadie había notado que la futura novia llevaba ausente casi dos horas. Pero es que no era sobre ella. Era sobre la alianza entre dos hombres – su padre y Hank, su asociado en la Alianza Médica. Ella agarró sus bolsas, se las puso al hombro y siguió su camino a través del vestíbulo de la nave hasta el ascensor que le llevaría hasta los muelles. Pulsando un botón, se trasladó en un momento a los muelles. Nadie pareció observarla mientras se apresuraba lejos de la aeronave médica, a través del cobertizo oscurecido por la noche. Cuando se agachó por debajo de la ventana del piloto, oyó a una mujer riendo tontamente en la cabina. Irvette tendría al piloto ocupado durante el resto de la noche, por lo que Nadja no tenía por qué preocuparse. Ella se apresuró pasando al lado de pequeñas naves de lujo y unidades personales que esperaban su revisión para el día siguiente. Nadja llegó a una esquina pero siguió caminando, sin saber a dónde iría. Un guardia le sonrió amablemente mientras ella hacía una pausa. Miró sus bolsas y le hizo una indicación de que siguiera hacia el pasillo alfombrado que llevaba a la plataforma destinada a la primera clase. Ella siguió la dirección con curiosidad y vio un puñado de mujeres subiendo a una nave cercana. Encima había una pancarta que decía “Novias Galácticas” en letra cursiva. Hizo una inspiración profunda y se subió la capucha de la capa. 99 Un hombre uniformado con una carpeta sujetapapeles la miró por encima, y sonrió. — ¿Está aquí como reemplazo de último momento? — preguntó. Nadja asintió. — Firme aquí — dijo, alcanzándole la carpeta. — Tenemos algunas bajas, se encargarán de los controles sanitarios durante el vuelo. Tiene la habitación 206 en la plataforma dos. Es la habitación al fondo de todo. La orientación de la nave es mañana a las 9 de la mañana. Nadja firmó con su nombre y le devolvió la carpeta. Sus dedos temblaban nerviosamente. — ¿Identificación Galáctica? — solicitó él. Nadja le dio su tarjeta y él casi ni la miró. — Perfecto, Señorita… ah…Aleksander. Bienvenida a bordo de vuelo hacia su futuro. — Disculpe — La voz de Nadja era suave y baja. El hombre se giró a mirarla. — ¿Le debo algo por el vuelo? —No, Señorita. La Corporación de Novias Galácticas, está en deuda con usted — Sonrió felizmente. 1100 — Deseo solicitar mi derecho según la ley de privacidad. Si alguien pregunta, no estoy aquí. — Dijo ella. Su voz era suave y tímida. — ¿Policía? — preguntó el sorprendido, aunque no parecía importarle. — Acosador— murmuró ella. El hombre asintió comprensivamente. Nadja miró alrededor y vio una mujer pelirroja esperando tras de ella. Bajó la voz y dijo, — No me dejaba en paz, por eso me marcho. — Haré una anotación, Señorita. No habrá ningún problema — El empezó a escribir en su ficha. — Y, por cierto, ¿hacia dónde vamos? — Preguntó ella, su voz de nuevo amable y firme. El hombre rió. — Muchas mujeres preguntan antes de llegar aquí. Realmente debe tener algún maníaco detrás para huir de ese modo. Nadja tragó pero no dijo nada. El hombre controló su humor, y contestó: — Van a Qurilixen, Señorita. Nadja asintió y el hombre la dejó para atender a la pelirroja que había llegado tarde. Ella dudó, mirando de nuevo la pancarta. Un 1111 androide se adelantó a coger sus bolsas y empezó a guiarla hacia la plataforma de embarque. Eso fue todo. Era su billete a la libertad. Un mes más tarde… Nadja sonrió, mirando nerviosamente alrededor de la cabina de belleza de la aeronave, a las otras novias. Difícilmente parecían las mismas mujeres con las que se había reunido tímidamente el primer día de la orientación. Desde entonces, todas habían mejorado con las máquinas embellecedoras. Sus pechos habían sido elevados y aumentados usando la más moderna tecnología en genética moderna. Les habían ofrecido depilación definitiva. Habían hecho crecer sus melenas, en lo que era el estilo tradicional de la raza de Qurilixian, según había aprendido Nadja con las descargas. Las descargas se habían hecho pensando en que las novias pudieran aprender todo lo que necesitaran sobre su futuro hogar, en unas pocas horas de transferencia por ondas cerebrales. Cuando Nadja subió a la nave, no tenía idea de qué o quién era Qurilixan. Solamente vagamente recordaba el nombre del planeta como estudiante de geografía astronómica. Desde que firmó su contrato sin haberlo siquiera leído, nada le había importado. Era parte de su nueva vida asumir riesgos. Había decidido que iba a coger la primera nave que encontrara y era exactamente lo que había hecho. Su padre y el novio que éste le había escogido nunca sospecharían un paso tan atrevido por su parte. Iba a ser libre. 1122 Parecía que asumir riesgos iba a tener una recompensa para Nadja. No se perdía la ironía de que había huido de un matrimonio concertado para ir a parar a otro. Pero, al menos éste iba a ser decisión suya y sólo suya. Ella era la única persona que iba a ganar o perder algo. Nadja no podía haber estado más complacida, cuando descubrió que se dirigían a la parte más externa del cuadrante, un lugar habitado por varones primitivos. Era perfecto. Qurilixen estaba lejos de cualquier lugar en el que su padre pudiera ocurrírsele buscarla, además el cuadrante no concurría en el acuerdo de extradición, por lo que no podían registrar su nombre y obligarla a volver sin causar un incidente intergaláctico. Las mujeres en Qurilixian eran escasas debido a que el planeta sufría de radiación azul. Durante generaciones había alterado la genética de sus habitantes para producir sólo varones, guerreros grandes y fuertes como descendientes. Sólo uno de cada mil nacimientos era una hembra en Qurilixian. Debido a que apenas tenían mujeres propias, los servicios de corporaciones como las Novias Galácticas eran muy valiosos para ellos. En pago, los Qurilixian pagaban en metal que sólo se encontraba en las cuevas de su país. Este metal era una gran fuente de energía para viajes interplanetarios, pero inútil para los Qurilixianos ya que no eran exploradores espaciales. Nadja sonrió, disfrutando con eso también. Debido a que había nacido en una nave que podía alcanzar la velocidad de la luz, estaba 1133 cansada de pasar su vida viajando. Quería permanecer en un solo sitio y echar raíces. Quería hacer amigos y mantenerlos. Era demasiado complicado desarrollar amistades cuando los otros sabían exactamente quién era su padre. Había visto demasiadas veces a la gente palidecer y echarse atrás cuando sabían ese dato sobre ella. Respecto a los novios, no le importaba como fueran. No era caprichosa. La mejor comparación que habían hecho sobre ellos era que parecían guerreros medievales. Los Qurilixianos adoraban muchos dioses, preferían las comodidades naturales por encima de los avances técnicos e incluso preferían criar y cocinar su propia comida. Estaban clasificados como especie guerrera, aunque habían sido un pueblo pacífico por más de una centuria, aparte de algunas escaramuzas territoriales esporádicas aproximadamente cada quince años, entre unas pocas familias rivales. Cualquier cosa era mejor que el calvo pervertido con el que su padre quería que se casara. Ella debía haber imaginado que algo se cocía cuando la nave cambió de ruta y se dirigió a otra región – una en la que la ley permitía a los padres concertar matrimonios. Nadja miró a un lado. Morrigan Blake estaba mirando en su dirección. La mujer era más sosegada que la mayoría y siempre parecía estar distraída, como si su mente divagara en pensamientos que no tenían nada que ver con lo que las rodeaba. Había intentado hablar con la mujer unas pocas veces durante el último mes, y la había encontrado educada y bastante inteligente. En realidad, Nadja 1144 estaba sorprendida de que una mujer independiente como Morrigan hubiera escogido ir como novia a un sitio como Qurilixian. Se mantuvo inmóvil mientras seis manos robóticas se movían alrededor de su cabeza, transformando su melena castaño clara en el peinado tradicional de Qurilixian. Todavía mirando a Morrigan, su curiosidad le gano y preguntó suavemente — ¿Qué pasa contigo, Morigan? ¿Has terminado con las descargas de costumbres Qurilixianas? Morrigan parpadeó sorprendida al oír su nombre y Nadja imaginó que había sacado a la mujer de sus pensamientos. Los ojos oscuros de Morrigar tardaron unos momentos en enfocarla y captar lo que ella le había dicho. La mujer le dirigió una sonrisa ligera. — ¿No lo sabías? Nadja dirigió una mirada prudente hacia el otro lado, al oír una risa aguda. El pelo rojo de Gena estaba ya peinado y el androide de belleza le estaba colocando el tradicional velo corto por encima de sus rizos. — Morrigan acabó sus descargas sobre Qurilixian antes que nadie. Parece que está dispuesta a complacer a su nuevo esposo. — O a que éste la complazca — oyó Nadja que otra comentaba. Este comentario fue seguido de un montón de risitas nerviosas. Cuando Nadja volvió a mirar a Morrigan, juraría que había visto como hacía girar los ojos en sus cuencas. 1155 Las novias estaban siendo preparadas para la noche del Festival de la Crianza en Qurilixen. Era la única noche de oscuridad en un planeta siempre iluminado, y se consideraba la única noche, en que los hombres podían elegir pareja. Era una ceremonia un poco, primitiva, pero Nadja pensó que estaba muy arraigada y era justamente lo que se necesitaba. Sólo una noche para el compromiso, boda y luna de miel y ¡zas! Ya eras una pareja casada. Las otras mujeres se habían pasado el viaje hablando de casarse con Príncipes y nobles.La verdad era que Nadja quería un hombre trabajador – alguien con una casa pequeña y un jardín. Ella no quería una vida privilegiada nunca más, donde la sociedad dirigía sus actos. Quería no tener esa responsabilidad bajo focos, y quizá tal vez ayudar a la gente. Casarse con un médico de familia en una ciudad pequeña era su ideal. Sin embargo, podría ser feliz con un granjero o un minero o cualquiera que tuviera suficientes ingresos para no pasar hambre y le diera una vida digna. — Desearía ser tan ambiciosa. Me temo que no miré ni una de esas aburridas descargas. Nadja había estado tan absorta en sus pensamientos, que no vio quien hablaba. — Me he probado mi vestido esta tarde — anunció Gena. Nadja se encogió mientras la mujer descaradamente empezada a señalar hacia su pecho. 1166 — Son preciosos, pero creo que voy a aumentarme mis pechos de nuevo – sólo un poquito más grandes – y también voy a agrandar mis pezones. Esos Príncipes no van a poder resistirme. Tal vez me case con los cuatro, aunque sólo sea para divertirme” — ¿Cómo reconocerás a los Príncipes? — razonó cínicamente Pía Korbin. Nadja se sentía intrigada por esa mujer, que era seguramente la más bella en la nave. Una gran parte de su belleza provenía del hecho de que no era consciente de la misma, y eso era la envidia de más de la mitad de las otras pasajeras. — He oído que los hombres usan disfraces. Podrías acabar con un guardia real. — O con un jardinero — comentó una morenita con una risa. — He oído que no llevan prácticamente nada encima — añadió una mujer con un pelo rojo brillante y chispeantes ojos verdes como esmeraldas. — Excepto una máscara y algo de piel. — La realeza no pasa desapercibida — anunció Gena con un meneo excitado. — Lo veremos en cómo se desenvuelven. Nadja ciertamente esperaba que fuera así. Quería evitar a toda costa a todos ellos. Aunque realmente dudaba de que los Príncipes fueran a estar. Los compromisos reales raramente se dejaban al azar o al capricho. Eran más bien maniobras políticas. Una familia real no iba a arriesgarse con un extraño. Seguramente eso era un anzuelo que 1177 usaba la Corporación de Novias Galácticas para hacer el viaje más atractivo. Si era así, era muy bueno, ya que había funcionado en la mayoría de mujeres. Morrigan se puso en pie cuando su androide terminó, animando a Nadja a hacer lo mismo. Su androide todavía no había terminado de colocarle el velo corto, y la empujó suavemente hacia atrás. Nadja suspiró, quedándose resignada en la silla. Suspiró, imaginando que ése era un misterio que nunca iba a resolver. Una pena, le hubiera gustado tener a la inteligente Morrigan como amiga. Se había sentido vergonzosa con las demás mujeres, más atrevidas, como para haberse esforzado en intimar. Además, nunca habrían comprendido su deseo de casarse con un hombre cualquiera y no con un Príncipe. — Señorita. Korbin — dijo una voz robótica. — Por aquí, es hora de su último tratamiento. Nadja miró por encima del hombro. Pía, que estaba detrás de ella, parecía fruncir el entrecejo avergonzada. Nadja educadamente se apartó de su mirada color caramelo. Nadja no volvió a mirar alrededor, desplazándose por el pasillo metálico hacia su propia habitación. Una vez dentro cerró la puerta con llave e inhaló profundamente. Viendo el vestido de boda encima de la cama, se sonrojó. Su corazón latió erráticamente dentro de su pecho y sus ojos se abrieron con miedo nervioso. Rezando por no equivocarse, inhaló de nuevo. Era tiempo de encarar su futuro. 1188 El futuro de Nadja era un planeta marrón rojizo rodeado de una niebla azul verdosa. Las estrellas empezaban a aparecer por encima de sus cabezas, parpadeando alrededor de una brillante luna. Los árboles alienígenos crecían altos y con frondosas copas. Los árboles dominaban en la superficie del planeta, con troncos de casi un cuarto del tamaño de la nave espacial. El bosque se extendía alrededor de ellos por un lado. Una montaña sobresalía en la distancia, por el otro, Nadja estaba cerca de la línea frontal de novias. Su vestido de boda era de seda y gasa verde pálido. Ella nunca hubiera soñado que iba a ser tan revelador hasta que se lo puso. Descansando en su cama, el vestido había parecido más de lo que luego había sido. El material elegante se ondulaba en la fresca brisa nocturna, pegándosele al cuerpo antes de abrirse en delgadas tiras por encima de sus muslos y pantorrillas. Nadja tembló, sintiéndose súbitamente como una ofrenda. El vestido era bajo por delante, dejando ver una buena cantidad de escote. Un cinturón se anillaba en la parte trasera, y seguía por los lados hasta enroscarse en sus muñecas. Desde ahí subía por sus brazos hasta cerrarse por encima de los codos. Aseguraba sus brazos a los lados y dificultaba el movimiento. El androide de belleza de Nadja había tenido que ayudarla a vestirse o ella nunca, hubiera sido capaz de atarse todos aquellos tirantes. En los pies llevaba zapatos de seda a juego y un corto velo revoloteaba alrededor de sus orejas, cosquilleándole la cara. Su mente daba vueltas temerosas. Se sentía demasiado expuesta mientras sus ojos miraban hacia delante. 1199 Los solteros de Qurilixen permanecían alineados como soldados medio desnudos. Los hombres estaban hombro con hombro en dos hileras dejando una nave entre ellos. Nadja tragó. Eran exquisitos. Por encima del campamento resonaban música y risas. Detrás de las hileras de estoicos solteros, otros hombres de Qurilixen saludaban y hacían poses. Nadja imaginó que no eran parte de la ceremonia realmente. Una hoguera brillaba por detrás de los hombres alborotadores, presidida por parejas en sillas que parecían tronos. Las parejas se besaban y acariciaban libremente y nadie excepto las novias parecía observarlo. El olor de madera quemada y el aire fresco de la brisa resultaban intoxicantes para Nadja. Por el campo, habían numerosas tiendas piramidales esparcidas, con pancartas de colores de diferente tamaño, color y con antorchas entre ellas para iluminar los caminitos entre las tiendas. Nadja tragó, luchando contra su deseo de huir corriendo. ¿Qué había hecho? De pie como dioses bronceados, los novios seguían completamente quietos en sus hileras. Los guerreros eran altos – algunos de metro ochenta o más. Elevaron sus mandíbulas. Cada uno y todos ellos irradiaba orgullo, mientras esperaban a que las novias pasaran entre ellos para poder elegir pareja. Los hombres estaban completamente desnudos excepto por un taparrabos de piel alrededor de sus cinturas y una máscara de cuero negro que escondía sus rostros a la vista, y que iba desde el labio superior hasta la frente. 2200 Llevaban dos piezas de joyería, un brazalete de oro trabajado alrededor de sus fuertes bíceps y un collar con un cristal al cuello. Cayó la noche mientras las novias esperaban para empezar. Nadja había esperado guerreros – ¿pero eso? Ni uno tenía sobrepeso, o era demasiado bajo, o desfigurado en cualquier sentido. Ella observó algunas heridas de guerra, pero eso era todo. La luz del fuego iluminaba su carne abrillantada con aceites. Eran perfectos, desde el robusto cuello hasta las piernas musculosas. Nadja estaba horrorizada. No quería perfección. Quería un doctor de mediana edad con una sonrisa amigable en sus labios y ojos amables. No un guerrero solícito que se entrenaba demasiado y que era vanidoso y engreído. Pero aun así, a través de su desengaño, tuvo que admitir que esos hombres hacían que la sangre se agitara en sus venas. Tal vez era el ambiente que hacía que su corazón latiera más rápido y su cuerpo se agitara con sensaciones desconocidas. Todo alrededor de ella era primitivo y bárbaro. En el viaje en la nave, las conversaciones habían girado alrededor del sexo, y Nadja había aprendido más de lo que hubiera querido sobre el tema por las otras mujeres. Pero ahora, mirando los cuerpos de carney hueso frente a ella, podía entender por qué algunas mujeres estaban obsesionadas. Nadja vio un hombre en uniforme de piloto que regresaba hacia la nave con la carpeta de sujetapapeles. Hicieron un gesto formal a las 2211 novias, habiendo realizado ya la entrega. Seguidamente, la hilera se movía hacia delante y el campamento quedó mudo excepto por la música. Nadja sintió que sus pies avanzaban con la hilera. No miró alrededor y mantuvo los ojos fijos en el suelo rojo. Pronto las miradas lujuriosas que, les dirigían las paredes de carne cálida que las rodeaban le hicieron levantar la vista. Las bocas de los hombres se mantenían en firmes líneas de liberadoras y sus ojos brillaban como el sol reflejándose en el agua, en dorada concentración. Su mente se quedó atontada por un momento como si un hubieran echado un hechizo a sus sentidos. Sus pulmones se expandieron, intentando tomar aire y trató de no mirarlos fijamente por demasiado tiempo, intentó mantener los ojos mirando hacia delante, pero entonces… El corazón de Nadja se paró en su pecho y sus oídos se quedaron sordos. Estaba segura de estar muriéndose, ahogándose en el agua líquida de unos ojos verde oscuro. De algún modo sus pies siguieron caminando, su cuerpo estaba demasiado rígido para hacer nada más que seguir el camino que le indicaban, sus piernas casi no obedecían sus descorazonadas instrucciones. El guerrero que la miraba era uno de los más altos de la hilera. Su mente gritaba no, pero su cuerpo exigía que sí. El cristal que llevaba él alrededor del cuello se puso blanco mientras ella lo miraba fijamente. Su cuerpo se agitó en una cálida respuesta corporal. Cuando los labios de él se abrieron para respirar, ella sintió como si la hubieran besado. Podía sentir la textura de la boca de él, tan real 2222 contra sus labios que la dejó sin aliento. Nunca la lujuria la había poseído de tal manera, o tan rápidamente. Él no era lo que ella estaba buscando, lo tenía todo planeado en la nave. El hombre le hizo una reverencia mientras ella pasaba por delante. Había muchas promesas en la agresiva mirada que recorrió el cuerpo de ella. Cuando su recorrido volvió hacia su rostro lentamente, ella vio un sentimiento posesivo en la estrecha ranura de su oscura máscara. En un ardiente momento, Nadja supo que la habían elegido. Olek de Draig sintió a su cuerpo cantar con fuego líquido, llenándolo de un deseo profundo. La criatura ante él era alta y esbelta, un gran complemento para su altura. Tenía el color perfecto de una flor solar – la blanca piel de porcelana de los pétalos, los ojos azul claro como el centro y el cabello marrón claro como el aterciopelado tallo. Su figura liviana, solicitando la protección de un hombre. Su cara reservada y sus ojos confiados, aunque refinados. Olek se imaginó rodeándola con su brazo, estrechándola contra su pecho. Sus dedos se enroscaron, deseando inmediatamente tocar sus caderas para desplazarse por sus piernas y adorarla a los pies. Su cuerpo se despertó debajo del taparrabos. Iba a ser una noche larga. Para su sorpresa, ella tragó nerviosamente al ver su atención, e intentó romper el contacto ocular. El cristal pulsó en su cuello, manteniéndola vinculada a él. Estaba complacido por la modestia de ella, le envió un beso y las mejillas de ella se encendieron con un 2233 rubor suave y Olek prácticamente podía saborear la dulzura de su boca. Inclinándose en un gesto de reconocimiento cuando ella pasaba, Olek la observó complacido mientras se alejaba. Ella era de naturaleza serena y digna. Sonrió felizmente. Sería una Princesa estupenda para él. La línea de novias siguió pasando y pronto él ya no pudo ver a su futura pareja, en su camino hacia el festín que estaba preparado. Girándose para seguir a los otros solteros en su camino hacia la ceremonia de agradecimiento, su sonrisa se mantuvo intacta. Los dioses sin duda le habían bendecido. 2244 2255 CCaappííttuulloo 22 Qué forma más extraña de escoger compañero en la vida, pensó Nadja, intentando comer un pedazo del pan azul de Qurilixian. Sus manos temblaban terriblemente y tuvo que dejar la rebanada. Había pensado que habría algo más en la elección que simplemente formar una hilera – quizá algo de charla o baile hasta que se conocieran un poco. Tenía que reconocerlo los hombres de Qurilixian, sabían lo que querían y obviamente lo tomaban. Un gran buffet estaba preparado, distribuido en una mesa larga de madera hacia donde las novias fueron trasladadas. Había un verdadero festín compuesto de dos cerdos asados, quesos y pan azul, frutas extrañas, pastas crujientes. A Nadja incluso le pareció ver chocolate blanco en el otro extremo de la mesa. Estaba demasiado lejos para que ella lo alcanzase, y estaba demasiado nerviosa como para pedir a alguno de los sirvientes que se lo trajera. Para su sorpresa, Morrigan eligió sentarse a su lado. Mirándola por encima, siguió con los ojos a otra mujer que estaba mirando fijamente a las parejas casadas que se daban de comer entre ellos a la luz del fuego. Las novias, comiendo nerviosamente en su aislamiento, no atraían ninguna atención por parte de las joviales parejas de Qurilixian. 2266 Nadja cogió un vaso de vino plateado, tomando agradecida el dulce líquido que le habían servido. Los sirvientes iban completamente vestidos. Nadja observó que el estilo de pelo largo era para ambos sexos. Las mujeres llevaban vestidos de material ligero. Los hombres llevaban camisas parecidas a túnicas sencillas y pantalones bombachos, pareciendo definitivamente medievales. — ¿Dónde crees que se han ido? — le preguntó Morrigan tranquilamente. La mujer sentada al lado de Nadja, sorprendida de que hablara, rápidamente tragó y abrió la boca para contestar. Sabía que los hombres habían ido a prepararse para los eventos de aquella noche. Sus palabras fueron cortadas por un sirviente que estaba rellenando sus vasos medio vacíos. — Han ido a hacer la ofrenda a los dioses— contestó el joven por ella. Nadja dejó el vaso en la mesa una vez estuvo lleno. El sirviente vertió vino en el de Morrigan hasta el borde, y le hizo un gesto con las manos, animándola a beber. El hombre tenía una cicatriz en la punta de la nariz. Se la rascó ausentemente, mientras contestaba — Están solicitando la bendición para encontrar esposa esta noche. — Oh— dijo Morrigan. El criado de nuevo hizo gestos a Morrigan para que bebiera y así lo hizo con gesto enfadado. El sirviente sonrió y se marchó. — ¿Estás nerviosa? — preguntó Nadja en voz baja, sin tocar su bebida. Se sentía demasiado aprensiva por el tamaño de su 2277 pretendiente y el vino empezaba a afectar sus pensamientos. —“Casi no puedo estarme quieta. Creo que esta bebida tiene un montón de licor, o alguna otra cosa” Morrigan siguió sin responder nada, sólo continuó bebiendo mientras se servía pan azul. — Rigan — susurró Nadja. Esto era demasiado. Ella no podía seguir a aquel gigante a su tienda. Todo iba mal. Él no se ajustaba a la idea que ella tenía en mente. No sabría qué hacer con un hombre como aquel. Era demasiado grande, demasiado guerrero. Había esperado alguien menudo, de naturaleza más académica. Había llenado su cupo de chicos duros mientras vivió bajo el mandato de su padre. Morrigan calmadamente estudió la pálida cara de Nadja. Los grandes ojos azules de Nadja miraban a su alrededor llenos de temor. Acercándose, se mordió los labios y susurró — Estoy asustada. Creo que he cometido un error. ¿Crees que me dejarían marchar de vuelta a la nave? — ¿Qué sucede? — preguntó Morrigan, sus ojos estrechándose preocupada. Ella se acercó más para oír el susurro asustado de Naja. — Yo…— Nadja hizo una pausa y meneó la cabeza. Sus ojos estaban muy abiertos y llenos de angustia mientras pensaba en el magnífico cuerpo de carne y músculo. Oyendo las bromassexuales alrededor suyo y viendo las parejas besándose en sus sillas altas, sabía que no podía pasar por eso. Tragando, se las arregló para decir débilmente — Son muy grandes, ¿no? 2288 — ¿Quiénes, los hombres? — preguntó innecesariamente Morrigan. — Sí — contestó Nadja en un murmullo. Tragando con dificultad y con la garganta oprimida, empezó a jadear. Cuanto más lo pensaba, más aterrorizada estaba. Seguramente un hombre de dicho tamaño le haría daño. Le empezó a girar la cabeza. — ¿Crees que ellos…nos harán daño? Parecen incluso mayores que la mayoría de hombres de la Tierra — Morrigan la miró sorprendida — Nadja, ¿has estado con algún hombre antes? Nadja movió la cabeza negativamente, avergonzada. Su padre era médico. Cada mañana hasta un mes antes le había estado haciendo chequeos diarios. Si su virginidad hubiera estado comprometida, ella sabía que él se habría puesto lívido. Quien la hubiera tomado habría acabado en el lado equivocado del escalpelo de su padre y ella habría sido encerrada como castigo para el resto de su vida. Escasamente la habían besado, demasiado preocupada por si la unidad médica detectaba gérmenes extraños en su boca. — ¿Ni siquiera un androide? — insistió Morrigan. — No — Nadja tragó dificultosamente. Sus ojos recorrieron las tiendas que se agitaban en la lejanía, incapaz de encontrar la mirada sagaz de la otra mujer. Morrigan parecía tener habilidad para entender a la gente. Temblando, ella mintió. 2299 — Siempre fui demasiado tímida para ir a clubs e intentar ligar. Pero he visto películas. ¿Piensas que estos chicos estarán formados diferentes? — No lo he pensado demasiado — admitió Morrigan. — Creo que la ley galáctica requiere que las especies, eh, sean físicamente compatibles antes de que se emparejen. De otro modo, los matrimonios no tendrían sentido. Además, odio sonar tan insensible, pero el punto principal de éstos es reproducir las especies. — Supongo — contestó Nadja, sin relajarse un pelo por el enfoque frío de Morrigan a la situación. Agarró el vaso y empezó a beberse el vino a grandes tragos. Sin que lo pidiera, un sirviente se acercó a rellenárselo. Se tragó ese vaso también, para gran complacencia del hombre. — ¿Has preguntado a las demás? — Le consultó Morrigan cuando el sirviente se retiró de la mesa — ¿Te han dicho algo sobre no haber estado con ningún hombre antes? ¿O sobre haber estado con uno? Nadja estaba confundida y negó con un gesto. — Nunca lo he comentado. — En realidad, no es nada — insistió Morrigan con una sonrisa. Nadja casi no lo vio. — He oído a varias mujeres que han recompuesto su virginidad. Pienso entonces que no debe ser tan terrible, ¿no? Dolerá un segundo, pero no más que las tandas de inyecciones que nos han puesto durante el viaje. 3300 — Imagino que estás en lo cierto, aunque no he oído nada de eso — admitió Nadja. Asintiendo en acuerdo, trató de calmarse. No funcionaba. Estaba demasiado asustada. Tenía que volver a la nave antes de que fuera demasiado tarde. Tenía dinero en su bolso y podía pagar el viaje de vuelta sin problemas. Ahí encontraría otra nave que la llevara a cualquier otro sitio, cualquiera menos aquel. — ¡Oh! — Nadja dio un grito ahogado y se puso rígida. Era demasiado tarde. Los hombres habían llegado. Al momento, distinguió al bárbaro de ojos verdes en medio de la multitud. Era como si él sintiera su presencia, y la vio en su sitio en la mesa yendo hacia ella directamente. El vino dio vueltas en su cabeza y juro que se estaba quedando sorda. Si hasta entonces el campo de las festividades estaba silencioso, de nuevo la música llenó el ambiente. Su ritmo lento era dulce como el cálido sol primaveral y tan gentil como los besos cariñosos de la brisa. Una a una, las futuras novias se quedaron en silencio. Mientras observaban maravilladas a los solteros de Qurilixian, los atractivos guerreros se fueron acercando a las mesas. Los ojos de ellos escanearon y encontraron rápidamente a las mujeres que habían elegido. Nadja soltó un pequeño grito, su corazón palpitante, mientras el gigante de ojos verdes se ponía delante de ella. El cristal pulsó, afectando su voluntad, era como si una niebla se apoderara de su cerebro, consumiéndola con líquido y fuego, destruyendo sus inhibiciones y resoluciones. Intentó luchar contra el sentimiento, 3311 intentó alejarse de aquellos orbes verdes inquisitivos. No sirvió de nada, él estaba ahí y la miraba como si ya le perteneciera. El hombre se inclinó adelante y la respiración de ella se paró. Cuando le sonrió, sintió una pasión mareante que la atrajo, y ella casi se desmayó. Sus dedos intentaron alcanzar su bebida, cualquier cosa para no pegar alargarlos y descubrir si sus labios eran como ella los imaginaba. Su mano no llegó a hacer nada. La boca de él se abrió para hablar y la mano de ella cayó encima de la mesa. — Soy Olek, novia — le susurró, como asegurando de que no hubiera duda de para qué estaba él allí. Había ido a reclamarla. — Ven. Nadja no se negó. ¿Cómo hubiera podido? Esos ojos, la dirigían con suave magia, vio que eran amables y se relajó. Tal vez su tamaño era porque trabajaba duro para ganarse la vida. Podía ser un carpintero o un granjero. Podía ser que no fuera ningún guerrero. Estos pensamientos la ayudaron a calmar sus temores. Cuando él le sonrió seductoramente, sus temores reaparecieron multiplicados. Olek tomó su mano en la de él, dejó que la guiara alrededor de la mesa. La magia llenaba el aire con fuerza fascinante, controlándola mientras ella obedecía sumisamente las órdenes de Olek. Su cuerpo tembló en anticipación, pero el sentimiento estaba eclipsado por un miedo intenso a no poder alcanzar las expectativas de él. ¿Querría que ella supiera lo que tenía que hacer? ¿Estaría avergonzado por su elección cuando ella ni siquiera supiera cómo responder sus besos? 3322 Ella caminó silenciosamente tras de él, con una buena vista de su fuerte espalda, su boca se secó y no pudo mirar a otro lado. Los músculos de sus duros muslos se movían con cada uno de sus elegantes pasos. Los ojos de ella siguieron avanzando hasta la carne que desaparecía bajo el taparrabos. Había visto hombres desnudos antes, cuando su padre practicaba la cirugía. Sabía que las partes íntimas de los hombres eran de múltiples formas y tamaños. Esperaba que éste las tuviera pequeñas. Mirando a sus anchos hombros, tan intimidantes, tragó saliva. Muy, muy pequeñas. La llevó a través del campamento, recorriendo una hilera de pirámides. Nadja podía ver a otras mujeres agachándose para entrar en las otras tiendas con casi ningún sonido de queja. Oyó risas en el aire provenientes de las parejas casadas de camino a la celebración. El fuego aún ardía brillantemente. La música sonó más rápida, animando a las parejas a bailar alegremente. Repentinamente, Olek se paró al lado de una tienda verde y Nadja casi se tropezó con él. Se giró, dirigiéndole una amplia sonrisa al rostro apenado de ella. Hizo un gesto hacia la tienda ladeando la cabeza. Suavemente, el suave sonsonete de su acento le llegó a ella como una ola, él la urgió: — Ven, novia. De nuevo, ella no pudo negarse, y se movió agachándose hacia la entrada de la tienda, que él mantenía abierta para ella. Sin embargo, cuando se acercó a él, ella notó el cálido aceite de su piel brillante, 3333 mezclándose con el olor propio del hombre. Nadja estaba segura que nunca había estado tan cerca conscientemente de ningún hombre – especialmente de ninguno con vestido tan poco adecuado. Débilmente, ella dudó, levantando los ojos para mirar a los de él. Antes de que supiera que estaba pasando, una mano fuerte subía a su rostro, y gentilmente le acariciaba la mejilla. El toque fue como fuego para sus rasgos ruborizados. Sus labios se abrieron con un gemido asustado. Olek lo tomó como una invitación que no iba a rechazar. Nadja casi gritó demiedo cuando el intentó besarla. Esquivándolo y pasando bajo su brazo, ella entró en la tienda. Olek sonrió, aunque sus ojos mostraban desconcierto. Su actitud parecía la de un animal acechante preparándose para ir tras su presa, disfrutando anticipadamente de la caza, dejó caer la tela de la entrada y cerró distraídamente mientras la seguía. Nadja se paralizó, mirando alrededor. El suelo de tierra roja estaba cubierto de suaves pieles, que acojinaban sus pies bajo las zapatillas. Debajo del centro de la pirámide había una alta cama de plataforma, con un escalón necesario para subirse. Alrededor colgantes de seda, agitándose delicadamente a la luz de las antorchas como nubes blancas. Nadja se apartó como si fuera veneno, pensar en cómo de íntima podía llegar hacer la noche, le sentó como un golpe. Tropezando al retroceder, chocó contra un pecho tremendamente duro. 3344 Saltó sobresaltada, apartándose precipitadamente de los músculos sólidos y calientes, sus ojos giraron por la habitación, notando los tres rincones. En el primero, había una bañera preparada, con agua humeante saliéndose del borde. Un olor perfumado de rosas lo acompañaba, toallas plegadas, aceites de baño y otros cosméticos estaban ordenadamente colocados a un lado. En el siguiente rincón había una mesa llena de chocolates, frutas y salsas cremosas. Un banco largo con asientos acolchados iba a un lado, parecido a un sofá, una jarra de vino estaba situada en el centro, sintiendo las embriagadoras consecuencias de lo mucho que había bebido durante la fiesta, apartó el rostro. El tercer rincón, tras la cama, estaba en un ángulo de más difícil visión y por ello lo ignoró, sintiendo más que oyendo a Olek seguirla, le entró pánico, girándose repentinamente para encararle, levantó los brazos y se retiró. Sus ojos brillaban alegremente mientras ella se sonrojaba profusamente al ver su mirada, se mantuvo a distancia, manteniéndose erguido mientras los ojos de Nadja le recorrían con la mirada. Antes de que ella se diera cuenta, sus ojos ya estaban realizando un recorrido seductor por el tenso pecho de él, los pequeños pezones de él eran capullos duros de deseo, su carne se hundía en los lugares adecuados para sólo levantarse y agitarse con su respiración superficial. No había grasa en su bellamente diseñado cuerpo. Ella se mordió los labios ausentemente mientras lo miraba. Sus anchas espaldas llevaban fácilmente sus gruesos brazos, eran brazos que podían romperla si querían. La banda de metal de su 3355 bíceps le habría servido a ella de corona. Mirando más de cerca, ella vio que tenía la forma de un dragón enroscado en su brazo, parpadeando, miró al rostro cubierto de él, realmente él parecía valiente y fuerte como un dragón. — ¿Estás complacida? — le preguntó él sin acobardarse cuando ella no se movió. De nuevo, su sonrisa era ligera y elegante. Se veía que era un hombre que reía con frecuencia. Nadja parpadeó. Y se puso todavía más colorada, para gran deleite de él, adelantó un paso, moviéndose como si fuera a tocarla. Sus palabras lo pararon. — No — soltó ella, estrechando los ojos asustados. Su respiración se profundizó, mientras le ordenaba ansiosamente — Espere un momento. Él ladeó la cabeza, esperando las órdenes de ella. Nadja inspiró profundamente, intentando controlar el errático latido de su corazón. — No creo que sea necesario nada de….— Ella tragó, mirando alternativamente del baño a la cama, temblando, controló sus pensamientos. Intentó levantar una mano y se frustró al verse sujeta por las cintas, con un fruncimiento de cejas, ella empezó a estirarse y sacarse el cinturón de sus brazos. — Quiero decir, sé que la tradición de esta noche es que te muestres como una pareja valiosa mediante un despliegue de… 3366 Sus cejas se levantaron, ella las vio elevarse por debajo de la máscara. Olek observó como ella se libraba de las ataduras de sus brazos, disfrutando de la forma en que sus pechos de balanceaban con sus bruscos movimientos. Dejó las ataduras colgando de su cintura. Tragando para superar su vergüenza, ella graznó, —…destreza. Una amplia sonrisa se extendió por los increíblemente sus firmes labios de. No era justo tener esos labios, ningún hombre debía de parecer tan delicioso. Nadja hizo un ruidito de angustia antes de continuar. — Ya te digo, no hay ninguna necesidad de eso. No me importa...— Nadja quería abofetearse a sí misma. Sus palabras sonaban débiles y temblorosas. Su voz salía en jadeos ahogados. ¿Qué le estaba haciendo él? Se sentía encendida, como si necesitara quitarse la ropa, su piel estaba sonrojada y empezaba a sudar, empezó a abanicarse la cara, intentando concentrarse. Olek observó cuidadosamente a su preciosa novia, disfrutando de cómo sus labios tomaban aire entre los dientes, mientras intentaba decirle lo que quisiera decirle. Sus ojos seguían desviándose hacia su taparrabos, como si intentará ver a través. Pero sus dedos se enroscaban delante de ella, listos para devolverle un golpe si él se intentaba tocarla. Olvidando dónde se había quedado, ella repitió. — No estoy interesada en tu habilidad… aaaah! 3377 Olek se arrancó descaradamente el taparrabos de las caderas y lo dejó caer al suelo acolchado, permaneció desnudo y orgulloso ante ella, sus pies se separaron, dejó caer los brazos mientras se mantuvo inmóvil, invitándola a que mirara todo lo que deseara. Los pulmones de Nadja inhalaron bruscamente, cortando su discurso, sus ojos azules se agrandaron hasta parecer esferas. Nadja no podía desviar la mirada, su rostro palideció al ver que el tamaño de su suave erección que estaba muy en proporción con el resto de su extraordinaria anatomía. Sus dedos se apretaron, deseando tocarlo enfermizamente, deseando que él la tocara a ella. Su centro empezó de forma maravillosa a latir con fuerza, acalorándose terriblemente con la idea, había soñado con cosas así, en esas noches solitarias lejos de cualquier puerto espacial. Con gran mortificación, vio como una sonrisa extremadamente juguetona se extendió por la boca de Olek cuando ella no se giró. Una mano fue a sujetarse a la cadera desnuda, los dedos golpeando ligeramente contra su carne. Nadja exclamó, jadeó y volvió a exclamar. La mano de él se levantó y ella pensó que iba a tocarse a sí mismo, esperó a ver qué pasaba cuando lo hiciera. Ella había leído una vez que los hombres se podían endurecer a sí mismos a voluntad. Se quedó decepcionada porque él sólo se rascó el estómago y volvió a bajar los dedos a la cadera. Olek no podía evitarlo. Dejó ir una risotada muy arrogante y muy masculina. Los redondos ojos azules estaban mirándole fijamente como si una llamativa serpiente fuera por ella, no se 3388 movió, dejando que los ojos de ella miraran al placer. Y estaba mirando. De hecho, no hacía nada más, si él no iba con cuidado, la inocente ruborizada que tenía en frente de él iba a caer redonda. Ya podía ver que había dejado completamente de respirar. Najda siguió mirando fijamente, los músculos subían de sus piernas velludas para formar muslos y caderas fuertes como una roca. Anidando debajo de una hilera maravillosa de vello, que bajaba de su chato ombligo, su evidente erección fue creciendo lentamente en tamaño y fuerza. — ¿Estás complacida? — preguntó Olek, hablando en tono de bajo gruñido. Las palabras tenían mucho más significado que antes. Eran un atestado de su creciente deseo, si ella seguía mirándole intencionadamente de esa forma, mordisqueándose su labio inferior con tal concentración, él iba a desafiar a todos los dioses y la tomaría ahí y en ese mismo momento. Nadja cerró de golpe la boca y giró bruscamente. Su cuerpo oscilaba en oleadas vertiginosas y tuvo que cogerse para no caer. Olek no se parecía en nada a los otros hombres que había visto en la tabla de operaciones de su padre. Ellos habían estado blandos, él era sólido, enorme… oh;guardándose de volver a mirarlo con sus ojos agrandados, movió la mano frenéticamente detrás de ella. Débilmente y le ordenó. — Vístete. Te dije que no tenía ningún interés en…esa…cosa. — ¿No estás complacida? — Dijo él. 3399 Nadja no vio la sonrisa que iba formándose en sus labios y no sabía que él estaba provocándola, un sonido de aflicción se oyó en la garganta de ella y tuvo que cerrar los ojos para que el mundo dejara de dar vueltas. Abrazando su cuerpo con sus propios brazos, se mordió un puño. — ¿No te complazco? —insistió él cuando ella no contestó inmediatamente. Pensando que había herido de algún modo los sentimientos de su marido, y sabiendo que posiblemente no era la forma ideal de empezar su vida juntos, ella dijo, — No, estás perfecto… ah, muy bien formado, Olek, realmente lo eres. Sólo que…Yo no pongo mucha atención a esas cosas. Pienso que hay cosas más importantes… Olek no pudo contenerse, se movió para besar su delicioso y esbelto cuello con sus labios abiertos, lamiendo la piel sensible e intentó mordisquearle la oreja. Estaba determinado a probarle a ella que sus tímidas palabras no eran correctas. Ella se estremeció al sentirlo. Olek sonrió apoyándose en su largo cuello. El pequeño y tozudo demonio que llevaba en su interior le hizo hacerlo; cuando ella revoloteó tan nerviosamente, no pudo evitar provocarla. Con su cuerpo tan cercano, no podía dejar de tocarla. Muchas ideas brillantes y traviesas cruzaron su mente. 4400 Nadja se apartó con retraso, frotando su cuello para intentar borrar olvidar el tacto de los húmedos besos de él. No funcionó. Él lo sabía y ella intentó negarlo. — Para de hacer eso, bárbaro descerebrado —ella dijo echando chispas. Sus duras palabras eran un indicio de su ansiedad. Esto lo paró a él en seco. Nadja volvió a mirarle, incapaz de volver a echarle una miradita. Obligando a sus ojos a rodar en sus órbitas, sus palabras fueron automáticas, mientras le decía —Vístete. — Elige — dijo Olek en lugar de obedecer, sus palabras sonaban duras. — Yo… yo no puedo elegir, Olek — contestó Nadja, sabiendo que él quería que lo eligiera como marido. No era justo, él realmente no podía hablar hasta que ella le diera permiso. La única forma de darle permiso era aceptarlo como marido. — Aún no. Nadja se apartó aún más cuando él se movió. Olek siguió los pasos de ella, sin tomarse la molestia de taparse. Su cuerpo desnudo se flexionaba al seguirla, poderoso como un animal salvaje. Nadja fue echándose hacia atrás hasta llegar casi hasta el lateral de la tienda. No podía escapar. Sorprendentemente, no le saltó encima, sino que levantó su mano para acariciar con el reverso de sus 4411 dedos su mejilla y su cuello. Su toque paró justo debajo de su oreja, cerca de su disparado pulso. Continuando con sus caricias, la tranquilizó con ternura —Tu nombre. Nadja parpadeó. El toque era demasiado. ¿Cuál era su nombre, en cualquier caso? No podía recordarlo. Inclinándose, él le besó con ligereza las comisuras de la boca. Nadja se puso rígida, sin devolverle la caricia, sus ojos muy abiertos sólo podían mirarle fijamente, los ojos verde oscuro se acercaron a ella mientras suavemente acariciaba con sus labios secos la longitud de su boca en una tierna tentativa. El pulso se elevó bajo sus dedos evaluadores. Olek podía oler los inicios del deseo en el aroma intoxicante de ella. Su erección se agitó, muriéndose por responder a esa llamada de las entrañas de ella, el calor de sus pechos atraía a sus manos. Los reveses de sus dedos se deslizaron trazando un sendero en la clavícula de ella, paseando por su carne temblorosa, notó que ella jadeaba y se estremecía. Nadja lentamente bajó su mirada, sus párpados repentinamente demasiado pesados para mantenerse abiertos. Olek recorrió con sus dedos su piel de porcelana, entreteniéndose en un pecho, hasta el valle central y luego pasando por encima del otro. Él no los cogió ni acarició, dejándole a ella que se acostumbrara a su tacto. Ella tembló de nuevo, y toda ella quedo con la piel de gallina. 4422 Él volvió a pasar sus dedos por la piel otra vez, pasando de un monte al otro. Cuando la respiración de ella se hizo más profunda y él pudo notar su corazón martilleando en su pecho como si fuera el suyo propio, se volvió más atrevido Sus dedos se deslizaron entre la piel y el vestido. Empezando por un costado, empezó a tirar del borde, hundiéndolo más a cada momento. Cuando alcanzó el centro, su pezón estaba ya medio erecto, esperándolo. Olek inspiró profundamente y con dificultad mientras su dedo se enroscaba en la punta y tiraba de ella hasta colocarla fuera del borde del vestido. Entonces, continuando, hizo lo mismo con el otro. Los ojos de Nadja estaban clavados en él mientras su dedo continuaba dibujando contornos libremente, sin volver a tocar las puntas que previamente había liberado, cuando tuvo los ojos de ella atrapados en los suyos, deliberadamente miró hacia abajo, dejándola ver que había estado observando su reacción a él. Su boca se abrió, y sopló su cálido aliento en la piel de ella. Nuevamente apareció la piel de gallina, y sus pezones florecieron duramente. Con una ligera exclamación, Nadja echó la cabeza atrás para romper el tortuoso contacto y cerró los ojos. Sabía que esperaría que ella fuera su esposa en todas sus extensiones –especialmente de ése modo— pero no estaba preparada. Ella no lo elegiría ciegamente, no cuando el resultado era para el resto de su vida. 4433 — Elige — la urgió él. Para su disgusto, ella escondió las gemas redondas de sus pezones de su visión, poniendo el vestido en su sitio con un tirón. Nadja puso firmemente una mano en su pecho, demasiado consciente de que él estaba aun completamente desnudo. Él había mantenido la distancia entre sus cuerpos mientras la tocaba, pero sentía que si le pedía que se acercara, le daría todo aquello que cada terminación nerviosa de su cuerpo deseaba de él. Era como si su cuerpo lo reconociera completamente y quisiera que, él la satisficiera en toda forma posible. — Ponte la ropa primero — susurró ella, su cuello moviéndose nerviosamente —Por favor. Olek le sonrió suavemente, viendo la seriedad de su mirada. lentamente asintió. Nadja se fijó en que llevaba dos trenzas en el pelo de las sienes hasta las puntas. Las mechas sedosas caían hasta sus hombros, rozándolos cuando se movía. Nadja permaneció pegada a la pared de la tienda y se permitió echar una mirada a su trasero desnudo mientras él se inclinaba, forzando su mirada a apartarse. Su ser temblaba con las reminiscencias de su fiero toque, caliente, hasta un punto que ella nunca había creído posible. Se mantuvo rígida, sus ojos intentando enfocar cualquier cosa que no fuera él. Abriendo la boca sorprendida, su mirada encontró el tercer rincón. Nadja cerró los ojos turbada, había una silla baja, muy 4444 parecida a una silla de examen, con estribos para los pies y correas para mantener los brazos en su sitio. Había un cojín en el suelo, como para arrodillarse. Un baúl abierto lleno de plumas y aceites estaba detrás. No pudo ver mucho más detrás del baúl pero esas dos cosas eran suficientes. Mirando a Olek, vió que él la observaba. Volvía a estar vestido, como le había pedido, inclinó la cabeza hacia la silla, como ofreciéndosela, violentamente negó con la cabeza y exclamó un vehemente —No! Olek estaba jugando con ella, no podía evitarlo. Esa pequeña criatura temblaba tan nerviosamente que imagino que podía intentar volar como un colibrí y macharse flechada lejos de él. —Tu nombre — dijo en lugar de responder. Nadja inhaló profundamente. Eso ya parecía más normal. Ahora que él estaba completamente vestido tendrían una conversación civilizada. Eso, si su cabeza dejaba de dar vueltas, sus pechos dejaban de dolerle deseosos y sus ojos podían parar de desnudarlo y sacarle el taparrabos. Deseandoque sus palabras tuvieran más energía, ella dijo: —Mi nombre es Nadja Aleksander. 4455 CCaappííttuulloo 33 Nadja. El nombre tenía un sonido placentero en su cerebro, era un buen nombre, un nombre bonito, un nombre respetable, y completamente adecuado a la belleza digna que tenía delante de él. Mientras su voz ganaba en control, le complació que ella hablara suavemente de forma natural. Su voz sin pretensiones era baja y sensual y se enroscaba a su alrededor como una influencia femenina. Era un contrastaste agradable con las voces más rudas de sus compatriotas qurilixianos, era una voz que le complacería oír durante sus días y sus noches. Era una voz que le encantaría oír gritando su nombre en medio de la pasión. Se encontró con que quería hacerle preguntas simplemente para oírselas contestar en esa voz seductora de sirena. No tuvo que preguntar. Sus labios se abrieron y ella le habló libremente, con una pregunta de su propia cosecha. —¿Eres un granjero, o quizás un minero? — preguntó Nadja, mirándole el físico. Nadja había conocido muchos príncipes y ese cuerpo no era el de un príncipe mimado o el de un noble. Por ello estaba contenta. Olek 4466 estaba confundido por la relevancia de la pregunta. Meneó la cabeza, haciendo que ella le dijera — Entonces, ¿Qué haces para ganarte la vida? Olek sonrió, permaneciendo tranquilo. Pensó que era una pregunta pertinente, y la admiró a la vez que deseó que ella no fuera tan lógica, cerrando los ojos, imaginó su lengua bañada en vino mientras bebía de su piel pálida y sonrojada. Casi gimió con esa idea. —Oh, lo siento, me olvidé que no puedes conversar aún— dijo Nadja con un suspiro de frustración. —Eso hace que esto sea bastante difícil, ¿no? Olek simplemente sonrió. Se suponía que no era una decisión para tomarse a la ligera y él estaba contento de que ella lo entendiera así. Tal vez ella bebería en sus carnes. Se preguntó cómo esos labios se sentirían envolviendo su miembro excitado, chupando el licor de él con su ardiente boca. Nadja suspiró más fuerte, estaba completamente a oscuras con respecto a sus pensamientos eróticos. Mordiéndose los labios, dijo. —De acuerdo, vamos a intentarlo de otra forma. ¿Eres un hombre trabajador? De nuevo una sonrisa irritantemente atractiva fue la respuesta a su pregunta, sus dientes eran rectos y blancos, viendo la atención que ella prestaba a su boca, Olek dejó que su lengua se paseara por el borde de la misma. Oh, pero la distancia entre sus cuerpos estaba 4477 volviéndolo loco. Sus caderas se tensaron, tal vez después de que ella bebiera de él, podía conseguir que ella le montase duramente como si estuviera domando un nuevo cefilo. Incluso la dejaría que lo atara si quería, para completar la fantasía, apostaría a que esas piernas largas podían constreñirlo. Nadja se estremeció y se sacudió. La mirada de él simplemente se calentó más intensamente. —Te lo diré ahora mismo, quiero un hombre trabajador. ¿Lo eres?— insistió ella. El alivió la recorrió cuando él asintió con la cabeza. Al menos no era un príncipe. Olek se adelantó mirando las sutiles curvas de su cuerpo, su mente no dejaba de formarse imágenes de ella, atacaría. Los ojos de ella le miraron, aguantando la mirada de él con su fuerza azul. Ella aún no había terminado. Tragando, Nadja dijo, —No te mentiré ni te haré ninguna jugarreta. Trabajaré duramente a tu lado si tengo que hacerlo, no tengo nociones infantiles sobre lo que será este matrimonio. No espero que estemos enamorados y no espero que me digas que me amas. De hecho, preferiría que me respetaras lo suficiente como para que no intentaras aplacarme con sentimentalismos. Olek la miró tranquilamente, sin mostrar ninguna emoción mientras atendía a todas sus palabras. Su mirada permaneció tan ardiente como lava fundida. 4488 —Espero lealtad y honestidad,— continuó Nadja, animada por su silencio y su paciente escucha. —Y te devolveré lo mismo en correspondencia. Creo que podría ser una buena asociación. Cuando ella hizo una pausa para mirarlo, Olek asintió una vez, urgiéndola a continuar, sus ojos la taladraban con un fuego desgarrador que hacían que sintiera cómo los dedos de los pies se enroscaban y que el estómago le doliera en sitios inusuales. —Imagino que querrás niños. A Olek no le gustaba la forma práctica y uniforme en que las palabras salían de su boca, asintió de todas formas. Sus ojos bajaron hasta sus esbeltas caderas y a la injustamente seductora pose en la que estaban. Sus piernas estaban abiertas justo lo suficiente para que él pudiera hacer pasar un dedo entre sus muslos para probar su suavidad, su humedad, su calor femenino. Intentó no gemir. —Bien— estuvo de acuerdo Nadja, turbada por su fija mirada. La estaba mirando como si quisiera procrear en ese mismo momento. —No me importaría tener niños… con el tiempo. Pero, no ahora mismo. De nuevo, Olek asintió. ¿Qué más le daba? Él no estaba pensando en los niños, sólo en practicar el cómo se hacían, sabía que nada podía salir de aquella noche. Debido a sus leyes, no estaba permitido alcanzar el clímax. Sin embargo, él era un masoquista y estaba felizmente dispuesto a pasar la noche torturándolos a ambos. 4499 —En cuanto…— Nadja hizo una pausa para esconder su rubor, mientras se desplazaba hacia la cama. —En cuanto a estar juntos, creo que deberíamos esperar a conocernos mejor. Olek frunció el ceño, levantando la barbilla sorprendido, olisqueando sutilmente el aire, podía discernir el aroma del deseo de ella por él. Si estaba obligado a oler eso cada día, por descontado que no iba a poder esperar para reclamarla. Se volvería loco. Sus entrañas se contrajeron un instante protestando por la idea de dicha negación. Era un hombre refinado y de infinita paciencia, pero incluso un santo iba a derrumbarse con esa tortura. —No estoy diciendo que no me vaya a casar contigo. Solamente es que no quiero… quiero… copular ahora mismo— explicó Nadja, orgullosa de su diplomática elección de vocabulario. —Además, si vamos a querer niños más adelante, entonces no hay necesidad de hacerlo ahora. El ceño fruncido de Olek se profundizó. Sus brazos se cruzaron atrevidamente encima de su pecho. Esperaba que ella hubiera terminado. No podía asumir mucho más de esa lógica nerviosa. De hecho, él podía decir que ella no tenía experiencia alguna en tratar con hombres y asumió por eso sus palabras eran tan frustrantemente clínicas. — Así pues, esas son mis condiciones. Si estás de acuerdo, adelántate y sácate la máscara. Si no, permanece dónde estás y estaré encantada de marcharme— terminó Nadja. Ella no tuvo que esperar 5500 mucho antes de que él adelantara un paso con total seguridad, y luego otro. Sus brazos permanecieron cruzados, pero sus ojos parecían devorarle la cara con fervor. Era igual que tener un centenar de dedos tocándole la piel a la vez. A Olek no le gustaba su última condición. Pero, como vio una enorme brecha en sus demandas, decidió aceptarla. Él simplemente tendría que torturarla hasta que ella le rogara a él para que… copulara. —Oh— Nadja respiró cuando él se paró delante de ella. Él permanecía orgullosamente erguido e inamovible. Sin aliento, ella susurró. —De acuerdo, ya has decidido. —Elige— Las palabras sonaron como una orden. Nadja se mordió el labio, sus ojos se elevaron para estudiarle la cara, sus dedos temblaban mientras alcanzaba a tocar la piel de su máscara. Tragando, ella empezó a desatarle las cintas laterales. Sus manos acariciaron su pelo trenzado e hizo una pausa. —¿Estás seguro, entonces?— le preguntó ella en un murmullo ahogado. Los oscuros ojos de Olek brillaban como una superficie vidriosa de agua, ocultando engañosamente una corriente subterránea, sólo entonces ella observó el suave resplandor del cristal alrededor de su cuello. Parecía brillar cuanto más se acercaba a él. Su boca se apretaba en unadura línea, mientras decía de nuevo. 5511 —Escoge. —De acuerdo, Olek — dijo Nadja. Terminando la tarea, ella tiró de la cuerda. El brillo del cristal se reflejaba en sus manos con su luz blanca. La máscara se deslizó a un lado, desvelando una cara más hermosa de la que ella hubiera imaginado en su mente. Su nariz era recta y fuerte, su frente esculpía la perfección de un hombre bien hecho, tenía los pómulos altos y orgullosos de su gente, pero sus ojos hundidos fueron los que la capturaron. No cambiaron en sus profundidades verdes, mientras los miraba. —Te escojo a ti. La boca de Olek se curvó con humor travieso. La máscara cayó de los dedos de ella al verlo antes de que pudiera evitarlo. Cayó en el hombro de él antes de deslizarse hasta el suelo. — Hola— murmuró Nadja débilmente. Intentó sonreír y falló miserablemente. —Hola, Nadja— respondió Olek, tocándole la mejilla. Su voz era fuerte y segura de sí misma en su acento qurilixiano. Envió escalofríos por toda ella. —Creo que la tradición dice que tenemos que hablar— dijo ella, intentando actuar fríamente. Intentó apartarse pero su cuerpo rechazó alejarse del de él. Su traicionera carne quería quedarse y saber más de su toque y sus ardientes miradas. Ella notaba su estómago flotando en su interior por lo que había hecho. En un pequeño acto, se había casado a un completo –aunque increíblemente guapo— desconocido. 5522 —No— corrigió Olek. —La tradición es que nos tenemos que descubrir el uno al otro. —Sí— estuvo ella de acuerdo y asintió. —Hablar. —No, descubrir— corrigió él. —Para eso hablamos— Nadja no estaba segura de que le gustara la dominante elevación repentina de sus cejas en su frente. —Nos descubrimos conversando. —Es la tradición de mi pueblo, Nadja— Olek sonrió. Era una mirada perversa, llena de determinación y autoridad masculina. Se inclinó dominándola con la altura. —Creo que sé lo que es. Tenemos que descubrirnos el uno al otro. Aprendernos el uno al otro. Revelarnos completamente el uno al otro. Nadja, que era alta para ser mujer, no estaba acostumbrada a que la dominaran en ese aspecto. Los ojos de Olek se deslizaron a propósito por encima de su vestido, consumiéndola con su mirada ardiente. Nadja se puso rígida de miedo. Ella preveía una larga y problemática noche. *** —Mi rey— un soldado rubio dijo, atravesando un bosque de árboles colosales. Las antorchas no llegaban a esa parte del terreno, 5533 pero la luna brillaba e iluminaba el camino con un brillo azulado. El hombre colocó la mano sobre su corazón y se inclinó. Estaba vestido como un sirviente, pero sus ojos miraban a su alrededor con astucia. —Todos los príncipes han encontrado novias— El hombre al que se dirigía se adelantó hacia la luz, sus ojos mandaban escalofríos a aquellos que le servían. Mirándole el rostro, era imposible determinar su edad. Su cuerpo era joven y saludable. Sus ojos parecían tan ancianos como las estrellas. —Muy bien— dijo el rey rubio, sonriendo cruelmente. — Esperemos hasta que estén completamente vinculados. Sólo entonces podremos asegurar el fin de su descendencia. Una vez esos Draigs pierdan a sus parejas estará hecho. Las nuevas princesas morirán, empezando con la esposa del hijo mayor. La línea de reinado de los Draig terminará y los Var serán una vez más la única fuerza en esta tierra. El guerrero rubio sonrió. Mientras le miraba, el rey hizo rodar su cuello sobre los hombros mientras mutaba a una forma más natural. El pelo le creció cubriéndole rostro y cuerpo, se le formaron zarpas en las manos. Su boca se alargó, abriéndose con afilados colmillos. Cuando volvió a mirar hacia atrás, fue a través de los ojos de un gato salvaje. Su voz reverberaba en tonos bajos y deliberados en su garganta. Gruñendo, le ordenó —Vete. 5544 El rey miró como el espía partía antes de volverse a meter corriendo en el bosque, desapareciendo completamente mientras se apresuraba entre la arboleda. *** —Mantente alejado— avisó Nadja, levantando una mano. —No tienes que hacer esto, Olek. Estoy complacida contigo, muy complacida. —Encantado de oírlo— se burló Olek, su cara irradiando seguridad en sí mismo. Ahora que la máscara ya no estaba, Nadja podía ver que su mirada verde tenía mucho humor en sus profundidades. ¿Se estaba riendo de ella? Olek dejó que sus ojos viajaran por ella sin inhibición alguna. —Pero quiero ver si yo estoy tan complacido como tú. Sácate el vestido. Quiero mirarte. Nadja miró la máscara, deseando poder volvérsela a poner. Ese hombre era demasiado guapo para ella. ¿Qué la había poseído para siquiera considerarlo? Quería un doctor gordo, bajo, viejo, con un temperamento dulce y escasa destreza sexual. ¿Por qué subieron de esa manera sus exigencias? Debía haber estado loca transitoriamente! Es todo ese vino que bebí con la cena, pensó repentinamente. El cristal pulsó, causando una ola de emoción que inundó su sistema. Y esa maldita piedra! 5555 —No, estuviste de acuerdo— soltó Nadja, agarrándose el vestido en el pecho. —Yo accedí a no copular, esposa— contestó Olek con una sonrisa que le calentó las ardientes mejillas de ella aún más. —No dije que no terminaríamos esta noche lo que estaba previsto que hiciéramos. ¿O prefieres que llame al consejo de ancianos para que lo aclaren?— Nadja consideró eso. ¿Cuál era la otra alternativa? No quería tener que volver. No podía arriesgarse a que su padre la encontrara. Ella era plenamente consciente de que podía hacerlo. Tragando, ella preguntó con aprensión —¿Sólo quieres mirar? ¿Eso es todo?— Las ventanas de la nariz de Olek se abrieron con excitación. —Sí, déjame mirar, por ahora. —Tu… tu ¿no vas a tocarme?— Nadja intentó tomar aliento para tranquilizarse. No podía creer lo que estaba considerando hacer. Pensó en su padre y endureció sus nervios, tenía que hacerlo. Oh, esto va a ser un dulce tormento, pensó Olek, dividido entre la expectación y la agonía. —No hasta que tú me toques antes— prometió. Nadja tragó aliviada. Eso no iba a ser tan difícil. Ella no tenía ninguna intención de tocarlo. Pero, mientras sus ojos se iluminaron traviesos y desafiantes. ¿Qué tenía ese bárbaro en mente? —¿Sin trucos?— persistió Nadja, intentando dejarlo claro. 5566 —¿Te gustaría que te ayudara a desvestirte? —Se ofreció, con una sonrisa arrogante que le aflojó las rodillas a ella. La boca de Nadja se abrió, pero no salió ningún sonido. En su lugar, sacudió furiosamente la cabeza. Tragando, miró alrededor. —¿Dónde?— preguntó, empezando a temblar terriblemente. — ¿Aquí? —En cualquier sitio que te vaya bien— Olek no se echó para atrás ni cedió un ápice. Sería bueno para ella sacarse esa timidez de en medio. No quería que su esposa le tuviera miedo, tendría que probarle que podía confiarle su cuerpo, tanto como su espíritu. Nadja se echó un paso atrás, mirando a su alrededor. Viendo la mesa, dijo, —Puedo… Necesito un trago. El cuerpo de Olek casi explotó en frustración, mientras Nadja lo esquivaba. Inhaló profundamente, intentando ser paciente. Tenían toda la noche para eso y toda una vida para lo otro. —¿Te gustaría tomar algo?— le preguntó Nadja —¿Intentas emborracharme?— le dijo Olek meditativamente, acercándose lentamente a ella. Nadja se sonrojó al instante, probando que de hecho había pensado en ello. 5577 —Los hombres de Qurilixia no se intoxican con este vino— Olek levantó un dedo como si quisiera tocarle el cuello, pero entonces se apartó, recordando su promesa de no tocarla si ella no lo tocaba antes. Por la forma en que ella lo miraba, podía ser que tuviera que esperar largo y tendido. —Somos inmunes. —Así que simplemente emborracháis a las chicas.— Nadja intentó reír. La mirada oscura de él le hizo soltar sólo una risita sorda y breve. —Lo siento. —¿Por qué estás tan nerviosa? Soy tu esposo. No tienes motivo para sentirte avergonzada. El propósito de nuestratradición es apartar cualquier duda, confiamos en los poderes que tenemos alrededor para saber el camino. Nadja se tragó una copa de vino antes de empezar a toser. Tomando aliento temblorosamente, ella dijo. — Sí, pero eres también un desconocido. Sólo te he visto por primera vez hace algunas horas.— Olek levantó el cristal que colgaba de su cuello. Hizo girar el brillante objeto entre sus dedos. —Pero esto prueba que estamos destinados. Por eso tenemos esas ceremonias, para que no haya muros, confiamos en este poder para guiarnos. Nadja tragó nerviosamente. —Así pues, ¿es cierto que siempre habéis llevado eso? ¿Desde el día en que nacisteis? 5588 —Lo es— contestó Olek, complacido por la nota relajada que había detectado en el tono de ella. Era bueno que mostrara interés y conocimiento de las costumbres de su gente, porque ahora eran los de ella también. —¿Y siempre ha parpadeado de esa manera?— Nadja tomó otro trago. Como si fuera a demostrarle su afirmación, el cristal pulsó brillantemente, enviando una dulce y tormentosa agonía entre sus miembros, creando dentro de ella un torbellino de añoranza y necesidad. —No, sólo esta noche, cuando te vi por primera vez venir hacia mí.— Susurró Olek. Tomando el cristal, acarició ligeramente la piel de ella. Sintió como se encendía un fuego en su carne por donde él se lo pasaba en suaves círculos, por la base de su cuello. —Ahí fue cuando el cristal toma vida por primera vez. —Así que.. ¿reacciona con la luz de la luna?— tanteó Nadja, sus ojos parpadeando débilmente. Ella podía sentir cómo el cristal tiraba de ella hacia el cuerpo de Olek, cegándole la mente a cualquier otra cosa que no fuera ese guapo guerrero. —Reacciona a lo que hay entre nosotros de forma natural. Muestra los deseos de nuestros corazones.— Contestó. Su reacción a esa admisión no fue la que él esperaba. Nadja se puso tiesa y se apartó. Su ceño fruncido empezó a estropearle las facciones. 5599 —Te lo dije. No te amo y no espero que tú me ames. Seré práctica al respecto de esto. Olek se sintió herido. ¿Cómo podía ella saber los muchos años que había estado esperándola? Él había tenido borrosos sueños de ella desde que era un niño. No era simplemente la suerte lo que la había llevado hasta él. Era el destino. Incluso aunque ella no lo creyera, él sí lo hacía. Y sabía que era cierto, como toda su gente. —Nadja— susurró tiernamente. —¿Por qué tienes miedo? —No tengo miedo… —Me prometiste sinceridad— la interrumpió Olek. —Puedo oler la mentira en ti. —Yo…— Ella tomó otro trago, parándose sólo para mirarlo. Para asegurarse, se giró y tomó otro. Olek frunció el ceño, y levantó la mano para pararla. Con sus dedos, tiró del borde de la copa hacia abajo, y se la quitó sin tocarle la mano. Ella saltó alarmada. —Ya es hora, Nadja. —¿Hora? Los ojos de Olek bajaron por sus formas cubiertas en la seda tradicional. Sus ojos la abrumaban mientras la consumían a placer con su hambre. Después de terminar su ardiente inspección ella temblaba sin poderse controlar, y no hizo falta que él le contestara. 6600 —¿Puedes al menos apagar las luces? —Las manos de Nadja se retorcían. —No vale la pena, pequeña flor solar. Puedo ver en la oscuridad. Ahora, ven. Olek se echó hacia atrás, con sus ojos atrayéndola a voluntad mientras la guiaba al centro de la habitación y hacia la suave alfombra de piel. Cuando él paró, ella abrió los ojos, impresionada por poder sentir tanto sin que ni siquiera la tocase. En un murmullo grave, que le envío escalofríos por todo el cuerpo, Olek le dijo, —Eres bella. No hay razón para avergonzarse. Sácate el vestido para mí. Viendo la mirada de sus ojos, una chispa apasionada que era sólo para ella, no podía rechazarlo. Primero, se sacó las zapatillas. Los dedos de sus pies se hundieron en la suavidad de la piel. Luego, lentamente, se llevó la mano al costado. Nadja estudiaba sus ojos mientras se movía. Tirando del cuerpo de seda, se bajó hacia abajo el top sin hombros. Al instante se liberó un pecho. Las aletas de la nariz de él temblaron, pero no miró. El cristal reflejaba su hechizo alrededor de ellos. Liberando el otro pecho, ella lentamente tiró del vestido hasta la cintura. Ella dudó. La tienda era cálida, pero el calor que irradiaba su nuevo marido era todo lo que ella sentía y su espalda se estaba quedando helada sin el calor de Olek. Sus ojos parecieron iluminarse, 6611 tomando un tono dorado. Ella parpadeó y la visión desapareció. Seguramente, había sido un reflejo de alguna antorcha. —Termina— le susurró Olek, urgiéndola a seguir. La palabra se deslizó como un aliento por toda su piel. Nadja tragó nerviosamente. Inclinándose se quitó el vestido. En un momento estaba erguida de nuevo, vestida sólo con sus bragas de encaje. Olek, manteniendo su mirada fija, dio un paso hacia atrás, separándose de ella. Mientras ponía distancia entre ellos, sus ojos viajaron hacia abajo, no podía hablar. El aliento se le encalló en la garganta, era la forma femenina perfecta. Su cuerpo estaba recubierto de músculos tonificados, aun así con las suficientes curvas femeninas suaves para no parecer recio. Su plano estómago tiraba de los huesos de su cadera, creando una delicia para los ojos ya que el encaje se pegaba a ellos, ya había visto sus esbeltos brazos y la mayor parte de sus piernas, pero esas también incrementaban la imagen nostálgica de ninfa del bosque que tenía ante él. —¿Soy…?— Nadja no pudo terminar. Cuando Olek la miró, vio que su rostro estaba abajado y medio girado. Sus pálidas mejillas tenían un brillante color rosa vergonzoso. Los rizos en cascada de su suave melena castaña le caían por los hombros, algunos por la parte delantera para esconder un delicioso pecho de la visión. —Eres deliciosa, flor solar— Su voz sonaba ronca por el brutal deseo. —Ahora, quítate el resto. 6622 Nadja no podía mirarlo. Incómoda, se bajó las bragas por la cadera y las dejó caer a un lado, desnudándose por completo. Nadie la había visto desnuda, excepto los androides de belleza que habían cuidado de ella y a esos no les importaba nada. Olek inhaló profundamente. Debajo de su taparrabos de piel, estaba duro, pulsando fieramente de excitación. El montículo de ella estaba cubierto sólo por una fina hilera de vello. Los labios de él se abrieron, deseando probarla. Nadja se quedó helada mientras él empezaba a moverse alrededor, cuidadosamente manteniendo una buena distancia entre ellos mientras la miraba. Olek se paró. Sus ojos habían detectado una marca en su firme trasero. —¿Qué es esto?— preguntó, inclinándose y acercándose para ver de más cerca el símbolo negro. No reconoció el significado de la marca. —Oh— Nadja se giró, estirándose para mirar el diseño arremolinado. Lo había llevado por tanto tiempo que se había olvidado de él. Lo odiaba. Era la marca de la Alianza Médica, que esencialmente la marcaba como propiedad. —Es sólo un tatuaje. Lo tengo desde hace mucho tiempo. Olek frunció el ceño. Ella no mentía, pero él notaba que había más de lo que ella había dicho tras de eso. Él continuó hacia adelante, pero ella todavía estaba distraída mirándose el trasero. —Nadja, mírame. Ella lo hizo, sus ojos mirándole a través del velo de sus pestañas. 6633 —Mírame— insistió Olek. Ella giró el rostro más completamente para estudiarlo, aunque su cabeza aún estaba agachada. —Quiero que veas lo que me haces. Nadja tragó. Estaba demasiado atónita para moverse. ¿Todos los hombres hablaban así de lanzados? ¿Todos los hombres eran tan seguros con las mujeres? ¿O sólo era los maridos con sus mujeres? Hasta la noche en que su padre anunció su compromiso en una cena de gala, ella nunca había tenido a un hombre cerca. El anuncio le había resultado una horrible sorpresa. Hank le había dado un anillo de compromiso con un obsequio completamente inadecuado. Ella se había horrorizado y escapado
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