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Filosofía de la psicología Editorial Siglo XXI

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traducción de 
MARCO AURELIO GALMARINI 
FILOSOFÍA DE LA PSICOLOGÍA 
MARIO BUN( �E 
RUBÉN ARDIIA 
16 PRELIMINARES 
cultural o humanística, decretaron que la psicología no podía ser una ciencia natural 
y que era una ciencia espiritual (una Geisteswissenschaft), junto con las ciencias sociales. 
(La familia de las ciencias espirituales, también llamadas "ciencias morales", coincide 
aproximadamente con lo que los conductistas llaman "ciencias de la conducta".) 
Se consideró que las ciencias del espíritu (o mente) eran no experimentales y 
no matemáticas, y se las colocó entre las humanidades, porque su estudio requería 
únicamente libros y su enseñanza ni siquiera precisaba pizarras. El objetivo de esas 
disciplinas era -se decía- describir y comprender empáticamente ( esto es, verstehen ), 
no explicar (erkliiren) ni predecir con la ayuda de leyes objetivas, puesto que el espíritu 
( Geist) se tenía por inmaterial y no sujeto a leyes. Esta filosofia está todavía muy 
presente en algunas escuelas contemporáneas, particularmente en la psicología huma­
nista, en el psicoanálisis y, hasta cierto punto, también en la psicolingüística de Chomsky. 
Todas ellas versan sobre mentes inmateriales y, en consecuencia, rehúyen el experimento 
y evitan la biología, aun cuando a veces rinden culto verbal a uno y a otra. 
La escuela humanista (o espiritualista, o histórico-cultural, o historicista) ha obs­
taculizado el estudio de los seres humanos, principalmente debido a la barrera que ha 
erigido entre éstos y la naturaleza, o, más bien, por haber importado esa barrera de la 
teología cristiana. 
En verdad, la barrera se ha ido desmoronando desde el mismo momento en que 
se la erigió. Una gran cantidad de disciplinas científicas nacientes violan la interdicción 
del estudio de la mente y la sociedad con el empleo del método científico; testimonios 
de ello son la psicología fisiológica (o psicobiología), la lingüística experimental, la 
neurolingüística, la antropología y otras. 
Sin embargo, esta nota necrológica no sería completa ni justa si no dejáramos 
constancia de que la escuela humanista tenía razón en un punto importante, a saber: 
que la posesión de un "espíritu" (en la jerga contemporánea "cerebro altamente evo­
lucionado") coloca a los seres humanos en una categoría muy especial, debido a que 
les da la posibilidad de modelar artefactos materiales y conceptuales complejos, así 
como un medio artificial complejo que comprende economía, política y cultura. (A su 
vez, este medio artificial, es decir, la sociedad, modela la conducta y la actividad 
mental.) Esto quiere decir que la biología, aunque necesaria, es insuficiente para ex­
plicar la naturaleza humana. Para decirlo de manera positiva: puesto que la naturaleza 
humana no e¡¡ completamente natural, sino parcialmente artificial ( esto es, producto 
humano), el estudio de la humanidad no compete únicamente a la ciencia natural, sino 
también a la ciencia social. Sin embargo, ambos tipos de estudio son metodológicamente 
atines. 
Por tanto, debemos admitir que la humanidad posee propiedades y satisface regu­
laridades (leyes y reglas) que la distinguen del resto de la naturaleza. Pero, al mismo 
tiempo, podemos sostener que tales propiedades emergentes y tales regularidades no 
lihcran a los humanos de las leyes de la biología ni los invalidan como objetos de 
investigación científica. En otras palabras, podemos admitir el punto de vista idealista 
ncl'rcn de la singularidad de los seres humanos, siempre que lo asociemos indisolublemente 
i,l'OR Quf, l·ILOSOFfA DE LA PSICOLOGiA? 17 
a las siguientes tesis acerca de aquellos rasgos emergentes: a] lejos de ser milagrosos, 
son el resultado de un largo proceso evolutivo que únicamente involucra factores 
materiales, y b] lejos de desafiar a la ciencia, se los puede estudiar científicamente. 
La tesis a] pertenece al materialismo emergentista (aunque no al fisicismo ni al ma­
terialismo vulgar), y la tesis b] forma parte del realismo científico. Puesto que el materialis­
mo es una doctrina ontológica y el realismo una doctrina gnoseológica, podemos ver 
que la oposición al estudio científico del hombre y, en particular, a la psicología cien­
tífica, no se encuentra en la filosofia como tal, sino en ciertas filosofias. También aquí, 
lo mismo que en otros sitios, un clavo saca a otro. 
1.2. FILOSOFÍAS DE LA MENTE 
Tan estrechamente relacionada a la filosofia se halla la psicología, que ningún psicó­
logo, por indiferente, e incluso hostil, que pueda sentirse respecto de la filosofia, puede 
evitar el sostener alguna filosofia de la mente. Aunque, en casos excepcionales, esta 
filosofia puede ser resultado de reflexiones acerca de descubrimientos científicos, prin­
cipalmente se obtiene de maestros, colegas o publicaciones. Después de todo, ningún 
psicólogo puede escapar a la tradición, formada por una multitud de opiniones antiguas, 
incluso arcaicas, sobre las pretendidas Grandes Cuestiones, entre las que se encuentra 
ésta, relativa a la naturaleza humana. (Véase Boring, 1950; Hearst, 1979; Whetherick, 
1979; Murray, 1983.) 
Casi todas las filosofias de la mente han sido propuestas por filósofos y teólogos 
durante los últimos tres milenios. Cada una de estas filosofias propone su propia solución 
al problema mente-cuerpo, esto es, al siguiente interrogante: "¿Qué es la mente y cómo 
se relaciona con la materia, en particular con el cuerpo?" Esta pregunti;·que otrora füera 
propiedad exc!Üsiva de.teólogos y filósofos, se fovestiga hoy también entre los científicos. 
Por tanto, se da junto con otros problemas, tales como el de "¿qué es una buena socie­
�ad?", en la interseccióñ·,re··aencia: filoscifia e ideología. Como otros del mismo tipo, el 
problema puede tratarse científicamente, filosófica o ideológicamente (en particular teo­
lógicamente). Y, de un modo análogo a lo que ocurre en casos similares, es probable que 
toda solución que se proponga al problema y todo argumento alrededor de él, provoquen 
reacciones violentas. En palabras de un distinguido psicólogo, la mera invitación a ana­
lizar el problema mente-cuerpo parece activar principalmente el sistema límbico, incluso 
en científicos que, por lo demás, son reconocidamente sobrios. 
Las diversas filosofias de la mente pueden agruparse en dos grandes familias: el 
monism�psicofisico y el dualismo psicofisico. El monismo afirma que Ia--materia y 
lamente son, en cierto sentido, una sola cosa; por otro lado, el dualismo sostiene 
que la materia y la mente son sustancias de distinta clase. Sin embargo, ninguna de es­
tus familias de doctrinas es homogénea, sino que cada una está compuesta por al me­
nos cinco puntos de vistarec¡procamente incompatibles. Los -hemos resumido en el 
cundro 1.2. 
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