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Desde este punto de vista, puede resultar interesante definir un parámetro plasmático relacionado con este con- trol, la capacidad latente de captación de hierro: el número de centros circulantes capaces de captar hierro que se encuentran libres en un momento dado. Evidentemente, el número total de centros, saturados o no, será la capacidad total de captación de hierro. El valor de estos parámetros, mediante un mecanismo molecular no claramente elucida- do, regula el mantenimiento del nivel adecuado de absor- ción de hierro. ¿Qué sucede con el hierro que ha entrado en el enterocito y que no puede salir a la sangre por las restricciones del siste- ma de control? Dicha célula, como todas las demás del organismo, puede sintetizar una proteína, la ferritina, mul- timérica, de peso molecular global mayor de 400 kD, monta- da a partir de 24 subunidades del polipéptido base, la apofe- rritina, la expresión de cuyo gen está controlada directamente por los niveles de hierro citoplasmático. La ferritina funciona como un contenedor para el hierro, al que almacena en su núcleo, en forma de fosfato hidroxiférrico; una molécula puede llegar a contener hasta 4 500 átomos de Fe. Los demás tejidos a los que llegue hierro —la práctica totalidad—, que no tenga que utilizarse de inmediato como componente de las diferentes moléculas en las que participa, dispone de este mismo sistema de almacenaje: cuanto más Fe haya, tanta más apoferritina se fabrica y tantos más contenedores de ferritina se montan. Por eso, no es problema que el enterocito capte mucho más Fe que el que pueda ceder a la transferrina plas- mática; ese Fe se almacena dentro de la ferritina y, cuando tiene lugar la descamación celular para dejar paso a los nue- vos enterocitos, su contenido en hierro queda libre en el lumen, al digerirse la ferritina. El Fe liberado se añade al depósito intestinal y opta a ser reabsorbido; el máximo por- centaje posible lo será, y el resto se perderá en las heces. ¿Cómo capta una célula de un tejido cualquiera el Fe que transporta la transferrina? Lo hace mediante un mecanismo de endocitosis mediada por receptor, semejante al responsa- ble de la captación de las LDL (lipoproteínas de baja densi- dad) (véase el Cap. 15). En sus membranas plasmáticas, esas células disponen de «hoyos revestidos», ricos en receptores que reconocen la transferrina, aunque, específicamente, las moléculas que tienen sus dos centros captadores de Fe satu- rados; la formación del complejo desencadena la endocitosis que, en este caso, preserva las moléculas de transferrina que son devueltas a la sangre sin ser destruidas, para volver a ser utilizadas. El hierro iónico permanece en la célula; si se necesita de forma inmediata, se usa en la fabricación de hemoglobina, citocromos o cualquier otra ferroproteína necesaria; si no, se almacena en el interior de los recipientes de ferritina. Un esquema global de la absorción intestinal del hierro se puede visualizar en la Figura 11-7. Las principales enfermedades derivadas de problemas en el aporte de hierro o en la regulación de su absorción son la anemia ferropénica y la hemocromatosis (Recuadro 11-3). Nutrición, absorción y transporte | 185 Recuadro 11-3. PROCESOS PATOLÓGICOS DEL METABOLISMO DEL HIERRO La anemia ferropénica se produce cuan- do no llega al organismo hierro suficien- te para compensar las pérdidas, y la hemocromatosis aparece cuando falla el sistema de control de la absorción y se absorbe mucho más metal del necesario; el exceso de hierro puede superar la capacidad de almacenamiento de las dotaciones genéticas de ferritina —hay afectados que llegan a tener un total de 100 g de hierro en sus tejidos— y las sales de hierro, que al desbordar la ferri- tina ya no pueden ser mantenidas aleja- das de los componentes celulares, aca- ban reaccionando de forma inespecífica con éstos y produciendo afecciones tales como insuficiencia cardíaca, pancreati- tis, impotencia sexual, etcétera. La mayoría de estos enfermos lo son de forma congénita; sufren de hemocroma- tosis idiopática, y deben su problema a mutaciones en los genes que controlan la entrada neta del hierro. Otras alteraciones hemocromatósi- cas son adquiridas; entre ellas, destacan los alcohólicos crónicos que absorben mucho más hierro del que deberían por- que sus estómagos producen más acidez de lo normal, lo que baja algo el pH intestinal, con el consiguiente aumento de los niveles de Fe+2 en el lumen y, por tanto, de su entrada en el enterocito. La determinación del valor de la capacidad latente de captación del hierro de un paciente puede ayudar a diagnosti- car su enfermedad. Los anémicos ten- drán valores mucho más altos del pará- metro, mientras que los hemocromatósi- cos los tendrán muy bajos, en los casos más graves, cercanos a cero. Los valores normales del parámetro oscilan entre el 50% y el 79% de la capacidad total. El tratamiento de ambos procesos patológicos es, lógicamente, diferente: la anemia se corrige suministrando die- tas más ricas en hierro asimilable, aun- que hay que tener precauciones porque se han dado casos de personas sometidas a este suministro adicional que han aca- bado teniendo problemas de hemocro- matosis. Por el contrario, el tratamiento de la hemocromatosis se hace mediante fármacos capaces de quelar el hierro, lo que evita su absorción, o sometiendo a los pacientes a sangrías frecuentes y controladas. 11 Capitulo 11 8/4/05 10:21 Página 185
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