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Resumen U4 (Bloque 9) - Historia RRII(1)

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HISTOria DE LAS RRII CONTEMPORÁNEAS
 PARTE 9
Relaciones internacionales durante la Primera Guerra Mundial
Bibliografía:
- ZORGBIBE: “Historia de las RRII” (Tomo I - páginas 242 a 332)
- RENOUVIN: “Historia de las RRII” (páginas 650 a 765)
Las causas que llevaron al estallido de la Primera Guerra Mundial se remontan a históricas disputas imperialistas, sumadas a los nacionalismos radicales de la época y a la carrera armamentística. No obstante, años antes ya se habían establecido ciertos medios para evitar que un conflicto de este tipo sucediese:
1899 – Conferencia de La Haya: Se establecen la utilización de medios pacíficos para la resolución de conflictos. Estos más tarde se trasladan a la Sociedad de Naciones y luego a UN.
1907 – Segunda Conferencia de La Haya: Luego de la guerra ruso-japonesa, la misma se lleva a cabo a pedido de Rusia. Se trata el tema del arbitraje: no se trata de una Corte, sino de un tercero imparcial que intenta dirimir el conflicto entre los dos Estados. Se arma una lista de Estados que están dispuestos a ser árbitros. Sin embargo, el arbitraje no es obligatorio (si bien esto se propuso, pero Alemania no aceptó).
· Etapas durante la 1GM:
· Guerra de movimiento. 
· Guerra de trincheras. 
· Equilibrio entre los bloques.
· Final de la guerra.
LOS ESTADOS BELIGERANTES
Una vez comenzado el conflicto bélico, todos los gobiernos europeos creían en una guerra corta. Pero a medida que se prolongaban las hostilidades, la perspectiva de una guerra larga se tornó peligrosa, ya que sus recursos iban en descenso. Las fuerzas económicas estaban gravemente comprometidas. 
Al principio, GB conservó la libertad de sus comunicaciones marítimas y pudo importar artículos alimenticios y materias primas, las dificultades económicas no fueron lo suficientemente serias. A partir de 1917, el Estado se vio obligado a dirigir la producción nacional y a restringir el consumo. La cohesión moral del Estado se vio amenazada por el problema irlandés: en la primavera de 1914 el antagonismo entre los católicos de Irlanda del sur y los protestantes de Ulster había tomado tal relevancia que se creía inminente la guerra civil. Los nacionalistas extremistas veían en la guerra europea la ocasión de obtener no sólo la autonomía sino la independencia total. Esta resistencia culminó en la “Rebelión de la Pascuas” de 1916 y a pesar de que el movimiento fue reprimido en algunos días, los nacionalistas irlandeses siguieron inquietando.
La situación del Imperio Ruso era más difícil. Los medios obreros estaban orientados por la influencia de los intelectuales socialistas. Entre los cortesanos y la nación rusa no existía colaboración, y l amasa campesina permanecía en un estado de pasividad. Además, junto a la nación rusa existían grupos nacionales alógenos (judíos, finlandeses, polacos) que veían en la crisis internacional la oportunidad para liberarse del régimen y de la dominación que sufrían.
La crisis de material de guerra fue irremediable para Rusia. El cierre de los estrechos daneses impedía la circulación entre el mar del Norte y el mar Báltico; y los Estrechos otomanos, el Bósforo y los Dardanelos fueron cerrados por el gobierno turno a las seis semanas de empezar las hostilidades. El dominio del mar que gozaban las potencias de la Entente no servía de nada al Imperio Ruso, que se encontraba casi aislado del mundo. En este país agrícola, las poblaciones urbanas sufrían escasez y se veían sometidas al racionamiento de alimentos. He aquí una razón más para que en los medios obreros se atendiese la propaganda clandestina que elaboraban los adversarios al régimen.
Este domino del mar permitía estorbar el abastecimiento de productos alimenticios y materias primas. El bloqueo se convirtió en un importante aspecto. GB y Francia ampliaron la noción de “contrabando de guerra” y decidieron también apresar en los barcos neutrales todas las mercancías susceptibles de ser utilizadas por la industria alemán cuando fueran transportadas hacia un puerto neutral vecino de Alemania. El gobierno alemán respondió con la guerra submarina, dirigida contra la navegación comercial del enemigo e incluso de los neutrales, lo que violaba más gravemente las normas del derecho internacional.
La guerra económica, por un lado pesaba en la espalda de los neutrales, pero por el otro les proporcionaba la ocasión de conseguir grandes beneficios comerciales.
LOS ESTADOS NEUTRALES
Los Estados neutrales de Europa estaban alerta, y su actitud podía modificar el equilibrio de las fuerzas militares y económicas. Además, las cláusulas del futuro tratado de paz afectarían sus intereses en la medida en que modificaran el equilibrio de fuerzas en el continente. Durante todo el conflicto, la diplomacia concierne principalmente a las relaciones de los beligerantes con los neutrales.
Dinamarca podría reivindicar toda la zona septentrional de Slesvig. Pero tendría que sufrir el ataque alemán, por lo que consideró hacer una declaración de neutralidad.
Suecia por su parte, vendía su mineral a Alemania a través del Báltico.
Bulgaria pensaba en un desquite para recuperar de Serbia la parte de Macedonia donde la población búlgara es mayoría.
Grecia, que mantenía el tratado de alianza con Serbia, tenía interés en impedir el éxito de un desquite búlgaro, pues ella también tenía territorios macedónicos. Desde el momento en que Francia y GB decidieron crear un frente balcánico y establecer en territorio griego las bases de aprovisionamiento de sus tropas, se vieron obligadas a no respetar la neutralidad de Grecia y a imponer en el poder al hombre de Estado que les ofrecía las garantías deseables.
Turquía no se resignaba a abandonar Tracia oriental a Grecia, ni las islas del mar Egeo. Fue el primer Estado en intervenir firmando un Tratado secreto de alianza con Alemania y contra Rusia, ya que si la victoria era rusa, GB se vería obligada a dejarla actuar para no dislocar la coalición. Además, Alemania se presentaba ante el mundo como protectora del Islam.
La entrada en la guerra de Turquía podía provocar la caída del Imperio británico, por lo que era importante para Londres atraer al jerife de la Meca, Husein, al campo de los aliados. Husein sugiere que se reconozca la independencia de los árabes, con la primordial delimitación del territorio. Mac Mahon, representante inglés, propone una delimitación que es aceptada por Husein, pero en tales delimitaciones no queda claro si estaba incluida o no Palestina. Mientras que la tesis árabe consideraba que Palestina estaba incluida en el reino árabe reivindicado por Husein, la tesis británica partía de que la enumeración de los distritos no debía tomarse al pie de la letra, sino denominando a la provincia de Siria en su totalidad, de la que formaba parte Palestina.
En Rumania, el sentimiento nacional se veía atraído por los problemas planteados por el porvenir de las poblaciones de la lengua rumana sometidas a la dominación rusa y a la soberanía de A-H. La opinión pública era hostil a la doble monarquía, lo que dio lugar a la declaración de neutralidad en 1914. La intervención de Rumania en la guerra fue una decisión tomada libremente por el jefe de Gobierno: la derrota de A-H podría significar la liberación de la población rumana de Transilvania, de Bucovina y del Banato, mientras que la derrota de Rusia implicaría la liberación sólo de los rumanos de Besarabia. Rumania se puso del lado de las potencias de la Entente.
Italia, a pesar del Tratado de la Triple Alianza, en 1914 declaró su neutralidad, invocando la negativa de A-H a la petición italiana de compensaciones. Pero esa neutralidad parecía ser sólo una solución para ganar tiempo. La guerra le ofrecía la oportunidad de dar satisfacción al sentimiento nacional, liberando a las poblaciones de lengua italiana sometidas a la dominación austro-húngara. Pero para conseguir el Trentino, Istria occidental, incluidas Trieste y Gorizia, y las ciudades de la costa dálmata, le sería necesario intervenir en la guerra en contra de A-H. La presión de la opinión pública nacionalistahizo que el gobierno italiano vaya por todas sus pretensiones territoriales para completar la unidad italiana. El 26 de abril de 1915 firmó en secreto el Tratado de Londres con los Estados de la Entente mediante el cual se comprometía a entrar en guerra contra A-H y se le prometía los territorios reclamados, con las islas excepto 4 de ellas, la desmilitarización de las zonas no italianas del Adriático, la neutralización de Albania y el control de su política exterior. EL 3 de mayo Italia denuncia el tratado de la Triple Alianza y el 20 el Parlamento italiano vota los créditos de guerra.
Las preocupaciones y los intereses de los neutrales ofrecían el campo de acción de la diplomacia de los beligerantes. La atención se fijaba en los Estados balcánicos: el papel de Bulgaria y Grecia podía ser importante para decidir la suerte de las operaciones emprendidas contra Serbia por el ejército de A-H; la actitud de Turquía y Rumania podía influir en las operaciones del frente ruso. Italia, por su parte, era la única gran potencia neutral cuya intervención impondría a A-H los peligros de una lucha en dos frentes.
En América, el resultado inmediato de la guerra europea fue aumentar las oportunidades de panamericanismo. En opinión de Washington, la solidaridad entre los Estados del Nuevo Continente debería ser establecida bajo la égida del Gobierno de la Unión y en beneficio de la influencia política, económica o financiera de los EEUU. Esto fue rechazado en América del Sur y en México.
En cuanto a la situación europea, si EEUU decidiese arrojar su peso de uno de los bandos, podría desempeñar un papel decisivo. Un importante grupo de la opinión pública expresaba su simpatía por GB. Pero el Presidente Wilson pensaba que la guerra haría retroceder al mundo dos o tres siglos, y los EEUU debían desear el fin rápido de las hostilidades y favorecer el restablecimiento de la paz. La causa profundad de esa convicción se encuentra en el temor a las disensiones en el seno de le opinión americana, pueblo formado por varias naciones enfrentadas entre sí. Wilson tiene un doble objetivo político: evitar la división de la nación y permitir a EEUU desarrollar una acción de mediación entre los beligerantes.
Para los EEUU, era importante consagrar el derecho de los nacionales americanos a comerciar con los dos beligerantes, sin ser atacados. Invocaban las “Reglas de Washington” que sostenían que los nacionales de un tercer Estado pueden en cualquier momento vender un navío de guerra a uno de los beligerantes, tratándose de una simple mercancía; y no pueden poner a disposición de un beligerante, una unidad equipada en estado de combatir.
En octubre de 1914, cuando se dibujaba la perspectiva de una guerra larga, los supuestos económicos de la política exterior de los EEUU se transformaron. Los beligerantes empezaron a comprar en el mercado americano armas y productos alimenticios, sobre todo Francia y GB. Las bancas americanas estimaron necesario abrir créditos a los europeos para evitar que dirigiesen sus pedidos a otros mercados (como Canadá, Australia, Argentina). La neutralidad de los EEUU, desde el momento en que se había convertido en el proveedor y acreedor e uno de los grupos beligerantes, ya no era imparcial.
Japón por su parte, en su esfuerzo por conseguir una expansión política y económica en el continente asiático, se había tropezado con las posiciones conquistadas por las grandes potencias europeas en China. Con ocasión de la guerra, las potencias europeas no se hallaban en condiciones de explorar el mercado chino. Aprovechando la oportunidad, el gobierno nipón invocó el tratado de alianza anglo-japonés de 1902 y renovado en 1911, y ofreció a GB una colaboración militar limitada, con el objetivo de apoderarse del territorio en arriendo poseído por Alemania en China (Shandong) y en el Pacífico (Samoa, Marshall, Carolinas y Yap). Las unidades japonesas desembarcan el 2 de septiembre en Shandong, adueñándose de Qingdao y haciéndose con el control del ferrocarril. La entrada de Japón en el conflicto tranquiliza a Rusia al no tener que abrir un segundo frente en Asia, pero inquieta a GB que teme las ambiciones japonesas y eventuales reacciones de EEUU y de sus propios dominios. Japón preciso que cualquier intervención en Europa estaba excluida, y continuó con su propia guerra en Asia. Por el tratado del 3 de julio de 1916 se produce un cercamiento a Rusia, que en sus cláusulas secretas abre la perspectiva de un verdadero reparto del continente chino.
LOS ACUERDOS SYKES-PICOT
A lo largo del siglo XIX, GB había garantizado la integridad territorial del Imperio otomano. Pero los aliados europeos de GB iban a exponer de ahí en adelante pretensiones territoriales sobre un Imperio Otomano en plena decadencia.
Al día siguiente del comienzo de la guerra, Jorge V acepta ceder Constantinopla a Rusia. En 1915 Francia confirma sus pretensiones sobre el Levante (Siria, que englobaría Palestina). El gobierno de Londres rechaza la idea del reparto territorial y propone la creación de 5 provincias separadas: Armenia, Siria, Antolia, Palestina y Jezirah-Irak. GB tiene intereses primordiales en las dos últimas. Esto fue rechazado tanto por Francia como por Rusia.
Francia y GB decidieron elaborar un protocolo, a manos de los diplomáticos Picot (Fr) y Sykes (GB). El Asia árabe quedaba dividida en 5 zonas: Siria y Cicilia quedaba bajo administración francesa; Bagdad, Basora y el puerto de Haifa bajo administración inglesa. La zona que comprendería Palestina, bajo administración internacional, a la cual estaría asociada Rusia. Toda la región entre estas 3 zonas pertenecería al Estado árabe o a la confederación de estados árabes, que se crearía después del conflicto mundial. Pero para ser formalmente independiente, el futuro reino árabe estaría dividido en dos zonas de influencia británica y francesa.
Los acuerdos Sykes-Picot no constituyen más que un provisional y frágil compromiso entre las ambiciones de las dos potencias, y reducen el alcance de las promesas hechas a Husein. En 1917, con el cambio de gabinete en GB, una comisión concluye en que es necesaria la revisión de los acuerdos, de manera que se dé a GB un control preciso y exclusivo de Palestina y que la frontera de la esfera de influencia británica alcance hasta el río Leontes y el norte de Hauran.
En enero de 1918, tras la ocupación británica de Palestina, Sykes subraya la necesidad de tener las nacionalidades de su lado. Esto va a encontrar su mejor ilustración en la declaración Balfour. Balfour, partidario de la causa sionista, acababa de suceder en Asuntos Exteriores a lord Grey. Estaba convencido del carácter excepcional de patriotismo sionista y de la deuda del cristianismo con ellos. En 1917 los británicos establecen un primer contacto con los dirigentes sionistas, a quienes les piden que preparen una declaración en la cual el gobierno británico se adhiera al proyecto sionista. De esta forma, se evitaría el avance francés, pues los sionistas sólo contemplan un protectorado británico.
El gobierno británico finalmente elabora un documento que acepta el establecimiento en Palestina de un hogar nacional para el pueblo judío, sin perjudicar los derechos civiles y religiosos de las comunidades no judías, ni los derechos y status político de los judíos en cualquier otro país. Francia e Italia de adhirieron a esta declaración que quedará incorporada a los acuerdos de San Remo, antes de ser recogido por la Sociedad de Naciones.
LA ENTRADA DE LOS EEUU EN LA GUERRA
Durante los dos primeros años de la contienda, nada indicaba que los EEUU, a pesar del importante papel económico que desempeñaban en la guerra económica, pudiesen inclinarse a abandonar la neutralidad política. En la 2da mitad de 1916 la política económica exterior parecía que iba a ser puesta en cuestión. GB en julio prohibió a sus ciudadanos mantener relaciones económicas con 85 empresas americanas, sospechosas de abastecer a Alemania. Lo que en realidad preocupaba a GB y a Francia era la probabilidad de que Wilson pensabaproponer su mediación en el conflicto europeo y merced a las medidas de presión económica y financiera, intentase obligar a las potencias occidentales a aceptar una paz de compromiso. Esta controversia entre Londres y Washington contribuirá a la toma de conciencia americana por sus buques, pasajeros y cargamentos. 
Después de la declaración neutralista de Wilson en el Senado luego de ser reelegido, el Presidente recibió una nota del Gobierno alemán, declarando en situación de bloqueo las costas de las Islas Británicas y de Francia y anunciando que los navíos neutrales navegarían por su cuenta y riesgo. La guerra submarina iniciada en 1915 pero suspendida, iba a reanudar su actividad y desarrollarse sin restricciones. 
Wilson replicó con la ruptura de relaciones diplomáticas y adoptó una actitud de neutralidad armada. Las circunstancias económicas lo impulsaron a ello: la primera reacción de los armadores americanos fue interrumpir la navegación de las zonas bloqueadas, y esto paralizó parte de las exportaciones destinadas a Francia y a GB provocando una congestión económica en los puertos americanos. Para remediar esta situación apareció la necesidad de dotar a los barcos mercantes con medios de defensa contra el ataque de los submarinos.
Wilson quería poder contar con el apoyo de la opinión pública. A este punto ayudó el descubrimiento del telegrama Zimmermann. El servicio de información inglés pudo captar y descifrar un mensaje del secretario alemán de Estado en Asunto Exteriores a su representante diplomático en México: si los EEUU entraran en guerra, deberían ofrecer a México la alianza alemana, haciéndole concebir la esperanza de que reconquistaría los territorios que se anexionó la Unión en 1948. El telegrama fue comunicado a Wilson y publicado en la prensa. El movimiento de indignación fue violento, y las poblaciones hasta entonces más favorables al neutralismo se dieron cuenta del peligro alemán.
La guerra submarina alemana lesionaba los intereses de los exportadores directamente, y ocasionaba daños materiales y pérdidas de vidas humanas. El 19 de marzo, el vapor Vigilentia fue hundido con su tripulación, el 20, el presidente convocó a una sesión extraordinaria del Congreso, que votó por la declaración de guerra el 2 de abril. Wilson decidió que la participación en el conflicto sería efectiva en todos los sentidos, y que la Unión americana pusiera en pie de guerra un gran ejército.
El beneficio inmediato consistía en hacer fracasar la guerra submarina alemana. De hecho la entrada en guerra de EEUU hizo fallar todos los cálculos alemanes, porque el abastecimiento de las Islas Británicas aumentó en grandes proporciones. La flota comercial americana estaba ahora enteramente a su disposición. El gran ejército americano, que fue necesario formar partiendo de cero, no podría entrar en combate antes de la primavera de 1918. Pero a partir de ese momento, el equilibrio de las fuerzas militares se desplazaría rápidamente a favor de las potencias de la Entente.
La participación de los EEUU en la guerra hizo que tomasen un nuevo aspecto los asuntos de Extremo Oriente. En 1915 la diplomacia de los EEUU había manifestado su oposición a la política japonesa en China. La decisión de participar en la guerra iba a llevar a los EEUU a desarrollar sus fuerzas navales y a crear un ejército que le proporcionaría, una vez terminada la guerra, medios de acción para el Pacífico y el Extremo Oriente. Su actividad diplomática ofrecía dos aspectos complementarios: el esfuerzo por consolidar la posición internacional de China y el intento de frenar al Japón y limitar sus ambiciones.
El gobierno chino cedió en mayo de 1915 a las exigencias niponas porque se había quedado solo ante el Japón. El medio diplomático más eficaz para corregir esa situación era conceder a China el derecho a sentarse en la Conferencia de Paz, donde las diferencias chinojaponesas se sometieran al arbitraje de las grandes potencias. Para conseguir este resultado bastaba con que China se convirtiese en beligerante contra Alemania. Este fue el primer objetivo de la política norteamericana. El problema de la posible intervención estaba dominado por cuestiones de política interna china, es decir, por el conflicto entre las concepciones liberales de la Joven China y las tradiciones autocráticas de los militares. El asunto se resolvió por un golpe de estado. Tuan, confabulado con los generales gobernadores de las provincias del norte de China, provocó una sedición de generales, obligó al Presidente a disolver el Parlamento y se instaló como amo en Pekín. El 14 de agosto de 1917 el gobierno chino declaró la guerra a Alemania. El gobierno nipón ofreció negociaciones a los EEUU, quienes aceptaron. Se firmó el Acuerdo de Lansung-Ismii: el gobierno nipón prometía respetar la independencia y la integridad territorial de China, así como las ventajas comerciales concedidas a las potencias por los tratados, y consiguió que los EEUU reconociesen los intereses especiales a que podía aspirar en China.
La intervención de los EEUU en la guerra marcó una fecha en la política asiática de los EEUU, aunque durante cierto tiempo esa política quedase subordinada a las necesidades de la participación americana en las hostilidades de Europa.
Al involucrarse en el conflicto bélico, los EEUU decidieron no comprometerse por escrito con las potencias de la Entente, que no son sus aliadas sino sus asociadas, conservando la libertad de acción con respecto a los objetivos de franceses e ingleses. Se reservó además el derecho a retirarse de la lucha cuando quisiera, al no adherirse al Pacto del 5 de septiembre de 1914.
El Presidente Wilson deseaba una paz que concediese a las minorías nacionales de Europa y Próximo Oriente mejores condiciones de existencia, sin que estas mejoras implicaran necesariamente la independencia. Deseaba a una paz que destruyera el militarismo alemán pero no quería aplastar a Alemania política ni económicamente, para que allí pudiese triunfar el movimiento liberal. 
Para influir sobre la opinión pública del mundo entero y para debilitar la resistencia de los nacionalistas franceses e ingleses, Wilson definió su programa de paz el 8 de enero de 1918. En sus Catorce puntos, los principios generales estaban formulados en términos lo suficientemente vagos para no causar molestias.
LA REVOLUCIÓN RUSA Y SU POLÍTICA EXTERIOR
El gobierno provisional ruso formado el 17 de marzo después de la abdicación del zar, declaró su deseo de continuar la lucha hasta el final. Pero este gobierno, aunque apoyado por la burguesía liberal, fue combatido por los socialistas, bolcheviques y no bolcheviques, partidarios todos de una paz sin anexiones, y tales tendencias de los socialistas concordaban con el profundo sentimiento de las masas campesinas, dispuestas a olvidar la guerra y preocupadas únicamente por la reforma agraria de la que la desaparición del régimen zarista parecía ser el preludio. 
Por otra parte, esta era la única posibilidad en el horizonte militar capaz de atenuar para Alemania y Austria-Hungría la amenaza que significaba la intervención de los EEUU. Por eso el gobierno alemán le dio todas las facilidades a Lenin para que se traslade a Rusia y se coloque a la cabeza del movimiento pacifista: en mayo de 1917 lanzó un llamamiento al pueblo e intentó derribar al Gobierno provisional, y aunque no lo consiguió, logró colocar a la cabeza del Ministerio de Asuntos Exteriores a un partidario de la paz sin anexiones, Teretschenko. La perspectiva de una paz por separado con Rusia constituía el centro de las preocupaciones autroalemanas durante el verano de 1917.
Lenin, en cuanto se adueñó del poder en noviembre de 1917, anunció que iba a concluir la paz. Las potencias centrales pudieron ahora dar por descontado que conseguirían la victoria militar en Francia antes de la llegada de las tropas americanas. A pesar de ello, fracasaron. En el mismo momento en que la ofensiva alemana era desbaratada por el ejército francés, 27 divisiones americanas de disponían a entrar enfuego. Los ejércitos alemanes ya no podían alcanzar la victoria.
LA PAZ POR SEPARADO DE RUSIA
La gran mayoría de la opinión pública se adhirió a la consigna de paz lanzada por Lenin y los socialistas bolcheviques: paz sin anexiones ni indemnizaciones de guerra, pero por sobre todo, paz inmediata, que sería el prefacio necesario para una reconstrucción política y social. Los dirigentes bolcheviques estaban decididos a hacer esa paz por separado si los aliados de Rusia no querían secundarles.
El ejército ruso estaba desorganizado y diezmado por la deserción de oficiales y campesinos. Además, en las ciudades estaban paralizados los negocios y se vivía una fuerte crisis económica y monetaria. Se trataba, en suma, de la descomposición del Estado, cuya rapidez se explica si se tiene en cuenta que la inmensa mayoría de la población no comprendió nunca los motivos de la guerra y que la administración, desde mucho antes de la caída del zarismo, había demostrado su incapacidad para organizar el abastecimiento de la población urbana. Era imposible hacer admitir a la mayoría del pueblo ruso que el Estado debía continuar la guerra por simple fidelidad a compromisos contraídos por un gobierno derribado, y cuyo único objetivo sería consagrar reivindicaciones francesas (Alsacia y Lorena) e italianas (la Italia irredenta).
La revolución rusa derribó al gobierno provisional gracias a la neutralidad declarada por los jefes militares superiores en octubre de 1917. La primera decisión del nuevo gobierno fue anunciar que iba a hacer la paz sin anexiones, otorgándoles a los pueblos de Rusia el derecho a disponer de su destino a incluso el de formar Estados independientes.
Las causas de la defección de Rusia fueron exclusivamente rusas: crisis económica, desorden administrativo, evolución moral, que utilizaron los artífices de una revolución social y política, clarividencia de los jefes bolcheviques, quienes para asegurar el éxito del movimiento revolucionario, anunciaron su intención de terminar con una guerra de la que la inmensa mayoría de la población de había desentendido desde hacía ya 6 meses. Los aliados se limitaron a ser espectadores.
El 21 de noviembre, Rusia decidió entablar conversaciones con las potencias centrales. Exhortó a sus aliados a unirse a las negociaciones, y anunció que de no ser así, actuaría unilateralmente. El 15 de diciembre fue firmado el Convenio de Armisticio sin serias dificultades. Pero la discusión sobre el tratado de paz iba a desarrollarse en la Conferencia de Brest-Litovsk hasta el 2 de marzo de 1918. En estas negociaciones, el conflicto consistía en la manera de concebir el derecho de libre disposición de los pueblos, pero en realidad, en la cuestión de saber si las potencias centrales se anexionarían o no la mayor parte del territorio de ocupaban sus tropas. La delegación soviética admitía que las poblaciones de esos territorios decidiesen sobre su destino mediante plebiscito, pero exigía que el voto fuera libre, por lo cual debía tener lugar luego de la retirada de las tropas de ocupación. Los alemanes y austrohúngaros se negaban a la previa evacuación, replicando el contraste que existía entre los principios que invocaba el gobierno soviético y la lucha armada que sostenía (con desprecio del derecho de libre disposición de los pueblos) en Ucrania, Siberia y el Cáucaso. El 10 de enero de 1918 la Asamblea Nacional de Kiev (Ucrania) envió una declaración de independencia al Conferencia de Brest-Litovsk, pero el gobierno ucraniano no tenía autoridad real, pues las tropas bolcheviques habían empezado a invadir su territorio. 
El gobierno soviético estuvo dividido hasta última hora. Lenin sostenía que el régimen no podría sobrevivir si tuviera que hacer frente a una nueva ruptura de hostilidades contra las potencias centrales, y consideraba que las negociaciones de Brest-Litovsk debían tener como objetivo ganar tiempo, en espera de que sobreviniese en Berlín o Viena la crisis política y social. Por otro lado, el Comandante en jefe del Ejército quería oponer a los alemanes una fuerte resistencia. Entre estos dos extremos, Trosky (comisario de asuntos exteriores) sugirió rechazar las condiciones de paz alemanas, pero declarando que el armisticio seguía en vigor, y contar con que el gobierno alemán, por temor a provocar el descontento de la opinión pública, toleraría esa situación; y en caso de que el Alemania rompiese otra vez hostilidades, capitular.
De hecho, cuando Trosky declaró esto en Brest-Litovsk, el ejército alemán reanudó las hostilidades. En seguida, Lenin hico que el Comité Central ejecutivo decidiese enviar a Alemania la petición de paz, quien replico con condiciones de paz aún más rigurosas. Rusia debió aceptar. El argumento central del Lenin sostenía que si la guerra continuase, la ruina de la revolución era segura. Mediante el Tratado de Brest-Litovsk, Rusia abandonó sus territorios de Polonia, Curlandia y Lituania, y dejó a las potencias centrales que decidiesen el destino de esos territorios; prometía evacuar completamente Livonia y Estonia, sin renunciar a su soberanía sobre ellos, y reconocía la independencia de Ucrania y Finlandia. El gobierno soviético se comprometía a no entorpecer mediante derechos aduaneros demasiado elevados o prohibiciones, las compras que Alemania quisiera efectuar en territorio ruso.
Dos días después, el gobierno rumano, incapaz de conservar sin el apoyo de las tropas rusas la pequeña parte de su territorio nacional, firmó los preliminares de la paz de Buftea: por el Tratado de paz de Bucarest cedía la Dobrudja a Bulgaria y renunciaba a su independencia económica. 
Esta paz por separado aliviaba las dificultades alimenticias de Alemania y A-H, pero como contrapartida contribuía a provocar dificultades interiores en los dos Imperios centrales: la propaganda comunista se infiltraba en Alemania y la resistencia de las minorías nacionales de A-H se hacía más activa.
Tanto en un bando como en el otro, las relaciones con el gobierno soviético no fueron llevadas de una manera realista. El Gobierno y el Estado Mayor de Alemania, decididos a obtener anexiones territoriales, no percibieron la conveniencia de una paz conciliadora, que les habría permitido trasladar más rápido su esfuerzo militar hacia el frente con Francia. Las potencias occidentales no consideraron necesario, después de Brest-Litovsk, buscar un acuerdo con el gobierno soviético, sobre todo porque al reconocer a ese gobierno, tendrían que renunciar a un argumento que pensaban utilizar más adelante, para conseguir la anulación del Tratado de Brest.
LA PROPUESTA DE PAZ DE BENEDICTO XV
El ministro de asuntos exteriores de Austria, Czernin, declara en 1917 que una nueva campaña de invierno es inimaginable. Se inician conversaciones secretas con los Aliados, pero las mismas se atascan ya que Czernin no quiere una paz por separado y no llega a encontrar los elementos de una paz que incluyese a Alemania.
Bajo la influencia de Czernin, el papa Benedicto VX recoge la tentativa enviando una nota a todos los beligerantes, en la cual preconiza la liquidación de la guerra restituyendo y reconstruyendo los territorios ocupados y organizar la paz por medio del desarme general y el arbitraje internacional, todo lo cual no dejaba de tener un cierto dejo wilsoniano. Tanto Francia como EEUU desconfían de la propuesta del Papa, por no poner fin al sistema de gobierno alemán y por estar altamente influenciado por Czernin. Esta solución apuntaría simplemente a salvar a los dirigentes austríacos y alemanes de las consecuencias brutales del conflicto bélico.
En la respuesta americana al papa, Wilson se niega a creer en la palabra de los dirigentes de Berlín, pero asegura que no desea la aniquilación política o económica de Alemania. Rechaza el diálogo con Berlín y cualquier paz consistente en la reconciliación, pero invita a los liberales alemanes a tomar la responsabilidad del destino de su país y a colaborar en una nueva organización del mundo. 
LOS CATORCE PUNTOS DE WILSON
Wilson no había logrado una declaraciónexplícita de los Aliados sobre sus objetivos de guerra, en un manifiesto común. Pero estaba decidido a elaborarlo unilateralmente mediante un discurso que sería el instante moral decisivo de la guerra. 
Además, los acontecimientos de Rusia aguijoneaban a Wilson. Los rusos abogaban por una paz sin victoria, denunciando la antigua diplomacia secreta a la par que publicaban un conjunto de textos que probarían las ambiciones de los Aliados al comienzo del conflicto mundial. El llamamiento de los revolucionarios rusos podía tener un efecto desastroso en la opinión pública internacional, por lo que Wilson debe responder explicando por qué la guerra debe continuar y evitar que Alemania no se presente como víctima de los imperialismos de los Aliados, lo que suponía para Wilson dar a conocer un mensaje de principios que justificara los sacrificios de la guerra y mantuviese el compromiso de los ambientes liberales e incluso de los socialistas de Europa occidental. 
En enero de 1918 Wilson pronuncia su discurso ante las dos cámaras del Congreso. Sostiene que los EEUU desean que los procedimientos para la paz, una vez comenzados, no tengan un carácter clandestino y no impliquen el más mínimo convenio secreto de cualquier clase que sea. Está terminada la época de las conquistas y de los convenios secretos. A esto le siguen los 14 puntos, aplicación concreta de la ética democrática de las RRII y que será el manifiesto de política extranjera wilsoniana:
1. Una serie de convenios de paz establecidos con pleno conocimiento del público, al término de los cuales no habrá acuerdos privados internacionales de cualquier clase. 
2. Libertan absoluta de navegación en los mares, fuera de las aguas territoriales, tanto en tiempos de paz como en tiempos de guerra, salvo en la medida en que las aguas puedan ser parcial o totalmente cerradas en razón de una acción de envergadura internacional, cuya finalidad será reforzar los pactos internacionales.
3. Supresión a la mayor escala posible de todas las barreras económicas y el establecimiento de condiciones comerciales justas entre las naciones deseosas de servir a la paz.
4. Condiciones adecuadas con vistas a reducir los armamentos nacionales al máximo y hasta el límite de la seguridad interior de cada país.
5. Un reajuste amplio y totalmente imparcial de todas las reivindicaciones coloniales, basadas en la estricta aplicación el principio según el cual se tendrán en cuenta, en todas las cuestiones de soberanía, los intereses de las poblaciones, al mismo nivel que las reivindicaciones equitativas de gobierno cuyo carácter político se determinará más adelante.
6. Evacuación del territorio ruso y arreglo de todas las cuestiones que conciernen a Rusia con vistas a asegurar la más libre y provechosa cooperación con las otras naciones del mundo y obtener de ese país la posibilidad de decidir por sí mismo su desarrollo y su línea de conducta política, al tiempo que se le asegura una acogida sincera en el seno de la Sociedad de Naciones libres, así como carta blanca en la elección de sus instituciones.
7. El mundo entero estará de acuerdo para que Bélgica sea evacuada y recobre la plenitud de sus derechos sin que se perjudique su soberanía.
8. El territorio francés deberá ser totalmente liberado, las regiones invadidas reconstruidas y todos los daños sufridos por Francia desde 1871 en Alsacia y Lorena y bajo la responsabilidad de Prusia, deberán ser reparados con el único fin de que la paz pueda reinar.
9. Deberá procederse a un reajuste de las fronteras italianas según las líneas claras de las prerrogativas territoriales de este país.
10. Los pueblos de A-H deberán tener total libertad de desarrollarse en tanto que naciones autónomas, y deseamos guardarles un puesto de total seguridad en el concierto de las otras naciones.
11. Rumanía, Serbia y Montenegro deberán ser evacuadas, los territorios ocupados liberados y reconstruidos. Serbia deberá disponer de un acceso libre al mar y las relaciones mutuas de numerosos Estados balcánicos deberán ser decididas en acuerdo amistoso según las líneas de fidelidad y los principios nacionales establecidos por la Historia.
12. Los territorios turcos del Imperio otomano actual deberán gozar de plena soberanía, pero las otras provincias, que en la actualidad están bajo soberanía turca, deberán poder gozar de completa seguridad en su existencia y de todas las posibilidades de desarrollo autónomo.
13. Se constituirá un Estado polaco independiente que comprenda los territorios habitados por poblaciones de origen indiscutiblemente polaco. Tendrá libre acceso al mar y su independencia política y económica así como su integridad territorial serán garantizadas por acuerdo internacional.
14. Se construirá una asociación de naciones de acuerdo a convenios específicos que proporcionen garantías mutuas de independencia política e integridad territorial, para las grandes y pequeñas naciones.
Esta declaración provocó gran interés y entusiasmo en la opinión americana y un verdadero consenso en la clase política, como también en los círculos británicos. En Europa continental se perfila un cierto escepticismo, si bien los franceses se felicitan sobre el párrafo de Alsacia y Lorena, las aspiraciones nacionalistas de Italia parecen aniquiladas por el punto 9. Los aliados no parecen dispuestos a aceptar oficialmente el programa wilsoniano como base del futuro reglamento de paz. Rusia sigue desconfiando, pues para los bolcheviques el imperialismo está con toda evidencia igualmente representado por los Aliados y por el capitalismo americano. El gobierno de Berlín responde expresando su voluntad de continuar la guerra y parece obtener un amplio apoyo de la opinión.
Si bien la propuesta de Wilson no tuvo mayores frutos, un resultado concreto fue que Austria pareció buscar el contacto con un emisario de Wilson. El mensaje era que el emperador Carlos quería concluir una paz inmediata, acepta reformar el Imperio A-H, democratizarlo radicalmente estableciendo un sistema federativo que satisficiese a las naciones bajo su cetro. Más tarde, los servicios secretos británicos descifran un mensaje de Czernin al Rey de España para que se al comunique a Wilson. El mensaje es ambiguo, pues no contiene una alusión a los 14 puntos de Wilson, no se anuncia ninguna modificación constitucional en Austria, y ninguna autonomía para las naciones. Parece que funda la paz en la búsqueda del statu quo y rechaza el irredentismo de Estados como Italia. Además, el mensaje no dice nada sobre las reivindicaciones de Alemania, de manera que parece que el Emperador contempla una paz por separado. 
El ministro inglés comparte los temores de Wilson, pues la posición de Viena parece más rígida. Además, se corre el riesgo de desmovilizar a los pueblos eslavos de A-H que parecían unirse en torno a los aliados. Las propuestas de paz austríacas podían no haber sido más que una trampa destinada a sembrar la discordia en el campo aliado, o bien reflejar una secreta ansiedad y la esperanza casi irracional de obtener el inicio de negociaciones de paz antes de la caída del Imperio de los Habsburgos.
LA DISLOCACIÓN DE AUSTRIA-HUNGRÍA
A partir de 1917, las dificultades de abastecimientos constituyeron el origen inmediato de las revueltas sociales que se tornaron amenazadoras. Los jefes de los dos movimientos nacionales de mayor importancia solo adoptaron un programa de dislocación de la Doble Monarquía cuando el derecho a la libre determinación de los pueblos se encontró en el centro de las conversaciones de Brest-Litovsk. Los gobiernos, mientras que en tiempos de Francisco José adoptaron una actitud completamente negativa ante las reivindicaciones de las nacionalidades, desde el advenimiento de Carlos, esos Gobiernos fueron más flexibles.
A finales de septiembre de 1918, con ocasión del hundimiento del ejército búlgaro, los jefes de los grupos minoritarios hicieron declaraciones revolucionarias. Reivindicaban la independencia en las sesiones del parlamento austríaco. El emperador se decidió a anunciar que Austriaiba a transformarse en un Estado Federal, pero no extendió esto a Hungría, pues chocaba con los dirigentes magiares. Pero la autonomía era insuficiente para satisfacer las aspiraciones de los pueblos. Esa respuesta hizo saltar el marco de la monarquía. El Emperador entonces tuvo que resignarse a permitir la constitución de Estados nacionales. El 29 de octubre, se proclamó la República checoslovaca y tuvo lugar la separación de los yugoslavos; el 30 se formó un Estado alemán en Austria. La destrucción de la doble monarquía era un hecho consumado, incluso antes de que el Gobierno imperial firmase el Armisticio de Villa-Giusti, el 3 de noviembre. La Conferencia de paz no haría más que dar constancia de los resultados obtenidos.
La causa profunda de este derrumbamiento fue el movimiento de las nacionalidades. No cabe duda de que el descontento de las minorías se incrementó con las dificultades económicas. Pero la última batalla, la que determinó la capitulación, la libraron tropas diezmadas por las deserciones y en parte hostiles a la existencia de Austria-Hungría, lo que ayudó a que los movimientos nacionales tomen aún más fuerza.
LA DERROTA DE ALEMANIA
En septiembre de 1918, Alemania envió una petición de armisticio y paz a Wilson. Éste respondió que el armisticio había de ser tal que haga imposible una reanudación de las hostilidades por parte de Alemania, y que la paz se concluiría sobre la base de los Catorce Puntos. Esto obligaba a Alemania a renunciar a Alsacia y Lorena y a ceder sus territorios polacos, y a renunciar a los demás territorios que se había anexionado. Además, las negociaciones sólo podrían mantenerse con los representantes del pueblo alemán u no con los que hasta ahora habían sido sus amos. Wilson insiste en 4 condiciones: Alemania debe aceptar totalmente los 14 puntos, evacuar los territorios aliados, poner fin a las violaciones del derecho en tierra y mar, y dar seguridades de que el gobierno que firmará el armisticio representará realmente al pueblo alemán y no al clan militarista. En un primer momento Berlín decide continuar con las hostilidades, pero finalmente el gobierno alemán respondió a Wilson con una aceptación incondicional. La delegación alemana enviada a Rethondes recibió la orden de firmar el armisticio, incluso en caso de que no pudieran obtener ninguna atenuación de las condiciones que imponían Aliados y asociados. Wilson no ofrece la paz ni un armisticio, sino la facultad de dirigirse a las potencias aliadas y asociadas para obtener ese armisticio, hace posible la paz comunicando a sus asociados la petición alemana. El régimen imperial alemán se desplomó el 9 de noviembre, ante el empuje de un movimiento popular que veía en Guillermo II un obstáculo para la paz.
Si bien existen teorías como la de la puñalada por la espalda que sostiene que la actividad de la propaganda comunista y la formación de Consejos obreros inspirados en los soviets fueron cruciales en la derrota alemana, la realidad muestra que los acontecimientos revolucionarios no parecen haber entorpecido la batalla defensiva. Otras teorías sostienen que el bloqueo económico provocó la derrota alemana, pero lo cierto es que el bloqueo no acarreó una crisis de armamentos ni una crisis en el abastecimiento de alimentos. Lo que sí fue decisivo fue la suerte de las armas, la derrota de Alemania en los campos de batalla. 
LA DECADENCIA DE EUROPA
En cuanto a la cantidad de víctimas, Francia, Alemania y Rusia fueron los Estados más gravemente afectados. Los medios de producción eran en todos lados insuficientes. La crisis era más grave en aquellos territorios que habían sufrido la invasión y las devastaciones; también en Rusia, a causa de la Revolución y la guerra civil. Alemania, en cambio, conservaba el 90% de su equipo industrial pero había perdido casi toda su flota mercante y sus inversiones de capital en el extranjero, y no disponía de reservas de materias primas. GB, aunque conservaba sus minas y fábricas, había sufrido grandes daños en su flota mercante y contraído una deuda exterior muy grande. La libra bajaba mes a mes, lo que comprometía gravemente la función del mercado financiero de Londres en las transacciones comerciales internacionales.
Frente a esta Europa jadeante, los grandes Estados no europeos se encontraban prósperos, pues la guerra les había dado la ocasión de aumentar su producción industrial, de modificar incluso la orientación agrícola a veces y de mejorar su balanza comercial. Los Estados sudamericanos habían establecido fábricas textiles y de metalurgia pesada, al mismo tiempo que desarrollaban sus exportaciones de trigo, de carne o de azúcar en bruto, destinadas a los Estados europeos. Japón había vendido a China, India e Indochina productos manufacturados que Europa no podía proporcionar, y exportado a los Estados beligerantes material de guerra y municiones. Los EEUU aumentaron su potencia económica y financiera a un ritmo veloz: dueños de la mitad aprox. de las reservas mundiales de oro, al mismo tiempo que recuperaban en masa los títulos americanos que se encontraban en manos de capitalistas extranjeros, prestaron 10 mil millones de dólares a los Estados beligerantes y se convirtieron en grandes exportadores de capital, sobre todo en América del Sur.
Al mismo tiempo que pasaba por una crisis económica, Europa atravesaba una crisis moral. Crisis de las instituciones liberales y democráticas. Si bien las instituciones habían demostrado durante la guerra su solidez, flexibilidad y eficacia, era todo un éxito precario. La primera causa de ello se encontraba en el cambio que las circunstancias y las necesidades del estado de guerra habían provocado en el espíritu público. A esto se sumaba la influencia de nuevas ideas que socavaban los fundamentos de la democracia liberal: el Estado según Lenin, no es ni puede ser más que un instrumento de coacción y dominación. La democracia no es más que una ilusión, pues el sufragio universal no implica ningún derecho real. 
Al día siguiente de los armisticios, las nacionalidades se hallaban en lucha. El principio de las nacionalidades había sido utilizado sin cesar como arma de propaganda en los dos campos durante la guerra. Sobre todo en los Estados nuevos, estaban animados por un argos agresivo y preparaban los argumentos que apoyarían las reivindicaciones territoriales.
Al mismo tiempo se produjo la afirmación de una nueva concepción de las RRII, cuyo origen se remonta a las iniciativas tomadas por una corriente de pensamiento formada en ciertos medios democráticos y liberales. Al ingresar EEUU a la guerra y al colocarse Wilson como árbitro de la futura paz, se impuso la idea que situaba en primer plano, el hablar de las bases de esa paz, a la creación de una asociación general de naciones, capaz de otorgar a todos los Estados miembros garantías mutuas de independencia política e integridad territorial. Los estados querían un orden nuevo que asegurara cierta estabilidad y cierta seguridad a las relaciones entre los Estados.
LA SUERTE DE LOS IMPERIALISMOS EUROPEOS
El espectáculo de la guerra europea estimuló, en las regiones sometidas a la dominación política o a la influencia predominante de los europeos, la esperanza de escapar de esa dependencia.
Con respecto a China, GB y Francia perseguían el objetivo de inducir al Gobierno chino a resistir la presión japonesa, prometiéndole apoyo diplomático cuando llegase la ocasión de las negociaciones de paz. China no dejaría de aprovecharse de ello para reclamar la derogación de los tratado desiguales.
Las aspiraciones a la emancipación fueron fomentadas por la difusión de las ideas wilsonianas y comunistas. Wilson afirmaba que todo gobierno debería derivar sus poderes del consentimiento de los gobernados, pero admitía que por la fuerza e incluso, mediante una temporal ocupación militar, un Estado industrial podía obligar a un país joven al mantenimiento de relaciones comerciales. Pero entendía que la población de este último país podía reivindicar sus derechos, en cuanto se encontrase madurapara el self-government. La dominación no debía ser más que un medio transitorio. Había que evitar que se extendiese la dominación colonial a nuevos territorios; debía confiarse esos territorios a un Estado, que recibiría el mandato de administrarlos, y encomendar a la Soc. de Naciones el cuidado de inspeccionar la gestión de la potencia mandataria. Este sistema permitía asegurar el desarrollo del territorio en beneficio de los que vivían en él.
Los intereses europeos se vieron aún más amenazados por la propaganda comunista. Lenin sostenía que había que luchar contra el imperialismo colonial o semicolonial, estimular los movimientos de emancipación, arruinar a ese imperialismo que es indispensable para la estabilidad del régimen capitalista.
En la India, desde 1918, la protesta nacional se afirmó con fuerza. Lograron la creación de asambleas elegidas parcialmente por un sistema electoral censitario. El emir de Afganistán inició las hostilidades con la esperanza de provocar un levantamiento general en la India, y aunque fue derrotado obtuvo un Tratado de paz que reconocía la independencia de su Estado y ponía fin al protectorado ejercido desde 1879 por GB. En Egipto, el Partido Nacional reivindicó la independencia inmediatamente después del armisticio, en nombre de los principios wilsonianos. El gabinete británico no aceptó la independencia pero anunció su intención de establecer un régimen que concediese a los representantes electos de la nación egipcia una parte importante del poder legislativo. Finalmente en 1922 se abolió el protectorado.
Con respecto a los territorios de influencia francesa, no se manifestaba una oposición activa en Argelia ni en Indochina. En Marruecos se consiguió mantener la autoridad francesa, aunque se observó un pequeño movimiento luego de los acontecimientos de Egipto. En Túnez se desarrolló un movimiento de protesta, que sin reivindicar la independencia, pedía una Asamblea legislativa democrática.
La dominación italiana en Libia quedó eliminada casi por completo. Desde 1914, musulmanes y fervientes nacionalistas árabes obligaron a las tropas italianas a abandonar el interior de Tripolitania y Cirenaica. En 1918 se estableció una política de asociación: concesión de ciudadanía italiana a los indígenas, que tendrían derecho a voto para elegir una asamblea legislativa y administración en manos de funcionarios árabes.
La presencia española en el norte de Marruecos no se encontraba en mejores condiciones. Los Países Bajos tropezaban con serias dificultades en sus colonias indonésicas.
En todas esas resistencias a la expansión europea aparece la influencia de las mismas fuerzas profundas. Las dificultades económicas y financieras, que eran el resultado del estado de guerra y provocaban el descontento, y a veces, la protesta violenta de las masas; pero más aún el resurgimiento del sentimiento nacional o el impulso del sentimiento religiosos. El papel relativo de esas fuerzas variaba según el medio y las circunstancias. 
· La Guerra deja tanto consecuencias políticas como ideológicas. Entre las primeras, se puede observar la desintegración de grandes Imperios: el Alemán, Ruso, Austro-Húngaro y el Imperio Otomano, que se transforma en Turquía. Con respecto a las ideológicas, la democracia surge como elemento fundamental de un Estado, liderada por EEUU; y por otra parte comienzan a germinarse los totalitarismos.

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