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REVISTA DE CIENCIAS SOCIALES Universidad Nacional de Quilmes Rector Mario Ermácora Vicerrector Roque Dabat La Revista de Ciencias Sociales es una publicación semestral de la Universidad Nacional de Quilmes, Roque Sáenz Peña 180 (B1876BXD) Bernal, Buenos Aires, República Argentina. Fax: (54-1) 4365-7101. ISSN 0328-2643. Suscripciones: in- dividual $ 30.-, Institucionales $ 35.-, Exterior U$S 25. Cheques y giros a nombre de la Universidad Nacional de Quilmes. R E V I S T A D E C I E N C I A S S O C I A L E S 15 Universidad Nacional de Quilmes REVISTA DE CIENCIAS SOCIALES DIRECTOR Ernesto López SECRETARIO DE REDACCIÓN Pablo Bulcourf CONSEJO EDITORIAL Nicolás Casullo Mariano Narodowski Fernando Porta José María Simonetti CONSEJO ASESOR Mario Albornoz Carlos Altamirano Emilio de Ipola Jorge Dotti John S. Fitch Aníbal Ford Bernardo Kosacoff Pedro Krotsch Scott Mainwaring Guillermo O’Donnell David Pion-Berlin Juan Carlos Portantiero João Quartim de Moraes Eliezer Rizzo de Olivera Beatriz Sarlo David Scott Palmer Héctor Schmucler Emilio Tenti Fanfani Oscar Terán Ernesto Villanueva Sergio Zermeño COORDINADOR DE REDACCIÓN Edgardo Zanchetti Emiliano Martín Leonardo Santolini DISEÑO ORIGINAL Pablo Barragán PRODUCCIÓN UNQ/Editorial E-MAIL revcsoc@unq.edu.ar Presentación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5 ARTÍCULOS Estrategias empresariales en la década de 1990 y el debate sobre el crecimiento económico en la Argentina Bernardo Kosacoff y Adrián Ramos . . . . . . . . . . . 7 Género y maquila (el asesinato de mujeres en Ciudad Juárez) Sergio Zermeño . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 29 La “primacía” de la Administración W. Bush (2001/2005) en el marco de las concepciones estratégicas en debate en los Estados Unidos en la posguerra fría Silvia Hebe Gaveglio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 41 Sujeto, irracionalidad y valores en la sociología weberiana Marcelo Altomare . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 95 Justicia y sociedad en el contexto de la crisis argentina Beatriz Wehle y Roberto Montenegro . . . . . . . . . 117 SECCIÓN TEMÁTICA: MERCOSUR Ideas, instituciones y políticas: una trilogía necesaria para fortalecer el Mercosur Miryam Colacrai . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 149 Los municipios argentinos ante la descentralización del Estado y la integración mercosureña Luis Manuel Urriza . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 167 NOTAS DE INVESTIGACIÓN De museos, pupitres e islas. Las Malvinas en la cultura argentina Juan Cruz Vázquez . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 187 RESEÑAS BIBLIOGRÁFICAS . . . . . . . . . . . . . . . . . . 215 15 Presentación Bajo el sol doble de la furia y la pena la vida sigue. JUAN GELMAN Los trabajos reunidos en este número componen un conjunto heterogé- neo. Transitan caminos que van desde lo local hasta lo global, desde lo subnacional a lo transnacional, desde lo teórico a lo empírico. La diversi- dad de objetos y de intereses propios de las ciencias sociales se manifies- ta claramente, dando lugar a lo distinto y a lo vario antes que a lo homogéneo y a lo semejante. La afirmación de la supremacía de los Esta- dos Unidos, con Bush (Gaveglio) convive con los asesinatos de mujeres en Ciudad Juárez (Zermeño). La debacle económica de la década de 1990 (Kosacoff y Ramos) con la posición de la cuestión Malvinas en la cultura (Vázquez), en ambos casos con referencia a la Argentina. La sociología weberiana (Altomare) con la crisis argentina, mirada desde la perspectiva de la articulación entre justicia y sociedad (Wehle y Montenegro). A duras penas la Sección Temática –referida esta vez al Mercosur– alcanza algu- na unidad de conjunto, aunque entre los consistentes trabajos de Colacrai y Urriza medien notorias diferencias de objeto y de abordaje. Este número cultiva, entonces, una variedad que es absolutamente propia de aquellas ciencias. Refleja, también, en varios de sus tramos, la huella de múltiples laceraciones. ¿Cómo podría ser de otro modo, en la Argentina y en el mundo, en el año 2004? Ernesto López Buenos Aires, septiembre de 2004 Estrategias empresariales en la década de 1990 y el debate sobre el crecimiento económico en la Argentina* Bernardo Kosacoff ** y Adrián Ramos*** Entrepreneur strategies in the 90’s and the debate about the economical growth in Argentina This paper studies three crucial moments in the latest years of argentinean economy. First, the instauration of a new regime of accumulation that gave stability and reliability to a hiper inflationary economy, achieved primarily through a monetary exchange as the key element. Second, the consequences of the economic liberalization policies of the ‘90 decade; and third, the end of this model –which brought with itself the devaluation of monetary exchange and new rules in the economy– as a process that is taken place right now and claims multiples horizontal readaptations of the argentinean productive system in order to rebuild a market. 1. La desorganización económica y la identificación del sendero de crecimiento A fines de 2001, el colapso del régimen económico configurado en la dé- cada de 1990 profundizó la crisis y generó una desorganización de la actividad económica hasta en los elementos más básicos. Tras una déca- da de convertibilidad, la Argentina enfrentaba el desafío de rediseñar prác- ticamente desde la nada las reglas centrales del juego económico, en sus aspectos cambiario-monetarios, fiscales y financieros. Previo a cualquier consideración acerca del crecimiento de mediano y largo plazo hacía falta restablecer cierta “normalidad” en el funcionamiento del sistema econó- mico. En este sentido, recuperar los atributos que dan cuenta de la exis- tencia de una moneda (ser unidad de cuenta, medio de cambio y, como objetivo futuro, reserva de valor), reconstituir la trama de relaciones con- tractuales y relanzar un sistema financiero que pueda administrar las transacciones, captar parte del ahorro local y retomar el otorgamiento de crédito aparecían como objetivos básicos. * Naciones Unidas – CEPAL, Oficina de la CEPAL en Buenos Aires: Paraguay 1178, Piso 2 CP (1057). Te: (54-11) 4815-7810; Fax (54-11) 4815-2534; página web: <http:// www.eclac.cl/argentina>. ** Director de la Oficina de la CEPAL en Buenos Aires y profesor de la Universidad Nacional de Quilmes. *** Experto en Economía de la Oficina de la CEPAL en Buenos Aires. 8 BERNARDO KOSACOFF Y ADRIÁN RAMOS La forma que adquiera la resolución definitiva de la actual crisis de confianza y desorganización del sistema económico depende tanto de las reformas de política fiscal, monetaria y financiera que implemente el go- bierno como de la asistencia financiera internacional (no sólo en cuanto a la provisión concreta de recursos, sino en términos de generar expecta- tivas sobre la viabilidad de la economía). En la actual situación es muy difícil generar credibilidad “internamente”, por lo que la demora en al- canzar un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional constituye un factor adicional de inestabilidad económica. De todos modos, pasan a ser fundamentales los resultados que se vayan observando, en particular, en términos de la tasa de inflación, el tipo de cambio, el nivel de actividad económica y la evolución de la emergencia social. En este sentido, hacia mediados de 2002, en un contexto de alta incertidumbre, aparecían al- gunos indicios que se podían considerar como positivos: una demanda por la moneda local para transacciones “sorprendentemente” resistente, un freno a la abrupta caída del nivel de actividad, un notable superávit comercial, un rápido ajuste de las empresas a las nuevas condiciones del entorno, entre otros. Sin embargo, en lo inmediato, la Argentina debía aún evitar caer en una situación de inestabilidad extrema (del tipo de la hiperinflación). Este desafío constituye una condición necesaria para que se recupere un sendero de crecimiento sostenido en los próximos años. Uno de losproblemas centrales de economías como la Argentina, ca- racterizadas por una historia de considerable volatilidad económica es la dificultad que aparece para identificar y extrapolar tendencias individua- les o agregadas de ingreso y producto. Si se observa la evolución del pro- ducto por habitante en dólares constantes, como un indicador del poder de compra de los ingresos generados internamente y de la capacidad de gasto de los agentes económicos, se verifica que en 1980 (por cierto en un estado de sobrevaluación cambiaria) los argentinos generaban un PIB por habitante similar al que hoy tienen países como España, en torno a los 15 mil dólares del año 2000. Esta situación se mostró insostenible y un par de años después el producto por habitante se ubicó alrededor de los 5 mil dólares. La inestabilidad de fines de la década de 1980 que culminó en los episodios hiperinflacionarios colocó el nivel en un mínimo, superando ape- nas los 3 mil dólares por habitante, un valor inferior al de muchos países latinoamericanos. Pero poco tiempo después, en la década de 1990, la Ar- gentina alcanzó y mantuvo durante casi una década un PIB con valores que oscilaban alrededor de los 8 mil dólares per cápita. En estas circunstancias, los “parámetros fundamentales” de la econo- mía no pueden considerarse fijos. Los agentes económicos toman deci- siones haciendo conjeturas acerca de la futura evolución e intentan aprender sobre cuál es el comportamiento del entorno en el que actúan. Pero a la vez, el propio accionar de estos agentes en el conjunto modifica la performance económica y por lo tanto, influye también sobre las per- cepciones que tienen acerca del grado de certeza de sus proyecciones y ESTRATEGIAS EMPRESARIALES EN LOS NOVENTA Y EL DEBATE SOBRE EL RECIMIENTO 9 decisiones (Heymann y Sanguinetti, 1998). En este sentido, la década de 1990 aparece como un período donde este comportamiento de revisión de expectativas trajo consecuencias de primer orden sobre las fluctuaciones cíclicas observadas y donde las decisiones económicas que fueron adop- tadas en base a previsiones de crecimiento de los ingresos futuros que después no se confirmaron, terminaron provocando la crisis económica. No es imprudente sostener que la Argentina de hoy se parece muy poco a lo que se podría haber proyectado pocos años atrás. Pero tampoco lo es, que el país de los años de la década de 1990 no se parecía a las percepciones sobre el futuro que presumiblemente se habían generado los agentes económicos en medio de la hiperinflación. En cualquier caso, parece quedar en evidencia que prever el futuro no es una tarea sencilla en economías como la Argentina. 2. La política económica en la década de 1990 y el proceso de reformas estructurales El inicio de la década de 1990 se produce en simultáneo con una etapa de cambios políticos y económicos significativos, tanto a nivel nacional como en el contexto regional e internacional. Los impulsos provenientes de factores externos desempeñaron un papel protagónico, en particular, el aumento notable de la oferta de crédito internacional para los países denominados emergentes y los mayores precios para los productos de exportación. Sin embargo, la década se caracteriza principalmente por las reformas de política doméstica encaradas. A lo largo de esa década la Argentina implementó una serie de profundas reformas económicas que tuvieron como ejes la estabilización de precios, la privatización o conce- sión de activos públicos, la apertura comercial para amplios sectores de la economía local, la liberalización de buena parte de la producción de bienes y la provisión de servicios y la renegociación de los pasivos exter- nos (Heymann, 2000). La política monetaria fue uno de los ámbitos objeto de grandes cam- bios. En 1991, mediante la sanción de una ley, se estableció un esquema de convertibilidad con tipo de cambio fijo entre la moneda local y el dólar estadounidense (a razón de 1 peso por dólar). Se reformó también la Car- ta Orgánica del Banco Central para adecuarla al nuevo esquema, limi- tando a la entidad en el financiamiento al gobierno y en el otorgamiento de redescuentos. Asimismo, en 1992, el gobierno nacional alcanzó un acuerdo con los acreedores externos por el cual se reemplazaba la deuda de capital e intereses atrasados con los bancos por bonos públicos de largo plazo con garantía, en el marco del denominado Plan Brady. Luego del inicio del programa económico, la tasa de inflación mostró una discontinuidad hacia abajo y siguió disminuyendo gradualmente. Esta ruptura con el pasado inflacionario se constituyó en un elemento 10 BERNARDO KOSACOFF Y ADRIÁN RAMOS crucial para la evolución de las actividades económicas, dada su impor- tancia para la formación de precios y la demanda de activos. La amplia- ción del horizonte de las decisiones inducida conllevó un cambio de primer orden para la formación de capital. La estabilización de precios estuvo acompañada por un aumento apre- ciable del volumen de crédito, denominado tanto en dólares como en pe- sos convertibles. Pronto se pudo notar que el funcionamiento del mercado de crédito, y de un modo más general el conjunto de las relaciones con- tractuales, en gran medida se basaban en expectativas respecto a la con- tinuidad del régimen cambiario. De ese modo, este comportamiento de los agentes económicos determinaba un aumento de los costos percibidos y efectivos de salida del régimen de convertibilidad. En relación con la reforma del funcionamiento y alcance del Estado, se sancionó una ley que declaró sujetas a privatización o concesión a un amplio conjunto de empresas y actividades del sector público. Este pro- ceso se desarrolló con suma celeridad: en el año 1990 fueron traspasa- das al sector privado las empresas de telefonía (ENTel) y de aeronavegación (Aerolíneas Argentinas). A ellas siguieron áreas y otros activos petroleros (1991 y 1992), las empresas de electricidad y gas (1992), la siderúrgica estatal SOMISA (1992) y la petrolera YPF (1993), entre otras operaciones. El comportamiento de la política fiscal a lo largo de la década de 1990 es aún debatido. Cuando se compara con la década precedente, la ges- tión fiscal presenta mejoras apreciables. Sin embargo, la sustentabilidad del régimen cambiario requería como condición necesaria que la reduc- ción del déficit no se interrumpiera al promediar la década, sino que los esfuerzos por aumentar la solvencia del sector público se reforzaran aún más. Inicialmente, los efectos sobre los ingresos públicos del desempeño del producto agregado y de las privatizaciones dieron lugar a un aumento del gasto público que acompañaba la revaluación real de la economía. Al tiempo, se concentraba la estructura impositiva en pocos gravámenes y se ampliaba la base imponible. Posteriormente, los ingresos se vieron afectados por las propias reformas estructurales (en particular, la refor- ma del sistema de seguridad social) y la crisis financiera originada en México. A partir de ahí, y más aún desde el contexto recesivo iniciado a mediados de 1998, se desarrolla un período caracterizado por las tensio- nes crecientes entre las demandas de gasto público, la caída en la recau- dación y los intentos de solucionar parte de los problemas de precios relativos a través de la gestión fiscal. La política de comercio exterior en la década de 1990 tuvo en la aper- tura comercial y en la integración regional a dos de sus pilares. La reduc- ción de aranceles y barreras no arancelarias a las importaciones y la eliminación de impuestos a las exportaciones modificaron los incentivos a la producción y a la demanda de bienes. El proceso de integración re- gional en el Mercosur se intensificó en la década y junto con la apertura comercial condujo a un aumento notable de los flujos de comercio entre ESTRATEGIAS EMPRESARIALES EN LOS NOVENTA Y EL DEBATE SOBRE EL RECIMIENTO 11 los países miembros. Las políticas comerciales y la actitud hacia el pro- ceso de integración se vieron severamente afectadas por losproblemas de competitividad de los bienes transables internacionalmente, particu- larmente a partir de la devaluación brasileña a comienzos de 1999. El desempeño macroeconómico de inicios del decenio de 1990 se ca- racterizó por un aumento notable de la demanda interna, impulsada por el crecimiento de la oferta de crédito local e internacional. El origen de este comportamiento se vincula con las expectativas positivas de ingre- sos futuros derivadas del cambio del régimen económico que impulsan aumentos en el consumo y generan nuevas oportunidades de inversión. La menor restricción financiera se verificaba no sólo en la recuperación del crédito bancario, producto de una monetización creciente, sino tam- bién en el auge del mercado de capitales donde se emitían títulos de deu- da y acciones por montos significativos. El aumento de la demanda agregada fue difundido en los distintos sectores de la economía, aún cuan- do hay que notar que el elevado ascenso del producto manufacturero fue inferior que el del producto total. El escaso impacto de la expansión de la producción sobre la ocupación, derivado de los efectos negativos de la reestructuración productiva, contribuyó a elevar el desempleo. El abrup- to aumento en las importaciones de bienes, sumado a exportaciones que no respondían del mismo modo, generaron saldos comerciales negativos de magnitud considerable. Asimismo, los déficit en la cuenta corriente del balance de pagos comenzaban a suscitar algunas dudas respecto a la sustentabilidad del esquema macroeconómico, aunque eran cubiertos, y en exceso, por los ingresos de inversión extranjera y las operaciones de crédito internacional. En este contexto, los incrementos de la tasa de interés internacional y la devaluación mexicana provocaron una crisis financiera en 1995. Este shock derivado de la retracción en la oferta de crédito tuvo un impacto inmediato sobre el nivel de actividad y el desempleo, y afectó severamen- te al sistema financiero. Es probable que la rápida superación de la cri- sis, sustentada en mejoras en los precios internacionales, en el crecimiento de la demanda brasileña posterior al lanzamiento del Plan Real y en re- formas regulatorias en el sistema financiero, haya contribuido a reafir- mar las percepciones positivas sobre el crecimiento de los ingresos y la solidez de un esquema macroeconómico que ahora incrementaba las ex- portaciones, el ahorro y el empleo. Desde 1998, la economía argentina estuvo afectada por varios shocks negativos en forma simultánea. Los efectos de la crisis rusa sobre el ac- ceso al financiamiento y las tasas de interés en los países emergentes, la posterior devaluación y modificación del régimen cambiario en el princi- pal socio comercial, la abrupta caída en los precios de los productos que exporta el país, la persistente fortaleza del dólar respecto a otras mone- das del mundo y el continuo desplazamiento del sector privado de los mercados de financiamiento interno por parte del sector público, consti- 12 BERNARDO KOSACOFF Y ADRIÁN RAMOS tuyen los ejemplos más destacados de lo ocurrido. A fines de la década, el inicio de un largo período dominado por la recesión y la deflación de precios generó tensiones crecientes y modificó las expectativas respecto al potencial de crecimiento de la economía y la solvencia del sector públi- co, provocando por último el colapso definitivo del régimen económico. 3. Estrategias productivas y transformaciones empresariales en el decenio de la década de 1990 Desde comienzos de la década del noventa las empresas argentinas se encontraron frente a un escenario en donde a las transformaciones que se sucedían en el plano internacional, se agregaba el cambio radical en las reglas de juego que enfrentaban previamente en el mercado domésti- co. En respuesta a una nueva configuración del marco competitivo local, caracterizada por el desmantelamiento del viejo régimen regulatorio que sustentó la etapa de la industrialización sustitutiva de importaciones (ISI) y la puesta en marcha de un programa de reformas estructurales “pro- mercado”, comenzaron a desplegarse fuertes procesos de reconversión, en los cuales se alteran tanto las estrategias como el peso relativo de las distintas actividades y agentes económicos, así como las prácticas pro- ductivas, tecnológicas y comerciales. La dinámica microeconómica de la década de 1990 es el resultado de estrategias puestas en práctica por los agentes económicos y fundadas en el desarrollo de capacidades adquiridas en el pasado y en los límites impuestos por un entorno económico en transición. En este proceso, las distintas respuestas de las firmas determinaron resultados contrapues- tos que se pueden estilizar en dos grandes grupos de conductas empre- sariales. Por un lado, aparecen las denominadas “reestructuraciones ofensivas” que se caracterizan por haber alcanzado niveles de eficiencia comparables con las mejores prácticas internacionales y que abarcan a un grupo reducido de alrededor de 400 empresas. Aunque se pueden encontrar casos en casi todo el entramado productivo, predominan parti- cularmente en las actividades vinculadas a la extracción y procesamien- to de recursos naturales, las ramas productoras de insumos básicos y en parte del complejo automotriz. Por otro lado, el resto del tejido producti- vo, cerca de 25 mil firmas si no se consideran las microempresas, se caracterizó por llevar a cabo los denominados “comportamientos defensi- vos” que a pesar de los avances en términos de productividad con respec- to al propio pasado están alejados de la frontera técnica internacional y mantienen vigentes ciertos rasgos de la etapa sustitutiva, tales como una escala de producción reducida o escasas economías de especialización (Kosacoff [ed.], 2000). Se puede afirmar que el proceso de estabilización económica encara- do en la década de 1990 aumentó la capacidad de prever la evolución de ESTRATEGIAS EMPRESARIALES EN LOS NOVENTA Y EL DEBATE SOBRE EL RECIMIENTO 13 las principales variables macroeconómicas de modo notable e implicó una ventaja incomparable para la organización de las actividades producti- vas. Sin embargo, surgió un nuevo tipo de incertidumbre, que puede de- nominarse estratégica , y que se corresponde con la modificación del entorno competitivo de las firmas y con las nuevas reglas de juego que determinan qué van a producir las empresas y cómo lo van a hacer. Deci- siones sobre inversión en activos específicos, incorporación o reemplazo de líneas de producción, calificación de recursos humanos en la firma o el sendero a seguir de aprendizaje tecnológico adquieren una dimensión inasible y de difícil evaluación con los esquemas predominantes en una economía semicerrada. Es posible ejemplificar estas nuevas tendencias al considerar las diferentes perspectivas que confluyen en el traspaso de firmas locales a manos de filiales de empresas transnacionales. Razones de índole financiera, tecnológica y organizativa jugaron un papel desta- cado a la hora de tomar una decisión de compraventa, en un contexto de ausencia de políticas públicas para fortalecer el desarrollo empresarial. Pero también, pasó a ser decisiva cierta incapacidad para responder de manera adecuada al desafío de operar en contextos de economía abierta y fuerte internacionalización, donde el posicionamiento estratégico defi- nido por la casa matriz de la transnacional fue clave para aminorar las incertidumbres. Uno de los aspectos centrales de las transformaciones estructurales fue la reconfiguración del perfil empresario respecto del vigente durante el proceso sustitutivo. Un panorama general indicaría que a la retirada de las empresas estatales, y cierta involución de las pequeñas y media- nas empresas, se suma la reorganización de los conglomerados económi- cos locales y el liderazgo y sostenido dinamismo de las empresas transnacionales. Dentro del universo de empresas productivas hay que destacar en primer lugar el comportamiento de las empresas transnacionales, cuyas estrategias principalesestán asociadas a los flujos de inversión extranje- ra directa (IED) que ingresaron durante la década de 1990. Hacia fines de la década de 1980 comenzó una recuperación en los flujos de IED que alcanzó niveles notables y crecientes en la década siguiente. Según esti- maciones oficiales entre 1990 y 2000 ingresaron 78 mil millones de dóla- res de IED, por lo cual el acervo de capital extranjero creció a tasas anuales superiores al 20% y superó los 80 mil millones en el año 2000 (Kulfas, Porta y Ramos, 2002). La inversión extranjera lideró el proceso de reconversión productiva de la década de 1990 en especial en aquellos aspectos modernizadores del proceso y se destaca la elevada correlación entre los sectores más dinámicos de la producción local y el aumento de la participación del capital extranjero en dichos sectores. Aún en el marco de estrategias des- tinadas en buena medida al aprovechamiento del mercado doméstico o subregional, las filiales realizaron inversiones tendientes a utilizar más 14 BERNARDO KOSACOFF Y ADRIÁN RAMOS eficientemente sus recursos físicos y humanos y, mucho más selecti- vamente, a integrarse de un modo más activo en la estructura interna- cional de la corporación. Es posible identificar dos etapas en el comportamiento de los flujos de IED hacia la Argentina. Entre 1990 y 1993, más de la mitad de los ingre- sos de inversión extranjera corresponden a operaciones de privatización y concesión de activos públicos. Con posterioridad, las fusiones y adqui- siciones de empresas privadas adquiere el rol central en el crecimiento de las inversiones extranjeras en el país. En suma, a diferencia de períodos anteriores, la mayor parte de los fondos de IED (al menos el 56% de los flujos totales entre 1992 y 2000) se destinaron a la compra de activos existentes, tanto estatales como privados. El proceso de fusiones y adquisiciones de empresas en la Argentina acumula entre 1990 y 1999 un monto de más de 55 mil millones de dóla- res, de los cuales el 88% corresponde a desembolsos de empresas de capital extranjero. La ventaja decisiva de las filiales de transnacionales sobre las empresas locales residió en el control de los aspectos tecnológi- cos, en las habilidades ya acumuladas para operar en economías abier- tas y en la capacidad de financiar la reconversión. Sin embargo, el aporte de las firmas de capital extranjero a la generación de encadenamientos productivos, a la difusión de externalidades y a una inserción activa en redes dinámicas de comercio internacional siguió siendo débil. Una tercera parte de los flujos de IED hacia la Argentina entre 1992 y 2000 se concentran en el sector petrolero y el 23% tiene como destino a la industria manufacturera (donde se destacan las actividades producto- ras de alimentos, el sector químico y el complejo automotriz). Los servi- cios públicos privatizados o concesionados (electricidad, gas, agua, transporte y comunicaciones) alcanzan el 21% del total y el sector finan- ciero el 11% de los flujos de IED del período. El hecho más destacado en cuanto al origen geográfico de la IED es el notable aumento de la inversión de empresas españolas por el cual Espa- ña es el principal inversor extranjero durante la década de 1990 en la Argentina. El conocimiento de aspectos culturales, lingüísticos, o del sis- tema legal y administrativo son los fundamentos de inversiones que com- prenden casi el 40% del total de los flujos de IED del período 1992-2000 y el 28% del stock de IED en el último año (sólo superado por los Estados Unidos). Otros países con inversiones destacadas son los Estados Unidos (con el 25% de participación en la década), Francia, Chile, Italia, Países Bajos, Alemania y Reino Unido. Los años de la década de 1990 marcaron un cambio de rumbo en la dinámica de los conglomerados económicos locales en la Argentina. Las nuevas condiciones económicas abrieron múltiples oportunidades de ne- gocios en un clima de estabilidad y crecimiento, pero al mismo tiempo los enfrentaron a la contestabilidad de la competencia internacional. Por un lado, su articulación previa con el Estado les permitió, asociados a ESTRATEGIAS EMPRESARIALES EN LOS NOVENTA Y EL DEBATE SOBRE EL RECIMIENTO 15 inversores y bancos extranjeros, un ventajoso posicionamiento en las privatizaciones y concesiones de activos públicos. Tiempo después mu- chos de estos conglomerados locales vendieron sus participaciones accionarias a los inversores extranjeros. Por otro lado, la apertura y desregulación económica a la vez que significó el acceso a los mercados financieros internacionales debilitó significativamente las bases para acu- mular exclusivamente y con cierto poder monopólico en el mercado local. Las condiciones de liquidez internacional facilitaron el endeudamiento para adquirir compañías estatales y diversificar sus inversiones, inclu- yendo inversiones localizadas en el exterior. A diferencia de etapas anteriores en la historia económica argentina, la conducta de los conglomerados locales en la década de 1990 es alta- mente heterogénea y cambiante. El tipo de producción, el grado de diver- sificación inicial, el tamaño relativo respecto a los competidores interna- cionales, la conducta de la demanda, la etapa de cambio generacional por la que transita el grupo económico incidirán de modo determinante para conformar distintos senderos de ajuste. Sin embargo, las estrate- gias que siguieron poseen algunos rasgos comunes: una tendencia a la especialización en un conjunto más reducido de actividades respecto al pasado, una expansión hacia terceros mercados mediante la inversión directa y la concentración de las actividades productivas en sectores con mayores ventajas naturales o menor transabilidad y escasa presencia en los sectores más dinámicos internacionalmente basados en el conoci- miento y la innovación tecnológica. Como fuera señalado anteriormente, surge como un elemento dis- tintivo del posicionamiento estratégico de los conglomerados la realiza- ción de inversiones directas en el exterior, con una intensidad y una modalidad muy distinta que la verificada en la etapa de la ISI. La mayor parte de las inversiones en el exterior se destina a otros países latinoa- mericanos, aún cuando existen casos de inversiones directas en Estados Unidos, Europa o el Este Asiático. Los conglomerados económicos locales conducen este proceso basados en capacidades de management , conoci- miento y manejo de tecnologías maduras, acceso a recursos financieros o la capacidad de operar en entornos culturales similares o el conocimien- to de condiciones específicas de ciertos mercados próximos. Algunos gru- pos nacionales buscan mediante este tipo de estrategia alcanzar el liderazgo mundial o regional en segmentos de mercado específicos. Para otro grupo de empresas, la internacionalización a través de la inversión directa es indispensable para la propia supervivencia y expansión en el nuevo contexto económico (Kosacoff, 1999). Existe un cierto consenso en que los rasgos predominantes de las PyMEs argentinas durante la ISI eran la centralización de la gestión en la figura del dueño, la inserción externa poco significativa, el predominio de estrategias defensivas, el amplio mix de producción, la escasa especiali- zación productiva, la reducida cooperación con otras firmas, la escasa 16 BERNARDO KOSACOFF Y ADRIÁN RAMOS relevancia de las actividades de innovación y el reducido nivel de inver- sión. Estas características, que en gran medida persistieron en el trans- curso de los años de la década de 1990, condicionaron las respuestas que pudieron implementar frente a las reformas estructurales. Se pueden identificar tres grupos de PyMEs con características y de- mandas específicas propias: i) un grupo minoritario de firmas de elevado posicionamiento competitivo (5% del total) que exhibía rasgos de excelen- cia productiva y comercial y con perspectivas favorables para adaptarse a las nuevas reglas del juego; ii) un grupo numeroso de PyMEs (30% del total) con un reducido posicionamientocompetitivo y escasas posibilida- des de sobrevivir en el escenario de la década de 1990 y iii) la mayor parte de las PyMEs, de “conductas estratégicas defensivas” que enfrenta- ban un desafío refundacional. En este contexto, la dificultad de definir una estrategia productiva adecuada durante el proceso de transformación económica abarcó al con- junto de PyMEs, independientemente de su especialización productiva. El nuevo “ambiente económico” aumentó la incertidumbre de las firmas y la cantidad y calidad de la información que debían procesar. La preocupa- ción por la situación y perspectivas de las PyMEs se expresó en la prolife- ración de distintas iniciativas gubernamentales –en las áreas de financiamiento, asistencia técnica, información, etc. (las cuales, en ge- neral, han tenido, por distintas razones, grandes dificultades para cum- plir sus objetivos)–, en la actuación y propuestas de las distintas cámaras empresarias, así como en los reclamos que, desde el ámbito social y polí- tico, apuntaban a la protección y promoción de las PyMEs. La creciente tendencia a la adopción de tecnologías de producto de origen externo con niveles cercanos a las mejores prácticas internaciona- les fue en desmedro de la generación de esfuerzos adaptativos locales. Esto implicaba una brecha menor en términos de tecnologías de produc- to, pero una pérdida significativa en la adquisición de capacidades do- mésticas mediante actividades de investigación y desarrollo. Sin embargo, la fuerte incorporación de máquinas y equipos importados necesariamente estuvo acompañada de cambios organizacionales y de mayores inversio- nes en capacitación. Asimismo, la tendencia hacia la desverticalización de la producción se afianzó fundamentalmente a través de la incorpora- ción de partes y piezas importadas, reduciendo la probabilidad de con- formar redes de producción basadas en la subcontratación local. En resumen, los principales elementos que caracterizan al desempe- ño de la microeconomía en la década de 1990 son la disminución del número de establecimientos productivos, el aumento del grado de aper- tura comercial (con énfasis por el lado de las importaciones), un proceso de inversiones basado en la adquisición de equipos importados, el au- mento de la concentración y la extranjerización de la economía y la caída abrupta del coeficiente de valor agregado. Asimismo, hubo una mayor adopción de tecnologías de producto de nivel de “frontera tecnológica” y ESTRATEGIAS EMPRESARIALES EN LOS NOVENTA Y EL DEBATE SOBRE EL RECIMIENTO 17 de origen externo, un abandono de la mayor parte de los esfuerzos tecno- lógicos locales en la generación de nuevos productos y procesos, una desverticalización de las actividades basada en la sustitución de valor agregado local por abastecimiento externo, una reducción en el mix de producción junto con una mayor complementación con la oferta externa, una creciente externalización de actividades del sector servicios, una mayor internacionalización de las firmas y la importancia de los acuer- dos regionales de comercio en las estrategias empresariales. Pero quizás el rasgo más saliente de la conformación productiva en la década de 1990 sea la heterogeneidad. Es indudable que no todos los agentes económi- cos elaboraron de igual manera el desafío que presentaba el paso del “taller a la empresa”: nuevas estrategias productivas en donde la produc- ción local se combinó con la importación de insumos y de bienes finales, con el fin de aprovechar las nuevas reglas del juego económico. En los últimos años el retorno a la extrema volatilidad del entorno condujo a que las decisiones de producción e inversión se vieran grave- mente afectadas y a dudas crecientes respecto a la solvencia de un grupo numeroso de empresas. Los problemas actuales de la economía argenti- na aún generan notables perturbaciones financieras y comerciales. Las consecuencias negativas en el plano empresarial todavía se están desple- gando y aún no surge con claridad cuáles serán las respuestas dominan- tes de los agentes económicos ante el regreso de una elevada incertidumbre macroeconómica. 4. Patrón de especialización y crecimiento económico de largo plazo La riqueza económica de un país, como la de cualquier empresa o indivi- duo, surge de los ingresos que generan y generarán en el futuro los acti- vos con los que cuenta. En el caso particular de un país, la cantidad y calidad de los recursos humanos que posee, el acervo de maquinarias y equipos de producción, los recursos naturales que se encuentran en el territorio que lo contiene, la infraestructura física que desarrolló en el pasado constituyen los principales activos a considerar. Pero aquello que es significativo para el bienestar de la población no es sólo el nivel actual de producción sino particularmente su capacidad de aumento en el tiem- po. Debido a la incorporación de nuevos desarrollos conceptuales y de un herramental econométrico y de procesamiento de datos que no estaba disponible en épocas anteriores, la teoría económica nos enseña que el crecimiento de largo plazo se explica en gran medida por la capacidad que tienen las economías para la generación e incorporación de conoci- mientos y tecnologías, por la educación y el entrenamiento de la mano de obra, por los cambios en la organización de la producción y por la calidad 18 BERNARDO KOSACOFF Y ADRIÁN RAMOS institucional. Pero también nos enseña que para que los países puedan aplicar de modo efectivo las nuevas tecnologías y cierren las brechas de productividad que los separan de las naciones avanzadas deben realizar esfuerzos endógenos de desarrollo de capacidades locales y de fortaleci- miento institucional. Una parte significativa de la competitividad de la producción se basa en las formas de articulación entre las diversas etapas de producción y comercialización: desde el insumo básico hasta el consumidor final. Para ello, es preciso generar y fortalecer las redes productivas mediante el estímulo al desarrollo de eslabonamientos de proveedores y de cadenas de comercialización, la coordinación de inversiones en activos comple- mentarios en la trama y promoviendo la incorporación de mejoras de ca- lidad a través de la interacción entre firmas, una información compartida y la identificación conjunta de mejoras productivas. El impulso a la con- formación de estas redes productivas tiende a romper con los falsos dile- mas de la empresa grande versus la PyME y del sector agropecuario versus la industria versus los servicios. La Argentina es un país que posee una dotación relativa de activos abundante en recursos naturales. Estos recursos además tuvieron un avance notable en los últimos años, no sólo en los agropecuarios, sino en los energéticos, forestales, mineros, pesqueros. Abundantes recursos naturales aumentan el nivel de la riqueza de un país y favorecen las ca- pacidades potenciales de crecimiento económico, pero no garantizan el crecimiento sostenido. La “Argentina pastoril” es un mito del siglo XIX que hoy no tiene sustento. Las políticas de subsidios al sector agroin- dustrial en los países centrales y los problemas vinculados a la volatilidad de los precios de exportación de las commodities son sólo algunos ejem- plos de los problemas a los que debe hacer frente un país como la Argen- tina. De cualquier modo, el desafío de aumentar la calidad del patrón de especialización productivo incorpora el mejor aprovechamiento de los re- cursos naturales. El actual patrón exportador argentino refleja el grado de competencia que se alcanzó en las producciones basadas en los recursos naturales (agrícolas, energéticos, forestales y mineros) y en la producción de insumos básicos (aluminio, petroquímica y siderurgia). Pero, a su vez, nos ilustra sobre el potencial aún no desarrollado para avanzar con estos productos. La posibilidad de utilizar los recursos naturales y los insumos básicos en cadenas productivas con mayor valor agregado, transitando al mundo de los productos diferenciados es una alternativaque permitiría superar algunas dificultades. Este avance sólo se puede generar a partir de una fuerte articulación entre la base primaria y los servicios técnicos de apo- yo a la producción, comercialización, distribución, logística, transporte e industria (insumos y producción de maquinaria). La industria manufacturera posee potencial para el desarrollo de al- gunos sectores de bienes de consumo intensivos en el uso de diseño. ESTRATEGIAS EMPRESARIALES EN LOS NOVENTA Y EL DEBATE SOBRE EL RECIMIENTO 19 Sustentados en una trama productiva de proveedores y subcontratistas tal sería el caso de las confecciones, zapatos, muebles, artefactos de ilu- minación, industria gráfica. Sería factible el crecimiento de actividades caracterizadas por series cortas de producción, en metalmecánica y quí- mica fina. La reestructuración del complejo automotriz tiene un lugar central en el rediseño productivo. Las actividades turísticas aparecen con una gran oportunidad para su expansión, así como la producción de soft- ware y servicios informáticos. En cualquier caso, este camino requiere de un uso intensivo de la calificación de los recursos humanos y del fortale- cimiento del sistema innovativo nacional. La tarea de construir el mercado, a partir de igualar las oportunida- des, mejorar las capacidades, desarrollar las instituciones y replantear el papel de la “empresa” en el sistema económico, permitiría crear un nuevo entorno para fortalecer el progreso económico. En este sentido, las políti- cas productivas en el nuevo siglo parecen tener tres ejes clave que las ordenan: fortalecer las capacidades de la economía, mediante el fomento del entrepreneurship y la innovación, la inversión en educación, y el me- jor funcionamiento de los mercados de capital; estimular la cooperación intra y entre firmas e instituciones, en términos sectoriales, regionales y locales; y por último, fomentar la competencia, a través de la apertura de mercados y la transparencia. Las políticas públicas, con instrumentos distintos a los empleados en el pasado, debieran actuar como catalizadoras de los procesos de trans- formación, respetando algunos requisitos básicos sin los cuales pierden efectividad. El primero de ellos es que estén insertas en una estrategia económica de irrupción en el mercado mundial; en segundo lugar, que se garantice la continuidad en el tiempo de las políticas; en tercer lugar, que exista coordinación y consistencia con el resto de las políticas públicas; y en cuarto lugar, la creación de instancias institucionales del estado y de la sociedad civil con contrapesos para la ejecución de las políticas de modo que reduzcan el riesgo de captura rentística. Bibliografía Heymann, D., “Políticas de reforma y comportamiento macroeconómico: la Ar- gentina en los noventa”, en Heymann y Kosacoff (eds.), La Argentina de los noventa: desempeño económico en un contexto de reformas , Buenos Aires, Eudeba, 2000. Heymann, D. y Sanguinetti, P., “Business Cycles from Misperceived Trends”, Economic Notes , Nº 2, 1998. Kosacoff, B., “Las multinacionales argentinas”, en Chudnovsky, D., Kosacoff, B. y López, A., Las multinacionales latinoamericanas: sus estrategias en un mundo globalizado , Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 1999. 20 BERNARDO KOSACOFF Y ADRIÁN RAMOS Kosacoff, B. (ed.), Corporate Strategies under Structural Adjustment in Argentina , Gran Bretaña, Macmillan Press/St Antony´s Series, 2000. Kulfas, M., Porta, F. y Ramos, A., La inversión extranjera en la Argentina, Buenos Aires, CEPAL/Naciones Unidas, 2002. Resumen En este artículo se pasa revista sobre tres momentos cruciales de la eco- nomía argentina de los últimos tiempos: la instauración de un nuevo régimen de acumulación que estabilice y dé credibilidad a una economía hiperinflacionaria a través, principalmente, de un nuevo régimen cambiario; las consecuencias de las políticas de liberalización económica implementadas durante la década de 1990; y el agotamiento de este mo- delo –que se materializó en la devaluación y el surgimiento de nuevas reglas de juego económico–, y que se encuentra en pleno proceso y exige múltiples readaptaciones en forma horizontal de todo el sistema produc- tivo argentino para volver a construir el mercado. Palabras clave Estrategia – desorganización – crecimiento – reformas estructu- rales – transformación – reconversión – especialización – entrepreneurship – innovación – microeconomía – macroeconomía. ESTRATEGIAS EMPRESARIALES EN LOS NOVENTA Y EL DEBATE SOBRE EL RECIMIENTO 21 Cuadro 1 Argentina. Principales indicadores económicos Anexo 22 BERNARDO KOSACOFF Y ADRIÁN RAMOS Cuadro 2 Oferta y demanda globales (Unidades: millones de pesos a precios de 1993) ESTRATEGIAS EMPRESARIALES EN LOS NOVENTA Y EL DEBATE SOBRE EL RECIMIENTO 23 Cuadro 3 Producto Bruto Interno por clase de actividad económica, a precios de productor (1) (Unidades: millones de pesos a precios de 1993) 24 BERNARDO KOSACOFF Y ADRIÁN RAMOS Sectores principales Servicios públicos Servicios privados (financieros y comerciales) Alimentos Químicos livianos Bebidas Automotriz Autopartes Commodities agroindustriales Petróleo Minería Part. en flujos de IED 37% 11% 6% 5% 28% Ventajas de localización o factores de atracción Regulación Mercado cautivo, monopolio, rentabilidad garantizada Regulación Perspectivas del mercado interno Perspectivas del mercado interno Posición de mercado Protección natural Regulación Perspectivas del mercado regional Ventajas naturales (expansión de la frontera) Privatización Regulación Tipo de inversión Market seeking Rent seeking Market seeking Market seeking Eficiency seeking Eficiency seeking Market seeking Resource seeking Mercado Interno Interno Interno y algo Mercosur Mercosur Mundial Mercosur Mundial Cuadro 4 Estrategias de las empresas transcacionales en la década de 1990 ESTRATEGIAS EMPRESARIALES EN LOS NOVENTA Y EL DEBATE SOBRE EL RECIMIENTO 25 Gráfico 1 PIB desestacionalizado a precios constantes y tendencia Hodrick-Prescott Gráfico 2 PIB per cápita y tendencia Hodrick-Prescott (dólares de 2000) 26 BERNARDO KOSACOFF Y ADRIÁN RAMOS Gráfico 3 Evolución de flujos y stock de IED en Argentina, 1990-1999 (millones de dólares) Gráfico 4 Origen geográfico de la IED, 1992-2000 ESTRATEGIAS EMPRESARIALES EN LOS NOVENTA Y EL DEBATE SOBRE EL RECIMIENTO 27 Gráfico 5 Fusiones y adquisiciones concretadas en la economía argentina, 1990-1999 Género y maquila (el asesinato de mujeres en Ciudad Juárez) Sergio Zermeño* Gender and law (the murder of women in Ciudad Juárez) In order to explain the situation concerning the assassinated women in Ciudad Juárez, several hypotheses have been proposed, such as the one about a serial killer, other one regarding the boundary cartel that traffics with the organs victims’, and a last one involving the video business that recreates scenarios full of drugs, sex, tortures and death. This article suggests that the error or the biased perspective is to keep on thinking that the enemy (the responsible about the womanliness) it is outside, still not identified, and not accepting the fact that this is part of the society, that the enemy is among us, generating among the so- cial degradation of the frontier, where the alterations in the gender relationships play a huge part: one sort of wounded chauvinism might be imitating what it seems fashionable all around. I Reunimos en este escrito algunos materiales y puntos de vista con la esperanza de que puedan ayudar en la comprensión y en la lucha contra el feminicidio que está teniendo lugar en el norte de nuestro país princi- palmente. Primero algunas notas sobre el tamaño y la cantidad: desde el punto de vista de la economía, reubicar en dos decenios a cerca de 30 millones de mexicanos en la región binacional del norte, sacándolos en buena medida de pequeñas ciudades y del medio campesino puede reflejar di- namismo (sin crecimiento, paradójicamente), pero desde el punto de vis- ta de la saludsocial eso ha generado grandes alteraciones, ha potenciado desórdenes extremos como los que llevaron a Emile Durkheim a servirse del concepto de anomia, enfermedad social, para describir el panorama descompuesto de las áreas paupérrimas en las grandes ciudades de la industrialización temprana. “La anomia es una situación extrema aso- ciada a los procesos modernizadores que desarraigan a los individuos, los arrancan de sus tierras o de su cultura imponiéndoles la vida en ambientes totalmente extraños y sin pasado...” (Paris, 1990). Si, como nos dice Habermas citando a Paul Berger, * Profesor-investigador del Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México. 30 SERGIO ZERMEÑO […] la más importante función de la sociedad es nombrar [...]; el hombre está congénitamente compelido a imponer orden significante sobre la realidad. La separación de la sociedad ori- ginal, los cambios bruscos y continuados, conducen a los indivi- duos al encierro, a la pérdida de control y de significado sobre el entorno, a no nombrar, que es la pesadilla por excelencia que sumerge al individuo en el mundo del desorden, el sin sentido y la locura. [...] A la inversa, la existencia en un mundo significante, nombrado (nómico), puede ser un objetivo buscado con los más altos sacrificios y sufrimientos (P. Berger, citado en Habermas, 1973). De hecho, no es por la pobreza o la crisis industrial y financiera que aumentan los divorcios, el alcoholismo, los delitos, los asesinatos o el suicidio, podemos afirmar interpretando a Durkheim, sino por las per- turbaciones severas al orden colectivo, cuando el individuo pierde los límites morales compartidos socialmente. En la franja fronteriza se concentra el 80% de la actividad maquiladora de nuestro país. Se trata de un ejemplo por excelencia de arranque y freno: 1 millón 327 mil trabajadores registró esta industria hacia mediados del año 2000; había crecido 1 millón en sólo 15 años, representando cuatro de cada diez trabajadores en la manufactura mexicana, pero ha hecho gravi- tar en su entorno a muchos millones más de compatriotas, contingentes que se afanan en adaptar una improvisada infraestructura de vivienda, alimentación, servicios y transporte entre degradados panoramas urbanos y familias rotas. Rosa Isela Pérez (2003) asegura que de cada tres madres, dos son solteras, y Víctor Ballinas (2003) nos recuerda que en el año 2001, el 56% de los niños nacidos en Ciudad Juárez fueron registrados como hijos de madres solteras, porcentaje muy superior al promedio nacional. A ello contribuye sin duda la situación de hacinamiento provocada por los bajos ingresos y una infraestructura deficitaria de vivienda, así como el que las parejas tienen en ocasiones diferentes horarios o buscan cubrir tiempos extra, lo que no les permite una relación y un diálogo estables. En estas condiciones los niños no encuentran en sus familias una fuente de valores ni la suficiente comunicación con sus padres y hermanos (Pérez Torres).1 1 Recordemos un ejemplo a este respecto, relativo a la falta de interacción entre padres e hijos en Santa Úrsula, México D.F. Nos dice Marianne Bar-Din: “no hay socialización antes de que el niño alcance la edad escolar reglamentaria. Los niños que crecen en esos desordenados hogares, en esos cuartos donde nadie les habla o los escucha, han desarrollado un poderoso mecanismo de defensa, una desatención se- lectiva que los aísla de las experiencias externas, desagradables. Logran ignorar su entorno para no ser más confundidos. Los niños no parecen sufrir por el caos físico que los rodea. No sufren por esa causa dado que no la ven. Quedó claro que uno de los problemas más graves en la interacción padre hijo era la falta de comunicación verbal. GÉNERO Y MAQUILA (EL ASESINATO DE MUJERES EN CIUDAD JUÁREZ) 31 II Así pues, nos encontramos a partir de la década de 1980 frente a una severa redistribución espacial de la población. Y es que a partir de ese decenio se puso en claro una franca desindustrialización en los polos tradicionales como el Valle de México, Monterrey y el estado de Hidalgo, al tiempo que los estados norteños se convirtieron en zonas de industria- lización acelerada, como lo mostró desde el inicio del fenómeno Enrique de la Garza (1988) apoyado en datos sobre el número de asegurados per- manentes en el Instituto Mexicano de Seguro Social (IMSS) correspon- dientes a la industria de la transformación: Baja California pasó de 46 mil asegurados a 81 mil entre 1981 y 1986; Sonora de 40 mil a 54 mil; Tamaulipas de 59 mil a 73 mil. Y algo más, la clase obrera que acudió hacia esas regiones no tenía liga alguna, ni en cultura laboral, ni en organización sindical, ni en edad promedio, ni en la distribución entre sexos, con la fuerza de trabajo de las industrias en crisis del centro del país y de Monterrey. Así, en Ciudad Juárez, que comparte un valle con El Paso, la pobla- ción se incrementó de 700 mil a 1,2 millones entre 1980 y 1988 (Busi- ness Week , 6 de junio de 1988). Tomando en cuenta que la media nacional de crecimiento de la población fue el 2,2% anual durante la década de 1980, ciudades como Tijuana crecieron el 4,3%, Nogales el 7,5%, Piedras Negras el 7,2%, McAllen el 7,6%, Brownsville el 6,2%, etc. (Ganster y Sweedler, 1990). La migración mexicana es el factor más importante que colorea la frontera en ambos lados. Ya para 1980, el 49% de los habitan- tes de los condados y de los municipios fronterizos eran migrantes. La población de los municipios mexicanos en 1980 tenía el 32% de migrantes mientras que los condados fronterizos tenían el 58%... El Paso tenía el 62% de población hispana, Nogales el 74%, Laredo el 91%, Brownsville el 77% (Ganster y Sweedler, 1990). Abraham Lowenthal (1988) calculaba que aproximadamente el 20% de la población total de México dependía ya, desde la década de 1980, en algún grado, del ingreso obtenido por algún miembro de la familia en los Estados Unidos, pues más de 1 millón de trabajadores mexicanos entra- La profunda desorganización acarreada por la pobreza extrema no permite la existen- cia de la familia nuclear como la conocemos.” (Bar-Din, 1990:4-6, 30-31). Esto provo- cará que un poco más adelante en sus vidas la situación les sea enormemente desfavorable: tendrán que enfrentarse a un entorno social y sobre todo escolar que, principalmente a partir de la secundaria, les exigirá una capacidad de comunicación verbal y escrita que les provocará una gran angustia. Con tan pocos recursos comunicativos y con tan poca comprensión del entorno al que deberán hacer frente, en infinidad de ocasiones prefieren no exponerse siquiera al fracaso al tratar de enta- blar una relación con el sexo opuesto, sustituyendo la interacción verbal por una relación llena de mensajes agresivos y de desprecio, lo que va a ser muy significativo para lo que discutiremos en este ensayo. 32 SERGIO ZERMEÑO ban a ese país cada año aunque el 80% permanecía sólo seis meses o menos (hoy las estadísticas nos dicen que estos inmigrantes rebasan los ocho millones). Visto con un poco más de perspectiva, en las décadas que van de 1940 a 1960 la frontera norte de México creció de un tercio de millón a 1 millón y medio de habitantes y para 1980 tenía 3 millones y medio de residentes solamente en los municipios fronterizos. Diez años después más de 10 millones de personas habitaban en ambos lados de la faja fronteriza (Stoddard, 1987). Por lo demás, la composición internacional de las exportaciones mexicanas no hace más que corroborar lo anterior: en 1980 el 63% de las exportaciones fueron a los Estados Unidos y el 7% a España. En 1989 el 69% fueron a los Estados Unidos y el 5,1% a España, el 5,8% al Japón (principalmente petróleo en estos dos casos), mientras que hacia Améri- ca Latina sólo exportábamos el 3% y el 1,4% fue a Asia y a África. Enri- que Dussel (2002), actualiza la tendencia: las exportaciones mexicanas a los Estados Unidos aumentaron del 76,66% en enero de 1991 al 88,79% en mayo de 2002. Así, pese ala pretendida importancia que se le quiso dar a la Cuenca del Pacífico, en realidad nos integramos a un sólo país y no a una región. Viene aquí al caso recordar la masa de los elementos que se han com- binado en el proceso de globalización subordinada de nuestro país, para entender mejor los efectos desordenadores de su dinámica: estamos acos- tumbrados, muchos académicos incluso, a pensar en las relaciones de México y los Estados Unidos con la imagen de fondo de los mapas: Norteamérica es un país muy grande y México como dos terceras partes más chico. Los datos que cuentan en lo que estamos discutiendo modifi- can radicalmente esta imagen: si hacia 1990 igualáramos el PIB de todo el Norte de América a 100, a los Estados Unidos correspondería el 89,7%, a Canadá el 7,5% y a México el 2,8%; es más, si California fuera un país, su PIB ocuparía el séptimo lugar mundial, con un crecimiento anual du- rante la década de 1980 cercano al 10% (Harris, 1990). Un último dato: el Producto Nacional mexicano total es aproximadamente igual a lo pro- ducido en el radio de 60 millas a partir del centro de Los Angeles (Lowenthal, 1988). Hagamos notar en seguida que en sólo 20 años, la relación de nuestra moderada economía con ese enorme país ha transitado de los alimentos (el 48% del total de nuestras exportaciones en 1970), a los combustibles (el 53% en 1980), y luego a las manufacturas (el 61% de las exportacio- nes en 1987, maquila en lo fundamental), con los reacomodos humanos que esto significa (Harris, 1990). Recordemos solamente que el empleo en PEMEX entre 1977 y 1987 pasó de 90 mil a 187 mil personas (Zapata 1988). En este contexto se entiende que la participación de las exportaciones mexicanas con respecto al PIB haya aumentado de niveles inferiores al GÉNERO Y MAQUILA (EL ASESINATO DE MUJERES EN CIUDAD JUÁREZ) 33 10% a inicios de la década de 1980 a niveles cercanos al 30% desde fina- les de la década de 1990, y que dentro de esas exportaciones manufactu- reras las de la industria maquiladora de exportación ocupen un lugar creciente al pasar del 29% al 43% de las exportaciones totales de nuestro país, entre 1991 y 2002 (Dussel, 2002). Pero algo aún más revelador que nos muestra este autor es la creciente especialización en dos capítulos: autopartes y automotriz (33%) y electrónica (28%) (60% de las exporta- ciones totales en 2001). Sin embargo, el efecto multiplicador de esta industria en la cadena productiva hacia su entorno y hacia el espacio nacional ha sido muy pobre, pues fuera de la mano de obra y los energéticos, sólo el 2% o 3% de los componentes que ahí se ensamblan son provistos por industrias nacionales; todo el resto viene de afuera y vuelve a salir, pero sea como sea, es capaz de derramar en salarios hacia el interior de México entre 15 y 20 mil millones de dólares, una vez y media lo que anualmente exporta- mos por el petróleo. Eso pone en claro que México es atractivo por su cercanía con los Estados Unidos, pero pasado un punto en los costos de mano de obra, impuestos o energéticos, las empresas maquiladoras pueden emprender el vuelo hacia regiones con insumos más baratos, como está siendo el caso a partir del año 2000, y eso ha sido posible gracias a las maravillo- sas técnicas de transportación de nuestra época. Según la Confederación de Cámaras Industriales (CONCAMIN), con base en datos de la correduría Merril Lynch, el salario promedio en México es de 2,9 dólares diarios, mientras en China es de 0,7 dólares (La Jornada , 18 de abril de 2003). Así, las empresas maquiladoras de exportación establecen sus plantas en México o en otros puntos tomando en cuenta los incentivos que se les ofrecen, como recibir gratuitamente los espacios y la infraestructura, no pagar aranceles de importación, IVA, impuesto sobre la renta, que en la mayoría de los casos es insignificante, nulo o hasta negativo (Dussel, 2002). Es más, este autor considera que para el año 2000, la maquila pagó bajo el ISR una tasa de -7,2%, es decir, se convirtió en un receptor neto de subsidios del sector público. Así pues, podemos afirmar que sociológicamente nos encontramos ante un típico ejemplo desordenador, de arranque y freno, pues entre el año 2000 y el 2003, ha habido una caída de 250 mil empleos, alrededor del 20%, debido a la desaceleración de la economía americana pero, sobre todo, decíamos, debido a la salida de muchas de estas maquiladoras, principalmente en la industria eléctrica, electrónica, de los textiles y del vestido (la automotriz es menos intensiva en mano de obra), hacia los países con salarios más baratos y altos subsidios que han irrumpido en el comercio mundial y lo harán con más fuerza cuando en el año 2006 puedan acceder al mercado de América del Norte sin pagar impuestos (China, Vietnam, Camboya, Paquistán, varias naciones africanas y, en América Latina, Honduras como caso relevante) (Márquez Ayala, 2002). 34 SERGIO ZERMEÑO Ejemplo por excelencia, también, de la división del trabajo global y las ventajas comparativas, en la maquila priva una relación de género desbalanceada que ha llegado a ser de tres hombres por siete mujeres, casi en su totalidad jovencitas de entre 15 y 25 años: cuerpos en plena juventud, miradas de lince capaces de coser, atornillar, soldar, ensam- blar pequeñísimos objetos en la electrónica, en el vestido2 y aunados a una actitud sumisa que se explica por la alta rotación o peregrinar de la mano de obra en las distintas empresas, por el ingreso temprano al me- dio laboral y por la fuerte gravitación femenina que acaba siendo callado disciplinamiento. En entrevistas personales con jefes de maquiladoras en Tijuana pudi- mos corroborar lo que Norma Iglesias (1983), Lilia Venegas (1988) y Patricia Fernández-Kelly y Anna García (1989) en estudios ligados directamente a la vida de las trabajadoras habían ya descrito: las mujeres jóvenes, por su poco entrenamiento y su inexperiencia organizativa, constituyen un factor obvio para la optimización de la productividad y son generalmente intimidables debido a su falta de información y a su falta de conocimien- to sobre el mercado de trabajo. En este medio laboral no se sabe bien quiénes son los líderes sindicales y qué acuerdos firman con las empre- sas. Ambos aspectos son poco conocidos en las maquiladoras tijuanenses: el 59% no conoce a sus líderes y el 64% no conoce su contrato colectivo. Sin embargo, tal desinformación se acentúa entre los trabajadores elec- trónicos y textiles, pues el 76% de los primeros y el 82% de los segundos declararon no conocer a sus líderes sindicales. En muchos contratos de trabajo se acepta el despido de los trabajadores en el momento en que la maquiladora lo requiera sin luchar por una indemnización conforme a la ley (Quintero, 1989). III Sin embargo, este ejemplo exitoso, avanzada laboral de nuestro modelo globalizador junto con las exportaciones petroleras y el turismo, tiene una faz horrenda, la muerte por violación, mutilaciones, estrangulamiento, suplicios, cortes e incineraciones de más de 300 mujeres entre 1993 y 2002. Mujeres jóvenes, la mayoría entre 13 y 20 años de edad, morenas, pobres;3 y algo más: esos cadáveres mal enterrados son sólo la parte visible del terror, pues los reportajes hacen referencia a más de 500 des- aparecidas (la organización civil “Nuestras Hijas de Regreso a Casa” re- portan que en los últimos diez años la lista asciende a 4 mil desaparecidas) 2 Como ejemplo se puede mencionar el caso de una maquiladora de partes eléctri- cas en donde las operaciones realizadas por las obreras consumen de 4 a 12 segundos e involucran de 2 a 6 movimientos, o sea, se repiten entre 2.400 y 7.200 veces durante la jornada (Laurel 1990: 290). 3 Ninguna de las asesinadas tenía coche y sólo una era profesional (Ballinas, 2003). GÉNERO Y MAQUILA (EL ASESINATO DE MUJERES EN CIUDAD JUÁREZ) 35 (Villamil, 2003b). Después de diez años los mexicanos concurrimos azo- rados a estos informes mórbidos, sin que ni la opinión pública, ni menos aún las autoridades gubernamentales, podamoso queramos entender las causas de este desolador fenómeno. Todos nos mantenemos a la es- pera de que alguien encuentre al culpable, de que un especialista nos aclare las cosas. Mientras tanto, preferimos voltear hacia otro lado, repi- tiéndonos que debe ser una excepción, algo extraordinario que habrá de aclararse y quedar en el pasado. Las hipótesis y las pistas de investigación van y vienen, mientras tan- to, sin que autoridades o especialistas nos proporcionen el más mínimo escenario de comprensión: primero surgió la hipótesis “tranquilizadora” de un asesino serial a la manera de los desequilibrados mentales de las series negras norteamericanas. Se detuvo entonces al egipcio Sharif (un individuo de origen árabe que no ha logrado demostrar su inocencia). Como todos sabemos los asesinatos siguieron. Luego se levantó la hipó- tesis, que Víctor Quintana recordó en el 2001, estableciendo que los ase- sinatos eran ejecutados por una red del crimen organizado, un cartel fronterizo, que con la complicidad de los agentes policíacos se dedica al negocio de videos que recrean escenarios de drogas, sexo, tortura y muerte. Es más, la Procuraduría General de la República (PGR), en sus prime- ros tanteos, aún sin atraer el caso, se atrevió a adelantar una hipótesis que despertó morbo y sensacionalismo: “sin duda el móvil principal, aso- ciado a esta larga historia de crímenes es el tráfico de órganos”, aseguró, dejando a todos atónitos. Oscar Máynez, perito que ha investigado esos asesinatos descarta la hipótesis en forma categórica: “el tráfico de órga- nos requiere una infraestructura médica que no ha sido identificada ni en Juárez ni en El Paso; debe haber un análisis de compatibilidad, un medio de transporte expedito, un equipo mínimo de cinco especialistas y una instalación de trasplantes.” Además, agrega otro especialista: “¿por qué mujeres y no hombres?, si los órganos sirven igual” (Villamil, 2003b). A sabiendas de que una institución federal de procuración de justicia no es torpe, la hipótesis debe dirigirse más bien a indagar por qué la PGR está interesada en atraer la atención hacia un punto que vuelve a colocar a los culpables en la exterioridad de la sociedad afectada. La cuestión, regresando al punto, es que han venido apareciendo da- tos desconcertantes: estamos ante una serie inconexa e inorgánica de malhechores, que han sido ligados de manera deficiente al maquiavelis- mo del narco, del porno, del tráfico de órganos, pero que, al mismo tiem- po, se encuentran muy lejos de demostrar su inocencia: pandillas de choferes de trailers (“Los Ruteros”), que ni son de adentro ni son de afue- ra; otras pandillas conocidas como “Los Toltecas”, y tantos sospechosos más que vuelven el asunto extremadamente complejo. ¿Por qué los pocos arrestos parecen más bien de chivos expiatorios, no puntas de madeja que permitan desentrañar el feminicidio? El perio- dista Jenaro Villamil (2003a), entrevistando a un “perito” en criminalística, 36 SERGIO ZERMEÑO escribe: “Los crímenes reportan una dinámica muy similar... estamos ante un patrón que puede conducirnos al mismo asesino o a un grupo de homicidas que opera en la frontera”. Sin embargo, estas hipótesis de se- rie televisiva son las que más han retrasado la comprensión de este ho- rror. Sería asombroso que uno o un grupo de asesinos hubiera podido matar a tantos cientos de jóvenes sin ser identificado; tantos entierros impunes en un espacio abierto; faltarían tianguis para comerciar con todas esas filmaciones de la tortura, según lo quiere la mórbida hipótesis pornográfica. Y es que el error o el ángulo viciado es seguir creyendo que el enemigo está afuera y no aceptar que es parte de la sociedad, está entre nosotros. Es justamente este carácter inconexo de las evidencias con que conta- mos, lo que permite hoy construir un escenario aun más tremendo: en la Edad Media, la cacería de brujas se desató cuando las mujeres comenza- ron a tener un rol protagónico, haciendo imperar una racionalidad ins- tintiva que ponía en cuestión la jerarquía y el papel preponderante de las instituciones y del orden: fueron entonces juzgadas y quemadas (Co- varrubias, 2001). Hoy, en nuestra realidad mexicana, esas mujeres jóvenes de Ciudad Juárez y de toda la frontera norte son las que tienen un empleo, las que tienen la disciplina y sin duda la resignación para trabajar por ese sala- rio, con esas cadencias infernales, con esos horarios. Pero dígase lo que se diga, son las que al final de la semana cuentan con un ingreso, llegan a los bailes con algo que se llama capacidad de pago (de las bebidas, de los tacos y los caldos a la salida), son las que en ciertos momentos del baile y la fiesta en el galerón se dan el lujo de escoger con qué tipo quie- ren bailar y salir y seguir. Los hombres habitan esa sociedad esperando cruzar la frontera y des- empeñar el rol más heroico de ganar en dólares. Pero mientras eso no se logra, y eso no se logra fácilmente, los hombres se reúnen en los espacios públicos para tomar o jugar fútbol y con mucha dificultad se encargan de los hijos y del hogar mientras la mujer, la hija o la hermana se encuen- tran en la faena. Al terminar la semana son las mujeres las que tienen recursos, por modestos que sean. Son ellas las que tienen el “poder” so- cial y eso no es fácilmente asimilable, constituye de hecho una profunda alteración de los roles de género. Aparece entonces un “machismo ultra- jado” en todas partes. Los medios de comunicación y la frecuencia de los asesinatos le confieren a esta agresión de género una cierta “normalidad” en el ambiente cotidiano (en términos estrictamente sociológicos a eso se le llama una “moda” y eso abre un espacio para la impunidad: “si otros matan mujeres, el que lo haga yo no puede ser tan grave”). Seguir pensando que “el mismo patrón se repite” y que ya caerá el o los asesinos es el mayor engaño, favorece al sensacionalismo de los me- dios de comunicación y es fomentado por las autoridades federales y es- tatales porque eso exonera al modelo maquilador, imán de la inversión GÉNERO Y MAQUILA (EL ASESINATO DE MUJERES EN CIUDAD JUÁREZ) 37 extranjera. No nada más los gobiernos, los propios ciudadanos del norte rechazan la idea: “nuestro motor del desarrollo no puede estar produ- ciendo enfermos en su interior”. Por eso fue tan publicitada la referida figura del egipcio Sharif, un extranjero, sin familia, a quien en 1995 se le acusó de consumar asesinatos en serie y de seguirlos consumando desde la cárcel a través de “Los Rebeldes” y de traileros foráneos (resultó que ni entre ellos se conocían). Por eso también cuando este personaje fue apren- dido el gobernador Patricio Martínez se dirigió con fanfarrias a “la indus- tria internacional”: “Ciudad Juárez está recuperando la paz, deja atrás la angustia”. El drama apenas comenzaba. IV Muy poco se ha atendido a esta hipótesis de la alteración de los roles de género, que no está lejana de lo que Sergio González (1999), Marcela Lagarde o Israel Covarrubias (2001), se han atrevido a sugerir: que esta- mos ante un fenómeno de copycat : “la impunidad generalizada me da las justificaciones para ejercer mi barbarie”. Como no hay afuera ni adentro los asesinos son policías, traileros, pandillas juveniles, borrachos de fin de fiesta. Hay una alteración de los roles de género. Hay un machismo frustrado, ofendido, que se desata en una misoginia asesina ante las menores provocaciones. Esto está en consonancia con el Informe de la relatora especial de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), Marta Altolaguirre (2003), quien expone que la violencia en Juárez “proviene de causas que aún no han sido debidamente atendidas, pues la mayor parte de las muertes fueron perpetradas por un compañero íntimo sin que las autori- dades hayan reconocido la importancia de este hecho”; es un problema que se ha minimizado al no sancionar a los esposos o compañeros res- ponsables. Para enfrentar este fenómeno no sirve llamar al FBI, es necesario esta- blecer un programa de cooperaciónentre ciudadanos organizados en ba- rrios, gobiernos locales, estatales y federales, maquiladoras (que “tendrían” la obligación moral de destinar recursos para proteger a sus trabajado- ras), ONG’s, universidades, etcétera. El gobierno Federal no tuvo razón al rehusarse durante mucho tiempo a intervenir en este drama, desde el momento en que varios de los cuerpos policíacos han estado involucrados en estos asesinatos. La tarea es muy complicada y requiere de la combi- nación de todos los esfuerzos en una periferia marginal con un altísimo porcentaje de inmigrantes, en donde la solidaridad y la confianza son difíciles. Es un asunto de enfermedad social y no de criminalística, y tampoco es una arena de descalificación entre partidos. Nadie quiere aceptar una hipótesis de esta naturaleza, porque impli- caría, ni más ni menos, que las asesinadas de Juárez constituyen el ros- 38 SERGIO ZERMEÑO tro horrendo de la degradación y la anomia social, el precio que hemos tenido que pagar por nuestro más exitoso enganche a la globalización. Ni la opinión pública, ni el gobierno en el nivel local, nacional y menos aún internacional, pueden aceptar que el modelo dominante está asociado a la muerte. 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Resumen Para explicar el drama de las mujeres asesinadas en Ciudad Juárez se han sugerido las hipótesis del “asesino serial” (serial killer ), del cartel fronterizo que trafica con los órganos de las víctimas, del negocio de vi- deos que recrean escenarios de drogas, sexo, tortura y muerte. Lo que se sugiere en este artículo es que el error o el ángulo viciado es seguir pen- sando que el enemigo (el responsable de este feminicidio) está afuera, aún no identificado, y no aceptar que es parte de la sociedad, está entre nosotros, se genera en medio de la degradación social de la frontera y de la maquila, en donde las alteraciones en las relaciones de género juegan un papel fundamental: una especie de machismo ultrajado estaría “co- piando” lo que parece una “moda” a su alrededor. Palabras clave Género – maquila – feminicidio – anomia – machismo – misogi- nia – globalización. The primacy of W. Bush administration (2001-2005) in the framework of strategically conceptions under debate in USA during the post cold war Foreign policy of the Bush administration is a clear model of “primacy” made from a conception of “national interest” that does not care about justice and stability in the international order. The actual projection of american military power goes after a substitution of the statu quo for a planetary domination strategy, through the possibility of military intervention in any place of the globe without the need of political support from the interna- tional community. These arguments are sustained in a detailed analysis of specific bibliography and documents from Clinton and Bush administrations. I. Introducción La idea de “proyectar el poderío” norteamericano no tiene origen en la posguerra fría (1989-1991). Ni es consecuencia de la aparición en escena de nuevos enemigos, aunque se construyeron varios: los rogue states , La “primacía” de la Administración W. Bush (2001-2005) en el marco de las concepciones estratégicas en debate en los Estados Unidos en la posguerra fría* Silvia Hebe Gaveglio** (en colaboración con María Eugenia Garfi*** y Emilio Ordóñez****) Sólo la metodología –a la que no restamos valor– distingue al que busca someter del que busca convertir para dominar. * Una primera versión de este trabajo fue presentada como ponencia en el VI Con- greso Nacional de Ciencia Política: “La Política en un mundo incierto”, organizado por la SAAP en Rosario, entre el 5 y el 8 de noviembre de 2003. ** Licenciada en Ciencia Política y en Relaciones Internacionales. Docente en la cátedra de Análisis del Sistema Internacional e Investigadora del Consejo de Investi- gaciones (CIUNR) de la Universidad Nacional de Rosario (UNR). Titular de la Cátedra Libre de Estudios Estratégicos del Círculo Académico de Estudiantes de Relaciones Internacionales (CAERI). <(http//www.advance.com.ar/usuarios/caeri)>. *** Licenciada en Relaciones Internacionales. Docente en la cátedra de Análisis del Sistema Internacional. Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales, Uni- versidad Nacional de Rosario. **** Alumno del ciclo superior de la Licenciatura en Relaciones Internacionales. Ayudante alumno de Análisis del Sistema Internacional de la citada
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