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Enfoques en Evaluc Psicologica

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Contini, N. (2011). Enfoques en Evaluación Psicológica. UNT: Facultad de Psicología. 
3° edición. 
 
 
Uso interno para alumnos de la materia Evaluación y Diagnóstico Psicológico 
Infantojuvenil. Fac. de Psic. UNT 
 
 
CAPÍTULO I 
EVALUACIÓN PSICOLÓGICA y PSICODIAGNÓSTICO. PERSPECTIVAS 
CONCEPTUALES Y METODOLÓGICAS CONTEMPORÁNEAS 
 
E. Norma Contini 
 2010 
 
Tema 1. ¿EVALUACIÓN PSICOLÓGICA ó PSICODIAGNÓSTICO? 
 
Tema 2. LA EVALUACIÓN PSICOLÓGICA COMO PROCESO 
 
 
Tema 3. LAS TÉCNICAS OBJETIVAS 
 
Tema 4. TÉCNICAS PROYECTIVAS 
 
Tema 5. LUCES Y SOMBRAS DE LA EVALUACIÓN PSICOLÓGICA 
 
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I. ¿EVALUACIÓN PSICOLÓGICA ó PSICODIAGNÓSTICO? 
 
 En su práctica cotidiana el psicólogo recibe la consulta por problemáticas 
diversas. Debe intervenir entonces, con el propósito de promover un cambio en 
los comportamientos disfuncionales que operan como un obstáculo para la 
calidad de vida del sujeto. 
 Para poder intervenir debe conocer pormenorizadamente el perfil 
psicológico del consultante y es entonces, cuando cobran relevancia las tareas 
de Evaluación Psicológica (EP). 
 En este capítulo se hará referencia al Psicodiagnóstico y a la EP, al uso 
de ambos términos muchas veces como sinónimos, y a los debates en torno a 
la necesidad de deslindar estos conceptos. Se argumentará luego por qué se 
considera la EP como un proceso de toma de decisiones (Cronbach & Gleser, 
1965) y se proseguirá con la conceptualización de dos grandes categorías de 
pruebas que se emplean en dicho proceso, las denominadas proyectivas y 
psicométricas. Se desarrollarán sus fundamentos teóricos, haciendo referencia 
a las pruebas proyectivas vinculadas a lo que se dio en llamar psicología 
ideográfica, y las psicométricas, que responden a la denominada psicología 
actuarial. Se analizará críticamente los alcances y límites de ambos tipos de 
técnicas, en cuanto a la calidad de información que proveen dentro de un 
proceso de Evaluación Psicológica. Finalmente se reflexionará sobre estos dos 
tipos de enfoques, en principio irreconciliables en las prácticas de EP - por los 
modelos antinómicos que las sostienen - y los efectos que tal divorcio ha tenido 
en los avances de la disciplina. 
 
I.1. DEL PSICODIAGNÓSTICO CLÁSICO A LA EVALUACIÓN 
PSICOLÓGICA 
 Psicodiagnóstico y EP aluden a algo más que la administración de tests 
y técnicas. Se está haciendo referencia a un proceso que implica definir con 
juicio clínico una estrategia para conocer al sujeto y donde la labor de análisis, 
comparación e interpretación de datos es la piedra angular. Muchas veces se 
ha simplificado esta tarea, de por sí multidimensional y compleja, reduciéndola 
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a la administración de pruebas. Probablemente este sesgo sea un resabio de 
los comienzos fundacionales de la disciplina, donde se hacía una fuerte 
referencia a tests y pruebas, más que a un proceso de valoración. Un ejemplo 
de ello fue la administración masiva de pruebas durante la Primera Guerra 
Mundial con fines de selección de personal. 
 A su vez, el término Psicodiagnóstico surge inicialmente para designar 
una prueba – y no un proceso - de evaluación de variables de personalidad. Se 
trata de la técnica de manchas de tinta que Herman Rorschach publicó en 
1921. Posteriormente se comenzó a emplear dicho término para hacer 
referencia a las valoraciones realizadas con más de una técnica, es decir a un 
proceso. 
 Es durante la Segunda Guerra Mundial cuando la Oficina de Servicios 
Estratégicos de EE.UU. llevó a cabo procedimientos de valoración empleando 
pruebas psicológicas, por ejemplo, con el propósito de seleccionar personal 
militar para que ocuparan puestos especializados. Los datos que se generaban 
eran evaluados e integrados por especialistas (Cohen & Swerdlik, 2000). Esto 
implicaba algo más que la administración de tests, y de allí es que el término 
evaluación se consideró más apropiado que el de administración de pruebas. 
 El vocablo Psicodiagnóstico posteriormente comenzó a ser empleado 
como sinónimo de EP. En Europa y en los países anglosajones fue utilizado 
con un sentido limitado más a la psicología clínica (Casullo, 1996). Cuando se 
hace referencia al campo de la clínica, se está aludiendo a prácticas vinculadas 
a la tradición médica, centrada en la identificación de la psicopatología y el 
déficit. Así, desde un punto de vista etimológico, diagnóstico es relativo a la 
diagnosis, que proviene del griego y significa conocimiento. En el campo de la 
Medicina alude al conocimiento diferencial de los signos de las enfermedades 
(Real Academia Española, 1992).Vale decir que diagnosticar es entender algo, 
conocer en profundidad (Maganto, 1995). 
Además de su vinculación con el modelo médico, el Psicodiagnóstico se 
presenta asociado en algunos países anglosajones y posteriormente en 
algunos países latinoamericanos - como Argentina - con el modelo 
psicoanalítico. 
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 El término EP deriva de la palabra inglesa Psychological Assessment y 
se origina en una publicación de la Oficina de Servicios estratégicos del 
ejército de EE.UU. titulado Assessment of Man. La novedad de este nuevo 
concepto es que al mismo tiempo que mantiene la indagación de variables 
psicopatológicas – propio del psicodiagnóstico - incorpora el objetivo de valorar 
los recursos potenciales del sujeto y sus fortalezas. 
 
I.2. ¿QUÉ ES LA EVALUACIÓN PSICOLÓGICA? 
 A partir de estas precisiones conceptuales es posible definir la EP como 
un proceso mediante el cual, teniendo como referente un modelo teórico, se 
intenta describir, analizar, categorizar, contrastar, comprender y en lo posible 
explicar el comportamiento de un sujeto tanto en sus aspectos saludables 
como psicopatológicos (Casullo, Figueroa & Aszkenazi, 1991; Casullo, 1988, 
1996, 1997, 1999; Fernández Ballesteros, 1980, 1990; Maganto, 1995; 
Kirchner, Torres y Forns, 1998; Ávila Espada y Rodríguez, 1992; Ávila Espada 
1992; Contini, 1999; Sendín, 2000). Para ello, la tarea esencial es integrar 
simultáneamente numerosos datos provenientes de distintas áreas de la 
psicología y de otras ciencias sociales. Es por ello que se concibe a la EP 
como una tarea multidimensional y pluridisciplinar. Para poder llevar a cabo la 
misma se utiliza una serie de instrumentos y técnicas que le son propias y que 
van a estar condicionados por el marco teórico del psicólogo (Kirchner, Torres y 
Forns, 1998). En Argentina el modelo psicoanalítico ha logrado amplios 
desarrollos, y ello ha incidido en el empleo preferente de técnicas proyectivas 
más que de psicométricas. En cambio en los países anglosajones, han tenido 
mayor predicamento modelos como el cognitivo –conductual y sistémico. 
 Por otra parte, en el proceso de EP se enlaza la etapa de diagnóstico 
con otra de toma de decisiones. Es decir, sobre la base de los resultados 
obtenidos se trata de determinar qué estrategias conviene poner en marcha 
para producir el cambio que mejore la calida de vida del sujeto. Aquí cuentan 
como importantes las funciones de orientación al consultante y de propuestas 
de intervención (Fernández Ballesteros, 1980, 1990; Casullo, 1996, Kirchner y 
otros,1998; Contini, 1999; Sendín, 2000). Por otra parte, Sendín hace una 
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importante contribución al área, al plantea que en la infancia y adolescencia la 
evaluación en es una forma de intervención preventiva. Con ello quiere 
significar que, cuanto más tempranamente se identifiquen la problemáticas, 
habrá mayor oportunidad de intervenir, evitando la cristalización de un cuadro. 
 Siguiendo a Casullo, se dirá entonces que, mientras el diagnóstico es 
una forma de evaluación que se realiza vinculado al campo de la psicología 
clínica, y por lo tanto conectado con las polaridades salud-enfermedad, la EP 
es un proceso más amplio, que se distancia del modelo médico y que contiene 
como una subcategoría al psicodiagnóstico (Casullo, 1996). La EP puede darse 
en campos diferentes del clínico, tales como el educacional, laboral, forense o 
comunitario. A su vez, en las últimas décadas se ha ampliado aún más el 
concepto, aplicando la EP a áreas como la valoración de programas de 
intervención que se alejan totalmente del campo del psicodiagnóstico clásico. 
Maganto (1995) agrega que el término assessment ha venido traduciéndose 
como evaluación, lo que a su criterio no es totalmente correcto y que sería más 
preciso hablar de valoración, o también de estimación, medición. Coincide con 
otros autores (Casullo, 1996, 1999; Forns, 1998) al afirmar que la noción de 
evaluación es más amplia que la de psicodiagnóstico, que siempre subyace al 
concepto de evaluación la noción de medición y que supone, en cualquier caso, 
un acto de valoración de comportamientos. Valorar es, entonces, ejercitar un 
juicio antes de tomar decisiones. 
 
I.3. PRECISIONES SOBRE EL TÉRMINO EVALUACIÓN PSICOLÓGICA 
 Sobre la base de lo precedentemente desarrollado, de aportes de 
estudiosos como Pelechano (1985), Maganto (1995), Sendín (2000) y de 
nuestra propia experiencia, es posible enunciar algunas dimensiones centrales 
del concepto de evaluación: 
• proceso de interacción consultante- psicólogo 
• incorporación de técnicas psicométricas y también de otras de 
valoración cualitativa. 
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• inclusión de diferentes momentos: evaluación, toma de decisiones, 
orientación al consultante, formulación de programas de intervención 
para el cambio. 
• no adscripción a una escuela de pensamiento en particular. 
• valoración de aspectos salugénicos y psicopatológicos del 
comportamiento. 
• Orientación al consultante en el cierre del proceso de evolución. 
 
 Maganto afirma que en España, Assessment se ha entendido como 
evaluación y más concretamente como evaluación conductual, entre otras 
razones por la apertura a nuevos campos de trabajo (prevención primaria, 
ámbitos escolares y ámbitos terapéuticos). Agrega que, progresivamente se fue 
distanciando de los enfoques médico y psicoanalítico. En este enfoque 
conductual las pruebas psicométricas, de valoración cuantitativa y rigor en los 
procedimientos de validación han sido prevalentes. 
 En Argentina, en cambio, el término Psicodiagnóstico es el que ha 
prevalecido hasta década del ‘80. Se fue diferenciando – al igual que en 
España - del modelo médico, y fue duramente criticado desde los ámbitos 
psicoanalíticos por el uso y abuso de tests, que se pensó rotulaban a los 
sujetos y dejaban afuera la singularidad de cada individuo. Se desarrolló 
vinculado en las décadas del ’60 y ’70 al modelo psicoanalítico y al empleo casi 
excluyente de técnicas proyectivas con devaluación de los procedimientos 
cuantitativos. Expresión de esta línea es la producción de textos específicos 
como los de Ocampo, García Arzeno y Grassano de Piccolo (1882/1974). El 
Psicodiagnóstico con enfoque psicoanalítico sostuvo que cualquier 
intervención, más allá del campo en que se efectuara, era de carácter clínico. 
Esta apreciación ha sido motivo de múltiples debates, puesto que el 
psicodiagnóstico comenzó a ser empleado en ámbitos diferentes del clínico, 
como el laboral y educacional. Ahora bien, si de la noción de clínica se 
recuperan los conceptos de aprender a escuchar y observar a fin de no perder 
la singularidad de cada sujeto, se considera que vale la pena la discusión. Con 
este criterio se pone a salvo la tentación de pensar que la medición por si sola 
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dará un buen resultado final. En tal sentido son muy sensatas las 
observaciones que Maganto (1995) realiza recuperando conceptos de Forns 
(1986) y de otros autores respecto a que el progreso en la comprensión y 
explicación de los fenómenos psicológicos ha ido asociado a las posibilidades 
de medición, pero al mismo tiempo lleva a un cuestionamiento de fondo 
referido a temas complejos, tales como, la correspondencia entre unidades de 
medida y propiedades del objeto de estudio, a la objetividad de lo que se mide 
y la utilidad de la misma. Inclusive el término medición o medida ha ido 
perdiendo terreno por el trasfondo que implica en el campo de las Ciencias 
Humanas. 
 
I.4. VALORIZACIÓN Y DESVALORIZACION DE LA EVALUACIÓN 
PSICOLÓGICA Y EL PSICODIAGNÓSTICO 
 Con posterioridad a la creación de la técnica de Rorschach, que dio 
nombre a las tareas de psicodiagnóstico, fueron surgiendo nuevas propuestas 
teóricas y tecnológicas centradas en el modelo médico clínico, con énfasis en 
el empleo de tests psicológicos, tanto objetivos como proyectivos (Casullo, 
1996). En la década del ’50 se desencadena la polémica entre los defensores 
del modelo médico clínico y los que adscribían a la predicción en base a la 
estadística, quienes van a formular vigorosas críticas metodológicas a los 
primeros. 
 Puede afirmarse que las tareas de EP han pasado por períodos de 
desvalorización y revalorización (Frank de Verthelyi, 1992). Así, la década del 
’70 del siglo XX fue la de mayor desvalorización por las críticas a los déficit que 
se observaban tanto en el modelo psicométrico como en el enfoque clínico. En 
cambio a partir de los ’90 se asiste a una revalorización de las tareas de EP, 
por cuanto hubo una consciencia creciente de que no era posible tomar 
decisiones a ciegas, sin contar con un diagnóstico de situación. También por el 
progreso de los métodos estadísticos e informáticos que respaldan la 
construcción y validación de técnicas. Igualmente esta revalorización encuentra 
sus causas en que se admite la necesidad de replicar investigaciones con 
diferentes poblaciones en estudios transculturales que pongan a prueba los 
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conceptos y los métodos que se emplean. Así también se avizora un progreso 
epistemológico, ya que en la actualidad, en primer lugar se formula la teoría y, 
sobre esas bases recién se construyen los instrumentos de valoración. Este 
procedimiento va a dar mayores garantías a la evaluación de comportamientos. 
 En cambio, en los albores de la disciplina, se diseñaban técnicas de 
evaluación desde la pragmática y por qué no, desde intuiciones a veces 
geniales, pero sin que se tuvieran claramente definidos los conceptos que se 
estaban valorando. 
 En Argentina, el fuerte sesgo psicoanalítico en la formación universitariadel psicólogo ha impactado en el área de la evaluación. Persiste aún hoy la 
tendencia a dar mayor valor a las técnicas proyectivas que a las psicométricas. 
 En la actualidad comienzan a tener alguna presencia las técnicas 
objetivas, pero sobrevive el preconcepto de que se trata de técnicas sencillas, 
de aplicación mecánica, con las que se puede obtener datos cuantitativos en 
un tiempo breve. Muchas veces no existe un conocimiento cabal de las teorías 
que las sustentan, ni suficiente información sobre los sorprendentes desarrollos 
ocurridos en la construcción y validación de tests por el apoyo de la informática. 
 Puede afirmarse que se mantienen las resistencias a todo intento de 
medición y posturas dogmáticas, a partir de concepciones epistemológicas 
reduccionistas. 
 
I.5. SÍNTESIS 
 Para poder intervenir con el propósito ya sea de modificar 
comportamientos disfuncionales o de potenciar comportamientos saludables es 
preciso identificar, evaluar, valorar, conocer en profundidad. Lo que comenzó 
con Rorschach como una prueba que denominó Psicodiagnóstico, se amplió 
luego a un proceso que implica el empleo por parte del psicólogo del juicio 
clínico y que es más que la administración de tests y técnicas psicológicas. Del 
clásico término Psicodiagnóstico se pasó posteriormente al de Evaluación 
Psicológica, concepto multidimensional, que ha irrumpido en el campo de la 
psicología, aunque aun hoy se los suele usar como sinónimos. Se considera a 
la EP como una disciplina y un área de práctica profesional. Se propone el 
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análisis científico del comportamiento humano y de los contextos en que tal 
comportamiento se desarrolla desde una perspectiva multimétodo, pluritécnicas 
y multiinformantes. Tiene como objetivos lograr la descripción, comprensión, 
explicación y predicción del comportamiento (Maganto, 1995, Fernández 
Ballesteros, 1980, 1990; Casullo, 1996, 1999; Contini, 1999, Sendín, 2000). 
 El término EP abarca un amplio campo de aplicación, que excede al de 
la clínica y no supone una orientación teórica única. Hace referencia a la 
valoración de comportamientos del sujeto, quien opera como una totalidad en 
un contexto determinado. Implica, en esencia, la realización de complejas 
tareas de integración de la información obtenida a partir de la puesta en 
marcha, por parte del psicólogo de su juicio clínico. 
 El Psicodiagnóstico y la EP valoran en la actualidad, tanto el 
comportamiento normal-adaptativo (Maganto, 1995) como el psicopatológico, 
aunque el concepto de Psicodiagnóstico, por sus mismos orígenes, ha 
quedado, de algún modo vinculado al modelo psicopatológico y al ámbito de la 
clínica. 
Se considera que el término EP es más comprehensivo y contiene como 
una subcategoría al Psicodiagnóstico. Éste sería una forma de evaluación que 
supone, como señala Casullo (1996) situarnos en el plano de la salud-
enfermedad, a fin de determinar en qué medida el sujeto presenta algún tipo de 
psicopatología que va a necesitar una determinada intervención. Igualmente se 
puede encarar tareas de EP en ámbitos no clínicos, como el jurídico, el laboral 
y el educacional. Pero éste es también un tema aún en discusión, pues hay 
quienes sostienen que cualquier intervención, más allá del campo en que se 
efectúe es de carácter clínico. Desde nuestra perspectiva, determinados 
procesos de evaluación no pertenecen al campo de la clínica; al mismo tiempo 
que se estima de mucha utilidad emplear en otros contextos como el laboral, el 
jurídico o educacional las estrategias clínicas de observar y escuchar y no 
perder de vista la singularidad de cada sujeto. Estos conceptos han sido muy 
fértiles, y ponen al Psicólogo a salvo de la tentación de considerar que la 
medición por si sola podrá brindar el perfil psicológico del consultante. 
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En suma, se considera más amplio y flexible el concepto de EP, en tanto 
pone énfasis en las potencialidades y fortalezas del sujeto – sin desconocer la 
psicopatología - y sugiere cautela a la hora de etiquetar al examinado con una 
categoría nosológica. 
 
II. LA EVALUACIÓN PSICOLÓGICA COMO PROCESO 
 
 La EP es un proceso que se inicia con la toma de contacto con el / los 
consultantes por medio de la técnica de la entrevista, de carácter 
esencialmente clínico que provee datos para el diseño de aquel. Implica el 
empleo de tests y técnicas que generen información para poner a prueba las 
hipótesis que el psicólogo ha ido formulando a lo largo de la administración de 
la entrevista inicial. 
 Se hará referencia al empleo de tests y técnicas, a problemas teóricos y 
técnicos derivados de su uso, y se desarrollarán dos tipos de pruebas, 
denominadas psicométricas y proyectivas. Finalmente se considerarán los 
alcances y límites de cada uno de estos tipos de instrumentos. 
 
 
II.1. ACERCA DE LAS PRUEBAS PSICOLÓGICAS 
 
 Los comienzos del empleo de pruebas psicológicas pueden situarse en 
el campo de la educación y de las fuerzas armadas al iniciarse el siglo XX. 
 Binet y Simon (1905), a solicitud del Ministerio de Educación de Francia, 
diseñan un test para identificar a los niños parisienses que presentaban 
dificultades para escolarizarse. El objetivo de tales pruebas era poder incluir a 
aquellos en clases escolares apropiadas. Tal como señalan Cohen y Swerdlik 
(2000), tuvieron un notable éxito y un alto impacto en lo que posteriormente se 
denominaría la medición en psicología. Este test se tradujo rápidamente al 
inglés y es Terman quien inicia una larga serie de investigaciones para refinar 
el instrumento (1916, 1937, 1944, 1960). 
 En el campo de las fuerzas armadas en EE.UU. una lamentable 
circunstancia, como fue la Primera Guerra Mundial (1917) determinó que el 
ejército necesitara evaluar numerosos reclutas a fin de identificar problemáticas 
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intelectuales o emocionales (Cohen & Swerdlik, 2000). La Segunda Guerra 
Mundial exacerbó esta necesidad y dio gran impulso al diseño de pruebas 
psicológicas. 
 A partir de estos desarrollos su empleo se fue generalizando y así, la 
década de 1950 y comienzos de 1960 fueron de auge en su uso. En EE.UU. se 
utilizaron en los ámbitos clínico, educacional, laboral y gubernamental. Es en el 
campo laboral donde comenzaron a perfilarse los primeros problemas 
derivados de su utilización. El hombre de la calle comenzó a preocuparse por el 
uso que se daba a los datos generados con las pruebas. Ejemplo de ello es 
que el empleado de una empresa se veía obligado a responder a las pruebas 
que se le administraban y los resultados de las mismas podían tener, muchas 
veces consecuencias negativas, como la pérdida del trabajo o el traslado de 
una sección a otra. Tampoco existía la modalidad de devolución de 
información. El interrogante de fondo es qué clase de decisiones se pueden y 
no se pueden tomar sobre la base de los datos obtenidos mediante pruebas 
psicológicas (Cohen & Swerdlik, 2000). 
 Tal situación fue más allá de la preocupación pública y llegó a ocasionar 
demandas legales. Subyace a esta disputa el planteo de que una prueba 
psicológica es más que un simple test. Se trata de una herramienta que debe 
estar en manos de un evaluador experto. De este modo se asoció el valor de 
un test a la experiencia del usuario(Cohen & Swerdlik, 2000; Sundberg & Tyler, 
1962). 
 
II. 2. ¿PRUEBAS? ¿TESTS? ¿TÉCNICAS? 
 Inicialmente se aludió a los instrumentos de evaluación como pruebas. 
A partir de la Segunda Guerra Mundial comenzó a hacerse la distinción entre 
prueba y evaluación. 
 Igualmente comenzaron a llamarse tests, término que se impuso. Tal 
como refiere Cortada de Kohan (1999) se entiende por test psicológico a un 
instrumento de medición cuyo objetivo es estudiar algún aspecto del 
comportamiento del sujeto, ya sea inteligencia, personalidad, aptitudes, 
rendimiento escolar o bienestar psicológico, por citar algunos relevantes. 
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 A su vez, cabe señalar que se han denominado como tests y técnicas 
objetivas a instrumentos de características muy disímiles. Siguiendo a 
Fernández-Ballesteros y Manning (1990) se dirá que es preferible emplear el 
término técnica porque la mayoría no cuenta con datos normativos, 
reservándose la designación de tests a los que cumplen con este requisito, 
además de ser confiables y válidos. 
 Ahora bien, cuando se hace referencia a tests o a pruebas, la pregunta 
que subyace -desde un punto de vista científico – es si es posible la medición 
en psicología (Cortada de Kohan, 1999). Tal como señala Cortada, el principal 
objetivo de una ciencia – y se considera que la psicología no debiera ser la 
excepción – no es solo la descripción de los fenómenos, en nuestro caso, el 
comportamiento, sino el establecimiento mediante leyes y teorías de los 
principios con los cuales se puede explicar y pronosticar tales fenómenos 
empíricos. Por medio de la medición, el lenguaje matemático se aplica a la 
psicología. Para llegar a este fin, la psicología necesita recoger y comparar 
datos para obtener correlaciones que conduzcan a la formulación de tales 
hipótesis, leyes y teorías. Un modo de recoger dicha información es por medio 
de tests y técnicas psicológicas. La evaluación psicológica sin el empleo de 
estos instrumentos puede llevar a serios errores de diagnóstico por el sesgo 
que subjetivamente el evaluador puede imprimir al proceso de evaluación. 
 
II. 3. ACERCA DE LOS TESTS PSICOLÓGICOS 
 El término test fue empleado por primera vez por Cattell (1890), y su uso 
se generalizó para hacer referencia a muy diversos procedimientos de 
recolección de información, cuyo propósito es valorar diferentes aspectos del 
comportamiento. Existe una amplia literatura referida al término (Cortada de 
Kohan, 1999; Hernández Sampieri, Fernández Collado y Lucio, 2000; 
Anastasi, 1966; Cronbach,1973, Fernández Liporace, Cayssials y Pérez, 2009), 
por lo que no se hará en esta ocasión una referencia pormenorizada a las 
múltiples conceptualizaciones de las que ha sido objeto. De todas ellas se 
destacan solo algunas que se consideran aportes significativos al tema. Así, 
Yela define un test como “una situación problemática previamente dispuesta y 
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estudiada a la que el sujeto debe contestar siguiendo ciertas instrucciones y de 
cuyas respuestas se estima, por comparación con las de un grupo normativo (o 
un criterio) la calidad, índole o grado de algún aspecto de la personalidad” 
(1980). Pelechano (1976) afirma que “ ‘instrumento’ y ‘técnica’ deben ser 
considerados como sinónimos y se refieren a aquellas pruebas, procedimientos 
y técnicas, utilizadas ... para la realización de un diagnóstico psicológico, no 
cuantificadas y no tipificadas ... y un test implica un instrumento sistemático y 
tipificado que compara la conducta de dos o más personas “(p. 52). 
 Por otra parte, vinculado al empleo de tests es preciso hacer una 
diferenciación entre método y técnica. Fernández Ballesteros (1980) afirma 
que, desde un punto de vista epistemológico no es adecuado hablar hoy de 
métodos proyectivos o métodos objetivos. Más bien es preciso señalar que el 
método en la psicología científica – como para todas las ciencias empíricas – 
es el hipotético-deductivo, mientras que las técnicas, pueden ser muy variadas. 
Con respecto a los tipos de tests y técnicas se han realizado diversas 
clasificaciones. En este trabajo se hará referencia a los tests objetivos – 
también llamados psicométricos - y a los proyectivos. 
 
III. LAS TÉCNICAS OBJETIVAS 
 Como se señaló precedentemente, se han denominado tests y técnicas 
objetivas a muy variados instrumentos, por lo cual se prefiere, siguiendo a 
Fernández Ballesteros y Manning (1990) emplear el término técnicas. El 
fundamento de esta decisión es que la mayoría no cuenta con datos 
normativos. 
 Se designa como test objetivo – o psicométrico - a toda prueba que ha 
sido construida por medio de procedimientos estadísticos rigurosos, con 
material estandarizado y tipificado en las fases de administración, puntuación e 
interpretación. Es decir aquellos que tienen aplicación y valoración objetivas. La 
evaluación objetiva hace referencia a que ésta es independiente del evaluador 
(Eysenck, 1959). 
 Las denominadas pruebas objetivas responden teóricamente a lo que se 
denominó Psicología Actuarial, que pone énfasis en el análisis estadístico de 
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los datos, y en la interpretación de la producción del sujeto con referencia a 
normas. Estos procedimientos se asocian a la tradición de la ciencia 
nomotética, interesada en la obtención de leyes generales (Bellak, 1990). Este 
enfoque se contrapone sustancialmente con el de las técnicas proyectivas, 
vinculadas a la ciencia ideográfica que se centra en la comprensión de un 
suceso en particular. 
 Cattell (1967) tiene una postura crítica frente a la denominación de 
objetivas, señalando que aunque la puntuación lo sea, el sujeto examinado 
hace una valoración personal de los ítems produciendo sesgos. Tales sesgos 
provienen, muchas veces desde lo que se conoce como deseabilidad social, es 
decir, el sujeto responde de acuerdo a lo que su grupo sociocultural espera de 
él como comportamiento óptimo. Si el examinado contesta desde esta posición, 
la prueba se alejará de su denominación de objetiva. Por ejemplo en el 
Inventario de personalidad clínico para adolescentes de Millon (MACI), se pide 
responder con sinceridad frases que caracterizan a los jóvenes. La opción es 
Verdadero / Falso. Frente a ello un adolescente, que llega a la consulta 
derivado por el gabinete psicopedagógico del colegio por sus frecuentes 
conflictos con pares, responde Falso al ítem 13 que enuncia lo siguiente: “Creo 
que tengo problemas para llevarme bien con otros chicos/as de mi edad”. La 
valoración que él hace de su interacción con los otros es subjetiva y discrepa 
de la observación que realizan otros adultos significativos. Queda planteada 
así, la duda sobre la objetividad del instrumento. Una forma de salvar esta 
limitación es lo que se conoce como evaluación multiinformante. En ese 
sentido, además de administrar el cuestionario al adolescente, se puede 
evaluar la percepción que tienen los profesores, o los padres, de dicho 
adolescente, para luego establecer relaciones entre los puntos de discrepancia 
o consenso de las respuestas de los diversos participantes del proceso. 
 Cohen & Swerdlik (2000)agregan que el término objetivo es inapropiado 
para las pruebas de personalidad. Argumentan que, en el caso de las técnicas 
objetivas de capacidad, lassituaciones de prueba idealmente contienen una 
sola respuesta correcta, lo cual deja escaso margen al sesgo del evaluador. 
Por ejemplo en el subtest Vocabulario del WISC III, cuando se pregunta al niño 
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“qué es un vaca”, para obtener la máxima puntuación (2 puntos), el examinado 
debe incluir a la vaca en la categoría “animales”, en cambio si da una respuesta 
de tipo funcional (“da la leche”), obtendrá 1 punto. Para hacer estas 
disquisiciones, si tuviera dudas, cuenta con un manual orientador. Bajo estas 
condiciones, el margen de subjetividad es casi nulo. Mientas que, las pruebas 
objetivas de personalidad por lo general no prevén una sola respuesta correcta. 
La selección de una opción en cada ítem de elección múltiple va a proporcionar 
información valiosa sobre la presencia, ausencia o peso de una variable 
relacionada con la personalidad, sobre la validez de las puntuaciones de la 
prueba, o ambas cuestiones a la vez. A modo de ejemplo se cita la Escala de 
Afrontamiento de Frydenberg & Lewis (ACS, 1997): se solicita al adolescente 
que lea con atención 79 frases que describen los modos cómo los jóvenes 
suelen afrontar diversos problemas cotidianos y se ofrecen 4 opciones de 
respuesta: 
A No me ocurre nunca o no lo hago 
B Me ocurre o lo hago raras veces 
C Me ocurre o lo hago algunas veces 
D Me ocurre o lo hago a menudo 
E Me ocurre o lo hago con mucha frecuencia 
 
 Frente al ítem 5. “Reunirme con amigos” un joven de 17 años escoge la 
opción “D”, lo que da cuenta que la estrategia denominada “buscar 
pertenencia” - asociada a comportamientos salugénicos - está ampliamente 
desarrollada, desde la perspectiva de este joven. En cambio los padres 
solicitan la consulta por que les preocupa la escasa inserción en grupos de 
pares por parte del hijo. La objetividad de las técnicas de personalidad 
también ha sido cuestionada cuando se trata de autoinformes. El sujeto 
responde desde su percepción, que puede estar muy lejos de ser objetiva. 
Muchas veces, el peso de los conflictos impide al sujeto “contestar con 
sinceridad” “o “contestar tal como le ocurre y no tal como le gustaría que fuera” 
(como indican las consignas de estas pruebas). En otras ocasiones la 
respuesta puede estar enfocada – como ya se planteó - desde la deseabilidad 
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social (mostrarse mejor de lo que en realidad se es). En algunos campos de la 
psicología las respuestas desde la deseabilidad social pueden ocurrir con 
mayor frecuencia, por ejemplo, en Psicología Laboral, específicamente en 
tareas de selección de personal; en cambio en el ámbito de la Psicología 
Clínica, existe mayor probabilidad que el sujeto se muestre en una posición 
más desventajosa que la real. En el caso particular de los adolescentes, 
pueden, por ejemplo, exagerar síntomas referidos a la dependencia y falta de 
libertad con respecto a las figuras parentales. 
 Otro aspecto a destacar es el sorprendente grado de desarrollo que en 
la actualidad se observa en las pruebas objetivas. El respaldo teórico de las 
mismas está dado por los estudios sobre análisis factorial (Cattell, 1967; 
Eysenck, 1959; Guilford, 1954; Kelly, 1966, Thurstone, 1955) y, en el momento 
actual se han visto impactadas positivamente por los vertiginosos desarrollos 
informáticos que hacen posible la construcción de pruebas y el procesamiento 
de datos de un modo riguroso. De ello se espera que las pruebas sean más 
precisas y se logren evaluaciones con menor margen de error. Otra ventaja 
vinculada a este desarrollo informático, es que se dispone para diversas 
técnicas objetivas de un sistema de puntuación por computadora. Este recurso 
significa un gran ahorro de tiempo, tanto en la práctica clínica como cuando se 
encaran tareas de investigación que supone abordar muestras amplias. Esta 
valoración inmediata de las pruebas se realiza ya sea por medio de 
interpretaciones normativas o ipsativas. “En el análisis normativo, la fuerza de 
una variable de personalidad evidenciada en la prueba puede compararse con 
una población particular como un conjunto. En un análisis ipsativo, la fuerza de 
una variable de personalidad medida en la prueba puede compararse con la 
fuerza de otras variables de personalidad de quien responde medidas por la 
misma prueba” (Cohen & Swerdlik, 2000, p. 451). 
 Otra característica sustancial de las pruebas objetivas es que son 
enmascaradas, vale decir que “el sujeto no conoce la implicación de sus 
respuestas, ni tampoco puede modificar éstas en la dirección deseada” 
(Hundlehy, 1973). Por ejemplo, en la Escala de Bienestar psicológico, se 
pregunta a un joven si está de acuerdo / en desacuerdo / ni de acuerdo ni 
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desacuerdo con la frase “creo que se lo que quiero hacer con mi vida”. El 
examinado no conoce la intención de dicha pregunta, esto es, la de indagar la 
dimensión control- de sí y del entorno- , como componente del bienestar 
psicológico. Con respecto a las situaciones de prueba, se caracterizan por su 
elevado grado de estructuración, en contraposición con las técnicas proyectivas 
que emplea estímulos poco estructurados. 
 Las pruebas objetivas, tanto de capacidad como de personalidad tienen 
muchas ventajas. Si los ítems o situaciones de prueba están bien redactados 
requieren poca explicación, se los puede responder con rapidez y pueden ser 
autoadministrables, y administrables en forma colectiva. Esto permite que 
funcionen de modo óptimo como técnicas de screening. Por ejemplo, un 
psicólogo escolar interesado en identificar problemáticas depresivas y de 
suicidio adolescente puede administrar colectivamente, a todo un curso escolar 
el Inventario de Orientaciones Suicidas, adaptación Casullo (Casullo, 1998). 
Una vez identificados los adolescentes con conductas de riesgo puede 
profundizar el proceso de evaluación con otras técnicas de administración 
individual, que indaguen variables de personalidad de un modo estructural. 
Para tal fin se podría emplear la técnica de Rorschach o el Inventario de Millon 
(MACI). Con este procedimiento – facilitado por el empleo de pruebas objetivas 
– se puede obtener el diagnóstico de un grupo con mayor economía de tiempo 
e identificar a quienes necesitarán asistencia individualizada. Ello es muy 
valioso cuando se abordan problemáticas de riesgo como la señalada 
precedentemente. 
 Con respecto a qué se puede evaluar con este tipo de tests cabe señalar 
que se han construido pruebas que permiten identificar funciones cognitivas y 
variables emocionales. 
 En síntesis, las características distintivas de las técnicas objetivas son: 
a) Contienen material estándar que se administra bajo condiciones de máximo 
control. La tarea es totalmente estructurada, al igual que la forma de registro 
que realiza el psicólogo evaluador. Se cuenta así con objetividad en el 
procedimiento (Fernández Ballesteros y Manning, 1990, p. 268) y ello brinda la 
posibilidad de replicar la prueba. Como contrapartida, crean situaciones de 
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artificialidad (Fernández- Ballesteros y Manning 1990), con elproblema de la 
falta de validez ecológica que ello implica. 
b) el sujeto no puede modificar sus respuestas a voluntad, es decir son 
técnicas enmascaradas. Tal como se desarrolló precedentemente, este 
aspecto no siempre se cumple, pues entran en juego variables de personalidad 
del examinado, tanto como características de las pruebas. Lo que se quiere 
señalar es que el sujeto al menos, no controla totalmente sus respuestas. 
c) Objetividad en la puntuación y en la evaluación de las respuestas. Se utilizan 
métodos cuantitativos de valoración de las respuestas del sujeto, con criterios 
estandarizados que no requieren el juicio clínico del evaluador. 
III.1. CRÍTICAS A LAS TÉCNICAS OBJETIVAS 
 Los defensores de las técnicas proyectivas argumentan que las técnicas 
objetivas buscan construir instrumentos en los que se identifiquen signos que 
conduzcan a puntajes compuestos, todo lo cual surge de una concepción 
atomística de la personalidad (Anzieu, 1961). Se admite que la tendencia actual 
es construir pruebas monorrasgo, que evalúen una función, por ejemplo, la 
ansiedad, el bienestar psicológico, las ideaciones suicidas o la tendencia al 
aislamiento, por citar solo algunos. Por lo tanto la información que se obtenga 
va a ser puntual y al mismo tiempo parcial. 
 En un intento de respuesta estas críticas se dirá que en el momento 
actual se observa un esfuerzo notable de refinamiento de las técnicas, a partir 
de teorías contemporáneas de construcción de instrumentos y del apoyo 
informático que, tal como se explicitó precedentemente ofrece desarrollos 
vertiginosos. La expectativa es que todo ello permitirá arrojar datos cada vez 
más confiables. Se considera que será tarea del psicólogo, integrar esos datos 
atomísticos en una totalidad con sentido. Y ello será posible si cuenta con una 
sólida formación teórica y una mirada clínica que supere paradigmas 
aparentemente irreconciliables (psicométrico versus clínico). 
 
III. 2. SÍNTESIS 
 Las técnicas objetivas son probablemente las que mayor desarrollo han 
tenido en las últimas décadas y requieren también, tal como argumenta 
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Fernández Ballesteros (1980), una mayor reflexión que apunte a las siguientes 
cuestiones: a la naturaleza de los constructos que evalúan, a los criterios en los 
que se basan y a las condiciones en que se administran, que puedan 
comprometer su validez. Si se consultan catálogos en inglés o en español de 
editoriales que publican tests psicológicos, sorprende la proliferación de 
“características” y de técnicas para “medirlas” (Fernández Ballesteros, 1980, p. 
167) y, a la inversa, usuarios que, con cierta ingenuidad, consultan, a modo de 
pedido de una receta “qué puedo administrar para evaluar tal o cual rasgo”, 
como si la personalidad, compleja en grado extremo, pudiera expresarse en 
una prueba veloz lápiz-papel. Estos comportamientos han llegado a ser tan 
desmesurados que exigen una profunda autocrítica. Esta autocrítica se 
orientaría a tomar consciencia de las dimensiones complejas de la 
personalidad y del peso de los factores ecológicos y culturales en la 
construcción de la misma. Por ende, del peligro de emplear instrumentos sin 
definir los conceptos en cada subcultura y sin generar normas apropiadas para 
el uso de los mismos. 
 
IV. TÉCNICAS PROYECTIVAS 
 Las técnicas proyectivas fueron designadas con ese nombre a partir del 
término proyección procedente de la teoría psicoanalítica. Éste tiene una 
variedad de significados algunos de los cuales, según Bell (1951) parecen 
aplicables como una descripción parcial de los procesos implicados en las 
técnicas que así se denominan, mientras que otros, resultan inapropiados. 
 Puede afirmarse que en la historia de las técnicas proyectivas hay tres 
hitos: la creación de la técnica de Asociación de Palabras de Jüng (1905), el 
Psychodiagnostik de Rorschach, (1921) y el Test de Apercepción Temática 
(TAT) (Morgan & Murray, 1935; Murray (1973/1938). A partir de allí surgieron 
un sinnúmero de pruebas, aunque no todas cumplen con los requisitos de 
estandarización. 
 
IV. 1. FUNDAMENTOS TEORICOS 
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 Frank es quien acuñó en 1939 el término método proyectivo aplicado al 
estudio de la personalidad. Éste resultó ser el término disponible más 
apropiado en ese tiempo. Pero rápidamente se fue demostrando que era una 
designación confusa. En tal sentido se dirá, siguiendo a Fernández Ballesteros 
(1980), que mientras el método es único para todas las ciencias empíricas — 
hipotético-deductivo— las técnicas metódicas pueden ser diferentes. 
 Es Freud quien define el término para explicar diversas manifestaciones 
de la psicología normal y patológica (Laplanche y Pontalis, 2003; Bell, 1951; 
Anzieu, 1961). Emplea por primera vez la noción de proyección en 1896, en el 
artículo Psiconeurosis de defensa, para explicar la paranoia : “En la paranoia, 
el reproche es reprimido por un procedimiento al que podemos dar el nombre 
de proyección, transfiriéndose la desconfianza sobre otras personas (Freud, 
1973/1923, p. 298). Freud aclara y profundiza este mecanismo en el caso 
Schreber (1911) y conceptualiza la proyección de la siguiente manera “(...) el 
mecanismo de la producción de síntomas de la paranoia exige que la 
percepción interior, el sentimiento, sea sustituido por una percepción exterior, y 
de este modo la frase ‘yo le odio’ se transforma, por medio de una proyección, 
en esta otra: “él me odia (me persigue), lo cual me da derecho a odiarle”. El 
sentimiento impulsor inconsciente se muestra así como una consecuencia 
deducida de una percepción exterior (...) (Freud, 1973, p. 1518) 
 En una segunda etapa de su obra, Freud amplía el sentido de la palabra 
proyección, que contiene en germen, el significado que se le atribuye en las 
técnicas proyectivas. Este concepto aparece en el capítulo titulado 
Psicopatología de la vida cotidiana (1901-1904), en el apartado Creencia en el 
Azar y Superstición (Anzieu, 1961). El sentido que Freud otorga a la noción de 
proyección en esta etapa puede sintetizarse en: 
a) cuando se pide a un sujeto que diga un nombre propio o un número, se 
comprueba que su elección está determinada por una preocupación 
personal. Estas motivaciones inconscientes son las causas verdaderas 
de nuestros pensamientos y acciones. 
b) Para Freud también la superstición proviene de la proyección por cuanto 
el sujeto cree que una manifestación no intencional de su propia 
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actividad psíquica le revela algo oculto que a su vez sólo pertenece a su 
vida psíquica. El supersticioso proyecta hacia fuera una motivación que 
otro sujeto normal busca adentro, en su interior. Lo que el supersticioso 
estima como oculto, corresponde a lo que es inconsciente en el sujeto 
normal. Porque el supersticioso no sabe nada de la motivación de sus 
acciones accidentales y porque esa motivación trata de imponerse a su 
reconocimiento, está obligado a desplazarla al mundo exterior. Freud 
considera que buena parte de la concepción mitológica del mundo no es 
otra cosa que una psicología proyectada al mundo exterior (Anzieu, 
1961). 
 
 Se han formulado muchas definiciones, pero todas coinciden en que se 
trata de un mecanismo de defensa al servicio del yo, “como la atribucióna otro 
(persona o cosa) de cualidades, sentimientos, deseos, que el sujeto rechaza o 
no reconoce en sí mismo “(Laplanche y Pontalis, 2003, p. 308). De este modo, 
tal mecanismo está destinado a evitar que lleguen a la consciencia deseos 
inaceptables, pensamientos e impulsos, siendo el objetivo asignar esos 
fenómenos subjetivos indeseables al mundo objetivo (Bellak, 1990; Bell, 1951). 
 Lo esencial del mecanismo de proyección sería la operación de 
desplazamiento. La proyección conserva la naturaleza del sentimiento 
inconsciente que se desplaza del objeto que provoca ese sentimiento, a otro. El 
fundamento último de la proyección, según Anzieu, estaría dado por la 
característica propia del inconsciente de irradiarse hacia afuera sobre los 
sujetos y las cosas. La proyección sería un proceso psíquico primario, en 
oposición a los procesos secundarios que obedecen al principio de realidad y a 
un pensamiento más racional. 
 Posteriormente, Freud vio la proyección en un sentido más amplio, como 
un proceso perceptual general. La proyección funcionaría entonces, como un 
mecanismo expresivo y no solo como defensivo, como se lo había tomado 
inicialmente. En Tótem y Tabú(1912-1914) señala : ”En condiciones todavía 
insuficientemente elucidadas, nuestras percepciones interiores de procesos 
afectivos e intelectuales son, como las percepciones sensoriales, proyectadas 
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de dentro afuera y utilizadas para la conformación del mundo exterior en lugar 
de permanecer localizadas en nuestro mundo interior” (Freud,1973, p. 1788). 
 En esta obra amplía los conceptos señalando que el animismo, el 
pensamiento mágico y la omnipotencia de las ideas que se observan en el 
sujeto primitivo, en el niño y en el sujeto neurótico, son el resultado de la 
proyección de los procesos psíquicos primarios sobre el mundo exterior. 
 La principal hipótesis de Freud es que los recuerdos de las percepciones 
influyen sobre la percepción de los estímulos actuales (Bellak, 1990). 
Estas dos funciones – defensiva y expresiva - pueden coexistir en una 
respuesta del sujeto y originarse en diferentes planos de la personalidad (Bell, 
1951/1948). 
 Bell (1944, 1948) retoma la concepción freudiana de la proyección como 
un proceso perceptual. De este modo toda apercepción significativa actual 
estaría fundamentada en las huellas mnémicas de las percepciones previas 
(Bellak, 1990). Bellak denomina distorsión aperceptiva a este proceso (Bellak y 
Brower, 1951; Bellak, 1990). Así, tanto Abt y Bellak (1967) como Bellak (1990) 
prefieren denominar a estas técnicas como aperceptivas. Igualmente Cattell 
(1967) las conceptualizó como test de percepción errónea. Bellak sostiene 
como hipótesis de trabajo que cualquier interpretación subjetiva de un estímulo 
constituye una distorsión aperceptiva que es dinámicamente significativa. 
 Por otra parte, Bell afirma que el mecanismo de proyección - tal como 
se lo define en la teoría psicoanalítica - puede aplicarse en ciertas 
circunstancias, por ejemplo, a las técnicas de apercepción temática, pero que 
la mayoría de los recursos proyectivos no implican solo un proceso 
inconsciente. Estas técnicas conducen a la manifestación de tendencias 
muchas veces conocidas por el sujeto. Este planteo de Bell abre la polémica 
con relación al supuesto teórico que el sujeto no es consciente, cuando 
responde, a la relación entre sus respuestas y su mundo interno. 
Cabe señalar que, desde una perspectiva psicoanalítica se las sigue 
designando como proyectivas, que es como se ha generalizado su 
denominación. 
 
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IV. 2. SUPUESTOS TEÓRICOS DE LAS TÉCNICAS PROYECTIVAS 
 Los supuestos que subyacen a estas técnicas son: 
a) El sujeto tiene una estructura estable de personalidad. Tal estructura 
está integrada por dimensiones o rasgos organizados en forma singular 
en cada sujeto. Las respuestas del sujeto ante las técnicas proyectivas 
permitirían aprehender tal estructura (Fernández Ballesteros, Vizcarro y 
Oliva Márquez, 1990). De allí es que toda producción ante el material 
proyectivo no es casual sino que es un signo de la personalidad del 
examinado. 
b) Existe un isomorfismo entre la estructura de la personalidad y el 
comportamiento del sujeto, por lo que el análisis de aquella permitirá la 
predicción de dicho comportamiento (Fernández Ballesteros et al., 
1990). Por otra parte, dicha estructura de la personalidad hace necesario 
diferentes niveles de análisis. Por ejemplo la técnica de Rorschach 
permite indagar aspectos básicos o estructurales de la personalidad, en 
cambio el Test de Apercepción Temática (TAT) o el Test de Apercepción 
Infantil (CAT) enfocan aspectos de la dinámica de la personalidad; 
Fernández Ballesteros et al. agregan “más superficiales y por lo tanto 
influenciables por la situación” (p. 447). 
c) Cuanto más ambiguas y próximas al sujeto sean las propiedades de los 
estímulos de la técnica proyectiva, tanto más las respuestas reflejarán 
su personalidad (Bellak, 1990, Bell, 1951) 
d) El sujeto no es consciente de la relación entre sus respuestas y su 
mundo interno, por lo que estas técnicas se denominan enmascaradas. 
e) El análisis es cualitativo e ideográfico. Esto es, no se cuenta con pautas 
cuantitativas para valorar las respuestas del sujeto y en el análisis se 
interpretan respuestas gráficas, lúdicas o verbales que tienen implícitas 
una simbología que remite a ideas o sentimientos inherentes a la 
singularidad de cada sujeto. Tales símbolos son interpretables en el 
marco de la biografía de aquel. 
 
 
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IV. 3. CARACTERÍSTICAS DE LAS TECNICAS PROYECTIVAS 
 
 Las técnicas proyectivas son instrumentos que se proponen evaluar 
variables inconscientes y conscientes del comportamiento. Al respecto Frank 
afirma que los aspectos más importantes del mundo interno del sujeto es 
aquello que no puede decir o no dirá (1939). Con ello quiere señalar que es 
improbable que aquel pueda verbalizar contenidos que le resultan angustiantes 
y excesivos para el yo. En ese sentido, las técnicas proyectivas le permitirían, 
en el marco de esta teoría, poner fuera de sí tales contenidos significativos en 
el contexto de su biografía, constituyéndose de este modo, en un valiosísimo 
recurso para la etapa de diagnóstico. 
 Una característica central es que son multidimensionales, es decir que 
evalúan diversas variables de personalidad. Estas técnicas se proponen 
indagar la personalidad total o aspectos de la personalidad dentro de la 
totalidad que implica ésta. La indagación es globalista (Bell, 1951), en 
contraste con la atomística, que evalúa rasgos de personalidad puntuales, 
propio de los cuestionarios e inventarios. Son técnicas de amplio espectro y 
serán mejores cuanto mayor repertorio de respuestas puedan controlar en el 
menor tiempo posible (Bell, 1951). 
 Otro aspecto distintivo es que se considera a la respuesta del sujeto en 
el contexto de la personalidad, siendo ésta una totalidad organizada. De este 
modo, a un ítem específico le puede corresponder una variedad de significados 
según el modo en que esté integrado dentro de la totalidad de la producción del 
sujeto. De allí es que estas técnicas sean de difícil tratamiento estadístico en 
comparación con las pruebas objetivas.Por otra parte, se caracterizan por emplear material estímulo ambiguo y 
relativamente estructurado, lo cual va a provocar en el sujeto una variedad de 
respuestas que no son valoradas como correctas o incorrectas (como ocurre 
con las pruebas objetivas). Se las denomina también enmascaradas por que el 
sujeto no conoce el objetivo de las mismas y por ello se las considera como 
métodos indirectos de evaluación de la personalidad. Por el tipo de tareas que 
proponen es improbable que el examinado pueda distorsionar a voluntad las 
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respuestas. (Fernández Ballesteros y Oliva Márquez, 1990; Bellak, 1990; 
Cohen y Swerdlik, 2000). 
 Un argumento a favor de las técnicas proyectivas es que no requieren 
gran destreza lingüística (decir qué ve frente a unas manchas de tinta, relatar 
un cuento a partir de una imagen gráfica, sin que en dicho relato se valore la 
cualidad gramatical del discurso, o indicar verbalmente qué se ha dibujado). 
Por este motivo, inicialmente se pensó que estaban más libres de influencias 
culturales que otros tipos de tests, hecho que fue puesto en duda 
posteriormente por diversas investigaciones transculturales (Du Bois, 1944; 
Berry, Poortinga, Segall &Dasen, 1992; Contini & Figueroa, 1990; Contini, 
1998, 2000, 2001; Segall, M., Dasen, P., Berry, J. & Poortinga, Y., 1990) 
 
IV. 4. TIPOS DE TÉCNICAS PROYECTIVAS 
 Las técnicas proyectivas pueden clasificarse de la siguiente manera 
(Fernández Ballesteros et al., 1990): 
a) Estructurales: el material es visual, de relativa organizaron, al cual el 
sujeto debe organizar, estructurar diciendo qué ve. Un ejemplo de este 
tipo de técnicas es el Psicodiagnóstico de Rorschach. 
b) Temáticas: contienen material visual con distintos grados de 
estructuración, a partir de los cuales el sujeto debe narrar una historia, 
como por ejemplo el TAT, CAT o el Test de Cuadros de Symonds. 
c) Expresivas: emplean consignas verbales o escritas con el propósito que 
el sujeto realice gráficos, tales como la técnica de la Casa, Árbol y 
Persona (HTP), Familia Kinética, Actual, Dibujo de la figura humana 
(DFH), entre otras. 
d) Constructivas: el material es concreto y se solicita al sujeto que lo 
organice según distintas consignas, por ejemplo, el Test de la Aldea. 
e) Asociativas: la consigna es verbal o escrita. El sujeto debe expresar 
verbalmente asociaciones de palabras o frases, por ejemplo la técnica 
de frases incompletas. 
 
IV. 5. VENTAJAS Y LIMITACIONES 
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 Como bien señalan Cohen & Swerdlik (2000), las técnicas proyectivas 
surgieron como una rebelión contra las pruebas llamadas objetivas basadas en 
datos normativos. Los investigadores de la personalidad que empleaban 
métodos sujetos a normas y a la búsqueda de uniformidades fueron criticados 
por quienes adherían a las técnicas proyectivas basadas en un enfoque 
psicoanalítico y, por lo tanto ideográfico. Así, en contraste con las pruebas 
objetivas, las técnicas proyectivas fueron vistas como las más apropiadas para 
enfocar el estudio del sujeto desde una perspectiva clínica. Se proponían 
evaluar la forma singular en que un sujeto proyecta sus contenidos internos a 
partir de estímulos ambiguos. 
 Las técnicas proyectivas fueron esenciales y de uso corriente dentro del 
proceso psicodiagnóstico durante 40 años siglo XX y, a partir de la década del 
’60 fueron sometidas a fuertes críticas debido a los resultados negativos de 
investigaciones básicas referidas a su validez (Fernández Ballesteros et al., 
1990). 
 No obstante las dudas sobre el valor científico de los datos que se 
recogen por medio de ellas, se siguen empleado en función de la información 
clínica que proveen. La posibilidad de obtener datos confiables depende, por 
un lado, de la calidad de los instrumentos y, por otro de la formación del 
Psicólogo evaluador y de su capacidad para poner en juego su juicio clínico en 
la recolección, interpretación e integración del material recogido. Por otra parte, 
si bien el énfasis estuvo puesto inicialmente en un enfoque ideográfico, las 
críticas a la confiabilidad, a la validez y su puesta a prueba durante muchos 
años de práctica clínica, han conducido a la intención de que cada vez más 
estén referidas a normas. Este propósito, por la misma naturaleza de las 
pruebas, se torna una labor difícil y aun inconclusa. 
 
V. LUCES Y SOMBRAS DE LA EVALUACIÓN PSICOLÓGICA 
De cara al siglo XXI, a EP ha progresado con respecto al 
Psicodiagnóstico clásico. No se limita a la valoración del déficit, de la 
psicopatología y a la enunciación de una categoría nosológica, sino que ha 
avanzado enfatizado en las fortalezas y potencialidades del examinado. 
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Con respecto a los logros y siguiendo a Korchin & Shuldberg (1981) y 
Verthelyi (1992) puede afirmarse que se observa: 
• Un acelerado desarrollo de técnicas focales con una base psicométrica 
más depurada. 
• Una mayor preocupación por incluir variables situacionales y de contexto 
como determinantes del comportamiento. 
• Un mayor respeto por las opiniones del consultante y por su 
autopercepción. 
• Una mayor aceptación del interjuego entre el juicio clínico y el 
pensamiento científico en la recolección, integración e interpretación del 
material. 
 Más allá de estos avances, aun falta recorrer un camino en el cual el 
experto articule datos cuantitativos y cualitativos empleando la metodología de 
triangulación de datos y apele a su propio juicio clínico. Igualmente es sensato 
pensar que las pruebas, sean proyectivas o psicométricas son solo 
herramientas. A las tareas de EP les falta aún consolidarse como un proceso 
de formulación de hipótesis, de verificación de las mismas y de toma de 
decisiones. Debe superar aun las antinomias referidas al empleo de técnicas 
cuantitativas / cualitativas; objetivas / proyectivas e integrar, tomando al sujeto 
como un sistema singular, la variedad de información que todas ellas proveen. 
 Dada la complejidad y multidimensionalidad del objeto de estudio, la 
propuesta de la evaluación multimétodo, pluritécnicas y multiinformantes 
parece ser la más comprehensiva. La evaluación psicológica en la actualidad 
se propone estudiar y valorar características de un sujeto inmerso en múltiples 
sistemas que, a modo de muñecas rusas se articulan dando cuenta que el 
comportamiento está determinado por variables internas tanto como de 
contexto. El análisis de tales variables excede el campo de la psicología y se 
sitúa en el ámbito de la interdisciplina. 
Por otra parte, es preciso no limitarse al uso de técnicas clásicas, sino 
emprender la construcción de instrumentos adecuados a la población que se va 
a evaluar y a la pregunta que se quiere responder con el proceso de EP. 
Igualmente falta poner a disposición del psicólogo usuario recursos 
Contini, N. (2011). Enfoques en Evaluación Psicológica. UNT: Facultad de Psicología. 
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informatizados de puntuación de tests, que hagan más económica la tarea y 
liberen tiempo para la labor de interpretación. 
Desde el punto de vista de la formación universitaria, se requiere 
actualización en la enseñanza. Es preciso ampliarel repertorio de técnicas 
psicológicas que se imparten que, en gran medida quedan circunscriptas a las 
llamadas clásicas, tales como la técnica de Rorschach, las de Apercepción 
Temática, el test de Bender y pruebas sintéticas de inteligencia, como el Test 
de Dominó y El Test de Matrices Progresivas de Raven. 
En suma, falta aun lograr un proceso de EP que privilegie la singularidad del 
sujeto a la luz de su biografía, es decir que la lectura de los datos no quede 
acotada a la psicometría y, por otra parte, como bien señala Forns (1993) falta 
aun mayor precisión en los análisis y búsqueda de consistencia lógica de los 
diagnósticos. De todos estos factores va a depender el progreso de la 
disciplina. 
 
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