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El género sirve para cualquier cosa

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El género sirve para cualquier cosa 
Por Andrea Franulic 
“Escandalizar es un derecho, es un placer, y los que rechazan el escándalo son unos 
moralistas, yo no soy un moralista…” (Pier Paolo Pasolini) 
 
Una de las razones por las que el feminismo está fracasado es la de su acceso a la 
academia. A principios de los noventa se abrieron varios Programas de Estudios de Género 
en algunas universidades del país, en especial en las universidades estatales 
emblemáticas: moda que venía del Norte. Hoy con certeza puedo decir que el feminismo 
está fracasado y que el género es una palabra vacua que no sirve para nada o tal vez para 
todo, para cualquier cosa, para cualquier disparate. 
 
El otro día asistí a una Feria Libre en el Observatorio Lastarria acá en Santiago de Chile. La 
mesa de debate se titulaba “género y política”. Margarita Pisano era una de las expositoras. 
Presentó un discurso consistente, resultado de una larga trayectoria donde pensamiento y 
política se religan en una praxis reconocible, auténtica, heredera de la historia del feminismo 
radical. Aplausos, asombro, disgusto, incomodidad, y también se escucharon varias 
“chauchas” que sonaron en la sala. 
 
Inmediatamente después hablaron dos personajes más, dando a conocer un relato 
testimonial y anecdótico de sus propias vidas. Primera prepotencia: el género se siente, no 
se piensa. Segunda prepotencia: el discurso de estos testimonios negaba la historia de las 
mujeres, tanto sus discriminaciones como sus resistencias. Antes de describirlos 
brevemente, quiero insistir en que el feminismo radical es una corriente invisibilizada 
históricamente, entonces no es menor que después de expresar un pensamiento señalizado 
ideológicamente dentro de esta perspectiva, se instalen voces que lo niegan en el instante 
mismo en que ha sido pronunciado. 
 
Veamos los personajes. El primero, una travesti femenina, que hizo una apología de “ser un 
fracaso”. Pisano se había referido previamente al fracaso del patriarcado, al fracaso del 
feminismo por ser un contingente más de las ideologías de la masculinidad, y su propuesta 
ante el fracaso es la de un cambio civilizatorio. Pero en fin, Claudia Rodríguez hablaba 
desde su experiencia. Sin embargo, su experiencia no es la nuestra, la de las mujeres, 
menos de quienes hemos decidido pensar y salirnos de la feminidad, no reforzarla con 
tacones, peluquería y quirófano. Pero ahora el género y el feminismo han incorporado lo 
travesti dentro de sus espacios políticos: ¿serán los mandatos intelectuales de la 
masculinidad? Todavía este discurso medio frívolo de Rodríguez guardaba cierta 
autenticidad. El peor fue el otro. 
 
Este otro personaje es una médico militar que participó en las guerrillas nicaragüenses. Ella, 
admiradora de Castro y Allende. Hizo una apología de cómo cargaba el fusil. Y como toda 
mujer que accede a los espacios masculinistas, admirándolos fanáticamente, fue por 
supuesto misógina. Y este es un fenómeno más generalizado de lo que una puede llegar a 
sospechar. Pero volvamos a la misoginia. Avelina Cisternas presentó una defensa de la 
familia, de la maternidad y culpabilizó a las mujeres del machismo y el abandono de los 
hijos. 
 
Si esto no es un retroceso ideológico, una negación de la historia, una desmemoria 
aberrante, entonces qué es. El género sirve para cualquier cosa. Yo tomé la palabra y dije 
que, compartiendo el discurso de Pisano, las mujeres debiésemos dejar de recogerles a los 
hombres los muertos de sus guerras. Y esto es literal y metafórico. Pero que el género sirva 
para cualquier cosa, también es responsabilidad de las “intelectuales” que organizaron este 
panizo. Se declaran feministas, pero en realidad son desconocedoras de la historia de las 
mujeres, son en realidad mujeristas, cosa muy distinta. 
 
Eugenia Prado organiza e invita a una mesa de género y política, donde Pisano llega casi 
casi por casualidad. Luego arman otras mesas de debate donde se discute la política de 
verdad, la seria, la de los hombres. Allí no estamos invitadas, allí el feminismo no tiene voz, 
menos aún el radical. Y si esto no es discriminación, qué es. ¿Acaso no tenemos nada que 
decir que sirva para cambiar este mundo? ¿Acaso el problema de las mujeres no abarca a 
toda la humanidad? Es al contrario, ellos insisten en su sesgo desde la izquierda, y el 
patriarcado puede ser de izquierda o de derecha. Son las mismas mujeres quienes 
organizan una mesa de género y lo conciben como una parcialidad, un aderezo, un 
problema de mujeres y/o travestis sufrientes o exitosas que vienen a dejar su testimonio. 
 
También hubo mediadora del debate, Eugenia Brito, académica de la Universidad de Chile, 
con un discurso tibio, como toda buena académica moderada. Si bien se pronunció al 
expresar que la discriminación de las mujeres es más profunda que la sufrida por los 
travestis, su ambigüedad se plasmó al decir, al mismo tiempo, que esta discriminación 
misógina no nos pasa a nosotras, les pasa a las mujeres pobres, o bien, es cosa pasada, 
ahora estamos “en otra”. Una de las declaraciones poco afortunadas de la médico militar, 
fue decir que ella nunca sufrió ni ha sufrido discriminación como mujer, como si en la 
guerrilla los compañeros no se hubiesen violado a las compañeras. ¡Cuán naturalizado es el 
dominio patriarcal! 
 
Así estamos. No obstante, el discurso del feminismo radical se escuchó en esa sala, y 
Pisano le dio altura de miras a esta mesa de género y política. Y la cháchara cool de las 
académicas o el anecdotario deshistorizado no hegemonizó el debate. No fuimos 
políticamente correctas, no respetamos los turnos de palabra, me refiero a esos dictados 
por la educación y las buenas costumbres patriarcales. Irrumpimos en esa sala con la 
pasión de la política, con la pasión del pensar juntas, y esto sí que es serio. La mediadora 
se retiró, porque aquí no hay nada que mediar. Y cuando algunos malhumorados nos 
exigían la revisitada tolerancia, Marlene, Elena, Mane, Sophie, Sofía, Elisa y yo gritamos 
que la tolerancia es un ejercicio de poder. 
 
Mayo, 2012

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