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Micosis endémicas COCCIDIOIDOMICOSIS Esta infección se debe a dos hongos que son indis- tinguibles en clínica, Coccidioides immitis y Coccidioi- des posadasii. La importancia de esta micosis radica en que comparte muchos rasgos con la tuberculosis (TB) y puede confundirse con facilidad con ella. Esto ocasiona un retraso en el diagnóstico y el tratamiento, lo cual incrementa su morbimortalidad. La coccidioidomicosis representa un reto para el clínico, ya que ni su diag- nóstico ni su tratamiento son fáciles. En consecuencia, se recomienda que médicos experimentados en esta micosis valoren al paciente ante la sospecha o detec- ción de un caso. EPIDEMIOLOGÍA La coccidioidomicosis se considera un padecimiento endémico de ciertas regiones desérticas que incluyen el sur de EUA y el norte de México. Algunos países de Sudamérica han notifi cado focos localizados de en- demia. La prevalencia real de la coccidioidomicosis en México se desconoce. Un estudio realizado en Nue- vo León que utilizó una prueba cutánea publicó una prevalencia de exposición del 10.1%. La mayor parte de las publicaciones nacionales al respecto se ha ori- ginado en centros localizados próximos a EUA. Debido a que la infección se adquiere con facilidad al visitar las zonas endémicas, no es inusual identifi car casos en viajeros que estuvieron en dichas regiones, inclu- so si los periodos de exposición fueron cortos. Si bien la coccidioidomicosis no es una infección oportunista, las personas con alteraciones inmunológicas son más propensas a su desarrollo, por ejemplo VIH, diabetes mellitus y consumo de fármacos, o biológicas inmu- nomoduladoras. En la población hispana se considera también una mayor predisposición. ETIOLOGÍA Y FISIOPATOGENIA Coccidioides spp representa hongos dimórfi cos sapró- fi tos del suelo, en el que viven en forma de hifas de- nominadas artroconidias, las cuales se fragmentan al movilizarse y las corrientes de aire las dispersan. Du- rante este desplazamiento pueden inhalarse por un huésped susceptible, lo cual da principio así a la in- fección. El ser humano contribuye a la dispersión de las artroconidias durante la construcción y excavación en suelos donde se encuentra el hongo. Luego de la inhalación de las hifas se desarrollan tres etapas en la fi siopatogenia de esta micosis, que son semejantes a las observadas en la TB: una etapa inicial de infección primaria, una fase de latencia y la reactivación. En la práctica se acostumbra más defi nir a los pacientes por la forma de presentación de la enfermedad y menos por los términos recién mencionados. Ya en el pulmón, las artroconidias evolucionan a su forma invasiva, las esférulas, estructuras esféricas que en su interior están cargadas de endoesporas, que a su http://booksmedicos.org © E di to ria l E l m an ua l m od er no F ot oc op ia r s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. Diagnóstico y tratamiento en neumología (Capítulo 13)178 vez diseminan la infección a los tejidos contiguos al li- berarse, o bien a áreas distantes a través de los vasos linfáticos y el torrente circulatorio. A diferencia de la TB, en la coccidioidomicosis son frecuentes la adeno- patía y la afección extrapulmonar evidente en clínica. La presencia del hongo en los alveolos activa una re- acción inmunitaria, al principio inespecífi ca, que a continuación evoluciona a una muy específi ca y de hi- perreactividad celular tardía. La respuesta inmunitaria es compleja y variable, ya que además existe la pro- ducción de anticuerpos y algunos pacientes desarrollan eosinofi lia. La activación de la reacción inmunitaria ce- lular culmina con la formación de granulomas que li- mitan la propagación del hongo. Cuando la inmunidad llega a este punto, los pacientes pueden reaccionar a antígenos del hongo al confrontarse mediante una prueba intradérmica. Infortunadamente, la mayoría de los infectados cursa asintomática durante la infección primaria. En el resto pueden presentarse cuadros sin- tomáticos benignos y autolimitados o, rara vez, cua- dros agresivos y letales. La mayor parte de los casos se resuelve y permanece en una fase de latencia en la que el paciente cursa asintomático y sólo una minoría de- sarrolla en el futuro una reactivación que lleva a la infección crónica. A pesar de que el paciente puede expectorar hongos, éstos no producen el contagio de una persona a otra. El hongo necesita depositarse en un terreno adecuado para transformarse de nueva cuenta en artroconidias, la única forma infectante. PRESENTACIÓN CLÍNICA Forma subclínica Estos pacientes sólo se identifi can por tener anticuer- pos o bien mediante una prueba cutánea positiva, dado que son asintomáticos y casi nunca revelan alteracio- nes radiológicas. Representan 60% de las infecciones. Coccidioidomicosis pulmonar primaria Ocurre en el periodo inmediato posterior a la inha- lación del hongo y representa 40% de los casos. De manera característica es subaguda, autolimitada y se manifi esta con síntomas respiratorios y sistémicos. Esta forma se describió de forma original como “fi ebre del Valle de San Joaquín”. Los pacientes tienen fi ebre alta, diaforesis y cefalea, síntomas que pueden anteceder a los síntomas respiratorios de tos irritativa, con hemop- tisis y dolor pleurítico excepcionales. No es infrecuente reconocer lesiones cutáneas como un exantema macu- lopapular o eritema nodoso. Las artralgias migratorias son otro hallazgo común en estos pacientes. Las ma- nifestaciones sistémicas son efecto de la reacción in- munitaria y los enfermos pueden cursar con eosinofi lia. En la radiografía de tórax se observan infi ltrados pul- monares indistinguibles de una neumonía bacteriana. Puede haber derrame pleural o adenopatía hiliar y me- diastínico. En menos de 5% de los casos quedan como evidencia de la infección primaria lesiones cavitadas de paredes delgadas o nódulos. Algunas de estas lesiones pueden involucionar de modo espontáneo. Una vez su- perada esta fase, lo cual ocurre en el 95% de los casos, los pacientes pueden permanecer de por vida asinto- máticos y sólo unos pocos sufren una reactivación. Si la inhalación del hongo fue masiva, los indivi- duos desarrollan un cuadro grave de insufi ciencia res- piratoria con infi ltrados pulmonares difusos. Esta forma es infrecuente pero tiene una mayor mortalidad. Coccidioidomicosis pulmonar crónica Sólo alrededor del 5% de los casos llega a esta eta- pa. No se trata de una nueva infección sino de una reactivación del hongo que permaneció vivo y latente después de la infección primaria. Aunque son la menor proporción de los casos, es la etapa en la que se puede documentar casi siempre la infección. Las manifesta- ciones clínicas y radiológicas de esta etapa son muy similares a las de la TB, que es el principal diagnóstico diferencial. Los pacientes sufren tos crónica, fi ebre y pérdida de peso. Pueden tener hemoptisis mínima o masiva. En las imágenes radiológicas se revelan infi l- trados fi brocavitarios o cavitaciones únicas de pared delgada, característicos pero no patognomónicos de coccidioidomicosis (fi gura 13-1). Otros hallazgos inclu- yen infi ltrados difusos y nódulos. La afección pleural es frecuente, ya sea por invasión micótica o rotura de las lesiones pulmonares que provocan empiema y fístula broncopleural. Es común que los infi ltrados pulmona- res se acompañen de adenopatía hiliar. Un hallazgo infrecuente es la presencia de la imagen de bola bola fúngica (fungus ball), que se ha descrito en la coccidioi- domicosis, pero que a menudo no se reconoce en el diagnóstico diferencial. Coccidioidomicosis diseminada Puede aparecer tanto en la forma primaria como en la crónica. Surge en menos del 1% de las formas prima- rias, pero los pacientes con algún tipo de inmunosu- presión son propensos a ella. La diseminación se debe http://booksmedicos.org Micosis endémicas 179 a que el hongo puede alcanzar el drenaje linfático del pulmón, ya través de él o la circulación sanguínea in- fectar con posterioridad cualquier órgano, en especial la piel. Las lesiones características son pápulas o le- siones pustulosas fi stulizadas. Los huesos y el sistema nervioso central (meningitis) siguen en frecuencia de afectación a la piel. La diseminación hematógena pue- de ocurrir en forma masiva hacia el mismo pulmón y causar una enfermedad miliar. Las formas diseminadas durante la infección primaria tienen un mal pronóstico. La diseminación en la forma crónica ocurre por la reactivación simultánea de lesiones pulmonares y ex- trapulmonares existentes desde la forma primaria, o bien a partir de un foco pulmonar que no se controló y produjo extensión local y diseminación sistémica del hongo. A diferencia de lo observado en la forma dise- minada primaria, el curso de la forma diseminada cró- nica es lento y se caracteriza por exacerbaciones y remisiones. La propagación tiene lugar en la minoría de los casos crónicos, pero tiene predilección por los mismos órganos que los afectados en la diseminación primaria: piel, huesos y meninges. DIAGNÓSTICO En los residentes o viajeros de una zona endémica debe sospecharse coccidioidomicosis ante cualquier enfermo con síntomas respiratorios y lesiones pulmonares. Los principales factores de confusión que el clínico puede encontrar son las manifestaciones de la forma primaria que semejan una neumonía adquirida en la comunidad y la forma pulmonar crónica es indistinguible de la TB. El diagnóstico defi nitivo radica en la demostración del hongo en los tejidos o secreciones. Debido a que esto no es posible en muchos casos, el diagnóstico se apoya de manera indirecta en diversos auxiliares diagnósticos, como las pruebas inmunológicas. Tinciones y cultivos En las secreciones y los tejidos se pueden visualizar las esférulas características, estructuras esféricas de doble pared, birrefringentes y llenas de endoesporas. Cualquier secreción o líquido del cuerpo puede ana- lizarse de manera directa con la tinción en fresco de KOH. La sensibilidad de la visualización del hongo en secreciones respiratorias es baja (30%). En una cito- logía o en biopsias tisulares se recomiendan tincio- nes de plata como el Grocott y el ácido peryódico de Schiff . La tinción de Papanicolaou también es muy útil. La tinción con hematoxilina-eosina (H-E) no es la mejor para detectar estas estructuras. En las biopsias se pueden encontrar granulomas similares a los ob- servados en TB. En muy raras ocasiones se identifi can artroconidias en el interior de lesiones cavitadas. El cultivo del hongo se consigue en casi la mitad de los casos y tarda dos a cuatro semanas. Al crecer el hongo en un cultivo se transforma a la forma infectan- te, la artroconidia. Si bien no se requieren medios de cultivo complejos, si se necesita un laboratorio de bio- seguridad y personal experimentado, que puedan ha- cer crecer el hongo y evitar los contagios nosocomiales. Las colonias tienen aspecto característico pero debe confi rmarse la presencia de las hifas al microscopio. El uso de sondas genéticas es mucho más específi co y puede diferenciar entre las dos especies patógenas de Coccidioides spp. La broncoscopia para realizar lavado alveolar y biopsias que se tiñen y cultivan de manera específi ca en busca de Coccidioides spp tiene una sensibilidad diagnóstica hasta de 60%, por lo que debe considerar- se en la mayoría de los pacientes sospechosos de coc- cidioidomicosis. La detección de antígenos micóticos como el ga- lactomanano o el (1→3)-β-D-glucano no ha sido tan útil como en otras micosis. Pruebas inmunológicas Durante la respuesta inmunitaria contra el hongo se producen de modo inicial anticuerpos IgM, que luego son seguidos por anticuerpos IgG. La interpretación de detectar uno o el otro se difi culta ya que, por un lado, los IgM pueden persistir de manera crónica en las for- mas diseminadas y los IgG pueden persistir aunque el Figura 13―1. Caverna de paredes delgadas muy característica de coccidioidomicosis. http://booksmedicos.org Diagnóstico y tratamiento en neumología (Capítulo 13)180 enfermo ya esté curado o en remisión. Esto da lugar a que un título positivo no confi rme el diagnóstico. Para complicar más la situación, en algunos enfermos los anticuerpos son indetectables, es decir, un informe negativo no descarta la infección. La principal utilidad de los anticuerpos se observa en dos situaciones. En- contrar títulos altos en un contexto clínico consistente con coccidioidomicosis establece un diagnóstico muy probable. La detección de títulos aún bajos en líquidos como el cefalorraquídeo o el pleural es confi rmatoria de infección. Si bien la utilidad de la serología en el diagnóstico de enfermedad activa tiene sus limitacio- nes, su uso para vigilar la evolución de los pacientes es de gran ayuda. Son tres las técnicas recomendadas para buscar anticuerpos. 1. Inmunoensayo enzimático: identifi ca IgM e IgG. Es muy sensible pero puede producir resul- tados positivos falsos. Se considera una prueba de escrutinio que debe confi rmarse con cual- quiera de las dos siguientes. 2. Fijación de complemento: es la prueba reco- mendada en casos crónicos. Títulos altos se rela- cionan con diseminación y mal pronóstico. La credibilidad de los resultados es un problema inherente a la prueba. La misma muestra analiza- da en ocasiones diferentes puede arrojar distin- tos resultados. 3. Inmunodifusión: detecta IgM e IgG y es muy es- pecífi ca. Se indica para la confi rmación de resul- tados positivos del inmunoensayo enzimático. Intradermorreacción De la misma manera que se usa el derivado proteico purifi cado en TB, se puede retar al sistema inmunitario con dos antígenos de Coccidioides spp: coccidioidina o esferulina. La aplicación de estos antígenos precipita una respuesta infl amatoria local que puede cuantifi - carse. Una induración ≥ 5 mm se considera positiva. La interpretación que el clínico dé a un resultado positivo o negativo debe ser consistente con el contexto clínico de cada paciente. TRATAMIENTO El tratamiento de estos pacientes puede ser muy sim- ple o complicado. En virtud de las diferentes formas de presentación, las características variables del hués- ped y la disponibilidad de diversos fármacos, es reco- mendable que el tratamiento lo instituyan médicos expertos. Las formas no diseminadas de la infección primaria pueden requerir simple observación estrecha. Las formas diseminadas y las crónicas exigen de forma invariable administración de algún fármaco. Antimicóticos Azoles. Se consideran los compuestos de elección para la mayor parte de los casos con coccidioidomi- cosis. Son tres los compuestos más recomendados en las diferentes guías de tratamiento: itraconazol, fl uconazol y posaconazol. Los dos primeros son fár- macos de primera línea y el último está indicado en casos refractarios o recaídas. La experiencia con otros azoles es limitada. Estas sustancias tienen la característica de poder administrarse por vía oral o parenteral, por tiempos prolongados y con excelen- te tolerancia y efectividad. Polienos. En este grupo se encuentran la anfotericina B y sus derivados que usan fórmulas lipídicas. Se consideró el tratamiento de elección por mucho tiempo. Debido a su toxicidad y a que requiere ad- ministración parenteral se sustituyó por los azoles. La principal toxicidad es el daño renal. Las formas li- pídicas aparecieron con la fi nalidad de reducir la ne- frotoxicidad y en la actualidad se prefi eren sobre la forma no lipídica, con el inconveniente de su costo elevado. Esquemas de tratamiento Por lo general sólo es necesario prescribir un solo an- timicótico. Sólo los casos de enfermedad que com- promete la vida deben iniciar con anfotericina B. En el resto pueden administrarse al principio itraconazol o fl uconazol. Se prefi ere el primero cuando hay afección ósea y el segundo en las meningitis. Los azoles son teratogénicos,por lo que en las embarazadas se debe suministrar anfotericina B, cualquiera que sea el tipo de infección a tratar. Cuando se inicia un tratamiento con anfotericina B se recomienda cambiar a un azol tan pronto se estabilice el paciente. La dosis de itraconazol y fl uconazol es de 400 mg/día y la duración del trata- miento es de por lo menos un año. De acuerdo con la evolución de los casos, la dosis de los azoles se puede incrementar o extender la duración del tratamiento. En los casos refractarios, además del incremento posoló- gico, se puede intercambiar itraconazol por fl uconazol o viceversa. El posaconazole es uno de los azoles más recientes disponibles que ha mostrado gran utilidad en el tratamiento de los casos refractarios y recurrentes. http://booksmedicos.org Micosis endémicas 181 Profi laxis En pacientes con evidencia de infección sin enferme- dad (serología o intradermorreacción positiva pero sin síntomas o hallazgos radiológicos), y que cursen con un estado de inmunidad deprimido, se puede iniciar profi laxis con un azol mientras se recupera la inmu- nidad. Los individuos sometidos a inmunodepresión (trasplantados, reumatológicos) también pueden be- nefi ciarse de esta práctica, pero no se tiene informa- ción sufi ciente al respecto. HISTOPLASMOSIS EPIDEMIOLOGÍA Esta micosis es endémica en los estados centrales de EUA, en particular a lo largo del trayecto del río Mis- sissippi. También se han notifi cado zonas endémicas en Centroamérica y Sudamérica. En México se desconoce la epidemiología exacta de esta infección, pero hay bro- tes bien documentados en el centro del país y la costas del sur del Pacifi co y el Golfo. Por lo anterior, vivir en regiones endémicas o viajar a ellas debe considerarse un factor de riesgo para padecer esta micosis. ETIOLOGÍA El patógeno causal, Histoplasma capsulatum, es un hongo dimórfi co que en la naturaleza vive en la for- ma de esporas en suelos húmedos cargados de nitró- geno, situación favorecida por el excremento de aves y murciélagos. El movimiento de estos suelos genera la formación de aerosoles que hacen posible que las esporas se diseminen a través del aire. El ser humano se contagia al inhalar dichas esporas, que son la única forma infectante del hongo. FISIOPATOGENIA Y MANIFESTACIONES CLÍNICAS Ya en el interior del pulmón, la espora se convierte en su forma invasiva, la levadura, que inicia su reproduc- ción de manera local, pero con la capacidad de migrar por los linfáticos hasta la sangre y de ahí diseminarse a todo el organismo. Lo anterior se asemeja al comporta- miento fi siopatogénico descrito en la tuberculosis (TB) y la coccidioidomicosis. La reacción inmunitaria que controla y limita la infección es de hiperreactividad ce- lular tardía, con formación de granulomas. La aparición del hongo en el pulmón inicia la infección primaria, la cual pasa inadvertida o produce síntomas respiratorios sutiles e inespecífi cos. En algunos enfermos se presen- tan eritema multiforme o nodoso y artralgias. La tele- rradiografía de tórax puede ser normal en estos casos o mostrar adenopatía hiliar. La mayoría de los enfer- mos se recupera de modo espontáneo de la infección primaria. Cuando el inóculo es masivo o hay defi cien- cia inmunitaria, como en los pacientes con VIH, la in- fección se transforma en histoplasmosis diseminada progresiva, que puede precipitar un curso fulminante y letal. Estos pacientes desarrollan afección pulmonar intersticial difusa (fi gura 13-2), hepatoesplenomegalia y pancitopenia. El inóculo masivo puede ocasionar in- sufi ciencia respiratoria aguda mortal aun antes de la diseminación sistémica. Después de controlar la infec- ción primaria, los pacientes pueden permanecer años o toda la vida en la forma latente. La única evidencia de la infección pueden ser hallazgos radiológicos, como nódulos pulmonares o adenopatías calcifi cadas. Una complicación poco común de este último hallazgo es la broncolitiasis, en la cual el contenido cálcico de los ganglios se vacía hacia la luz bronquial. Otra complicación inusual de la forma primaria es la fi brosis mediastínica debida a un proceso cicatrizal excesivo de la infección ganglionar del mediastino. Una minoría de casos primarios puede evolucionar de Figura 13―2. Infi ltrado interstical nodular difuso y bilateral en un paciente diagnosticado con histoplasmosis durante un brote epidémico ocurrido en Acapul- co, Guerrero, México. El hongo se visualizó de manera directa en el lavado alveolar. http://booksmedicos.org Diagnóstico y tratamiento en neumología (Capítulo 13)182 manera lenta a una forma subaguda o crónica, en la que los pacientes presentan hepatoesplenomegalia, úlceras en diversos sitios (bucales, rectales y genitales) y, en ocasiones, invasión de las suprarrenales hasta causar enfermedad de Addison. La forma crónica pulmonar es debida casi siempre a reactivación de un foco latente de infección, residuo de la infección primaria. En la mayor parte de los pacientes, los síntomas clínicos y los hallazgos radiológicos son se- mejantes a los de la TB: tos crónica, hemoptisis, fi ebre, pérdida de peso y lesiones fi brocavitarias en lóbulos su- periores (fi gura 13-3). En los pacientes inmunocompro- metidos, sobre todo con infección por VIH, la reactivación puede manifestarse de manera más parecida a lo obser- vado en las formas diseminadas de la infección primaria, con un curso más agudo y grave. DIAGNÓSTICO El estándar dorado del diagnóstico es la identifi ca- ción del hongo en secreciones o tejidos, ya sea por visualización directa o mediante un cultivo. Estos úl- timos pueden requerir cuatro a seis semanas para ser positivos. En las formas diseminadas, el hongo puede cultivarse de la sangre o la medula ósea, además de las secreciones respiratorias. La intradermorreacción con histoplasmina tiene su principal utilidad en estu- dios epidemiológicos, pero es de escasa ayuda en el diagnóstico de un caso individual. En la actualidad, la determinación de anticuerpos por fi jación de comple- mento es la prueba más empleada en el estudio de un caso sospechoso de enfermedad aguda. Un incre- mento de los títulos de anticuerpos de cuatro veces o mayor es altamente sugestivo del diagnóstico. Por desgracia, esto ocurre varias semanas después de la infección. La identifi cación directa de polisacáridos constituyentes de H. capsulatum, ya sea en sangre u orina, es una prueba muy útil, sobre todo en las formas agudas y diseminadas. Sirve además para la vigilancia de la infección, dado que se espera que la prueba se torne negativa con el tratamiento. TRATAMIENTO La decisión de prescribir antimicóticos depende de la forma y gravedad de la infección, además del estado inmunitario del huésped. El hallazgo de H. capsulatum en biopsias de pacientes asintomáticos (nódulos pul- monares, ganglios) no requiere antimicóticos. La mayoría de las formas primarias tampoco exige tratamiento debido a que se autolimitan. Por el conta- rio, las formas agudas graves o diseminadas deben tra- tarse con anfotericina B o alguna de sus formulaciones lipídicas. Ante la presencia de infi ltrados pulmonares difusos e insufi ciencia respiratoria, se pueden adminis- trar esteroides concomitantes con el antimicótico. Una vez que el paciente se estabiliza, se cambia el trata- miento a itraconazol (400 mg/día) por 12 semanas. Las formas agudas no graves, pero con síntomas persis- tentes, también se tratan con un curso de tres meses de itraconazol. Los casos pulmonares crónicos fi broca- vitarios deben recibir itraconazol por 12 a 24 meses. Los pacientes con defi ciencias inmunitarias deben reci- bir un mínimo de un año de tratamiento, pero la dura- ción debe prolongarse hasta que se reconstituya el sistema inmunitario. Coccidioidomicosis Antony S, Dominguez DC, Sotelo E: Use of liposomal am- photericin B in the treatment of disseminated coccidioi- domycosis. Journal of the National Medical Association 2003;95(10):982. Figura 13―3.Histoplasmosis crónica fi brocavitaria que afecta lóbulos superiores. El diagnóstico inicial de este paciente fue TB. Se sometió a una broncoscopia por hemoptisis masiva. El cultivo del lavado identifi có crecimiento de H. capsulatum. BIBLIOGRAFÍA http://booksmedicos.org Micosis endémicas 183 Bennett JE, Dolin R, Blaser MJ: Mandell, Douglas, and Bennett’s principles and practice of infectious diseases. El- sevier Health Sciences, 2014. Bercovitch RS, Catanzaro A, Schwartz BS et al.: Coccidioi- domycosis during pregnancy: a review and recommenda- tions for management. Clinical Infectious Diseases 2011; 53(4):363-368. Blair JE: Coccidioidal meningitis: update on epidemiology, clinical features, diagnosis, and management. Current In- fectious Disease Reports 2009;11(4):289-295. Dewsnup DH, Galgiani JN, Graybill JR et al.: Is it ever safe to stop azole therapy for Coccidioides immitis meningi- tis? 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