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AGRICULTURA EN VENEZUELA

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AGRICULTURA EN VENEZUELA
	La agricultura en Venezuela constituye una de las actividades económicas más importante, luego de las industrias del turismo y del petróleo. Los principales cultivos en Venezuela son el girasol, sin embargo, no lo suficiente para la agro-exportación. En el país también se produce trigo, maíz, soya y diferentes tipos de granos como arroz, todo esto para abastecer el mercado interno. Esto es traducible con apenas un 4%, Venezuela es el país andino cuya agricultura aporta menos a su PIB, mientras en el resto de la región el agro contribuye en más de 6% al total de bienes y servicios de las economías. 
	La tendencia anterior permite inferir la necesidad de incrementar la producción agrícola ante el incremento en la demanda de alimentos prevista para los próximos años, por efecto del incremento poblacional en el mundo estimado para el año 2050 de 9.150 millones de habitantes, para lo cual se requerirá duplicar la producción de alimentos, estimándose para el año 2020 será necesario aumentar la producción de alimentos en el mundo a 1.200 millones de toneladas, de las cuales, unas 600 millones de toneladas deberían producirse en América Latina. 
	En el caso de Venezuela, hay eficiencia en rubros como plátano y arroz, pero en otros existe producción deficiente, por ello, hay que aportarle sostenibilidad y continuidad a la variedad de cultivos en Venezuela, situación ésta que depende de los programas y las políticas de gobierno, en potenciar o no un cultivo, proyectando la exportación, además del abastecimiento interno nacional. En este sentido, Venezuela posee potencialidades para iniciar tanto a nivel ejecutivo y legislativo, un profundo proceso colectivo que permita re-orientar acciones concretas, eficaces y eficientes para erradicar las actuales y convencionales políticas públicas que en los últimos años han perdurado para atender la seguridad y soberanía agroalimentaria.
	Opuesto al deber ser de la agricultura en el país, las actividades de cultivo de la tierra en Venezuela ha trascendido de una agricultura de conucos y plantaciones, que permitía la autosuficiencia alimentaria del país, a una agricultura moderna, con técnicas y conocimientos sofisticados, pero provista de insumos costosos, regularmente importados, incidiendo negativamente en la producción alimentaria del país. Esta situación, puede percibirse en la alta demanda de las importaciones en el rubro de alimentos, situación ésta que podría entenderse resultado de una cultura agrícola improductiva o insuficiente. 
	El estado de la agricultura es visible en la creciente importación de productos agrícolas, tanto vegetales como animales, producto por una parte, del aumento de la demanda y del crecimiento demográfico, además de un descenso en la producción, si se asume, por ejemplo, como argumenta Montilla (2004), en el país se sembraban 2.200 m2 de tierra por habitante a finales de 1980; para 2009, no se cultivaba más de 529 m2 por cada habitante. Claro está, para el primer año en referencia, la población era de 15.023.879. En la actualidad esta cifra se duplicó en 31.648. 930 habitantes. 
	Los datos precedentes permiten estimar que la agricultura venezolana transita en un proceso recesivo difícil de superar, si se valoran un conjunto de factores, los cuales a criterios de determinados sectores de la sociedad venezolana política, limitan el desarrollo de la agricultura y explican su comportamiento, tales como: La garantía de la propiedad de la tierra, entendida como una amenaza de intervención, de expropiación o la confiscación, considerado en la práctica, factor de merma en la producción agroalimentaria.
	Otro de los principales problemas de la agricultura venezolana se percibe en indicadores que evidencian un descenso en la productividad/rendimiento por hectárea que registran actualmente determinados rubros agrícolas, por consecuencia inmediata de erróneas políticas públicas que han sido aplicadas a la agricultura, pese a que el gobierno ha hecho un esfuerzo importante en materia de ciencia y tecnología, sin embargo, en el país se ha venido produciendo cada vez menos, con menos eficiencia, lo cual desemboca en mayor costo.
	En materia de tecnología, se estima que los productores afrontan dificultades para acceder a insumos más eficientes, modernos y menos tóxicos, además de un criticado proceso de estatización de naturaleza socialista, que en términos de sectores de la sociedad ha demostrado ser ineficiente, así como por la disposición de personal con escasa capacidad en cargos inherentes al sistema productivo nacional, además de un efecto inflacionario que incide poderosamente en las actividades agrícolas.
	En oposición a los planteamientos anteriores, el sector gubernamental proyecta una agricultura productiva como parte muy importante de una economía productiva, todo con el objetivo de desarrollar y diversificar las fuerzas de producción y así poder avanzar hacia una independencia o soberanía agroalimentaria asumiendo una revisión de la agricultura nacional, entendida por ésta como uno de los sectores de la economía que permitirá al país desprenderse de una economía rentista, trascendiendo a una nación con diversidad económica. No obstante, para que la agricultura emerja como un motor de desarrollo de la economía productiva, es absolutamente necesario desarrollar una agricultura altamente productiva y eficiente. 
	Planteados dos enfoques de la agricultura venezolana, a manera de conclusión, se puede describir la agricultura nacional como contexto económico de prioridad nacional, asumiendo su trascendente importancia por intermedio de un proceso capaz de generar en el territorio nacional recursos alimenticios a disposición de la creciente y demandante población venezolana, no con un enfoque explotador de la producción de alimentos agrícolas como una mercancía para generar dinero a niveles especulativos, sino como una actividad que proyecte satisfacer la necesidad y derecho a la alimentación con ganancias razonables para la actividad. 
	Esta noción proyecta una agricultura nacional productiva para permitir una vida digna a los productores del campo, con inversión privada o pública, siendo ésta última proveedora de una inversión inicial en infraestructura, equipamiento e insumos financiada por el Estado, en la cual, los trabajadores reciban ganancias para sí, salarios u otros beneficios sociales que le permitan vivir dignamente. Por ello, es necesario una agrícola viable, con financiamiento oportuno, suficiente y supervisado; preparación de suelo y siembra a tiempo; semilla de calidad; recepción a tiempo de fertilizantes e insumos para control de maleza, plagas y enfermedades; cosecha, recepción y pago oportuno. 
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