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El Colegio De Mexico is collaborating with JSTOR to digitize, preserve and extend access to Historia Mexicana. http://www.jstor.org Santa Anna y el reconocimiento de Texas Author(s): Josefina Zoraida Vázquez and Charles Bankhead Source: Historia Mexicana, Vol. 36, No. 3 (Jan. - Mar., 1987), pp. 553-562 Published by: El Colegio De Mexico Stable URL: http://www.jstor.org/stable/25138124 Accessed: 15-08-2015 17:08 UTC Your use of the JSTOR archive indicates your acceptance of the Terms & Conditions of Use, available at http://www.jstor.org/page/ info/about/policies/terms.jsp JSTOR is a not-for-profit service that helps scholars, researchers, and students discover, use, and build upon a wide range of content in a trusted digital archive. We use information technology and tools to increase productivity and facilitate new forms of scholarship. For more information about JSTOR, please contact support@jstor.org. This content downloaded from 146.83.173.14 on Sat, 15 Aug 2015 17:08:36 UTC All use subject to JSTOR Terms and Conditions http://www.jstor.org http://www.jstor.org/action/showPublisher?publisherCode=colmex http://www.jstor.org/stable/25138124 http://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsp http://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsp http://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsp SANTA ANNA Y EL RECONOCIMIENTO DE TEXAS Josefina Zoraida V?zquez El Colegio de M?xico M?XICO FUE una pieza importante para el Imperio Brit?ni co durante la primera mitad del siglo XIX. De sus minas sal?a gran parte de los metales que cubr?an el costo de la adminis traci?n del imperio y del movimiento comercial del hemisfe rio norte; significaba adem?s un gran mercado para sus manu facturas y para sus inversionistas, y como si no fuera suficiente se convirti? en puente de su correo entre Europa y Asia y Am?rica del Sur y el pa?s que colindaba con sus ex colonias, convertidas en una naci?n expansionista y ambiciosa. Preci samente fue a causa de esa vecindad, por la que Gran Breta ?a se convirti? en el aliado primordial de M?xico. Hasta 1836, el ?nico obst?culo para una firme amistad lo constituyeron las constantes reclamaciones de los nacionales brit?nicos contra M?xico, pero a partir de la independencia de Texas, Gran Breta?a se ir?a convenciendo de la imposibi lidad mexicana de reconquistar Texas, y preocupada de per der oportunidades en la nueva rep?blica presion? para que M?xico reconociera a la nueva naci?n. La importancia que M?xico ten?a para Gran Breta?a per miti? que ese paso se retardara hasta 1840. Como M?xico se mostrara reacio, Lord Palmerston procedi? a extender el reconocimiento, comprometi?ndose con los texanos a conse guirlo a cambio de una indemnizaci?n. Hasta 1843 las presiones brit?nicas cayeron en o?dos sor dos. En ese a?o, Santa Anna empez? a alucinarse con la idea de que Texas aceptara una reunificaci?n virtual, reteniendo su soberan?a, mediante un acuerdo semejante al pactado con HMex, XXXVI : 3, 1987 553 This content downloaded from 146.83.173.14 on Sat, 15 Aug 2015 17:08:36 UTC All use subject to JSTOR Terms and Conditions http://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsp 554 JOSEFINA ZORAIDA VAZQUEZ los yucatecos. Esto permiti? negociar un armisticio con los texanos, que ser?a denunciado por Sam Houston el 29 de julio de 1844, cuando la balanza se fue inclinando a favor de la anexi?n a los Estados Unidos. Desde antes de aparecer el fantasma de la anexi?n, Gran Breta?a hab?a insistido en que la ?nica forma de evitar males mayores era el reconocimiento de Texas. El gobierno mexi cano, no obstante, confiaba en organizar una gran expedi ci?n y en contar con la ayuda de los mexicanos residentes en la provincia rebelde para dominarla y reanexarla. Gran Bre ta?a estaba convencida, al igual que la mayor?a de los mexi canos, de la imposibilidad del plan, por lo que el conde de Aberdeen entabl? una serie de pl?ticas con los ministros de M? xico y Texas ante aquel pa?s, para evitar que se llevara a cabo la anexi?n a Estados Unidos. En un memor?ndum transmi tido por el ministro mexicano Tom?s Murphy en mayo de 1844,] Gran Breta?a se comprometi? a que ella y su aliada Francia garantizar?an la permanencia de Texas como naci?n independiente y la protecci?n de la frontera "de cualquier intrusi?n". El memor?ndum represent? el momento culminante del inter?s brit?nico en apoyo de M?xico. Santa Anna lo recibi? en agosto,2 en un momento en que se encontraba frente a un Congreso que se negaba a aprobar nuevas partidas de dine ro para financiar una guerra que nunca se emprend?a. Santa Anna estuvo a punto de utilizar el ultra reservado memor?n dum para presionar a los legisladores, pero el ministro brit? nico Charles Bankhead logr? convencerlo de las inconvenien cias de tal indiscreci?n, aunque no de aceptar la oferta brit?nica. Pocos d?as despu?s Santa Anna parti? a Manga de Clavo, de donde no se movi? hasta que estall? el levantamiento del general Mariano Paredes y Arrillaga en noviembre. Deci dido a someter a Paredes, el veracruzano se puso en camino y a su paso por la Villa de Guadalupe se detuvo del 12 al 21 de noviembre, adonde recibi? a cortesanos y pol?ticos. El ministro Bankhead aprovech? la ocasi?n para visitarlo y recor 1 Public Record Office (PRO), Londres, F050, 180, ff. 21.25. 2 PRO, F050, 175, ff. 203-205. This content downloaded from 146.83.173.14 on Sat, 15 Aug 2015 17:08:36 UTC All use subject to JSTOR Terms and Conditions http://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsp SANTA ANNA Y TEXAS 555 darle las reclamaciones pendientes y la cuesti?n de Texas. En la entrevista estuvo presente el ministro de Hacienda Anto nio Haro y Tamariz, quien puntualiz? las condiciones para el reconocimiento de Texas. La campa?a de Santa Anna contra Paredes result? en su desprestigio nacional al pisotear los derechos de la Asamblea Legislativa y el gobierno de Quer?taro. Esto, unido al inten to del gobierno interino de disolver al Congreso nacional, ori gin? que sus miembros, unidos al Ayuntamiento y elemen tos del poder judicial, desaforaran al presidente constitucional Santa Anna y al interino, Valent?n Canalizo, al que aprehen dieron junto con dos de sus ministros. De acuerdo con las Bases Org?nicas, se declar? presidente a Jos? Joaqu?n de Herrera. El presidente se empe?? en cumplir con el orden legal y resolver la cuesti?n de Texas. Los "decembristas", como se conoci? a los sostenedores del nuevo gobierno, esta ban convencidos de la imposibilidad de la reconquista de Texas, de manera que el ministro de Relaciones Exteriores, Luis Gonzaga Cuevas, utiliz? el memor?ndum de las condi ciones de Santa Anna como base para las negociaciones. Para entonces, el compromiso brit?nico se hab?a diluido y convertido en simple oferta de mediaci?n. No obstante, los decembristas intentaron aceptar los oficios del agente brit? nico en Texas, pero no extendieron el reconocimiento, pues el art?culo 89 de las Bases Org?nicas prohib?a al ejecutivo "enajenar, ceder, permutar o hipotecar parte alguna del terri torio de la Rep?blica' '. La proposici?n texana del 29 de marzo de 1845 solicitaba el reconocimiento, bajo el compromiso de no anexarse a ning?n pa?s y de someter a arbitraje los desa cuerdos. La contestaci?n mexicana, fechada el 19 de mayo, simplemente aceptaba el inicio de las negociaciones, sentan do las bases para su prosecuci?n. Esta lleg? a Texas m?s o menos al mismo tiempo que la oferta de "agregaci?n" a los Estados Unidos, por lo que fue rechazada por el senado texano el 21 de junio, evento que hizo inevitable la guerra con Esta dos Unidos. Los dos despachos de Bankhead que se presentan a conti nuaci?n muestran las condiciones aceptadas por Santa Anna en 1844 y c?mo ?stas sirvieron de base para que Cuevas acep This content downloaded from 146.83.173.14 on Sat,15 Aug 2015 17:08:36 UTC All use subject to JSTOR Terms and Conditions http://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsp 556 JOSEFINA ZORAIDA V?ZQUEZ tara las proposiciones texanas. Vale la pena insistir en que los decembristas no reconocieron la independencia sino s?lo presentaron sus condiciones para iniciar la negociaci?n. Los documentos traducidos forman parte de los despachos mexicanos del Foreign Office, custodiados en el Public Record Office. M?xico, noviembre 29, 1844* Mi Lord, El general Santa Anna pas? hace unos d?as por las cercan?as de M?xico,3 en camino para unirse a la divisi?n del ej?rcito que actuara contra el General Paredes. Yo estaba deseoso por muchas razones de verlo durante su paso y por tanto fui a Guadalupe, donde me recibi? su Excelencia. En otro despacho he informado a Su Se?or?a lo que entiendo que el Presidente intenta hacer respecto a diversos arreglos pecu niarios entre esta Rep?blica y los sujetos brit?nicos, durante esta crisis particular. Despu?s de algunas palabras, entr? en una larga discusi?n con el General Santa Anna sobre el estado de Texas y pude expo ner ante el presidente el punto de vista del gobierno de Su Majes tad, en forma clara, recapitulando el contenido del despacho del 30 de septiembre ?ltimo, que esa misma ma?ana hab?a comu nicado al ministro de relaciones exteriores, ya que sab?a que este ?ltimo lo someter?a al presidente. De la manera m?s sincera el general Santa Anna expres? que deseaba presentar a Su Se?or?a su intenci?n inalterable de man tener la relaci?n existente entre M?xico y la Gran Breta?a y su disposici?n de recibir cualquier consejo que por el bien del pa?s su Se?or?a estimara conveniente en ofrecer. A continuaci?n, Su Excelencia se enfrasc? con detalle en las dificultades de su presente posici?n, tanto en referencia a las ?lti mas comunicaciones de los Estados Unidos con respecto a Texas, como a la necesidad de someter la insurrecci?n estallada en Gua dalajara. Esto yo lo sab?a tan bien como ?l, por lo que estaba * PRO, F050, 177, ff. 76-85. 3 La Villa de Guadalupe. This content downloaded from 146.83.173.14 on Sat, 15 Aug 2015 17:08:36 UTC All use subject to JSTOR Terms and Conditions http://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsp SANTA ANNA Y TEXAS 557 preparado para la declaraci?n que ?l me har?a referente a que debido a las diferencias con el gobierno brit?nico, ?l renuncia r?a a cualquier intenci?n que hubiera tenido de invadir Texas y su deseo de comunic?rselo a Su Se?or?a. Entonces convergimos en la parte de la cuesti?n que se rela cionaba al reconocimiento mexicano de la independencia de Texas. Yo ya hab?a tenido el honor de mencionar a Su Se?or?a que ?ltimamente hab?a observado indicaciones de un deseo de arreglar esta cuesti?n, sin comprometer el amor propio de M?xico. Ahora puedo asegurar a Su Se?or?a el consentimiento del General Santa Anna a la medida en cuesti?n. Mientras discut?amos el punto, lleg? el ministro de hacienda y tom? parte en la conversaci?n. El presidente le mencion? en s?ntesis lo que intentaba someter a la consideraci?n de Su Se?o r?a y el se?or Haro redact? del dictado de Su Excelencia, en pre sencia m?a y del Se?or Doyle,4 las condiciones para que M?xi co consintiera en reconocer la independencia de Texas, de las que tengo el honor de trasmitir una copia, junto a su respectiva traducci?n. Con respecto al primer punto de la frontera de Texas, nunca que yo sepa se ha descrito en forma exacta. Los texanos recla man hasta el R?o Bravo, mientras los mexicanos consideran que la frontera debe ser el R?o Colorado. El pueblo de Matamoros est? situado inmediatamente en el lado mexicano de la ribera de dicho r?o, lo que sin duda induce a este gobierno a situar la frontera a distancia. En cuanto a la cuesti?n de compensaci?n, creo que en una ocasi?n anterior el gobierno de Texas hab?a hecho una oferta a trav?s del general Hamilton5 para comprar la buena volun tad de M?xico entregando a los due?os de bonos mexicanos en Inglaterra la cantidad que el pueblo de Texas estaba dispuesto a pagar por el reconocimiento de su independencia. La oferta la transmiti? el Foreign Office al se?or Pakenham6 en su des pacho 91 del 12 de diciembre de 1838 y 2 del 3 de enero de 1840. Con referencia a la garant?a de Gran Breta?a y Francia de 4 Percy Doyle, quien hab?a sido ministro interino hasta la llegada de Charles Bankhead. 5 Enviado texano ante las cortes de Francia y Gran Breta?a, fue quien logr? el reconocimiento de la Rep?blica de Texas. 6 Richard Pakenham fue ministro brit?nico en M?xico de 1827 a 1843 y despu?s pas? a representar a su pa?s en Estados Unidos. This content downloaded from 146.83.173.14 on Sat, 15 Aug 2015 17:08:36 UTC All use subject to JSTOR Terms and Conditions http://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsp 558 JOSEFINA ZORAIDA VAZQUEZ que, una vez reconocida, Texas no pueda traspasar cualquier frontera acordada entre ella y M?xico, y que las Californias, Nue vo M?xico y otras partes de la frontera norte tambi?n sean garan tizadas a M?xico, por supuesto que queda enteramente para dic tamen del gobierno de Su Majestad y de Su Excelencia. Lo mismo es v?lido para la parte de la segunda proposici?n que se refiere a la asistencia de los dos grandes poderes, en caso de que los Estados Unidos decidan llevar a cabo la propuesta anexi?n. El tercer punto se refiere a la promesa del presidente de sus pender toda operaci?n contra Texas. Con respecto a la cuarta proposici?n creo que en parte est? incluida en las intenciones el gobierno de Su Majestad y fue suge rida al presidente por algunas observaciones de Su Se?or?a al Memorandum entregado al se?or Murphy7 el Io de mayo ?ltimo. Al recibir esta propuesta del general Santa Anna, le asegur? a Su Excelencia que no perder?a tiempo en transmitirlos a Su Se?or?a, pero de ninguna manera compromet?a al gobierno de Su Majestad en ninguna observaci?n, solamente las tom? como referencia. Algunas de las condiciones parecer?n a Su Se?or?a de dif?cil ejecuci?n y en contradicci?n con la reconocida debilidad de este gobierno, pero en debido acuerdo con su autoconfianza usual. Creo que debemos recibirlos como un primer acuerdo de lo m?s que se puede obtener y que no dudo pueda modificarse en cier ta medida despu?s. Me permit? presionar al presidente sobre la absoluta necesi dad de que este arreglo preliminar se mantenga en secreto. Su Excelencia prometi? acceder a mi pedido y no he o?do que haya sido comunicado a ninguna persona de los que por desgracia lo rodean y no tienen otro inter?s, al ofrecer consejo, que mejorar su situaci?n y satisfacer sus fines personales. Tengo el honor de ponerme a sus ?rdenes con el mayor respeto. Charles Bankhead Puntos sobre los que puede convenir la Rep?blica Mejicana a las indicaciones de la Corona Brit?nica sobre el reconocimiento de Tejas en naci?n independiente. 7 Tom?s Murphy era el ministro mexicano ante la Gran Breta?a. This content downloaded from 146.83.173.14 on Sat, 15 Aug 2015 17:08:36 UTC All use subject to JSTOR Terms and Conditions http://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsp SANTA ANNA Y TEXAS 559 1. M?jico podr? ceder el terreno que ocupa y que hoy se lla ma Rep?blica de Tejas desde el r?o Colorado hasta el Sabina y marcar? a la vez los l?mites por la parte del interior. 2. En recompensa M?jico pide la indemnisaci?n correspon diente de este terreno, la garant?a de la Gran Breta?a y de Fran cia unidas, de que jam?s traspasar?n los l?mites que se demar quen bajo ning?n pretexto. As? mismo garantisaran las mismas naciones a M?jico, las Californias, Nuevo M?jico y dem?s fron teras del norte colindantes con los Estados Unidos, prebio el tra tado correspondiente. Si los Estados Unidos llevan a efecto la agregaci?n de Tejas a la Uni?n Americanala Inglaterra y la Francia ayudar?n a M?jico en la lucha que pueda producir, supuesto que M?jico (le) conviene en efectuar el conocimiento indicado en el art?culo Io. 3. Entre tanto la Inglaterra contesta sobre estos puntos, que se suplica a la mayor brevedad, M?jico suspender? las hostili dades a Tejas. 4. El gabinete Ingl?s a su actual ministro en M?jico o a otro le dar? todas las facultades para tratar y concluir este negocio. * M?xico, 29 de enero, 1845 Mi Lord,** El 17 ?ltimo tuve el honor de recibir el despacho de Su Se?o r?a No. 34, del 23 de octubre comentando la manera en que el presidente iba a tratar el memorandum confidencial relativo a los asuntos de Texas, una copia del cual acompa?aba el despa cho No. 30. Su Se?or?a debe saber que la revoluci?n estall? aqu? el 6 de diciembre y que aunque los miembros del nuevo gobierno han estado ocupados enteramente en objetos de primordial impor tancia para sus existencias pol?ticas, para tomar nota de los jus tos comentarios de Su Se?or?a y consecuentes con la intenci?n expresada del general Santa Anna de proseguir la guerra de Texas; los eventos subsecuentes e incluso el cambio de lenguaje del general Santa Anna sobre ese punto, fueron comunicados a Su Se?or?a hace tiempo. Desde que el presente gobierno se estableci?, he sido un obser * En espa?ol en el original. ** PRO, F050, 184, ff. 1-7. This content downloaded from 146.83.173.14 on Sat, 15 Aug 2015 17:08:36 UTC All use subject to JSTOR Terms and Conditions http://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsp 560 JOSEFINA ZORAIDA V?ZQUEZ vador atento de su lenguaje sobre el tema de Texas, en ocasio nes p?blicas y he notado, con placer, que el tenor ha sido mode rado y carente de todo tono altisonante militarista. Con todo, las circunstancias han obligado a colocar un ej?rcito de 22 000 hombres a la disposici?n inmediata del gobierno, aunque la ver dad que una guerra con Texas resulta de mal sabor para oficia les y soldados y de los 20 000 enviados desde aqu?, probable mente no m?s que un tercio llegar?n al r?o Bravo. Pero tantas tonter?as ha hecho el engre?do poder militar, que yo estaba ansio so de recibir alguna seguridad de que no exist?an intenciones de enviar estos regimientos con prop?sitos hostiles a Texas. Su Se?or?a sabe que la copia del memorandum del se?or Murphy est? en el Departamento de Estado y que en consecuen cia el se?or Cuevas8 tiene acceso a ella. Bajo tales circunstan cias pens? que ser?a correcto que se enterara tambi?n del conte nido del papel esbozado por el general Santa Anna, una copia del cual yo tuve el honor de enviarle con mi despacho 102 del 29 de noviembre, marcado como confidencial. De acuerdo con ello hace unos d?as le present? este papel al Secretario de Esta do, cuando le ped? a Su Excelencia que me permitiera transmi tir alguna seguridad a mi gobierno, por el presente paquete, de las intenciones pac?ficas de ?l y de sus colegas con respecto a Texas. En una conferencia que tuve ayer con el se?or Cuevas, me comunic? que hab?a sometido el papel que le hab?a dado a la consideraci?n del Presidente interino9 y de sus ministros. Me pidi? que me sirviera asegurar a Su Se?or?a el placer sincero que le causaba al Presidente el incansable inter?s que Inglaterra ha manifestado hacia M?xico y la presteza con que en todas las ocasiones ha dado pruebas de la existencia de tal sentimiento. El se?or Cuevas me pidi? que le proveyera de cualquier ins trucci?n que recibiera sobre la materia, de manera que le relat? a Su Excelencia la sorpresa con que el gobierno de Su Majestad hab?a visto el intento del general Santa Anna de revelar el con tenido del Memorandum, aunque le asegur? que el gobierno de Su Majestad ten?a a?n el mismo inter?s en la independencia de Texas, a pesar de la intenci?n reiterada del general Santa Anna de invadir ese pa?s. 8 Luis Gonzaga Cuevas, ministro de Relaciones Exteriores de diciem bre de 1844 a agosto de 1845. 9 Jos? Joaqu?n Herrera. This content downloaded from 146.83.173.14 on Sat, 15 Aug 2015 17:08:36 UTC All use subject to JSTOR Terms and Conditions http://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsp SANTA ANNA Y TEXAS 561 Sobre este ultimo punto puedo informarle a Su Se?or?a que Su Excelencia ha abandonado ya tal posici?n. El se?or Cuevas me dijo que el presente gobierno pod?a dar una seguridad sobre tal punto, en su presente posici?n, pues el Presidente Interino lo hab?a instruido decirme, para la informaci?n de Su Se?or?a, que no exist?a ning?n intento hostil en contra de Texas y que yo deb?a comprender que esta demora la causa la indecisi?n del presente gobierno y no los deseos de ?l y sus colegas, que los obligan a no hacer de inmediato una afirmaci?n m?s formal o incondicional. Yo conf?o en que el presente gobierno pueda permanecer y creo que la duda tan agudamente expresada por el se?or Cue vas, deriva de lo nuevo de su posici?n m?s que de un temor real de ser derribado. El agreg? que no ten?a esperanzas de obtener un reconocimiento de la independencia de Texas del Congreso sin que al mismo tiempo ?l pudiera asegurar a ese cuerpo que el esquema contaba con la sanci?n previa y el apoyo de los gobier nos brit?nico y franc?s ?que ?l no ten?a dudas de que pertre chado con tal seguridad, la influencia que el gobierno presente tiene en las C?maras pudiera emplearse, con ?xito, para obte ner el reconocimiento? y me asegur? que se emplear?a todo el peso del gobierno para ello. El se?or Cuevas tiene raz?n en suponer que el solo reconoci miento mexicano de Texas de ninguna manera detendr?a a los designios de Estados Unidos sobre ese pa?s sino que, para tener validez la declaraci?n, debe asegurarse estar sostenida y con el apoyo de Inglaterra y Francia. El se?or Cuevas tambi?n expres? el deseo de M?xico de que en cualquier arreglo que se hiciera con Inglaterra y Francia se introdujera alguna provisi?n para abolir la esclavitud en Texas. Las observaciones que me hizo Su Se?or?a en Inglaterra sobre este aspecto de la cuesti?n me impidi? a hacer otra observaci?n al respecto que decir que Su Excelencia sab?a que Gran Breta?a nunca hab?a dejado de tener el m?s vivo i iteres en la abolici?n del comercio de esclavos. Cuando estuvo por aqu?, el general Greene me dijo que no pensaba que el asunto de la anexi?n fuera decidido en Washing ton durante la presente sesi?n del Congreso que debe terminar el 4 de marzo y el general Almonte, el ministro mexicano en los Estados Unidos, ha transmitido a su gobierno esta misma convicci?n. Esto da tiempo para reflexionar. Le insinu? al se?or Cuevas que el ministro franc?s ?puesto This content downloaded from 146.83.173.14 on Sat, 15 Aug 2015 17:08:36 UTC All use subject to JSTOR Terms and Conditions http://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsp 562 JOSEFINA ZORAIDA V?ZQUEZ que se iba a pedir la ayuda de su gobierno tanto como el de la Gran Breta?a? deb?a ser puesto al tanto de nuestra entrevista y ante mi sorpresa ?l me dio a entender que no cre?a que fuese necesario, puesto que el gobierno franc?s recientemente hab?a expresado al ministro mexicano en Par?s el profundo inter?s que Su Majestad ten?a en la cuesti?n, pero que como el Bar?n de Cyprey no le hab?a hablado sobre la materia, ?l no se sent?a incli nado a iniciar una discusi?n con Su Excelencia. Debo mencionar a Su Se?or?a que yo no comunique al se?or de Cyprey el contenido del papel que me dio el general Santa Anna, por el temor de que la creciente mala voluntad que ya exist?a entre ellos pudiera predisponer al primero de participar activamente en cualquier asunto en el cual el Presidente estu viera comprometido personalmente. Puede que est? muy equi vocado al hacer tal suposici?n, pero as? pens? en ese momento, y los eventos posteriores han probado que mis temores no eran aventurados.Sin embargo, aprovechar? cualquiera oportunidad que se ofrezca para hablar del asunto en forma general con el ministro franc?s, poni?ndolo al tanto de los puntos de vista del presente gobierno con respecto a Texas y dej?ndole la decisi?n de hablar con el se?or Cuevas, seg?n lo estime conveniente. Yo humildemente conf?o en que Su Se?or?a no desaprobar? el paso que consider? correcto tomar, para enterarme de cuales eran los puntos de vista del presente gobierno sobre esta impor tante cuesti?n. Mi petici?n fue hecha llana y sin reservas al Secre tario de Estado y tengo la satisfacci?n de agregar que fue recibi da por Su Excelencia con toda clase de seguridades de buena voluntad y que ?l mismo expres? que no s?lo estaba ansioso de saber que el inter?s que la Gran Breta?a hasta ahora ha tenido hacia M?xico, especialmente en este punto, no ser? retirado. Yo quisiera asegurar a Su Se?or?a, que al recibir esta expli caci?n, no compromet?, en la m?s remota forma a Su Se?or?a o al gobierno de Su Majestad en cualquier l?nea de conducta, sino que, de manera expresa, le expres? a Su Excelencia que hablaba enteramente en forma personal. Charles Bankhead This content downloaded from 146.83.173.14 on Sat, 15 Aug 2015 17:08:36 UTC All use subject to JSTOR Terms and Conditions http://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsp Article Contents p. 553 p. 554 p. 555 p. 556 p. 557 p. 558 p. 559 p. 560 p. 561 p. 562 Issue Table of Contents Historia Mexicana, Vol. 36, No. 3 (Jan. - Mar., 1987), pp. 405-584 Front Matter La mortalidad adulta en una parroquia rural novohispana durante el siglo XVIII [pp. 405-442] Evolución demográfica de una parroquia de la Puebla de los Ángeles, 1660-1800 [pp. 443-464] Capitalismo y trabajo en los bosques de las tierras bajas tropicales mexicanas: el caso de la industria del chicle [pp. 465-505] Don Valentín Gómez Farías, su formación intelectual [pp. 507-525] Kaerger: peonaje, esclavitud y cuasiesclavitud en México [pp. 527-551] Testimonio Santa Anna y el reconocimiento de Texas [pp. 553-562] Reseña Review: La medicina en el virreinato [pp. 563-571] Examen de Libros Review: untitled [pp. 573-575] Review: untitled [pp. 575-579] Review: untitled [pp. 579-581] Review: untitled [pp. 582-584] Back Matter
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