Logo Studenta

Lectura sem 5 LA VERDAD

¡Estudia con miles de materiales!

Vista previa del material en texto

Página6
 DEPARTAMENTO ACADÉMICO DE HUMANIDADES
FILOSOFÍA DE LA CIENCIA 
 
LA VERDAD
I. DEFINICIÓN DE VERDAD. 
Según García (2004) la verdad es la correspondencia entre el conocimiento y el objeto. La verdad, por tanto, es una relación o resulta de una relación; por un lado, está el objeto y por el otro la imagen grabada en el sujeto.
Hay verdad si coinciden las cualidades registradas por el sujeto con las cualidades propias del objeto. Por ejemplo, si el objeto tiene las cualidades a, b, c, d, e, la imagen correspondiente tendrá las cualidades a, b, c, d, e. Por el contrario, habrá falsedad si el objeto tiene las propiedades t, x, y, z; porque evidentemente entre objeto e imagen no hay correspondencia; ninguna de las cualidades del objeto ha sido captada por el sujeto.
El problema crucial de la verdad está en su naturaleza relacional. La relación entre imagen y objeto está erizada de dificultades.
La relación puede no darse y pensarse que se ha dado. Por ejemplo, cuando se creía que la tierra era plana y se decía la tierra es plana. Propiamente, se le estaba atribuyendo una cualidad que no corresponde.
La relación puede darse parcialmente. Por ejemplo, el conocimiento de algunos de nuestros amigos, de quienes no estamos seguros de cómo van a reaccionar ante algunas situaciones. Esto significa que sólo conocemos parte de la manera de ser de nuestros amigos; pero que no lo conocemos totalmente.
La posibilidad de la coincidencia depende del modo cómo se establezcan los términos de la relación; siempre se estará oscilando entre los extremos de lo verdadero y lo falso. (págs. 84 y 85).
II. DEFINICIONES RELACIONADAS CON LA VERDAD
a. Creencia
Una creencia es un modelo creado por la mente para satisfacer un deseo, generalmente sobre un hecho (real o imaginario); del cual se desconoce o no se acepta una alternativa o respuesta racional. En una creencia todos aquellos individuos que compartan dicho deseo darán por buena una proposición y actuarán como si fuese verdadera (aunque no lo sea), recopilando y acumulando en su saber lo que se denomina dogma y definiendo una moral necesaria para poder sostener dichos dogmas. Es por ello el fundamento de la tradición.
Aunque en el lenguaje común no suele tenerse en cuenta esta distinción sin embargo conceptualmente conviene diferenciar la creencia de la opinión y de la ideología sobre todo en los contextos que tienen como referente la verdad del conocimiento.
En las creencias, las fuentes de las que provienen son variadas:
· Externas, cuando se originan en explicaciones dadas por la gente para la comprensión de ciertos fenómenos. 
· Internas, cuando surgen del propio pensamiento y convicciones. 
Una creencia puede tener o no base empírica. Por ejemplo, las creencias religiosas, al ser basadas en dogmas, no suelen tener base empírica; lo que las hace opuestas a la ciencia, que se construye a partir de datos obtenidos mediante el método experimental o a través de cálculos precisos.
b. Honestidad
La honestidad es una cualidad humana consistente en comportarse y expresarse con coherencia y sinceridad, y de acuerdo con los valores de verdad y justicia. En su sentido más evidente, la honestidad puede entenderse como el simple respeto a la verdad en relación con el mundo, los hechos y las personas; en otros sentidos, la honestidad también implica la relación entre el sujeto y los demás, y del sujeto consigo mismo.
La cualidad de la honestidad es aplicable a todos los comportamientos humanos. No se puede, por ejemplo, decidir obviar información útil respecto a determinada decisión, y sin embargo defender que dicha decisión ha sido tomada con honestidad. Basar las propias decisiones en los deseos y no en la información reunida con respecto al mundo puede ser considerado deshonesto, incluso cuando se realiza con buenas intenciones. La honestidad requiere por lo tanto un acercamiento a la verdad no mediatizado por los propios deseos.
Dado que las intenciones se relacionan estrechamente con la justicia y se relacionan con los conceptos de "honestidad" y "deshonestidad", existe una confusión muy extendida acerca del verdadero sentido del término. Así, no siempre somos conscientes del grado de honestidad o deshonestidad de nuestros actos: el auto-engaño hace que perdamos la perspectiva con respecto a la honestidad de los propios actos, obviando todas aquellas visiones que pudieran alterar nuestra decisión.
En la filosofía occidental, Sócrates fue quien dedicó mayor esfuerzo al análisis del significado de la honestidad. Posteriormente, dicho concepto quedó incluido en la búsqueda de principios éticos generales que justificasen el comportamiento moral.
c. Evidencia
Suceso natural que corrobora una conclusión. La realidad está formada por evidencias. Existen diferentes niveles de evidencias: Las evidencias sintomáticas son aquellas que estimulan cualquiera de nuestros sentidos, y las evidencias psicosomáticas son aquellas que necesitan de persuasión por medio del uso de la razón, para que esta pueda evidenciarlo como algo básico.
· Ejemplo de evidencia sintomática: Las leyes de la termodinámica estimulan nuestro sentido del tacto cuando nos ponemos morenos al sol. 
· Ejemplo de evidencia psicosomática: La relatividad hace evidente a quienes conocen y saben observar el cosmos, la existencia de materia sin que sea directamente detectada. 
Además de considerar tipos de evidencia como lo son para los abogados, las declaraciones o para los criminalistas los cabellos en una escena del crimen
d. Duda
La duda constituye un estado de incertidumbre y un límite a la confianza o la creencia en la verdad de un conocimiento. Su contrapuesto es la certeza.
Puede proyectarse en los campos de la decisión y la acción, o afectar únicamente a la creencia, a la fe o a la validez de un conocimiento. Si le antecede una "verdad" convencionalmente aceptada, la duda implica inseguridad en la validez de ésta.
Lo característico de la duda es la suspensión de la decisión en orden a la acción o de la afirmación de una proposición respecto a un conocimiento respecto a su validez como verdadero.
Cuando la duda se acepta como ignorancia puede ser fuente de conocimiento por el estudio y la crítica.
III. TEORÍAS DE LA VERDAD:
Vamos a entender por teorías de la verdad los diversos intentos que se han producido a lo largo de la historia de la filosofía de definir, explicar y comprender en qué consiste la verdad. Vamos a centrarnos en cuatro de las teorías más significativas sobre la verdad.
a. Verdad como autenticidad 
	Constituye el planteamiento platónico sobre la verdad. Esta existe en sí y por sí, es pre-existente, absoluta y universal, por tanto, y por ello debe descubrirse. Estamos ante el concepto de aletheia. La verdad se refiere a la estructura de la realidad, de ahí su consideración metafísica. 
	Conocer una cosa consistirá en descubrir su esencia a partir de su apariencia, que es lo que se nos presenta. Se afirma, entonces que algo es verdaderamente lo que es cuando su aspecto o apariencia manifiesta lo que es o su esencia. A esta adecuación entre el ser de algo y su apariencia la llamamos autenticidad que se convierte entonces en el patrón de medida de la verdad.
b. La verdad como correspondencia o adecuación: Esta teoría nos proporciona la estructura básica de la verdad, que las demás teorías también mantienen. La formulación clásica la proporcionó Aristóteles: “Decir de lo que es que no es, eso es falso; decir de lo que es que es, es verdadero” (Metafísica, IV, 7). En esta fórmula están contenidos, los elementos que intervienen en el acto de conocer:
· Lo que es: el objeto.
· El decir: el sujeto y su representación del objeto.
	La verdad se entiende como una relación especial de “ajuste” entre los dos elementos mencionados a la que se denomina “correspondencia” o “adecuación”. Éste es el concepto que espontáneamente nos formamos de la verdad: la concordancia entre lo que se dice de algo y lo que ese algo es.
	Esta correspondencia no puede ser material, porque los objetos no entranen nosotros al ser conocidos, sino que es una correspondencia formal, dado que se establece entre la representación que nos hacemos del objeto (el concepto) y el objeto mismo. En la filosofía contemporánea se habla de la correspondencia que se establece entre los hechos y la estructura lingüística formal que los expresa (la proposición).
c. La verdad como éxito (Teoría pragmática)
	El pragmatismo acepta la teoría de la adecuación, pero la interpreta introduciendo la dimensión práctica, es decir, tomando en consideración la utilidad de los enunciados para resolver los problemas vitales, cosa que no hace la teoría clásica de la adecuación. 
	William James (1842-1910) es uno de sus más destacados representantes. Entiende James por “adecuación” el servir para un determinado fin, o que funciona de modo conveniente en un cierto contexto, o que es útil para un propósito, como cuando decimos “esta moto es adecuada para hacer motocross”. Adecuación es por consiguiente adaptación: un enunciado es verdadero si funciona como instrumento útil y eficaz, es un instrumento adecuado, para resolver problemas o para satisfacer necesidades.
	Ahora bien, como la verdad está referida a la práctica, es siempre provisional, porque lo que funciona o es útil (es decir, lo que es verdadero) en un momento determinado, deja de serlo en otro. Se trata, por tanto, de una concepción dinámica de la verdad, porque ésta no constituye una propiedad adquirida de una vez por todas, sino que es consecuencia de un proceso: una idea se “verifica”, esto es, se hace verdadera, si la acción va mostrando su utilidad o su eficacia. Así, afirma James: “Se puede decir de ella que es útil porque es verdadera, o que es verdadera porque es útil. Ambas frases significan exactamente lo mismo”.
	Utilidad significa, por un lado, operatividad en la resolución de problemas; en este sentido, verdad se aproxima a “éxito en la acción”. Por otro lado, utilidad significa también consecuencias beneficiosas, de suerte que “la retribución que aportan las ideas verdaderas es la única razón para seguirlas”. En este sentido, verdad se acerca a gratificación. “La verdad en la ciencia es lo que nos da la máxima suma posible de satisfacciones, incluso de agrado, pero la congruencia con la verdad previa y con el hecho nuevo es siempre el requisito más imperioso” (William James, Pragmatismo).
d. La verdad como consenso (Teoría consensual)
	Esta teoría defendida por Peirce, Apel y Habermas entre otros, destaca la necesidad del diálogo como marco para ir descubriendo cooperativamente la verdad de las proposiciones.
	En realidad, cuando decimos que tenemos algo por verdadero estamos dando a entender que creemos tener razones suficientes para convencer a otros interlocutores de la verdad de la proposición, siempre que podamos dialogar libremente sobre ello, sin presiones externas a la búsqueda misma de la verdad.
Por eso, las personas que tienen afán de verdad están dispuestas a dialogar con otras, sin coacciones, sin trampas, para comprobar si pueden llegar a suscitar la adhesión de los demás interlocutores, si pueden generar un consenso en torno a lo que tienen por verdadero.
Los argumentos que se aducen en ese diálogo pueden proceder de distintas formas de comprobar la verdad: correspondencia, coherencia, utilidad, pero lo que se trata de descubrir en él es si son capaces de generar el consenso de la comunidad de interlocutores, de tal forma que tengan el enunciado en cuestión por verdadero. Así funcionan, a fin de cuentas, las comunidades científicas que buscan cooperativamente la verdad.
Ahora bien, el consenso no es un criterio de verdad, porque los interlocutores pueden equivocarse o carecer de información relevante. Por eso las verdades científicas son siempre revisables.
La aportación básica de esta teoría consiste en mostrar que los seres humanos no tenemos otra forma de acceder a la verdad que no sea aduciendo razones y escuchando las de otros, con la pretensión de alcanzar un consenso lo más amplio posible acerca de lo que tenemos por verdadero.
IV. EL PROBLEMA DE LA VERDAD
Existen tres formas clásicas de negación de la verdad, las cuales son agnosticismo, escepticismo y relativismo. Claro está, estas negaciones tienen bases y justificaciones diferentes. 
a.	‘Agnosticismo’, del griego agnostos, de agnoein, -no saber, ignorar-, es un término acuñado por Thomas Henry Huxley en 1869, para diferenciar su sistema de ideas del de los metafísicos, que mantenían poder probar la existencia de Dios o sostenían la racionalidad de la fe. En general, supone la afirmación de que no hay que creer en aquello para lo cual no existen suficientes pruebas. En sentido estricto, suele entenderse como la afirmación de que no es posible afirmar racionalmente la existencia de Dios ni su no existencia.
b.	‘Escepticismo’ del griego skeptomai, investigar atentamente, o simplemente de skeptesthai, investigar. Concepción en teoría del conocimiento que sostiene, en principio, que la mente humana no es capaz de justificar afirmaciones verdaderas. Un escepticismo extremo o absoluto sostendría que no existe ningún enunciado objetivamente verdadero para la mente humana, o la imposibilidad total de justificar afirmaciones verdaderas. El escepticismo moderado o relativo sostiene que son pocos los enunciados objetivamente verdaderos, o bien establece dudas razonadas sobre la capacidad de la mente humana de poder conocer las cosas y, por lo mismo, la somete a examen. 
c.	‘Relativismo’, -del latín relativus, relativo, de referre, que es llevar algo a su punto de partida- es aquella afirmación de que todo conocimiento o todo valor moral dependen esencialmente del punto de vista del sujeto que los tiene. Hay relativismo cuando la dependencia del punto de vista subjetivo es total. Sus dos especies clásicas son el relativismo epistemológico y el relativismo ético. El primero defiende que no hay verdades universalmente válidas e independientes de la apreciación de los sujetos; el segundo niega que existan normas morales universalmente válidas. La consecuencia es que tanto el mundo del conocimiento como el de la moral dependen de diversos condicionamientos, que pueden ser el individuo, la sociedad o la cultura, ya sea en el aspecto psicológico, sociológico o histórico.
Comparado con el escepticismo, el relativismo afirma menos. El escepticismo afirma que no hay verdades o, si las hay, son escasas. El relativismo sostiene que las verdades tienen un valor relativo al -en dependencia con el- sujeto. El relativismo se distingue del subjetivismo en que éste establece una dependencia directa entre el conocimiento o el valor y la consideración del sujeto; mientras que el relativismo hace depender el conocimiento o el valor de factores externos al sujeto. 
En la sociedad de la información, en la época actual, el problema de la verdad es más acuciante que nunca. Existen muchos medios de comunicación e información, donde Internet, quizá la tecnología de la información más importante de nuestro tiempo, tiene un especial protagonismo. Estamos inundados de información, y en teoría, hay una enorme facilidad para acceder a ella; sin embargo, no tenemos ninguna seguridad acerca de la veracidad de la mismas, ni podemos entender demasiado bien el por qué se seleccionan determinadas noticias, mientras que muchos otros hechos son ignorados. ¿Qué criterios siguen esas selecciones? ¿De qué modo se elabora la información que nos permita valorar su veracidad? En esta época el saber es tan inabarcable que cada parcela de las especializaciones es un compartimento estanco opaco para los legos en la materia en cuestión, y donde comprobar la veracidad de las informaciones procedentes de los distintos campos del saber muchas veces no puede ir más allá de los argumentos de autoridad y de la impenetrabilidad de las afirmaciones ex catedra.
Desde luego, la problematización de la verdad llega más lejos cuando desde determinados ámbitos se defiende la posesión de una verdad absoluta, en muchos casos excluyente, y algunos otros,incluso defendiéndose a modo de imposición o ejerciendo algún tipo de violencia, ya sea una violencia ejercida directamente o una violencia discursiva, intolerante, represora.	
Referencia bibliográfica:
Bonilla L. (2018), Hacia una filosofía de la ciencia
Doñate, Isabel et al. (2002). Introducción a la filosofía. Madrid: Biblioteca Nueva.
García, Sixto y Rosales (2004). Filosofía. 7ma edición. Lima: Monterrico.

Otros materiales