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I nvest igaciones Fenom enológicas, n. 15, 2018, 293-299 
e- ISSN: 1885-1088 
 
I nvest igaciones Fenom enológicas, n. 15, 2018 
 
 
 
M.ª CARMEN LÓPEZ SÁENZ, La herm enéut ica filosófica de 
H.- G. Gadam er en busca de la verdad , Madrid, 
Dykinson, 2 0 1 8 , 2 0 8 pp. 
 
 
Kilian Lavernia 
Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) 
k lavern ia@fsof .uned.es 
 
 
 
La herm enéut ica filosófica de H.-G. Gadam er en busca de la verdad es el 
últ im o libro de la profesora Mª Carm en López Sáenz, catedrát ica de Filosofía de 
la UNED. La autora, reconocida experta en la obra del pensador m arburgués, 
propone un exhaust ivo recorr ido por la hermenéut ica filosófica, por sus núcleos 
programát icos, sus conceptos y categorías centrales, así com o por sus antece-
dentes teór icos y sus diferentes crít icos. Sin em bargo, la or iginalidad de su apro-
ximación y el elem ento dist int ivo de este acceso deben ident ificarse en el hilo 
conductor de la verdad. A m odo de hilo de Ar iadna, el libro propone una inter-
pretación de los diferentes niveles a t ravés de los cuales la búsqueda de la verdad 
en su doble dim ensión teór ico-práct ica se convierte en una clave de bóveda irre-
nunciable para explicitar y art icular internamente la propia filosofía gadam eriana. 
Precisam ente porque no hay en Gadam er “una teoría de la verdad, pero sí una 
constante referencia a ella” (p. 163) , el despliegue del hor izonte de la pregunta 
por la verdad se halla en el foco de este recom endable estudio dividido en ocho 
capítulos que, lejos de verse com o com part imentos estancos, configuran una in-
terpretación orgánica donde la or ientación hacia la verdad hermenéut ica va 
em ergiendo una y ot ra vez desde el pr ism a abierto y dialógico del pensar gada-
m eriano. 
Por la formación fenom enológica de la autora —gran conocedora de la obra 
de Husser l y Merleau-Ponty— convendría destacar de ent rada que el pr incipal 
centro de gravedad para dialogar con la herm enéut ica filosófica no es, en pr im era 
instancia, la habitual filiación heideggeriana. Obviam ente no desat iende en 
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ningún m om ento la importancia del análisis de la est ructura ontológica del com -
prender com o m odo or iginar io de ser, tal com o el propio filósofo m arburgués 
reconoció en tantas ocasiones en deferencia a Heidegger. Sin embargo, la m irada 
de López Sáenz en el pr im er capítulo “La génesis de la herm enéut ica filosófica” 
(pp. 17-47) ant icipa ya, de manera programát ica, “ la presencia de un hor izonte 
fenom enológico” (p. 19) , de ahí que pr ior ice reevaluar sobre todo esa herencia 
husser liana que, part iendo de la cr ít ica compart ida al objet ivism o y al psicolo-
gism o, subyace en muchos presupuestos de la filosofía gadam eriana. Tal es el 
caso, entre ot ras claves, de la asunción de la Lebenswelt en cuanto condición de 
hor izonte de toda exper iencia (pp. 22-26) , pero también la del concepto de in-
tencionalidad, si bien en Gadam er será comprendida de form a horizónt ica y re-
lacional, así com o “dest itución de la conciencia absoluta y com o apertura al 
mundo” (p. 26) . Así pues, más allá de sus diferencias sobre el lugar de la per-
cepción pura, del olvido o no del cuerpo o de la cent ralidad del fenóm eno del 
lenguaje, la comunión de fondo entre fenom enología husser liana y herm enéut ica 
gadam eriana se cifraría en el abordaje descript ivo (y no norm at ivo) de esa ex-
per iencia que conduce a “ la auto-presentación de las cosas m ism as en su verdad, 
o sea en la evidencia en la que se cum ple la com prensión” (p. 27) . La verdad que 
habita en el m undo de la vida em ergería en am bos casos com o or ientación a las 
cosas m ismas, y no a las cosas posit ivizadas y absolut izadas por una lógica pre-
dicat iva basada en la verdad enunciat iva; en ambos casos, el carácter interroga-
t ivo de dicha or ientación reflejaría ese m om ento dialéct ico donde lo intencionado 
y lo dado en Husser l, o la pregunta y la respuesta en Gadam er, convergen en la 
convicción filosófica de que “ toda comprensión proporciona a la percepción un 
significado que no está est r ictam ente contenido en ella” (p. 30) . En consecuencia, 
la est ructura de la percepción teor izada por Husser l —donde la ant icipación del 
objeto intencional es condición de posibilidad de la apar ición de este— configu-
raría para López Sáenz ese suelo no suficientem ente explicitado sobre el que se 
asienta, a su vez, la descr ipción del comprender gadam eriano en general, y, en 
part icular, la ant icipación tácita de la unidad del sent ido de lo que com prendem os 
en vir tud de toda fusión hor izónt ica. 
Concebida com o una de las muchas aplicaciones de la fenom enología al pre-
sente, no puede sorprender que el segundo capítulo “Herm enéut ica de la objet i-
vidad cient ífica” (pp. 49-63) incida en qué sent ido una de las dim ensiones her-
m enéut icas de la exper iencia dialéct ica de la verdad, com prendida com o 
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evidencia de un sent ido que se nos abre y precede al acontecim iento en el que 
se nos revela el ente, se dir ige contra la aspiración hegeliana de un saber abso-
luto y contra el m etodologism o y el deduct ivism o imperantes en la objet ividad 
cient ífica. Com o en Husser l, Gadam er amplía con creces ese “ rechazo de la con-
cepción dogmát ica de la exper iencia cient ífica que pretende ofrecer la Verdad 
m isma” (p. 51) . Ahora bien, su crít ica a los lím ites de la ciencia m oderna y sus 
verdades enunciat ivas se art iculará sobre todo a part ir de la superación de la 
diltheyana dicotom ía entre explicar y com prender, no para fundam entar una m e-
todología propia de las ciencias del espír itu, sino para superar la desde una con-
cepción em inentem ente ontológica donde la universalidad de la herm enéut ica 
aspira a vincular la ciencia con nuest ra experiencia total del mundo, inseparable 
esta de la situación existencial concreta (p. 53) . Por todo lo dicho hasta el m o-
m ento, la autora ofrece así una pr im era definición provisional de verdad, a part ir 
de la cual se ant icipan ya las futuras líneas de fuga a t ratar: “ la noción gadam e-
r iana de verdad se caracter iza por t res rasgos interconectados: su ínt im a relación 
con la com prensión, su carácter em inentemente histór ico y su índole dialógica” 
(p. 54) . 
En el tercer capítulo ( “Com prensión de la verdad y verdad de la com pren-
sión” ) , es la noción de com prensión la que asum e el rol de hilo conductor para 
desarrollar las conocidas nociones de interpretación (pp. 65 s.) , de diálogo y de 
juego (pp. 67-73) , así com o la subsiguiente reevaluación filosófica del texto (pp. 
73-78) com o experiencia de finitud t ransform adora donde se juega la part icipa-
ción en una determ inada t radición. O dicho con m ayor r igor: el encuent ro de 
nuestra relación interrogat iva con el ser y el com prender. Fiel a su convicción, 
tanto platónica com o husser liana, de que sólo la palabra resucitada (hablada o 
leída) present ifica las huellas de la vida humana alienadas por la m ater ialidad de 
la escr itura, esta “ fenom enología de la interpretación de la exper iencia y del pen-
sar” (p. 73) se dir igir ía en Gadam er hacia una or ientación del texto en sent ido 
amplio, a fin de aquilatar no sólo la convicción de que “comprender es entenderse 
uno con ot ro sobre la cosa m ism a” (p. 77) , sino tam bién el comprom iso de bús-
queda y formación act ivas de una verdad acordada desde nuestro presente. Tal 
es, por lo dem ás, el hor izonte heuríst ico y regulat ivo de la llam ada “ant icipación 
de la perfección” , que en cuanto presuposición form al que posibilitala com uni-
cación puede ser leída también com o una ant icipación de la verdad en sent ido 
t ranscendental dist inta de aquella que, com o las propuestas de Haberm as o Apel 
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(pp. 80-83) , busca subordinarse todavía a la cuest ión de su validez y sus cr iter ios 
y, en últ im a instancia, a un determ inado m arco normat ivo. En este sent ido, cree-
m os con la autora que esta expectat iva t ranscendental de la verdad supone to-
davía hoy una valiosa herencia kant iana para seguir pensando el proyecto (polí-
t ico) ilust rado desde la finitud de la comprensión m ism a. 
El cuarto capítulo t itulado “La lingüist icidad de la exper iencia de la verdad” 
(pp. 85-108) amplía esta art iculación teór ica ahondando, sin em bargo, en la de-
r ivada decisiva del lenguaje. Al concebir lo com o Medium y no com o m ero inst ru-
m ento de comunicación, la herm enéut ica filosófica asum e y radicaliza cierta-
m ente la heideggeriana com prensión del lenguaje com o lingüist icidad, es decir, 
com o dim ensional esencial del ser humano en la que se nos da un m odo pr imario 
de exper im entar el mundo. Ahora bien, dado que la comprensión ónt ica y onto-
lógica del lenguaje y la universalidad de la lingüist icidad son temas gadam erianos 
tan conocidos com o frecuentem ente atacados, López Sáenz va dialogando al 
m ism o t iem po con aquellas objeciones clásicas (absolut ización del lenguaje, re-
lat ivism o lingüíst ico, ausencia de dim ensión práct ica y de su función representa-
t iva, etc.) que perm iten contrastar, a su vez, los pilares en los que se asienta la 
programát ica universalidad de la dim ensión herm enéut ica. De este m odo es sub-
rayada, por ejem plo y de manera destacada, la interrelación entre lenguaje y 
razón, lingüist icidad y racionalidad, que la autora considera de raigambre feno-
m enológica (pp. 86 s.) . Tampoco debem os olvidar, asim ism o, el vínculo entre 
lenguaje y diálogo en dirección a la verdad (pp. 95-102) , pues sólo allí em erge 
la aprehensión del cam ino m ism o del logos com o “portador de la verdad” (p. 98) , 
esto es, aquella exper iencia lingüíst ica del mundo que se realiza com o “diálogo 
interno que som os y en el diálogo ant icipado por ot ros” ( ibid.) . Con ello Gadam er 
habría rat ificado el agotam iento de la pr im acía gnoseológica de la relación sujeto-
objeto para descr ibir , nombrar y const ruir el mundo, pero también habría rede-
finido en térm inos fenom enológicos la correspondencia entre palabra y cosa, así 
com o la com prensión de la verdad com o m era presencia o correspondencia con 
la realidad. A fin de cuentas, la dialéct ica entre realidad y el lenguaje superaría 
definit ivam ente la relación representación-adecuación de los signos con las cosas 
en favor del discurso en el que se manifiesta la cosa. En la m edida en que el 
verdadero ser del lenguaje rem ite a aquel t ipo de diálogo que es característ ico 
de la finitud de los seres lingüíst icos, la verdad que se hace lenguaje sería siem -
pre un “ logos intersubjet ivo” (p. 99) que, empoderado com o sujeto autént ico del 
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diálogo herm enéut ico, perm ite la exper iencia de lo verdadero com o experiencia 
de pertenencia y de part icipación en el lenguaje “com o lugar de la m ediación 
total de la existencia” (p. 100) . 
El capítulo quinto, “Razón herm enéut ica” (pp. 109-124) , se abre con un re-
cordator io muy pert inente en relación a la obra de Gadam er en part icular, pero 
tam bién respecto de la filosofía en general: “ I nvest igar la verdad herm enéut ica 
es, al m ism o t iempo, estudiar qué t ipo de racionalidad prevalece en ella, dado 
que la verdad y razón son la cara y la cruz de una m ism a m oneda” (p. 108) . Así, 
arm ada con buenos argum entos, la autora despliega, por un lado, las caracterís-
t icas reflexivas de una razón herm enéut ica que es siem pre histór ica y autocrít ica, 
o m ejor dicho, que “vive de razones histór icas que se van haciendo en el diálogo 
interpretat ivo y en la com prensión que este lleva im plícita” (p. 111) ; por el ot ro, 
estos rasgos son vinculados con acierto a la teleología fenom enológica de la ra-
zón, ese telos de la racionalidad husser liano, aunque el desarrollo de ese ideal 
regulat ivo sería inseparable ya, para el filósofo marburgués, de la asunción de 
nuestra finitud y nuestra histor icidad. En esta m ism a línea, los conceptos herma-
nados de Bildung (pp. 113 s.) y de sensus comm unis (p. 114) subrayan el lugar 
de la form ación para desarrollar un t ipo de autoconciencia de raigam bre hum a-
nista que se eleve de la situación part icular a la universalidad concreta que, al 
realizarse y react ivarse com o fusión de hor izontes, funda tam bién un sent ido 
para la comunidad y lo comunitar io, el cual preserva las diferencias y revela 
nuestros lím ites. De ahí que el im pulso ét ico juegue un papel central en la her-
m enéut ica filosófica, tal com o se desprende de la conocida reinterpretación ga-
dam eriana tanto de la praxis com o de la phronesis aristotélica (pp. 116-122) . 
Entendida com o sabiduría práct ica acerca de las acciones (polít icas) , esta nueva 
concepción de la phronesis conjuga lo part icular (ethos) con lo común ( logos) y, 
en cuanto virtud herm enéut ica fundam ental, su perfeccionam iento cont inúa 
siendo la tarea de una filosofía práct ica abierta a la recta aplicación de un saber 
que es siem pre saberse. No olvidem os, sentencia López Sáenz, “que la phronesis 
no es un saber pr ivado, sino social y público, ya que su m eta es la verdad en 
cuyo acontecer todos part icipam os” (p. 118) . 
“El arte com o presentación de la verdad” indaga, en el sexto capítulo (pp. 
125-137) , en qué sent ido la descr ipción fenom enológica del acontecim iento del 
arte, y la del juego com o categoría clave, pueden com prenderse com o aquella 
exper iencia donde la racionalidad se manifiesta de manera pr ivilegiada. Según la 
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autora, la exper iencia del arte supera en Gadam er los atolladeros idealistas de la 
conciencia estét ica kant iana, así com o los problem as der ivados del genio y del 
subjet ivism o del buen gusto, ofreciendo no un m odelo de enjuiciam iento basado 
en la relación sujeto-objeto, sino “un m odo de autocom prensión y una fuente de 
verdad” (p. 126) . Ahora bien, ¿por qué es una exper iencia de verdad? Por su 
carácter paradigm át ico, ejemplar, hay en la exper iencia art íst ica —que com o fe-
nóm eno herm enéut ico es siem pre histór ico— una verdad que se m anifiesta en 
las obras y que comunica un sent ir que hay que comprender en el espacio de 
juego que abren. En este sent ido, consideram os un acierto haber puesto de re-
lieve el vínculo entre interpretación y m im esis (pp. 130-133) . Puesto que, para 
el pensador marburgués, la pregunta por la verdad del arte es una tarea herm e-
néut ica y no una m era reconstrucción o reproducción de la génesis de una obra 
y de las intenciones de su autor, y por tanto toda consideración herm enéut ica 
sobre la estét ica niega ya la prem isa de que sea posible entender el arte exclu-
sivam ente com o arte, la interpretación de las obras art íst icas se sitúa siempre 
en un espacio de juego ya no estét ico, sino de orden ontológico. Lo que ahí se 
representa y se juega no es una sim ple copia de la realidad, “sino el m ovim iento 
por el que em erge la esencia de lo real, la presentación del ser, su exist ir ” (p. 
131) , de ahí la reevaluación de la función cognoscit iva de la m imesis art íst ica, 
“que no copia lo que hay, sino que hace ser” ( ibid.) . 
El penúlt im o y sépt imo capítulo lleva por título “Histor icidad de la verdad 
y verdad en la histor ia” (pp. 139-161) . En él se exploran, en cuanto elem entos 
fundantes del binom io gadam eriano de histor ia y verdad, los conceptos de histo-
r icidad e histor ia efectual, así com o la rehabilitación de la t radición y los prejui-
cios, entendidos estos últ im os com o aquellas “ líneas or ientat ivas que hacen po-
sible nuestra exper iencia y form an parte de todo acto de comprensión” (p. 145) , 
es decir , com o “el a pr ior i de toda comprensión” (p. 147) . Sólo la imbricación 
interna de todos estos conceptos revela en qué sent ido la herm enéut ica filosófica 
en general, y la efectualidad histór ica en part icular, perm iten pensar nuest ra re-
lación con el pasado no com o sim ple distancia histór ica, com o siem pre creyó 
ingenuam ente el historicism o, sino sobre todo com o distancia tem poral que per-
m ite comprender el presente y producir nuevos significados en el propio encuen-
t ro dialógico. “El t iem po, el acontecer, parece ser el único portador de la verdad” 
(p. 149) , por eso la doble vert iente del concepto de la “conciencia de la histor ia 
efectual” (pp. 149 ss.) , en cuanto conciencia de las determ inaciones histór icas, 
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por un lado, y com o determ inación de la conciencia por la histor ia, por el ot ro, 
preside la tarea práct ica de asum ir la verdad de lo que fue para aplicar la a lo que 
es. I gual que en Heidegger, pues, la verdad gadam eriana sería también una 
form a de apertura, de ausencia desvelada, pero com o acontecim iento del ser la 
verdad de la vida práct ica en Gadam er será reinterpretada, más bien, com o un 
acontecim iento histór ico-efectual: “ la efectualidad de la histor ia abre una verdad 
y nosotros la recibim os reflexiva y comprehensivam ente [ …] la verdad es efecto 
de la histor ia y no de la subjet ividad” (p. 153) . 
A m odo de recapitulación, el últ im o capítulo “Conclusión. La verdad herm e-
néut ica ante sus crít icas” (pp. 163-208) com ienza subrayando algunos de los 
niveles de la verdad gadam eriana desplegados a lo largo de la sólida interpreta-
ción ofrecida, ya sea contraponiéndose a la verdad cient ífica propia del m etodo-
logism o y el deduct ivism o (pp. 164 s.) , ya sea insist iendo en su raíz fenom eno-
lógica, es decir , en esa concepción unitar ia de verdad “com o evidencia de un 
sent ido que se nos abre y precede al acontecim iento en el que se nos revela el 
ente” (p. 171) . Por ot ro lado, es de agradecer que se ponga en valor la reelabo-
ración herm enéut ica de la t radición ontológica y ét ica de Ar istóteles en relación 
a la verdad, en su doble e irrenunciable art iculación com o ser y deber ser (p. 
170) , pero tam bién el recordator io de su carácter radicalm ente histór ico (p. 172) , 
teór ico-práct ico y objet ivo-subjet ivo (pp. 173 s.) , ent re ot ros aspectos reseña-
bles. En una segunda parte del capítulo (pp. 184-191) , López Sáenz term ina 
abordando la tensión const itut iva ent re verdad e interpretación, en diálogo crít ico 
con aquella herencia nietzscheana posm oderna que postula la preem inencia 
construct ivista de la verdad com o interpretación. Frente a esta m era equivalen-
cia, y por todos los argum entos desplegados en el libro, la postura recept iva del 
filósofo de Marburgo em ergería por el contrar io com o una búsqueda herm enéu-
t ica de verdades que nos or ientan; ese es, en efecto, un cam ino que es guiado 
por nuestras interpretaciones singulares y provisionales, esto es, histór icam ente 
plurales, pero nunca entendidas en térm inos conflict ivos ni tasadas por su validez 
—sin duda una debilidad teór ica en Gadam er que será corregida por Ricoeur—, 
pues en el centro del tablero siem pre se halla la dinám ica dialógica de la com-
prensión interpretat iva, garante de que los hor izontes verdaderos pueden arm o-
nizarse, esto es, llegar a un acuerdo intersubjet ivo: “Hay una verdad hacia la que 
las interpretaciones se encam inan a m edida que la cosa m isma se va haciendo 
presente en el lenguaje” (p. 191) .

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