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Analisis literario corazon delator

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William S. Rojas Rincón 
ANÁLISIS LITERARIO DE LA OBRA CORAZÓN DELATOR 
 De Edgar Allan Poe 
 
 
William Stiven Rojas Rincon1 
Mayo 2020 
 
 
La obra: ̈ El corazón delator¨ del estadounidense Edgar Allan Poe escrito en 1845, represento 
un hito importante dentro de la literatura gótica que nos muestra el universo de un escritor 
anónimo, quien describe con detalle el crimen cometido contra un anciano. Comprender el 
sentido, forma, y contenido teórico-práctico del texto literario requiere de unos componentes 
claros, que no solo se reducen a un análisis meramente sintáctico sino también sobre su toda 
dimensionalidad, en donde confluyen un objetivo concreto, la perspectiva del discurso, el 
contexto comunicativo, el marco teórico, el extratexto y la compresión del acto lingüístico. 
Este trabajo tiene como finalidad analizar la pragmática del texto y su implicación general, 
en cada una de sus formas, para encontrar el sentido profundo de la psique del homicida y su 
correlativo sociocultural. Así como también su análisis ético del relato. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
1 Universidad Nacional Abierta y a Distancia (Licenciatura en Filosofía). 
William S. Rojas Rincón 
ANÁLISIS FORMAL DEL TEXTO 
 
Objetivo concreto: 
Es un texto muy descriptivo donde se puede examinar la psique de un asesino a sangre fría, 
que quizás podría catalogarse como un sociópata. Todo el relato se puede evidenciar un 
concepto central: El -ruido sordo- y de rumor imperante, que envuelve al protagonista desde 
un primer momento. Es la contraposición de su propio sentir con la de su víctima, es decir, 
“por eso comprendía bien lo que el viejo experimentaba2”, por qué el resultado del asesinato 
simplemente es el desenlace de unos hechos contendientes tanto a la relación entre víctima y 
homicida, como el sentir personal de nuestro protagonista. Es la búsqueda incesante por 
encontrar en la naturaleza humana, razones que den sentido a su conducta indigna frente a 
motivos que parecen completamente irracionales. 
Perspectiva del discurso: 
En todo momento se puede notar, una exasperación incomoda del ojo, semejante a un buitre 
color azul pálido de aquel anciano. Es quizás una representación de la mirada acusativa que 
podía sentir el protagonista cada vez que dicho ojo, lo dejaba expuesto ante sus más íntimos 
designios. Tal como dice nuestro relator, “se me helaba la sangre en las venas3”, claro, no 
solo su propia conducta desviada (aunque se empeñe por enfatizar que no está loco), sino por 
el contrario repite con ahínco que es un sujeto de “buen juicio” (supuestamente). El impacto 
psicológico es tan terrible, que el protagonista es capaz de diferenciar entre el anciano como 
 
2 Edgar Allan Poe. (1843). El Corazón Delator. 2014, de Universidad Complutense de Madrid Sitio web: 
https://www.ucm.es/data/cont/docs/119-2014-02-19-Poe.ElCorazonDelator.pdf 
3 Ibíd., p1. 
William S. Rojas Rincón 
individuo y su “maldito ojo4” como una personificación nueva, como si fuese primordial 
corroborar la diferencia, para de esa manera cometer el crimen sin sentir culpa. 
Contexto comunicativo: 
Nos encontramos ante un escenario particular, donde dos sujetos viviendo en una misma 
casa, compartiendo experiencias deben aprender a vivir cada uno, quizás hasta adaptando sus 
costumbres frente al otro. Esto queda palpable cuando el homicida realiza una descripción 
del lugar ante los oficiales: “al fin entre en su habitación y mostré sus tesoros. completamente 
seguro y en el mejor orden. En el entusiasmo de mi confianza ofrecí sillas a los visitantes, 
para que descansaran un poco5.” Esto demuestra que el protagonista es consciente de su 
entorno, premeditaba cada paso y al mismo tiempo con un gran cinismo, coloca su silla “…en 
el sitio mismo donde yacía el cadáver de la víctima.” Estamos frente a la materialidad de la 
circunstancia, esconder debajo de las tablas del suelo y luego hacer que los oficiales recorran 
la casa, es la forma que tiene de regodearse y mostrar su obra perversa ante el mundo. 
Marco teórico: 
El proceso para ejecutar el homicidio, fue la conjunción de una serie de pasos que registran 
detalles esenciales de la naturaleza del sujeto, así como también el móvil o motivo de su 
actuación. Primero que todo estamos ante una premeditación del acto, es claro desde que al 
protagonista se le presento la idea de atentar contra el “ojo” del viejo, desde ese momento 
desvela un problema psíquico. Su nerviosismo recurrente en todo el relato, sobre todo en las 
partes en donde con su risa o carcajada lograron delatarlo, son la muestra de algún tipo de 
neurosis que padece, aunado al hecho de la mirada perturbadora de aquel ojo, demuestra que 
 
4 Ibíd., p1. 
5 Ibíd., p3. 
William S. Rojas Rincón 
escode un retrato personal bastante sombrío no muy amable. Segundo el latido ensordecedor, 
el latido del corazón del viejo, es en realidad el propio latido de nuestro protagonista, es parte 
de su sentir y quizás intenta controlarse, mostrarse como un ser racional, pero al final 
sucumbe a sus más bajos instintos. 
Extratexto: 
Podemos analizar entre líneas, que el protagonista intenta guardar un cierto nivel de 
aceptación cultural, tomarse la molestia de ocultar el cuerpo sin dejar alguna mancha y luego 
guardar unos buenos modales ante la presencia de los oficiales de policía. Es claro que este 
hombre debe ser un tipo cortes, hasta de buenas costumbres paradójicamente, se preocupa 
bastante por demostrar su habilidad y destreza en todo momento, no es alguien a quien se 
deba tomar a la ligera, sus reacciones y gestos son impredecibles, fruto de un historial-social 
y familiar bastante complejo. 
Compresión del acto lingüístico: 
Al final del texto, el autor entendió que debía gritar o morir, no hay marcha atrás, el castillo 
de naipes ha caído en su interior, los modales finos pierden todo sentido y su considerada 
gran obra, solo es el autorretrato mediocre de sí mismo, es por ello que expresa con 
desesperación a grito herido: “- ¡Miserables! - exclamé-. No disimuléis más tiempo; confieso 
el crimen. ¡Arrancad esas tablas; ¡ahí está, ahí está! ¡Es el latido de su espantoso corazón!6” 
Esto es la presuposición literal de su error. 
Pero veamos un poco más allá, la implicación pragmática de su acto, es un nudo gordiano 
lleno de contradicciones, por un lado, posee la racionalidad suficiente para diferenciar su 
 
6 Ibíd., p3. 
William S. Rojas Rincón 
enemigo y por otro lado hace gala de su “ingenio” ante el acto de homicidio, que intenta 
justificar en su forma, pero jamás en su fondo. Inferimos que el latir del corazón del viejo, es 
en realidad el latir de su propio corazón, no está descuartizando al viejo, es él mismo quien 
está fragmentado su alma, se entrega por completo a sus pasiones, está mostrando quien 
realmente es; no es un loco como muchos creen, en realidad es un tipo cuerdo que no teme 
actuar con tal de mantener el control, pero cuando se nubla, no hay marcha atrás. 
 
ANÁLISIS DEL CONTENIDO ÉTICO 
Muchos de los actos humanos quizás puedan no tener una motivación aparente, actuamos la 
mayor parte del tiempo con racionalidad, sin embargo, en otros momentos, cumplimos tareas 
por costumbre social o por sentimiento del deber, y, por otro lado, están aquellas conductas 
que se catalogan como desviadas o que pertenece al campo de lo moralmente cuestionable. 
Todo el tiempo emitimos juiciosos de valor en cuanto tomamos decisiones, por naturaleza, 
el hombre posee una serie de facultades muy propias de la voluntad y la moral. Como seres 
sociales, todas nuestras conductas están al escrutinio público, aquello que atente contra el 
orden y privacidad de los congéneres,es institucionalmente juzgado, para mantener un orden 
de cosas. 
Dicho lo anterior, se nos presenta un caso particular muy bien expuesto en el relato: Corazón 
Delator. Es la obra de un sociópata que posee una contradicción entre su sentir, actuar y 
pensar, que sucumbe ante sus designios más oscuros de su propia psique, que tiene la 
capacidad de idear un plan maquiavélico y llevarlo a cabo con total cinismo, pero que al final 
ante la presión por sentirse descubierto, confiesa el crimen. Hay un momento particular en 
William S. Rojas Rincón 
todo esto, sobre todo cuando confiesa el lugar donde dejo el cuerpo del anciano vilmente 
asesinado y es que nuestro protagonista no siente en ninguna forma remordimiento, tampoco 
se disculpa por lo que ha hecho, simplemente se enfrenta a la realidad, de que ese ruido 
sórdido presente todo el tiempo de su vida, jamás concluirá, ni terminara por más intento de 
silenciar ese latido, quizás con la muerte. 
Sobre la conducta propiamente ética, es claro que se cae de su peso y no tiene justificación 
alguna este crimen, hace parte de una lamentable estadística que a diario se vive en todos los 
países sin distinción alguna. Así que no tomamos como base para este análisis, su 
consecuencia final sino más bien sobre sus motivos iniciales. Como hemos dicho 
anteriormente, el móvil del crimen no puede atribuírsele al pobre viejo, sino a su ojo de buitre, 
pero tampoco porque sea el ojo buitre del viejo, sino por lo que ese ojo representa para el 
cruel protagonista de este relato. 
El “maldito ojo” expresión usada por el perpetuador, es la excusa que tiene ante el 
sentimiento personal de culpabilidad sobre algo o alguien de su pasado. Si tomamos el 
análisis extratextual, sabemos que siempre mantuvo unos buenos modales y de cortesía, es 
claro que su nivel sociocultural es elevado, lo que evidencia que su educacion no dista mucho 
de una “buena” familia. Pero en el fondo existe un trauma vigente, es imperioso o necesario 
“…dirigir el rayo de luz… hacia el maldito ojo7” de lo contrario no podrá cometer el 
asesinato. No podemos tampoco saltar por alto, que el protagonista "…le hablaba con mayor 
serenidad, llamándole por su nombre con tono cariñoso8” al viejo, esto nos demuestra que si 
existía un nivel de aceptación sobre el anciano, pero el trauma le impide comprender que su 
 
7 Ibíd., p2. 
8 Ibíd., p1. 
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dignidad humana no solo se reduce a un extremo corporal (ojo), sino también a su dimensión 
espiritual, social y cultural. Aspecto que muchos olvidan a la hora de relacionarse con otras 
personas. 
Es claro que el protagonista está pasando por una crisis emocional perturbadora, que no le 
permite realizar un juicio de valor certero, así como también, su voluntad esta encadenada a 
los designios más oscuros e incorregibles por cuanto su finalidad es causar daño a la vida 
humana. Aquí nos encontramos ante la pasión sensible que antecede toda voluntad, es decir 
el ímpetu peligroso que ha cegado la razón, disminuyendo así su libertad personal. Un acto 
bueno es el que está encaminado a la realización de una obra que determine el último fin del 
hombre, la realización propia de su naturaleza y de los demás, es decir, el bienestar propio y 
de su entorno, que se concatena a su elemento racional y trascendental con el supremo orden 
universal de la realización absoluta. 
La realización del fin es al mismo tiempo el principio de nuestra actividad tal como afirma 
Santo Tomas. Es por ello que entender lo que representa el “maldito ojo” a nuestro 
protagonista es esencial para conocer su propia naturaleza, y como este se relaciona con el 
“ruido sordo” ampliamente mencionado en el relato. Ambos son el significado de un miedo 
interior (sentimiento de culpa) que provoca toda suerte de hechos extraños (como por ejemplo 
la necesidad de vigilar al pobre anciano durante siete días seguidos) que luego se transforma 
en la violencia externa más cruel que se haya podido imaginar; por cuanto podemos intuir, 
que, a pesar de estar despierto, su juicio está nublando en el ímpetu desenfrenado que le hace 
perder el control o que es lo mismo, pierde su libertad personal. 
 
 
William S. Rojas Rincón 
CONCLUSIÓN 
 
La esencia máxima de esta obra se basa en entender todo ese mundo donde se funde la 
pragmática intencional con el acto descrito en forma detallada, dándole así un sentido y 
horizonte no solo en la narrativa que desenvuelve al personaje sino también a sus serias 
intenciones. Bajo un ajustado análisis, pudimos comprender que aquel latir y ruido 
ensordecedor en el ambiente, que antes se pensaba que fuese el corazón del anciano, en 
realidad era el sentir propio del escritor anónimo. Descubrimos también que el móvil del 
asesinato, provenía quizás de algún trauma familiar, no en vano, la importancia de aniquilar 
o silenciar ese “ojo maldito”, era un asunto de incomodidad personal mas no la presencia de 
su compañero de casa. Jamás terminaremos de comprender las razones de ciertas conductas 
humanas, solo nos queda aprender vivir y detectar fallas psicológicas para intentar detener 
hechos tan deshonrosos como nos lo muestra este relato. 
 
BIBLIOGRAFÍA 
 Edgar Allan Poe. (1843). El Corazón Delator. 2014, de Universidad Complutense 
de Madrid Sitio web: https://www.ucm.es/data/cont/docs/119-2014-02-19-
Poe.ElCorazonDelator.pdf 
 
 Albert, J. (1990). El texto, lugar de encuentro de la semiótica. ELUA. Estudios de 
Lingüística. No. 6. 89-105.

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