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TAZ-TFG-2020-2417

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Efecto	de	la	técnica	empleada	en	la	presión	de	inflado	del	balón	de	
pneumotaponamiento	del	tubo	endotraqueal	en	el	perro	
	
The	effect	of	inflation	technique	on	endotraqueal	tube	cuff	pressure	in	dogs	
	
	
 
 
Autor/es	
Elena	Vizcaino	Aguilar	
	
	
	
	
Director/es	
Cristina	Bonastre	Ráfales	
	
	
	
	
Facultad	de	Veterinaria	
2020	
 
 
 
 
 
 
 
 
 
	 	
		
Veterinaria	
	 1	
	
ÍNDICE	
1.	RESUMEN/ABSTRACT	...............................................................................................................	2	
	
2.	INTRODUCCIÓN	........................................................................................................................	4	
	
3.	JUSTIFICACIÓN	Y	OBJETIVOS	..................................................................................................	12	
	
4.		MATERIAL	Y	MÉTODOS	..........................................................................................................	13	
	
4.1.	POBLACIÓN	ANIMAL	.......................................................................................................	13	
	
4.2.	PROTOCOLO	ANESTÉSICO	Y	RECOGIDA	DE	DATOS	..........................................................	13	
	
4.3.	ANÁLISIS	ESTADÍSTICO	....................................................................................................	15	
	
5.	RESULTADOS	Y	DISCUSIÓN	.....................................................................................................	16	
	
6.	CONCLUSIONES/CONCLUSIONS	.............................................................................................	22	
	
7.	VALORACIÓN	PERSONAL	........................................................................................................	23	
	
8.	REFERENCIAS	BIBLIOGRÁFICAS	..............................................................................................	24	
	
	 	
	 2	
1.	RESUMEN	
El	inflado	del	balón	de	pneumotaponamiento	se	realiza	con	la	finalidad	de	conseguir	un	sellado	
efectivo	entre	el	 tubo	y	 la	tráquea,	evitando	 la	 fuga	de	aire	o	 líquido	alrededor	del	 tubo.	Sin	
embargo,	 se	debe	alcanzar	una	presión	adecuada	para	proporcionar	ese	 sellado	sin	dañar	 la	
mucosa	traqueal.	El	objetivo	de	este	estudio	fue	comparar	las	presiones	alcanzadas	en	el	balón	
obtenidas	 por	 un	 operador	 novel	mediante	 la	 técnica	 de	 palpación	 del	 balón	 indicador	 y	 la	
técnica	de	volumen	oclusivo	mínimo.	
	
Se	ha	realizado	un	estudio	prospectivo,	en	el	que	se	incluyeron	24	perros	que	fueron	sometidos	
a	una	anestesia	general	en	el	Hospital	Veterinario	de	la	Universidad	de	Zaragoza	y	que	fueron	
distribuidos	aleatoriamente	en	dos	grupos	según	la	técnica	empleada	para	inflar	el	manguito.	
Tras	 la	 inducción	 e	 intubación	 del	 paciente	 el	 operador	 novel	 realizó	 el	 inflado	 del	 balón	
mediante	la	técnica	asignada	y	posteriormente	se	midió	la	presión	alcanzada	con	la	jeringa	AG	
Cuffill®,	 considerando	el	 rango	 ideal	entre	20	y	30	cm	H2O.	A	parte	de	 la	presión	dentro	del	
manguito,	los	datos	recogidos	fueron	el	tamaño	y	material	de	tubo	endotraqueal,	el	tiempo	y	el	
volumen	de	inflado	y	la	presencia	o	no	de	fugas.	Una	vez	obtenidos	todos	los	datos,	se	realizó	
un	estudio	estadístico	de	los	mismos.		
	
No	se	detectaron	diferencias	significativas	en	las	presiones	obtenidas	al	emplear	el	método	de	
palpación	o	de	volumen	oclusivo	mínimo	(p	=	0,340).	Sin	embargo,	se	encontraron	diferencias	
significativas	 en	 el	 tiempo	 de	 inflado	 necesario	 (p	 =	 0,004),	 observándose	 que	 la	 técnica	 de	
palpación	requirió	menos	tiempo	que	la	técnica	de	volumen	oclusivo	mínimo	para	su	realización.	
Ninguno	de	los	dos	métodos	evaluados	en	este	trabajo	puede	considerarse	efectivo	para	inflar	
el	balón	del	tubo	endotraqueal	dentro	del	rango	óptimo	por	parte	de	un	operador	novel.	
	
Palabras	clave:	balón	de	pneumotaponamiento,	presión	del	balón,	tubo	endotraqueal,	palpación	
del	indicador	del	balón,	volumen	oclusivo	mínimo.	
	 	
	 3	
ABSTRACT	
Inflation	of	the	endotracheal	tube	cuff	is	performed	to	achieve	an	effective	seal	between	the	
tube	and	the	trachea,	preventing	air	or	 fluid	 leakage	around	the	tube.	However,	appropriate	
intracuff	 pressure	must	 be	 achieved	 to	provide	 this	 seal	without	 induce	 any	damage	on	 the	
tracheal	mucosa.	The	aim	of	this	study	was	to	compare	intracuff	pressures	achieved	by	a	novel	
operator	 using	 the	 pilot	 balloon	 palpation	 technique	 and	 the	 minimum	 occlusive	 volume	
technique	(MOV).	
	
A	prospective	study	was	carried	out,	including	24	dogs	that	underwent	a	general	anaesthetic	at	
the	Veterinary	Hospital	of	the	University	of	Zaragoza,	and	they	were	randomly	distributed	in	two	
groups	according	to	the	technique	used	to	inflate	the	endotracheal	tube	cuff.	After	anaesthesia	
induction	and	endotracheal	intubation	of	the	patient,	the	novel	operator	inflated	the	cuff	using	
the	assigned	technique,	and	then	the	intracuff	pressure	were	measured	by	AG	Cuffill®	syringe,	
considering	the	ideal	range	between	20	and	30	cm	H2O.	Apart	from	the	intracuff	pressure,	the	
data	collected	were	the	endotracheal	 tube	size	and	material,	 inflation	time,	 inflation	volume	
and	the	presence	or	not	of	leaks.	Once	the	data	were	obtained,	a	statistical	study	was	carried	
out.		
	
No	 significant	 differences	 were	 found	 in	 the	 pressures	 achieved	 between	 the	 palpation	
technique	and	the	MOV	technique	(p	=	0,340).	However,	significant	differences	were	found	in	
the	inflation	time	required	(p	=	0,004),	noted	that	the	palpation	technique	required	less	time	
than	the	MOV	technique	to	perform	it.	Neither	of	the	two	methods	evaluated	in	this	study	can	
be	considered	effective	to	inflate	the	endotracheal	tube	cuff	within	the	optimal	range	by	a	novel	
operator.	
	
Key	words:	 endotracheal	 cuff,	 intracuff	 pressure,	 endotracheal	 tube,	 pilot	 balloon	 palpation,	
minimum	occlusive	volume.	
	 	
	 4	
2.	INTRODUCCIÓN	
La	intubación	endotraqueal	es	una	maniobra	fundamental	que	se	lleva	a	cabo	de	forma	habitual	
en	pequeños	animales	durante	la	anestesia	general	y	consiste	en	el	paso	de	un	tubo	flexible	a	
través	de	la	boca	y	laringe	hasta	llegar	a	la	tráquea	(Cruz,	2001).	Se	realiza	inmediatamente	tras	
la	inducción	del	paciente,	cuando	ha	perdido	el	reflejo	laríngeo	y,	aunque	lo	normal	es	efectuar	
la	intubación	a	través	de	la	laringe,	en	casos	de	obstrucción	completa	o	por	ejemplo	fracturas	
mandibulares	 es	 necesario	 realizar	 intubaciones	 mediante	 faringotomías	 o	 traqueotomías	
(Soler,	2015).		
	
Los	principales	objetivos	que	se	buscan	con	la	intubación	son	mantener	la	vía	aérea	del	paciente	
permeable,	poder	proporcionar	un	soporte	ventilatorio	adecuado	si	es	necesario	y	garantizar	la	
administración	eficiente	de	anestésicos	inhalatorios	y	oxígeno	(Bringanti	et	al.,	2012;	Shin	et	al.,	
2018a;	White,	Makara	y	Martínez-Taboada,	2019).	La	intubación	endotraqueal,	a	pesar	de	ser	
una	 maniobra	 sencilla,	 en	 algunas	 ocasiones	 se	 puede	 ver	 dificultada	 como	 en	 el	 caso	 del	
paciente	felino	y	 los	braquicéfalos	(Soler,	2015),	y	puede	asociarse	a	complicaciones	como	la	
intubación	esofágica,	la	intubación	endobronquial,	edema	de	glotis	y	trauma	traqueal	(Brown,	
2007).	
	
Existen	diferentes	tipos	de	tubos	endotraqueales	según	el	material	con	el	que	están	fabricados,	
incluyendo	goma	o	caucho,	cloruro	de	polivinilo	(PVC)	y	silicona	(Imagen	1).	Los	tubos	de	PVC,	
al	contrario	que	los	tubos	de	goma,	poseen	un	balón	de	pneumotaponamiento	de	alto	volumen	
y	 baja	 presión	 que	 resulta	menos	 lesivo	 para	 la	mucosa	 traqueal,	 un	 sistema	 de	 inflado	 del	
mismo	más	sencillo	de	manejar	y	un	sistema	de	seguridad	en	la	punta	del	tubo	llamado	“ojo	de	
Murphy”	que	va	a	permitir	el	paso	del	aire	ante	la	obstrucción	de	la	punta	del	tubo	(Soler,	2015).	
Es	preferible	el	uso	de	tubos	de	PVC	(Cruz,	2011)	debido	a	que	presentan	una	serie	de	ventajas	
añadidas	como	que	pueden	ser	visualizados	en	una	radiografía,	ya	que	presentanuna	tira	de	
material	radiopaco	(Ko,	2019)	y	que	al	ser	transparentes	permiten	comprobar	si	el	interior	de	
los	mismos	 está	 sucio	 u	 obstruido	 por	 secreciones,	 lo	 que	 podría	 derivar	 en	 complicaciones	
graves	(Soler,	2015).	También	existe	un	tubo	endotraqueal	llamado	armado	o	reforzado	(Imagen	
1),	que	al	poseer	una	espiral	metálica	en	la	pared	resiste	al	colapso	del	tubo	(Imagen	2)	cuando	
el	 cuello	 del	 paciente	 está	 sujeto	 a	 flexión	 durante	 ciertos	 procedimientos	 como	 cirugías	
oftálmicas,	punciones	cervicales	o	mielografías	(Hartsfield,	2007).	En	caso	de	utilizar	este	último	
tipo	de	tubo	es	importante	tener	la	precaución	de	que	el	paciente	no	lo	muerda,	ya	que	puede	
ocluirlo	de	forma	permanente	y	obstruir	las	vías	respiratorias	(Auckburally	y	Flaherty,	2017).	
	 5	
	
	
Imagen	1.	Tipos	de	tubos	endotraqueales.	De	arriba	a	abajo:	tubo	armado,	de	PVC,	de	goma	o	caucho	y	de	silicona.	
	
	
Imagen	2	Demostración	de	la	resistencia	al	pliegue	del	tubo	armado	en	comparación	con	un	tubo	de	PVC.	
	
La	selección	de	un	tubo	endotraqueal	que	se	adapte	lo	mejor	posible	a	las	características	del	
paciente,	tanto	en	longitud	como	en	diámetro,	es	esencial.	Tubos	demasiado	grandes	pueden	
dañar	 la	mucosa	 traqueal,	mientras	que	 tubos	demasiado	estrechos	aumentarán	el	esfuerzo	
respiratorio	y	no	van	a	permitir	un	sellado	adecuado	entre	el	manguito	y	la	tráquea	(Shin	et	al.,	
2018a).	Si	el	tubo	es	muy	largo	existe	el	riesgo	de	intubación	endobronquial	o	de	incrementar	
mucho	el	 espacio	muerto	anatómico	que	 favorece	 la	 reinhalación	de	CO2	 (Phillips,	 2018).	 La	
	 6	
técnica	para	determinar	la	longitud	del	tubo	endotraqueal	se	basa	en	la	medición	de	la	distancia	
entre	la	punta	de	la	nariz	y	la	espina	de	la	escápula	(Ko,	2019).	En	cuanto	al	diámetro	del	tubo,	
debido	a	que	la	raza,	la	conformación,	la	edad	y	el	peso	corporal	influyen	en	el	diámetro	traqueal	
del	 paciente,	 es	 difícil	 establecer	 un	 único	 método	 que	 permita	 la	 selección	 de	 un	 tubo	
endotraqueal	de	diámetro	adecuado	 (Hughes,	 2016).	 En	 la	práctica	 clínica	 con	 frecuencia	 se	
emplean	dos	métodos	para	seleccionar	el	diámetro	del	tubo	endotraqueal.	El	primero	consiste	
en	usar	el	ancho	del	tabique	nasal	como	una	aproximación	del	diámetro	externo	de	la	tráquea;	
mientras	que	el	segundo	basa	la	selección	en	la	palpación	externa	de	la	tráquea	inmediatamente	
craneal	 a	 la	 entrada	 torácica	 (Thomas	 y	 Lerche,	 2011;	 Ko,	 2019).	 Un	 estudio	 en	 el	 que	 se	
compararon	 estas	 dos	 técnicas	 concluyó	 que,	 aunque	 la	 selección	 del	 tubo	 basada	 en	 la	
palpación	tenía	una	precisión	mayor	que	el	uso	del	tabique	nasal,	ambas	eran	inexactas	(Lish	et	
al.,	2008).	Se	han	valorado	otros	métodos,	y	en	un	estudio	 realizado	por	Shin	et	al.	 (2018a),	
basándose	en	la	resistencia	a	la	inserción	del	tubo	y	la	capacidad	de	lograr	un	sellado	hermético,	
se	sugiere	que	un	tubo	endotraqueal	de	tamaño	apropiado	para	perros	Beagle	es	el	70%	del	
diámetro	traqueal	interno	en	la	entrada	del	tórax	medido	en	una	radiografía	torácica.	El	uso	de	
este	método	puede	ser	de	utilidad	para	aquellos	pacientes	en	los	que	la	radiografía	torácica	sea	
parte	de	su	valoración	preoperatoria	o	para	aquellos	en	 los	que	se	 realizaron	anteriormente	
(Shin	et	al.,	2018a).	Algunas	limitaciones	de	este	estudio	son	el	pequeño	tamaño	de	muestra,	el	
estudio	sobre	una	única	raza	y	tipo	de	tubo	endotraqueal,	y	que	no	se	puede	aplicar	a	perros	
con	colapso	traqueal	en	los	que	el	diámetro	de	la	tráquea	se	estrecha	en	la	entrada	torácica.	
	
El	 balón	 de	 pneumotaponamiento	 es	 un	 manguito	 situado	 en	 el	 extremo	 distal	 del	 tubo	
endotraqueal,	cuyo	correcto	inflado	tiene	como	finalidad	un	sellado	hermético	del	tubo	a	la	vía	
respiratoria	y	con	ello	la	protección	de	la	vía	aérea	frente	a	la	aspiración	de	cualquier	material	
(Soler,	2015;	Hughes,	2016;	Shin	et	al.,	2018b)	y	el	posicionamiento	óptimo	del	tubo	para	evitar	
lesiones	en	la	mucosa	traqueal	con	la	punta	del	mismo	(Shin	et	al.,	2018a).	Además,	al	evitar	la	
fuga	de	aire	alrededor	del	manguito,	se	permite	una	adecuada	ventilación	asistida	o	controlada	
(Bird,	Bird	y	McMillan,	2019),	la	reducción	de	la	contaminación	ambiental	por	fugas	de	agentes	
anestésicos	(Soler,	2015;	Shin	et	al.,	2018b;	Bird,	Bird	y	McMillan,	2019)	y	el	uso	de	un	menor	
flujo	de	 gases	 frescos	 y	 anestésico	 inhalatorio	 (Taylor,	 Subaiya	 y	Corsino,	 2011).	Otro	de	 los	
objetivos	 que	 se	 consigue	 con	 el	 inflado	 del	 manguito	 es	 una	 monitorización	 fiable	 de	 los	
parámetros	 de	 ventilación	 (Norgate	 y	 Jiménez,	 2017)	 y	 una	 correcta	medición	 de	 los	 gases,	
oximetrías	y	espirometrías	durante	 la	anestesia	 (Soler,	2015).	Por	estos	motivos,	el	balón	de	
pneumotaponamiento	 es	 un	 elemento	 clave	 en	 el	 mantenimiento	 de	 la	 vía	 aérea,	 ya	 que	
contribuye	 a	 garantizar	 la	 seguridad	 del	 paciente;	 no	 obstante	 puede	 suponer	 un	 riesgo	
	 7	
potencial	 cuando	 el	 control	 sobre	 el	mismo	 no	 es	 el	 adecuado.	Un	 incorrecto	manejo	 de	 la	
presión	alcanzada	en	el	balón	tras	su	inflado	puede	producir	una	serie	de	complicaciones	tanto	
por	exceso	como	por	baja	presión.		
	
Existen	dos	tipos	de	balones	de	pneumotaponamiento	según	sus	características	de	presión	y	
volumen	(Imagen	3).	Por	un	lado	encontramos	los	manguitos	de	alta	presión	y	bajo	volumen,	
cuya	 área	 de	 superficie	 de	 contacto	 con	 la	 tráquea	 es	muy	 pequeña	 por	 lo	 que	 en	 caso	 de	
sobreinflado,	el	 riesgo	de	 lesionar	 la	mucosa	traqueal	es	mayor	 (López-Herranz,	2013);	y	por	
otra	 parte	 los	manguitos	 de	 alto	 volumen	 y	 baja	 presión	que	proporcionan	un	 sellado	de	 la	
tráquea	a	una	presión	menor	 (White	et	al.,	2017)	y	su	diseño	permite	una	distribución	de	 la	
misma	sobre	una	área	más	amplia	evitando	que	se	concentre	sobre	un	solo	punto	(Su	et	al.,	
2017).	 Algunos	 de	 los	 inconvenientes	 de	 este	 último	 tipo	 son	 que	 pueden	 permitir	
microaspiraciones	debido	a	pequeños	pliegues	 longitudinales	en	el	manguito	 (Hughes,	2016)	
que	pueden	formarse	incluso	cuando	está	completamente	inflado	(El-Orbany	y	Salem,	2013);	y	
que	al	ofrecer	poca	resistencia	al	inflarlo	habitualmente	se	sobrepasa	el	rango	óptimo	de	forma	
inadvertida	(López-Herranz,	2013).	En	medicina	humana	a	finales	de	los	años	60	se	sustituyeron	
los	 manguitos	 de	 bajo	 volumen	 y	 alta	 presión	 por	 los	 de	 alto	 volumen	 y	 baja	 presión	
evidenciándose	 una	 reducción	 significativa	 de	 las	 complicaciones	 traqueales	 como	 necrosis,	
rotura	y	estenosis	traqueal	(Parwani	et	al.,	2007).	En	medicina	veterinaria	se	siguen	utilizando	
ambos	tipos	de	manguito	(Adshead,	2011),	con	predominio	de	los	de	alto	volumen	y	baja	presión	
posiblemente	 porque,	 aunque	 tienen	 limitaciones,	 son	 más	 seguros	 y	 superan	 los	 riesgos	
asociados	al	uso	de	los	de	bajo	volumen	y	alta	presión	(Hoffman	et	al.,	2009).	
	
	
		
Imagen	3.	Tipos	de	balón	de	pneumotaponamiento.	A	la	izquierda	manguito	de	alta	presión	y	bajo	volumen	y	a	la	
derecha	manguito	de	alto	volumen	y	baja	presión.	
	 	
	 8	
Los	manguitos	también	se	pueden	diferenciar	por	su	diseño	en	cuanto	a	la	forma	que	adoptan	
tras	el	 inflado	(esférica,	cilíndrica	y	cónica).	En	un	estudio	de	medicina	humana,	en	el	que	se	
evaluó	 el	 efecto	 de	 la	 forma	 del	 balón	 del	 tubo	 endotraqueal	 sobre	 el	 dolor	 de	 garganta	
posoperatorio	tras	la	extubación	del	paciente,	se	concluyó	que	la	incidencia	y	gravedad	de	dicho	
dolor	era	menor	cuando	se	usaban	tubos	endotraqueales	con	manguitos	de	forma	cónica,	en	
comparación	 con	 los	 manguitos	 cilíndricos	 (Chang	 et	 al.,	 2017).	 En	 humana,	 se	 cita	
frecuentemente	 el	 sobreinflado	 del	 manguito	 como	 consecuencia	 del	 dolor	 de	 garganta	 y	
ronquera	postoperatoria	(Hu	et	al.,	2016).		Aunque	es	difícil	de	evidenciar,	es	probable	que	esto	
también	ocurra	en	los	pacientes	veterinarios.	
	
Tanto	 en	 medicina	 veterinaria	 comoen	 medicina	 humana	 las	 recomendaciones	 sobre	 las	
presiones	que	debe	alcanzar	el	balón	de	pneumotaponamiento	tras	su	inflado	varían,	aunque	
principalmente	 se	 recomiendan	 aquellas	 comprendidas	 entre	 los	 20	 y	 30	 cm	H2O	 (Adshead,	
2011;	 Al-Metwalli	 et	 al.,	 2011;	White	 et	 al.,	 2017;	 Hung,	 2020).	 Este	 límite	 de	 presión	 está	
determinado	fundamentalmente	por	la	presión	de	perfusión	de	la	mucosa	traqueal,	que	es	de	
aproximadamente	25-35	cm	H2O	(Hartsfield,	2007).	Las	presiones	por	debajo	de	los	20	cm	H2O	
no	 garantizan	 un	 adecuado	 sellado	 del	 tubo	 a	 la	 tráquea,	 pueden	 aumentar	 el	 riesgo	 de	
aspiración	(Shin	et	al.,	2018a;	White	et	al.,	2017;	López-Herranz,	2013)	y	provocar	fugas	del	gas	
anestésico	por	lo	que	es	más	complicado	mantener	al	animal	en	un	plano	anestésico	correcto	
(Ko,	 2019).	 Por	 el	 contrario,	 una	presión	por	 encima	de	 los	 30	 cm	H2O	 compromete	 el	 flujo	
sanguíneo	de	la	pared	traqueal	y	puede	provocar	inflamación,	lesiones	isquémicas/necróticas	
en	 la	 mucosa,	 estenosis	 traqueal	 e	 incluso	 estrías	 o	 rupturas	 traqueales	 (Hartsfield,	 2007;	
Adshead,	2011;	Soler,	2015;	Su	et	al.,	2017;	White	et	al.,	2017).		Además	en	un	estudio	realizado	
en	caballos,	 se	demostró	que	el	daño	 tisular	 causado	puede	generar	molestias	 y	dolor	post-
extubación,	 afectar	 a	 la	 ingesta	 de	 alimentos	 y	 agua,	 causar	 intolerancia	 al	 ejercicio	 o	
predisponer	a	infecciones	del	tracto	respiratorio	(Touzot-Jourde,	Stedman	y	Trim,	2005).	
	
Este	tipo	de	complicaciones	perioperatorias	como	consecuencia	del	sobreinflado	del	balón	de	
pneumotaponamiento	 se	 han	 descrito	 en	 diversas	 especies.	 Se	 han	 documentado	 casos	 de	
estenosis,	laceración	y	ruptura	traqueal	en	gatos	(Mitchell	et	al.,	2003;	Kästner,	Grundmann	y	
Bettschart-Wolfensberger,	2004;	Culp,	2007;	Hofmeister	et	al.,	2007),	de	necrosis	traqueal	en	
perros	 (Alderson,	 Senior	 y	Dugdale,	 2006)	 y	 de	necrosis	 y	 lesiones	 laríngeas	 y	 traqueales	 en	
caballos	(Heath	et	al.,	1989;	Wylie	et	al.,	2015).	Cabe	destacar	que	la	elevada	presión	dentro	del	
manguito	juega	un	papel	muy	importante	en	el	desarrollo	de	estenosis	traqueal	posintubación	
en	humana	(Ajit	et	al.,	2020).	Esto	se	evidencia	en	un	estudio	que	recogió	503	casos	de	pacientes	
	 9	
que	requerían	un	tratamiento	quirúrgico	para	la	resolución	de	estenosis	traqueal,	en	el	que	se	
encontró	que	más	de	un	50%	de	las	 lesiones	se	localizaban	en	la	zona	del	manguito	traqueal	
(Grillo	et	al.,	1995).	
	
Se	han	llevado	a	cabo	diversos	estudios	en	los	que	se	valora	el	efecto	de	la	presión	que	ejerce	el	
balón	 de	 pneumotaponamiento	 sobre	 el	 flujo	 sanguíneo	 de	 la	 mucosa	 traqueal	 y	 sus	
consecuencias.	 Estudios	 realizados	 en	 conejos	 (Nordin,	 1977)	 y	 caballos	 (Touzot-Jourde,	
Stedman	y	Trim,	2005)	demuestran	que	el	daño	de	la	mucosa	traqueal	y	la	extensión	del	mismo,		
inducido	 por	 el	 inflado	 del	 manguito	 es	 presión-dependiente,	 causando	 lesiones	 macro	 y	
microscópicas	como	hiperemia,	hemorragias	y	erosión	epitelial	en	la	zona	de	contacto	con	el	
manguito.	Seegobin	y	Hasselt	(1984)	describieron	los	cambios	vasculares	en	la	tráquea	humana	
debido	a	la	presión	ejercida	por	el	manguito	mediante	un	broncoscopio,	observando	que	a	una	
presión	de	25	cm	H2O	 la	mucosa	mantiene	un	color	uniforme	y	 los	vasos	un	calibre	normal,	
mientras	 que	 presiones	 por	 encima	 de	 los	 30	 cm	 H2O	 dan	 como	 resultado	 una	 pérdida	 de	
tonalidad	de	la	mucosa	traqueal	y	una	reducción	del	calibre	de	los	vasos.	
	
A	pesar	de	que	las	recomendaciones	de	presiones	alcanzadas	dentro	del	balón	se	encuentran	
entre	20-30	cm	H2O,	en	perros	se	ha	observado	que	presiones	de	30	cm	H2O	durante	tres	horas	
provocan	erosión	del	epitelio	traqueal	y	alteraciones	ciliares,	por	lo	que	sigue	siendo	un	valor	
elevado	 para	 evitar	 lesiones	 en	 la	mucosa	 traqueal	 (Celice	 Castilho	et	 al.,	2003).	 La	 elevada	
sensibilidad	del	cartílago	traqueal	a	la	lesión	isquémica	se	debe	a	que	el	aporte	vascular	se	recibe	
del	lecho	capilar	en	la	superficie	interna	(Su	et	al.,	2017).	Se	ha	demostrado	que	lesiones	que	
afectan	 a	 la	mucosa	 y	 submucosa	 traqueal	 acaban	 con	 una	 cicatrización	 normal,	 y	 que	 son	
necesarias	lesiones	extensas	en	el	cartílago	traqueal	para	inducir	una	proliferación	excesiva	de	
tejido	de	granulación	que	acabe	formando	un	tejido	fibroso	circunferencial	estenótico	(Charous	
et	 al.,	 1996;	 Ohnesorge	 et	 al.,	 2002).	 Las	 lesiones	 únicamente	 en	 la	 submucosa	 tienen	 una	
resolución	casi	 completa	a	 los	 siete	días	con	una	 fibrosis	clínicamente	 insignificante	 (Touzot-
Jourde,	Stedman	y	Trim,	2005).	En	cuanto	al	desarrollo	de	estenosis	traqueal	en	el	perro,	en	un	
estudio	en	el	que	se	aplican	tres	presiones	de	manguito	diferentes	durante	24	horas,	solo	los	
animales	a	los	que	se	les	aplicó	una	presión	de	200	mmHg	(271	cm	H2O)	desarrollaron	estenosis	
traqueal	(Su	et	al.,	2017).		
	
El	riesgo	de	lesión	traqueal	ocasionado	por	una	presión	excesiva	dentro	del	manguito,	se	puede	
potenciar	en	algunas	 situaciones	como	 la	 intubación	 traqueal	prolongada,	el	uso	de	un	 tubo	
endotraqueal	 sobredimensionado	 (Su	 et	 al.,	 2017)	 y	 múltiples	 cambios	 de	 posición	 sin	 una	
	 10	
desconexión	adecuada	de	la	máquina	anestésica	(Mitchell	et	al.,	1998),	circunstancia	que	se	da	
con	frecuencia	en	procedimientos	dentales.	Otro	factor	de	riesgo	importante	es	la	hipotensión,	
de	tal	forma	que	un	estudio	realizado	por	Bunegin	et	al.	(1993)	demostró	que	durante	periodos	
hipotensivos	(presión	arterial	media	≤	60	mmHg)	se	produce	una	reducción	de	hasta	un	50%	del	
flujo	sanguíneo	traqueal	en	la	zona	del	manguito,	e	incluso	una	presión	de	20	cm	de	H2O	causa	
una	reducción	significativa	del	flujo	sanguíneo	traqueal.		
	
Además,	 la	presión	dentro	del	balón	de	pneumotaponamiento	es	un	elemento	dinámico	que	
puede	verse	afectado	por	varios	factores	clínicos	como	el	diámetro	de	la	tráquea,	la	temperatura	
corporal	del	paciente,	la	composición	del	anestésico	inhalatorio	y	variaciones	en	la	posición	de	
la	cabeza	y	cuello.	De	este	modo,	 la	hipotermia	 (Souza	Neto	et	al.,	1999),	 la	extensión	de	 la	
cabeza	(Kako	et	al.,	2014)	y	los	cambios	en	el	diámetro	traqueal	por	relajación	muscular	(Shin	et	
al.,	2018b)	dan	lugar	a	una	reducción	de	la	presión	del	manguito,	mientras	que	la	flexión	de	la	
cabeza	(Kako	et	al.,	2014),	el	cambio	de	posición	del	cuerpo	de	supino	a	prono	(Hung,	2020;	Kim	
et	al.,	2015)	y	la	presencia	de	óxido	nitroso	en	la	mezcla	de	gases	anestésicos	(Nguyen	Tu	et	al.,	
1999),	provocan	un	aumento	de	la	presión	del	manguito.	Por	estos	motivos	sería	 interesante	
llevar	a	cabo	una	monitorización	intraoperatoria	de	la	presión	del	manguito.		
	
En	cuanto	a	los	métodos	para	realizar	el	inflado	del	balón	de	pneumotaponamiento	la	literatura	
veterinaria	describe	varias	técnicas,	pero	en	la	práctica	clínica	las	que	se	realizan	comúnmente	
son	la	técnica	de	volumen	oclusivo	mínimo	(VOM)	y	sobre	todo	la	determinación	de	la	presión	
mediante	la	palpación	del	indicador	del	balón	(Stewart	et	al.,	2003).	En	la	técnica	de	palpación	
el	 anestesista	 estima	 cualitativamente	 la	 presión	 del	 manguito	 deseada	 mediante	 dígito-
palpación	 del	 balón	 indicador	 (White	 et	 al.,	 2017;	 Shin	 et	 al.,	 2018a),	 ya	 que	 ambos	 están	
conectados	y	se	 inflan	simultáneamente.	Esta	técnica	está	 limitada	entre	otras	cosas,	por	 las	
diferentes	características	de	los	componentes	del	tubo	endotraqueal	como	la	distensibilidad	y	
elasticidad	(Hung,	2020).	Además,	se	ha	estudiado	y	demostrado	que	el	diseño	del	globo	piloto	
afecta	 significativamente	 a	 la	 capacidad	 de	 los	 anestesistas	 para	 evaluar	 e	 inflar	 el	 balón	 a	
presiones	seguras	(Janossy	et	al.,	2010).	La	técnica	VOM	requiere	que	el	operador	infle	el	balón	
hasta	escuchar	 la	pérdida	de	 fuga	audible	 inspiratoria	alrededor	del	manguito	al	 realizar	una	
ventilación	manuala	una	presión	pico	de	20	cm	H2O	(López-Herranz,	2013;	Rioja,	2013;	White,	
Makara	 y	 Martínez-Taboada,	 2019).	 Aunque	 estas	 dos	 técnicas	 se	 usen	 regularmente	 son	
estimaciones	subjetivas	que	pocas	veces	logran	presiones	óptimas	y	con	frecuencia	resultan	en	
presiones	elevadas,	con	algunos	registros	de	hasta	100	cm	H2O	(Briganti	et	al.,	2012;	Bird,	Bird	
y	 McMillan,	 2019).	 Todos	 los	 estudios	 consultados	 concluyen	 que,	 para	 inflar	 y	 evaluar	
	 11	
adecuadamente	la	presión	dentro	del	balón	de	pneumotaponamiento,	es	necesario	realizar	una	
medición	 directa	 mediante	 el	 uso	 de	 manómetros	 o	 jeringas	 comerciales	 diseñadas	
específicamente	 para	 inflar	 el	 manguito	 del	 tubo	 endotraqueal	 (Al-Metwalli	 et	 al.,	 2011;	
Totonchi	et	al.,	2015;	Hung,	2020).	En	caso	de	no	disponer	de	estos	dispositivos,	no	hay	consenso	
sobre	que	 técnica	es	 la	más	adecuada.	De	 todos	modos,	 como	 recomendación	general	 cabe	
destacar	que	se	ha	observado	que	el	uso	de	jeringas	de	10	ml	y	20	ml	para	el	inflado	del	balón	
resultan	muchas	veces	en	presiones	más	elevadas	(Khan	et	al.,	2016),	mientras	que	es	probable	
que	 el	 uso	 de	 jeringas	 de	 pequeño	 tamaño	 (3	 ml)	 predispongan	 a	 no	 inflar	 demasiado	 el	
manguito	(White,	Makara	y	Martínez-Taboada,	2019).	
	
El	 inflado	del	balón,	al	 ser	una	habilidad,	se	debería	perfeccionar	con	 la	práctica,	aunque	 los	
resultados	de	varios	estudios	sugieren	que	no	existe	diferencia	en	 la	capacidad	de	estimar	 la	
presión	 del	 manguito	 del	 tubo	 endotraqueal	 entre	 los	 distintos	 grados	 de	 experiencia	 del	
personal	(Fernández	et	al.,	1990).	Esto	puede	ser	debido	a	que	rara	vez	se	comprueba	de	forma	
directa	las	presiones	alcanzadas	tras	la	inflación	del	manguito,	por	lo	que	esta	habilidad	no	se	
puede	 mejorar	 (White	 et	 al.,	 2017).	 Esta	 falta	 de	 correlación	 entre	 precisión	 y	 experiencia	
enfatiza	 la	 necesidad	 de	 usar	 un	 manómetro	 o	 una	 jeringa	 de	 medición	 de	 presión	 para	
proporcionar	presiones	dentro	del	rango	recomendado	(Stewart	et	al.,	2003).	
	 	
	 12	
3.	JUSTIFICACIÓN	Y	OBJETIVOS	
La	intubación	endotraqueal	es	un	procedimiento	esencial	en	la	anestesia	de	pequeños	animales	
que	tiene	como	finalidad	mantener	la	vía	aérea	permeable,	garantizar	la	administración	de	gases	
anestésicos	y	oxígeno	y	prevenir	la	aspiración	de	material	o	secreciones.	Para	optimizar	estas	
funciones,	 es	 necesario	 que	 tras	 la	 intubación	 se	 realice	 un	 adecuado	 inflado	 del	 balón	 de	
pneumotaponamiento	hasta	conseguir	el	sellado	del	tubo	a	la	tráquea.		
	
La	presión	que	se	alcanza	dentro	del	balón	es	importante	ya	que,	debe	de	ser	lo	suficientemente	
elevada	como	sellar	la	tráquea	y	evitar	la	aspiración	de	cualquier	secreción	y	fuga	de	gas,	pero	
no	para	 interrumpir	 la	perfusión	sanguínea	de	 la	mucosa	traqueal	que	podría	derivar	en	una	
serie	 de	 complicaciones	 como	 inflamación	 y	 necrosis	 de	 la	 mucosa	 traqueal,	 dolor	
posextubación,	estenosis	traqueal	e	incluso	ruptura.	
		
Por	lo	tanto,	los	objetivos	de	este	estudio	han	sido:	
- Evaluar	el	efecto	de	la	técnica	utilizada	en	las	presiones	alcanzadas	tras	el	 inflado	del	
pneumotaponamiento	en	el	perro	por	parte	de	un	operador	novel.	Las	dos	técnicas	que	
se	van	a	comparar	son	la	técnica	de	palpación	del	 indicador	del	balón	y	 la	técnica	de	
volumen	oclusivo	mínimo.	
- Realizar	un	análisis	de	los	resultados	obtenidos	y	una	comparativa	entre	las	dos	técnicas	
de	inflado	del	pneumotaponamiento.		
	 	
	 13	
4.		MATERIAL	Y	MÉTODOS		
Se	 trata	de	un	estudio	prospectivo	 realizado	en	el	Hospital	Veterinario	de	 la	Universidad	de	
Zaragoza,	 en	 el	 que	 se	 incluyeron	 perros	 que	 eran	 pacientes	 quirúrgicos	 y	 que	 iban	 a	 ser	
sometidos	a	una	anestesia	general	para	llevar	a	cabo	un	procedimiento	quirúrgico,	durante	el	
periodo	de	Octubre	del	año	2019	a	Marzo	del	año	2020.	
	
4.1.	POBLACIÓN	ANIMAL	
La	población	estudiada	estaba	formada	por	24	perros	que	de	forma	randomizada	se	incluyeron	
en	 dos	 grupos	 en	 función	 de	 la	 técnica	 utilizada	 para	 llevar	 a	 cabo	 el	 inflado	 del	 balón	 de	
pneumotaponamiento.		
	
4.2.	PROTOCOLO	ANESTÉSICO	Y	RECOGIDA	DE	DATOS	
No	 se	 definió	 un	 protocolo	 anestésico	 concreto,	 sino	 que	 éste	 fue	 diseñado	 a	 criterio	 del	
anestesista	 en	 función	 de	 cada	 paciente.	 Todos	 los	 pacientes	 incluidos	 en	 el	 estudio	 fueron	
sometidos	 a	 una	 valoración	 preoperatoria	 en	 la	 que	 se	 realizó	 una	 anamnesis,	 exploración	
general	 y	 las	 pruebas	 complementarias	 necesarias.	 A	 partir	 de	 los	 resultados	 obtenidos	 se	
clasificaba	el	estado	físico	del	animal	y	se	estimaba	el	riesgo	que	planteaba	la	anestesia	según	la	
clasificación	ASA	(American	Society	of	Anesthesiologists,	2019).		
	
El	día	de	la	cirugía,	el	paciente	acudía	en	ayuno	de	sólidos	de	ocho	horas	y	restricción	de	líquidos	
de	dos	horas,	y	tras	la	premedicación	se	procedía	a	preparar	todo	el	material	necesario	para	la	
intubación,	colocación	del	catéter,	preoxigenación,	mantenimiento	anestésico	(circuito	y	bolsa	
reservorio)	y	monitorización.	Tras	la	selección	de	los	tubos	endotraqueales	se	comprobaba	la	
integridad	y	el	correcto	funcionamiento	de	los	balones	de	pneumotaponamiento	de	cada	uno	
de	ellos	mediante	su	completo	inflado	y	posterior	desinflado.		
	
Una	vez	que	los	fármacos	administrados	en	la	premedicación	hacían	efecto,	se	cateterizaba	una	
vía	 venosa	 y	 se	 iniciaba	 la	 administración	de	 fluidoterapia	 de	mantenimiento,	 generalmente	
Ringer	Lactato	a	un	ritmo	de	infusión	de	3	mL/kg/h.	Mientras	tanto,	el	paciente	se	preoxigenaba,	
se	rasuraba	y	realizaban	los	primeros	lavados	del	campo	quirúrgico	y	se	colocaban	los	parches	
de	los	electrodos	y	el	oscilométrico	o	Doppler	para	ir	realizando	las	primeras	mediciones	de	la	
presión	arterial.		
	
	 14	
Cuando	 el	 paciente	 estaba	 preparado,	 se	 trasladaba	 a	 quirófano	 donde	 se	 procedía	 a	 la	
inducción	 anestésica	 y	 a	 su	 posterior	 intubación	 endotraqueal	 una	 vez	 alcanzado	 el	 plano	
anestésico	quirúrgico	(rotación	ventro-medial	del	ojo,	ausencia	de	reflejo	palpebral	y	ausencia	
de	 tono	 mandibular).	 La	 maniobra	 de	 intubación	 se	 iniciaba	 con	 el	 tubo	 endotraqueal	
seleccionado	de	mayor	calibre	ya	que,	se	buscaba	que	se	ajustase	lo	mejor	posible	a	la	tráquea.	
Antes	de	realizar	la	intubación,	es	importante	tener	preparado	todo	el	material	necesario	para	
su	realización,	como	tubos	de	diferentes	calibres,	sistema	de	fijación	del	tubo,	jeringa	para	el	
llenado	del	manguito	y	laringoscopio.	
	
Tras	 la	 fijación	 del	 tubo,	 el	 operador	 novel	 realizaba	 el	 inflado	 del	 balón	 de	
pneumotaponamiento	 en	 función	 de	 la	 técnica	 asignada.	 Cuando	 se	 utilizaba	 la	 técnica	 de	
volumen	oclusivo	mínimo	se	daba	por	 finalizado	el	 inflado	del	manguito	cuando	el	operador	
estaba	satisfecho	de	haber	logrado	una	pérdida	de	fuga	audible	durante	la	ventilación	manual	a	
una	 presión	 pico	 de	 20	 cm	 de	 H2O,	 no	 pudiendo	 tocar	 el	 indicador	 del	 balón	 durante	 el	
procedimiento	(Imagen	4).	En	el	caso	de	usar	la	técnica	de	palpación	del	indicador	del	balón,	el	
inflado	se	daba	por	concluido	cuando	el	operador	estaba	satisfecho	con	la	presión	alcanzada	por	
dígito-palpación	del	indicador	(Imagen	5).	
	
			 	
Imagen	4.	Técnica	volumen	oclusivo	mínimo		 	 		Imagen	5.	Técnica	de	palpación	del	indicador	del	balón	
				
Una	vez	inflado	el	balón	se	procedía	a	la	comprobación	de	la	presión	alcanzada	directamente	
dentro	del	mismo	mediante	la	jeringa	de	medición	de	presión	AG	Cuffill®	(Hospitech	Respiration,	
Israel).	Se	trata	de	un	dispositivo	con	un	sensor	de	presión	que	puede	detectar	y	mostrar	el	valor	
de	presión	del	manguito	del	tubo	endotraqueal	en	una	pantalla	que	se	encuentra	en	el	émbolo.	
En	caso	de	que	la	presión	estuviera	fuera	del	rango	óptimo,	se	corregía	con	la	AG	Cuffill	hasta	
un	 valor	 de	 entre	 20	 y	 30	 cm	 H2O.	 Los	 valoresde	 presión	 obtenidos	 se	 dividieron	 en	 tres	
	 15	
categorías:	subinflado	(<	20	cm	H2O),	inflado	óptimo	(entre	20	y	30	cm	H2O)	y	sobreinflado	(>	30	
cm	H2O)	
	
En	cada	caso	se	registraba:	número	de	ficha	del	paciente,	edad,	sexo,	clasificación	ASA,	tubo	
endotraqueal	 (número	y	material),	adaptación	al	 tamaño	de	 la	 tráquea	 (ajustado,	adecuado,	
insuficiente),	 tiempo	 de	 inflado,	 volumen	 de	 inflado,	 presión	 alcanzada	 y	 presencia	 o	 no	 de	
fugas.	 Las	 fugas	 se	 valoraron	 mediante	 la	 detección	 de	 olor	 del	 anestésico	 inhalatorio	 y	 la	
observación	 del	 bucle	 presión-volumen	 y	 flujo-volumen	 espirométrico,	 que	 si	 había	 fuga	 se	
podía	ver	como	la	rama	espiratoria	no	regresaba	a	cero.		
	
Tras	el	proceso	de	intubación,	el	paciente	se	conectaba	a	la	máquina	anestésica	para	iniciar	el	
mantenimiento	anestésico	mediante	 la	administración	de	 isoflurano	vehiculado	en	oxígeno	y	
aire.	 La	monitorización	 intraoperatoria	 se	 realizaba	 cada	 5	minutos	 anotando	 en	 la	 hoja	 de	
anestesia	 los	 siguientes	 parámetros:	 frecuencia	 cardíaca,	 frecuencia	 respiratoria,	 presión	
arterial	 sistémica,	 fracción	 espirada	 de	 CO2	 e	 isoflurano,	 saturación	 de	 oxígeno,	
electrocardiografía,	plano	anestésico	y	temperatura.	
	
4.3.	ANÁLISIS	ESTADÍSTICO	
Los	 datos	 estadísticos	 se	 analizaron	 utilizando	 el	 software	 IBM	 SPSS	 19.0	 para	 Windows,	
estableciendo	un	nivel	de	significación	de	0,050	en	todos	los	casos.	Las	variables	cualitativas	se	
describieron	 de	 acuerdo	 con	 sus	 frecuencias	 absolutas	 y	 relativas,	 mientras	 que	 para	 las	
variables	cuantitativas	se	calculó	la	media	aritmética	como	una	medida	de	la	tendencia	central	
y	 la	desviación	estándar	y	el	error	estándar	como	medidas	de	dispersión.	Para	determinar	 la	
asociación	 entre	 dos	 variables	 cualitativas,	 la	 prueba	 de	 Chi-cuadrado	 de	 Pearson	 se	 realizó	
cuando	menos	del	20%	de	las	frecuencias	esperadas	eran	menores	de	5.	En	los	casos	en	que	no	
fue	aplicable,	se	realizó	la	prueba	exacta	de	Fisher	(para	la	contingencia	2x2	tablas)	o	prueba	de	
razón	 de	 verosimilitud	 (en	 otras	 situaciones).	 Para	 comparar	 las	 medias	 de	 dos	 variables	
cuantitativas,	 dado	 que	 la	 población	 estudiada	 era	 inferior	 a	 50,	 se	 probó	 la	 normalidad	
utilizando	la	prueba	de	Shapiro-Wilk,	que	determina	el	uso	de	pruebas	paramétricas	(cuando	se	
supone	una	distribución	normal)	o	pruebas	no	paramétricas	(en	el	caso	contrario).	La	prueba	t	
de	 Student	 se	 usó	 para	 muestras	 independientes	 (o	 dependientes	 si	 los	 datos	 están	
emparejados)	y	la	prueba	U	de	Mann-Whitney	como	alternativa	no	paramétrica.	
	 	
	 16	
5.	RESULTADOS	Y	DISCUSIÓN	
En	 este	 estudio	 se	 incluyeron	 24	 perros	 pacientes	 quirúrgicos	 del	 Hospital	 Veterinario	 de	 la	
Universidad	de	Zaragoza.	En	13	de	ellos	se	infló	el	balón	de	pneumotaponamiento	mediante	la	
técnica	de	palpación	del	indicador	del	balón	y	en	los	otros	11	mediante	la	técnica	de	volumen	
oclusivo	mínimo.	
	
Las	características	de	la	población	animal	estudiada	(n=24	perros)	se	resumen	en	la	Tabla	1:	
	
	 Frecuencia	
(n)	
Porcentaje	
(%)	
Sexo	 	 	
Machos	
Hembras	
13	
11	
54,17%	
45,83%	
Edad	 	 	
<	2	años	
2-8	años	
>	8	años	
9	
9	
6	
37,5%	
37,5%	
25%	
ASA	 	 	
I	
II	
III	
IV	
V	
10	
6	
8	
0	
0	
41,67%	
25%	
33,33%	
0%	
0%	
	
							Tabla	1.	Frecuencia	y	porcentajes	de	las	características	de	la	población	estudiada.		
	
	
En	 la	 Tabla	 2	 se	 resumen	 los	 resultados	obtenidos	 en	 el	 análisis	 de	 las	 variables	 cualitativas	
estudiadas	 (método	de	 inflado,	material	 del	 tubo	 y	 ajuste	del	 tubo)	 en	 relación	 a	 la	 presión	
alcanzada.	La	presión	se	dividió	en	 tres	categorías:	 subinflado	 (<	20	cm	H2O),	 inflado	óptimo	
(entre	20	y	30	cm	H2O)	y	sobreinflado	(>	30	cm	H2O).	Como	para	todas	las	variables	más	del	20%	
de	las	frecuencias	esperadas	eran	menores	de	5	se	realizó	la	prueba	de	razón	de	verosimilitud.	
	 	
	 17	
	
	
	
Variable	
Presión	 	
	
p*	
	
<	20	cm	H2O	
	
20-30	cm	H2O	
	
>	30	cm	H2O	
n	 %	 n	 %	 n	 %	
Material	 PVC	 7	 31,8%	 7	 31,8%	 8	 36,4%	 0,315	
Silicona	 0	 0,0%	 1	 33,3%	 2	 66,7%	
Ajuste	 Adecuado	 5	 27,8%	 6	 33,3%	 7	 38,9%	 0,739	
	 Ajustado	 2	 33,3%	 2	 33,3%	 2	 33,3%	
Pequeño	 0	 0,0%	 0	 0,0%	 1	 100,0%	
Método	 Palpación	 3	 23,1%	 4	 30,8%	 6	 46,2%	 0,776	
VOM	 4	 33,3%	 4	 33,3%	 4	 33,3%	
Fugas	 Ausencia	 2	 10,0%	 8	 40,0%	 10	 50,0%	 <	0,001	
Presencia	 5	 100,0%	 0	 0,0%	 0	 0,0%	
	
Tabla	2.	Frecuencias	y	porcentajes	de	las	variables	cualitativas	estudiadas	(PVC:	policloruro	de	
vinilo;	VOM:	volumen	oclusivo	mínimo).	
*	Significación	de	la	prueba	de	la	razón	de	verosimilitudes	(p	<	0,05)	
	
No	se	han	detectado	diferencias	significativas	en	las	presiones	obtenidas	en	el	manguito	al	usar	
un	tubo	de	PVC	o	uno	de	silicona	(p=0,315),	por	lo	que	se	considera	que	el	material	no	influye	
en	 la	 presión	 alcanzada.	 Tampoco	 se	 han	 encontrado	 diferencias	 significativas	 entre	 las	
presiones	obtenidas	en	 función	de	cómo	de	ajustado	haya	quedado	el	 tubo	a	 la	 tráquea	del	
paciente	(p	=	0,739).		
	
En	contraposición	con	nuestros	resultados,	en	un	estudio	realizado	por	Briganti	et	al.	(2012)	el	
uso	de	tubos	endotraqueales	de	silicona	se	asoció	a	presiones	de	manguito	significativamente	
más	altas	en	comparación	con	 los	 tubos	de	plástico	para	ambas	 técnicas	de	 inflado.	 En	este	
sentido,	en	nuestro	estudio,	han	sido	poco	los	casos	en	los	que	se	ha	usado	un	tubo	de	silicona	
respecto	a	los	de	PVC.	Por	tanto,	además	de	ampliar	el	número	total	de	casos	participantes	en	
el	estudio,	sería	necesario	incluir	más	casos	en	los	que	se	intubara	con	tubo	de	silicona.	
	
Se	han	encontrado	diferencias	significativas	en	 las	presiones	entre	 los	casos	en	 los	que	hubo	
fugas	y	en	los	que	no	(p	<	0,001),	es	decir,	únicamente	se	detectaron	fugas	cuando	la	presión	
	 18	
obtenida	fue	<	de	20	cm	H2O.	Debido	a	que	la	diferencia	en	cuanto	a	la	presencia	o	no	de	fugas	
según	la	presión	alcanzada	es	significativa,	se	obtuvo	un	valor	de	la	V	de	Cramer	de	0,802,	lo	que	
indica	que	existe	un	alto	grado	de	correlación	entre	ambas	variables.	Aun	así,	al	comparar	 la	
presencia	 de	 fugas	 según	 el	 ajuste	 del	 tubo	 a	 la	 tráquea	 no	 se	 han	 encontrado	 diferencias	
significativas	entre	ambas	técnicas	(p	=	0,559).	
	
Según	el	método	usado	para	inflar	el	manguito,	no	se	han	detectado	diferencias	significativas	
en	la	presiones	obtenidas	al	emplear	el	método	de	palpación	o	VOM	(p	=	0,776).	A	continuación	
se	muestran	los	resultados	según	los	rangos	de	presión	alcanzados	para	la	variable	método	de	
inflado	del	balón	(Tabla	3):		
	
	
Presión	
	 Método	
Palpación	 VOM	
<	20	cm	H2O	 Frecuencia	y	porcentaje		
%	del	total	
	
3	(23,1%)	
12,0%	
4	(33,3%)	
16,0%	
20-30	cm	H2O	 Frecuencia	y	porcentaje		
%	del	total	
	
4	(30,8%)	
16,0%	
4	(33,3%)	
16,0%	
>	30	cm	H2O	 Frecuencia	y	porcentaje		
%	del	total	
6	(46,2%)	
24,0%	
4	(33,3%)	
16,0%	
	
Tabla	3.	Rangos	de	presión	obtenidos	en	función	del	método	de	inflado	del	balón.	
	
Analizando	todos	 los	casos,	únicamente	en	un	32%	se	alcanzó	una	presión	óptima	(20-30	cm	
H2O),	mientras	que	en	un	elevado	porcentaje	de	casos	(68%)	se	obtuvieron	presiones	fuera	del	
rango	deseable.	Cabe	resaltar	que	ninguna	de	las	dos	técnicas	empleadas	resultaron	eficaces	a	
la	hora	de	obtener	una	presión	adecuada	dentro	del	manguito	ya	que,	mediante	la	técnica	de	
palpación	un	69,3%	de	los	casos	se	encontraban	fuera	del	rango	óptimo	de	presión,	y	en	el	caso	
de	la	técnica	VOM	éstos	representaron	un	66,6%.	Con	el	uso	de	la	técnica	de	palpación,	los	casos	
de	sobreinflado	(46,2%)	del	manguito	duplicaron	a	los	de	subinflado	(23,1%),	mientras	que	con	
la	técnica	VOM	ambas	situaciones	se	dieron	en	la	misma	proporción	(33,3%).	Es	decir,	existe	una	
mayor	tendencia	a	sobreinflar	el	balón	con	la	técnica	de	palpación	que	con	la	técnica	VOM.Estos	resultados	coinciden	con	cuatro	estudios	que	evaluaron	el	efecto	de	la	técnica	empleada	
en	la	presión	alcanzada	en	el	manguito	en	perros,	determinando	que	ni	la	técnica	de	palpación	
ni	la	del	VOM	fueron	técnicas	efectivas	para	lograr	una	presión	óptima	entre	20	y	30	cm	H2O,	
	 19	
sino	 que	 se	 obtuvieron	 presiones	 variables	 y	 excesivamente	 elevadas	 (Briganti	 et	 al.,	 2012;	
White	et	al.,	2017;	White,	Makara	y	Martínez-Taboada	et	al.,	2017;	Bird,	Bird	y	McMillan,	2019).	
Tanto	 en	 estos	 estudios	 como	 en	 otros	 realizados	 en	 medicina	 humana,	 en	 los	 que	 se	 ha	
demostrado	que	la	palpación	del	globo	piloto	no	es	un	método	eficaz	para	inflar	el	manguito	de	
manera	segura	(Stewart	et	al.,	2003;	Faris	et	al.,	2007;	Morris	et	al.,	2007),	se	recomienda	el	uso	
de	métodos	de	medición	directa	de	la	presión	como	un	manómetro	o	una	jeringa	de	inflado.	
	
En	 la	 siguiente	 tabla	 se	 muestran	 los	 resultados	 obtenidos	 en	 el	 análisis	 de	 las	 variables	
cuantitativas	estudiadas	en	relación	al	método	utilizado	para	inflar	el	manguito	(Tabla	3):	
	
	
	
	
Variable	
Método	 	
	
	
p*	
Palpación	
(Media	±	desviación	
estándar)	
VOM	
(Media	±	desviación	
estándar)	
Presión	alcanzada	
(cm	H20)	
34,23	± 19,421	 27,50	±	14,557	 0,340	
Tiempo	inflado	
(s)	
10,31	±	2,562	 14,75	±	4,309	 0,004	
Volumen	inflado	
(ml)	
2,915	±	1,3303	 3,042	±	1,5430	 0,828	
	
Tabla	4.	Valores	medios	(±	desviación	estándar)	de	las	variables	cuantitativas	estudiadas.	
*	Significación	según	t	de	Student	para	muestras	independientes	(p	<	0,05)	
	
La	media	de	la	presión	alcanzada	mediante	el	método	de	palpación	fue	de	34,23	± 19,421	cm	
H2O	y	la	obtenida	por	el	método	VOM	de	27,50	±	14,557	cm	H2O.	La	diferencia	obtenida	entre	
estas	dos	medias	no	es	estadísticamente	significativa	(p	=	0,340).	
	
Se	han	detectado	diferencias	significativas	(p	=	0,004)	respecto	al	tiempo	necesario	para	realizar	
cada	 técnica	de	 inflado.	La	 técnica	de	palpación	requirió	menos	 tiempo	que	 la	 técnica	VOM,	
obteniéndose	una	media	de	10,31	±	2,562	segundos	para	palpación	frente	a	una	media	de	14,75	
±	4,309	segundos	para	VOM.		
	
En	el	mismo	estudio	de	White	et	al.,	(2017)	también	se	observó	que	para	inflar	el	balón	con	la	
técnica	 de	 palpación	 se	 requería	 menos	 tiempo	 que	 con	 la	 técnica	 de	 VOM.	 Aunque	 la	
importancia	clínica	de	este	resultado	en	un	procedimiento	anestésico	rutinario	es	cuestionable,	
	 20	
y	 dado	 que	 ninguna	 de	 las	 dos	 técnicas	 resulta	 significativamente	 más	 efectiva,	 se	 podría	
concluir	 que	 la	 técnica	 de	 palpación	 es	más	 adecuada	 en	 situaciones	 de	 emergencia,	 con	 la	
ventaja	adicional	de	requerir	solo	un	operador	para	realizarla.	Además	la	técnica	VOM	al	basarse	
en	la	detección	de	la	fuga	de	aire	a	través	de	la	cavidad	oral	puede	ser	subjetiva	y	necesitar	un	
ambiente	poco	ruidoso.	
	
El	 volumen	 de	 inflado	 es	 estadísticamente	 igual	 para	 los	 dos	 métodos,	 no	 hay	 diferencias	
significativas	(p	=	0,828) 
 
Una	vez	obtenidos	los	resultados	se	calculó	el	flujo	(volumen	de	inflado	entre	tiempo	de	inflado)	
y	se	comparó	con	cada	una	de	las	variables	cualitativas.	Únicamente	se	encontraron	diferencias	
significativas	(p=0,038)	entre	las	medias	de	los	grupos	sin	fugas	(0,29	±	0,15	ml/s)	y	con	fugas	
(0,15	±	0,09	ml/s).		
	
Durante	 la	 recogida	 de	 datos	 se	 dieron	 dos	 situaciones	 en	 las	 que	 habiendo	 alcanzado	 una	
presión	dentro	del	rango	óptimo	e	incluso	superior,	existía	una	fuga	perceptible	por	el	olor	a	
isoflurano	 y	 por	 las	 alteraciones	 en	 la	 curva	 de	 espirometría	 flujo/volumen	 del	 monitor	
multiparamétrico.	En	ambos	casos,	 tras	 la	 revisión	de	 la	máquina	anestésica,	circuito	y	bolsa	
reservorio	se	llegó	a	la	conclusión	de	que	la	fuga	se	daba	alrededor	del	manguito.	En	uno	de	los	
casos	la	fuga	era	consecuencia	de	que	el	manguito	no	estaba	inflado	debido	a	que	al	sujetar	el	
tubo	endotraqueal	con	una	venda	gasa	se	 incluyó	el	 tubo	de	conexión	entre	el	 indicador	del	
balón	 y	 el	 manguito,	 por	 lo	 que	 el	 volumen	 inyectado	 y	 la	 presión	 quedaban	 limitadas	 al	
indicador.	En	el	otro	caso	 la	 causa	 radicaba	en	el	uso	de	un	 tubo	endotraqueal	de	diámetro	
excesivamente	pequeño	para	el	tamaño	de	la	tráquea	del	paciente,	por	lo	que	el	balón	inflado	
no	era	capaz	de	sellar	la	tráquea.	Brown	(2007)	en	un	artículo	en	el	que	describe	el	proceso	de	
intubación	endotraqueal	en	el	perro,	apunta	que	si	se	necesitan	más	de	5	ml	de	aire	para	inflar	
el	manguito,	se	debería	haber	seleccionado	un	tubo	de	mayor	diámetro	para	ese	animal.	Por	
estos	motivos	es	esencial	 la	 selección	de	 los	 tubos	endotraqueales	de	acuerdo	al	paciente	a	
anestesiar	e	intentar	que	se	adapte	lo	mejor	posible	a	la	tráquea,	y	ser	minuciosos	durante	toda	
la	maniobra	de	intubación	para	evitar	errores	y	complicaciones.	
	
Cabe	destacar	que	en	un	estudio	realizado	por	White	et	al.,	(2017)	se	consideró	que	el	operador	
podría	estar	condicionado	a	la	hora	de	inflar	el	balón	ya	que	luego	se	va	a	comprobar	la	presión	
que	ha	alcanzado,	tendiendo	por	tanto	a	inflarlo	menos;	aspecto	que	puede	ser	perfectamente	
aplicable	a	nuestro	estudio.	
	 21	
	
Debido	a	la	actual	situación	ocasionada	por	la	pandemia	del	COVID-19,	por	la	que	se	paralizó	la	
actividad	en	el	Hospital	Veterinario	de	la	Universidad	de	Zaragoza,	la	parte	experimental	de	este	
TFG,	 aunque	 estaba	 avanzada,	 se	 ha	 visto	 afectada	 ya	 que	 no	 ha	 sido	 posible	 completar	 la	
totalidad	de	casos	clínicos	planteados	en	un	inicio	para	valorar	la	experiencia	del	anestesista	en	
el	procedimiento.	Por	este	motivo	decidimos	replantear	el	estudio	y	centrarlo	solamente	en	la	
experiencia	del	operador	novel	 (Elena	Vizcaino).	Un	número	bajo	de	animales	 incluidos	en	el	
estudio	ha	sido	la	principal	limitación	del	estudio,	lo	que	sin	duda	ha	influido	en	los	resultados	
obtenidos.	
	 	
	 22	
6.	CONCLUSIONES	
Atendiendo	 a	 los	 resultados	 obtenidos	 en	 nuestro	 estudio	 se	 han	 podido	 establecer	 las	
siguientes	conclusiones:	
- Ni	la	técnica	de	palpación	del	indicador	del	balón	ni	la	técnica	VOM	resultaron	efectivas	
para	 lograr	 presiones	 del	 balón	 del	 tubo	 endotraqueal	 dentro	 del	 rango	 óptimo,	
existiendo	una	cierta	tendencia	al	sobreinflado.		
	
- El	uso	de	la	medición	directa	de	la	presión	dentro	del	manguito	junto	con	los	métodos	
de	inflado	rutinarios	es	muy	recomendable	para	alcanzar	una	presión	óptima.	
	
- No	 se	 observaron	 diferencias	 significativas	 en	 cuanto	 a	 la	 presión	 obtenida	 en	 el	
manguito	según	el	material	del	tubo	endotraqueal	empleado.	
	
- El	tiempo	requerido	para	realizar	el	 inflado	del	balón	con	 la	técnica	de	palpación	fue	
significativamente	menor	que	con	la	técnica	VOM.	
	
CONCLUSIONS	
Taking	 into	 account	 the	 results	 obtained	 in	 our	 study,	 the	 following	 conclusions	 could	 be	
established:	
- Neither	the	palpation	technique	nor	the	MOV	technique	can	be	considered	effective	to	
achieved	optimal	intracuff	pressures.	
	
- The	use	of	direct	 intracuff	pressure	measurement	alongside	 routine	methods	of	 cuff	
inflation	is	highly	recommended	to	achieve	optimum	pressure.	
	
- No	significant	differences	were	observed	in	terms	of	intracuff	pressure	associated	with	
the	material	of	the	endotracheal	tube	used.	
	
- The	 time	 required	 to	 perform	 the	 cuff	 inflation	 with	 the	 palpation	 technique	 was	
significantly	less	than	with	the	MOV	technique.	
	 	
	 23	
7.	VALORACIÓN	PERSONAL		
La	realización	de	este	trabajo	ha	sido	para	mí	una	gran	fuente	de	aprendizaje.	Sobre	todo	he	
comprendido	que	 la	 intubación	y	el	 inflado	del	balón	de	pneumotaponamiento	son	una	 fase	
crítica	 en	 el	 procedimiento	 anestésico,	 por	 lo	 que	 es	 esencial	 la	 práctica	 y	mejora	 de	 estas	
habilidades	con	la	finalidad	de	evitar	posibles	complicaciones	asociadas.	
	
La	parte	experimental	me	ha	permitido	asistir	a	 lo	 largo	del	curso	adiversos	procedimientos	
quirúrgicos	 y,	 aunque	mi	 trabajo	 únicamente	 se	 centraba	 en	 una	 parte	 de	 todo	 el	 proceso	
anestésico,	he	tenido	la	oportunidad	de	poder	seguir	el	procedimiento	con	el	paciente	desde	la	
preparación	del	mismo	en	la	sala	de	preanestesia	hasta	el	despertar	y	traslado	a	la	UCI.	De	este	
modo	he	podido	 aprender	 de	 las	 particularidades	 anestésicas	 de	 cada	 caso	 y	 cómo	 se	debe	
ajustar	el	protocolo	anestésico	a	cada	paciente	de	forma	individual.	Además,	debido	a	que	la	
recogida	 de	 datos	 fue	 realizada	 durante	 periodo	 docente,	 pude	 estar	 presente	 en	 las	
explicaciones	 impartidas	 en	 las	 sesiones	 prácticas	 de	 Anestesia	 y	 Cirugía	 del	 Prácticum	 de	
Pequeños	 Animales.	 Asimismo	 la	 elaboración	 de	 un	 trabajo	 con	 parte	 experimental	 me	 ha	
permitido	 conocer	un	poco	más	 sobre	el	 campo	de	 la	 investigación,	desde	 lo	que	 supone	 la	
elaboración	 y	 creación	 de	 la	 estructura	 que	 tendrá	 el	 trabajo,	 hasta	 la	 recogida	 de	 datos,	
evaluación	y	extracción	de	conclusiones	de	los	mismos.		
	
El	desarrollo	de	la	parte	teórica	me	ha	sido	de	utilidad	para	mejorar	mis	habilidades	de	búsqueda	
de	bibliografía	contrastada	y	veraz	mediante	plataformas	de	búsqueda	de	información	(Pubmed,	
Scopus,	Alcorze…)	y	de	utilización	del	gestor	bibliográfico	Mendeley;	así	como	mejorar	en	cuanto	
a	 la	comprensión	de	artículos	y	 libros	y	aprender	a	contrastar	mis	propios	resultados	con	 los	
obtenidos	en	otros	estudios.		
	
Finalmente	me	gustaría	 agradecer	 a	 todos	 los	profesores	 y	 residentes	que	 forman	parte	del	
Hospital	Clínico	Veterinario	de	la	Universidad	de	Zaragoza	por	haber	hecho	posible	la	realización	
de	la	parte	práctica	de	este	trabajo.	También	agradecer	a	Sergio	Rodríguez	Zapater	por	su	ayuda	
y	todo	el	trabajo	realizado	en	la	parte	estadística	y	extracción	de	resultados,	y	especialmente	a	
Cristina	Bonastre	Ráfales	por	su	tiempo,	implicación,	aportación	de	bibliografía,	consejos	y	por	
compartir	conmigo	sus	amplios	conocimientos	sobre	anestesiología.			
	 	
	 24	
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