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Temas selectos en Orientación Psicológica. Vol. VIII Orientación psicológica y adicciones Temas selectos en Orientación Psicológica. Vol. VIII Orientación psicológica y adicciones IMPORTANTE Los autores y la Editorial de esta obra han tenido el cuidado de comprobar que las dosis y esquemas terapéuticos sean correctos y compatibles con los estándares de aceptación general en la fecha de la publicación. Sin embargo, es difícil estar por completo seguro que toda la información proporcionada es totalmente adecuada en todas las circunstancias. Se aconseja al lector consultar cuidadosamente el material de instrucciones e información incluido en el inserto del empaque de cada agente o farmacoterapéutico antes de administrarlo. Es importante, en especial, cuando se utilizan medicamentos nuevos o de uso poco frecuente. La Editorial no se responsabiliza por cualquier alteración, pérdida o daño que pudiera ocurrir como consecuencia, directa o indirecta, por el uso y aplicación de cualquier parte del contenido de la presente obra. Nos interesa su opinión, comuníquese con nosotros: Editorial El Manual Moderno S.A. de C.V. Av. Sonora 206, Col. Hipodromo, Deleg. Cuauhtémoc. 06100 México, D.F. (52-55) 52-65-11-00 info@manualmoderno.com quejas@manualmoderno.com Temas selectos en orientación psicológica, Vol. VIII. Orientación psicológica y adicciones D.R. © 2014 por Editorial El Manual Moderno, S.A. de C.V. ISBN: 970-729-158-3 (versión impresa) ISBN: 978-607-448-452-6 (versión electrónica) Miembro de la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana, Reg. núm. 39 Todos los derechos reservados. Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, almacenada o transmitida sin permiso previo por escrito de la Editorial. Para mayor información sobre Catálogo de producto Novedades Distribuciones y más www.manualmoderno.com Orientación psicológica y adicciones. -- México : Editorial El Manual Moderno, D.F. : Universidad Iberoamericana, 2014. 1 recurso en línea (x, 78 páginas) : PDF –- (Temas selectos en orientación psicológica ; volumen VIII) ISBN: 970-729-158-3 (versión impresa) ISBN: 978-607-448-452-6 (versión electrónica) 1. Drogadicción – México. 2. Drogadicción - Aspectos psicológicos. 3. Drogadicción – Tratamiento. 4. Abuso infantil - Aspectos psicológicos – México. I. Universidad Iberoamericana (México, D.F.). 616.8603072-scdd21 Biblioteca Nacional de México mailto:info@manualmoderno.com mailto:quejas@manuamoderno.com http://www.manualmoderno.com/ Department Chair and Co-Director, School Counseling Program, Associate Professor Counseling and Human Services Elizabeth J. Jacob Associated Editor UNIVERSIDAD IBEROAMERICANA Antonio Tena Suck Director del Departamento de Psicología Araceli Téllez Trejo Directora de Publicaciones INSTITUTO NACIONAL DE PSIQUIATRÍA RAMÓN DE LA FUENTE MUÑIZ Rodrigo Marín Navarrete Investigador en Ciencias Médicas Editor Invitado para este volumen EDITORIAL EL MANUAL MODERNO Dr. José Luis Morales Saavedra Director editorial y de producción: Lic. Santiago Viveros Fuentes Editor responsable LCC Tania Uriza Gómez Editora asociada LCS Adriana Durán Arce Diseño de portada UNIVERSITY OF SCRANTON LeeAnn Eschbach Contenido Semblanzas Editorial Breve panorama del tratamiento de las adicciones en México Rodrigo Marín Navarrete & María Elena Medina Mora Icaza Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz Antonio Tena Suck Universidad Iberoamericana Ciudad de México Evidenced-Based Psychosocial Treatments for Drug Abuse Dennis C. Daley School of Medicine, University of Pittsburgh Entrevista motivacional para la atención de las adicciones Liliana Templos Nuñez & Rodrigo Marín Navarrete Unidad de Ensayos Clínicos en Adicciones y Salud Mental Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz Dos modelos de terapia familiar en consumo de sustancias Ricardo Sánchez Huesca Centros de Integración Juvenil, A.C. El modelo de Comunidad Terapéutica para el tratamiento de las adicciones: concepto, desarrollo y evidencia Jorge Sánchez-Mejorada Fernández Universidad Veracruzana Retos para el tratamiento de mujeres consumidoras de sustancias psicoactivas Martha P. Romero Mendoza Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz Recomendaciones al orientador psicológico para la atención de adicciones Angélica Eliosa Hernández & Liliana Templos Nuñez Unidad de Ensayos Clínicos en Adicciones y Salud Mental Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz Recomendaciones al orientador psicológico para el manejo de urgencias en el paciente consumidor de sustancias de abuso Hugo González Cantú Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz Ana De la Fuente Martín Facultad Mexicana de Medicina Universidad la Salle Adaptación mexicana de la Escala de Adicción a Facebook de Bergen Mario Torruco-Salcedo & Jaime Fuentes Balderrama Universidad Iberoamericana Ciudad de México Maltrato infantil y prácticas parentales como factores asociados al consumo de tabaco en adolescentes Marycarmen Noemí Bustos Gamiño, Natania Froylan Oliva Robles, Jorge Ameth Villatoro Velázquez, Clara Macedonia Fleiz Bautista & María de Lourdes Gutiérrez López Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz Semblanzas Antonio Tena Suck Es doctor en Psicología y en la actualidad es director del Departamento de Psicología de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México. Es autor de más de 30 artículos de investigación, cuatro artículos de libros, dos libros y ocho manuales. A lo largo de su carrera docente ha dirigido más de 90 tesis de licenciatura y posgrado. Rodrigo Marín Navarrete Realizó sus estudios de licenciatura, maestría y doctorado en la Universidad Iberoamericana Ciudad de México. Es especialista en adicciones por el Centro de Estudios Superiores Monte Fénix. Posee experiencia en gestión de escenarios clínicos, docencia, investigación y práctica clínica. Es autor y coautor de varias publicaciones científicas. Actualmente se desempeña como investigador en ciencias médicas del Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz, donde además funge como Investigador Principal y Coordinador de la Unidad de Ensayos Clínicos en Adicciones y Salud Mental. María Elena Medina Mora Icaza Es doctora en Psicología Social por la Universidad Nacional Autónoma de México y en la actualidad se desempeña como investigadora en ciencias médicas “F” y directora general del Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz. Ha publicado más de 200 artículos de investigación, nueve libros y 187 capítulos de libros, todos con alta calidad científica, lo cual ha contribuido a que forme parte del Sistema Nacional de Investigadores, Nivel 3. Dennis C. Daley Es profesor de psiquiatría y trabajo social. Durante 14 años se desempeñó como jefe de los Servicios de Medicina de la Adicción (AMS) en el Western Psychiatric Institute y Clínica (WPIC) de la Universidad de Pittsburgh School of Medicine. Es conocido a nivel internacional por su investigación en las ciencias básicas y de atención clínica en el WPIC, una de las principales instituciones psiquiátricas en el mundo. En la actualidad es el investigador principal del Nodo Appalachian, que forma parte del Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas Clinical Trials Network (NIDA-CTN). Liliana Templos Nuñez Es licenciada y maestra en Psicología por la Universidad Nacional Autónoma de México. Ha sido terapeuta en trastornos del dormir y atención de salud mental y adicciones, así como docente de Psicología e idiomas en el Conalep y el IPN. Se desempeñó como asesora en el Programa de Especialización en Promoción de la Salud y Prevención del Comportamiento Adictivo de la UNAM y el CENADIC. Además de capacitar a terapeutas de instituciones como el ISSSTE, colabora en la Unidad de Ensayos Clínicos en Adicciones y Salud Mental del Instituto Nacional de Psiquiatría Ramónde la Fuente Muñiz, donde se desempeña como supervisora clínica e investigadora asociada. Es autora y coautora de textos científicos. Ricardo Sánchez Huesca Es licenciado, maestro y doctor en Psicología por la Universidad Nacional Autónoma de México, así como maestro en Terapia Familiar por el Instituto Superior de Estudios de la Familia (ILEF); y cursó el posgrado en Psicología Clínica y Psicoterapia en el Hospital Central Militar. Recibió formación en comunidad terapéutica con adictos en el Centro Le Levant, Suiza y el Centro Italiano de Solidaridad, Italia. Con más de 35 años de experiencia en la prevención, tratamiento e investigación en adicciones, es autor y coautor de investigaciones, artículos y libros sobre diversos temas de salud mental y consumo de sustancias. Asimismo, se ha desempeñado como docente y ponente invitado en universidades, instituciones y organismos nacionales e internacionales. Jorge Sánchez Mejorada Fernández Médico por la Universidad Nacional Autónoma de México; además, es psiquiatra y psicoterapeuta con posgrado en Salud Pública. Dedicado al tratamiento de adicciones durante 25 años, ha colaborado en instituciones como CIJ y Monte Fénix. Hace 12 años creó la Fundación Casa Nueva para la rehabilitación de adicciones, de la cual es director. Es fundador y expresidente de la Federación Mexicana de Comunidades Terapéuticas; también fue vicepresidente de la Federación Latinoamericana de Comunidades Terapéuticas. En la actualidad es investigador de la Universidad Veracruzana, donde ha coordinado cursos, diplomados, una especialidad y la Maestría en Prevención Integral del Consumo de Drogas. Asimismo, se ha distinguido por ser un promotor del tratamiento en condiciones dignas, profesionales y de respeto a los derechos humanos. Angélica Eliosa Hernández Es licenciada en Psicología por la Universidad Latinoamericana y maestra en Psicología de las Adicciones por la Universidad Nacional Autónoma de México. Ha colaborado como asesora y supervisora en línea del Programa de Especialización en Promoción de la Salud y Prevención del Comportamiento Adictivo, que imparten la UNAM y el Centro Nacional para la Prevención y Control de las Adicciones. Actualmente es asistente de investigación en la Unidad de Ensayos Clínicos en Adicciones y Salud Mental del Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz, donde brinda apoyo en el análisis estadístico y la evaluación de intervenciones clínicas. Martha P. Romero Mendoza Es doctora en Psicología Social y actualmente se desempeña como investigadora en ciencias médicas “F” del Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz. Con amplia experiencia y conocimiento en género y adicciones, ha participado como autora y coautora de más de 200 artículos y libros de investigación y difusión de alta calidad científica, lo cual ha contribuido a que forme parte del Sistema Nacional de Investigadores, Nivel 2. Hugo González Cantú Médico Psiquiatra por la Universidad Autónoma de Monterrey, obtuvo el grado de Alta Especialidad en Manejo de las Adicciones por la Universidad Nacional Autónoma de México, donde actualmente es profesor titular. Además, es coordinador de la Clínica de Trastornos Adictivos del Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz. Ana de la Fuente Martín Médica psiquiatra por la Universidad La Salle, obtuvo el grado Alta Especialidad en Manejo de las Adicciones por la Universidad Nacional Autónoma de México con sede en el Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz. En la actualidad es miembro de la Asociación Médica del Hospital Ángeles Pedregal y directora médica de los Servicios en Salud Mental y Adicciones del Pedregal S.C. Es profesora de Psiquiatría en pregrado por la Facultad Mexicana de Medicina de la Universidad La Salle, así como profesora titular del curso de posgrado para médicos especialistas en Psiquiatría de las Adicciones de la misma facultad. Mario Torruco Salcedo Médico cirujano por la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco, es especialista en Psiquiatría por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y el Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz (INPRFM). Obtuvo el grado de Alta Especialidad en Manejo de Adicciones por la UNAM y el INPRFM y curs´´o el diplomado en Gestión de Unidades de Servicios de Salud por el ITESM. Fue director del Centro de Ayuda al Alcohólico y sus Familiares del INPRFM. Es alumno de la maestría en Administración de la Seguridad Social por el Centro Interamericano de Estudios en Seguridad Social y la Facultad de Contabilidad y Administración de la UNAM. Además, se desempeña como profesor de asignatura de programas de posgrado incluyendo la maestría en Orientación Psicológica de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México. Ha publicado artículos y capítulos de libros sobre temas relacionados con la salud mental y las adicciones. Jaime Fuentes Balderrama Licenciado en Psicología por la Universidad Iberoamericana, obtuvo el premio nacional de excelencia EGEL 2012. Hizo una estancia internacional en The Catholic Charities of the Archdiocese of Chicago, donde ayudó a migrantes mexicanos y minorías para que recibieran atención y colmaran sus necesidades primarias. Cuenta con una especialidad en Clínica Psicoanalítica por la Red Analítica Lacaniana y está por terminar la maestría en Orientación Psicológica en la Universidad Iberoamericana. Por dos años consecutivos ha sido ganador de la sesión de pósters del congreso internacional que organiza la Asociación Mexicana de Orientación Psicológica y Psicoterapia, de la cual es miembro desde 2012. En la actualidad se desempeña como psicólogo clínico en distintos centros comunitarios atendiendo diversas problemáticas y sigue haciendo investigación relacionada con el tema de la adicción a internet. Jorge A. Villatoro Velázquez Psicólogo egresado de la Universidad Nacional Autónoma de México con maestría y doctorado. Es investigador en ciencias médicas del Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz, así como responsable de las encuestas sobre consumo de drogas en estudiantes y coordinador de la Encuesta Nacional de Adicciones. Marycarmen N. Bustos Gamiño Estudió la licenciatura en Psicología en la Universidad de Guadalajara, también obtuvo el Award CICAD-NIDA para proyectos de investigación. Ha presentado distintos trabajos de investigación en congresos internacionales y cuenta con diversos artículos publicados en revistas nacionales e internacionales. Actualmente colabora en la Unidad de Encuestas y Análisis de Datos del Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz, donde ha coordinado diversas encuestas en población escolar. Editorial El presente volumen de Temas Selectos en Orientación Psicológica (TSOP) forma parte de una serie de publicaciones anuales, bilingües y organizadas en números monotemáticos continuos, que están integrados por artículos inéditos de autores destacados en el área de la psicología y la orientación psicológica. El objetivo de esta publicación es promover la salud mental en contextos no tradicionales, ubicando con exactitud a la orientación psicológica en el mundo de los profesionales, con el fin de proporcionarles un marco teórico de referencia que les permita adoptar una identidad y un concepto funcional de salud mental; asimismo, se busca atender a un mercado en expansión en el que se reconozca el rol profesional del orientador psicológico. Los artículos que se presentan en TSOP buscan la promoción de una práctica profesional eficiente frente a los problemas actuales que aquejan a nuestra sociedad. Por lo tanto, profesionales y estudiantes de campos como medicina, psicología, psiquiatría, trabajo social, enfermería y educación encontrarán en la revista TSOP las herramientas adecuadas para incorporar a su práctica cotidiana y complementar su ejercicio profesional. Es por ello que en este volumen se trata el tema de las adicciones, ya que representa un importante reto para la sociedad contemporáneay, por ende, para los profesionales de la salud mental. Es del conocimiento científico y público que el consumo de sustancias nocivas se asocia con múltiples problemas biopsicosociales, como el incremento de las tasas de mortalidad entre jóvenes y adolescentes por causas no naturales, enfermedades de transmisión sexual, ideación y conducta suicida, conducta criminal y violenta, estigmatización y criminalización. En general, se ha identificado una significativa disminución en la calidad de vida de los consumidores de sustancias y sus familias. En resumen, la severidad de los problemas relacionados con el consumo de sustancias de abuso, sean de tipo lícito o ilícito, merma y debilita el tejido social, lo que permite clasificar a este fenómeno como un problema significativo de salud pública que merece la atención de académicos e investigadores para buscar soluciones que respondan a las necesidades de la población afectada. En respuesta a este creciente problema de salud pública, el pasado 11 y 12 de octubre de 2013 se llevó a cabo el V Encuentro Internacional de la Asociación Mexicana de Orientación Psicológica y Psicoterapia A.C. (AMOPP), llamado “Adicciones y abordajes clínicos, orientación basada en evidencia científica”. Este evento fue avalado académicamente por la Universidad Iberoamericana y el National Board for Certifed Counselors (NBCC); además, se contó con la colaboración científica de expertos de instituciones de prestigio a nivel nacional e internacional, como el Centro Nacional para la Prevención y Control de las Adicciones (CENADIC), el Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz (INPRFM), Centros de Integración Juvenil A.C., Facultad Mexicana de Medicina de la Universidad la Salle, Universidad Veracruzana y Universidad de Pittsburgh. Dada la calidad de los ponentes y los contenidos temáticos que se abordaron en dicho encuentro, se consideró pertinente realizar la edición del volumen VIII de esta revista siguiendo la temática del tratamiento de las adicciones, y por ello se tituló: Orientación psicológica y adicciones. Este volumen responde a la imperiosa necesidad de ampliar la visión y alcance de la profesión del orientador psicológico ante el reto de la atención, prevención y tratamiento de las adicciones. Los autores que colaboran en este número son profesionistas con una amplia experiencia en el campo de la orientación psicológica, así como en la prevención, manejo y tratamiento de las adicciones, ya que en su trayectoria se han topado con circunstancias que les han permitido profundizar en esta área tan apasionante y, por desgracia, cada vez más demandante. Es por eso que este número inicia con una visión general de los expertos en el tema, quienes ahondan en el panorama del tratamiento de los Trastornos por Consumo de Sustancias (TCS) en nuestro país. Debido a que la mayoría de los individuos que padecen TCS no reciben ayuda profesional, el siguiente artículo, colaboración de un reconocido investigador de la Universidad de Pittsburgh, presenta una revisión de intervenciones y tratamientos psicosociales basados en evidencia científica que facilitan la entrada al tratamiento. Uno de los modelos más investigados y empleados en la última década para la atención de las adicciones es la entrevista motivacional. Este modelo se basa en un estilo de comunicación que promueve la motivación intrínseca para el cambio a través de la resolución de la ambivalencia, incitando y promoviendo al paciente/cliente a generar cambios que se traduzcan en acciones que impacten de manera positiva en el tratamiento. Sabemos que la atención del consumo de sustancias requiere de un abordaje múltiple y flexible, pues el paciente/cliente no es un ente independiente a su contexto. Por fortuna, existen algunos abordajes que lo ubican como parte de un todo, y que buscan explorar y comprender sus formas de comunicación, relación y expresión, como la terapia breve centrada en soluciones y la terapia familiar múltiple, enfoques que se presentan en este volumen y que han demostrado eficacia en la disminución del consumo y promoción del bienestar familiar. Existen distintos modelos para el tratamiento de los TCS, los cuales pueden ser ambulatorios o residenciales dependiendo de las necesidades del usuario y el grado de severidad que presente. Una alternativa para las personas que requieren contención es el modelo de la Comunidad Terapéutica, el cual, hasta el día de hoy ha tenido un escaso desarrollo en México pero representa una opción importante para abordar esta problemática. Un tema que no podemos dejar de lado es la perspectiva de género en adicciones. El tratamiento de mujeres consumidoras de sustancias psicoactivas es un asunto que representa un reto importante para los prestadores de servicios, pues el consumo ha dejado de ser un problema exclusivo de varones. En algunos países, las modalidades de tratamiento se han sensibilizado e incluyen esta perspectiva al aumentar y modificar sus metas, objetivos y servicios; sin embargo, los servicios disponibles en nuestro país no han considerado las necesidades especiales de las mujeres, un tema que también se tratará en este texto. Para atender a una persona que padece un TCS es preciso considerar diferentes fases, controlar las situaciones agudas de emergencia y brindar un tratamiento de corta o larga duración orientado a modificar el patrón de consumo, así como a mejorar la calidad de vida del individuo. Es por eso que en este volumen se dedica un espacio para describir tanto las acciones que se realizan durante la fase de tratamiento como los elementos mínimos necesarios para la atención adecuada de las personas con TCS. Es importante poner especial atención en que el consumo de sustancias trae consigo una serie de consecuencias en la salud de los individuos, que van desde cambios conductuales que pueden poner en riesgo la vida hasta cuadros que ameritan una intervención médica para estabilizar las funciones vitales. Debido a que los TCS tienen una mayor prevalencia en la población que padece otros desórdenes mentales, es esencial que los profesionales que tratan a este tipo de pacientes cuenten con elementos suficientes para identificar situaciones médicas relevantes, principalmente en estados de intoxicación y de abstinencia específicos de cada tipo de sustancia. De esta manera, tendrán la capacidad de intervenir y referir a un tratamiento adecuado, tema que también se abordará a detalle. Si bien es evidente que el presente volumen se enfoca más en las adicciones relacionadas con el consumo de sustancias de abuso, no se niega la existencia de adicciones de proceso, como lo son la adicción al sexo, al juego, a la comida e incluso a internet. Estos temas representan un franco debate en el mundo científico, ya que es común encontrar posturas a favor y en contra de la concepción de las adicciones de proceso. Sin embargo, para los editores de este volumen el diálogo científico es libre y abierto, por lo que se dedica un artículo para dar conocer un poco más acerca del crecimiento acelerado de los usuarios de internet y de sus preferencias por las redes sociales. La red social más popular en este momento es Facebook y como resultado de esto han surgido reportes de personas con problemas asociados a ciertos factores y patrones de uso; incluso, se ha acuñado el término “adicción a Facebook”. Los autores de un estudio, cuyo objetivo fue determinar las propiedades psicométricas de la Escala de Adicción a Facebook de Bergen en una muestra mexicana, exponen sus resultados. Por último, en este texto se presenta una investigación cuyos datos provienen de una Encuesta de Maltrato Infantil y Factores Asociados, realizada con estudiantes de secundaria de cuatro estados de la República mexicana, en la cual se explora la relación entre maltrato por negligencia, abuso sexual y prácticas parentales, con el consumo de tabaco del último mes. En este artículo, los autores enfatizan que es necesario integrar a los padres en el diseño de estrategiaspreventivas para disminuir la probabilidad de que sus hijos e hijas ejerzan conductas de riesgo como el consumo de sustancias de abuso. Esperamos que el presente volumen de TSOP siga fortaleciendo tanto el trabajo como la identidad profesional de los orientadores psicológicos, pues en esta ocasión se hace énfasis en reconocer y aprender de quienes trabajan arduamente en el ámbito de las adicciones. Por último, los editores de esta obra extienden un especial agradecimiento a la psicóloga Linda Bucay Harary por su comprometido apoyo en la integración y edición del volumen de TSOP 2014. Antonio Tena Suck, editor Rodrigo Marín Navarrete, editor invitado Breve panorama del tratamiento de las adicciones en México Rodrigo Marín Navarrete* María Elena Medina Mora Icaza Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz Antonio Tena Suck Universidad Iberoamericana Ciudad de México Abstract Despite efforts to address the impact of harmful use of substances of abuse, in Mexico there are areas of opportunity to improve the infrastructure of care services available. One strategy for improving health systems for addictions and other mental disorders address to use the science as a vehicle to generate practical evidence of practical evidence, may develop effective and efficient models to optimize the available infrastructure of services; for which it is precisely the integration and coordination between universities, research institutions and treatment agencies to develop projects tailored to the needs of the affected population the affected population. Key words: substance abuse, treatment barriers, addiction treatment. Resumen A pesar de los esfuerzos para responder al impacto del consumo nocivo de sustancias de abuso, en México existen áreas de oportunidad para mejorar la infraestructura de los servicios de atención disponibles. Una de las estrategias para mejorar los sistemas de salud para las adicciones y otros trastornos mentales señala que mediante el empleo de la ciencia como un vehículo para la generación de evidencia práctica, es posible desarrollar modelos efectivos y eficaces que permitan optimizar la infraestructura de servicios disponibles; para ello, se requiere de la integración y coordinación entre universidades, instituciones de investigación y agencias de tratamiento para desarrollar proyectos que respondan a las necesidades de la población afectada. Palabras clave: sustancias de abuso, barreras de tratamiento, tratamiento para las adicciones. INTRODUCCIÓN El consumo de sustancias en México, al igual que en el resto del mundo, presenta periodos de incremento y disminución (UNODCCP, 2009). De acuerdo con la última Encuesta Nacional de Adicciones (SSA, 2012), entre 2002 y 2011 se registró un incremento significativo en el número de personas que presentan dependencia al alcohol (4.1 a 6.2%); notándose un aumento importante en el porcentaje de mujeres (0.6 a 1.8%) y adolescentes (2.1 a 4.1%) que reportaron tres o más síntomas de dependencia. Con respecto al consumo de drogas ilícitas, la misma encuesta también detectó un incremento en la población que reportó cualquier consumo de drogas entre 2002 y 2011 (5.0 a 7.8%) y, al igual que en los patrones de consumo de alcohol, se observó una tendencia al aumento en la prevalencia de consumo en la población de mujeres (2.1 a 3.0%) y adolescentes (1.3 a 2.9%). Asimismo, los reportes indican que en México el alcohol y el tabaco siguen siendo las sustancias de mayor consumo, seguidas por la mariguana, la cocaína y los inhalables. En relación a las personas con posibles síntomas de dependencia, se estima un aumento de 450 000 a 550 000 entre el periodo comprendido de 2008 a 2011 (SSA, 2012; Villatoro et al., 2012). En lo concerniente al consumo de tabaco en nuestro país, se reporta que la prevalencia de consumidores se ha mantenido estable entre 2002 y 2011 (23.5 a 21.7%) con una disminución en la prevalencia de fumadores severos en ambos sexos (12.4 a 8.9%). Otro dato de interés es que aunque la mayoría de los adolescentes reportan consumo ocasional, la mayoría de los fumadores adultos activos inician su consumo durante la adolescencia (SSA, 2012). En respuesta a lo anterior, se han llevado a cabo esfuerzos significativos para contrarrestar el impacto del consumo de sustancias de abuso en la salud de la población, ya sea mediante el establecimiento de sistemas avanzados para la recuperación de información epidemiológica que informen la toma de decisiones, o bien, en la implementación de diversos centros de atención primaria a lo largo del país que hagan accesible el tratamiento a la población afectada. Sin embargo, la solución a estas problemáticas de salud es compleja y requiere la actuación coordinada entre universidades, instituciones de investigación y agencias de tratamiento, a fin de generar y desarrollar soluciones de calidad, costo- efectivas y cuya implementación sea trasladable a los escenarios comunitarios de atención donde son requeridas. El objetivo de este artículo es presentar reflexiones documentadas acerca de: a) el impacto del consumo nocivo de sustancias de abuso en la salud y el bienestar públicos; y b) la complejidad que implica articular una respuesta efectiva y eficaz desde los servicios de salud. IMPACTO DEL CONSUMO NOCIVO DE SUSTANCIAS DE ABUSO EN LA SALUD Y EL BIENESTAR PÚBLICO Según la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2011), 13% de los años de vida ajustados por discapacidad (DALYs, por sus siglas en inglés) perdidos en el mundo se asocian con trastornos de la salud mental/conductual, entre los cuales destacan la depresión, consumo de alcohol y esquizofrenia (Murray & López, 1996). En México, los trastornos por consumo de sustancias (abuso y dependencia), junto con otros padecimientos neuropsiquiátricos (como ansiedad y depresión), se ubican entre las principales causas de morbimortalidad y carga de enfermedad en la población en general (Lozano et al., 2013; Murray et al., 2012). La literatura especializada reporta la existencia de asociaciones significativas entre el consumo nocivo de sustancias de abuso con otros problemas de salud, los cuales inciden directamente en la pérdida de años de vida saludable deteriorando la calidad de vida de los consumidores y sus familias. Algunos de estos problemas son: lesiones y accidentes que pueden causar muerte o discapacidad, eventos y complicaciones vasculares, daño hepático, distintos tipos de cáncer, alteraciones congénitas (teratogénesis y síndrome alcohólico fetal), enfermedades de transmisión sexual (VIH, VCH, VBH, etc.), eventos traumáticos a lo largo de la vida, otros trastornos mentales (ansiedad, depresión, etc.), conducta suicida, entre otros (Medina-Mora et al., 1990; Medina-Mora et al., 2003; Villatoro et al., 2003; SSA, 2012). En adición a lo anterior, la deserción y bajo rendimiento laboral y/o escolar, la violencia familiar y la conducta criminal son otros problemas que impactan el funcionamiento psicosocial (Borges et al., 2006; SSA, 2012; Medina-Mora & Real, 2013), eso sin dejar de mencionar los altos costos sociales asociados al tráfico ilegal de sustancias, criminalización y estigmatización de los consumidores (Medina-Mora & Real, 2013). También resulta preocupante el hecho de que los grupos más vulnerables, como niños y adolescentes, son los que están más expuestos a dichos problemas psicosociales. Para ejemplificar, reportes nacionales indican que 65.9% de menores de edad que cometieron algún delito, refirieron el consumo de alguna sustancia de abuso de forma habitual; de los cuales, 18.6% reportó haber realizado un delito en estado de intoxicación. Asimismo, se conoce que este grupo etario presentó mayor consumo de alcohol (43.3%), seguido de la mariguana (23.7%) y los inhalables (22.2%) (SISVEA, 2012). Otro aspecto que merece particular atención es la comorbilidad entre los entre los trastornos por consumo de sustancias (TCS) y otros trastornos psiquiátricos (OTP), ya que esta situación se asociacon un mayor deterioro clínico y riesgo suicida en comparación con quienes sólo padecen una de estas patologías. Por ello, la presencia de comorbilidad psiquiátrica en personas consumidoras de sustancias de abuso requiere de un tratamiento integral que atienda ambas condiciones; sin embargo, esta situación demanda una mayor oferta de tratamientos disponibles, así como un nivel más alto de certificación y preparación de los equipos clínicos (SAMHSA, 2005). Un estudio realizado en México reportó que la prevalencia de la comorbilidad entre los TCS y OTP a lo largo de la vida, tiene una prevalencia de hasta 75%, donde el grupo de los trastornos por déficit de atención y comportamiento perturbador fue el más prevalente (56.94%), seguido de los trastornos de ansiedad (30.35%), ansiedad de separación (24.28%), trastornos afectivos (23.99%), juego patológico (12.14%) y trastornos de la conducta alimentaria (6.07%). , con lo anterior es factible observar que en general los OTP antecedieron (83.59%) a los TCS. Por último los autores resaltan que la carga de comorbilidad llegó a ser superior a los cinco trastornos comórbidos (Marín-Navarrete et al., 2013b). BARRERAS DEL TRATAMIENTO Buscar ayuda para problemas relacionados con la salud mental sigue siendo una acción relativamente poco frecuente, sobre todo en países en vías de desarrollo donde los servicios disponibles son subutilizados o insuficientes (Demyttenaere et al., 2004; Borges, Wang, Medina-Mora et al., 2006; Borges, Wang, Medina-Mora, Lara & Chiu, 2007). En el caso particular de las adicciones, la falta de cobertura para las necesidades de tratamiento se puede atribuir a factores socioculturales que estigmatizan e impactan de manera negativa la búsqueda de atención, así como a otras barreras internas (personales) o externas (del entorno) que retrasan o impiden la obtención de tratamiento. Según la literatura, en términos generales las principales barreras al tratamiento en salud mental son: a) creencias ante la efectividad de los tratamientos disponibles (Grant, 1997); b) disponibilidad limitada de servicios adecuados para las mujeres (Romero et al., 2010; Tomás-Dols et al., 2007) y otras poblaciones específicas como adolescentes, población rural o indígena y niños en situación de calle (Berenzon, Medina-Mora & Lara, 2003); c) recursos limitados de los pacientes para acceder o completar el tratamiento (Tucker, Vuchinich & Rippens, 2004; Borges, Wang, Medina-Mora, Lara & Chiu, 2007); y d) dificultad de acceso por ubicación de centros de tratamiento, así como falta de personal capacitado (López, 2004). Algunos estudios refieren que menos de 1% de las personas con trastornos psiquiátricos y/o con trastornos por consumo de sustancias, buscan tratamiento durante el mismo año de inicio del padecimiento; mientras que la mayoría de los que llegan a tratamiento tardan entre 10 y 30 años antes del primer contacto con algún servicio especializado (Johnstone, Crow, Johnson & MacMillan, 1986; Wang, Berglund, Olfson & Kessler, 2004; Borges et al., 2007; Borges, Medina-Mora, Orozco et al., 2009). Además, nuestro país, el primer recurso de ayuda antes de utilizar los servicios profesionales de atención lo constituyen familiares, amigos, automedicación y ministros religiosos; lo que retrasa la búsqueda de atención especializada y esto a su vez facilita el aumento de la progresión y severidad del padecimiento (Berenzon et al., 2003). RESPUESTA DE LOS SERVICIOS DE SALUD El establecimiento de un sistema de salud especializado que sea capaz de responder a los grandes retos del tratamiento del consumo nocivo de sustancias de abuso no es tarea fácil. En México se ha hecho frente a esta problemática por medio de tres diferentes esquemas de atención para las adicciones. El primer esquema está representado por el sector público, con más de 400 centros de atención ambulatoria y alrededor de 30 unidades de tratamiento hospitalario en todo el país a cargo de la Secretaría de Salud. Este primer esquema incluye tanto hospitales psiquiátricos, institutos y unidades de hospitalización, que en su mayoría pertenecen a las dos principales instituciones nacionales de tratamiento para las adicciones en México: a) Centros de Integración Juvenil (CIJ), que poseen experiencia de más de 40 años en el establecimiento de programas y acciones de prevención y tratamiento; y b) Centro Nacional para la Prevención y Control de las Adicciones (CENADIC) que en coordinación con la Comisión Nacional Contra las Adicciones (CONADIC) y la colaboración de los consejos estatales contra las adicciones de las 32 entidades federativas del país, han desplegado la iniciativa más grande de atención primaria en México para el consumo de sustancias (Centros Nueva Vida) (SSA, 2008). El segundo esquema de servicios de tratamiento está representado por los servicios profesionales de salud privados, que incluyen clínicas residenciales especializadas y servicios de consulta ambulatoria; sin embargo, por lo general resultan demasiado costosos para la mayoría de la población afectada. Por último, el tercer esquema de servicios se compone de grupos de ayuda mutua derivados de la filosofía o enfoque de Alcohólicos Anónimos (AA), con casi 20 000 grupos en todo el país. Una derivación no oficial de este enfoque son los Centros Residenciales de Ayuda-Mutua para la Atención de la Adicciones (CRAMAA), los cuales representan una iniciativa comunitaria que responde a la necesidad de brindar atención a personas que han desarrollado una severidad significativa de la adicción y un mayor número de problemas asociados, por lo que requieren de contención residencial (Marín-Navarrete et al., 2013a; Marín-Navarrete et al., 2013b). Un informe reciente sobre CRAMAA en México (CONADIC, CENADIC, CICAD, 2011) reportó que existen al menos 2 291 de estos centros en todo el país; no obstante, sólo 48% cumple con la normatividad indicada por la Secretaría de Salud en materia de referencia y contrarreferencia de pacientes con otros servicios especializados, así como en la integración de servicios médicos y psicológicos de tratamiento dentro del centro (NOM-028-SSA2-2009). El mismo reporte también indica que nueve de cada 10 personas que utilizan estos centros son hombres, aunque el grupo de edad más prevalente es el de 30 a 59 años (56%), seguido por el de 18 a 29 (35%), y sólo 7% son menores de edad. Estos datos clarifican la baja asistencia de las mujeres a estos servicios, así como la marcada demanda de atención de adolescentes tardíos y adultos jóvenes. El tiempo de internamiento reportado indica que las personas permanecen en esa modalidad durante periodos de uno a dos meses (26%), de dos a tres meses (37%), y hasta cuatro meses o más de internamiento (22%) (CONADIC, CENADIC, CICAD, 2011). Por otro lado, el Sistema de Vigilancia Epidemiológica de las Adicciones (SISVEA), en su reporte 2012 (SISVEA, 2013), identifica que los motivos de internamiento más reportados por los usuarios de los CRAMAA son: internamiento voluntario (45.2%), internamiento por familiares y otros significativos (39.7%), internamiento por indicación de carácter legal (9.6%) e internamiento por indicación médica, de escuela y/o trabajo (2.4%). Frente a este escenario, es posible pensar que en México existe la oportunidad para aprovechar el conocimiento científico acumulado sobre las necesidades y barreras de tratamiento para las adicciones, así como los recursos existentes en los tres esquemas de servicios antes mencionados, a fin de desarrollar prácticas clínicas basadas en evidencia científica para la prevención, tratamiento y reducción del daño en materia de adicciones. Finalmente, es necesario buscar que el efecto benéfico de la implementación de programas en materia adicciones quede demostrado mediante la evaluación rigurosa de sus efectos clínicos, seguridad y relación costo - beneficio; y con esto poder impactar positivamente en la capacidad, calidad y cobertura (UNODC, WHO, 2008; Babor, Strang, Caulkins et al., 2012). DISCUSIÓN/CONCLUSIONESA pesar de estos esfuerzos públicos y privados en México, el reto de brindar tratamiento para las adicciones es mayúsculo, por lo que es necesario fortalecer los sistemas disponibles de atención para aumentar la capacidad de responder de manera efectiva a las necesidades de la población afectada. Aspectos como las características de los consumidores, sustancias de mayor consumo, comorbilidad, barreras de tratamiento y otros problemas asociados son buenos indicadores que ayudan a guiar la planeación de las acciones para establecer programas de mejora continua en el sistema de salud en materia de adicciones. Una buena estrategia para fortalecer los sistemas de atención en salud reportada en la literatura, se concentra en el desarrollo de prácticas basadas en evidencia científica que busquen incrementar la eficacia y efectividad de los esquemas vigentes, a fin de obtener el máximo provecho de los recursos invertidos. Para ello, se requiere la articulación y sinergia de grupos de investigación integrados por universidades, institutos científicos y centros de tratamiento, que colaboren en la implementación de proyectos de investigación científica para desarrollar de manera conjunta soluciones clínicas (intervenciones, tratamientos y herramientas diagnósticas) validadas con alto rigor científico. A su vez, es necesario que estas soluciones respondan: a) a las necesidades reales de la población afectada, tomando en cuenta los contextos socioculturales específicos en los que se brinda la atención; b) a las necesidades de los profesionales de la salud en los contextos comunitarios para lograr la adecuada adopción de las innovaciones tecnológicas. En otras palabras, es preciso cerrar la brecha entre la investigación y la práctica comunitaria para el mejoramiento de la atención de los pacientes. La generación de la innovación tecnológica de un programa, modelo o intervención, no es suficiente para lograr la adopción y utilización del mismo, pues requiere de una rigurosa validación científica para su diseminación. Por ello, la colaboración con instituciones de formación superior es una acción de carácter superlativo, ya que mediante la educación de profesionales es posible lograr una adecuada diseminación del conocimiento científico, así como fortalecer la buena praxis de los profesionales de la salud, lo que a su vez se traducirá en un beneficio directo para la atención de las personas afectadas. REFERENCIAS Ayala, H., & Echeverría, L. (1997). Autocontrol dirigido: Intervenciones breves para bebedores excesivos de alcohol en México. Revista Mexicana de Psicología, 14, 113-127. Berenzon S., Medina-Mora, M.E. & Lara, M.A. (2003). Servicios de salud mental: veinticindo años de investigación. Salud Mental, 26(5), 61-72. 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Since the majority of individuals with a SUD do not receive professional help, a review of interventions that facilitate the individual’s entry into treatment is provided, such as evidenced-based individual, group and family therapies, along with clinical issues that may be addressed in treatment. This paper integrates information from reviews of evidenced-based psychosocial treatments including studies funded by the National Institutes on Drug Abuse and Alcohol Abuse and Alcoholism, such as treatment manuals. Key words: substance abuse, addiction, psychosocial treatments. Resumen En este artículo se presenta una breve reseña de tratamientos psicosociales para trastornos por uso de sustancias. Debido a que la mayoría de los individuos que los padecen no reciben ayuda profesional, se presenta una revisión de intervenciones que facilitan la entrada al tratamiento, así como terapias individuales, grupales y familiares basadas en evidencia, junto con cuestiones clínicas que se deben considerar en el tratamiento. Este artículo integra revisiones de tratamientos psicosociales basados en evidencia, incluyendo estudios financiados por el Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas y el Instituto Nacional sobreel Abuso de Alcohol y Alcoholismo, así como manuales de tratamiento. Palabras clave: trastornos por abuso de sustancias, adicciones, tratamientos psicosociales. INTRODUCCIÓN Substance Use Disorders (SUDs) are found among individuals across most cultures. Any substance used by an individual can lead to a SUD with the most common being alcohol, nicotine, cannabis, stimulants, opioids, and sedatives. A SUD can involve legal substances like alcohol, nicotine or prescription medications, or illicit substances such as heroin, cocaine, and drugs produced in illicit laboratories (e.g., methamphetamine, spice, molly, pcp). SUDs are associated with numerous medical, psychological, psychiatric, family, social, occupational, academic, legal, spiritual, and financial problems. Individuals addicted to substances have higher rates of early mortality compared to others as a result of medical complications or diseases (drug overdose, HIV, hepatitis, heart conditions, cancers) accidents (vehicles, falls), suicides (associated with bipolar illness, depression and psychotic disorders, common co-morbid conditions associated with SUD) and homicides. Individuals with SUDS have higher rates of psychiatric co-morbidity as well. These adverse effects and co- morbid problems create suffering for the affected individuals and reduce the quality of their lives. In addition, SUDs cause an emotional burden and contribute to many family problems such as separation, divorce, domestic violence, child abuse or neglect or dependence on welfare. SUDs also have a significant negative effect on society due to the medical, psychological, social, legal, criminal and other problems caused or worsened by these disorders. The economic costs are high due to problems caused by SUDs that lead to job loss, dependence on the government for financial support, and costs associated with medical or psychiatric care, involvement in the criminal justice system, or an increase in the need for housing, vocational or other social services. INTERVENTIONS TO ENGAGE THE DRUG ABUSER IN TREATMENT Most individuals with a SUD never receive professional help (Columbia Univ Rpt). Those who enter treatment often do so as the result of pressure from, or the influence of, family, employers, the legal system or medical professionals. Interventions that lead to the involvement of substance abusers in treatment include motivational interviewing (Miller & Rollnick, 2013), screening, brief intervention and referral to treatment (SBI or SBIRT: National Institute on Alcohol Abuse and Alcoholism [NIAAA], 2005; Cochran & Field, 2013), and family interventions (Landau et al., 2004; CRAFT ref; Szapocznik, Zarate, Duff & Muir, 2013). MI has been successfully used with individuals who have SUDs, psychiatric illness or medical disorders to increase their motivation to change their problem behavior and engage in treatment. SBI and SBIRT have been used in primary care, internal medicine clinics, emergency departments and trauma centers to reduce drinking among moderate and risky drinkers. SBIRT has led to treatment entry among those with an alcohol use disorder who required specialty care in an addiction program (NIAAA, 2005). These interventions have not been used as much to address drug use and drug use disorders among medical patients although currently the National Institute on Drug Abuse’s Clinical Trials Network is analyzing data from a multi-site study of drug users seen in hospital emergency departments (Donovan, 2012). Individual interventions There are many evidenced-based individual interventions, most of which are a type of therapy or counseling. The one exception is motivational incentives or contingency management (MotInc), a behavioral intervention used in combination with therapy or a comprehensive treatment program to increase abstinence from drugs, adherence to treatment sessions, and improve retention. Many studies show significant effects of this intervention on individuals with different types of SUDs (Higgins, Wong, Badger, Ogden, & Dantona, 2000; Silverman, Roll & Higgins, 2008; Petry et al., 2005; Stitzer, Petry & Peirce, 2010; National Institute on Drug Abuse [NIDA], 2008). Individual counseling aims to help patients stop or reduce substance use, engage in community mutual support programs, learn coping skills to meet the challenges of recovery, and make positive changes in self and lifestyle. Examples of coping skills addressed in counseling include managing drug cravings, refuting positive thoughts of drug use, engaging in new activities to replace substance related ones, developing and using a recovery support system, addressing the impact of the SUD on the family, learning to manage stress and problems without resorting to drug or alcohol use, and learning to identify and manage early warning signs of relapse. Wells et al. (2013) recently reviewed The Substance Abuse and Mental Health Services Administration’s (SAMHSA) National Registry of Evidence-Based Programs and Practices1 and the University of Washington Alcohol and Drug Institute Evidenced-Based Practices for SUDs2 and compared the specific treatments described at these sites to those treatments described in the National Institute on Drug Abuse’s Principles of Drug Addiction Treatment: A Research-Based Guide (NIDA, 2009). They found that the majority of evidenced-based practices fell within several categories: Cognitive Behavioral Therapy/Relapse Prevention (CBT/RP), Contingency Management (CM), Community Reinforcement Approach (CRA), Motivational Interviewing or Motivational Enhancement Therapy (MI/MET), 12-Step Facilitation Therapy (TSF), Family Therapy, or the Matrix Model. All of these individual clinical approaches are described in clinical treatment manuals available from NIDA or NIAAA.3 Numerous studies show that all of these individual treatments well as others (e.g., Individual Drug Counseling (IDC); NIDA, 2002) are effective in helping patients reduce or stop their drug use and improve their functioning. McLellan et al. (2000) reviewed over 100 randomized, controlled trials of addiction treatment and found that most led to significant reductions of substance use, improved personal health, and reduced social pathology. The Cocaine Collaborative multi-site clinical trial (n = 487) found all three individual therapies (Individual Drug Counseling, IDC; Cognitive-Behavioral Therapy, CBT; and Supportive- Expressive Psychotherapy, SEP), combined with Group Drug Counseling (GDC) to be effective in significantly reducing cocaine use from baseline to one-year follow-up (Crits et al., 1999). Project MATCH, a large scale, multi-site study of patients with alcohol dependence (n = 1 700+) found that MET (4 to 6 sessions), TSF (8 to 12 sessions) and CBT (called Coping Skills Training, 8 to 12 sessions) all were effective at one- and three-year follow up, leading to a significant reduction of drinking days per month, and drinks per drinking occasion. One notable difference with clinical implications between the individual therapies for alcohol problems or drug problems is that the former may involve briefer interventions (< 3 months) while therapies for drug problems require at least three months, and often much longer to be effective (Simon, Blaine & Boren, 1997). Research on individual therapies suggests that using a manual based therapy is effective in helping drug abusers deal with their SUD and improve their lives. In addition to the treatment manuals published by NIAAA and NIDA describing individual therapies and interventions used in these therapies, NIDA has also developed “Blending Products” that help practitioners blend science into their clinical practice (Michel, Pintello & Subramaniam, 2013). The initial product, The Science of Treatment (NIDA, 2008) includes research articles, training manuals, videos, Power Point slides and other relevant information on the specific interventions. Currently, blending products are available for: motivational interviewing,motivational incentives, treatment planning, and HIV rapid testing in substance abuse treatment programs; medications for opioid addiction (buprenorphine). Other products are being developed. These products, along with conferences, clinical training workshops, supervision and consultation are dissemination strategies to increase the knowledge and competence of clinicians delivering care to patients with SUDs. Group interventions Although group interventions are the most common clinical approaches used in treatment of SUDs in a broad range of community programs, there is limited research on the efficacy of group interventions as most clinical trials focus on individual interventions. Types of groups include psychoeducational or structured recovery education, skill development, relapse prevention, therapy or problem solving, creative and expressive arts (music, art) multi-family, milieu groups in hospital or residential settings (e.g., goal setting at beginning of treatment day or wrap up groups at the end of the day to discuss progress), and groups for specific populations (e.g., women, individuals with co-occurring psychiatric illness, those involved in the criminal justice system, and others). Groups have several goals: 1) provide education on SUDs (causes, effects, treatments, mutual support programs, relapse, etc.); 2) help patients learn skills to meet the challenges of recovery (refuse social pressures to use substances, develop a supportive recovery network, manage emotions, manage drug cravings, engage in healthy leisure activities, etc.); 3) help patients address specific problems contributing to or resulting from their SUDs or that pose a risk for relapse; and 4) goals related to a specific model of therapy such as developing motivation to change, learning mindfulness skills or getting active in using the tools (meetings, sponsorship, the 12-steps, recovery readings, slogans, service activities) of 12-step mutual support program of AA, NA, CA, CMA into daily recovery. Many group treatments are part of a comprehensive program that also includes individual therapy, family therapy, case management, medication- assisted-treatment, vocational counseling or other services (SAMHSA, 2009; Daley & Douaihy, 2011). Clinicians who conduct groups should be offered appropriate training, and ongoing supervision and consultation to help them develop and improve group intervention skills. Sobell and Sobell (2011) reviewed five studies of the same treatment delivered in individual and group sessions, and found that both types of interventions were equally effective. Weiss and et al. reviewed 24 studies and reported that group is as effective as individual sessions, but there are few differences in outcomes among different types of groups. One of the most significant findings from the cocaine collaborative study was that the combination of individual (IDC) and group (GDC) counseling had the best clinical outcomes. This suggests that treatment programs offering group interventions should incorporate individual sessions into the treatment. Some group models are brief (e.g., the Sobell model offered eight sessions) while others are more extensive. For example, the NIDA GDC model (2002) provided weekly sessions for 24 weeks; the NIDA aftercare model (1986) provided 23 sessions over six months; and the Matrix model (SAMHSA, 2007) provided over 70 group sessions (early recovery, relapse prevention, social support, family) over 6+ months. Family interventions There is a significant literature documenting the adverse effects of SUDs on families and their individual members, including children (Fals, Kelley, Cooke & Golden, 2003; Klostermann & O’Farrell, 2013; Wilens, Martelon, Anderson, Shelly & Biederman, 2013). These include family instability, parental absence, separation, divorce, abuse and neglect, marital violence, financial problems and others. As a result, SUDs create emotional distress on the members. Children of parents with a SUD are more likely than children of parents without a SUD to experience anxiety, depression, substance abuse, behavioral problems, academic problems and medical problems, including children of opioid addicted mothers born with a physical dependence on these drugs (Moss, Vanyukov, Majumder, Kirisci & Tarter, 1995; Tarter, Blackson, Brigham, Moss & Caprara, 1995; Suchman, Pajolo & Mayes, 2013). Many of the individual and group therapies mentioned previously focus attention on family issues in treatment sessions, and some therapies (e.g., Matrix model) offer sessions for families. Family related issues addressed in individual or group therapies include examining the impact of SUDs on one’s family and its members, engaging the family in treatment and recovery, improving communication and interactions within the family, reducing family conflict, and making amends to members hurt by the SUD. Marital and family therapy approaches are used to engage and retain the member with the SUD in treatment, and to work with couples and families to address the SUD and related interaction and communication problems. Specific areas of focus in marital or family sessions or clinical interventions used by clinicians depend on the family treatment model. Approaches such as ARISE, CRAFT (Community Reinforcement Approach with Family Therapy), BSFT (Brief Strategic Family Therapy) evidence a significant impact on helping families engage the member with the SUD into treatment. Compared to usual care, these approaches are significantly more effective in engaging and retaining individuals and family members in treatment (engagement rates vary between 64 to 93%) (add refs here). While most family interventions include the member with the SUD some help the family even when this member is not part of treatment (Liddle et al., 2001). There are many potential positive outcomes for family and marital interventions. These include improved retention in treatment, lower rates of drug or alcohol use, shorter and less severe relapses, reduction of HIV risk behaviors and domestic violence, improved marital and family relationships, reduced emotional burden for family members, improvement in children or other family members, and improving caring behaviors, shared activities or communication for spouses. For adolescents with the SUD, other outcomes include improved academic performance and reduced problem behaviors (Williams & Chang, 2000). Medication-assisted-treatment Medications are an important element of treatment of treatment and should be considered for patients who have difficult sustaining abstinence and recovery with psychosocial interventions alone. Medications are used to facilitate safe, supervised withdrawal from physical dependence on substances, replace addictive drugs such opioids or nicotine, enhance recovery and reduce relapses. FDA approved medications are available for alcohol, nicotine and opioid dependence. Medications have been used with other drug addictions but currently there are no FDA approved medications for stimulants, cannabis or other drugs. Treatment programs can provide education about medications to patients with SUDs, offer options for medication-assisted-treatment, facilitate evaluations for medicines, and provide and monitor medication adherence. For many patients, especially those addicted to illicit opioids like heroin or prescription opioid drugs used for pain, medicines like methadone or buprenorphine can play a significant role in long-term treatment and recovery. These interventions require clinicians to be knowledgeable of medication options and open to discussing these with patients in treatment. CONCLUSIONS There are many effective psychosocial interventions and treatments that can increase treatment entry and retention, and improve substance use outcomes and quality of life for individuals with SUDs. Many effective individual, group, marital and family therapies are described in clinical manuals; some treatment models also include recovery materialsfor patients to help personalize what they learn in professional treatment. Treatment programs and clinicians should also consider strategies to include families in treatment to support the recovery of the member with the SUD, improve family functioning, and reduce the emotional burden experienced by individual members. This requires an understanding of the adverse impact of SUDs on family systems and individual members, and a commitment to helping reduce the burden families often experience when dealing with a member who has a SUD. Since many individuals with SUDs may need to utilize a variety of clinical and ancillary services during a given episode of care, or require multiple episodes of treatment over time, clinicians need to be able to utilize a variety of interventions. Clinicians also need to be able to facilitate the use of medication-assisted-treatment or other medical, psychiatric, social or vocational services needed to help patients with SUD address other problems that can interfere with recovery from a SUD. For reviews of clinical trials (see Daley, Kelly, Copeland & Wells, 2013; Kirby & McCarty, 2010; Guydish, Manser, Jessup, Tajima & Sorensen, 2007). For in depth reviews of treatment individual, group, family or combined treatment interventions see NIDA and NIAAA therapy manuals. ACKNOWLEDGMENT The preparation of this paper was supported by the National Institute on Drug Abuse grant 5U10DA020036-09. The author wishes to thank Drs. Antonio Tena Suck and Rodrigo Marín Navarrete for the invitation to their symposium, Carla Fernandez de la Fuente for the excellent hospitality, and Janis McDonald for helping organize the references. Note: this paper is adapted from a presentation provided at the International Symposium of Addiction in Mexico City on October 11, 2013. REFERENCIAS Alcohol and Drug Abuse Institute (2013). University of Washington Alcohol and Drug Institute Evidence-Based Practices for Substance Use Disorders. In: http://adai.uw.edu/ebp/. Cochran, G. & Field, C. (2013). Brief Intervention and Social Work: A Primer for Practice and Policy. Social Work in Public Health, 28(3-4), 248-263. Crits, P., Siqueland, L., Blaine, J., Frank, A., Luborsky, L., Onken, L.S. 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