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Temas selectos en orientación psicológica (Vol VIII) Orientación psicológica y adicciones

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Temas selectos en Orientación Psicológica.
 
Vol. VIII
 
Orientación psicológica y adicciones
 
 
 
 
Temas selectos en Orientación Psicológica.
 
Vol. VIII
 
Orientación psicológica y adicciones
 
 
 
 
IMPORTANTE
Los autores y la Editorial de esta obra han tenido el cuidado de comprobar que las dosis y esquemas terapéuticos sean
correctos y compatibles con los estándares de aceptación general en la fecha de la publicación. Sin embargo, es difícil
estar por completo seguro que toda la información proporcionada es totalmente adecuada en todas las circunstancias.
Se aconseja al lector consultar cuidadosamente el material de instrucciones e información incluido en el inserto del
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Editorial El Manual Moderno S.A. de C.V.
 
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Temas selectos en orientación psicológica, Vol. VIII. Orientación psicológica y adicciones
D.R. © 2014 por Editorial El Manual Moderno, S.A. de C.V.
ISBN: 970-729-158-3 (versión impresa)
ISBN: 978-607-448-452-6 (versión electrónica)
 
Miembro de la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana, Reg. núm. 39
 
Todos los derechos reservados. Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida,
almacenada o transmitida sin permiso previo por escrito de la Editorial.
 
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Orientación psicológica y adicciones. -- México : Editorial El Manual Moderno, D.F. : Universidad Iberoamericana,
2014.
1 recurso en línea (x, 78 páginas) : PDF –- (Temas selectos en orientación psicológica ; volumen VIII)
 
ISBN: 970-729-158-3 (versión impresa)
ISBN: 978-607-448-452-6 (versión electrónica)
 
1. Drogadicción – México. 2. Drogadicción - Aspectos psicológicos. 3. Drogadicción – Tratamiento. 4. Abuso infantil
- Aspectos psicológicos – México. I. Universidad Iberoamericana (México, D.F.).
616.8603072-scdd21 Biblioteca Nacional de México
mailto:info@manualmoderno.com
mailto:quejas@manuamoderno.com
http://www.manualmoderno.com/
Department Chair and Co-Director, School Counseling
Program, Associate Professor
Counseling and Human Services
Elizabeth J. Jacob
Associated Editor
 
UNIVERSIDAD IBEROAMERICANA
Antonio Tena Suck
Director del Departamento de Psicología
Araceli Téllez Trejo
Directora de Publicaciones
 
INSTITUTO NACIONAL DE PSIQUIATRÍA RAMÓN DE LA FUENTE MUÑIZ
Rodrigo Marín Navarrete
Investigador en Ciencias Médicas
Editor Invitado para este volumen
 
EDITORIAL EL MANUAL MODERNO
Dr. José Luis Morales Saavedra
Director editorial y de producción:
Lic. Santiago Viveros Fuentes
Editor responsable
LCC Tania Uriza Gómez
Editora asociada
LCS Adriana Durán Arce
Diseño de portada
 
 
UNIVERSITY OF SCRANTON
LeeAnn Eschbach
Contenido
 
Semblanzas
 
Editorial
 
Breve panorama del tratamiento de las adicciones en México
Rodrigo Marín Navarrete & María Elena Medina Mora Icaza
Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz
Antonio Tena Suck
Universidad Iberoamericana Ciudad de México
 
Evidenced-Based Psychosocial Treatments for Drug Abuse
Dennis C. Daley
School of Medicine, University of Pittsburgh
 
Entrevista motivacional para la atención de las adicciones
Liliana Templos Nuñez & Rodrigo Marín Navarrete
Unidad de Ensayos Clínicos en Adicciones y Salud Mental
Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz
 
Dos modelos de terapia familiar en consumo de sustancias
Ricardo Sánchez Huesca
Centros de Integración Juvenil, A.C.
 
El modelo de Comunidad Terapéutica para el tratamiento de las
adicciones: concepto, desarrollo y evidencia
Jorge Sánchez-Mejorada Fernández
Universidad Veracruzana
 
Retos para el tratamiento de mujeres consumidoras de sustancias
psicoactivas
Martha P. Romero Mendoza
Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz
 
Recomendaciones al orientador psicológico para la atención de adicciones
Angélica Eliosa Hernández & Liliana Templos Nuñez
Unidad de Ensayos Clínicos en Adicciones y Salud Mental
Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz
 
Recomendaciones al orientador psicológico para el manejo de urgencias en
el paciente consumidor de sustancias de abuso
Hugo González Cantú
Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz
Ana De la Fuente Martín
Facultad Mexicana de Medicina Universidad la Salle
 
Adaptación mexicana de la Escala de Adicción a Facebook de Bergen
Mario Torruco-Salcedo & Jaime Fuentes Balderrama
Universidad Iberoamericana Ciudad de México
 
Maltrato infantil y prácticas parentales como factores asociados al
consumo de tabaco en adolescentes
Marycarmen Noemí Bustos Gamiño, Natania Froylan Oliva Robles,
Jorge Ameth Villatoro Velázquez, Clara Macedonia Fleiz Bautista & María de Lourdes
Gutiérrez López
Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz
 
Semblanzas
Antonio Tena Suck
Es doctor en Psicología y en la actualidad es director del Departamento
de Psicología de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México. Es
autor de más de 30 artículos de investigación, cuatro artículos de libros,
dos libros y ocho manuales. A lo largo de su carrera docente ha
dirigido más de 90 tesis de licenciatura y posgrado.
Rodrigo Marín Navarrete
Realizó sus estudios de licenciatura, maestría y doctorado en la
Universidad Iberoamericana Ciudad de México. Es especialista en
adicciones por el Centro de Estudios Superiores Monte Fénix. Posee
experiencia en gestión de escenarios clínicos, docencia, investigación y
práctica clínica. Es autor y coautor de varias publicaciones científicas.
Actualmente se desempeña como investigador en ciencias médicas del
Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz, donde
además funge como Investigador Principal y Coordinador de la Unidad
de Ensayos Clínicos en Adicciones y Salud Mental.
María Elena Medina Mora Icaza
Es doctora en Psicología Social por la Universidad Nacional Autónoma
de México y en la actualidad se desempeña como investigadora en
ciencias médicas “F” y directora general del Instituto Nacional de
Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz. Ha publicado más de 200
artículos de investigación, nueve libros y 187 capítulos de libros, todos
con alta calidad científica, lo cual ha contribuido a que forme parte del
Sistema Nacional de Investigadores, Nivel 3.
Dennis C. Daley
Es profesor de psiquiatría y trabajo social. Durante 14 años se
desempeñó como jefe de los Servicios de Medicina de la Adicción
(AMS) en el Western Psychiatric Institute y Clínica (WPIC) de la
Universidad de Pittsburgh School of Medicine. Es conocido a nivel
internacional por su investigación en las ciencias básicas y de atención
clínica en el WPIC, una de las principales instituciones psiquiátricas en
el mundo. En la actualidad es el investigador principal del Nodo
Appalachian, que forma parte del Instituto Nacional sobre el Abuso de
Drogas Clinical Trials Network (NIDA-CTN).
Liliana Templos Nuñez
Es licenciada y maestra en Psicología por la Universidad Nacional
Autónoma de México. Ha sido terapeuta en trastornos del dormir y
atención de salud mental y adicciones, así como docente de Psicología
e idiomas en el Conalep y el IPN. Se desempeñó como asesora en el
Programa de Especialización en Promoción de la Salud y Prevención
del Comportamiento Adictivo de la UNAM y el CENADIC. Además
de capacitar a terapeutas de instituciones como el ISSSTE, colabora en
la Unidad de Ensayos Clínicos en Adicciones y Salud Mental del
Instituto Nacional de Psiquiatría Ramónde la Fuente Muñiz, donde se
desempeña como supervisora clínica e investigadora asociada. Es
autora y coautora de textos científicos.
Ricardo Sánchez Huesca
Es licenciado, maestro y doctor en Psicología por la Universidad
Nacional Autónoma de México, así como maestro en Terapia Familiar
por el Instituto Superior de Estudios de la Familia (ILEF); y cursó el
posgrado en Psicología Clínica y Psicoterapia en el Hospital Central
Militar. Recibió formación en comunidad terapéutica con adictos en el
Centro Le Levant, Suiza y el Centro Italiano de Solidaridad, Italia. Con
más de 35 años de experiencia en la prevención, tratamiento e
investigación en adicciones, es autor y coautor de investigaciones,
artículos y libros sobre diversos temas de salud mental y consumo de
sustancias. Asimismo, se ha desempeñado como docente y ponente
invitado en universidades, instituciones y organismos nacionales e
internacionales.
Jorge Sánchez Mejorada Fernández
Médico por la Universidad Nacional Autónoma de México; además, es
psiquiatra y psicoterapeuta con posgrado en Salud Pública. Dedicado al
tratamiento de adicciones durante 25 años, ha colaborado en
instituciones como CIJ y Monte Fénix. Hace 12 años creó la Fundación
Casa Nueva para la rehabilitación de adicciones, de la cual es director.
Es fundador y expresidente de la Federación Mexicana de
Comunidades Terapéuticas; también fue vicepresidente de la
Federación Latinoamericana de Comunidades Terapéuticas. En la
actualidad es investigador de la Universidad Veracruzana, donde ha
coordinado cursos, diplomados, una especialidad y la Maestría en
Prevención Integral del Consumo de Drogas. Asimismo, se ha
distinguido por ser un promotor del tratamiento en condiciones dignas,
profesionales y de respeto a los derechos humanos.
Angélica Eliosa Hernández
Es licenciada en Psicología por la Universidad Latinoamericana y
maestra en Psicología de las Adicciones por la Universidad Nacional
Autónoma de México. Ha colaborado como asesora y supervisora en
línea del Programa de Especialización en Promoción de la Salud y
Prevención del Comportamiento Adictivo, que imparten la UNAM y el
Centro Nacional para la Prevención y Control de las Adicciones.
Actualmente es asistente de investigación en la Unidad de Ensayos
Clínicos en Adicciones y Salud Mental del Instituto Nacional de
Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz, donde brinda apoyo en el
análisis estadístico y la evaluación de intervenciones clínicas.
Martha P. Romero Mendoza
Es doctora en Psicología Social y actualmente se desempeña como
investigadora en ciencias médicas “F” del Instituto Nacional de
Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz. Con amplia experiencia y
conocimiento en género y adicciones, ha participado como autora y
coautora de más de 200 artículos y libros de investigación y difusión de
alta calidad científica, lo cual ha contribuido a que forme parte del
Sistema Nacional de Investigadores, Nivel 2.
Hugo González Cantú
Médico Psiquiatra por la Universidad Autónoma de Monterrey, obtuvo
el grado de Alta Especialidad en Manejo de las Adicciones por la
Universidad Nacional Autónoma de México, donde actualmente es
profesor titular. Además, es coordinador de la Clínica de Trastornos
Adictivos del Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente
Muñiz.
Ana de la Fuente Martín
Médica psiquiatra por la Universidad La Salle, obtuvo el grado Alta
Especialidad en Manejo de las Adicciones por la Universidad Nacional
Autónoma de México con sede en el Instituto Nacional de Psiquiatría
Ramón de la Fuente Muñiz. En la actualidad es miembro de la
Asociación Médica del Hospital Ángeles Pedregal y directora médica
de los Servicios en Salud Mental y Adicciones del Pedregal S.C. Es
profesora de Psiquiatría en pregrado por la Facultad Mexicana de
Medicina de la Universidad La Salle, así como profesora titular del
curso de posgrado para médicos especialistas en Psiquiatría de las
Adicciones de la misma facultad.
Mario Torruco Salcedo
Médico cirujano por la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco, es
especialista en Psiquiatría por la Universidad Nacional Autónoma de
México (UNAM) y el Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la
Fuente Muñiz (INPRFM). Obtuvo el grado de Alta Especialidad en
Manejo de Adicciones por la UNAM y el INPRFM y curs´´o el
diplomado en Gestión de Unidades de Servicios de Salud por el
ITESM. Fue director del Centro de Ayuda al Alcohólico y sus
Familiares del INPRFM. Es alumno de la maestría en Administración
de la Seguridad Social por el Centro Interamericano de Estudios en
Seguridad Social y la Facultad de Contabilidad y Administración de la
UNAM. Además, se desempeña como profesor de asignatura de
programas de posgrado incluyendo la maestría en Orientación
Psicológica de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México. Ha
publicado artículos y capítulos de libros sobre temas relacionados con
la salud mental y las adicciones.
Jaime Fuentes Balderrama
Licenciado en Psicología por la Universidad Iberoamericana, obtuvo el
premio nacional de excelencia EGEL 2012. Hizo una estancia
internacional en The Catholic Charities of the Archdiocese of Chicago,
donde ayudó a migrantes mexicanos y minorías para que recibieran
atención y colmaran sus necesidades primarias. Cuenta con una
especialidad en Clínica Psicoanalítica por la Red Analítica Lacaniana y
está por terminar la maestría en Orientación Psicológica en la
Universidad Iberoamericana. Por dos años consecutivos ha sido
ganador de la sesión de pósters del congreso internacional que organiza
la Asociación Mexicana de Orientación Psicológica y Psicoterapia, de
la cual es miembro desde 2012. En la actualidad se desempeña como
psicólogo clínico en distintos centros comunitarios atendiendo diversas
problemáticas y sigue haciendo investigación relacionada con el tema
de la adicción a internet.
Jorge A. Villatoro Velázquez
Psicólogo egresado de la Universidad Nacional Autónoma de México
con maestría y doctorado. Es investigador en ciencias médicas del
Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz, así como
responsable de las encuestas sobre consumo de drogas en estudiantes y
coordinador de la Encuesta Nacional de Adicciones.
Marycarmen N. Bustos Gamiño
Estudió la licenciatura en Psicología en la Universidad de Guadalajara,
también obtuvo el Award CICAD-NIDA para proyectos de
investigación. Ha presentado distintos trabajos de investigación en
congresos internacionales y cuenta con diversos artículos publicados en
revistas nacionales e internacionales. Actualmente colabora en la
Unidad de Encuestas y Análisis de Datos del Instituto Nacional de
Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz, donde ha coordinado diversas
encuestas en población escolar.
 
Editorial
 
El presente volumen de Temas Selectos en Orientación Psicológica
(TSOP) forma parte de una serie de publicaciones anuales, bilingües y
organizadas en números monotemáticos continuos, que están integrados
por artículos inéditos de autores destacados en el área de la psicología y la
orientación psicológica.
El objetivo de esta publicación es promover la salud mental en contextos
no tradicionales, ubicando con exactitud a la orientación psicológica en el
mundo de los profesionales, con el fin de proporcionarles un marco teórico
de referencia que les permita adoptar una identidad y un concepto
funcional de salud mental; asimismo, se busca atender a un mercado en
expansión en el que se reconozca el rol profesional del orientador
psicológico.
Los artículos que se presentan en TSOP buscan la promoción de una
práctica profesional eficiente frente a los problemas actuales que aquejan a
nuestra sociedad. Por lo tanto, profesionales y estudiantes de campos como
medicina, psicología, psiquiatría, trabajo social, enfermería y educación
encontrarán en la revista TSOP las herramientas adecuadas para incorporar
a su práctica cotidiana y complementar su ejercicio profesional.
Es por ello que en este volumen se trata el tema de las adicciones, ya que
representa un importante reto para la sociedad contemporáneay, por ende,
para los profesionales de la salud mental. Es del conocimiento científico y
público que el consumo de sustancias nocivas se asocia con múltiples
problemas biopsicosociales, como el incremento de las tasas de mortalidad
entre jóvenes y adolescentes por causas no naturales, enfermedades de
transmisión sexual, ideación y conducta suicida, conducta criminal y
violenta, estigmatización y criminalización. En general, se ha identificado
una significativa disminución en la calidad de vida de los consumidores de
sustancias y sus familias. En resumen, la severidad de los problemas
relacionados con el consumo de sustancias de abuso, sean de tipo lícito o
ilícito, merma y debilita el tejido social, lo que permite clasificar a este
fenómeno como un problema significativo de salud pública que merece la
atención de académicos e investigadores para buscar soluciones que
respondan a las necesidades de la población afectada.
En respuesta a este creciente problema de salud pública, el pasado 11 y
12 de octubre de 2013 se llevó a cabo el V Encuentro Internacional de la
Asociación Mexicana de Orientación Psicológica y Psicoterapia A.C.
(AMOPP), llamado “Adicciones y abordajes clínicos, orientación basada
en evidencia científica”. Este evento fue avalado académicamente por la
Universidad Iberoamericana y el National Board for Certifed Counselors
(NBCC); además, se contó con la colaboración científica de expertos de
instituciones de prestigio a nivel nacional e internacional, como el Centro
Nacional para la Prevención y Control de las Adicciones (CENADIC), el
Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz (INPRFM),
Centros de Integración Juvenil A.C., Facultad Mexicana de Medicina de la
Universidad la Salle, Universidad Veracruzana y Universidad de
Pittsburgh.
Dada la calidad de los ponentes y los contenidos temáticos que se
abordaron en dicho encuentro, se consideró pertinente realizar la edición
del volumen VIII de esta revista siguiendo la temática del tratamiento de
las adicciones, y por ello se tituló: Orientación psicológica y adicciones.
Este volumen responde a la imperiosa necesidad de ampliar la visión y
alcance de la profesión del orientador psicológico ante el reto de la
atención, prevención y tratamiento de las adicciones.
Los autores que colaboran en este número son profesionistas con una
amplia experiencia en el campo de la orientación psicológica, así como en
la prevención, manejo y tratamiento de las adicciones, ya que en su
trayectoria se han topado con circunstancias que les han permitido
profundizar en esta área tan apasionante y, por desgracia, cada vez más
demandante. Es por eso que este número inicia con una visión general de
los expertos en el tema, quienes ahondan en el panorama del tratamiento
de los Trastornos por Consumo de Sustancias (TCS) en nuestro país.
Debido a que la mayoría de los individuos que padecen TCS no reciben
ayuda profesional, el siguiente artículo, colaboración de un reconocido
investigador de la Universidad de Pittsburgh, presenta una revisión de
intervenciones y tratamientos psicosociales basados en evidencia científica
que facilitan la entrada al tratamiento.
Uno de los modelos más investigados y empleados en la última década
para la atención de las adicciones es la entrevista motivacional. Este
modelo se basa en un estilo de comunicación que promueve la motivación
intrínseca para el cambio a través de la resolución de la ambivalencia,
incitando y promoviendo al paciente/cliente a generar cambios que se
traduzcan en acciones que impacten de manera positiva en el tratamiento.
Sabemos que la atención del consumo de sustancias requiere de un
abordaje múltiple y flexible, pues el paciente/cliente no es un ente
independiente a su contexto. Por fortuna, existen algunos abordajes que lo
ubican como parte de un todo, y que buscan explorar y comprender sus
formas de comunicación, relación y expresión, como la terapia breve
centrada en soluciones y la terapia familiar múltiple, enfoques que se
presentan en este volumen y que han demostrado eficacia en la
disminución del consumo y promoción del bienestar familiar.
Existen distintos modelos para el tratamiento de los TCS, los cuales
pueden ser ambulatorios o residenciales dependiendo de las necesidades
del usuario y el grado de severidad que presente. Una alternativa para las
personas que requieren contención es el modelo de la Comunidad
Terapéutica, el cual, hasta el día de hoy ha tenido un escaso desarrollo en
México pero representa una opción importante para abordar esta
problemática.
Un tema que no podemos dejar de lado es la perspectiva de género en
adicciones. El tratamiento de mujeres consumidoras de sustancias
psicoactivas es un asunto que representa un reto importante para los
prestadores de servicios, pues el consumo ha dejado de ser un problema
exclusivo de varones. En algunos países, las modalidades de tratamiento se
han sensibilizado e incluyen esta perspectiva al aumentar y modificar sus
metas, objetivos y servicios; sin embargo, los servicios disponibles en
nuestro país no han considerado las necesidades especiales de las mujeres,
un tema que también se tratará en este texto.
Para atender a una persona que padece un TCS es preciso considerar
diferentes fases, controlar las situaciones agudas de emergencia y brindar
un tratamiento de corta o larga duración orientado a modificar el patrón de
consumo, así como a mejorar la calidad de vida del individuo. Es por eso
que en este volumen se dedica un espacio para describir tanto las acciones
que se realizan durante la fase de tratamiento como los elementos mínimos
necesarios para la atención adecuada de las personas con TCS. Es
importante poner especial atención en que el consumo de sustancias trae
consigo una serie de consecuencias en la salud de los individuos, que van
desde cambios conductuales que pueden poner en riesgo la vida hasta
cuadros que ameritan una intervención médica para estabilizar las
funciones vitales. Debido a que los TCS tienen una mayor prevalencia en
la población que padece otros desórdenes mentales, es esencial que los
profesionales que tratan a este tipo de pacientes cuenten con elementos
suficientes para identificar situaciones médicas relevantes, principalmente
en estados de intoxicación y de abstinencia específicos de cada tipo de
sustancia. De esta manera, tendrán la capacidad de intervenir y referir a un
tratamiento adecuado, tema que también se abordará a detalle.
Si bien es evidente que el presente volumen se enfoca más en las
adicciones relacionadas con el consumo de sustancias de abuso, no se
niega la existencia de adicciones de proceso, como lo son la adicción al
sexo, al juego, a la comida e incluso a internet. Estos temas representan un
franco debate en el mundo científico, ya que es común encontrar posturas
a favor y en contra de la concepción de las adicciones de proceso. Sin
embargo, para los editores de este volumen el diálogo científico es libre y
abierto, por lo que se dedica un artículo para dar conocer un poco más
acerca del crecimiento acelerado de los usuarios de internet y de sus
preferencias por las redes sociales. La red social más popular en este
momento es Facebook y como resultado de esto han surgido reportes de
personas con problemas asociados a ciertos factores y patrones de uso;
incluso, se ha acuñado el término “adicción a Facebook”. Los autores de
un estudio, cuyo objetivo fue determinar las propiedades psicométricas de
la Escala de Adicción a Facebook de Bergen en una muestra mexicana,
exponen sus resultados.
Por último, en este texto se presenta una investigación cuyos datos
provienen de una Encuesta de Maltrato Infantil y Factores Asociados,
realizada con estudiantes de secundaria de cuatro estados de la República
mexicana, en la cual se explora la relación entre maltrato por negligencia,
abuso sexual y prácticas parentales, con el consumo de tabaco del último
mes. En este artículo, los autores enfatizan que es necesario integrar a los
padres en el diseño de estrategiaspreventivas para disminuir la
probabilidad de que sus hijos e hijas ejerzan conductas de riesgo como el
consumo de sustancias de abuso.
Esperamos que el presente volumen de TSOP siga fortaleciendo tanto el
trabajo como la identidad profesional de los orientadores psicológicos,
pues en esta ocasión se hace énfasis en reconocer y aprender de quienes
trabajan arduamente en el ámbito de las adicciones.
Por último, los editores de esta obra extienden un especial
agradecimiento a la psicóloga Linda Bucay Harary por su comprometido
apoyo en la integración y edición del volumen de TSOP 2014.
 
Antonio Tena Suck, editor
Rodrigo Marín Navarrete, editor invitado
 
Breve panorama del tratamiento de las
adicciones en México
 
Rodrigo Marín Navarrete*
María Elena Medina Mora Icaza
Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente
Muñiz
 
Antonio Tena Suck
Universidad Iberoamericana Ciudad de México
 
Abstract
 
Despite efforts to address the impact of harmful use of substances of
abuse, in Mexico there are areas of opportunity to improve the
infrastructure of care services available. One strategy for improving
health systems for addictions and other mental disorders address to use
the science as a vehicle to generate practical evidence of practical
evidence, may develop effective and efficient models to optimize the
available infrastructure of services; for which it is precisely the
integration and coordination between universities, research institutions
and treatment agencies to develop projects tailored to the needs of the
affected population the affected population.
 
Key words: substance abuse, treatment barriers, addiction treatment.
 
Resumen
 
A pesar de los esfuerzos para responder al impacto del consumo nocivo
de sustancias de abuso, en México existen áreas de oportunidad para
mejorar la infraestructura de los servicios de atención disponibles. Una
de las estrategias para mejorar los sistemas de salud para las adicciones
y otros trastornos mentales señala que mediante el empleo de la ciencia
como un vehículo para la generación de evidencia práctica, es posible
desarrollar modelos efectivos y eficaces que permitan optimizar la
infraestructura de servicios disponibles; para ello, se requiere de la
integración y coordinación entre universidades, instituciones de
investigación y agencias de tratamiento para desarrollar proyectos que
respondan a las necesidades de la población afectada.
 
Palabras clave: sustancias de abuso, barreras de tratamiento,
tratamiento para las adicciones.
 
 
INTRODUCCIÓN
 
El consumo de sustancias en México, al igual que en el resto del mundo,
presenta periodos de incremento y disminución (UNODCCP, 2009). De
acuerdo con la última Encuesta Nacional de Adicciones (SSA, 2012), entre
2002 y 2011 se registró un incremento significativo en el número de
personas que presentan dependencia al alcohol (4.1 a 6.2%); notándose un
aumento importante en el porcentaje de mujeres (0.6 a 1.8%) y
adolescentes (2.1 a 4.1%) que reportaron tres o más síntomas de
dependencia. Con respecto al consumo de drogas ilícitas, la misma
encuesta también detectó un incremento en la población que reportó
cualquier consumo de drogas entre 2002 y 2011 (5.0 a 7.8%) y, al igual
que en los patrones de consumo de alcohol, se observó una tendencia al
aumento en la prevalencia de consumo en la población de mujeres (2.1 a
3.0%) y adolescentes (1.3 a 2.9%). Asimismo, los reportes indican que en
México el alcohol y el tabaco siguen siendo las sustancias de mayor
consumo, seguidas por la mariguana, la cocaína y los inhalables. En
relación a las personas con posibles síntomas de dependencia, se estima un
aumento de 450 000 a 550 000 entre el periodo comprendido de 2008 a
2011 (SSA, 2012; Villatoro et al., 2012).
En lo concerniente al consumo de tabaco en nuestro país, se reporta que
la prevalencia de consumidores se ha mantenido estable entre 2002 y 2011
(23.5 a 21.7%) con una disminución en la prevalencia de fumadores
severos en ambos sexos (12.4 a 8.9%). Otro dato de interés es que aunque
la mayoría de los adolescentes reportan consumo ocasional, la mayoría de
los fumadores adultos activos inician su consumo durante la adolescencia
(SSA, 2012).
En respuesta a lo anterior, se han llevado a cabo esfuerzos significativos
para contrarrestar el impacto del consumo de sustancias de abuso en la
salud de la población, ya sea mediante el establecimiento de sistemas
avanzados para la recuperación de información epidemiológica que
informen la toma de decisiones, o bien, en la implementación de diversos
centros de atención primaria a lo largo del país que hagan accesible el
tratamiento a la población afectada. Sin embargo, la solución a estas
problemáticas de salud es compleja y requiere la actuación coordinada
entre universidades, instituciones de investigación y agencias de
tratamiento, a fin de generar y desarrollar soluciones de calidad, costo-
efectivas y cuya implementación sea trasladable a los escenarios
comunitarios de atención donde son requeridas.
El objetivo de este artículo es presentar reflexiones documentadas acerca
de: a) el impacto del consumo nocivo de sustancias de abuso en la salud y
el bienestar públicos; y b) la complejidad que implica articular una
respuesta efectiva y eficaz desde los servicios de salud.
 
IMPACTO DEL CONSUMO NOCIVO DE SUSTANCIAS DE
ABUSO EN LA SALUD Y EL BIENESTAR PÚBLICO
 
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2011), 13% de los años
de vida ajustados por discapacidad (DALYs, por sus siglas en inglés)
perdidos en el mundo se asocian con trastornos de la salud
mental/conductual, entre los cuales destacan la depresión, consumo de
alcohol y esquizofrenia (Murray & López, 1996). En México, los
trastornos por consumo de sustancias (abuso y dependencia), junto con
otros padecimientos neuropsiquiátricos (como ansiedad y depresión), se
ubican entre las principales causas de morbimortalidad y carga de
enfermedad en la población en general (Lozano et al., 2013; Murray et al.,
2012).
La literatura especializada reporta la existencia de asociaciones
significativas entre el consumo nocivo de sustancias de abuso con otros
problemas de salud, los cuales inciden directamente en la pérdida de años
de vida saludable deteriorando la calidad de vida de los consumidores y
sus familias. Algunos de estos problemas son: lesiones y accidentes que
pueden causar muerte o discapacidad, eventos y complicaciones
vasculares, daño hepático, distintos tipos de cáncer, alteraciones
congénitas (teratogénesis y síndrome alcohólico fetal), enfermedades de
transmisión sexual (VIH, VCH, VBH, etc.), eventos traumáticos a lo largo
de la vida, otros trastornos mentales (ansiedad, depresión, etc.), conducta
suicida, entre otros (Medina-Mora et al., 1990; Medina-Mora et al., 2003;
Villatoro et al., 2003; SSA, 2012).
En adición a lo anterior, la deserción y bajo rendimiento laboral y/o
escolar, la violencia familiar y la conducta criminal son otros problemas
que impactan el funcionamiento psicosocial (Borges et al., 2006; SSA,
2012; Medina-Mora & Real, 2013), eso sin dejar de mencionar los altos
costos sociales asociados al tráfico ilegal de sustancias, criminalización y
estigmatización de los consumidores (Medina-Mora & Real, 2013).
También resulta preocupante el hecho de que los grupos más vulnerables,
como niños y adolescentes, son los que están más expuestos a dichos
problemas psicosociales. Para ejemplificar, reportes nacionales indican
que 65.9% de menores de edad que cometieron algún delito, refirieron el
consumo de alguna sustancia de abuso de forma habitual; de los cuales,
18.6% reportó haber realizado un delito en estado de intoxicación.
Asimismo, se conoce que este grupo etario presentó mayor consumo de
alcohol (43.3%), seguido de la mariguana (23.7%) y los inhalables
(22.2%) (SISVEA, 2012).
Otro aspecto que merece particular atención es la comorbilidad entre los
entre los trastornos por consumo de sustancias (TCS) y otros trastornos
psiquiátricos (OTP), ya que esta situación se asociacon un mayor
deterioro clínico y riesgo suicida en comparación con quienes sólo
padecen una de estas patologías. Por ello, la presencia de comorbilidad
psiquiátrica en personas consumidoras de sustancias de abuso requiere de
un tratamiento integral que atienda ambas condiciones; sin embargo, esta
situación demanda una mayor oferta de tratamientos disponibles, así como
un nivel más alto de certificación y preparación de los equipos clínicos
(SAMHSA, 2005).
Un estudio realizado en México reportó que la prevalencia de la
comorbilidad entre los TCS y OTP a lo largo de la vida, tiene una
prevalencia de hasta 75%, donde el grupo de los trastornos por déficit de
atención y comportamiento perturbador fue el más prevalente (56.94%),
seguido de los trastornos de ansiedad (30.35%), ansiedad de separación
(24.28%), trastornos afectivos (23.99%), juego patológico (12.14%) y
trastornos de la conducta alimentaria (6.07%). , con lo anterior es factible
observar que en general los OTP antecedieron (83.59%) a los TCS. Por
último los autores resaltan que la carga de comorbilidad llegó a ser
superior a los cinco trastornos comórbidos (Marín-Navarrete et al., 2013b).
 
BARRERAS DEL TRATAMIENTO
 
Buscar ayuda para problemas relacionados con la salud mental sigue
siendo una acción relativamente poco frecuente, sobre todo en países en
vías de desarrollo donde los servicios disponibles son subutilizados o
insuficientes (Demyttenaere et al., 2004; Borges, Wang, Medina-Mora et
al., 2006; Borges, Wang, Medina-Mora, Lara & Chiu, 2007). En el caso
particular de las adicciones, la falta de cobertura para las necesidades de
tratamiento se puede atribuir a factores socioculturales que estigmatizan e
impactan de manera negativa la búsqueda de atención, así como a otras
barreras internas (personales) o externas (del entorno) que retrasan o
impiden la obtención de tratamiento. Según la literatura, en términos
generales las principales barreras al tratamiento en salud mental son: a)
creencias ante la efectividad de los tratamientos disponibles (Grant, 1997);
b) disponibilidad limitada de servicios adecuados para las mujeres
(Romero et al., 2010; Tomás-Dols et al., 2007) y otras poblaciones
específicas como adolescentes, población rural o indígena y niños en
situación de calle (Berenzon, Medina-Mora & Lara, 2003); c) recursos
limitados de los pacientes para acceder o completar el tratamiento (Tucker,
Vuchinich & Rippens, 2004; Borges, Wang, Medina-Mora, Lara & Chiu,
2007); y d) dificultad de acceso por ubicación de centros de tratamiento,
así como falta de personal capacitado (López, 2004).
Algunos estudios refieren que menos de 1% de las personas con
trastornos psiquiátricos y/o con trastornos por consumo de sustancias,
buscan tratamiento durante el mismo año de inicio del padecimiento;
mientras que la mayoría de los que llegan a tratamiento tardan entre 10 y
30 años antes del primer contacto con algún servicio especializado
(Johnstone, Crow, Johnson & MacMillan, 1986; Wang, Berglund, Olfson
& Kessler, 2004; Borges et al., 2007; Borges, Medina-Mora, Orozco et al.,
2009). Además, nuestro país, el primer recurso de ayuda antes de utilizar
los servicios profesionales de atención lo constituyen familiares, amigos,
automedicación y ministros religiosos; lo que retrasa la búsqueda de
atención especializada y esto a su vez facilita el aumento de la progresión
y severidad del padecimiento (Berenzon et al., 2003).
 
RESPUESTA DE LOS SERVICIOS DE SALUD
 
El establecimiento de un sistema de salud especializado que sea capaz de
responder a los grandes retos del tratamiento del consumo nocivo de
sustancias de abuso no es tarea fácil. En México se ha hecho frente a esta
problemática por medio de tres diferentes esquemas de atención para las
adicciones.
El primer esquema está representado por el sector público, con más de
400 centros de atención ambulatoria y alrededor de 30 unidades de
tratamiento hospitalario en todo el país a cargo de la Secretaría de Salud.
Este primer esquema incluye tanto hospitales psiquiátricos, institutos y
unidades de hospitalización, que en su mayoría pertenecen a las dos
principales instituciones nacionales de tratamiento para las adicciones en
México: a) Centros de Integración Juvenil (CIJ), que poseen experiencia
de más de 40 años en el establecimiento de programas y acciones de
prevención y tratamiento; y b) Centro Nacional para la Prevención y
Control de las Adicciones (CENADIC) que en coordinación con la
Comisión Nacional Contra las Adicciones (CONADIC) y la colaboración
de los consejos estatales contra las adicciones de las 32 entidades
federativas del país, han desplegado la iniciativa más grande de atención
primaria en México para el consumo de sustancias (Centros Nueva Vida)
(SSA, 2008).
El segundo esquema de servicios de tratamiento está representado por
los servicios profesionales de salud privados, que incluyen clínicas
residenciales especializadas y servicios de consulta ambulatoria; sin
embargo, por lo general resultan demasiado costosos para la mayoría de la
población afectada.
Por último, el tercer esquema de servicios se compone de grupos de
ayuda mutua derivados de la filosofía o enfoque de Alcohólicos Anónimos
(AA), con casi 20 000 grupos en todo el país. Una derivación no oficial de
este enfoque son los Centros Residenciales de Ayuda-Mutua para la
Atención de la Adicciones (CRAMAA), los cuales representan una
iniciativa comunitaria que responde a la necesidad de brindar atención a
personas que han desarrollado una severidad significativa de la adicción y
un mayor número de problemas asociados, por lo que requieren de
contención residencial (Marín-Navarrete et al., 2013a; Marín-Navarrete et
al., 2013b).
Un informe reciente sobre CRAMAA en México (CONADIC,
CENADIC, CICAD, 2011) reportó que existen al menos 2 291 de estos
centros en todo el país; no obstante, sólo 48% cumple con la normatividad
indicada por la Secretaría de Salud en materia de referencia y
contrarreferencia de pacientes con otros servicios especializados, así como
en la integración de servicios médicos y psicológicos de tratamiento dentro
del centro (NOM-028-SSA2-2009). El mismo reporte también indica que
nueve de cada 10 personas que utilizan estos centros son hombres, aunque
el grupo de edad más prevalente es el de 30 a 59 años (56%), seguido por
el de 18 a 29 (35%), y sólo 7% son menores de edad. Estos datos clarifican
la baja asistencia de las mujeres a estos servicios, así como la marcada
demanda de atención de adolescentes tardíos y adultos jóvenes. El tiempo
de internamiento reportado indica que las personas permanecen en esa
modalidad durante periodos de uno a dos meses (26%), de dos a tres meses
(37%), y hasta cuatro meses o más de internamiento (22%) (CONADIC,
CENADIC, CICAD, 2011).
Por otro lado, el Sistema de Vigilancia Epidemiológica de las Adicciones
(SISVEA), en su reporte 2012 (SISVEA, 2013), identifica que los motivos
de internamiento más reportados por los usuarios de los CRAMAA son:
internamiento voluntario (45.2%), internamiento por familiares y otros
significativos (39.7%), internamiento por indicación de carácter legal
(9.6%) e internamiento por indicación médica, de escuela y/o trabajo
(2.4%).
Frente a este escenario, es posible pensar que en México existe la
oportunidad para aprovechar el conocimiento científico acumulado sobre
las necesidades y barreras de tratamiento para las adicciones, así como los
recursos existentes en los tres esquemas de servicios antes mencionados, a
fin de desarrollar prácticas clínicas basadas en evidencia científica para la
prevención, tratamiento y reducción del daño en materia de adicciones.
Finalmente, es necesario buscar que el efecto benéfico de la
implementación de programas en materia adicciones quede demostrado
mediante la evaluación rigurosa de sus efectos clínicos, seguridad y
relación costo - beneficio; y con esto poder impactar positivamente en la
capacidad, calidad y cobertura (UNODC, WHO, 2008; Babor, Strang,
Caulkins et al., 2012).
 
DISCUSIÓN/CONCLUSIONESA pesar de estos esfuerzos públicos y privados en México, el reto de
brindar tratamiento para las adicciones es mayúsculo, por lo que es
necesario fortalecer los sistemas disponibles de atención para aumentar la
capacidad de responder de manera efectiva a las necesidades de la
población afectada. Aspectos como las características de los consumidores,
sustancias de mayor consumo, comorbilidad, barreras de tratamiento y
otros problemas asociados son buenos indicadores que ayudan a guiar la
planeación de las acciones para establecer programas de mejora continua
en el sistema de salud en materia de adicciones.
Una buena estrategia para fortalecer los sistemas de atención en salud
reportada en la literatura, se concentra en el desarrollo de prácticas basadas
en evidencia científica que busquen incrementar la eficacia y efectividad
de los esquemas vigentes, a fin de obtener el máximo provecho de los
recursos invertidos. Para ello, se requiere la articulación y sinergia de
grupos de investigación integrados por universidades, institutos científicos
y centros de tratamiento, que colaboren en la implementación de proyectos
de investigación científica para desarrollar de manera conjunta soluciones
clínicas (intervenciones, tratamientos y herramientas diagnósticas)
validadas con alto rigor científico. A su vez, es necesario que estas
soluciones respondan: a) a las necesidades reales de la población afectada,
tomando en cuenta los contextos socioculturales específicos en los que se
brinda la atención; b) a las necesidades de los profesionales de la salud en
los contextos comunitarios para lograr la adecuada adopción de las
innovaciones tecnológicas. En otras palabras, es preciso cerrar la brecha
entre la investigación y la práctica comunitaria para el mejoramiento de la
atención de los pacientes.
La generación de la innovación tecnológica de un programa, modelo o
intervención, no es suficiente para lograr la adopción y utilización del
mismo, pues requiere de una rigurosa validación científica para su
diseminación. Por ello, la colaboración con instituciones de formación
superior es una acción de carácter superlativo, ya que mediante la
educación de profesionales es posible lograr una adecuada diseminación
del conocimiento científico, así como fortalecer la buena praxis de los
profesionales de la salud, lo que a su vez se traducirá en un beneficio
directo para la atención de las personas afectadas.
 
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NOTAS AL PIE
 
* Correspondencia: Rodrigo Marín Navarrete, Unidad de Ensayos Clínicos, Instituto Nacional de
Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz. Calz. México-Xochimilco 101, Col. San Lorenzo
Huipulco, Del. Tlalpan.E-mail: rmarin@inprf.gob.mx
 
Evidenced-Based Psychosocial Treatments
for Drug Abuse
 
Dennis C. Daley*
School of Medicine
University of Pittsburgh
 
Abstract
 
This paper provides a brief overview of psychosocial treatments for
substance use disorders (SUD). Since the majority of individuals with a
SUD do not receive professional help, a review of interventions that
facilitate the individual’s entry into treatment is provided, such as
evidenced-based individual, group and family therapies, along with
clinical issues that may be addressed in treatment. This paper integrates
information from reviews of evidenced-based psychosocial treatments
including studies funded by the National Institutes on Drug Abuse and
Alcohol Abuse and Alcoholism, such as treatment manuals.
 
Key words: substance abuse, addiction, psychosocial treatments.
 
Resumen
 
En este artículo se presenta una breve reseña de tratamientos
psicosociales para trastornos por uso de sustancias. Debido a que la
mayoría de los individuos que los padecen no reciben ayuda
profesional, se presenta una revisión de intervenciones que facilitan la
entrada al tratamiento, así como terapias individuales, grupales y
familiares basadas en evidencia, junto con cuestiones clínicas que se
deben considerar en el tratamiento. Este artículo integra revisiones de
tratamientos psicosociales basados en evidencia, incluyendo estudios
financiados por el Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas y el
Instituto Nacional sobreel Abuso de Alcohol y Alcoholismo, así como
manuales de tratamiento.
 
Palabras clave: trastornos por abuso de sustancias, adicciones,
tratamientos psicosociales.
 
 
INTRODUCCIÓN
 
Substance Use Disorders (SUDs) are found among individuals across most
cultures. Any substance used by an individual can lead to a SUD with the
most common being alcohol, nicotine, cannabis, stimulants, opioids, and
sedatives. A SUD can involve legal substances like alcohol, nicotine or
prescription medications, or illicit substances such as heroin, cocaine, and
drugs produced in illicit laboratories (e.g., methamphetamine, spice, molly,
pcp).
SUDs are associated with numerous medical, psychological, psychiatric,
family, social, occupational, academic, legal, spiritual, and financial
problems. Individuals addicted to substances have higher rates of early
mortality compared to others as a result of medical complications or
diseases (drug overdose, HIV, hepatitis, heart conditions, cancers)
accidents (vehicles, falls), suicides (associated with bipolar illness,
depression and psychotic disorders, common co-morbid conditions
associated with SUD) and homicides. Individuals with SUDS have higher
rates of psychiatric co-morbidity as well. These adverse effects and co-
morbid problems create suffering for the affected individuals and reduce
the quality of their lives. In addition, SUDs cause an emotional burden and
contribute to many family problems such as separation, divorce, domestic
violence, child abuse or neglect or dependence on welfare. SUDs also have
a significant negative effect on society due to the medical, psychological,
social, legal, criminal and other problems caused or worsened by these
disorders. The economic costs are high due to problems caused by SUDs
that lead to job loss, dependence on the government for financial support,
and costs associated with medical or psychiatric care, involvement in the
criminal justice system, or an increase in the need for housing, vocational
or other social services.
 
INTERVENTIONS TO ENGAGE THE DRUG ABUSER IN
TREATMENT
 
Most individuals with a SUD never receive professional help (Columbia
Univ Rpt). Those who enter treatment often do so as the result of pressure
from, or the influence of, family, employers, the legal system or medical
professionals. Interventions that lead to the involvement of substance
abusers in treatment include motivational interviewing (Miller & Rollnick,
2013), screening, brief intervention and referral to treatment (SBI or
SBIRT: National Institute on Alcohol Abuse and Alcoholism [NIAAA],
2005; Cochran & Field, 2013), and family interventions (Landau et al.,
2004; CRAFT ref; Szapocznik, Zarate, Duff & Muir, 2013). MI has been
successfully used with individuals who have SUDs, psychiatric illness or
medical disorders to increase their motivation to change their problem
behavior and engage in treatment. SBI and SBIRT have been used in
primary care, internal medicine clinics, emergency departments and
trauma centers to reduce drinking among moderate and risky drinkers.
SBIRT has led to treatment entry among those with an alcohol use disorder
who required specialty care in an addiction program (NIAAA, 2005).
These interventions have not been used as much to address drug use and
drug use disorders among medical patients although currently the National
Institute on Drug Abuse’s Clinical Trials Network is analyzing data from a
multi-site study of drug users seen in hospital emergency departments
(Donovan, 2012).
 
Individual interventions
 
There are many evidenced-based individual interventions, most of which
are a type of therapy or counseling. The one exception is motivational
incentives or contingency management (MotInc), a behavioral intervention
used in combination with therapy or a comprehensive treatment program
to increase abstinence from drugs, adherence to treatment sessions, and
improve retention. Many studies show significant effects of this
intervention on individuals with different types of SUDs (Higgins, Wong,
Badger, Ogden, & Dantona, 2000; Silverman, Roll & Higgins, 2008; Petry
et al., 2005; Stitzer, Petry & Peirce, 2010; National Institute on Drug
Abuse [NIDA], 2008).
Individual counseling aims to help patients stop or reduce substance use,
engage in community mutual support programs, learn coping skills to meet
the challenges of recovery, and make positive changes in self and lifestyle.
Examples of coping skills addressed in counseling include managing drug
cravings, refuting positive thoughts of drug use, engaging in new activities
to replace substance related ones, developing and using a recovery support
system, addressing the impact of the SUD on the family, learning to
manage stress and problems without resorting to drug or alcohol use, and
learning to identify and manage early warning signs of relapse.
Wells et al. (2013) recently reviewed The Substance Abuse and Mental
Health Services Administration’s (SAMHSA) National Registry of
Evidence-Based Programs and Practices1 and the University of
Washington Alcohol and Drug Institute Evidenced-Based Practices for
SUDs2 and compared the specific treatments described at these sites to
those treatments described in the National Institute on Drug Abuse’s
Principles of Drug Addiction Treatment: A Research-Based Guide (NIDA,
2009). They found that the majority of evidenced-based practices fell
within several categories: Cognitive Behavioral Therapy/Relapse
Prevention (CBT/RP), Contingency Management (CM), Community
Reinforcement Approach (CRA), Motivational Interviewing or
Motivational Enhancement Therapy (MI/MET), 12-Step Facilitation
Therapy (TSF), Family Therapy, or the Matrix Model. All of these
individual clinical approaches are described in clinical treatment manuals
available from NIDA or NIAAA.3
Numerous studies show that all of these individual treatments well as
others (e.g., Individual Drug Counseling (IDC); NIDA, 2002) are effective
in helping patients reduce or stop their drug use and improve their
functioning. McLellan et al. (2000) reviewed over 100 randomized,
controlled trials of addiction treatment and found that most led to
significant reductions of substance use, improved personal health, and
reduced social pathology. The Cocaine Collaborative multi-site clinical
trial (n = 487) found all three individual therapies (Individual Drug
Counseling, IDC; Cognitive-Behavioral Therapy, CBT; and Supportive-
Expressive Psychotherapy, SEP), combined with Group Drug Counseling
(GDC) to be effective in significantly reducing cocaine use from baseline
to one-year follow-up (Crits et al., 1999). Project MATCH, a large scale,
multi-site study of patients with alcohol dependence (n = 1 700+) found
that MET (4 to 6 sessions), TSF (8 to 12 sessions) and CBT (called Coping
Skills Training, 8 to 12 sessions) all were effective at one- and three-year
follow up, leading to a significant reduction of drinking days per month,
and drinks per drinking occasion. One notable difference with clinical
implications between the individual therapies for alcohol problems or drug
problems is that the former may involve briefer interventions (< 3 months)
while therapies for drug problems require at least three months, and often
much longer to be effective (Simon, Blaine & Boren, 1997). Research on
individual therapies suggests that using a manual based therapy is effective
in helping drug abusers deal with their SUD and improve their lives.
In addition to the treatment manuals published by NIAAA and NIDA
describing individual therapies and interventions used in these therapies,
NIDA has also developed “Blending Products” that help practitioners
blend science into their clinical practice (Michel, Pintello & Subramaniam,
2013). The initial product, The Science of Treatment (NIDA, 2008)
includes research articles, training manuals, videos, Power Point slides and
other relevant information on the specific interventions. Currently,
blending products are available for: motivational interviewing,motivational incentives, treatment planning, and HIV rapid testing in
substance abuse treatment programs; medications for opioid addiction
(buprenorphine). Other products are being developed. These products,
along with conferences, clinical training workshops, supervision and
consultation are dissemination strategies to increase the knowledge and
competence of clinicians delivering care to patients with SUDs.
 
Group interventions
 
Although group interventions are the most common clinical approaches
used in treatment of SUDs in a broad range of community programs, there
is limited research on the efficacy of group interventions as most clinical
trials focus on individual interventions. Types of groups include
psychoeducational or structured recovery education, skill development,
relapse prevention, therapy or problem solving, creative and expressive
arts (music, art) multi-family, milieu groups in hospital or residential
settings (e.g., goal setting at beginning of treatment day or wrap up groups
at the end of the day to discuss progress), and groups for specific
populations (e.g., women, individuals with co-occurring psychiatric
illness, those involved in the criminal justice system, and others). Groups
have several goals: 1) provide education on SUDs (causes, effects,
treatments, mutual support programs, relapse, etc.); 2) help patients learn
skills to meet the challenges of recovery (refuse social pressures to use
substances, develop a supportive recovery network, manage emotions,
manage drug cravings, engage in healthy leisure activities, etc.); 3) help
patients address specific problems contributing to or resulting from their
SUDs or that pose a risk for relapse; and 4) goals related to a specific
model of therapy such as developing motivation to change, learning
mindfulness skills or getting active in using the tools (meetings,
sponsorship, the 12-steps, recovery readings, slogans, service activities) of
12-step mutual support program of AA, NA, CA, CMA into daily
recovery.
Many group treatments are part of a comprehensive program that also
includes individual therapy, family therapy, case management, medication-
assisted-treatment, vocational counseling or other services (SAMHSA,
2009; Daley & Douaihy, 2011). Clinicians who conduct groups should be
offered appropriate training, and ongoing supervision and consultation to
help them develop and improve group intervention skills.
Sobell and Sobell (2011) reviewed five studies of the same treatment
delivered in individual and group sessions, and found that both types of
interventions were equally effective. Weiss and et al. reviewed 24 studies
and reported that group is as effective as individual sessions, but there are
few differences in outcomes among different types of groups. One of the
most significant findings from the cocaine collaborative study was that the
combination of individual (IDC) and group (GDC) counseling had the best
clinical outcomes. This suggests that treatment programs offering group
interventions should incorporate individual sessions into the treatment.
Some group models are brief (e.g., the Sobell model offered eight
sessions) while others are more extensive. For example, the NIDA GDC
model (2002) provided weekly sessions for 24 weeks; the NIDA aftercare
model (1986) provided 23 sessions over six months; and the Matrix model
(SAMHSA, 2007) provided over 70 group sessions (early recovery,
relapse prevention, social support, family) over 6+ months.
 
Family interventions
 
There is a significant literature documenting the adverse effects of SUDs
on families and their individual members, including children (Fals, Kelley,
Cooke & Golden, 2003; Klostermann & O’Farrell, 2013; Wilens,
Martelon, Anderson, Shelly & Biederman, 2013). These include family
instability, parental absence, separation, divorce, abuse and neglect,
marital violence, financial problems and others. As a result, SUDs create
emotional distress on the members. Children of parents with a SUD are
more likely than children of parents without a SUD to experience anxiety,
depression, substance abuse, behavioral problems, academic problems and
medical problems, including children of opioid addicted mothers born with
a physical dependence on these drugs (Moss, Vanyukov, Majumder,
Kirisci & Tarter, 1995; Tarter, Blackson, Brigham, Moss & Caprara, 1995;
Suchman, Pajolo & Mayes, 2013).
Many of the individual and group therapies mentioned previously focus
attention on family issues in treatment sessions, and some therapies (e.g.,
Matrix model) offer sessions for families. Family related issues addressed
in individual or group therapies include examining the impact of SUDs on
one’s family and its members, engaging the family in treatment and
recovery, improving communication and interactions within the family,
reducing family conflict, and making amends to members hurt by the
SUD.
Marital and family therapy approaches are used to engage and retain the
member with the SUD in treatment, and to work with couples and families
to address the SUD and related interaction and communication problems.
Specific areas of focus in marital or family sessions or clinical
interventions used by clinicians depend on the family treatment model.
Approaches such as ARISE, CRAFT (Community Reinforcement
Approach with Family Therapy), BSFT (Brief Strategic Family Therapy)
evidence a significant impact on helping families engage the member with
the SUD into treatment. Compared to usual care, these approaches are
significantly more effective in engaging and retaining individuals and
family members in treatment (engagement rates vary between 64 to 93%)
(add refs here). While most family interventions include the member with
the SUD some help the family even when this member is not part of
treatment (Liddle et al., 2001).
There are many potential positive outcomes for family and marital
interventions. These include improved retention in treatment, lower rates
of drug or alcohol use, shorter and less severe relapses, reduction of HIV
risk behaviors and domestic violence, improved marital and family
relationships, reduced emotional burden for family members, improvement
in children or other family members, and improving caring behaviors,
shared activities or communication for spouses. For adolescents with the
SUD, other outcomes include improved academic performance and
reduced problem behaviors (Williams & Chang, 2000).
 
Medication-assisted-treatment
 
Medications are an important element of treatment of treatment and should
be considered for patients who have difficult sustaining abstinence and
recovery with psychosocial interventions alone. Medications are used to
facilitate safe, supervised withdrawal from physical dependence on
substances, replace addictive drugs such opioids or nicotine, enhance
recovery and reduce relapses. FDA approved medications are available for
alcohol, nicotine and opioid dependence. Medications have been used with
other drug addictions but currently there are no FDA approved
medications for stimulants, cannabis or other drugs. Treatment programs
can provide education about medications to patients with SUDs, offer
options for medication-assisted-treatment, facilitate evaluations for
medicines, and provide and monitor medication adherence. For many
patients, especially those addicted to illicit opioids like heroin or
prescription opioid drugs used for pain, medicines like methadone or
buprenorphine can play a significant role in long-term treatment and
recovery. These interventions require clinicians to be knowledgeable of
medication options and open to discussing these with patients in treatment.
 
CONCLUSIONS
 
There are many effective psychosocial interventions and treatments that
can increase treatment entry and retention, and improve substance use
outcomes and quality of life for individuals with SUDs. Many effective
individual, group, marital and family therapies are described in clinical
manuals; some treatment models also include recovery materialsfor
patients to help personalize what they learn in professional treatment.
Treatment programs and clinicians should also consider strategies to
include families in treatment to support the recovery of the member with
the SUD, improve family functioning, and reduce the emotional burden
experienced by individual members. This requires an understanding of the
adverse impact of SUDs on family systems and individual members, and a
commitment to helping reduce the burden families often experience when
dealing with a member who has a SUD.
Since many individuals with SUDs may need to utilize a variety of
clinical and ancillary services during a given episode of care, or require
multiple episodes of treatment over time, clinicians need to be able to
utilize a variety of interventions. Clinicians also need to be able to
facilitate the use of medication-assisted-treatment or other medical,
psychiatric, social or vocational services needed to help patients with SUD
address other problems that can interfere with recovery from a SUD.
For reviews of clinical trials (see Daley, Kelly, Copeland & Wells, 2013;
Kirby & McCarty, 2010; Guydish, Manser, Jessup, Tajima & Sorensen,
2007). For in depth reviews of treatment individual, group, family or
combined treatment interventions see NIDA and NIAAA therapy manuals.
 
ACKNOWLEDGMENT
 
The preparation of this paper was supported by the National Institute on
Drug Abuse grant 5U10DA020036-09. The author wishes to thank Drs.
Antonio Tena Suck and Rodrigo Marín Navarrete for the invitation to their
symposium, Carla Fernandez de la Fuente for the excellent hospitality, and
Janis McDonald for helping organize the references.
 
Note: this paper is adapted from a presentation provided at the
International Symposium of Addiction in Mexico City on October 11,
2013.
 
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