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Aspectos médicos del paciente quirúrgico INTRODUCCIÓN El objetivo de la medicina perioperatoria es conseguir que los pacientes sometidos a una intervención quirúrgica no se descompensen a causa de problemas médicos preexistentes, no desarrollen complicaciones intrahospitalarias y se recuperen lo más rápidamente posible del acto quirúrgico. Para los casos quirúrgicos poco complejos, esta función puede llevarla a cabo el propio cirujano o el anestesista. No obstante, con el incremento de la edad de los pacientes sometidos a cirugía, el aumento de enfermedades crónicas y la pluripatología, con frecuencia es necesaria la intervención de un consultor médico. Su misión será detectar y tratar los problemas médicos relacionados con la cirugía, S E C C IÓ N I Fundamentos de la práctica médica establecer una gradación del riesgo quirúrgico, optimizar las medi- caciones en el período perioperatorio y controlar las complicaciones postoperatorias. Se deberá ser cuidadoso para no «proteger» en exceso a los pacientes de los supuestos riesgos quirúrgicos y negarles los beneficios de una intervención bien planeada. Esta labor no debería entrar en conflicto con la del cirujano o el anestesista. Por el contrario, la comunicación y la coordinación entre todos los profesionales involucrados en el acto quirúrgico es un elemento clave para que tengan efecto las recomen- daciones médicas efectuadas. EVALUACIÓN PREOPERATORIA ■ EXPLORACIONES COMPLEMENTARIAS Las pruebas preoperatorias sólo serán necesarias en sujetos seleccio- nados en los que la historia o la exploración física prevean anomalías. No se recomienda solicitar de modo sistemático análisis de sangre a los pacientes de menos de 65 años sin comorbilidad que vayan a someterse a una intervención quirúrgica, ya que la probabilidad de encontrar alteraciones inesperadas o que induzcan a cambios en el tratamiento es muy baja. Disponer de evaluaciones previas realizadas en el propio hospital o en el ámbito de la atención primaria o la empresa puede ser de gran ayuda, ya que una prueba que resultó normal en los 4 meses anteriores no debe repetirse. Aunque no hay un consenso absoluto, en la tabla 1 se muestra una aproximación a las recomendaciones en función de las circunstancias de cada paciente y del tipo de intervención quirúrgica. ■ MEDICACIÓN Es fundamental la obtención de un listado completo de las medi- caciones del paciente para decidir cuáles pueden continuarse o han de modificarse o suspenderse antes de la operación. En el segun- do supuesto se encuentran los anticoagulantes, los antiagregantes plaquetarios y los antidiabéticos (tabla 2). No obstante, puede proseguirse con la mayor parte de las medicaciones que se prescriben por problemas médicos crónicos hasta el día de la intervención, administradas ya sea con una pequeña cantidad de agua o mediante una formulación parenteral; la ingesta oral se reiniciará en el post- operatorio. La mayoría de los pacientes quirúrgicos anticoagulados lo están por una fibrilación auricular o una prótesis cardíaca mecánica. Algunos procedimientos de cirugía menor (p. ej., extracción de cataratas, cirugía dental o dermatológica menor, endoscopias sin biopsia) se pueden realizar sin necesidad de suspender los compuestos antivitamina K. Por el contrario, en pacientes con alto riesgo de tromboembolia (prótesis mecánica en posición mitral, prótesis aórtica de modelo antiguo, fibrilación auricular reumática o con una puntuación CHADS2 [insuficiencia cardíaca congestiva, hipertensión arterial, edad mayor de 75 años, diabetes, ictus] de 5-6, enfermedad tromboembólica venosa [ETV] o ictus en los últimos 3 meses, o algunos estados trom- bofílicos), la suspensión de los anticoagulantes orales 5 días antes de una operación electiva se debe acompañar de una terapia puente con dosis terapéuticas de heparina de bajo peso molecular (HBPM) por vía subcutánea. La terapia puente con HBPM sería innecesaria (se interrumpirán los compuestos antivitamina K 48-72 h antes de la intervención y se reiniciarán durante las 24 h posteriores a la misma) cuando el riesgo de tromboembolia es bajo (prótesis aórticas modernas sin fibrilación auricular asociada, fibrilación auricular no valvular con puntuación CHADS2 de 0-2 y ausencia de antecedentes de ictus, o un único episodio de ETV acontecido 12 meses antes o más). En situaciones de riesgo moderado de tromboembolia se puede optar por una terapia puente de manera individual. En los pacientes que acaban de sufrir un episodio tromboembólico arterial o venoso, cualquier operación electiva se debe posponer al menos 1 mes e idealmente más allá de los 3 meses. Tabla 1 Indicaciones de las exploraciones complementarias preoperatorias más comunes EXPLORACIÓN COMPLEMENTARIA INDICACIONES Hemograma Intervención quirúrgica potencialmente hemorrágica (> 500 mL) Historia o síntomas de anemia Pruebas de coagulación Historia personal o familiar de diátesis hemorrágica Hemostasia quirúrgica previsiblemente difícil en cirugía mayor Enfermedad hepática Tratamiento anticoagulante Previsión de anestesia regional neuroaxial Perfil bioquímico básico Sujetos > 60 años sometidos a cirugías de riesgo intermedio o alto (v. tabla 3) (electrólitos, creatinina, glucosa) Diabetes mellitus Antecedentes de enfermedad cardíaca o insuficiencia renal Toma de fármacos que alteran la función renal Prueba de embarazo Cirugía electiva en mujeres de edad fértil Rx de tórax Sujetos > 50 años con enfermedad pulmonar o cardíaca conocidas, o con síntomas o signos de enfermedad cardiorrespiratoria Sujetos > 50 años que se someten a cirugía torácica, abdominal superior o reparación de aneurisma de aorta abdominal Inmigrantes de países en vías de desarrollo sin Rx de tórax en los últimos 12 meses (para descartar tuberculosis) ECG Sujetos > 60 años Pacientes que se someten a una intervención considerada de alto riesgo cardíaco (v. tabla 3) Pacientes con enfermedad cardiovascular establecida que requieran un procedimiento quirúrgico de riesgo intermedio (v. tabla 3) Pruebas de función respiratoria Sospecha de enfermedad pulmonar obstructiva crónica no diagnosticada Cirugía torácica Otras (gasometría arterial, análisis Según el tipo de intervención quirúrgica y los antecedentes y síntomas encontrados (v. texto) de orina, pruebas de función hepática) ECG: electrocardiograma; Rx: radiografía. Aspectos médicos del paciente quirúrgico Tabla 2 Medicación en el perioperatorio* MEDICACIÓN RECOMENDACIÓN Anticoagulantes orales Continuar en procedimientos quirúrgicos menores. Suspender los compuestos antivitamina K 5 días antes de una operación mayor electiva y reiniciarlos 12-24 h después de la intervención; los sujetos con alto riesgo de tromboembolia deben recibir HBPM por vía subcutánea como terapia puente (iniciar 36 h después de la última dosis de antivitamina K, administrar la última dosis de HBPM 24 h antes y reiniciarla 24 h después del procedimiento). Los fármacos antitrombina (dabigatrán) o antifactor X (rivaroxabán, apixabán, etc.) se suspenden 1-2 días antes de la intervención (3-5 días si hay insuficiencia renal moderada o se trata de neurocirugía) Antiagregantes Continuar con aspirina en sujetos con alto riesgo de complicaciones vasculares perioperatorias (enfermedad coronaria con o sin stent, cirugía de revascularización coronaria o periférica). En el resto de los casos, suspender aspirina y clopidogrel 7 días (14 días en neurocirugía) y dipiridamol 4-5 días antes AINE Suspender 3 días antes de la operación Betabloqueantes Continuar si el paciente los utilizaba; usar la vía i.v. si el estado de ayunas va a ser prolongado. En pacientes con un índice de riesgo cardíaco elevado (≥ 3) que se van a someter a intervención quirúrgica vascular se pueden administrar profilácticamente betabloqueantes (p. ej., bisoprolol o atenolol) desde almenos 1 semana antes de la cirugía Otras medicaciones Continuar los antagonistas del calcio, nitratos, IECA/ARA-II (salvo hipotensión basal) y antiarrítmicos (digoxina, cardiovasculares amiodarona). Suspender diuréticos la mañana de la operación para evitar hipotensión y evitarlos los primeros días del postoperatorio Hipolipemiantes Continuar estatinas. Suspender fibratos, niacina y colestipol el día antes de la cirugía Antidiabéticos Antidiabéticos orales: suspender 12-72 h antes de la cirugía según la vida media del fármaco y el riesgo de hipoglucemia. Insulinas: pautas diversas según la duración del procedimiento; en el caso de insulinas basales o intermedias utilizar el 50-75% de la dosis usual la noche previa a la intervención y la mañana de la operación Glucocorticoides Continuar con las dosis usuales, sin necesidad de administrar dosis de estrés suplementarias Tiroidea Continuar levotiroxina y antitiroideos Gastrointestinal Continuar los antisecretores (antihistamínicos o inhibidores de la bomba de protones) Neurológica Continuar los anticonvulsionantes e inhibidores de la acetilcolinesterasa. Suspender antiparkinsonianos 12 h antes de la operación Psicotrópicos Continuar las benzodiazepinas y antipsicóticos. Los antidepresivos tricíclicos se pueden continuar o suspender unos días antes de la cirugía. Los inhibidores de la recaptación de la serotonina se suspenden 3 semanas antes de una operación neuroquirúrgica; en el resto de casos se pueden continuar Reumatológica Continuar el metotrexato e hidroxicloroquina. Última dosis de colquicina o alopurinol la noche anterior a la operación. Suspender azatioprina 1 semana y leflunomida 2 semanas antes de la intervención. Las terapias biológicas se deben suspender 1-2 semanas antes y reinstaurar 1-2 semanas después de la operación Antirretrovirales Suspender el día de la operación y reiniciar posteriormente Anticonceptivos orales Continuar en procedimientos con riesgo bajo o moderado de tromboembolia (con profilaxis de ETV). Suspender 4-6 semanas antes de la operación si el riesgo tromboembólico del procedimiento es alto y recomendar métodos anticonceptivos alternativos Hierbas Suspender 1 semana (hierba de San Juan —hipérico—, ajo, equinácea, ginseng, sabal [saw palmetto], efedra) o 24-48 h (Ginkgo biloba, kava) antes de la intervención. La valeriana se puede continuar hasta el día de la operación en pacientes dependientes *Si no se indica lo contrario, las medicaciones que se continúan incluyen la mañana de la intervención quirúrgica y se retoman en el postoperatorio coincidiendo con la ingesta oral. AINE: antiinflamatorios no esteroideos; ETV: enfermedad tromboembólica venosa; HBPM: heparina de bajo peso molecular; IECA/ARA-II: inhibidores de la enzima convertidora de la angiotensina/antagonistas de los receptores de la angiotensina. ■ EVALUACIÓN DEL RIESGO CARDIOVASCULAR Entre el 1% y el 6% de los sujetos que se someten a una operación no cardíaca sufren un evento cardíaco mayor en el postoperatorio. Las recomendaciones del American College of Cardiology/American Heart Association (ACC/AHA) para la evaluación preoperatoria del riesgo coronario (fig. 1) tienen en consideración la urgencia de la operación, la presencia de un síndrome coronario agudo, el tipo de intervención (tabla 3), la capacidad funcional del paciente expresada en equivalentes metabólicos (MET) y la presencia de otros predictores de riesgo definidos por el índice de riesgo cardíaco revisado (IRCR). Si la capacidad funcional es igual o superior a 4 MET (subir un piso de escaleras, caminar en llano a ritmo ligero), es innecesario realizar pruebas cardíacas. El IRCR comprende seis ítems y a cada uno se le asigna un punto: cirugía de riesgo intermedio-alto (v. tabla 3), his- toria de cardiopatía isquémica, insuficiencia cardíaca o ictus, diabetes mellitus tratada con insulina e insuficiencia renal (creatinina superior a 2 mg/dL). Las complicaciones cardíacas se dan en alrededor del 1% de los pacientes que puntúan 0 o 1, pero esta cifra se eleva al 5% o más si existen dos o más factores de riesgo. Se deberá tener siempre presente que la realización de pruebas de esfuerzo y evaluaciones complejas tendrán sentido si nos van a cambiar la actitud ante el acto quirúrgico o nos permitirán implementar una estrategia de reducción del riesgo. En caso contrario, retardan el acto quirúrgico o incluso impiden que los pacientes se beneficien del mismo. Se mantendrá la administración de betabloqueantes en los pacien- tes que ya los consumían, cerciorándose de que la dosis es la ade- cuada mediante la constatación de una frecuencia cardíaca inferior a 65-70 latidos/min. Aunque es controvertido, opcionalmente se podrían prescribir de forma profiláctica en pacientes de alto riesgo (IRCR igual o superior a 3) o que demuestren isquemia miocárdica en pruebas de esfuerzo, siempre que se disponga de tiempo para su correcta titulación antes de la intervención. Las estatinas tampoco deben suspenderse y su inicio perioperatorio es razonable en pacientes que se someten a cirugía vascular. S E C C IÓ N I Fundamentos de la práctica médica Tabla 3 Estratificación del tipo de intervención quirúrgica según el riesgo cardíaco* RIESGO ALTO (> 5%) RIESGO INTERMEDIO (1%-5%) RIESGO BAJO (< 1%) Intervenciones sobre la aorta y otros vasos grandes Endarterectomía carotídea Endoscopias Operaciones sobre los vasos periféricos Intervenciones sobre cabeza y cuello Operaciones de mama Operaciones abdominales y torácicas Operaciones superficiales Operaciones ortopédicas Operaciones de cataratas Intervenciones prostáticas Intervenciones ambulatorias *Riesgo de muerte de causa cardíaca o de infarto de miocardio no fatal. respiratoria. El cese del hábito tabáquico 2 meses antes de una inter- vención electiva y las maniobras de expansión pulmonar (ejercicios de respiración profunda, espirometría incentivada) después de la misma reducen el riesgo de complicaciones pulmonares. Figura 1 Algoritmo de evaluación del riesgo de enfermedad coronaria en intervenciones quirúrgicas no cardíacas. MET: equivalentes metabólicos. ■ EVALUACIÓN DEL RIESGO RESPIRATORIO Las complicaciones pulmonares postoperatorias ocurren en el 7% de los pacientes que se someten a una intervención quirúrgica mayor no cardíaca. Consisten en infecciones respiratorias (bronquitis o neumo- nía), atelectasias, broncoespasmo, embolia pulmonar, exacerbación de una enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) y ventilación mecánica prolongada. Las intervenciones que comportan mayor riesgo son las torácicas, las de abdomen superior y la reparación abierta de aneurismas de aorta abdominal. Por lo que respecta al paciente, son factores predictivos de este tipo de complicaciones la edad avanzada (más de 60 años), la EPOC, la hipertensión pulmonar, la insuficiencia cardíaca, la dependencia funcional, el tabaquismo, el abuso de alcohol y el síndrome de apneas-hipopneas del sueño (SAHS); no así el asma bien controlado, ni la obesidad per se. La obtención sistemática en el preoperatorio de una espirometría, radiografía de tórax o gasometría arterial para intentar predecir el riesgo de complicaciones pulmonares es innecesaria, ya que no ofrece información adicional a la obtenida a través de la exploración clínica. No obstante, se debe realizar una espirometría en los candidatos a una resección pulmonar para estimar la función pulmonar postoperato- ria. Los pacientes con un volumen espiratorio forzado en el primer segundo (FEV1) superior al 80% o con un FEV1 o transferencia de monóxido de carbono postoperatorios previstos superiores al 60% son operables. En caso contrario, se puede requerir una prueba de caminata en tapiz rodante, una ergometría cardiorrespiratoria o una gammagrafía de perfusión para decidir la operabilidad. Los pacientes con EPOC deben optimizarsu tratamiento antes de la operación. La intervención debe retrasarse si hay una infección ■ ENFERMEDADES CARDIOVASCULARES La hipertensión arterial grave incrementa el riesgo de episodios car- diovasculares en el perioperatorio y cualquier intervención electiva se retrasará en los pacientes con presión arterial basal igual o superior a 180/110 mm Hg. Sin embargo, los sujetos con hipertensión arterial controlada pueden presentar presiones arteriales elevadas el día de la operación por la ansiedad y el estrés, que se pueden controlar con ansiolíticos y que no contraindican el acto quirúrgico. Si se modifi- can o aumentan las dosis de antihipertensivos, debe procederse con sumo cuidado para no favorecer la hipotensión intraoperatoria. Los pacientes con hipertensión arterial secundaria están expuestos a riesgos concretos que requieren acciones perioperatorias específicas, como es el caso del feocromocitoma, la tirotoxicosis o la insuficiencia renal. El perfil de catecolaminas secretadas en los feocromocitomas guía el uso de fármacos en el perioperatorio: alfabloqueantes si se secreta fundamentalmente noradrenalina y la combinación de alfa- y beta- bloqueantes cuando el tumor produce mayoritariamente adrenalina o ambas catecolaminas. La fibrilación auricular es una complicación frecuente, particularmente de las intervenciones cardíacas (30%-50%), que suele aparecer entre el segundo y el cuarto días. En la mayoría de los sujetos, revierte espon- táneamente en 24 h. En los pacientes muy sintomáticos, se indicará cardioversión farmacológica (amiodarona) o eléctrica, que tiene éxito en la mayoría de los casos. Cuando la fibrilación dura más de 48 h, se debe indicar anticoagulación con heparina antes de la cardioversión y anticoagulación oral durante 4 semanas después. La cardiopatía isquémica representa un factor de riesgo de complica- ciones perioperatorias y en ocasiones requiere de revascularización. Cualquier cirugía electiva no cardíaca se debería retrasar 2 semanas después de una angioplastia con balón, 4-6 semanas después de la implantación de un stent metálico y 6-12 meses después de un stent farmacoactivo. Cuando sea imprescindible proceder a una intervención antes de estos lapsos de tiempo, es recomendable mantener la doble antiagregación que llevan estos pacientes para evitar la trombosis del stent y, si es imposible por el riesgo de hemorragia, se mantendrá la administración de aspirina en dosis bajas durante todo el periope- ratorio y el clopidogrel se suspenderá un mínimo de 5 días antes de la intervención para reanudarse el día después. La excepción son las intervenciones neuroquirúrgicas, las oculares posteriores, las de oído medio o las prostatectomías transuretrales, en las que es obligada la completa suspensión previa de antiagregantes 2 semanas antes, la rein- troducción de la aspirina 5 días después y la del clopidogrel entre 10 y 14 días después. En el infarto de miocardio (IM) con revascularización, los tiempos en los que será posible una intervención quirúrgica serán los mismos. Si tras un IM no se realiza revascularización, se sugiere un tiempo de demora de 6 meses para una operación programada. El 1-5% de los pacientes que se someten a una intervención no cardíaca sufren IM. En el 75% de los casos el IM se desarrolla en las primeras 48 h de la operación y muchos pacientes no manifiestan síntomas de isquemia. PROBLEMAS PERIOPERATORIOS SELECCIONADOS Aspectos médicos del paciente quirúrgico S = SNORING ¿Ronca con intensidad (suficiente para que se escuche a través de la puerta cerrada)? ¿Se siente a menudo cansado, fatigado o somnoliento durante el día? O = OBSERVED APNEA ¿Alguien ha observado que deja de respirar durante el sueño? P = PRESSURE B = BODY MASS INDEX ¿Índice de masa corporal > 35 kg/m2? A = AGE ¿Edad > 50 años? N = NECK CIRCUMFERENCE ¿Circunferencia del cuello > 40 cm? G = GENDER ¿Sexo masculino? Alto riesgo de SAHS: respuesta positiva a tres o más preguntas. Bajo riesgo de SAHS: respuesta positiva a dos o menos preguntas. SAHS: síndrome de apneas-hipopneas del sueño. Se debe obtener un electrocardiograma y medir las troponinas séri- cas si hay signos o síntomas sugestivos de isquemia miocárdica. Sin embargo, es incierta la utilidad del cribado postoperatorio en pacientes asintomáticos. En el caso de valvulopatía aórtica con estenosis importante que sea sintomática o que se asocie con una fracción de eyección del ventrículo izquierdo inferior al 50%, está indicado un recambio valvular aórtico antes de cualquier operación electiva. ■ ENFERMEDADES ENDOCRINAS El estrés de la anestesia y la intervención quirúrgica inducen con frecuencia hiperglucemia en pacientes no diabéticos. En estos casos se recomienda mantener unas cifras de glucemia entre 110 y 180 mg/ dL. La medición de la hemoglobina A1c ayudará a diferenciar una hiperglucemia de estrés de una diabetes previa no diagnosticada. En los pacientes diabéticos sería razonable mantener las glucemias perioperatorias entre 140 y 200 mg/dL. La metformina se debe sus- pender 24 h antes y reinstaurarse 24-48 h tras la intervención. Las pautas perioperatorias de insulina pueden ser variables en función del grado de control de la diabetes, el tiempo de ayuno previsto, el uso concomitante de perfusiones glucosadas y los valores obtenidos con la monitorización frecuente de la glucemia. La obesidad no es un predictor de mortalidad perioperatoria, aunque sí las comorbilidades asociadas, como hipertensión arterial, diabetes o SAHS. Por tanto, no está justificado suspender una operación en un paciente simplemente por el hecho de ser obeso. La obesidad comporta un mayor riesgo de ETV y de infección de la herida quirúrgica en el postoperatorio. El hipertiroidismo no diagnosticado o infratratado puede precipitar una crisis tirotóxica, que se manifiesta habitualmente en el período intraoperatorio o en las primeras 24 h del postoperatorio. Si se cono- ce el antecedente, se debe evitar el empleo de anestésicos de acción simpaticomimética. El hipotiroidismo leve o moderado no comporta ningún riesgo quirúrgico significativo. Un aspecto controvertido es la necesidad o no de suministrar dosis perioperatorias suplementarias de glucocorticoides a pacientes que reciben dicho tratamiento por un motivo distinto a una enfermedad primaria del eje hipotálamo-hipófiso-suprarrenal. En general, la toma de 5 mg de prednisona (o equivalente) durante cualquier período de tiempo, sobre todo si se administra en días alternos, no produce una inhibición suprarrenal clínicamente significativa. En estas situaciones se prevé una función suprarrenal intacta y se debe mantener la dosis habitual de glucocorticoides. Para el resto de sujetos con posible insuficiencia suprarrenal debida a la administración exógena de glu- cocorticoides, la mejor evidencia apoya la misma conducta, aunque se recomienda vigilar la aparición de síntomas o signos (hipotensión, náuseas, vómitos) sugestivos de una insuficiencia suprarrenal aguda. Si se decide dar una dosis de glucocorticoides suplementaria a la cantidad habitual que toma el paciente, se recomienda hidrocortisona en dosis de 50 mg i.v. antes de la cirugía, seguidos de 50-100 mg/24 h durante 2 días. ■ SÍNDROME DE APNEA-HIPOPNEA OBSTRUCTIVA DEL SUEÑO En los pacientes con SAHS (v. cap. 82, Trastornos ventilatorios), la intubación endotraqueal y la ventilación son más difíciles y se pueden presentar numerosas complicaciones postoperatorias, como obstruc- ción de la vía aérea, atelectasias, hipoxemia, hipercapnia, neumonías, taquiarritmias, isquemia miocárdica y hospitalizaciones prolongadas. Cabe destacar que la mayoría de estos sujetos llegan a la operación sin un diagnóstico previo de SAHS. De ahí la importancia de identificarlos en el preoperatorio mediante una historia clínica, un examen físico y un cuestionario dirigido como el STOP-Bang (cuadro 1).Antes de una intervención programada a un paciente con SAHS se le debe recomendar que pierda peso y se optimizará el tratamiento de su enfermedad mediante la ventilación no invasiva tipo CPAP y de las comorbilidades asociadas. Los pacientes deben llevar su aparato de CPAP al hospital el día de la operación para su empleo en el postoperatorio inmediato. Se ha de reducir al mínimo el uso de sedantes y analgésicos Cuadro 1 Sistema de puntuación STOP-Bang para detectar SAHS opiáceos y, siempre que sea posible, el paciente adoptará una posición lateral o incorporada, ya que el decúbito supino empeora el SAHS. ■ CIRROSIS HEPÁTICA La morbimortalidad de las intervenciones abdominales en pacientes con cirrosis avanzada es elevada. La estratificación del riesgo quirúrgico puede estimarse mediante la puntuación de MELD (más precisa) o el Child-Pugh. La intervención electiva estaría contraindicada en cirró- ticos con MELD superior a 15 o un Child-Pugh C. Por el contrario, una puntuación MELD inferior a 8, un Child-Pugh A o determinados tipos de intervención (herniorrafia, colecistectomía laparoscópica) implican un riesgo relativamente bajo de mortalidad. Para llegar a la operación en las mejores condiciones posibles, se debe mejorar el estado nutricional preoperatorio, utilizar diuréticos y paracentesis evacuadoras si hay ascitis, y tratar una eventual encefalopatía hepática con lactulosa y rifaximina. Es particularmente relevante corregir las alteraciones de la coagulación. Se recomienda administrar 10 mg de vitamina K intramuscular antes de la operación si el INR está elevado. Muchos pacientes necesitarán plasma fresco congelado inmediatamente antes y durante la inter- vención y, ocasionalmente, transfusión de plaquetas si los recuentos son inferiores a 50 × 109/L. El isoflurano es el anestésico volátil de elección; deben evitarse fármacos simpaticomiméticos o con metabolis- mo hepático (p. ej., benzodiazepinas), y no sobrepasar los 2 g/24 h de paracetamol. Aunque el paciente se recupere bien, permanecerá durante la primera noche después de la intervención en una unidad de vigilancia intensiva. Dos complicaciones postoperatorias específicas son la fuga de ascitis a través de la cicatriz de laparotomía y la ictericia por disfunción hepatocelular. En consumidores de alcohol se recomendará abstinencia al menos 1 mes antes de una intervención programada. Además, se debe con- siderar la administración de tiamina (100 mg/24 h p.o. o i.v.) en el período postoperatorio inmediato para prevenir el síndrome de Wernicke-Korsakoff. Los síntomas de abstinencia alcohólica se tratan con benzodiazepinas (p. ej., lorazepam) o clometiazol. ■ ENFERMEDAD CEREBROVASCULAR El riesgo de sufrir un ictus después de una intervención cardiovas- cular es de alrededor del 3,5%, aunque se reduce a menos del 1% en S E C C IÓ N I Fundamentos de la práctica médica otro tipo de operaciones. Los procedimientos que conllevan mayor riesgo son la intervención de revascularización coronaria y valvular combinadas y la resección de tumores de cabeza y cuello. No obs- tante, el factor predictivo más importante es la historia previa de ictus. Aproximadamente un tercio de los ictus postoperatorios son embólicos (fibrilación auricular) y suelen acontecer entre el segundo y el décimo día de la operación. Los pacientes con estenosis carotídea sintomática deberían someterse a una endarterectomía antes de cual- quier intervención electiva. Por otra parte, la presencia de soplos carotídeos asintomáticos no tiene ningún impacto en la evolución de una cirugía general por lo que, salvo que el paciente tenga una historia previa de ictus o se vaya a realizar una cirugía de revascularización coronaria (en esta situación, se podría combinar con una endarterectomía carotídea), no está indicada la realización de una eco-Doppler de troncos supraaórticos. Se recomienda demorar toda operación programada de 4 a 6 sema- nas desde que se produce un accidente cerebrovascular agudo, para permitir que se recuperen los mecanismos de autorregulación cere- bral. En los pacientes con ictus es fundamental mantener la presión arterial perioperatoria lo más cercana posible a la presión basal, para evitar una hipoperfusión cerebral que condicione nuevos episodios de isquemia. En el ictus postoperatorio los trombolíticos estarían contraindicados y en su lugar se deberían considerar procedimientos neurointervencionistas. ■ INSUFICIENCIA RENAL CRÓNICA Los objetivos en un paciente con insuficiencia renal crónica que se somete a una intervención quirúrgica son mantener la euvolemia y la perfusión renal (minimizar la hipotensión intraoperatoria) y evitar agentes nefrotóxicos (antiinflamatorios no esteroideos y contrastes radiológicos). Es frecuente que estos sujetos se tengan que someter a una operación cardiovascular o a un trasplante renal. En particular, la reparación urgente de aneurismas de aorta abdominal se com- plica con lesión renal aguda o necesidad de terapia sustitutiva renal en casi la mitad de los casos. La morbimortalidad perioperatoria de pacientes con insuficiencia renal crónica se debe a enfermedad cardiovascular. En los individuos con hemodiálisis crónica intermitente se aconseja realizar una sesión dentro de las 24 h previas a la intervención. En aquellos en que no fuera posible por tratarse de una operación urgente, se debe vigilar especialmente la hiperpotasemia en el postoperatorio. El riesgo de sangrado por disfunción plaquetaria en esta población es elevado. Como en el caso de la enfermedad hepática crónica, el fentanilo sería el narcótico de elección en sujetos con insuficiencia renal, en sustitución de morfina o meperidina. COMPLICACIONES POSTOPERATORIAS Las infecciones postoperatorias y la profilaxis de la endocarditis se desarrollan en otros capítulos. ■ ENFERMEDAD TROMBOEMBÓLICA VENOSA Los procedimientos quirúrgicos se asocian a menudo con estasis venosa, lesión de la íntima vascular y activación de la coagulación. Además, el período postoperatorio suele condicionar una inmovilidad significativa. El riesgo de ETV aumenta según las características del paciente (edad avanzada, historia previa de ETV, neoplasia, obesidad o estados de hipercoagulabilidad) y de la intervención quirúrgica (tipo y duración de la anestesia, necesidad de inmovilización). Excepto en los pacientes de bajo riesgo que se someten a procedimientos menores, la tromboprofilaxis farmacológica está indicada en la mayoría de las ocasiones. Se inicia HBPM 12 h o más antes de la operación y la primera dosis postoperatoria se administra 12 h después de la misma. En determinadas circunstancias, como las prótesis de cadera o rodilla o la cirugía oncológica abdominal, la profilaxis no se limita al período de hospitalización, sino que debe extenderse aproximadamente 1 mes. La profilaxis de la ETV postoperatoria con medidas mecánicas (medias de compresión elástica, compresión neumática intermitente) se reserva para intervenciones de alto riesgo hemorrágico (operaciones neuroquirúrgicas, prostatectomía radical, traumatismo mayor). Si se desarrolla una ETV en el postoperatorio y la anticoagulación se consi- dera inaceptable por el riesgo de sangrado, se colocará temporalmente un filtro de vena cava inferior. ■ ANEMIA La anemia es un problema común en el perioperatorio, que se relaciona con una mayor mortalidad a corto plazo y morbilidad cardiovascular. Por otro lado, las transfusiones no están exentas de riesgos, como la sobrecarga de volumen en sujetos de edad avanzada o con cardiopatía. La decisión de transfundir depende de factores, como el grado y la rapidez de instauración de la anemia o la existencia de enfermedades cardíacas o pulmonares subyacentes que dificulten los mecanismos de compensación. En general, una hemoglobina de 70 g/L en pacientes estables, asintomáticos y sin cardiopatía isquémica constituye el umbral por debajo delcual se debe plantear una transfusión. La presencia de síntomas o de enfermedad cardiovascular hace prudente elevar dicho punto de corte a 80 g/L. Una unidad o concentrado de hematíes eleva la hemoglobina 10 g/L. Las autotransfusiones (donación autóloga preoperatoria) representan una estrategia para evitar las transfusiones alogénicas en operaciones electivas donde se anticipen pérdidas san- guíneas importantes. ■ FIEBRE La fiebre postoperatoria es uno de los problemas más comunes a los que se enfrenta el médico consultor. La anamnesis, la exploración física y el tiempo de aparición de la fiebre en relación con el acto quirúrgico son elementos clave para conocer su etiología. La fiebre se puede clasificar en inmediata, precoz (antes de 48 h), tardía (más allá de 48 h) y retardada (más de 1 mes). La fiebre que aparece de forma inmediata a la operación suele relacionarse con la exposición a fármacos o transfusiones y, más raramente, con una hipertermia maligna inducida por el anestésico. La fiebre postoperatoria precoz se debe a la respuesta inflamatoria a la intervención o a fármacos y suele resolverse en 2 o 3 días. La fiebre tardía se relaciona comúnmente con infecciones de la herida quirúrgica o abscesos, otras infecciones nosocomiales (orina, catéteres, neumonía, Clostridium difficile) o ETV. Finalmente, la fiebre que se desarrolla después de 1 mes del procedimiento puede relacionarse con la infección de productos sanguíneos que ha recibido el paciente (p. ej., citomegalovirus) o con la infección de cuerpos extraños o material protésico por gérmenes indolentes como los estafilococos coagulasa-negativos. Algunas características del paciente y el tipo de intervención orien- tan hacia determinadas causas de fiebre no infecciosa como la ETV (obesidad, inmovilización prolongada, operación ortopédica), IM (cardiopatía isquémica previa), pancreatitis aguda (alcoholismo, cirugía gastrointestinal o biliar), colecistitis aguda (reparación de aneurisma aórtico), abstinencia alcohólica, hipertiroidismo (intervención tiroidea o del cuello) o gota (cirugía oncológica). ■ DELIRIUM Los pacientes mayores, especialmente si tienen un deterioro cognitivo previo, múltiples comorbilidades o utilizan fármacos psicotrópicos, son muy vulnerables al desarrollo de delirium en el postoperatorio. El tipo de anestesia, general o epidural, no es un factor predisponente. El uso de benzodiazepinas de acción prolongada o de meperidina, la abstinencia alcohólica y la suspensión brusca de los inhibidores de la acetilcolinesterasa en pacientes con enfermedad de Alzheimer favorecen la aparición de delirium. El tratamiento del delirium post- operatorio incluye el control de los factores precipitantes (p. ej., dolor postoperatorio, deshidratación, anemia, infecciones, privación sensorial) junto a determinadas medidas no farmacológicas (p. ej., movilización precoz, reorientación). Si esto fracasa y la agitación sitúa al paciente en riesgo de daño adicional, se utilizarán dosis bajas de haloperidol (0,5-1 mg p.o., i.m. o i.v. al acostarse o cada 4-6 h según necesidades), risperidona (0,50 mg p.o. una o dos veces al día) o quetiapina (25 mg p.o. una o dos veces al día).