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http://booksmedicos.org Edición en español de la primera edición de la obra original en francés Chirurgie du foie et de l´hypertension portale Copyright © MMVI Masson, París Revisión científica: José Luis Salvador Sanchís Especialista en Cirugía General y Digestiva Universidad Autónoma de Madrid © 2007 Elsevier Doyma, S.L. Es una publicación MASSON Travessera de Gràcia, 17-21 – 08021 Barcelona (España) Fotocopiar es un delito. (Art. 270 C. P.) Para que existan libros es necesario el trabajo de un importante colectivo (autores, traductores, dibujantes, correctores, impresores, editores…). El principal beneficiario de ese esfuerzo es el lector que aprovecha su contenido. Quien fotocopia un libro, en las circunstancias previstas por la ley, delinque y contribuye a la «no» existencia de nuevas ediciones. Además, a corto plazo, encarece el precio de las ya existentes. Este libro está legalmente protegido por los derechos de propiedad intelectual. Cualquier uso, fuera de los límites establecidos por la legislación vigente, sin el consentimiento del editor, es ilegal. Esto se aplica en particular a la reproducción, fotocopia, traducción, grabación o cualquier otro sistema de recuperación de almacenaje de información. ISBN edición original: 978-2-294-01497-0 ISBN edición española: 978-84-458-1773-5 Depósito legal: B. 21.356 - 2007 Traducción y producción editorial: Diorki Servicios Integrales de Edición Impreso en España por Liberdúplex, S.L. ADVERTENCIA La medicina es un área en constante evolución. Aunque deben seguirse unas precauciones de seguridad estándar, a medida que aumenten nuestros conocimientos gracias a la investigación básica y clínica habrá que introducir cambios en los tratamientos y en los fármacos. En conse- cuencia, se recomienda a los lectores que analicen los últimos datos aportados por los fabrican- tes sobre cada fármaco para comprobar la dosis recomendada, la vía y duración de la administración y las contraindicaciones. Es responsabilidad ineludible del médico determinar la do- sis y el tratamiento más indicado para cada paciente en función de su experiencia y del cono- cimiento de cada caso concreto. Ni los editores ni los directores asumen responsabilidad alguna por los daños que pudieran generarse a personas o propiedades como consecuencia del conte- nido de esta obra. EL EDITOR CIRUGÍA HEPÁTICA Y DE LA HIPERTENSIÓN PORTAL Indice o Capítulo 1 - Anatomía del hígado y de las vías biliares o Capítulo 2 - Evaluación preoperatoria para la cirugía hepática o Capítulo 3 - Biopsia hepática o Capítulo 4 - Embolización portal previa a la cirugía hepática o Capítulo 5 - Técnica general de las hepatectomías o Capítulo 6 - Control vascular durante las hepatectomías o Capítulo 7 - Circulación extracorpórea en la cirugía hepática o Capítulo 8 - Complicaciones específicas de la cirugía hepática o Capítulo 9 - Técnica de la hepatectomía derecha o Capítulo 10 - Técnica de la hepatectomía izquierda o Capítulo 11 - Técnica de la lobectomía izquierda o Capítulo 12 - Hepatectomías ampliadas o Capítulo 13 - Exéresis de los segmentos 4 y 5 o bisegmentectomía 4-5 o Capítulo 14 - Exéresis de varios segmentos u otras plurisegmentectomías o Capítulo 15 - Exéresis de un segmento o segmentectomías o Capítulo 16 - Exéresis de una porción anatómica de un segmento o subsegmentectomías o Capítulo 17 - Otras hepatectomías o Capítulo 18 - Peculiaridades de la vía laparoscópica para las hepatectomías o Capítulo 19 - Maniobras especiales en los traumatismos hepáticos o Capítulo 20 - Condiciones especiales de la cirugía de los quistes hepáticos o Capítulo 21 - Colocación de un catéter arterial para quimioterapia o Capítulo 22 - Destrucción local de tumores o Capítulo 23 - Generalidades sobre la hipertensión portal o Capítulo 24 - Anastomosis porto-cava o Capítulo 25 - TIPS o derivación portosistémica intrahepática transyugular o Capítulo 26 - Otras intervenciones en la hipertensión portal http://booksmedicos.org Anatomía del hígado y de las vías biliares CAPÍTULO 1 Para realizar la cirugía hepática con seguridad y eficacia, es obligatorio conocera la perfección la anatomía quirúrgica, que corresponde, de hecho, a una anatomía funcional vascular, poco relacionada con la anatomía morfológica «clásica» de los libros de anatomía. Se basa en el concepto de la división anatómica vascular del hígado descrito por Claude Couinaud, Thon That Tung y Henri Bismuth, que fragmenta el hígado en porciones independientes, susceptibles de recibir un tratamiento por separado sin comprometer el funcionamiento del resto del órgano. © E ls ev ie r. E s un a pu bl ic ac ió n M A S S O N . F ot oc op ia r si n au to riz ac ió n es u n de lit o. ANATOMÍA MORFOLÓGICA «CLÁSICA» Se trata de la anatomía «clásica», basada en el aspecto exte- rior del hígado, tal y como aparece en la laparotomía o la lapa- roscopia, y en sus ligamentos (fig. 1.1). Aspecto exterior La cara anterior se encuentra detrás de las costillas y de los cartílagos costales, separada por el diafragma, de la pleura y del pulmón. Una pequeña parte epigástrica se sitúa justo por detrás de la pared anterior del abdomen. Por tanto, el hígado es un órgano toracoabdominal, cuya forma está determinada por los elementos que lo rodean: la cara inferior de la cúpula diafragmática derecha, el píloro, el duodeno por debajo y el riñón y el espacio retroperitoneal por detrás. Su superficie es lisa, su consistencia, firme y su coloración, pardo-rojiza. Está compuesto por un parénquima friable rodeado por una delga- da cápsula fibrosa (cápsula de Glisson). Presenta una gran va- riabilidad de volumen, de dimensiones y de masa. Esta última es alrededor del 2% de la masa corporal en el cadáver y más elevada en la persona viva, cuando está repleto de sangre. Cara superior La cara superior se amolda al diafragma. Es ancha en su par- te derecha y se afila de forma progresiva hacia la izquierda. En la unión de sus dos tercios derechos con el tercio izquierdo pre- senta la inserción del ligamento suspensorio o falciforme, que es un repliegue peritoneal sagital, casi medial, dispuesto entre el hígado y el diafragma. Por delante, este ligamento se pro- longa entre el ligamento redondo y la pared anterior del ab- domen. Por detrás, sus dos hojas se separan de forma progre- siva para rodear la vena cava inferior suprahepática. Separa el hígado en dos lóbulos: el derecho, voluminoso, y el izquierdo, más pequeño. Cara inferior La cara inferior está recorrida por tres surcos: – Un surco transversal, correspondiente al hilio hepático, que es el punto de penetración o de salida de los elementos del pedículo hepático. – Un surco anteroposterior derecho, que se origina en la par- te derecha del hilio, correspondiente al lecho de la vesícula biliar, o fosita cística. – Un surco anteroposterior izquierdo (fosa del ligamento re- dondo), que se origina en la parte izquierda del hilio, y va del borde izquierdo de la vena cava suprahepática al borde anterior del hígado. En su parte anterior, contiene el liga- mento redondo, después el receso de Rex, la rama porta iz- quierda y por detrás, el ligamento de Arancio. En el feto, el conducto venoso de Arancio comunica la vena umbilical (retorno venoso placentario) mediante la parte anterior de la rama porta izquierda (de dirección anteroposterior) con la vena cardinal posterior derecha (futura vena cava inferior). La vena umbilical y el conducto venoso de Arancio se obli- teran durante los primeros días de vida mediante una trom- bosis debida a la desaparición de la circulación umbilical. Sólo la porción de la rama porta izquierda permanece per- meable. La vena umbilical se convierte en el ligamento re- dondo y el conducto de Arancio en el ligamento de Aran- cio. Este mecanismo explica la aparición de cavernomas portales infantiles cuando la trombosis fisiológicade la vena umbilical se extiende a la rama porta izquierda y al territo- rio portal. La parte anteroposterior de la rama porta iz- quierda suele estar recubierta por un pequeño puente pa- renquimatoso. Estos tres surcos dividen la cara inferior del hígado en cua- tro zonas distintas (según Littré, el lóbulo es la porción de pa- rénquima definido por las cisuras más o menos profundas): – Una parte derecha correspondiente sólo a la porción del lóbulo derecho situada a la derecha de la vesícula biliar. – Una parte central anterior, el lóbulo cuadrado (lobus qua- dratus), limitado por el surco umbilical a la izquierda, el le- cho vesicular a la derecha y el hilio por detrás, pertenecien- te al lóbulo derecho. 2 ANATOMÍA DEL HÍGADO Y DE LAS VÍAS BILIARES 1.1 Morfología del hígado. En la cara anterior: los lóbulos izquierdo y derecho se encuentran separados por el ligamento falciforme. En la cara inferior: el lóbulo izquierdo no varía; el lóbulo derecho está dividido por el hilio y por la fosita del lecho de la vesícula. Lóbulo derecho Lóbulo cuadrado Lecho de la vesícula Hilio Lóbulo de Spigel Ligamento redondo Lóbulo izquierdo – Una parte izquierda correspondiente al lóbulo izquierdo, previamente descrito. – Una parte central posterior, el lóbulo de Spigel, o lóbulo caudado (lobus caudatus), que pertenece en realidad, a la par- te posterior del hígado situada entre la vena cava inferior por detrás, el hilio por delante y el surco de Arancio sobre la iz- quierda. Medios de fijación del hígado Vena cava inferior El hígado está unido a la vena cava inferior por las venas su- prahepáticas y por las adherencias dispuestas entre la zona de parénquima hepático sobre la que la vena cava traza un surco y los dos tercios anteriores de dicha vena cava. Representa su principal medio de fijación (fig. 1.2). Ligamentos peritoneales El ligamento frenohepático, que es una zona de adhesión muy laxa de la cara posterior del hígado a la parte vertical del diafragma, no participa en la fijación del órgano. Los liga- mentos peritoneales tienen un papel mucho más destacado, aunque su laxitud es variable. – El ligamento falciforme o suspensorio, de forma triangular, está formado por las dos hojas peritoneales provenientes de la reflexión del peritoneo visceral hepático sobre el peritoneo diafragmático. A nivel del borde anterior del hígado, el li- gamento falciforme contiene el ligamento redondo, vestigio de la vena umbilical. Anatomía morfológica « clásica » 3 © E ls ev ie r. E s un a pu bl ic ac ió n M A S S O N . F ot oc op ia r si n au to riz ac ió n es u n de lit o. De este modo, en la descripción anatómica morfológica clásica, el hígado está formado por dos lóbulos principa- les (derecho e izquierdo) y dos lóbulos anejos (cuadra- do y caudado) que se encuentran individualizados por unas cisuras visibles. Esto corresponde a la verdadera definición de lóbulo: «parte de parénquima limitada por las cisuras o estriaciones» en el diccionario médico de Steelman. 1.2 Medios de fijación del hígado, vista posterior: - Vena cava inferior en su porción retrohepática. - Ligamento triangular derecho. - Ligamento triangular izquierdo. - Ligamento retrocava. Los ligamentos triangulares izquierdo y derecho y la parte posterior de la vena cava retrohepática son retroperitoneales. Ligamento triangular izquierdo Ligamento retrocava Ligamento triangular derecho Vena cava inferior – El ligamento coronario consta de una hoja anterosuperior, que es la reflexión del peritoneo visceral de la cara superior del hígado sobre el diafragma (en su parte media alrededor de la vena cava, se continúa con el ligamento falciforme ha- cia delante) y una hoja inferior, que es la reflexión del peri- toneo visceral de la cara inferior del hígado sobre el perito- neo parietal posterior. – Los dos extremos laterales del ligamento coronario dan lu- gar a los ligamentos triangulares derecho e izquierdo, formados por la reunión de las hojas anterosuperior e inferior del li- gamento coronario. Omento (epiplón) menor Une el hígado con la curvatura menor del estómago y con la primera porción del duodeno, formando la pared anterior del vestíbulo de la bolsa omental (transcavidad de los epiplones), en la que el lóbulo de Spigel hace protrusión. Presenta un borde derecho, donde se reúnen sus dos hojas peritoneales (anterior y posterior), envolviendo los elementos del pedículo hepático. En sentido superior, estas dos hojas se prolongan a nivel del ligamento de Arancio, y se reflejan so- bre el peritoneo visceral del hígado a nivel de la unión de la cara inferior del lóbulo izquierdo y de la cara anterior del ló- bulo de Spigel. Tiene un borde diafragmático, que va del borde derecho del esófago a la cara posterior del lóbulo izquierdo, así como un borde gastroduodenal, situado entre el borde derecho del esófago, a lo largo de la curvatura menor del estómago, hasta la cara posterosuperior de la primera porción del duo- deno. El omento menor consta de tres partes: – Una parte superior, próxima al esófago, que contiene las estructuras vasculares y nerviosas destinadas al hígado, en es- pecial la arteria hepática izquierda, cuando existe (porción densa o pars condensa). – Una parte media transparente (porción flácida o pars flac- cida). – Una parte inferior derecha, que contiene el pedículo he- pático (porción vascular o pars vasculosa). ANATOMÍA FUNCIONAL Couinaud estableció esta sistematización funcional en 1957. Las ramas de la vena porta y de la arteria hepática, con su conducto biliar correspondiente, se dividen a medida que discurren juntas en el parénquima del hígado hasta el lobulillo hepático. El conjunto de estos vasos está rodeado en el interior del parénquima del órgano por una evagina- ción fibrosa de la cápsula de Glisson, de donde proviene el nombre de «pedículo glissoniano». En cada división, las por- ciones de hígado, vascularizadas de tal modo, son indepen- dientes entre sí y están separadas por las venas suprahepáti- cas que discurren entre ellas. Pueden tratarse (extirparse) sin comprometer la función del resto del parénquima hepático (fig. 1.3). No obstante, esta sistematización, tal como la describió C. Couinaud, presenta el inconveniente de no tener en cuenta el hígado en posición anatómica en la cavidad abdominal, es de- cir, acoplado alrededor de la columna vertebral y ocupando el hipocondrio derecho. Los términos paramedial y lateral corres- ponden a una descripción «cadavérica» de un hígado dispues- to sobre una mesa; en una posición funcional in situ, es más conveniente hablar de anterior y posterior (fig. 1.4). 4 ANATOMÍA DEL HÍGADO Y DE LAS VÍAS BILIARES 1.3 Sistematización del hígado según C. Couinaud. Representación esquemática de la anatomía funcional del hígado. Las tres venas suprahepáticas principales, situadas cada una en una cisura portal, dividen el hígado en cuatro sectores que reciben un pedículo portal propio. Las venas suprahepáticas y los pedículos portales se encuentran intercalados como los dedos de ambas manos: - Vena cava interior y las tres venas suprahepáticas. - Pedículo glissoniano derecho. - Pedículo glissoniano izquierdo. - Cisura portal derecha. - Cisura portal media (principal). - Cisura portal izquierda. Pedículo glissoniano derecho VCI 1 7 8 6 5 4 3 2 Pedículo glissoniano izquierdo C is ur a po rta l d er ec ha C is ur a po rta l m ed ia (p rin ci pa l) C is ur a po rta l i zq ui er da División de los pedículos glissonianos En el hilio del hígado, el pedículo hepático se divide en dos pedículos, derecho e izquierdo (fig. 1.5), que irrigan y drenan dos partes independientes del órgano: el hígado derecho y el hígado izquierdo. Entre ambas se sitúa la cisura portal princi- pal (media), en la que discurre la vena suprahepática interme- dia. La porción hepática situada por detrás del hilio y el lóbu- lo de Spigel están aparte, porque reciben aferencias de los pedículos glissonianos derecho e izquierdo. Elpedículo glissoniano derecho es corto y se divide ensegui- da, penetrando en el parénquima hepático, en dos ramas de segundo orden (anterior y posterior), que determinan dos por- ciones hepáticas, los sectores anterior y posterior. Estas dos ra- mas están separadas por la cisura portal derecha, en la que dis- curre la vena suprahepática derecha. Cada una de estas dos ramas se divide a su vez en dos ramas de tercer orden, supe- rior e inferior. En la izquierda, el pedículo glissoniano izquierdo es largo, y se sitúa en la parte izquierda del hilio, permaneciendo en po- sición extrahepática. Se curva hacia delante, recubierto, más o menos, por un puente parenquimatoso. Se prolonga por el li- gamento redondo. El receso de Rex corresponde a la termina- ción del fondo de saco de la rama porta izquierda a este nivel. Se divide en tres ramas: una posterior, situada a nivel del codo, y dos anteriores, a ambos lados (derecho e izquierdo) de su ter- minación. La cisura portal izquierda divide el hígado izquierdo en dos sectores: posterior y anterior. Esta cisura no es la cisura umbi- lical. En una cisura portal existe una vena suprahepática, mien- tras que en la cisura umbilical hay un pedículo portal. La cisu- ra portal izquierda se encuentra, de hecho, por detrás del ligamento redondo, en el lóbulo izquierdo, en cuyo interior se sitúa la vena suprahepática izquierda. De este modo, el sector anterior del hígado izquierdo consta de la parte del lóbulo de- recho situada a la izquierda de la cisura portal principal, así como de la parte anterior del lóbulo izquierdo. Cada pedículo glissoniano de tercer orden vasculariza y dre- na la bilis de un territorio denominado segmento, que recibe una vascularización portal y arterial, y que drena por un con- ductillo biliar. Venas suprahepáticas Existen tres venas suprahepáticas principales que desembo- can en la vena cava: la vena suprahepática izquierda, la inter- media y la derecha (fig. 1.6). Anatomía funcional 5 © E ls ev ie r. E s un a pu bl ic ac ió n M A S S O N . F ot oc op ia r si n au to riz ac ió n es u n de lit o. 1.4 Modificaciones de la inclinación de las cisuras portales respecto a la horizontal, según se considere la anatomía en la mesa de autopsias ex vivo o in vivo. a. Hígado ex vivo. b. Hígado in vivo. 1.5 División de los pedículos glissonianos en el momento de la penetración en el parénquima hepático (sólo se representan las ramas porta y los conductos biliares). Postero- lateral Antero- medial 75° 40° Anterior 60° Posterior 4 1 2 3 4 6 5 7 8 a b La vena suprahepática izquierda se sitúa entre los dos sectores (posterior y anterior) del lóbulo izquierdo que drena. El tronco suele ser corto y posterior, en la parte más alta y derecha del lóbulo izquierdo, a veces con una parte superior extraparen- quimatosa. El ligamento de Arancio se adhiere a su cara pos- terior a nivel de su terminación en la vena cava, de la que si- gue estando separado. Constituye una referencia idónea de la cara posterior de la vena suprahepática izquierda. El borde su- perior del parénquima hepático del segmento 1, por delante de la vena cava, no está adherido a la cara posterior de la vena suprahepática izquierda (en el borde izquierdo del tronco co- mún), por lo que puede disecarse. Lo más frecuente es que se una al tronco de la vena suprahepática intermedia para formar un corto tronco común, que puede recibir una vena diafrag- mática inferior izquierda. La vena suprahepática intermedia está formada por la unión de dos ramas (derecha e izquierda) en la parte media del hígado, en el plano del hilio. Discurre en la cisura principal del órga- no, que separa el hígado derecho del izquierdo. Suele existir una vena de gran calibre que drena el segmento 8 y que de- semboca en el borde derecho de la vena suprahepática inter- media cerca de su terminación en el tronco común. La vena suprahepática derecha es un tronco venoso muy grue- so (a veces muy corto) que desemboca en el borde derecho de la vena cava. Drena los sectores anterior y posterior del híga- do derecho. En realidad, pueden existir varias venas suprahe- páticas derechas, cuya terminación está separada a nivel de la vena cava. La vena superior tiene un tronco muy corto y an- cho, formado por la reunión de varias venas anteriores y pos- teriores, y desemboca en la vena cava a un nivel inferior al de la vena suprahepática intermedia. Es constante. En alrededor del 20% de los casos existe una vena inferior principal, y dre- na la parte inferior del hígado derecho. Puede tener una gran relevancia cuando se plantea una extirpación de la parte supe- rior del hígado derecho, puesto que puede encontrarse fácil- mente mediante ecografía (fig. 1.7). Una vez que se libera el tejido fibroso del ligamento sus- pensorio se hace visible una fosita, situada en la parte superior del hígado, entre la desembocadura de la vena suprahepática derecha y el tronco común venoso suprahepático intermedio e izquierdo, por delante de la vena cava. Esta zona carece de co- laterales sobre la cara anterior de la vena cava. El trayecto suprahepático de la vena cava inferior es muy cor- to (fig. 1.8). Mide unos 3-5 cm de largo. El régimen de pre- siones en la vena cava a este nivel es casi equivalente al de la aurícula derecha. La presión en las venas suprahepáticas es un poco menor, pero muy similar: – Durante la diástole cardíaca, sobre todo en la inspiración, la presión es negativa, lo que hace que, en caso de lesión su- prahepática, pueda producirse una embolia gaseosa. – Durante la sístole, la presión es positiva, lo que supone un riesgo de hemorragia. El lóbulo caudado cuenta con venas suprahepáticas indepen- dientes de las tres venas suprahepáticas principales y que de- sembocan de forma directa en la vena cava retrohepática, lo que explica la hipertrofia del lóbulo de Spigel en los síndromes de Budd-Chiari. Existen dos principales, frente al proceso papilar, a la derecha y la izquierda de la cara anterior de la vena cava. En el borde izquierdo de la vena cava se encuentra una gruesa vena, que drena la parte media del propio lóbulo de Spigel. En los dos bordes, derecho e izquierdo, de la cara anterior de la vena cava, las venas suprahepáticas son pequeñas. La cara anterior de la vena cava está libre hasta un punto situado por encima del hígado, sin colaterales, con unas adherencias celulares muy la- xas con la cara posterior del segmento 1. Esto forma un autén- tico conducto avascular por delante de la vena cava: el espacio de Couinaud. La existencia de esta zona permite pasar a ciegas 6 ANATOMÍA DEL HÍGADO Y DE LAS VÍAS BILIARES 1.6 Venas suprahepáticas. shi: vena suprahepática izquierda; shim: vena suprahepática intermedia; shd: vena suprahepática derecha; flechas: venas suprahepáticas del segmento 1. 1.7 Vena suprahepática derecha inferior identificada en un corte de TC: se sitúa en el plano del hilio hepático, lo que permite reconocerla con facilidad. por delante de la vena cava para separar el parénquima de la cara anterior de la vena (hanging maneuver) antes de seccionar el hígado durante una hepatectomía derecha. Un ligamento (ligamento de la vena cava inferior) une el bor- de posterior del hígado derecho con el lóbulo caudado, por de- trás de la vena cava. A veces es grueso y puede contener pe- queños vasos glissonianos. Su identificación y su sección son esenciales para la liberación de la vena cava retrohepática y la demostración de la vena suprahepática derecha. Cisuras Las cisuras son las fronteras entre los diferentes territorios. Pueden ser suprahepáticas (situadas entre dos territorios de ve- nas suprahepáticas), y contener, por tanto, los pedículos glis- sonianos, o portales (situadas entre dos territorios porta) en cuyo caso contienen las venas suprahepáticas. La cisura portal sagital o media (principal) contiene la vena su- prahepática intermedia (o sagital). Se trata de un plano que se- para los elementos vasculares y biliares de los dos pedículos glissonianosprincipales derecho e izquierdo, es decir, que es el plano de separación entre el hígado derecho e izquierdo (línea por la que pasan las hepatectomías derecha e izquierda). Corres- ponde a un plano que pasa por el punto medio del lecho de la vesícula, el borde izquierdo de la vena cava inferior suprahe- pática y el borde derecho del hilio. La cisura portal derecha contiene la vena suprahepática dere- cha. Divide el hígado derecho en sus dos sectores: anterior y posterior. Este plano es difícil de identificar en la superficie del hígado y pasa por una línea paralela al borde lateral del órga- no, a lo largo de la inserción del ligamento triangular y por el borde derecho del hilio. La cisura portal izquierda contiene la vena suprahepática iz- quierda y separa el hígado izquierdo en sus dos sectores: an- terior y posterior. El sector anterior está constituido por la par- te del lóbulo derecho situada a la izquierda de la vena suprahepática intermedia y de la parte anterior y derecha del lóbulo izquierdo. Esta cisura portal izquierda es distinta de la cisura umbilical, por la que discurre la rama portal izquierda, y que forma parte de la cisura suprahepática izquierda. Segmentación hepática Las divisiones de los pedículos glissonianos y la interposición entre sí de las venas suprahepáticas hacen que se distingan en el hígado ocho porciones independientes denominadas seg- mentos (fig. 1.9): – El segmento 1 corresponde al lóbulo de Spigel y a la par- te del hígado situada por delante de la vena cava. Anatomía funcional 7 © E ls ev ie r. E s un a pu bl ic ac ió n M A S S O N . F ot oc op ia r si n au to riz ac ió n es u n de lit o. 1.8 Vena cava inferior por encima del hígado (flecha). El pericardio está abierto, mostrando la posición de la aurícula derecha. Se ve la corta longitud de la vena cava. 1.9 Anatomía segmentaria del hígado. Obsérvense las modificaciones del eje de la vena suprahepática derecha, según se disponga el hígado en horizontal (estudio anatómico) ex vivo, o que figure en posición real in vivo. Los segmentos 6 y 7 se hacen entonces auténticamente posteriores y no posterolaterales. Hígado ex vivo: 1, vena cava inferior; 2, vena porta. Hígado in vivo: 1, vena cava inferior; 2, vena porta. 87 6 5 4 2 3 1 8 5 4 2 1 3 – El segmento 2 corresponde al sector posterior izquierdo. – Los segmentos 3 y 4 constituyen el sector anterior izquier- do, y se sitúan uno a la izquierda (segmento 3) y el otro a la derecha (segmento 4) de la cisura umbilical, del ligamento re- dondo y del ligamento suspensorio. – El segmento 5 corresponde a la parte inferior y el segmen- to 8 a la superior del sector anterior derecho. – El segmento 6 corresponde a la parte inferior y el segmen- to 7 a la superior del sector posterior derecho. De este modo, el hígado izquierdo consta de los segmentos 2, 3 y 4, mientras que el derecho está formado por los segmen- tos 5, 6, 7, y 8. Puede describirse una anatomía subsegmentaria siguiendo las divisiones de los pedículos glissonianos en el interior de los seg- mentos. Esto puede ser de especial utilidad en los pacientes en los que la exéresis deba ser limitada (cirróticos, rehepatectomías, etc.). Los subsegmentos se han descrito con detalle en el segmento 8, donde se distingue un subsegmento 8 anterior, medio y poste- rior, y a nivel del segmento 4, donde se diferencian dos subseg- mentos: el 4b anterior, que corresponde al lóbulo cuadrado, y el 4a, posterior, que corresponde a la parte alta del segmento 4. Correspondencia con las otras sistematizaciones La descripción funcional de la anatomía hepática ha dado lu- gar a varias interpretaciones distintas. La literatura científica an- glosajona se ha mantenido fiel a la división del hígado descri- ta por Healey y Schroy, así como por Goldsmith y Woodburn. La utilización de términos comunes en estas interpretaciones (ló- bulo, sector, segmento) para identificar las entidades anatómi- cas diferentes ha generado una cierta confusión. La cisura porta principal (media) divide el hígado en dos porcio- nes funcionales independientes: el lóbulo derecho y el lóbulo iz- quierdo de Healey y Schroy, correspondientes al hígado izquier- do y al hígado derecho de Couinaud. Aquí surge una primera fuente de confusión, porque esta denominación de «lóbulo» no corresponde a la definición de la anatomía clásica de un lóbulo. El lóbulo derecho (hígado derecho de Couinaud) está dividido por la cisura lateral derecha en dos zonas, denominadas segmen- tos paramedial y lateral por Healey y Schroy (sectores de Coui- naud). El lóbulo izquierdo (hígado izquierdo de Couinaud) se di- vide en dos segmentos, a ambos lados del surco umbilical (cisura suprahepática izquierda): segmentos paramedial y lateral (este úl- timo correspondiente al lóbulo izquierdo de la anatomía clásica). Los segmentos y los subsegmentos de Healey y Schroy corres- ponden, respectivamente, a los sectores y segmentos de la des- cripción de Couinaud. ELEMENTOS DEL PEDÍCULO HEPÁTICO Vena porta y sus ramas La vena porta lleva al hígado la sangre venosa de la porción infradiafragmática del tubo digestivo, del páncreas y del bazo. Se trata de una vena voluminosa de 8-10 cm de longitud y de 15-20 mm de diámetro (fig. 1.10). Origen La vena porta nace de la confluencia en ángulo recto, en la cara posterior del istmo pancreático, de dos troncos venosos: la vena mesentérica superior (de dirección vertical y ascendente) y el tronco esplenomesaraico, formado por la confluencia de la vena esplénica (horizontal) y de la vena mesentérica inferior (de di- rección oblicua ascendente y derecha). Recorrido El tronco de la vena porta así formado se dirige en sentido oblicuo hacia arriba, a la derecha y hacia delante, cruzando en 8 ANATOMÍA DEL HÍGADO Y DE LAS VÍAS BILIARES Los límites del segmento 1 son, en realidad, bastante im- precisos, porque no posee un pedículo único y pertene- ce según sus pedículos vasculares glissonianos al hígado derecho y al izquierdo. Drena de forma directa a la vena cava inferior por varias venas hepáticas de pequeño ca- libre. Esta posición especial, posterior al hilio, sin un úni- co conducto biliar propio, sino con varios conductos cor- tos que drenan de forma directa en los conductos derecho e izquierdo, o a nivel de la convergencia, expli- ca por qué el segmento 1 se invade con mucha frecuen- cia por los cánceres del hilio (tumor de Klatskin) y por qué está justificado realizar la extirpación de este seg- mento en las exéresis de este tipo de cáncer. El lóbulo izquierdo de la anatomía clásica corresponde al sector posterior izquierdo (segmento 2) y a la parte iz- quierda del sector anterior izquierdo (segmento 3), sepa- rados por la vena suprahepática izquierda. Está rodeado por la rama porta izquierda por la derecha, que represen- ta el plano de sección durante las lobectomías izquierdas. La cisura portal izquierda está situada por detrás del li- gamento redondo, en el lóbulo izquierdo. El sector ante- rior izquierdo consta de la parte del lóbulo derecho si- tuada a la izquierda de la cisura principal (segmento 4) y de la porción anterior del lóbulo izquierdo (segmento 3). La división en dos segmentos de este «sector» es con- tradictoria con el esquema general porque pasa a lo lar- go de un pedículo porta. Sería más lógico considerar esta porción como un único segmento. oblicuo la vena cava inferior. Entre esta vena por detrás, la vena porta y el pedículo hepático por delante se sitúa el hiato de Winslow. En su trayecto ascendente, la vena porta se separa en- seguida de la cara posterior del páncreas, cruza la cara poste- rior de la primera porción duodenal y penetra en el borde de- recho del omento menor, donde es el elemento más posterior. A nivel del hilio hepático, la vena porta se divide en dos ramas que penetran en el interior del parénquima hepático. La rama derecha es corta y su dirección continúa la del tronco principal. La rama izquierda es larga, se separa casi en ángulo recto y dis-curre por el hilio antes de penetrar en el hígado, curvándose hacia delante para terminar mediante el receso de Rex. Colaterales Durante su recorrido, la vena porta recibe colaterales: por la izquierda, la vena coronaria estomáquica y la vena pilórica; por su derecha, cerca de su origen, la vena pancreatoduodenal su- perior derecha. Variantes En la izquierda, las variantes (fig. 1.11) son frecuentes y se re- fieren sobre todo al número de pedículos segmentarios. Aun- que suele existir un pedículo único del segmento 2, en los seg- mentos 3 y 4 se encuentran con frecuencia dos o tres pedículos, más o menos próximos entre sí. En la derecha, las variantes son más significativas: el pedí- culo derecho no existe en cerca del 20% de los casos, de for- ma que las dos venas (anterior y posterior) tienen un origen distinto del tronco porta. A veces, la rama derecha no existe y se trata de una auténtica trifurcación. El pedículo derecho posterior no existe en el 30% de los casos, de forma que en tal caso las ramas segmentarias de los segmentos 6 y 7 tie- nen un origen distinto. Las venas segmentarias pueden ser múltiples. Arterias hepáticas La vascularización arterial hepática (fig. 1.12) se caracteriza por una variabilidad extrema: – Por una parte, las posibles modificaciones del origen de la hepática media (que surge en la mayoría de los casos del tronco celíaco), de la coronaria estomáquica y de la arteria mesentérica superior (que suele nacer de forma aislada de la aorta). – Por otra parte, de la triple vascularización del hígado pri- mitivo: arteria hepática izquierda que surge de la coronaria estomáquica, arteria hepática media del tronco celíaco o de la aorta y arteria hepática derecha de la arteria mesentérica superior. Disposición habitual La disposición habitual (tipo 1, 76% de los casos) se carac- teriza por la ausencia (o atrofia) de las arterias hepáticas dere- cha e izquierda, y por una arteria hepática común originada del tronco celíaco que, tras dar lugar a la arteria gastroduodenal, Elementos del pedículo hepático 9 © E ls ev ie r. E s un a pu bl ic ac ió n M A S S O N . F ot oc op ia r si n au to riz ac ió n es u n de lit o. 1.10 Anatomía del pedículo hepático. cbd: conducto biliar derecho; cbi: conducto biliar izquierdo; c: conducto hepático; vp: vena porta; ahm: arteria hepática media; ace: arteria coronaria estomáquica; agd: arteria gastroduodenal; ve: vena esplénica; vms: vena mesentérica superior; col: colédoco; vb: vesícula biliar; ac: arteria cística. Es fundamental conocer estas variaciones, debido a su implicación en el estudio de todas las exploracio- nes morfológicas, en especial de las arteriografías del «tronco celíaco/mesentérica superior», que pueden solicitarse durante la preparación de una cirugía he- pática. cbd cbi c vp ahm ace agd ve vms col vb ac se denomina arteria hepática propia (o mejor, arteria hepática media) al pie del pedículo hepático. La arteria hepática media tiene un trayecto oblicuo ascen- dente, hacia la derecha y hacia delante. Termina bifurcándose en dos ramas (derecha e izquierda) que penetran en el interior del parénquima hepático. Para no generar confusión, es prefe- rible denominar a las ramas de división de esta arteria como rama derecha y rama izquierda de la arteria hepática, en lugar de arterias hepáticas derecha e izquierda. La arteria hepática media proporciona varias colaterales: la arteria pancreatoduodenal (que nace siempre de la arteria he- pática común y permite caracterizarla), la arteria pilórica (arte- ria gástrica derecha) y la arteria cística. Variaciones La arteria hepática propia sólo vasculariza una parte del hí- gado, y la irrigación arterial del resto del órgano se realiza por una arteria hepática izquierda (10%, tipo 2), o bien por una ar- teria hepática derecha (11%, tipo 3). En el 6% de los casos, la arteria hepática media ha regresa- do en su totalidad. Las dos arterias hepáticas (derecha e iz- quierda) se reparten la vascularización (2,3%, tipo 4), o bien la derecha asegura la totalidad (1,5%, tipo 5). En el 6% de los casos, la arteria hepática media se divide de forma precoz antes del punto donde se origina la arteria gastroduodenal. 10 ANATOMÍA DEL HÍGADO Y DE LAS VÍAS BILIARES 1.11 Variaciones del origen de las ramas porta segmentarias. 1 2 3 4 6 5 7 8 Segmento 5 91% 5% 4% Segmento 6 86% 10% 2% 2% Segmento 8 80% 20% Segmento 4 67% 4% 1% 1% Segmento 4 25% 1% 1% Vías biliares extrahepáticas Confluente biliar superior o convergencia biliar La reunión de los dos conductos biliares hepáticos derecho e izquierdo siempre es extraparenquimatosa y se realiza en el hi- lio del hígado (fig. 1.13). Esta disposición habitual se encuen- tra en el 68% de los casos. El conducto hepático izquierdo se forma por la reunión de los conductos segmentarios de los segmentos 2 y 3, por encima del receso de Rex. En esta porción es extrahepático y se dirige en sentido transversal en el interior del hilio, de izquierda a de- recha. Al principio se sitúa en el borde superior de la rama por- tal izquierda y después se curva para cruzar su borde anterior y unirse al conducto derecho. Durante este trayecto, recibe de uno a tres conductos del segmento 4 y uno o dos del segmen- to 1. Es bastante largo: 1,5-3,5 cm. El conducto hepático derecho está formado por la unión de los dos conductos derechos (anterior y posterior). Este confluente suele estar por encima de la rama derecha de la vena porta, en posición extrahepática. El conducto derecho es corto y vertical. Se reúne con el conducto izquierdo bien frente a la cara ante- rior de la rama portal derecha, o bien a nivel de la bifurcación portal, por encima y a la derecha de la división de la arteria Elementos del pedículo hepático 11 © E ls ev ie r. E s un a pu bl ic ac ió n M A S S O N . F ot oc op ia r si n au to riz ac ió n es u n de lit o. 1.12 Variaciones de las arterias hepáticas. La disposición modal, con la hepática media vascularizando la totalidad del hígado (hepática media/hígado total), representada en la figura superior, se encuentra en el 76% de los casos. La arteria hepática derecha nace de la arteria mesentérica superior y la arteria hepática izquierda lo hace de la arteria coronaria estomáquica. Rama derecha Arteria hepática media Arteria gastroduodenal Arteria esplénica Tronco celíaco Arteria mesentérica superior Rama izquierda Disposición modal = arteria hepática media/hígado total Arteria hepática media Arteria hepática izquierda Arteria hepática derecha Arteria hepática media Arteria hepática derecha Arteria hepática izquierda Arteria hepática media Arteria hepática izquierda Arteria hepática derecha Arteria hepática izquierda Arteria hepática derecha Coronaria estomáquica ciana. Las dos arteriolas principales tienen un trayecto para- lelo, una a la derecha y la otra a la izquierda de la vía biliar principal. Esta red está duplicada por otras dos redes intra- murales: una en el espesor de la pared del conducto y la otra submucosa, por lo que la vía biliar tiene una vascularización abundante. Variaciones de los conductos biliares Son muy frecuentes a nivel de los conductos biliares derecho e izquierdo: – El conducto derecho puede no existir, de forma que los dos conductos (anterior y posterior) drenan de forma conjunta en el conducto izquierdo (18%). – El conducto sectorial derecho posterior (6%) o derecho an- terior (8%) se une al conducto hepático por debajo de la con- vergencia que sigue estando en posición anatómica. Se ha- bla entonces de convergencia escalonada. – Las anomalías del conducto izquierdo son menos frecuen- tes: puede ser corto, e incluso inexistente. El conducto secto- rial derecho anterior puede desembocar a más o menos dis- tancia por encima del izquierdo, de forma que la convergencia está desplazada hacia la izquierda. También existen anomalías a nivel de la desembocadura del conducto cístico en la vía biliar, quepuede situarse más o me- nos alta sobre el conducto derecho. Relaciones anatómicas en el pedículo hepático La vena porta es el elemento más posterior del pedículo he- pático (fig. 1.14). La vía biliar principal, situada a lo largo del borde derecho de la vena porta, se separa en su parte inferior. La arteria hepática común, situada en el borde izquierdo de la vena porta, se divide al dar origen, en la parte izquierda y an- terior de la vena porta, al pie del pedículo hepático, a la ar- teria gastroduodenal y a la arteria hepática media, que dis- curre sobre el borde izquierdo de la vena porta en posición epiportal. Se encuentra a la izquierda de la vía biliar y en el mismo plano. La bifurcación en ramas arteriales derecha e iz- quierda tiene lugar por debajo de la convergencia biliar, a una altura variable, y la rama derecha cruza a la vía biliar princi- pal pasando por lo general por detrás de ella (pero en el 13% de los casos lo hace por delante). El trayecto de una posible arteria hepática derecha, que nace de la arteria mesentérica superior, es muy variable. Se sitúa, en todos los casos, por de- trás del tronco porta y se une a su borde derecho a una altu- ra variable. La convergencia biliar se sitúa cerca del borde de- recho del pedículo hepático, lo que explica que, durante la realización de una hepatectomía derecha, exista un gran ries- go de ligadura de la convergencia biliar e incluso del conduc- to izquierdo. El pedículo hepático está rodeado por el peritoneo que, en la región hiliar, se prolonga por la cápsula de Glisson. Ésta se hepática, cuya rama derecha cruza la cara posterior del con- ducto hepático en su origen. Vía biliar principal en la parte alta del pedículo Al conducto hepático común se le une el conducto cístico y se convierte, a partir de ese punto, en el conducto colédoco. Esta distinción es arbitraria, porque la desembocadura del cís- tico tiene lugar a una altura variable. Es mejor considerar la vía biliar principal en su conjunto y denominarla indistintamente conducto hepatocolédoco o vía biliar principal. La vía biliar principal tiene una longitud de 8-10 cm y un ca- libre variable, de 4-10 mm. Desciende por el borde derecho del omento menor, en la parte anterior del pedículo hepático, sobre la cara anterior de la vena porta, a cuyo borde derecho se une de forma progresiva. Vascularización de las vías biliares Las arterias de la vía biliar principal provienen, sobre todo, de la arteria pancreatoduodenal superior derecha, que sur- ge de la gastroduodenal y pasa a la cara anterior de la vía biliar. A este nivel proporciona varias arteriolas que se anas- tomosan entre ellas, formando una profusa red epicoledo- 12 ANATOMÍA DEL HÍGADO Y DE LAS VÍAS BILIARES 1.13 Variaciones anatómicas de los conductos biliares. 68% 18% 8% 6% 0,5% 0,4% 0,4% 0,1% 0,5% 0,3% 0,1% engruesa a nivel del hilio, donde forma la placa hiliar. Las ad- herencias entre las ramas portales y esta cápsula son muy la- xas y se disecan con facilidad. Son más marcadas en las ramas arteriales. Los conductos biliares están incluidos en la placa hi- liar. Esta peculiaridad permite un abordaje más fácil (extrahe- pático) de los conductos biliares durante las reparaciones bi- liares. ANATOMÍA REAL La segmentación portal es independiente por completo de la anatomía morfológica. Si se pasa por las cisuras portales, se res- petan los vasos portales, arteriales y los conductos biliares, aun- que existe el riesgo de abrir una vena suprahepática. Las refe- rencias anatómicas en la superficie del hígado son muy poco relevantes. Las variaciones anatómicas, en especial en el híga- do, son numerosas. El conocimiento de la anatomía real y no de la teórica, es fundamental, sobre todo si una intervención previa o un proceso patológico ha desorganizado las referen- cias habituales (y aun así, sólo la cisura portal principal es re- lativamente constante). ANATOMÍA QUIRÚRGICA Hepatectomías típicas y atípicas Las hepatectomías se dividen en tres grandes grupos (fig. 1.15): – Las hepatectomías típicas, definidas por una exéresis limi- tada por un plano de cisura anatómica: se habla entonces de hepatectomía (se sobreentiende que de hemihepatecto- mía) derecha o izquierda, de sectoriectomía o de segmen- tectomía. – Las hepatectomías atípicas consisten en una exéresis que no corresponde a una parte anatómica del hígado y, por consi- guiente, cuyo plano de sección no pasa por una cisura ana- tómica. – Las tumorectomías o metastasectomías, que sólo extirpan el tumor, sin resecar parénquima hepático. No se trata de he- patectomías, hablando en sentido estricto. La expresión de hepatectomía reglada corresponde a las he- patectomías con control vascular en primer lugar. Se contrapo- ne a las hepatectomías por vía parenquimatosa sin control vas- cular. Por tanto, las hepatectomías típicas pueden ser «regladas» o no, y viceversa. Esta expresión de hepatectomía reglada se presta a confusión. Parece más fácil para la compresión general hablar de hepatectomía anatómica (o no) con (o sin) control vas- cular en primer lugar, precisando el nivel de dicho control vascular: portal aislado o portal y suprahepático o portal, su- prahepático y en la cava inferior. Denominación anatómica de las hepatectomías Las hepatectomías anatómicas se denominan en función de los segmentos hepáticos contiguos que se extirpan en ellas (ta- bla 1.I). Se denomina hepatectomía «principal» a la hepatectomía de- recha (cuatro segmentos) y a la izquierda (tres segmentos). Las trisegmentectomías, en especial las más habituales 6, 5 y 4, y la trisegmentectomía central 8, 5 y 4 o 5, 4 y 1, se asimilan a las hepatectomías principales. Anatomía quirúrgica 13 © E ls ev ie r. E s un a pu bl ic ac ió n M A S S O N . F ot oc op ia r si n au to riz ac ió n es u n de lit o. 1.14 Relaciones anatómicas de los elementos de la tríada del pedículo hepático. El omento menor se dispone entre el pedículo hepático (en su borde izquierdo), la curvatura menor del estómago y el ligamento de Arancio. En su parte superior, es más grueso y se denomina porción densa. A este nivel puede contener una arteria hepática izquierda, si ésta existe. En la parte inferior, es muy fino y se denomina porción flácida, que no contiene elementos vasculares ni biliares. El empleo de la ecografía intraoperatoria ha supuesto un progreso considerable en este ámbito. El cirujano pue- de identificar los distintos vasos en el hígado, seguirlos a lo largo de sus divisiones y, de ese modo, tener una lo- calización precisa de las cisuras portales y de su proyec- ción a nivel de la superficie hepática. Placa hiliar Receso de Rex Arteria hepática media Vena porta Conducto hepático Las hepatectomías en las que se extirpan más segmentos que en una hepatectomía principal se denominan «amplia- das». Se trata de la hepatectomía derecha ampliada al segmen- to 4 o al segmento 1 (en la que se extirpan cinco segmentos), así como de la hepatectomía izquierda ampliada al segmen- to 1 (cuatro segmentos). Se habla de hepatectomías «supe- rampliadas» si se trata de una hepatectomía derecha am- pliada a los segmentos 4 y 1, de una hepatectomía izquierda ampliada a los segmentos 8, 5 y 1 (seis segmentos) o de una hepatectomía izquierda a los segmentos 8 y 5 (cinco seg- mentos). Las otras hepatectomías anatómicas son aquellas limitadas en las que la denominación se realiza en función de los segmen- tos extirpados: – Exéresis de dos segmentos: – Lobectomía izquierda. – Bisegmentectomía 6-7 (sectoriectomía derecha poste- rior), 5-8 (sectoriectomía derecha anterior) o 4-5, en la que se extirpa el lecho de la vesícula. – Extirpación de un segmento: segmentectomía que recibe el nombre del segmento extirpado. – Extirpación subsegmentaria. Las más habituales son la sub- segmentectomía 4 anterior, correspondiente al lóbulo cua- drado y la 8, que puede ser anterior, media o posterior, en función de la cuantía del volumen del segmento 8 y de la distribución de los pedículossubsegmentarios que se ha des- crito para este segmento. Comparación con la denominación anglosajona La terminología anglosajona (derivada de Goldsmith y Wood- burn) se presta a confusión y es una fuente de imprecisión. De este modo, right lobectomy y left lobectomy corresponden a una hepatectomía derecha o izquierda según Couinaud. Hay que se- guir reservando las denominaciones de lobectomía derecha e izquierda a la extirpación de los auténticos lóbulos anatómicos del hígado. La denominación de lobectomía izquierda, extir- pación del lóbulo situado a la izquierda del ligamento suspen- sorio, es preferible a la de left lateral sectoriectomy, que además es falsa desde el punto de vista anatómico, porque el auténti- co segmento lateral izquierdo corresponde sólo al segmento 2. La trisegmentectomy (right y left según la denominación de Starzl) corresponde a una hepatectomía ampliada o superam- pliada. La segmentectomy es, en realidad, una sectoriectomía o una bisegmentectomía y la subsegmentectomy corresponde a una segmentectomía. 14 ANATOMÍA DEL HÍGADO Y DE LAS VÍAS BILIARES 1.15 Anatomía quirúrgica: diferentes nomenclaturas de las hepatectomías. Bisegmentectomía 7-6 sectoriectomía posterolateral Posterior segmentectomy Segmentectomía Subsegmentectomy Hepatectomía derecha Right lobectomy Hepatectomía derecha ampliada (lobectomía derecha) Right extended lobectomy (right trisegmentectomy) Hepatectomía izquierda ampliada Left extended lobectomy (left trisegmentectomy) Lobectomía izquierda Left lateral lobectomy Hepatectomía izquierda Left lobectomy Bismuth H. Surgical anatomy and anatomical surgery of the liver. World J Surg 1982 ; 6 : 5-9. Couinaud C. Le foie - études anatomiques et chirurgicales. Mas- son, Paris, 1957. Goldsmith N.A., Woodburne R.T. Surgical anatomy pertaining to liver resection. Surg Gynecol Obstet 1957; 195: 310-318. Healey J.E., Schroy P. The anatomy of the bile ducts within human liver : an analysis of the prevailing patterns of branching and their major variations. Arch Surg 1953 ; 66 : 599-616. Tung T.T. Chirurgie d’exérèse du foie. Masson, Paris, 1962. Bibliografía 15 © E ls ev ie r. E s un a pu bl ic ac ió n M A S S O N . F ot oc op ia r si n au to riz ac ió n es u n de lit o. Tabla 1.I. Clasificación de las hepatectomías Bibliografía Clase Denominación Segmentos extirpados Otra denominación Denominación habitual anglosajona Superampliada Hepatectomía derecha superampliada 8-7-6-5-4-1 Right trisegmentectomy Hepatectomía izquierda superampliada 8-5-4-3-2-1 Left trisegmentectomy 8-5-4-3-2 5-4-3-2-1 Ampliada Hepatectomía derecha ampliada 8-7-6-5-1 Right trisegmentectomy 8-7-6-5-4 Lobectomía derecha Hepatectomía izquierda ampliada 4-3-2-1 5-4-3-2 Principal Hepatectomía derecha 8-7-6-5 Right lobectomy Hepatectomía izquierda 4-3-2 Left lobectomy Limitada Trisegmentectomía 6-5-4 8-5-4 Hepatectomía central 5-4-1 Hepatectomía central Bisegmentectomía 3-2 Lobectomía izquierda Left lateral sectoriectomy 8-5 Sectoriectomía derecha anterior Segmentectomy 7-6 Sectoriectomía derecha anterior Segmentectomy 5-4 En realidad, casi siempre segmentectomía 4 anterior y 5 Segmentectomy Segmentectomía Subsegmentectomy Subsegmentectomía 4 anterior 8 posterior, etc. Evaluación preoperatoria para la cirugía hepática CAPÍTULO 2 © E ls ev ie r. E s un a pu bl ic ac ió n M A S S O N . F ot oc op ia r si n au to riz ac ió n es u n de lit o. EVALUACIÓN HEPÁTICA Una evaluación preoperatoria adecuada y la planificación más exacta posible de la intervención son factores destacados a la hora de reducir la mortalidad y la morbilidad de la cirugía hepática. Antes de cualquier cirugía del hígado, para conocer con de- talle los riesgos quirúrgicos, siempre deben precisarse tres ele- mentos: – La anatomía quirúrgica real, en especial en lo referente a las relaciones exactas de la lesión con las estructuras de ve- cindad. – La diseminación tumoral a distancia, en caso de neoplasia maligna. – La función hepática provisional tras la intervención, te- niendo en cuenta el tipo del parénquima hepático y el sacri- ficio parenquimatoso previsto. Estudio de la anatomía quirúrgica y de la extensión de las lesiones Ecografía abdominal En las manos de un técnico experimentado, la ecografía pre- operatoria permite realizar un estudio muy preciso. La adición de técnicas modernas, como el Doppler, el Doppler color y el Doppler de potencia es muy valiosa para reconocer e identifi- car las estructuras vasculares. La semiología ecográfica (carácter iso, hiper o hipoecogéni- co) de la lesión respecto al parénquima no tumoral y su aspecto contribuyen a proporcionar una orientación diagnóstica. En caso de neoplasia maligna, la ecografía precisa la extensión lo- corregional mediante: – La búsqueda de adenopatías pediculares o celíacas cuyos criterios morfológicos (tamaño, aspecto redondeado) pueden hacer sospechar el carácter metastásico. – Un derrame intraperitoneal puede sugerir una carcinoma- tosis peritoneal. – La demostración de anomalías de la morfología hepática (aspecto abollonado de la superficie del hígado, lesiones de atrofia o hipertrofia), la existencia de anomalías del flujo por- tal (inversión del flujo, repermeabilización de una vena um- bilical), un aspecto hiperecogénico del parénquima hepático, sugiere una hepatopatía subyacente, cirrosis o esteatosis. Aparte del diagnóstico lesional, lo que interesa al cirujano es la localización de la lesión o lesiones respecto a los pedículos glissonianos y a las venas suprahepáticas. Es bastante fácil lo- calizar estos vasos y seguirlos en el interior del parénquima he- pático. Este estudio anatómico es más sencillo de realizar que con las otras exploraciones morfológicas hepáticas. La ecografía se completa con la realización de una ecografía hepática intraoperatoria al principio de la intervención. TC abdominal Debe realizarse sin y con inyección intravenosa de material de contraste. Los cortes deben ser, como mínimo, centimétri- cos, y han de extenderse desde la cúpula del hígado a la pun- ta del segmento 6. Debe comprender una fase arterial precoz, una fase arterial y otra venosa. La TC contribuye al estudio de extensión locorregional en caso de neoplasia maligna. Al contrario que la ecografía, la TC tiene la ventaja de proporcionar planos de corte siempre idén- ticos, independientes del técnico, lo que, con experiencia, per- mite una buena estimación de las posibilidades quirúrgicas. Los programas informáticos actuales posibilitan un estudio volumétrico del hígado o de sus porciones, algo fundamental cuando se plantea un sacrificio parenquimatoso considerable. El estudio volumétrico debe mostrar los volúmenes estimados respectivos de la lesión, del hígado no tumoral sacrificado por la hepatectomía y del parénquima restante tras la hepatecto- mía. Deben plantearse las siguientes cuestiones al radiólogo: – Volumen del hígado total. – Volumen tumoral. – Volumen del hígado derecho. – Volumen del hígado izquierdo. – Volumen del lóbulo izquierdo. Esto permite calcular la proporción de hígado funcional que se resecará. Por ejemplo, para un tumor del hígado derecho que requiera una hepatectomía derecha, el volumen funcio- nal que debe resecarse es la relación: volumen del hígado derecho – volumen tumoral volumen del hígado total – volumen tumoral El modo helicoidal permite reconstruir la anatomía en tres di- mensiones. Resonancia magnética Es posible realizar cortes sagitales y frontales mediante reso- nancia magnética (RM). La cartografía tridimensional de los va- sos (arterias y venas) y de las vías biliares supone una ayuda considerable porque no requiere la inyección de material de contraste. La disponibilidad de cortes frontales puede ser de in- terés en el estudio de tumores próximos a la vena cava inferior retrohepática. La colangio-RM ofrece imágenes frontales de las vías biliares de excelente calidad. La angio-RM puede reempla-zar a la arteriografía tradicional. Arteriografía digestiva celiomesentérica Se trata de una arteriografía digital anteroposterior. La ex- ploración debe incluir una doble inyección del tronco celíaco y de la arteria mesentérica superior, con una fase de retorno ve- noso en cada ocasión. Estas inyecciones pueden completarse con una inyección selectiva en la arteria hepática o en la arte- ria esplénica (estudio del retorno venoso portal como comple- mento del retorno mesentérico superior). La inyección intraar- 18 EVALUACIÓN PREOPERATORIA PARA LA CIRUGÍA HEPÁTICA terial sistemática de papaverina produce una dilatación arte- riolar, lo que mejora la definición de las imágenes venosas de- bido a un retorno venoso masivo y rápido. Por lo general, bas- ta con obtener imágenes en una proyección anteroposterior. La arteriografía permite localizar la lesión en el hígado de forma precisa respecto a la distribución arterial hepática. Tiene una utilidad especial para establecer la cartografía arterial he- pática, es decir, para precisar si existen arterias hepáticas su- plementarias: arteria hepática izquierda que nazca de la arteria coronaria estomáquica o arteria hepática derecha originada de la arteria mesentérica superior. El conocimiento de estas arte- rias es relevante en las técnicas de hepatectomías típicas regla- das, porque su identificación y su control preceden a la exére- sis. La arteriografía permite identificar las posibles anomalías arteriales intrahepáticas y la portografía obtenida por la fase de retorno venoso completa la información proporcionada por la ecografía. En la actualidad, la arteriografía digestiva superior no se so- licita de forma sistemática ante cualquier hepatectomía, en la medida en la que la ecografía Doppler proporciona mucha in- formación, sobre todo sobre la permeabilidad y los flujos del sistema porta. Estudio de la reserva funcional hepática La exploración de la función hepática se realiza mediante la medición de la bilirrubina glucuroconjugada y no conjugada, la determinación de los factores de la coagulación: TP, fibrinó- geno o factor I, factor II, factor V (que no depende de la vita- mina K, por lo que no está descendido en las ictericias colestá- sicas), los factores VII + X y la albuminemia. Las transaminasas ASAT y ALAT (GOT, GPT), las fosfatasas al- calinas y la gamma-GT (GGT) sólo son indicadores de sufri- miento hepático. Situación ante la existencia de una cirrosis subyacente La reserva funcional se estima por la clasificación de Child- Pugh (que emplea la bilirrubinemia, la albuminemia, la ascitis, la encefalopatía y el TP), que nosotros hemos modificado (ta- bla 2.I). En realidad, algunos elementos clínicos permiten, de entra- da, plantear dudas sobre la capacidad del hígado para sopor- tar una hepatectomía, por pequeña que sea: ascitis, ictericia o encefalopatía. La existencia de una hipertensión portal marca- da hace temer la aparición de una rotura de varices esofágicas o gástricas durante la hepatectomía o de una trombosis portal tras un pinzamiento prolongado. Cuando los pacientes se clasifican como Child-Paul-Brousse A, la gravedad de la cirrosis se precisa mejor mediante el estudio de la retención del verde de indocianina. Se trata de un colo- rante que se excreta sin modificar en la bilis, en el primer paso, por lo que su desaparición de la sangre es muy rápida. Aun- Evaluación hepática 19 © E ls ev ie r. E s un a pu bl ic ac ió n M A S S O N . F ot oc op ia r si n au to riz ac ió n es u n de lit o. El protocolo para realizar la determinación de la reten- ción del verde de indocianina es el siguiente: 1. Se debe reconstituir la ampolla que contiene el co- lorante justo antes de la inyección. Hay que inyectar 0,5 mg/kg y, a partir de 90 kg, reconstituir dos ampo- llas. Deben guardarse, al menos, 2 ml de colorante para el laboratorio, con el fin de graduar la medición de la co- lorimetría. 2. Se coloca una vía venosa con obturador en ambos brazos. 3. Se sacan cuatro tubos de sangre antes de la inyec- ción del verde de indocianina. 4. Se inyecta, en bolo, la ampolla de colorante de for- ma intravenosa en un brazo. Esta inyección debe durar menos de 5 segundos, porque debido a su rápida excre- ción el producto tiene una semivida de 4 minutos. 5. Se saca un tubo de sangre del otro brazo a los 5, 10 y 15 minutos de la inyección. Se deben respetar los tiempos de obtención. En caso de problemas al sacar la sangre, puede realizarse a los 7, 20 o 25 minutos, pero esto debe señalarse de forma obligatoria para que el cálculo del acla- ramiento sea exacto. Se requieren cuatro muestras ade- más de las previas a la inyección, pues si una de ellas es anómala, la recta puede trazarse a partir de tres puntos. 6. Debe remitirse al laboratorio el resto de la ampolla y los siete tubos de sangre extraída, lo más rápido posible. 7. La determinación se realiza por colorimetría simple. La hemólisis impide medir la concentración del verde de indocianina. 8. La disminución del colorante se muestra en una grá- fica de coordenadas semilogarítmicas, lo que permite trazar una recta de excreción (como para un aclara- miento). Se utiliza el porcentaje de retención a los 15 mi- nutos. El valor normal es inferior al 10%. Por encima del 30%, la función hepática está francamente alterada. Sensibilidad Especificidad Ecografía 40-70% 85-95% TC 75-85% 85-97% [1] Porto-TC 80-90% 45-90% [1] RM 70% 95% [1] RM con ferumoxida 68% 82% [2] PET 88% 100% [3] Tabla 2.I. Sensibilidad y especificidad diagnóstica de las ex- ploraciones morfológicas para las metástasis hepáticas de cán- cer colorrectal [1] Zerhoui y cols. Radiology 1996, 200, 443. [2] Bluemke y cols. AJR 2000, 175, 1653. [3] Abdel Nabi y cols. 1998, 206, 755. que se han descrito reacciones anafilácticas, son muy infre- cuentes. Este estudio no debe realizarse en los pacientes con ictericia (porque el principio de medición se basa en una colorimetría plasmática) ni en aquellos que tengan ya una alteración muy intensa (Child B y C). Situación en caso de ausencia de cirrosis del parénquima subyacente También se emplea el estudio del aclaramiento del verde de indocianina. Pueden observarse todos los grados de afectación parenquimatosa (hepatitis crónica, esteatosis, peliosis) en espe- cial en los pacientes que se hayan sometido a numerosos ciclos de quimioterapia por metástasis hepáticas. No es infrecuente en estos casos observar un porcentaje de retención del verde de indocianina a los 15 minutos entre el 20 y el 30%. En la práctica, una retención elevada del producto constituye una contraindicación de una exéresis hepática amplia. Estudio de la cantidad de parénquima restante tras una exéresis amplia A grandes rasgos, la factibilidad de una resección hepática depende de la siguiente fórmula: la cantidad de hígado no tu- moral que debe extirparse se divide entre la cantidad total de hígado funcional. El cociente se multiplica por el grado de in- suficiencia hepatocelular (calculado del modo siguiente: pa- cientes Child-Paul-Brousse A: 1, Child-Paul-Brousse B: 2 y Child- Paul-Brousse C: 3). El resultado debe ser inferior al 50%. De este modo, para los pacientes del grupo Child A, la cantidad de parénquima funcional que puede sacrificarse es inferior al 50% del parénquima total no tumoral. Para los pacientes del grupo Child B, es inferior al 25% y, por último, para los del gru- po C, es inferior al 12,5%. El mismo cálculo puede realizarse para una retención del verde de indocianina menor al 10%, en- tre el 10 y el 20%, y superior al 20%. Más que la determinación del tejido que se extirpará, se debe evaluar de forma adecuada la cantidad de parénquima restan- te, que es lo que cuenta para la función hepática postoperato- ria. La estimación de los diferentes volúmenes se realiza durante la exploración mediante TC gracias a un programa informático específico. La colaboración entre el radiólogo y el cirujano es fundamental: se trata de auténticas simulaciones sobre los cor-tes de TC de las distintas intervenciones posibles para escoger la que tenga menos riesgo de provocar una insuficiencia hepá- tica, a la vez que se conserva su potencial de extirpación satis- factoria desde el punto de vista oncológico. Estas mediciones, combinadas con la estimación de la función hepática, contri- buyen a lograr una evaluación cada vez más objetiva de la fac- tibilidad de la hepatectomía. El desarrollo reciente del trasplante hepático a partir de fa- miliares donantes, así como la experiencia de trasplantes de hí- gados parciales, permiten apreciar el volumen mínimo de pa- rénquima hepático normal compatible con la supervivencia, que se sitúa, tras el trasplante hepático, en alrededor del 1% de la masa corporal del paciente. Se trata de una extrapolación, ya que estas cifras se han descrito en los órganos para tras- plante, en isquemia fría y con un líquido de protección. Modificación de las condiciones de realización de una hepatectomía Cuando el conjunto de parámetros (función hepática, volu- men tumoral y volumen residual tras la resección) es insufi- ciente, la resección no puede plantearse sin incurrir en riesgos graves. Por tanto, es fundamental contar con las posibilidades de modificación de estos parámetros. Modificación de la función hepática Además del tratamiento de la ascitis, que es un factor de agravación de la función hepática, no existen tratamientos ca- paces de mejorar dicha función. No obstante, la agravación de la función hepática puede ser temporal, en función de factores intercurrentes como una in- fección, una hemorragia digestiva, un episodio de insuficiencia cardiocirculatoria, o la administración de fármacos hepatotóxi- cos, como una quimioembolización arterial hepática. El trata- miento de estos factores, su curación y un intervalo suficiente pueden permitir esperar que se recupere la función hepática existente antes del episodio que la ha agravado. Modificación del tumor Por tanto, un carcinoma hepatocelular puede tratarse me- diante quimioembolización o con un tratamiento de destruc- ción local (radiofrecuencia o crioterapia). Las metástasis he- páticas se pueden tratar con quimioterapia. La reducción del tamaño tumoral puede hacer que sea posible realizar una ex- tirpación que antes no lo parecía. La cuantía de la extirpa- ción puede disminuirse, o pueden desaparecer los contactos estrechos entre el tumor y las estructuras vasculares princi- pales. Todos estos tratamientos pueden causar modificaciones de la función hepática, por lo que la resección siempre debe plantear- se a cierta distancia. Modificación de los volúmenes hepáticos La interrupción de la circulación sanguínea en una rama de la vena porta provoca una hipertrofia contralateral del hígado, que se produce en 3-4 semanas si el hígado está sano. La in- terrupción de la circulación debe ser permanente. Se debe li- 20 EVALUACIÓN PREOPERATORIA PARA LA CIRUGÍA HEPÁTICA Se remite al lector a consultar también el capítulo 4, Em- bolización portal previa a la cirugía hepática. gar u obturar la rama porta. Esto puede realizarse por vía per- cutánea o por disección de una vena ileal durante una laparo- tomía corta por una incisión de Mac Burney, o en una lapa- rotomía durante una hepatectomía en dos tiempos. Se efectúa un estudio volumétrico hepático antes, y después de 3-4 se- manas tras la embolización. La modificación volumétrica se ob- serva en más del 90% de los casos. Si el hígado está sano, es más rápida e intensa. Puede utilizarse en caso de fibrosis sub- yacente pero entonces la hipertrofia compensadora se instala con más lentitud. ANESTESIA Y REANIMACIÓN INTRAOPERATORIA Anestesia propiamente dicha Las precauciones que deben tomarse son las mismas que en cualquier cirugía abdominal mayor. Se trata de una anestesia general de larga duración, lo que debe tenerse en cuenta a la hora de colocar al paciente. A pesar de los progresos realizados en el control de la he- morragia, la cirugía hepática mantiene un auténtico riesgo de hemorragia abundante. Esto supone disponer de unas vías de abordaje vascular que permitan infundir grandes cantida- des de solutos en poco tiempo. Se debe contar con aparatos de transfusión rápida y con vías venosas de grueso calibre. Se re- quieren tres catéteres (uno del calibre 18 y dos del 24), de los que uno sea una vena yugular externa, que permitan acceder al territorio cava superior. La preparación se completa con la colocación de un catéter arterial, por lo general en la arteria ra- dial izquierda. Se coloca en la vejiga una sonda urinaria y se mide la temperatura con una sonda térmica situada en la ampolla rec- tal o en el esófago. La elección de los fármacos anestésicos, entre un amplio aba- nico de posibilidades, se adapta de la mejor manera posible a cada paciente por el equipo anestésico, evitando los que sean hepatotóxicos (halotano, metoxiflurano). Puntos especiales Transfusiones Conllevan riesgos inevitables de transmisión viral, de alosen- sibilización y de inmunosupresión del paciente, que justifican hacer todo lo posible para evitarlos. Para ello, se adoptan va- rias medidas específicas: – La autotransfusión consiste en obtener sangre del paciente en las semanas previas a la hepatectomía. La sangre obteni- da se procesa y se conserva por el banco de sangre. Requie- re un umbral mínimo de hemoglobina (que algunos autores fijan en 11 g/dl) para que se pueda realizar. El cirujano o el anestesista proponen el procedimiento en la consulta al pa- ciente. Se requiere otra consulta para realizar la extracción según las normas del centro de transfusión local, lo que re- trasa la realización de la intervención unas cuatro semanas. De forma esquemática, la autotransfusión puede permitir ob- tener, en unas tres semanas, tres bolsas de 250-300 ml de sangre. La existencia de un proceso neoplásico no constituye una contraindicación para la técnica, con excepción del re- traso que supone para la intervención. – La hemodilución normovolémica consiste en obtener al prin- cipio de la intervención una o dos bolsas de sangre que se compensan, de forma simultánea, con un soluto adecuado. Esta técnica está limitada por la necesidad de tener un he- matocrito del 35% al comienzo de la operación. Cuando se ha asegurado la hemostasia al final de la intervención, la san- gre obtenida puede reinfundirse al paciente, en función del hematocrito. – Los recuperadores de sangre mediante la aspiración de la que haya caído a la cavidad abdominal durante la interven- ción. No pueden utilizarse en caso de neoplasia maligna (que es la principal indicación de la cirugía hepática) debido al riesgo de recirculación de células malignas si se produce una rotura tumoral. Anestesia y reanimación intraoperatoria 21 © E ls ev ie r. E s un a pu bl ic ac ió n M A S S O N . F ot oc op ia r si n au to riz ac ió n es u n de lit o. Evaluación del paciente Esta evaluación es igual a la que se realiza en cualquier paciente que vaya a someterse a una cirugía abdominal mayor. El estado general debe estar conservado, sin desnutrición grave. La apreciación de la función respiratoria es un dato rele- vante, debido a la repercusión de la parálisis diafragmá- tica derecha frecuente tras una incisión subcostal dere- cha y una tracción prolongada sobre el diafragma. La evaluación cardiológica también es fundamental y su objetivo principal es apreciar las posibilidades de tole- rancia cardíaca a una posible exclusión vascular o a una insuficiencia cardiocirculatoria. Debe dirigirse a la exis- tencia o no de una insuficiencia coronaria, porque la in- cidencia de un infarto de miocardio es mucho mayor. Se debe explorar también la función miocárdica. Una mio- cardiopatía alcohólica es frecuente en la cirrosis alcohó- lica. Provoca una dilatación ventricular izquierda con una disminución de la función sistólica y una hipertrofia muscular que disminuye la distensibilidad y la contrac- ción. En caso de ictericia por colestasis extrahepática, el aporte de vitaminaK1 por inyección diaria subcutánea de 20 mg permite corregir en 2-3 días un déficit de fac- tores de la coagulación, que causa alteraciones de la he- mostasia. Control de la temperatura En la actualidad está bien establecido que la hipotermia re- lativa, preconizada por algunos autores en el pasado, debe combatirse por todos los medios, debido a sus efectos perjudi- ciales, sobre todo en relación con la coagulación sanguínea. El calentamiento se asegura de forma sistemática con la utiliza- ción de mantas (de aire caliente), de colchones calentadores y, en ocasiones, mediante el calentamiento de los líquidos y de los gases administrados. 22 EVALUACIÓN PREOPERATORIA PARA LA CIRUGÍA HEPÁTICA Para recordar Respecto al riesgo de insuficiencia hepatocelular postope- ratoria, lo esencial es el parénquima hepático restante tras la hepatectomía, tanto en calidad como en cantidad. La función hepática no puede modificarse. La isquemia hepática debe limitarse al máximo debido a su efecto so- bre dicha función (al igual que la insuficiencia cardiocir- culatoria). Puede modificarse la cantidad de parénquima residual mediante una reducción del tamaño de las hepatecto- mías (segmentectomías o hepatectomía atípica) o con un aumento del volumen residual (embolización portal). Biopsia hepática CAPÍTULO 3 La biopsia hepática está justificada cuando su resultado puede modificar eltratamiento y, por tanto, el pronóstico del paciente. Su modo de realización (vía transcutánea, vía transyugular, ecoguiada, quirúrgica) depende, en esencia, de la hepatopatía en su globalidad. © E ls ev ie r. E s un a pu bl ic ac ió n M A S S O N . F ot oc op ia r si n au to riz ac ió n es u n de lit o. BIOPSIA HEPÁTICA POR VÍA PERCUTÁNEA Se realiza bajo anestesia local, con la ayuda de una aguja y bajo control ecográfico. La mayor parte de las compli- caciones aparece durante las 6 primeras horas. Los pacientes que vivan cerca del hospital pueden ingresarse en el hospi- tal de día y los demás seguir una hospitalización convencio- nal de 24 horas. Contraindicaciones Debe interrumpirse: – La heparina al menos 6 horas antes y controlar el TCA (tiem- po de coagulación activada). – Las heparinas de bajo peso molecular al menos 12 horas antes. – Los antivitamínicos K 3-5 días antes, sin sustituirse por la heparina, en los pacientes con bajo riesgo de trombosis. – El ácido acetilsalicílico o las tienopiridinas 10 días antes. Las contraindicaciones de la biopsia hepática por vía percu- tánea son: – Los trastornos de la hemostasia: – TP <50% y/o, – plaquetas <60.000 y/o, – prolongación aislada del TCA. – Una dilatación de las vías biliares intrahepáticas y/o una in- fección biliar no controlada. – Una ascitis perihepática no tratada. – Un hígado vascular, como el hígado cardíaco, una pelio- sis, o una enfermedad de Rendu-Osler. – Un paciente sometido a hemodiálisis. – Un paciente no colaborador (salvo si la biopsia se realiza bajo anestesia general). Material Pueden emplearse dos tipos de agujas: – Las agujas cortantes (TruCut). Constan de dos partes: un eje central constituido por una punta corta seguida de un hueco de unos 3 cm y la propia aguja, cuyo extremo es agudo. El eje cen- tral se introduce, en primer lugar, en el parénquima, y después la aguja se introduce a lo largo del eje y corta el parénquima in- cluido en el hueco del eje central. El cuerpo de la aguja que lo recubre protege la muestra cuando se retira dicha aguja (fig. 3.1). – Las agujas aspirativas (de tipo Menghini). La aguja tiene un extremo cortante. Se crea un vacío y se mantiene con ayuda del émbolo de la jeringa durante la progresión de la aguja. En su extremo proximal dispone de un pequeño mango, a lo largo de un tercio de su longitud, que evita la aspiración de la muestra en el cuerpo de la jeringa y su fraccionamiento (fig. 3.2). De este modo, el fragmento de parénquima queda en el cuerpo de la aguja, incluso durante su retirada, si se mantiene el vacío. El diámetro, para ambos modelos, es de 14-23 G. Existen sis- temas de cargado y de sección automática que facilitan la ma- nipulación. Técnica El paciente debe estar en ayunas. En aquéllos que no estén tras- plantados, puede administrarse, en caso de ansiedad, una pre- medicación con semiampollas de sulfato de atropina (0,25 mg) 24 BIOPSIA HEPÁTICA 3.1 Aguja de biopsia cortante (tipo TruCut). Obsérvese en la parte inferior de la imagen que muestra el extremo de la aguja abierto, el eje central y el mango cortante que está en posición sacada. 3.2 Aguja de biopsia aspirativa (tipo Menghini). En sentido descendente: – Jeringa con el sistema de trinquete sobre el émbolo que permite mantener el vacío. – Mango con aletas, más corto que la aguja. – Aguja cortante en su extremo. por vía subcutánea, debido al riesgo de síncope vagal y con hi- droxizina (que no debe aplicarse en pacientes cirróticos), 30 mi- nutos antes. El paciente se coloca en decúbito supino, con el brazo dere- cho en ángulo recto. Los límites del hígado, su posición y la de la vesícula biliar se localizan con un transductor de ecografía. El punto de punción suele situarse a lo largo de la línea axilar media, en plena mati- dez hepática (fig. 3.3). La piel se desinfecta y se coloca un paño fenestrado sobre el tórax. La inyección del anestésico local se realiza a lo largo del trayecto de punción en el espacio intercos- tal, en el borde superior de la costilla inferior. Debe llegar hasta la cápsula de Glisson, que es una zona especialmente sensible. La aguja de biopsia se introduce tras haber realizado una pe- queña incisión cutánea con el bisturí. El paciente debe conte- ner la respiración durante la progresión de la aguja, que debe ser continua, sin sacudidas. El cargado de la aguja (vacío me- diante un sistema más o menos automático) se realiza cuando se atraviesa la cápsula de Glisson (fig. 3.4). Enseguida se introduce en el hígado, a lo largo de una pro- fundidad de unos 3 cm. Basta con una sola pasada para obte- ner un fragmento con la calidad adecuada. Cuidados posteriores La vigilancia se realiza mediante un hematocrito a las 2 ho- ras. Ante cualquier anomalía, se debe realizar una ecografía ur- gente. La presencia de dolor intenso persistente, aunque el he- matocrito esté estable, debe suscitar la misma actitud. El paciente ha de permanecer 2 horas en decúbito lateral derecho y 4 horas en decúbito supino. La alimentación se permite 2 ho- ras después y el paciente puede levantarse a las 6 horas de la biopsia. Cualquier desplazamiento prolongado (ambulancia, tren o avión) está contraindicado en las 12 horas posteriores. La heparina puede reanudarse, si es preciso, tras 12 horas como mínimo. Sucede lo mismo con las heparinas de bajo peso molecular. En el caso de los antivitamínicos K hay que esperar 72 horas. Biopsia hepática por vía percutánea 25 © E ls ev ie r. E s un a pu bl ic ac ió n M A S S O N . F ot oc op ia r si n au to riz ac ió n es u n de lit o. 3.3 Zona de punción (flecha roja) para la realización de una biopsia percutánea. El paciente se coloca en decúbito supino, con el brazo derecho en ángulo recto. 3.4 Realización de una biopsia percutánea. a. La piel se traspasa con la aguja conectada a la jeringa, que está a medio llenar (sin aire). b. Una vez atravesadas la piel y la hipodermis, se tracciona sobre el émbolo para crear un vacío en la aguja. c. Este movimiento se mantiene mientras la aguja se introduce en profundidad en el parénquima hepático. d. La aguja se retira manteniendo el vacío mediante la tracción sobre el émbolo. a c b d Las condiciones necesarias para poder realizar la biopsia he- pática de forma ambulatoria son: – La indicación por una afectación difusa del hígado y no focal. – La ausencia probable de cirrosis. – Un estudio normal de la hemostasia. – La posibilidad de hospitalización si surgen complicaciones. – La posibilidad de que el paciente pueda regresar en 30 mi- nutos si surgen complicaciones.
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