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RELIGIÓN O CRISTO

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¿RELIGIÓN O CRISTO? 
 
¿Religión o Cristo?, por M.R. 
De Haan. 
 
Traducción: Samuel Vila 
 
Los Versículos del Nuevo Testamento en este librito son del Nuevo 
Testamento de la 1602 Purificada. En el Antiguo Testamento la fuente 
es la antigua revisión de 1909. 
 
 
 
 
RELIGION O SALVACION 
 
El cristianismo no es una religión; es vida. Por lo general, la 
religión consiste en un conjunto de formalismos y 
ceremonias. Aunque existe un sinfín de movimientos 
religiosos que va en aumento cada día, el cristianismo 
sobresale de toda religión. El genio del cristianismo es que 
su Autor y Cabeza está vivo; porque el Autor de nuestra 
salvación es Jesucristo, el Hombre glorificado que está a la 
diestra de Dios. Ninguna otra religión se atreve a reclamar 
esta distinción. Ni los más fanáticos devotos de las 
numerosas religiones en el mundo se atreven a afirmar que 
el autor de su fe aún vive, antes reconocen que, como el de 
cualquier otra religión, sus autores u originadores ya han 
muerto; y sólo sus enseñanzas y credos permanecen. 
Por lo general, la palabra religión se usa actualmente en 
un sentido muy amplio, incluyendo al cristianismo mismo, 
pero al acudir a la única fuente de información sobre el 
origen del cristianismo, la Santa Biblia, no hallamos punto 
alguno de comparación. En muchas de nuestras 
instituciones de enseñanza, entre las materias que se cursan, 
encontramos una llamada "Religiones Comparadas". Entre 
muchas otras religiones también se menciona el 
cristianismo, pero esto no es del todo acertado, porque el 
cristianismo es algo más que una religión. Y repito: es 
vida, mientras que una mera religión está compuesta de 
obras muertas y ceremonias. 
 
RELIGION Y OBRAS 
La religión enseña obras; el cristianismo enseña fe. Esta 
diferencia se hace evidente a través de toda la Biblia. 
Nicodemo, que fe a Jesús de noche, era estrictamente 
religioso; no obstante, Jesús le dijo: "No te maravilles de que 
te dije: Necesario os es nacer otra vez" (Juan 3:7). Pablo, 
antes de su conversión, era muy religioso, como lo testificó 
ante Agripa, cuando dijo: 
Mi manera de vivir desde mi mocedad, la cual desde el 
principio fue entre mi nación en Jerusalén, todos los 
judíos la saben (Actos o Hechos 26:4,5). 
 
Pablo era religioso más que cualquier otra persona, pero no 
fue salvo hasta que se encontró con el Salvador y Autor de la 
salvación en su camino a Damasco. La religión por sí sola no 
puede salvar a nadie. Los griegos la tenían también. Todas las 
gentes de los tiempos de Jesús y de Pablo tenían religiones 
diversas, pero necesitaban el Evangelio. Millones y millones 
de personas hoy día, aun en los países cristianos, poseen una 
religión, pero no saben nada de la verdadera salvación de 
Cristo. Alguien ha dicho: "Cristo vino a salvar los hombres de 
dos cosas: del pecado y de la religión; y la tarea más difícil es 
salvar a la gente religiosa, que por su religiosidad cree que no 
necesita un Salvador". 
 
 
¿QUÉ ES RELIGIÓN? 
 
 
La palabra "religión" se usa cinco veces en las Escrituras y la 
palabra "religioso" solamente dos veces. En cada uno de estos 
casos está asociada con obras, ceremonias y ritos, pero no con 
FE. La palabra que más se usa en las Escrituras es threskeia, 
la cual viene de la palabra threskos, que a su vez procede 
de la raíz throseho, que en griego significa "asustar”, 
“lamentar”, “afligir". La palabra "religión" en la Biblia, según 
su etimología, significa un servicio ceremonial motivado por 
temor y aflicción. Ese es el significado de la palabra religión, 
como se emplea en la Biblia. Contrastando con esto el 
mensaje de salvación, notaremos la gran diferencia. Si es 
usted una persona religiosa, se le puede preguntar: ¿ES 
USTED SALVO?, y la repuesta puede ser: - Así lo espero. Pero 
hágale a un hombre salvo la misma pregunta y le contestará: 
- Sí, gracias a Dios, "yo sé a quién he creído, y estoy cierto 
que es poderoso para guardar mi depósito para aquel día" 
(2 Timoteo 1:12) 
 
 
CLASES DE RELIGIÓN 
 
Hay dos clases de religiones, las buenas y las malas. La 
religión que se convierte en fanatismo e hipocresía y condena 
y persigue a otros que no estén de acuerdo con su sistema es 
una religión mala. Santiago (Jacobo) menciona otra religión 
- pura y sin mácula (Santiago o Jacobo 1:27) -, y que está 
asociada con las buenas obras. Esta es la única vez en las 
Escrituras que se habla positivamente de la religión. En todos 
los demás casos se le asocia con un simple vacío y pobre 
fanatismo y ceremonialismo. Es una trampa del enemigo 
hacer que los hombres tengan religión sin salvación; que 
estén satisfechos con sus propias obras y rehacen la obra 
redentora de Jesucristo, y su completa salvación. Por esto 
deseo preguntarle: "¿Es su religión lo suficientemente 
completa? ¿Le trae gozo y paz?" Si usted tiene a Cristo, Él le 
dará todo esto de una manera completamente independiente 
de sus propios méritos y buenas obras. 
 
 
HACERLO O HA SIDO HECHO 
 
Existen dos evangelios en el mundo, el evangelio de obras y 
el de fe. La Palabra de Dios dice que la salvación ya ha sido 
consumada, o hecha; satanás dice que la salvación se está 
haciendo. En la Biblia abundan ejemplos de estos dos casos. 
Con relación a nuestros primeros padres en el Edén hallamos 
un brillante ejemplo. Recuerde que después que hubieron 
pecado, leemos esto: 
 
 
Y fueron abiertos los ojos de entrambos, y conocieron 
que estaban desnudos... (Génesis 3:7). 
 
 
Tan pronto como pecaron se dieron cuenta que habían 
perdido la vestidura de inocencia y la protección de su 
pureza. Pero, en vez de buscar a Dios, se tornaron a la 
religión; acudieron a sus propias obras y leemos a la trágica 
historia: 
 
 
Entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron 
delantales (Génesis 3: 7) 
 
 
En vez de clamar a Dios pidiendo misericordia y gracia, 
buscaron su salvación y protección para su pecado en las 
obras de sus propias manos. Y el primer acto religioso de 
nuestros primeros padres ha sido perpetuado por sus 
descendientes. El hombre, por instinto, sabe y siente que está 
desnudo y necesita una protección. Pero por su estado de 
depravación y su ceguera, a causa del pecado, busca 
encubrirse con sus propias obras y esfuerzos. Cada religión 
que el mundo ha conocido es un testimonio mudo del hecho 
de que el hombre busca, y busca algo que le permita 
permanecer en la presencia de su Creador. El hombre es 
incurablemente religioso. Inevitablemente, reconoce la 
existencia de un poder superior. Solamente el necio dice "en 
su corazón: no hay Dios" (Salmos 14:1). Pero no sólo sabe el 
hombre que hay un Juez que lo ve, sino que también sabe que 
es culpable y corrupto, por lo que trata de acallar su propia 
conciencia. Por esta razón trata de expiar sus pecados por 
medio de sus propios esfuerzos y sacrificios religiosos. De 
polo a polo, desde las desoladas y frígidas regiones árticas 
hasta los sofocantes y tórridos climas de los trópicos, el 
hombre inventa sus religiones para cubrir su desnudez. Algo 
así como si cosiera hojas de higuera para cubrirse. La madre 
pagana que arranca a su pequeño de su propio seno y con un 
grito de desesperación lo lanza a los cocodrilos, en su 
ignorancia, simplemente está buscando, como Adán y Eva, 
aplacar la inquietud de su propio corazón, por el pecado. Los 
antiguos paganos que arrojaban a sus hijos a la boca llena de 
fuego del dios Moloc, o el oriental ignorante que por la noche 
va a los sepulcros de sus seres queridos y les coloca sobre la 
tumba una taza de arroz, humedecido con su propia sangre; 
o el miserable e ignorante pagano que se somete a los 
horrores fetichistas del médico brujo- todos ellos expresen la 
universal ansiedad del corazón humano que busca algo con 
que expiar el pecado y dar paz a su conciencia y contrito 
corazón. 
 
Pero este afanoso coser de hojas de higuera no está limitado 
a los paganosignorantes, sino que es la causa del 
interminable y creciente número de religiones y ceremonias 
que existen dentro de lo que se llama las naciones avanzadas. 
No hay duda de que son sinceros, y lejos esté de nosotros 
condenarlos o tratar de quitarles sus piadosos deseos; 
queremos mostrarles solamente una mejor manera de 
satisfacerlos; en realidad la única manera. Adán y Eva eran 
muy religiosos y sinceros. Pero sus delantales de hojas de 
higuera no eran suficientes, porque con eso no se podía quitar 
el pecado; solamente podían cubrirlo. Tampoco podían traer 
paz a su corazón. Cuando Dios vino a ellos en el huerto del 
Edén, se escondieron y, temblorosos y paralizados de temor, 
se ocultaron de la presencia de Dios. Su religión había 
fracasado y era necesario lograr algo mejor. Tenemos toda la 
historia en un pequeño versículo de Génesis, un versículo que 
con mucha frecuencia pasamos por alto. Allí leemos: 
Y el Señor Dios hizo al hombre y a su mujer túnicas de 
pieles, y vistiólos (Génesis 3:21). 
 
Las hojas de higuera no servían. Por lo tanto, Dios les mostró 
una mejor manera; la única forma posible de obtener perdón. 
Como ya lo hemos indicado, se nos enseñan tres cosas en este 
breve versículo. Primero, que la salvación es obra de Dios y 
no del hombre. Dios provee el sacrificio. Segundo, que debe 
ser mediante la muerte de un sustituto inocente, y en tercer 
lugar, debe ser por derramamiento de sangre. Dios demanda 
todo esto, y nada más. Cualquier sacrificio que no reúna 
todos estos requisitos no es válido para expiar, mientras que 
todo sacrificio que reúna estas condiciones es siempre 
aceptable. Lo volvemos a ver en el caso de Abel y Caín. Lo 
encontramos en el cordero pascual. Lo vemos en los 
sacrificios de Israel sobre el monte Moríah. Es visible en 
todas las ofrendas rituales de Israel, en los holocaustos, en la 
ofrenda de paz, en la ofrendad por el pecado y la transgresión 
y finalmente, Dios envía a Aquel que señalaban todas estas 
ofrendas y sacrificios - al mismo Señor Jesucristo, el perfecto, 
santo Cordero de Dios. Cuando El vino reunió todas estas tres 
condiciones. 
PRIMERO. Fue el don de Dios, y no la recompensa por las 
obras del hombre. "Porque de tal manera amó Dios al 
mundo, que dio a su Hijo unigénito; para que todo aquel 
que en él cree, no perezca, mas tenga vida eterna" (Juan 
3:16). Él fue la ofrenda o regalo de Dios. 
SEGUNDO. Debe ser por la muerte inocente de un sustituto. Y 
Cristo llenó este requisito, porque Él era inocente y no se halló 
falta en Él. No conociendo pecado, se hizo pecado por nosotros. El 
llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero. Pedro dijo: 
El cual no hizo pecado, ni fue hallado engaño en su boca 
(1 Pedro 2:22). 
TERCERO. Debe ser por el derramamiento de la 
sangre inocente de un sustituto. Y Cristo derramó su 
sangre y la dio para que nosotros podamos ser libertados. 
Pedro dijo: 
[No fuimos redimidos] con cosas corruptibles, como 
oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como 
de un cordero sin mancha y sin contaminación (1 Pedro 
1:18,19). 
Este versículo, en Génesis 3:21, concerniente al primer 
sacrificio por medio del cual Dios cubrió la desnudez de 
nuestros primeros padres, era solamente un tipo del 
Redentor venidero, el Señor Jesús. Juan el Bautista, cuando 
lo vio, dijo: "He aquí el Cordero de Dios que quita el 
pecado del mundo" (Juan 1:29). Y el ángel le dijo a 
María: "llamarás su nombre JESUS" (Lucas 1:31); y a 
José: "Y llamarás su nombre JESUS, porque él 
salvará a su pueblo de sus pecados" (Mateo 1:21). 
 
NO HAY OTRO 
 
Allá en el huerto de Edén, Dios dio una revelación 
concerniente al camino de la salvación, que nunca ha sido 
cambiado ni lo será. Cualquier otro camino es decepcionante 
y falso. Cristo dijo: "El...que...sube por otra parte, el 
tal ladrón es y robador" (Juan 10:1). Y Pablo declaró: "Si 
alguien os predicare otro evangelio del que habéis 
recibido, sea maldito" (Gálatas 1:9). 
 
RELIGION Y SALVACION 
 
Como se puede ver, sólo hay dos caminos, la senda del hombre 
y la de Dios. El camino del hombre es la senda de la religión; 
el camino de Dios es la sencilla senda de la gracia. La senda 
del hombre es por medio de sus hojas de higuera de propia 
hechura; la senda de Dios es mediante el sacrificio y la sangre 
del Cordero divino. La senda del hombre es por obras, la de 
Dios por la fe. La senda del hombre es por medio de la religión; 
el camino de Dios es por medio de creer en El. En Proverbios 
14:12, leemos: "Hay camino que al hombre parece 
derecho; empero su fin son caminos de muerte." 
Pero Jesús nos dice: 
Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie 
viene al Padre, sino por mí (Jn. 14:6). 
Me permito preguntarle: "¿Es usted religioso o salvo?" Si sólo 
tiene religión y nunca ha entrado por el camino del sacrificio 
de Cristo, amigo mío, usted todavía permanece en sus 
pecados. Y Dios demanda de usted que hoy mismo conteste 
esta pregunta. Cuando Adán se escondió en el huerto, Dios 
vino y lo llamó diciendo: "¿Dónde estás tú? ¿Por qué te 
escondes de mí?" Y Adán salió cubierto con un pobre delantal 
de hojas de higuera, pero tan culpable y perdido como antes. 
Mi amigo, ¿qué esperanza tiene usted de ir al cielo? 
Pregúntese, o por lo menos permítame preguntarle: ¿Está 
usted seguro de ir al cielo? ¿Es salvo? Quizás alguien diga: 
"Bueno, mi vida es recta y hago lo mejor que puedo". 
Escúcheme, amigo mío, esto que usted acaba de expresar son 
HOJAS DE HIGUERA, sencillas hojas de higuera; ni más ni 
menos; porque Dios dice; "No hay justo, ni aun uno" 
(Romanos 3:10). Alguien más, defendiéndose, quizá diga: 
"Pues yo no puedo entender la Biblia". HOJAS DE HIGUERA, 
amigo mío. Dios le pide que crea. Y no que primero busque 
entender toda su Palabra. Nunca podremos comprender 
cómo pudo Dios entregar a su único y querido Hijo para que 
muriera por ruines pecadores como yo. 
 
Puede usted que diga: "No siento que sea salvo". Pero es que 
la salvación no depende de lo que sentimos, sino de lo que 
CREEMOS. Sus sentimientos cambian todos los días, pero las 
promesas de Dios son inmutables, y Él dice: "Todo aquel 
que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios" 
(1a Juan 5:1). Créame, amigo, ponga su confianza en Cristo, y 
las sensaciones vendrán posteriormente. Usted no rechaza los 
alimentos porque no se siente satisfecho y lleno. Come y 
pronto se encuentra satisfecho. Lo único que usted debe saber 
y sentir es que sin Dios está perdido, que necesita un Salvador. 
Entonces venga a Cristo, ponga su fe en El, y la sensación de 
su salvación vendrá luego. Deje sus "delantales de hojas de 
higuera", su falsa idea de religión, y sométase a la protección 
de la preciosas sangre del Señor Jesús. 
 
LOS DOS LADRONES 
Y cuando vinieron al lugar llamado de la Calvario, le 
crucificaron allí, y a los malhechores, uno a la derecha y 
otro a la izquierda (Lucas 23:33). 
Para Dios, solamente hay dos clases de personas en el mundo. 
El reconoce sólo a dos clases de seres humanos: los salvos por 
El y los perdidos, los pecadores y los santos, los que van 
camino del cielo y los que van hacia un eterno infierno. Los 
hombres clasifican a la humanidad de muchas maneras y se 
refieren a los hombres como blancos, negros o amarillos. Los 
clasifican por nacionalidades como holandeses o ingleses, 
italianos o alemanes. Los clasifican como ricos o pobres, 
grandes o pequeños, educados o ignorantes, y así 
sucesivamente. Pero Dios ve a los hombres como salvos o 
perdidos. En la Biblia solamente hay dos caminos, el ancho y 
el angosto. Solamente dos destinos, eterno gozo o eterna 
angustia. Y la diferencia entre los salvos y los perdidos no 
depende de la magnitud o cantidad de pecado que han 
cometido o de la religión de cada individuo, o de la iglesia a 
que pertenecen, ni de su bondad o condición moral. Dios 
clasifica a todos los hombressegún su actitud hacia su Hijo, el 
Señor Jesucristo. Los que lo reciben por fe son salvos; los que 
rechazan su gracia están condenados. 
 
 
CRISTO, EL DIVISOR DE LOS HOMBRES 
 
 
Jesucristo es el gran Divisor de todos los hombres. Con su 
nacimiento dividió la historia, de tal manera que, con 
excepción de pocos países, toda la historia se calcula 
partiendo del nacimiento del Señor Jesucristo, o sea, A.C. 
(antes de Cristo) o D.C. (después de Cristo). El calendario 
nos testifica de la venida de Aquel que precipitó toda la 
historia dentro del molde de su Persona. Cada vez que los 
hombres citan una fecha, con o sin su agrado, testifican del 
hecho de la historicidad de Jesucristo. El año 1973 o 
cualquier otro año, se ha calculado partiendo de su 
nacimiento en el mundo. Incógnito en su humildísima 
aparición, con sólo tres años y medio ante las miradas 
públicas, y crucificado como un criminal a la edad de treinta 
y tres años, no obstante, vivió de manera tal; enseñó tales 
doctrinas, predicó tal evangelio, hizo tales cosas y murió de 
tal manera, que los hombres en todas partes, y diariamente, 
están obligados a reconocer la grandeza de su Persona cada 
vez que ponen fecha a cualquier carta o documento. Sin la 
fecha y sin el año del nacimiento de Jesús, su cheque, o 
contrato, o recibo o hipoteca no sirven. Un centenar de 
veces al día usted tiene que enfrentarse con el hecho de que 
Cristo, aunque fue rechazado por muchos, brilla sobre todas 
las páginas de la historia y divide los tiempos. Es el gran 
Divisor. 
 
SU MUERTE ESPERA 
 
 
Así como el nacimiento de Cristo divide toda la historia, así 
también su muerte separa a toda la humanidad. Cuando 
pendía de la cruz, dos hombres lo acompañaban, uno a la 
derecha y otro a la izquierda. La mayoría de la gente no ve en 
ellos más que a dos malhechores, pero realmente ellos 
representan a TODOS LOS HOMBRES. Usted, que ahora está 
leyendo este libro, se halla representado por uno de estos dos 
hombres. Más de mil novecientos años han pasado desde que 
fueron crucificados; uno está ahora en los cielos y el otro, en 
un lugar de eterna condenación. 
¿Qué es lo que originó esta gran diferencia? Ambos eran 
idénticos en sus pecados. Usted puede leer este relato en los 
Evangelios y no hallará ni un indicio de que uno haya sido 
mejor o peor que el otro. Ambos habían sido sentenciados 
a muerte. Ambos eran culpables. Ambos estaban muriendo. 
Sin embargo, actualmente uno está en el cielo y el otro en el 
infierno. La diferencia se basa en la actitud que tuvieron 
hacia el Hombre que estaba en medio de ellos, el Señor 
Jesucristo. Estos dos hombres eran igualmente culpables; 
pero uno creyó en Cristo, y el otro lo rechazó. Ellos nos 
representan a todos nosotros. Usted también puede 
salvarse o perderse, y la diferencia estribará en SU ACTITUD 
hacia Cristo, el Hijo de Dios. 
 
 
EL LADRON CONDENADO 
 
Por lo tanto, usted debe pensar que estos dos ladrones 
representan a toda la humanidad. Usted mismo ahora o CREE 
EN CRISTO o LO RECHAZA. Hay tres notables características 
en el delincuente que se condenó. Su historia nos enseña que: 
1. Un hombre puede rechazar a Cristo en el mismo momento 
de su muerte. 
2. Un hombre puede estar muy cerca del Salvador y perderse. 
 3. Un hombre puede desear y aun pedirle a Cristo que le 
salve y, sin 
 embargo, perderse. 
 
RECHAZARLO AL MORIR 
 
Una persona puede rechazar a Cristo aun en el 
mismo momento de su muerte. He aquí a un malhechor 
muriendo crucificado, y que en pocas horas tendría que 
enfrentarse al juicio eterno. Sin embargo, aun ante la muerte 
se muestra burlándose del Salvador de los hombres. Creo que 
este hombre había visto a Cristo y oído de El antes, y parece 
que entendió bastante las palabras de Cristo cuando le oyó 
hablar a las multitudes. El debió haber conocido algo de 
Cristo, ya que sabía quién era. Escúchelo decirle: 
Si tú eres el Cristo, sálvate a ti mismo y a nosotros 
(Lucas 23:39). 
Si un día le oyó predicar, ahora se encuentra frente a frente, 
pendiendo de una cruz, junto a Él. Es un hecho que las 
conversiones reales y genuinas son muy, muy raras en el 
lecho de la muerte. Muy pocas personas se han salvado a 
la hora de morir. Alguien ha dicho con razón: "La Biblia 
solamente registra una conversión a la hora de la muerte. 
UNA para que nadie se desespere, y UNA sola para que nadie 
pueda presumir". Todas las circunstancias están en contra ser 
salvado a última hora. Alguien puede pensar que al final, 
después de muchos años, cuando sea anciano, o cuando esté 
enfermo, va a preocuparse por la salvación, pero por la 
experiencia de muchos esto no es admisible. 
En primer lugar, la intensidad de la vida moderna produce 
mayor número de muertes violentas. Es más grande que 
nunca el número de hombres y mujeres que mueren 
repentinamente de ataques al corazón, apoplejía y muchas 
otras causas. Pero, ¿qué diríamos de aquellos que quedan en 
el lecho de la enfermedad por algún tiempo antes de morir? 
La verdad es que casi todas las personas que enferman, 
esperan sanar y no morir. Y cuando están muy graves y al 
borde de la muerte, por lo general no están en condiciones 
mentales de poder pensar en la salvación. Están abstraídos 
por la fiebre, el dolor y el sufrimiento, y a menudo en estado 
de sopor, por las drogas o medicamentos que les producen en 
estado de delirio e inconsciencia. Si un hombre no se enfrenta 
con el asunto de la salvación estando en buena salud y con 
todas sus facultades mentales, hay poca razón para creer que 
lo hará cuando esté en fiebre y delirando por los tóxicos de la 
enfermedad. No en vano nos dice la Escritura: 
He aquí, ahora es el día de salvación (2a Corintios 6:2). 
Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestros 
corazones (Hebreos 3:15). 
Sí, muy pocos de los que esperan hasta el último momento 
hacen una decisión por Cristo. Cuando se rechaza a Dios 
repetidas veces, la conciencia se entorpece y el corazón y el 
alma se endurecen. Si usted rechaza a Cristo hoy, será lo más 
fácil que lo rechace también mañana. 
 
 
CERCA, PERO PERDIDO 
La segunda cosa que aprendemos del ladrón pendiente en la 
cruz es ésta: Un hombre puede hallarse muy cerca del 
Salvador y ser perdido. Este ladrón estuvo muy cerca de 
Jesús. Pendía al lado de Cristo, desde donde podía escuchar 
sus dolientes palabras, ver su sufrimiento y observar su 
agonía. Si sus manos no hubieran estado clavadas a la cruz, 
hubiera podido tocar y tomar la mano del Salvador. Cristo 
debió haber estado cerca, muy cerca, porque los dos ladrones 
pudieron conversar escuchándose el uno al otro, a pesar del 
ruido de la muchedumbre que estaba al pie de las cruces. Pero 
estar cerca no es suficiente. Usted, conforme va leyendo ahora, 
está muy cerca del Salvador y, sin embargo, puede que esté 
perdido. Puede quizás haber estado muy cerca de Cristo 
desde su niñez. Pudo haber nacido y criándose en un hogar 
cristiano, con padres piadosos y que desde la infancia haya 
conocido el nombre de Jesús, haya aprendido a leer la Biblia 
y orar, ir a la escuela dominical y al templo; pero quizás 
USTED ESTA PERDIDO. Puede ser que en ocasiones muy 
especiales usted haya estado muy cerca de Dios. Es posible que 
con motivo de la muerte de algún ser querido se haya dado 
cuenta de la brevedad de la vida, y haya sentido la necesidad 
de prepararse para la eternidad. Quizá por un breve momento 
su corazón fue enternecido y hasta llorado. Usted estaba 
muy cerca, pero nada hizo para triunfar. La sensibilidad y la 
convicción se alejaron, y usted volvió a su indiferencia. O 
quizá, bajo la predicación de algún siervo de Dios o en algún 
otro servicio religioso, haya usted sentido la urgencia de hacer 
una decisión. Sus pecados le preocupaban y bajo su convicción 
aun lloró, pero no tomó ninguna decisión, y hoy su corazón 
está frío e indiferente. Pudieraser que un mensaje 
radiofónico, sobre la Palabra de Dios, llegó a tocar su corazón. 
Quizás en este mismo instante estas palabras han despertado 
en usted la necesidad y el conocimiento del grave peligro de 
posponer por más tiempo su salvación. Entonces se puede 
decir que USTED ESTA CERCA, pero no es suficiente. ¿No 
quiere usted, antes que vuelva a pasársele esta convicción, 
decirle "SI” al Salvador y arreglar este importante asunto de 
una vez por todas, y no solamente estar muy cerca, ¿sino 
allegarse a Jesús y ser salvo? 
 
ORANDO, PERO PERDIDO 
 
Una tercera cosa nos llama la atención con respecto a este 
ladrón en la cruz. Él quería ser salvo y aun le pidió a 
Jesús que lo salvara; sin embargo, quedó perdido. 
Puede que estas palabras le sorprendan; pero lea la narración 
bíblica y note cuán cierto es. Escuche al malhechor decir a 
Jesús: Si tú eres el Cristo, sálvate a ti mismo y a 
nosotros (Lucas 23:39). 
Le pidió a Cristo que lo salvara. Sin embargo, quedó perdido. 
¿Por qué? Porque no quiso ser salvo de acuerdo con el plan de 
Dios, y buscó lo que hoy llamaríamos "el camino moderno", no 
por la muerte de Cristo, sino por su vida y ejemplo. 
Escúchelo cuando dijo: "SALVATE A TI MISMO y a nosotros". 
No sabía que si Cristo se hubiera salvado a sí mismo no 
hubiera podido salvarnos a nosotros. Esta es la gran diferencia 
entre la salvación bíblica y la teología moderna. La 
enseñanza bíblica es que solamente por la muerte de Cristo 
en la cruz podemos ser salvos. La teología moderna se burla 
de la muerte expiatoria y habla de "seguir el ejemplo de 
Cristo y ser honorables". Nos dicen: hay que guardar "la regla 
de oro", seguir el ejemplo y enseñanzas "del Maestro en su 
Sermón del Monte", guardar la Ley, ser decentes, portarse 
bien, ser honestos y caritativos; en otras palabras, hacer 
simplemente lo mejor que podamos y todo saldrá bien. No 
quieren ser salvos por medio de la muerte de Cristo. Ese fue 
el error del malhechor en la cruz. Él quería ser salvo, pero no 
por la obra redentora de Cristo, y por eso dijo: "Sálvate 
a ti mismo, y a nosotros". Todo el mundo quiere ser salvo y 
muchos oran pidiendo la salvación, pero nunca serán salvos, 
porque solamente hay un camino, por medio de la muerte 
propiciatoria y la resurrección de nuestro Señor Jesucristo. 
"Un monte hay más 
allá del mar Y en él 
hubo una cruz, 
Do por nosotros 
sucumbió El 
Salvador Jesús. 
Fue para darnos 
el perdón Que 
allí su vida dio; 
Por darnos cielo y 
salvación Su 
sangre derramó." 
Amigo mío, no basta con QUERER ser salvo y TRATAR DE 
HACER LO MEJOR para salvarse. Lo mejor que usted puede 
hacer no es suficiente. Y porque usted no podía pagar el precio 
por el pecado y salvarse, Jesucristo tuvo que morir 
sustituyéndolo, para que USTED pudiera vivir y ser salvo. La 
pregunta es: "¿Se asemeja usted a aquel ladrón, culpable y 
bajo condenación, rechazándolo hasta ahora, mientras que Él 
está cerca de usted? ¿Está usted también deseando ser salvo, 
como todos los hombres lo desean y anhelan? Sin embargo, es 
muy posible que usted se pierda porque no actuó en este 
mismo instante. 
 
 
EL LADRON SALVADO 
 
Si usted realmente quiere ser salvo y está dispuesto a aceptar 
las condiciones de Dios para la salvación, escuche entonces la 
breve historia del ladrón que estaba al lado derecho del Señor 
Jesús. Pero primero me permito recordarle que no había 
ninguna diferencia entre los dos ladrones. Ambos eran 
asesinos, ladrones y rebeldes. Ambos habían sido justamente 
condenados a morir, ambos pendían en la cruz y ambos, en un 
principio, habían ultrajado a la sublime Persona que estaba en 
la cruz del centro. No había diferencia entre ellos, la única 
diferencia fue su posterior reconocimiento de Jesús. Uno lo 
recibió, el otro lo rechazó. 
 
Encontramos aquí cinco cosas del ladrón arrepentido que 
ocurren con toda persona que se salva. Helas aquí: 
 
 
1. Temía a Dios 
 
2. Reconoció que era un pecador. 
 
3.Reconoció que Cristo no tenía pecado. 
 
 4.Confesó que Él era el Señor. 
 5.Creyó en la resurrección de Cristo. 
 
 
Conviene hacer notar estas cinco cosas. Observamos que el 
ladrón arrepentido reprendió al que estaba ultrajando a Jesús: 
"¿Ni aun lo temes tú a Dios? ¿No tienes miedo? ¿Ante la 
misma muerte y la eternidad no sientes temor? El diablo 
quiere que usted piense que el temor es señal de cobardía y 
debilidad. En nuestros días se nos enseña que no debemos 
temer, que todo lo que se dice del juicio venidero y el castigo 
de Dios sobre los pecadores no es más que un "miedo" falso, 
y que, si usted es valiente, ningún predicador le asustará 
nunca. En cuestiones de religión - se dice- nadie debe dejar 
que le asusten. El temor no debe tener lugar en nuestra cultura 
y ciencia del siglo XX. Libertad del temor, dicen los hombres 
y, sin embargo, casi todo lo que hacemos en la vida común y 
corriente es motivado por el temor. Cuando usted enferma, 
llama al médico porque teme el sufrimiento y la muerte. Ahora 
su dinero porque teme la pobreza. Edifica su casa porque teme 
al frío, y la asegura porque teme a los incendios; y a su 
automóvil porque teme los accidentes. Luchamos en nuestras 
guerras, con el sacrificio de millones de pesos, porque 
tememos la agresión extranjera y el perder nuestra hermosa 
libertad. Pero cuando los predicadores hablamos del temor a 
Dios y el temor al infierno, se nos acusa de alarmistas e 
infundidores de miedo. ¿No le teme usted a Dios? 
 
El ladrón de la derecha tuvo temor. Y todos los que han 
sido salvados confiesan que cuando se vieron cara a cara con 
sus pecados, y comprendieron la terrible condenación que 
esperaba a su alma si estaban perdida, entonces temieron y 
temblaron. Yo confieso gozosamente, y no so y un cobarde, 
que cuando Dios me mostró mi pecado y la condenación 
eterna, tuve mucho temor; sí, temí a Dios. 
Amigo, deshágase de esa falsa idea de valor y arrogancia. 
Considere la eternidad sin Dios, y tema. Ciertamente, 
enfrentarse a Dios sin Cristo como Salvador es algo que debe 
infundir miedo. Con razón Dios nos exhorta a "huir de la ira 
venidera". Lector, lectora, tengan TEMOR, porque algún día 
estarán ante CRISTO, y si lo ha rechazado, usted pedirá a las 
piedras y a los montes que caigan sobre usted y lo cubran de 
la vista de Cristo. No podrá librarse del temor y el espanto en 
ese día; entonces la mentira de Satanás: "No tenga temor", no 
le servirá de ayuda alguna. 
 
 
RECONOZCA SU CULPABILIDAD 
 
El ladrón de la derecha reconoció su situación. Aceptó ser 
pecador, diciendo: 
¿Ni aun tú temes a Dios, estando en la misma 
condenación? Y nosotros, a la verdad, justamente, 
por que recibimos lo que merecieron nuestros 
hechos (Lucas 23:40,41). 
 
El reconoció que era un pecador. Y usted nunca podrá 
ser salvo, hasta que se convenza de lo mismo. Cristo murió 
para salvar a los pecadores, y mientras usted no reconozca 
su pecado, NO PODRA SALVARSE. 
 
RECONOZCA EL PODER DE JESUCRISTO 
 
Ese ladrón reconoció que Cristo podía salvarlo. El 
declaró que Cristo que Cristo no tenía pecado y por lo tanto 
podía expiar la culpa de otros. Si Cristo hubiera sido un 
pecador, no hubiera podido morir por otros; ya que no 
bastaría la eternidad para expiar sus propios pecados. Pero 
el ladrón vio en Jesús al Santo de Dios y dijo: 
Mas éste ningún mal hizo. (Lucas 23:41). 
 
CONFIESE QUE CRISTO ES EL SEÑOR 
 
A continuación, el ladrón confesó que Cristo era el 
Señor, diciendo: "Acuérdate de mí cuando vinieres en tu 
reino" (Lucas 23:42). Y después profesó fe en la resurrección. 
Note que Cristo estaba muriendo, y no obstante el ladrón le 
dijo: "Cuando vinieres en tu reino". Creyó que este Jesús 
moribundo vendría otra vez en su reino. Para poder hacer 
eso tendría que resucitar de entre los muertos. Cuando el 
ladrón reconoció a Jesús como Señor y creyó en su corazón 
que resucitaría de entre los muertos fue salvo. Porque ese esel camino de la salvación. En Romanos 10:9 leemos: 
Que si confesares con tu boca al Señor Jesús; y 
creyeres en tu corazón que Dios le resucitó de los 
muertos, serás salvo. 
 
 
En otras palabras, crea el evangelio. Y el evangelio es la buena 
nueva que "Cristo murió y fue sepultado y resucitó otra vez". 
Si usted cree eso y está dispuesto a confesar a Cristo como su 
Señor, será salvo. 
Basándose en esta confesión, el Señor le contesta: 
De cierto de digo, que hoy estarás conmigo en el 
paraíso (Lucas 23:43). 
¿No quiere usted creer en El ahora mismo, y recibirlo por 
fe? Puede ser que usted uno de los que dicen: "Yo siempre he 
creído y, sin embargo, no soy salvo". Entonces permítame 
preguntarle: ¿Ha aceptado a Cristo como su Señor? ¿Lo ha 
aceptado definitivamente por un acto de fe? Si no lo ha hecho, 
hágalo ahora mismo. Recíbalo como su SALVADOR y luego 
confiéselo públicamente. 
Quiero ofrecerle esta otra ilustración. Supóngase un hombre, 
al borde de la muerte, porque ha tomado un veneno. Llama al 
doctor, quien diagnostica el caso e inmediatamente receta la 
medicina apropiada. 
La coloca en un vaso al lado de la cama y dice: "Tómela y vivirá. 
Si no la toma, morirá". Ahora escúcheme; ese hombre puede 
aceptar que está envenenado y creer que la medicina es buena 
y le puede salvar si se la toma. Puede aceptar todo esto y, sin 
embargo, morir. 
El veneno está actuando dentro de ese hombre. El remedio no 
está en que arroje la medicina al suelo maldiciendo y 
declarando que no tiene fe en el doctor ni en la medicina o 
cualquier otra cosa. Ni tampoco evitará su muerte diciendo 
que cree en el doctor y en la medicina, si luego rehúsa tomarla. 
El veneno se encargará del resto. USTED ESTA 
ENVENENADO POR EL PECADO, mi apreciable amigo, y 
perderá su alma para siempre a no ser que sea SALVADO A 
TIEMPO. Con solo aceptar mentalmente lo que la Biblia dice 
y todo lo que yo le diga, no se efectuará la obra redentora. 
Usted debe definitivamente aceptar a Cristo. ¿No quiere 
hacer esto ahora mismo? Diga, con toda sinceridad: "Yo 
creo que Jesucristo murió y resucitó para salvarme, y ahora, 
por lo que entiendo, lo recibo por fe; lo reconozco como mi 
único y suficiente Salvador". Entonces se cumplirá en usted la 
declaración bíblica: 
Si confesares con tu boca al Señor Jesús; y 
creyeres en tu corazón que Dios le resucitó de los 
muertos, serás salvo. (Romanos 10:9). 
 
 
HAGALO AHORA MISMO 
El ladrón en la cruz no podía hacer nada para salvarse. Sus 
manos estaban clavadas al madero. No podía esforzarse y 
caminar, porque sus pies también estaban clavados en la cruz. 
Pero había dos cosas que no estaban clavadas: su lengua y su 
corazón. Estaban libres de tal manera, que con su lengua 
confesó, y con el corazón creyó. 
Tampoco usted puede ganarse la salvación por sus obras. Pero 
puede creer y confesar a Jesucristo como su Salvador. Hágalo 
ahora mismo, y será salvo. 
 
LA OFRENDA ACEPTABLE 
 
Y aconteció andando el tiempo, que Caín trajo del 
fruto de la tierra una ofrenda a Jehová. Y Abel 
trajo también de los primogénitos de sus ovejas, y 
de su grosura. Y miró Jehová con agrado a Abel y a 
su ofrenda; Mas no miró propicio a Caín y a la 
ofrenda suya. y ensañó Caín en gran manera, y 
decayó su semblante. (Génesis 4:3-5). 
Caín era un hombre muy religioso. Y, al contrario de lo que 
se cree de él, era un hombre consciente de sus deberes ante 
Dios y de la necesidad de hacer algo digno del Todopoderoso. 
Cuando se habla de Caín, inmediatamente pensamos en el 
criminal; no obstante, el pecado de su crimen vino como 
consecuencia de su equivocada religión. Permítanme repetir 
que Caín era muy religioso. Por lo que podemos ver en las 
Escrituras, deducimos que era más religioso que su mismo 
hermano Abel, pues no fue Abel el primero en traer sus 
ofrendas a Dios, sino Caín. La historia es bien clara. 
Andando el tiempo...Caín trajo del fruto de la 
tierra UNA OFRENDA A JEHOVA. 
Notemos tres cosas interesantes: 
1a. Caín fue el primero que pensó en traer un 
sacrificio 2a. Trajo una ofrenda agradable y 
bella. 
3a. Trajo esta ofrenda a Jehová. 
 
 
Este fue un acto de adoración procedente de la religiosidad de 
Caín. Él tenía sus propias convicciones concernientes a sus 
deberes para con Dios. Comprendía la necesidad de 
presentarle ofrendas; pero sus convicciones y sinceridad de 
nada le sirvieron, porque había rechazado el propósito de Dios 
en cuanto a las ofrendas aceptables. Más tarde su hermano 
Abel trajo también su ofrenda posiblemente movida por el 
ejemplo de su religioso hermano, y todos conocemos el resto 
de la historia. 
Caín se convirtió en criminal cuando vio que su religión había 
sido un fracaso, y en vez de arrepentirse y aceptar lo que Dios 
había provisto, se enojó contra su fundamentalista hermano y 
lo mató. Estos dos hijos de Adán están en principio de la 
historia humana como representantes de las religiones en 
todas las épocas subsiguientes. Los hombres han clasificado las 
religiones de muchas, muchas maneras; y se cuentan por 
centenares los credos, sectas, denominaciones, o como usted 
quiera llamarles. Pero todas ellas se pueden agrupar bajo dos 
titulares. La religión de Caín y la de Abel: la del sacrificio 
expiatrio simbolizado por las pieles de animales sacrificados, y 
la religión de obras muertas del hombre que trata de agradar a 
Dios a su manera. Lo importante no son las ceremonias de 
adoración. La religión divina nada tiene que ver con los 
lugares, edificios o nombres importantes de elocuentes 
ministros. 
 
Dondequiera que se predica la sangre de Jesucristo como la 
única propiciación de pecados, y donde se dice a la gente 
que solamente necesitan creer en el Señor Jesucristo para 
ser salvos, allí encontramos otra vez la religión pura de Abel. 
Sea en una grande catedral con música suave y majestuosos 
oficiantes, o en una simple cabaña, sin órgano o coro; 
doquiera se exalte al Señor Jesucristo el Hijo de Dios y se 
predique la salvación por su sangre, allí encontramos la 
religión de Abel. 
Y viceversa. Donde encontramos que se niega el valor de la 
sangre redentora de Cristo, allí tenemos una duplicación del 
sacrificio de Caín. Puede ser un edificio costosísimo y 
magnífico; un templo con alfombras y lujosas bancas, con un 
famoso ministro y honorables personas como oficiales de la 
iglesia, con un valioso órgano y con el mejor coro de la 
ciudad, o puede ser una pobre sala en un barrio humilde, sin 
atractivo alguno. Donde no se predique la salvación por 
gracia, en virtud de la sangre de Jesús, allí volvemos a 
encontrarnos con la religión de Caín y su vano sacrifico. 
 
 
LA OFRENDA DEL PRIMER RELIGIOSO 
 
Notemos que había muchas cosas buenas en la ofrenda de 
Caín: él no negaba la existencia de Dios; la reconocía, ya que 
le trajo ofrenda. Caín no era un ateo. También creía en la 
necesidad de la salvación, pues buscó complacer a Dios para 
alcanzar su favor; sin embargo, de nada le valió. 
Anteriormente mencioné que Dios había enseñado a Eva y 
Adán que las hojas de higuera no podían cubrir su 
desnudez y les hizo túnicas de pieles, mostrándoles así tres 
cosas: 
 
 
1. Que la salvación es don de Dios, y no por las obras del hombre. 
 
 
2. Que la salvación demanda la muerte de un sustituto inocente. 
 
 
3. Que la salvación es por el derramamiento de sangre. 
 
 
Sin duda, Adán y Eva comunicaron esta revelación de Dios a 
sus hijos. Porque ¿de dónde pudo Caín saber que una ofrenda 
a Dios era necesaria? Por lo tanto, Caín no tenía excusa 
alguna, porque su hermano menor había comprendido bien lo 
que se les enseñó. Aquí debemos repetir que Caín era muy 
religioso, sincero y generoso, pero no creyó lo que Dios había 
dicho. Pasó por alto lo que Dios había revelado a sus padres, es 
decir, negó la santa autoridad de la Palabra de Dios. Quitó lo 
que no le agradaba: un sacrificio sangriento, y aplicó su propia 
interpretaciónal resto. Caín era un verdadero modernista. No 
negó del todo la santa Palabra de Dios, eso no; pero torció la 
verdad para adaptarla a su propia filosofía. De todos los fieles, 
el peor y más peligroso no es el que abiertamente rechaza la 
Palabra de Dios y la desecha por completo, sino aquel 
engañador que toma una apariencia de piedad, usa palabras 
dulces, proclama una moral bíblica, usando términos 
fundamentalistas, al mismo tiempo que con mucho cuidado y 
astucia niega el valor expiatorio del sacrificio de Cristo, su 
resurrección y la verdad de la gracia divina en favor de los 
hombres culpables. Un veneno es más peligroso cuando está 
cubierto con azúcar, y el error es mucho más peligroso cuando 
está disfrazado de piedad, usando un vocabulario religioso. 
 
 
CAIN RECHAZO LA SANGRE 
 
La ofrenda de Caín, de acuerdo con la Epístola a los Hebreos, 
no fue presentada según los requisitos de la verdadera fe, 
mientras que la de Abel se nos describe como sigue: 
Por fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio 
que Caín (Hebreos 11:4). 
 
Por fe, ¿por fe en qué? Por fe en la Palabra revelada de Dios 
concerniente al derramamiento de la sangre para el sacrificio. 
Esto es evidente por el término usado para calificar el 
sacrificio de Caín. La palabra hebrea minchah, literalmente 
quiere decir ofrenda de harina. Es la misma palabra usada 
frecuentemente en Levítico para describir la única ofrenda 
incruenta, que consistía en quemar flor de harina con aceite. 
Notemos que había en Israel cinco ofrendas ordenadas para 
el sacrificio, las cuales son: 
 
1. Holocausto del todo quemado. Levítico 1 
 
2. Ofrenda de flor de harina. Levítico 2 
 
3. Ofrenda de paz. Levítico 3 
 
4. Ofrenda por el pecado. Levítico 4 
 
5. Ofrenda expiatoria. Levítico 5 
 
Todas eran ofrendas de sangre excepto la segunda y cada vez 
que ésta es ordenada se indica que debe ir precedida de un 
holocausto sangriento. Sin el holocausto, la ofrenda no tenía 
valor. Con esto se nos da a comprender que el holocausto 
representaba la muerte de Cristo Jesús y la harina su justicia 
y santidad. Antes de poder vivir como Jesucristo mismo, 
debemos ser salvos por su sangre. Este fue el error fatal de 
Caín. Buscaba una religión de buenas obras sin el 
derramamiento de sangre. Ofreció la flor de harina sin antes 
ofrecer el holocausto, violando así lo instituido por Dios. 
Primero debe ser el sacrificio de sangre para la salvación, y 
luego la ofrenda de flor de harina, o sea, las buenas obras, 
como expresión de gratitud y adoración. Este es el plan divino. 
 
 
BELLA, PERO INUTIL 
 
No hay nada en el texto bíblico que indique que la ofrenda 
de Caín no fuera bella y bien presentada, o que tuviera algún 
defecto especial que la hiciera desagradable al Señor. Debía 
ser una ofrenda escogida, porque Caín era un hombre 
religioso. En contraste con la desagradable figura de un 
cordero recién sacrificado y sangriento, la ofrenda de flor 
de harina, fruto de la tierra, que estaba ofreciendo Caín, era 
mucho más atractiva. No obstante, Dios no la miró con 
agrado. 
Esto indica que la verdadera adoración no consiste en actos 
externos, sino en la obediencia que brota del corazón. El 
fariseo que estaba en el templo de Jerusalén hizo una oración 
que pareció muy atractiva en comparación con la escueta 
súplica por misericordia del pobre publicano. 
La adoración aceptable puede o no ser acompañada con un 
ritual elaborado, pero lo importante es el espíritu y la sangre 
en corazones contritos y sinceros; aquellos que no solamente 
canta, sino que sienten la verdad de la estrofa que dice: 
 
¿Has hallado en Cristo la gracia y perdón? 
 
¿Te ha lavado ya la sangre de Jesús? 
 
¿En la fe descansas de tu Salvador? 
 
¿Eres salvo por la sangre de Jesús? 
He aquí la gran pregunta. Dios dice en su Palabra, refiriéndose 
a la primera pascua: "cuando vea la sangre pasaré de vosotros" 
(para ir a destruir los primogénitos de los egipcios en cuyos 
hogares no había esta señal). Por la misma razón Caín fue 
rechazado y Abel aceptado, porque ese último estaba cubierto 
con la sangre del sacrificio. 
Los teólogos se han preguntado cómo pudieron darse cuenta 
Caín y Abel de que Dios había aceptado o no sus sacrificios. 
El texto bíblico dice: "Y miró Jehová con AGRADO a Abel y a 
su ofrenda" (Génesis 4:4). Los primeros padres de la iglesia 
creían que Dios había contestado a Abel con fuego del cielo 
que consumió el cordero sobre el altar, mientras que en el caso 
de Caín no hubo tal manifestación. Sabemos que el primer 
holocausto ofrecido en el tabernáculo, en el desierto, fue 
encendido con fuego que vino del cielo. Lo mismo ocurrió con 
el primer sacrificio en el templo de Salomón. Dios contestó 
también a Elías en el monte Carmelo mandando fuego del 
cielo que consumió el sacrificio ofrecido. En la antigua 
traducción griega de los Setenta, la Septuaginta, los 
traductores del Antiguo Testamento usaron para la 
expresión "miró con agrado" una palabra que significa una 
señal inflamable. Y en Hebreos leemos: 
 
 
Por fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio 
que Caín, por lo cual obtuvo testimonio de que era 
justo, dando Dios testimonio a sus dones (Hebreos 
11:4). 
 
 
Es evidente que Abel tuvo un testimonio, una señal de parte 
de Dios que le mostró que su ofrenda había sido aceptada. 
 
 
RESPUESTA POR FUEGO 
 
Y el Dios que respondiere por fuego, ése sea Dios 
(1a Reyes 18:24). 
Esta es la verdadera prueba. Aquí debemos recordar que el 
FUEGO en las Escrituras es uno de los muchos símbolos del 
Espíritu Santo juzgando el pecado. Y esto es lo que tenía lugar 
simbólicamente en el altar. El fuego nunca descendió sobre un 
altar vacío y nunca cayó sobre ninguna ofrenda que no fuera 
el holocausto. El fuego nunca descendió sobre la ofrenda de 
flor de harina u otra clase de ofrendas. Todas tenían que ser 
encendidas con fuego tomado del holocausto. El 
HOLOCAUSTO nos habla de la muerte de Cristo sobre la cruz 
del Calvario. El altar del holocausto que estaba junto a la 
puerta del tabernáculo representaba la cruz. El pecador que 
entra por la Puerta (Cristo) debe detenerse primero ante la 
cruz para poder llegar a la presencia de Dios. No había otro 
camino. Ahora bien, así como el fuego caía SOLO sobre el 
holocausto, de la misma manera el Espíritu Santo es dado 
solamente a los que entran por la senda de la cruz de Cristo. 
La RELIGION que pasa de largo la cruz y a Cristo y va 
directamente a la ofrenda de flor de harina (actos personales 
y buenas obras) no es aceptado y el fuego del Cielo jamás 
caerá sobre tal sacrificio. 
 
Como dice cierta canción: 
 
Al hogar celestial tenemos que 
entrar Tan solo por la sangre de 
Jesús; 
Sus puertas de luz no podremos 
traspasar Si olvidamos el camino 
de la cruz. 
No importa que usted crea o no que la señal con que Dios 
mostró que aceptaba la ofrenda de Abel fue fuego del Cielo; la 
lección es siempre la misma. Por las evidencias que hay es muy 
probable que Caín viera el fuego cayendo sobre el sacrificio 
ofrecido por Abel, mientras que él tenía que poner fuego sobre 
el suyo; fuego producido por sus propias manos con mucha 
dificultad y trabajo, ya que esto ocurrió a principios de la 
historia humana, cuando para producir fuego había que 
trabajar mucho. ¡Cuánto más fácil hubiera sido confiar en 
Dios para que EL le proporcionara el fuego necesario! Siempre 
es mucho más fácil permitir que Dios encienda nuestro fuego. 
Abel supo que había sido aceptado, por el fuego que vino de 
Dios. 
Y nosotros también sabemos que hemos sido aceptados si 
venimos por la vía de la cruz. El Espíritu nos dará, entonces, 
testimonio de que somos hijos de Dios. Sí, el Espíritu de Dios 
testifica dentro del espíritu mismo de cada creyente y éste 
puede saber que es salvo. La religión por sí sola nunca podrá 
hacer eso. Lo más que podría decir un hombre religioso es:"Eso espero, estoy haciendo lo mejor que puedo". Solamente 
el creyente que ha puesto su confianza en Jesucristo puede 
decir: "LO SE porque tengo el testimonio del Espíritu". 
 
¿CUAL ES ESTE TESTIMONIO? 
 
¿Será para nosotros tan literal como lo fue el fuego en el 
altar de Abel? ¿Será una voz extraña, o quizás alguna 
sensación o emoción? Algunos así lo creen, pero la Biblia 
dice: 
El que cree en el Hijo de Dios tiene el testimonio en 
sí mismo. El que no cree a Dios, le ha hecho 
mentiroso; porque no ha creído en el testimonio 
que Dios ha testificado de su Hijo (1a Juan 5:10). 
 
He aquí el testimonio, la misma PALABRA DE DIOS. Algunos 
quizá piensen que el testimonio del Espíritu es algo mental o 
físico, y están esperando voces, visiones y sensaciones 
especiales, escalofríos o emociones subyugantes y 
alucinaciones. No obstante, la Palabra de Dios nunca cambia. 
Sus promesas son "Sí y Amén". Él nos dice: 
Porque todo aquel que invocare el nombre del 
Señor, será salvo (Rom. 10:13). 
 
Yo lo creo, y he invocado su nombre; y Dios me dice que 
ESTOY SALVO. ¿Podría pedir algo más? ¿No son sus 
promesas suficientes para mí? ¿Sería lógico que lo ofendiera 
pidiéndole algo más que su fiel palabra? ¡De ningún modo! 
Creo que El cumple sus promesas, y como alguien ha dicho: 
 
"DIOS LO HA DICHO, YO LO 
CREO Y ESO ES TODO." 
 
No necesito nada más, porque ahora su Espíritu testifica 
dentro de mi espíritu por medio de sus preciosas promesas 
contenidas en la Sagrada Escritura de que soy hijo de Dios. 
Eso, amigo mío, es la salvación. Abel creyó, y el fuego 
divino cayó sobre su sacrificio. Caín trató de salvarse con sus 
propios esfuerzos, trabajo y se condenó por toda la eternidad. 
¿Qué tiene usted hoy, RELIGION O CRISTO? ¿Puede usted 
decir, SE QUE SOY SALVO? Si no es así, abandone sus afanes 
religiosos y reciba al Señor Jesucristo como su único y 
suficiente SALVADOR PERSONAL. ¡HAGALO AHORA! 
 
 
NACER DE NUEVO 
Y había un hombre de los Fariseos que se llamaba 
Nicodemo, príncipe de los judíos. Este vino a Jesús de 
noche, y le dijo: Rabí, nosotros sabemos que tú eres un 
maestro venido de Dios; porque nadie puede hacer estos 
milagros que tú haces, si no fuere Dios con él. Respondió 
Jesús, y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no 
naciere otra vez, no puede ver el reino de Dios. (Juan 3:1-
3). 
 
 
Nicodemo era muy, muy religioso, pero no estaba salvo. En 
todo lo que de él se dice en los Evangelios, no aparece ni una 
sola cosa mala de él, a no ser que se le acuse de cobardía por 
venir a Jesús de noche, pero también pudiera ser que ese fuera 
el único momento que pudiera encontrar para una entrevista 
personal con Jesús. Desde la mañana hasta la noche, el Señor 
siempre estaba en medio de multitudes, lo que no le permitía 
conceder una entrevista a este ultra-religioso. Puede ser que 
usted le censure el haberse mantenido como un discípulo 
secreto, pero esto también pudo haber sido porque deseaba 
servirle mejor con su influencia en el Sanedrín. Fuera de 
estas cuestionables excepciones, todo indica que Nicodemo 
era un hombre moral, religioso, bien educado, cumplidor de 
la Ley y fiel a su congregación. Pero no salvo. Le faltaba una 
cosa: el nuevo nacimiento y una entrevista personal con el 
Salvador, el Señor Jesucristo. Nicodemo era fariseo, lo que 
quiere decir que pertenecía a la más respetable organización 
religiosa de su época. Era miembro del Sanedrín, el cuerpo 
gobernante de la religión en sus días, pero no era salvo. 
Su nombre, Nicodemo, también es significativo aquí, 
porque se compone de dos raíces griegas, Niko, que quiere 
decir triunfo, y demos, que significa público o gente, del 
cual se deriva la palabra democracia. Era triunfador en su 
vida pública. Todo el mundo lo admiraba por sus piedad y 
buenas obras, y todos le tributaban honor, reconociéndole 
como un Maestro entre los judíos. El mismo Jesús lo 
reconoció cuando en el transcurso de la conversación le dijo: 
¿Tú eres un maestro de Israel, y no sabes estas 
cosas? (Juan 3:10). 
 
 
PERO NO ERA SALVO 
Un fariseo, hombre respetable, un gobernador entre el pueblo, 
un maestro de Israel, un hombre religioso, pero no sabía nada 
del nuevo nacimiento y no era salvo. Tenía religión, pero no 
se sentía satisfecho. Era fervoroso y sincero y había hecho 
todo lo posible por lograr satisfacción en la religión de sus 
mayores, pero aun así no tenía la seguridad y la paz. Tenía que 
seguir luchando y esperando, pero sentía un vacío, y un 
terrible temor del futuro. He aquí un hombre que no estaba 
satisfecho con su religión; porque necesitaba a Cristo. En esto, 
Nicodemo era diferente de Caín y del ladrón crucificado que 
se condenó. El reconocía que lo externo no era suficiente y que 
todas sus obras buenas, que impresionaban a los que le 
rodeaban, no lo podían preparar para presentarse ante Dios al 
final de sus días. Como ya hemos dicho antes, la religión sin 
Cristo es muerta, porque sólo el verdadero cristiano tiene 
una Cabeza viviente. El Diccionario de Webster define la 
religión así: "Un sistema de reglas de conducta y leyes de 
acción basadas sobre el reconocimiento de la creencia en, y la 
reverencia hacia, un Poder sobrehumano de suprema 
autoridad". Note cuidadosamente que, según esta definición, 
es un sistema de reglas y una firme fe en un Ser 
sobrehumano de suprema autoridad. Por ello se puede 
decir, que todo aquel que cree en un ser sobrehumano y de 
suprema autoridad, se personal o impersonal, se puede 
considerar religioso. Ese poder sobrehumano no pudiera ser 
el Sol, la Luna, un toro sagrado, aun una serpiente. Puede ser 
un río, un hombre, o una imagen de madera, de piedra o de 
metal. De acuerdo con el significado de la palabra "religión", 
cualquier creencia en una potestad superior más alta que el 
hombre constituye al hombre en un ser religioso. 
 
 
EL GENIO DEL CRISTIANISMO 
 
El cristianismo difiere de la religión expuesta anteriormente, 
por un gran número de incomparables características que no 
contiene ninguna otra religión. Primeramente, Cristo nos 
enseña que podemos conocer a Dios por la unión hecha 
entre Dios y el hombre. Esta unión tuvo lugar mediante una 
Persona, el Señor Jesucristo. Por cuanto Él es a la vez Dios y 
hombre, constituye el único medio de unión entre Dios y el 
hombre. Jesús dijo: 
Yo soy el camino, y la verdad, y la vida: nadie viene 
al Padre, sino por mí 
(Juan 14:6). 
El que me ha visto, ha visto al Padre (Juan 14:9). 
Yo y mi Padre somos uno (Juan 10:30). 
Por lo tanto, el cristianismo no es un sistema religioso, sino 
una persona, Cristo Jesús. Dios mismo en forma de hombre. 
Aquella unión que Jesús disfrutaba con el Padre durante su 
vida terrenal, es la que él desea que todos nosotros podamos 
compartir, y esto es otra de las cosas que sólo Cristo puede 
lograr, en contraste con otras religiones. El no solamente nos 
revela al verdadero Dios, sino que ha hecho posible que 
seamos uno CON DIOS. A la pregunta de Nicodemo nuestro 
Señor le respondió con estas significativas palabras: 
 
De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere 
otra vez, no puede ver el reino de Dios (Juan 3:3). 
La expresión "nacido de nuevo" literalmente quiere decir: 
"nacido de lo alto". La palabra griega usada es anothen, que 
significa "de arriba"; es decir, de Dios. El apóstol Juan nos 
dice: 
Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es 
nacido de Dios (1a Juan 5:1). 
El nuevo nacimiento no es un renacimiento, sino en verdad 
un NUEVO NACIMIENTO. El primer nacimiento fue natural; 
el segundo, de lo alto y espiritual. El primero lo hace a uno 
miembro de la raza caída, el segundo nos constituye miembros 
de una raza redimida. El primer nacimiento le proporcionó la 
naturaleza corrompida y pecaminosa de la raza de Adán. El 
nuevo nacimiento le da parte en una nueva naturaleza de 
origen divino. Por su primer nacimiento, ustednació pecador; 
por su segundo, nace santificado. Ambos son por siempre 
antagónicos y distintos. La naturaleza vieja es una naturaleza 
mortal y a la postre debe morir; la nueva naturaleza tiene vida 
eterna, porque es la misma vida de Dios, impartida por el 
Espíritu Santo por medio de la fe en la sangre derramada y la 
obra consumada por el Señor Jesucristo. 
 
 
 
 
 
DIFICIL PARA LA RELIGION 
 
 
Esta verdad, al principio, fue muy difícil de entender para el 
religioso fariseo Nicodemo, quien inmediatamente presentó 
su objeción, diciendo: 
¿Cómo puede el hombre nacer, siendo viejo? 
¿Puede entrar otra vez en el vientre de su madre, y 
nacer? (Juan 3:4). 
Entonces Cristo se apresuró a responderle, diciendo: 
De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere 
de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino 
de Dios (Juan 3:5). 
 
Usted notará que en esto hay una revelación progresiva. 
Primero, uno debe nacer de nuevo para "ver" el reino de Dios. 
La salvación es del Señor, y solamente el Espíritu Santo puede 
abrir los ojos del pecador quien está ciego y no puede ver que 
necesita una nueva vida DE LO ALTO, celestial. Hasta que el 
Espíritu Santo no le revele al hombre su incapacidad, o sea, la 
inutilidad de sus obras y de su religión para salvarse, no podrá 
ver el reino de Dios. Pero luego, en el versículo 5, Jesús declara 
cómo opera Dios para efectuar el nuevo nacimiento. Nos dice: 
El que no naciere de agua y del Espíritu. 
 
Ha habido mucha controversia sobre la interpretación de este 
pasaje bíblico. Algunos declaran que "nacer del agua y del 
Espíritu" quiere decir el bautismo en agua. Otros van más lejos 
y dicen que indica, simplemente, que, así como el primer 
nacimiento es precedido por agua física, el segundo 
nacimiento es precedido por la acción del Espíritu Santo. 
Aunque respetamos todas las opiniones, nosotros creemos 
que algunas otras partes de la Escritura indican, de forma 
bastante clara y definida, que con esta palabra simbólica Jesús 
trata de explicar cómo se produce el nuevo nacimiento por 
medio de la acción de la PALABRA DE DIOS cuando es 
iluminada y hecha vivificante por el Espíritu Santo. El agua es 
ciertamente un símbolo de la Palabra de Dios. San Pedro así 
lo declara al decirnos: 
Siendo renacidos, no de simiente corruptible, 
sino de incorruptible, por la palabra de Dios, que 
vive y permanece por siempre. (1a Pedro 1:23). 
 
 
NACIDOS DE NUEVO POR LA PALABRA 
 
El símbolo del agua se usa con frecuencia para indicar la 
PALABRA DE DIOS. En Efesios 5, san Pablo dice: 
Maridos, amad a vuestras esposas, así como Cristo 
amó a la iglesia, y se entre se entregó a sí mismo 
por ella, para santificarla, limpiándola en el 
lavamiento del agua por la PALABRA (Efesios 
5:25,26). 
Y en la Epístola a Tito, Pablo nos dice: 
NO por las obras de justicia que nosotros habíamos 
hecho, más por su misericordia, nos salvó por el 
lavamiento de la regeneración, y de la renovación 
del Espíritu Santo (Tito 3:5). 
 
Podríamos citar muchos otros pasajes para probar que el 
agua, en muchos casos, indica la Palabra de Dios cuando se 
habla del nuevo nacimiento. Por lo tanto, aquí Jesús está 
enseñando que el nuevo nacimiento se produce cuando el 
mismo Espíritu Santo toma la Palabra de Dios y la aplica al 
corazón del pecador, convenciéndolo de pecado y 
mostrándole que sólo por medio de la fe en el Señor Jesucristo 
puede ser salvo. Esto es ser NACIDO DE AGUA Y DEL 
ESPIRITU. 
 
¿POR QUE HAY QUE NACER DE NUEVO? 
 
Jesucristo lo explica así: 
Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es 
nacido del Espíritu, espíritu es (Juan 3:6). 
 
Por nuestro primer nacimiento nacemos según la carne de 
Adán, corrupta, pecaminosa y bajo condenación. La 
naturaleza adánica es tan corrupta, que no importa cómo la 
vistamos de ética, moralidad, educación y religión. Dios no 
trata de reparar ni mejorar su condición; por el contrario, la 
ignora, y hace posible que cuando el pecador cree, reciba una 
NUEVA NATURALEZA por el NUEVO NACIMIENTO, que es 
vida eterna, la vida por el Espíritu de Dios que nunca puede 
perecer. La carne sigue siendo carne y lo será hasta el fin. Si 
usted no lo cree, recuerde lo que ocurre a veces al más piadoso 
de los hombres cuando quita sus ojos de Dios y del Señor 
Jesucristo. Son muchísimas las historias trágicas que 
podríamos relatarle para ilustrar esta verdad. Si la vieja 
naturaleza pecadora fuera quitada de raíz, ¿puede decirme de 
dónde proviene el pecado de los apostatas? Si solamente lo 
NUEVO, lo santo, lo divino quedase en el hombre regenerado, 
entonces le sería imposible caer o retroceder, según lo expresa 
Juan claramente: 
Cualquiera que es nacido de Dios, no hace pecado; 
porque su simiente mora en él; y no puede pecar, 
porque es nacido de Dios (1a Juan 3:9). 
 
Gracias a Dios, que la nueva naturaleza que Cristo le da a cada 
creyente no es algo que puede pecar, y porque no puede pecar, 
no puede perderse (1). Recuerde que estoy hablando del 
Nuevo hombre, la NUEVA creación, de la cual Pablo dice: 
1. Creemos que esta frase requiere una aclaración que nos 
ofrece la misma Biblia. El cristiano realmente nacido de 
nuevo, no puede caer en pecado imperdonable. Hay cristianos 
profesantes, no regenerados, de los cuales dice el propio 
apóstol san Juan: "Salieron de nosotros porque no eran de 
nosotros"(1a Juan 2:19). Los cristianos verdaderos se hallan 
también expuestos al pecado, lo cual tiene lamentablemente 
consecuencias, pero no la condenación, como dice san Pablo: 
"Somos castigados del Señor para que no seamos condenados 
con el mundo" (1 Corintios 11:32). Esto es a causa de la nueva 
naturaleza implantada en el creyente que no puede pecar, que 
repudia instintivamente al pecado; sin embargo, no debemos 
olvidar que esta nueva naturaleza convive con la antigua, y 
esto es lo que trata de enfatizar el autor. -- (Nota ed.). 
De manera que, si alguno es en Cristo, nueva 
criatura es: las cosas viejas son pasadas; he aquí, 
todas las cosas son hechas nuevas (2a Corintios 5:17). 
 
COMO SE PUEDE OBTENER ESTA VIDA NUEVA 
El resultado de esta nueva naturaleza es VIDA ETERNA. No 
se trata de existencia eterna, porque los incrédulos también 
tienen una existencia sin fin, sino que es una verdadera vida 
eterna de paz y gozo. La vida eterna es a la vez CUALITATIVA 
y CUANTITATIVA. Es un don celestial que procede de Dios 
mismo. Por eso Jesús, en contestación a la pregunta de 
Nicodemo: "¿Cómo puede hacerse esto?", o sea, ¿cómo puede 
obtenerse esa vida eterna o nuevo nacimiento?, dijo: 
Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, 
así también es necesario que el Hijo del hombre sea 
levantado; para que todo aquel que en él cree, no 
perezca, mas tenga vida eterna (Juan 3:14,15). 
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que 
dio a su Hijo unigénito; para que todo aquel que 
en él cree, no perezca, mas tenga vida eterna (Juan 
3:16). 
Notemos que las palabras empleadas aquí son VIDA 
ETERNA. En algunas versiones se emplean términos 
diferentes, pero en el griego original la palabra indica en 
todos los casos "para siempre jamás"; algo que nunca deja de 
ser una vida de gozo y felicidad sin fin. Cuando la Biblia habla 
de la existencia eterna de los ángeles caídos, emplea otro 
término, como en la Epístola a Judas, versículo 6, donde se 
nos dice que son guardados "en prisiones eternas". El término 
que se emplea aquí es aidios, que tiene un significado muy 
distinto. El término aidios nunca se emplea en relación con 
los creyentes, porque la vida o existencia sin fin de los seres 
condenados es una eternidad terrible y trágica, totalmente 
diferente de la de los redimidos. 
 
 
LA RELIGION Y CRISTO 
 
La mayoría de las religiones enseñan que hay vida después de 
la muerte; o sea, una existencia eterna, pero sólo la Biblia 
enseña que hay VIDA ETERNA para los creyentes, lo que 
indica algo más que una mera existenciaen tinieblas y dolor. 
La vida eterna del creyente en Jesucristo es una verdadera 
vida de gozo, paz, y bendición. He aquí la diferencia entre 
RELIGION y SALVACION EN CRISTO. La religión deja al 
pecador con una simple "esperanza" del favor de Dios, pero 
sin el conocimiento absoluto de la salvación: deseando, pero 
sin seguridad. Cristo nos concede seguridad absoluta y 
grande regocijo. El verdadero creyente en Cristo no teme la 
muerte. Puede ser que le tema al acto de morir; es decir, al 
sufrimiento físico y la agonía que precede a la muerte física, 
pero la muerte en sí, cuando el alma parte para estar con 
Dios, no le espanta al creyente. Nadie ha visto jamás a un 
hombre sin Cristo, no importa cuán bueno, moral o religioso 
haya sido, que no le haya temido a la muerte. No obstante, el 
creyente puede decir con Pablo: 
¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde está, 
oh infierno, tu victoria? (1a Corintios 15:55). 
Para el creyente la muerte es una emancipación de su vivienda 
de barro, para llegar a ser libre en la presencia del Señor, y 
con la bienaventurada esperanza de la resurrección, cuando 
con nuevos cuerpos nunca más moriremos y nunca más 
tendremos sufrimiento o llanto. 
Pero qué diferente es la situación del inconverso. Este no tiene 
esperanza de un futuro feliz. Por esto me permito preguntarle; 
"¿Teme usted a la muerte?" Mientras estemos en este cuerpo 
temeremos a los sufrimientos y al dolor, pero no a la muerte 
en sí, lo cual es, simplemente, una despedida de esta vida 
terrenal, del pecado y de la misma muerte, para morar en los 
cielos con Cristo, en santidad y gozo inefable, para siempre 
jamás. Esto es VIDA ETERNA, de la cual las religiones no 
saben nada, pero que podemos obtener por medio de la fe en 
Aquel que dijo: 
 
Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene 
al Padre, sino por mí (Jn. 14:6). 
Solamente esto nos concede la esperanza de volver a ver a 
nuestros seres queridos que se han ido con el Señor. Sólo esto 
nos da consolación en la oscura hora de duelo. Sólo esto nos 
puede dar paz en el "valle de sombras de muerte". 
¿Conoce usted esta VIDA ETERNA? ¿Ha aceptado a Cristo 
como su único y suficiente SALVADOR personal? Si así es, 
nada podrá dañarle, ni aun la misma muerte. 
 
	RELIGION Y OBRAS
	Mi manera de vivir desde mi mocedad, la cual desde el principio fue entre mi nación en Jerusalén, todos los judíos la saben (Actos o Hechos 26:4,5).
	¿QUÉ ES RELIGIÓN?
	CLASES DE RELIGIÓN
	HACERLO O HA SIDO HECHO
	Y fueron abiertos los ojos de entrambos, y conocieron que estaban desnudos... (Génesis 3:7).
	Entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales (Génesis 3: 7)
	Y el Señor Dios hizo al hombre y a su mujer túnicas de pieles, y vistiólos (Génesis 3:21).
	[No fuimos redimidos] con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación (1 Pedro 1:18,19).
	NO HAY OTRO
	RELIGION Y SALVACION
	Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí (Jn. 14:6).
	LOS DOS LADRONES
	CRISTO, EL DIVISOR DE LOS HOMBRES
	SU MUERTE ESPERA
	EL LADRON CONDENADO
	RECHAZARLO AL MORIR
	CERCA, PERO PERDIDO
	ORANDO, PERO PERDIDO
	EL LADRON SALVADO
	1. Temía a Dios
	3.Reconoció que Cristo no tenía pecado.
	5.Creyó en la resurrección de Cristo.
	RECONOZCA SU CULPABILIDAD
	¿Ni aun tú temes a Dios, estando en la misma condenación? Y nosotros, a la verdad, justamente, por que recibimos lo que merecieron nuestros hechos (Lucas 23:40,41).
	RECONOZCA EL PODER DE JESUCRISTO
	CONFIESE QUE CRISTO ES EL SEÑOR
	Que si confesares con tu boca al Señor Jesús; y creyeres en tu corazón que Dios le resucitó de los muertos, serás salvo.
	De cierto de digo, que hoy estarás conmigo en el paraíso (Lucas 23:43).
	Si confesares con tu boca al Señor Jesús; y creyeres en tu corazón que Dios le resucitó de los muertos, serás salvo. (Romanos 10:9).
	LA OFRENDA ACEPTABLE
	Andando el tiempo...Caín trajo del fruto de la tierra UNA OFRENDA A JEHOVA.
	LA OFRENDA DEL PRIMER RELIGIOSO
	CAIN RECHAZO LA SANGRE
	Por fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín (Hebreos 11:4).
	BELLA, PERO INUTIL
	¿Has hallado en Cristo la gracia y perdón?
	¿En la fe descansas de tu Salvador?
	Por fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín, por lo cual obtuvo testimonio de que era justo, dando Dios testimonio a sus dones (Hebreos 11:4).
	RESPUESTA POR FUEGO
	Al hogar celestial tenemos que entrar Tan solo por la sangre de Jesús;
	¿CUAL ES ESTE TESTIMONIO?
	El que cree en el Hijo de Dios tiene el testimonio en sí mismo. El que no cree a Dios, le ha hecho mentiroso; porque no ha creído en el testimonio que Dios ha testificado de su Hijo (1a Juan 5:10).
	Porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo (Rom. 10:13).
	"DIOS LO HA DICHO, YO LO CREO Y ESO ES TODO."
	Y había un hombre de los Fariseos que se llamaba Nicodemo, príncipe de los judíos. Este vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, nosotros sabemos que tú eres un maestro venido de Dios; porque nadie puede hacer estos milagros que tú haces, si no fuere D...
	¿Tú eres un maestro de Israel, y no sabes estas cosas? (Juan 3:10).
	EL GENIO DEL CRISTIANISMO
	Yo soy el camino, y la verdad, y la vida: nadie viene al Padre, sino por mí
	De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere otra vez, no puede ver el reino de Dios (Juan 3:3).
	Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios (1a Juan 5:1).
	DIFICIL PARA LA RELIGION
	¿Cómo puede el hombre nacer, siendo viejo? ¿Puede entrar otra vez en el vientre de su madre, y nacer? (Juan 3:4).
	De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios (Juan 3:5).
	Usted notará que en esto hay una revelación progresiva. Primero, uno debe nacer de nuevo para "ver" el reino de Dios. La salvación es del Señor, y solamente el Espíritu Santo puede abrir los ojos del pecador quien está ciego y no puede ver que necesit...
	Siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios, que vive y permanece por siempre. (1a Pedro 1:23).
	Maridos, amad a vuestras esposas, así como Cristo amó a la iglesia, y se entre se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, limpiándola en el lavamiento del agua por la PALABRA (Efesios 5:25,26).
	NO por las obras de justicia que nosotros habíamos hecho, más por su misericordia, nos salvó por el lavamiento de la regeneración, y de la renovación del Espíritu Santo (Tito 3:5).
	¿POR QUE HAY QUE NACER DE NUEVO?
	Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es (Juan 3:6).
	Cualquiera que es nacido de Dios, no hace pecado; porque su simiente mora en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios (1a Juan 3:9).
	De manera que, si alguno es en Cristo, nueva criatura es: las cosas viejas son pasadas; he aquí, todas las cosas son hechas nuevas (2a Corintios 5:17).
	Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así también es necesario que el Hijo del hombre sea levantado; para que todo aquel que en él cree, no perezca, mas tenga vida eterna (Juan 3:14,15).
	LA RELIGION Y CRISTO
	Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí (Jn. 14:6). (1)

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