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357 TRAUMATISMOS GENITOURINARIOS Y DEL APARATO URINARIO SUPERIOR procedimiento y puede ser potencialmente mor- tal. La embolización angiográfica selectiva es el tratamiento de elección [41]. La mejor manera de tratar los abscesos perirrenales suele ser me- diante drenaje percutáneo, aunque en ocasiones se requiere un drenaje abierto. El tratamiento percutáneo de las complicaciones entraña un me- nor riesgo de pérdida renal que la reintervención, que puede acabar en nefrectomía cuando los teji- dos infectados dificultan la reconstrucción [28]. Los traumatismos renales son una causa infre- cuente de hipertensión arterial, sobre todo en los varones jóvenes. Se calcula que la frecuencia de hipertensión postraumática es inferior al 5 % en todas las series publicadas [42]. La extravasación urinaria después de la re- construcción renal desaparece a menudo sin in- tervención siempre que no exista una obstrucción ureteral e infección del urinoma. La colocación retrógrada de una endoprótesis ureteral (catéter ureteral doble jota) puede mejorar el drenaje y permitir la cicatrización [43]. 3. TRAUMATISMOS URETERALES 3.1. Definición e ideas generales El uréter es el único conducto que transporta orina entre el riñón y la vejiga. Por tanto, cual- quier lesión ureteral puede poner en peligro la función del riñón ipsilateral. Este pequeño tubo revestido de urotelio, móvil, peristáltico, a modo de verme, discurre en dirección inferior desde la pelvis renal hacia el espacio retroperitoneal. Se lo- caliza anterior a los músculos de la pared abdomi- nal posterior y lateral a la columna vertebral, an- tes de descender hasta el anillo óseo de la pelvis y penetrar en la vejiga. Así pues, toda lesión externa de la fosa renal o la espalda, así como cualquier calamidad en el interior de la pelvis ósea, pone en riesgo al uréter. Quizá debido a su ubicación protegida, su pequeño tamaño y su movilidad, los traumatismos del uréter son relativamente in- frecuentes y representan sólo el 1 % de todos los traumatismos de las vías urinarias [1]. 3.2. Epidemiología y patogenia – etiología En un estudio realizado en Polonia sobre traumatismos, de las 452 lesiones ureterales, 75 % fueron yatrógenas, 18 % se debieron a un traumatismo cerrado y 7% fueron conse- cuencia de un traumatismo penetrante. De las lesiones yatrógenas, 73 % fueron por cirugía ginecológica, 14 % por cirugía digestiva y un 14 % por cirugía urológica [9]. La misma dis- tribución etiológica se ha observado en Estados Unidos [44]. 3.3. Clínica y diagnóstico: Anamnesis, ex- ploración física y exploraciones com- plementarias No existen síntomas clínicos ni signos clási- cos asociados a un traumatismo ureteral agudo provocado por una lesión externa [45]. Así pues, el diagnóstico debe ser de sospecha. Ha de sos- pecharse un traumatismo ureteral en todos los casos de lesiones abdominales penetrantes, espe- cialmente heridas de bala, y también en caso de traumatismos cerrados por desaceleración, en los que el riñón y la pelvis renal pueden desprenderse del uréter. Esta lesión por desaceleración es más probable que suceda en los niños debido a su co- lumna vertebral hiperextensible [46]. La hematu- ria también es un mal indicador de lesión, ya que sólo está presente en la mitad de los pacientes con traumatismos ureterales [47]. Es posible pasar por alto lesiones ureterales aisladas. Estos pacientes tienden a presentar sig- nos de obstrucción de la vía urinaria superior, formación de fístula urinaria y/o sepsis. Tras ci- rugía pélvica ginecológica, también debe sospe- charse una lesión del uréter o de vejiga en toda mujer que refiera dolor en la fosa renal, presente una pérdida vaginal de orina o se torne séptica y ha de investigarse debidamente [48]. Estudio de imagen Las lesiones ureterales pueden causar signos radiológicos de obstrucción de las vías urinarias superiores, pero el elemento imprescindible de una lesión ureteral es la extravasación del medio de contraste radiológico. Este signo puede obte- nerse mediante el uso de una pielografía o uro- grafía intravenosa. Sin embargo, debido al uso creciente de la TAC en los pacientes politrauma- tizados, el diagnóstico se hace cada vez más con esta modalidad (figura 2) [45]. UROLOGÍA CAPÍTULO 05. TRAUMATISMOS GENITOURINARIOS Y DEL APARATO URINARIO SUPERIOR 3. TRAUMATISMOS URETERALES
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