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386 BÁRBARA YOLANDA PADILLA FERNÁNDEZ B. Cuando se realiza primariamente la nefrecto- mía: – Tumores de bajo riesgo: a. Nefroma mesoblástico b. Nefroblastoma quístico parcialmente diferenciado – Tumores de riesgo intermedio: a. Nefroblastoma no anaplásico y sus va- riantes b. Nefroblastoma – anaplasia focal – Tumores de alto riesgo: a. Nefroblastoma – anaplasia difusa b. Sarcoma de células claras de riñón c. Tumor rabdoide de riñón Podemos encontrar estos tumores en el con- texto de una nefroblastomatosis: presencia difusa de restos nefrogénicos, excluyendo el nefroblas- toma multicéntrico bilateral. Se encuentran focos de blastema que persisten más allá de la semana 36 de gestación. También existe otra forma rara de nefroblastomatosis infantil superficial difusa, que puede ser mortal. Se ha descrito una variante juvenil multifocal en la que se observan lesiones microscópicas que sugieren hamartomas metané- fricos [30]. Con respecto a la clínica, se manifiesta como masa renal palpable en el 85-95% de casos, que presenta una consistencia firme, aunque suele es- tar menos fijo que el neuroblastoma. El dolor es la segunda manifestación clínica en frecuencia, presentándose en un 30% de los casos. Puede deberse a varias causas: Distensión de la cápsula, hemorragia, necrosis. Puede aparecer fiebre en un 20-50% de pacientes, mientras que la hematu- ria es rara. También es variable la presencia de hipertensión arterial (25-60%), cuyo mecanismo puede ser por compresión e isquemia del tejido renal normal, el mecanismo Goldblatt (torsión, estiramiento o compresión del pedículo vascu- lar), trombosis de los vasos renales principales o producción de sustancias presoras por las células tumorales (efecto Page: secreción de renina por el tumor o por isquemia renal) [25]. Para el diagnóstico son importantes la clínica y la exploración física, pero son las pruebas de ima- gen las que ayudan al diagnóstico de certeza. En la radiografía simple podemos evaluar un efecto masa abdominal con desplazamiento de estructu- ras. La ecografía es fundamental, y es la prueba de primera elección, que nos sirve para diagnosticar el tumor, pero también para valorar el riñón con- tralateral. En la urografía endovenosa destacamos su utilidad para objetivar el desplazamiento o la infiltración del sistema excretor. La TAC está in- dicada para el estudio de extensión; dado que nos encontramos ante una población pediátrica, será necesario realizar la prueba bajo sedación o anes- tesia general. La RMN se reserva para aquellos casos en los que haya duda o tumores bilaterales. La arteriografía no se usa en la actualidad. Por lo general, las pruebas de laboratorio no son útiles, aunque a veces podemos detectar una elevación de la VSG, anemia, policitemia o insuficiencia renal que sugieran el diagnóstico [25]. Debemos realizar el diagnóstico diferencial fundamentalmente con el neuroblastoma: Se tra- ta de una masa extrarrenal, que sobrepasa la línea media, presentando hasta en el 70% de los casos metástasis en el momento del diagnóstico. El as- pirado de médula ósea es positivo, y además se detecta una elevación de catecolaminas en orina [25]. La estadificación del tumor depende de su extensión, dependiendo de esto el plan de tra- tamiento a elegir. Utilizamos la clasificación del grupo SIOP [30]. Estadio I (43%): El tumor está limitado al ri- ñón y ha sido resecado completamente. La cáp- sula renal está intacta, y además el tumor no se ha roto ni se ha realizado ninguna biopsia preope- ratoria. Puede observarse una invasión limitada en la pelvis o de la cápsula, pero sin alcanzar la superficie del espécimen ni los vasos del seno re- nal [30]. Estadio II (20%): El tumor ha sido resecado por completo, sin afectación en o más allá de los márgenes resecados. Se puede objetivar infiltra- ción tanto de la cápsula y de los tejidos perirrena- les y/o peripiélicos como de los ganglios linfáticos hiliares y/o periaórticos junto a los vasos renales (consideramos como positivos los ganglios con necrosis o xantomatosos). También se incluye en este grupo la trombosis de los vasos sanguíneos fuera del parénquima renal, incluso aquellos del seno renal, y la invasión del uréter [30]. Estadio III (21%): A este grupo corresponden aquellos tumores en los que se ha realizado biop- sia pre o durante la intervención quirúrgica, o que se han roto antes o durante el acto quirúrgi- co, en los que se objetivan metástasis peritoneales
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