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¿Qué es la educación laica? La educación laica o educación secular es todo modelo educativo que no se basa en preceptos religiosos, ni está asociado a ninguna iglesia en particular. Se trata de lo exactamente opuesto a la educación religiosa, en el sentido de que no aborda temas espirituales o teológicos, sino que se ocupa de una formación moderna, científica y racionalista. Esto no quiere decir que la educación laica enseñe a los jóvenes a ser agnósticos o ateos, o que contradiga los preceptos morales que en una cultura provengan de su tradición religiosa. Sino que la educación laica no adhiere a ninguna perspectiva religiosa o mística, dejando esos asuntos a la intimidad de cada quien y ocupándose más bien de los aspectos mundanos de la existencia, o sea, del mundo material y sensible. La educación laica es propia de los Estados modernos y seculares, en los que iglesia y Estado ocupan esferas sociopolíticas distintas. Este tipo de sistemas educativos se debe históricamente a la corriente filosófica del liberalismo, y su implantación a lo largo del siglo XIX fue a menudo objeto de controversias y dilemas con los sectores conservadores de la sociedad, que veían con malos ojos la pérdida del poder político y social de la iglesia en sus naciones. Características de la educación laica · No ocuparse de asuntos que conciernen a la fe y al dogma religioso, y carecer de una perspectiva mística o religiosa respecto al resto de los temas de enseñanza. · Abordar la enseñanza desde un punto de vista moderno: democrático, secular, racional y cientificista. · No estar en manos de ningún grupo religioso o iglesia, sino ser regulada por las leyes educativas del Estado, tanto en instituciones privadas como públicas. · Evitar toda forma de discriminación étnica, religiosa, política, sexual y de género dentro de su comunidad académica. · Ser gratuita y obligatoria en su nivel básico, en los países seculares. También puede ser privada. Diferencias entre educación laica y educación religiosa Las principales diferencias entre la educación laica y la educación religiosa pueden plantearse de la siguiente manera: Laica: Se imparte de acuerdo a las leyes educativas del Estado, y por lo tanto sus contenidos se deciden desde instituciones pedagógicas especializadas y la misma sociedad civil. Religiosa: Se imparte de acuerdo a la tradición mística o religiosa y los textos sagrados, a menudo de acuerdo a los preceptos de alguna orden monástica específica. Laica: Aborda los contenidos necesarios para la vida mundana desde una perspectiva secular, sin adentrarse en asuntos de la fe. Religiosa: Aborda los contenidos necesarios para la vida mundana desde una perspectiva religiosa, así como los contenidos propios de la fe. Laica: No defiende ni ataca religión alguna, ni promueve activamente valores del espíritu. Sus valores morales son los propios de la sociedad civil. Religiosa: Promueve y defiende los valores espirituales y morales propios de su doctrina, a menudo condenando los pertenecientes a credos y culturas distintas. Laica: En los países seculares es gratuita y obligatoria en su nivel básico, dependiente de los recursos públicos. También puede ser privada. Religiosa: Es generalmente privada, aunque también puede impartirse bajo esquemas públicos o semipúblicos, sobre todo en las naciones confesionales. La educación laica es un instrumento vital para la construcción y sostén del Estado moderno, ya que en ella se imparten al ciudadano los valores democráticos, cosmopolitas y universales del mundo moderno, haciendo énfasis en la mirada racional, empírica y científica, y dejando los asuntos de la fe, lo místico y lo sobrenatural al libre albedrío de cada quien. Además, el tránsito hacia la educación laica implicó, en la historia de Occidente, restar una importante cuota de poder a las instituciones cristianas y entregársela al Estado, de modo que pudiera seguir el designio de la mayoría y no una tradición cultural determinada. Esto último fue especialmente importante en países plurinacionales o fruto de complejos procesos de colonización y mestizaje, ya que permitió un modelo educativo en el que sus distintas identidades, herencias y tradiciones fueran reconocidas y validadas.
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