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La dieta anti-Dukan - Pascual Uriol Ana Maria Terica

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URIOL, TERICA Y PASCUAL,
ANA MARÍA
La dieta Dukan es peligrosa para la salud. Lo dice el Ministerio de
Sanidad español, que la define como un método «ineficaz, fraudulento y
potencialmente peli¬groso». Y lo dice la Agencia Francesa para la
Seguridad Alimentaria, que en su informe sobre la dieta Dukan descubre
su alarmante efecto rebote y su relación di¬recta con graves problemas
como la disminución de la masa ósea, la insuficiencia renal, la fatiga
crónica o la depresión.
En este libro Terica Uriol, reconocida dietista-nutricionista, explica
con claridad los efectos secundarios de la dieta Dukan, tras detectarlos en
muchos de sus pacientes, y nos recuerda cuál es la alternativa saludable.
Su propuesta anti-Dukan, conocida popularmen¬te como la dieta del
bocadillo, se basa en la pirámide nutricional mediterránea y se adapta
como un guante a nuestro estilo de vida. El resultado es una dieta
efi¬caz, sana, divertida y, sobre todo, fácil de seguir.
Título Original: La Dieta Anti-Dukan
©2012, La Dieta Anti-Dukan
©2012, Ediciones B
ISBN: 9788466647472
Generado con: QualityEbook v0.37
Introducción
Más que una dieta parece una forma de vida, la vida según Dukan. En
España, sus seguidores se hacen llamar “dukanianos” y pueblan Internet
con foros apasionados y diarios on line que ensalzan la figura de su líder
como si formaran parte de una secta. Los fans del nutricionista francés
Pierre Dukan se han convertido en blogueros que comparten experiencias,
se aconsejan, intercambian recetas, se dan ánimos cuando las fuerzas
flaquean. Hay testimonios en la red que hablan de la pérdida de veinticinco
kilos en tres meses, de tallas 36, pero también de desesperaciones ante la
recuperación de los kilos perdidos tras las primeras etapas de la dieta.
Ser dukaniano significa pertenecer a una comunidad de miles de
personas, millones en todo el mundo, que comparten el deseo de adelgazar
y que no cuestionan ni una coma del método ideado por el gurú Dukan. Un
régimen que, sin una sola evidencia científica, el francés presenta en sus
best-sellers (No consigo adelgazar, Las recetas de Dukan y El método
Dukan ilustrado) como el método definitivo, la mejor dieta del mundo, fácil
de seguir, sin sacrificios, comiendo cantidades ilimitadas de carne, pescado
y huevos y denostando las verduras, legumbres y frutas.
Hace una década que el nutricionista Pierre Dukan, nacido en Argel en
1948, planteó su dieta hiperproteica, basada en la ingesta de grandes
cantidades de proteínas y la restricción de los hidratos de carbono. No era
nada nuevo: antes que la suya, otras dietas habían preconizado el consumo
de proteínas en detrimento de los hidratos de carbono como la panacea para
perder peso. Michel Montignac, otro nutricionista francés, desarrolló antes
que Dukan, en 1986, un método parecido, aunque no tan radical.
Ha sido en los últimos cuatro años cuando Dukan ha recogido los
suculentos frutos cosechados por su método para adelgazar. Sobre todo
gracias a una potentísima campaña de marketing. Este dietista ha sabido
vender su método como ninguno de sus colegas en la historia. Su libro de
autoayuda No consigo adelgazar ha sido número uno en ventas en muchos
países europeos. Se han vendido doce millones de ejemplares y veinticuatro
millones de personas siguen su dicta en todo el mundo, según cifras
facilitadas por el propio Dukan.
Como una legión, sus seguidores contraatacan en Internet ante cualquier
insinuación de fraude. Pero a lo largo de 2010, cuando el fenómeno Dukan
estaba en todo su apogeo, las comunidades científicas de medio mundo
pusieron el grito en el cielo: “Ojo, el consumo excesivo y exclusivo de
proteínas animales provoca daños en la salud.” A las consultas de los
nutricionistas comenzaron a acudir personas desencantadas con el método
de Pierre Dukan que no sólo habían recuperado los kilos perdidos
aceleradamente con ese régimen, sino que además se encontraban realmente
mal, cansados, con cefaleas, estreñimiento, colesterol alto, mal aliento...
Con suerte, esos síntomas podrían tener un relativo fácil remedio. Pero
otros efectos de la dieta Dukan pueden ser fatales e irreversibles. Las
críticas más devastadoras le han venido a Dukan de su propio país. La
Agencia Francesa para la Seguridad Alimentaria, del Medio Ambiente y
Ocupacional (ANSES) publicó un informe, a finales de 2010, en el que
analizaba las características nutricionales de las quince dietas milagro más
seguidas por los franceses. Las conclusiones no podían ser más nefastas
para Pierre Dukan. La suya se encuentra entre las que peores resultados
cosecharon en el informe de los expertos de su país. Es una de las que más
peligros entrañan para la salud de los huesos, del hígado y del corazón, y
presenta importantes carencias de vitaminas y nutrientes. La ANSES dio
otro dato alarmante: el 80 por ciento de los seguidores de esta dieta
recupera el peso perdido durante el primer año.
En España, el Ministerio de Sanidad no recomienda la dieta Dukan y
avala las conclusiones de la Asociación Española de Dietistas-
Nutricionistas (AED-N), que en un informe publicado en abril de 2011
califica este régimen como “fraudulento e ilegal, no sirve para adelgazar y
supone un riesgo para la salud pública”.
Pierre Dukan no se amedrenta ante estas alarmas médicas. A través de
frecuentes apariciones en los programas de televisión de mayor audiencia
de media Europa, el famoso nutricionista intenta atenuar las voces
discordantes que no sólo niegan el “milagro” que vende, sino que también
advierten, basándose en estudios clínicos y en la literatura científica, de los
graves riesgos que su método hiperproteico entraña para la salud.
La página web oficial del método Dukan trabaja a toda máquina.
Promete un seguimiento personalizado on line, un coaching dirigido por el
propio Pierre Dukan para todo aquel que se deje seducir por la promesa de
un rápido y sano adelgazamiento, previo pago de entre 30 y 145 euros,
dependiendo de la cantidad de kilos que se quieran perder. El foro oficial de
la dieta Dukan no da tregua a los indecisos, todo son parabienes y
ensalzamientos al creador del método; hasta se pueden leer soflamas tales
como: «A este hombre deberían hacerle un monumento por sembrar salud y
felicidad.»
Pero ¿conocen sus seguidores qué hay detrás de la dieta Dukan? ¿Por
qué se pierde peso tan rápidamente en los primeros días del régimen? ¿Qué
efectos tiene en el organismo el consumo casi excluyente de proteínas? ¿Por
qué con el método Dukan se recuperan fácilmente los kilos perdidos? En la
primera parte del libro veremos cuáles son las respuestas que dan a estas
cuestiones los expertos nutricionistas, las sociedades científicas y las
agencias sanitarias europeas.
No es únicamente por estética por lo que se inicia un régimen de
adelgazamiento. Muchas de las personas que se ponen a dieta en España no
lo hacen para lucir una figura más o menos ideal, por verse más atractivas y
jóvenes. Para ellas, el sobrepeso, sin llegar a la obesidad mórbida, supone
una amenaza para su bienestar físico; en estos casos, la decisión de
adelgazar suele obedecer a una prescripción médica ante el deterioro del
estado de salud. Por eso, hay que ser muy cuidadosos a la hora de hacer
albergar a esas personas falsas esperanzas respecto a una dieta fácil y
eficaz.
Las cifras de obesidad en nuestro país son realmente alarmantes, aunque
la opinión pública mantenga la falsa idea de que en España se come de
manera más sana que en otros países. La Organización para la Cooperación
y el Desarrollo Económicos (OCDE) sitúa a España en la cima de la
obesidad, en los primeros puestos en Europa, con una cifra de pre-valencia
que ronda el 25 por ciento. Sirva este dato que la OCDE facilitó en 2010:
dos de cada tres hombres españoles tienen sobrepeso. Es un porcentaje
altísimo.
A medida que aumentan los índices de obesidad, crece también el
consumo de productos adelgazantes y la práctica de dietas populares,
conocidas como “dietas milagro”, las mayorías fraudulentas y contrarias a
las recomendacionescientíficas. Es la pescadilla que se muerde la cola,
porque, en la mayoría de los casos, los efectos nocivos de estas dietas
contribuyen a perpetuar la obesidad por el conocido efecto rebote,
sumiendo a esas personas con sobrepeso en depresiones de las que no se
recuperan fácilmente.
Se calcula que en España se gastan unos dos mil millones de euros al
año en este tipo de dietas y productos adelgazantes, es decir, unos sesenta
euros por español al año. Un 35 por ciento de las españolas entre quince y
dieciséis años utilizan productos para adelgazar, según datos de los colegios
de farmacéuticos.
Los expertos nutricionistas inciden en que no existen fórmulas mágicas
para perder peso de una manera sana: sólo una dieta hipocalórica
personalizada puede ayudar, con el seguimiento de un dietista, a lograr el
peso saludable en cada caso. Veremos, en la segunda parte de este libro, en
qué debe basarse una dieta sana que nos ayude a perder los kilos sobrantes
y que impida volver a recuperarlos una vez finalizada la dieta. Nos
detendremos para explicar qué es la pirámide nutricional, el sistema
alimentario recomendado por unanimidad por todas las agencias sanitarias
del mundo. Haremos hincapié en la pirámide nutricional mediterránea,
porque de ella arranca la dieta que proponemos, la conocida como “dieta
del bocadillo”, de la que se incluye un conjunto de recetas fáciles y muy
saludables.
En la última parte del libro, los lectores encontrarán un dietario con el
que podrán recuperarse de los estragos causados en el organismo tras el
seguimiento del método Dukan. Se trata de un régimen de transición, que
paliará el efecto rebote tan frecuente después de haber seguido la dieta
Dukan. Y es también un régimen depurativo, con el que se ayudará al
organismo a eliminar el exceso de toxinas que implica una dieta
hiperproteica como la creada por Pierre Dukan.
Por último, una vez que el organismo haya superado el maltrato que
supone la dieta Dukan, los lectores estarán listos para emprender un método
adelgazante saludable y eficaz, basado en la dieta mediterránea: la dieta del
bocadillo, en la que lo importante no es perder peso a costa de la salud, sino
adquirir unos buenos hábitos alimentarios para librarse del exceso de peso.
Una nueva manera de alimentarse que mantendrá el peso ideal a lo largo del
tiempo.
Que el nombre de la dieta no confunda a los lectores interesados en
perder peso: la dieta del bocadillo no consiste en zamparse a todas horas
bocatas ni sandwiches grasientos. Una dieta de adelgazamiento siempre
implica una reducción del aporte calórico diario. Sin esta premisa no hay
nada que hacer. La dieta que encontrarán en este libro autoriza el pan, en
contra de la creencia generalizada de que es un alimento que engorda. Al
contrario, el pan no engorda si se consume con moderación y junto a una
serie determinada de alimentos. Además, el pan está en la base de la
alimentación española desde tiempos in-memoriales. Por algo será.
Otra de las claves de la dieta del bocadillo es la adecuación de la
cantidad de grasa consumida al día con el desgaste físico de la jornada
diaria. El excedente de grasa, es decir, la que no se usa como energía, se
acumula en forma de depósito adiposo, dando lugar al conocido “michelín”
y al vientre abultado. Aquí aprenderán a comer con la grasa que necesitan,
lo que no implica renunciar a suculentos platos, como verán.
En definitiva, lo que encontrarán en estas páginas es la dieta anti-
Dukan, la alternativa saludable al método de Pierre Dukan. Un régimen que
incluye todos los nutrientes necesarios, lo que impide el temido efecto
rebote y evita los peligrosos síntomas que implica el método Dukan, como
estreñimiento, cefaleas, estado generalizado de cansancio y debilidad física
y psíquica. Y que tampoco compromete, por supuesto, la salud del hígado,
los riñones y el corazón.
En la dieta del bocadillo, la certeza de estar alimentándose
adecuadamente se reforzará a medida que el exceso de peso vaya
desapareciendo. Adelgazar con éxito y sin riesgos para la salud no es un
mito ni una vacua promesa. Se puede conseguir fácilmente con voluntad,
asesoramiento médico y, sobre todo, huyendo de las panaceas y de los
gurús. Con sentido común
PRIMERA PARTE
DESMONTANDO A DUKAN
1 Dieta milagrosa
Las “dietas milagro” son aquellas que, sin contenidos científicos,
prometen perder más de cinco kilos en un mes. Así está consensuado por
las agencias sanitarias y de nutrición de todo el mundo, que además tildan
estos regímenes de fraudulentos. Hay dietas milagro de todo tipo y para
todos los gustos: excéntricas, como la dieta de la luna, según la cual las
diferentes fases lunares afectan al ritmo corporal interno siguiendo la
misma pauta que los océanos; las dietas disociadas, como la de Hay, que
prohíben mezclar proteínas con hidratos de carbono; la cronodieta, en la
que cada nutriente sólo se puede ingerir a determinadas horas del día; la del
grupo sanguíneo, en la que únicamente se pueden consumir determinados
alimentos según sea el grupo sanguíneo...
En los últimos años, las dietas que más popularidad han cosechado han
sido las hiperproteicas, es decir, las que propugnan una alimentación rica en
proteínas y pobre en hidratos de carbono. La última —y quizá la más
radical— de las dietas hiperproteicas es la dieta Dukan.
Todas las dietas milagro se caracterizan por las siguientes premisas:
• Prometen resultados rápidos y sin esfuerzo.
• Exageran la realidad científica de un nutriente.
• Prohíben el consumo de un alimento o grupo de alimentos.
• Anuncian que son seguras, sin riesgo para la salud.
• Aconsejan productos dietéticos a los que atribuyen propiedades
extraordinarias.
• Contienen afirmaciones que contradicen a colectivos sanitarios de
reputación reconocida.
Según lo anterior, la de Dukan es la dieta milagro por excelencia.
Veamos por qué.
Resultados rápidos y fáciles
Como dieta milagro que es, lo primero que promete Pierre Dukan en su
éxito de ventas No consigo adelgazar es rapidez y eficacia: “Con el método
Dukan usted logrará adelgazar de forma inmediata y mantener su peso
estable durante el resto de su vida.” Esta osada afirmación parece más
propia de un “vendedor de humo” que de un riguroso dietista. Como
nutricionista, nunca se me ocurriría prometer semejante cosa a mis
pacientes. Para empezar, porque la rapidez y la estabilidad son dos
conceptos contrapuestos en cualquier dieta de adelgazamiento seria.
Además, el paciente no es un sujeto pasivo: es el protagonista de la dieta.
Dukan parece decir: “Compre mi libro, siéntese y espere, que va a
adelgazar para siempre.” Sin un compromiso férreo por parte de la persona,
la dieta no sirve para nada, y mucho menos para toda la eternidad.
En la contracubierta de su libro se anuncia: “Gracias a los consejos del
doctor Dukan ya puede adelgazar sin ansiedad, sin restringir las cantidades
y sin necesidad de modificar sus hábitos.” ¿Quién no se apuntaría a un
chollo semejante? ¡Comiendo las cantidades que se quiera, sin sufrir
ansiedad... y sin cambiar de hábitos! ¿Cómo se puede adelgazar sin
modificar los malos hábitos alimentarios que han provocado la obesidad y
el sobrepeso?
Animal carnívoro
“De los tres nutrientes universales (hidratos de carbono, proteínas y
grasas), sólo las proteínas son indispensables para nuestra supervivencia.”
“Las proteínas son el único nutriente vital e indispensable en todas las
comidas.” “El hombre es un cazador carnívoro. [...] Tanto en el aspecto
metabólico como en el psicológico estamos hechos para consumir carne
animal, de mamífero, pescado o ave. Podemos prescindir de ella, sí, es
posible vivir sin cazar y sin alimentarse de carne animal, PERO (sic) con
ello abandonamos una parte de lo que nuestra naturaleza espera y
disminuimos las repercusiones emocionales que nuestro cuerpo está
programado para producir cuando le aportamos lo que espera.”
Estas loas a la carne como alimento sublime pertenecen al libro de
Pierre Dukan No consigo adelgazar, una auténtica biblia para los amantesincondicionales de los chuletones.
Seamos serios. Cualquier nutricionista que se precie recomendaría a sus
pacientes un equilibrio en la alimentación. Cualquier médico sabe que
comer carne en exceso es perjudicial para la salud. Cualquier persona
sensata puede comprender que las afirmaciones de Dukan no son un buen
consejo.
Como ya hemos señalado, el método que propone Pierre Dukan se
conoce en nutrición como una dieta hiperproteica. Y, como tal, supone el
consumo predominante de carne, pescado y huevos sobre la ingesta de
cereales, verduras, hortalizas y frutas, y del resto de hidratos de carbono.
Durante la primera fase de la dieta Dukan está prohibido comer ningún
hidrato de carbono; sólo se permite consumir proteínas, tantas como se
desee. Esta fase dura entre tres y diez días.
Veremos más adelante cómo sufre el organismo durante esos días, en los
que se ve privado de los vegetales. En la segunda fase se permite el
consumo de unas cuantas verduras y hortalizas. Nada de legumbres. La
fruta estará prohibida hasta que se hayan perdido los kilos deseados. Hasta
poder comerse una manzana o una naranja, en la dieta Dukan pueden haber
pasado fácilmente ¡cinco meses!
Existen numerosos estudios que advierten del peligro de una
alimentación como la que ensalza Dukan, a base de carne y otras proteínas
animales. A continuación citaremos algunos. Pero antes, llegados a este
punto, es importante recordar a los lectores que los expertos en nutrición,
acuciados por la grave pandemia que supone la obesidad —y de la que
España no se libra—, acometen continuas investigaciones sobre cómo
afrontar el sobrepeso sin dañar la salud.
La Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO) indica
que en cualquier dieta de adelgazamiento tienen que estar presentes todos
los nutrientes y señala las siguientes proporciones óptimas en la dieta diaria,
diametralmente opuestas a las propugnadas en la dieta Dukan:
• Hidratos de carbono: 45-55 por ciento.
• Proteínas: 15-25 por ciento.
• Grasas totales: 25-35 por ciento.
La satanizada fruta
El método Dukan, como el resto de las dietas milagro, ensalza algunos
alimentos, en su caso los ricos en proteínas, y sataniza otros, en el caso de
Dukan los que contienen hidratos de carbono. De éstos, el dietista galo no
encuentra ni una sola virtud en las frutas. Sobre este alimento, Pierre Dukan
dice cosas sorprendentes en su libro No consigo adelgazar: “Todo lo natural
no es sistemáticamente beneficioso, y las vitaminas tampoco son tan
indispensables como lo pretende cierta moda importada de Estados
Unidos.” “En realidad, la fruta no es ningún prototipo de alimento sano y
natural. Consumida en grandes cantidades puede resultar peligrosa,
especialmente para los diabéticos y [...] los gordos acostumbrados a
picotear fruta entre las comidas.”
Por fin, después de hasta veinte semanas (cinco meses), el seguidor de
la dieta Dukan podrá saborear una manzana o una pera. Inaudito. No hace
falta ser un experto en nutrición para darse cuenta de la barbaridad que
supone limitar de una manera tan radical el consumo de fruta. Si yo le
recomendara algo parecido a algún paciente, estoy segura de que no me
tomaría en serio.
Es en la tercera etapa de la dieta, llamada fase de consolidación, cuando
Dukan deja comer fruta, aunque se nota que le cuesta otorgar esta
prerrogativa: “Toda la fruta está autorizada con una cantidad de una porción
al día salvo el plátano, la uva, las cerezas y los frutos secos. [...] Todas estas
frutas son suyas a razón de una ración por día, no por comida.”
Mientras en España y en la mayoría de los países europeos las
autoridades sanitarias insisten en la importancia de “cinco al día”, Dukan
insiste en la absoluta necesidad de no comer más de una pieza de fruta al
día. Las explicaciones de Dukan sobre la fruta son auténticas aberraciones,
dignas incluso de alguna acción legal por parte de los agricultores. No se
conforma con decir que la fruta no es un alimento sano, sino que además
prefiere que las personas obesas tomen complementos vitamínicos durante
la segunda fase de la dieta antes que comer fruta; y llega a recomendar el
consumo de dos filetes de hígado de ternera a la semana y tomar una
cucharada de levadura de cerveza todas las mañanas antes que saltarse la
prohibición de comer fruta durante esa fase del régimen.
No son las únicas afirmaciones contra natura que se pueden encontrar
en su best-seller. En realidad, todo el libro está plagado de recomendaciones
vacuas que contradicen las más básicas evidencias científicas en materia de
nutrición.
La Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO)
recomienda el consumo diario de fruta y de hortalizas como elementos
clave en el mantenimiento del peso. Existen estudios que demuestran que la
ingesta de frutas y verduras está asociada a un menor incremento de peso.
En 2006 se llevó a cabo en Estados Unidos un interesante estudio que
analizó las diferencias en el consumo diario entre personas con sobrepeso y
otras que no padecían obesidad. Los primeros consumían de media una
ración menos de verduras y frutas al día que los del grupo de no obesos. El
estudio determinó que cuantas más raciones de fruta diaria consumía una
persona, menos porcentaje de grasa corporal presentaba.
Un grupo de investigadores de Estados Unidos estudió, en 2005, las
diferencias de alimentación que existían entre los condados de Florida, ya
que habían observado que en algunos de ellos se concentraban los
ciudadanos con mayor índice de masa corporal (IMC). El estudio desveló
que un 40 por ciento de los vecinos de esos condados comían tres o menos
frutas y hortalizas cada día en comparación con un 10 por ciento de los
residentes de los otros condados con menos obesos.
Práctica peligrosa
Mientras Pierre Dukan bate récords de ventas con sus libros, no dejan
de publicarse los resultados de prestigiosos estudios internacionales que
aseguran que las dietas de adelgazamiento basadas en la elevada ingesta de
proteínas y en el escaso consumo de hidratos de carbono no son
recomendables, por sus perjuicios para la salud.
Pero Pierre Dukan opina todo lo contrario. En un tono tan presuntuoso
como dogmático, en su libro-guía califica su método así: “Es, con mucho, el
más eficaz y el más rápido de los regímenes no peligrosos y a base de
alimentos.” De todos los atributos, los más repetidos son “eficaz” y
“seguro”, precisamente las dos características más cuestionadas de la dieta
Dukan.
Existen varios estudios que echan por tierra la seguridad para la salud
del método hiperproteico. Por ejemplo, un estudio sueco, publicado en
2007, realizó un seguimiento a 42.237 mujeres durante doce años y
concluyó que las que consumían mayor cantidad de proteínas y menos
cantidad de hidratos de carbono tenían un incremento de la mortalidad de
un 11 por ciento superior a las que hacían lo contrario.
Este resultado se ha repetido en otros estudios internacionales de
envergadura. Un interesante trabajo publicado en la revista médica Annals
of ínternal Medicine, en 2010, afirma que el consumo prolongado de dietas
pobres en hidratos de carbono y ricas en proteínas se asocia a un mayor
riesgo de mortalidad. También llegaron a esa conclusión los estudios del
Instituto de Salud de la Mujer de Iowa (Estados Unidos), sobre los casos de
29.017 mujeres,5 y el del Comité de Nutrición de la Asociación Americana
del Corazón, que incluso desaconseja el empleo de las dietas hiperproteicas
por sus potenciales efectos nocivos. Entre ellos, esta institución cita el
riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares si la alimentación es rica en
proteínas animales. Esta evidencia ha quedado demostrada en otros
estudios, como el llevado a cabo en 2005 por el Instituto de Medicina de
Washington D.C., que apuntó un incremento de los niveles de colesterol
asociado a la ingesta excesiva de proteínas de origen animal y al consumo
diario insuficiente de alimentos vegetales.
Las investigaciones acerca del efecto de las proteínas sobre la salud han
sido, desde los años sesenta, unreferente en el campo de la nutrición. Cada
cierto tiempo surge una dieta de adelgazamiento basada en la supremacía de
las proteínas frente a los hidratos de carbono. Las personas que siguen con
cierta frecuencia dietas de adelgazamiento han asimilado la creencia de que
la pasta y el arroz hacen engordar más que un chuletón. Cuando les
pregunto en qué se basan para afirmar eso, contestan que la mayoría de las
dietas que han seguido en los últimos años se basan en esa premisa.
Entre los riesgos que entraña este tipo de régimen, hay que destacar el
de sufrir osteoporosis, cálculos renales, cáncer y enfermedades
cardiovasculares. Esta alarmante conclusión proviene del Instituto de
Medicina de Washington, que en un trabajo publicado en 2005 estableció
los parámetros ideales para lograr una alimentación sana y equilibrada.
La alarma más reciente sobre las dietas de proteínas, como la Dukan,
hace referencia a los efectos adversos en la flora intestinal y la encontramos
en otra prestigiosa revista científica, The American Journal of Clinical
Nutrition. El estudio, publicado en 2011, destaca que una alimentación
basada en excesivas proteínas de origen animal y escasos hidratos de
carbono puede alterar la microbiota intestinal. A la vez que el organismo
reduce la producción de antioxidantes derivados del consumo de fibra,
aumenta la de unos componentes llamados N-nitrosos, que son potenciales
agentes carcinogénicos del tubo digestivo.
De los peligros que puede acarrear su dieta, Dukan guarda silencio. No
menciona ni un solo estudio que avale su método, ni él mismo ha publicado
ni una sola línea sobre su dieta en ninguna revista médica. Pero esto no ha
sido un obstáculo para que su libro No consigo adelgazar se haya
convertido en un superventas mundial, con doce millones de ejemplares
vendidos. Consciente de que sus lectores pueden experimentar síntomas
adversos, reacciones negativas de su cuerpo ante un método tan radical,
Dukan reconoce algunos pequeños contratiempos, pero sin importancia.
Por ejemplo, advierte de que a partir del cuarto día del seguimiento de
su dieta aparece el estreñimiento. Dukan le resta importancia a este
problema: “Sólo se trata de una reducción importante de residuos, debida al
contenido muy débil en fibras de los alimentos proteicos.” El francés
recomienda, entonces, tomar una cucharada sopera de salvado de avena. Si
no es suficiente, explica que hay que tomar otra cucharada de aceite de
parafina. Si aun así el estreñimiento persiste, se puede acudir a la farmacia
en busca de algún producto natural. Si no basta con esto, Dukan propone
visitar al médico, pero en ningún momento anima a interrumpir la dieta ante
más de cuatro días de estreñimiento agudo.
También advierte el dietista francés de que durante los dos primeros
días de dieta “se puede sentir una ligera fatiga, con menos resistencia para
los esfuerzos prolongados”. Este síntoma tiene una fácil explicación que,
por supuesto, Dukan no facilita a sus lectores. El organismo se queda en
estado de shock, no puede reaccionar ante el ataque sorpresa de proteínas y
la eliminación repentina de los hidratos de carbono, que son vitales para el
cerebro y los músculos. El cuerpo se pone a hibernar, como hacen algunos
animales en invierno, y apenas gasta energía. Por eso resulta imposible en
este estado hacer esfuerzos físicos. La persona experimenta una sensación
generalizada de fatiga y de somnolencia, que no cesa hasta que regresan a la
alimentación los hidratos de carbono.
Contradiciendo a los expertos
“No existen pruebas que sustenten que una dieta con un mayor
contenido en proteínas ayude a la pérdida de peso, contrariamente a lo
propuesto por el señor Dukan”, afirma la Asociación Española de Dietistas-
Nutricionistas (AED-N) en un informe sobre el método Dukan, en abril de
2011, en el que califica el método Dukan como “fraudulento e ilegal, no
sirve para adelgazar y supone un riesgo para la salud pública”.
Uno de los ganchos que utiliza Pierre Dukan para atraer a potenciales
clientes a su método es que con él desaparece la ansiedad por comer y se
inhibe el hambre de una manera natural. Así lo explica el francés: “El
hambre desaparece al tercer día. Esta desaparición sorprendente está ligada
a la liberación incrementada, por no consumir azúcar, de los famosos
cuerpos cetónicos, los disuasores del hambre naturales más poderosos.”
Otra auténtica aberración. Más adelante, los lectores encontrarán un
apartado dedicado a los cuerpos cetónicos y a su actuación en el organismo.
No son inocentes disuasores del hambre, sino el resultado de un peligroso
proceso bioquímico, llamado cetosis, que sufren las personas diabéticas y
las que siguen la dieta Dukan o cualquier dieta cetogénica.
Además, no está comprobado que las proteínas inhiban el hambre. La
Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) considera que las
evidencias a este respecto son insuficientes para poder asegurar que un
mayor consumo de proteínas puede incrementar la saciedad a corto plazo.
Es más, existen algunos estudios que refutan la afirmación de Dukan. Por
ejemplo, los publicados por la American Medical Association en 2006 y, en
fecha más reciente, por el Journal of the American Dietetic Association en
2011. Ambos estudios demuestran que no hay diferencias sustanciales en
cuanto al nivel de saciedad obtenido en dietas ricas en proteínas y en dietas
ricas en hidratos de carbono.
Productos sospechosos
El hecho de que Dukan venda, a través de su web, productos
supuestamente dietéticos no ayuda a dotar de rigor a este método seguido
por millones de personas. Tal y como denuncian los nutricionistas
españoles, la dieta Dukan vende productos como Devor-cal, al que se le
atribuye la siguiente propiedad: “Quema de forma específica las calorías
procedentes de proteínas y grasas.” “Además de ser falsa e ilegal, esta
afirmación es particularmente insólita cuando se observa que se aconseja su
uso durante treinta y siete días”, consta en el informe de la AED-N.
2 Negocio jugoso
La clave del éxito de la dieta Dukan no es otra que una potentísima
campaña de marketing, que intenta acallar cualquier voz autorizada que
alerte de los peligros para la salud que supone este método de
adelgazamiento.
Internet es el gran soporte de la dieta Dukan, donde pululan numerosos
foros de defensores del método, que en España se hacen llamar
“dukanianos”. A modo de legión, los seguidores socorren a su líder cuando
sus preceptos dietéticos son puestos en tela de juicio. Cualquier crítica es
contraatacada mediante la exposición de los casos “reales” de quienes han
conseguido adelgazar siguiendo la dieta Dukan y continúan practicándola
de por vida porque así lo estipula su gurú
Así pues, las comunidades de blogueros dukanianos juegan un papel
esencial en el mantenimiento del fenómeno; se desconoce hasta qué punto
los testimonios que nutren estos blogs son reales o ficticios. Es el propio
Pierre Dukan quien despierta las sospechas cuando, en un tono sectario,
habla de las “educadoras” que impulsan el foro oficial: “Se ha creado un
foro con esta perspectiva de proporcionar apoyo, modelos y empatía
compartida; como siempre, lo impulsan y animan voluntarias, mujeres
anónimas que, por haber aprendido de las demás, se convierten a su vez en
relevos, en “educadoras”, y sacan provecho de ello, porque, al ayudar a las
demás, se ayudan ellas mismas y consolidan sus conocimientos y su
motivación.”
La página oficial de la dieta Dukan es mucho más que el escaparate de
presuntas historias con final feliz de supuestos seguidores de Dukan. Es,
sobre todo, un negocio de dimensiones impredecibles. Dukan promete un
coaching o asesoramiento personalizado. Para ello, pide el número de la
tarjeta de crédito. La inscripción al coaching puede hacerse a través de la
web o por teléfono. Si se opta por esta última vía, atiende el teléfono una
voz joven, muy joven, que, siguiendo un esquema estándar, nos pide
nuestros datos personales, así como el peso y estatura y el grosor de las
muñecas para hacerseuna idea de nuestra estructura ósea. Ni una pregunta
sobre antecedentes médicos, ni sobre el estado de salud. Finalmente, la
joven teleoperadora nos indica cuántos kilos tenemos que perder para
conseguir nuestro peso ideal, así como el importe por el seguimiento
personalizado. Treinta euros por cada cinco kilos que vayamos a perder: es
decir, si el cliente tiene que adelgazar diez kilos, abonará sesenta euros; si
son veinte kilos, ciento veinte euros. A cambio de este dinero, se le enviara
diariamente una dieta a su correo electrónico.
Pero de asesoramiento personalizado, nada de nada. Un correo
electrónico con una dieta tipo es lo único que recibiremos del entramado
Dukan. Según sus propios datos, en 2010 cerca de 40.000 personas se
inscribieron en su servicio de asesoramiento, lo que representa mucho
dinero: 2.400.000 euros, cobrando una media de sesenta euros por el
servicio.
Los dietistas rigurosos alertan de que antes de comenzar una dieta hay
que tener en cuenta los antecedentes médicos del paciente. Una dieta de
adelgazamiento saludable debe contar con el respaldo y el seguimiento
auténtico de un nutricionista, algo imposible de conseguir a través de
Internet.
De su coaching on line, Pierre Dukan señala, orgulloso, que dedica una
hora al día a comunicarse con sus seguidores a través de la página oficial de
su método. “Sesenta minutos en los que puedo tomar el pulso de esta
comunidad formada sobre todo por mujeres que sufren, en su mayoría, y
que buscan una mano directiva y experimentada que las acompañe durante
esta prueba. [...] Han perdido la esperanza, pero no el deseo de conseguirlo.
Muy a menudo, son hipersensibles y vulnerables a nivel emocional y
afectivo. Encuentran en la comida un complemento que les proporciona
sosiego, placer y seguridad, una manera de darse “un gusto”, sólo eso.”
Como buen líder, Dukan refuerza su mensaje condescendientemente para
captar a sus potenciales clientes.
La dieta Dukan es una auténtica bomba de relojería en manos de
personas obsesionadas con el peso ideal, sobre todo las que proceden de
sucesivos fracasos en el seguimiento de dietas, porque promete que sin
esfuerzo, y en muy poco tiempo, se pueden perder los kilos que se desee.
Pero, ante todo, es un cruel reclamo para aquellos que padecen obesidad,
cuya salud depende de poder librarse de un importante sobrepeso. Estas
personas no sólo recuperan los kilos perdidos con la dieta Dukan a partir de
los seis meses siguientes a la finalización del régimen —como veremos en
el apartado dedicado al efecto rebote—, sino que además su salud queda
machacada, dificultando así una futura y necesaria pérdida de peso.
3 Las reglas del ataque
El método Dukan es, en palabras de su creador, una verdadera máquina
de combate, un bulldozer que, si se acepta del todo, abate todas las
resistencias. “No se trata de un simple régimen, sino de un plan de
adelgazamiento global que se acepta o se rechaza como un todo
indisociable.” Bajo esta premisa, Dukan estructura un método radical que
sólo permite el consumo de cien alimentos (setenta y dos ricos en proteínas
y veintiocho verduras) y cuyo éxito radica en seguir a rajatabla la primera
fase, la fase de ataque, el régimen de proteínas puras.
La primera etapa hace honor a su nombre: es una auténtica invasión al
organismo mediante la ingesta exclusiva de carnes rojas y blancas, huevos,
pescado, mariscos y leche desnatada... Alimentos de origen animal en
cantidades ilimitadas. Quedan prohibidos los hidratos de carbono (pan,
pasta, cereales, arroz, patatas, legumbres, hortalizas y frutas) y las grasas.
Esta fase dura entre tres y diez días. El peso medio perdido durante esta
etapa es de uno a cinco kilos, dependiendo de la persona y de la cantidad de
calorías consumidas.
La segunda fase o periodo de crucero no tiene una duración
determinada, aunque Dukan asegura que se suele perder una media de un
kilo por semana. En los casos de obesidad clara, con un sobrepeso de veinte
kilos, este periodo dura en torno a los cinco meses. Durante esta fase se
mezclan las proteínas con algunas verduras. Las frutas siguen prohibidas
hasta que se alcance el peso ideal.
La tercera fase es la de consolidación y dura diez días por cada kilo que
se haya perdido en las etapas anteriores. Se va introduciendo el arroz y la
pasta de forma gradual, igual que la fruta (sólo una pieza al día) y las
legumbres.
La cuarta fase (llamada de estabilización final) dura de por vida e
implica ciertos hábitos, como seguir un día a la semana —los jueves— una
dieta exclusiva de proteínas, no usar ascensores y consumir tres cucharadas
de salvado de avena a diario.
Arantxa: «Por dentro también adelgazas»
A primera vista, a Arantxa, de veintitrés años, no le sobra ni un gramo,
pero ella no está de acuerdo. Animada por algunas amigas, decidió seguir la
dieta Dukan para quitarse cuatro o cinco kilos antes del verano. “Quería
estar perfecta para ir a la playa. Lo típico. Había cogido algún kilo porque
picoteo mucho mientras estudio. Notaba que los vaqueros me quedaban más
apretados y tenía algo de barriguita.” Arantxa, recién licenciada en
Periodismo, se acercó hasta una farmacia para pesarse antes de ponerse en
manos de Pierre Dukan. “Realmente no me sobraba casi nada, menos de
dos kilos según la báscula, pero, ya puesta, quería bajar una talla, a la 36.
Me dejaron el libro de la dieta Dukan y me convenció, sobre todo porque
había oído hablar maravillas del método.”
Arantxa siguió la fase de ataque durante cinco días. Durante ese tiempo
se alimentó únicamente de filetes de ternera y de pechuga de pollo. “Perdí
un kilo y medio. Pero no estaba contenta, al revés. En esos cinco días, me
sentía derrotada. Estaba destemplada, siempre tenía frío, incluso tiritonas.
Tenía tan mal aliento que siempre evitaba hablar cerca de cualquiera. A
partir del tercer día, decidí no salir de casa hasta que terminara la fase de
ataque, porque no me tenía en pie, siempre tenía sueño, aunque dormía
suficiente. No tenía fuerzas para nada. Tenía mala cara, los labios siempre
secos, la piel tirante. Pero lo peor fue el estreñimiento. Tenía tantos dolores
que no quiero ni acordarme.” Pero, aun así, Arantxa siguió con la dieta y
pasó a la siguiente fase.
“Creí que, como durante la fase de crucero se pueden comer verduras, el
problema del estreñimiento se acabaría. Y no fue así exactamente, aunque
la cosa mejoró. Comía acelgas, calabacín y berenjenas como si fueran un
manjar, algo que nunca hubiera imaginado. Era como si mi cuerpo me
agradeciera que le diera verduras. Yo me moría por un dulce, por un bollo
de chocolate. Los destemples ya no eran tan frecuentes y ya no me sentía
tan triste como antes. Pero sufrí otro efecto: la menstruación no me venía.
Me asusté mucho, porque nunca había tenido problemas con eso. Después
de tres semanas con la fase de crucero, en la que perdí casi dos kilos, y con
el problema de la menstruación, dejé la dieta, asustada. Tuve que ir al
ginecólogo porque el problema no se resolvía, y me dijo algo que no
olvidaré jamás: “No vuelvas a jugar con el equilibrio de tu organismo. No
lo ves por dentro y crees que no pasa nada, sólo ves que has perdido peso.
Pero por dentro, si no sigues una dieta adecuada, también adelgazas.”“
En cuanto volvió a su sistema alimentario habitual, Arantxa recuperó
los tres kilos y medio perdidos con la dieta Dukan y se llevó un kilo de
regalo. Su menstruación se regularizó. Veraneó en la playa, aunque no lució
la figura con la que soñaba. “Creo que la dieta Dukan implica muchos
sacrificios relacionados con la salud. No es tan perfecta como dicen.”
4 La salud en peligro con la dieta
Dukan
El secreto está en el hígado
Es innegable que siguiendo la dieta Dukan se pierde peso en los
primeros días. No podía ser de otra manera, dado el sufrimiento que
experimenta el organismo en la primera etapa de este régimen
hiperproteico. También se adelgaza si se deja de comer, pero no por eso se
considera el ayuno como una opción deseable para adelgazar.
Dice Dukan que la primera fasepuede durar entre tres y diez días, y que
se pierden entre uno y cinco kilos de media. La norma que hay que seguir
es comer únicamente proteínas: carne de ternera, buey, caballo y caza,
vísceras, marisco, pescado, huevos, jamón sin grasa, lácteos desnatados y
una cucharada y media al día de salvado de avena. Las cantidades son
ilimitadas; incluso se puede comer durante todo un día el mismo tipo de
alimento.
No importa, según el creador de la dieta, si se comen varios kilos de
carne durante un solo día. Lo que importa es que se consuman
exclusivamente proteínas animales.
Sin embargo, Dukan advierte de que pasado el quinto día hay que
consultar con un médico si se quiere prolongar la fase de ataque hasta siete
días o incluso diez. ¿Por qué? ¿Es que entraña algún peligro comer a base
de carne, pescado o huevos? Dukan no lo aclara. No dedica ni una sola
explicación en su famoso libro No consigo adelgazar al proceso interno que
se sigue en el organismo cuando el único alimento es la proteína.
La dieta Dukan se engloba dentro de la categoría de las dietas
cetogénicas. Su mecanismo de actuación es la cetosis, un estado de
excepción y de sufrimiento del cuerpo, cuyo abuso pone en serio peligro la
salud. El organismo entra en estado de cetosis ante la restricción de hidratos
de carbono o carbohidratos.
Los hidratos de carbono son los responsables de aportar la energía
primaria, la fuente de energía sin la que no se podría sobrevivir, la que
alimenta al cerebro y al corazón. Esta energía es la glucosa.
Cuando se ingieren menos hidratos de carbono de lo necesario, es decir,
menos de ochenta gramos al día, se llega a la hipoglucemia (índice de
glucosa bajo). En este caso, el organismo tiene que buscar una salida, otra
vía de obtención de energía para alimentar al cerebro y al corazón. ¿Cómo
lo hace? Comienza a utilizar las reservas de grasa para convertirlas en
glucosa. Por eso la pérdida de peso es tan rápida en las dietas cetogénicas.
Los depósitos adiposos o reservas de grasa se pierden rápidamente. Pero no
sólo se pierde grasa.
El cuerpo utiliza en primer lugar las grasas que rodean el corazón y los
riñones. El último depósito de grasa que se usa es el que rodea la médula
ósea. Se van quemando las grasas a un ritmo frenético. El organismo está
como enloquecido. La actividad se lleva a cabo en el hígado —y en menor
proporción en los riñones— y aparecen los cuerpos cetónicos, que son los
desechos de esa actividad. A falta de glucosa, el corazón y el cerebro se
alimentan con los cuerpos cetónicos.
Cuando la cetosis se prolonga más allá del segundo o tercer día, la
producción de cuerpos cetónicos es excesiva y el hígado, que ya está
saturado por la constante combustión de grasa, no puede más; tampoco
pueden seguir el ritmo las células sanguíneas, que llevan el alimento a los
órganos. Los cuerpos cetónicos se acumulan en la sangre y, dependiendo de
su cantidad, pueden dar lugar a una acidosis, que es una causa de
hospitalización urgente. Los cuerpos cetónicos —uno de ellos es la acetona
— se expulsan por la orina, por lo que se saturan también los riñones, cuya
actividad excretora es mucho más abundante en estas circunstancias. Dukan
insiste mucho en que en su dieta es necesario beber un mínimo de un litro y
medio de agua al día. Porque si no se bebiera agua, no podrían eliminarse
los cuerpos cetónicos y habría que acudir urgentemente al hospital.
Pierre Dukan habla de los cuerpos cetónicos como “los disuasores del
hambre naturales más poderosos”. Lo que ocurre en realidad es que el
consumo elevado de proteínas sacia porque cuesta mucho digerirlas. Por
esta razón parece que disminuye el apetito. Aunque no existe consenso
científico respecto a una mayor capacidad saciante de las proteínas respecto
a la de los hidratos de carbono.
Si el señor Dukan hubiera explicado en su best-seller lo que ocurre
realmente en el cuerpo durante la primera fase de su dieta, cuando está
prohibido consumir pan, pasta, arroz, zanahorias, tomates, melocotones... y
cualquier hidrato de carbono, ¿cree que su método hubiera merecido alguna
credibilidad? Hay que ser un auténtico kamikaze o tener muy poca estima
por el propio cuerpo para someterse a semejante tortura por muy
rápidamente que desaparezcan los michelines. ¿No cree?
La cetosis provoca mal aliento o halitosis y sequedad en la boca porque
los cuerpos cetónicos también se eliminan por exhalación. Dukan lo
reconoce en su libro, pero deliberadamente oculta cuál es el motivo. Dice el
nutricionista: “Un aliento algo más fuerte y la sensación de boca seca
indican que se está adelgazando y debe recibir con satisfacción estos
mensajes de éxito. Beba más para atenuarlos.”
Las personas diabéticas conocen muy bien ese aliento afrutado y la boca
seca que provoca la cetosis, porque también ellas la padecen cada vez que
sufren una subida de azúcar. En el caso de la diabetes, la falta de insulina
suficiente para poder metabolizar la glucosa obliga al cuerpo a buscar otra
energía, la grasa, comenzando así el proceso de cetosis que ya ha sido
explicado.
Otros efectos adversos del estado de cetosis son las cefaleas y una
sensación constante de fatiga y decaimiento. El motivo es que el cerebro no
está bien alimentado sólo con grasa, necesita la glucosa de los hidratos de
carbono. “A partir del tercer día cesa la fatiga”, asegura Dukan. Una vez
más no cuenta por qué se produce esa sensación. Su libro rebosa
dogmatismo: ordena y prohíbe determinadas acciones a sus seguidores,
pero carece por completo de un didactismo riguroso.
Ríñones sobrecargador
Indirectamente, Dukan reconoce que su dieta puede implicar algún
efecto en los riñones, porque advierte de que las personas con problemas
renales no deben seguir su régimen. Calla sobre la razón por la que su dieta
es incompatible con dolencias renales. Tampoco dice que la propia dieta
puede ocasionar esos problemas; se limita a pedir que sus seguidores beban
mucha agua.
Está claro que los riñones se sobrecargan durante el seguimiento del
método Dukan: deben eliminar una cantidad excesiva de toxinas producida
por la elevada ingesta de proteínas cárnicas. Algunos investigadores se han
ocupado de estudiar los efectos sobre los ríñones de las dietas
hiperproteicas, y entre sus conclusiones se encuentra el aumento de riesgo
de padecer cálculos renales, por la eliminación de abundantes cantidades de
calcio.
La insuficiencia renal es a menudo una patología silenciosa. Por ello,
todas las personas que pretendan seguir una dieta de adelgazamiento
deberían realizarse antes una analítica de orina. Ojalá que los que estén
siguiendo la dieta Dukan lo hayan hecho.
El efecto rebote
El “efecto rebote” o “efecto yoyó”, es decir, la rápida recuperación del
peso perdido, es la principal característica de todas las dietas milagro:
aquellas que prometen una considerable pérdida de kilos en muy poco
tiempo. Es, sin duda, la reacción que más inquieta a las personas que siguen
una dieta. Lo primero que me preguntan mis pacientes antes de emprender
una dieta es si, una vez finalizada, van a recuperar el peso perdido, porque
si es así, ni se molestan en comenzarla.
La de Dukan no es una excepción. Al contrario. La advertencia más
rotunda del efecto yoyó ligado a la dieta Dukan llega precisamente desde el
país de origen del padre de la criatura. La Agencia Francesa para la
Seguridad Alimentaria, del Medio Ambiente y Ocupacional (ANSES)
afirma que el 80 por ciento de las personas que se sometieron al método de
Pierre Dukan recuperaron el peso perdido durante el primer año de
seguimiento de la dieta.
La explicación de por qué se produce el efecto rebote al finalizar una
dieta de estas características es fácil de entender. El organismo, durante el
periodo de adelgazamiento, se mantiene en un estado de hibernación.
Consume pocas calorías y gasta aún menos. Veamos por qué necesita
menos energía el cuerpo que adelgaza.
Después de consumir las reservas de grasa para alimentar al sistema
nervioso central y a las células sanguíneas, como hemos visto enel apartado
dedicado a la cetosis, el organismo tira de la masa muscular en busca de
energía. Los músculos pierden masa y, por tanto, fuerza. Cuando la dieta
finaliza y volvemos a comer de todo, nuestro organismo no va a necesitar la
misma energía que antes de comenzar la dieta. Por eso, a medio plazo, para
la misma cantidad de comida vamos a quemar menos calorías y el resto se
va a acumular en forma de reservas de grasa, de depósitos adiposos, que
dan lugar a los conocidos michelines.
El metabolismo es incapaz de adaptarse a ese bajo nivel energético que
hemos adquirido durante la dieta porque está programado para acumular
reservas, no para lo contrario. Está desorientado, por decirlo así, y reacciona
acumulando a toda marcha, a un ritmo tan rápido que casi no da tiempo a
disfrutar de la nueva y delgada figura que habíamos logrado durante la
dieta. Sin entenderlo, vemos cómo vuelven los kilos perdidos.
En conclusión, la dieta Dukan acelera la aparición del efecto rebote: al
no darle al organismo todos los hidratos de carbono que necesita, éste
asimila o aprovecha mejor, en forma de acumulación rápida de reservas de
grasa, los pocos que se van ingiriendo (“por si ya no me dan más”, clamaría
el maltratado cuerpo). El resultado: el efecto rebote.
De esto es de lo que menos habla Pierre Dukan en sus libros,
seguramente por saber que sus seguidores son firmes candidatos a padecer
el efecto yoyó. Sólo un organismo sano, que se haya mantenido activo
durante el periodo de dieta y que, desde el principio de ésta, haya
consumido todo tipo de nutrientes, puede evitar recuperar el peso perdido.
Ésta es la regla de oro para quien quiera adelgazar. No se debe olvidar.
La Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición establece
tres premisas que explican la recuperación del peso perdido tras seguir
alguna dieta milagro:
• Durante la dieta milagro, nuestro organismo reacciona rápidamente,
poniendo en marcha un mecanismo de defensa que disminuye el ritmo del
metabolismo para gastar menos energía.
• Una vez abandonada la dieta milagro, nuestro organismo activa
mecanismos fisiológicos para compensar el periodo de restricción que ha
sufrido. Comiendo lo mismo que antes de la dieta se engorda más
rápidamente, porque gastamos menos que antes y la energía que no usa se
almacena en forma de depósitos adiposos.
• El peso perdido en un periodo corto de tiempo (en pocos días) se debe
principalmente a la pérdida de agua y de glucógeno, mientras que los
depósitos de grasa corporal se mantienen.
Es decir, con las dietas milagro se obtiene una pérdida de peso
engañosa.
Sara: «Perdí seis kilos en diez días y acabé en el
hospital
Sara es dependienta en una tienda de telefonía, ubicada en un gran
centro comercial de Madrid. Tiene treinta y siete años y un sobrepeso
evidente, en torno a los diez kilos. Reconoce que siempre le ha gustado
comer y que lo ha hecho en exceso. Siempre ha estado “rellenita”, desde
que era una niña. Ha probado todo tipo de dietas y ha fracasado en el
intento. “He hecho la dieta de la alcachofa y la dieta de la piña, con las que
me moría de hambre. He probado el método macrobiótico, que tuve que
dejar porque me resultaba muy caro y difícil de seguir. También, la dieta de
la zona y la Atkins [estas dos dietas son similares a la Dukan, pero menos
agresivas]. En fin, creo que he hecho todas las dietas que existen, y no me
han servido. Al principio, adelgazaba. Con la Atkins perdí ocho kilos, pero
cuando acabó volví a engordar a los pocos meses.” A toda la decepción que
acumula Sara por los repetidos fracasos, hay que añadir el desembolso de
dinero que le ha supuesto seguir las dietas. “Revistas, productos de
herbolario, libros... Me he dejado un dineral en dietas”, se lamenta Sara.
Pero lo más preciado que ha perdido ha sido la salud.
La última dieta que ha seguido no es otra que la de Dukan, y ha servido
para que Sara escarmiente respecto a las dietas milagro. “Me enteré de que
existía la dieta Dukan por un programa de televisión. Hablaban maravillas
de ella, que si era la dieta definitiva, que si millones de personas habían
perdido peso con este método... Todo era perfecto. Consulté en Internet y en
los foros la gente hablaba muy bien de esta dieta. Así que me compré el
libro convencida de que, por fin, lograría adelgazar.”
Sara obedeció cada recomendación de Pierre Dukan, cada prescripción;
respetó todas las prohibiciones. “Hasta hice sus recetas, algunas rarísimas,
como la col rellena, que es bastante desagradable, por cierto. En vez de
aceite de oliva, tomaba aceite de parafina —no tiene calorías—, que es
insípido, utilizaba pastillas de caldo light. Todo lo que aparece en el libro.
Quería que funcionara, adelgazar de una vez por todas.”
Durante la primera etapa del régimen, que prolongó hasta los diez días,
Sara perdió seis kilos. “Fue muy duro, recuerdo que durante esos diez días
me encontraba francamente mal, con náuseas, algún vómito, dolores de
cabeza y mucha debilidad. Me costó mucho poder trabajar; estaba de mal
humor, estreñida y muy cansada. Pero, cuando acabó la primera fase de la
dieta, me emocioné. Estaba pletórica —recuerda Sara—. Me había quitado
una talla. Quien no tenga el problema del sobrepeso no puede comprender
lo que significa esto. Es como si el sueño que más anhelas se cumpliera. ¡Y
en sólo diez días!”
Durante la segunda fase, las cosas no fueron por buen camino. “Durante
dos semanas no perdí ni un gramo. Me derrumbé. No sólo por eso, sino
porque seguía encontrándome mal, cansada, con dolores de cabeza y
dolores de barriga. En otras circunstancias habría abandonado la dieta,
como había hecho con los anteriores regímenes. Pero esta vez había
depositado todas mis esperanzas en que esta dieta funcionara. No podía
plantarme ahí, porque entonces recuperaría los seis kilos perdidos, como
dice Dukan en su libro. Así que seguí comiendo como él decía, proteínas
con verduras, nada de fruta, un día sólo a base de proteínas, leche desnatada
y salvado de avena. Procuraba beber toda el agua que podía, pero en la
tienda no puedo estar constantemente parando porque hay clientes. Así que
no bebía tanto como Dukan recomienda.”
Ya fuera por una ingesta insuficiente de agua para tanta proteína o por
un exceso de toxinas, lo cierto es que un día Sara enfermó. “Tenía el
estómago como una piedra. Sentía un dolor constante y agudo que no me
permitía enderezarme. También tenía fiebre. No tuve más remedio que ir al
hospital. Allí me hicieron unos análisis y el médico me ordenó dejar la dieta
de adelgazamiento.”
Los resultados revelaron niveles elevados de colesterol, de creatinina y
de bilirrubina y un problema en la vesícula. Sara tenía un cálculo biliar.
Mediante un tratamiento farmacológico pudo deshacerse de él sin tener que
recurrir a la cirugía, pero el médico le avisó: “Tu vesícula y probablemente
tus riñones y tu hígado no están en su mejor momento. Ni se te ocurra
volver a hacer una dieta de este tipo, te has machacado.” Ahora Sara tiene
que cuidar extremadamente lo que come y llevar una alimentación especial
para evitar que se reproduzcan los problemas en la vesícula.
Sara recuperó los kilos perdidos en un abrir y cerrar de ojos. “En cosa
de un mes. Y es inexplicable, porque tengo que comer tan ligero por la
vesícula que no sé cómo he engordado. El médico me ha dicho que mi
organismo ha reaccionado como si fuera un muerto de hambre, que devora
todo lo que pilla, que ha llenado otra vez las reservas por si se me vuelve a
pasar por la cabeza hacer una salvajada. Pero esta vez no me importa estar
gorda. Ahora estoy centrada en mi salud, en comer equilibradamente. En
cuanto pase un tiempo y mi organismo esté fuerte, puedo intentar adelgazar,
aunque esta vez me pondré en manos de un médico. No sé qué me pasó con
esa dieta, no sé si ella me provocó el cálculo, o si yo tenía predisposición y
la dieta Dukan me aceleró el problema. No sé, pero ahora entiendo que en
diez días no se pueden perder seis kilos. No se puede comer sólo un tipo de
alimento. Ahora lo entiendo.”Obsesiones
¿Merece la pena comprometer la salud de esta manera? ¿Compensa
embarcarse en una aventura semejante a la que plantea Dukan? Las
personas defraudadas con la panacea que vende Pierre Dukan contestarán
tajantemente que no: perdieron salud y recuperaron el peso inicial. Pero
también perdieron la ilusión del éxito. Su autoestima también se lastimó.
Vamos a detenernos ahora en las secuelas psicológicas del régimen
Dukan y de otras dietas hiperproteicas sobre las que alertan especialmente
las agencias de seguridad alimentaria europeas
.Los fracasos repetidos en el seguimiento de dietas pueden ser muy
peligrosos y originar depresión, disminución de la autoestima y síndrome de
restricción cognitiva. Detrás de esta patología se esconden muchos de los
trastornos alimentarios más graves: anorexia, bulimia e hiperfagia (aumento
excesivo de la sensación de hambre, lo que conduce a una ingesta
desmesurada de alimentos). El síndrome de restricción cognitiva se
caracteriza por una forma de pensar dicotómica, una actitud de todo o nada
que promueve la alternancia entre excesos alimentarios y ayunos radicales.
Pero no sólo en los fracasos aparecen alteraciones del comportamiento,
obsesiones y/o el síndrome de restricción cognitiva. También en el éxito. Se
pueden leer en los blogs de seguidores de la dieta Dukan experiencias de
personas que, habiendo perdido ya muchos kilos, pretenden seguir
adelgazando y alcanzar un peso muy bajo, enfermizo.
Una mujer pedía ayuda en un foro de dukanianos. Su peso inicial era de
63,300 kilos y el peso deseado, 44,200 kilos. Tras haber perdido seis kilos,
se mostraba desesperada porque en la segunda fase de la dieta Dukan no
lograba seguir adelgazando. “No consumo ni siquiera los tolerados (algunas
verduras que en la segunda fase se pueden consumir), no consumo sal, hago
deporte. [...] Té verde, ningún cambio visible, día blanco tampoco (sólo se
pueden comer proteínas, el aporte calórico durante esa jornada es muy
reducido: carne y pescado blancos, tortilla de claras y yogures desnatados).”
Podría decirse que es el propio Dukan el que favorece estas obsesiones.
En su libro No consigo adelgazar el nutricionista aboga por unas pautas tan
extremas para perder peso que casi dan miedo:
• Chupar cubitos de hielo: se pueden quemar sesenta calorías al día,
“sin malgastar esfuerzos”, chupando cinco o seis cubitos de hielo.
• Adelgazar lavándose: “Entrar en la ducha con un termómetro en la
mano, dejar correr el agua llevándola a una temperatura de 25º.” Diez
minutos después se habrán quemado cien calorías, “es decir, el equivalente
calórico de andar unos tres kilómetros”.
• Aceptar cubrirse menos: abrigarse menos en la cama quema cien
calorías diarias.
• Evitar las atmósferas demasiado calientes: otras cien calorías se van
si se permanece en ambientes con 22°.
Según Dukan, se pueden quemar 420 calorías cada día con estas
medidas. Desde luego, quien siga a rajatabla estas pautas lo que puede pillar
es una pulmonía si las pone en práctica en pleno invierno.
Dukan alienta la obsesión por el peso, incluso entre las personas que no
siguen una dieta de adelgazamiento: “Pésese muy a menudo, sobre todo
durante los tres primeros días. De hora en hora, puede haber cambios.
Conserve esta costumbre de pesarse todos los días de su vida, porque si
bien la báscula es la enemiga de quien está engordando, es la amiga y la
justa recompensa de quien adelgaza, y cualquier pérdida de peso, por
mínima que sea, se convertirá en su mejor estímulo.”
Andrés: Un «Peter Pan» en apuros
Andrés es informático en una multinacional y tiene cuarenta y dos años,
viste de manera juvenil, I leva un corte de pelo moderno y le gusta rodearse
de gente más joven. Se describe a sí mismo como un chico joven,
interesante, que huye de los convencionalismos referidos a la edad y que
encuentra en los jóvenes más cosas en común que con la gente de su
generación. Podría decirse, con estos datos, que Andrés sufre el síndrome
de Peter Pan. No quiere envejecer, no quiere que su vida cambie a medida
que cumple años. Pero está claro que se cambia, el tiempo nos envejece por
mucha oposición que mostremos. Por eso Andrés cuida al máximo su
aspecto físico, para atenuar las señales del tiempo.
“Siempre he cuidado mi alimentación y hago deporte. Es cierto que
desde hace un par de años tengo que controlarme con la comida, porque
enseguida cojo unos kilitos, pero no me sientan mal, no es algo que me
preocupe. Me los quito en el gimnasio y comiendo menos. Cuando se puso
de moda la dieta Dukan, compré el libro para regalárselo a una amiga que
quería adelgazar. Lo leí antes de entregárselo, y me impactó. Si era tan fácil
perder un par de kilos durante la fase de ataque, ¿por qué no hacerlo? Total,
serían cinco días de mi vida comiendo sólo proteínas. ¿Qué peligro podía
tener aquello?”
Andrés cayó en las garras del método Dukan, y de qué manera.
“Efectivamente, perdí los dos kilos que me proponía en la primera fase. No
me costó en absoluto, aunque es cierto que me sentí mal, cansado y tuve
dolores de cabeza y mareos. Pero cuando me propongo algo, lo hago. Me
veía bien con esos dos kilos de menos. Los vaqueros me quedaban
estupendos. Todo el mundo me lo decía. Pensé, entonces, que iba a seguir
un poco más. Quería quitarme otros dos kilos. Y ahí me pararía”, recuerda
Andrés.
Fue entonces, durante la fase de crucero, cuando Andrés se convirtió en
un obseso. “No bajaba de peso, me había estancado, y aunque seguía el
régimen a pies juntillas, no adelgazaba. En el libro dice Dukan que esto
puede pasar, que al introducir las verduras, el organismo puede reaccionar
resistiéndose a soltar las reservas.” ¿Y qué es lo que hizo Andrés ante esta
situación? “Volví a las proteínas en exclusiva, como si estuviera en la fase
de ataque. Es lo que recomienda el libro de Dukan. No pensé que me fuera
a pasar nada malo. Pero la experiencia fue nefasta. Me obsesioné. En los
restaurantes me miraban raro, los amigos también. Sólo comía carne,
acompañada de carne, y agua: chuletón para comer, chuletón para cenar, un
par de filetes de ternera un día, lo mismo al siguiente; medio kilo de jamón
de York para cenar, chuletas de cerdo... Esencialmente, era eso lo que
comía. El pescado no me gusta, pero la carne de ternera me entusiasma, así
que no suponía ningún esfuerzo para mí.”
Esta vez, Andrés se alimentó durante diez días a base de carne, leche
desnatada y salvado de avena. “Perdí seis kilos. Me quedé muy delgado y
tenía mal aspecto, enfermizo, parecía más viejo. Me volví huraño, no quería
salir con los amigos, estaba de mal humor porque había conseguido justo lo
contrario de lo que pretendía antes de hacer el régimen: verme joven y
atlético. Para evitar el efecto rebote, no podía volver a comer con
normalidad de repente, tenía que ir poco a poco introduciendo los hidratos,
como dice Dukan en el libro. Mi cuerpo debió de colapsarse, porque me
sentaba mal la comida, sufría diarreas pero también estreñimiento agudo,
dolores abdominales y fiebre.” En el hospital le anunciaron a Andrés que
padecía un trastorno digestivo llamado disbiosis intestinal: su flora
intestinal estaba alterada por la falta de fibra en la alimentación. “También
tenía los niveles de colesterol altos y el ácido úrico por las nubes. El médico
me preguntó por la alimentación que llevaba y le conté la verdad. Me dijo
que lo que había hecho era una bestialidad. Me sentí ridículo. Esa sensación
no la olvidaré jamás.”
La disbiosis intestinal es la alteración de la flora intestinal como
consecuencia del aumento de la actividad de bacterias intestinales patógena
o tóxica. La disbiosis está motivada normalmente por dietas hiperproteicas,
pobres en fibra.
Huesos débiles
Uno de los efectos adversos de las dietas ricas en proteínas y pobres en
vegetales es el debilitamiento de los huesos. Es éste quizás el perjuicio
menos conocido de dietas como la Dukan. La pérdida de calcio por vía
urinaria y la cantidad de proteínas que se consumen están directamente
relacionadas. Los regímenes hiperproteicosgeneran una gran cantidad de
ácido en el organismo, sobre todo en forma de sulfatos y fosfatos. Mediante
una compleja respuesta celular, el hueso sale en defensa del riñón, que está
sobrecargado, intentando eliminar esos ácidos. En esa reacción
fisicoquímica, el hueso libera, de la concha de hidratación que lo rodea,
carbonato, citrato y sodio para amortiguar ese incremento de ácido.
Conjuntamente con esos minerales, el hueso libera calcio, que actúa como
ión inseparable. La pérdida del calcio por la vía urinaria es abundante
durante el seguimiento de dietas como la Dukan. Así es como se pone en
peligro la integridad del hueso en los regímenes hiperproteicos.
El descenso de la densidad mineral de los huesos no es fácil de detectar,
a no ser que se produzcan fácilmente fracturas. La osteopenia —condición
precursora de la osteoporosis— rara vez se diagnostica, a no ser que se
produzca alguna fractura ósea. Pero es reversible si se sigue un tratamiento
adecuado. Si estos regímenes basados en las proteínas son prolongados y
repetidos, no es de extrañar que aparezca osteopenia en edades más
tempranas de lo habitual.
Ácido úrico, un mal menor para Dukan
Pierre Dukan no ha contado toda la verdad sobre su método porque, de
haberlo hecho, su proyecto hubiera sido inviable. Pero se ha guardado las
espaldas. Recomienda encarecidamente a sus seguidores que beban al
menos un litro y medio de agua al día.
De otra manera, no se podría eliminar el exceso de toxinas que genera la
ingesta abundante de proteínas animales.
No obstante, comete la torpeza de restarle importancia a una de las más
peligrosas: el ácido úrico. De él dice Dukan en No consigo adelgazar: “No
hay que tener miedo al ácido úrico, desecho natural de las proteínas, que se
elimina por completo con la toma diaria de un litro y medio de agua.” Esta
aseveración, viniendo de un médico nutricionista, clama al cielo. Es posible
que Dukan, consciente de que su dieta eleva sustancialmente los niveles de
ácido úrico, pretenda enmascarar el peligro hurtando a sus lectores la
veracidad sobre esta sustancia química, responsable de enfermedades como
la gota (inflamación de las articulaciones), cálculos renales, artritis y
dolencias cardiacas. Por lo tanto, sí que hay que temer al ácido úrico, y
mucho. Precisamente, si se quiere evitar que el nivel de ácido úrico sea
elevado hay que huir de la dieta Dukan.
Por un lado, Pierre Dukan otorga absoluta libertad a los seguidores de
su dieta para que coman las cantidades que deseen, por abundantes que
sean, de todo tipo de carne, y por otro les insta a que beban agua para
eliminar el ácido úrico que provoca esa alimentación. Lo que no dice Dukan
es que cuando el nivel de ácido úrico aumenta mucho no es suficiente con
beber agua: es imprescindible cambiar de dieta, comer vegetales y
restringir, o eliminar totalmente, la carne y el marisco.
El aroma de la dieta Dukan huele a peligro. El francés explica a su
manera el origen del ácido úrico elevado: “A diferencia de la mayoría de los
demás alimentos, los proteicos no se desintegran por completo y, al término
de su degradación, subsiste en el organismo cierta cantidad de residuos,
como el ácido úrico, que hay que eliminar. En teoría, se supone que un
consumo elevado de estos alimentos aumentaría el contenido de residuos y
afectaría a las personas sensibles o predispuestas. En la práctica, el
organismo humano, y especialmente el riñón, posee varios mecanismos de
eliminación que resuelven perfectamente esta tarea, pero para realizarla el
riñón necesita imperativamente una cantidad elevada de agua. El riñón
filtrará el ácido úrico de la sangre con la condición explícita de intensificar
el consumo habitual de agua.”
El ácido úrico se origina en el organismo de forma natural cuando se
metabolizan las purinas (presentes en la mayoría de los alimentos proteicos,
como carnes, mariscos y pescados). Al concentrarse más purinas, el nivel
de ácido úrico en la sangre aumenta. El organismo no puede eliminarlo por
completo a través del riñón, pese al litro y medio de agua diario que
recomienda Dukan.
La gota es la dolencia más frecuente cuando sube el nivel normal de
ácido úrico. Está considerada una enfermedad reumática porque afecta a las
articulaciones, sobre todo a los tobillos, los dedos gordos de los pies y las
rodillas. Produce la inflamación de estas articulaciones y mucho dolor. La
gota puede degenerar en artritis crónica. El riesgo de desarrollar la
enfermedad aumenta con la edad y es más frecuente en los hombres, pero el
estilo de vida pasa factura y puede propiciar y acelerar la aparición de esta
patología en personas jóvenes. Hay que evitar consumir en exceso carne
roja, mariscos, vísceras, pescados y alcohol.
Rocío: una enfermera apagada
Rocío trabaja en un hospital de Madrid, es enfermera de pediatría y
tiene cincuenta y un años. Es una mujer proporcionada, pese a sus amplias
caderas y sus anchos hombros. El peso no ha representado un problema
importante en su vida, aunque con la edad ha ido ganando kilos. “En
algunas épocas he estado más flaca, en otras más gorda, lo normal”, asegura
Rocío. Lo que sí que le origina sinsabores es el sufrimiento que contempla
en el hospital. “Ver todos los días a niños enfermos me provoca mucha
tristeza y mucho estrés. Siento impotencia, y quien diga que a todo se
acostumbra el ser humano, se equivoca. Llevo más de veinte años como
enfermera y nueve en pediatría y no me acostumbro al sufrimiento.”
Una de las maneras que tiene Rocío de liberarse del estrés y de relajarse
cuando llega a casa después del trabajo en el hospital es cenar “en
condiciones”. “Es un momento sagrado, ceno con mis hijos y nos contamos
cómo nos ha ido el día.” Sin embargo, en los últimos años, Rocío comía
más que hablaba. “No sé cuándo empezó mi ansiedad por la comida, pero
no me quedaba saciada. Fue mi hija la que se dio cuenta y me alertó:
“Mamá, estás engordando y no paras de comer, ¿qué te pasa?” Realmente
no me pasaba nada, no había habido ningún cambio trascendental en mi
vida del que yo fuera consciente, pero era verdad que había cogido peso.
Puede que utilizara la comida como válvula de escape del estrés. Sabía que
en la menopausia se engorda, pero yo había engordado más de la cuenta por
comer ávidamente.”
Rocío le consultó el problema a un médico del hospital, que, tras una
analítica, le recomendó perder peso. “Me explicó que estaba bien, pero que
si quería seguir estándolo debía quitarme unos cinco kilos. Los huesos,
durante la menopausia, necesitan soportar un menor peso, ya que han
perdido calcio. Me recomendó un régimen en el que lógicamente tenía que
comer menos cantidad y reducir las grasas. En una palabra: filete a la
plancha con ensalada. En fin, me puse manos a la obra. Adiós a mis cenas,
adiós a los aperitivos los domingos, adiós a la buena vida...”
Ante Rocío se desplegó un panorama negro, un tormento que
resignadamente estaba dispuesta a afrontar por prescripción médica. Pero,
en el momento justo, alguien le habló de la dieta Dukan. “Una compañera
me dijo que esa dieta era buenísima, que no se pasaba hambre y que
funcionaba. Lo comenté en casa y a mi hija le sonaba. Al día siguiente, me
regaló el libro de Dukan. A medida que lo leía, me iban entrando ganas de
comenzar lo antes posible la dieta. Me inspiró confianza lo que decía
Dukan, me parecía lógico.” Este régimen no era como el que el médico le
había recomendado; en éste, Rocío podía comer las cantidades que quisiera,
y restringir la dieta únicamente a proteínas animales no le parecía ningún
sacrificio.
Rocío pesaba sesenta y ocho kilos y se quedó en sesenta y cuatro al
acabar la fase de ataque. “En siete días había adelgazado cuatro kilos, y sin
absolutamente ningún esfuerzo. Es cierto todo lo que dice Dukan que pasa:
boca seca, mal aliento, cansancio e inapetencia. Todo ello es cierto. Y no le
di importancia, porque según Dukan, son síntomas de que se está
adelgazando adecuadamente. Por eso no se lo comenté al médico y por eso
seguí con el régimen. No quería perdermuchos kilos, con uno o dos más
bastaba. Pero, un mes después, había perdido otros cuatro kilos. Me
encontraba mal, eso no lo voy a negar, estaba cansada y tristona. Incluso se
me hacía cuesta arriba soportar la presión diaria en el hospital. Una vez tuve
que ir a refugiarme al baño porque no podía contener las lágrimas. Pero
tenía tan buen tipo...”
Al cabo de otro mes con la dieta, la enfermera ya no tenía buen aspecto.
Rocío perdió otros tres kilos. En total, había adelgazado diez kilos en dos
meses. Junto con una figura más delgada, Rocío mostraba también síntomas
preocupantes: “Tenía la piel más envejecida, reseca y flácida, la dentadura
se me había estropeado, tenía los dientes como desgastados, me dolían las
piernas. Lo peor era mi ánimo: no tenía ganas de reír, de salir con mis
amigas, me mostraba esquiva con los compañeros, ya no compartía las
sobremesas con mis hijos, me quejaba continuamente de que estaba muy
cansada y sólo quería dormir.”
De nuevo, fue su hija la que le advirtió: “Mamá, deja la dieta ya. Estás
rara, estás triste y apagada.” “Me convenció para ir al médico a ver si me
recetaba algunas vitaminas para animarme y recobrar las fuerzas. El
médico, en cuanto me vio, me dijo: “Ya veo que has hecho la dieta, menudo
tipazo. ¿Para qué quieres las vitaminas? No me digas que has hecho la dieta
Dukan...” Me quedé de piedra. Me contó que había tratado a varias
personas después de seguir este régimen, y que la mayoría refería los
mismos síntomas emocionales y la misma sensación de cansancio crónico y
de apatía. Todavía no sabía lo que la dieta Dukan me había hecho por
dentro.”
Los resultados de una analítica confirmaron que Rocío tenía los niveles
de ácido úrico elevados, lo mismo que los de colesterol y triglicéridos; por
el contrario, el nivel de calcio era bajo. También tenía la tensión arterial
alta. “Estaba hecha un cristo. En dos meses, había pasado de tener una
analítica perfecta a una desastrosa. Me derrumbé cuando el médico me dio
los resultados. Pero él me tranquilizó: con un tratamiento y una dieta
específica mis niveles volverían a la normalidad.”
En cuanto Rocío regresó a una alimentación equilibrada, su ánimo fue
mejorando. Asegura que tardó el doble de tiempo en recuperarse del que
dedicó a adelgazar. “Todavía sigo impactada por lo que me pasó. Que una
dieta, una forma de comer, te pueda hacer tanto mal y cambiarte hasta el
humor me parece terrorífico.” La enfermera recuperó seis de los diez kilos
perdidos durante la dieta. El nuevo régimen que tuvo que seguir
necesariamente por sus problemas de colesterol y de ácido úrico mantuvo a
raya el sobrepeso.
5 Los análisis definitivos
La publicación del ya citado estudio sobre dietas milagro de la Agencia
Francesa para la Seguridad Alimentaria, del Medio Ambiente y
Ocupacional (ANSES), en noviembre de 2010, supuso un auténtico
varapalo para Pierre Dukan. En el trabajo de los expertos franceses se
analizaron las quince principales dietas seguidas por sus compatriotas. El
estudio respondía a la petición de la Dirección General de Salud Pública de
Francia, preocupada por el importante aumento en los últimos años de
ciudadanos que seguían dietas milagrosas para perder kilos y, de paso,
perdían también salud. El objetivo del trabajo de la ANSES era estudiar la
cantidad de nutrientes básicos consumida en las dietas más populares del
momento. Los resultados despejan cualquier duda sobre la idoneidad de
estos regímenes de adelgazamiento. La dita Dukan es una de las peores
paradas.
En esta tabla, elaborada a partir de los datos incluidos en el informe
francés, se comparan algunos valores medios de vitaminas y minerales
aportados por la dita Dukan con las cantidades recomendadas por la Unión
Europea:
Como puede observarse, la dita Dukan implica un bajo aporte de
vitamina C, debido al escaso consumo de verduras y frutas. Esta vitamina
es esencial para el ser humano: se trata de un antioxidante natural que
interviene en el mecanismo contra las infecciones, en el mantenimiento de
los huesos y de los vasos sanguíneos y que ayuda al organismo en la
absorción del hierro, entre otras acciones.
El método Dukan tampoco aporta la fibra necesaria, lo que pone en
riesgo la salud del aparato digestivo, algo esencial para la prevención del
cáncer colorrectal, entre otros tipos de tumores.
Por el contrario, el aporte de vitamina B9 es elevada. En un principio,
este excedente se elimina por la orina y no tendría unos efectos tóxicos
sobre la salud, pero implica un desequilibrio en el organismo Las altas
cantidades de vitamina BP (acido fólico) durante un periodo extenso
podrían interferir en la asimilación de otras vitaminas o nutrientes.
En cuanto a la vitamina D, en exceso, con en el caso de la dieta Dukan,
puede provocar cansancio, dolores de cabeza y náuseas. Lo mismo ocurre
con una cantidad elevada de calcio. Niveles superiores a los recomendados
de magnesio y de sodio provocan hipertensión. Los índices elevados de
selenio durante un periodo largo de tiempo pueden provocar la caída del
cabello, irritabilidad y fatiga, entre otros síntomas. El exceso de potasio se
elimina por la orina. Sin embargo, si existe algún problema renal, este
mineral puede acumularse en el organismo dando lugar a la hiperkalemia,
que origina hormigueo en los miembros, arritmia cardiaca y úlceras
gástricas.
Como vemos, el método de adelgazamiento de Pierre Dukan no sólo
implica un aporte incorrecto de nutrientes, sino que además favorece la
aparición de dolencias por el desequilibrio de vitaminas y minerales en el
organismo.
Con el método Dukan no sólo se pierde grasa, sino también gran
cantidad de masa muscular magra, que es la suma del peso de los huesos, la
piel, los órganos, el tejido y el agua del cuerpo, sin incluir la grasa. Pese a
los altos niveles de proteína consumidos en esta dieta, los músculos y los
huesos son los más resentidos por la brusca eliminación de los hidratos de
carbono. Se pierde masa muscular a un ritmo acelerado, lo que conduce a
un estado de fatiga crónico, que es la reacción más común entre los que han
seguido este régimen.
Las conclusiones del informe de la ANSES son contundentes:
• El 80 por ciento de las personas que siguen la dieta Dukan recuperan
el peso perdido en el primer año de seguimiento del régimen. Es decir, el
llamado efecto rebote es prácticamente inevitable.
• Las dietas hiperproteicas, como la Dukan, provocan frecuentemente
problemas gástricos, sobre todo estreñimiento, por la disminución de fibra.
• En esta dieta se ingiere una cantidad de proteínas superior en un 80
por ciento a la cantidad recomendada, y supone un consumo de fibra diez
veces menor que el saludable.
• El exceso de proteínas que implica la dieta Dukan hace necesaria una
valoración previa del estado de los riñones en las personas que presenten
algún riesgo de sufrir dolencias renales.
• Se produce una grave pérdida de masa muscular y la disminución de
la densidad mineral de los huesos.
• Las dietas que conllevan un consumo muy reducido de calorías
pueden inducir a la muerte súbita relacionada con la arritmia cardiaca. La
fluctuación del peso puede desencadenar episodios cardiovasculares.
También síndrome metabólico. Este síndrome aparece cuando la persona
reúne una serie de factores de riesgo de sufrir una enfermedad
cardiovascular o diabetes mellitus.•
• La depresión y la disminución de la autoestima son consecuencias
propias de los fracasos repetidos en este tipo de dietas, debidos al efecto
rebote.
Antes que la ANSES, otro análisis nutricional de algunas de las dietas
milagro más populares, como la Atkins y la Ornish, reveló hace algunos
años que estos «regímenes mágicos» podrían implicar la carencia de al
menos dos vitaminas esenciales. Otro estudio, realizado en España en 2004
por la Asociación de Dietistas-Nutricionistas Diplomados de Navarra,
analizó ochenta y seis dietas milagro seleccionadas de veinte revistas y
reveló que la práctica de estos regímenes implica una importante carencia
de vita-minas y minerales, como hierro,

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