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URIOL, TERICA Y PASCUAL, ANA MARÍA La dieta Dukan es peligrosa para la salud. Lo dice el Ministerio de Sanidad español, que la define como un método «ineficaz, fraudulento y potencialmente peli¬groso». Y lo dice la Agencia Francesa para la Seguridad Alimentaria, que en su informe sobre la dieta Dukan descubre su alarmante efecto rebote y su relación di¬recta con graves problemas como la disminución de la masa ósea, la insuficiencia renal, la fatiga crónica o la depresión. En este libro Terica Uriol, reconocida dietista-nutricionista, explica con claridad los efectos secundarios de la dieta Dukan, tras detectarlos en muchos de sus pacientes, y nos recuerda cuál es la alternativa saludable. Su propuesta anti-Dukan, conocida popularmen¬te como la dieta del bocadillo, se basa en la pirámide nutricional mediterránea y se adapta como un guante a nuestro estilo de vida. El resultado es una dieta efi¬caz, sana, divertida y, sobre todo, fácil de seguir. Título Original: La Dieta Anti-Dukan ©2012, La Dieta Anti-Dukan ©2012, Ediciones B ISBN: 9788466647472 Generado con: QualityEbook v0.37 Introducción Más que una dieta parece una forma de vida, la vida según Dukan. En España, sus seguidores se hacen llamar “dukanianos” y pueblan Internet con foros apasionados y diarios on line que ensalzan la figura de su líder como si formaran parte de una secta. Los fans del nutricionista francés Pierre Dukan se han convertido en blogueros que comparten experiencias, se aconsejan, intercambian recetas, se dan ánimos cuando las fuerzas flaquean. Hay testimonios en la red que hablan de la pérdida de veinticinco kilos en tres meses, de tallas 36, pero también de desesperaciones ante la recuperación de los kilos perdidos tras las primeras etapas de la dieta. Ser dukaniano significa pertenecer a una comunidad de miles de personas, millones en todo el mundo, que comparten el deseo de adelgazar y que no cuestionan ni una coma del método ideado por el gurú Dukan. Un régimen que, sin una sola evidencia científica, el francés presenta en sus best-sellers (No consigo adelgazar, Las recetas de Dukan y El método Dukan ilustrado) como el método definitivo, la mejor dieta del mundo, fácil de seguir, sin sacrificios, comiendo cantidades ilimitadas de carne, pescado y huevos y denostando las verduras, legumbres y frutas. Hace una década que el nutricionista Pierre Dukan, nacido en Argel en 1948, planteó su dieta hiperproteica, basada en la ingesta de grandes cantidades de proteínas y la restricción de los hidratos de carbono. No era nada nuevo: antes que la suya, otras dietas habían preconizado el consumo de proteínas en detrimento de los hidratos de carbono como la panacea para perder peso. Michel Montignac, otro nutricionista francés, desarrolló antes que Dukan, en 1986, un método parecido, aunque no tan radical. Ha sido en los últimos cuatro años cuando Dukan ha recogido los suculentos frutos cosechados por su método para adelgazar. Sobre todo gracias a una potentísima campaña de marketing. Este dietista ha sabido vender su método como ninguno de sus colegas en la historia. Su libro de autoayuda No consigo adelgazar ha sido número uno en ventas en muchos países europeos. Se han vendido doce millones de ejemplares y veinticuatro millones de personas siguen su dicta en todo el mundo, según cifras facilitadas por el propio Dukan. Como una legión, sus seguidores contraatacan en Internet ante cualquier insinuación de fraude. Pero a lo largo de 2010, cuando el fenómeno Dukan estaba en todo su apogeo, las comunidades científicas de medio mundo pusieron el grito en el cielo: “Ojo, el consumo excesivo y exclusivo de proteínas animales provoca daños en la salud.” A las consultas de los nutricionistas comenzaron a acudir personas desencantadas con el método de Pierre Dukan que no sólo habían recuperado los kilos perdidos aceleradamente con ese régimen, sino que además se encontraban realmente mal, cansados, con cefaleas, estreñimiento, colesterol alto, mal aliento... Con suerte, esos síntomas podrían tener un relativo fácil remedio. Pero otros efectos de la dieta Dukan pueden ser fatales e irreversibles. Las críticas más devastadoras le han venido a Dukan de su propio país. La Agencia Francesa para la Seguridad Alimentaria, del Medio Ambiente y Ocupacional (ANSES) publicó un informe, a finales de 2010, en el que analizaba las características nutricionales de las quince dietas milagro más seguidas por los franceses. Las conclusiones no podían ser más nefastas para Pierre Dukan. La suya se encuentra entre las que peores resultados cosecharon en el informe de los expertos de su país. Es una de las que más peligros entrañan para la salud de los huesos, del hígado y del corazón, y presenta importantes carencias de vitaminas y nutrientes. La ANSES dio otro dato alarmante: el 80 por ciento de los seguidores de esta dieta recupera el peso perdido durante el primer año. En España, el Ministerio de Sanidad no recomienda la dieta Dukan y avala las conclusiones de la Asociación Española de Dietistas- Nutricionistas (AED-N), que en un informe publicado en abril de 2011 califica este régimen como “fraudulento e ilegal, no sirve para adelgazar y supone un riesgo para la salud pública”. Pierre Dukan no se amedrenta ante estas alarmas médicas. A través de frecuentes apariciones en los programas de televisión de mayor audiencia de media Europa, el famoso nutricionista intenta atenuar las voces discordantes que no sólo niegan el “milagro” que vende, sino que también advierten, basándose en estudios clínicos y en la literatura científica, de los graves riesgos que su método hiperproteico entraña para la salud. La página web oficial del método Dukan trabaja a toda máquina. Promete un seguimiento personalizado on line, un coaching dirigido por el propio Pierre Dukan para todo aquel que se deje seducir por la promesa de un rápido y sano adelgazamiento, previo pago de entre 30 y 145 euros, dependiendo de la cantidad de kilos que se quieran perder. El foro oficial de la dieta Dukan no da tregua a los indecisos, todo son parabienes y ensalzamientos al creador del método; hasta se pueden leer soflamas tales como: «A este hombre deberían hacerle un monumento por sembrar salud y felicidad.» Pero ¿conocen sus seguidores qué hay detrás de la dieta Dukan? ¿Por qué se pierde peso tan rápidamente en los primeros días del régimen? ¿Qué efectos tiene en el organismo el consumo casi excluyente de proteínas? ¿Por qué con el método Dukan se recuperan fácilmente los kilos perdidos? En la primera parte del libro veremos cuáles son las respuestas que dan a estas cuestiones los expertos nutricionistas, las sociedades científicas y las agencias sanitarias europeas. No es únicamente por estética por lo que se inicia un régimen de adelgazamiento. Muchas de las personas que se ponen a dieta en España no lo hacen para lucir una figura más o menos ideal, por verse más atractivas y jóvenes. Para ellas, el sobrepeso, sin llegar a la obesidad mórbida, supone una amenaza para su bienestar físico; en estos casos, la decisión de adelgazar suele obedecer a una prescripción médica ante el deterioro del estado de salud. Por eso, hay que ser muy cuidadosos a la hora de hacer albergar a esas personas falsas esperanzas respecto a una dieta fácil y eficaz. Las cifras de obesidad en nuestro país son realmente alarmantes, aunque la opinión pública mantenga la falsa idea de que en España se come de manera más sana que en otros países. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) sitúa a España en la cima de la obesidad, en los primeros puestos en Europa, con una cifra de pre-valencia que ronda el 25 por ciento. Sirva este dato que la OCDE facilitó en 2010: dos de cada tres hombres españoles tienen sobrepeso. Es un porcentaje altísimo. A medida que aumentan los índices de obesidad, crece también el consumo de productos adelgazantes y la práctica de dietas populares, conocidas como “dietas milagro”, las mayorías fraudulentas y contrarias a las recomendacionescientíficas. Es la pescadilla que se muerde la cola, porque, en la mayoría de los casos, los efectos nocivos de estas dietas contribuyen a perpetuar la obesidad por el conocido efecto rebote, sumiendo a esas personas con sobrepeso en depresiones de las que no se recuperan fácilmente. Se calcula que en España se gastan unos dos mil millones de euros al año en este tipo de dietas y productos adelgazantes, es decir, unos sesenta euros por español al año. Un 35 por ciento de las españolas entre quince y dieciséis años utilizan productos para adelgazar, según datos de los colegios de farmacéuticos. Los expertos nutricionistas inciden en que no existen fórmulas mágicas para perder peso de una manera sana: sólo una dieta hipocalórica personalizada puede ayudar, con el seguimiento de un dietista, a lograr el peso saludable en cada caso. Veremos, en la segunda parte de este libro, en qué debe basarse una dieta sana que nos ayude a perder los kilos sobrantes y que impida volver a recuperarlos una vez finalizada la dieta. Nos detendremos para explicar qué es la pirámide nutricional, el sistema alimentario recomendado por unanimidad por todas las agencias sanitarias del mundo. Haremos hincapié en la pirámide nutricional mediterránea, porque de ella arranca la dieta que proponemos, la conocida como “dieta del bocadillo”, de la que se incluye un conjunto de recetas fáciles y muy saludables. En la última parte del libro, los lectores encontrarán un dietario con el que podrán recuperarse de los estragos causados en el organismo tras el seguimiento del método Dukan. Se trata de un régimen de transición, que paliará el efecto rebote tan frecuente después de haber seguido la dieta Dukan. Y es también un régimen depurativo, con el que se ayudará al organismo a eliminar el exceso de toxinas que implica una dieta hiperproteica como la creada por Pierre Dukan. Por último, una vez que el organismo haya superado el maltrato que supone la dieta Dukan, los lectores estarán listos para emprender un método adelgazante saludable y eficaz, basado en la dieta mediterránea: la dieta del bocadillo, en la que lo importante no es perder peso a costa de la salud, sino adquirir unos buenos hábitos alimentarios para librarse del exceso de peso. Una nueva manera de alimentarse que mantendrá el peso ideal a lo largo del tiempo. Que el nombre de la dieta no confunda a los lectores interesados en perder peso: la dieta del bocadillo no consiste en zamparse a todas horas bocatas ni sandwiches grasientos. Una dieta de adelgazamiento siempre implica una reducción del aporte calórico diario. Sin esta premisa no hay nada que hacer. La dieta que encontrarán en este libro autoriza el pan, en contra de la creencia generalizada de que es un alimento que engorda. Al contrario, el pan no engorda si se consume con moderación y junto a una serie determinada de alimentos. Además, el pan está en la base de la alimentación española desde tiempos in-memoriales. Por algo será. Otra de las claves de la dieta del bocadillo es la adecuación de la cantidad de grasa consumida al día con el desgaste físico de la jornada diaria. El excedente de grasa, es decir, la que no se usa como energía, se acumula en forma de depósito adiposo, dando lugar al conocido “michelín” y al vientre abultado. Aquí aprenderán a comer con la grasa que necesitan, lo que no implica renunciar a suculentos platos, como verán. En definitiva, lo que encontrarán en estas páginas es la dieta anti- Dukan, la alternativa saludable al método de Pierre Dukan. Un régimen que incluye todos los nutrientes necesarios, lo que impide el temido efecto rebote y evita los peligrosos síntomas que implica el método Dukan, como estreñimiento, cefaleas, estado generalizado de cansancio y debilidad física y psíquica. Y que tampoco compromete, por supuesto, la salud del hígado, los riñones y el corazón. En la dieta del bocadillo, la certeza de estar alimentándose adecuadamente se reforzará a medida que el exceso de peso vaya desapareciendo. Adelgazar con éxito y sin riesgos para la salud no es un mito ni una vacua promesa. Se puede conseguir fácilmente con voluntad, asesoramiento médico y, sobre todo, huyendo de las panaceas y de los gurús. Con sentido común PRIMERA PARTE DESMONTANDO A DUKAN 1 Dieta milagrosa Las “dietas milagro” son aquellas que, sin contenidos científicos, prometen perder más de cinco kilos en un mes. Así está consensuado por las agencias sanitarias y de nutrición de todo el mundo, que además tildan estos regímenes de fraudulentos. Hay dietas milagro de todo tipo y para todos los gustos: excéntricas, como la dieta de la luna, según la cual las diferentes fases lunares afectan al ritmo corporal interno siguiendo la misma pauta que los océanos; las dietas disociadas, como la de Hay, que prohíben mezclar proteínas con hidratos de carbono; la cronodieta, en la que cada nutriente sólo se puede ingerir a determinadas horas del día; la del grupo sanguíneo, en la que únicamente se pueden consumir determinados alimentos según sea el grupo sanguíneo... En los últimos años, las dietas que más popularidad han cosechado han sido las hiperproteicas, es decir, las que propugnan una alimentación rica en proteínas y pobre en hidratos de carbono. La última —y quizá la más radical— de las dietas hiperproteicas es la dieta Dukan. Todas las dietas milagro se caracterizan por las siguientes premisas: • Prometen resultados rápidos y sin esfuerzo. • Exageran la realidad científica de un nutriente. • Prohíben el consumo de un alimento o grupo de alimentos. • Anuncian que son seguras, sin riesgo para la salud. • Aconsejan productos dietéticos a los que atribuyen propiedades extraordinarias. • Contienen afirmaciones que contradicen a colectivos sanitarios de reputación reconocida. Según lo anterior, la de Dukan es la dieta milagro por excelencia. Veamos por qué. Resultados rápidos y fáciles Como dieta milagro que es, lo primero que promete Pierre Dukan en su éxito de ventas No consigo adelgazar es rapidez y eficacia: “Con el método Dukan usted logrará adelgazar de forma inmediata y mantener su peso estable durante el resto de su vida.” Esta osada afirmación parece más propia de un “vendedor de humo” que de un riguroso dietista. Como nutricionista, nunca se me ocurriría prometer semejante cosa a mis pacientes. Para empezar, porque la rapidez y la estabilidad son dos conceptos contrapuestos en cualquier dieta de adelgazamiento seria. Además, el paciente no es un sujeto pasivo: es el protagonista de la dieta. Dukan parece decir: “Compre mi libro, siéntese y espere, que va a adelgazar para siempre.” Sin un compromiso férreo por parte de la persona, la dieta no sirve para nada, y mucho menos para toda la eternidad. En la contracubierta de su libro se anuncia: “Gracias a los consejos del doctor Dukan ya puede adelgazar sin ansiedad, sin restringir las cantidades y sin necesidad de modificar sus hábitos.” ¿Quién no se apuntaría a un chollo semejante? ¡Comiendo las cantidades que se quiera, sin sufrir ansiedad... y sin cambiar de hábitos! ¿Cómo se puede adelgazar sin modificar los malos hábitos alimentarios que han provocado la obesidad y el sobrepeso? Animal carnívoro “De los tres nutrientes universales (hidratos de carbono, proteínas y grasas), sólo las proteínas son indispensables para nuestra supervivencia.” “Las proteínas son el único nutriente vital e indispensable en todas las comidas.” “El hombre es un cazador carnívoro. [...] Tanto en el aspecto metabólico como en el psicológico estamos hechos para consumir carne animal, de mamífero, pescado o ave. Podemos prescindir de ella, sí, es posible vivir sin cazar y sin alimentarse de carne animal, PERO (sic) con ello abandonamos una parte de lo que nuestra naturaleza espera y disminuimos las repercusiones emocionales que nuestro cuerpo está programado para producir cuando le aportamos lo que espera.” Estas loas a la carne como alimento sublime pertenecen al libro de Pierre Dukan No consigo adelgazar, una auténtica biblia para los amantesincondicionales de los chuletones. Seamos serios. Cualquier nutricionista que se precie recomendaría a sus pacientes un equilibrio en la alimentación. Cualquier médico sabe que comer carne en exceso es perjudicial para la salud. Cualquier persona sensata puede comprender que las afirmaciones de Dukan no son un buen consejo. Como ya hemos señalado, el método que propone Pierre Dukan se conoce en nutrición como una dieta hiperproteica. Y, como tal, supone el consumo predominante de carne, pescado y huevos sobre la ingesta de cereales, verduras, hortalizas y frutas, y del resto de hidratos de carbono. Durante la primera fase de la dieta Dukan está prohibido comer ningún hidrato de carbono; sólo se permite consumir proteínas, tantas como se desee. Esta fase dura entre tres y diez días. Veremos más adelante cómo sufre el organismo durante esos días, en los que se ve privado de los vegetales. En la segunda fase se permite el consumo de unas cuantas verduras y hortalizas. Nada de legumbres. La fruta estará prohibida hasta que se hayan perdido los kilos deseados. Hasta poder comerse una manzana o una naranja, en la dieta Dukan pueden haber pasado fácilmente ¡cinco meses! Existen numerosos estudios que advierten del peligro de una alimentación como la que ensalza Dukan, a base de carne y otras proteínas animales. A continuación citaremos algunos. Pero antes, llegados a este punto, es importante recordar a los lectores que los expertos en nutrición, acuciados por la grave pandemia que supone la obesidad —y de la que España no se libra—, acometen continuas investigaciones sobre cómo afrontar el sobrepeso sin dañar la salud. La Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO) indica que en cualquier dieta de adelgazamiento tienen que estar presentes todos los nutrientes y señala las siguientes proporciones óptimas en la dieta diaria, diametralmente opuestas a las propugnadas en la dieta Dukan: • Hidratos de carbono: 45-55 por ciento. • Proteínas: 15-25 por ciento. • Grasas totales: 25-35 por ciento. La satanizada fruta El método Dukan, como el resto de las dietas milagro, ensalza algunos alimentos, en su caso los ricos en proteínas, y sataniza otros, en el caso de Dukan los que contienen hidratos de carbono. De éstos, el dietista galo no encuentra ni una sola virtud en las frutas. Sobre este alimento, Pierre Dukan dice cosas sorprendentes en su libro No consigo adelgazar: “Todo lo natural no es sistemáticamente beneficioso, y las vitaminas tampoco son tan indispensables como lo pretende cierta moda importada de Estados Unidos.” “En realidad, la fruta no es ningún prototipo de alimento sano y natural. Consumida en grandes cantidades puede resultar peligrosa, especialmente para los diabéticos y [...] los gordos acostumbrados a picotear fruta entre las comidas.” Por fin, después de hasta veinte semanas (cinco meses), el seguidor de la dieta Dukan podrá saborear una manzana o una pera. Inaudito. No hace falta ser un experto en nutrición para darse cuenta de la barbaridad que supone limitar de una manera tan radical el consumo de fruta. Si yo le recomendara algo parecido a algún paciente, estoy segura de que no me tomaría en serio. Es en la tercera etapa de la dieta, llamada fase de consolidación, cuando Dukan deja comer fruta, aunque se nota que le cuesta otorgar esta prerrogativa: “Toda la fruta está autorizada con una cantidad de una porción al día salvo el plátano, la uva, las cerezas y los frutos secos. [...] Todas estas frutas son suyas a razón de una ración por día, no por comida.” Mientras en España y en la mayoría de los países europeos las autoridades sanitarias insisten en la importancia de “cinco al día”, Dukan insiste en la absoluta necesidad de no comer más de una pieza de fruta al día. Las explicaciones de Dukan sobre la fruta son auténticas aberraciones, dignas incluso de alguna acción legal por parte de los agricultores. No se conforma con decir que la fruta no es un alimento sano, sino que además prefiere que las personas obesas tomen complementos vitamínicos durante la segunda fase de la dieta antes que comer fruta; y llega a recomendar el consumo de dos filetes de hígado de ternera a la semana y tomar una cucharada de levadura de cerveza todas las mañanas antes que saltarse la prohibición de comer fruta durante esa fase del régimen. No son las únicas afirmaciones contra natura que se pueden encontrar en su best-seller. En realidad, todo el libro está plagado de recomendaciones vacuas que contradicen las más básicas evidencias científicas en materia de nutrición. La Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO) recomienda el consumo diario de fruta y de hortalizas como elementos clave en el mantenimiento del peso. Existen estudios que demuestran que la ingesta de frutas y verduras está asociada a un menor incremento de peso. En 2006 se llevó a cabo en Estados Unidos un interesante estudio que analizó las diferencias en el consumo diario entre personas con sobrepeso y otras que no padecían obesidad. Los primeros consumían de media una ración menos de verduras y frutas al día que los del grupo de no obesos. El estudio determinó que cuantas más raciones de fruta diaria consumía una persona, menos porcentaje de grasa corporal presentaba. Un grupo de investigadores de Estados Unidos estudió, en 2005, las diferencias de alimentación que existían entre los condados de Florida, ya que habían observado que en algunos de ellos se concentraban los ciudadanos con mayor índice de masa corporal (IMC). El estudio desveló que un 40 por ciento de los vecinos de esos condados comían tres o menos frutas y hortalizas cada día en comparación con un 10 por ciento de los residentes de los otros condados con menos obesos. Práctica peligrosa Mientras Pierre Dukan bate récords de ventas con sus libros, no dejan de publicarse los resultados de prestigiosos estudios internacionales que aseguran que las dietas de adelgazamiento basadas en la elevada ingesta de proteínas y en el escaso consumo de hidratos de carbono no son recomendables, por sus perjuicios para la salud. Pero Pierre Dukan opina todo lo contrario. En un tono tan presuntuoso como dogmático, en su libro-guía califica su método así: “Es, con mucho, el más eficaz y el más rápido de los regímenes no peligrosos y a base de alimentos.” De todos los atributos, los más repetidos son “eficaz” y “seguro”, precisamente las dos características más cuestionadas de la dieta Dukan. Existen varios estudios que echan por tierra la seguridad para la salud del método hiperproteico. Por ejemplo, un estudio sueco, publicado en 2007, realizó un seguimiento a 42.237 mujeres durante doce años y concluyó que las que consumían mayor cantidad de proteínas y menos cantidad de hidratos de carbono tenían un incremento de la mortalidad de un 11 por ciento superior a las que hacían lo contrario. Este resultado se ha repetido en otros estudios internacionales de envergadura. Un interesante trabajo publicado en la revista médica Annals of ínternal Medicine, en 2010, afirma que el consumo prolongado de dietas pobres en hidratos de carbono y ricas en proteínas se asocia a un mayor riesgo de mortalidad. También llegaron a esa conclusión los estudios del Instituto de Salud de la Mujer de Iowa (Estados Unidos), sobre los casos de 29.017 mujeres,5 y el del Comité de Nutrición de la Asociación Americana del Corazón, que incluso desaconseja el empleo de las dietas hiperproteicas por sus potenciales efectos nocivos. Entre ellos, esta institución cita el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares si la alimentación es rica en proteínas animales. Esta evidencia ha quedado demostrada en otros estudios, como el llevado a cabo en 2005 por el Instituto de Medicina de Washington D.C., que apuntó un incremento de los niveles de colesterol asociado a la ingesta excesiva de proteínas de origen animal y al consumo diario insuficiente de alimentos vegetales. Las investigaciones acerca del efecto de las proteínas sobre la salud han sido, desde los años sesenta, unreferente en el campo de la nutrición. Cada cierto tiempo surge una dieta de adelgazamiento basada en la supremacía de las proteínas frente a los hidratos de carbono. Las personas que siguen con cierta frecuencia dietas de adelgazamiento han asimilado la creencia de que la pasta y el arroz hacen engordar más que un chuletón. Cuando les pregunto en qué se basan para afirmar eso, contestan que la mayoría de las dietas que han seguido en los últimos años se basan en esa premisa. Entre los riesgos que entraña este tipo de régimen, hay que destacar el de sufrir osteoporosis, cálculos renales, cáncer y enfermedades cardiovasculares. Esta alarmante conclusión proviene del Instituto de Medicina de Washington, que en un trabajo publicado en 2005 estableció los parámetros ideales para lograr una alimentación sana y equilibrada. La alarma más reciente sobre las dietas de proteínas, como la Dukan, hace referencia a los efectos adversos en la flora intestinal y la encontramos en otra prestigiosa revista científica, The American Journal of Clinical Nutrition. El estudio, publicado en 2011, destaca que una alimentación basada en excesivas proteínas de origen animal y escasos hidratos de carbono puede alterar la microbiota intestinal. A la vez que el organismo reduce la producción de antioxidantes derivados del consumo de fibra, aumenta la de unos componentes llamados N-nitrosos, que son potenciales agentes carcinogénicos del tubo digestivo. De los peligros que puede acarrear su dieta, Dukan guarda silencio. No menciona ni un solo estudio que avale su método, ni él mismo ha publicado ni una sola línea sobre su dieta en ninguna revista médica. Pero esto no ha sido un obstáculo para que su libro No consigo adelgazar se haya convertido en un superventas mundial, con doce millones de ejemplares vendidos. Consciente de que sus lectores pueden experimentar síntomas adversos, reacciones negativas de su cuerpo ante un método tan radical, Dukan reconoce algunos pequeños contratiempos, pero sin importancia. Por ejemplo, advierte de que a partir del cuarto día del seguimiento de su dieta aparece el estreñimiento. Dukan le resta importancia a este problema: “Sólo se trata de una reducción importante de residuos, debida al contenido muy débil en fibras de los alimentos proteicos.” El francés recomienda, entonces, tomar una cucharada sopera de salvado de avena. Si no es suficiente, explica que hay que tomar otra cucharada de aceite de parafina. Si aun así el estreñimiento persiste, se puede acudir a la farmacia en busca de algún producto natural. Si no basta con esto, Dukan propone visitar al médico, pero en ningún momento anima a interrumpir la dieta ante más de cuatro días de estreñimiento agudo. También advierte el dietista francés de que durante los dos primeros días de dieta “se puede sentir una ligera fatiga, con menos resistencia para los esfuerzos prolongados”. Este síntoma tiene una fácil explicación que, por supuesto, Dukan no facilita a sus lectores. El organismo se queda en estado de shock, no puede reaccionar ante el ataque sorpresa de proteínas y la eliminación repentina de los hidratos de carbono, que son vitales para el cerebro y los músculos. El cuerpo se pone a hibernar, como hacen algunos animales en invierno, y apenas gasta energía. Por eso resulta imposible en este estado hacer esfuerzos físicos. La persona experimenta una sensación generalizada de fatiga y de somnolencia, que no cesa hasta que regresan a la alimentación los hidratos de carbono. Contradiciendo a los expertos “No existen pruebas que sustenten que una dieta con un mayor contenido en proteínas ayude a la pérdida de peso, contrariamente a lo propuesto por el señor Dukan”, afirma la Asociación Española de Dietistas- Nutricionistas (AED-N) en un informe sobre el método Dukan, en abril de 2011, en el que califica el método Dukan como “fraudulento e ilegal, no sirve para adelgazar y supone un riesgo para la salud pública”. Uno de los ganchos que utiliza Pierre Dukan para atraer a potenciales clientes a su método es que con él desaparece la ansiedad por comer y se inhibe el hambre de una manera natural. Así lo explica el francés: “El hambre desaparece al tercer día. Esta desaparición sorprendente está ligada a la liberación incrementada, por no consumir azúcar, de los famosos cuerpos cetónicos, los disuasores del hambre naturales más poderosos.” Otra auténtica aberración. Más adelante, los lectores encontrarán un apartado dedicado a los cuerpos cetónicos y a su actuación en el organismo. No son inocentes disuasores del hambre, sino el resultado de un peligroso proceso bioquímico, llamado cetosis, que sufren las personas diabéticas y las que siguen la dieta Dukan o cualquier dieta cetogénica. Además, no está comprobado que las proteínas inhiban el hambre. La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) considera que las evidencias a este respecto son insuficientes para poder asegurar que un mayor consumo de proteínas puede incrementar la saciedad a corto plazo. Es más, existen algunos estudios que refutan la afirmación de Dukan. Por ejemplo, los publicados por la American Medical Association en 2006 y, en fecha más reciente, por el Journal of the American Dietetic Association en 2011. Ambos estudios demuestran que no hay diferencias sustanciales en cuanto al nivel de saciedad obtenido en dietas ricas en proteínas y en dietas ricas en hidratos de carbono. Productos sospechosos El hecho de que Dukan venda, a través de su web, productos supuestamente dietéticos no ayuda a dotar de rigor a este método seguido por millones de personas. Tal y como denuncian los nutricionistas españoles, la dieta Dukan vende productos como Devor-cal, al que se le atribuye la siguiente propiedad: “Quema de forma específica las calorías procedentes de proteínas y grasas.” “Además de ser falsa e ilegal, esta afirmación es particularmente insólita cuando se observa que se aconseja su uso durante treinta y siete días”, consta en el informe de la AED-N. 2 Negocio jugoso La clave del éxito de la dieta Dukan no es otra que una potentísima campaña de marketing, que intenta acallar cualquier voz autorizada que alerte de los peligros para la salud que supone este método de adelgazamiento. Internet es el gran soporte de la dieta Dukan, donde pululan numerosos foros de defensores del método, que en España se hacen llamar “dukanianos”. A modo de legión, los seguidores socorren a su líder cuando sus preceptos dietéticos son puestos en tela de juicio. Cualquier crítica es contraatacada mediante la exposición de los casos “reales” de quienes han conseguido adelgazar siguiendo la dieta Dukan y continúan practicándola de por vida porque así lo estipula su gurú Así pues, las comunidades de blogueros dukanianos juegan un papel esencial en el mantenimiento del fenómeno; se desconoce hasta qué punto los testimonios que nutren estos blogs son reales o ficticios. Es el propio Pierre Dukan quien despierta las sospechas cuando, en un tono sectario, habla de las “educadoras” que impulsan el foro oficial: “Se ha creado un foro con esta perspectiva de proporcionar apoyo, modelos y empatía compartida; como siempre, lo impulsan y animan voluntarias, mujeres anónimas que, por haber aprendido de las demás, se convierten a su vez en relevos, en “educadoras”, y sacan provecho de ello, porque, al ayudar a las demás, se ayudan ellas mismas y consolidan sus conocimientos y su motivación.” La página oficial de la dieta Dukan es mucho más que el escaparate de presuntas historias con final feliz de supuestos seguidores de Dukan. Es, sobre todo, un negocio de dimensiones impredecibles. Dukan promete un coaching o asesoramiento personalizado. Para ello, pide el número de la tarjeta de crédito. La inscripción al coaching puede hacerse a través de la web o por teléfono. Si se opta por esta última vía, atiende el teléfono una voz joven, muy joven, que, siguiendo un esquema estándar, nos pide nuestros datos personales, así como el peso y estatura y el grosor de las muñecas para hacerseuna idea de nuestra estructura ósea. Ni una pregunta sobre antecedentes médicos, ni sobre el estado de salud. Finalmente, la joven teleoperadora nos indica cuántos kilos tenemos que perder para conseguir nuestro peso ideal, así como el importe por el seguimiento personalizado. Treinta euros por cada cinco kilos que vayamos a perder: es decir, si el cliente tiene que adelgazar diez kilos, abonará sesenta euros; si son veinte kilos, ciento veinte euros. A cambio de este dinero, se le enviara diariamente una dieta a su correo electrónico. Pero de asesoramiento personalizado, nada de nada. Un correo electrónico con una dieta tipo es lo único que recibiremos del entramado Dukan. Según sus propios datos, en 2010 cerca de 40.000 personas se inscribieron en su servicio de asesoramiento, lo que representa mucho dinero: 2.400.000 euros, cobrando una media de sesenta euros por el servicio. Los dietistas rigurosos alertan de que antes de comenzar una dieta hay que tener en cuenta los antecedentes médicos del paciente. Una dieta de adelgazamiento saludable debe contar con el respaldo y el seguimiento auténtico de un nutricionista, algo imposible de conseguir a través de Internet. De su coaching on line, Pierre Dukan señala, orgulloso, que dedica una hora al día a comunicarse con sus seguidores a través de la página oficial de su método. “Sesenta minutos en los que puedo tomar el pulso de esta comunidad formada sobre todo por mujeres que sufren, en su mayoría, y que buscan una mano directiva y experimentada que las acompañe durante esta prueba. [...] Han perdido la esperanza, pero no el deseo de conseguirlo. Muy a menudo, son hipersensibles y vulnerables a nivel emocional y afectivo. Encuentran en la comida un complemento que les proporciona sosiego, placer y seguridad, una manera de darse “un gusto”, sólo eso.” Como buen líder, Dukan refuerza su mensaje condescendientemente para captar a sus potenciales clientes. La dieta Dukan es una auténtica bomba de relojería en manos de personas obsesionadas con el peso ideal, sobre todo las que proceden de sucesivos fracasos en el seguimiento de dietas, porque promete que sin esfuerzo, y en muy poco tiempo, se pueden perder los kilos que se desee. Pero, ante todo, es un cruel reclamo para aquellos que padecen obesidad, cuya salud depende de poder librarse de un importante sobrepeso. Estas personas no sólo recuperan los kilos perdidos con la dieta Dukan a partir de los seis meses siguientes a la finalización del régimen —como veremos en el apartado dedicado al efecto rebote—, sino que además su salud queda machacada, dificultando así una futura y necesaria pérdida de peso. 3 Las reglas del ataque El método Dukan es, en palabras de su creador, una verdadera máquina de combate, un bulldozer que, si se acepta del todo, abate todas las resistencias. “No se trata de un simple régimen, sino de un plan de adelgazamiento global que se acepta o se rechaza como un todo indisociable.” Bajo esta premisa, Dukan estructura un método radical que sólo permite el consumo de cien alimentos (setenta y dos ricos en proteínas y veintiocho verduras) y cuyo éxito radica en seguir a rajatabla la primera fase, la fase de ataque, el régimen de proteínas puras. La primera etapa hace honor a su nombre: es una auténtica invasión al organismo mediante la ingesta exclusiva de carnes rojas y blancas, huevos, pescado, mariscos y leche desnatada... Alimentos de origen animal en cantidades ilimitadas. Quedan prohibidos los hidratos de carbono (pan, pasta, cereales, arroz, patatas, legumbres, hortalizas y frutas) y las grasas. Esta fase dura entre tres y diez días. El peso medio perdido durante esta etapa es de uno a cinco kilos, dependiendo de la persona y de la cantidad de calorías consumidas. La segunda fase o periodo de crucero no tiene una duración determinada, aunque Dukan asegura que se suele perder una media de un kilo por semana. En los casos de obesidad clara, con un sobrepeso de veinte kilos, este periodo dura en torno a los cinco meses. Durante esta fase se mezclan las proteínas con algunas verduras. Las frutas siguen prohibidas hasta que se alcance el peso ideal. La tercera fase es la de consolidación y dura diez días por cada kilo que se haya perdido en las etapas anteriores. Se va introduciendo el arroz y la pasta de forma gradual, igual que la fruta (sólo una pieza al día) y las legumbres. La cuarta fase (llamada de estabilización final) dura de por vida e implica ciertos hábitos, como seguir un día a la semana —los jueves— una dieta exclusiva de proteínas, no usar ascensores y consumir tres cucharadas de salvado de avena a diario. Arantxa: «Por dentro también adelgazas» A primera vista, a Arantxa, de veintitrés años, no le sobra ni un gramo, pero ella no está de acuerdo. Animada por algunas amigas, decidió seguir la dieta Dukan para quitarse cuatro o cinco kilos antes del verano. “Quería estar perfecta para ir a la playa. Lo típico. Había cogido algún kilo porque picoteo mucho mientras estudio. Notaba que los vaqueros me quedaban más apretados y tenía algo de barriguita.” Arantxa, recién licenciada en Periodismo, se acercó hasta una farmacia para pesarse antes de ponerse en manos de Pierre Dukan. “Realmente no me sobraba casi nada, menos de dos kilos según la báscula, pero, ya puesta, quería bajar una talla, a la 36. Me dejaron el libro de la dieta Dukan y me convenció, sobre todo porque había oído hablar maravillas del método.” Arantxa siguió la fase de ataque durante cinco días. Durante ese tiempo se alimentó únicamente de filetes de ternera y de pechuga de pollo. “Perdí un kilo y medio. Pero no estaba contenta, al revés. En esos cinco días, me sentía derrotada. Estaba destemplada, siempre tenía frío, incluso tiritonas. Tenía tan mal aliento que siempre evitaba hablar cerca de cualquiera. A partir del tercer día, decidí no salir de casa hasta que terminara la fase de ataque, porque no me tenía en pie, siempre tenía sueño, aunque dormía suficiente. No tenía fuerzas para nada. Tenía mala cara, los labios siempre secos, la piel tirante. Pero lo peor fue el estreñimiento. Tenía tantos dolores que no quiero ni acordarme.” Pero, aun así, Arantxa siguió con la dieta y pasó a la siguiente fase. “Creí que, como durante la fase de crucero se pueden comer verduras, el problema del estreñimiento se acabaría. Y no fue así exactamente, aunque la cosa mejoró. Comía acelgas, calabacín y berenjenas como si fueran un manjar, algo que nunca hubiera imaginado. Era como si mi cuerpo me agradeciera que le diera verduras. Yo me moría por un dulce, por un bollo de chocolate. Los destemples ya no eran tan frecuentes y ya no me sentía tan triste como antes. Pero sufrí otro efecto: la menstruación no me venía. Me asusté mucho, porque nunca había tenido problemas con eso. Después de tres semanas con la fase de crucero, en la que perdí casi dos kilos, y con el problema de la menstruación, dejé la dieta, asustada. Tuve que ir al ginecólogo porque el problema no se resolvía, y me dijo algo que no olvidaré jamás: “No vuelvas a jugar con el equilibrio de tu organismo. No lo ves por dentro y crees que no pasa nada, sólo ves que has perdido peso. Pero por dentro, si no sigues una dieta adecuada, también adelgazas.”“ En cuanto volvió a su sistema alimentario habitual, Arantxa recuperó los tres kilos y medio perdidos con la dieta Dukan y se llevó un kilo de regalo. Su menstruación se regularizó. Veraneó en la playa, aunque no lució la figura con la que soñaba. “Creo que la dieta Dukan implica muchos sacrificios relacionados con la salud. No es tan perfecta como dicen.” 4 La salud en peligro con la dieta Dukan El secreto está en el hígado Es innegable que siguiendo la dieta Dukan se pierde peso en los primeros días. No podía ser de otra manera, dado el sufrimiento que experimenta el organismo en la primera etapa de este régimen hiperproteico. También se adelgaza si se deja de comer, pero no por eso se considera el ayuno como una opción deseable para adelgazar. Dice Dukan que la primera fasepuede durar entre tres y diez días, y que se pierden entre uno y cinco kilos de media. La norma que hay que seguir es comer únicamente proteínas: carne de ternera, buey, caballo y caza, vísceras, marisco, pescado, huevos, jamón sin grasa, lácteos desnatados y una cucharada y media al día de salvado de avena. Las cantidades son ilimitadas; incluso se puede comer durante todo un día el mismo tipo de alimento. No importa, según el creador de la dieta, si se comen varios kilos de carne durante un solo día. Lo que importa es que se consuman exclusivamente proteínas animales. Sin embargo, Dukan advierte de que pasado el quinto día hay que consultar con un médico si se quiere prolongar la fase de ataque hasta siete días o incluso diez. ¿Por qué? ¿Es que entraña algún peligro comer a base de carne, pescado o huevos? Dukan no lo aclara. No dedica ni una sola explicación en su famoso libro No consigo adelgazar al proceso interno que se sigue en el organismo cuando el único alimento es la proteína. La dieta Dukan se engloba dentro de la categoría de las dietas cetogénicas. Su mecanismo de actuación es la cetosis, un estado de excepción y de sufrimiento del cuerpo, cuyo abuso pone en serio peligro la salud. El organismo entra en estado de cetosis ante la restricción de hidratos de carbono o carbohidratos. Los hidratos de carbono son los responsables de aportar la energía primaria, la fuente de energía sin la que no se podría sobrevivir, la que alimenta al cerebro y al corazón. Esta energía es la glucosa. Cuando se ingieren menos hidratos de carbono de lo necesario, es decir, menos de ochenta gramos al día, se llega a la hipoglucemia (índice de glucosa bajo). En este caso, el organismo tiene que buscar una salida, otra vía de obtención de energía para alimentar al cerebro y al corazón. ¿Cómo lo hace? Comienza a utilizar las reservas de grasa para convertirlas en glucosa. Por eso la pérdida de peso es tan rápida en las dietas cetogénicas. Los depósitos adiposos o reservas de grasa se pierden rápidamente. Pero no sólo se pierde grasa. El cuerpo utiliza en primer lugar las grasas que rodean el corazón y los riñones. El último depósito de grasa que se usa es el que rodea la médula ósea. Se van quemando las grasas a un ritmo frenético. El organismo está como enloquecido. La actividad se lleva a cabo en el hígado —y en menor proporción en los riñones— y aparecen los cuerpos cetónicos, que son los desechos de esa actividad. A falta de glucosa, el corazón y el cerebro se alimentan con los cuerpos cetónicos. Cuando la cetosis se prolonga más allá del segundo o tercer día, la producción de cuerpos cetónicos es excesiva y el hígado, que ya está saturado por la constante combustión de grasa, no puede más; tampoco pueden seguir el ritmo las células sanguíneas, que llevan el alimento a los órganos. Los cuerpos cetónicos se acumulan en la sangre y, dependiendo de su cantidad, pueden dar lugar a una acidosis, que es una causa de hospitalización urgente. Los cuerpos cetónicos —uno de ellos es la acetona — se expulsan por la orina, por lo que se saturan también los riñones, cuya actividad excretora es mucho más abundante en estas circunstancias. Dukan insiste mucho en que en su dieta es necesario beber un mínimo de un litro y medio de agua al día. Porque si no se bebiera agua, no podrían eliminarse los cuerpos cetónicos y habría que acudir urgentemente al hospital. Pierre Dukan habla de los cuerpos cetónicos como “los disuasores del hambre naturales más poderosos”. Lo que ocurre en realidad es que el consumo elevado de proteínas sacia porque cuesta mucho digerirlas. Por esta razón parece que disminuye el apetito. Aunque no existe consenso científico respecto a una mayor capacidad saciante de las proteínas respecto a la de los hidratos de carbono. Si el señor Dukan hubiera explicado en su best-seller lo que ocurre realmente en el cuerpo durante la primera fase de su dieta, cuando está prohibido consumir pan, pasta, arroz, zanahorias, tomates, melocotones... y cualquier hidrato de carbono, ¿cree que su método hubiera merecido alguna credibilidad? Hay que ser un auténtico kamikaze o tener muy poca estima por el propio cuerpo para someterse a semejante tortura por muy rápidamente que desaparezcan los michelines. ¿No cree? La cetosis provoca mal aliento o halitosis y sequedad en la boca porque los cuerpos cetónicos también se eliminan por exhalación. Dukan lo reconoce en su libro, pero deliberadamente oculta cuál es el motivo. Dice el nutricionista: “Un aliento algo más fuerte y la sensación de boca seca indican que se está adelgazando y debe recibir con satisfacción estos mensajes de éxito. Beba más para atenuarlos.” Las personas diabéticas conocen muy bien ese aliento afrutado y la boca seca que provoca la cetosis, porque también ellas la padecen cada vez que sufren una subida de azúcar. En el caso de la diabetes, la falta de insulina suficiente para poder metabolizar la glucosa obliga al cuerpo a buscar otra energía, la grasa, comenzando así el proceso de cetosis que ya ha sido explicado. Otros efectos adversos del estado de cetosis son las cefaleas y una sensación constante de fatiga y decaimiento. El motivo es que el cerebro no está bien alimentado sólo con grasa, necesita la glucosa de los hidratos de carbono. “A partir del tercer día cesa la fatiga”, asegura Dukan. Una vez más no cuenta por qué se produce esa sensación. Su libro rebosa dogmatismo: ordena y prohíbe determinadas acciones a sus seguidores, pero carece por completo de un didactismo riguroso. Ríñones sobrecargador Indirectamente, Dukan reconoce que su dieta puede implicar algún efecto en los riñones, porque advierte de que las personas con problemas renales no deben seguir su régimen. Calla sobre la razón por la que su dieta es incompatible con dolencias renales. Tampoco dice que la propia dieta puede ocasionar esos problemas; se limita a pedir que sus seguidores beban mucha agua. Está claro que los riñones se sobrecargan durante el seguimiento del método Dukan: deben eliminar una cantidad excesiva de toxinas producida por la elevada ingesta de proteínas cárnicas. Algunos investigadores se han ocupado de estudiar los efectos sobre los ríñones de las dietas hiperproteicas, y entre sus conclusiones se encuentra el aumento de riesgo de padecer cálculos renales, por la eliminación de abundantes cantidades de calcio. La insuficiencia renal es a menudo una patología silenciosa. Por ello, todas las personas que pretendan seguir una dieta de adelgazamiento deberían realizarse antes una analítica de orina. Ojalá que los que estén siguiendo la dieta Dukan lo hayan hecho. El efecto rebote El “efecto rebote” o “efecto yoyó”, es decir, la rápida recuperación del peso perdido, es la principal característica de todas las dietas milagro: aquellas que prometen una considerable pérdida de kilos en muy poco tiempo. Es, sin duda, la reacción que más inquieta a las personas que siguen una dieta. Lo primero que me preguntan mis pacientes antes de emprender una dieta es si, una vez finalizada, van a recuperar el peso perdido, porque si es así, ni se molestan en comenzarla. La de Dukan no es una excepción. Al contrario. La advertencia más rotunda del efecto yoyó ligado a la dieta Dukan llega precisamente desde el país de origen del padre de la criatura. La Agencia Francesa para la Seguridad Alimentaria, del Medio Ambiente y Ocupacional (ANSES) afirma que el 80 por ciento de las personas que se sometieron al método de Pierre Dukan recuperaron el peso perdido durante el primer año de seguimiento de la dieta. La explicación de por qué se produce el efecto rebote al finalizar una dieta de estas características es fácil de entender. El organismo, durante el periodo de adelgazamiento, se mantiene en un estado de hibernación. Consume pocas calorías y gasta aún menos. Veamos por qué necesita menos energía el cuerpo que adelgaza. Después de consumir las reservas de grasa para alimentar al sistema nervioso central y a las células sanguíneas, como hemos visto enel apartado dedicado a la cetosis, el organismo tira de la masa muscular en busca de energía. Los músculos pierden masa y, por tanto, fuerza. Cuando la dieta finaliza y volvemos a comer de todo, nuestro organismo no va a necesitar la misma energía que antes de comenzar la dieta. Por eso, a medio plazo, para la misma cantidad de comida vamos a quemar menos calorías y el resto se va a acumular en forma de reservas de grasa, de depósitos adiposos, que dan lugar a los conocidos michelines. El metabolismo es incapaz de adaptarse a ese bajo nivel energético que hemos adquirido durante la dieta porque está programado para acumular reservas, no para lo contrario. Está desorientado, por decirlo así, y reacciona acumulando a toda marcha, a un ritmo tan rápido que casi no da tiempo a disfrutar de la nueva y delgada figura que habíamos logrado durante la dieta. Sin entenderlo, vemos cómo vuelven los kilos perdidos. En conclusión, la dieta Dukan acelera la aparición del efecto rebote: al no darle al organismo todos los hidratos de carbono que necesita, éste asimila o aprovecha mejor, en forma de acumulación rápida de reservas de grasa, los pocos que se van ingiriendo (“por si ya no me dan más”, clamaría el maltratado cuerpo). El resultado: el efecto rebote. De esto es de lo que menos habla Pierre Dukan en sus libros, seguramente por saber que sus seguidores son firmes candidatos a padecer el efecto yoyó. Sólo un organismo sano, que se haya mantenido activo durante el periodo de dieta y que, desde el principio de ésta, haya consumido todo tipo de nutrientes, puede evitar recuperar el peso perdido. Ésta es la regla de oro para quien quiera adelgazar. No se debe olvidar. La Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición establece tres premisas que explican la recuperación del peso perdido tras seguir alguna dieta milagro: • Durante la dieta milagro, nuestro organismo reacciona rápidamente, poniendo en marcha un mecanismo de defensa que disminuye el ritmo del metabolismo para gastar menos energía. • Una vez abandonada la dieta milagro, nuestro organismo activa mecanismos fisiológicos para compensar el periodo de restricción que ha sufrido. Comiendo lo mismo que antes de la dieta se engorda más rápidamente, porque gastamos menos que antes y la energía que no usa se almacena en forma de depósitos adiposos. • El peso perdido en un periodo corto de tiempo (en pocos días) se debe principalmente a la pérdida de agua y de glucógeno, mientras que los depósitos de grasa corporal se mantienen. Es decir, con las dietas milagro se obtiene una pérdida de peso engañosa. Sara: «Perdí seis kilos en diez días y acabé en el hospital Sara es dependienta en una tienda de telefonía, ubicada en un gran centro comercial de Madrid. Tiene treinta y siete años y un sobrepeso evidente, en torno a los diez kilos. Reconoce que siempre le ha gustado comer y que lo ha hecho en exceso. Siempre ha estado “rellenita”, desde que era una niña. Ha probado todo tipo de dietas y ha fracasado en el intento. “He hecho la dieta de la alcachofa y la dieta de la piña, con las que me moría de hambre. He probado el método macrobiótico, que tuve que dejar porque me resultaba muy caro y difícil de seguir. También, la dieta de la zona y la Atkins [estas dos dietas son similares a la Dukan, pero menos agresivas]. En fin, creo que he hecho todas las dietas que existen, y no me han servido. Al principio, adelgazaba. Con la Atkins perdí ocho kilos, pero cuando acabó volví a engordar a los pocos meses.” A toda la decepción que acumula Sara por los repetidos fracasos, hay que añadir el desembolso de dinero que le ha supuesto seguir las dietas. “Revistas, productos de herbolario, libros... Me he dejado un dineral en dietas”, se lamenta Sara. Pero lo más preciado que ha perdido ha sido la salud. La última dieta que ha seguido no es otra que la de Dukan, y ha servido para que Sara escarmiente respecto a las dietas milagro. “Me enteré de que existía la dieta Dukan por un programa de televisión. Hablaban maravillas de ella, que si era la dieta definitiva, que si millones de personas habían perdido peso con este método... Todo era perfecto. Consulté en Internet y en los foros la gente hablaba muy bien de esta dieta. Así que me compré el libro convencida de que, por fin, lograría adelgazar.” Sara obedeció cada recomendación de Pierre Dukan, cada prescripción; respetó todas las prohibiciones. “Hasta hice sus recetas, algunas rarísimas, como la col rellena, que es bastante desagradable, por cierto. En vez de aceite de oliva, tomaba aceite de parafina —no tiene calorías—, que es insípido, utilizaba pastillas de caldo light. Todo lo que aparece en el libro. Quería que funcionara, adelgazar de una vez por todas.” Durante la primera etapa del régimen, que prolongó hasta los diez días, Sara perdió seis kilos. “Fue muy duro, recuerdo que durante esos diez días me encontraba francamente mal, con náuseas, algún vómito, dolores de cabeza y mucha debilidad. Me costó mucho poder trabajar; estaba de mal humor, estreñida y muy cansada. Pero, cuando acabó la primera fase de la dieta, me emocioné. Estaba pletórica —recuerda Sara—. Me había quitado una talla. Quien no tenga el problema del sobrepeso no puede comprender lo que significa esto. Es como si el sueño que más anhelas se cumpliera. ¡Y en sólo diez días!” Durante la segunda fase, las cosas no fueron por buen camino. “Durante dos semanas no perdí ni un gramo. Me derrumbé. No sólo por eso, sino porque seguía encontrándome mal, cansada, con dolores de cabeza y dolores de barriga. En otras circunstancias habría abandonado la dieta, como había hecho con los anteriores regímenes. Pero esta vez había depositado todas mis esperanzas en que esta dieta funcionara. No podía plantarme ahí, porque entonces recuperaría los seis kilos perdidos, como dice Dukan en su libro. Así que seguí comiendo como él decía, proteínas con verduras, nada de fruta, un día sólo a base de proteínas, leche desnatada y salvado de avena. Procuraba beber toda el agua que podía, pero en la tienda no puedo estar constantemente parando porque hay clientes. Así que no bebía tanto como Dukan recomienda.” Ya fuera por una ingesta insuficiente de agua para tanta proteína o por un exceso de toxinas, lo cierto es que un día Sara enfermó. “Tenía el estómago como una piedra. Sentía un dolor constante y agudo que no me permitía enderezarme. También tenía fiebre. No tuve más remedio que ir al hospital. Allí me hicieron unos análisis y el médico me ordenó dejar la dieta de adelgazamiento.” Los resultados revelaron niveles elevados de colesterol, de creatinina y de bilirrubina y un problema en la vesícula. Sara tenía un cálculo biliar. Mediante un tratamiento farmacológico pudo deshacerse de él sin tener que recurrir a la cirugía, pero el médico le avisó: “Tu vesícula y probablemente tus riñones y tu hígado no están en su mejor momento. Ni se te ocurra volver a hacer una dieta de este tipo, te has machacado.” Ahora Sara tiene que cuidar extremadamente lo que come y llevar una alimentación especial para evitar que se reproduzcan los problemas en la vesícula. Sara recuperó los kilos perdidos en un abrir y cerrar de ojos. “En cosa de un mes. Y es inexplicable, porque tengo que comer tan ligero por la vesícula que no sé cómo he engordado. El médico me ha dicho que mi organismo ha reaccionado como si fuera un muerto de hambre, que devora todo lo que pilla, que ha llenado otra vez las reservas por si se me vuelve a pasar por la cabeza hacer una salvajada. Pero esta vez no me importa estar gorda. Ahora estoy centrada en mi salud, en comer equilibradamente. En cuanto pase un tiempo y mi organismo esté fuerte, puedo intentar adelgazar, aunque esta vez me pondré en manos de un médico. No sé qué me pasó con esa dieta, no sé si ella me provocó el cálculo, o si yo tenía predisposición y la dieta Dukan me aceleró el problema. No sé, pero ahora entiendo que en diez días no se pueden perder seis kilos. No se puede comer sólo un tipo de alimento. Ahora lo entiendo.”Obsesiones ¿Merece la pena comprometer la salud de esta manera? ¿Compensa embarcarse en una aventura semejante a la que plantea Dukan? Las personas defraudadas con la panacea que vende Pierre Dukan contestarán tajantemente que no: perdieron salud y recuperaron el peso inicial. Pero también perdieron la ilusión del éxito. Su autoestima también se lastimó. Vamos a detenernos ahora en las secuelas psicológicas del régimen Dukan y de otras dietas hiperproteicas sobre las que alertan especialmente las agencias de seguridad alimentaria europeas .Los fracasos repetidos en el seguimiento de dietas pueden ser muy peligrosos y originar depresión, disminución de la autoestima y síndrome de restricción cognitiva. Detrás de esta patología se esconden muchos de los trastornos alimentarios más graves: anorexia, bulimia e hiperfagia (aumento excesivo de la sensación de hambre, lo que conduce a una ingesta desmesurada de alimentos). El síndrome de restricción cognitiva se caracteriza por una forma de pensar dicotómica, una actitud de todo o nada que promueve la alternancia entre excesos alimentarios y ayunos radicales. Pero no sólo en los fracasos aparecen alteraciones del comportamiento, obsesiones y/o el síndrome de restricción cognitiva. También en el éxito. Se pueden leer en los blogs de seguidores de la dieta Dukan experiencias de personas que, habiendo perdido ya muchos kilos, pretenden seguir adelgazando y alcanzar un peso muy bajo, enfermizo. Una mujer pedía ayuda en un foro de dukanianos. Su peso inicial era de 63,300 kilos y el peso deseado, 44,200 kilos. Tras haber perdido seis kilos, se mostraba desesperada porque en la segunda fase de la dieta Dukan no lograba seguir adelgazando. “No consumo ni siquiera los tolerados (algunas verduras que en la segunda fase se pueden consumir), no consumo sal, hago deporte. [...] Té verde, ningún cambio visible, día blanco tampoco (sólo se pueden comer proteínas, el aporte calórico durante esa jornada es muy reducido: carne y pescado blancos, tortilla de claras y yogures desnatados).” Podría decirse que es el propio Dukan el que favorece estas obsesiones. En su libro No consigo adelgazar el nutricionista aboga por unas pautas tan extremas para perder peso que casi dan miedo: • Chupar cubitos de hielo: se pueden quemar sesenta calorías al día, “sin malgastar esfuerzos”, chupando cinco o seis cubitos de hielo. • Adelgazar lavándose: “Entrar en la ducha con un termómetro en la mano, dejar correr el agua llevándola a una temperatura de 25º.” Diez minutos después se habrán quemado cien calorías, “es decir, el equivalente calórico de andar unos tres kilómetros”. • Aceptar cubrirse menos: abrigarse menos en la cama quema cien calorías diarias. • Evitar las atmósferas demasiado calientes: otras cien calorías se van si se permanece en ambientes con 22°. Según Dukan, se pueden quemar 420 calorías cada día con estas medidas. Desde luego, quien siga a rajatabla estas pautas lo que puede pillar es una pulmonía si las pone en práctica en pleno invierno. Dukan alienta la obsesión por el peso, incluso entre las personas que no siguen una dieta de adelgazamiento: “Pésese muy a menudo, sobre todo durante los tres primeros días. De hora en hora, puede haber cambios. Conserve esta costumbre de pesarse todos los días de su vida, porque si bien la báscula es la enemiga de quien está engordando, es la amiga y la justa recompensa de quien adelgaza, y cualquier pérdida de peso, por mínima que sea, se convertirá en su mejor estímulo.” Andrés: Un «Peter Pan» en apuros Andrés es informático en una multinacional y tiene cuarenta y dos años, viste de manera juvenil, I leva un corte de pelo moderno y le gusta rodearse de gente más joven. Se describe a sí mismo como un chico joven, interesante, que huye de los convencionalismos referidos a la edad y que encuentra en los jóvenes más cosas en común que con la gente de su generación. Podría decirse, con estos datos, que Andrés sufre el síndrome de Peter Pan. No quiere envejecer, no quiere que su vida cambie a medida que cumple años. Pero está claro que se cambia, el tiempo nos envejece por mucha oposición que mostremos. Por eso Andrés cuida al máximo su aspecto físico, para atenuar las señales del tiempo. “Siempre he cuidado mi alimentación y hago deporte. Es cierto que desde hace un par de años tengo que controlarme con la comida, porque enseguida cojo unos kilitos, pero no me sientan mal, no es algo que me preocupe. Me los quito en el gimnasio y comiendo menos. Cuando se puso de moda la dieta Dukan, compré el libro para regalárselo a una amiga que quería adelgazar. Lo leí antes de entregárselo, y me impactó. Si era tan fácil perder un par de kilos durante la fase de ataque, ¿por qué no hacerlo? Total, serían cinco días de mi vida comiendo sólo proteínas. ¿Qué peligro podía tener aquello?” Andrés cayó en las garras del método Dukan, y de qué manera. “Efectivamente, perdí los dos kilos que me proponía en la primera fase. No me costó en absoluto, aunque es cierto que me sentí mal, cansado y tuve dolores de cabeza y mareos. Pero cuando me propongo algo, lo hago. Me veía bien con esos dos kilos de menos. Los vaqueros me quedaban estupendos. Todo el mundo me lo decía. Pensé, entonces, que iba a seguir un poco más. Quería quitarme otros dos kilos. Y ahí me pararía”, recuerda Andrés. Fue entonces, durante la fase de crucero, cuando Andrés se convirtió en un obseso. “No bajaba de peso, me había estancado, y aunque seguía el régimen a pies juntillas, no adelgazaba. En el libro dice Dukan que esto puede pasar, que al introducir las verduras, el organismo puede reaccionar resistiéndose a soltar las reservas.” ¿Y qué es lo que hizo Andrés ante esta situación? “Volví a las proteínas en exclusiva, como si estuviera en la fase de ataque. Es lo que recomienda el libro de Dukan. No pensé que me fuera a pasar nada malo. Pero la experiencia fue nefasta. Me obsesioné. En los restaurantes me miraban raro, los amigos también. Sólo comía carne, acompañada de carne, y agua: chuletón para comer, chuletón para cenar, un par de filetes de ternera un día, lo mismo al siguiente; medio kilo de jamón de York para cenar, chuletas de cerdo... Esencialmente, era eso lo que comía. El pescado no me gusta, pero la carne de ternera me entusiasma, así que no suponía ningún esfuerzo para mí.” Esta vez, Andrés se alimentó durante diez días a base de carne, leche desnatada y salvado de avena. “Perdí seis kilos. Me quedé muy delgado y tenía mal aspecto, enfermizo, parecía más viejo. Me volví huraño, no quería salir con los amigos, estaba de mal humor porque había conseguido justo lo contrario de lo que pretendía antes de hacer el régimen: verme joven y atlético. Para evitar el efecto rebote, no podía volver a comer con normalidad de repente, tenía que ir poco a poco introduciendo los hidratos, como dice Dukan en el libro. Mi cuerpo debió de colapsarse, porque me sentaba mal la comida, sufría diarreas pero también estreñimiento agudo, dolores abdominales y fiebre.” En el hospital le anunciaron a Andrés que padecía un trastorno digestivo llamado disbiosis intestinal: su flora intestinal estaba alterada por la falta de fibra en la alimentación. “También tenía los niveles de colesterol altos y el ácido úrico por las nubes. El médico me preguntó por la alimentación que llevaba y le conté la verdad. Me dijo que lo que había hecho era una bestialidad. Me sentí ridículo. Esa sensación no la olvidaré jamás.” La disbiosis intestinal es la alteración de la flora intestinal como consecuencia del aumento de la actividad de bacterias intestinales patógena o tóxica. La disbiosis está motivada normalmente por dietas hiperproteicas, pobres en fibra. Huesos débiles Uno de los efectos adversos de las dietas ricas en proteínas y pobres en vegetales es el debilitamiento de los huesos. Es éste quizás el perjuicio menos conocido de dietas como la Dukan. La pérdida de calcio por vía urinaria y la cantidad de proteínas que se consumen están directamente relacionadas. Los regímenes hiperproteicosgeneran una gran cantidad de ácido en el organismo, sobre todo en forma de sulfatos y fosfatos. Mediante una compleja respuesta celular, el hueso sale en defensa del riñón, que está sobrecargado, intentando eliminar esos ácidos. En esa reacción fisicoquímica, el hueso libera, de la concha de hidratación que lo rodea, carbonato, citrato y sodio para amortiguar ese incremento de ácido. Conjuntamente con esos minerales, el hueso libera calcio, que actúa como ión inseparable. La pérdida del calcio por la vía urinaria es abundante durante el seguimiento de dietas como la Dukan. Así es como se pone en peligro la integridad del hueso en los regímenes hiperproteicos. El descenso de la densidad mineral de los huesos no es fácil de detectar, a no ser que se produzcan fácilmente fracturas. La osteopenia —condición precursora de la osteoporosis— rara vez se diagnostica, a no ser que se produzca alguna fractura ósea. Pero es reversible si se sigue un tratamiento adecuado. Si estos regímenes basados en las proteínas son prolongados y repetidos, no es de extrañar que aparezca osteopenia en edades más tempranas de lo habitual. Ácido úrico, un mal menor para Dukan Pierre Dukan no ha contado toda la verdad sobre su método porque, de haberlo hecho, su proyecto hubiera sido inviable. Pero se ha guardado las espaldas. Recomienda encarecidamente a sus seguidores que beban al menos un litro y medio de agua al día. De otra manera, no se podría eliminar el exceso de toxinas que genera la ingesta abundante de proteínas animales. No obstante, comete la torpeza de restarle importancia a una de las más peligrosas: el ácido úrico. De él dice Dukan en No consigo adelgazar: “No hay que tener miedo al ácido úrico, desecho natural de las proteínas, que se elimina por completo con la toma diaria de un litro y medio de agua.” Esta aseveración, viniendo de un médico nutricionista, clama al cielo. Es posible que Dukan, consciente de que su dieta eleva sustancialmente los niveles de ácido úrico, pretenda enmascarar el peligro hurtando a sus lectores la veracidad sobre esta sustancia química, responsable de enfermedades como la gota (inflamación de las articulaciones), cálculos renales, artritis y dolencias cardiacas. Por lo tanto, sí que hay que temer al ácido úrico, y mucho. Precisamente, si se quiere evitar que el nivel de ácido úrico sea elevado hay que huir de la dieta Dukan. Por un lado, Pierre Dukan otorga absoluta libertad a los seguidores de su dieta para que coman las cantidades que deseen, por abundantes que sean, de todo tipo de carne, y por otro les insta a que beban agua para eliminar el ácido úrico que provoca esa alimentación. Lo que no dice Dukan es que cuando el nivel de ácido úrico aumenta mucho no es suficiente con beber agua: es imprescindible cambiar de dieta, comer vegetales y restringir, o eliminar totalmente, la carne y el marisco. El aroma de la dieta Dukan huele a peligro. El francés explica a su manera el origen del ácido úrico elevado: “A diferencia de la mayoría de los demás alimentos, los proteicos no se desintegran por completo y, al término de su degradación, subsiste en el organismo cierta cantidad de residuos, como el ácido úrico, que hay que eliminar. En teoría, se supone que un consumo elevado de estos alimentos aumentaría el contenido de residuos y afectaría a las personas sensibles o predispuestas. En la práctica, el organismo humano, y especialmente el riñón, posee varios mecanismos de eliminación que resuelven perfectamente esta tarea, pero para realizarla el riñón necesita imperativamente una cantidad elevada de agua. El riñón filtrará el ácido úrico de la sangre con la condición explícita de intensificar el consumo habitual de agua.” El ácido úrico se origina en el organismo de forma natural cuando se metabolizan las purinas (presentes en la mayoría de los alimentos proteicos, como carnes, mariscos y pescados). Al concentrarse más purinas, el nivel de ácido úrico en la sangre aumenta. El organismo no puede eliminarlo por completo a través del riñón, pese al litro y medio de agua diario que recomienda Dukan. La gota es la dolencia más frecuente cuando sube el nivel normal de ácido úrico. Está considerada una enfermedad reumática porque afecta a las articulaciones, sobre todo a los tobillos, los dedos gordos de los pies y las rodillas. Produce la inflamación de estas articulaciones y mucho dolor. La gota puede degenerar en artritis crónica. El riesgo de desarrollar la enfermedad aumenta con la edad y es más frecuente en los hombres, pero el estilo de vida pasa factura y puede propiciar y acelerar la aparición de esta patología en personas jóvenes. Hay que evitar consumir en exceso carne roja, mariscos, vísceras, pescados y alcohol. Rocío: una enfermera apagada Rocío trabaja en un hospital de Madrid, es enfermera de pediatría y tiene cincuenta y un años. Es una mujer proporcionada, pese a sus amplias caderas y sus anchos hombros. El peso no ha representado un problema importante en su vida, aunque con la edad ha ido ganando kilos. “En algunas épocas he estado más flaca, en otras más gorda, lo normal”, asegura Rocío. Lo que sí que le origina sinsabores es el sufrimiento que contempla en el hospital. “Ver todos los días a niños enfermos me provoca mucha tristeza y mucho estrés. Siento impotencia, y quien diga que a todo se acostumbra el ser humano, se equivoca. Llevo más de veinte años como enfermera y nueve en pediatría y no me acostumbro al sufrimiento.” Una de las maneras que tiene Rocío de liberarse del estrés y de relajarse cuando llega a casa después del trabajo en el hospital es cenar “en condiciones”. “Es un momento sagrado, ceno con mis hijos y nos contamos cómo nos ha ido el día.” Sin embargo, en los últimos años, Rocío comía más que hablaba. “No sé cuándo empezó mi ansiedad por la comida, pero no me quedaba saciada. Fue mi hija la que se dio cuenta y me alertó: “Mamá, estás engordando y no paras de comer, ¿qué te pasa?” Realmente no me pasaba nada, no había habido ningún cambio trascendental en mi vida del que yo fuera consciente, pero era verdad que había cogido peso. Puede que utilizara la comida como válvula de escape del estrés. Sabía que en la menopausia se engorda, pero yo había engordado más de la cuenta por comer ávidamente.” Rocío le consultó el problema a un médico del hospital, que, tras una analítica, le recomendó perder peso. “Me explicó que estaba bien, pero que si quería seguir estándolo debía quitarme unos cinco kilos. Los huesos, durante la menopausia, necesitan soportar un menor peso, ya que han perdido calcio. Me recomendó un régimen en el que lógicamente tenía que comer menos cantidad y reducir las grasas. En una palabra: filete a la plancha con ensalada. En fin, me puse manos a la obra. Adiós a mis cenas, adiós a los aperitivos los domingos, adiós a la buena vida...” Ante Rocío se desplegó un panorama negro, un tormento que resignadamente estaba dispuesta a afrontar por prescripción médica. Pero, en el momento justo, alguien le habló de la dieta Dukan. “Una compañera me dijo que esa dieta era buenísima, que no se pasaba hambre y que funcionaba. Lo comenté en casa y a mi hija le sonaba. Al día siguiente, me regaló el libro de Dukan. A medida que lo leía, me iban entrando ganas de comenzar lo antes posible la dieta. Me inspiró confianza lo que decía Dukan, me parecía lógico.” Este régimen no era como el que el médico le había recomendado; en éste, Rocío podía comer las cantidades que quisiera, y restringir la dieta únicamente a proteínas animales no le parecía ningún sacrificio. Rocío pesaba sesenta y ocho kilos y se quedó en sesenta y cuatro al acabar la fase de ataque. “En siete días había adelgazado cuatro kilos, y sin absolutamente ningún esfuerzo. Es cierto todo lo que dice Dukan que pasa: boca seca, mal aliento, cansancio e inapetencia. Todo ello es cierto. Y no le di importancia, porque según Dukan, son síntomas de que se está adelgazando adecuadamente. Por eso no se lo comenté al médico y por eso seguí con el régimen. No quería perdermuchos kilos, con uno o dos más bastaba. Pero, un mes después, había perdido otros cuatro kilos. Me encontraba mal, eso no lo voy a negar, estaba cansada y tristona. Incluso se me hacía cuesta arriba soportar la presión diaria en el hospital. Una vez tuve que ir a refugiarme al baño porque no podía contener las lágrimas. Pero tenía tan buen tipo...” Al cabo de otro mes con la dieta, la enfermera ya no tenía buen aspecto. Rocío perdió otros tres kilos. En total, había adelgazado diez kilos en dos meses. Junto con una figura más delgada, Rocío mostraba también síntomas preocupantes: “Tenía la piel más envejecida, reseca y flácida, la dentadura se me había estropeado, tenía los dientes como desgastados, me dolían las piernas. Lo peor era mi ánimo: no tenía ganas de reír, de salir con mis amigas, me mostraba esquiva con los compañeros, ya no compartía las sobremesas con mis hijos, me quejaba continuamente de que estaba muy cansada y sólo quería dormir.” De nuevo, fue su hija la que le advirtió: “Mamá, deja la dieta ya. Estás rara, estás triste y apagada.” “Me convenció para ir al médico a ver si me recetaba algunas vitaminas para animarme y recobrar las fuerzas. El médico, en cuanto me vio, me dijo: “Ya veo que has hecho la dieta, menudo tipazo. ¿Para qué quieres las vitaminas? No me digas que has hecho la dieta Dukan...” Me quedé de piedra. Me contó que había tratado a varias personas después de seguir este régimen, y que la mayoría refería los mismos síntomas emocionales y la misma sensación de cansancio crónico y de apatía. Todavía no sabía lo que la dieta Dukan me había hecho por dentro.” Los resultados de una analítica confirmaron que Rocío tenía los niveles de ácido úrico elevados, lo mismo que los de colesterol y triglicéridos; por el contrario, el nivel de calcio era bajo. También tenía la tensión arterial alta. “Estaba hecha un cristo. En dos meses, había pasado de tener una analítica perfecta a una desastrosa. Me derrumbé cuando el médico me dio los resultados. Pero él me tranquilizó: con un tratamiento y una dieta específica mis niveles volverían a la normalidad.” En cuanto Rocío regresó a una alimentación equilibrada, su ánimo fue mejorando. Asegura que tardó el doble de tiempo en recuperarse del que dedicó a adelgazar. “Todavía sigo impactada por lo que me pasó. Que una dieta, una forma de comer, te pueda hacer tanto mal y cambiarte hasta el humor me parece terrorífico.” La enfermera recuperó seis de los diez kilos perdidos durante la dieta. El nuevo régimen que tuvo que seguir necesariamente por sus problemas de colesterol y de ácido úrico mantuvo a raya el sobrepeso. 5 Los análisis definitivos La publicación del ya citado estudio sobre dietas milagro de la Agencia Francesa para la Seguridad Alimentaria, del Medio Ambiente y Ocupacional (ANSES), en noviembre de 2010, supuso un auténtico varapalo para Pierre Dukan. En el trabajo de los expertos franceses se analizaron las quince principales dietas seguidas por sus compatriotas. El estudio respondía a la petición de la Dirección General de Salud Pública de Francia, preocupada por el importante aumento en los últimos años de ciudadanos que seguían dietas milagrosas para perder kilos y, de paso, perdían también salud. El objetivo del trabajo de la ANSES era estudiar la cantidad de nutrientes básicos consumida en las dietas más populares del momento. Los resultados despejan cualquier duda sobre la idoneidad de estos regímenes de adelgazamiento. La dita Dukan es una de las peores paradas. En esta tabla, elaborada a partir de los datos incluidos en el informe francés, se comparan algunos valores medios de vitaminas y minerales aportados por la dita Dukan con las cantidades recomendadas por la Unión Europea: Como puede observarse, la dita Dukan implica un bajo aporte de vitamina C, debido al escaso consumo de verduras y frutas. Esta vitamina es esencial para el ser humano: se trata de un antioxidante natural que interviene en el mecanismo contra las infecciones, en el mantenimiento de los huesos y de los vasos sanguíneos y que ayuda al organismo en la absorción del hierro, entre otras acciones. El método Dukan tampoco aporta la fibra necesaria, lo que pone en riesgo la salud del aparato digestivo, algo esencial para la prevención del cáncer colorrectal, entre otros tipos de tumores. Por el contrario, el aporte de vitamina B9 es elevada. En un principio, este excedente se elimina por la orina y no tendría unos efectos tóxicos sobre la salud, pero implica un desequilibrio en el organismo Las altas cantidades de vitamina BP (acido fólico) durante un periodo extenso podrían interferir en la asimilación de otras vitaminas o nutrientes. En cuanto a la vitamina D, en exceso, con en el caso de la dieta Dukan, puede provocar cansancio, dolores de cabeza y náuseas. Lo mismo ocurre con una cantidad elevada de calcio. Niveles superiores a los recomendados de magnesio y de sodio provocan hipertensión. Los índices elevados de selenio durante un periodo largo de tiempo pueden provocar la caída del cabello, irritabilidad y fatiga, entre otros síntomas. El exceso de potasio se elimina por la orina. Sin embargo, si existe algún problema renal, este mineral puede acumularse en el organismo dando lugar a la hiperkalemia, que origina hormigueo en los miembros, arritmia cardiaca y úlceras gástricas. Como vemos, el método de adelgazamiento de Pierre Dukan no sólo implica un aporte incorrecto de nutrientes, sino que además favorece la aparición de dolencias por el desequilibrio de vitaminas y minerales en el organismo. Con el método Dukan no sólo se pierde grasa, sino también gran cantidad de masa muscular magra, que es la suma del peso de los huesos, la piel, los órganos, el tejido y el agua del cuerpo, sin incluir la grasa. Pese a los altos niveles de proteína consumidos en esta dieta, los músculos y los huesos son los más resentidos por la brusca eliminación de los hidratos de carbono. Se pierde masa muscular a un ritmo acelerado, lo que conduce a un estado de fatiga crónico, que es la reacción más común entre los que han seguido este régimen. Las conclusiones del informe de la ANSES son contundentes: • El 80 por ciento de las personas que siguen la dieta Dukan recuperan el peso perdido en el primer año de seguimiento del régimen. Es decir, el llamado efecto rebote es prácticamente inevitable. • Las dietas hiperproteicas, como la Dukan, provocan frecuentemente problemas gástricos, sobre todo estreñimiento, por la disminución de fibra. • En esta dieta se ingiere una cantidad de proteínas superior en un 80 por ciento a la cantidad recomendada, y supone un consumo de fibra diez veces menor que el saludable. • El exceso de proteínas que implica la dieta Dukan hace necesaria una valoración previa del estado de los riñones en las personas que presenten algún riesgo de sufrir dolencias renales. • Se produce una grave pérdida de masa muscular y la disminución de la densidad mineral de los huesos. • Las dietas que conllevan un consumo muy reducido de calorías pueden inducir a la muerte súbita relacionada con la arritmia cardiaca. La fluctuación del peso puede desencadenar episodios cardiovasculares. También síndrome metabólico. Este síndrome aparece cuando la persona reúne una serie de factores de riesgo de sufrir una enfermedad cardiovascular o diabetes mellitus.• • La depresión y la disminución de la autoestima son consecuencias propias de los fracasos repetidos en este tipo de dietas, debidos al efecto rebote. Antes que la ANSES, otro análisis nutricional de algunas de las dietas milagro más populares, como la Atkins y la Ornish, reveló hace algunos años que estos «regímenes mágicos» podrían implicar la carencia de al menos dos vitaminas esenciales. Otro estudio, realizado en España en 2004 por la Asociación de Dietistas-Nutricionistas Diplomados de Navarra, analizó ochenta y seis dietas milagro seleccionadas de veinte revistas y reveló que la práctica de estos regímenes implica una importante carencia de vita-minas y minerales, como hierro,
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