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Asignación II Antecedentes de la contemporaneidad Parte II

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IUSPO
Educación Mención Filosofía
Antropología II
PÉREZ Germán ORDOSGOITE Armando
Antecedentes de la contemporaneidad
Gottfried Leibniz (1646-1716)
Teoría de las monadas de Leibniz
Leibniz, pone especial interés en conciliar la solidez del pensamiento antiguo, su sentido
de la sustancia, con el rigor demostrativo y analítico de los modernos; pese a sus ansias de
simplicidad, el recorrido, dígase metafísico de Leibniz, según Grondin (2006), es
extraordinariamente complejo.
Prendado de términos griegos, Leibniz reutilizó más tarde el término mónadas, que
quiere decir sustancia simple.
Esas mónadas, según Leibniz, son los verdaderos átomos de la naturaleza.
Pero mónadas hay muchas. Por tanto, algunas cualidades intrínsecas deben permitir
distinguir unas de otras. De ahí, señala Grondin (2006), el gran principio leibniziano de los
indiscernibles: nunca se dan en la Naturaleza dos Seres que sean perfectamente el uno como
el otro, y en donde no sea posible hallar una diferencia interna o fundada en una
denominación intrínseca. Ese principio interno de cada mónada procede de la aspiración
propia de cada mónada; cada ser aspira a realizarse en un universo constituido por una
diversidad infinita de mónadas, y donde es imposible confundir una mónada con otra.
Gobernada por un principio interno, toda mónada está dotada de percepción. Leibniz
entiende esta capacidad que toda mónada tiene, o es, de representar una multitud en la
unidad.
Sin embargo, la razón última de las cosas no puede hallarse sino en una sustancia
necesaria, y esto es, según Leibniz, lo que llamamos Dios; que Dios sea la única sustancia
necesaria.
Dios, en primer lugar es un principio de potencia, la potencia origen de todas las
potencias que son las mónadas. Pero esta potencia es también una inteligencia que piensa
todas las determinaciones de los seres posibles antes de que existan.
Immanuel Kant (1724-1804)
Juicios analíticos y sintéticos
Para Kant, existen dos fuentes o causas del conocimiento: una, a priori, constituida por
nuestra facultad innata de conocer, es decir, se refiere al conocimiento que se adquiere
independientemente de la experiencia, otra a posteriori, que proviene de las impresiones de
los sentidos, lo que significa que se refiere al conocimiento logrado a través de la experiencia.
En virtud de los anteriormente expuesto, Kant comienza su análisis partiendo del
supuesto necesario que la razón pura elabora tres tipos de juicios, a saber:
El primero, juicios analíticos: los cuales resultan ser, ante todo, a priori. Estos juicios
tienen validez universal.
El segundo, juicios sintéticos: los cuales son, ante todo, a posteriori. Esta clase de juicio
tienen la ventaja de que permiten el progreso del pensamiento porque nos es posible conocer
algo nuevo, pero tienen la desventaja de que son contingente, o sea, no tienen los caracteres
de universalidad y necesidad.
Kant encuentra, además, un tercer tipo de juicios: juicios sintéticos a priori. Estos juicios
tienen la doble ventaja de ser universales y necesarios y al mismo tiempo ser extensivo en el
sentido de que amplían nuestro conocimiento con elementos o datos nuevos aportados por la
experiencia.
Ahora bien, el problema se reduce a explicar como son posibles los juicios sintéticos a
priori, en el sentido que la metafísica es una ciencia metaempírica, es decir, todo
conocimiento que está fuera de cualquier acto de la experiencia.
Postulados religiosos del pietismo
El Pietismo es un movimiento religioso protestante iniciado en Alemania en el siglo
XVII, por Philipp Jakob Spener (s.f), como reacción evangélica contra el intelectualismo y el
formalismo dominantes en las Iglesias luterana y calvinista.
Se dice que el Pietismo fue un movimiento con muchos puntos ciegos, como una pobre
producción teológica, una tendencia natural hacia el ecumenismo y un énfasis muy alto en la
experiencia personal, no se puede desconocer el efecto que tuvo en el protestantismo,
evidente aun hasta nuestros días.
Spener resume los postulados del Pietismo mediante lo siguiente:
1. Un mayor énfasis en el sacerdocio de todos los creyentes.
2. Una vida cristiana mucho más integral.
3. Unidad entre todos los cristianos.
4. Formación cristiana enraizada en el seguimiento de las enseñanzas de Jesús.
5. Toda la práctica y vida del creyente y de la iglesia estuvieran exclusivamente basadas en
la Biblia.
6. Los creyentes han de vivir una intensa sinceridad moral y una austeridad material
evidente.
7. La experiencia cristiana debía basarse en el nuevo nacimiento, y la esperanza futura
debía estar centrada en la resurrección.
Sin embargo, conviene señalar que el Pietismo expresa una característica del
pensamiento moderno: la experiencia personal (Dios-hombre) y el subjetivismo de la practica
religiosa.
Referencia
Grondin, J. (2006). Introducción a la metafísica. Heder: Barcelona.

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