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IUSPO Los Teques, 20 de octubre de 2022 Educación Mención Filosofía Filosofía Moderna I RODRIGUEZ William ORDOSGOITE Armando Nicolás de Cusa: la verdadera sabiduría Nicolás de Cusa nos sitúa en el período renacentista de nuestra era. Según Marías (1963), Nicolás de Cusa ha sido uno de los filósofos mas destacados de este período histórico. Hay quienes afirman que el Renacimiento es una transición entre el medio evo y lo que será entonces la modernidad. Si partimos de esta premisa es posible entender la reflexión que Nicolás de Cusa hace sobre el conocimiento y como el hombre ha de llegar a el. Si bien es cierto, Nicolás de Cusa es filósofo y también teólogo, pero ante todo es un hombre de fe y sometido a la tradición y doctrina de la Iglesia. Aun asi, da valor al conocimiento producto de la experiencia individual del hombre. Experiencia que resulta estar desligada de la fe y de los principios de la doctrina de la Iglesia. Ahora bien, para Nicolás de Cusa, el conocimiento, sea cual sea su fuente, es una gracia, es un don y es un premio que la divinidad le ha concedido al hombre. En este sentido, creyentes o no creyentes, todos somos merecedores de este premio. Pues, la naturaleza intelectiva, es decir, aquella porción del ser o del espíritu humano, que desarrolla la actividad intelectual, se siente atraída por conocer lo que resulta desconocido a la realidad inmediata del hombre. En este sentido, el hombre está dotado de una psique y de un intelecto que ha de estimular y desarrollar mediante su experiencia individual. El hombre está dotado de los medios para que el conocimiento, que es inherente a su condición, pueda corresponder a su deseo de conocer. En este sentido, el conocimiento surgirá de uno mismo. La mente se adecua y crece, aún sabiendo que nunca alcanzará lo Absoluto, pero va avanzando. Para Nicolás, todo acto de conocimiento es comparativa a una proporción. Esta proporción es el número. Esto es prueba, según mi parecer, de una valoración de lo meramente racional y experiencial. Ahora bien, sin el número resulta imposible llevar cualquier acto de conocimiento, dado que en el número es posible hallar la naturaleza y alma de las cosas. Por tanto, la experiencia del hombre pasa a ser medida, comprobada y verificable. De modo que, todo cuanto el hombre se cuestione sobre sí mismo y de su entorno, tendrá valor siempre y cuando sea numéricamente demostrable. Con la dicho, es posible determinar una característica del pensamiento de Nicolás de Cusa, y es que el querer conocer y el producto de esta acción no es malo, sino que es bueno y maravilloso. Mediante el conocimiento el hombre puede llegar alcanzar la perfección que desde su humanidad esta llamado a realizar. Pero ¿cómo es posible realizar esta perfección? Mediante la razón y el juicio. Sin embargo, conviene entender esta perfección como la capacidad de poder discernir entre lo que es y no oportuno para el hombre. Y esto se logra a partir del juicio que el hombre emite a partir de su experiencia individual. He aquí, según mi parecer, una expresión concreta del pensamiento moderno. Pero ¿porqué el juicio? El juicio hace posible que el hombre pueda obrar con libertad, es decir, con conciencia de causa. He aquí la verdadera perfección del hombre: ser libre. Nicolás de Cusa está consciente de los cambios que se están gestando en su tiempo. Pues, comprende que el hombre quiere ser verdaderamente libre y pleno. Pero, también esta consciente que el hombre puede caer en la tentación de querer sobre pasar los límites de la razón humana, la cual es finita y limitada, y pretender aspirar a una sabiduría que está fuera de su alcance. Aun cuando el hombre logre desarrollar las ciencias, jamás podrá alcanzar la sabiduría plena. Se quiera o no, el pensamiento moderno pone de manifiesto la soberbia incomprensible del hombre. Pues, la soberbia hace al hombre cada vez más ignorante. Entonces, ¿en qué consistirá la verdadera sabiduría? Para Nicolás de Cusa esta sabiduría resulta ser una disposición del hombre, ante todo, saberse y reconocerse humilde. Que la verdadera sabiduría consiste en un constante discernimiento de la propia existencia. Por lo tanto, la sabiduría no viene de fuera infundida, es decir, lo externo, incluidas las enseñanzas de los demás, son sólo datos y, al requerirse de integración racional y emocional, esta sólo puede alcanzarse con el reconocimiento de que la sabiduría está dentro de uno mismo. Aun cuando lo antes expuesto contradiga el pensamiento moderno, Nicolás de Cusa no quita valor al conocimiento meramente lógico y racional.
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