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Asignación VIII Heidegger Armando Ordosgoite

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IUSPO Los Teques, 22 de mayo de 2023
Educación Mención Filosofía
Filosofía Contemporánea II
PÉREZ Germán ORDOSGOITE Armando
Heidegger (1889-1976)
Heidegger, en su obra Ser y Tiempo, pretende encontrar el sentido del ser. Pues, hace una
diferencia entre el ser y el ente, que se deriva en la diferencia, según mi parecer, entre la
existencia de las cosas por sí mismas y el sentido de la existencia de esas cosas.
Heidegger sostiene la idea de que el ser es lo que determina al ente, lo que hace que el
ente sea a, d, c, d ó e.
De modo que, el ser algo es lo que determina la existencia de una cosa, solo que, ese ser
algo, solo se puede descubrir mediante un acto intelectual humano.
Ahora bien, Dasein significa el estado de arrojamiento en el que se encuentra el ser
humano en su existencia.
Entonces, el sentido de la vida del hombre es estar arrojado a sus posibilidades y la
manera en que este las asume o las evita.
Esta condición se encuentra con las cosas del mundo que lo rodean y puede emplear un
ejercicio sobre ellas, es decir, una utilidad que le permite tener una relación práctica con su
entorno.
El Dasein, según Haidegger, expresa que la existencia humana está relacionada con las
condiciones de su posibilidad.
Pues, los seres humanos existimos entregados al mundo con la libertad de decidir qué
hacer, con una proyección de llegar a ser.
Heidegger define al tiempo como el horizonte desde el cual todos los grados de la
comprensión del ser y los compromisos con las posibilidades de llegar a ser son concebidos y
asumidos.
Lo antes expuesto, según mi parecer, quiere decir que el tiempo es una especie de
escenario que le permite al hombre concebir su propia existencia, su realización y su
interpretación del mundo que lo rodea.
Dentro de nuestra temporalidad, el pasado, el presente y el futuro habitan. Esto hace
que el hombre sea libre y determinado a la vez.
Pues, vive en un contexto donde se encuentra determinado por su cultura y la herencia
histórica, pero también con un horizonte de posibilidad de cambio y transformación futura.
Con el razonamiento antes señalado, Heidegger introduce otra de sus ideas: la conciencia
del tiempo genera cierta angustia existencial sobre la vida; el hombre entiende su
temporalidad; comprende que su existencia se dirige a la muerte.
Es mediante la muerte que le podemos dar relevancia a nuestra vida, concebir una vida
auténtica donde no renunciemos a nosotros mismos.
Entonces, somos Dasein arrojados al mundo con la libertad de decidir, pero con la
determinación de nuestro pasado y nuestro futuro perecimiento.
La autenticidad del Dasein consiste en asumir su finitud y, por tanto, su condición de ser
para la-muerte. Se considera también que la angustia es el camino que lleva a la asunción de
esta finitud.
El Dasein como ser para la-muerte revela el existencial fundamental de la existencia
humana.
La muerte lleva al Dasein a su acabamiento, trae consigo su desaparición. Por lo que,
morir conduce a no ser más Dasein, y, en cuanto que es entrada en la nada, la muerte no
puede ser experimentada.
Ahora bien, no podemos experimentar la muerte de otro, ni en cuanto morir, ni en cuanto
al transito del Dasein a la nada, ni siquiera en cuanto a desaparición de la persona que muere.
Porque el muerto no ha desaparecido verdaderamente para sus allegados y la existencia
en común con él no se ha roto.
El culto a los muertos es la manifestación primigenia de toda experiencia religiosa, y en
ella se entrecruzan todos los existenciales que caracterizan al Dasein.
El recuerdo y la veneración de los antepasados nos muestra que el ser con los otros no se
refiere solo a los contemporáneos, sino también a los que nos precedieron, los cual nos
reverla como ser en el tiempo.
La solución al problema de la muerte depende de una experiencia de la cual estamos
absolutamente privados.
Ahora bien, como este problema es, a su vez, la condición de una visión exacta de la
totalidad del Dasein como ser para la muerte, nos encontramos en un callejón sin salida
evidente.
Tampoco hay que interpretar la muerte como una cesación. No es un suceso exterior,
como cuando paramos un motor. No es un límite impuesto desde fuera.
Desde que un ser humano vive, es ya bastante viejo para morir, y nunca la muerte le
sorprenderá despojado de todo porvenir.
Nuestra existencia va hacia la muerte, esto según mi parecer, es algo absoluto. Antes de
ser un culto a la muerte o a un pesimismo, Heidegger propone una posibilidad para que el
hombre se realice y busque ser verdaderamente feliz, con el reconocimiento de la muerte
como estación final para todo ser humano que manifiesta su finitud.

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