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Ensayo XV Kant Crítica de la razón práctica

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IUSPO Los Teques, 25 de mayo de 2023
Educación Mención Filosofía
Filosofía Moderna II
RODRIGUEZ William ORDOSGOITE Armando
Kant: crítica de la razón práctica
¿Cuáles son los fundamentos éticos para nuestras acciones? ¿qué debemos hacer o dejar
de hacer? ¿qué principios debemos elegir como medida moral?
Kant, en su obra Crítica de la razón práctica, responde sobre la cuestión de los
fundamentos éticos de nuestras acciones.
El hombre puede liberar sus juicios y acciones morales de la influencia del mundo
subjetivo de los sentidos si hacemos uso de la razón.
Pues, la razón señala al hombre el principio, sin importar las condiciones especiales en
las que se encuentre, que es el requisito necesario para todos nuestros deseos y acciones
morales.
Ahora bien, ¿existe una ley moral objetiva?
Según mi parecer, no podemos confiar en nuestra experiencia, pues, es subjetiva y está
construida a partir de hechos al azar.
Además, nuestra existencia inmanente está marcada por el egoísmo, con las necesidades,
las inclinaciones y los deseos vinculados a este.
Una ley moral indispensable y universal solo puede establecerse más allá de las
experiencias personales.
Por lo que, el reconocimiento de la ley debe surgir a priori, puramente de la razón, es
decir, antes de toda experiencia.
Pues, solo podemos encontrar una ley moral de este tipo a través de la razón puramente
práctica, la que está vinculada con las acciones concretas que, a su vez, nos brinda la base
objetiva para una moral universal, sin la influencia de la experiencia ni de las necesidades e
inclinaciones personales.
Nuestra razón práctica pura nos muestra que, efectivamente, existe, a lo que Kant se
refiere como un imperativo categórico, que establece una ley moral de validez universal.
Nuestra razón práctica, en cambio, nos pone con relativa facilidad en la situación de
reconocer la validez de este imperativo categórico y de aplicarlo como principio formal en
cuestiones morales concretas.
Esta ley moral, que nos muestra nuestra razón práctica pura, nos exige algo muy
importante, pues, los principios que escojamos como base para nuestra voluntad y nuestras
acciones deben corresponderse con los principios que todos los hombres deberían aplicar para
determinar su voluntad y sus acciones, si esto sucediera sin la influencia de las necesidades e
inclinaciones subjetivas.
De modo que, lo único que cuenta es la motivación de la voluntad, es decir, solo aquello
que escogemos como base para nuestra voluntad es lo que establece el valor moral de
nuestras acciones. Esto, depende exclusivamente de nuestra intención.
Pues, la forma más pura de la bondad moral, según mi parecer, se expresa en la buena
voluntad.
Si actuamos siguiendo una ley moral, pero tenemos otros motivos que nos llevan a
respetar esta ley, solo estamos actuando de manera legal, más no moral.
Por ejemplo, podemos actuar correctamente por vanidad o porque esperamos obtener una
ventaja; así, solo cumplimos la letra de la ley, pero no el espíritu.
Incluso las buenas acciones surgidas de motivos positivos y respetables, como el amor y
la compasión, solo son morales si la única motivación de nuestra voluntad es el respeto de la
ley moral. Solo en ese momento actuamos moralmente.
Las acciones resultantes de una mezcla de motivaciones subjetivas son, cuanto mucho,
conformes a una obligación.
Nuestra obligación es actuar según la ley moral, con la única motivación de respetar
siempre esta ley.
Entonces, ¿cuándo es moral una acción?
Para responder esta pregunta, debemos establecer qué es lo que determina la voluntad de
esta acción. Cuando son motivaciones subjetivas, que no han surgido del respeto de la ley
moral, las que determinan una acción, esta acción no puede ser moral.
Es por ello que, en definitiva, el respeto de la ley moral es el único motor admisible para
nuestras acciones.

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