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Manuales IsCR InstItuto supeRIoR de CIenCIas RelIgIosas unIveRsIdad de navaRRa Queda prohibida, salvo excepción prevista en la ley, cualquier forma de reproducción, distribu- ción, comunicación pública y transformación, total o parcial, de esta obra sin contar con auto- rización escrita de los titulares del Copyright. La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra la propiedad intelectual (Artículos 270 y ss. del Código Penal). © 2016. Pablo M. Edo Ediciones Universidad de Navarra, S.A. (EUNSA) Campus Universitario • Universidad de Navarra • 31009 Pamplona • España Teléfono: +34 948 25 68 50 • www.eunsa.es • eunsa@eunsa.es ISBN: 978-84-313-3161-0 | Depósito legal: NA 1943-2016 Diseño cubierta: Pablo Cerezo Marín Imprime: Graphy Cems, Pol. Ind. San Miguel, 31132 Villatuerta (Navarra) Printed in Spain – Impreso en España PABLO M. EDO EVANGELIOS SINÓPTICOS Y HECHOS DE LOS APÓSTOLES EDICIONES UNIVERSIDAD DE NAVARRA, S.A. PAMPLONA 44 Colección Manuales del InstItuto superIor de CIenCIas relIgIosas 1. Cada vez más personas se interesan por adquirir una formación filosó- fica y teológica seria y profunda que enriquezca la propia vida cristia- na y ayude a vivir con coherencia la fe. Esta formación es la base para desarrollar un apostolado intenso y una amplia labor de evangeliza- ción en la cultura actual. Los intereses y motivaciones para estudiar la doctrina cristiana son variados: • Padres y madres que quieren enriquecer su propia vida cristiana y la de su familia, cuidando la formación cristiana de sus hijos. • Catequistas y formadores que quieren adquirir una buena prepara- ción teológica para transmitirla a otros. • Futuros profesores de religión en la enseñanza escolar. • Profesionales de los más variados ámbitos (comunicación, economía, salud, empresa, educación, etc.) que necesitan una formación adecua- da para dar respuesta cristiana a los problemas planteados en su pro- pia vida laboral, social, familiar… o simplemente quienes sienten la necesidad de mejorar la propia formación cristiana con unos estudios profundos. 2. Existe una demanda cada vez mayor de material escrito para el estudio de disciplinas teológicas y filosóficas. En muchos casos la necesidad procede de personas que no pueden acudir a clases presenciales, y bus- can un método de aprendizaje autónomo, o con la guía de un profesor. Estas personas requieren un material valioso por su contenido doc- trinal y que, al mismo tiempo, esté bien preparado desde el punto de vista didáctico (en muchos casos para un estudio personal). Con el respaldo académico de la Universidad de Navarra, especial- mente de sus Facultades Eclesiásticas (Teología, Filosofía y Derecho Canónico), la Facultad de Filosofía y Letras y la Facultad de Educa- ción y Psicología, esta colección de manuales de estudio pretende 5 responder a esa necesidad de formación cristiana con alta calidad pro- fesional. 3. Las características de esta colección son: • Claridad doctrinal, siguiendo las enseñanzas del Magisterio de la Igle- sia católica. • Exposición sistemática y profesional de las materias teológicas, filosó- ficas (y de otras ciencias). • Formato didáctico tratando de hacer asequible el estudio, muchas ve- ces por cuenta propia, de los contenidos fundamentales de las mate- rias. En esta línea aparecen en los textos algunos elementos didácti- cos tales como esquemas, introducciones, subrayados, clasificaciones, distinción entre contenidos fundamentales y ampliación, bibliografía adecuada, guía de estudio al final de cada tema, etc. José Manuel FIdalgo alaIz José luIs pastoR Directores de la colección 6 Formato didáctico Los manuales tienen un formato didáctico básico para facilitar tanto el eventual estudio del alumno por su cuenta, el autoestudio con preceptor / tutor, o la combinación de clases presenciales con profesor y estudio per- sonal. Estas características didácticas son: 1. Se ha procurado simplificar los contenidos de la materia sin perder la calidad académica de los mismos. 2. Se simplifican los modos de expresión, buscando la claridad y la senci- llez, pero sin perder la terminología teológica. Nos parece importante, desde un punto de vista formativo, adquirir el uso adecuado de los términos teológicos principales. 3. En el cuerpo del texto aparecen dos tipos de letra en función de la rele- vancia del contenido. Mientras que la letra grande significa contenidos básicos de la materia, la letra pequeña significa un contenido más ex- plicativo de las ideas principales, más particular o más técnico. 4. El texto contiene términos o expresiones en formato negrita. Se pre- tende llamar la atención sobre un concepto clave a la hora del estudio personal. 5. Las enumeraciones y clasificaciones aparecen tipográficamente desta- cadas para facilitar la visualización rápida de los conceptos, su estudio y memorización. 6. Al principio de cada tema, inmediatamente después del título, aparece una síntesis de la idea principal a modo de presentación. 7. En cada tema se presentan varios recursos didácticos: • Un esquema o sumario de la lección (sirve de guion de estudio y memorización). • Un vocabulario de palabras y expresiones usadas en el desarrollo del tema. Sirve para enriquecer el propio bagaje de términos aca- 7 démicos y sirve también de autoexamen de la comprensión de los textos. • Una guía de estudio. Se trata de un conjunto de preguntas. El cono- cimiento de las respuestas garantiza una asimilación válida de los principales contenidos. • Textos para comentar. Pueden dar pie a lecturas formativas o a ejer- cicios (guiados por un profesor). 8. Se dispone al final de una bibliografía básica y sencilla de los princi- pales documentos que pueden servir para ampliar el contenido de la materia. 8 PRESENTACIÓN Se conocen como evangelios sinópticos los que se atribuyen a Mateo, Mar- cos y Lucas. El término castellano «sinóptico» tiene su origen en la palabra griega sinopsis, que literalmente significa «visión de conjunto». Si ponemos en columnas paralelas los tres evangelios, con un golpe de vista o una visión de conjunto podemos ir descubriendo una estrecha relación entre los relatos, con numerosas semejanzas, a veces incluso literales. Además, los tres evangelios siguen un esquema narrativo muy similar y con mucha frecuencia cuentan los mismos episodios, con ciertas variaciones o matices. El evangelio según Juan, llamado también cuarto evangelio, cuenta muchos episodios que no relatan los otros tres y emplea con frecuencia un lenguaje diverso. Por eso suele estu- diarse en una asignatura aparte. También estudiamos en esta asignatura el libro de los Hechos de los Após- toles. Esto es así porque, como el prólogo de la obra indica, el evangelio de Lucas y Hechos tienen un mismo autor y forman cierta unidad literaria y te- mática querida por él. Este curso se divide en dos grandes bloques temáticos. Primero haremos una visión panorámica de introducción general a los libros (temas 1-5), donde re- pasaremos cómo se leen e interpretan los evangelios en la Iglesia; cuáles son los textos magisteriales más importantes sobre estos libros; cómo se formaron y se transmitieron los evangelios; en qué consiste la investigación crítica de los evangelios y qué métodos existen para su análisis científico; el marco histórico y literario de la vida de Jesús y en el que surgieron los evangelios; y las notas fundamentales que caracterizan cada escrito: autor, fecha, datación, destinata- rios, aportaciones particulares. En un segundo momento, haremos un estudio 9sistemático de los contenidos de los libros (temas 6-11). Estos otros temas han sido concebidos en gran parte como guías de lectura que ayuden al alumno a comprender mejor los libros. Los evangelios son probablemente los libros más investigados de la huma- nidad. Por eso el propósito principal de este curso es modesto: facilitar a los alumnos los conocimientos exegéticos básicospara continuar en el futuro el estudio y la meditación personal de los evangelios y del libro de los Hechos. El mejor consejo que se puede dar para abordar con éxito este curso es te- ner siempre a mano una buena edición católica del Nuevo Testamento y leer detenidamente cada uno de los libros que estudiamos. Todas las citas bíbli- cas que seguiremos en este curso están extraídas de la Sagrada Biblia editada por EUNSA y preparada por profesores de la Facultad de Teología de la Uni- versidad de Navarra. Este manual se dedica especialmente a la memoria del profesor D. Gonzalo Aranda, sacerdote y maestro biblista prestigioso, que ha fallecido recientemente. 10 SUMARIO 1. EXCELENCIA DEL NUEVO TESTAMENTO Y DE LOS EVANGELIOS • 2. EVANGELIOS CANÓNICOS Y EVANGELIOS APÓCRIFOS • 3. NOTAS FUN- DAMENTALES Y DISTINTIVAS DE LOS CUATRO EVANGELIOS • Origen apostó- lico • Recta doctrina • Aceptación en las iglesias • 4. GÉNERO LITERARIO DE LOS CUATRO EVANGELIOS • El término «evangelio» • El género evange- lio • Una definición sintética • 5. CARACTERÍSTICAS DE LA INTERPRETA- CIÓN DE LOS EVANGELIOS EN LA IGLESIA • Confianza en las fuentes • Lec- tura y veneración litúrgica • Interpretación eclesial «Entre todas las Escrituras, incluso del Nuevo Testamento, los Evangelios ocupan, con razón, el lugar preeminente, puesto que son el testimonio principal de la vida y doctrina del Verbo Encarnado, nuestro Salvador» como explica el Concilio Vaticano II (Dei Verbum, n. 18). No es extraño pues que durante dos mil años la Iglesia haya transmitido y ha estudia- do con especial veneración los evangelios de los que es depositaria. Por eso en este primer tema vamos a repasar algunas ideas importantes del Magisterio de la Iglesia sobre los evangelios, sobre su excelencia dentro de la Biblia y sus características principales. También abordaremos cómo han sido recibidos los evangelios en la Tradición y, por contraste, por qué los llamados apócrifos quedaron fuera de la lista de libros sagrados. Por otro lado, explicaremos qué tipo de libros son los evangelios desde el punto de vista literario y cómo han de ser leídos e interpretados. TEMA 1 LOS EVANGELIOS EN LA IGLESIA 111. Excelencia del Nuevo Testamento y de los evangelios Como dice el Catecismo de la Iglesia Católica, n. 124, «la palabra de Dios, que es fuerza de Dios para la salvación del que cree, se encuentra y despliega su fuerza de modo privilegiado en el Nuevo Testamento (Dei Verbum, n. 17)». Los escritos del Nuevo Testamento nos ofrecen la verdad definitiva de la Re- velación divina porque su objeto central es Jesucristo, el Hijo de Dios encar- nado, sus obras, sus enseñanzas, su pasión y su glorificación, así como los comienzos de su Iglesia bajo la acción del Espíritu Santo (cf. Dei Verbum, n. 20). Por eso «el Evangelio cuadriforme ocupa en la Iglesia un lugar único; de ello dan testimonio la veneración de que lo rodea la liturgia y el atractivo incom- parable que ha ejercido en todo tiempo sobre los santos» (CEC, n. 127). 2. Evangelios canónicos y evangelios apócrifos La Iglesia llama evangelios canónicos a aquellos que transmiten auténticamente la tradición apostólica sobre la vida y la enseñanza de Jesús y además han entrado en el canon o lista de libros inspirados por Dios. Los evangelios ca- nónicos son cuatro y solo cuatro: Mateo, Marcos, Lucas y Juan. Parece que al menos desde finales del siglo II (Ireneo de Lyon, Adv. Haer. 3.11.8-9) la Iglesia tuvo por canónicos de forma cada vez más generalizada estos cuatro evange- lios y así lo propuso como dogma de fe cuando definió la lista definitiva de libros inspirados y canónicos en el Concilio de Trento (1545-1563 d. C.). Los evangelios apócrifos son los que la Iglesia no aceptó como auténtica tradi- ción apostólica y no entraron en el canon. El término apo-criphus quiere decir en griego oculto o secreto. Un libro apócrifo era el reservado a un grupo que lo conocía y podría entenderlo. Con frecuencia estos libros secretos o apócrifos resultaban ser inauténticos, es decir, atribuidos falsamente a algún apóstol, e incluso podían ser heréticos. Los apócrifos no suelen tener el mismo esquema que los evangelios canónicos, sino que suelen llenar huecos narrativos que han dejado estos, o desarrollan partes concretas de la tradición canónica. Un dato interesante es que, si empezó a haber evangelios llamados secretos, es porque había evangelios públicos antes. Orígenes decía a mediados del siglo III que la Iglesia tenía cuatro evangelios pero «los herejes, muchos» (Hom. in Luc. 1, 2). 12 3. Notas fundamentales y distintivas de los cuatro evangelios La Iglesia afirma que su decisión de aceptar los cuatro evangelios canónicos y rechazar los demás no fue arbitraria. Los cuatro evangelios coincidían en tres notas fundamentales que solo ellos poseían: 3.1. Origen apostólico «La Iglesia siempre ha defendido y defiende que los cuatro Evangelios tienen origen apostólico» (Dei Verbum, n. 19), es decir, que los cuatro evangelios con- tienen la predicación apostólica y autorizada sobre Jesús. Dicho de otro modo, a pesar del complejo proceso de formación de los evangelios y las distintas etapas de formación (cf. Tema 2.1 y 2.2), para la Iglesia era y es fundamental la continuidad entre el mensaje de Jesús y el mensaje apostólico, y entre el mensaje apostólico y el mensaje de los evangelios. La importancia que tiene el origen apostólico de los evangelios se verifica tam- bién por el hecho de que los movimientos heterodoxos a partir de finales del siglo II trataron de prestigiar sus escritos dándoles precisamente un supuesto origen apostólico. Esto es así porque dicho origen apostólico es lo que hacía que los evangelios se valorasen y transmitiesen. Así por ejemplo el Evange- lio de Pedro, que circuló en Rosos (Antioquía, Siria) a finales del siglo II, fue rechazado por el obispo Serapión porque estaba atribuido a Pedro de forma ilegítima, y además porque contenía añadidos a la recta doctrina (cf. Eusebio, Historia eclesiástica 6, 12). 3.2. Recta doctrina Otra nota común a los cuatro evangelios era el de la recta doctrina, acorde con el sensus fidelium: es decir, que el escrito no contenía nada contrario a la fe ortodoxa, sobre todo en lo concerniente a la Encarnación, la Pasión y la Resurrección. Los cuatro evangelios fueron intentos acertados y adecuados de ordenar la narración de los dichos y hechos de Jesús tal como fueron transmi- tidos por los apóstoles que fueron sus testigos elegidos por Jesús. 3.3. Aceptación en las iglesias Los escritos de origen apostólico y recta doctrina eran aceptados y leídos sis- temáticamente en todas las iglesias. Tenían un germen universal. El origen 13apostólico y la dimensión universal eran tan importantes que la Iglesia aceptó incluso el cuarto evangelio, un escrito muy distinto a los otros tres, porque se sabía que provenía del discípulo amado. 4. Género literario de los cuatro evangelios Desde el punto de vista literario, ¿cuál sería la definición más adecuada para los evangelios? La cuestión es importante porque definir el género literario de los evangelios determina cómo hay que leerlos e interpretarlos. 4.1. El término «evangelio» Un primer paso es definir la palabra griega que se empleó, al menos desde el siglo II, para referirse a los cuatro libros canónicos. En el griego antiguo, el sustantivo singular euaggelion significaba el premio concedido al mensajero que portaba buenas noticias (euaggelia), sobre todo en el ámbito militar. Con frecuencia estas buenas noticias adquirían un tinte reli- gioso y se relacionaban con una salvación peculiar, que viene de lo alto, perso- nificada en el emperador o el rey: su nacimiento, sus victorias y su presencia debían celebrarse como una buena nueva (euaggelion) para todos (cf. Tema 4.6). La versión hebrea de la Biblia (TM: texto masorético) usa el verbo bisher, con el sentido de «anunciar buenas noticias». Y la versión griega de la Biblia (LXX: traducciónde los Setenta) empleó la forma verbal «evangelizar» para traducir el verbo hebreo bisher. En el Antiguo Testamento, sobre todo se evangeliza el mensaje de salvación de Dios: Sal 96, 2; 68, 12; Jl 3, 5. Las buenas noticias (euaggelia) en estos textos se relacionan con la acción de Dios que permite una victoria (2 S 18, 27 ss.), con su poder (Is 40, 9), su salvación y reinado (Is 52, 7). En el Nuevo Testamento, el término euaggelion aparece más de 75 veces, la mayoría en Pablo. En los evangelios, el mensajero de buenas noticias es Jesús, que se convierte además en el contenido mismo del mensaje: la salvación para el pueblo, la que buscan todos los pueblos, es Cristo. De aquí que existiera el evangelio que anunciaba Jesús y a la vez el evangelio sobre Jesús. El mensaje de salvación se vincula, por tanto, a Jesús mismo, a lo que él hizo y dijo. Por eso Marcos 1, 1 inicia su libro diciendo: «Comienzo del evangelio de Jesucris- to, Hijo de Dios». Es decir, comienzo del evangelio sobre Jesús y anunciado por Él mismo. 14 4.2. El género evangelio Definir adecuadamente a los evangelios no es fácil. Los cuatro evangelios tienen un rasgo literario común: son relatos, narracio- nes (diégesis en griego; así es como Lucas 1, 1 llama a su escrito). Estas cuatro narraciones comparten un esquema similar de relato, resumido en el discurso de Pedro en Hechos 10, 37-43: ministerio en Galilea con nume- rosos dichos y hechos de Jesús, viaje final a Jerusalén, y un largo relato de la pasión, resurrección, apariciones y envío misionero. A pesar de estas notas comunes, la Iglesia primitiva no llamó a estos escritos «relatos». Por otro lado, los evangelios cuentan la vida de Jesús con elementos literarios de la época, pero no son meras crónicas, ni se ajustan del todo al patrón de las biografías antiguas. Los evangelios contienen también parábolas, como la del buen samaritano o el hijo pródigo; pero no son novelas o fábulas morales. Además, los cuatro evangelios conservan un sustrato de proclamación oral cristalizada en pequeñas formas literarias dispuestas con orden. Pero tampoco son manuales de predicación o meras antologías de dichos. Los evangelios también aglutinan tradiciones sobre Jesús. Algunos Padres de la Iglesia hablan de «memorias» o «recuerdos» de los apóstoles (así Justino, Apol. 1, 67). Esto revela el carácter de testimonio que tenían los evangelios para la Iglesia. Pero en esta labor de transmisión, cada evangelista ha dispues- to el testimonio apostólico de una forma propia, subrayando algunos rasgos teológicos. 4.3. Una definición sintética Como se ve, no es fácil determinar el género literario de los evangelios, por- que estos libros son muchas cosas a la vez. En resumen, puede decirse que los evangelios son transmisiones autorizadas y fiables del único Evangelio de Je- sucristo. Desde el inicio del cristianismo, los cuatro escritos canónicos fueron llamados «evangelios» porque contenían fielmente el mensaje de Jesús y sobre Jesús: el Evangelio. 155. Características de la interpretación de los evangelios en la Iglesia Desde los primeros siglos del cristianismo, la interpretación de los evangelios tiene varias características permanentes: 5.1. Confianza en las fuentes Para la primitiva Iglesia era autoritativo y normativo el único Evangelio de Jesucristo: sus dichos y hechos. Los evangelios pasaron a ser también autori- tativos y normativos porque transmitían fielmente lo que Jesús dijo e hizo, en las cuatro versiones que tenían auténtico origen apostólico y recta doctrina. Esta confianza es la que expresa Dei Verbum, n. 19: «La Santa Madre Iglesia firme y constantemente ha mantenido y mantiene que los cuatro referidos Evangelios, cuya historicidad afirma sin vacilar, comunican fielmente lo que Jesús Hijo de Dios, viviendo entre los hombres, hizo y enseñó realmente para la salvación de ellos». En definitiva, y como ya hemos señalado en este tema, la Iglesia tenía confian- za en los evangelios: estos proporcionaban auténtico acceso a Jesús, aunque fuera un acceso parcial debido a las limitaciones propias del lenguaje humano escrito y necesitado de interpretación. Por eso, la Iglesia explica al mismo tiempo que no se puede tratar el texto como «si hubiera sido dictado palabra por palabra por el Espíritu, sin llegar a «reconocer que la Palabra de Dios ha sido formulada en un lenguaje y en una fraseología condicionadas por una u otra época determinada», y «sin ignorar por tanto, la mediación humana del texto inspirado y sus géneros literarios» (Exhortación Verbum Domini, n. 44), que conviene estudiar y conocer bien (cf. Tema 3.3). Por tanto, como expresa la Verbum Domini, n. 54, «la íntima unidad entre Pa- labra y Eucaristía está arraigada en el testimonio bíblico (cf. Jn 6; Lc 24), con- firmada por los Padres de la Iglesia y reafirmada por el Concilio Vaticano II». 5.2. Lectura y veneración litúrgica Justino testimoniaba una práctica habitual en la Iglesia desde sus orígenes: la lectura litúrgica de los evangelios precisamente durante la celebración euca- rística: 16 «El día que se llama del sol [el domingo] se celebra una reunión de todos los que habitan en la ciudad y en los campos, y allí se leen, en cuanto el tiempo lo permi- te, los recuerdos de los apóstoles o los escritos de los profetas» (Apol. 1, 67). Un poco antes, Justino identifica los recuerdos con los evangelios: «los apóstoles, en los recuerdos por ellos escritos, que se llaman evangelios, nos transmitieron…» (Apol. 1, 65). Por tanto, «la Iglesia siempre ha sido consciente de que, en el acto litúrgico, la Palabra de Dios va acompañada por la íntima acción del Espíritu Santo, que la hace operante en el corazón de los fieles» (Verbum Domini, n. 52). La Eucaristía consta de dos partes: liturgia de la palabra y liturgia eucarística. En ambas los evangelios ocupan un lugar preeminente. Por tanto, como expresa la Verbum Domini, n. 54, «la íntima unidad entre Pa- labra y Eucaristía está arraigada en el testimonio bíblico (cf. Jn 6; Lc 24), con- firmada por los Padres de la Iglesia y reafirmada por el Concilio Vaticano II». Por otro lado, toda la Tradición de la Iglesia ha comprendido la necesidad de la lectura y la meditación de la Sagrada Escritura y, en especial, de los evange- lios. Hasta el punto de que «la Iglesia ha venerado siempre las divinas Escritu- ras como venera también el Cuerpo del Señor. No cesa de presentar a los fieles el Pan de vida que se distribuye en la mesa de la Palabra de Dios y del Cuerpo de Cristo (cf. DV 21)» (CEC, n. 103). Como decía Jerónimo, «desconocer la Es- crituras es desconocer a Cristo» (Comentario a Isaías, Prólogo). 5.3. Interpretación eclesial Como explica el Concilio Vaticano II en la Constitución dogmática Dei Verbum en los números 7-10: «Cristo nuestro Señor, plenitud de la revelación, mandó a los Apóstoles predicar a todos los hombres el Evangelio como fuente de toda verdad salvadora y de toda norma de conducta, comunicándoles así los bienes divinos: el Evangelio prometi- do por los profetas, que Él mismo cumplió y promulgó con su boca». Y «para que del Evangelio se conservara constantemente íntegro y vivo en la Igle- sia, los Apóstoles dejaron como sucesores suyos a los Obispos». «Así, pues, la predicación apostólica, que está expuesta de un modo especial en los libros inspirados, debía conservarse hasta el fin de los tiempos por una suce- sión continua» […]. «Lo que enseñaron los Apóstoles encierra todo lo necesario para que el Pueblo de Dios viva santamente y aumente su fe, y de esta forma la Iglesia, en su doctrina, 17en su vida y en su culto perpetúa y transmite a todas las generaciones todo lo que ella es, todo lo que cree». «A esto es a lo que el Concilio llama Tradición. Esta Tradición, que deriva de los Apóstoles, progresa en la Iglesia con la asistencia del Espíritu Santo». Sin alguien que reciba el anuncio, no habría Revelación. Y como la Iglesia es el sujeto primordial al que se dirigela Revelación, por eso la interpretación auténtica de la Escritura corresponde al Magisterio, que no está por encima de la palabra de Dios sino a su servicio. Tradición, Escritura y Magisterio son tres realidades que están íntimamente ligadas entre sí; no puede subsistir la una sin las otras. Y mediante ellas se transmite la Revelación divina. Utilizando un símil informático, si los evangelios fueran archivos, lo más con- veniente para su correcta lectura sería abrirlos con el programa que los creó. Como los evangelios surgen en la tradición oral de la Iglesia, es lógico leerlos e interpretarlos en la Iglesia. Ejercicio 1. Vocabulario Identifica el significado de las siguientes palabras y expresiones usadas: • Canónico • Apócrifo • Sensus fidelium • Evangelion • Historicidad • Interpretación eclesial • Revelación Ejercicio 2. Guía de estudio Contesta a las siguientes preguntas: 1. ¿La Iglesia tiene cuatro evangelios o uno? 2. ¿Qué significa que los evangelios tienen origen apostólico? 3. ¿Qué quiere decir que la Iglesia tiene confianza en los evangelios? 18 Ejercicio 3. Comentario de texto Lee el siguiente texto y haz un comentario personal utilizando los contenidos aprendidos: Si la exégesis quiere ser también teología, debe reconocer que la fe de la Iglesia es esa forma de «sim-patía» sin la cual la Biblia permanece como un libro sellado: la Tradición no cierra el acceso a la Escritura, sino que más bien lo abre; por otro lado, corresponde a la Iglesia, en sus organismos institucionales, la palabra decisiva en la interpretación de la Escritura. Es la Iglesia, de hecho, a quien se le ha confiado el oficio de interpretar auténticamente la palabra de Dios escrita y transmitida, ejerciendo su autoridad en el nombre de Jesucristo. Benedicto XVI, Discurso a los profesores, estudiantes y personal del Pontificio Instituto Bíblico, en el centenario de su fundación, Ciudad del Vaticano, 26 de octubre de 2009. 19 SUMARIO 1. LAS TRES FASES DE COMPOSICIÓN DE LOS EVANGELIOS • 2. LA CUESTIÓN SINÓPTICA • Diferencias • Semejanzas • Prioridad de Mar- cos • Tipos de material en los evangelios sinópticos • La Fuente Q • Mul- tiplicidad de hipótesis • Conclusión • 3. LA TRANSMISIÓN DE LOS EVAN- GELIOS EN LOS INICIOS DEL CRISTIANISMO • Evangelio según… • Los dichos y hechos de Jesús • Transmisión muy cuidada • Primeras citas de los evangelios Nos dice el Concilio Vaticano II que «lo que los Apóstoles predicaron por mandato de Cristo, luego, bajo la inspiración del Espíritu Santo, ellos y los varones apostólicos nos lo transmitieron por escrito» (Dei Verbum, n. 18). También el Catecismo de la Iglesia Católica, n. 96 señala que «lo que Cristo confió a los Apóstoles, éstos lo transmitieron por su predicación y por es- crito, bajo la inspiración del Espíritu Santo, a todas las generaciones hasta el retorno glorioso de Cristo». En este tema abordamos precisamente la importante cuestión de cómo se llevó a cabo la puesta por escrito de los evangelios y cómo se transmitieron desde los orígenes del cristianismo a todas las gentes. Conocer mejor este proceso es importante para com- prender adecuadamente el mensaje de los evangelios. TEMA 2 LA FORMACIÓN Y TRANSMISIÓN DE LOS EVANGELIOS 20 1. Las tres fases de composición de los evangelios El proceso de formación de los evangelios duró décadas y fue complejo. Así se deduce, por ejemplo, del prólogo de Lucas a su evangelio: «… muchos han intentado poner en orden la narración de las cosas que se han cumplido entre nosotros, conforme nos las transmitieron quienes desde el principio fueron testigos oculares y ministros de la palabra» (Lc 1, 1-2). El Catecismo de la Iglesia Católica, n. 126 explica que en la formación de los evangelios se pueden distinguir tres etapas, tal como señaló la Constitución dogmática Dei Verbum, n. 19: 1. La vida y la enseñanza de Jesús. La Iglesia mantiene firmemente que los cuatro evangelios, «cuya historicidad afirma sin vacilar, comunican fiel- mente lo que Jesús, Hijo de Dios, viviendo entre los hombres, hizo y ense- ñó realmente para la salvación de ellos, hasta el día en que fue levantado al cielo». 2. La tradición oral. «Los apóstoles ciertamente después de la ascensión del Señor predicaron a sus oyentes lo que Él había dicho y obrado, con aque- lla crecida inteligencia de que ellos gozaban, instruidos y guiados por los acontecimientos gloriosos de Cristo y por la luz del Espíritu de verdad». 3. Los evangelios escritos. «Los autores sagrados escribieron los cuatro evan- gelios escogiendo algunas cosas de las muchas que ya se transmitían de palabra o por escrito, sintetizando otras, o explicándolas atendiendo a la situación de las Iglesias, conservando por fin la forma de proclamación, de manera que siempre nos comunicaban la verdad sincera acerca de Jesús». Estas tres fases de composición no se deben confundir o solapar: • en primer lugar, la vida de Jesús debió de estar llena de encuentros y diálo- gos con muchos personajes, así como numerosos discursos pronunciados en distintos lugares, con previsibles repeticiones, variaciones y acentos, hasta el punto de que su vida se hizo inabarcable en un solo relato, como dan a entender los mismos evangelistas (Mt 4, 23; Mc 9, 35; Lc 13, 22; Jn 20, 30; 21, 25); • en segundo lugar, de acuerdo al mandato misionero de Jesús «id al mundo entero y predicad el Evangelio a toda criatura» (Mc 16, 15), también la pre- dicación oral de los apóstoles pudo ser muy variada y rica, pronunciada en numerosos lugares, para muchos tipos de personas y ambientes como refleja sobre todo el libro de los Hechos. Este fenómeno dio lugar a mane- 21ras apostólicas de decir y narrar que cristalizaban con autoridad en formas de predicación que después se transmitían. Lo que Jesús dijo e hizo no era fácil de interpretar: «Lo que yo hago no lo entiendes ahora –respondió Jesús–. Lo comprenderás más tarde» (Jn 13, 7). Después de la resurrección y del día de Pentecostés empezó la predicación apostólica autorizada e inspirada de los hechos y dichos de Jesús; • por último, en la puesta por escrito destacan tres acciones de los autores: – «Escoger»: antes de la redacción de los evangelios existían fuentes pre- vias de «palabra o por escrito»; por eso los evangelios recogen solo «algunas cosas de las muchas que ya se trasmitían». – «Sintetizar»: algunos sucesos y dichos de la vida de Jesús que se trans- mitían serían muy extensos de contar por escrito o muy similares entre sí; por eso se resumieron o sintetizaron; quizá por temas o localización geográfica o temporal: lo que Jesús dijo sobre la familia, en este lugar, en la última semana, etc. – «Explicar»: a medida que la predicación se extiende a nuevos lugares y se abre al mundo gentil, sería necesario explicar cosas importantes de la vida de Jesús «según la condición de las Iglesias», para que fuera comprendido por todos. El mensaje del evangelio se desprendió de los elementos más locales y adoptó los más universales. • En resumen, los autores sagrados transformaron en soporte escrito la va- riadísima predicación oral apostólica de los numerosos hechos y dichos de Jesús. • El párrafo de la Dei Verbum distingue también dos tipos de autores cuando describe el origen apostólico de lo que escribieron: – Autor testigo: «… sacándolo de su memoria o recuerdos» (Mateo y Juan). – Autor intérprete autorizado de un testigo: «… sacándolo del testimonio de los que fueron desde el principio testigos y ministros de la palabra» (Marcos y Lucas). • También se aclara que la labor redaccional de los cuatro evangelios tenía dos características fundamentales: – mantenía «la forma de proclamación», es decir, que se recogían los dichos y hechos de Jesús manteniendo las formas apostólicas de predicarlos; – «siempre» comunicaban «la verdad sincera acerca de Jesús». 22 • Esta última característica requiere un análisis detenido. La Iglesia «afirma sin vacilar» la historicidadde los evangelios. Para subrayar dicha histori- cidad, el párrafo conciliar es insistente cuando defiende una continuidad entre el Jesús real y el Jesús de los evangelios: – los evangelios «transmiten fielmente» lo que hizo y dijo Jesús; – los evangelios comunican «la verdad sincera acerca de Jesús»; – los evangelios se escribieron «para que conozcamos la verdad de las palabras que nos enseñan»; – esto es lo que la «Iglesia firme y constantemente ha mantenido y man- tiene». 2. La cuestión sinóptica Para entender el proceso de formación de los evangelios es importante tam- bién conocer a fondo la llamada cuestión sinóptica o problema sinóptico que está en el trasfondo del número 19 de la Dei Verbum que hemos estudiado en el punto anterior. Como decíamos en la presentación de la asignatura, en el mundo de la exége- sis bíblica se llama sinópticos a los evangelios según Mateo, Marcos y Lucas. Si ponemos en tres columnas el texto de los tres evangelios, con una «visión de conjunto» (synopsis) podemos descubrir un fuerte paralelismo entre los relatos, con numerosas semejanzas, a veces incluso literales. Al mismo tiempo, podemos evidenciar ciertas variaciones o claras diferencias (ver Cuadro). En el cuadro se señala en tonos distintos lo que es propio de cada evangelista o es común a todos. Como se puede ver, entre Mateo, Marcos y Lucas hay unas semejanzas y unas diferencias que suponen una relación particular entre ellos. La cuestión es aclarar cuál es esa relación particular. Esta es pues la cuestión sinóptica: el estudio del tipo de relación que existe entre los evangelios según Mateo, Marcos y Lucas. Como ya hemos señalado en la presentación, el cuarto evangelio o evangelio según Juan cuenta muchos episodios que no relatan los otros tres y emplea con frecuencia un lenguaje diverso. Por eso suele estudiarse aparte. 23EJEMPLO SINÓPTICO EL BAUTISMO DE JESÚS EN EL JORDÁN Mt 3, 13-17 Mc 1, 9-11 Lc 3, 21-22 13 Entonces vino Jesús al Jordán desde Galilea, para ser bautiza- do por Juan. 14 Pero éste se resistía diciendo: «Soy yo quien necesita ser bautizado por ti, ¿y vienes tú a mí?» 15 Jesús le respondió: «Déjame ahora, así es como debemos cumplir nosotros toda justicia». Entonces Juan se lo permitió. 16 Inmediatamente después de ser bautizado, Jesús salió del agua; y entonces se le abrieron los cielos, y vio al Espíritu de Dios que des- cendía en forma de paloma y ve- nía sobre él. 17 Y una voz desde los cielos dijo: «Éste es mi Hijo, el amado, en quien me he compla- cido». 9 Y sucedió que en aquellos días vino Jesús desde Nazaret de Galilea, y fue bautizado por Juan en el Jordán. 10 Y nada más salir del agua vio los cielos abiertos y al Espíritu que, en forma de palo- ma, descendía sobre él; 11 y se oyó una voz desde los cielos: «Tú eres mi Hijo, el amado, en ti me he complacido». 21 Se estaba bautizando todo el pueblo. Y cuando Jesús fue bautizado, mientras estaba en oración, se abrió el cielo 22 y bajó el Espíritu Santo sobre él en forma corpo- ral, como una paloma. Y se oyó una voz que venía del cielo: «Tú eres mi Hijo, el Amado, en ti me he complacido». 2.1. Diferencias La cuestión sinóptica estudia entre otras cosas las diferencias entre los evan- gelios. En efecto, cuando se comparan entre sí, los tres sinópticos presentan numerosas divergencias. • Por ejemplo: – material colocado en otro orden: Lc 4, 16-20; Mt 13, 53-58; Mc 6, 1-6; – material formulado de otra manera: Mt 25, 14-30 y Lc 19, 11-27; – material propio que no tienen los otros evangelios: Mc 7, 32-35; Mt 25; Lc 15. También se detectan entre los tres evangelios aparentes discordancias: • Por ejemplo, cuando los discípulos preguntan por qué no han podido ex- pulsar un demonio: 24 – en Mateo 17, 20 Jesús responde: «Por vuestra poca fe», – pero en Marcos 9, 29 dice: «Esta raza no puede ser expulsada por ningún medio, sino con la oración». – Lucas simplemente omite el diálogo. • Otro ejemplo es el diálogo de Jesús con un escriba: – en Marcos 12, 28-34, es un hombre sensato; – pero en Mateo 22, 34-40 busca tentar a Jesús; – en Lucas 10, 25-37 la conversación cambia de contexto y Jesús narra la parábola del buen samaritano. Las aparentes divergencias son tan claras que ya san Agustín escribió su obra De consensu evangelistarum (circa 402 d. C.) con el propósito de resolverlas. Como ya hemos señalado, los evangelios recogen la predicación de la vida de Jesús. Ambos estadios, vida y predicación, debieron de ser muy variados y con muchos casos muy parecidos entre sí. Además, para poner por escrito la predicación de los episodios cada evan- gelista subrayó algunos aspectos y omitió otros. Este proceso de formación podría explicar muchas de las divergencias entre los evangelios. Por ejemplo, es lógico suponer que más de un escriba acudió a Jesús para preguntarle algo y que luego los apóstoles predicaron estos diálogos sin rigor cronológico o de identidad de cada personaje. 2.2. Semejanzas A pesar de las diferencias existentes, las semejanzas y coincidencias entre Ma- teo, Marcos y Lucas son muy abundantes también. Por ejemplo: • Los tres relatos comparten el mismo esquema narrativo general: – Bautismo y tentaciones: Mc 1, 1-13; Mt 3, 1-4, 11; Lc 3, 1-4, 13. – Ministerio en Galilea: Mc 1, 14-9, 50; Mt 4, 12-18, 35; Lc 4, 14-9, 50. – Camino a Jerusalén: Mc 10, 1-56; Mt 19, 1-20, 34; Lc 9, 51-18, 43. – Pasión y Resurrección: Mc 11-16; Mt 21-28; Lc 19-24. • También los tres evangelios encadenan igual la secuencia de muchos epi- sodios: por ejemplo, Mc 2, 1-22; Mt 9, 1-17; Lc 5, 17-39: paralítico, recauda- dor, banquete y cuestión del ayuno. 25• Los tres comparten muchas expresiones e incluso frases enteras (Mt 9, 2; Mc 2, 5; Lc 5, 20); • Los tres usan términos griegos poco habituales como remiendo, migaja, pececillo (cf. Mc 2, 21; 7, 28; 8, 7 y paralelos). Las numerosas semejanzas entre los tres evangelios nos llevan a plantearnos qué tradiciones tenían en común; si cada evangelista conocía la obra de los otros; si alguno copió a los otros o influyó en ellos. 2.3. Prioridad de Marcos Cuando se comparan los tres evangelios completos en una sinopsis por colum- nas hay un hecho que salta a la vista con facilidad: Mateo y Lucas tienen casi todo el material de Marcos, que es un evangelio mucho más breve. Algunos autores desde san Agustín piensan que Marcos fue una síntesis: bien una síntesis de Mateo que luego Lucas usó, o bien una síntesis más breve y sencilla de Mateo y Lucas a la vez. Esta última es la opinión de J. J. Griesbach (1745-1812) o W. R. Farmer (1921-2000). Sin embargo, contra esta hipótesis se verifica con frecuencia que Mateo y Lu- cas parecen conocer Marcos, pero no al revés. Por eso muchos autores postu- lan la hipótesis de la prioridad de Marcos. Veamos un ejemplo paradigmático: la descripción del endemoniado de Gera- sa. • Marcos 5, 1-5 inicia su relato así: «… vino a su encuentro desde los sepulcros un hombre poseído por un espíritu impu- ro, que vivía en los sepulcros y nadie podía tenerlo sujeto ni siquiera con cadenas; porque había estado muchas veces atado con grilletes y cadenas, y había roto las cadenas y deshe- cho los grilletes, y nadie podía dominarlo. Y se pasaba las noches enteras y los días por los sepulcros y por los montes, gritando e hiriéndose con piedras». • Si nos fijamos en los términos subrayados, se evidencia que el relato de Marcos es tan espontáneo y vivo como precipitado y redundante: en una breve introducción al episodio de la expulsión del demonio, Marcos se refiere dos veces a los grilletes y hasta tres veces a las cadenas y a los se- pulcros. Desde el punto de vista literario, la descripción del endemoniado podía ser de mejor calidad y más sintética. 26 • Eso es precisamente lo que encontramos en Lucas 8, 26 ss., que con mu- chas menos palabras (53 frente a 72), resume lo que dice Marcos e incluso añade más información: «… vinoa su encuentro un hombre de la ciudad endemoniado. Desde hacía mu- cho tiempo no llevaba ropa, ni habitaba en casas sino en los sepulcros; muchas veces se apoderaba de él, y aunque le sujetaban con cadenas y le ponían grillos para custodiarle, rotas las ataduras, era impulsado por el demonio al desierto». • Mateo 8, 28 por su parte abrevia hasta el extremo el relato y habla de dos endemoniados en vez de uno: «… vinieron a su encuentro dos endemoniados, que salían de los sepulcros, tan furiosos que nadie podía transitar por aquel camino». • En resumen: parece que el relato de Marcos recoge un recuerdo oral, pues contiene una narración que mantiene el registro propio del discurso habla- do (según la tradición, Marcos fue intérprete de Pedro: cf. Tema 5.1). En cambio, todo hace pensar que Lucas y Mateo arreglan literariamente un escrito previo: eventualmente el de Marcos. Esta probable prioridad de Marcos corregido por Mateo y Lucas se verifica con frecuencia al comparar pasajes comunes. • Por ejemplo, en Marcos 1, 32 se emplean dos expresiones temporales que dicen lo mismo: «Al atardecer, cuando se había puesto el sol, comenzaron a llevarle a todos los enfermos y a los endemoniados…». • Mateo suprime una de las indicaciones temporales: «Al atardecer, le trajeron muchos endemoniados…» (8, 16). • Mientras tanto, Lucas 4, 40 usa la otra expresión que aparecía en Marcos: «Al ponerse el sol, todos los que tenían enfermos…». Mateo y Lucas han sintetizado y mejorado la redacción de Marcos. Pero cada evangelista lo ha hecho a su manera y por razones que veremos al estudiarlos (cf. Tema 5). 2.4. Tipos de material en los evangelios sinópticos Para comprender mejor la relación entre los evangelios sinópticos puede verse el siguiente cuadro con un esquema aproximativo basado en el que elaboró A. M. Honoré, en 1968. 27Como se ve en el Cuadro, casi todo Marcos (608 versículos de 661) ha queda- do incluido entre Mateo y Lucas, que casi le doblan en extensión (Mt: 1068 versícu los y Lc: 1149). • Se llama material de triple tradición al que se encuentra en los tres evan- gelios. Todas las fiestas litúrgicas del Misal Romano que tienen evangelio propio según ciclo A, B o C, emplean siempre material de triple tradición: el bautismo de Jesús en el Jordán, la Transfiguración, la confesión de Pedro, numerosos relatos de milagros, etc. • Suele llamarse material de doble tradición al que tienen en común Mateo y Lucas y que no está en Marcos (ver punto 2.5: «La Fuente Q»). ESQUEMA DE LA RELACIÓN ENTRE LOS EVANGELIOS SINÓPTICOS 28 También existe material propio de cada evangelista que no se encuentra en nin- gún otro. El material propio de Marcos es muy escaso. Esto también favorece la hipótesis de que Mateo y Lucas conocieron Marcos y lo incorporaron todo a sus propios evangelios. El poco material de Marcos que Mateo y Lucas exclu- yeron suele ser el que parece chocante para el lector: por ejemplo, la mención a los parientes de Jesús que se lo quieren llevar por loco (Mc 3, 20-21), la cura- ción del sordomudo en la que Jesús emplea saliva (Mc 7, 31-37) o el joven que escapa desnudo en Getsemaní (Mc 14, 51-52). Por su parte, Mateo y Lucas tienen mucho material propio. En Mateo, por ejemplo, el relato de la infancia (1-2), la parábola de las diez vírgenes (25, 1-13), el discurso del juicio final (25, 31-46), la muerte de Judas (27, 3-10). En el caso de Lucas: el relato de la infancia (1-2), el largo pasaje de las parábolas de la misericordia y otras enseñanzas (15, 8-16, 15), etc. Basado en R. C. Newman, IBRI. 2.5. La Fuente Q Mateo y Lucas contienen muchos dichos de Jesús que no están en Marcos y que coinciden literalmente en ambos evangelios. Pero, a la vez, hay mucho material propio de Mateo que Lucas no añade y al revés, como si ambos evan- gelistas no hubiesen conocido la obra del otro. Por eso se piensa que pudo 29existir una colección de dichos de Jesús a la que Mateo y Lucas tuvieron acceso por su cuenta. En 1890, J. Weiss llamó a esta posible colección Q, por la primera letra del término alemán Quelle, «fuente». Muchos autores piensan que esta posible Fuente Q con dichos de Jesús estaría escrita en griego, porque cuando estos dichos aparecen en Mateo y Lucas lo hacen con frecuencia literalmente igual, como si ambos evangelistas se limitaran a copiar un texto previo. Ninguno de estos dichos aparece en Marcos. La Fuente Q es una hipótesis plausible y razonable. No obstante, la fuente como tal nunca se ha encontrado y hay que deducirla de los propios evan- gelios de Mateo y Lucas. Es posible, de hecho, que uno de los evangelistas copiara al otro solo los dichos de Jesús pero por alguna razón no incorporara el resto del material. Quizá la Fuente Q no era otra cosa que el evangelio de Mateo en hebreo del que habla la tradición (cf. Tema 5.2). 2.6. Multiplicidad de hipótesis Como se ve, el problema sinóptico no es fácil de resolver y ha dado lugar a numerosas hipótesis sobre la formación de cada evangelio y la eventual in- fluencia mutua. • Muchos autores consideran posibles estadios intermedios del material em- pleado por los evangelistas. La hipótesis más sencilla sería la de la Doble Fuente: a partir de dos escritos primigenios, es decir, Marcos y Q, se cons- truyeron Mateo y Lucas. • Sin embargo, como Mateo y Lucas tienen material propio, debieron de te- ner acceso exclusivo a otras fuentes cuyo origen se intenta descubrir. • Por otro lado, parte del material común a Mateo y Lucas presenta variacio- nes significativas (cf. p. ej., Las bienaventuranzas: Mt 5, 3-12 y Lc 6, 20-26; o la llamada a dos discípulos en Mt 8, 18-22 que en Lc 9, 57-62 son tres). Quizá había copias distintas de este material y Mateo y Lucas tuvieron acceso propio a distintas versiones. • Es posible que Lucas conociera Marcos y Mateo e hiciera una nueva ver- sión para gentiles. • Algunos postulan diversas hipótesis sobre materiales previos a Lucas y Mateo: protolucas, protomateo, etc. o capas redaccionales anteriores a la ver- sión final de cada evangelio. 30 2.7. Conclusión Las respuestas e hipótesis para explicar de manera pormenorizada cómo se formaron los evangelios se multiplican y ninguna parece desbancar definiti- vamente a las demás. Por eso, a pesar del interés evidente que tiene la cuestión sinóptica y el intento de esclarecer el proceso de formación e influencia mutua de los evangelios para comprenderlos mejor, conviene señalar también que la Iglesia los leyó y los transmitió «terminados» y no en proceso o por capas. Es la versión final de los libros, la misma que nos ha llegado a nosotros, la que entró en el canon de libros inspirados del Nuevo Testamento. 3. La transmisión de los evangelios en los inicios del cristianismo 3.1. Evangelio según… La Iglesia empezó a titular muy pronto los evangelios con la expresión griega Euaggelion kata… «Evangelio según…» Mateo, Marcos, Lucas o Juan. De este hecho se deducen dos cosas: • Primero, la expresión «evangelio según» significa que la buena noticia pre- dicada es una, es el único evangelio sobre Jesús Mesías e Hijo de Dios (cf. Mc 1, 1). Por eso Pablo acude a Jerusalén para contrastar con los apóstoles el evangelio que él anuncia y recibir su aprobación (cf. Ga 2, 6 ss.). Como los libros contenían el Evangelio de Jesucristo, por metonimia, pronto se empezaron a llamar evangelios; al menos desde san Justino (cf. p. ej., Apol. 1, 66,3). • Segundo, la expresión «evangelio según» y no «evangelio de» también sir- ve para matizar el concepto de autor. – Por ejemplo, el cuarto evangelio es según Juan. Pero el mismo epílogo del libro demuestra que intervinieron varias manos en la redacción, ya que se refiere al discípulo amado «que da testimonio de estas cosas y las ha escrito, y sabemos que su testimonio es verdadero» (Jn 21, 24). – En la carta a los Romanos leemos: «Os saludo yo, Tercio, que he escrito esta carta en el Señor» (Rm 16, 22). Otras veces encontramos la expresiónde Pablo «el saludo es de mi mano», dando a entender que el resto no (1Co 16, 21; Col 4, 18; 2Tes 3, 17). 31 – En el prefacio a una obra suya, Jerónimo se refiere al «tiempo que lle- va el dictado, la transcripción, las correcciones, el perfeccionamiento» (Com. in. Matt.). Antiguamente, el término «autor» significaba autoridad bajo la cual un texto era publicado. Muchos autores publicaban obras con la ayuda de algún es- cribano contratado, que tenía los utensilios, la caligrafía y la técnica literaria necesarios para publicar textos. Lo importante era transmitir con fidelidad lo que quería decir un apóstol, lo que en ocasiones le dictaba al escriba, aunque este lo expresara literariamente mejor. 3.2. Los dichos y hechos de Jesús Para la primitiva Iglesia los dichos de Jesús eran el origen de la autoridad y norma de conducta. Señalamos varios ejemplos: • Pablo muestra la manera de escuchar y transmitir de la primitiva Iglesia cuando les dice a los corintios «yo recibí del Señor lo que también os trans- mití» y acto seguido incluye la narración de la institución de la Eucaristía por parte de Jesús (1Co 11, 23 ss.). En su contenido esencial este relato es el mismo que se encuentra en Mateo, Marcos y Lucas (cf. Tema 8.8). Por tanto, lo que Pablo ha recibido del Señor es esencialmente lo mismo que se contiene en los evangelios canónicos. • En la primera carta a los Corintios 7, 10 Pablo dice: «… a los casados, les mando, no yo sino el Señor: que la mujer no se separe del marido». Este mandato recuerda al dicho de Jesús en Marcos 10, 12: «… si la mujer repu- dia a su marido y se casa con otro, comete adulterio». • En la primera epístola de san Juan 1, 3 se dice: «lo que hemos visto y oído, os lo anunciamos». • Y Justino afirma en su Apología 1, 67 que «Jesús aparecido a sus apóstoles y discípulos, nos enseñó estas mismas doctrinas que nosotros os expone- mos». 3.3. Transmisión muy cuidada La preeminencia de los cuatro evangelios frente a muchos otros textos cristia- nos de la Antigüedad se verifica también en los manuscritos más antiguos que conocemos, porque transmiten el texto evangélico ininterrumpidamente, con bastante fidelidad y cuidada caligrafía (cf. Tema 3.3.2). En cambio, otros tex- 32 tos de estilo evangélico se transmitieron con numerosos añadidos y cambios posteriores. – Así sucede, por ejemplo, con el mencionado Evangelio de Tomás: una colección de dichos atribuidos a Jesús. Algunos de los dichos son muy tempranos, e incluso aparecen en los evangelios canónicos; en cambio otros dichos son añadidos gnósticos del siglo II en adelante. Por otro lado, los manuscritos que contenían los evangelios canónicos otor- gaban un carácter sagrado al texto porque empleaban nomina sacra, es decir, abreviaturas de nombres sagrados como el nombre de «Dios», «Señor», «Je- sús», etc. Sabemos con certeza que los cuatro evangelios se transmitieron juntos al menos desde el siglo iii (en el códice P45). Pero probablemente desde mucho antes: a finales del siglo II, como testimonian el Diatessaron o Ireneo. 3.4. Primeras citas de los evangelios No es extraño, por tanto, que los primeros escritos cristianos incluyan muchas citas que se encuentran literalmente en los evangelios (ver Cuadro). ALGUNAS CITAS TEMPRANAS DE LOS EVANGELIOS Autor Fecha d. C. Evangelio Ejemplo Ignacio de Antioquía circa 100 Mt, Jn Jn 3, 8 en Phil., 7, 1 1Clemente circa 100 Mt, Lc 1Cle 46, 7: Mt 26, 24 Bernabé circa 100 Mt Bernabé 5, 14: Mt 22, 14 Policarpo circa 107 Mt, Lc, Mc Phil. 2, 2: Lc 7, 36-38; 7, 2: Mt 26, 41, Mc 14, 38 Atenágoras circa 150 Mt Súplica 33: Mt 19, 9 Justino circa 150 Mt, Lc, Jn Apol. 1, 61,4: Jn 3, 3-4 Taciano circa 170 Mt, Mc, Lc, Jn Diatessaron: armonía de los 4 Ireneo circa 180 Mt, Mc, Lc, Jn Adv. Haer. 3, 11,8: «evangelio cuadriforme» Varias cosas refleja este cuadro: • Llama la atención la preeminencia de Mateo en la primitiva cristiandad: es el más citado por todos los autores (cf. Tema 5.2). 33• Al comienzo, las iglesias emplearían un evangelio, el que conocían. Pero en la historia de la transmisión se verifica que pronto los cuatro evangelios fueron paulatinamente reconocidos como escritura sagrada y con valor autoritativo en todas las iglesias. En cambio, los primeros herejes solían ca- racterizarse por una mentalidad excluyente y por seguir usando una única versión, que interpretaban e incluso cambiaban a su gusto: los ebionitas preferían el Mateo hebreo; los primeros docetas usaban exclusivamente Marcos; Marción empleó solo una recensión propia de Lucas; Valentín, otra de Juan (cf. Ireneo, Adv. Haer. 3, 11,7). • Por otro lado, también parece ser una iniciativa heterodoxa la mezcla de evangelios en armonías. Eso fue el Diatessaron de Taciano o armonía de los cuatro evangelios, que cayó en el encratismo (cf. Ireneo, Adv. Haer. 1, 28) y que tuvo éxito hasta el siglo Iv, en Siria al menos. El Diatessaron, basado esencialmente en Mateo, Marcos, Lucas y Juan y no en otros, demuestra que a finales del siglo II los cuatro tenían ya gran reconocimiento general. A pesar del cierto éxito de las armonías de evangelios, la Iglesia respetó y transmitió cada versión del evangelio tal cual era. Y lo hizo precisamente porque los evangelios no eran meras recopilaciones de dichos de Jesús (al estilo del Evangelio de Tomás), sino escritos de origen apostólico, que re- cogían la predicación de apóstoles concretos con autoridad propia: Mateo, Pedro (Mc), Pablo (Lc) y Juan. • El único «evangelio de nuestro Señor Jesús» (2Tes 1, 8) predicado a judíos o a gentiles y según las circunstancias y necesidades, se hizo a la vez cuadri- forme, decía san Ireneo (Adv. Haer. 3, 11, 8), es decir, son «cuatro libros del único evangelio» (san Agustín, In Johannem 36, 1). Por tanto, se transmitie- ron por escrito cuatro versiones oficiales y autorizadas del único evangelio según cada evangelista. 34 Ejercicio 1. Vocabulario Identifica el significado de las siguientes palabras y expresiones usadas: • Formas • Fuente Q • Sinóptico • Nomina sacra • Armonía • Triple tradición Ejercicio 2. Guía de estudio Contesta a las siguientes preguntas: 1. ¿Qué significa que las etapas de formación de los evangelios no deben con- fundirse? 2. ¿Dónde se encuentra la llamada Fuente Q? 3. ¿Qué diferencia hay entre la transmisión escrita de los evangelios canónicos y la de otros escritos de la época? 4. ¿En qué se basa la hipótesis de la prioridad de Marcos? 5. ¿Qué es la teoría de las dos fuentes? Ejercicio 3. Comentario de texto Lee el siguiente texto y haz un comentario personal utilizando los contenidos aprendidos: Hace falta examinar con cuidado el testimonio de los evangelios. Estos provienen de los discípulos que han vivido la experiencia de sus palabras y de sus gestos (Ac 1, 1), y que nos la han transmitido con la autoridad del Espíritu Santo (2Tim 3, 16; cf. Jn 16, 3). La acción del Espíritu Santo no ha consistido simplemente en asegurar una transmisión ma- terialmente fiel; sino que más bien ha fecundado una reflexión que ha producido, con el tiempo, una expresión cada vez más rica, cada vez más desarrollada, de la historia y de los hechos relativos a Jesús. De ahí las diferencias de tono, de concepción, de vocabulario, que se observan, por ejemplo, entre los Sinópticos y el IV evangelio. Pero la seguridad de que esta maduración del recuerdo y de la reflexión, en el seno de la primera comunidad cristiana, ha sido conocida por el Espíritu de Dios, autoriza al cristiano, que recibe estas presentaciones de Jesús y de su mensaje en diversos niveles de desarrollo, para acogerlos con la misma fe como auténtica Palabra de Dios garantizada por la Iglesia. Pontificia Comisión Bíblica, Biblia y cristología 1984, 2.2.1.1. 35 SUMARIO 1. ANTECEDENTES DE LA INVESTIGACIÓN CRÍTICA • Introducción • Pos- tulados de la investigación crítica • 2. ETAPAS DE LA INVESTIGACIÓN CRÍTI- CA DE JESÚS Y LOS EVANGELIOS • La antigua búsqueda (OldQuest) • La No búsqueda (No Quest) • Nueva búsqueda (New Quest) • Tercera búsqueda (Third Quest) • 3. LOS MÉTODOS EN LA INVESTIGACIÓN DE LOS EVANGE- LIOS • Introducción • La crítica textual • Los métodos diacrónicos • Los métodos sincrónicos • 4. CONCLUSIÓN: EL MÉTODO HISTÓRICO Y EL MÉTO- DO TEOLÓGICO En este tema se repasa brevemente la historia de la interpretación de los evangelios y se analizan y valoran las diversas metodologías que se han empleado para investigar los textos. Como señala la Exhortación apostólica Verbum Domini, n. 32, «es necesario reconocer el beneficio aportado por la exegesis histórico-crítica a la vida de la Iglesia, así como otros métodos de análisis del texto desarrollados recientemente. Para la visión católica de la Sagrada Escritura, la atención a estos métodos es imprescindible y va unida al realismo de la encarnación. Esta necesidad es la consecuencia del principio cristiano formulado en el Evangelio de san Juan: “Verbum caro factum est” (Jn 1, 14). El hecho histórico es una dimensión constitutiva de la fe cristiana. La historia de la salvación no es una mitología, sino una verdadera historia y, por tanto, hay que estudiar- la con los métodos de la investigación histórica seria. Así pues, el estudio de la Biblia exige el conocimiento y el uso apropiado de estos métodos de investigación». TEMA 3 INVESTIGACIÓN CRÍTICA DE JESÚS Y LOS EVANGELIOS 36 1. Antecedentes de la investigación crítica 1.1. Postulados de la investigación crítica Las notas que caracterizaron la interpretación de los evangelios en la Iglesia en los primeros siglos (cf. Tema 1.5) se mantuvieron hasta los siglos xvI y xvII. En cierto sentido, la «investigación crítica» de los evangelios se inició cuando se empezó a sospechar de ellos. El origen de la «investigación crítica» de los evangelios y la «búsqueda del Jesús histórico» coincidió históricamente con la ilustración. 1.2. Postulados de la investigación crítica Entre los siglos xvI-xIx surgieron varios postulados habituales de la investiga- ción crítica de los evangelios y de la vida de Jesús: • Sospecha inicial de los contenidos de los evangelios: lo que se cuenta no es lo que pasó. • Prejuicio antisobrenatural: solo puede suceder lo que habitualmente su- cede y es empíricamente comprobable. • Búsqueda del Jesús histórico: elaboración de una vida de Jesús según la ciencia histórica moderna. 2. Etapas de la investigación crítica de Jesús y los evangelios A medida que la investigación de los evangelios se fue haciendo más profun- da, en ciertos ámbitos también creció la sospecha hacia la imagen de Jesús que transmiten. A partir del siglo xvIII, algunos investigadores se apartarán del gé- nero de las piadosas Vidas de Jesús, que se basaban en la lectura tradicional de los relatos evangélicos, y empezarán lo que se ha llamado la Búsqueda del Jesús histórico y las Vidas críticas de Jesús (cf. Cuadro: «¿Qué es el “Jesús histórico”?»). Esta búsqueda se puede dividir en varias etapas. 2.1. La antigua búsqueda (Old Quest) En esta etapa, dominada por un gran optimismo racionalista, se estudiaron los evangelios con la intención de ofrecer una explicación científica y depu- rada de todos sus contenidos. En la práctica, los evangelios fueron tratados 37como una palabra del pasado que cada uno intentó traer al presente a su ma- nera, con frecuentes visiones del cristianismo estrafalarias y contrapuestas. • En el año 1778 Gotthold E. Lessing publicaba un controvertido estudio so- bre Jesús escrito por Herman S. Reimarus, profesor de Lenguas Orientales en Hamburgo y fallecido unos años antes. Este libro explicaba el origen del cristianismo desde la perspectiva de la teoría del engaño consciente: el Cristo de los evangelios nunca existió; sus discípulos robaron el cuerpo e inventaron la resurrección. • Otros autores postularon más bien la teoría del engaño inconsciente: la figura de Jesús conmovió tanto que tras su muerte fue revivido en un acto de fe colectivo. Heinrich E. G. Paulus publicó en 1828 un Comentario a los tres primeros evangelios en el que afirma que Jesús revivió en el sepulcro y todos pensaron que resucitó. Para David Friedrich Strauss (Vida de Jesús, 1836), los primeros cristianos revistieron de mitos al Jesús palestino. • Ferdinand Christian Baur (1792-1860), profesor en Tubinga, aplicaría a los orígenes del cristianismo el esquema hegeliano para explicar la Historia: una tesis petrina judaizante chocó contra la antítesis paulina helenística. De la dia- léctica entre ambas surgió la síntesis católica representada por Marcos y Juan. • Heinrich J. Holtzmann (Evangelios sinópticos, 1863) defendió la teoría de las dos fuentes: es decir, la prioridad de Marcos y de Q, que contenían el cristia- nismo más original y fidedigno. • Sobre esta hipótesis, Ernest Renan escribía su Vida de Jesús (París, 1863), en cuya introducción afirmaba que los milagros no existen porque nadie ha visto nunca uno. Por tanto, todo lo que en los evangelios aparece como sobrenatural es irreal. Renan ofreció un retrato psicológico de Jesús al que llamó «el dulce soñador de Galilea». • Martin Kähler, estableció la ruptura formal entre El así llamado Jesús histó- rico y el auténtico Cristo bíblico (1892). A diferencia de los anteriores auto- res, Kähler tachó de irrelevante al primero y reivindicó el Cristo predicado como el único importante para la fe. • Por último, en 1901 Wilhelm Wrede escribió El secreto mesiánico en los evan- gelios, sometiendo a sospecha incluso a Marcos, al que tacha de tendencio- so (cf. Tema 5.1.10). En realidad, cada autor ofreció una imagen distinta de Jesús, basada en el arbitrio de sus propios presupuestos y de lo que a su juicio era histórico o no. En 1913, Albert Schweitzer publicaba su revisada Investigación sobre la vida de 38 Jesús y concluía que los estudios de la antigua búsqueda habían sido más bien retratos de los autores y sus ideas y no tanto del Jesús del siglo I. Empezaba así en algunos ámbitos bíblicos una etapa de pesimismo investigador: no es posible acceder a Jesús a través de los evangelios. 2.2. La No búsqueda (No Quest) Si la primera búsqueda se basaba en el optimismo historicista, en la primera mitad del siglo xx surgió una segunda etapa que se caracterizó por el fideísmo ahistórico: como no era posible rescatar al Jesús del siglo I, había que quedarse con el Cristo de la fe de los evangelios. El máximo exponente de la llamada No Quest fue sin duda Rudolf Bultmann. Este influyente teólogo protestante y otros autores como Karl Ludwig Sch- midt y Martin Dibelius, demostraron literariamente el fuerte sustrato oral que tienen los evangelios, compuestos de numerosas y pequeñas formas que se habrían empleado con frecuencia para predicar a Jesús. Bultmann utilizó el método de las formas evangélicas para exponer su hipóte- sis de la Historia de la tradición sinóptica (1921): el sustrato oral de los evangelios demostraría que el Cristo de la fe que presentan fue una creación de las comu- nidades cristianas del mundo griego. La predicación oral de las comunidades anónimas y populares habría tomado la figura palestina de Jesús para concen- trar y depurar en ella diversos rasgos mitológicos del politeísmo helenístico. Este proceso habría dado lugar a una síntesis muy eficaz para la predicación. Este proceso de formación de la figura del Cristo de la fe requeriría bastante tiempo. Por eso Bultmann necesitaba fechar muy tarde la composición de los evangelios. Bultmann funcionó con dos postulados básicos: • lo simple es anterior y más genuino que lo sofisticado, • hay una discontinuidad irremediable entre el Jesús originario y el Cristo de los evangelios. Su hipótesis suponía que el kerygma primitivo de la Iglesia, es decir, la predi- cación o proclamación, había dado lugar a un Cristo distinto de Jesús. Por eso Bultmann pensaba que la Iglesia primitiva no se preocupaba de la historicidad de los evangelios ni de la figura terrena deJesús, sino solo del Cristo de la fe. Lo importante era desmitologizar el Cristo de la fe y ponerle nuevos ropajes modernos que sirvieran para la fe actual, como sirvió el Cristo de la fe para las creencias de aquella época. 39Esta visión de los orígenes del cristianismo pronto fue contestada. Un Cristo y un cristianismo como los que planteaba Bultmann, sin fundamento histórico más allá de la predicación colectiva y anónima de las comunidades, resulta- ban inaceptables, incluso para los discípulos del propio Bultmann. 2.3. Nueva búsqueda (New Quest) En 1953, Ernst Käsemann, discípulo de Bultmann, pronunció la conferencia titulada El problema del Jesús histórico que daba origen a una nueva etapa de la investigación, comprendida entre los años cincuenta y ochenta del siglo xx. En su conferencia, Käsemann estableció tres principios para la Nueva Bús- queda: • la fe cristiana se vincula con el Jesús terreno; no puede caer en un kerygma ahistórico y mítico como el de Bultmann, • los discípulos estaban convencidos de que predicaban al Jesús terreno con el que habían convivido y la Iglesia estaba interesada en el Jesús terreno, • hay que establecer criterios ciertos para juzgar la autenticidad de un hecho o dicho evangélico y su vínculo con Jesús. El método fundamental que se creó para verificar datos históricos de los evan- gelios fue el llamado criterio de originalidad (o discontinuidad): es decir, se ha de aceptar como genuino de Jesús aquello que supone una ruptura con el ambiente judío y que no tiene continuidad en la Iglesia posterior. • Por ejemplo, los evangelios dicen que Jesús llamaba a Dios «Abbá», Papá. Se trata de un detalle muy novedoso y original en el judaísmo y también en el mundo helenístico. Este gesto tuvo que provenir del mismo Jesús. • Con el criterio de originalidad trabajaron autores como Günther Bornkamm (1905-1990) y James M. Robinson (1924-2016). Destacan también los minu- ciosos estudios de Joachim Jeremias (1900-1979) para establecer las ipsissi- ma verba Iesu, las mismísimas palabras que pronunció Jesús. A pesar del cambio significativo que supuso esta nueva etapa frente a la No Quest, esta fase de la búsqueda del Jesús histórico y su famoso criterio de ori- ginalidad o discontinuidad adolecen de dos problemas importantes: 1. Se mantiene el pesimismo metodológico, porque se sigue suponiendo con Bult mann que muchas cosas importantes en los evangelios no son atribui- bles a Jesús sino a las comunidades posteriores. 40 2. Si en los evangelios solo se demuestra como histórico lo que no es judío ni helenístico, se cae además en el minimalismo metodológico: es imposible ofrecer una figura de Jesús históricamente convincente ya que fue un judío que vivió en una Palestina que llevaba siglos helenizada. 2.4. Tercera búsqueda (Third Quest) La expresión Tercera búsqueda, acuñada por uno de sus representantes, N. T. Wright, engloba actualmente a todos los estudios sobre Jesús desde 1980 apro- ximadamente. Esta etapa se caracteriza por un conocimiento mucho más exhaustivo del judaísmo del siglo I, gracias a los numerosos descubrimientos y estudios: • los manuscritos de Qumrán (Mar Muerto, 1946-1956), • la obra de Flavio Josefo, • la literatura intertestamentaria (es decir, libros apócrifos del Antiguo Tes- tamento), • la literatura rabínica: Misná, Talmud, los Targumim, las técnicas de inter- pretación rabínica, etc. • nuevas vías de investigación como las desarrolladas por la exégesis escan- dinava con sus estudios de la tradición oral judía y sus formas de transmi- sión, • o los estudios sobre Jesús realizados por investigadores judíos. Numerosas publicaciones de esta etapa acentúan el carácter judío de la per- sona de Jesús. Destacan exegetas como Geza Vermes, Ben Witherington, N. Thomas Wright, John P. Meier. En este periodo aparecen Vidas de Jesús mucho más rigurosas que las de otras etapas, como son las de Richard Bauckham, Joachim Gnilka, Gerhard Lohfink o Armand Puig. También existe un mayor conocimiento del mundo mediterráneo del siglo I, su religiosidad popular, su ambiente social y cultural, gracias a numerosos hallazgos arqueológicos y literarios. Por otro lado, esta etapa reúne numerosos estudios sobre textos no canónicos, como los apócrifos del Nuevo Testamento y en especial los códices de Nag- Hammadi (biblioteca gnóstica descubierta en Egipto en 1945). 41También se han desarrollado más criterios para determinar la historicidad de los evangelios y de la figura de Jesús (ver Cuadro: ¿Qué es el «Jesús histórico»?). Se conocen bastantes menciones fiables de la persona de Jesús en fuentes grie- gas, romanas o judías: • La Carta de Plinio el Joven a Trajano, escrita a comienzos del siglo II y que dice: «… los cristianos se reúnen un día determinado antes de romper el alba y entonan un himno a Cristo como a un dios» (X, 96). • La cita del historiador latino Suetonio, quien hacia el año 120 refiere en su Vida de Claudio 25, 4 que el emperador «expulsó de Roma a los judíos por promover incesantes alborotos a instigación de un tal Cristo». • La cita del historiador judío Flavio Josefo, quien cuenta a finales del siglo I en sus Antigüedades judías XX, 9, 1 que el sumo sacerdote Anás «instituyó un consejo de jueces, y tras presentar ante él al hermano de Jesús el lla- mado Cristo, de nombre Santiago, y a algunos otros, elevó contra ellos la acusación de que habían transgredido la Ley y, así, los entregó a la plebe para que fueran lapidados». De Josefo es también el llamado Testimonium flavianum, un párrafo que se refiere a los cristianos y a Jesús, sus milagros y su resurrección (Antigüedades judías XVIII, 3, 3). La autenticidad parcial o completa de este testimonio se pone en duda. • O la cita rabínica del Talmud, tratado Sanedrín 43a, donde se dice que «Ies- hú, fue colgado en la víspera de la Pascua»; también se menciona que hizo actos de brujería. ¿QUÉ ES EL «JESÚS HISTÓRICO»? • El «Jesús histórico» y la «búsqueda del Jesús histórico» son concep- tos modernos. La expresión «Jesús histórico» no hace referencia al Jesús real, sino al retrato de Jesús que se puede reconstruir ahora, usando los medios científicos de la investigación histórica, sobre todo con el uso de los criterios de historicidad. Aunque la búsqueda parte de cierta sospecha hacia los evangelios y es un método limi- tado, permite establecer datos de la vida de Jesús científicamente aceptables para toda la comunidad internacional. • Los criterios de historicidad más empleados por la investigación son: 42 1. Criterio de discontinuidad: son históricos dichos o hechos de Je- sús que no son continuación del judaísmo o no son atribuibles a las comunidades primitivas. 2. Criterio de testimonio múltiple: según la fórmula clásica: testis unus, testis nullus, un solo texto no sirve, son auténticos los dichos o hechos de Jesús atestiguados en varias fuentes literarias anti- guas independientes. 3. Criterio de dificultad: hechos o dichos de Jesús que resultaron embarazosos de explicar para la Iglesia primitiva tienen alto gra- do de historicidad. 4. Criterio lingüístico: dichos de Jesús que presentan huellas ara- meas en la versión griega pueden ser genuinos de Jesús ya que debió de predicar en esa lengua. 5. Criterio de coherencia: es histórico lo que es coherente con otra información demostrada con los otros criterios. Gracias a la aplicación rigurosa de estos criterios, actualmente todos los investigadores de los evangelios aceptan estos datos de Jesús como his- tóricos y bastante indudables: • Jesús nació en torno al año 4 a. C.; • pasó su infancia y los primeros años de su edad adulta en Nazaret, una aldea de Galilea; • fue bautizado por Juan el Bautista; • tuvo discípulos y él mismo los llamó; • enseñó en los pueblos, aldeas y campos de Galilea y predicó el lla- mado «Reino de Dios»; • Y hacia el año 30: – fue a Jerusalén con motivo de la Pascua, – provocó un alboroto en la zona del Templo,– celebró una última comida con sus discípulos, – fue detenido e interrogado por las autoridades judías y el sumo sacerdote. – y fue ejecutado por orden del prefecto romano, Poncio Pilato. 43 La búsqueda del Jesús histórico puede ofrecer fragmentos ciertos, datos ob- jetivos demostrados históricamente y que todos pueden aceptar como hechos reales que sucedieron. Sin embargo, la fe cristiana mantiene que no se puede llegar a la figura completa del Jesús real que vivió en el siglo I si no se acepta al Jesús que los evangelios presentan y tal como lo presentan: como el Mesías e Hijo de Dios que resucitó y fundó la Iglesia y se quedó en la Eucaristía. 3. Los métodos en la investigación de los evangelios 3.1. Introducción Los evangelios son sagrados y canónicos, pero son también escritos huma- nos y antiguos. Por tanto, son susceptibles de una investigación literaria y científica. Por eso el Concilio Vaticano II señala la importancia de «que el in- térprete investigue el sentido que intentó expresar y expresó el hagiógrafo en cada circunstancia, según la condición de su tiempo y de su cultura, según los géneros literarios usados en su época» (Dei Verbum, n. 12). Esta es la labor de los métodos exegéticos (exégesis: explicación, interpretación). En este sentido, los evangelios son los textos de la Antigüedad más investigados que existen. Podemos llamar método histórico-crítico al estudio científico de textos anti- guos a fin de esclarecer su interpretación. • Se llama histórico porque estudia cómo se enmarcan los textos en la histo- ria y, a la vez, investiga la historia de la formación de los textos. • Se llama crítico porque pretende ofrecer datos lo más seguros y verifica- bles posibles. El método histórico-crítico tiene tres elementos fundamentales que se irán comprendiendo con el estudio de esta lección: • la atención a los géneros literarios, • la investigación del contexto histórico (cultural, religioso, etc.), • y la búsqueda del «Sitz im Leben» (el contexto vital particular donde sur- gió un texto). Como explica Benedicto XVI, «la historia, lo fáctico, forma parte esencial de la fe cristiana», por eso «ésta debe afrontar el método histórico» para el análisis 44 de los textos (Jesús de Nazaret I, 11). Se trata de un método muy antiguo que ya aplicaban a los evangelios Jerónimo o Agustín, por ejemplo. Actualmente el método está muy desarrollado y se han alcanzado importantes certezas y avances sobre los evangelios que es necesario conocer. Sin embargo, algunas herramientas del método histórico-crítico se han creado a partir de la sospecha y de un prejuicio antisobrenatural. Y algunas hipótesis se han planteado como certezas indudables. El método debe reconocer sus límites: no agota la interpretación, porque los evangelios son algo más que textos religiosos antiguos. A la vez, esto no debe suponer un rechazo sistemático de las herramientas y sus logros. Por eso, es muy importante distinguir entre los presupuestos de los investigadores y las herramientas de investigación. PRINCIPALES MÉTODOS DE INVESTIGACIÓN • La crítica textual: estudia las copias de un texto para ofrecer la versión más fiable. • Los métodos diacrónicos: estudian la historia y formación de un texto. – Historia de las fuentes. – Historia de las formas. – Historia de la redacción. – Historia de las tradiciones. • Los métodos sincrónicos: estudian el texto tal como se presenta. – Análisis narrativo. – Análisis retórico. – Análisis semiótico. 3.2. La crítica textual Por lo general, no se conservan los textos originales de las obras antiguas, sino solo copias posteriores. En este sentido, los textos de los evangelios se trans- mitieron en dos tipos de soportes: • el papiro (hoja vegetal) • y el pergamino (piel de animal). 45En el cristianismo surgió pronto el códice o cuaderno que sustituyó al rollo. Como las copias de los textos que hoy conservamos se hicieron a mano, con mucha frecuencia presentan variantes entre sí, debido a omisiones de pala- bras o líneas, cambios de expresión, malentendidos por dificultades de lectu- ra, añadidos explicativos o arbitrarios, acomodaciones, etc. La crítica textual es la ciencia que estudia las copias y variantes de un texto antiguo para ofrecer la versión más cercana al original. Esta ciencia conoció un gran desarrollo en el Renacimiento, cuando hubo un crecido interés por fijar los textos de los clásicos grecorromanos. Se crearon así criterios internos al texto y criterios externos para fijarlo. Este interés afectó también a los evangelios. Actualmente existen importantes «ediciones críticas» del Nuevo Testamento. Es decir, ediciones que contienen el texto reconstruido que más se acercaría al original, acompañado de un amplio «aparato crítico», que incluye todas las otras variantes del texto y en qué testimonios se encuentran (ver la edición número 28 de Nestle-Aland: Novum Testamentum Graece). La crítica textual para textos antiguos es muy importante porque entre los textos originales y las copias más tempranas que se conocen hay normalmente una distancia multisecular. Por ejemplo, Flavio Josefo fue un escritor judío del siglo I, contemporáneo de los evangelistas. La copia más antigua que se con- serva de sus obras es del siglo xI d. C.: más de mil años después. La crítica textual ha verificado que los evangelios son los textos antiguos me- jor conservados, transmitidos y testimoniados que existen. • El texto evangélico más antiguo que se conoce hasta la fecha parece ser el Papiro Rylands o P52, que contiene un fragmento de Jn 18 y se suele datar en torno al año 125 d. C., es decir, tan solo unas décadas después de la composición del original. • Disponemos además de unos 5.700 manuscritos con texto evangélico. • y entre ellos, más de 50 códices con los evangelios enteros, • junto a numerosas citas en los Padres de la Iglesia. • Por otro lado, de las cerca de 400.000 variantes que existen entre todas las copias manuscritas de los evangelios que se conocen, solo unas 200 influ- yen de manera significativa en el sentido del texto. 46 3.3. Los métodos diacrónicos Los métodos diacrónicos son los que estudian el proceso de formación de los textos «a través del tiempo» (dia + cronos). Estos métodos determinan las eventuales fuentes previas, orales o escritas, las capas redaccionales, las distin- tas manos que han intervenido en el texto, etc. «Un presupuesto fundamental de la diacronía es que comprender un texto equivale a reconstruir su origen y re- conocer las distintas fases de su formación» (V. Balaguer [ed.], Comprender los evangelios, 73). • Por ejemplo, el epílogo del evangelio según Juan dice: «Éste es el discípulo que da testimonio de estas cosas y las ha escrito, y sabemos que su testimonio es verdadero. Hay, además, otras muchas cosas que hizo Jesús y que, si se escribieran una por una, pienso que ni aun el mundo podría contener los libros que se tendrían que escribir» (Jn 21, 24 s.). • Se deduce que hay un grupo («sabemos») que ha recibido el texto del discí- pulo amado, pero con autoridad para añadir algo. Y hay una persona con- creta («pienso que…») con autoridad para escribir en nombre de ese grupo. • Gracias a este epílogo podemos afirmar que en el evangelio según Juan intervino más de una mano y tuvo varios estadios redaccionales, como mínimo dos: lo que escribió el discípulo amado y el epílogo, escrito por alguien que se refiere a él. No es extraño que los métodos diacrónicos hayan tenido un desarrollo muy grande en el estudio del Antiguo Testamento: cuanto más antiguo es un texto, más procesos redaccionales ha podido sufrir, y por tanto, más compleja es su comprensión porque más compleja ha sido su transmisión. Estos métodos también se han empleado mucho para el estudio del Nuevo Testamento y de los evangelios en particular. Veamos a continuación los métodos diacrónicos más importantes. a) La historia de las fuentes La historia de las fuentes estudia los eventuales
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