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-Edo, Pablo M , Evangelios sinópticos y Hechos de los Apóstoles, EUNSA 2016

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Manuales IsCR 
InstItuto supeRIoR de CIenCIas RelIgIosas
unIveRsIdad de navaRRa
Queda prohibida, salvo excepción prevista en la ley, cualquier forma de reproducción, distribu-
ción, comunicación pública y transformación, total o parcial, de esta obra sin contar con auto-
rización escrita de los titulares del Copyright. La infracción de los derechos mencionados puede 
ser constitutiva de delito contra la propiedad intelectual (Artículos 270 y ss. del Código Penal).
© 2016. Pablo M. Edo 
Ediciones Universidad de Navarra, S.A. (EUNSA) 
Campus Universitario • Universidad de Navarra • 31009 Pamplona • España 
Teléfono: +34 948 25 68 50 • www.eunsa.es • eunsa@eunsa.es 
ISBN: 978-84-313-3161-0 | Depósito legal: NA 1943-2016
Diseño cubierta: Pablo Cerezo Marín 
Imprime: Graphy Cems, Pol. Ind. San Miguel, 31132 Villatuerta (Navarra) 
Printed in Spain – Impreso en España
PABLO M. EDO
EVANGELIOS 
SINÓPTICOS 
Y HECHOS DE LOS 
APÓSTOLES
EDICIONES UNIVERSIDAD DE NAVARRA, S.A.
PAMPLONA
44 Colección 
Manuales del InstItuto superIor de CIenCIas relIgIosas
1. Cada vez más personas se interesan por adquirir una formación filosó-
fica y teológica seria y profunda que enriquezca la propia vida cristia-
na y ayude a vivir con coherencia la fe. Esta formación es la base para 
desarrollar un apostolado intenso y una amplia labor de evangeliza-
ción en la cultura actual. Los intereses y motivaciones para estudiar la 
doctrina cristiana son variados:
• Padres y madres que quieren enriquecer su propia vida cristiana y la 
de su familia, cuidando la formación cristiana de sus hijos.
• Catequistas y formadores que quieren adquirir una buena prepara-
ción teológica para transmitirla a otros.
• Futuros profesores de religión en la enseñanza escolar.
• Profesionales de los más variados ámbitos (comunicación, economía, 
salud, empresa, educación, etc.) que necesitan una formación adecua-
da para dar respuesta cristiana a los problemas planteados en su pro-
pia vida laboral, social, familiar… o simplemente quienes sienten la 
necesidad de mejorar la propia formación cristiana con unos estudios 
profundos.
2. Existe una demanda cada vez mayor de material escrito para el estudio 
de disciplinas teológicas y filosóficas. En muchos casos la necesidad 
procede de personas que no pueden acudir a clases presenciales, y bus-
can un método de aprendizaje autónomo, o con la guía de un profesor. 
Estas personas requieren un material valioso por su contenido doc-
trinal y que, al mismo tiempo, esté bien preparado desde el punto de 
vista didáctico (en muchos casos para un estudio personal).
Con el respaldo académico de la Universidad de Navarra, especial-
mente de sus Facultades Eclesiásticas (Teología, Filosofía y Derecho 
Canónico), la Facultad de Filosofía y Letras y la Facultad de Educa-
ción y Psicología, esta colección de manuales de estudio pretende 
5
responder a esa necesidad de formación cristiana con alta calidad pro-
fesional.
3. Las características de esta colección son:
• Claridad doctrinal, siguiendo las enseñanzas del Magisterio de la Igle-
sia católica.
• Exposición sistemática y profesional de las materias teológicas, filosó-
ficas (y de otras ciencias).
• Formato didáctico tratando de hacer asequible el estudio, muchas ve-
ces por cuenta propia, de los contenidos fundamentales de las mate-
rias. En esta línea aparecen en los textos algunos elementos didácti-
cos tales como esquemas, introducciones, subrayados, clasificaciones, 
distinción entre contenidos fundamentales y ampliación, bibliografía 
adecuada, guía de estudio al final de cada tema, etc.
José Manuel FIdalgo alaIz
José luIs pastoR
Directores de la colección
6 Formato didáctico
Los manuales tienen un formato didáctico básico para facilitar tanto el 
eventual estudio del alumno por su cuenta, el autoestudio con preceptor / 
tutor, o la combinación de clases presenciales con profesor y estudio per-
sonal.
Estas características didácticas son:
1. Se ha procurado simplificar los contenidos de la materia sin perder la 
calidad académica de los mismos.
2. Se simplifican los modos de expresión, buscando la claridad y la senci-
llez, pero sin perder la terminología teológica. Nos parece importante, 
desde un punto de vista formativo, adquirir el uso adecuado de los 
términos teológicos principales.
3. En el cuerpo del texto aparecen dos tipos de letra en función de la rele-
vancia del contenido. Mientras que la letra grande significa contenidos 
básicos de la materia, la letra pequeña significa un contenido más ex-
plicativo de las ideas principales, más particular o más técnico.
4. El texto contiene términos o expresiones en formato negrita. Se pre-
tende llamar la atención sobre un concepto clave a la hora del estudio 
personal.
5. Las enumeraciones y clasificaciones aparecen tipográficamente desta-
cadas para facilitar la visualización rápida de los conceptos, su estudio 
y memorización.
6. Al principio de cada tema, inmediatamente después del título, aparece 
una síntesis de la idea principal a modo de presentación.
7. En cada tema se presentan varios recursos didácticos:
• Un esquema o sumario de la lección (sirve de guion de estudio y 
memorización).
• Un vocabulario de palabras y expresiones usadas en el desarrollo 
del tema. Sirve para enriquecer el propio bagaje de términos aca-
7
démicos y sirve también de autoexamen de la comprensión de los 
textos.
• Una guía de estudio. Se trata de un conjunto de preguntas. El cono-
cimiento de las respuestas garantiza una asimilación válida de los 
principales contenidos.
• Textos para comentar. Pueden dar pie a lecturas formativas o a ejer-
cicios (guiados por un profesor).
8. Se dispone al final de una bibliografía básica y sencilla de los princi-
pales documentos que pueden servir para ampliar el contenido de la 
materia.
8
PRESENTACIÓN
Se conocen como evangelios sinópticos los que se atribuyen a Mateo, Mar-
cos y Lucas. El término castellano «sinóptico» tiene su origen en la palabra 
griega sinopsis, que literalmente significa «visión de conjunto». Si ponemos en 
columnas paralelas los tres evangelios, con un golpe de vista o una visión de 
conjunto podemos ir descubriendo una estrecha relación entre los relatos, con 
numerosas semejanzas, a veces incluso literales. Además, los tres evangelios 
siguen un esquema narrativo muy similar y con mucha frecuencia cuentan los 
mismos episodios, con ciertas variaciones o matices. El evangelio según Juan, 
llamado también cuarto evangelio, cuenta muchos episodios que no relatan 
los otros tres y emplea con frecuencia un lenguaje diverso. Por eso suele estu-
diarse en una asignatura aparte.
También estudiamos en esta asignatura el libro de los Hechos de los Após-
toles. Esto es así porque, como el prólogo de la obra indica, el evangelio de 
Lucas y Hechos tienen un mismo autor y forman cierta unidad literaria y te-
mática querida por él.
Este curso se divide en dos grandes bloques temáticos. Primero haremos una 
visión panorámica de introducción general a los libros (temas 1-5), donde re-
pasaremos cómo se leen e interpretan los evangelios en la Iglesia; cuáles son 
los textos magisteriales más importantes sobre estos libros; cómo se formaron 
y se transmitieron los evangelios; en qué consiste la investigación crítica de los 
evangelios y qué métodos existen para su análisis científico; el marco histórico 
y literario de la vida de Jesús y en el que surgieron los evangelios; y las notas 
fundamentales que caracterizan cada escrito: autor, fecha, datación, destinata-
rios, aportaciones particulares. En un segundo momento, haremos un estudio 
9sistemático de los contenidos de los libros (temas 6-11). Estos otros temas han 
sido concebidos en gran parte como guías de lectura que ayuden al alumno a 
comprender mejor los libros.
Los evangelios son probablemente los libros más investigados de la huma-
nidad. Por eso el propósito principal de este curso es modesto: facilitar a los 
alumnos los conocimientos exegéticos básicospara continuar en el futuro el 
estudio y la meditación personal de los evangelios y del libro de los Hechos.
El mejor consejo que se puede dar para abordar con éxito este curso es te-
ner siempre a mano una buena edición católica del Nuevo Testamento y leer 
detenidamente cada uno de los libros que estudiamos. Todas las citas bíbli-
cas que seguiremos en este curso están extraídas de la Sagrada Biblia editada 
por EUNSA y preparada por profesores de la Facultad de Teología de la Uni-
versidad de Navarra. Este manual se dedica especialmente a la memoria del 
profesor D. Gonzalo Aranda, sacerdote y maestro biblista prestigioso, que ha 
fallecido recientemente.
10
SUMARIO
1. EXCELENCIA DEL NUEVO TESTAMENTO Y DE LOS EVANGELIOS • 
2. EVANGELIOS CANÓNICOS Y EVANGELIOS APÓCRIFOS • 3. NOTAS FUN-
DAMENTALES Y DISTINTIVAS DE LOS CUATRO EVANGELIOS • Origen apostó-
lico • Recta doctrina • Aceptación en las iglesias • 4. GÉNERO LITERARIO 
DE LOS CUATRO EVANGELIOS • El término «evangelio» • El género evange-
lio • Una definición sintética • 5. CARACTERÍSTICAS DE LA INTERPRETA-
CIÓN DE LOS EVANGELIOS EN LA IGLESIA • Confianza en las fuentes • Lec-
tura y veneración litúrgica • Interpretación eclesial
«Entre todas las Escrituras, incluso del Nuevo Testamento, los Evangelios 
ocupan, con razón, el lugar preeminente, puesto que son el testimonio 
principal de la vida y doctrina del Verbo Encarnado, nuestro Salvador» 
como explica el Concilio Vaticano II (Dei Verbum, n. 18). No es extraño 
pues que durante dos mil años la Iglesia haya transmitido y ha estudia-
do con especial veneración los evangelios de los que es depositaria. Por 
eso en este primer tema vamos a repasar algunas ideas importantes del 
Magisterio de la Iglesia sobre los evangelios, sobre su excelencia dentro 
de la Biblia y sus características principales. También abordaremos cómo 
han sido recibidos los evangelios en la Tradición y, por contraste, por qué 
los llamados apócrifos quedaron fuera de la lista de libros sagrados. Por 
otro lado, explicaremos qué tipo de libros son los evangelios desde el 
punto de vista literario y cómo han de ser leídos e interpretados.
TEMA
1
LOS EVANGELIOS 
EN LA IGLESIA
111. Excelencia del Nuevo Testamento 
y de los evangelios
Como dice el Catecismo de la Iglesia Católica, n. 124, «la palabra de Dios, que 
es fuerza de Dios para la salvación del que cree, se encuentra y despliega su 
fuerza de modo privilegiado en el Nuevo Testamento (Dei Verbum, n. 17)».
Los escritos del Nuevo Testamento nos ofrecen la verdad definitiva de la Re-
velación divina porque su objeto central es Jesucristo, el Hijo de Dios encar-
nado, sus obras, sus enseñanzas, su pasión y su glorificación, así como los 
comienzos de su Iglesia bajo la acción del Espíritu Santo (cf. Dei Verbum, n. 20).
Por eso «el Evangelio cuadriforme ocupa en la Iglesia un lugar único; de ello 
dan testimonio la veneración de que lo rodea la liturgia y el atractivo incom-
parable que ha ejercido en todo tiempo sobre los santos» (CEC, n. 127).
2. Evangelios canónicos 
y evangelios apócrifos
La Iglesia llama evangelios canónicos a aquellos que transmiten auténticamente 
la tradición apostólica sobre la vida y la enseñanza de Jesús y además han 
entrado en el canon o lista de libros inspirados por Dios. Los evangelios ca-
nónicos son cuatro y solo cuatro: Mateo, Marcos, Lucas y Juan. Parece que al 
menos desde finales del siglo II (Ireneo de Lyon, Adv. Haer. 3.11.8-9) la Iglesia 
tuvo por canónicos de forma cada vez más generalizada estos cuatro evange-
lios y así lo propuso como dogma de fe cuando definió la lista definitiva de 
libros inspirados y canónicos en el Concilio de Trento (1545-1563 d. C.).
Los evangelios apócrifos son los que la Iglesia no aceptó como auténtica tradi-
ción apostólica y no entraron en el canon. El término apo-criphus quiere decir 
en griego oculto o secreto. Un libro apócrifo era el reservado a un grupo que 
lo conocía y podría entenderlo. Con frecuencia estos libros secretos o apócrifos 
resultaban ser inauténticos, es decir, atribuidos falsamente a algún apóstol, e 
incluso podían ser heréticos. Los apócrifos no suelen tener el mismo esquema 
que los evangelios canónicos, sino que suelen llenar huecos narrativos que han 
dejado estos, o desarrollan partes concretas de la tradición canónica. Un dato 
interesante es que, si empezó a haber evangelios llamados secretos, es porque 
había evangelios públicos antes. Orígenes decía a mediados del siglo III que la 
Iglesia tenía cuatro evangelios pero «los herejes, muchos» (Hom. in Luc. 1, 2).
12 3. Notas fundamentales y distintivas de los cuatro evangelios
La Iglesia afirma que su decisión de aceptar los cuatro evangelios canónicos y 
rechazar los demás no fue arbitraria. Los cuatro evangelios coincidían en tres 
notas fundamentales que solo ellos poseían:
3.1. Origen apostólico
«La Iglesia siempre ha defendido y defiende que los cuatro Evangelios tienen 
origen apostólico» (Dei Verbum, n. 19), es decir, que los cuatro evangelios con-
tienen la predicación apostólica y autorizada sobre Jesús. Dicho de otro modo, 
a pesar del complejo proceso de formación de los evangelios y las distintas 
etapas de formación (cf. Tema 2.1 y 2.2), para la Iglesia era y es fundamental 
la continuidad entre el mensaje de Jesús y el mensaje apostólico, y entre el 
mensaje apostólico y el mensaje de los evangelios.
La importancia que tiene el origen apostólico de los evangelios se verifica tam-
bién por el hecho de que los movimientos heterodoxos a partir de finales del 
siglo II trataron de prestigiar sus escritos dándoles precisamente un supuesto 
origen apostólico. Esto es así porque dicho origen apostólico es lo que hacía 
que los evangelios se valorasen y transmitiesen. Así por ejemplo el Evange-
lio de Pedro, que circuló en Rosos (Antioquía, Siria) a finales del siglo II, fue 
rechazado por el obispo Serapión porque estaba atribuido a Pedro de forma 
ilegítima, y además porque contenía añadidos a la recta doctrina (cf. Eusebio, 
Historia eclesiástica 6, 12).
3.2. Recta doctrina
Otra nota común a los cuatro evangelios era el de la recta doctrina, acorde 
con el sensus fidelium: es decir, que el escrito no contenía nada contrario a la 
fe ortodoxa, sobre todo en lo concerniente a la Encarnación, la Pasión y la 
Resurrección. Los cuatro evangelios fueron intentos acertados y adecuados de 
ordenar la narración de los dichos y hechos de Jesús tal como fueron transmi-
tidos por los apóstoles que fueron sus testigos elegidos por Jesús.
3.3. Aceptación en las iglesias
Los escritos de origen apostólico y recta doctrina eran aceptados y leídos sis-
temáticamente en todas las iglesias. Tenían un germen universal. El origen 
13apostólico y la dimensión universal eran tan importantes que la Iglesia aceptó 
incluso el cuarto evangelio, un escrito muy distinto a los otros tres, porque se 
sabía que provenía del discípulo amado.
4. Género literario de los cuatro evangelios
Desde el punto de vista literario, ¿cuál sería la definición más adecuada para 
los evangelios? La cuestión es importante porque definir el género literario de 
los evangelios determina cómo hay que leerlos e interpretarlos.
4.1. El término «evangelio»
Un primer paso es definir la palabra griega que se empleó, al menos desde el 
siglo II, para referirse a los cuatro libros canónicos.
En el griego antiguo, el sustantivo singular euaggelion significaba el premio 
concedido al mensajero que portaba buenas noticias (euaggelia), sobre todo en 
el ámbito militar. Con frecuencia estas buenas noticias adquirían un tinte reli-
gioso y se relacionaban con una salvación peculiar, que viene de lo alto, perso-
nificada en el emperador o el rey: su nacimiento, sus victorias y su presencia 
debían celebrarse como una buena nueva (euaggelion) para todos (cf. Tema 4.6).
La versión hebrea de la Biblia (TM: texto masorético) usa el verbo bisher, con 
el sentido de «anunciar buenas noticias». Y la versión griega de la Biblia (LXX: 
traducciónde los Setenta) empleó la forma verbal «evangelizar» para traducir 
el verbo hebreo bisher.
En el Antiguo Testamento, sobre todo se evangeliza el mensaje de salvación de 
Dios: Sal 96, 2; 68, 12; Jl 3, 5. Las buenas noticias (euaggelia) en estos textos se 
relacionan con la acción de Dios que permite una victoria (2 S 18, 27 ss.), con 
su poder (Is 40, 9), su salvación y reinado (Is 52, 7).
En el Nuevo Testamento, el término euaggelion aparece más de 75 veces, la 
mayoría en Pablo. En los evangelios, el mensajero de buenas noticias es Jesús, 
que se convierte además en el contenido mismo del mensaje: la salvación para 
el pueblo, la que buscan todos los pueblos, es Cristo. De aquí que existiera el 
evangelio que anunciaba Jesús y a la vez el evangelio sobre Jesús. El mensaje 
de salvación se vincula, por tanto, a Jesús mismo, a lo que él hizo y dijo. Por 
eso Marcos 1, 1 inicia su libro diciendo: «Comienzo del evangelio de Jesucris-
to, Hijo de Dios». Es decir, comienzo del evangelio sobre Jesús y anunciado 
por Él mismo.
14 4.2. El género evangelio
Definir adecuadamente a los evangelios no es fácil.
Los cuatro evangelios tienen un rasgo literario común: son relatos, narracio-
nes (diégesis en griego; así es como Lucas 1, 1 llama a su escrito).
Estas cuatro narraciones comparten un esquema similar de relato, resumido 
en el discurso de Pedro en Hechos 10, 37-43: ministerio en Galilea con nume-
rosos dichos y hechos de Jesús, viaje final a Jerusalén, y un largo relato de la 
pasión, resurrección, apariciones y envío misionero.
A pesar de estas notas comunes, la Iglesia primitiva no llamó a estos escritos 
«relatos».
Por otro lado, los evangelios cuentan la vida de Jesús con elementos literarios 
de la época, pero no son meras crónicas, ni se ajustan del todo al patrón de las 
biografías antiguas.
Los evangelios contienen también parábolas, como la del buen samaritano o el 
hijo pródigo; pero no son novelas o fábulas morales.
Además, los cuatro evangelios conservan un sustrato de proclamación oral 
cristalizada en pequeñas formas literarias dispuestas con orden. Pero tampoco 
son manuales de predicación o meras antologías de dichos.
Los evangelios también aglutinan tradiciones sobre Jesús. Algunos Padres de 
la Iglesia hablan de «memorias» o «recuerdos» de los apóstoles (así Justino, 
Apol. 1, 67). Esto revela el carácter de testimonio que tenían los evangelios 
para la Iglesia. Pero en esta labor de transmisión, cada evangelista ha dispues-
to el testimonio apostólico de una forma propia, subrayando algunos rasgos 
teológicos.
4.3. Una definición sintética
Como se ve, no es fácil determinar el género literario de los evangelios, por-
que estos libros son muchas cosas a la vez. En resumen, puede decirse que los 
evangelios son transmisiones autorizadas y fiables del único Evangelio de Je-
sucristo. Desde el inicio del cristianismo, los cuatro escritos canónicos fueron 
llamados «evangelios» porque contenían fielmente el mensaje de Jesús y sobre 
Jesús: el Evangelio.
155. Características de la interpretación de los evangelios en la Iglesia
Desde los primeros siglos del cristianismo, la interpretación de los evangelios 
tiene varias características permanentes:
5.1. Confianza en las fuentes
Para la primitiva Iglesia era autoritativo y normativo el único Evangelio de 
Jesucristo: sus dichos y hechos. Los evangelios pasaron a ser también autori-
tativos y normativos porque transmitían fielmente lo que Jesús dijo e hizo, en 
las cuatro versiones que tenían auténtico origen apostólico y recta doctrina.
Esta confianza es la que expresa Dei Verbum, n. 19:
«La Santa Madre Iglesia firme y constantemente ha mantenido y mantiene que 
los cuatro referidos Evangelios, cuya historicidad afirma sin vacilar, comunican 
fielmente lo que Jesús Hijo de Dios, viviendo entre los hombres, hizo y enseñó 
realmente para la salvación de ellos».
En definitiva, y como ya hemos señalado en este tema, la Iglesia tenía confian-
za en los evangelios: estos proporcionaban auténtico acceso a Jesús, aunque 
fuera un acceso parcial debido a las limitaciones propias del lenguaje humano 
escrito y necesitado de interpretación.
Por eso, la Iglesia explica al mismo tiempo que no se puede tratar el texto 
como «si hubiera sido dictado palabra por palabra por el Espíritu, sin llegar a 
«reconocer que la Palabra de Dios ha sido formulada en un lenguaje y en una 
fraseología condicionadas por una u otra época determinada», y «sin ignorar 
por tanto, la mediación humana del texto inspirado y sus géneros literarios» 
(Exhortación Verbum Domini, n. 44), que conviene estudiar y conocer bien 
(cf. Tema 3.3).
Por tanto, como expresa la Verbum Domini, n. 54, «la íntima unidad entre Pa-
labra y Eucaristía está arraigada en el testimonio bíblico (cf. Jn 6; Lc 24), con-
firmada por los Padres de la Iglesia y reafirmada por el Concilio Vaticano II».
5.2. Lectura y veneración litúrgica
Justino testimoniaba una práctica habitual en la Iglesia desde sus orígenes: la 
lectura litúrgica de los evangelios precisamente durante la celebración euca-
rística:
16 «El día que se llama del sol [el domingo] se celebra una reunión de todos los que 
habitan en la ciudad y en los campos, y allí se leen, en cuanto el tiempo lo permi-
te, los recuerdos de los apóstoles o los escritos de los profetas» (Apol. 1, 67). Un 
poco antes, Justino identifica los recuerdos con los evangelios: «los apóstoles, en 
los recuerdos por ellos escritos, que se llaman evangelios, nos transmitieron…» 
(Apol. 1, 65).
Por tanto, «la Iglesia siempre ha sido consciente de que, en el acto litúrgico, la 
Palabra de Dios va acompañada por la íntima acción del Espíritu Santo, que la 
hace operante en el corazón de los fieles» (Verbum Domini, n. 52).
La Eucaristía consta de dos partes: liturgia de la palabra y liturgia eucarística. En 
ambas los evangelios ocupan un lugar preeminente.
Por tanto, como expresa la Verbum Domini, n. 54, «la íntima unidad entre Pa-
labra y Eucaristía está arraigada en el testimonio bíblico (cf. Jn 6; Lc 24), con-
firmada por los Padres de la Iglesia y reafirmada por el Concilio Vaticano II».
Por otro lado, toda la Tradición de la Iglesia ha comprendido la necesidad de 
la lectura y la meditación de la Sagrada Escritura y, en especial, de los evange-
lios. Hasta el punto de que «la Iglesia ha venerado siempre las divinas Escritu-
ras como venera también el Cuerpo del Señor. No cesa de presentar a los fieles 
el Pan de vida que se distribuye en la mesa de la Palabra de Dios y del Cuerpo 
de Cristo (cf. DV 21)» (CEC, n. 103). Como decía Jerónimo, «desconocer la Es-
crituras es desconocer a Cristo» (Comentario a Isaías, Prólogo).
5.3. Interpretación eclesial
Como explica el Concilio Vaticano II en la Constitución dogmática Dei Verbum 
en los números 7-10:
«Cristo nuestro Señor, plenitud de la revelación, mandó a los Apóstoles predicar a 
todos los hombres el Evangelio como fuente de toda verdad salvadora y de toda 
norma de conducta, comunicándoles así los bienes divinos: el Evangelio prometi-
do por los profetas, que Él mismo cumplió y promulgó con su boca».
Y «para que del Evangelio se conservara constantemente íntegro y vivo en la Igle-
sia, los Apóstoles dejaron como sucesores suyos a los Obispos». 
«Así, pues, la predicación apostólica, que está expuesta de un modo especial en 
los libros inspirados, debía conservarse hasta el fin de los tiempos por una suce-
sión continua» […].
«Lo que enseñaron los Apóstoles encierra todo lo necesario para que el Pueblo de 
Dios viva santamente y aumente su fe, y de esta forma la Iglesia, en su doctrina, 
17en su vida y en su culto perpetúa y transmite a todas las generaciones todo lo que 
ella es, todo lo que cree». 
«A esto es a lo que el Concilio llama Tradición. Esta Tradición, que deriva de los 
Apóstoles, progresa en la Iglesia con la asistencia del Espíritu Santo».
Sin alguien que reciba el anuncio, no habría Revelación. Y como la Iglesia es 
el sujeto primordial al que se dirigela Revelación, por eso la interpretación 
auténtica de la Escritura corresponde al Magisterio, que no está por encima de 
la palabra de Dios sino a su servicio.
Tradición, Escritura y Magisterio son tres realidades que están íntimamente 
ligadas entre sí; no puede subsistir la una sin las otras. Y mediante ellas se 
transmite la Revelación divina.
Utilizando un símil informático, si los evangelios fueran archivos, lo más con-
veniente para su correcta lectura sería abrirlos con el programa que los creó. 
Como los evangelios surgen en la tradición oral de la Iglesia, es lógico leerlos 
e interpretarlos en la Iglesia.
Ejercicio 1. Vocabulario
Identifica el significado de las siguientes palabras y expresiones usadas:
• Canónico
• Apócrifo
• Sensus fidelium
• Evangelion
• Historicidad
• Interpretación eclesial
• Revelación
Ejercicio 2. Guía de estudio
Contesta a las siguientes preguntas:
1. ¿La Iglesia tiene cuatro evangelios o uno?
2. ¿Qué significa que los evangelios tienen origen apostólico?
3. ¿Qué quiere decir que la Iglesia tiene confianza en los evangelios?
18
Ejercicio 3. Comentario de texto
Lee el siguiente texto y haz un comentario personal utilizando los contenidos 
aprendidos:
Si la exégesis quiere ser también teología, debe reconocer que la fe de la Iglesia es esa 
forma de «sim-patía» sin la cual la Biblia permanece como un libro sellado: la Tradición 
no cierra el acceso a la Escritura, sino que más bien lo abre; por otro lado, corresponde 
a la Iglesia, en sus organismos institucionales, la palabra decisiva en la interpretación 
de la Escritura. Es la Iglesia, de hecho, a quien se le ha confiado el oficio de interpretar 
auténticamente la palabra de Dios escrita y transmitida, ejerciendo su autoridad en el 
nombre de Jesucristo.
Benedicto XVI, Discurso a los profesores, estudiantes y personal 
del Pontificio Instituto Bíblico, en el centenario de su fundación, 
Ciudad del Vaticano, 26 de octubre de 2009.
19
SUMARIO
1. LAS TRES FASES DE COMPOSICIÓN DE LOS EVANGELIOS • 2. LA 
CUESTIÓN SINÓPTICA • Diferencias • Semejanzas • Prioridad de Mar-
cos • Tipos de material en los evangelios sinópticos • La Fuente Q • Mul-
tiplicidad de hipótesis • Conclusión • 3. LA TRANSMISIÓN DE LOS EVAN-
GELIOS EN LOS INICIOS DEL CRISTIANISMO • Evangelio según… • Los 
dichos y hechos de Jesús • Transmisión muy cuidada • Primeras citas de los 
evangelios
Nos dice el Concilio Vaticano II que «lo que los Apóstoles predicaron por 
mandato de Cristo, luego, bajo la inspiración del Espíritu Santo, ellos y los 
varones apostólicos nos lo transmitieron por escrito» (Dei Verbum, n. 18). 
También el Catecismo de la Iglesia Católica, n. 96 señala que «lo que Cristo 
confió a los Apóstoles, éstos lo transmitieron por su predicación y por es-
crito, bajo la inspiración del Espíritu Santo, a todas las generaciones hasta 
el retorno glorioso de Cristo». En este tema abordamos precisamente la 
importante cuestión de cómo se llevó a cabo la puesta por escrito de los 
evangelios y cómo se transmitieron desde los orígenes del cristianismo 
a todas las gentes. Conocer mejor este proceso es importante para com-
prender adecuadamente el mensaje de los evangelios.
TEMA
2 LA FORMACIÓN Y TRANSMISIÓN 
DE LOS EVANGELIOS
20 1. Las tres fases de composición de los evangelios
El proceso de formación de los evangelios duró décadas y fue complejo. Así 
se deduce, por ejemplo, del prólogo de Lucas a su evangelio: «… muchos han 
intentado poner en orden la narración de las cosas que se han cumplido entre 
nosotros, conforme nos las transmitieron quienes desde el principio fueron 
testigos oculares y ministros de la palabra» (Lc 1, 1-2).
El Catecismo de la Iglesia Católica, n. 126 explica que en la formación de los 
evangelios se pueden distinguir tres etapas, tal como señaló la Constitución 
dogmática Dei Verbum, n. 19:
1. La vida y la enseñanza de Jesús. La Iglesia mantiene firmemente que los 
cuatro evangelios, «cuya historicidad afirma sin vacilar, comunican fiel-
mente lo que Jesús, Hijo de Dios, viviendo entre los hombres, hizo y ense-
ñó realmente para la salvación de ellos, hasta el día en que fue levantado 
al cielo».
2. La tradición oral. «Los apóstoles ciertamente después de la ascensión del 
Señor predicaron a sus oyentes lo que Él había dicho y obrado, con aque-
lla crecida inteligencia de que ellos gozaban, instruidos y guiados por los 
acontecimientos gloriosos de Cristo y por la luz del Espíritu de verdad».
3. Los evangelios escritos. «Los autores sagrados escribieron los cuatro evan-
gelios escogiendo algunas cosas de las muchas que ya se transmitían de 
palabra o por escrito, sintetizando otras, o explicándolas atendiendo a la 
situación de las Iglesias, conservando por fin la forma de proclamación, de 
manera que siempre nos comunicaban la verdad sincera acerca de Jesús».
Estas tres fases de composición no se deben confundir o solapar:
• en primer lugar, la vida de Jesús debió de estar llena de encuentros y diálo-
gos con muchos personajes, así como numerosos discursos pronunciados 
en distintos lugares, con previsibles repeticiones, variaciones y acentos, 
hasta el punto de que su vida se hizo inabarcable en un solo relato, como 
dan a entender los mismos evangelistas (Mt 4, 23; Mc 9, 35; Lc 13, 22; Jn 20, 
30; 21, 25);
• en segundo lugar, de acuerdo al mandato misionero de Jesús «id al mundo 
entero y predicad el Evangelio a toda criatura» (Mc 16, 15), también la pre-
dicación oral de los apóstoles pudo ser muy variada y rica, pronunciada 
en numerosos lugares, para muchos tipos de personas y ambientes como 
refleja sobre todo el libro de los Hechos. Este fenómeno dio lugar a mane-
21ras apostólicas de decir y narrar que cristalizaban con autoridad en formas 
de predicación que después se transmitían. Lo que Jesús dijo e hizo no 
era fácil de interpretar: «Lo que yo hago no lo entiendes ahora –respondió 
Jesús–. Lo comprenderás más tarde» (Jn 13, 7). Después de la resurrección 
y del día de Pentecostés empezó la predicación apostólica autorizada e 
inspirada de los hechos y dichos de Jesús;
• por último, en la puesta por escrito destacan tres acciones de los autores:
 – «Escoger»: antes de la redacción de los evangelios existían fuentes pre-
vias de «palabra o por escrito»; por eso los evangelios recogen solo 
«algunas cosas de las muchas que ya se trasmitían».
 – «Sintetizar»: algunos sucesos y dichos de la vida de Jesús que se trans-
mitían serían muy extensos de contar por escrito o muy similares entre 
sí; por eso se resumieron o sintetizaron; quizá por temas o localización 
geográfica o temporal: lo que Jesús dijo sobre la familia, en este lugar, en 
la última semana, etc.
 – «Explicar»: a medida que la predicación se extiende a nuevos lugares 
y se abre al mundo gentil, sería necesario explicar cosas importantes 
de la vida de Jesús «según la condición de las Iglesias», para que fuera 
comprendido por todos. El mensaje del evangelio se desprendió de los 
elementos más locales y adoptó los más universales.
• En resumen, los autores sagrados transformaron en soporte escrito la va-
riadísima predicación oral apostólica de los numerosos hechos y dichos de 
Jesús.
• El párrafo de la Dei Verbum distingue también dos tipos de autores cuando 
describe el origen apostólico de lo que escribieron:
 – Autor testigo: «… sacándolo de su memoria o recuerdos» (Mateo y 
Juan).
 – Autor intérprete autorizado de un testigo: «… sacándolo del testimonio 
de los que fueron desde el principio testigos y ministros de la palabra» 
(Marcos y Lucas).
• También se aclara que la labor redaccional de los cuatro evangelios tenía 
dos características fundamentales:
 – mantenía «la forma de proclamación», es decir, que se recogían los dichos 
y hechos de Jesús manteniendo las formas apostólicas de predicarlos;
 – «siempre» comunicaban «la verdad sincera acerca de Jesús».
22 • Esta última característica requiere un análisis detenido. La Iglesia «afirma 
sin vacilar» la historicidadde los evangelios. Para subrayar dicha histori-
cidad, el párrafo conciliar es insistente cuando defiende una continuidad 
entre el Jesús real y el Jesús de los evangelios:
 – los evangelios «transmiten fielmente» lo que hizo y dijo Jesús;
 – los evangelios comunican «la verdad sincera acerca de Jesús»;
 – los evangelios se escribieron «para que conozcamos la verdad de las 
palabras que nos enseñan»;
 – esto es lo que la «Iglesia firme y constantemente ha mantenido y man-
tiene».
2. La cuestión sinóptica
Para entender el proceso de formación de los evangelios es importante tam-
bién conocer a fondo la llamada cuestión sinóptica o problema sinóptico que 
está en el trasfondo del número 19 de la Dei Verbum que hemos estudiado en 
el punto anterior.
Como decíamos en la presentación de la asignatura, en el mundo de la exége-
sis bíblica se llama sinópticos a los evangelios según Mateo, Marcos y Lucas. 
Si ponemos en tres columnas el texto de los tres evangelios, con una «visión 
de conjunto» (synopsis) podemos descubrir un fuerte paralelismo entre los 
relatos, con numerosas semejanzas, a veces incluso literales. Al mismo tiempo, 
podemos evidenciar ciertas variaciones o claras diferencias (ver Cuadro).
En el cuadro se señala en tonos distintos lo que es propio de cada evangelista o 
es común a todos. Como se puede ver, entre Mateo, Marcos y Lucas hay unas 
semejanzas y unas diferencias que suponen una relación particular entre ellos. 
La cuestión es aclarar cuál es esa relación particular.
Esta es pues la cuestión sinóptica: el estudio del tipo de relación que existe 
entre los evangelios según Mateo, Marcos y Lucas.
Como ya hemos señalado en la presentación, el cuarto evangelio o evangelio 
según Juan cuenta muchos episodios que no relatan los otros tres y emplea 
con frecuencia un lenguaje diverso. Por eso suele estudiarse aparte.
23EJEMPLO SINÓPTICO
EL BAUTISMO DE JESÚS EN EL JORDÁN
Mt 3, 13-17 Mc 1, 9-11 Lc 3, 21-22
13 Entonces vino Jesús al Jordán 
desde Galilea, para ser bautiza-
do por Juan.
14 Pero éste se resistía diciendo: «Soy 
yo quien necesita ser bautizado 
por ti, ¿y vienes tú a mí?»
15 Jesús le 
respondió: «Déjame ahora, así es 
como debemos cumplir nosotros 
toda justicia». Entonces Juan se lo 
permitió.
16 Inmediatamente después de ser 
bautizado, Jesús salió del agua; 
y entonces se le abrieron los cielos, 
y vio al Espíritu de Dios que des-
cendía en forma de paloma y ve-
nía sobre él. 
17 Y una voz desde 
los cielos dijo: «Éste es mi Hijo, el 
amado, en quien me he compla-
cido».
9 Y sucedió que en aquellos días 
vino Jesús desde Nazaret de 
Galilea,
y fue bautizado por Juan en el 
Jordán. 
10 Y nada más salir del 
agua vio los cielos abiertos y al 
Espíritu que, en forma de palo-
ma, descendía sobre él; 
11 y se 
oyó una voz desde los cielos: 
«Tú eres mi Hijo, el amado, en ti 
me he complacido».
21 Se estaba bautizando todo el 
pueblo.
Y cuando Jesús fue bautizado, 
mientras estaba en oración, se 
abrió el cielo 
22 y bajó el Espíritu 
Santo sobre él en forma corpo-
ral, como una paloma. Y se oyó 
una voz que venía del cielo: «Tú 
eres mi Hijo, el Amado, en ti me 
he complacido».
2.1. Diferencias
La cuestión sinóptica estudia entre otras cosas las diferencias entre los evan-
gelios. En efecto, cuando se comparan entre sí, los tres sinópticos presentan 
numerosas divergencias.
• Por ejemplo:
 – material colocado en otro orden: Lc 4, 16-20; Mt 13, 53-58; Mc 6, 1-6;
 – material formulado de otra manera: Mt 25, 14-30 y Lc 19, 11-27;
 – material propio que no tienen los otros evangelios: Mc 7, 32-35; Mt 25; 
Lc 15.
También se detectan entre los tres evangelios aparentes discordancias:
• Por ejemplo, cuando los discípulos preguntan por qué no han podido ex-
pulsar un demonio:
24 – en Mateo 17, 20 Jesús responde: «Por vuestra poca fe»,
 – pero en Marcos 9, 29 dice: «Esta raza no puede ser expulsada por ningún 
medio, sino con la oración».
 – Lucas simplemente omite el diálogo.
• Otro ejemplo es el diálogo de Jesús con un escriba:
 – en Marcos 12, 28-34, es un hombre sensato;
 – pero en Mateo 22, 34-40 busca tentar a Jesús;
 – en Lucas 10, 25-37 la conversación cambia de contexto y Jesús narra la 
parábola del buen samaritano.
Las aparentes divergencias son tan claras que ya san Agustín escribió su obra 
De consensu evangelistarum (circa 402 d. C.) con el propósito de resolverlas. 
Como ya hemos señalado, los evangelios recogen la predicación de la vida de 
Jesús. Ambos estadios, vida y predicación, debieron de ser muy variados y 
con muchos casos muy parecidos entre sí.
Además, para poner por escrito la predicación de los episodios cada evan-
gelista subrayó algunos aspectos y omitió otros. Este proceso de formación 
podría explicar muchas de las divergencias entre los evangelios.
Por ejemplo, es lógico suponer que más de un escriba acudió a Jesús para 
preguntarle algo y que luego los apóstoles predicaron estos diálogos sin rigor 
cronológico o de identidad de cada personaje.
2.2. Semejanzas
A pesar de las diferencias existentes, las semejanzas y coincidencias entre Ma-
teo, Marcos y Lucas son muy abundantes también. Por ejemplo:
• Los tres relatos comparten el mismo esquema narrativo general:
 – Bautismo y tentaciones: Mc 1, 1-13; Mt 3, 1-4, 11; Lc 3, 1-4, 13.
 – Ministerio en Galilea: Mc 1, 14-9, 50; Mt 4, 12-18, 35; Lc 4, 14-9, 50.
 – Camino a Jerusalén: Mc 10, 1-56; Mt 19, 1-20, 34; Lc 9, 51-18, 43.
 – Pasión y Resurrección: Mc 11-16; Mt 21-28; Lc 19-24.
• También los tres evangelios encadenan igual la secuencia de muchos epi-
sodios: por ejemplo, Mc 2, 1-22; Mt 9, 1-17; Lc 5, 17-39: paralítico, recauda-
dor, banquete y cuestión del ayuno.
25• Los tres comparten muchas expresiones e incluso frases enteras (Mt 9, 2; 
Mc 2, 5; Lc 5, 20);
• Los tres usan términos griegos poco habituales como remiendo, migaja, 
pececillo (cf. Mc 2, 21; 7, 28; 8, 7 y paralelos).
Las numerosas semejanzas entre los tres evangelios nos llevan a plantearnos 
qué tradiciones tenían en común; si cada evangelista conocía la obra de los 
otros; si alguno copió a los otros o influyó en ellos.
2.3. Prioridad de Marcos
Cuando se comparan los tres evangelios completos en una sinopsis por colum-
nas hay un hecho que salta a la vista con facilidad: Mateo y Lucas tienen casi 
todo el material de Marcos, que es un evangelio mucho más breve.
Algunos autores desde san Agustín piensan que Marcos fue una síntesis: bien 
una síntesis de Mateo que luego Lucas usó, o bien una síntesis más breve y 
sencilla de Mateo y Lucas a la vez. Esta última es la opinión de J. J. Griesbach 
(1745-1812) o W. R. Farmer (1921-2000).
Sin embargo, contra esta hipótesis se verifica con frecuencia que Mateo y Lu-
cas parecen conocer Marcos, pero no al revés. Por eso muchos autores postu-
lan la hipótesis de la prioridad de Marcos.
Veamos un ejemplo paradigmático: la descripción del endemoniado de Gera-
sa.
• Marcos 5, 1-5 inicia su relato así:
«… vino a su encuentro desde los sepulcros un hombre poseído por un espíritu impu-
ro, que vivía en los sepulcros y nadie podía tenerlo sujeto ni siquiera con cadenas; porque 
había estado muchas veces atado con grilletes y cadenas, y había roto las cadenas y deshe-
cho los grilletes, y nadie podía dominarlo. Y se pasaba las noches enteras y los días por los 
sepulcros y por los montes, gritando e hiriéndose con piedras».
• Si nos fijamos en los términos subrayados, se evidencia que el relato de 
Marcos es tan espontáneo y vivo como precipitado y redundante: en una 
breve introducción al episodio de la expulsión del demonio, Marcos se 
refiere dos veces a los grilletes y hasta tres veces a las cadenas y a los se-
pulcros. Desde el punto de vista literario, la descripción del endemoniado 
podía ser de mejor calidad y más sintética.
26 • Eso es precisamente lo que encontramos en Lucas 8, 26 ss., que con mu-
chas menos palabras (53 frente a 72), resume lo que dice Marcos e incluso 
añade más información:
«… vinoa su encuentro un hombre de la ciudad endemoniado. Desde hacía mu-
cho tiempo no llevaba ropa, ni habitaba en casas sino en los sepulcros; muchas 
veces se apoderaba de él, y aunque le sujetaban con cadenas y le ponían grillos 
para custodiarle, rotas las ataduras, era impulsado por el demonio al desierto».
• Mateo 8, 28 por su parte abrevia hasta el extremo el relato y habla de dos 
endemoniados en vez de uno:
«… vinieron a su encuentro dos endemoniados, que salían de los sepulcros, tan 
furiosos que nadie podía transitar por aquel camino».
• En resumen: parece que el relato de Marcos recoge un recuerdo oral, pues 
contiene una narración que mantiene el registro propio del discurso habla-
do (según la tradición, Marcos fue intérprete de Pedro: cf. Tema 5.1). En 
cambio, todo hace pensar que Lucas y Mateo arreglan literariamente un 
escrito previo: eventualmente el de Marcos.
Esta probable prioridad de Marcos corregido por Mateo y Lucas se verifica 
con frecuencia al comparar pasajes comunes.
• Por ejemplo, en Marcos 1, 32 se emplean dos expresiones temporales que 
dicen lo mismo:
«Al atardecer, cuando se había puesto el sol, comenzaron a llevarle a todos los 
enfermos y a los endemoniados…».
• Mateo suprime una de las indicaciones temporales:
«Al atardecer, le trajeron muchos endemoniados…» (8, 16).
• Mientras tanto, Lucas 4, 40 usa la otra expresión que aparecía en Marcos:
«Al ponerse el sol, todos los que tenían enfermos…».
Mateo y Lucas han sintetizado y mejorado la redacción de Marcos. Pero cada 
evangelista lo ha hecho a su manera y por razones que veremos al estudiarlos 
(cf. Tema 5).
2.4. Tipos de material en los evangelios sinópticos
Para comprender mejor la relación entre los evangelios sinópticos puede verse 
el siguiente cuadro con un esquema aproximativo basado en el que elaboró A. 
M. Honoré, en 1968.
27Como se ve en el Cuadro, casi todo Marcos (608 versículos de 661) ha queda-
do incluido entre Mateo y Lucas, que casi le doblan en extensión (Mt: 1068 
versícu los y Lc: 1149).
• Se llama material de triple tradición al que se encuentra en los tres evan-
gelios. Todas las fiestas litúrgicas del Misal Romano que tienen evangelio 
propio según ciclo A, B o C, emplean siempre material de triple tradición: el 
bautismo de Jesús en el Jordán, la Transfiguración, la confesión de Pedro, 
numerosos relatos de milagros, etc.
• Suele llamarse material de doble tradición al que tienen en común Mateo y 
Lucas y que no está en Marcos (ver punto 2.5: «La Fuente Q»).
ESQUEMA DE LA RELACIÓN 
ENTRE LOS EVANGELIOS SINÓPTICOS
28 También existe material propio de cada evangelista que no se encuentra en nin-
gún otro. El material propio de Marcos es muy escaso. Esto también favorece 
la hipótesis de que Mateo y Lucas conocieron Marcos y lo incorporaron todo a 
sus propios evangelios. El poco material de Marcos que Mateo y Lucas exclu-
yeron suele ser el que parece chocante para el lector: por ejemplo, la mención 
a los parientes de Jesús que se lo quieren llevar por loco (Mc 3, 20-21), la cura-
ción del sordomudo en la que Jesús emplea saliva (Mc 7, 31-37) o el joven que 
escapa desnudo en Getsemaní (Mc 14, 51-52).
Por su parte, Mateo y Lucas tienen mucho material propio. En Mateo, por 
ejemplo, el relato de la infancia (1-2), la parábola de las diez vírgenes (25, 1-13), 
el discurso del juicio final (25, 31-46), la muerte de Judas (27, 3-10). En el caso 
de Lucas: el relato de la infancia (1-2), el largo pasaje de las parábolas de la 
misericordia y otras enseñanzas (15, 8-16, 15), etc.
Basado en R. C. Newman, IBRI.
2.5. La Fuente Q
Mateo y Lucas contienen muchos dichos de Jesús que no están en Marcos y 
que coinciden literalmente en ambos evangelios. Pero, a la vez, hay mucho 
material propio de Mateo que Lucas no añade y al revés, como si ambos evan-
gelistas no hubiesen conocido la obra del otro. Por eso se piensa que pudo 
29existir una colección de dichos de Jesús a la que Mateo y Lucas tuvieron acceso 
por su cuenta.
En 1890, J. Weiss llamó a esta posible colección Q, por la primera letra del 
término alemán Quelle, «fuente». Muchos autores piensan que esta posible 
Fuente Q con dichos de Jesús estaría escrita en griego, porque cuando estos 
dichos aparecen en Mateo y Lucas lo hacen con frecuencia literalmente igual, 
como si ambos evangelistas se limitaran a copiar un texto previo. Ninguno de 
estos dichos aparece en Marcos.
La Fuente Q es una hipótesis plausible y razonable. No obstante, la fuente 
como tal nunca se ha encontrado y hay que deducirla de los propios evan-
gelios de Mateo y Lucas. Es posible, de hecho, que uno de los evangelistas 
copiara al otro solo los dichos de Jesús pero por alguna razón no incorporara 
el resto del material. Quizá la Fuente Q no era otra cosa que el evangelio de 
Mateo en hebreo del que habla la tradición (cf. Tema 5.2).
2.6. Multiplicidad de hipótesis
Como se ve, el problema sinóptico no es fácil de resolver y ha dado lugar a 
numerosas hipótesis sobre la formación de cada evangelio y la eventual in-
fluencia mutua.
• Muchos autores consideran posibles estadios intermedios del material em-
pleado por los evangelistas. La hipótesis más sencilla sería la de la Doble 
Fuente: a partir de dos escritos primigenios, es decir, Marcos y Q, se cons-
truyeron Mateo y Lucas.
• Sin embargo, como Mateo y Lucas tienen material propio, debieron de te-
ner acceso exclusivo a otras fuentes cuyo origen se intenta descubrir.
• Por otro lado, parte del material común a Mateo y Lucas presenta variacio-
nes significativas (cf. p. ej., Las bienaventuranzas: Mt 5, 3-12 y Lc 6, 20-26; 
o la llamada a dos discípulos en Mt 8, 18-22 que en Lc 9, 57-62 son tres). 
Quizá había copias distintas de este material y Mateo y Lucas tuvieron 
acceso propio a distintas versiones.
• Es posible que Lucas conociera Marcos y Mateo e hiciera una nueva ver-
sión para gentiles.
• Algunos postulan diversas hipótesis sobre materiales previos a Lucas y 
Mateo: protolucas, protomateo, etc. o capas redaccionales anteriores a la ver-
sión final de cada evangelio.
30 2.7. Conclusión
Las respuestas e hipótesis para explicar de manera pormenorizada cómo se 
formaron los evangelios se multiplican y ninguna parece desbancar definiti-
vamente a las demás. Por eso, a pesar del interés evidente que tiene la cuestión 
sinóptica y el intento de esclarecer el proceso de formación e influencia mutua 
de los evangelios para comprenderlos mejor, conviene señalar también que la 
Iglesia los leyó y los transmitió «terminados» y no en proceso o por capas. Es 
la versión final de los libros, la misma que nos ha llegado a nosotros, la que 
entró en el canon de libros inspirados del Nuevo Testamento.
3. La transmisión de los evangelios 
en los inicios del cristianismo
3.1. Evangelio según…
La Iglesia empezó a titular muy pronto los evangelios con la expresión griega 
Euaggelion kata… «Evangelio según…» Mateo, Marcos, Lucas o Juan.
De este hecho se deducen dos cosas:
• Primero, la expresión «evangelio según» significa que la buena noticia pre-
dicada es una, es el único evangelio sobre Jesús Mesías e Hijo de Dios (cf. 
Mc 1, 1). Por eso Pablo acude a Jerusalén para contrastar con los apóstoles 
el evangelio que él anuncia y recibir su aprobación (cf. Ga 2, 6 ss.). Como 
los libros contenían el Evangelio de Jesucristo, por metonimia, pronto se 
empezaron a llamar evangelios; al menos desde san Justino (cf. p. ej., Apol. 
1, 66,3).
• Segundo, la expresión «evangelio según» y no «evangelio de» también sir-
ve para matizar el concepto de autor.
 – Por ejemplo, el cuarto evangelio es según Juan. Pero el mismo epílogo del 
libro demuestra que intervinieron varias manos en la redacción, ya que 
se refiere al discípulo amado «que da testimonio de estas cosas y las ha 
escrito, y sabemos que su testimonio es verdadero» (Jn 21, 24).
 – En la carta a los Romanos leemos: «Os saludo yo, Tercio, que he escrito 
esta carta en el Señor» (Rm 16, 22). Otras veces encontramos la expresiónde Pablo «el saludo es de mi mano», dando a entender que el resto no 
(1Co 16, 21; Col 4, 18; 2Tes 3, 17).
31 – En el prefacio a una obra suya, Jerónimo se refiere al «tiempo que lle-
va el dictado, la transcripción, las correcciones, el perfeccionamiento» 
(Com. in. Matt.).
Antiguamente, el término «autor» significaba autoridad bajo la cual un texto 
era publicado. Muchos autores publicaban obras con la ayuda de algún es-
cribano contratado, que tenía los utensilios, la caligrafía y la técnica literaria 
necesarios para publicar textos. Lo importante era transmitir con fidelidad lo 
que quería decir un apóstol, lo que en ocasiones le dictaba al escriba, aunque 
este lo expresara literariamente mejor.
3.2. Los dichos y hechos de Jesús
Para la primitiva Iglesia los dichos de Jesús eran el origen de la autoridad y 
norma de conducta. Señalamos varios ejemplos:
• Pablo muestra la manera de escuchar y transmitir de la primitiva Iglesia 
cuando les dice a los corintios «yo recibí del Señor lo que también os trans-
mití» y acto seguido incluye la narración de la institución de la Eucaristía 
por parte de Jesús (1Co 11, 23 ss.). En su contenido esencial este relato es 
el mismo que se encuentra en Mateo, Marcos y Lucas (cf. Tema 8.8). Por 
tanto, lo que Pablo ha recibido del Señor es esencialmente lo mismo que se 
contiene en los evangelios canónicos.
• En la primera carta a los Corintios 7, 10 Pablo dice: «… a los casados, les 
mando, no yo sino el Señor: que la mujer no se separe del marido». Este 
mandato recuerda al dicho de Jesús en Marcos 10, 12: «… si la mujer repu-
dia a su marido y se casa con otro, comete adulterio».
• En la primera epístola de san Juan 1, 3 se dice: «lo que hemos visto y oído, 
os lo anunciamos».
• Y Justino afirma en su Apología 1, 67 que «Jesús aparecido a sus apóstoles 
y discípulos, nos enseñó estas mismas doctrinas que nosotros os expone-
mos».
3.3. Transmisión muy cuidada
La preeminencia de los cuatro evangelios frente a muchos otros textos cristia-
nos de la Antigüedad se verifica también en los manuscritos más antiguos que 
conocemos, porque transmiten el texto evangélico ininterrumpidamente, con 
bastante fidelidad y cuidada caligrafía (cf. Tema 3.3.2). En cambio, otros tex-
32 tos de estilo evangélico se transmitieron con numerosos añadidos y cambios 
posteriores.
 – Así sucede, por ejemplo, con el mencionado Evangelio de Tomás: una 
colección de dichos atribuidos a Jesús. Algunos de los dichos son muy 
tempranos, e incluso aparecen en los evangelios canónicos; en cambio 
otros dichos son añadidos gnósticos del siglo II en adelante.
Por otro lado, los manuscritos que contenían los evangelios canónicos otor-
gaban un carácter sagrado al texto porque empleaban nomina sacra, es decir, 
abreviaturas de nombres sagrados como el nombre de «Dios», «Señor», «Je-
sús», etc.
Sabemos con certeza que los cuatro evangelios se transmitieron juntos al 
menos desde el siglo iii (en el códice P45). Pero probablemente desde mucho 
antes: a finales del siglo II, como testimonian el Diatessaron o Ireneo.
3.4. Primeras citas de los evangelios
No es extraño, por tanto, que los primeros escritos cristianos incluyan muchas 
citas que se encuentran literalmente en los evangelios (ver Cuadro).
ALGUNAS CITAS TEMPRANAS DE LOS EVANGELIOS
Autor Fecha d. C. Evangelio Ejemplo
Ignacio de Antioquía circa 100 Mt, Jn Jn 3, 8 en Phil., 7, 1
1Clemente circa 100 Mt, Lc 1Cle 46, 7: Mt 26, 24
Bernabé circa 100 Mt Bernabé 5, 14: Mt 22, 14
Policarpo circa 107 Mt, Lc, Mc Phil. 2, 2: Lc 7, 36-38; 7, 2: Mt 26, 41, Mc 14, 38
Atenágoras circa 150 Mt Súplica 33: Mt 19, 9
Justino circa 150 Mt, Lc, Jn Apol. 1, 61,4: Jn 3, 3-4
Taciano circa 170 Mt, Mc, Lc, Jn Diatessaron: armonía de los 4
Ireneo circa 180 Mt, Mc, Lc, Jn Adv. Haer. 3, 11,8: «evangelio cuadriforme»
Varias cosas refleja este cuadro:
• Llama la atención la preeminencia de Mateo en la primitiva cristiandad: 
es el más citado por todos los autores (cf. Tema 5.2).
33• Al comienzo, las iglesias emplearían un evangelio, el que conocían. Pero 
en la historia de la transmisión se verifica que pronto los cuatro evangelios 
fueron paulatinamente reconocidos como escritura sagrada y con valor 
autoritativo en todas las iglesias. En cambio, los primeros herejes solían ca-
racterizarse por una mentalidad excluyente y por seguir usando una única 
versión, que interpretaban e incluso cambiaban a su gusto: los ebionitas 
preferían el Mateo hebreo; los primeros docetas usaban exclusivamente 
Marcos; Marción empleó solo una recensión propia de Lucas; Valentín, 
otra de Juan (cf. Ireneo, Adv. Haer. 3, 11,7).
• Por otro lado, también parece ser una iniciativa heterodoxa la mezcla de 
evangelios en armonías. Eso fue el Diatessaron de Taciano o armonía de los 
cuatro evangelios, que cayó en el encratismo (cf. Ireneo, Adv. Haer. 1, 28) 
y que tuvo éxito hasta el siglo Iv, en Siria al menos. El Diatessaron, basado 
esencialmente en Mateo, Marcos, Lucas y Juan y no en otros, demuestra 
que a finales del siglo II los cuatro tenían ya gran reconocimiento general. 
A pesar del cierto éxito de las armonías de evangelios, la Iglesia respetó y 
transmitió cada versión del evangelio tal cual era. Y lo hizo precisamente 
porque los evangelios no eran meras recopilaciones de dichos de Jesús (al 
estilo del Evangelio de Tomás), sino escritos de origen apostólico, que re-
cogían la predicación de apóstoles concretos con autoridad propia: Mateo, 
Pedro (Mc), Pablo (Lc) y Juan.
• El único «evangelio de nuestro Señor Jesús» (2Tes 1, 8) predicado a judíos o 
a gentiles y según las circunstancias y necesidades, se hizo a la vez cuadri-
forme, decía san Ireneo (Adv. Haer. 3, 11, 8), es decir, son «cuatro libros del 
único evangelio» (san Agustín, In Johannem 36, 1). Por tanto, se transmitie-
ron por escrito cuatro versiones oficiales y autorizadas del único evangelio 
según cada evangelista.
34 Ejercicio 1. Vocabulario
Identifica el significado de las siguientes palabras y expresiones usadas:
• Formas
• Fuente Q
• Sinóptico
• Nomina sacra
• Armonía
• Triple tradición
Ejercicio 2. Guía de estudio
Contesta a las siguientes preguntas:
1. ¿Qué significa que las etapas de formación de los evangelios no deben con-
fundirse?
2. ¿Dónde se encuentra la llamada Fuente Q?
3. ¿Qué diferencia hay entre la transmisión escrita de los evangelios canónicos y 
la de otros escritos de la época?
4. ¿En qué se basa la hipótesis de la prioridad de Marcos?
5. ¿Qué es la teoría de las dos fuentes?
Ejercicio 3. Comentario de texto
Lee el siguiente texto y haz un comentario personal utilizando los contenidos 
aprendidos:
Hace falta examinar con cuidado el testimonio de los evangelios. Estos provienen de los 
discípulos que han vivido la experiencia de sus palabras y de sus gestos (Ac 1, 1), y que 
nos la han transmitido con la autoridad del Espíritu Santo (2Tim 3, 16; cf. Jn 16, 3). La 
acción del Espíritu Santo no ha consistido simplemente en asegurar una transmisión ma-
terialmente fiel; sino que más bien ha fecundado una reflexión que ha producido, con el 
tiempo, una expresión cada vez más rica, cada vez más desarrollada, de la historia y de 
los hechos relativos a Jesús. De ahí las diferencias de tono, de concepción, de vocabulario, 
que se observan, por ejemplo, entre los Sinópticos y el IV evangelio. Pero la seguridad de 
que esta maduración del recuerdo y de la reflexión, en el seno de la primera comunidad 
cristiana, ha sido conocida por el Espíritu de Dios, autoriza al cristiano, que recibe estas 
presentaciones de Jesús y de su mensaje en diversos niveles de desarrollo, para acogerlos 
con la misma fe como auténtica Palabra de Dios garantizada por la Iglesia.
Pontificia Comisión Bíblica, Biblia y cristología 1984, 2.2.1.1.
35
SUMARIO
1. ANTECEDENTES DE LA INVESTIGACIÓN CRÍTICA • Introducción • Pos-
tulados de la investigación crítica • 2. ETAPAS DE LA INVESTIGACIÓN CRÍTI-
CA DE JESÚS Y LOS EVANGELIOS • La antigua búsqueda (OldQuest) • La 
No búsqueda (No Quest) • Nueva búsqueda (New Quest) • Tercera búsqueda 
(Third Quest) • 3. LOS MÉTODOS EN LA INVESTIGACIÓN DE LOS EVANGE-
LIOS • Introducción • La crítica textual • Los métodos diacrónicos • Los 
métodos sincrónicos • 4. CONCLUSIÓN: EL MÉTODO HISTÓRICO Y EL MÉTO-
DO TEOLÓGICO
En este tema se repasa brevemente la historia de la interpretación de 
los evangelios y se analizan y valoran las diversas metodologías que se 
han empleado para investigar los textos. Como señala la Exhortación 
apostólica Verbum Domini, n. 32, «es necesario reconocer el beneficio 
aportado por la exegesis histórico-crítica a la vida de la Iglesia, así como 
otros métodos de análisis del texto desarrollados recientemente. Para 
la visión católica de la Sagrada Escritura, la atención a estos métodos es 
imprescindible y va unida al realismo de la encarnación. Esta necesidad 
es la consecuencia del principio cristiano formulado en el Evangelio de 
san Juan: “Verbum caro factum est” (Jn 1, 14). El hecho histórico es una 
dimensión constitutiva de la fe cristiana. La historia de la salvación no es 
una mitología, sino una verdadera historia y, por tanto, hay que estudiar-
la con los métodos de la investigación histórica seria. Así pues, el estudio 
de la Biblia exige el conocimiento y el uso apropiado de estos métodos 
de investigación».
TEMA
3
INVESTIGACIÓN CRÍTICA DE 
JESÚS Y LOS EVANGELIOS
36 1. Antecedentes de la investigación crítica
1.1. Postulados de la investigación crítica
Las notas que caracterizaron la interpretación de los evangelios en la Iglesia 
en los primeros siglos (cf. Tema 1.5) se mantuvieron hasta los siglos xvI y xvII. 
En cierto sentido, la «investigación crítica» de los evangelios se inició cuando 
se empezó a sospechar de ellos. El origen de la «investigación crítica» de los 
evangelios y la «búsqueda del Jesús histórico» coincidió históricamente con la 
ilustración.
1.2. Postulados de la investigación crítica
Entre los siglos xvI-xIx surgieron varios postulados habituales de la investiga-
ción crítica de los evangelios y de la vida de Jesús:
• Sospecha inicial de los contenidos de los evangelios: lo que se cuenta no es 
lo que pasó.
• Prejuicio antisobrenatural: solo puede suceder lo que habitualmente su-
cede y es empíricamente comprobable.
• Búsqueda del Jesús histórico: elaboración de una vida de Jesús según la 
ciencia histórica moderna.
2. Etapas de la investigación crítica 
de Jesús y los evangelios
A medida que la investigación de los evangelios se fue haciendo más profun-
da, en ciertos ámbitos también creció la sospecha hacia la imagen de Jesús que 
transmiten. A partir del siglo xvIII, algunos investigadores se apartarán del gé-
nero de las piadosas Vidas de Jesús, que se basaban en la lectura tradicional de 
los relatos evangélicos, y empezarán lo que se ha llamado la Búsqueda del Jesús 
histórico y las Vidas críticas de Jesús (cf. Cuadro: «¿Qué es el “Jesús histórico”?»). 
Esta búsqueda se puede dividir en varias etapas.
2.1. La antigua búsqueda (Old Quest)
En esta etapa, dominada por un gran optimismo racionalista, se estudiaron 
los evangelios con la intención de ofrecer una explicación científica y depu-
rada de todos sus contenidos. En la práctica, los evangelios fueron tratados 
37como una palabra del pasado que cada uno intentó traer al presente a su ma-
nera, con frecuentes visiones del cristianismo estrafalarias y contrapuestas.
• En el año 1778 Gotthold E. Lessing publicaba un controvertido estudio so-
bre Jesús escrito por Herman S. Reimarus, profesor de Lenguas Orientales 
en Hamburgo y fallecido unos años antes. Este libro explicaba el origen 
del cristianismo desde la perspectiva de la teoría del engaño consciente: el 
Cristo de los evangelios nunca existió; sus discípulos robaron el cuerpo e 
inventaron la resurrección.
• Otros autores postularon más bien la teoría del engaño inconsciente: la 
figura de Jesús conmovió tanto que tras su muerte fue revivido en un acto 
de fe colectivo. Heinrich E. G. Paulus publicó en 1828 un Comentario a los 
tres primeros evangelios en el que afirma que Jesús revivió en el sepulcro y 
todos pensaron que resucitó. Para David Friedrich Strauss (Vida de Jesús, 
1836), los primeros cristianos revistieron de mitos al Jesús palestino.
• Ferdinand Christian Baur (1792-1860), profesor en Tubinga, aplicaría a los 
orígenes del cristianismo el esquema hegeliano para explicar la Historia: una 
tesis petrina judaizante chocó contra la antítesis paulina helenística. De la dia-
léctica entre ambas surgió la síntesis católica representada por Marcos y Juan.
• Heinrich J. Holtzmann (Evangelios sinópticos, 1863) defendió la teoría de las 
dos fuentes: es decir, la prioridad de Marcos y de Q, que contenían el cristia-
nismo más original y fidedigno.
• Sobre esta hipótesis, Ernest Renan escribía su Vida de Jesús (París, 1863), 
en cuya introducción afirmaba que los milagros no existen porque nadie 
ha visto nunca uno. Por tanto, todo lo que en los evangelios aparece como 
sobrenatural es irreal. Renan ofreció un retrato psicológico de Jesús al que 
llamó «el dulce soñador de Galilea».
• Martin Kähler, estableció la ruptura formal entre El así llamado Jesús histó-
rico y el auténtico Cristo bíblico (1892). A diferencia de los anteriores auto-
res, Kähler tachó de irrelevante al primero y reivindicó el Cristo predicado 
como el único importante para la fe.
• Por último, en 1901 Wilhelm Wrede escribió El secreto mesiánico en los evan-
gelios, sometiendo a sospecha incluso a Marcos, al que tacha de tendencio-
so (cf. Tema 5.1.10).
En realidad, cada autor ofreció una imagen distinta de Jesús, basada en el 
arbitrio de sus propios presupuestos y de lo que a su juicio era histórico o no. 
En 1913, Albert Schweitzer publicaba su revisada Investigación sobre la vida de 
38 Jesús y concluía que los estudios de la antigua búsqueda habían sido más bien 
retratos de los autores y sus ideas y no tanto del Jesús del siglo I. Empezaba 
así en algunos ámbitos bíblicos una etapa de pesimismo investigador: no es 
posible acceder a Jesús a través de los evangelios.
2.2. La No búsqueda (No Quest)
Si la primera búsqueda se basaba en el optimismo historicista, en la primera 
mitad del siglo xx surgió una segunda etapa que se caracterizó por el fideísmo 
ahistórico: como no era posible rescatar al Jesús del siglo I, había que quedarse 
con el Cristo de la fe de los evangelios.
El máximo exponente de la llamada No Quest fue sin duda Rudolf Bultmann. 
Este influyente teólogo protestante y otros autores como Karl Ludwig Sch-
midt y Martin Dibelius, demostraron literariamente el fuerte sustrato oral que 
tienen los evangelios, compuestos de numerosas y pequeñas formas que se 
habrían empleado con frecuencia para predicar a Jesús.
Bultmann utilizó el método de las formas evangélicas para exponer su hipóte-
sis de la Historia de la tradición sinóptica (1921): el sustrato oral de los evangelios 
demostraría que el Cristo de la fe que presentan fue una creación de las comu-
nidades cristianas del mundo griego. La predicación oral de las comunidades 
anónimas y populares habría tomado la figura palestina de Jesús para concen-
trar y depurar en ella diversos rasgos mitológicos del politeísmo helenístico. 
Este proceso habría dado lugar a una síntesis muy eficaz para la predicación. 
Este proceso de formación de la figura del Cristo de la fe requeriría bastante 
tiempo. Por eso Bultmann necesitaba fechar muy tarde la composición de los 
evangelios.
Bultmann funcionó con dos postulados básicos:
• lo simple es anterior y más genuino que lo sofisticado,
• hay una discontinuidad irremediable entre el Jesús originario y el Cristo 
de los evangelios.
Su hipótesis suponía que el kerygma primitivo de la Iglesia, es decir, la predi-
cación o proclamación, había dado lugar a un Cristo distinto de Jesús. Por eso 
Bultmann pensaba que la Iglesia primitiva no se preocupaba de la historicidad 
de los evangelios ni de la figura terrena deJesús, sino solo del Cristo de la fe. 
Lo importante era desmitologizar el Cristo de la fe y ponerle nuevos ropajes 
modernos que sirvieran para la fe actual, como sirvió el Cristo de la fe para las 
creencias de aquella época.
39Esta visión de los orígenes del cristianismo pronto fue contestada. Un Cristo y 
un cristianismo como los que planteaba Bultmann, sin fundamento histórico 
más allá de la predicación colectiva y anónima de las comunidades, resulta-
ban inaceptables, incluso para los discípulos del propio Bultmann.
2.3. Nueva búsqueda (New Quest)
En 1953, Ernst Käsemann, discípulo de Bultmann, pronunció la conferencia 
titulada El problema del Jesús histórico que daba origen a una nueva etapa de la 
investigación, comprendida entre los años cincuenta y ochenta del siglo xx.
En su conferencia, Käsemann estableció tres principios para la Nueva Bús-
queda:
• la fe cristiana se vincula con el Jesús terreno; no puede caer en un kerygma 
ahistórico y mítico como el de Bultmann,
• los discípulos estaban convencidos de que predicaban al Jesús terreno con el 
que habían convivido y la Iglesia estaba interesada en el Jesús terreno,
• hay que establecer criterios ciertos para juzgar la autenticidad de un hecho 
o dicho evangélico y su vínculo con Jesús.
El método fundamental que se creó para verificar datos históricos de los evan-
gelios fue el llamado criterio de originalidad (o discontinuidad): es decir, se 
ha de aceptar como genuino de Jesús aquello que supone una ruptura con el 
ambiente judío y que no tiene continuidad en la Iglesia posterior.
• Por ejemplo, los evangelios dicen que Jesús llamaba a Dios «Abbá», Papá. 
Se trata de un detalle muy novedoso y original en el judaísmo y también 
en el mundo helenístico. Este gesto tuvo que provenir del mismo Jesús.
• Con el criterio de originalidad trabajaron autores como Günther Bornkamm 
(1905-1990) y James M. Robinson (1924-2016). Destacan también los minu-
ciosos estudios de Joachim Jeremias (1900-1979) para establecer las ipsissi-
ma verba Iesu, las mismísimas palabras que pronunció Jesús.
A pesar del cambio significativo que supuso esta nueva etapa frente a la No 
Quest, esta fase de la búsqueda del Jesús histórico y su famoso criterio de ori-
ginalidad o discontinuidad adolecen de dos problemas importantes:
1. Se mantiene el pesimismo metodológico, porque se sigue suponiendo con 
Bult mann que muchas cosas importantes en los evangelios no son atribui-
bles a Jesús sino a las comunidades posteriores.
40 2. Si en los evangelios solo se demuestra como histórico lo que no es judío ni 
helenístico, se cae además en el minimalismo metodológico: es imposible 
ofrecer una figura de Jesús históricamente convincente ya que fue un judío 
que vivió en una Palestina que llevaba siglos helenizada.
2.4. Tercera búsqueda (Third Quest)
La expresión Tercera búsqueda, acuñada por uno de sus representantes, N. T. 
Wright, engloba actualmente a todos los estudios sobre Jesús desde 1980 apro-
ximadamente.
Esta etapa se caracteriza por un conocimiento mucho más exhaustivo del 
judaísmo del siglo I, gracias a los numerosos descubrimientos y estudios:
• los manuscritos de Qumrán (Mar Muerto, 1946-1956),
• la obra de Flavio Josefo,
• la literatura intertestamentaria (es decir, libros apócrifos del Antiguo Tes-
tamento),
• la literatura rabínica: Misná, Talmud, los Targumim, las técnicas de inter-
pretación rabínica, etc.
• nuevas vías de investigación como las desarrolladas por la exégesis escan-
dinava con sus estudios de la tradición oral judía y sus formas de transmi-
sión,
• o los estudios sobre Jesús realizados por investigadores judíos.
Numerosas publicaciones de esta etapa acentúan el carácter judío de la per-
sona de Jesús. Destacan exegetas como Geza Vermes, Ben Witherington, N. 
Thomas Wright, John P. Meier.
En este periodo aparecen Vidas de Jesús mucho más rigurosas que las de otras 
etapas, como son las de Richard Bauckham, Joachim Gnilka, Gerhard Lohfink 
o Armand Puig.
También existe un mayor conocimiento del mundo mediterráneo del siglo I, 
su religiosidad popular, su ambiente social y cultural, gracias a numerosos 
hallazgos arqueológicos y literarios.
Por otro lado, esta etapa reúne numerosos estudios sobre textos no canónicos, 
como los apócrifos del Nuevo Testamento y en especial los códices de Nag-
Hammadi (biblioteca gnóstica descubierta en Egipto en 1945).
41También se han desarrollado más criterios para determinar la historicidad de 
los evangelios y de la figura de Jesús (ver Cuadro: ¿Qué es el «Jesús histórico»?).
Se conocen bastantes menciones fiables de la persona de Jesús en fuentes grie-
gas, romanas o judías:
• La Carta de Plinio el Joven a Trajano, escrita a comienzos del siglo II y que 
dice: «… los cristianos se reúnen un día determinado antes de romper el 
alba y entonan un himno a Cristo como a un dios» (X, 96).
• La cita del historiador latino Suetonio, quien hacia el año 120 refiere en su 
Vida de Claudio 25, 4 que el emperador «expulsó de Roma a los judíos por 
promover incesantes alborotos a instigación de un tal Cristo».
• La cita del historiador judío Flavio Josefo, quien cuenta a finales del siglo I 
en sus Antigüedades judías XX, 9, 1 que el sumo sacerdote Anás «instituyó 
un consejo de jueces, y tras presentar ante él al hermano de Jesús el lla-
mado Cristo, de nombre Santiago, y a algunos otros, elevó contra ellos la 
acusación de que habían transgredido la Ley y, así, los entregó a la plebe 
para que fueran lapidados». De Josefo es también el llamado Testimonium 
flavianum, un párrafo que se refiere a los cristianos y a Jesús, sus milagros 
y su resurrección (Antigüedades judías XVIII, 3, 3). La autenticidad parcial o 
completa de este testimonio se pone en duda.
• O la cita rabínica del Talmud, tratado Sanedrín 43a, donde se dice que «Ies-
hú, fue colgado en la víspera de la Pascua»; también se menciona que hizo 
actos de brujería.
¿QUÉ ES EL «JESÚS HISTÓRICO»?
• El «Jesús histórico» y la «búsqueda del Jesús histórico» son concep-
tos modernos. La expresión «Jesús histórico» no hace referencia al 
Jesús real, sino al retrato de Jesús que se puede reconstruir ahora, 
usando los medios científicos de la investigación histórica, sobre 
todo con el uso de los criterios de historicidad. Aunque la búsqueda 
parte de cierta sospecha hacia los evangelios y es un método limi-
tado, permite establecer datos de la vida de Jesús científicamente 
aceptables para toda la comunidad internacional.
• Los criterios de historicidad más empleados por la investigación 
son:
42
 1. Criterio de discontinuidad: son históricos dichos o hechos de Je-
sús que no son continuación del judaísmo o no son atribuibles a 
las comunidades primitivas.
 2. Criterio de testimonio múltiple: según la fórmula clásica: testis 
unus, testis nullus, un solo texto no sirve, son auténticos los dichos 
o hechos de Jesús atestiguados en varias fuentes literarias anti-
guas independientes.
 3. Criterio de dificultad: hechos o dichos de Jesús que resultaron 
embarazosos de explicar para la Iglesia primitiva tienen alto gra-
do de historicidad.
 4. Criterio lingüístico: dichos de Jesús que presentan huellas ara-
meas en la versión griega pueden ser genuinos de Jesús ya que 
debió de predicar en esa lengua.
 5. Criterio de coherencia: es histórico lo que es coherente con otra 
información demostrada con los otros criterios.
Gracias a la aplicación rigurosa de estos criterios, actualmente todos los 
investigadores de los evangelios aceptan estos datos de Jesús como his-
tóricos y bastante indudables:
• Jesús nació en torno al año 4 a. C.;
• pasó su infancia y los primeros años de su edad adulta en Nazaret, 
una aldea de Galilea;
• fue bautizado por Juan el Bautista;
• tuvo discípulos y él mismo los llamó;
• enseñó en los pueblos, aldeas y campos de Galilea y predicó el lla-
mado «Reino de Dios»;
• Y hacia el año 30:
 – fue a Jerusalén con motivo de la Pascua,
 – provocó un alboroto en la zona del Templo,– celebró una última comida con sus discípulos,
 – fue detenido e interrogado por las autoridades judías y el sumo 
sacerdote.
 – y fue ejecutado por orden del prefecto romano, Poncio Pilato.
43
La búsqueda del Jesús histórico puede ofrecer fragmentos ciertos, datos ob-
jetivos demostrados históricamente y que todos pueden aceptar como 
hechos reales que sucedieron. Sin embargo, la fe cristiana mantiene que 
no se puede llegar a la figura completa del Jesús real que vivió en el 
siglo I si no se acepta al Jesús que los evangelios presentan y tal como lo 
presentan: como el Mesías e Hijo de Dios que resucitó y fundó la Iglesia 
y se quedó en la Eucaristía.
3. Los métodos en la investigación de los evangelios
3.1. Introducción
Los evangelios son sagrados y canónicos, pero son también escritos huma-
nos y antiguos. Por tanto, son susceptibles de una investigación literaria y 
científica. Por eso el Concilio Vaticano II señala la importancia de «que el in-
térprete investigue el sentido que intentó expresar y expresó el hagiógrafo en 
cada circunstancia, según la condición de su tiempo y de su cultura, según los 
géneros literarios usados en su época» (Dei Verbum, n. 12). Esta es la labor de 
los métodos exegéticos (exégesis: explicación, interpretación). En este sentido, 
los evangelios son los textos de la Antigüedad más investigados que existen.
Podemos llamar método histórico-crítico al estudio científico de textos anti-
guos a fin de esclarecer su interpretación.
• Se llama histórico porque estudia cómo se enmarcan los textos en la histo-
ria y, a la vez, investiga la historia de la formación de los textos.
• Se llama crítico porque pretende ofrecer datos lo más seguros y verifica-
bles posibles.
El método histórico-crítico tiene tres elementos fundamentales que se irán 
comprendiendo con el estudio de esta lección:
• la atención a los géneros literarios,
• la investigación del contexto histórico (cultural, religioso, etc.),
• y la búsqueda del «Sitz im Leben» (el contexto vital particular donde sur-
gió un texto).
Como explica Benedicto XVI, «la historia, lo fáctico, forma parte esencial de la 
fe cristiana», por eso «ésta debe afrontar el método histórico» para el análisis 
44 de los textos (Jesús de Nazaret I, 11). Se trata de un método muy antiguo que 
ya aplicaban a los evangelios Jerónimo o Agustín, por ejemplo. Actualmente 
el método está muy desarrollado y se han alcanzado importantes certezas y 
avances sobre los evangelios que es necesario conocer.
Sin embargo, algunas herramientas del método histórico-crítico se han creado 
a partir de la sospecha y de un prejuicio antisobrenatural. Y algunas hipótesis 
se han planteado como certezas indudables. El método debe reconocer sus 
límites: no agota la interpretación, porque los evangelios son algo más que 
textos religiosos antiguos.
A la vez, esto no debe suponer un rechazo sistemático de las herramientas y 
sus logros. Por eso, es muy importante distinguir entre los presupuestos de 
los investigadores y las herramientas de investigación.
PRINCIPALES MÉTODOS DE INVESTIGACIÓN
• La crítica textual: estudia las copias de un texto para ofrecer la versión más 
fiable.
• Los métodos diacrónicos: estudian la historia y formación de un texto.
 – Historia de las fuentes.
 – Historia de las formas.
 – Historia de la redacción.
 – Historia de las tradiciones.
• Los métodos sincrónicos: estudian el texto tal como se presenta.
 – Análisis narrativo.
 – Análisis retórico.
 – Análisis semiótico.
3.2. La crítica textual
Por lo general, no se conservan los textos originales de las obras antiguas, sino 
solo copias posteriores. En este sentido, los textos de los evangelios se trans-
mitieron en dos tipos de soportes:
• el papiro (hoja vegetal)
• y el pergamino (piel de animal).
45En el cristianismo surgió pronto el códice o cuaderno que sustituyó al rollo.
Como las copias de los textos que hoy conservamos se hicieron a mano, con 
mucha frecuencia presentan variantes entre sí, debido a omisiones de pala-
bras o líneas, cambios de expresión, malentendidos por dificultades de lectu-
ra, añadidos explicativos o arbitrarios, acomodaciones, etc.
La crítica textual es la ciencia que estudia las copias y variantes de un texto 
antiguo para ofrecer la versión más cercana al original.
Esta ciencia conoció un gran desarrollo en el Renacimiento, cuando hubo un 
crecido interés por fijar los textos de los clásicos grecorromanos. Se crearon así 
criterios internos al texto y criterios externos para fijarlo. Este interés afectó 
también a los evangelios.
Actualmente existen importantes «ediciones críticas» del Nuevo Testamento. 
Es decir, ediciones que contienen el texto reconstruido que más se acercaría al 
original, acompañado de un amplio «aparato crítico», que incluye todas las 
otras variantes del texto y en qué testimonios se encuentran (ver la edición 
número 28 de Nestle-Aland: Novum Testamentum Graece).
La crítica textual para textos antiguos es muy importante porque entre los 
textos originales y las copias más tempranas que se conocen hay normalmente 
una distancia multisecular. Por ejemplo, Flavio Josefo fue un escritor judío del 
siglo I, contemporáneo de los evangelistas. La copia más antigua que se con-
serva de sus obras es del siglo xI d. C.: más de mil años después.
La crítica textual ha verificado que los evangelios son los textos antiguos me-
jor conservados, transmitidos y testimoniados que existen.
• El texto evangélico más antiguo que se conoce hasta la fecha parece ser el 
Papiro Rylands o P52, que contiene un fragmento de Jn 18 y se suele datar 
en torno al año 125 d. C., es decir, tan solo unas décadas después de la 
composición del original.
• Disponemos además de unos 5.700 manuscritos con texto evangélico.
• y entre ellos, más de 50 códices con los evangelios enteros,
• junto a numerosas citas en los Padres de la Iglesia.
• Por otro lado, de las cerca de 400.000 variantes que existen entre todas las 
copias manuscritas de los evangelios que se conocen, solo unas 200 influ-
yen de manera significativa en el sentido del texto.
46 3.3. Los métodos diacrónicos
Los métodos diacrónicos son los que estudian el proceso de formación de 
los textos «a través del tiempo» (dia + cronos). Estos métodos determinan las 
eventuales fuentes previas, orales o escritas, las capas redaccionales, las distin-
tas manos que han intervenido en el texto, etc. «Un presupuesto fundamental 
de la diacronía es que comprender un texto equivale a reconstruir su origen y re-
conocer las distintas fases de su formación» (V. Balaguer [ed.], Comprender los 
evangelios, 73).
• Por ejemplo, el epílogo del evangelio según Juan dice:
«Éste es el discípulo que da testimonio de estas cosas y las ha escrito, y sabemos 
que su testimonio es verdadero. Hay, además, otras muchas cosas que hizo Jesús 
y que, si se escribieran una por una, pienso que ni aun el mundo podría contener 
los libros que se tendrían que escribir» (Jn 21, 24 s.).
• Se deduce que hay un grupo («sabemos») que ha recibido el texto del discí-
pulo amado, pero con autoridad para añadir algo. Y hay una persona con-
creta («pienso que…») con autoridad para escribir en nombre de ese grupo.
• Gracias a este epílogo podemos afirmar que en el evangelio según Juan 
intervino más de una mano y tuvo varios estadios redaccionales, como 
mínimo dos: lo que escribió el discípulo amado y el epílogo, escrito por 
alguien que se refiere a él.
No es extraño que los métodos diacrónicos hayan tenido un desarrollo muy 
grande en el estudio del Antiguo Testamento: cuanto más antiguo es un texto, 
más procesos redaccionales ha podido sufrir, y por tanto, más compleja es 
su comprensión porque más compleja ha sido su transmisión. Estos métodos 
también se han empleado mucho para el estudio del Nuevo Testamento y de 
los evangelios en particular.
Veamos a continuación los métodos diacrónicos más importantes.
a) La historia de las fuentes
La historia de las fuentes estudia los eventuales

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