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Piaget e Inhelder Psicología del niño - Capitulo 1 - El nivel senso motor

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Piaget e Inhelder “Psicología del niño” - Capitulo 1 - El nivel senso motor
El periodo anterior al lenguaje puede llamarse periodo senso-motor, porque el lactante no presenta todavía pensamiento ni efectividad ligada a representaciones que permitan evocar las personas o los objetos ausentes. Pero el desarrollo mental durante los primeros 18 meses es muy rápido e importante, porque el niño elabora el conjunto de las subestructuras cognoscitivas que servirá de punto de partida a sus construcciones perceptivas e intelectuales ulteriores, así como cierto numero de reacciones afectivas elementales, que determinaran su afectividad subsiguiente.
La inteligencia senso-motora
La inteligencia previa al lenguaje resuelve un conjunto de problemas de acción, construyendo un complejo sistemas de esquemas de asimilación. Además, organiza lo real según un conjunto de estructuras espacio temporales y causales. Esas percepciones se efectúan exclusivamente apoyándose en percepciones y movimientos mediante una coordinación senso-motora de las acciones.
1. Estimulo-respuesta y asimilación: la inteligencia senso-motora se da en una sucesión continua de estadios, donde cada uno señala un progreso parcial, hasta que las conductas alcanzan el nivel de “inteligencia”. Los estadios son los siguientes:
a. Estadio 1: hay que buscar el punto de partida del desarrollo en las actividades espontaneas y totales del organismo y en los reflejos concebidos a la vez como una diferenciación de ellas y como capaces de presentar una actividad funcional que implica formación de esquemas de asimilación.
En los que concierne a los reflejos del recién nacido, los que presentan una gran importancia para el porvenir dan lugar al “ejercicio reflejo”. La asimilación reproductora o funcional que asegura ese ejercicio se prolonga, en una asimilación generalizadora y re-cognoscitiva. La asimilación empleada, realiza un papel fundamental en la formación de los primeros hábitos.
b. Estadio 2: se constituyen los primeros hábitos, que dependen directamente de una actividad del sujetos o parecen impuestos desde el exterior como es el caso de los “condicionamientos”. Un reflejo condicionado no es estable nunca por el juego de sus solas asociaciones; y únicamente llega a serlo por la constitución de un esquema de asimilación, es decir, cuando el resultado satisface la necesidad inherente a la asimilación considerada. Pero el habito aun no es inteligencia, esto se debe a que desde el punto de vista del sujeto no hay una diferenciación entre los medios y los fines, que el fin se alcanza por una sucesión de movimientos que no puede distinguir entre diferentes medios para alcanzar ese fin.
c. Estadio 3: las acciones senso-motoras durante el primer año lleva a los aprendizajes elementales. Este estadio se inicia alrededor de los 4 meses y medio y supone una coordinación entre la visión y la aprehensión. Nos hallamos en el umbral de la inteligencia.
d. Estadio 4 y 5: en el 4to estadio se observan actos mas completos de inteligencia practica. Se le impone al sujeto una finalidad previa, independientemente de los medios que vaya a emplear. Pero los medios empleados solo se toman de los esquemas de asimilación conocidos. Durante el 5to estadio que comienza hacia los 11 o 12 meses, se añade a las conductas precedentes una reacción esencial: la búsqueda de medos nuevos por diferenciación de los esquemas conocidos. Acá puede citarse la conducta de soporte.
e. Estadio 6: señala el termino del periodo senso-motor y la transición con el periodo siguiente: el niño se hace capaz de encontrar medios nuevos por combinaciones interiorizadas que desembocan en una compresión repentina.
La construcción de lo real
El sistema de los esquemas de asimilación senso-motores desemboca en una especie de lógica de la acción, que implica estructuras de orden y reuniones que constituyen la subestructura de las futuras operaciones del pensamiento. La inteligencia senso-motora organiza lo real, construyendo, por su funcionamiento mismo, las grandes categorías de la acción que son los esquemas del objeto permanente, del espacio, del tiempo y de la causalidad, subestructuras de las futuras nociones correspondientes. El universo inicial esta centrado en el cuerpo y la acción propios, en un egocentrismo tan total como inconsciente de si mismo. En los primeros 18 meses se produce una “descentración” general, de modo que el niño acaba por situarse como un objeto entre otros, en un universo formado por objetos permanentes, estructurado de manera espacio-temporal y sede de una causalidad a la vez especializada y objetivada en las cosas.
a. El objeto permanente: se universo practico elaborado en el segundo año esta, ante todo, formado de objetos permanentes. El universo inicial es un mundo sin objetos, que solo consisten en cuadros móviles o inconsistentes que aparecen y desaparecen.
b. El espacio y el tiempo: al principio no existen ni un espacio único ni un orden temporal que engloben los objetos y los acontecimientos. Solo se da un conjunto de espacios heterogéneos, centrado todos en el cuerpo propio. En solidaridad con las conductas de localización y de búsqueda del objeto permanente, los desplazamientos se organizan finalmente en una estructura fundamental, que constituye la armazón del espacio practico, en espera de servir de base, una vez interiorizada, a las operaciones de la métrica euclidiana.
c. La causalidad: el sistema de los objetos y de sus desplazamientos es indisociable de una estructuración causal, porque lo propio de un objeto es ser la fuente, el lugar o el resultado de acciones cuyas relaciones constituyen la categoría de la causalidad. Durante el estadio 3 la criatura solo conoce como causa su propia acción. La causalidad inicial puede denominarse mágico-fenomenista; fenomenista porque cualquier cosa puede producir cualquiera otra; y mágica, porque se centra en la acción del sujeto, sin consideración de los contactos espaciales.
A medida que el universo es estructurado por la inteligencia senso-motora según una organización espacio-temporal y por la constitución de objetos permanentes, la causalidad se objetiva y se especializa; es decir, las causas reconocidas por el sujeto están situadas en objetos cualesquiera y las relaciones de causa a efecto entre dos objetos o sus acciones suponen un contacto físico y espacial.
El aspecto cognoscitivo de las reacciones senso-motoras
Se comprueba la existencia de una ley de desarrollo, que tiene cierta importancia ya que regirá toda la evolución intelectual posterior del niño.
El esquematismo senso-motor se manifiesta bajo 3 grandes formas sucesivas:
a. Las formas iniciales están constituidas por estructuras de ritmos cuyos reflejos son diferenciaciones progresivas. Los mismos reflejos particulares dependen de la estructura de ritmo por que su desarrollo conduce a una sucesión.
b. Vienen en seguida regulaciones diversas que diferencian los ritmos iniciales siguiendo múltiples esquemas. La forma mas corriente de esas regulaciones es el control por tanteos que intervienen en la formación de los primeros hábitos y en los primeros actos de inteligencia.
c. Aparece por fin un comienzo de reversibilidad, fuente de futuras “operaciones” del pensamiento, pero ya actuando al nivel senso-motor desde la constitución del grupo practico de los desplazamientos
El aspecto afectivo de las reacciones senso-motoras
El aspecto cognoscitivo de las conductas consiste en su estructuración, y el aspecto afectivo, en su energética. Esos dos aspectos son a la vez irreductibles y complementarios. Del mismo modo que el esquematismo cognoscitivo pasa de un estado inicial centrado en la acción propia a la construcción de un universo objetivo y descentrado, la afectividad de los mismos niveles senso-motores procede de un estado de indiferenciación entre el yo y el entorno físico y humano para construir un conjunto de cambios entre le yo diferenciado y las personas o las cosas.
a. El adualismo inicial: los afectos propios de los dos primeros estadios se inscribenen un contexto de “adualismo”, en el que no existe aun ninguna conciencia del yo, ninguna frontera entre el mundo exterior o vivido y el conjunto de las realidades exteriores. Solo una disociación del yo y del otros permite una descentración tanto afectiva como cognoscitiva
Los afectos observables en ese contexto adualista dependen ante todo de ritmos generales que corresponden a los de las actividades espontaneas y globales del organismo: alternancias entre los estados de tensión y de laxitud, etc. Esos ritmos se diferencian en búsquedas de los ritmos agradables y en tendencias a evitar los desagradables.
b. Reacciones intermedias: durante los estadios 3 y 4, de manera general, se asiste en función de las creciente complejidad de las conductas, a una multiplicación de las satisfacciones psicológicas, que vienen a añadirse a las satisfacciones orgánicas. El contacto con las personas se hace mas importante cada vez, anunciando el paso del contagio a la comunicación. El niño comienza entonces a reaccionar ante las personas, de modo cada vez mas especifico, porque estas actúan de otra manera que las cosas y lo hacen según esquemas que puedan relacionarse con los de la acción propia.
Es esencial comprender que el conjunto de esos progresos afectivos es solidario de la estructuración general de las conductas.
c. Las relaciones “objetales”: durante los estadios 5 y 6 se asiste a lo que Freud llamaba “una elección del objeto” afectivo y que consideraba como una transferencia de la libido a partir del yo narcisista sobre la persona de los padres. Los psicoanalistas hablan ahora de “relaciones objetales”, como señal de la doble constitución de un yo diferenciado de otro, y de otro que se convierte en objeto de afectividad.

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