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Candidiasis Simone A. Nouér Marcia Garnica Marcio Nucci INTRODUCCIÓN Los hongos del género Candida son comensales del ser humano y se encuentran en el ambiente. Las especies de Candida se vuelven patogénicas cuando se afectan las defensas locales o sistémicas del hospedero. En general, el término candidiasis denota las infecciones causadas por especies de Candida. Tales infecciones pueden ser superficiales (por ejemplo: en la piel, las uñas, la vagina y las mucosas oral y esofágica) que constituyen la gran mayoría de las candidiasis. En contraste, las infecciones sistémicas, menos frecuentes que las superficiales, plantean un reto importante en la práctica médica porque su frecuencia ha aumentado en las últimas tres décadas, el diagnóstico es difícil y se asocian con morbilidad y mortalidad altas. El término candidiasis sistémica denota una infección invasiva causada por especies de Candida. Puede ocurrir como candidemia (hemocultivo positivo para especies de Candida) o como enfermedad diseminada a diferentes órganos: corazón, riñones, hígado, bazo, huesos y meninges. En este capítulo se revisan diferentes aspectos de las candidiasis: microbiología, patogénesis, epidemiología, manifestaciones clínicas, diagnóstico y tratamiento, con énfasis especial en la candidiasis sistémica. Microbiología El género Candida abarca más de 150 especies pero solo unas pocas son patógenos humanos. Las especies que con mayor frecuencia causan infecciones en seres humanos son: Candida albicans, C. parapsilosis, C. tropicalis, C. glabrata, C. krusei y C. guilliermondi.[1-3] Además, se ha informado infección por otras especies, entre ellas: Candida lipolytica, C. famata, C. kefyr, C. rugosa, C. peliculosa y C. dubliniensis. Las especies de Candida crecen en muchos medios diferentes. El aspecto macroscópico de las colonias varía según la especie. El examen microscópico muestra células de levadura de forma ovoide y de 4 µm a 6 µm de diámetro. Las especies de Candida se reproducen por gemación y desarrollan diferentes estructuras en los microcultivos, que pueden ser útiles para su identificación. La mayoría de las especies producen seudohifas y algunas, como C. albicans y C. dubliniensis, producen también hifas verdaderas. A partir de la levadura, estas dos especies producen un brote llamado tubo germinal que se prolonga para formar las hifas. La prueba de los tubos germinales se usa regularmente en muchos laboratorios para diferenciar C. albicans y C. dubliniensis de otras especies de Candida. Estas dos especies pueden producir, además, unas células grandes (8 µm a 12 µm), de pared gruesa, llamadas clamidosporos. El uso de medios cromógenos, como el CHROMagar, puede ayudar a definir la especie, según el color de la colonia. El CHROMagar Candida Medium se puede usar para la identificación presuntiva de C. albicans, C. tropicalis y C. krusei, y es un recurso importante para identificar más de una especie en el mismo material biológico.[4]. Un estudio evaluó la utilidad de este medio en un país en vías de desarrollo: más del 90% de los aislamientos hechos a partir de muestras clínicas se identificaron hasta el nivel de especie dentro de las 48 horas siguientes y la prueba fue costo-efectiva.[5] Las pruebas metabólicas facilitan la identificación definitiva de las especies de Candida. Se dispone hoy de estuches comerciales que permiten la identificación estandarizada de la mayoría de dichas especies en varios días. La identificación rápida de las especies de Candida directamente en los frascos de hemocultivos usando la prueba de hibridación in situ por medio de una sonda fluorescente (FISH, por la sigla en inglés de fluorescent in situ hybridization) de ácido nucleico peptídico (PNA, por la sigla en inglés de peptidic nucleic acid), está surgiendo como una modalidad diagnóstica de importancia.[6] Patogénesis Las especies de Candida colonizan normalmente la piel y los tractos gastrointestinal, respiratorio y reproductivo de los seres humanos. El sobrecrecimiento de Candida spp., en estas áreas puede producir enfermedad, y ocurre como resultado de una perturbación del equilibrio hospedero- patógeno, incluyendo, entre otros factores, la ruptura de las barreras mecánicas normales, los cambios en la composición de la microflora y los que ocurren con la humedad, la temperatura y el pH. Igualmente, la enfermedad invasiva ocurre cuando se afectan las defensas del hospedero. Diversas adhesinas facilitan la fijación del hongo a las superficies epiteliales y endoteliales. Se ha asociado la virulencia de C. albicans con la producción de enzimas hidrolíticas secretadas, incluyendo aspartil-proteinasas, fosfolipasas y lipasas. Las aspartil-proteinasas secretadas digieren moléculas para adquirir nutrientes, perturban las membranas de las células del hospedero para facilitar la adherencia y la invasión tisular y rompen células y moléculas del sistema inmune contribuyendo así al proceso infeccioso. Otros factores de virulencia incluyen la producción de una sustancia hemolítica que le facilita al patógeno la adquisición de hierro, y la expresión de receptores del complemento que actúan para inhibir la fagocitosis.[7] La candidiasis clínica se puede dividir en dos categorías amplias: la de las mucosas y la sistémica. La inmunidad innata es el mecanismo protector dominante contra la enfermedad diseminada. Las siguientes células y sustancias participan en la protección contra la infección sistémica: neutrófilos, monocitos, células endoteliales, células dendríticas, plaquetas, opsoninas, citocinas, quimiocinas y el complemento. La inmunidad mediada por células T es crítica para proteger contra la candidiasis de las mucosas, pero otros mecanismos desempeñan un papel importante en la prevención del desarrollo de la candidiasis invasiva; por ello los individuos con inmunodeficiencia de células T no tienen un mayor riesgo de candidemia. El origen de la candidiasis invasiva ha motivado gran controversia. Dado que la colonización precede a la infección invasiva, las fuentes potenciales son el intestino, la piel y los tractos genitourinario y respiratorio. Sin embargo, aunque se aíslan con frecuencia especies de Candida de estos dos tractos no hay datos experimentales ni clínicos que los apoyen como fuentes potenciales. Algunos estudios clínicos han sugerido que la piel puede ser fuente de candidemia y candidiasis invasiva pero una revisión sistemática de la literatura no pudo identificar estudios para apoyar dicha teoría. En contraste, varios estudios apoyan con fuerza el origen intestinal de la candidiasis invasiva. [8] La primera etapa en el desarrollo de la candidiasis invasiva es la colonización del tracto gastrointestinal, que ocurre inmediatamente después del nacimiento y permanece de por vida. La segunda etapa es un aumento de la carga micótica intestinal que puede ocurrir como resultado de la presión selectiva por el uso de antibióticos de amplio espectro, bloqueadores H2 y corticosteroides. El tercer evento es la perturbación de la mucosa como resultado de varios factores, entre ellos: quimioterapia y radioterapia para cáncer, cirugía, hipotensión, trauma, desnutrición e inanición. Sin embargo, como se demostró en un experimento en un voluntario sano, la candidemia puede ocurrir sin daño de las mucosas siempre que la carga micótica en la luz intestinal sea muy alta.[9] Finalmente, si las defensas del hospedero están afectadas (en especial si hay neutropenia) se facilita la diseminación. También puede ocurrir candidemia a partir de fuentes exógenas como se ha demostrado por técnicas moleculares.[10] En tal caso, los principales vectores de la infección son lostrabajadores de la salud. Está menos claro el papel de la inmunidad mediada por células y el de los anticuerpos en la enfermedad diseminada. La inmunidad mediada por células es el principal mecanismo protector contra la candidiasis mucosa no genital. Clínicamente, los pacientes con anormalidad de las respuestas inmunes mediadas por células como consecuencia de infección por VIH o del uso de corticosteroides tienen mayor riesgo de infección de las mucosas. En el tracto genital bajo la inmunidad de las mucosas adquirida localmente parece ser más importante contra la infección por C. albicans que la inmunidad sistémica mediada por células, y la mayoría de las mujeres con vaginitis candidiásica no tienen un defecto inmune sistémico discernible.[11] Epidemiología La candidiasis invasiva ocurre predominantemente en pacientes hospitalizados. En la década de los años 80 del siglo XX la mayoría de tales infecciones se diagnosticaban en pacientes neutropénicos con cáncer. Sin embargo, después de la introducción de la profilaxis con fluconazol ha disminuido considerablemente la incidencia de candidemia en tal situación.[12] Por otra parte, ha aumentado la incidencia en otros grupos como neonatos prematuros y pacientes críticamente enfermos. En un estudio epidemiológico llevado a cabo en 22 hospitales de ocho países latinoamericanos, aunque el cáncer era la principal condición médica subyacente (25%), la mayoría de los pacientes tenían tumores sólidos y desarrollaron candidemia en el marco de complicaciones postoperatorias de cirugía abdominal. En 39% se diagnosticó la candidemia mientras estaban en unidades de cuidados intensivos (datos no publicados). En la tabla 181-1 se presentan los factores de riesgo más importantes para la candidiasis invasiva. Tabla 181-1. Factores de riesgo para la candidiasis invasiva. Evento Factor de riesgo Aumento en la colonización del tracto grastrointestinal por especies de Candida. Uso de antibióticos: • Número. • Vancomicina. • Carbapenem. Hiperglicemia. Colonización en diferentes sitios. Colonización por especies no albicans. Lesión en las superficies mucosas gastrointestinales. Nutrición parenteral total. Quimioterapia. Radioterapia. Cirugía. Enfermedad de injerto frente a huésped. Estado inmune del hospedero. Duración de la neutropenia.Enfermedad de injerto frente a huésped. Otros. Uso de catéter venoso central. Falla renal. Hemodiálisis. Edad. Si se tiene en cuenta que la gran mayoría de las candidiasis invasivas se originan en la flora endógena y que C. albicans es, de lejos, el colonizador más frecuente del intestino, no sorprende que esta especie explique la mayoría de los casos de candidiasis invasiva. Sin embargo, ha aumentado la frecuencia de candidemia debida a especies no albicans y la distribución de especies varía ampliamente en diferentes regiones del mundo. En el Hemisferio Norte, C. albicans explica 50%-60% de los casos de candidemia, seguida por C. glabrata; C. tropicalis es infrecuente.[13] [14] En contraste, en América Latina, C. albicans es responsable de menos del 50% de los casos, C. tropicalis y C. parapsilosis son frecuentes y C. glabrata es menos frecuente.[15-17] Las razones para estas diferencias no están claras pero el uso amplio de fluconazol en el Hemisferio Norte puede explicar, al menos en parte, la incidencia más alta de C. glabrata en esta área. Esto se debe a que C. glabrata es menos susceptible al fluconazol; en tal contexto la infección ocurre como resultado de la presión selectiva. Los pacientes que reciben profilaxia antimicótica pueden desarrollar candidemia aun en presencia del antimicótico, lo que se conoce como breakthrough candidemia. La infección puede ser causada por organismos resistentes pero eso no ocurre en la inmensa mayoría de los casos. En un estudio de 270 candidemias observamos 29 casos de infección breakthrough. Todos los aislamientos eran susceptibles al agente que se estaba usando. Los factores de riesgo para candidemia breakthrough fueron: la exposición previa a más de dos antibióticos por más de 14 días y dos factores del hospedero: neutropenia grave (menos de 100/µL) y tratamiento con corticosteroides.[18] Manifestaciones clínicas Candidiasis de la piel y las uñas Las especies de Candida, en particular C. albicans y C. parapsilosis, colonizan con frecuencia la piel. Las infecciones superficiales debidas a especies de Candida afectan, por lo general, las áreas intertriginosas u ocluidas, la piel glabra y las uñas.[19] Con frecuencia las especies de Candida causan infecciones en los grandes pliegues cutáneos. Las superficies tibias y húmedas y la piel macerada favorecen la infección superficial por Candida. Los sitios afectados incluyen las ingles y la región perianal, la piel bajo las mamas péndulas o bajo los grandes pliegues abdominales y las axilas. Condiciones ambientales como el clima caliente y húmedo, el hacinamiento y la mala higiene personal predisponen al intertrigo candidiásico. La diabetes mellitus, la obesidad, los tratamientos con antibióticos o corticosteroides, las enfermedades cutáneas preexistentes y las infecciones por VIH y HTLV-1 son los principales factores del hospedero.[19] Típicamente, las lesiones son eritematosas, papulares o maculopapulares y son frecuentes el prurito, la sensación de quemadura y el dolor. A menudo se observan erosión y descamación en los bordes de las lesiones. Pueden ocurrir varias infecciones, entre ellas: dermatitis candidiásica en la zona del pañal, que es más común cuando se usan pañales no desechables.[20] miliaria, que afecta la espalda de los individuos confinados al lecho, en particular de los que sudan profusamente; queilitis angular con maceración de la piel en los ángulos de la boca acompañada de dolor, eritema y fisuras; foliculitis, infecciones interdigitales y paroniquia. Esta última es particularmente frecuente en personas con actividades asociadas con inmersión prolongada de las manos en agua. Las infecciones interdigitales se manifiestan como áreas dolorosas, erosionadas y eritematosas entre los dedos de las manos o de los pies. La paroniquia se presenta con enrojecimiento, hinchazón y dolor en el pliegue ungueal, que se pueden extender por debajo de la uña; puede evolucionar a onicomicosis pero esta última puede ocurrir sin el antecedente de aquella. C. albicans y C. parapsilosis son las especies que predominan como causa de onicomicosis.[21] Los recién nacidos pueden desarrollar candidiasis cutánea congénita, enfermedad que probablemente se adquiere en forma secundaria por contaminación de la piel a partir de una fuente materna. Se manifiesta como lesiones difusas, maculares, papulares o pustulares. Es frecuente la afectación de las palmas y las plantas. A menudo hay infección intrauterina. La candidiasis mucocutánea crónica se presenta durante la niñez y se caracteriza por infección recurrente y persistente de la piel, las uñas y las superficies mucosas. Los pacientes con esta enfermedad tienen deficiencia de la inmunidad mediada por células T. La enfermedad puede limitarse a las uñas o afectar todo el cuerpo. La manifestación inicial más frecuente es la candidiasis oral. Las manifestaciones más comunes en las mucosas incluyen la vulvovaginitis y las infecciones de la orofaringe, la laringe y el esófago. La enfermedad puede ocurrir aisladamente o junto con trastornos endocrinos, autoinmunes o infecciosos como el hipoparatiroidismo, la enfermedad de Addison y el vitiligo. Una forma de candidiasis mucocutánea crónica de la vida adulta, que se presenta después de la tercera década de la vida, se asocia con timoma, miastenia gravis, hipogammaglobulinemiay anomalías de la médula ósea.[22] Candidiasis oral y de las mucosas La candidiasis orofaríngea es la infección micótica más frecuente de la cavidad oral. Las especies de Candida a menudo colonizan la cavidad oral y los factores que afectan la colonización incluyen la edad, el uso de prótesis dentales, la desnutrición, la higiene oral y el ser tratado con antibióticos. C. albicans es la especie que con mayor frecuencia coloniza la cavidad oral pero las especies no albicans se están identificando cada vez más. Los factores de riesgo para la candidiasis orofaríngea incluyen las edades extremas, la diabetes mellitus, la desnutrición, la inmunodeficiencia mediada por células T y circunstancias locales como las prótesis dentales, la xerostomía y la ruptura de las barreras mucosas causada por la radioterapia o la quimioterapia para el cáncer. La candidiasis orofaríngea es la micosis más frecuente en individuos VIH+. Es particularmente común en los pacientes con recuentos de CD4 por debajo de 200/µL.[23] Son diversas las manifestaciones clínicas de la candidiasis orofaríngea. La más frecuente es una forma seudomembranosa caracterizada por la aparición de placas blancas en la mucosa bucal, las encías, el paladar y la lengua. La candidiasis aguda atrófica (candidiasis eritematosa), que es más difícil de reconocer, se caracteriza por lesiones rojas que se presentan, típicamente, en el dorso de la lengua. La glositis romboide mediana se presenta como una lesión eritematosa lisa, algunas veces elevada, en la línea media de la superficie dorsal de la lengua; se la consideraba antes como una anomalía del desarrollo pero hoy está reconocida como una manifestación de la infección por Candida. La candidiasis atrófica crónica, que se presenta con eritema y edema de las mucosas, afecta las áreas de trauma local persistente por las prótesis dentales. La queilitis angular, una inflamación de los ángulos de la boca, puede ser precipitada por varias causas incluyendo la infección por Candida. Las lesiones de la candidiasis hiperplásica crónica (leucoplaquia candidiásica) se presentan típicamente como parches blancos, elevados, firmes y adherentes sobre la mucosa bucal o la lengua. C. albicans se asocia con la lengua negra peluda, caracterizada por hipertrofia de las papilas filiformes en la superficie de la lengua, que ocurre, típicamente, después del uso de antibióticos. A semejanza de lo que ocurre en la cavidad oral, Candida es un colonizador frecuente del esófago y C. albicans es la especie más frecuente como colonizadora e infectante. Los factores asociados con la candidiasis esofágica incluyen la deficiencia de la inmunidad mediada por células T, los tratamientos con antibióticos y con inhibidores de la bomba de protones y circunstancias locales como la inhalación de esteroides y el carcinoma esofágico.[23] Las manifestaciones clínicas incluyen odinofagia, disfagia y dolor retroesternal, aunque la candidiasis esofágica puede ser asintomática y descubierta solo por endoscopia. Candidiasis genital Las especies de Candida son colonizadoras normales de la mucosa vaginal y en ciertas circunstancias pueden causar infección. Los factores predisponentes incluyen los tratamientos con antibióticos, la diabetes mellitus, el embarazo, el uso de ropa mal ventilada y los anticonceptivos orales.[11]. Se calcula que tres de cada cuatro mujeres sufren al menos un episodio de candidiasis vulvovaginal en el curso de sus vidas. Es una enfermedad rara antes de la menarquia y menos frecuente después de la menopausia. Los hallazgos clínicos consisten en prurito, eritema, edema, fisuras, disuria y dispareunia. La inflamación se puede extender por toda la vulva y hasta el periné. Es frecuente que haya flujo. Algunas mujeres desarrollan candidiasis vulvovaginal recurrente. Con excepción de las diabéticas con mal control de la glucemia es raro que estas pacientes tengan factores precipitantes o causales reconocibles. Probablemente esta enfermedad ocurre como consecuencia de un estado local de inmunodeficiencia que permite la proliferación intravaginal incontrolada de la levadura. La gran mayoría de las infecciones recurrentes se deben a C. albicans sensible a los azólicos, incluso en pacientes que han recibido cursos repetidos de estos medicamentos. Sin embargo, en algunas pacientes la infección se debe a aislamientos de Candida no albicans, en particular C. glabrata. Las especies de Candida son la causa infecciosa más común de balanitis y explican aproximadamente una tercera parte de los casos. Las lesiones empiezan como pequeñas pápulas o papulopústulas que pueden desprenderse dejando erosiones eritematosas asociadas con escamas blancuzcas. La infección se puede extender al escroto y las ingles. A menudo hay prurito y sensación de quemadura, en particular después del coito.[24] Candidiasis invasiva La candidiasis invasiva puede o no estar acompañada de candidemia, afectar varios órganos y ser aguda o crónica. El cuadro clínico de la candidiasis invasiva aguda depende de la población afectada. En recién nacidos su presentación clínica es similar a la de la sepsis bacteriana y la diseminación a otros órganos es más frecuente que en niños mayores y en adultos. Los órganos afectados con mayor frecuencia son: piel, huesos, sistema nervioso central y ojos. Es común la candidemia persistente. En adultos la presentación clínica más frecuente es la fiebre como síntoma único. Con menor frecuencia los pacientes pueden presentar signos de sepsis como escalofríos e hipotensión o deterioro lento de las condiciones clínicas generales con fiebre o sin ella. Aproximadamente en el 10% de los pacientes neutropénicos puede ocurrir un cuadro de mialgias y lesiones cutáneas metastásicas, usualmente en la infección debida a C. tropicalis. A menudo los hemocultivos son positivos. Las lesiones son micronódulos o pápulas eritematosas. La retina se afecta en 5%-10% de los pacientes quienes, usualmente, no aquejan trastornos visuales. Otros sitios afectados en la candidiasis invasiva incluyen los huesos, las articulaciones, el corazón (endocarditis), las meninges y los pulmones. La invasión pulmonar en la candidiasis ocurre casi exclusivamente como resultado de la diseminación hematógena de la infección. La candidiasis diseminada crónica, también llamada candidiasis hepatoesplénica crónica, es un síndrome que afecta casi exclusivamente a pacientes con neutropenia grave (menos de 100/µL) que no recibieron profilaxis con fluconazol. La presentación típica es una fiebre persistente o recurrente después de la recuperación de la médula ósea, con dolor abdominal o sin él, ictericia, hepatoesplenomegalia y elevación de la fosfatasa alcalina. También son típicos los abscesos múltiples en el hígado, el bazo y los riñones, que se pueden evidenciar por ultrasonografía, tomografía computarizada (TC), resonancia magnética (RM) y tomografía por emisión de positrones (TEP).[25] Las especies de Candida son responsables de 2%-10% de los casos de endocarditis en válvulas protésicas, y el 25% de los pacientes con dichas válvulas que desarrollan candidemia se complican con endocarditis.[26] El cuadro clínico de la endocarditis candidiásica es indistinguible del de la endocarditis bacteriana, con fiebre (75%), soplo (50%) y falla cardíaca (25%). Típicamente las vegetaciones son grandes lo que refleja un diagnóstico tardío. La candidiasis del sistema nervioso central es rara y se puede manifestar como meningitis o absceso cerebral; usualmente es una manifestación de la diseminación hematógena. Como ya se dijo, esta complicación es particularmente frecuente en neonatoscon candidemia. La meningitis puede ocurrir también después de neurocirugía o como una infección asociada a la contaminación de cuerpos extraños tales como los reservorios Ommaya y las derivaciones ventrículo-peritoneales. La osteomielitis por Candida generalmente ocurre en el marco de la diseminación hematógena de la candidemia. La peritonitis ocurre en dos contextos: en pacientes con diálisis peritoneal ambulatoria continua y como complicación de trastornos abdominales supurativos tales como abscesos, pancreatitis y colecistitis. Diagnóstico En general, el diagnóstico de candidiasis se confirma por el crecimiento de Candida a partir de un material biológico. Sin embargo, dado que las especies de Candida colonizan muchas áreas del cuerpo, algunas veces es difícil interpretar los resultados de los cultivos. El diagnóstico de candidiasis invasiva se confirma usualmente por el crecimiento de especies de Candida a partir de líquidos normalmente estériles. Tal es el caso, por ejemplo, de los hemocultivos. Sin embargo, el crecimiento de especies de Candida en la orina no es diagnóstico de candidiasis del tracto genitourinario; en efecto: la candiduria, en la inmensa mayoría de los casos, significa colonización más que verdadera infección. La candiduria es frecuente en especial en individuos con sonda vesical. En un estudio prospectivo de 861 pacientes con candiduria, 83% tenían historia de cateterismo urinario 30 días antes.[27] En otro estudio, 6% de los voluntarios sanos tenían candiduria.[28] La candiduria puede representar colonización, cistitis o infección sistémic.[29] y no hay métodos sencillos y confiables para distinguir entre estas tres posibilidades. El crecimiento de especies de Candida en los hemocultivos se debe interpretar como infección verdadera y tratar al paciente apropiadamente. No hay recomendaciones especiales para obtener los hemocultivos en pacientes con sospecha de candidemia. Los sistemas automatizados disponibles en la actualidad para detectar el crecimiento suministran frascos específicos para hongos, cuyo comportamiento, en general, es mejor que el de los frascos aerobios en especial para detectar precozmente el crecimiento. Por otra parte, aunque las especies de Candida crecen bien en frascos aerobios, el crecimiento de algunas, como C. glabrata, se demora significativamente.[25] [30] [31] La figura 181-1 presenta un algoritmo para el diagnóstico de la candidiasis invasiva. Aunque los hemocultivos son la mejor manera de detectar candidemia, carecen de sensibilidad; así lo demostró un estudio de autopsias en el que solo el 21% de los casos con candidiasis invasiva comprobada en la necropsia habían tenido hemocultivos positivos.[32] Muchos casos de candidiasis invasiva se pasan por alto con los métodos microbiológicos estándar por lo que se necesitan con urgencia pruebas diagnósticas que no se basen en cultivos. Tales ensayos, que están en diferentes etapas de desarrollo, incluyen pruebas para D-arabitinol, mananes, glucanes, anticuerpos contra Candida y reacción en cadena de la polimerasa (PCR, por la sigla en inglés de polymerase chain reaction). De particular interés es la detección en el suero de 1,3-D-glucán, que es un componente de la pared de diferentes hongos. En pacientes neutropénicos una prueba positiva tuvo 100% de sensibilidad y 90% de especificidad para diagnosticar candidiasis invasiva. Los valores predictivos positivo y negativo para tres pruebas positivas consecutivas fueron 80% y 96%, respectivamente.[33] Figura 181-1. Algoritmo para el diagnóstico de candidiasis invasiva. Tratamiento Candidiasis de la piel y las uñas La candidiasis cutánea generalmente responde al tratamiento tópico con nistatina o derivados imidazólicos.[34] Dado que la humedad de la piel es un componente común de la infección, los antimicóticos tópicos en polvo son más efectivos, y son importantes las medidas para promover la sequedad de la piel afectada. Los corticosteroides tópicos pueden aliviar los síntomas. Los agentes antimicóticos sistémicos se deben reservar para los casos de afectación extensa de la piel. La candidiasis del lecho ungueal se debe tratar modificando los factores ocupacionales predisponentes y con medicamentos antimicóticos tópicos; si estas medidas no controlan la infección, usualmente se la puede tratar modificando los factores ocupacionales predisponentes, haciendo drenaje y con antimicóticos tópicos. En casos recalcitrantes o cuando la uña misma está afectada se debe recurrir a la terapia sistémica. Con frecuencia se usa itraconazol oral para tratar a los pacientes con onicomicosis.[34] Para el tratamiento de la candidiasis cutánea congénita se emplean por lo general antimicóticos tópicos (nistatina o azólicos).[35] En contraste, el tratamiento de la candidiasis cutánea crónica requiere antimicóticos sistémicos y con mayor frecuencia se usa el fluconazol. La respuesta es lenta y usualmente es necesario hacer tratamientos prolongados.[22] Candidiasis oral y de las mucosas Las principales opciones terapéuticas disponibles para el tratamiento de la candidiasis oral son los azólicos tópicos (troches[*] de clotrimazol) y los orales (fluconazol, ketoconazol, itraconazol), los polienos orales (nistatina y anfotericina B), la anfotericina B intravenosa y las equinocandinas intravenosas. La mayoría de los pacientes responden al tratamiento tópico (troches de clotrimazol de 10 mg, 5 al día, o nistatina 500.000 unidades 4 veces al día) o a la terapia sistémica oral (fluconazol 100 mg diarios por 2 semanas, itraconazol en solución oral 100-200 mg diarios por 2 semanas). La candidiasis oral refractaria al fluconazol es un reto; las opciones terapéuticas en tal caso incluyen: aumentar la dosis de fluconazol hasta un máximo de 800 mg diarios por un período más largo, la solución oral de itraconazol 100-200 mg 2 veces al día, una equinocandina, la combinación de fluconazol y terbinafina (250 mg diarios) o el sargramostim (GM-CSF: 2,5 µg/kg/día) (por la sigla en inglés de granulocyte-macrophage-colony stimulating factor).[36] Algunas regiones de los países en vías de desarrollo con recursos limitados pueden no tener acceso a la terapia antimicótica estándar para la candidiasis orofaríngea. En tales casos, la violeta de genciana puede ser tan efectiva como la nistatina o el ketoconazol. El fluconazol (100 mg diarios por 2 a 3 semanas) es la piedra angular de la terapia para la candidiasis esofágica; la tasa de respuesta es, típicamente, mayor del 80%. El voriconazol 200 mg 2 veces al día es tan efectivo como el fluconazol y puede desempeñar un papel en las infecciones resistentes a este último, pero produce más reacciones adversas. Para los casos refractarios a los azólicos son buenas opciones la anfotericina B intravenosa o una equinocandina.[37] Candidiasis genital Los casos esporádicos y leves de vulvovaginitis por Candida se tratan bien con cursos cortos de azólicos o nistatina tópicos. Una opción efectiva es la terapia oral con uno de los siguientes medicamentos: fluconazol a la dosis única de 150 mg, itraconazol 200 mg por 3 días o ketoconazol 200 mg, 2 veces al día por 5 días. En casos graves puede ser necesario, para lograr una respuesta clínica adecuada, administrar una semana o más de terapia tópica o 2 dosis de fluconazol de 150 mg con 3 días de intervalo. La solución de ácido bórico o la de violeta de genciana también pueden ser útiles en el tratamiento de la candidiasis vulvovaginal. Para las infecciones recurrentes causadas por C. glabrata o C. krusei que no respondan a la terapia convencional, se pueden usar ácido bóricotópico 600 mg diarios por 14 días y crema de fluocitosina. Para la balanitis candidiásica generalmente es efectiva la terapia tópica con antimicóticos azólicos.[11] Candidiasis invasiva En la tabla 181-2 se presenta una lista de los medicamentos disponibles para el tratamiento de la candidiasis invasiva. Los antimicóticos disponibles en la actualidad para tratar esta enfermedad, estudiados en ensayos clínicos con asignación aleatoria, incluyen el fluconazol, el desoxicolato de anfotericina B, la anfotericina B liposomal, la caspofungina, la micafungina, la anidulafungina y el voriconazol.[38-42] Las equinocandinas parecen ser los mejores agentes para el tratamiento de la candidemia porque son fungicidas para Candida y activas contra todas las especies del género, tienen un buen perfil de seguridad y pocas interacciones medicamentosas. Aunque estos medicamentos presentan concentraciones inhibidoras mínimas (MIC, por la sigla en inglés de minimal inhibitory concentration) más altas contra algunas especies de Candida como C. parapsilosis y C. guilliermondii, hasta ahora no se ha establecido para estos agentes, en el tratamiento de la candidemia, una correlación entre la MIC y el desenlace. El fluconazol es una buena opción desde que el paciente no esté gravemente enfermo y la especie no sea C. glabrata o C. krusei. C. glabrata presenta una MIC más alta para el fluconazol y C. krusei es resistente a este medicamento. La anfotericina B desoxicolato presenta tasas de toxicidad más altas, especialmente en adultos, y es una opción inaceptable en pacientes con alto riesgo de falla renal. La anfotericina B liposomal es mucho más tolerable que la forma desoxicolato pero puede ocurrir algo de toxicidad renal, en especial en pacientes críticamente enfermos. Se puede usar voriconazol como alternativa al fluconazol en pacientes con candidemia por C. krusei o C. glabrata, aunque puede ocurrir resistencia cruzada con la última de estas especies. Una limitación para el uso del voriconazol es la contraindicación relativa del preparado intravenoso (pero no del oral) en pacientes con función renal afectada. No se ha establecido la duración del tratamiento de la candidemia. Una recomendación razonable es continuarlo al menos por 14 días después de la negativización de los hemocultivos. La candidemia persistente, que no es rara, es más común en neonatos, en niños y en pacientes que están recibiendo fluconazol. Su presencia debe motivar la búsqueda de infección en sitios remotos tales como endocarditis y tromboflebitis séptica. Tabla 181-2. Medicamentos disponibles para el tratamiento de la candidiasis invasiva Clase, medicamento Preparación Espectro contra Candida Dosis (en adultos) Comentarios Polienos D-AMB L-AMB ABLC IV IV IV +++ +++ +++ 0,6-1 mg/kg/día. 3-5 mg/kg/día. 3-5 mg/kg/día. Eventos agudos adversos, toxicidad renal. Eventos agudos adversos y toxicidad renal menos frecuentes que con D-AMB; costo alto en la mayoría de los países. Eventos agudos adversos similares a los del D-AMB; toxicidad renal menos frecuente que con el d-AMB. Azoles Fluconazol IV, PO ++* 400-800 mg/día. Tasas más altas de candidemia persistente, inferior a laanidalufungina en un RCT. Voriconazol IV, PO +++ 3 mg/kg 12/12 horas (doble dosis el primer día). Potencial de resistencia cruzada con el fluconazol; limitación para el preparado i.v. si la depuración de creatinina es menor de 50 mL/min. Primera escogencia en la mayoría de los casos; CIM más alta para C. parapsilosis, importancia clínica desconocida. Equinocandinas Caspofungina IV +++ 50 mg/día (70 mgel primer día). Reducir la dosis si hay falla hepática moderada. Micafungina IV +++ 100 mg/día (200 mgel primer día). No dosis de carga. Anidalofungina IV +++ 100 mg/día (200 mgel primer día). Superior al fluconazol en un RCT. D-AMB: anfotericina B desoxicolato; L-AMB: anfotericina B liposomal; ABLC: complejo lipídico de anfotericina B; RCT (randomized clinical trial): ensayo clínico con asignación aleatoria; CIM: concentración inhibidora mínima. * C. krusei resistente; C. glabrata menos susceptible Está en discusión el manejo del catéter en pacientes con candidemia. Las guías recientes para el tratamiento de la candidiasis recomiendan fuertemente la remoción temprana del catéter venoso central (CVC) en todos los pacientes no neutropénicos con candidemi.[43] o en los casos de candidemia relacionados con el CVC.[44] Estas recomendaciones se basaron en estudios seleccionados sugestivos de que la remoción pronta del CVC se asociaba con mejores desenlaces, los que incluían: mejor resultado del tratamiento, erradicación micológica más rápida, disminución de las tasas de candidemia recurrente y persistente y mejor tasa de supervivencia.[45-48] Sin embargo, estos estudios tuvieron limitaciones importantes: tamaño pequeño de las muestras, recolección retrospectiva de los datos, inclusión de pacientes sin candidemia, falta de una definición de lo que constituye remoción “temprana” del CVC y análisis estadísticos subóptimos incluyendo la falta de ajuste para confundidores potenciales importantes del hospedero tales como el puntaje alto en el índice de gravedad de la enfermedad y la neutropenia persistente. Evaluamos los efectos de la remoción temprana del CVC sobre los desenlaces de importancia clínica en 842 pacientes participantes en dos ensayos controlados con asignación aleatoria (RCT, por la sigla en inglés de randomized controlled trial) recientes, grandes y multicéntricos de tratamiento de candidemia.[48] [49] Examinamos específicamente si la remoción temprana del CVC –definida como la que se lleva a cabo dentro de 24-48 horas de haber iniciado la terapia antimicótica- se asociaba con los desenlaces benéficos que fundamentan las recomendaciones actuales para la remoción precoz.[43] [44] es decir, mejor resultado del tratamiento, erradicación micológica más rápida, menores tasas de candidemia recurrente y persistente y mejor tasa de supervivencia. No pudimos identificar un efecto benéfico de la remoción precoz sobre ninguno de los seis desenlaces predefinidos; ello indica que puede no estar justificada la recomendación de retirar todos los CVC en pacientes no neutropénicos. Más bien, se debe individualizar el manejo del CVC teniendo en cuenta varios factores tales como la necesidad del mismo y los riesgos frente a los beneficios de la sustitución del CVC en un paciente que no está respondiendo a una terapia antimicótica óptima y que, a la luz de una evaluación apropiada, no parece tener un foco de infección distinto del CVC. Los pacientes con candidiasis diseminada crónica se deben tratar con cualquiera de los agentes usados para el tratamiento de la candidemia. Es preferible un preparado oral (fluconazol o voriconazol) porque usualmente el tratamiento se hace por períodos largos (meses). Dado que la mayoría de las manifestaciones de la candidiasis diseminada crónica se relacionan con una exacerbación de la respuesta inmune, estudios recientes sugirieron que el uso de corticosteroides es benéfico porque abrevia la duración de los síntomas y del tratamiento.[50] Se debe individualizar la duración del tratamiento de la candidiasis invasiva en otros órganos. Recientemente se publicó una revisión al respecto.[37] En particular, es un gran reto el tratamiento de la endocarditis por Candida. El tratamiento sin reemplazo valvular usualmente se asocia con una tasa alta de fracasos pero no siempre es factible la cirugía. Control y prevención Las medidas preventivas en candidiasis dependen del sitio de la infección. El uso profilácticode antimicóticos se debe reservar para la candidiasis invasiva en ciertos escenarios clínicos y para la candidiasis recurrente de las mucosas en pacientes muy inmunosuprimidos. En esta última situación el clínico debe sopesar los beneficios potenciales frente a la posibilidad de inducir resistencia. La profilaxis contra la candidiasis invasiva está indicada en las siguientes situaciones: neonatos de alto riesgo, pacientes con leucemia mieloide aguda que estén recibiendo tratamiento para inducirles remisión, trasplantes alogénicos de células madre en el período temprano postrasplante, receptores de trasplante hepático de alto riesgo, receptores de trasplante intestinal o pancreático, pacientes con pancreatitis que requieran cirugía y pacientes con complicaciones de cirugía abdominal. El fluconazol ha sido el medicamento estudiada más extensamente y es la de elección en la mayoría de los casos.[37] BIBLIOGRAFÍA 1. Colombo AL, Nucci M, Park BJ, Nouér SA, Arthington-Skaggs B, et al. Epidemiology of candidemia in Brazil: a nationwide sentinel surveillance of candidemia in eleven medical centers. J Clin Microbiol. 2006; 44(8): 2816-23. 2. 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