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Entomoftoromicosis: conidiobolomicosis y basidiobolomicosis Rafael Isa-Isa Roberto Arenas Microbiología Las entomoftoromicosis (conidiobolomicosis y basidiobolomicosis) son causadas por Zygomycetos del orden Entomophthorales, en particular Conidiobolus coronatus y Basidiobolus haptosporus. Son micosis de etiología, características clínicas y epidemiología diferentes, que afectan al tejido celular subcutáneo. La histología es muy parecida pero algunos aspectos permiten diferenciarlas. Los individuos afectados son normales desde los puntos de vista fisiológico e inmunológico; la enfermedad no se relaciona con factores predisponentes, a pesar de que en los casos de conidiobolomicosis se ha evidenciado, durante la observación clínica, el paso de la fase I a la fase II cuando se presentan eventos inmunosupresores, principalmente el uso de fármacos y la presencia de diabetes mellitus. Hay 27 especies de Conidiobolus. C. coronatus (Costantin, Batko) que se considera sinónimo de Delacoixia coronata (de Hoog y Guarro, 1995) se caracteriza por esporóforos sin vesícula subesporangial, conidios con papila sobresaliente de 25 a 45 micrómetros de diámetro producidos por conidióforos cortos no ramificados (conidios en limón), algunos con vellosidades superficiales; hay conidios con varias papilas y esporas que se distribuyen en forma de corona y filamentos en mancuerna.[1] Conidiobolus coronatus crece entre 30ºC y 37°C y es sensible al cloranfenicol. La colonia es de crecimiento rápido, glabra, plegada y de color marrón; la cubre un micelio fino y las paredes del tubo están llenas de conidios que son lanzados hasta 30 cm de distancia. Basidiobolus haptosporus (Drechsler, 1947) se considera actualmente sinónimo de B. meristosporus y B. ranarum de acuerdo con los análisis de restricción de ácido desoxirribonucleico ribosomal (rADN) y bandas de isoenzimas. Se caracteriza por esporoforas con vesícula subesporangial, conidios y cigosporas. Las colonias son planas, glabras, de color gris a beis, plegadas en el centro, tienen olor característico a humedad (similar al del Streptomyces) y capacidad de esporular en un tiempo muy corto. Patogénesis No se conoce bien la patogenia de la enfermedad. Los Entomophthorales son hongos saprobios de plantas u otros vegetales en descomposición. Tienen un esporangio que funciona como un conidio que al madurar es lanzado enérgicamente al exterior; las esporas se adhieren a las patas de insectos que actúan como vectores. Los anfibios y reptiles se alimentan de insectos infectados y estos hongos pueden vivir en el intestino y las heces de dichos animales. La vía de entrada posiblemente es un pequeño traumatismo originado por una espina o por la picadura de un insecto o artrópodo; en otros casos puede penetrar a las vías respiratorias y el tubo digestivo por inhalación o deglución de esporas. Después de la penetración se produce en la piel alrededor de la hifa cenocítica un collar granular eosinófilo (fenómeno de Splendore-Hoeppli), que ha sido interpretado como una reacción de tipo antígeno-anticuerpo o de lisis celular; la sustancia eosinófila está constituida por fibrina, lipofuscina, fosfolípidos, lípidos ácidos o neutros y granulomas acompañados de gran reacción fibrótica (bandeira). No se han encontrado factores que predispongan a la aparición de la basidiobolomicosis. Epidemiología Estas micosis son de distribución mundial pero predominan en áreas tropicales; se las ha descrito en los climas ecuatorial, tropical y semiárido. Son más frecuentes en el grupo étnico afroamericano, se presentan en ambos sexos pero de preferencia en varones (75% en mayores de 20 años de edad). Se han reportado casos en adolescentes y en ancianos.[2-4] Se han registrado alrededor de 350 casos en el mundo. Los casos de conidiobolomicosis en seres humanos provienen de zonas tropicales de Asia (Tailandia, India), norte de Australia y África (en especial Nigeria, Camerún y Congo).[5] En Latinoamérica se conocen 38 casos, 27 de ellos de rinoentomoftoromicosis, que proceden de Brasil (84%), Costa Rica, Colombia y México. El primer caso fue reportado en Gran Caimán.[6-9] En 2009 se describió el primer caso en China.[10] Se han registrado casos esporádicos en Estados Unidos, Europa y Australia. En Latinoamérica, especialmente en el Caribe, se han informado casos en El Salvador, Cuba, Panamá y por lo menos 10 casos en República Dominicana. El 80% de los casos de basidiobolomicosis ocurre en menores de 20 años y el 40% en menores de 10 años. Se ha aislado Basidiobolus de anfibios, reptiles y murciélagos y se han demostrado lesiones subcutáneas en caballos y gastrointestinales en perros. Inmunidad Las entomoftoromicosis son enfermedades raras de animales y seres humanos inmunocompetentes. Manifestaciones clínicas La rinoconidiobolomicosis se manifiesta por una tumefacción subcutánea que involucra la mucosa y los tejidos blandos de la región centrofacial. Se desconoce el tiempo de incubación. Inicialmente -fase I- aparece un nódulo nasal unilateral, que evoluciona muy lentamente durante años, y afecta las fosas nasales, los senos paranasales y la faringe. Se puede observar un área de tumefacción poco sintomática, dura a la palpación. En ocasiones muestra eritema y aumento de la trama vascular. En la fase II se extiende hacia las regiones glabelar y frontal, los labios y tejidos adyacentes como mejillas y párpados; la afectación es bilateral sobre todo en presencia de factores que favorezcan la diseminación como la infección por VIH/sida, la diabetes mellitus II y los medicamentos inmunosupresores. Se acentúa la tumefacción centrofacial y de los párpados, con gran edema y deformación, obstrucción del campo visual y crecimiento muy marcado de los labios (labios en tapir, hombres hipopótamos). La fase III se caracteriza por afección muscular, de huesos y vísceras (figuras 195-1,195-2 y 195-3).[11-13] Figura 195-1. Conidióbolomicosis en Fase II. Se observa afección palpebral y en boca la llamada “boca de tapir”. Figura 195--2. Conidióbolomicosis en Fase II. Se observa afección palpebral y en boca la llamada “boca de tapir”. Figura 195--3. Conidióbolomicosis Fase III. Afectación palpebral. La basidiobolomicosis tiene una forma subcutánea y una visceral. La primera afecta el tronco, extremidades superiores o inferiores, nalgas, cuello o cara. Es casi siempre unilateral y se inicia por un nódulo que aumenta de tamaño, hasta dar lugar a grandes zonas infiltradas con superficie eritematosa y caliente (celulitis inflamatoria) de consistencia dura y bien circunscritas, fijas a la fascia muscular pero no a la piel y con cierto grado de linfedema. Solo ocasionalmente se afectan los ganglios.[14] En cuanto a la forma visceral, que aparentemente es inusual, afecta sistemas extracutáneos, como el gastrointestinal y el pulmonar; en ambos la evolución es prolongada y el diagnóstico, difícil. Para el tratamiento usualmente se requieren cirugía y terapia antifúngica prolongada para la cual se recomienda el itraconazol.[15] Diagnóstico En el examen directo de un fragmento de tejido el estudio micológico muestra hifas cortas y gruesas, sin tabiques o estos son escasos. Los cultivos se hacen en agar Sabouraud sin cicloheximida (Actidione™) ni cloranfenicol incubados a 37°C. Conidiobolus coronatus da lugar a colonias de crecimiento rápido glabras, plegadas y de color marrón, cubiertas de un micelio fino; las paredes del tubo están llenas de conidios, que son lanzados hasta 30 cm de distancia. En el estudio microscópico hay esporóforos sin vesícula subesporangial, conidios con papila sobresaliente (en limón) y vellosidades; hay conidioscon varias papilas y esporas que se distribuyen en forma de corona y filamentos en mancuerna (figura 195-4). En el caso de Basidiobolus, en el examen microscópico se encuentran filamentos gruesos de 8 a 20 micrómetros de diámetro y con pocos tabiques, cigosporas de 20 a 50 micrómetros de diámetro con pared lisa u ondulada y una papila o pico. Los esporangióforos tienen una parte terminal alargada que produce un esporangio unicelular (conidio adhesivo) q eacción inflamatoria y granulomatosa en la hipodermis, con infiltrados predominantemente de mononucleares, neutrófilos y eosinófilos; hay trombosis vascular que deja por debajo una vesícula subconidial o esporangiolo; los conidios son proyectados con tal fuerza que se estampan y adhieren a las paredes del tubo de cristal. Figura 195--4. Histopatología el fenómeno de Splendore Hoeppli y se observa filamentos gruesos (HE 40X). En los casos de conidiobolomicosis la biopsia se debe tomar de preferencia en pacientes en fase II, de la región glabelar, donde se evidencia r e hifas gruesas de 2 a 6 micrómetros de diámetro, con tabiques escasos y rodeadas de material eosinófilo radiado (fenómeno de Splendore-Hoeppli), lo que es fácil de observar con hematoxilina y eosina, PAS (periodic acid Schiff) y tinción de Gomori-Grocott. [16] Se han descrito una fase inicial aguda o inflamatoria, una fase granulomatosa, con el característico collar eosinófilo alrededor de las hifas, y una fase regresiva (figuras 195-5, y 195-6). Figura 195--5. Grocott 40X Figura 195--6. Cultivo en Sabouraud, conidios de Conidiobolus spp. En los estudios de laboratorio puede haber leucocitosis, eosinofilia y aumento de la velocidad de sedimentación eritrocítica. Las radiografías de cráneo muestran incremento de los tejidos blandos, antro opaco, obliteración del espacio nasal y engrosamiento de la mucosa. No hay afectación de huesos ni de cartílago, excepto en la fase III. Hay técnicas de serodiagnóstico por inmunodifusión para conidiobolomicosis y basidiobolomicosis (C. coronatus y B. ranarum).[17] TRATAMIENTO Ha habido casos aislados de curación espontánea de pacientes con conidiobolomicosis. La tasa de mortalidad es del 2%. Para el tratamiento se puede utilizar itraconazol 300 mg/día durante seis a nueve meses por lo menos. Son alternativas terapéuticas: anfotericina B intravenosa, diaminodifenilsulfona (DDS) 1 a 2 mg/kg de peso al día; ketoconazol, 400 mg/día; fluconazol, yoduro de potasio, 5-fluorocitosina y trimetoprim-sulfametoxazol. En algunos casos se usan combinaciones de antifúngicos. En pacientes con grandes deformaciones es necesaria la reconstrucción quirúrgica.[18] En el caso de basidiobolomicosis se usan: yoduro de potasio, 25 a 50 mg/kg/día por lo menos durante 6 a 12 meses; trimetoprim-sulfametoxazol, 80/400 mg, una a dos tabletas cada 12 horas al menos por dos meses. En casos resistentes se recurre a la anfotericina B intravenosa. Control y prevención Los agentes productores de estas enfermedades son hongos saprobios del suelo, plantas y madera en descomposición, por lo que su control y prevención son verdaderamente difíciles. Se deben implementar medidas adecuadas para prevenir los traumatismos, principalmente con espinas y astillas de madera, que son uno de los posibles mecanismos de patogénesis. Entre ellas el uso de vestimenta adecuada, guantes y mascarillas, principalmente en trabajadores de jardinería y agricultura.[19] BIBLIOGRAFÍA 1. Arenas R. Micología Médica Ilustrada. 3ª ed. México. Interamericana. McGraw-Hill 2008. 2. Isa-Isa R, Arenas R. Micosis superficiales subcutáneas y pseudomicosis en República Dominicana. México: Graphimedic; 2009. p. 26-27,43,81. 3. al-Hajjar S, Perfect J, Hashem F, Tufenkeji H, Kayes S. Orbitofascial conidiobolomycosis in a child. Pediatr Infect Dis J. 1996; 15(12): 1130-2. 4. Balraj A, Anandi V, Raman R. Nasofacial conidiobolomycosis. Ear Nose Throat J. 1991; 70(10): 737-9. 5. Winter C, Carme B. [First case of rhinoentomophthoromycosis observed in the People’s Republic of the Congo (Congo Brazzaville)]. Bull Soc Pathol Exot Filiales. 1984; 77(3): 377-84. 6. 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