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Paracoccidioidomicosis Ángela Restrepo Ángel Gónzalez INTRODUCCIÓN La paracoccidioidomicosis, una de las micosis endémicas sistémicas de mayor importancia en Latinoamérica, es una entidad cuyas manifestaciones clínicas son bastante variables y dependen de la duración del proceso, la edad y el sexo del paciente, así como de la integridad de su función inmune. [1-4] El agente etiológico es el hongo dimórfico térmico Paracoccidioides brasiliensis,cuyo hábitat, exógeno al hombre, no ha sido aún identificado con precisión.[1-3] Por ello, no se han descrito adecuadamente las características de la infección primaria ni brotes que pudieran señalar una fuente común de infección. No obstante, y con base en estudios experimentales en ratones, se acepta que la infección se adquiere por vía respiratoria con afectación inicial del pulmón, órgano desde el cual el hongo se disemina a otros sitios, especialmente a las mucosas, oral y nasal, sistema reticuloendotelial, piel, glándulas adrenales y otros órganos.[3-5] La micosis es generalmente crónica pero una minoría de los casos evolucionan en forma subaguda.[1-3] [6] Se reconocen cuatro formas de presentación: infección subclínica/latente, enfermedad progresiva casi siempre crónica (forma del adulto) o aguda/subaguda (forma juvenil) y afección residual.[1-3] [5] [7] A pesar de la existencia de métodos diagnósticos adecuados y de tratamientos efectivos, la enfermedad trae consigo una importante discapacidad representada en secuelas fibróticas pulmonares y de otros órganos, atribuibles al retraso en el establecimiento del diagnóstico y en el inicio del tratamiento específico.[1-5] EPIDEMIOLOGÍA Distribución geográfica La paracoccidioidomicosis (PCM) es exclusiva de Latinoamérica donde se la informa desde México (23°N) hasta Argentina (34°S), con importantes variaciones en su frecuencia de acuerdo con el país; por ejemplo, Brasil cuenta con más del 80% de los casos; le siguen, a buena distancia, Venezuela, Colombia, Ecuador, Bolivia y Argentina. No se conocen casos en Chile, Surinam, Nicaragua o Belice, y con excepción de informes individuales procedentes de Trinidad, Granada y Guadalupe, la enfermedad respeta las islas del Caribe.[1-4] [7] Dentro de un país endémico dado, la micosis no se presenta en forma homogénea sino en ciertas regiones que parecen reunir las condiciones ecológicas adecuadas.[3] [6] Merecen mención los informes referentes a cerca de 70 casos no autóctonos de la micosis diagnosticados principalmente en Europa, Japón y Estados Unidos, todos ellos en pacientes que habían residido o visitado una región endémica con anterioridad a la aparición de las manifestaciones clínicas de la micosis; estas se observaron años después (promedio 14 años, rango 4 meses - 60 años) de haber abandonado tales áreas.[8] [9] Estos informes indican que P. brasiliensis tiene la capacidad de entrar en latencia prolongada en los tejidos del hospedero humano infectado ya que los pacientes no pudieron haberse infectado en países no endémicos.[10] Incidencia, mortalidad Al estudiar el país con más casos, Brasil, la incidencia anual se calcula entre 10-30 casos por millón de habitantes pero con variaciones regionales significativas.[7] [11] Las muertes globales (1,4 por millón de habitantes) se producen regularmente en pacientes de mayor edad, en agricultores del sexo masculino; en el 60% de los casos se deben a la micosis y en los restantes a causas agregadas a esta, representadas por secuelas pulmonares (fibrosis) y enfermedades crónicas de las vías respiratorias inferiores.[12] En uno de los estados de Brasil, Paraná, el promedio anual de muertes por esta micosis fue superior al ya mencionado (3,48 por millón de habitantes), lo que hace de ella la quinta causa de muerte entre las enfermedades infecciosas crónicas y la mayor causa de mortalidad entre las micosis sistémicas en esa región.[13] En Colombia, la incidencia es mucho menor y fluctúa de año en año, con un máximo de 2,4 por millón de habitantes.[14] Un estudio retrospectivo (1996-2006) llevado a cabo en Brasil que revisó 3.583 muertes debidas a micosis sistémicas, encontró que la PCM era la más frecuente, con un promedio anual de 53,9% defunciones al comienzo y 44,6% al final del período de estudio. Los estados más afectados fueron los del Sureste y el Oeste Central.[15] Ese mismo estudio mostró que las muertes fueron más frecuentes en hombres (86%-89%) que en mujeres (11%-14%), lo que está de acuerdo con la relación hombre:mujer (13:1) reportada en la literatura.[15] En referencia a la coinfección con el VIH, esta fue baja, por lo que esta micosis no se considera como enfermedad marcadora de sida. Se encontró que por cada 1.000 pacientes que mueren con sida, 0,67% presentaban la micosis.[15] Ecología, micronicho La capacidad de P. brasiliensis para entrar en latencia, unida a la carencia de informes sobre brotes y al escaso número de casos agudos que han sido reportados, han impedido la identificación precisa del hábitat del hongo. No obstante, los pocos informes sobre su aislamiento directo del suel.[16] lo señalan como el posible micronicho. Esta hipótesis se refuerza con el aislamiento regular del hongo a partir de órganos internos de armadillos, especialmente de Dassypus novemcinctus, provenientes de zonas endémicas ya que este mamífero acostumbra cavar su madriguera en el suelo.[17]. Cabe señalar que se han encontrado otros animales domésticos y salvajes infectados por P. brasiliensi.[17] Además, y en referencia al suelo, se cuenta con la evidencia proporcionada por la alta reactividad de las pruebas intradérmicas con paracoccidioidina en agricultores de los países endémicos.[3] [18] Estos datos permiten considerar el suelo como el hábitat natural de P. brasiliensis. Desde el punto visto ecológico, la mayoría de los casos de la micosis se adquieren en áreas conocidas como reserváreas, definidas como aquellas donde P. brasiliensis tiene su hábitat y donde el hombre adquiere la infección primaria; la reservárea contrasta con la zona endémica, la cual corresponde a aquella donde se diagnostican los casos.[2] [3] Tal diferencia es importante porque la latencia prolongada de la micosis hace que el sitio de infección no sea el mismo donde se hace el diagnóstico. Dichas zonas se caracterizan por contar con abundantes bosques y corrientes fluviales y por poseer índices pluviométricos anuales elevados, por encima de 1.600 mm, todo lo cual permite mantener temperaturas estables que oscilan entre 17°C y 24°C. Los cultivos de café y tabaco son abundantes en estas regiones.[2] [3] [6] [14] [19] Se sabe que la textura del suelo y la capacidad de retener la humedad tienen importancia ya que un estudio reciente reveló la existencia de un grupo (cluster) de 91 casos agudos/subagudos (tipo juvenil) de la micosis, en los que se calculó que la infección había sido adquirida uno a dos años antes coincidiendo con la ocurrencia del fenómeno de El Niño. Este parece haber aumentado la posibilidad de infectarse y desarrollar la enfermedad.[20] Datos demográficos La mayoría de los casos de paracoccidioidomicosis, alrededor del 70%, se diagnostican en pacientes mayores de 30 años, cerca del 20% en adolescentes y adultos menores de 30 años y el restante 10% en niños.[1-4] [6] [15] Los pacientes infectados por el VIH y con PCM concomitante, tienden a ser más jóvenes que los adultos que solo tienen la micosis.[15] Existe un notorio predominio del sexo masculino en una relación general de 13 hombres por cada mujer pero que puede ser tan alta como de 70:1 en Argentina y Colombia.[5] [21] A este respecto, estudios experimentales han demostrado que el 17-beta-estradiol ejerce un papel inhibidor en la transición del micelio yde sus conidias a la forma tisular de levadura.[22] [23] En los niños y jóvenes menores de 14 años, esta diferencia no existe, probablemente, porque en ellos no se manifiestan los factores hormonales anotados en los adultos.[2] [3] [7] [23] La enfermedad no presenta predilección por una raza salvo que los emigrantes europeos y asiáticos, al establecerse en regiones endémicas, suelen desarrollar formas graves.[1-3] [21] Se consideran factores de riesgo para desarrollar la enfermedad la desnutrición, especialmente en niños.[1-4] y el tabaquismo y el alcoholismo en los adultos; igualmente, la mayoría (70%) de los pacientes realizan, o han realizado, actividades relacionadas con la agricultura.[1-5] [21] MICOLOGÍA Paracoccidioides brasiliensis es un hongo dimórfico térmico que crece como levadura en tejidos y cultivos a 35°C-37°C, y como moho a temperaturas entre 19°C y 28°C. Este proceso morfogenético es reversible y, por lo tanto, implica poseer la capacidad de adaptarse a condiciones ambientales variables. Es así como en la infección experimental, la transición de moho a levadura ocurre en menos de 48 horas después de la exposición inicial permitiendo la adaptación del hongo a los tejidos y la invasión del hospedero.[2] [3] [21] Parte de la adaptación consiste en cambios de la pared celular representada en el moho por el beta-1,3-glucano y en la levadura por el alfa-1,3-glucano.[2-4] [21] Estas diferencias en los polímeros de la glucosa presentes en la pared celular son de importancia en la relación hospedero-parásito dado que los macrófagos no tienen alfa-glucanasa y son, por lo tanto, incapaces de degradar las levaduras del hongo.[2] [3] [21] P. brasiliensis es conocido solo bajo su forma asexuada (anamorfa) pero, gracias a técnicas de biología molecular, se lo ha clasificado en el filum Ascomycota, orden Onygenales, familia Onygenacea, situado cerca del árbol filogenético de Histoplasma capsulatum, Blastomyces dermatitidis y Emmonsia parva, todos los cuales tienen un teleomorfo en el género Ajellomyces.[3] [4] Actualmente se reconoce más de una especie en el género Paracoccidioides, tres de las cuales PS2, PS3 y S1 son especies filogenéticas diferentes (clados), cuya distribución geográfica es diferente.[24] Se ha descrito otra nueva especie con base en ciertas características génicas extremadamente diversas y que ha sido designada P. lutzi.[25]. El Instituto BROAD ha publicado el genoma de P. brasiliensis (http://www.broad.mit.edu/annotation/genome/ paracoccidioides_brasiliensis) (2009, abril). En su forma levadura, las colonias de P. brasiliensis crecen luego de una semana de incubación a 35°C-37°C; son de contextura suave ligeramente rugosa y de color crema; las levaduras son redondas u ovales y de tamaño variable (4-40 mm) (figura 190-1). La característica diferencial más importante es la de una célula madre rodeada por varias células hijas de igual o diferente tamaño que la asemejan a un timón de barco; no obstante, es frecuente observar células madre solitarias o unidas a una sola célula hija. La levadura tiene una pared gruesa y refringente y presenta vacuolas lipídicas intracitoplasmáticas prominentes (figuras 190-1 y 190-2). En la forma miceliar, el crecimiento es más lento (15-30 días), las colonias son blancas, irregulares y algunas veces presentan un pigmento café en el reverso; están provistas de micelio aéreo corto, que microscópicamente revela hifas delgadas y septadas con clamidosporas terminales e intercalares.[1] [21] Las conidias, formas infectantes del hongo, son producidas por el micelio cuando su crecimiento ocurre bajo condiciones nutricionales deficientes; estas estructuras miden menos de 5 µm, se transforman en levaduras a 36°C y producen hifas a 19°C-24°C.[6] [21] Además, las conidias son infectantes para el ratón y dan lugar a enfermedad diseminada y progresiva que termina en fibrosis pulmonar.[26] Ambas formas de P. brasiliensis producen compuestos semejantes a la melanina, que juegan un papel importante en la patogénesis.[27] Figura 190-1. P. brasiliensis: forma levadura que muestra gemación múltiple y con aspecto de timón de barco (preparación con KOH y tinta azul, 60X). Figura 190-2. P. brasiliensis: forma levadura con células en gemación múltiple: observe la diversidad de tamaño y las inclusiones lipídicas (examen directo simple, 60X). PATOGÉNESIS Y RESPUESTA INMUNE El desconocimiento del hábitat del hongo hace que la infección primaria en el humano no sea detectable, pero los modelos animales han permitido estudiar la patogénesis de la PCM de una manera más precisa. En los pulmones de los animales infectados, generalmente ratones, se ha observado, durante los primeros cuatro días postinfección, un infiltrado inflamatorio con predominio de polimorfonucleares neutrófilos (PMN) y macrófagos.[26] [27] Posteriormente, estos son reemplazados por células epitelioides con la subsecuente formación, una semana después del reto infeccioso, de granulomas.[26] [27] Las células epitelioides, junto con las células gigantes, rodean las levaduras formando la estructura granulomatosa, la que aumenta de tamaño y se fusiona con otras. Se considera que el granuloma epitelioide es una de las marcas histológicas distintivas de la PCM (figura 190-3).[26] [27] Al comienzo de este proceso, los granulomas son compactos y contienen pocas células del hongo; sin embargo, al avanzar el proceso infeccioso, estas estructuras se tornan difusas y las levaduras comienzan a multiplicarse; además, este fenómeno se acompaña de inmunosupresión.[26] [28] [29] Figura 190-3. Paracoccidioidomicosis: granuloma con células epitelioides, una célula gigante y múltiples levaduras, algunas degeneradas (tricrómico, 100X). El desarrollo de la fibrosis, una de las secuelas más importantes en esta enfermedad, parece ser mediado por la adherencia del hongo a las proteínas de la matriz extracelular (pMEC), interacción que, a su vez, incrementa la producción de estas proteínas para formar una red tridimensional compuesta principalmente de colágeno, fibronectina, laminina y proteoglicanos.[28] [30] Algunos estudios han permitido señalar cómo después de la entrada de las conidias al pulmón, estas interactúan con las pMEC y células epiteliales pulmonares del hospedero, mediante moléculas de adherencia presentes en la superficie del hongo.[28] Además, estas células fúngicas interactúan con macrófagos alveolares que, una vez estimulados, inician un proceso inflamatorio mediante la producción de quimiocinas y citocinas proinflamatorias que inducen la expresión de moléculas de adherencia en la superficie de los leucocitos de manera que migren al sitio de la infección.[28] En pacientes con PCM se han observado resultados similares a los informados en modelos animales; en sus lavados broncoalveolares existe predominio de PMN y macrófagos y, además, los macrófagos alveolares expresan moléculas de adherencia y moléculas coestimuladoras indicativas de un proceso de activación.[31] Análisis histológicos revelan una alveolitis aguda, inflamación granulomatosa peribronquial y proliferación de fibras de reticulina correspondientes al proceso fibroso. Esta fibrosis se observa principalmente en la región perihiliar, bronquios y vasos pulmonares.[2] [7] Es el resultado de una infección pulmonar activa y progresiva, caracterizada por una fuerte respuesta inflamatoria. Las fibras de reticulina y colágeno tipo I contribuyen a la consolidación tanto del granuloma como de la fibrosis e interfieren con la función principal del órgano afectado, en este caso, elintercambio gaseoso en el pulmón.[26] [30] [32] [33] La formación de granulomas y el desarrollo de fibrosis, así como la presencia de necrosis, suelen observarse en otros órganos afectados, que incluyen: nódulos linfáticos, glándulas adrenales, piel y mucosas.[33] La PCM progresiva aguda se caracteriza generalmente por presentar marcada diseminación al sistema reticuloendotelial y por estar acompañada por una depresión del sistema inmune celular. La forma crónica es, por el contrario, de curso prolongado (meses a años) y se manifiesta por daño pulmonar, acompañado con frecuencia por lesiones extrapulmonares, principalmente de piel y mucosas, así como por una respuesta inmune variable.[33] En la PCM, la respuesta inmune del hospedero, tanto humoral como celular, juega un papel importante y define tanto el proceso infeccioso como el progreso de la enfermedad. Inmunidad innata La inmunidad innata, definida como la primera fase de la respuesta inmune, es una respuesta inespecífica basada en la preexistencia de elementos del sistema inmunológico que interactúan directamente con el microorganismo invasor, con la subsecuente destrucción o inhibición de su crecimiento. El reconocimiento de los microorganismos por la inmunidad innata se basa en la interacción de las células del hospedero con el patógeno; este reconocimiento está mediado por receptores de patrones de reconocimiento (PRR, por la sigla en inglés de pattern recognition receptors) presentes en las células del hospedero, y su contraparte, los patrones moleculares asociados a patógenos (PAMP, por la sigla en inglés de pathogen-associated molecular patterns) que se encuentran en los microorganismos. Los PRR incluyen, entre otros, los receptores tipo toll (TLR, por la sigla en inglés de toll-like receptors), receptores del complemento (CR), pentraxina y colectinas. En el caso de P. brasiliensis, este hongo se adhiere a los macrófagos y facilita su reconocimiento mediante componentes de la pared celular, entre ellos, la glicoproteína antigénica de 43 kDa (gp43).[34] Además, se ha descrito que el receptor del complemento-3 (CR3) y el receptor de manosa participan en el reconocimiento inicial de P. brasiliensis por los macrófagos (tabla 190-1).[35] Tabla 190-1. Componentes de la respuesta inmunológica que participan en la relación hospedero-parásito en la paracoccidioidomicosis. Componentes y mecanismo de acción Inmunidad innata Inmunidad adquirida Inmunidad humoral Inmunidad celular Células que participan • Macrófagos • PMN • Células dendríticas • Células epiteliales • LB • LT CD4+ • LT CD8+ • LT gamma-delta • LT CD4+CD25+FoxP3+ Receptores celulares que participan en el reconocimiento de moléculas o componentes del hongo • Lectinas • Receptores de manosa • Receptores del complemento (CR3) • TLR: 2 y 4 • Dectina-1 • BCR • TCR• Moléculas coestimuladoras Citocinas Proinflamatorias: • IL-1 • IL-6 • IL-8 Inductoras de anticuerpos: • IL-4 • IL-5 Th1, consideradas protectoras o que participan en el adecuado control de la infección: • IFN-g • IL-12 • TNF-α Th2, consideradas no protectoras o que confieren susceptibilidad a la infección: • IL-4 • IL-5 • IL-10 Forma aguda de la PCM: Aumento de IgG2 Inmunoglobulinas u otros componentes • Anticuerpos naturales • Complemento Aumento de IgA Forma crónica de la PCM: Aumento de IgG4 Aumento de IgE • IgG • IgA • IgE Mecanismos de acción • Producción de ROS: H2O2 • Producción de RIN: óxido nítrico Activación policlonal de LB Hipergammaglobulinemia: aumento de IgA, IgG e IgE Formación de inmuncomplejos Producción de granzimas Producción de perforinas Abreviaturas: PCM: paracoccidioidomicosis; PMN: polimorfonucleares neutrófilos; LB: linfocitos B; TLR: receptores tipo Toll; LT: linfocitos T; IL: interleucinas; IFN-g: interferón gamma; TNF-a: factor de necrosis tumoral alfa; BCR: receptor del linfocito B; TCR: receptor del linfocito T; ROS: reactivos intermediarios del oxígeno; RIN: reactivos intermediarios del nitrógeno. En modelos experimentales, es controvertido el papel de los TLR porque ellos participan en la modulación de la respuesta inflamatoria inducida por P. brasiliensis y, al mismo tiempo, TLR-2, TLR-4 y dectina-1 se expresan en monocitos y PMN humanos y participan no solo en el reconocimiento sino también en la internalización y subsecuente activación de la respuesta inmune contra este hongo.[36] Las células fagocíticas, principales células efectoras en la defensa contra P. brasiliensis, tienen al macrófago como su representante principal, pero solo cuando es activado por citocinas tales como el interferón-gamma (IFN-g) y el factor de necrosis tumoral alfa (TNF-α); por el contrario, de no ser activadas son permisivas para la multiplicación del hongo. Algunos estudios han mostrado que, una vez activados, los macrófagos peritoneales de ratón tienen la capacidad de destruir el hongo por mecanismos dependientes de reactivos intermediarios del nitrógeno y del oxígeno, principalmente el óxido nítrico (NO) y el H2O2, respectivamente (tabla 190-1).[28] [37] También los monocitos humanos activados con TNF-α tienen la capacidad de destruir las levaduras del hongo por mecanismos dependientes de reactivos del oxígeno.[38] Los PMN son igualmente importantes durante la interacción inicial con el hongo; son las células más abundantes y las primeras que migran al sitio de infección.[26] [28] Se ha observado que PMN humanos activados con diferentes citocinas ejercen un mecanismo antifúngico dependiente del metabolismo oxidativo.[28] Inmunidad humoral La PCM se caracteriza por una activación policlonal de linfocitos B y por hipergammaglobulinemia; los pacientes producen anticuerpos específicos contra P. brasiliensis con altos niveles de inmunoglobulinas IgA, isotipos de IgG e IgE.[3] [39] De interés, el isotipo IgG2 y la IgA se encuentran aumentados en pacientes con la forma crónica, mientras que en pacientes con la forma aguda de la micosis predominan el isotipo IgG4, la IgE y los anticuerpos anti-idiotípicos.[3] [39] Además, en pacientes con formas agudas o diseminadas y que presentan la inmunidad celular deprimida se encuentran altos niveles de complejos inmunes circulantes, lo que sugiere que estos inmunocomplejos podrían participar en la depresión de la respuesta inmune mediada por células (tabla 190-1).[3] Inmunidad celular Como ocurre en otras infecciones causadas por patógenos intracelulares, la respuesta inmune celular es importante en el control de la infección causada por P. brasiliensis. En el caso de la PCM, se ha descrito un fenómeno interesante, una dicotomía entre la respuesta inmune humoral y la respuesta específica a antígenos mediada por células. En pacientes se presentan altos niveles de anticuerpos acompañados por una respuesta hipoproliferativa de células T, sugestivos de un patrón inmunológico tipo Th-2, lo que podría interferir en el control de la infección en estos pacientes.[40] Además, en pacientes con la forma juvenil se ha observado una correlación entre la incapacidad de responder a mitógenos o en las pruebas de intradermorreacción, un fenómeno de anergia. También se ha anotado una correlación entre altos títulos de anticuerpos, pérdida de la respuesta proliferativa de las células T y gravedad de la infección.[41] Por el contrario, en pacientes adultos con la forma progresiva pero menos grave de la micosis, se han observado niveles bajos o indetectables de anticuerpos anti-P. brasiliensis y una respuesta inmune celular normal o ligeramente deprimida.[3] [41] Las citocinas producidas por diferentes tipos de células, que incluyen linfocitos, macrófagos,monocitos, células dendríticas y PMN, entre otras, juegan un papel importante en la modulación de la respuesta inmune contra P. brasiliensis. En pacientes con formas graves de la micosis se ha observado un aumento en la producción de citocinas tipo Th-2 como las interleucinas IL-10, IL-4 e IL-5 y una disminución en los niveles de citocinas tipo Th-1 como el IFN-γ y la IL-2 (tabla 190-1).[41] [42] También se ha observado un aumento en la expresión del mARN de citocinas correspondientes al patrón Th-2 (IL-4, IL-5, IL-10 y TGF-β) en pacientes con las formas aguda y crónica de la micosis; así como niveles elevados en el suero de IL-18 y del receptor del TNF-2 soluble (TNF-RII) en pacientes con la forma aguda; ello sugiere que la medición de estas moléculas podría ser un parámetro útil para determinar la gravedad de la PCM.[3] Se ha descrito que las citocinas Th-2 pueden influir en la producción de anticuerpos específicos; así, la producción de IgG4 e IgE dependen de la IL-4 y la IL-5, respectivamente, y se han observado niveles altos de estos componentes en pacientes con formas graves de la micosis.[3] En pacientes con la PCM juvenil se ha demostrado un aumento en el número de eosinófilos, que está relacionado con una producción excesiva de IL-5.[3] Se ha propuesto que la pérdida del equilibrio inmune en los pacientes con la forma aguda de la micosis podría deberse a un crecimiento acelerado del hongo en los tejidos, y que este aumento en la masa fúngica podría, a su vez, regular negativamente la respuesta Th-1 y favorecer la expresión de citocinas tipo Th-2. Esta hipótesis está apoyada por un estudio en el que pacientes que recibieron terapia antifúngica, que reduce la masa fúngica, restauraron su capacidad de respuesta inmune con un aumento en los siguientes parámetros: i) producción de citocinas Th-1, ii) respuesta linfoproliferativa, y iii) respuesta de hipersensibilidad retardada (respuesta positiva en las pruebas de intradermorreacción).[43] Por otro lado, la manipulación genética de modelos animales ha permitido determinar el papel de ciertas moléculas en la PCM experimental. Varios enfoques, como la disrupción de genes o la neutralización de moléculas que codifican para algunas citocinas, han demostrado que la IL-12, el TNF-α y el IFN-γ son moléculas esenciales que confieren protección, mientras que citocinas como la IL-4 y la IL-18 parecen jugar un papel dual.[3] Se ha asociado una respuesta inmune celular activa con un control adecuado de la infección. En este tipo de respuesta, los linfocitos y varias de sus subpoblaciones celulares cumplen diferentes funciones. En modelos experimentales, utilizando ratones con diferentes grados de resistencia a la PCM, se ha observado que las células T participan de diferente manera; así, los linfocitos T CD8+ serían responsables del control de la carga fúngica independientemente del transfondo genético del hospedero.[44] función que se atribuye principalmente a su efecto citotóxico; recientemente se observaron pacientes con PCM que presentaban una baja frecuencia de células positivas para granzimas A, B y perforinas (moléculas citotóxicas producidas principalmente por linfocitos T CD8+) comparados con individuos infectados pero no enfermos.[44] Los linfocitos T CD4+ cumplen una función protectora en cepas de ratones resistentes o con susceptibilidad intermedia a la infección por P. brasiliensis, función que se atribuye a la regulación de la hipersensibilidad de tipo tardío y a la producción de anticuerpos protectores específicos.[44] Los linfocitos T gamma/delta parecen participar en la activación policlonal de las células B, mientras que los linfocitos T con el fenotipo CD4+CD25+FoxP3+ (conocidos como células T reguladoras) parecen cumplir un papel importante en el control de la respuesta inmune local y sistémica de la PCM (tabla 190-1).[3] A su vez, la activación de las células T es regulada por la expresión y/o señalización de moléculas coestimuladoras. En el caso de pacientes con PCM, se ha observado una sobreexpresión de moléculas coestimuladoras que inducen señales negativas en las células T.[40] mecanismo que podría explicar parcialmente la baja respuesta de estas células observada en los pacientes con esta micosis. MANIFESTACIONES CLÍNICAS La paracoccidioidomicosis presenta un amplio rango de manifestaciones clínicas, las que se agrupan según los órganos afectados y la duración de la enfermedad (tabla 190-2). La inhalación de las conidias resulta, en la mayoría de los casos, en una infección primaria asintomática que puede evolucionar clinicamente de diferentes maneras según la edad, el estado inmune del hospedero y el tamaño del inóculo. Por ejemplo, la infección latente se establece en personas que logran controlar la invasión micótica gracias a una adecuada respuesta inmune celular pero en las cuales el hongo permanece quiescente en el organismo. No obstante, una persona inmunocompetente expuesta a un inóculo masivo pudiera, teóricamente, presentar un síndrome respiratorio subagudo que se resolviera espontáneamente para dejar una lesión residual en el pulmón (forma regresiva). Si la infección original progresa o si la infección latente se reactiva posteriormente, el paciente desarrolla signos y síntomas de enfermedad activa, la cual suele manifestarse en dos formas diferentes, a saber: 1. Forma aguda/subaguda que afecta principalmente a niños y adultos menores de 30 años y que se caracteriza por una afectación extensa del sistema reticuloendotelial y que, usualmente, se observa en individuos inmunosuprimidos por desnutrición grave o por infección con el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH). 2. Forma crónica que afecta a adultos mayores de 30 años, frecuentemente fumadores o alcohólicos, y que se manifiesta por compromiso pulmonar progresivo y extenso, acompañado, casi siempre, por diseminación extrapulmonar a otros órganos (tabla 190-2). La paracoccidioidomicosis presenta también una forma residual correspondiente a las secuelas dejadas por enfermedad activa previa, principalmente por la forma crónica. Frecuentemente los pacientes consultan por manifestaciones relacionadas con las secuelas pulmonares de la enfermedad y no por síntomas relacionados con un proceso activo.[2-4] [7] [33] [45] [46] Tabla 190-2. Aspectos clínicos de la paracoccidioidomicosis. Forma clínica Manifestaciones clínicas Factores asociados Infección Sin manifestaciones Desconocidos Regresiva o residual Síntomas pulmonares moderados Sistema inmune competente No requiere intervención médica Progresiva • Aguda/subaguda o forma Enfermedad diseminada con afectación Edad < 30 años, inmunosupresión, juvenil. del sistema reticuloendotelial infección por VIH • Crónica o forma del dulto. Enfermedad diseminada con manifestaciones pulmonares y extrapulmonares Afectación inmunológica variable, tabaquismo, alcoholismo Infección primaria/latente La mayoría de los pacientes infectados con P. brasiliensis son capaces de controlar el proceso infeccioso con la formación de granulomas alrededor de las células fúngicas y sin el desarrollo de síntomas de la entidad.[1-3] Estos pacientes se pueden detectar por la reactividad a la prueba intradérmica con paracoccidioidina, lo cual puede ocurrir hasta en el 50% de los habitantes de una zona endémica.[1-3] [45] Poco después de la infección, unos pocos pacientes puede presentar signos y síntomas semejantes a un proceso neumónico, los que se resuelven espontáneamente sin tratamiento médico. En los pacientes con infección latente, la persistencia del hongo puede permitir su posterior reactivación endógena y la aparición de la enfermedad sin que medien,salvo raros informes, episodios de depresión de la inmunidad celular.[47] Enfermedad progresiva La enfermedad progresiva es una manifestación de la incapacidad del hospedero para controlar la infección micótica. Esta forma se clasifica en aguda/subaguda o crónica según el tiempo de evolución y los órganos afectados, los que varían con la edad. Forma aguda/subaguda Esta forma de la enfermedad se presenta en niños y adultos menores de 30 años, especialmente en aquellos con depresión de la inmunidad celular; los síntomas tienen una duración promedio de 60 días previos al diagnóstico. Se anota afectación extensa del sistema reticuloendotelial y es notoria la hipertrofia de ganglios linfáticos (figura 190-4), principalmente de los submandibulares, supraclaviculares y axilares. El compromiso ganglionar intrabdominal puede ser importante y simular masas intrabdominales. En la mitad de los pacientes existe también afectación de hígado y bazo con anormalidades en el tamaño y la función. El compromiso de la médula ósea es casi exclusivo de esta forma. Las lesiones cutáneas son frecuentes, se localizan principalmente en cara, región perioral, cuello y tronco, aunque en algunos casos se afectan las extremidades y el área genital. El aspecto de estas lesiones es extremadamente variable (ulceradas, úlcero-vegetativas, nodulares, costrosas) y número (únicas, múltiples). Otros órganos afectados menos frecuentemente son el estómago y el intestino delgado.[2-5] [7] [45-49] Figura 190-4. Paracoccidioidomicosis: forma juvenil con crecimiento de ganglio linfático retroauricular en una niña de 13 años. En niños, la paracoccidoidomicosis produce fiebre, anemia, síntomas constitucionales, adenomegalias y hepatoesplenomegalia. El compromiso osteoarticular puede observarse en el 50% de los pacientes con localización preferencial en miembros superiores y caja torácica, y se manifiesta por dolor y edema de los tejidos blandos vecinos.[2-4] [7] [48] [50] Los pacientes con PCM y coinfección con el VIH muestran una forma aguda/subaguda de curso rápido, con fiebre, compromiso ganglionar difuso, hepatoesplenomegalia y lesiones diseminadas de piel (figura 190-5). El compromiso pulmonar es frecuente, aun en los casos en los que las radiografías de tórax son normales.[51] Figura 190-5. Paracoccidioidomicosis: extensa diseminación a ganglios linfáticos, piel y mucosas en un paciente adulto con infección por el VIH. Forma crónica Esta segunda forma progresiva se diagnostica principalmente en pacientes de 30 a 50 años de edad y se caracteriza por un curso más prolongado, de meses a años. En esta forma la respuesta inmune celular es variable. Se caracteriza por un importante compromiso pulmonar aunque frecuentemente la sintomatología es mínima o está ausente, y es indistinguible de la causada por el tabaquismo, hábito presente en el 90% de los pacientes. Los hallazgos al examen físico también son escasos e inespecíficos, aun en pacientes que exhiben extenso compromiso en las radiografías de tórax. Este hecho se explica porque los pacientes frecuentemente consultan por manifestaciones extrapulmonares o por síntomas relacionados con secuelas pulmonares ya establecidas. El síntoma observado con mayor frecuencia es la tos productiva, presente en la mitad de los pacientes, en 10% de los casos se observa hemoptisis, el dolor torácico es infrecuente. La disnea es un síntoma frecuente y empeora a medida que la enfermedad progresa. La auscultación puede revelar crépitos, roncus y disminución de los sonidos respiratorios.[2-4] [7] [45] [46] Las radiografías de tórax muestran infiltrados alveolares, intersticiales o mixtos, localizados preferentemente e|v n los campos medios e inferiores con algún respeto por los vértices (figuras 190-6, 190-7 y 190-8). La tomografía axial de tórax muestra un compromiso localizado predominantemente en la periferia pulmonar y en las caras posteriores; se observan infiltrado en vidrio esmerilado, nódulos pequeños centrolobulillares, cavitaciones, bandas septales y áreas enfisematosas, con distorsión de la arquitectura pulmonar (figura 190-9). En los hilios y el mediastino se observa crecimiento de los ganglios linfáticos, pero las calcificaciones son infrecuentes. Las pruebas de función pulmonar habitualmente están alteradas con predominio de un patrón obstructivo, difícil de discriminar del producido por el tabaquismo.[2-4] [45] Figura 190-6. Paracoccidioidomicosis: radiografías de tórax que muestran cavitaciones e infiltrados alveolares e intersticiales, con respeto de los vértices. Figura 190-7. Paracoccidioidomicosis: Radiografía de tórax en el momento del diagnóstico con infiltrados alveolares y mixtos que afectan todos los campos, salvo los ápices. Figura 190-8. Paracoccidioidomicosis: el mismo paciente de la figura 7 después del tratamiento específico. Se observan resolución de los infiltrados y presencia de lesiones fibróticas y de bulas basales. Figura 190-9. Paracoccidioidomicosis: TACAR de paciente pretratamiento que muestra extenso infiltrado intersticial, una zona de consolidación alveolar en el pulmón izquierdo, bandas fibróticas y leve engrosamiento pleural. En la mitad de los casos está afectada la mucosa oral, especialmente el paladar duro y las encías (figura 190-10), aunque también es frecuente el compromiso de lengua (figura 190-11), orofaringe y laringe. Menos frecuentemente se ven afectadas la mucosa nasal o, a veces, la anal. Las lesiones pueden ser únicas o múltiples, son progresivas y destructivas, dolorosas y con tendencia a sangrar; se presentan como lesiones nodulares cubiertas de puntos hemorrágicos (lesiones moriformes) o úlceras de bordes levantados y edematosos. Las lesiones en cavidad oral, laringe y orofaringe producen disfonía mientras que aquellas en las encías suelen llevar a pérdida de las piezas dentarias.[1- 4] [46] [49] El compromiso de piel se observa en el 20% de los casos; las lesiones son únicas o múltiples, de tamaño y forma variable y suelen estar localizadas en la cara, especialmente alrededor de la boca, aunque también pueden encontrarse en cuello, tronco, extremidades y genitales masculinos (figura 190-12). Se trata de lesiones ulceradas, ulcero-vegetativas o nodulares. El compromiso pulmonar está presente en el 90% de las imágenes de pacientes con lesiones mucocutáneas.[2] [4] [5] [49] Figura 190-10. Paracoccidioidomicosis: lesiones de la mucosa oral acompañadas de ulceración y edema de los labios. Figura 190-11. Paracoccidioidomicosis: lesión en la lengua con nódulos y úlceras. Figura 190-12. Paracoccidioidomicosis: lesiones de piel en oreja, área periauricular y mejilla. Paciente con lesión única, recubierta por costra gruesa en la mejilla. La afectación adrenal es evidente a la autopsia en el 90% de los casos; no obstante, solo la mitad de ellos muestran compromiso de la función glandular en vida (figura 190-13) y adicionalmente, aquella puede normalizarse luego del tratamiento antimicótico. Debe recordarse que, si se comprueba insuficiencia adrenal, se requiere la suplementación hormonal permanente.[2-4] [7] Figura 190-13. Glándula adrenal en un paciente con paracoccidioidomicosis e insuficiencia adrenal. Se observan nódulos y calcificaciones. El compromiso del sistema nervioso central se observa en 15% de los pacientes, la mayoría de ellos con la forma crónica de la micosis. La invasión cerebral por P. brasiliensis produce lesiones granulomatosas en el parénquima cerebral, localizadas principalmente en los hemisferios cerebrales, pero también puede afectar meninges y médula espinal. Las manifestaciones clínicas del compromiso neurológico incluyen convulsiones, signoscerebelosos, cefalea e hidrocefalia. El LCR muestra aumento de proteínas y leucocitos, especialmente linfocitos y células mononucleares, sin que se observen cambios significativos en la glucosa. En la TAC se notan lesiones hipodensas únicas o múltiples, irregulares, con edema circundante.[2-4] [7] Forma residual La fibrosis pulmonar se desarrolla alrededor de los bronquios y su progreso lleva a limitación pulmonar progresiva, cor pulmonale y muerte. Radiológicamente en el 60% de los casos, la fibrosis se encuentra ya establecida al momento del diagnóstico y puede estar acompañada de cambios enfisematosos, bulas y cavidades. Las secuelas fibrosas no solo afectan los pulmones pues la cicatrización de las lesiones de mucosas puede producir microstomía, perforación del paladar, disfonía, pérdida de piezas dentarias y alteraciones fibrosas de laringe o tráquea.[2-4] [7] Diagnóstico diferencial El diagnóstico diferencial de la paracoccidioidomicosis depende de la forma clínica y de los órganos afectados. La afectación del sistema reticuloendotelial de la forma aguda/subaguda se asemeja a la producida por tuberculosis diseminada, linfoma o histoplasmosis diseminada, entre otras enfermedades. Cuando existe afectación intestinal los diagnósticos diferenciales incluyen carcinoma y tuberculosis. Las lesiones osteoarticulares se deben diferenciar de tumores. La afectación cutánea es similar a la producida por histoplasmosis, esporotricosis, leishmaniasis y lepra. Las lesiones de las mucosas pueden semejar carcinomas de laringe u orofaringe. Las manifestaciones pulmonares se confunden frecuentemente con tuberculosis o cáncer de pulmón. Las lesiones en el sistema nervioso central se deben distinguir de los tumores cerebrales primarios o metastásicos.[2-5] [7] [46] [49] [51] DIAGNÓSTICO POR EL LABORATORIO Examen directo e histopatología Es posible observar el hongo por microscopía directa en preparaciones en fresco, con KOH, calcoflúor y por métodos de inmunofluorescencia; la sensibilidad de estos procedimientos oscila entre 85% y 100% dependiendo del espécimen, la forma clínica de la micosis y la etapa de la terapia (tabla 190-3).[1-3] [7] [21] En especímenes clínicos, P. brasiliensis aparece como una levadura oval o redonda de tamaño variable (4-40 µm) (figuras 190-1 y 190-0), rodeada de una o varias células hijas; esta es la estructura más característica: la célula madre rodeada de múltiples gemas que simula un timón de barco; también se observan levaduras individuales o en cadenas cortas, así como células de aspecto extraño. La levadura tiene una pared gruesa y transparente y presenta numerosas vesículas lipídicas en el citoplasma.[1-3] [7] [21] En preparaciones histopatológicas, coloreadas con hematoxilina eosina, plata metenamina o PAS, se observan las estructuras ya descritas (figura 190-14), especialmente dentro de los focos granulomatosos (figura 190-3). Algunas veces es necesario diferenciar entre P. brasiliensis y otras levaduras como Cryptococcus neoformans, Blastomyces dermatitidis e Histoplasma capsulatum.[1-3] [7] [21] Figura 190-14. Paracoccidioides brasiliensis en ganglio linfático de un paciente con paracoccidioidomicosis, forma juvenil diseminada. Se observan abundantes células levaduras de muy diverso tamaño, con gemación multiple y sin ella, además de levaduras grandes degeneradas. Cultivos El aislamiento de P. brasiliensis de las muestras clínicas requiere medios de cultivo selectivos y no selectivos, incluyendo agar Sabouraud con asparagina y tiamina, agar Sabouraud glucosado y, además, con antibióticos: cicloheximida y cloranfenicol (Mycocel, Becton Dickinson) e Infusión cerebro- corazón (BHI, por la sigla en inglés de brain heart infusion) con glucosa; la adición de antibióticos y de inhibidores del crecimiento de mohos, así como el procesar varias muestras, han mejorado las tasas de aislamientos cerca del 80% (tabla 190-3). Los mejores medios de cultivo son el agar de Saboraud modificado (Mycocel) y los agares de extracto de levadura incubados a temperatura ambiente (18°C- 24°C), con un crecimiento lento de 20 a 30 días; sin embargo, en las muestras provenientes de sitios normalmente estériles se pueden usar medios sin antibióticos con incubación a 36°C.[1] [2] [21] A 18ºC- 24ºC el crecimiento del moho es lento (20-30 días) y las colonias son pequeñas, adheridas al agar y cubiertas de micelio aéreo corto; microscópicamente el moho solo muestra hifas septadas delgadas con clamidosporas intercaladas (15-30 µm). En medios pobres en carbohidratos, algunos aislamientos producen conidias (<5 mm), que se consideran como las estructuras infectantes de P. brasiliensis. La forma micelial no es característica y se debe subcultivar a 36°C para demostrar el dimorfismo. A esta última temperatura y en 8-10 días se observan colonias de color crema, arrugadas y suaves, cuya observación al microscopio revela las características levaduras multigemantes ya descritas.[1] [2] [21] Tabla 190-3. Pruebas de laboratorio utilizadas para el diagnóstico de la paracoccidioidomicosis . Prueba Visualización/aislamiento% de casos * Problemas Entrega de resultados Examen directo • Fresco/KOH. 85-95 Las levaduras de P. brasiliensis se pueden confundir con las de 4-6 horas. • Fluorescencia/ calcoflúor. 90-95 C. neoformans, B. dermatitidis o H. capsulatum. • Gram, Wright. No se recomiendan. Biopsia • H&E. ± 80 1 semana.• PAS. ± 85 • Gomori. ± 95 Cultivo • ± 20ºC. Depende de la muestra 80- 85. Se requieren varios medios de cultivo y dos o tres muestras clínicas diferentes. 3-6 semanas. • ± 36ºC-37º C. ± 35 10-15 días (muestraslibres de gérmenes). Prueba Anticuerpos/ antígenos detectados (%) Problemas Entrega de resultados Pruebas serológicas para medición de anticuerpos • Inmunodifusión. Especificidad: 95%-98%.Sensibilidad: 65%-100% • Variación relacionada con la forma clínica de la micosis. Porcentajes más bajos en las formas juveniles. 5 días • Fijación del complemento. Especificidad: 70%-90%. Sensibilidad: 80%-90%. • Variación en los antígenos empleados. Es recomendable el uso de antígenos purificados como gp43. • Variación de acuerdo con los antígenos empleados. • Reacciones cruzadas, especialmente con H. capsulatum. 15 días • ELISA. Requiere puntos de corte (sueros controlesnormales y de enfermos con otras micosis). • Reacciones cruzadas con varios agentes de micosis sistémicas, endémicas. 5 días Inmuno-transferencia (blotting). Resultados variables. • Requiere antígenos solubles. 2-5 días Contrainmuno- electroforesis. Inmunofluorescencia. • Interpretación subjetiva. 5-7 días Pruebas serológicas para medición de antígenos circulantes • Antigenemia. • Antigenuria con anticuerpos monoclonales contra proteínas recombinantes (gp43 kDa, 87kDa, 70kDa, otras) presentes en suero/orina. Sensibilidad alta: 84%-98%. Especificidad también alta: 70%-98% • Elisa/inhibición. Prueba compleja pero cuantitativa que permite evaluar el curso de la terapia. • La disminución de los títulos del antígeno circulante se correlaciona con la mejoría clínica. 5-10 días Pruebas moleculares tipo PCR anidada y qPCR en tiempo real Aún en fase de estandarización. • Blancos: gp43 kDa. Pruebas muy sensibles con límite de detección de 1 fg del ADN del hongo por µL de la muestra. Variable Región ITS 1 del ADN ribosomal. * El porcentaje depende del tipo de muestra, el estado del paciente y la terapia previa. Serología Existen varios métodos serológicos que permiten la medición de anticuerpos, ya sea con propósitos diagnósticos o para el seguimiento de la terapia, entre ellos, inmunodifusión (ID), fijación de complemento (FC), contrainmunoelectroforesis (CIE), inmunofluorescencia indirecta (IFI) y pruebas de tipo ELISA. Su reactividad oscilaentre 70% y 95% según el tipo de prueba, la forma de la enfermedad y la respuesta inmune del paciente (tabla 190-3).[1-3] [21] [52] El método más sensible, aunque no el más específico, es la prueba de ELISA, aunque la prueba más simple de realizar es la ID, que tiene altas sensibilidad y especificidad; sin embargo, cuando se trata de evaluar la respuesta a la terapia, la ID no es confiable porque las bandas de precipitado pueden permanecer positivas por años después de finalizado el tratamiento, por lo cual se prefiere utilizar las pruebas cuantitativas como la FC. Generalmente, los pacientes con las formas graves de la enfermedad muestran títulos más altos que los individuos con una afectación clínicamente menor.[1-3] [21] [52] a excepción de los casos coinfectados por el VIH cuando la intensidad de la respuesta humoral es menor. Aun así, las pruebas serológicas tienen alguna utilidad en estos pacientes.[2] [3] La especificidad de todas las pruebas puede ser afectada por las reacciones cruzadas con antígenos derivados de los agentes causales de otras micosis, especialmente con los de Histoplasma capsulatum.[1-3] [21] [52] Los antígenos derivados de P. brasiliensis varían mucho de acuerdo con la cepa y los medios de cultivo empleados para su crecimiento. Por ello, se ha tratado de obtener preparaciones purificadas o proteínas recombinantes capaces de detectar anticuerpos específicos.[2] [3] Como ejemplo está la glicoproteína gp43 considerada el antígeno dominante de P. brasiliensis, que ha sido clonada, secuenciada y expresada en un vector.[2] [3] Se han preparado también otros antígenos recombinantes, algunos derivados de proteínas de choque térmico; la combinación de dos de estos últimos resulta en pruebas más sensibles.[3] Los antígenos recombinantes se han mostrado capaces de detectar anticuerpos en 85%-98% de los pacientes con la micosis.[2] [3] Antigenemia La detección de antígenos circulantes permite establecer el diagnóstico en individuos inmunosuprimidos con baja producción de anticuerpos y en los que la disminución de los títulos de tales antígenos se correlaciona con mejoría clínica. Ello permite vigilar la respuesta al tratamiento. En pacientes con la forma aguda/subaguda los títulos de antígeno caen luego de 20 semanas de tratamiento con itraconazol mientras que en los pacientes con la misma forma pero coinfectados por el VIH los títulos persisten elevados luego de 68 semanas de tratamiento. En la forma crónica, los títulos de antígeno caen entre las semanas 28 y 40 de tratamiento. Existen diferentes técnicas que se pueden efectuar en sangre, orina, esputo y saliva, todas ellas con sensibilidad mayor del 75% (tabla 190-3).[2] [3] Otras pruebas Se ha comenzado a utilizar las pruebas basadas en procedimientos moleculares como las de PCR (por la sigla en inglés de polymerase chain reaction) con el objeto de mejorar tanto la identificación del hongo como la precisión diagnóstica (tabla 190-3).[3] Se han utilizado las regiones ITS y gp43 como moldes para diseñar cebadores (primers) específicos que permiten el reconocimiento de P. brasiliensis en especímenes clínicos y cultivos.[3] [53] Una prueba de PCR en tiempo real permitió la detección de casos importados de PCM.[9] A pesar de su gran potencialidad, tales métodos aún requieren estandarización y un uso más amplio por los laboratorios de diagnóstico.[2] [3] A pesar de la disponibilidad de métodos diagnósticos, es esencial que los médicos lleven a cabo el diagnóstico clínico diferencial en pacientes procedentes de zonas endémicas para la micosis.[9] TRATAMIENTO El tratamiento de la PCM incluye agentes antimicóticos, adecuada nutrición, el control de las enfermedades asociadas y la suspensión del tabaquismo. Los medicamentos disponibles para tratarla son las sulfonamidas, la anfotericina B y los derivados azólicos (tabla 190-4). Tabla 190-4. Tratamiento de la paracoccidioidomicosis. Antimicótico (vía de administración) Duración mínima del tratamiento1 Dosis Tasa de respuesta (%) Tasa de recaídas (%) TMP-SMX2 (oral/i.v.). Afectación leve: 6 meses. Afectación moderada: 12 meses. Adultos: TMP: 160-240 mg. SMX: 800-1.200 mg c/12 horas. Niños: TMP: 8-10 mg/kg. SMX: 40-50 mg/kg c/12 horas. 80 20 Anfotericina B (i.v.). Dosis total: 2 g3 1 mg/kg/d 70 25 Ketoconazol (oral) 6 -18 meses. 200-400 mg/d. 90 11 Itraconazol (oral/i.v.). 3-12 meses. Adultos: 200 mg c/8 horas por 3 días, luego 200 mg/d. Niños (<30/kg y >5 años de edad): 5-10 mg/kg/d. 94-98 3-5 Voriconazol (oral/i.v.). 6 meses. Dosis inicial: 400 mg c/12 horas el primer día, luego 200 mg c/12 horas. Disminuir la dosis en 50% si el peso es menor de 40 kg. 88 Seguimiento nodisponible. Posaconazol (oral). 6 meses. 400 mg c/12 horas con comida grasa. Nopublicado. Datos no disponibles. 1 Datos presentados solo como guía para dirigir el tratamiento pues la duración de este se debe basar en la respuesta clínica e inmunológica del paciente. 2 TMP-SMX = trimetoprim-sulfametoxazol. 3 La anfotericina B debe suspenderse una vez la condición clínica del paciente lo permita y reemplazarla preferiblemente por itraconazol. Sulfonamidas La combinación de trimetroprim-sulfametoxazol se puede utilizar en el tratamiento ambulatorio de las formas leves y moderadas de la enfermedad. Cerca del 70% de los pacientes presentan una respuesta inicial al tratamiento; sin embargo, la frecuencia de recaídas puede ser tan alta como del 25% de los casos y, además, el 15% de los aislamientos del hongo muestran resistencia a la medicación. La dosis empleada es 160-240 mg de trimetoprim y 800-1.200 mg de sulfametoxazol, cada 12 horas durante 12 meses para las formas leves y por 18-24 meses para los cuadros moderados. La dosis en niños es 8-10 mg/kg de trimetoprim y 40-50 mg/kg de sulfametoxazol. El efecto adverso más frecuente es la leucopenia, que puede prevenirse con la administración de ácido fólico.[2] [3] [7] [54] Anfotericina B La anfotericina B es muy efectiva contra P. brasiliensis; sin embargo, debido a la necesidad de administración intravenosa y a los graves efectos adversos, su uso se reserva para las formas graves de la enfermedad. La dosis recomendada es de 1 mg/kg/día hasta que el paciente sea capaz de iniciar el tratamiento oral. Las recaídas ocurren en 15% de los casos.[2] [3] [7] [33] [54] Azoles In vitro, ketoconazol, itraconazol y fluconazol son efectivos contra P. brasiliensis; sin embargo, en esta micosis el fluconazol no tiene actividad in vivo. El ketoconazol es efectivo en el 90% de los casos cuando se lo administra a la dosis de 200 a 400 mg/día durante seis a 18 meses. No obstante, las frecuentes fallas (8%) y recaídas (11%) y la mayor frecuencia de efectos adversos, especialmente gonadales en el hombre, así como las interacciones medicamentosas que son importantes y frecuentes, hacen que se prefiera el tratamiento con otros azoles y que en la actualidad su uso sea infrecuente.[2] [3] [7] [33] [54] El itraconazol es efectivo en 98% de los casos, independientemente de la forma de presentación, y tiene una baja tasa de recaídas (3%).[2] [3] [7] [33] [54] Se lo administra con una dosis de carga de 200 mg tres veces al día por tres días, seguida por 200 mg/día por tres a 12 meses, dependiendo de las respuestas clínica y serológica. En menores de cinco años o con peso inferior a 30 kg, se lo administra a la dosis de 5-10 mg/kg/día. Los efectos adversos son usualmente leves y consisten en aumento de las transaminasas y molestias gastrointestinales; sin embargo, existen interacciones medicamentosas importantes que obligan a monitorear sus niveles séricos. La absorción de la cápsula requiere un pH ácido y comida, por lo que se recomienda su administracióncon una bebida ácida. Esto no ocurre con la suspensión, cuya absorción es 30% superior a la de la cápsula; se administra con el estómago vacío a las mismas dosis. Existe una presentación intravenosa que permite el uso en pacientes gravemente enfermos. A pesar de su costo, se considera el medicamento de elección para el tratamiento de la PCM.[2] [3] [7] [33] [54] El voriconazol y el posaconazol han demostrado también ser efectivos contra P. brasiliensis, aunque su evidencia clínica se reduce a un estudio piloto y a reportes de casos.[2] [3] [7] [55] Independientemente del medicamento elegido, el tratamiento se debe continuar hasta que las manifestaciones clínicas se hayan resuelto (excepto las producidas por las secuelas) y los títulos de anticuerpos o antígenos disminuyan o permanezcan bajos por varios meses. Sin embargo, no es posible erradicar el agente etiológico y siempre persiste el riesgo de una reactivación endógena.[2] [3] [7] [56] BIBLIOGRAFÍA 1. Lacaz CS, Porto E, Martins JEC, Heins-Vaccari EM, Melo NT. Paracoccidioidomicose. In: Lacaz C, Porto E, Martins JEC, Heins-Vaccari EM, Melo NT, editors. Tratado de Micologia Medica Lacaz. 9th edition. Sao Paulo, Brazil: Servier; 2002. p. 639-729. 2. Restrepo A, Tobón AM. 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