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Denotación y connotación Cuenca y Hilferty (1999, p. 72) afirman que si se ha de considerar tanto el componente léxico y su necesario contexto para definir el polo conceptual de cada unidad semántica, entonces no se puede hablar de denotación y connotación sino de dominios cognitivos. Cada unidad simbólica cuenta en sí misma con una serie de concepciones que aportan al significado dependiendo de un contexto. Sin embargo, a fin de conocer aquello que está incluido en los dominios cognitivos es necesario recordar lo que tradicionalmente se concibe como denotación y connotación. Aún hay académicos en el campo de la psicología cognitiva como Mio y Sternberg (2009, p. 355) y Phillip (2011, p.67) que conciben a la denotación como la definición de cada unidad simbólica. Asimismo se maneja la idea que la connotación es un término que se utiliza para designar el significado subjetivo que no es explícito y que representa los tonos emocionales, sociales y culturales añadidos a una determinada unidad simbólica. La connotación no está restringida a un determinado tiempo o espacio; por lo tanto el significado que ésta representa no es absoluto y depende en gran medida de los eventos de uso en los cuales se utilice la unidad simbólica. Gramaticalmente, la denotación de una unidad simbólica se refiere a la asociación directa de una palabra equivalente a su definición léxica. Mientras que, la connotación se refiere a aquellas instancias sutiles que pueden o no ser comunicadas a través del uso de la unidad simbólica. De tal forma, se puede decir que la denotación es el significado consensuado y de uso estandarizado que debe siempre ser tomado como la asociación más simple y libre de contexto a la cual hace referencia una unidad simbólica o dicho de otra forma, un prototipo. Por otro lado, la connotación depende mucho más del momento del uso de la unidad simbólica misma a través de los límites del significado denotativo. Ejemplo: Serpiente a) Denotación. Reptil ofidio sin pies, de cuerpo aproximadamente cilíndrico y muy largo respecto de su grueso; cabeza aplanada, boca grande y piel pintada simétricamente con colores diversos, escamosa, y cuya parte externa o epidermis muda por completo el animal de tiempo en tiempo. b) Connotación: La cobra real es peligrosa, malvada y astuta. Un ejemplo de la integración del componente denotativo y el connotativo que se genera desde la perspectiva de la lingüística cognitiva, lo podemos ver nuevamente en la palabra serpiente. Al designar su significado no sólo nos detenemos a incluir sus cualidades visibles o naturales sino también aquellas por las cuales se permea su definición. La palabra serpiente denota el dominio de peligro pues se genera de su cualidad de reptil venenoso; de la misma forma, la atribución de peligro proviene de nuestro conocimiento sobre la historia de Adán y Eva y el papel que jugó la serpiente en su destierro del paraíso. Como ya se ha explicado en el ejemplo de la palabra serpiente, toda la carga conceptual que rige nuestro conocimiento de la unidad simbólica no sólo se define por el significado lingüístico sino por factores de naturaleza extra-lingüística. Por tanto, la delimitación entre denotación y connotación es muy poco útil ante la comprensión de la red conceptual como regida por dominios cognitivos atribuibles al contexto.
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