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ANALISIS LIBRO DE LOS DELITOS Y DE LAS PENAS

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Ensayo del libro “De los delitos y de las penas por Cesar Becaria
Introducción
En un contexto donde el der4echo penal se caracteriza por la tortura y la barbarie para castigar el 
delito. Becaria funda la escuela clásica con su obra “El tratado de los delitos y de las penas”, donde
aboga para que el Derecho Penal tenga se fundamente en una justicia humanamente defensiva 
del hombre con miras a una rehabilitación, en contra de la crueldad, la tortura, la arbitrariedad 
judicial, la desigualdad de las personas ante la ley y la pena de muerte. Por lo que él es el iniciador 
de los principios de esta:
El delito como declaración jurídica. Quien infringe una norma jurídica da lugar a la configuración 
de un delito. 
La pena es la consecuencia del delito, se pretende restablecer el orden violado.
La responsabilidad penal del individuo es fruto de su libre albedrío.
Dado esto en el libro también encontramos una sólida base del Derecho natural y la razón 
práctica.
A continuación un breve resumen y algunas opiniones de los primeros 13 capítulos del libro:
Capítulo I - El origen de los penas
El imperante estado de guerra llevo a la sociedad cansada de los conflictos crearon leyes y normas 
de convivencia y con esto un a Estado de Derecho que velara por la tranquilidad de los pueblos y el
cumplimiento de la legislación. Para que todos siguieran la normativa el Estado creo la pena, 
medidas que se basan en la teoría de herir a los sentidos para castigar a quienes infringieran las 
normas.
Capitulo II – Derecho de castigar
La pen da razón de si únicamente cuando deriva de la necesidad. La pena es el derecho de castigar
a quien no cumple las leyes y es su única justificación y causa, si la pena no nace por eso sería 
injusta. La justicia vista como derecho de castigar y aplicar una pena radica en el conjunto de 
libertades que cada hombre cedió al constituir las leyes, la pena busca mantener estas libertades 
unidas.
Capitulo III – Consecuencias de las penas
Las penas deben estar legisladas y determinadas en la ley y por ende el legislador es quien las crea.
Ningún magistrado puede dictar o modificar penas a su libre albedrio.
El soberano es quien crea leyes generales de obligación para todas las personas. Los magistrados 
son quienes tienen el poder coercitivo y aplican la pena con sentencias inapelables, que no hacen 
distinción de ningún tipo, son totalmente objetivas
Si se probara que una pena es cruel en el sentido inhumano, estaríamos en oposición al sentido de
justicia y del bienestar social, pactado en el contrato social.
Capitulo IV – Interpretación de las leyes
Becaria ocupa todo un capítulo para la cuarta consecuencia: La ley, tal cual está escrita es la 
manifestación de la legítima voluntad de la sociedad. Los magistrados y jueces deben aplicar la ley 
en su literalidad, sin ocupar la interpretación, ya que esto daría cabida a la subjetividad en las 
penas. La imparcialidad debe ser una característica de los jueces.
Capítulo V – Oscuridad de las leyes
El autor hace alusión a la falta de cultura y entendimiento de la legislación que rige a la sociedad. 
No obstante, la ignorancia no te hace inocente, entre más educación legal exista entre los 
individuos, menor será el número de delitos cometidos. Si la ley es para todo el pueblo, se debe 
enseñar a comprenderla y aplicarla.
Capítulo VI – Proporción entre los delitos y las penas
No todos los delitos dañan en el mismo grado a la sociedad, aquellos que causan un mal severo o 
estragos a la sociedad deberán de recibir las penas más altas, al contrario de pequeñas 
controversias o injusticias entre particulares, que son delitos menores y por ello conllevan penas 
de menor nivel. Toda la sociedad debe estar de acuerdo con esta escala de penas para poder así 
llegar a la justicia y no echar culpas por imparcialidades.
Capitulo VII – Errores en la graduación de las penas
La verdadera medida de los delitos es el daño causado a la nación, y la pena debe ser 
directamente proporcional a este. Hay muchos que en su medición de la pena ocupan bases 
religiosas o personales, o razones que aluden a la maldad de cada persona, sin embargo es 
totalmente subjetivo y varía en cada ser humano.
Capítulo VIII – División de los delitos
Contra la sociedad - graves
Contra los particulares o contra la seguridad de los ciudadanos
Contravenciones o acciones contrarias a las obligaciones
Capítulo IX – Del Honor
Las leyes civiles protejan al hombre en sus bienes y propiedades, mientras que las relativas al 
honor, desde mi opinión podemos hacer un símil a aquellas que protegen la integridad de la 
persona. No obstantes, las primeras, en esa época, se encontraban en la legislación y las segundas 
no, ya que dependían, ínsito en ese entonces, de la opinión y la subjetividad.
Capítulo X – De los duelos 
En este capítulo el autor explica que de la necesidad de los sufragios de otros nacieron los duelos 
privados. Los duelos nacen en ausencia de ley. En su mayoría eran por honor y por libertad, 
aunque el fondo del asunto era un mero espectáculo para entretener a los nobles, quienes en su 
caso también se podían enfrentar. El mecanismo más eficaz para prevenir el delito es castigarlo.
Capítulo XI – De la tranquilidad pública
En la tercera clasificación de los delitos encontramos aquellos que perturban la tranquilidad o la 
paz pública, ejemplo de estos son los alborotos, manifestaciones en calles públicas destinadas a 
otros fines. Existen mecanismo para prevenir que se disturbe la tranquilidad por las pasiones de 
los ciudadanos como los guardias (policías), alumbrado público, discursos mediadores y sencillos e 
incluso el autor menciona los templos religiosos, todo esto forma parte de la vigilancia de los 
magistrados. Y para que todos conozcan el límite de su libertad existe un código donde todo esto 
se legitima.
Capítulo XII - Fin de las penas
El fin de la pena no es otro que impedir al castigado causar nuevos daños a sus ciudadanos y/o a la
sociedad y retraer o prevenir a los demás de la comisión de otros delitos iguales. La pena deberá 
ser directamente proporcional al daño causado y la que cause menos daño al delincuente, deberá 
causar una impresión eficaz y durable sobre la sociedad. Se debe de buscar una readaptación y 
una prevención.
Capítulo XIII – De los testigos
La legislación debe considerar verificar la credibilidad de los testigos y de las pruebas. 
Prácticamente cualquier hombre puede ser testigo mientras sea racional, aunque esto es 
totalmente subjetivo. Su veracidad dependerá del interés que tenga en decir la verdad y esto se ve
determinado en gran medida por la relación que tenga con el enjuiciado y la crueldad del delito.

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