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Diccionario básico del español de México Lara, Fernando, Villanueva, Carlos Published by El Colegio de México Lara, Fernando and Carlos Villanueva. Diccionario básico del español de México. El Colegio de México, 1986. Project MUSE. muse.jhu.edu/book/74573. https://muse.jhu.edu/. For additional information about this book For content related to this chapter This work is licensed under a https://muse.jhu.edu/book/74573 https://muse.jhu.edu/related_content?type=book&id=2581479 Creative Commons Attribution 4.0 International License. https://muse.jhu.edu https://muse.jhu.edu/book/74573 https://muse.jhu.edu/related_content?type=book&id=2581479 https://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/4.0/ INTRODUCCIÓN El léxico de una lengua es tan grande como la experiencia que tiene una comunidad de los objetos que la rodean, de sus percepciones, de sus emociones y de su pasado. Cada hecho, cada fenómeno, cada sentimiento pueden dejar su huella en las palabras. Y las palabras, al independizarse de lo que las motivó, constituyen el más eficaz instrumento para la memoria de las experiencias pasadas y para la expresión de las experiencias nuevas. Así es como las palabras comunican: acarrean recuerdos precisos del pasado y sirven de puente para que las experiencias indi- viduales se transmitan a todos los miembros de la sociedad. Las palabras, pues, están ligadas al trabajo y al pensamiento; se han venido creando durante cientos de años en correspondencia con todos los intereses de los seres humanos. Hay palabras para designar muchos objetos de la naturaleza, como los cientos de miles de animales, la enorme variedad de plantas, los aspectos del campo cuando se siembra y se cosecha, los diferentes vientos, las varias for- maciones del terreno, etc, etc; hay palabras también para designar lo que hacen los seres humanos cuando trabajan, cuando juegan, cuando manifiestan sus emo- ciones y sus deseos; hay, por último, palabras para hablar de cada conocimiento nuevo, de cada descubrimiento científico, de cada técnica y de cada aspecto de una técnica. El léxico de una lengua suma, por esos motivos, muchos miles de palabras diferentes. Pero también hay unas palabras, que en la mayor parte de las lenguas del mun- do no pasan de dos mil, con las que se entienden los miembros de la comunidad, independientemente de sus oficios o sus especializaciones. Son las que forman el núcleo, el conjunto fundamental del léxico de una lengua. Estas palabras son comunes; sin ellas no se podría hablar la lengua de una manera eficaz y compren- sible para los demás. Los que han recibido la lengua como materna las utilizan casi sin darse cuenta; los que aprenden la lengua más tarde necesitan dominarlas para llegar a hablarla de modo fluido y seguro. Más allá del léxico fundamental, el conocimiento y el uso de las palabras de una lengua se extiende ilimitadamente, aunque estrictamente hablando toda lengua sea limitada. Y es que cada hablante sólo llega a manejar unos cuantos miles de voces durante su vida y siempre le quedarán muchos miles más por aprender. Este vocabulario que no forma parte del conjunto fundamental de palabras de una lengua se presenta como algo enormemente variado, ligado a las experiencias deJ. individuo y generalmente a la clase de actividad que desempeña durante su vida. Así, el campesino utiliza un gran número de vocablos relacionados con el clima, el suelo y el cultivo, que probablemente no conozca un contador público; el ama de casa aprovecha muchas voces para distinguir utensilios de cocina, formas 11 de preparación de alimentos o diferentes puntadas del tejido y la costura, que con seguridad no conoce un albañil. En esa forma se compone el acervo total de palabras de una lengua y se caracterizan los vocabularios particulares de cada persona. Si en un momento dado, como es nuestro caso, no es posible ofrecer un "diccionario-tesoro" de una lengua -como los llamaba don Ramón Menéndez Pidal- que contenga el mayor número de palabras que sea uno capaz de encontrar, se hace necesario redactar la obra de acuerdo con ciertos objetivos y con la clase de personas a las que uno quiere dirigirse. Ése es el caso de este Diccionario básico. Como se señala en el prólogo, se busca ofrecer a los estudiantes de primaria y secundaria, niños y adultos, una obra que les ayude a comprender mejor sus libros de texto y las explicaciones que reciben de sus padres y maestros, así como intro- ducirlos en el conocimiento de una lengua culta que es la que sirve de vehículo de comunicación entre todos los mexicanos, considerados como ciudadanos inte- resados en participar en la vida histórica y social de su patria y en el desarrollo de la civilización contemporánea. Las palabras que significan estos aspectos de la realidad mexicana e hispánica forman también un conjunto igualmente convencional, como se explica más adelante, aunque sus límites no se puedan determinar con la clase de precisión con la que se definió el vocabulario fundamental. Lo que ha parecido más apropiado para hacerlo ha sido espigar los textos de enseñanza primaria y secundaria buscando palabras de las ciencias naturales, de las ciencias sociales, de las matemáticas, etc, que requieran explicación, tanto por corresponder a conceptos especializados como por resultar de difícil consulta en otras obras lexicográficas. En esa forma se ha delimitado un total aproximado de cinco mil voces que, sumadas a las del vocabulario fundamental, son las que dan cuerpo a este Diccionario. COMPOSICIÓN DEL DICCIONARIO BÁSICO Cuando se inició la elaboración del Diccionario del español de México* se consideró necesario reunir muestras de todo tipo de textos hablados y escritos en la república mexicana para formar un corpus del español realmente usado en ella que permitiera obtener un conocimiento riguroso del uso del vocabulario en el que se basara la redacción de la obra. Ese Corpus del español mexicano contemporáneo (1921-1974) quedó compuesto por mil textos provenientes de todas las regiones del país, de toda clase de hablantes y de una amplia variedad de géneros. Cada texto, a su vez, formado por cerca de dos mil palabras, permitió hacer un estudio estadístico basado en dos millones de apariciones de palabras. Del estudio, efectuado con la computadora del Centro Electrónico de Procesamiento y Evaluación "Dr. Arturo Rosenblueth" de la Secretaría de Educación Pública, se obtuvo una lista de cerca de sesenta y ocho mil vocablos diferentes, cada uno de ellos documentado con los datos estadísticos necesarios para poder conocer su uso y la manera en que se distribuye entre los diferentes géneros de texto y entre distintas zonas geográficas. Al acumular los vocablos que constituyen 75% de todas las emisiones lingüísti- • Una exposición amplia y detallada de aspectos importantes de la investigación se encuentra en L.F. Lara, R. Ham Chande e I. García Hidalgo, Investigaciones lingüísticas en lexicografía, El Colegio 12 de México, México, 1980. cas cultas en el español de México, se comprobó que están formadas por 1 451 pala- bras. Esta acumulación es el vocabulario fundamental. A primera vista tiende uno a sentirse sorprendido por lo que parece ser un número muy bajo de palabras; pero, como se decía antes, una constante entre muchas lenguas del mundo parece ser que su vocabulario fundamental se aproxime a esa cifra y no pase de dos mil palabras. Así lo han demostrado las investigaciones sobre lenguas tan diferentes como el chino, el japonés, el francés o el inglés. El estudio estadístico también reveló que a partir del límite trazado para el vocabulario fundamental, el léxico aumenta en relación con la enorme variedad de temas especializados que están contenidos en los textos hasta llegar, en el caso del corpus mexicano, a los sesenta y ocho mil vocablos. Por supuesto que toda persona usa y conoce más palabras que las que contiene su vocabulario funda- mental, y que difícilmente llega aconocer tantas como contiene el corpus, ni siquiera cuando se trata de los propios lexicógrafos, de escritores o de traductores, cuyo oficio propicia el conocimiento del vocabulario. La elaboración del vocabulario fundamental es, pues, el resultado de un estudio estadístico para el que no se tomaron en cuenta otros criterios. Pero puesto que, como se explica antes, el Diccionario se ha orientado hacia la consulta escolar, ha sido necesario complementar el vocabulario fundamental con los vocablos temáticos que aparecen particularmente en los libros oficiales de texto, y en especial con los términos que se utilizan en la propia educación de la lengua española, es decir, los que constituyen la terminología gramatical y lingüística a que recurren los maestros para enseñar a comprender las características del idioma. Sin duda esa terminología y las de la enseñanza de las ciencias naturales y sociales une a los educandos desde hace diez años, y expresa los conocimientos y los valores que comparten y habrán de compartir las generaciones jóvenes. Las terminologías, como todas las convenciones que se hacen para unificar los textos de un mismo campo, están sujetas tanto a aportes de diferentes tendencias científicas y pedagógicas, como a cambios producidos por la influencia del tiempo y de las situaciones sociales en que se crean. En el caso de la terminología lingüística y gramatical se ha respetado aquélla que fijan los libros de texto, y a la vez se han introducido algunas referencias a terminologías más antiguas pero igualmente válidas, con objeto de propiciar la comunicación entre generaciones que han reci- bido educación distinta. En cuanto a las terminologías de las ciencias naturales, se han tomado en cuenta los consejos de los especialistas que asesoran al cuerpo de redacción del Diccionario y que representan a las instituciones más autorizadas de la república. Para la definición de cada uno de esos términos se han consultado, también, varias obras contemporáneas en otras lenguas, con el objeto de ofrecer las informaciones más seguras y modernas posibles. Los términos correspondientes a doctrinas, movimientos sociales, instituciones y conceptos de valor histórico para México han recibido un tratamiento enciclopé- dico basado también en la opinión de los más destacados especialistas y en obras contemporáneas de calidad cierta. Desde el punto de vista educativo ha parecido mucho más importante ofrecer un diccionario destinado a la lengua culta -como se ha dicho antes- que es la que sirve de vehículo a la comunicación nacional e internacional en español, que un catálogo de voces populares, regionales, familiares o folklóricas cuya riqueza y legitimidad no se pone en duda, pero que pueden esperar a recibir un tratamiento 13 más prolijo y reposado en el DEM y no en una obra como ésta, que se apresura a llenar un hueco en la educación elemental y media. Las hablas mexicanas son enormemente variadas y expresivas; en ellas se advierte la diversidad cultural del territorio nacional y se tiene el principal apoyo para la constante elaboración de un lenguaje apto para la sobrevivencia y el desarrollo de un México independiente. El hecho de no incluir en este Diccionario básico más de un centenar de indigenismos, varias decenas de voces populares y todas las palabras regionales que se puede encontrar en cada rincón de México es, por esos motivos, cuestión solamente de tiempo y de apego a los objetivos propuestos. El Diccionario básico del español de México reúne así aproximadamente siete mil vocablos. Cada vocablo, a su vez, es un vehículo de varios significados. Cerca de cuarenta mil son los significados o acepciones que corresponden a este Diccionario. Con la idea de que el servicio que preste el Diccionario sea completo en lo referente al uso de la lengua, se han agregado algunas tablas para facilitar la consulta de la ortografía, la puntuación, las conjugaciones de los verbos y los usos de los tiempos verbales. A manera de apéndices aparecen tablas de gentilicios importantes, mexicanos y latinoamericanos, y una tabla de escritura de los números. CARACTERÍSTICAS DE LA DEFINICIÓN La investigación arriba mencionada produjo también una enorme lista de contextos de uso de cada palabra, documentados en novelas, periódicos, libros de texto, trabajos científicos, cancioneros, manuales de mecánica y artesanías, historietas, fotonovelas, telenovelas, etc, y grabaciones de conversaciones con personas de todo México. Estos documentos constituyeron la principal fuente de datos para analizar el significado de las palabras que contiene este Diccionario. Un análisis de esta clase tiene características muy diferentes de las de los análisis en otras ciencias: ante todo porque se hace con el mismo lenguaje que se analiza, lo cual da a los resultados una sustancia significativa igualmente llena y compleja que la del vocablo analizado. A ello hay que agregarle el hecho de que esos resultados se manifiestan luego en un texto escrito en la misma lengua analizada, lo que tiene por efecto la aparición de una especie de "desviación" significativa que necesa- riamente modifica la ecuación de identidad real entre lo definido y su definición. Por otra parte, el analista forma parte de la misma comunidad lingüística y su horizonte cultural y tradicional tiene los mismos límites que el de los lectores de la obra. Esa situación obliga al lexicógrafo a ejercer cotidianamente un esfuerzo crítico que le permita situarse a cierta distancia de la lengua que estudia para poder encontrar en ella sus rasgos más característicos. El resultado final es una obra de interpretación, en la que caben nuevas interpretaciones de sus lectores. El papel del lexicógrafo se convierte así en una mediación entre el hablante y su lengua. En cuanto a mediación, lo único que se espera es que sea lo suficientemente clara, abierta y respetuosa como para que el lector tenga siempre la sensación de que su lengua no le ha sido robada ni se le devuelve como un objeto ajeno e impuesto. Con un léxico reducido como el que presenta este Diccionario es difícil, si no imposible, que la obra pueda leerse con su propio vocabulario. Se ha intentado siempre redactar las definiciones con las palabras más sencillas que se encuentren 14 y que éstas formen parte del Diccionario. Como no siempre ha sido posible hacerlo, la obra apela al conocimiento de sus lectores y a la ayuda del maestro o de los padres de familia para que suplan esas carencias. Una definición es una paráfrasis del vocablo definido; es decir, la definición repite el significado del vocablo con una composición de los significados de las palabras utilizadas en ella. En este Diccionario se ha buscado que las paráfrasis sean largas y contengan varios vocablos conocidos que faciliten la comprensión de su texto; así se ha rehuido caer en los típicos círculos viciosos de los diccionarios en que, por ejemplo, pavo se define como guajolote y guajolote como pavo, o amor como cariño y cariño como amor. Por el contrario, se ha buscado siempre el matiz significativo específico que hace que dos palabras no sean perfectos sinónimos. Con objeto de mejorar los resultados del análisis de los significados de un vocablo, se tomaron en cuenta otros muchos diccionarios del español y algunos del inglés o del francés; ello permite asegurar en buena medida la calidad de la información contenida en la obra, así como aumentar significados poco usuales pero importantes en México o para la comunicación internacional en la lengua española. No obstante, la obra se basa en el uso mexicano y tiene a los mexicanos como punto de referencia, por lo que no se han introducido marcas o indicaciones que permitan reconocer "mexicanismos", "americanismos" o aun "españolismos" entre los vocablos o las acepciones que la componen. Hacerlo no solamente habría acarreado el riesgo de equivocarse, debido a la falta general de estudios compara-tivos del léxico de la lengua española en las diferentes regiones del mundo hispá- nico, que permitan identificarlos con cierta seguridad y exhaustividad, sino que habría significado que la legitimidad del uso mexicano de la lengua se viera puesta en crisis al crear una "conciencia del desvío" con respecto a otro uso, distinto regionalmente pero implícitamente aceptado como ejemplar normativo. En la medida en que tal ejemplaridad normativa está sujeta a discusión precisa- mente por el carácter que ha tenido tradicionalmente y, por el contrario, el uso culto del español en México constituye un claro, rico y flexible reflejo de la unidad hispánica, parece más conveniente y adecuado a la realidad no limitarlo a los márgenes estrechos de esa clase de calificaciones. Solamente se han hecho observaciones comparativas de ese tipo para caracte- rizar, por un lado, las diferencias fonológicas entre el español mexicano y el peninsular, con el objeto de destacar las razones por las que existen ciertas reglas ortográficas; por el otro, el desuso generalizado del pronombre y la terminación verbal de la segunda persona del plural (vosotros amáis) en el español de México. De todas maneras, el lector curioso de esa clase de diferencias regionales y nor- mativas podrá comparar los vocablos incluidos en este Diccionario con lo que de ellos digan los diccionarios más conocidos de mexicanismos y de americanismos. Los significados se ordenan en una serie de acepciones del vocablo en cuestión o entrada. La primera acepción es siempre la del significado prototípico en el español mexicano contemporáneo. No hay recurrencias a la etimología ni al cambio his- tórico de una palabra por tratarse de una obra interesada solamente en lo contempo- ráneo, criterio más difícil de manejar que el de los diccionarios que apelan a la historia, en los que el orden cronológico externo dicta el orden de las acepciones. Se puede decir que un significado se vuelve prototípico cuando ha quedado más fijo en la memoria social y se muestra como base generadora de las acepciones subsecuentes. Esos significados tienen, naturalmente, su origen histórico; son pre- cisos en sus designaciones y en su uso. El resto de las acepciones se ordena a partir 15 de un desarrollo lógico de los elementos significativos de la primera, e indica una movilidad metafórica que va creciendo hasta la última, casi correspondiente a lo que la lexicografía tradicional llamaba "sentido figurado". En otras palabras, este Diccionario no hace distinción entre "sentido recto" o "propio" y "sentido figu- rado'', porque estas designaciones conllevan una concepción logicista de la lengua que no parece justificarse a la luz del pensamiento lingüístico moderno. El "sentido recto" corresponde al significado que, a lo largo de la historia y hasta hoy, se ha fijado en primer lugar en la memoria de la comunidad lingüística; el "figurado" todavía muestra mayor variación y capacidad para hacerse percibir como 'meta- fórico. En realidad, toda manifestación verbal que haga uno orientada a comunicar algo con precisión y claridad, "figura". un nuevo significado, para cuya comprensión los que aparecen en el Diccionario dan el punto de partida. Cuando no aparecen rasgos significativos comunes a dos significados de lo que parece la misma palabra, se da una situación de homonimia, es decir, se decide que se trata, en realidad, de dos palabras distintas con idéntico soporte sonoro. Es el caso, por ejemplo, de las entradas acción1 y acción2 en este Diccionario , o chino1 y chino2 ; en ambas distinciones se refleja el hecho de que, desde el punto de vista de la semántica, entre las acciones humanas y las financieras y entre el aspecto del pelo y el natural de China no hay relación de significado. En todos esos casos encontrará el lector dos o más entradas distinguidas por índices numéricos. Aquellos significados de un vocablo que pertenecen a la terminología científica o técnica aparecen precedidos por una abreviatura entre paréntesis y en letra cursiva, que indica la ciencia o la técnica a la que pertenecen. Esas abreviaturas se encuentran en la tabla correspondiente, en la página 8. Hay muchos vocablos utilizados por las ciencias y las técnicas que podrían aparecer como términos técnicos; sin embargo, no se les considera como tales cuando su significado técnico no produce diferencias notables con los significados ordinarios. Los nombres de plantas y animales van acompañados de su designación cien- tífica de acuerdo con las especies que se encuentran en México. No siempre ha sido posible llegar a identificar unívocamente un objeto de la naturaleza orgánica, fundamentalmente por la enorme riqueza tanto de nombres comunes como de individuos de la flora y la fauna mexicanas. Se han incluido como si fueran acepciones las locuciones más usuales en el español mexicano y general. Se trata de composiciones de palabras y construcciones sintácticas con un significado diferente al de la simple suma de los significados de los vocablos que las componen como, por ejemplo, baño maria, irse de boca, cantarle a alguien el gallo, a base de, sobre la base de, etc. Se encontrarán, general- mente, bajo la entrada del vocablo más específico de los que las componen o de aquél que constituye su núcleo; así, las locuciones anteriores aparecen bajo baño, boca, gallo y base. No se les ha dado una clasificación sintáctica porque se prestan a varios análisis diferentes y, en consecuencia, porque no se ha querido complicar más la asignación de marcas gramaticales. LA GRAMÁTICA DEL DICCIONARIO Como se dijo al principio de esta introducción, se ha puesto especial cuidado en seguir las pautas que marca la enseñanza de la gramática en los libros oficiales 16 de texto para la escuela primaria. Por eso el enfoque funcional que caracteriza a cada entrada o a cada acepción, así como las abreviaturas con las que se repre- senta, se corresponden estrechamente con esa gramática. Naturalmente, se encon- trarán algunas diferencias, determinadas por el carácter interpretativo de todos los estudios gramaticales. Según la concepción funcional del análisis gramatical, las llamadas categorías gramaticales o partes de la oración no son conjuntos de palabras que invariablemente tengan la misma categoría; son, por el contrario, conceptos que definen las propiedades funcionales con las que habrá de cumplir un vocablo para que se pueda considerar que tiene la función correspondiente a cierta categoría. Así, hay palabras que tienen la función de adjetivo en una oración pero de sustantivo en otra, como en los siguientes ejemplos: "Tiene una bella vo¿··, donde bella es adjetivo, y "La bella venía caminando", donde se trata de un sus- tantivo; o como el caso de bajo1, que es adjetivo ("Un hombre bajo"), sustantivo ("Una baja de precios") o adverbio ("Hablar bajo") y aun se considera homónimo de bajo2 , que es preposición ("Bajo tierra"). Inmediatamente después de la entrada aparecen las marcas gramaticales en forma de abreviaturas; cuando un vocablo puede desempeñar varias funciones, las categorías que le correspondan aparecen juntas; si solamente una acepción tiene función diferente a la del resto, en esa acepción aparece su nueva marca. Las marcas de género y número de los sustantivos y los adjetivos son restric- tivas; esto quiere decir que, cuando se encuentra uno de estos nombres sin marca de su flexión nominal, significa que puede hacerse tanto masculino como femenino, tanto singular como plural. Si, en cambio, solamente puede ser masculino, o femenino, o sólo singular, o plural, aparecerá la marca correspondiente. Los ejem- plos siguientes lo ilustran: conejo vaca toro dosis s s f sm s f sing y pl diario bastante sartén absurdo adj adj m y f s m o f adj, s m En cuanto a los verbos, llevan tres marcas posibles: una para los transitivos, una para los intransitivos y una más para los pronominales como ª"epentirse. No se han marcadoni se les ha dado tratamiento aparte a los verbos transitivos que pueden pronominalizarse, como comer (comerse), encontrar (encontrarse) o lavar (lavarse) pues se trata de posibilidades regulares del verbo español. LA CONJUGACIÓN DE LOS VERBOS Inmediatamente después de las marcas gramaticales de un verbo aparece, entre paréntesis, una referencia al modelo de conjugación del verbo en cuestión. El objeto de esta información es que el lector sepa cómo se conjuga un verbo que desconozca. Los modelos aparecen en una tabla especial después de esta introducción. Para los verbos regulares sirven de modelo las conjugaciones de amar, comer y subir. Para los irregulares se incluye una lista de diecinueve modelos, que se identifican tanto por un verbo, como sentir o adquirir, como por un número: 9a ó 2b en los ejemplos anteriores. De esa manera, el lector podrá efectuar de inmediato la conju- gación de un verbo que le interese si sabe conjugar el modelo; si no lo sabe, los números lo remiten a la tabla en la que aparece la conjugación. 17 18 En la lista o paradigma de los pronombres personales que introducen la con- jugación de los verbos, aparece entre paréntesis la forma de la segunda persona del plural (vosotros amáis, vosotros coméis, vosotros subís), desusada en México e Hispanoamérica pero normal en España y en ciertos textos muy formales del discurso político y religioso mexicano. Los EJEMPLOS La función de los ejemplos en el Diccionario es múltiple: por un lado, sirven para redondear la explicación del significado con la ayuda de un contexto posible de aparición; así, si la definición de bélico no fuera suficiente para un lector determi- nado, el ejemplo conflicto bélico podría mejorar su comprensión del significado. Por otro lado, el ejemplo introduce en uso información sobre el régimen de los verbos o la rección de las preposiciones y muestra las construcciones más comunes. Es el caso de carecer de, base militar, base decimal, base del cráneo bajo las entradas carecer y base, o el de andar a pie, andar a caballo, andar en coche, bajo el verbo andar. Hay otra clase de ejemplos, tomados del habla real, que son más particulares y concretos; aparecen entrecomillados, con el vocablo en cuestión destacado con letras cursivas. Este pequeño Diccionario tiene sus límites, como se ha explicado antes, pero también debe tener sus virtudes. El personal que trabajó en él está deseoso de que sus lectores le hagan llegar sus observaciones, sus aportaciones léxicas y aun sus censuras.