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Diccionario básico del español de México 
Lara, Fernando, Villanueva, Carlos
Published by El Colegio de México
Lara, Fernando and Carlos Villanueva. 
Diccionario básico del español de México.
El Colegio de México, 1986. 
Project MUSE. muse.jhu.edu/book/74573. https://muse.jhu.edu/.
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INTRODUCCIÓN 
El léxico de una lengua es tan grande como la experiencia que tiene una comunidad 
de los objetos que la rodean, de sus percepciones, de sus emociones y de su pasado. 
Cada hecho, cada fenómeno, cada sentimiento pueden dejar su huella en las 
palabras. Y las palabras, al independizarse de lo que las motivó, constituyen el 
más eficaz instrumento para la memoria de las experiencias pasadas y para la 
expresión de las experiencias nuevas. Así es como las palabras comunican: acarrean 
recuerdos precisos del pasado y sirven de puente para que las experiencias indi-
viduales se transmitan a todos los miembros de la sociedad. 
Las palabras, pues, están ligadas al trabajo y al pensamiento; se han venido 
creando durante cientos de años en correspondencia con todos los intereses de 
los seres humanos. Hay palabras para designar muchos objetos de la naturaleza, 
como los cientos de miles de animales, la enorme variedad de plantas, los aspectos 
del campo cuando se siembra y se cosecha, los diferentes vientos, las varias for-
maciones del terreno, etc, etc; hay palabras también para designar lo que hacen 
los seres humanos cuando trabajan, cuando juegan, cuando manifiestan sus emo-
ciones y sus deseos; hay, por último, palabras para hablar de cada conocimiento 
nuevo, de cada descubrimiento científico, de cada técnica y de cada aspecto de 
una técnica. El léxico de una lengua suma, por esos motivos, muchos miles de 
palabras diferentes. 
Pero también hay unas palabras, que en la mayor parte de las lenguas del mun-
do no pasan de dos mil, con las que se entienden los miembros de la comunidad, 
independientemente de sus oficios o sus especializaciones. Son las que forman 
el núcleo, el conjunto fundamental del léxico de una lengua. Estas palabras son 
comunes; sin ellas no se podría hablar la lengua de una manera eficaz y compren-
sible para los demás. Los que han recibido la lengua como materna las utilizan 
casi sin darse cuenta; los que aprenden la lengua más tarde necesitan dominarlas 
para llegar a hablarla de modo fluido y seguro. 
Más allá del léxico fundamental, el conocimiento y el uso de las palabras de 
una lengua se extiende ilimitadamente, aunque estrictamente hablando toda lengua 
sea limitada. Y es que cada hablante sólo llega a manejar unos cuantos miles de 
voces durante su vida y siempre le quedarán muchos miles más por aprender. 
Este vocabulario que no forma parte del conjunto fundamental de palabras 
de una lengua se presenta como algo enormemente variado, ligado a las experiencias 
deJ. individuo y generalmente a la clase de actividad que desempeña durante su 
vida. Así, el campesino utiliza un gran número de vocablos relacionados con el 
clima, el suelo y el cultivo, que probablemente no conozca un contador público; 
el ama de casa aprovecha muchas voces para distinguir utensilios de cocina, formas 11 
de preparación de alimentos o diferentes puntadas del tejido y la costura, que con 
seguridad no conoce un albañil. En esa forma se compone el acervo total de palabras 
de una lengua y se caracterizan los vocabularios particulares de cada persona. 
Si en un momento dado, como es nuestro caso, no es posible ofrecer un 
"diccionario-tesoro" de una lengua -como los llamaba don Ramón Menéndez 
Pidal- que contenga el mayor número de palabras que sea uno capaz de encontrar, 
se hace necesario redactar la obra de acuerdo con ciertos objetivos y con la clase 
de personas a las que uno quiere dirigirse. Ése es el caso de este Diccionario básico. 
Como se señala en el prólogo, se busca ofrecer a los estudiantes de primaria y 
secundaria, niños y adultos, una obra que les ayude a comprender mejor sus libros 
de texto y las explicaciones que reciben de sus padres y maestros, así como intro-
ducirlos en el conocimiento de una lengua culta que es la que sirve de vehículo 
de comunicación entre todos los mexicanos, considerados como ciudadanos inte-
resados en participar en la vida histórica y social de su patria y en el desarrollo 
de la civilización contemporánea. 
Las palabras que significan estos aspectos de la realidad mexicana e hispánica 
forman también un conjunto igualmente convencional, como se explica más 
adelante, aunque sus límites no se puedan determinar con la clase de precisión 
con la que se definió el vocabulario fundamental. Lo que ha parecido más apropiado 
para hacerlo ha sido espigar los textos de enseñanza primaria y secundaria buscando 
palabras de las ciencias naturales, de las ciencias sociales, de las matemáticas, 
etc, que requieran explicación, tanto por corresponder a conceptos especializados 
como por resultar de difícil consulta en otras obras lexicográficas. En esa forma 
se ha delimitado un total aproximado de cinco mil voces que, sumadas a las del 
vocabulario fundamental, son las que dan cuerpo a este Diccionario. 
COMPOSICIÓN DEL DICCIONARIO BÁSICO 
Cuando se inició la elaboración del Diccionario del español de México* se consideró 
necesario reunir muestras de todo tipo de textos hablados y escritos en la república 
mexicana para formar un corpus del español realmente usado en ella que permitiera 
obtener un conocimiento riguroso del uso del vocabulario en el que se basara la 
redacción de la obra. Ese Corpus del español mexicano contemporáneo (1921-1974) 
quedó compuesto por mil textos provenientes de todas las regiones del país, de 
toda clase de hablantes y de una amplia variedad de géneros. 
Cada texto, a su vez, formado por cerca de dos mil palabras, permitió hacer 
un estudio estadístico basado en dos millones de apariciones de palabras. Del 
estudio, efectuado con la computadora del Centro Electrónico de Procesamiento 
y Evaluación "Dr. Arturo Rosenblueth" de la Secretaría de Educación Pública, 
se obtuvo una lista de cerca de sesenta y ocho mil vocablos diferentes, cada uno 
de ellos documentado con los datos estadísticos necesarios para poder conocer 
su uso y la manera en que se distribuye entre los diferentes géneros de texto y 
entre distintas zonas geográficas. 
Al acumular los vocablos que constituyen 75% de todas las emisiones lingüísti-
• Una exposición amplia y detallada de aspectos importantes de la investigación se encuentra en 
L.F. Lara, R. Ham Chande e I. García Hidalgo, Investigaciones lingüísticas en lexicografía, El Colegio 
12 de México, México, 1980. 
cas cultas en el español de México, se comprobó que están formadas por 1 451 pala-
bras. Esta acumulación es el vocabulario fundamental. A primera vista tiende uno 
a sentirse sorprendido por lo que parece ser un número muy bajo de palabras; 
pero, como se decía antes, una constante entre muchas lenguas del mundo parece 
ser que su vocabulario fundamental se aproxime a esa cifra y no pase de dos mil 
palabras. Así lo han demostrado las investigaciones sobre lenguas tan diferentes 
como el chino, el japonés, el francés o el inglés. 
El estudio estadístico también reveló que a partir del límite trazado para el 
vocabulario fundamental, el léxico aumenta en relación con la enorme variedad 
de temas especializados que están contenidos en los textos hasta llegar, en el caso 
del corpus mexicano, a los sesenta y ocho mil vocablos. Por supuesto que toda 
persona usa y conoce más palabras que las que contiene su vocabulario funda-
mental, y que difícilmente llega aconocer tantas como contiene el corpus, ni 
siquiera cuando se trata de los propios lexicógrafos, de escritores o de traductores, 
cuyo oficio propicia el conocimiento del vocabulario. 
La elaboración del vocabulario fundamental es, pues, el resultado de un estudio 
estadístico para el que no se tomaron en cuenta otros criterios. 
Pero puesto que, como se explica antes, el Diccionario se ha orientado hacia 
la consulta escolar, ha sido necesario complementar el vocabulario fundamental 
con los vocablos temáticos que aparecen particularmente en los libros oficiales 
de texto, y en especial con los términos que se utilizan en la propia educación 
de la lengua española, es decir, los que constituyen la terminología gramatical y 
lingüística a que recurren los maestros para enseñar a comprender las características 
del idioma. Sin duda esa terminología y las de la enseñanza de las ciencias naturales 
y sociales une a los educandos desde hace diez años, y expresa los conocimientos 
y los valores que comparten y habrán de compartir las generaciones jóvenes. 
Las terminologías, como todas las convenciones que se hacen para unificar 
los textos de un mismo campo, están sujetas tanto a aportes de diferentes tendencias 
científicas y pedagógicas, como a cambios producidos por la influencia del tiempo 
y de las situaciones sociales en que se crean. En el caso de la terminología lingüística 
y gramatical se ha respetado aquélla que fijan los libros de texto, y a la vez se 
han introducido algunas referencias a terminologías más antiguas pero igualmente 
válidas, con objeto de propiciar la comunicación entre generaciones que han reci-
bido educación distinta. 
En cuanto a las terminologías de las ciencias naturales, se han tomado en cuenta 
los consejos de los especialistas que asesoran al cuerpo de redacción del Diccionario 
y que representan a las instituciones más autorizadas de la república. Para la 
definición de cada uno de esos términos se han consultado, también, varias obras 
contemporáneas en otras lenguas, con el objeto de ofrecer las informaciones más 
seguras y modernas posibles. 
Los términos correspondientes a doctrinas, movimientos sociales, instituciones 
y conceptos de valor histórico para México han recibido un tratamiento enciclopé-
dico basado también en la opinión de los más destacados especialistas y en obras 
contemporáneas de calidad cierta. 
Desde el punto de vista educativo ha parecido mucho más importante ofrecer 
un diccionario destinado a la lengua culta -como se ha dicho antes- que es la 
que sirve de vehículo a la comunicación nacional e internacional en español, que 
un catálogo de voces populares, regionales, familiares o folklóricas cuya riqueza 
y legitimidad no se pone en duda, pero que pueden esperar a recibir un tratamiento 13 
más prolijo y reposado en el DEM y no en una obra como ésta, que se apresura 
a llenar un hueco en la educación elemental y media. 
Las hablas mexicanas son enormemente variadas y expresivas; en ellas se 
advierte la diversidad cultural del territorio nacional y se tiene el principal apoyo 
para la constante elaboración de un lenguaje apto para la sobrevivencia y el 
desarrollo de un México independiente. El hecho de no incluir en este Diccionario 
básico más de un centenar de indigenismos, varias decenas de voces populares 
y todas las palabras regionales que se puede encontrar en cada rincón de México 
es, por esos motivos, cuestión solamente de tiempo y de apego a los objetivos 
propuestos. 
El Diccionario básico del español de México reúne así aproximadamente siete 
mil vocablos. Cada vocablo, a su vez, es un vehículo de varios significados. Cerca de 
cuarenta mil son los significados o acepciones que corresponden a este Diccionario. 
Con la idea de que el servicio que preste el Diccionario sea completo en lo 
referente al uso de la lengua, se han agregado algunas tablas para facilitar la consulta 
de la ortografía, la puntuación, las conjugaciones de los verbos y los usos de los 
tiempos verbales. A manera de apéndices aparecen tablas de gentilicios importantes, 
mexicanos y latinoamericanos, y una tabla de escritura de los números. 
CARACTERÍSTICAS DE LA DEFINICIÓN 
La investigación arriba mencionada produjo también una enorme lista de contextos 
de uso de cada palabra, documentados en novelas, periódicos, libros de texto, 
trabajos científicos, cancioneros, manuales de mecánica y artesanías, historietas, 
fotonovelas, telenovelas, etc, y grabaciones de conversaciones con personas de 
todo México. Estos documentos constituyeron la principal fuente de datos para 
analizar el significado de las palabras que contiene este Diccionario. Un análisis 
de esta clase tiene características muy diferentes de las de los análisis en otras 
ciencias: ante todo porque se hace con el mismo lenguaje que se analiza, lo cual 
da a los resultados una sustancia significativa igualmente llena y compleja que 
la del vocablo analizado. A ello hay que agregarle el hecho de que esos resultados 
se manifiestan luego en un texto escrito en la misma lengua analizada, lo que tiene 
por efecto la aparición de una especie de "desviación" significativa que necesa-
riamente modifica la ecuación de identidad real entre lo definido y su definición. 
Por otra parte, el analista forma parte de la misma comunidad lingüística y su 
horizonte cultural y tradicional tiene los mismos límites que el de los lectores de 
la obra. Esa situación obliga al lexicógrafo a ejercer cotidianamente un esfuerzo 
crítico que le permita situarse a cierta distancia de la lengua que estudia para poder 
encontrar en ella sus rasgos más característicos. El resultado final es una obra de 
interpretación, en la que caben nuevas interpretaciones de sus lectores. El papel 
del lexicógrafo se convierte así en una mediación entre el hablante y su lengua. 
En cuanto a mediación, lo único que se espera es que sea lo suficientemente clara, 
abierta y respetuosa como para que el lector tenga siempre la sensación de que 
su lengua no le ha sido robada ni se le devuelve como un objeto ajeno e impuesto. 
Con un léxico reducido como el que presenta este Diccionario es difícil, si no 
imposible, que la obra pueda leerse con su propio vocabulario. Se ha intentado 
siempre redactar las definiciones con las palabras más sencillas que se encuentren 
14 y que éstas formen parte del Diccionario. Como no siempre ha sido posible hacerlo, 
la obra apela al conocimiento de sus lectores y a la ayuda del maestro o de los 
padres de familia para que suplan esas carencias. 
Una definición es una paráfrasis del vocablo definido; es decir, la definición 
repite el significado del vocablo con una composición de los significados de las 
palabras utilizadas en ella. En este Diccionario se ha buscado que las paráfrasis 
sean largas y contengan varios vocablos conocidos que faciliten la comprensión 
de su texto; así se ha rehuido caer en los típicos círculos viciosos de los diccionarios 
en que, por ejemplo, pavo se define como guajolote y guajolote como pavo, o amor 
como cariño y cariño como amor. Por el contrario, se ha buscado siempre el matiz 
significativo específico que hace que dos palabras no sean perfectos sinónimos. 
Con objeto de mejorar los resultados del análisis de los significados de un 
vocablo, se tomaron en cuenta otros muchos diccionarios del español y algunos 
del inglés o del francés; ello permite asegurar en buena medida la calidad de la 
información contenida en la obra, así como aumentar significados poco usuales 
pero importantes en México o para la comunicación internacional en la lengua 
española. 
No obstante, la obra se basa en el uso mexicano y tiene a los mexicanos como 
punto de referencia, por lo que no se han introducido marcas o indicaciones que 
permitan reconocer "mexicanismos", "americanismos" o aun "españolismos" 
entre los vocablos o las acepciones que la componen. Hacerlo no solamente habría 
acarreado el riesgo de equivocarse, debido a la falta general de estudios compara-tivos del léxico de la lengua española en las diferentes regiones del mundo hispá-
nico, que permitan identificarlos con cierta seguridad y exhaustividad, sino que 
habría significado que la legitimidad del uso mexicano de la lengua se viera puesta 
en crisis al crear una "conciencia del desvío" con respecto a otro uso, distinto 
regionalmente pero implícitamente aceptado como ejemplar normativo. 
En la medida en que tal ejemplaridad normativa está sujeta a discusión precisa-
mente por el carácter que ha tenido tradicionalmente y, por el contrario, el uso 
culto del español en México constituye un claro, rico y flexible reflejo de la unidad 
hispánica, parece más conveniente y adecuado a la realidad no limitarlo a los 
márgenes estrechos de esa clase de calificaciones. 
Solamente se han hecho observaciones comparativas de ese tipo para caracte-
rizar, por un lado, las diferencias fonológicas entre el español mexicano y el 
peninsular, con el objeto de destacar las razones por las que existen ciertas reglas 
ortográficas; por el otro, el desuso generalizado del pronombre y la terminación 
verbal de la segunda persona del plural (vosotros amáis) en el español de México. 
De todas maneras, el lector curioso de esa clase de diferencias regionales y nor-
mativas podrá comparar los vocablos incluidos en este Diccionario con lo que de 
ellos digan los diccionarios más conocidos de mexicanismos y de americanismos. 
Los significados se ordenan en una serie de acepciones del vocablo en cuestión 
o entrada. La primera acepción es siempre la del significado prototípico en el español 
mexicano contemporáneo. No hay recurrencias a la etimología ni al cambio his-
tórico de una palabra por tratarse de una obra interesada solamente en lo contempo-
ráneo, criterio más difícil de manejar que el de los diccionarios que apelan a la 
historia, en los que el orden cronológico externo dicta el orden de las acepciones. 
Se puede decir que un significado se vuelve prototípico cuando ha quedado más 
fijo en la memoria social y se muestra como base generadora de las acepciones 
subsecuentes. Esos significados tienen, naturalmente, su origen histórico; son pre-
cisos en sus designaciones y en su uso. El resto de las acepciones se ordena a partir 15 
de un desarrollo lógico de los elementos significativos de la primera, e indica una 
movilidad metafórica que va creciendo hasta la última, casi correspondiente a lo 
que la lexicografía tradicional llamaba "sentido figurado". En otras palabras, este 
Diccionario no hace distinción entre "sentido recto" o "propio" y "sentido figu-
rado'', porque estas designaciones conllevan una concepción logicista de la lengua 
que no parece justificarse a la luz del pensamiento lingüístico moderno. El "sentido 
recto" corresponde al significado que, a lo largo de la historia y hasta hoy, se ha 
fijado en primer lugar en la memoria de la comunidad lingüística; el "figurado" 
todavía muestra mayor variación y capacidad para hacerse percibir como 'meta-
fórico. En realidad, toda manifestación verbal que haga uno orientada a comunicar 
algo con precisión y claridad, "figura". un nuevo significado, para cuya comprensión 
los que aparecen en el Diccionario dan el punto de partida. 
Cuando no aparecen rasgos significativos comunes a dos significados de lo que 
parece la misma palabra, se da una situación de homonimia, es decir, se decide 
que se trata, en realidad, de dos palabras distintas con idéntico soporte sonoro. 
Es el caso, por ejemplo, de las entradas acción1 y acción2 en este Diccionario , o 
chino1 y chino2 ; en ambas distinciones se refleja el hecho de que, desde el punto 
de vista de la semántica, entre las acciones humanas y las financieras y entre el 
aspecto del pelo y el natural de China no hay relación de significado. En todos esos 
casos encontrará el lector dos o más entradas distinguidas por índices numéricos. 
Aquellos significados de un vocablo que pertenecen a la terminología científica 
o técnica aparecen precedidos por una abreviatura entre paréntesis y en letra 
cursiva, que indica la ciencia o la técnica a la que pertenecen. Esas abreviaturas 
se encuentran en la tabla correspondiente, en la página 8. Hay muchos vocablos 
utilizados por las ciencias y las técnicas que podrían aparecer como términos 
técnicos; sin embargo, no se les considera como tales cuando su significado técnico 
no produce diferencias notables con los significados ordinarios. 
Los nombres de plantas y animales van acompañados de su designación cien-
tífica de acuerdo con las especies que se encuentran en México. No siempre ha 
sido posible llegar a identificar unívocamente un objeto de la naturaleza orgánica, 
fundamentalmente por la enorme riqueza tanto de nombres comunes como de 
individuos de la flora y la fauna mexicanas. 
Se han incluido como si fueran acepciones las locuciones más usuales en el 
español mexicano y general. Se trata de composiciones de palabras y construcciones 
sintácticas con un significado diferente al de la simple suma de los significados 
de los vocablos que las componen como, por ejemplo, baño maria, irse de boca, 
cantarle a alguien el gallo, a base de, sobre la base de, etc. Se encontrarán, general-
mente, bajo la entrada del vocablo más específico de los que las componen o de 
aquél que constituye su núcleo; así, las locuciones anteriores aparecen bajo baño, 
boca, gallo y base. No se les ha dado una clasificación sintáctica porque se prestan 
a varios análisis diferentes y, en consecuencia, porque no se ha querido complicar 
más la asignación de marcas gramaticales. 
LA GRAMÁTICA DEL DICCIONARIO 
Como se dijo al principio de esta introducción, se ha puesto especial cuidado en 
seguir las pautas que marca la enseñanza de la gramática en los libros oficiales 
16 de texto para la escuela primaria. Por eso el enfoque funcional que caracteriza 
a cada entrada o a cada acepción, así como las abreviaturas con las que se repre-
senta, se corresponden estrechamente con esa gramática. Naturalmente, se encon-
trarán algunas diferencias, determinadas por el carácter interpretativo de todos 
los estudios gramaticales. Según la concepción funcional del análisis gramatical, 
las llamadas categorías gramaticales o partes de la oración no son conjuntos de 
palabras que invariablemente tengan la misma categoría; son, por el contrario, 
conceptos que definen las propiedades funcionales con las que habrá de cumplir 
un vocablo para que se pueda considerar que tiene la función correspondiente 
a cierta categoría. Así, hay palabras que tienen la función de adjetivo en una oración 
pero de sustantivo en otra, como en los siguientes ejemplos: "Tiene una bella vo¿··, 
donde bella es adjetivo, y "La bella venía caminando", donde se trata de un sus-
tantivo; o como el caso de bajo1, que es adjetivo ("Un hombre bajo"), sustantivo 
("Una baja de precios") o adverbio ("Hablar bajo") y aun se considera homónimo 
de bajo2 , que es preposición ("Bajo tierra"). Inmediatamente después de la 
entrada aparecen las marcas gramaticales en forma de abreviaturas; cuando un 
vocablo puede desempeñar varias funciones, las categorías que le correspondan 
aparecen juntas; si solamente una acepción tiene función diferente a la del resto, 
en esa acepción aparece su nueva marca. 
Las marcas de género y número de los sustantivos y los adjetivos son restric-
tivas; esto quiere decir que, cuando se encuentra uno de estos nombres sin marca 
de su flexión nominal, significa que puede hacerse tanto masculino como femenino, 
tanto singular como plural. Si, en cambio, solamente puede ser masculino, o 
femenino, o sólo singular, o plural, aparecerá la marca correspondiente. Los ejem-
plos siguientes lo ilustran: 
conejo 
vaca 
toro 
dosis 
s 
s f 
sm 
s f sing y pl 
diario 
bastante 
sartén 
absurdo 
adj 
adj m y f 
s m o f 
adj, s m 
En cuanto a los verbos, llevan tres marcas posibles: una para los transitivos, 
una para los intransitivos y una más para los pronominales como ª"epentirse. No 
se han marcadoni se les ha dado tratamiento aparte a los verbos transitivos que 
pueden pronominalizarse, como comer (comerse), encontrar (encontrarse) o lavar 
(lavarse) pues se trata de posibilidades regulares del verbo español. 
LA CONJUGACIÓN DE LOS VERBOS 
Inmediatamente después de las marcas gramaticales de un verbo aparece, entre 
paréntesis, una referencia al modelo de conjugación del verbo en cuestión. El objeto 
de esta información es que el lector sepa cómo se conjuga un verbo que desconozca. 
Los modelos aparecen en una tabla especial después de esta introducción. Para 
los verbos regulares sirven de modelo las conjugaciones de amar, comer y subir. 
Para los irregulares se incluye una lista de diecinueve modelos, que se identifican 
tanto por un verbo, como sentir o adquirir, como por un número: 9a ó 2b en los 
ejemplos anteriores. De esa manera, el lector podrá efectuar de inmediato la conju-
gación de un verbo que le interese si sabe conjugar el modelo; si no lo sabe, los 
números lo remiten a la tabla en la que aparece la conjugación. 17 
18 
En la lista o paradigma de los pronombres personales que introducen la con-
jugación de los verbos, aparece entre paréntesis la forma de la segunda persona 
del plural (vosotros amáis, vosotros coméis, vosotros subís), desusada en México e 
Hispanoamérica pero normal en España y en ciertos textos muy formales del 
discurso político y religioso mexicano. 
Los EJEMPLOS 
La función de los ejemplos en el Diccionario es múltiple: por un lado, sirven para 
redondear la explicación del significado con la ayuda de un contexto posible de 
aparición; así, si la definición de bélico no fuera suficiente para un lector determi-
nado, el ejemplo conflicto bélico podría mejorar su comprensión del significado. 
Por otro lado, el ejemplo introduce en uso información sobre el régimen de los 
verbos o la rección de las preposiciones y muestra las construcciones más comunes. 
Es el caso de carecer de, base militar, base decimal, base del cráneo bajo las entradas 
carecer y base, o el de andar a pie, andar a caballo, andar en coche, bajo el verbo 
andar. Hay otra clase de ejemplos, tomados del habla real, que son más particulares 
y concretos; aparecen entrecomillados, con el vocablo en cuestión destacado con 
letras cursivas. 
Este pequeño Diccionario tiene sus límites, como se ha explicado antes, pero 
también debe tener sus virtudes. El personal que trabajó en él está deseoso de 
que sus lectores le hagan llegar sus observaciones, sus aportaciones léxicas y aun 
sus censuras.

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