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See discussions, stats, and author profiles for this publication at: https://www.researchgate.net/publication/284026616 Cambios tecnológicos en la agricultura argentina actual Article · January 2005 CITATIONS 137 READS 10,730 1 author: Emilio HORACIO Satorre Universidad de Buenos Aires 89 PUBLICATIONS 2,673 CITATIONS SEE PROFILE All content following this page was uploaded by Emilio HORACIO Satorre on 13 April 2017. The user has requested enhancement of the downloaded file. https://www.researchgate.net/publication/284026616_Cambios_tecnologicos_en_la_agricultura_argentina_actual?enrichId=rgreq-240ea2eec485092925122b2d8054f59b-XXX&enrichSource=Y292ZXJQYWdlOzI4NDAyNjYxNjtBUzo0ODI3MjI5OTM5NzEyMDFAMTQ5MjEwMTUzODkzOA%3D%3D&el=1_x_2&_esc=publicationCoverPdf https://www.researchgate.net/publication/284026616_Cambios_tecnologicos_en_la_agricultura_argentina_actual?enrichId=rgreq-240ea2eec485092925122b2d8054f59b-XXX&enrichSource=Y292ZXJQYWdlOzI4NDAyNjYxNjtBUzo0ODI3MjI5OTM5NzEyMDFAMTQ5MjEwMTUzODkzOA%3D%3D&el=1_x_3&_esc=publicationCoverPdf https://www.researchgate.net/?enrichId=rgreq-240ea2eec485092925122b2d8054f59b-XXX&enrichSource=Y292ZXJQYWdlOzI4NDAyNjYxNjtBUzo0ODI3MjI5OTM5NzEyMDFAMTQ5MjEwMTUzODkzOA%3D%3D&el=1_x_1&_esc=publicationCoverPdf https://www.researchgate.net/profile/Emilio-Satorre?enrichId=rgreq-240ea2eec485092925122b2d8054f59b-XXX&enrichSource=Y292ZXJQYWdlOzI4NDAyNjYxNjtBUzo0ODI3MjI5OTM5NzEyMDFAMTQ5MjEwMTUzODkzOA%3D%3D&el=1_x_4&_esc=publicationCoverPdf https://www.researchgate.net/profile/Emilio-Satorre?enrichId=rgreq-240ea2eec485092925122b2d8054f59b-XXX&enrichSource=Y292ZXJQYWdlOzI4NDAyNjYxNjtBUzo0ODI3MjI5OTM5NzEyMDFAMTQ5MjEwMTUzODkzOA%3D%3D&el=1_x_5&_esc=publicationCoverPdf https://www.researchgate.net/institution/Universidad_de_Buenos_Aires?enrichId=rgreq-240ea2eec485092925122b2d8054f59b-XXX&enrichSource=Y292ZXJQYWdlOzI4NDAyNjYxNjtBUzo0ODI3MjI5OTM5NzEyMDFAMTQ5MjEwMTUzODkzOA%3D%3D&el=1_x_6&_esc=publicationCoverPdf https://www.researchgate.net/profile/Emilio-Satorre?enrichId=rgreq-240ea2eec485092925122b2d8054f59b-XXX&enrichSource=Y292ZXJQYWdlOzI4NDAyNjYxNjtBUzo0ODI3MjI5OTM5NzEyMDFAMTQ5MjEwMTUzODkzOA%3D%3D&el=1_x_7&_esc=publicationCoverPdf https://www.researchgate.net/profile/Emilio-Satorre?enrichId=rgreq-240ea2eec485092925122b2d8054f59b-XXX&enrichSource=Y292ZXJQYWdlOzI4NDAyNjYxNjtBUzo0ODI3MjI5OTM5NzEyMDFAMTQ5MjEwMTUzODkzOA%3D%3D&el=1_x_10&_esc=publicationCoverPdf Cambios tecnológicos en la agricultura argentina actual Emilio H Satorre Facultad de Agronomía, UBA 2 4 C I E N C I A H O Y L a agricultura argentina está fuertemente identi-ficada con cuatro granos: trigo, maíz, girasol ysoja. Ello se debe tanto a la superficie dedicada a su producción como a los ingresos que generan sus exportaciones. Las condiciones de la Argentina para tales cultivos están entre las más productivas del mundo y convirtieron al país en uno de los pocos capaces de alimentar habitantes de regiones menos favorecidas, pues si bien no se cuenta entre los principales productores mundiales de dichos cultivos, es uno de los escasos con capacidad de exportar, por lo que participa de manera importante en el comercio internacional de granos. La producción agrícola extensiva argentina está orientada a los mercados externos, en contraposi- ción con la agricultura de subsistencia, encaminada a la satisfacción de las necesidades alimenticias del productor y su familia. Por ello, la aplicación local de impuestos a la exportación (retenciones) y, en otros países, la existencia de subsidios y barreras a la comercialización son tan determinantes de la dinámica de los sistemas productivos como el suelo o el clima. Muchas de las regiones que hoy son casi exclusi- vamente productoras de grano, hace unos pocos años eran identificadas como mixtas, pues coexistían en ellas la producción de granos y la ganadería, o incluso eran netamente ganaderas. En los últimos 20 años esas tierras experimentaron enormes transfor- maciones, que se hicieron extensivas a la agricultu- ra argentina en general, como lo explica la nota ‘Expansión agrícola y cambios en el uso del suelo’, también publicada en este número. La producción de trigo, maíz, girasol y soja aumentó cerca del 66%, de 40 a 67 millones de toneladas. El área sembrada aumentó cerca del 35% y la participación relativa de los cultivos se modificó bruscamente (figura 1). Este proceso extendió la superficie agrícola y relegó la actividad ganadera, tanto en términos de uso del suelo como de participación en el resultado de muchas empresas. El cambio de actividad no fue parejo para todos los cultivos, sino que se concentró en la soja, que se convirtió en el cultivo dominante de amplias zonas. Desde 1996, la superficie sembra- da con maíz, girasol y trigo se mantuvo estable o cayó, mientras que la destinada a soja aumentó a AARRTTÍCCUULLOO Girasol implantado por siembra directa. más del doble. De los aproximadamente 25 millones de hectáreas sembradas actualmente con granos, el 52% corresponde a soja. La mayor parte de este crecimiento productivo se concentró en la región pampeana, pero la trans- formación alcanzó, en mayor o menor medida, a todas las regiones argentinas con aptitud para esos cultivos. De hecho, los mayores cambios relativos sucedieron en regiones extra pampeanas, al punto de que las superficies sembradas en Chaco y San- tiago del Estero, por un lado, y en Tucumán y Salta, por otro, aumentaron respectivamente cerca de 800% y de 400% en el período 1990–2003 (figura 2). Estas transformaciones en la utilización de la tie- rra representan riesgos para los respectivos ecosis- temas. Entre ellos se destaca la gran reducción de la superficie ocupada por praderas (es decir, por pas- tos permanentes) en las regiones más productivas. Dicha reducción crea el peligro de que disminuya la incorporación de carbono originado en materia orgánica, el que es crucial para el mantenimiento de las propiedades físicas, químicas y biológicas de los suelos y, por lo tanto, para el rendimiento de las explotaciones. Por otra parte, la intensificación pro- ductiva y la consiguiente extracción de los nutrien- tes del suelo por los granos cultivados llevan tam- bién al empobrecimiento de este, excepto que sean repuestos, por ejemplo mediante la aplicación ade- cuada de fertilizantes. Sin embargo, los potenciales efectos ambientales negativos fueron mitigados por el uso de nuevos conceptos agronómicos y de tec- nologías innovadoras, como la siembra directa, la rotación de distintos cultivos en un mismo predio, las variedades transgénicas, la mayor aplicación de herbicidas y fertilizantes y la agricultura de preci- sión, proceso que se simboliza en la figura 3 y se explica a renglón seguido. Los sistemas de labranza de la tierra fueron modificados en los últimos 20 años con el fin de mantener los suelos cubiertos con residuos vegeta- les durante la siembra y crecimiento de las especies cultivadas, y así reducir la erosión causada por el viento y el agua (ver recuadro ‘Métodos de labran- za’). A comienzo de los años 80 se introdujo el arado de cincel, una herramienta con fuertes púas que remueve el suelo pero mantiene mayor cobertura V O L U M E N 1 5 N º 8 7 ( J U N I O - J U L I O , 2 0 0 5 ) 2 5 P ro d u c c ió n ( m il lo n e s d e t o n e la d a s ) 40 30 20 10 0 19931991 1995 1997 1999 2001 2003 Soja Maíz GirasolTrigo Á re a s e m b ra d a ( m il lo n e s d e h e c tá re a s ) 15 10 5 0 19931991 1995 1997 1999 2001 2003 Soja Maíz GirasolTrigo Figura 1. Cambios de la superficie sembrada y de la producción de soja, trigo, maíz y girasol. Fuente: SAGPyA. 1,60 S u p e rf ic ie ( m il lo n e s d e h e c tá re a s ) S u p e rf ic ie ( m il lo n e s d e h e c tá re a s ) 1,20 0,80 0,40 0 19921990 1994 1996 1998 2000 200219921990 1994 1996 1998 2000 2002 1,60 1,20 0,80 0,40 0 Soja MaízTrigo Soja MaízTrigo Figura 2. Cambios de la superficie sembrada con soja, maíz y trigo en Santiago del Esteroy Chaco (izquierda) y en Salta y Tucumán (derecha). AARRTTÍCCUULLOO 2 6 C I E N C I A H O Y Cultivos obtenidos por ingeniería genética Esteban Hopp INTA Castelar y FCEyN, UBA Los organismos genéticamente modificados (OGMs) u organismos transgénicos son aquellos cuyo genoma fue alterado mediante procedimientos de ingeniería genética. Usualmente se les introdujo un gen de otra especie, denominado transgén. Ello se puede hacer gracias a la universalidad del ADN (ácido desoxirribonucleico), que almacena la información hereditaria en las células de todos los organismos vivos. Los genes son los segmentos de ADN responsables de la síntesis de las proteínas con las que las células ejecutan sus funciones. Se transmiten de padres a hijos por cruzamiento (verticalmente, por así decirlo), por lo que su transferencia se ve normalmente limitada a aquellos individuos con compatibilidad sexual. La ingeniería genética permite superar esa barrera y transferir genes horizontalmente, es decir, entre especies sexualmente incompatibles. Como los ácidos nucleicos responden a un código común a todos los seres vivos, la información contenida en el gen de una bacteria, por ejemplo, insertado de forma apropiada en el ADN de una planta, resulta compatible con esta. Las primeras plantas transgénicas se conocieron en 1983. A partir de entonces se logró la transformación de más de 50 especies, incluidos los cultivos de mayor importancia. Sin embargo, esto que hoy se considera una innovación revolucionaria no es otra cosa que la adaptación de un fenómeno propio de las bacterias del suelo del género Agrobacterium, pariente del Rhizobium. Las de este último género son bacterias beneficiosas, que fertilizan biológicamente varios cultivos, pues fijan nitrógeno atmosférico que luego utiliza la planta para sintetizar sus proteínas. Así, la bacteria evita la necesidad de agregar fertilizantes y, a cambio, obtiene energía, en una relación mutuamente beneficiosa llamada simbiosis. Para hacerlo, Rhizobium penetra en las raíces de las plantas y forma pequeños tumores llamados nódulos. A diferencia de Rhizobium, Agrobacterium es patogénica, porque toma energía sin dar nada a cambio: la especie Agrobacterium tumefaciens causa una enfermedad llamada agalla de corona, que produce tumores grandes, y Agrobacterium rhizogenes ocasiona la proliferación de raíces en cabellera. El elemento diferente es un minúsculo cromosoma circular (llamado plásmido), que contiene las funciones principales para la fijación de nitrógeno y, también, los genes que causan la virulencia. Tan es así, que se ha logrado obtener plantas transgénicas utilizando Rhizobium en vez de Agrobacterium, simplemente intercambiando los plásmidos entre ellas. Existen evidencias de que la antigüedad de estos mecanismos naturales de producción de plantas transgénicas por las bacterias del suelo es mayor que la de la especie humana. Es decir, muchas de las plantas que consumimos y otras que no consumimos ya eran transgénicas antes de su uso agrícola. Los científicos reemplazaron los genes patogénicos de los plásmidos de las agrobacterias por genes de interés agronómico, y el proceso de infección natural en el suelo por una infección controlada en el laboratorio, para así regenerar plantas a partir de las células genéticamente modificadas. En paralelo, investigaron la posibilidad de transferir directamente genes a células individuales. En medios apropiados, las células sometidas a electroporación (la aplicación de un alto voltaje por tiempos infinitesimales) permiten el pasaje de ADN a través de su membrana exterior. Incluso fue posible valerse de pequeñísimas jeringas para inyectar ADN, el que puede integrarse a un cromosoma y garantizar así su presencia en cada una de las células de la planta que se regenera a partir de las inyectadas. Pero dado que la regeneración de células aisladas es laboriosa, se buscaron otros métodos para superar la barrera física que crea la pared celular. Uno es cubrir con ADN microproyectiles de tungsteno u oro capaces de atravesar la pared celular y transportarlo hasta el núcleo de la célula. Así, se pudo regenerar plantas con mayor eficiencia. Este método (llamado biolístico) se utiliza para transformar plantas para las que el camino del Agrobacterium no es adecuado, como sucede con ciertos ( ) ADN de la planta Cultivo de hojas cortadas con las agrobacterias Inducción de organogénesis Formación de tallos Aislamiento de tallos Regeneración de plántulas Agrobacterium tumefaciens con el transgén Transgén inserto en el cromosoma Ensayos de invernadero La barra vertical negra (arriba, izquierda) representa parte de un cromosoma de una planta; sus porciones verdes indican 3 de sus genes. A su derecha, después de la flecha, se muestra un cultivo de plantas en condiciones asépticas (sobre un gel de ágar en vez de tierra). El rectángulo con las esquinas redondeadas (centro) esquematiza la bacteria Agrobacterium tumefaciens: la forma rosada en su interior sería el cromosoma principal y el círculo, el plásmido en el cual se insertó el transgén a transferir a la planta. Se cortan algunas hojas de las plantas con un bisturí y se las sumerge en un recipiente con las bacterias. Estas nadan hacia las heridas producidas por el bisturí, atraídas por un compuesto que libera la planta. Cuando la bacteria entra en contacto con una hoja, se produce el ingreso del transgén en la planta. Luego las hojas se colocan en un medio con hormonas vegetales que inducen la formación de tallos (organogénesis) a partir de las células transformadas. Esos tallitos se transplantan a cajas o frascos que les permiten echar raíces. Las plantas transgénicas tienen, en uno de sus cromosomas, un gen adicional, transferido por la bacteria. V O L U M E N 1 5 N º 8 7 ( J U N I O - J U L I O , 2 0 0 5 ) 2 7 cereales (maíz y trigo, por ejemplo). La primera ola de OGMs liberada al mercado se caracterizó por tener ciertas características agronómicas, como resistencia a plagas, enfermedades y herbicidas. La segunda, aún no disponible comercialmente, beneficiará más a los consumidores que a los productores, pues permitirá disponer de alimentos con aceites más saludables, más ricos en aminoácidos esenciales, o libres de compuestos que causen alergia o perjudiquen la buena nutrición. Esta segunda ola, más que apuntar a que se disponga de mayor cantidad de comida, se propone alimentar más saludablemente. La tercera procuraría conseguir efectos medicinales (mediante vacunas orales, por ejemplo) y ambientales, como la recuperación de ambientes contaminados por residuos industriales con plantas especialmente diseñadas para descontaminarlos (bioremediación o fitoremediación). Si bien se cree que los OGMs actuales (pertenecientes a la primera ola) solo favorecen a los productores del campo bajando sus costos, han proporcionado también beneficios ambientales. En el caso de las plantas con resistencia a plagas, redujeron las aplicaciones de insecticidas (en el algodón) y proporcionaron granos más sanos (en el maíz). Esas plantas sufren menos ataques de hongos productores de toxinas, que perjudican la salud humana. Para la soja con tolerancia a herbicidas, el efecto ambiental favorable se relaciona con la facilidad de su cultivo por siembra directa, que permite recuperar suelos erosionados y otros efectos en cadena, empezando por la captación de dióxido de carbono (gas de efecto invernadero) del aire que queda almacenado en la materia orgánica del suelo. Sin embargo, la difusión comercial de OGMs vegetales, al igual que aquellos de uso medicinal, conlleva una serie de riesgos, pero, por razones mayormente extracientíficas, los primeros fueron percibidos en forma diferente de los segundos por la opinión pública. Las inquietudes, algunas genuinas, otras no tanto, pueden agruparse en 3 categorías: a) Sus efectos sobre la salud humana y animal (toxicidad, alergenicidad, transferencia horizontal de resistencia a antibióticos, ingestión de ADN foráneo que modificaríanuestra constitución genética, utilización de secuencias de ADN de origen viral). b) Sus consecuencias ambientales (daño a especies ajenas al proceso, como la mariposa monarca; aparición de insectos resistentes; que el cultivo se convierta en una super maleza; que haya flujo de genes desde cultivos a malezas; que las proteínas transgénicas se difundan en el ambiente; que disminuya la biodiversidad y otros semejantes). c) Preocupaciones de tipo político, económico o social: concentración de beneficios monopólicos en empresas, particularmente multinacionales; limitación de acceso a la biodiversidad genética por un patentamiento concebido como apropiación comercial no ética; avasallamiento del derecho de agricultores; acrecentamiento de brechas sociales y productivas entre productores pequeños y grandes; crecimiento de una agricultura industrial poco sustentable, en detrimento de prácticas que lo sean; dificultades de la coexistencia con la agricultura orgánica. La experiencia acumulada en 20 años de comercialización masiva del primer producto derivado de un OGM, la insulina humana, y en 10 años de cultivos, no parece indicar que las inquietudes se puedan fundar genéricamente en la tecnología. Es decir, un OGM no conlleva riesgo por ser tal, si bien podría tenerlo por el transgén específico que tenga incorporado. Debido a ello, los organismos nacionales e internacionales de análisis y regulación estudian caso por caso el producto final. Por ejemplo, los riesgos de soja con resistencia a herbicidas son distintos de los de maíz con el mismo transgen incorporado por ingeniería genética, o de los de soja con otro transgén. Es más, los sistemas regulatorios suponen razonablemente que una soja resistente a un herbicida como resultado de acciones de ingeniería genética tiene idénticos riesgos ambientales que una obtenida por métodos convencionales. La experiencia confirmó plenamente dicho supuesto. Los riesgos alimentarios se evalúan de acuerdo con procedimientos bien establecidos y aceptados internacionalmente. Además de analizar su toxicidad y su degradación en jugos gástricos sintéticos, se realizan pruebas de equivalencia entre alimentos derivados del cultivo convencional y otros preparados con el OGM. Si bien el riesgo de que los transgenes se incorporen por cruzamiento a otras plantas de la misma especie o de especies relacionadas demostró ser real, los perjuicios, según se encontró, fueron más comerciales que ambientales. En Canadá, los genes de resistencia a herbicidas de la colza transgénica se transfirieron a colzas cultivadas y silvestres, que pudieron ser controladas con otros herbicidas. Otro riesgo de ocurrencia muy probable es que el uso generalizado de plantas resistentes a plagas y herbicidas conduzca a que la selección natural de origen a insectos y malezas capaces de superar dicha resistencia, riesgo que podría reducirse combinando monitoreos con prácticas de manejo poblacional de plagas y malezas. En todo caso, la incidencia real de estos riesgos está muy lejos de obligar a la consideración de un abandono de los cultivos OGMs. Por otro lado, se comprobó que, a pesar de la demora en la liberación al uso de OGMs –desarrollados por instituciones públicas– con caracteres que favorecen a los productores pequeños (cuyo ejemplo más importante es el arroz dorado con vitamina A), estos productores también se beneficiaron notablemente al cultivar los OGMs de primera generación. Esteban Hopp Doctor en ciencias biológicas, UBA. Profesor titular, FCEyN, UBA. Investigador principal INTA Investigador de la Comisión de investigaciones científicas de la provincia de Buenos Aires. ehopp@correo.inta.gov.ar Hoja de un maíz transgénico (izquierda) con resistencia al herbicida fosfinotricina (PPT), también llamado glufosinato de amonio, BASTA® o Liberty®, comparada con una hoja de maíz convencional. La primera muestra una variedad transgénica desarrollada por el INTA con el fin de dotarla de resistencia al virus que provoca el mal de Río Cuarto del maíz. Foto gentileza Dalia Lewi (Instituto de Genética, INTA Castelar). 2 8 C I E N C I A H O Y AARRTTÍCCUULLOO Cambios en el uso de pesticidas y fertilizantes Martín Díaz-Zorita Cátedra de cerealicultura, Facultad de Agronomía, UBA Los productos fitosanitarios –herbicidas, fungicidas, curasemillas, insecticidas y otros– que se usan en la agricultura extensiva contribuyen a disminuir los daños causados a los cultivos por insectos y enfermedades, así como la competencia de las malezas. El aporte de nutrientes del suelo no es siempre suficiente para el normal crecimiento de los sembrados, por lo que en condiciones de deficiencias nutricionales es conveniente recurrir también a fertilizantes. Las leguminosas, como la soja, constituyen un caso particular porque aprovechan el nitrógeno del aire, que resulta incorporado a los tejidos vegetales por bacterias que se fijan a las raíces de las plantas y establecen con ellas una relación simbiótica de mutuo beneficio. Además de corregir las deficiencias de nutrientes, en la agricultura moderna es aconsejable restituir al suelo aquellos nutrientes que le quita cada cosecha. Con todas estas medidas, se puede aumentar la producción inmediata y de largo plazo, algo que, según sea la relación de precios y costos, puede resultar ventajoso. El aumento de producción de granos registrado en los últimos años en la Argentina no solo se debió a una mayor área sembrada sino, también, a más altos rendimientos por hectárea, logrados mediante modernas prácticas de manejo. Una de ellas fue el uso de pesticidas y fertilizantes. Entre 1990 y 2003, el mercado de pesticidas creció de aproximadamente 100 a unos 370 millones de dólares anuales. Durante la primera mitad de la década del 90, la inversión en productos fitosanitarios por unidad de superficie cultivada creció al ritmo de los otros insumos (figura I). A partir de 1996, sin embargo, esa inversión disminuyó, en parte por el menor uso de esos productos para producir soja, y por el crecimiento relativo de dicho cultivo con respecto al maíz y al trigo. En promedio, durante los últimos 15 años, del monto total de Figura I. Evolución relativa del mercado de productos fitosanitarios y del uso de fertilizantes en la agricultura argentina. F it o s a n it a ri o s ( U S $ /h a , U S $ /t n ) 35 30 25 20 5 10 15 0 Año 199319911989 1995 1997 1999 2001 2003 199319911989 1995 1997 1999 2001 2003 Fitosanitarios/ha Fitosanitarios/tn Fertilizantes/ha Fertilizantes/tn F e rt il iz a n te s ( k g /h a , k g /t n ) 14 12 10 8 2 4 6 0 Año vegetal que el arado de discos, y no lo invierte, como lo hace el arado de reja y vertedera. Este fue carac- terístico de la agricultura pampeana, particularmen- te en su zona oeste, donde el suelo es muy propen- so a la erosión. La siguiente innovación, que se comenzó a difundir a fines de los 80, fue la siembra directa, un sistema por el que no se recurre a un arado ni se remueve el suelo antes de la siembra, sino que la sembradora crea una estrecha hendidu- ra en la que deposita las semillas (figura 4). La adopción de la siembra directa tiene causas productivas y causas empresarias. Actualmente se aplica a cerca de 11 millones de hectáreas, o poco menos del 50% del área sembrada en la Argentina. Si se miran los métodos usados para producir, la rápida difusión de esta técnica se explica porque, además de la mencionada contribución a disminuir la ero- sión, (i) facilitó el doble cultivo en el mismo año: pri- mero trigo y luego soja (soja de segunda), ya que ahorra tiempo y permite sembrar la soja con poca demora después de la cosecha del trigo; (ii) permitió que parte del agua que se perdía de la tierra por eva- poración durante la preparación convencional del 100 0 1980 Cultivo de soja Aumento del uso de productos agroquímicos Adopción de variedades transgénicas Agricultura de precisión Siembra directa 1990 2000 Figura 3. Introducción y adopción relativa de tecnologías en la agricultura durantelos últimos 20 años. suelo no se disipara, porque con el nuevo sistema este se mantiene cubierto por las plantas del primer cultivo y otros residuos vegetales (el llamado rastro- jo), y (iii) debido a lo último, se incrementó la eficacia de los fertilizantes, pues la abundancia de agua favo- rece su acción, lo que, a su vez, incentivó su uso. Estas características contribuyeron a dar mayor esta- bilidad a los resultados económicos obtenidos por los agricultores, mejoraron los suelos, y, combinan- do la siembra directa –realizada con máquinas sem- bradoras adecuadas– con herbicidas eficaces y acce- sibles, brindaron una solución integral a la implanta- ción de los cultivos y al control de las malezas. Además de estas ventajas productivas, hubo razones empresariales que explican la difusión de la siembra directa, ya que permitió aumentar la capa- cidad operativa y la escala de producción de las empresas por el camino de la reducción de los tiem- pos de preparación y siembra de los cultivos. Así, los agricultores pudieron ampliar la superficie que están en condiciones de trabajar y, por ende, tuvie- ron la posibilidad de realizar nuevos negocios. Para el conjunto del sector, la mayor independencia de las condiciones del suelo que se obtiene recurrien- do al sistema permitió poner en producción tierras antes consideradas de baja aptitud agrícola, lo que provocó la expansión general de la agricultura. Los cultivos modificados genéticamente fueron ampliamente adoptados por los agricultores argen- tinos tan pronto aparecieron en el mercado en 1996 (ver recuadro ‘Cultivos obtenidos por ingeniería genética’). Si bien aún existen dudas sobre la reac- ción de los mercados a ellos, han contribuido signi- ficativamente a las transformaciones agrícolas que estamos describiendo y a la consolidación y creci- miento de las otras tecnologías enumeradas, es decir, la siembra directa y la fertilización. Así, debi- do a que quien recurre a la siembra directa no ara la tierra, debe combatir las malezas casi exclusiva- mente mediante la aplicación de herbicidas, los que a su vez pueden afectar el cultivo. Pero la aparición de variedades transgénicas de soja resistentes al glifosato, un herbicida de gran poder, puso una fór- mula económica y altamente eficaz al alcance del agricultor. La combinación de siembra directa y soja resistente a glifosato contribuyó más que otra cosa V O L U M E N 1 5 N º 8 7 ( J U N I O - J U L I O , 2 0 0 5 ) 2 9 productos fitosanitarios utilizados en cultivos agrícolas, la participación correspondiente a los empleados en cultivos de maíz y de trigo aumentó aproximadamente del 5% al 15%. En cambio, la participación de herbicidas, insecticidas y fungicidas utilizados en cultivos de soja se redujo del 70% al 55% del total del mercado de dichos productos. Estos cambios se relacionan con la utilización de nuevos genotipos de cereales, la mayor utilización de fungicidas en el trigo, la difusión de los tratamientos de semillas y el menor uso de herbicidas para producir soja, debido a la difusión de variedades genéticamente resistentes al glifosato. Estas requieren un solo producto para el control de malezas, mientras que las variedades tradicionales requieren combinaciones de diferentes herbicidas. La aplicación de fertilizantes también se incrementó junto con la expansión agrícola (figura I). Aproximadamente el 85% del área cultivada con trigo o con maíz es fertilizada, mayormente con productos nitrogenados, mientras que esta práctica se aplica en menos del 30% de la superficie con girasol o soja. No obstante, dado el crecimiento de la producción de granos, los aportes de nutrientes no son suficientes para revertir un balance negativo entre lo que quita (o exporta) cada cosecha y lo que se restituye por medios naturales o artificiales. Como consecuencia, el área con suelos con altos contenidos de fósforo ha disminuido en los últimos 20 años (figura II). En promedio, la extracción anual de fósforo por los granos producidos en la región pampeana es solo compensada en un 40% con la aplicación de fertilizantes. Figura II. Niveles medios de fósforo de los suelos de la región pampeana entre 1980 y 1999. P Bray indica el método de medición del contenido de fósforo en partes por millón disponible para pasturas y cultivos (adaptado de García 2001). P Bray > 20ppm P Bray 10 - 20ppm 1980 1990 1999 P Bray < 10 ppm Martín Díaz-Zorita Ph. D. en Ciencias del Suelo, University of Kentucky. Docente libre de la facultad de Agronomía, UBA. Investigador asociado, CONICET. mdzorita@agro.uba.ar 3 0 C I E N C I A H O Y a extender el cultivo de soja a zonas antes conside- radas de bajas posibilidades para la agricultura. Actualmente, en más del 95% del área sembrada con soja en la Argentina se cultivan variedades transgénicas que tienen esa resistencia y han per- mitido una gran reducción de los costos de produc- ción, debido al eficiente control de malezas, incluso de muchas, tanto anuales como perennes, conside- radas plaga nacional. Así aumentó el rendimiento de los cultivos y el valor de los campos. La ingeniería genética no se redujo a la soja. Se extendió también al maíz. Existen híbridos de maíz genéticamente modificados (maíces Bt) con tole- rancia al barrenador del tallo, el insecto plaga más importante del cultivo. Tales híbridos permiten que se reduzca el uso de insecticidas, con el consi- guiente ahorro de costos. Se estima que en cerca del 52% del área sembrada con maíz se cultiva algún híbrido Bt. El cultivo de híbridos de maíz resistentes a glifosato acaba de ser autorizado en el país, pero su tasa de adopción será probable- mente inferior a la de la soja transgénica, porque, en el maíz, el gasto en semilla y fertilizantes repre- senta la mayor parte de los costos de producción, muy por encima de los herbicidas. En la soja, en cambio, semilla y fertilizantes constituyen una por- ción más baja de dichos costos y con la resistencia transgénica al glifosato se pudo reducir marcada- mente el gasto en herbicidas, así como los costos totales de producción. Por ello, en el maíz esa resistencia seguramente incrementará el costo de la semilla y reducirá su adopción a ambientes con problemas especiales de malezas. Otro factor ayuda a explicar la enorme expan- sión de la soja, además de la siembra directa y la ingeniería genética, que solas quizá hubiesen sido insuficientes para provocarla. Es la rotación de cul- tivos, es decir, la alternancia en el tiempo, en el mismo predio, de distintos cultivos. Tal rotación, adecuadamente organizada, puede realizar un aporte crucial a conservar un buen balance de materia orgánica en los suelos, aprovechar de modo eficiente el agua y controlar plagas, malezas y enfermedades. En la agricultura extensiva sin riego de la región pampeana se rotan por lo menos tres cultivos. En zonas en que coexisten agricultu- ra y ganadería, los cultivos se rotan con pasturas, que se dejan evolucionar por varios años. La figu- ra 5 muestra un ejemplo de lo último, como suce- de en establecimientos del oeste de esa región, para un ciclo de 6 años. Las rotaciones ofrecen mayores beneficios ecológicos y agronómicos que la monocultura de soja o de cualquier otro cultivo. En el actual escenario dominado por el cultivo de soja –pues es el que más contribuye a la factu- ración de las empresas– la rotación con maíz, por ejemplo, constituye una herramienta efectiva para mejorar el rendimiento de aquella, reducir costos y dificultades de producción y aumentar la estabi- lidad del sistema. Hay evidencias de importantes disminuciones de rendimiento de cultivos de soja en predios en que no se realizaron rotaciones, comparados con otros en predios en que se reali- zaron. El rendimiento de la soja sembrada luego de un cultivo de maíz puede ser entre 10 y 15% superior al obtenido luego de otro cultivo de soja. Sin embargo, la superficie sembrada con maíz puede continuar descendiendo, debido a un con- junto complejo de causas que incluye bajos pre- cios actuales del grano, sus altoscostos, falta de capital, deterioro de suelos y la frecuente estruc- tura de corto plazo de los contratos de arrenda- miento. La agricultura ha avanzado en la última década hacia esquemas productivos más comple- jos, que necesariamente requieren manejar mayor cantidad de especies. El uso de fertilizantes en la agricultura argentina se incrementó casi ocho veces en los últimos 15 años. Hoy alcanza unos 1,6 millones de toneladas anuales (ver recuadro ‘Cambios en el uso de pestici- das y fertilizantes’). Pero ese uso es relativamente bajo cuando se lo compara con el de países europe- os, que utilizan hasta 40 veces más fertilizante por hectárea. Los productos más empleados son los que proveen nitrógeno (57%) y fósforo (36%). Se aplican fundamentalmente en cultivos de trigo y maíz. En las decisiones de fertilizar se presta cuidadosa atención a la eficiencia de la tarea, ya que representa una ele- vada proporción de los costos de los cultivos exten- sivos. La combinación de siembra directa con una AARRTTÍCCUULLOO Figura 4. Rastra de discos en acción. aplicación relativamente moderada pero eficiente de fertilizantes ha permitido sostener altos rendimientos y reducir el riesgo de contaminación ambiental. Pero ciertas evidencias hacen pensar que los suelos pam- peanos están perdiendo más nutrientes que los repuestos por la fertilización. Se ha estimado que solo el 22% del nitrógeno y el 48% del fósforo toma- dos del suelo por los granos cultivados regresan a él con la aplicación de fertilizantes. En los próximos años, ello ocasionaría una reducción marcada de estos nutrientes en los suelos agrícolas. La agricultura de precisión, el último cambio tec- nológico mencionado en la figura 3, ha estado avan- zando lentamente en la Argentina. El término se refiere a un conjunto de herramientas de decisión y manejo que, mediante tecnología satelital, permite un tratamiento diferencial de distintos sectores de un mismo lote o potrero. En lugar del tradicional uso homogéneo de superficies de decenas o centenares de hectáreas, ahora se ha comenzado a emplear dis- tintas dosis de siembra, de fertilizantes y de pestici- das por sectores de unas pocas hectáreas, luego de realizar un cuidadoso relevamiento de sus condicio- nes ecológicas y de sus resultados productivos pasados. La detección de heterogeneidad en un lote y de su dinámica espacial y temporal permite traba- jar de forma diferencial unidades de tamaños antes impensados, hasta de 1 metro cuadrado. Los cambios comentados han sucedido a un ritmo vertiginoso durante las últimas dos décadas. Tuvieron lugar en las principales áreas agrícolas del país. En el contexto empresario, las decisiones téc- nicas de manejo de los cultivos han buscado el aumento de los rendimientos. La mayor productivi- dad de los recursos productivos es necesaria para sostener o aumentar la rentabilidad de las explota- ciones y diluir los costos fijos en una mayor pro- ducción por unidad de superficie. Siembra directa, ingeniería genética, rotaciones de cultivos y fertili- zantes han sido instrumentos claves para el logro de esos objetivos. Constituyen tecnologías proba- das en escala productiva. En su desarrollo y trans- ferencia se verificó una estrecha colaboración de instituciones públicas, como el INTA (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria) y muchas universidades, con organizaciones de productores, como AACREA (Asociación Argentina de Consor- cios Regionales de Experimentación Agrícola) y AAPRESID (Asociación Argentina de Productores de Siembra Directa), que tuvieron un muy importante cometido. Aunque es posible que su ritmo se haya moderado, la transición tecnológica no ha cesado y se caracteriza ahora por (i) el aumento de la percep- ción de los procesos de deterioro ambiental; (ii) la mayor conciencia de la importancia del gerencia- miento de la empresa agropecuaria; (iii) la búsque- da de diferenciación de productos, (iv) la búsqueda de la integración de la producción en una cadena agroindustrial y comercial. La moderna tecnología agropecuaria se caracte- riza por una mayor participación de la ciencia, y por la incorporación de tecnologías de información a las más conocidas de insumos y procesos que domina- ron en el agro pampeano desde los años 60. V O L U M E N 1 5 N º 8 7 ( J U N I O - J U L I O , 2 0 0 5 ) 3 1 Intensidad Nº /año 1 3 1,5 3 1,5 3 1,5 3 2 6 1,3 2 Nº Ciclos Soja de primera Maíz Trigo Los años se dividieron en bimestres, indicados por la inicial de su primer mes.Soja de segunda Rotación 1 Rotación 2 Rotación 3 Rotación 4 Rotación 5 Rotación 6 Año 1 Año 2 Año 3 Año 4 Año 5 Año 6 CH Figura 5. Representación esquemática de 6 rotaciones frecuentes. Emilio H Satorre Ph D., Universidad de Reading, Inglaterra. Profesor titular, Facultad de Agronomía, UBA. Investigador independiente, CONICE. Coordinador académico del área de tecnología de AACREA satorre@agro.uba.ar View publication stats https://www.researchgate.net/publication/284026616
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