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II GEOLOGÍA Y METALOGÉNESIS
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Los Andes de Jujuy y sus regiones adyacentes
han constituido una de las regiones clásicas en el avan-
ce del conocimiento de la geología argentina. La mayor
parte de los viajeros y exploradores, que procedentes
desde el sur entraban por el camino al Alto Perú a tra-
vés de la Quebrada de Humahuaca, y continuaban por
Cochinoca a lo largo del borde oriental de la Puna, rea-
lizaron las primeras observaciones sobre su constitución
geológica y contribuyeron a caracterizar las grandes
unidades morfoestructurales de la región.
Los primeros reconocimientos realizados por Brac-
kebusch (1883) describieron la en aquel entonces lla-
mada Puna de Atacama, la que más tarde siguiendo a
Bonarelli (1913-1915) y a Keidel (1927), se comenzó a
llamar simplemente Puna.
Los estudios de Steinmann (1910) y Steinmann
et al. (1904), aunque se dedicaron en especial a los
Andes bolivianos se extendieron también en menor
medida, a fines del siglo XIX y principios del XX, al te-
rritorio argentino visitando la Puna, los Andes de Jujuy
y las serranías subandinas adyacentes (véase Bonarelli,
1921, pág. 17). Es a partir de los estudios de Steinmann
y de los de Brackebusch (1892) que se empieza a ha-
blar de los Andes orientales, más tarde identificados
en su continuación en nuestro territorio como
Precordillera Saltojujeña por Bonarelli (1921), pero
acuñándose finalmente hasta nuestros días como Cor-
dillera Oriental, a partir de los trabajos de Keidel (1925)
y Nágera (1939), entre otros.
Los trabajos de exploración petrolera llevaron a
Bonarelli (1913, 1914 y 1921) al reconocimiento de las
Sierras Subadinas, siendo en esta tercera contribución
donde las define en forma integral. La parte sur de las
mismas ha sido separada como una provincia indepen-
diente, el Sistema de Santa Bárbara, por Rolleri (1976) y
Baldis et al. (1976).
Sobre esta base las unidades morfoestructurales
que constituyen la provincia de Jujuy (Fig. 1) compren-
den las provincias geológicas de Puna, Cordillera Orien-
tal, Sierras Subandinas, el Sistema de Santa Bárbara y
el extremo occidental de la Llanura Chaqueña. A éstas
unidades habría que agregarle la Cordillera Occiden-
tal, que a la latitud de Jujuy queda prácticamente in-
cluida en el territorio chileno adyacente. Esta última
unidad comprende el zócalo pre-terciario y sus abun-
dantes volcanes cenozoicos, que constituyen el arco
magmático actual de la Cordillera de los Andes. Así de-
finida la Cordillera Occidental estaría comprendida
entre la Puna hacia el este y el Valle Longitudinal de
Chile al oeste.
PUNA
Esta unidad está caracterizada por una altiplani-
cie sobreelevada por encima de los 3.700 m.s.n.m. de
límites bien definidos con la Cordillera Oriental al este.
Su límite hacia el oeste, a través de la frontera argenti-
no-chilena, corresponde a la Cordillera Occidental en
territorio chileno, línea de cumbres formada por lo gran-
des estratovolcanes del Cenozoico superior. Las carac-
terísticas geológicas principales de la Puna fueron defi-
nidas por Turner (1970).
Se compone de un zócalo de sedimentitas y
leptometamorfitas de edad ordovícica que en el sector
occidental están fuertemente deformadas. El basamen-
to metamórfico de estas sedimentitas se conoce en su
parte norte indirectamente a través de los xenolitos
que traen a la superficie las volcanitas cenozoicas (Coira
y Caffe, 1995). Estos depósitos contienen dos fajas de
rocas dominantemente volcánicas de edad ordovícica
inferior a media: la Faja eruptiva de la Puna oriental
(Méndez et al., 1973) y la occidental (Palma et al., 1986),
esta última escasamente expuesta en territorio jujeño
en la región de Huaitiquina, Salina de Jama (Coira y
Barber, 1989; Coira y Nullo,1989). Los depósitos
mesozoicos a eoterciarios corresponden a la cuenca de
rift del Grupo Salta, que en su sector centro oriental
presenta el importante depocentro de sedimentación
de Tres Cruces, que alcanzan su mejor desarrollo en la
Cordillera Oriental .Estos depósitos, en su mayor parte
continentales, contienen una breve transgresión mari-
na correspondiente a la Formación Yacoraite de edad
campaniana-maestrichtiana (Salfity y Marquillas, 1994).
La característica más saliente de la Puna es, sin
embargo, su volcanismo orogénico cenozoico, consti-
tuido por estratovolcanes y domos volcánicos de com-
posición andesítica y dacítica y calderas volcánicas de
grandes dimensiones asociadas a flujos ignimbríticos.
Estos productos volcánicos se intercalan con depósitos
sinorogénicos terciarios continentales que se desarro-
llaron en cuencas intermontanas, la mayor parte de ellas
endorreicas, que culminan con depósitos evaporíticos.
Estos constituyen los grandes salares de la Puna, otro
de sus rasgos más típicos.
La estructura está caracterizada por grandes
corrimientos de edad paleógena hasta miocena inferior
a media, que han estructurado esta altiplanicie
sobreelevada.
 El levantamiento de la Puna-Altiplano ha estado
relacionado a la combinación de engrosamiento corti-
cal asociado a acortamiento de la corteza, junto a una
LAS PROVINCIAS GEOLÓGICAS DE JUJUY
Víctor A. RAMOS1 y Beatriz COIRA2
1. Laboratorio de Tectónica Andina, Universidad de Buenos Aires-CONICET; andes@gl.fcen.uba.ar
2. Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas (CONICET)
Instituto de Geología y Minería (UNJu), Avda. Bolivia 1661, 4600, S.S. de Jujuy; bcoira2004@yahoo.com.ar
RELATORIO DEL XVII CONGRESO GEOLÓGICO ARGENTINO • JUJUY, 2008
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limitada contribución magmática (Isacks 1988; Allmen-
dinger et al. 1997; Oncken et al., 2006; Babeyko et al.,
2006), a lo que se suma delaminación de la corteza infe-
rior continental y de la litósfera (Kay and Kay, 1993; Kay
et al., 1994a; Sobolev and Babeyko, 2005; Garzione et
al., 2006) y flujo cortical (Husson and Sempere, 2003;
Gerbault et al., 2005).
CORDILLERA ORIENTAL
En territorio argentino fue Brackebusch (1892)
quien primero usó este término para describir esta uni-
dad, en un sentido más amplio que el actual. Sin embar-
go, corresponde a Keidel (1925, pág. 280) y a Nágera
(1939) restringir su uso a los Andes de Salta y Jujuy.
Su característica geológica principal es el desa-
rrollo de grandes láminas de corrimiento descriptas
magistralmente por Keidel (1943), que están compues-
tas por un zócalo proterozoico, caracterizado por las
sedimentitas levemente metamorfizadas de la Formación
Puncoviscana. Una serie de batolitos graníticos de edad
cámbrica inferior se emplazan en esta unidad destacán-
dose los Granitos de Tastil y Santa Victoria ya en la pro-
vincia de Salta, como los principales. El Granito de Chañi
aflora en el eje de la Cordillera Oriental. En discordan-
cia angular se depositan sedimentitas clásticas de am-
biente de plataforma correspondientes al Cámbrico y al
Ordovícico inferior a medio. Su límite con la Puna co-
rresponde en parte con los límites de la antigua plata-
forma eopaleozoica, desarrollándose casi enteramente
sobre la misma. Depósitos marinos silúricos y devónicos
se asientan en suave discordancia angular sobre los an-
teriores como resultado de los movimientos oclóyicos,
responsables del ascenso de la Protopuna (Bonarelli,
1913-1915, pág. 506). El frente de levantamiento
paleozoico ha sido distinguido como frente oclóyico por
Salfity y Marquillas (1994).
Las distintas unidades de la cuenca de rift del
Grupo Salta, de edad comprendida entre el Cretácico y
el Eoceno, se depositaron en discordancia sobre los
depósitos paleozoicos y más antiguos. Salvo escasas
manisfestaciones volcánicas cenozoicas como las de Abra
de Pives, la Cordillera Oriental se caracteriza por la au-
sencia del importante volcanismo que se observa en el
sector aledaño occidental correspondiente a la Puna.
El contacto con las Sierras Subandinas es tectó-
nico y está representado por el Corrimiento Andino Prin-
cipal (Main Andean Thrust de Roeder, 1988), responsa-
Figura 1. Provincias geológicas de Jujuy y sus principales rasgos orográficos identificadas en una base satelital LANDSAT. Los límiteshan
sido obtenidos de Turner (1970), Rolleri (1976), Mingramm y Russo (1972), Turner y Mon (1979) y Ramos (2000).
II GEOLOGÍA Y METALOGÉNESIS
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ble del levantamiento del basamento proterozoico y de
las secuencias cambro-ordovícicas con menor desarro-
llo en superficie en los sectores más orientales. Su le-
vantamiento principal acaeció durante el Mioceno su-
perior y el Plioceno, estando aún sometida a importan-
tes movimientos neotectónicos. Su estructura está ca-
racterizada por una imbricación de escamas de rumbo
nornoreste, que involucran al basamento de edad
proterozoica. Estas escamas tienen una estructura com-
pleja, resultado de las orogenias pampeana (Cámbrico
Inferior), oclóyica (Ordovícico medio a superior) y
chánica (a fines del Devónico).
La Cordillera Oriental tiene un segmento norte
que se caracteriza por deformación epidérmica con
importantes imbricaciones en láminas delgadas, pero de
gran persistencia regional y con marcada vergencia ha-
cia el este. Sus niveles de despegue se asocian princi-
palmente a las sedimentitas de la Formación Puncovis-
cana (Rodríguez Fernández et al., 1999). Hacia el sur,
fuera del territorio provincial, está controlado por la
presencia del rift de la subcuenca de Alemanía, que
regula la geometría de deformación.
La mitad occidental tiene un predominio de ver-
gencia hacia el oeste, mientras que la oriental tiene
vergencia al este. La vergencia occidental es debida a
la reactivación de la deformación principalmente oclóyica
(Allmendinger et al., 1983).
SIERRAS SUBANDINAS
Este conjunto de sierras se ubica al este de las
alturas de la Cordillera Oriental, entre éstas y la Llanura
Chaqueña adyacente (Fig. 1). Fueron inicialmente estu-
diadas por Bonarelli (1913, 1921), quien las caracterizó
tanto del punto de vista estratigráfico como estructural.
El substrato de las Sierras Subandinas está cons-
tituido por escasos depósitos ordovícicos y proterozoicos
en el sector más occidental y por depósitos siluro-de-
vónicos de más amplia distribución. Estos últimos están
constituidos por potentes secuencias marinas de hasta
5.000 m de espesor que se acuñan rapidamente hacia el
este (Harrington, 1967), constituyendo un complejo
marino deltaico, asociado al desarrollo de una impor-
tante cuenca de antepaís (Starck et al., 1992). Esta cuen-
ca se inició con los movimientos asociados a la orogenia
oclóyica.
Las sedimentitas neopaleozoicas están constitui-
das por secuencias marinas y continentales, en las que
se preservan importantes depósitos glaciarios y
marinoglaciarios de edad carbonífera superior. Estos
depósitos rematan en las secuencias marina someras de
composición carbonática de la Formación Vitiacua. Esta
unidad ha sido tradicionalmente asignada al Triásico,
aunque sus relaciones de continuidad que presenta en
territorio boliviano con secuencias neopaleozoicas y su
correlación con las calizas de la Formación Copacabana
ha permitido correlacionarla con el Carbonífero Tardío
o el Pérmico Temprano.
Depósitos sinorogénicos terciarios formados du-
rante el levantamiento de la Puna y de la Cordillera Orien-
tal, se apoyan en discordancia sobre los depósitos
neopaleozoicos, a la vez que se hallan involucrados en
la deformación. Estos depósitos tienen edad miocena
media a superior a pliocena continuando hasta el Cua-
ternario inclusive. En estas secuencias de conglomera-
dos, areniscas y fangolitas depositadas en un ambiente
fluvial y hasta de bajada proximal, se interponen en su
tercio inferior arcillas verdes correspondientes a una
transgresión marina efímera de edad miocena media
(aprox. 13.5 Ma) representada por la Formación Anta.
Esta transgresión cubrió totalmente las Sierras Subandi-
nas, lo que demuestra que su levantamiento se produjo
con posterioridad a este evento (Ramos y Alonso, 1995).
La estructura de las sierras está caracterizada por
amplios anticlinales, con vergencia al este, limitados por
corrimientos y bajocorrimientos que se despegan en el
subsuelo en los niveles pelíticos silúricos y devónicos. El
sistema puede ser definido como una zona frontal de una
faja plegada y corrida epidérmica, estando la zona de
imbricación más al oeste, en la Cordillera Oriental. El pie
de sierra está caracterizado por un frente serrano no
emergente, que está en continuo crecimiento hacia el
este. Las lomas de Campo Durán marcarían las estructu-
ras más modernas en superficie, que se continúan en
echelon hacia el norte en territorio boliviano. El frente
montañoso activo se halla en el subsuelo hacia el este de
Campo Durán y se reconoce por un fallamiento no emer-
gente, que se puede definir en superficie por una impor-
tante faja de epicentros sísmicos.
Las Sierras Subandinas se han dividido en dos sec-
tores diferentes, sobre la base de su comportamiento
estructural, el Interandino y el Subandino s.s. El Siste-
ma Interandino u occidental, fue reconocido por Kley
(1996) en el sur de Bolivia, próximo al límite con Argenti-
na, y es el de mayor desarrollo en territorio jujeño.
Este Sistema Interandino o de transición entre la Cordi-
llera Oriental y el Sistema Subandino (s.s.) está limitado
al este por el corrimiento interandino principal
(Interandean Main Thrust de Roeder, 1988). Este levanta
secuencias eopaleozoicas y proterozoicas sobre el sec-
tor subandino sensu stricto. El Sistema Subandino s.s.
levanta casi exlusivamente rocas neopaleozoicas y ter-
ciarias. Las diferencias entre los Sistemas Interandino y
Subandino están controladas por la profundidad de los
diferentes niveles de despegue, proterozoicos a ordoví-
cicos al oeste y silúricos a devónicos en el sector orien-
tal.
Hacia el sur, las láminas de corrimiento del Siste-
ma Interandino pasan gradualmente a los
braquianticlinales con núcleos de rocas eopaleozoicas
en el cerro Labrado y en las Sierras de Zapla y Puesto
Viejo, cuya geometría está controlada por la cuenca de
rift cretácica que ha dejado a los mismos como un ele-
mento positivo conocido como Alto Salto-jujeño por di-
versos autores (Salfity, 1979).
SISTEMA DE SANTA BÁRBARA
Este sector originalmente incluido en las Sierras
Subandinas, fue segregado de las mismas por Rolleri (1976)
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y Baldis et al. (1976). Abarca un conjunto de sierras ubi-
cadas hacia el sur de la subcuenca de Olmedo. Su cons-
titución geológica es diferente a la unidad anterior, dado
que está caracterizado por depósitos eopaleozoicos,
estando ausentes los depósitos del Paleozoico superior.
Se observan sedimentitas marinas ordovícicas, silúricas
y devónicas de ambientes someros de plataforma. En
discordancia por encima de éstas se encuentran los
depósitos de rift del Grupo Salta (Salfity y Marquillas,
1994), que tienen en territorio jujeño uno de los depo-
centros mejor desarrollados.
Su estructura está caracterizada por una serie
de amplios anticlinales de vergencia hacia el oeste, en
cuyos núcleos afloran las rocas eopaleozoicas. Estos
anticlinales no son de naturaleza epidérmica dado que
las fallas que los limitan afectan al basamento. Su tectó-
nica está controlada por la inversión tectónica del rift
cretácico y la vergencia hacia el oeste de parte de sus
anticlinales está regulada por la inclinación hacia el este
de las fallas normales de naturaleza lístrica que margina-
ban el rift. El borde oriental del sistema presenta corri-
mientos ciegos con vergencia hacia el este.
En territorio jujeño se observa el sector más sep-
tentrional del Sistema de San Bárbara.
LLANURA CHAQUEÑA
Está unidad comprende las extensas bajadas pe-
demontanas formadas por los grandes abanicos aluviales
como el del río Bermejo, que en su sector proximal
comprende el territorio jujeño. Sus características ge-
nerales han sido descriptas por Mingramm y Russo (1972)
e Iriondo (1999).
Las diferentes provincias geológicas descriptas
son el resultado de historias evolutivas diferentes, que
serán analizadas en los capítulos siguientes. Su estruc-
tura y los procesos que llevaron a su formación serán
analizados enla evolución tectónica de la región (Capí-
tulo IV).
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