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Wendy Bello - DECISIONES QUER TRANSFORMAN

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Decisiones que transforman: Un estudio bíblico sobre nuevos comienzos
Copyright © 2019 por Wendy Bello
Todos los derechos reservados.
Derechos internacionales registrados.
B&H Publishing Group
Nashville, TN 37234
Clasificación Decimal Dewey: 234
Clasifíquese: CRISTIANISMO / FE / GRACIA
Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida ni distribuida de manera 
alguna ni por ningún medio electrónico o mecánico, incluidos el fotocopiado, 
la grabación y cualquier otro sistema de archivo y recuperación de datos, sin el 
consentimiento escrito del autor.
A menos que se indique otra cosa, las citas bíblicas se han tomado de la versión 
Reina-Valera 1960® © 1960 por Sociedades Bíblicas en América Latina; © renovado 
1988 Sociedades Bíblicas Unidas. Usadas con permiso. Reina-Valera 1960® es una 
marca registrada de las Sociedades Bíblicas Unidas y puede ser usada solo bajo 
licencia. Las citas bíblicas marcadas NVI se tomaron de La Santa Biblia, Nueva Versión 
Internacional®, © 1999 por Biblica, Inc. ®. Usadas con permiso. Todos los derechos 
reservados. Las citas bíblicas marcadas NTV se tomaron de la Santa Biblia, Nueva 
Traducción Viviente, © Tyndale House Foundation, 2010. Usado con permiso de 
Tyndale House Publishers, Inc., 351 Executive Dr., Carol Stream, IL 60188, Estados 
Unidos de América. Todos los derechos reservados.
ISBN: 978-1-5359-3655-2
Impreso en EE. UU.
1 2 3 4 5 * 22 21 20 19
3
Índice
Acerca de la autora � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � 4
Introducción � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � 5
Semana 1: El comienzo de la transformación� � � � � � � � � 6
Semana 2: Esperas, demoras y otras cosas 
difíciles que pueden ser hermosas � � � � � � � � � � � � � � � � 22
Semana 3: ¡Estás completa! � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � 36
Semana 4: Madres a la manera de Dios � � � � � � � � � � � � � 50
Semana 5: Decisiones valientes � � � � � � � � � � � � � � � � � � � 64
Semana 6: Cambiada por las decisiones � � � � � � � � � � � � 78
Guía para el líder � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � 92
4
Acerca de la autora 
WENDY BELLO es conferencista y autora 
de libros como Una mujer sabia y Vivir en la 
luz. Su pasión es comunicar que la vida que 
Dios diseñó es plena y abundante, y que no 
hay mejor lugar para descubrirla que en el 
estudio de la Biblia y en su aplicación a la vida 
cotidiana. 
Wendy es parte del equipo de autoras de 
LifeWay Mujeres. También contribuye con 
otras publicaciones que apoyan el ministerio 
de mujeres. 
Es originaria de Cuba, pero vive en el sur de 
la Florida hace muchos años con su 
esposo y sus dos hijos.
5
Introducción
Se le atribuye a Albert Einstein esta frase: «Locura es hacer lo mismo una y 
otra vez, y esperar obtener resultados diferentes». Creo que de esta clase 
de locura hemos padecido todos en algún momento. Queremos que las 
cosas cambien, pero seguimos haciéndolas de la misma manera. Seguimos 
pensando de la misma manera, actuando de la misma manera. Es evidente 
que, si queremos lograr resultados diferentes, tenemos que cambiar lo que 
hemos estado haciendo. Necesitamos tomar una decisión que lleve a la 
transformación. 
Romanos 12:2 es un pasaje que memorizamos y citamos a menudo: No 
imiten las conductas ni las costumbres de este mundo, más bien dejen que 
Dios los transforme en personas nuevas al cambiarles la manera de pensar. 
Entonces aprenderán a conocer la voluntad de Dios para ustedes, la cual es 
buena, agradable y perfecta (NTV). 
Lo primero es entender que una vida transformada sigue el diseño de Dios. 
Lo segundo es saber que esta transformación comienza con Él. ¿Cuál es 
nuestra parte? Rendirnos y tomar decisiones que al final nos transformarán. 
¿Cómo? Prestándole atención a su Palabra y obedeciéndola. 
La verdad es que quisiéramos que al comenzar a caminar con Cristo nuestra 
vida se transformara de inmediato, ¡pero no es así! Tenemos que vivir un 
proceso que en teología se llama santificación. De eso también trata este 
estudio, porque, cuando aprendemos a decidir a la manera de Dios, más nos 
parecemos a Cristo, y esa es la verdadera transformación. 
Quiero invitarte a estudiar las experiencias de varios personajes bíblicos, 
gente real como tú y yo, que enfrentaron sus propias decisiones y de las 
cuales tenemos mucho que aprender. 
En cada sesión nos ocuparemos de una decisión, ya sea para imitarla o para 
desecharla. Si se trata de lo segundo, buscaremos cómo reemplazarla. Será 
una trayectoria que haremos juntas. Así que ¡ánimo! Esto de renovar la mente 
y el corazón toma tiempo; pero, si alguna vez alguien te dijo que es imposible, 
permíteme decirte una de mis frases favoritas: «Árbol que nace torcido, ¡el 
poder de Dios lo endereza!». 
Vamos a descubrir una vida transformada.
We ndy
Esperas, demoras y otras cosas difíciles 
que pueden ser hermosas
Semana 1
El comienzo de la transformación
7
Día 1
E l comienzo de la trasformación
Antes de adentrarnos en el estudio de los personajes bíblicos sus decisiones 
y cómo podemos imitarlas o no para vivir transformadas, quiero invitarte a 
explorar qué dice la Biblia sobre el proceso de renovar nuestra mente y cómo 
este tiene lugar. 
Hace un tiempo publiqué una imagen en las redes sociales con este mensaje: 
«Todo triunfo comienza por un cambio de actitud». La imagen reflejaba una 
mariposa, y con toda intención. ¿Alguna vez has considerado el proceso que 
atraviesa este precioso insecto? Tiene cuatro etapas y, aunque no tenemos 
tiempo aquí para analizarlo completamente, de seguro has escuchado el 
término que describe el proceso que sufre la oruga para llegar a ser una 
linda mariposa: metamorfosis. Es una palabra que viene del griego y significa 
‘cambio, transformación’. Precisamente la misma palabra, pero en forma verbal, 
que aparece en Romanos 12:2. 
Según ese pasaje, ¿cómo dice Pablo que nos transforma Dios en 
personas nuevas?
Esta metamorfosis, al igual que en el caso de la mariposa, llevará un proceso 
que será diferente para cada persona. Y, como resultado, veremos un cambio 
en nuestra actitud. Como a la oruga, a nosotros también nos tocará «mudar la 
piel». Comencemos por leer Efesios 4:22-24.
Aquí hay tres verbos en forma imperativa, es decir, un mandato. El primero 
es «despojaos»: desháganse, eliminen. ¿Qué es lo que Pablo nos manda a 
eliminar? La antigua manera de vivir, la naturaleza anterior… ¡porque no tiene 
cabida en la nueva vida que Cristo nos ha dado! Sabemos que, si en un saco 
de papas dejamos una papa podrida, el resto también se echará a perder. ¡Es 
necesario sacar la papa que está mala! Y nosotros tenemos que arrancar todo 
lo malo de nuestra vida anterior, pero ¿cómo? ¿Cómo nos deshacemos de algo 
que forma parte de nuestra esencia, esa naturaleza con la que vinimos a este 
mundo? ¿Será acaso posible? Veamos.
¿Cuál es el segundo mandato que Dios nos da por medio del apóstol en 
este pasaje? 
8
La NTV nos aclara un poco más la intención del versículo: En cambio, dejen 
que el Espíritu les renueve los pensamientos y las actitudes (4:23, NTV). 
Para que nuestra mente se renueve, y por ende nuestros pensamientos 
y actitudes que luego producirán decisiones, necesitamos dejar que el 
Espíritu de Dios se haga cargo. No podemos hacerlo por nuestra cuenta. 
¡Eso es imposible! El ser humano no puede salvarse ni cambiarse a sí mismo. 
Podemos engañarnos por un tiempo, podemos pretender, fingir, adoptar 
nuevas filosofías, pero el ADN corrupto en algún momento asomará la 
cabeza. Para que ocurra un cambio en la mente y en el corazón, se necesita 
intervención divina.
Y les daré un corazón, y un espíritu nuevo pondré dentro de ellos; y quitaré el 
corazón de piedra de en medio de su carne, y les daré un corazón de carne, 
para que anden en mis ordenanzas, y guarden mis decretos y los cumplan, 
y me sean por pueblo, y yo sea a ellos por Dios (Ezeq. 11:19-20). 
Ahora bien, ¿cómo puede el Espírituhacer esta obra transformadora? ¿Por 
dónde comienza? Leamos Juan 16:7-14. ¿Qué funciones principales se 
describen para la obra del Espíritu Santo?
En 1 Corintios 6:19, se nos demuestra que el Espíritu Santo no es una «fuerza», 
sino que es una persona que ahora vive de modo sobrenatural en cada 
creyente, con una función muy clara. Y parte de esa función es renovar 
nuestros pensamientos y actitudes, como ya vimos en Efesios 4. 
Ahora bien, si una actitud es el resultado de un pensamiento repetido, tenemos 
que reemplazar los pensamientos que han dominado nuestra mente durante 
años por otros que puedan producir nuevas actitudes y decisiones. 
A veces creemos que, al decirle sí a Jesús para que sea el Señor de nuestra 
vida, todo cambiará mágicamente, sin que nosotros tengamos que hacer nada. 
Lamento decirte que, aunque yo también quisiera que así fuera, no lo es. A 
pesar de que el Espíritu Santo viene a vivir dentro de nosotros, es un trabajo 
en equipo. Voy a explicarme.
Veamos lo que dice 2 Corintios 10:5 en la NVI: Destruimos argumentos y toda 
altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevamos cautivo todo 
pensamiento para que se someta a Cristo.
¿Te das cuenta? Es un verbo en primera persona, nosotros llevamos cautivo 
todo pensamiento a Cristo. Pero ¿qué quiere decir llevar un pensamiento 
cautivo? ¿Cómo se hace? Es tomar nuestra mente de la mano y decirle por 
dónde ir. Tengo que entrenar mi mente a pensar en conformidad con la Palabra 
9
de Dios. ¿Se corresponden con ella mis pensamientos o se contraponen? 
Por ejemplo, si mi tendencia natural es preocuparme, ¿qué dice la Biblia de 
la preocupación? Si mi tendencia natural es criticar a otros, ¿qué me enseña 
Dios con respecto a juzgar? Si mi lucha es el temor constante, ¿qué dice la 
Palabra con relación a una actitud de temor? Esa es la única manera de llevar 
los pensamientos cautivos a Cristo, pero es un acto de la voluntad. Tengo 
que decirle a mi cerebro: «Estás yendo por un rumbo equivocado. No estás 
alineado con lo que Dios dice y, por lo tanto, tengo que enderezarte para que 
recuperes el rumbo correcto».
Esto es así, literalmente. Nuestra mente (nuestras neuronas) se acostumbra a 
ciertos caminos y, cada vez que pensamos en algo, que ya hemos pensado 
antes, toma ese mismo camino. Ahora que estamos en Cristo y queremos 
actuar de manera diferente porque queremos vivir en la plenitud de vida que 
Él nos ofrece, tenemos que crear caminos diferentes en nuestro cerebro. Es 
curioso que hace varios siglos, cuando no se conocía nada de eso a nivel 
«científico», ya Dios nos estaba dando el método en su Palabra. 
Lee Filipenses 4:8. ¿Cuál es la invitación de Pablo? ¡Cambien el enfoque! Se 
nos invita a concentrarnos en cosas diferentes, a renovar la mente con cosas 
que dan vida y que, por supuesto, agradan a Dios. Nuestra mente necesita 
riendas; de lo contrario, querrá andar sola y llevarnos por caminos muchas 
veces confusos, distorsionados, contrarios a todo lo que Dios quiere para 
nosotros y nos enseña en su Palabra. Pero eso no lo puede hacer nadie más. 
Nos toca a ti y a mí. Es parte de la libre voluntad que Dios nos dio decidir en 
qué vamos a pensar.
Si decido dejar que Dios renueve mi mente, podré revestirme con la nueva 
naturaleza, que es el tercer verbo en el pasaje de Efesios que mencionamos 
antes, y estaré lista para que en mi vida ocurra la trasformación. 
La Biblia nos enseña que, ahora que somos hijos de Dios, ¡tenemos la mente 
de Cristo! Así que no es una misión imposible lo que estamos considerando. 
¡Sí podemos tener mentes transformadas, sí podemos pensar de otra manera, 
nuestras actitudes sí pueden cambiar y, por tanto, decidir de manera diferente! 
Para terminar, quiero invitarte a que hagas una oración y la escribas aquí. 
Usando lo aprendido en los pasajes bíblicos, pídele a Dios que comience, 
o continúe, el proceso de renovación de tu mente y actitudes.
¿Lo hiciste? Entonces comencemos a estudiar las decisiones que pueden 
trasformar nuestra vida. 
10
Día 2 
La única mujer que lo tuvo todo
Dice la Real Academia Española que una persona satisfecha es una persona 
complacida, contenta. Y satisfacción es lo que experimentamos cuando 
nuestros deseos y apetitos están saciados. Sin embargo, no hace falta indagar 
mucho para saber que la mayoría de las personas no se sienten satisfechas, 
aunque no lo digan. 
Tal vez debamos empezar por entender por qué vivimos en un mundo 
insatisfecho y cuándo comenzó todo este asunto de no sentirse realizado, que 
es la frase del momento. Cuando todo no es suficiente.
La verdad es que en la Biblia no se dan muchos detalles de esta «varona», 
la primera mujer a quien su esposo, y no sus padres, le puso nombre. Ese 
nombre, que en hebreo sería Chavvah significa ‘vida o viviente’. Para nosotros 
es Eva. Su historia la puedes leer en Génesis del capítulo 1 al 4.
Ella fue la única mujer que, literalmente, lo tenía todo. Piénsalo. Eva no 
necesitaba nada, en ningún sentido. No la conocimos ni hemos visto su foto; 
sin embargo, ya que fue Dios mismo quien la creó, estoy segura de que tenía 
la piel perfecta sin ninguna mancha, ni venas varicosas que le molestaran ni 
problemas de acné. Tampoco tenía que preocuparse por celulitis, canas o 
problemas con los dientes. Eva no tenía desajustes hormonales ni dolores de 
cabeza. Su medio era el ecosistema perfecto. Todo lo que comía era orgánico, 
sin fertilizantes ni químicos dañinos. La vejez no era parte de su diccionario ni 
tampoco la enfermedad. Y, como si fuera poco, ¡Eva tenía un esposo que solo 
tenía ojos para ella! En su mundo no había crisis económicas ni desempleo. 
Tampoco sabían qué era tener problemas de carácter o conflictos familiares. 
Eva vivía y caminaba en perfección, ¡lo tenía todo! Sin embargo, decidió 
cambiarlo por un engaño, y el resto es historia. 
Pero vayamos al día que transformó la vida de Eva y la de nosotras también. 
Todo comenzó por una conversación, un diálogo funesto en el que Satanás, 
disfrazado de serpiente, le hace una pregunta, y es en esa conversación 
donde encontramos la clave de la lección que Eva nos dejó. 
Lee Génesis 3:1-6. Una lectura detenida de este diálogo nos lleva a darnos 
cuenta de que en la primera pregunta hay una afirmación que en realidad es 
una mentira.
11
 ¿Cuál es? 
Dios les había dado acceso a todos los árboles de aquel jardín, con excepción 
de este al que la Biblia llama el árbol del conocimiento del bien y del mal, 
que, dicho sea de paso, no podemos afirmar que era un árbol de manzanas. 
Muchas veces nuestros problemas comienzan cuando una mentira del enemigo 
trata de desplazar la verdad de Dios. Satanás es el padre de mentiras; él sabe 
cómo disfrazarlas y en qué momento presentarlas. Si el arsenal de nuestra 
mente no tiene verdades suficientes, las mentiras encontrarán la manera 
de abrirse paso. La única manera de contrarrestar un engaño es usando el 
antídoto de la verdad. 
¿Recuerdas la manera en que Jesús confrontó al diablo en el desierto 
durante aquellos 40 días? Encontrarás la respuesta en Mateo 4:1-11. 
¿Cuál era la frase clave? 
Estoy segura de que en su humanidad Él estaba más que vulnerable porque 
su cuerpo carecía de las fuerzas que los alimentos nos proveen. No sé tú, 
pero yo cuando tengo mucha hambre no suelo pensar muy bien. ¿Te imaginas 
el cansancio, la sed, el agotamiento? ¿Cómo pudo resistirlo? ¡Con el arma de 
la verdad! Para cada planteamiento que el diablo hacía, usando incluso la 
misma Palabra de Dios, el Señor le respondía con una verdad contundente. 
El diablo conoce la Biblia y no va a dudar en usarla si fuera necesario para 
tratar de engañarnos. Es por eso que tenemos que estudiarla, memorizarla, 
porque solo al conocer la verdad tenemos plena libertad, incluso de la 
mentira. Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad (Juan 17:17). 
El problema con las mentiras es que no siempre las creemos de un día para 
otro. Es una cuestión de tiempo. Quizás es algo que has escuchadodesde 
niña y, a fuerza de repetirse, se grabó en tu mente y tu corazón. Dado que 
lleva tanto tiempo contigo, ya no lo reconoces como mentira, lo crees como 
verdad. 
¿Cómo puedes entonces identificar la mentira? Necesitas entender que, si eso 
que has creído no está alineado con lo que Dios dice en su Palabra, es una 
mentira. Veamos algunos ejemplos.
12
Mentira: Estás aquí por accidente.
¿Qué dice Dios? Busca Salmos 139:16 y anota tu respuesta.
Mentira: Nunca cambiarás; seguirás siendo la misma.
¿Qué dice Dios? Busca 2 Corintios 5:15 y anota tu respuesta. 
Mentira: Tu vida es un fracaso; no lograrás nada mejor. 
¿Qué dice Dios? Busca Romanos 8:28 y Juan 10:10, y anota tu respuesta. 
Estos son ejemplos sencillos, pero nos dan una idea de cómo obra el enemigo 
de nuestras almas y cómo necesitamos aprender a resistirlo. 
En su respuesta, Eva corrige a la serpiente y le indica que, en realidad, era solo 
un árbol el que no podían tocar. 
Entonces, ¿por qué desobedeció, por qué escuchó la mentira de Satanás 
y comió de aquel fruto? ¿Por qué se dejó engañar? 
Analizando el relato, me atrevo a decir que el problema estuvo en las ansias 
de su corazón. De pronto, todo lo que tenía no le parecía suficiente; el 
contentamiento se había marchado. Dicho con otras palabras, esto fue lo que 
la serpiente le planteó: «No lo eres todo; puedes ser más; no te conformes; 
puedes tener más de lo que tienes». Cuando esa clase de pensamiento 
comienza a rondar nuestras mentes, ocurre inevitablemente lo que sucedió 
con Eva. Y tal y como pasó con ella, los resultados son funestos. ¿A qué me 
refiero? Eva quitó los ojos de su bendición, y la ambición quitó el lugar al 
contentamiento. Esa fue su decisión. 
¿Dónde están puestos tus ojos hoy? ¿Qué clase de pensamientos están 
rondando tu mente? Te invito a hacer un inventario honesto de tu corazón 
y anotar aquí cuáles son los pensamientos más comunes en ti. 
13
Día 3
La raíz del asunto 
Ayer vimos cómo la insatisfacción hizo su entrada en el mundo. Cuando Eva 
se miró a sí misma y pensó en lo que podía obtener, ¡se sintió inferior! y dijo lo 
que nosotras muchas veces pensamos: «¡Yo quiero lo que él o ella tiene!» La 
inconformidad tiene la triste virtud de quitar nuestros ojos de las bendiciones 
recibidas y ponerlos en lo que a la vista parece atractivo, pero que por alguna 
razón Dios ha dejado fuera de los límites, como el caso del fruto en el Edén: Y 
vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, 
y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría… (Gén. 3:6).
En este pasaje hay un verbo que es clave para entender la raíz del 
problema, ¿cuál es? 
Si escribiste «vio», pusiste la respuesta correcta. La mirada de Eva cambió 
de lugar. Ya no veía todo lo demás que estaba a su disposición; la belleza 
del Edén y su abundancia habían pasado al olvido. Ahora sus ojos estaban 
puestos en un solo árbol. 
¿Qué más nos revela este versículo sobre el móvil de muchas de nuestras 
decisiones equivocadas? 
Nuestra naturaleza humana cae presa fácilmente de lo que es «agradable 
a los ojos». Lee 1 Juan 2:16. ¿Cómo lo podemos relacionar con el tema de la 
inconformidad? 
Lo aparentemente atractivo hizo que Eva, una mujer que lo tenía todo, tomara 
la decisión de cerrar los ojos y cambiar lo perfecto por lo imperfecto, lo eterno 
por lo perecedero. La felicidad por el dolor. 
En múltiples ocasiones nosotras hacemos el mismo cambio. Tenemos todo lo 
que el Señor nos ofrece, lo que nos enseña, lo que ya nos ha mostrado en su 
Palabra y lo cambiamos por un plan aparentemente mucho más fascinante que 
termina en desastre. Nos miramos al espejo y pensamos que tal vez una nueva 
relación nos llenará el corazón o tal vez un par de zapatos nuevos nos quitará 
14
la tristeza o la frustración. A lo mejor es ese puesto en la compañía que tanto 
hemos deseado, por el que hasta nos desgastamos, y finalmente alcanzamos, 
para luego descubrir que no todo lo que brilla es oro.
¿Hay algo que estás anhelando ahora mismo que pudieras llevarte a 
cambiar lo que Dios te ofrece? 
Lee Proverbios 16:25. ¿Alguna vez has andado un camino así? ¿Cuál fue 
el resultado? 
Eva cambió la plenitud de Dios por la mediocridad del enemigo de su alma, 
que es también el nuestro. Y corremos el mismo riesgo porque llevamos sus 
genes. Ella y nosotras tenemos mucho más en común que la capacidad de 
tener hijos o las curvas en nuestro cuerpo. 
Aunque lo tuvo todo, todo no le fue suficiente porque quitó los ojos del plan 
de Dios y de sus bendiciones. Su historia no es solo un recuento histórico; 
es una lección de vida y, si decidimos entenderla y aplicarla, podremos 
vivir un poco más cerca del plan original de Dios, que ahora nos ofrece en 
Cristo.
Colosenses 2:9-10 dice lo siguiente: Pues en Cristo habita toda la plenitud de 
Dios en un cuerpo humano. De modo que ustedes también están completos 
mediante la unión con Cristo, quien es la cabeza de todo gobernante y toda 
autoridad (NTV, énfasis de la autora).
¿Qué nos dice Pablo aquí sobre nuestra condición? 
Todo lo que Dios quería que yo fuera o tuviera ya lo tengo porque estoy completa 
en Cristo. ¿Por qué no concentrarme en lo que soy y no en lo que no soy, en 
lo que tengo y no en lo que no tengo? Tengo el sello de Dios porque fui hecha 
a su imagen y soy algo que Él considera bueno: Y creó Dios al hombre a su 
imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. […] Y vio Dios todo 
lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera (Gén. 1:27,31a).
Cuando a veces me pongo a dudar, cuando pienso si realmente tengo lo 
que se necesita para ser una esposa virtuosa, una mamá que agrade a Dios, 
alguien que le sirva para su gloria, tengo que recordar estas palabras: estoy 
completa en Cristo. Él sabía que yo fallaría, que me equivocaría, pero aun así 
15
me hizo completa mediante mi unión con Cristo. ¡Ahí está el secreto! Es en esa 
unión con Él que podré ser todo lo que Dios quiere que sea. 
¿Por qué nos cuesta tanto aceptar esta verdad? Porque el enemigo sabe que, 
si nos concentramos en lo que nos falta, en lo que no somos, en lo que no 
tenemos, quitaremos la mirada de Jesús y dejaremos de ser un peligro para él.
Lee ahora Efesios 2:10. ¿Qué palabras usa el apóstol Pablo para definir 
nuestra identidad? 
El término hechura viene del griego poiema, de donde hoy tenemos nuestra 
palabra poema. Implica algo creado, elaborado ¿Te diste cuenta? Tú y yo 
llevamos la firma de Dios. Dios es Creador; Él no hace réplicas. Cada una de 
nosotras es única. Tenemos que aceptar y abrazar nuestra singularidad.
Mujer, necesitamos decidir creer la verdad que Dios nos dice de muchas 
maneras: no tenemos que ser más, no tenemos que hacer más, no tenemos 
que lograr más. Somos creación suya, para hacer cosas que Él planeó hace 
mucho tiempo. ¡No hay por qué dudarlo! Cuando lo hacemos, sutilmente le 
decimos a Dios: «No estoy conforme con lo que me has dado, con lo que 
tengo, con la manera en que me hiciste». Caer en esa trampa es demasiado 
fácil, roba el gozo y nos desvía del propósito de Dios. 
La inconformidad no nos lleva a ninguna parte, excepto a la destrucción de 
nuestro ser. Y casi siempre termina en algo peor. Veamos otra historia, otra 
decisión.
Día 4
Lo que envenena el corazón
Ella fue una de las pocas mujeres que recibieron el título de profetisa; de hecho, 
es la primera que tuvo el honor. En ella, el don profético se manifestó mediante 
poesía acompañada de canto, como en los tiempos de David y Samuel. Su 
nombre podría significar amargura, rebelión, pero en la Escritura se la conoce 
como Miriam o María, la hermana de Moisés. La misma que veló por él cuando, 
siendo un bebé, tuvieron que colocarlo en una canasta en las aguas del Nilo. 
De acuerdo al relato bíblico, no tenemos mención de que se casara ni 
tampoco de un esposo, por lo que podemos pensar que ella fue una mujer 
16
soltera. Esto era algo muy poco común para una época en la que el único 
valor que la mujertenía, a nivel social, estaba en tener una familia y criar 
hijos. ¡En verdad que la Biblia es un libro increíble! Sí, porque, si pensaste 
por un momento que Dios no tiene espacio para las solteras, a partir de hoy 
ya puedes cambiar tu perspectiva. Miriam fue una mujer que se dedicó al 
servicio de Dios al contribuir al ministerio de sus dos hermanos, Moisés y 
Aarón (consulta Miqueas 6:4). Si lo analizamos, nos daremos cuenta de que 
fue también la primera mujer líder de alabanza; míralo tú misma: Y María 
la profetisa, hermana de Aarón, tomó un pandero en su mano, y todas 
las mujeres salieron en pos de ella con panderos y danzas. Y María les 
respondía: Cantad a Jehová, porque en extremo se ha engrandecido; Ha 
echado en el mar al caballo y al jinete (Ex. 15:20-21).
Sin embargo, como tú y como yo, ella no fue perfecta. Aunque Dios la usó en 
varias ocasiones, algo en su corazón no estaba bien y el problema no se hizo 
esperar. 
Lee Números 12:1-2. ¿Qué sucedió con María y Aarón? 
A primera vista pareciera que el problema era el matrimonio de Moisés, pero 
en realidad eso fue meramente un pretexto que ocultaba lo que de verdad 
estaba molestándoles.
¿Cuál crees que era la raíz del asunto? 
Es interesante también que la Biblia diga «María y Aarón». Por lo general, los 
redactores bíblicos no ponían primero el nombre de las mujeres. El hecho de 
que aquí este aparezca así me lleva a pensar que fue ella quien comenzó la 
murmuración. ¡Y no me extraña! ¡Era una mujer! Nosotras somos más dadas a 
estas cosas; seamos honestas. 
Pero el problema de Miriam no era propiamente la esposa de Moisés porque en 
su cuestionamiento, en realidad, lo que se menciona es el papel protagónico 
de su hermano. ¿Qué los motivó? Celos y envidia. Los celos dicen: «Temo 
perder lo que tengo». Tal vez ella pensó que, ahora que Moisés era el líder, 
nadie prestaría atención a sus cantos, ni siquiera las mujeres a las que había 
guiado en aquel día histórico. La envidia dice: «Yo quiero lo que tú tienes». 
¿Qué quería Miriam? Lo que tenía Moisés, el mismo respeto y reconocimiento 
porque, a fin de cuentas, «Dios también había hablado a través de ella». ¿Te 
suena familiar? 
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Todas luchamos con eso en un momento u otro de la vida, o quizás en más 
momentos de los que quisiéramos admitir. ¿Y sabes por dónde empiezan la 
envidia y los celos? Por lo que mencionamos ayer, la comparación. Cuando 
yo comparo mi realidad con la tuya, cuando tú comparas tu familia con la de 
tu amiga, cuando comparamos nuestros ministerios o trabajos, poco a poco 
nuestro corazón comienza a contaminarse y, sin darnos cuenta, llegamos al 
punto en que Miriam se encontró cuestionando a Moisés… ¡y a Dios! 
En estos pasajes bíblicos, encontramos decisiones muy erradas que tuvieron 
su origen en la envidia. 
Lee Marcos 10:9, ¿cuál fue la motivación de los principales sacerdotes?
Lee Génesis 30:1, ¿qué generó el conflicto entre las dos hermanas? 
Lee Hechos 7:9, ¿cómo comenzó el plan macabro de los hermanos de José?
Miriam pagó un precio muy alto, se enfermó de lepra y la expulsaron del 
campamento. Gracias a Dios que ya no es así, ¡si no, necesitaríamos muchos 
hospitales para leprosos! Tú y yo ahora vivimos bajo la gracia de Dios que 
nos dice: «Con envidias y celos, te amo y te perdono». Sin embargo, eso no 
nos exonera, ¡al contrario! La Palabra está llena de exhortaciones a cuidar de 
nuestro corazón y limpiarlo de cosas tan contaminantes como estas. 
Podemos justificarlo de mil maneras, pero déjame decirte sin tapujos que 
la envidia no tiene cabida en el plan de Dios para nuestra vida. Desde un 
principio, Él lo dejó bien claro.
¿Qué dice Éxodo 20:17? 
El Creador, que nos conoce muy bien por eso mismo, porque es nuestro 
Creador, sabía que el codiciar produce envidia, y la envidia, muerte.
Sí, quizás ni tú ni yo hemos matado a nadie por envidia literalmente, pero 
en nuestro corazón... ¡ah, la historia es muy diferente! Ese llamado monstruo 
verde nos devora. 
18
¿Qué otras cosas dice la Biblia sobre la envidia? Revisa estos pasajes y 
anota tus respuestas.
Proverbios 14:30 ______________________________________________
Gálatas 5:21 _________________________________________________
Job 5:2 _____________________________________________________
¡No le sigas el juego al monstruo verde porque te esclavizará!
La actitud de Miriam tuvo repercusión no solo para ella, sino para los 
demás. Lee Números 12:15. ¿Cuál fue la consecuencia? 
En muchas ocasiones, la marcha de nuestra vida también se detiene porque 
hemos decidido actuar de la misma manera y dejar que la envidia tome el 
control de nuestras decisiones. Con toda honestidad, ¿se está enfermando 
tu corazón por causa de este mortífero veneno? ¿Has entendido que eres 
una persona que constantemente se siente insatisfecha? La única manera de 
liberarnos es dejar que Dios nos cure. Y para ello necesitamos implementar 
primero estos pasos:
1. Reconocer los celos y la envidia como lo que son, un pecado.
2. Confesarlos a Dios y arrepentirnos. 
3. Rendirnos a la obra transformadora del Espíritu Santo para que esta 
actitud cambie. 
¿Cómo luce esa obra transformadora en este caso? ¿Qué decisión personal 
podemos tomar para ver el cambio? La vida de otro personaje bíblico que 
estudiaremos mañana nos da lecciones muy claras. ¡Te espero! 
Día 5
E l antídoto contra la insatisfacción
Hace varios años, mi esposo y yo visitamos una antigua fortaleza española 
ubicada en La Habana, Cuba. Se llama «La cabaña». Esas construcciones 
son una especie de ícono de la conquista en las Américas. Ahora casi todas 
constituyen museos, pero en sus tiempos de gloria estos baluartes tenían 
entre sus habitaciones varios calabozos, cuartos oscuros y húmedos donde 
los prisioneros estaban bien custodiados. 
19
No tenemos todos los detalles, pero muy bien pudiera haber sido un lugar 
así, oscuro, húmedo, de máxima seguridad, donde Pablo escribió su carta a 
los filipenses. Estaba preso, y no como en las cárceles de Norteamérica en el 
siglo xxi, sino preso a la manera de Roma en el siglo primero: encadenado a 
un soldado las 24 horas del día. 
¿Por qué hablo de Pablo y de la cárcel? Porque este hombre, que pasó gran 
parte de su ministerio entre golpes y prisiones, aprendió el antídoto contra la 
insatisfacción y tomó una decisión que trasformó para siempre su vida. 
Parte de esa carta es este versículo: ... he aprendido a estar satisfecho 
en cualquier situación en que me encuentre (Fil. 4:11b, NVI). ¿Frase clave? 
«Cualquier situación». Muchas veces nosotros limitamos la satisfacción a 
las circunstancias. Una vida satisfecha no depende de las circunstancias. El 
contentamiento, otra manera de llamar a la satisfacción, es una decisión que 
tomamos en función de nuestra certeza de que Dios tiene el control. Y eso nos 
ayuda no solo a estar satisfechas, sino gozosas. 
¿Cuál es tu definición de felicidad? 
¿Qué es para ti la satisfacción o el contentamiento? 
A esta carta de Pablo, se la conoce como la epístola del gozo porque en 
más de una ocasión el apóstol exhorta a sus lectores a que se alegren, que 
tengan gozo. Si Pablo la hubiera escrito tranquilo desde su casa o mientras 
disfrutaba de un ministerio sin complicaciones, sería más entendible. Pero 
Filipenses es una carta que desafía toda lógica humana. ¿Qué tiene de ilógica? 
Ya lo mencionamos un poco antes: estar encadenado a un soldado romano, 
en espera de sentencia y sin tener muy claro el futuro. Pablo tenía todos los 
motivos del mundo para escribir más bien «la epístola de la queja y el llanto». 
Pero, con una actitud como la de Cristo y una perspectiva celestial, aprendió 
que su alegría estaba en el Señor. 
A menudo nuestra alegría no está en el Señor, sino en nosotras mismas y en 
nuestro mundo. Me alegro si todo sale como esperaba. Si logro lo que me 
propuse. Si el futuro parece prometedor. Si no tengo conflictos con nadie. Si 
la vida es color de rosa. Pero todas esas cosas tienen algo en común: son 
temporales.No siempre todo sale como esperaba. No siempre logro lo que 
me propuse. No siempre el futuro es prometedor. ¡Y no siempre estoy libre de 
conflictos! ¿Será que algo anda mal en mí o en ti? ¡NO! Esa es la vida normal en 
este planeta sujeto al pecado. 
20
¿Qué dijo Jesús en Juan 16:33?
¿Cuál es el antídoto que nos presenta Pablo para las aflicciones que llevan a 
la insatisfacción? ¡Entiendan que su alegría está en Dios! Dios está por encima 
de las circunstancias. Dios sigue conmigo, aunque no todo salga como yo 
esperaba. Dios me ama, aunque yo no logre todo lo que me propuse. Dios me 
promete un futuro brillante con Él en la eternidad. Dios me ha dado el gozo 
de la salvación. Ese es el motivo de alegría suprema a pesar de toda la lista 
de cosas anteriores y otras que queramos sumar. Pablo lo aprendió. ¡Cuánto 
cambiaría nuestra vida si entendiéramos que todo lo demás es transitorio! No 
viviríamos tan aferradas y seríamos más felices. 
Lee Nehemías 8:8-12. ¿Cuántas veces has escuchado, repetido, el versículo 8 de 
ese pasaje: … no os entristezcáis, porque el gozo de Jehová es vuestra fuerza 
(Neh.8:10b)? ¡De seguro que muchas! 
¿Qué significa para ti la frase «el gozo de Jehová»? 
La palabra hebrea para gozo que aparece aquí es chedvah y solo se repite en 
el siguiente pasaje de 1 Crónicas: Honor y majestad lo rodean; fuerza y gozo 
llenan su morada (1 Crón. 16:27, NTV). El gozo es una característica intrínseca 
de Dios; donde Él está hay alegría, hay gozo. Y, por lo tanto, si ahora tú y 
yo tenemos una relación estrecha con Él, al punto de que su Espíritu vive en 
nosotros, entonces este gozo es nuestro también. ¿Por qué nos cuesta tanto 
vivir de esa manera? Quizás sea una herencia que nos ha dejado el pecado, 
pero también es un arma del diablo en contra nuestra. Piénsalo. Si el gozo 
del Señor es nuestra fuerza, entonces Satanás hará todo lo posible para que 
lo perdamos y así debilitarnos. ¿Cómo lo hace? De muchas maneras, pero te 
comparto tres.
• Si nos enfocamos en las circunstancias, tenemos más motivos para 
entristecernos que para alegrarnos. Si nos enfocamos en Dios, en Quién es Él, 
podemos tener gozo. Así que el enemigo de nuestra alma hará todo lo posible 
para que cambiemos el enfoque. ¡Estemos atentas y reenfoquémonos!
• Si dejamos que sean nuestros pensamientos los que nos controlen y no la 
verdad de Dios, establecida en su Palabra, es muy probable que terminemos 
sin gozo alguno. Dale prioridad al tiempo diario en la Palabra. La distracción es 
un arma del enemigo. Nos entretiene y nos ocupa en tantas cosas que no nos 
queda tiempo para pasar en la Biblia, con Dios.
21
• Si nos sumamos a la mayoría y vivimos con un espíritu de queja, perdemos 
el gozo. Si cultivamos el hábito de la gratitud, seremos personas gozosas, 
felices, porque reconocemos la bondad de Dios a cada paso en nuestra vida.
Nunca he sido una persona demasiado risueña. De hecho, al principio de 
nuestro matrimonio, mi esposo y yo teníamos desavenencias porque él puede 
reírse de cualquier cosa y a mí no me resulta tan fácil. Sin embargo, con el 
paso de los años, he podido comprobar que su método es mucho mejor que 
el mío. Y como no me resulta algo natural, le he pedido a Dios que me ayude 
a experimentar su gozo, a vivir su gozo, a mostrar su gozo. 
La realidad es que Nehemías tenía toda la razón del mundo, el gozo del Señor, 
el que Él tiene y produce en nosotros, es nuestra fuerza. Con un espíritu de 
gozo podemos vivir la vida de manera muy diferente, como Dios la diseñó. Y 
es por eso mismo que entonces Pablo, en Filipenses 4:13, nos dice por qué 
puede estar satisfecho independientemente de su situación: Todo lo puedo 
en Cristo que me fortalece. 
No podemos olvidar que, aunque hoy tenemos esta carta separada por 
versículos, originalmente era un texto completo. Y cada idea está relacionada 
con la anterior. Pablo aprendió a vivir satisfecho (v. 11) porque contaba con la 
fuerza de Cristo (v. 13).
¿Sabes? Dios espera de nosotras que vivamos contentas, satisfechas, con 
la vida que nos ha regalado. Eso no quiere decir que no tengamos metas o 
propósitos. ¡Al contrario! Pero, si no soy feliz con lo que tengo ahora, tampoco 
lo seré con lo que venga después. 
Lee 1 Timoteo 6:6. ¿Qué crees que le quiso enseñar Pablo a Timoteo con 
estas palabras? 
De nada nos vale la piedad, o la religión como dicen otras versiones, si no 
aprendemos a vivir contentas, satisfechas con lo que ya Dios nos ha dado. A 
fin de cuentas, todo proviene de Él. 
Amiga lectora, Eva lo tuvo todo y no fue feliz porque no entendió que ya tenía 
suficiente. Miriam dejó que la comparación la llevara a la envidia y sufrió las 
consecuencias. Pablo entendió el secreto y en medio de toda adversidad 
pudo decir: ¡Estoy completo, satisfecho y feliz! Nosotras tenemos hoy la misma 
oportunidad. ¿A quién vamos a imitar? Tenemos estos testimonios vivientes 
para que escojamos lo mejor. ¿Difícil? Tal vez, pero no imposible. La verdadera 
satisfacción está a nuestro alcance porque tenemos a Jesús. 
Esperas, demoras y otras cosas difíciles 
que pueden ser hermosas
Semana 2
23
Día 1
La princesa apurada
Imagina que sales de viaje con tu esposo a otro país y cuando están llegando 
él te advierte que allí las costumbres son tan diferentes que mejor es decir 
que son hermanos y no un matrimonio. Lo que tú no imaginas es, por raro 
que parezca su pedido, que no solo te está pidiendo que mientas, sino que lo 
está haciendo para salvar su propio pellejo y tú terminarás por esposa de otro 
hombre, ¡una entre muchas más! ¿El motivo? Eres una mujer increíblemente 
bella. Lo inaudito no solo es que se atreva a pedirte semejante cosa, ¡sino 
que te lo pida dos veces!
Esta historia, un tanto loca para nosotras, ocurrió de verdad. Y quizás recuerdes 
que su protagonista fue Sara, la esposa de Abraham. 
Todo parece indicar que esta mujer no solo fue hermosa, sino muy querida 
desde que nació porque sus padres le pusieron «mi princesa» o Sara. Más 
adelante, el propio Dios le cambió el nombre; ya no sería Sara, princesa de 
una sola persona, sino Sara, princesa de multitudes (Gén. 17:15). ¡Eso sí que es 
pertenecer a la nobleza! Pero, para evitarnos confusiones, usemos Sara.
Comencé mencionando esta parte de la historia de su vida para que entiendas 
que, aunque Sara fue una mujer muy hermosa, eso no la excluyó de pasar 
por experiencias difíciles, decepcionantes y aterradoras. Puedes leer todo 
lo sucedido en Génesis 12 y Génesis 20. A veces nos dejamos engañar y 
creemos que la belleza, la inteligencia o las riquezas nos garantizarán una vida 
color de rosa. ¡Nada más lejos de la realidad! 
Pero un esposo un tanto cobarde no era el único problema de Sara. Su 
corazón tenía un vacío todavía mayor porque no había podido tener hijos y, en 
la cultura donde ella vivía, eso era lo peor para una mujer. Sabemos que ese 
deseo es parte de la naturaleza de cualquier mujer, así que al escribir estas 
palabras sé que muchas lectoras se identifican con la protagonista de nuestra 
historia y no tomo a la ligera el dolor de la experiencia. 
Sin embargo, Dios le había hecho una promesa a su esposo. 
¿Qué es para ti una promesa? 
¿Qué le prometió Dios a Abram? (Gén. 15:4-5) 
24
¿Cuál era el único detalle complicado con dicha promesa? Sara ya era una 
anciana, bella sí, pero anciana de todos modos, y su reloj biológico para 
concebir había dejado de funcionar años atrás. Lo mismo el de su esposo. 
«Ayuda r» a D i o s
Así que nuestra princesa decidió que tenía que intervenir en el asunto para 
apurar los planes o, de lo contrario, el hijo nunca llegaría. ¡Ay, Sara! ¿O debiera 
decir yo: «¡Ay, _______!», y dejar el espacio en blanco para poder escribir 
nuestros nombres? Sí, porque la decisión crucial de esta mujer de la Biblia es 
sin dudas un eco de la nuestra en muchas ocasiones. 
Lee Génesis 16:1-3. ¿Cuál era el problema con esta decisión?
Sara quiso darle un plan B a Dios. Aunque no lo dice explícitamente, puedo 
decirte en funciónde lo que me ha sucedido muchas veces, y tal vez también 
a ti, que la raíz de aquella mala decisión fue la falta de confianza en que Dios 
sabe lo que hace, aunque parezca demorarse. 
Las decisiones que tomamos casi siempre tendrán un impacto que va más allá 
de nosotras mismas; pueden afectar a nuestras familias por generaciones. En el 
caso de Sara, su decisión de no esperar y la pretensión de «ayudar» a Dios la 
cegaron al punto de no pensar dos veces el compartir su esposo con otra mujer. 
Por supuesto que esa decisión nunca da buenos resultados. 
¿Qué consecuencias sufrió la familia de inmediato? (Lee Génesis 16:4-6) 
¿Cuál fue la reacción de Sara? 
¿Te percataste de que le echó la culpa a Abram? Cuando vemos que nuestras 
decisiones no producen los resultados esperados, la primera reacción siempre 
es echarle la culpa a otro. 
¿Sabes? De alguna forma este modus operandi se convirtió en un sello 
familiar porque más adelante la historia se repitió con su nuera, Rebeca. Y 
nuevamente la familia se vio en un cuadro de conflicto y dolor porque lo único 
que conseguimos con querer «ayudar» a Dios y apurar sus planes es meternos 
en un caos del cual luego no sabemos cómo salir. 
25
Lee Números 23:19: Dios no es hombre, para que mienta, Ni hijo de hombre 
para que se arrepienta. Él dijo, ¿y no hará? Habló, ¿y no lo ejecutará?
¿Qué nos dice este versículo sobre el carácter de Dios? 
¿Qué crees que quiso decir Pablo en este pasaje de 2 Corintios 1:20: … 
porque todas las promesas de Dios son en él Sí, y en él Amén, por medio 
de nosotros, para la gloria de Dios?
¿Alguna vez has tratado de ayudar a Dios? ¿Cómo? 
¿Cuál fue el resultado de tu decisión? 
¿Te resulta fácil o difícil confiar en las promesas de Dios? ¿Por qué? 
Sara quiso «ayudar» a Dios y en su apuro desató una serie de eventos que 
trajeron terribles consecuencias para la familia. Cuando se trata de la agenda de 
Dios, los planes alternativos nunca dan buenos resultados. Nosotros podemos 
decidir aprender de la historia de Sara y elegir algo mejor. ¡Esperar en Dios! 
Mañana hablaremos de eso. 
Día 2
Una historia de esperas
La verdad es que esperar no es algo que nos guste por defecto. Creo que 
tenemos un gen que codifica la impaciencia. En estos últimos tiempos, cuando 
todas las cosas pueden ser tan rápidas, si nos toca esperar un poco, nos 
desesperamos. Si el semáforo se demora en cambiar la luz, si el cajero en el 
supermercado no nos atiende de inmediato, si la persona en la ventanilla del 
restaurante de comida rápida no hace honor al título del lugar, si la página de 
Internet no se carga en segundos… Y la lista podría continuar.
26
A mí tampoco me gusta mucho la idea de esperar; no obstante, con los años 
he entendido que hay belleza, hay un tesoro en la espera. 
Tengo una planta de gardenia en mi jardín. Al comienzo floreció, tuvo dos o 
tres flores. Sin embargo, después de eso, ninguna más.
Un día descubrí que unos insectos blancos decidieron mudarse a mi gardenia. 
Las hojas estaban llenas de estos huéspedes a quienes nadie había invitado. 
Como no soy experta en la materia, le pregunté al amigo Google qué hacer y 
allí aprendí que tenía que usar cierto líquido durante toda una semana para 
deshacernos de la plaga.
Así lo hice. Pacientemente cada día en la tarde rociaba toda la planta con esta 
«medicina» hasta que por fin los puntitos blancos con patitas desaparecieron. 
¡Qué alivio! Sin embargo, notaba que la planta no estaba creciendo lo suficiente. 
Nuevamente busqué información y supe que necesitaba más sol. Por lo tanto, 
la cambié de lugar.
Verás, esta gardenia es especial porque mi abuela, quien ya está con el Señor, 
me pidió que la comprara y la tuviera en mi jardín; fue un regalo de ella. Por eso, 
la cuido con mucho cariño.
Hace unos días llegaba a la casa y noté que la gardenia tenía algo diferente. 
Cuando me acerqué, descubrí pequeños botones dispersos por toda la planta. 
¡Está preparándose para florecer! Aunque no lo creas, casi cada día me acerco 
a revisarla porque estoy ansiosa de ver abrirse la primera flor. Pero tengo que 
esperar.
Esta planta me hizo recordar que todo lo hermoso toma tiempo, cuidado; a veces 
tenemos que movernos de un lugar a otro; en otras ocasiones necesitamos 
«medicinas» que curen las plagas que nos llegan. Sobre todo, me recordó que 
para que algo florezca tiene que pasar un proceso de espera.
Me gusta el libro de Eclesiastés, es poético, práctico y hasta un tanto filosófico. 
Allí se nos dice: … Todo lo hizo [Dios] hermoso en su tiempo (Ecl. 3:11a). ¿Qué 
crees que quieren decir esas palabras? 
Regresando entonces a la historia de Sara, ¿cuál era el tiempo? Lee 
Génesis 18:14. 
La palabra clave es «señalado». ¿Señalado por quién? 
Al igual que sucede con mi planta de gardenia, sucede con la vida. Dios tiene 
un tiempo señalado para todo y lo ha hecho todo hermoso, para el momento 
apropiado (NTV). He recibido muchas lecciones en la escuela de la paciencia; 
27
varias veces he fallado el examen. Pero una verdad he podido aprender: 
después de la espera, viene lo hermoso. Lo que sucede es que en nuestro 
reloj humano no siempre llega tan rápido como quisiéramos. 
Por mucho que yo contemple los botones de mi planta de gardenia, no van 
a abrirse más rápido. Igual sucede con todo lo demás en la vida. No importa 
cuánto lo deseemos, cuánto tratemos de apurar las cosas… Dios lo ha hecho 
todo hermoso, en su tiempo.
Lee Génesis 12:4b: Y era Abram de edad de setenta y cinco años cuando salió 
de Harán. 
¿Qué edad tenía Abram cuando recibió por primera vez la promesa de Dios? 
Lee ahora Génesis 17:17: Entonces Abraham se postró sobre su rostro, y se rió, 
y dijo en su corazón: ¿A hombre de cien años ha de nacer hijo? ¿Y Sara, ya de 
noventa años, ha de concebir?
¿Cuántos años habían pasado sin que se hiciera realidad la promesa de Dios? 
Cuando leemos el relato bíblico a veces no nos damos cuenta y no parece 
tanto tiempo. ¿Por qué Dios demoró el cumplimiento? Nunca sabremos el 
motivo exacto, pero hay una frase que aparece varias veces en la Biblia que 
nos da la respuesta general: «Cuando se cumplió el tiempo». Las promesas de 
Dios se cumplen solamente cuando se cumple el tiempo, su tiempo. 
El apóstol Pablo, al referirse al esposo de nuestra protagonista lo llama padre 
de todos los que creen (Rom. 4:11, NVI). Y es que esta familia, con apuros, malas 
decisiones y todo lo demás, nos presenta la primera referencia a la fe en las 
promesas de Dios: Y creyó [Abram] a Jehová, y le fue contado por justicia 
(Gén. 15:6).
La fe se prueba en los bancos de la paciencia. Allí se fortalece. Al final todo 
parece indicar que Sara entendió esta verdad porque Hebreos 11:11 nos dice: 
Por la fe también la misma Sara, siendo estéril, recibió fuerza para concebir; y 
dio a luz aun fuera del tiempo de la edad, porque creyó que era fiel quien lo 
había prometido (énfasis de la autora).
Como te dije, soy del grupo de las que prefieren no esperar, pero he descubierto 
el tesoro de la espera. Y te lo voy a revelar: en las esperas de la vida, nos 
encontramos con Dios. Es en esos momentos cuando descubrimos que el único 
lugar seguro, el único refugio, es la presencia de Dios. 
28
¿Qué promete Dios al que espera en Él?
Salmos 32:10 _________________________________________________
Salmos 40:1 __________________________________________________
Salmos 147:11 _________________________________________________
Isaías 40:31 __________________________________________________
Miqueas 7:7 __________________________________________________
¿Cuál fue el resultado de la espera de Sara? Lee Génesis 21:1-3. ¿Qué palabras 
o frases en estos versículos muestran que se trataba del tiempo de Dios? 
En las esperas que he vivido y las que sigo viviendo, me he abrazado a Él con 
fuerza. Y cuando pienso en mi gardenia y sus botones recuerdo que, así como 
esa planta poco a poco está trabajando para regalarme algo lindo, Dios también 
está haciendo que en mi espera todo lleguea ser hermoso, en su tiempo. 
¿Estás en un tiempo de espera? ¿Has decidido confiar, esperar en Dios? 
Escribe aquí una oración sincera y habla con Dios al respecto.
Quiero decirte algo: no siempre el final de nuestras esperas es el que 
quisiéramos; pero, si Dios nos dice que hará que todo obre para el bien de sus 
hijos (Rom. 8:28), yo tengo que creerlo. 
Tu espera puede ser diferente a la de Sara; sin embargo, créeme cuando te 
digo que a Dios no podemos apurarlo. Y lo que pareciera acelerar sus planes, 
en realidad, muchas veces los pone en pausa. Él no tiene reloj; su dimensión 
del tiempo no podemos comprenderla, pero nos invita a confiar en que nunca 
llega tarde ni tampoco se demora, tal y como sucedió en la próxima historia 
que visitaremos. ¡Otra decisión transformadora!
Día 3
La mujer que soltó su carga
El nombre Ana podría traducirse como «gracia» o «favor», o «llena de gracia y 
favor»; otra posibilidad es «el que da». El dilema de esta mujer fue el de muchas 
otras. Si no estás muy familiarizada con su historia, la puedes encontrar en el 
capítulo uno de 1 Samuel.
29
Permíteme preguntarte algo, ¿tienes algún deseo no cumplido en tu 
corazón? 
Ana quería tener hijos, pero su anhelo no se hacía realidad. Y aunque en 
cualquier siglo esto puede ser causa de tristeza, en su caso era mayor porque 
el valor de una mujer descansaba grandemente en los hijos que tuviera. Pero 
quiero invitarte a mirar más allá porque la vida nos presenta retos diferentes 
a cada una. 
Puede que el tuyo sea similar al de Ana. Tal vez no, tal vez tienes hijos, pero 
los ves alejarse de Dios. Quizás tu dilema está en la soltería o en la falta 
de trabajo. A lo mejor estás luchando porque quieres servir a Dios de una 
manera en particular, convencida de su llamado, pero las puertas todavía no 
se abren. Puede que tu desafío esté en relaciones difíciles en tu escuela, con 
tu familia, en tu trabajo. El asunto es que siempre que nos encontramos ante 
una situación complicada, desafiante, o ante un anhelo no cumplido, ante una 
espera, tenemos varias alternativas y de ahí viene la lección que quiero que 
aprendamos de Ana.
El relato bíblico nos indica que llevaba años sufriendo y esperando, tanto así 
que llegó al punto de terminar llorando y deprimida (se nos dice que ni siquiera 
quería comer). Me permito hacer un alto para decirte que, si una situación te 
saca las lágrimas, te quita el apetito y te embriaga de tristeza, no creas que por 
eso eres menos fuerte o menos cristiana. ¡Es normal! De hecho, la Biblia nos 
cuenta que, en un momento dado, ¡hasta Jesús lloró! 
Pero un día, Ana tomó una decisión que cambió su vida. Mira lo que dice 1 
Samuel 1:9-10: Y se levantó Ana después que hubo comido y bebido en Silo; y 
mientras el sacerdote Elí estaba sentado en una silla junto a un pilar del templo 
de Jehová, ella con amargura de alma oró a Jehová, y lloró abundantemente.
Ese día Ana decidió llevar las cosas a otro nivel a pesar de que todavía lloraba 
y sin dudas seguía esperando su milagro.
¿Qué haces cuando estás en medio de una profunda espera, cuando te 
sientes muy triste? (Marca todas las que correspondan).
• Llamas a una amiga.
• Ves televisión. 
• Comes helado.
• Lees la Biblia.
• Navegas por Internet en busca de soluciones.
• Hablas con Dios.
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Aunque no hay nada de malo en llamar a una amiga ni es necesariamente un 
pecado comer helado, en las esperas de la vida, en las situaciones difíciles, 
tenemos que aprender que tomar la misma decisión que Ana. 
¿Qué dice Proverbios 18:10? Torre fuerte es el nombre de Jehová; a él correrá 
el justo, y será levantado.
Dios está preparado para escuchar nuestras frustraciones; está dispuesto a 
enjugar nuestras lágrimas y abrazarnos. ¡Tantas veces corremos en dirección 
contraria cuando llegan las dificultades o cuando los anhelos no se cumplen 
y las esperas se dilatan! Ya hemos visto historias de mujeres que intentaron 
solucionar el problema «ayudando a Dios» y solo consiguieron un problema 
mayor. ¡Pero Ana actuó diferente! Y esa decisión transformó su vida. ¿Cómo lo 
sabemos? Aquí tenemos la respuesta: Y se fue la mujer por su camino, y comió, 
y no estuvo más triste (1 Sam. 1:18b).
Es necesario aclarar algo. Si lees todo el pasaje, verás que, cuando Ana se fue 
aquel día del templo, no tenía ninguna garantía de que el anhelo de su corazón 
se cumpliría. ¿Cuál fue la respuesta del sacerdote Elí? Ve en paz, y el Dios de 
Israel te otorgue la petición que le has hecho (v. 17).
Dicho de otra manera, él la despidió deseándole lo mejor, con una bendición, 
pero no hay declaración profética alguna para Ana. Sin embargo, ella dejó de 
estar triste. 
¿Por qué crees que hubo aquel cambio en su actitud? 
Ana se fue en paz porque dejó su anhelo, aquel deseo profundo, en las manos 
de Dios. Fue su corazón lo que cambió, no sus circunstancias. Tenemos que 
aprender a dejar los asuntos en sus manos, vivir la vida que nos ha puesto por 
delante y soltar la carga. Como dije antes, hay momentos para todo, incluso 
para llorar; pero como hija de Dios no puedes vivir para siempre en la tristeza. 
¿Será eso negar la realidad? ¡No! Eso es aprender a fortalecernos en el gozo 
del Señor (Neh. 8:10), como mencionamos en un capítulo anterior. 
Lee Salmos 55:22: Echa sobre Jehová tu carga, y él te sustentará; No dejará 
para siempre caído al justo.
¿Es eso lo que haces en tus esperas? Escribe debajo qué cargas estás 
llevando todavía que no has querido entregarle a Dios. 
Según 1 Pedro 5:7, ¿qué nos toca hacer con las cargas? ¿Cuál es la parte de Dios? 
… echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros.
31
Mi amiga lectora, yo no sé cuál es tu dilema, tu batalla, tu anhelo, tu espera; 
pero ten la certeza de que Dios sí lo conoce muy bien. ¡Corre a sus brazos! 
Haz como Ana. Llora allí si es necesario. Clama y no te des por vencida. 
Pero después ¡alégrate! Confía en que tu Dios, que te ama y tiene planes 
maravillosos para tu vida, se encargará de todo, y el resultado será el mejor 
para ti. Incluso cuando parezca que se está demorando demasiado. ¡Decide 
hoy entregarle tu carga a Dios! 
Te invito a orar con las palabras del rey David en Salmos 42:11: 
¿Por qué te abates, oh alma mía,
Y por qué te turbas dentro de mí?
Espera en Dios; porque aún he de alabarle,
Salvación mía y Dios mío.
Día 4
¿Y si Dios parece llegar tarde?
La decisión de Sara fue apresurarse porque creía que Dios estaba atrasado o 
no llegaría. Ana, por el contrario, decidió dejar la espera en manos de Dios y 
no sufrir más entretanto. Sin embargo, en ambos casos, la respuesta deseada 
llegó. A pesar del plan alternativo de Sara y todo el caos que generó, vio su 
promesa cumplida. A pesar de las burlas de Penina, que de seguro siguieron, a 
pesar de no saber realmente cuál sería el final, Ana llegó a tener a Samuel en 
sus brazos, ¡y Dios le regaló cinco hijos más! (1 Sam. 2:21).
Pero ¿qué hacer cuando todo parece indicar que el tiempo se ha vencido, que 
no hay solución y pareciera que Dios, si llega, será tarde? En circunstancias así, 
también nos toca tomar una decisión, y esa decisión puede transformarnos 
para siempre. Veamos otra historia. 
Si tan so l o…
«Señor, si tan solo...»: puedes completar la frase con cualquier cosa que Dios 
pudiera haber cambiado o hecho realidad, pero no fue así, por ejemplo:
• Si tan solo mi matrimonio no se hubiera roto.
• Si tan solo hubiera tenido hijos.
• Si tan solo hubiera terminado la universidad.
• Si tan solo te hubiera conocido antes y no hubiera malgastado mis 
años…
32
Es una frase que muchas veces hemos pronunciado, o pensado, y ¿sabes? Creo 
que Dios está preparado para escucharla. De hecho, Jesús la escuchó de boca 
de una persona muy querida para Él, alguien que formó parte de su círculo de 
amigos íntimos. Léelo en Juan 11:21: Señor, si tan solo hubieras estado aquí, mi 
hermano no habría muerto (Juan 11:21, NTV, énfasis de la autora). Esas fueron 
las palabras de Marta cuando se encontrócon Jesús luego de la muerte de 
su hermano Lázaro. Para Marta, una mujer de carne y hueso como tú y yo, 
Jesús había llegado tarde. De haberlo hecho a tiempo, hubieran cambiado las 
circunstancias que ahora provocaban tanto dolor en su familia. 
¿Será que no oraron, será que Jesús no sabía? No es lo que dice el versículo 3: 
Enviaron, pues, las hermanas para decir a Jesús: Señor, he aquí el que amas 
está enfermo.
Es decir que Él estaba al tanto y, siendo Dios, con tan solo una palabra Lázaro 
hubiera quedado completamente sano. Sin embargo, no fue así; Él decidió 
esperar dos días (Juan 11:6). Ahora nosotros tenemos todo el relato bíblico y 
podemos entenderlo mejor; pero, imagina que eres Marta. ¿Cómo te sentirías 
con este aparente «no» de parte de Dios?
¿Alguna vez has recibido «no» como respuesta a una oración? ¿Cómo 
reaccionaste? 
Quizás te haya sucedido como a mí, que en más de una ocasión he batallado 
con los «no» de Dios… ¡en vano!
Lee los pasajes siguientes: 
Mas antes, oh hombre, ¿quién eres tú, para que alterques con Dios? ¿Dirá el 
vaso de barro al que lo formó: ¿Por qué me has hecho así? (Rom. 9:20).
¿Es sabiduría contender con el Omnipotente? El que disputa con Dios, responda 
a esto (Job 40:2).
¿Qué mensaje común encierran?
Cuando rendimos nuestra vida a Jesús, decimos que Él se convierte en nuestro 
Salvador y ¿qué más? ___________. ¡Exacto! Señor, lo que quiere decir que Él 
rige mi vida, es amo. Dicho en términos teológicos, es soberano. Los «no» de 
Dios, ya sean definitivos o temporales, son parte de su soberanía y no nos toca 
a nosotros cuestionarlos. 
33
Sin embargo, la segunda parte de la declaración de Marta es lo que realmente 
me impacta y donde viene la decisión que podemos imitar, incluso en las 
situaciones en que no parece haber solución: Pero yo sé que aun ahora Dios 
te dará todo lo que le pidas (Juan 11:22, NVI, énfasis de la autora).
Para Marta, Jesús no había llegado a tiempo y su demora llevó a una dolorosa 
pérdida. No obstante, en medio de todo, ella le dijo aun ahora, es decir, «a pesar 
de que no llegaste a tiempo, a pesar de que no cambiaste las circunstancias, 
a pesar de que no respondiste a la petición que María y yo te hicimos, ¡aun 
ahora puedes hacer algo! ¡En medio de mi dolor puedes hacer algo!». Eso era 
básicamente lo que Marta estaba diciendo.
Permíteme aclarar algo. Dios nunca llega tarde... según su reloj. El problema es 
que nosotros lo medimos todo según el nuestro y, por tanto, cuando las cosas 
no suceden cuándo, cómo y dónde queremos o imaginamos, nos parece que 
Dios ha llegado tarde… que ya el sueño murió, que la situación está decidida, 
que no se pueden cambiar las cosas.
¡Tenemos que aprender de Marta! Tenemos que decir: Aun ahora. ¡Esa es 
la decisión que transforma la vida! Tú puedes decir: «Aun ahora, cuando mi 
matrimonio está en crisis o terminó», «Aun ahora cuando siento que no logré 
los sueños», «Aun ahora que no tengo el título que quería tener», «Aun ahora 
que ya tengo X años y la vida se me ha ido», «¡Aun ahora, Dios!».
Entonces, ¿por qué pudo Marta hacer una declaración así? ¿En qué se basó 
su respuesta? Lee el versículo 27 de ese mismo capítulo. Su respuesta fue 
conforme a su convicción, por eso declaró: «Yo creo» (NVI). Dicho de otra 
manera sería «Yo no sé qué se puede hacer, pero ¡tú eres el Mesías, el Hijo de 
Dios que vino al mundo! Siempre puedes hacer algo, ¡aun ahora!».
Si hay algo que Dios quiere que hagamos es creer en Él y en su Palabra. Busca 
estos pasajes: Juan 6:29, Hebreos 11:6 y 1 Juan 3:23. 
¿Qué espera Dios de ti y de mí? 
Quiero proponerte algo, mi querida lectora. No nos quedemos en el si tan solo. 
Sí, puedes llegar a Dios con confianza y abrirle tu corazón, y contarle de todos 
tus «si tan solo», pero después tenemos que hacer como Marta y declarar: 
«Pero aun ahora… porque tú eres el Hijo de Dios. El si tan solo nos amarra al 
pasado. El aun ahora nos trae al presente y nos enfoca en el futuro sujeto al 
poder de Dios. 
Nosotros sabemos cómo terminó la historia: Jesús resucitó a Lázaro; pero, 
cuando Marta tuvo esta conversación con Jesús, no lo sabía. Así que, incluso 
34
cuando desconozcamos el desenlace de nuestra historia o esta no tenga el 
final que esperamos, atrevámonos a decir junto con Marta: «Aun ahora»; y, 
como ella, veremos la gloria de Dios. Esa decisión, sin que queden dudas, será 
transformadora. 
Día 5
Pruebas y sueños detenidos 
A veces parece que la vida de pronto se ha detenido, como si alguien 
hubiera apretado el botón de pausa, y todos los planes y anhelos quedan 
congelados. ¿Recuerdas la historia de José? Él lo experimentó por varios años. 
Tenía sueños que Dios le había dado, sueños relacionados con su vida y la 
de su familia, sueños que hablaban de un futuro prometedor. Sin embargo, 
las circunstancias que le rodeaban parecían decirle todo lo contrario. Su vida 
estaba en una interminable «pausa». 
Hay una verdad que necesitamos entender: para Dios es prioridad desarrollar 
nuestro carácter, de modo que Cristo se forme cada vez más en nosotros. 
Todo lo que podamos hacer para Él es secundario. 
Mira lo que dice Salmos 105:19 en la NTV: Hasta que llegó el momento de 
cumplir sus sueños, el Señor puso a prueba el carácter de José. Cuando la 
vida está en pausa y llegan los problemas, ten la certeza de que Dios está 
trabajando en desarrollarnos el carácter. 
Lee Santiago 1:2-4 (si te es posible, hazlo en varias versiones): Hermanos míos, 
tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que 
la prueba de vuestra fe produce paciencia. Mas tenga la paciencia su obra 
completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna.
¿Cuál fórmula podríamos sacar de estos versículos? 
________________________________ + _________________________ = 
___________________________________________________________
Por lo tanto, ¿cómo lo ponemos en práctica, qué decisión podemos tomar 
para transformar las pruebas y las pausas en oportunidades de desarrollo y 
crecimiento, como sucedió en la vida de José?
No te frustres. Dios tiene un propósito, incluso en las pausas. Es muy probable 
que José no entendiera lo que estaba sucediendo; no obstante, al leer su 
historia no veo frustración. Veo aceptación de las circunstancias, circunstancias 
35
que cambiaron y sobre las que él no tenía ningún control. ¡Pero Dios no lo 
abandonó! José, de alguna manera, entendió que no había necesidad de 
frustrarse ni patalear. ¡Dios estaba con él! Mas Jehová estaba con José, y fue 
varón próspero; y estaba en la casa de su amo el egipcio. Y vio su amo que 
Jehová estaba con él, y que todo lo que él hacía, Jehová lo hacía prosperar 
en su mano (Gén. 39:2-3). 
Aprende todo lo que puedas. Estar en la casa de Potifar le dio a José lecciones 
de administración que luego sin dudas le fueron útiles al llegar al palacio del 
faraón. Así halló José gracia en sus ojos, y le servía; y él le hizo mayordomo 
de su casa y entregó en su poder todo lo que tenía (Gén. 39:4). Los años que 
David pasó como un simple pastor en el campo le permitieron desarrollar su 
relación con Dios, aprender a defenderse y convertir las noches en conciertos 
de adoración. ¡Y todo eso a pesar de que ya tenía la promesa y la unción 
como rey de Israel! Cuando llegue el momento y el sueño por fin comience a 
hacerse realidad, cuando la pausa termine, necesitarás estar preparada. ¡No 
desperdiciemos la oportunidad! 
Atesora esta etapa porque un día podrá servirte para bendecir la vida de 
alguien. La Palabra de Dios nos enseña que nuestras experiencias difíciles nos 
ayudarán a convertirnos en agentes de consolación: … el cual nos consuela en 
todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a 
los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que 
nosotros somos consolados por Dios (2 Cor. 1:4). ¡Dios quiere que contemos 
nuestra historia! 
En los años de mi caminar con Cristo, he aprendido que Él no te lleva alpunto B sin pasar por el punto A. Siempre habrá un proceso. Tenemos que 
decidir cómo lo viviremos y aprender todo lo que el Señor quiera enseñarnos. 
En esta semana, aprendimos estas verdades: 
1. No tratemos de ayudar a Dios.
2. El tiempo de Dios es hermoso, incluso en las esperas.
3. Tenemos que entregar a Dios nuestras cargas.
4. Dios puede actuar en tu vida, cualesquiera que sean las circunstancias. 
5. Valora los tiempos de espera.
¿Cuál de estas tiene más impacto para ti en este momento? ¿Por qué? Te 
animo a concluir escribiendo una oración donde abras tu corazón a Dios 
y le pidas que te ayude a tomar la mejor decisión para vivir en su diseño, 
incluso en los tiempos de espera. 
Semana 3
¡Estás completa!
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Día 1
La mujer que encontró más de lo que buscaba 
Otra vez a recorrer el camino bajo el abrasador sol del mediodía, pero 
es el único momento que puedo aprovechar. Al menos estoy segura de 
que no habrá nadie y así no tendré que soportar las miradas inquisitivas 
y cuestionadoras. Ni tampoco tendré que preocuparme por las risitas 
escondidas. ¿Acaso creerán que soy ciega o sorda? Porque es muy 
difícil evitar escuchar cómo me llaman cuando paso cerca de ellas… sus 
comentarios, desprecios. ¡Si supieran cómo cansa venir bajo este calor! 
Aunque en verdad, ahora que lo pienso, me cansa más reconocer que 
después de tantos intentos tampoco soy feliz. Me pregunto cómo termine 
en lo que soy. Recuerdo aquel primer amor, me dijo que me amaba y yo, ¡qué 
tonta!, enseguida le creí y me entregué. Como mismo empezó, se acabó. 
Desapareció entre mis manos; nunca más lo volví a ver. Claro, en un pueblo 
como este, ya no me miraron igual. Y después vinieron los otros…: parches a 
una herida que no sana. Todos me prometen amor, un amor tan barato… y lo 
peor es que siento que me acostumbré. Ni yo misma me puedo amar. 
La verdad es que una mujer como yo solo tiene derecho a migajas. Migajas 
de amor, migajas de pan, de amistad, solo migajas. Me imagino que hasta 
Dios solo tenga migajas para mí. ¿Cómo va a mirar Dios a una mujer como 
yo? 
En fin, para qué seguir pensando en todo esto si no tiene arreglo. Al menos 
sé que un problema sí tiene solución hoy, el del agua, porque cuando me 
vaya de este pozo me iré con el cántaro lleno. ¡Qué bueno que ya estoy 
llegando! 
No sabemos cuál fue su nombre. Entre las que figuran en la Biblia, ella es 
anónima pero protagónica. Cuando leo su historia no puedo evitar pensar 
que un monólogo más o menos así pudiera haber pasado por su mente el 
día en que se encontró con Jesús y se convirtió en «la mujer samaritana» o 
«la mujer en el pozo». su historia la puedes leer en el capítulo 4 del Evangelio 
de Juan. 
Muchas veces a nosotras nos pasa lo mismo: andamos buscando satisfacer 
necesidades porque creemos que, una vez resueltas, estaremos bien; y no 
entendemos, como tampoco lo entendió al principio esta mujer, que lo único 
que realmente nos llena y completa no se puede palpar. 
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Veamos parte del diálogo y descubriremos por qué aquel día por fin ella dejó 
de ser una mujer vacía para convertirse en una mujer llena, completa. 
Lee Juan 4:7-10.
Es interesante que en esta conversación Jesús decide no contestar 
directamente las preguntas de la mujer, sino hacerla reflexionar con sus 
declaraciones. 
Primera declaración: Si tan solo supieras el regalo que Dios tiene para ti 
(v. 10, NTV). Jesús, con otras palabras, le estaba diciendo: «Mujer, aunque 
viniste por agua, yo tengo algo mucho mejor para ti». 
Con toda honestidad, ¿cuál sería el regalo, la experiencia, que pudiera 
hacerte completamente feliz hoy? 
Tal vez respondiste con vacaciones en el lugar con que tanto has soñado. 
Quizás, con una casa nueva o remodelada que imite una página de Pinterest. 
A lo mejor fue un matrimonio ideal. ¿Te ha pasado alguna vez que luego 
de unas vacaciones te sientes medio deprimida porque ya se acabó? A mí 
sí. En mi corazón había gratitud a Dios, pero también un poco de nostalgia. 
¿Sabes por qué? Porque las vacaciones, por muy fenomenales que sean, se 
acaban. ¿Y la decoración de la casa? Aunque hoy esté preciosa, te garantizo 
que cuando pase un tiempo la vas a querer cambiar, porque las mujeres 
parecemos tener un gen que dice que hay que estar cambiando de peinado, 
de zapatos, de color de cabello, de decoración… (¡espero que no de esposo!) 
y principalmente porque la verdadera satisfacción tampoco está en eso.
Ahora, más de 20 siglos después, las palabras de Jesús permanecen 
inmutables. A nosotras, mujeres del posmodernismo, Él nos dice: «Tengo 
algo mejor para ti que no se consigue con ir a una universidad ni con un 
matrimonio fructífero. No se logra con una hermosa familia ni una casa de 
revistas. ¡Ni siquiera con la religiosidad!».
Jesús no le estaba proponiendo una solución a su estilo de vida; no le dio una 
vara mágica para llenar el cántaro sin tener que ir al pozo. Él quería hacerle 
entender que había un espacio en su corazón, y en el nuestro, que solo se 
podrá llenar cuando tengamos un encuentro con Él, aunque logremos todo 
lo demás en la vida. 
¿Cómo está tu corazón hoy? ¿Lleno? ¿Medio lleno? ¿Insatisfecho? 
39
Es muy probable que hayas escuchado esto antes, pero, ¿sabes?, el problema 
está en que para mantener lleno tu corazón necesitas ir al pozo a encontrarte 
con Jesús, no una vez, sino ¡cada día! Parece paradójico al leer sus palabras 
en esta conversación, pero es que este asunto tiene dos aristas. Tu primer 
encuentro con Jesús llena tu sed de vivir para siempre, de vida eterna. Ese 
primer encuentro te regala la salvación; te libra del estigma del pasado; te 
concede nuevos comienzos. 
¿Ya te has encontrado con Jesús? Si no lo has hecho, ¡hoy es la mejor 
oportunidad! Esta es la invitación que Dios te hace: … si confesares con tu 
boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de 
los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero 
con la boca se confiesa para salvación (Rom. 10:9-10).
La mejor decisión que puedes tomar, y la primera que producirá verdadera 
transformación en tu vida, es reconocer tu necesidad de Dios. Si no sabes 
qué decir, te ayudo con un ejemplo que puedes hacer tuyo si gustas. 
«Dios, hasta hoy he vivido mi vida sin ti, pero reconozco que te necesito. Soy 
pecadora y te pido que me perdones. Te agradezco la muerte de Jesús en 
la cruz y lo reconozco como mi Salvador y Señor. Ven a mi corazón y ocupa 
el centro de mi ser. Ayúdame de ahora en adelante a vivir la vida como tú la 
diseñaste. En el precioso nombre de Jesús, amén».
La mujer samaritana fue al pozo para llenar su cántaro, pero se marchó con 
mucho más. Mañana estudiaremos el segundo aspecto de «ir al pozo». 
Día 2
Necesitas ir al pozo
Ayer vimos que, cuando la samaritana se encontró con Jesús, Él le ofreció un 
regalo que iba más allá de un cántaro con agua potable. Y te mencioné que, 
de cierto modo, tú y yo necesitamos ir cada día al pozo donde se encuentra 
Jesús. ¿Por qué? Porque el encuentro diario hará que el tanque de tu alma se 
mantenga lleno del oxígeno espiritual que necesitamos para respirar a todo 
pulmón sin que nos falte nada. 
Una mujer completa es una mujer llena del Espíritu de Dios, y eso no se logra 
de una sola vez; hay que ir al pozo todos los días. Tenemos que conversar 
con Jesús todos los días; tenemos que encontrarnos con Él, escucharlo, dejar 
que nos transforme.
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En Efesios 5:18 el apóstol Pablo nos dice: [S]ed llenos del Espíritu. En el 
griego original, esa palabra llenos tiene entre sus acepciones la idea de 
completar, estar completo de manera perfecta. Por lo tanto, para ser una 
mujer completa, yo tengo que ser una mujer llena del Espíritu de Dios. 
Si te das cuenta, la primera necesidad que Jesús abordó en su conversación 
con la samaritana fue la necesidad espiritual. Él sabía que ella tenía ese 
espacio completamente vacío. Por años había estado intentando llenarlo en 
los lugares equivocados, con relaciones equivocadas.
¿Aqué pozo has estado yendo tú para llenarte? Responde con sinceridad. 
Marca todas las que aplican:
• Profesión
• Televisión
• Libros
• Familia
• Internet
• Amigos
• Redes sociales
• Dios
• Otro
Cada vez que sentimos que nos falta algo, es porque no hemos dejado que 
Dios nos llene o porque se nos ha olvidado que solo Él hace rebosar nuestra 
copa, como declaró el rey David en Salmos 23. 
De alguna manera hemos querido igualar llenura, plenitud, a tener cosas, 
lograr metas. Creemos que bendición y abundancia material o realización 
personal son sinónimos; y, aunque no se excluyen mutuamente, la bendición 
de Dios, su llenura, es mucho más que cosas que podemos almacenar y 
contar. Mira lo que nos dice Pablo nuevamente en Efesios: Bendito sea el Dios 
y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición 
espiritual en los lugares celestiales en Cristo (Ef. 1:3, énfasis de la autora).
Sí, somos un pueblo bendecido por Dios; no importa si vivimos en China, Rusia, 
Estados Unidos, México, Brasil o la India. Pero no perdamos de vista algo: 
aunque Dios tiene para su pueblo promesas de provisión, Efesios 1:3 nos deja 
claro que, en la agenda de Dios, las bendiciones espirituales ocupan el primer 
lugar. 
Este pasaje hace referencia a aquello que viene del Espíritu Santo, es decir, 
las bendiciones del reino espiritual, y es a esas a las que nosotras más 
debemos aspirar. 
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El mundo, como sirena mitológica, nos quiere atraer para que persigamos 
incansablemente lo que nos promete y se nos olvida que todo lo que este 
ofrece perece. 
Lee Mateo 6:19: No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín 
corrompen, y donde ladrones minan y hurtan. 
¿Qué nos dice acerca de las cosas que podemos obtener en este mundo?
¿Cuál es la diferencia de ese tesoro con el que se menciona en Efesios 1:3?
¡Tú eres una mujer ya bendecida! No depende del lugar adonde vayas de 
vacaciones, ni del tamaño de tu casa o su decoración, ni de cuántos títulos 
cuelguen en las paredes de tu oficina, ¡ni siquiera de cuán exitosa parezca 
tu familia! Has sido bendecida con toda bendición espiritual; algo que, aun 
cuando ya no estés en este mundo, todavía te acompañará. Si decidimos 
vivir de acuerdo a esa verdad establecida en la Palabra, seremos por fin 
libres del ansia de buscar. 
A través de Jesucristo, tenemos una herencia asegurada. Aquí en la Tierra, 
Dios nos dejó la garantía y esa garantía es su Espíritu Santo. Lee conmigo: 
En él [Cristo] también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el 
evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados 
con el Espíritu Santo de la promesa, que es las arras de nuestra herencia 
hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria 
(Ef. 1:13-14).
La palabra en griego es arrhabon, de donde viene nuestra palabra arras, y la 
idea es justo eso, un pago inicial, un depósito que garantiza que la cantidad 
completa se pagará. ¿Dónde se «pagará» el resto? ¡En nuestra redención final! 
¿No te resulta maravilloso? La presencia del Espíritu Santo en nuestra vida no 
solo es una marca de que la misma presencia de Dios vive en nosotros, sino 
que nos garantiza que lo mejor está todavía por llegar. 
Para recapitular, tú y yo necesitamos ir al pozo de Jesús cada día y pedirle 
que nos llene más con su Espíritu. ¿Lo estás haciendo? Si no, te invito a 
comenzar hoy mismo. Decide que buscarás llenar tu tanque diariamente con 
el oxígeno que solo Jesús te puede dar. 
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Día 3
Completa porque es amada
El departamento del amor sin dudas era un problema para la samaritana. Su 
historia amorosa tiene varios capítulos con nombres diferentes. Esa mujer 
estaba buscando amor en todos los lugares equivocados y, de tanto buscar, 
estaba vacía. 
En su conversación, Jesús pasa a tocar este punto porque sabía que era 
neurálgico para la samaritana: La mujer le dijo: Señor, dame esa agua, para 
que no tenga yo sed, ni venga aquí a sacarla. Jesús le dijo: Ve, llama a tu 
marido, y ven acá (Juan 4:15-16).
Desde que nacemos, estamos buscando amor. De hecho, está demostrado 
que un bebé, para que crezca bien, a buen ritmo y saludable, necesita recibir 
amor; necesita ese trato donde se transpira aquello que dice: «Te amo», «Tu 
vida es una alegría para mí», «Eres importante». 
Pero ¿qué si esa necesidad no quedó llena cuando eras niña? ¿Qué si 
cuando se suponía que recibieras un amor incondicional, el de tus padres, 
no sucedió? ¿Qué si tu papá abandonó la casa o si su amor dependía de 
cuán bien te fuera en la escuela? ¿Qué si sufriste abuso? ¿Cómo puedes 
entender el amor de Padre que viene de Dios a quien no ves si las personas 
que primero debieron darte amor no lo hicieron?
Eso marca. Me marcó a mí. Mis padres se divorciaron cuando tenía cinco 
años y, por mucho tiempo, viví con ese dolor y esa sensación de falta de 
amor. Me ha costado entender el amor de Dios, y creo que en parte tiene 
que ver con todo lo que te he contado. Cuando suceden cosas así, te llevan a 
pensar que tal vez un día también Dios te va a abandonar. Y vives la vida con 
temor, dudando de si realmente Dios va a hacer lo que dice, si cumplirá sus 
promesas, si realmente puedes entregarte a su voluntad al 100 %, sin miedo 
a que algo malo suceda o que te falle. 
¿Cómo definirías tú el amor? 
¿Cómo lo hace la Biblia? El pasaje por excelencia se encuentra en 1 Corintios 13. 
Muchas veces se utiliza en bodas y otras celebraciones románticas, pero el 
amor descrito aquí es el de Dios. 
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¿Cuáles son las palabras que usa el apóstol Pablo para describir el amor 
de Dios? Enciérralas en un círculo.
El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es 
jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no 
se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la 
verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor 
nunca deja de ser… (1 Cor. 13:4-8a). 
La falta de amor crea inseguridad, y por eso vemos a tantas mujeres yendo 
de una relación a otra, buscando la protección de un amor que no las 
abandone. Por eso, tenemos tantas adolescentes embarazadas porque han 
entregado todo a cambio de una falsa promesa de amor eterno. ¿Qué les 
lleva a tomar la decisión? Por lo general, una necesidad de sentirse amadas 
que nunca fue satisfecha en casa a través de una relación saludable con 
su papá. 
Solo cuando entendemos y recibimos el amor de Dios, y dejamos que nos 
sane, podemos dejar de buscar amor en lugares equivocados y nuestros 
corazones sanan.
Una mujer completa es una mujer que se sabe amada por su Padre celestial. 
Fíjate bien: no es una mujer que simplemente entiende que Dios la ama; 
es una mujer que se sabe amada, que vive convencida del amor de Dios y, 
aunque falten otros amores, ella se siente completa. 
Lee los siguientes pasajes y anota cómo te ama Dios:
Jehová se manifestó a mí hace ya mucho tiempo, diciendo: Con amor eterno 
te he amado; por tanto, te prolongué mi misericordia (Jer. 31:3). _________
___________________________________________________________
Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de 
Dios (1 Jn. 3:1a). _______________________________________________
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, 
para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna 
(Juan 3:16). __________________________________________________
Pero tú, oh Señor, eres Dios de compasión y misericordia, lento para enojarte 
y lleno de amor inagotable y fidelidad (Salmos 86:15, NTV). _____________
___________________________________________________________
¿En qué pozo estás buscando amor? ¿Esposo, hijos, familia, amistades? 
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La necesidad de amor es normal: fue puesta por Dios; pero tenemos que 
procesarla de la manera correcta. A menudo tratamos de que las relaciones 
humanas más importantes en nuestra vida se conviertan en el pozo que nos 
llena de amor. ¡Es una búsqueda

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